¿Di-s tiene la culpa?

Pregunta:

Siento que estoy perdiendo la fe como resultado de las recientes tragedias sucedidas en el mundo. ¿Si Di-s puede permitir que suceda tal sufrimiento, cómo puedo creer en Él? ¿Tenés algún argumento de defensa para lo que Di-s hizo?

La respuesta:

Comparto su horror por las tragedias que el mundo está presenciando. Cualquier persona pensante debe formular las preguntas que estás haciendo. Algunos sienten que este desafío a su fe es insuperable. Eso es entendible. Pero quizás, sin defender a Di-s, tenemos que separar entre rechazar a Di-s y estar enfadados con Él.

Cuando una persona inocente sufre, nos enfrentamos con una contradicción: la creencia en un Di-s justo y amable por un lado, y el sufrimiento de inocentes por el otro. La mayoría prefiere el camino fácil fuera de la tirantez moral causada por esta contradicción y se aplaca con una de estas dos posiciones simplistas: Di-s no es responsable, porque Él no existe o Él es impotente; o las víctimas no eran inocentes y merecían el castigo.

El pensamiento judío, sin embargo, no busca soluciones fáciles.


Una mirada diferente:

1) Di-s es responsable. No podemos aceptar la teología pusilánime que asegura que Di-s no es responsable – que algo que pasa en el mundo que no concuerde con nuestra idea de Su bondad es un acto inmoral e indiferente de la naturaleza. ¿ Quién es responsable por la naturaleza sino Di-s? ¿Y qué tipo de Di-s es Él, si no puede controlar la naturaleza?

2) Este no es un castigo. Di-s no es un tirano vicioso que castiga indiscriminadamente al malo junto con el inocente. Incluso en el diluvio bíblico se salvaron los inocentes. ¿Qué persona moral podría tener el descaro para decir que todos aquellos que perecieron en el tsunami, en los huracanes o mismo con el coronavirus,  lo merecían?

3) No queremos una explicación. Si tuviéramos una explicación, entonces podríamos seguir como de costumbre con nuestras vidas. Podíamos sentirnos cómodos pues hay una buena y asiática justificación por los centenares de miles de muertos y el sufrimiento de millones. Esa sería una tragedia aún mayor.

4) Podemos sentirnos decepcionados con Di-s. En la tradición judía, incluso las personas más virtuosas han objetado las decisiones de Di-s. Abraham intentó defender a los habitantes de Sodoma cuando Di-s quiso destruirlos, y Moshé intercedió por los israelitas después del episodio del becerro de oro, cuando Di-s había decretado que sean exterminados. No tenemos que estar de acuerdo con los decretos Divinos. Tenemos el derecho de sentirnos perturbados con Di-s. Incluso después del evento, aunque aceptemos que Él es el Verdadero Juez, si lo que vemos y sentimos es una injusticia, no podemos hacer las paces con ello. Debemos gritar a Di-s y exigir que finalice tal dolor.

La respuesta judía a la tragedia es atrevida y desafiante: no resuelvas la paradoja, permisible que te perturbe. Hay una contradicción real: un Di-s amable ha permitido el sufrimiento inimaginable, y esto no tiene el sentido. De la tensión de enfrentar esta contradicción viene un impulso de hacer algo- el mundo debe cambiar para ser un lugar de sólo bondad y paz. El sufrimiento de los inocentes no encaja en mi visión; debe acabar.

Debemos hacer lo que podemos para aliviar el sufrimiento de las personas que se hallan alrededor de nosotros. Entonces podremos volvernos a Di-s y demandar que Él haga lo mismo.

No abandones la creencia en Di-s, y no abandones la creencia en la inocencia humana. Permitite que ambas creen una sagrada tensión que produzca pasión por la bondad y puedas hacer algo con ello.

Rabi Aaron Moss, Sydney.

Brillando Esplendorosamente

La historia de Reb Pinjas Horowitz, discípulo del Maguid de Mezritch y la importancia espiritual de Sefirat HaOmer, los 49 días que hay entre Pesaj y Shavuot.

Cuando Reb Pinjas Horowitz se convirtió en discípulo del Maguid de Mezritch, éste le aconsejó que estudiara con Reb Zushe de Anipoli.

Reb Pinjas fue a ver a Reb Zushe, quien humildemente dijo que no entendía por qué el Maguid lo envió a estudiar con él, pero que contento se uniría a Reb Pinjas en sus esfuerzos intelectuales.

“¿Qué estudiaremos?” Reb Pinjas preguntó.

“Continuaremos con lo que usted está estudiando” Reb Zushe contestó.

Reb Pinjas sacó un volumen de Talmud y empezó explicar el pasaje: “Cuando hay sólo nueve personas en la sinagoga, hay una opinión que dice que el arca puede contarse para completar el quórum de diez necesario para la oración. El Talmud pregunta: ¿El arca es una persona? No importa cuán santo es el arca, son exigidos humanos para completar el quórum para la Tefilá”.

Cuando Reb Pinjas declaró esto, Reb Zushe interrumpió: “¿Qué quiere decir el Talmud con: ‘El arca es una persona’? Todos sabemos que es un objeto”.

Reb Pinjas estaba confundido; la pregunta era retórica. ¿Su compañero no apreciaba eso?

Reb Zushe continuó: “Quizá intenta decir que una persona puede ser un arca que contiene la Torá, un verdadero almacén de conocimiento, pero a menos que él sea una persona, a menos que ese conocimiento se integre con su humanidad, cabe la duda de si él puede contarse entre la comunidad”.

Reb Pinjas entendió que ésta era la lección que el Maguid había querido que aprendiera de Reb Zushe: No cómo aumentar su conocimiento, sino cómo usar su conocimiento para refinarse y cambiar su carácter.

El Judaísmo considera al crecimiento personal como una tarea de toda la vida, 365 días por año. No obstante, en todos los años, existe un periodo de tiempo en el que concentramos todos nuestros esfuerzos. Esto refleja la importancia espiritual de Sefirat HaOmer, los 49 días que hay entre Pesaj y Shavuot.

La palabra hebrea sefirá significa, “contar”. Todas las noches contamos uno de estos 49 días. Pero también significa, “brillar”. Durante estos 49 días, debemos esforzarnos para hacer brillar nuestra personalidad.

Según la tradición mística judía tenemos siete cualidades emocionales fundamentales. Estas cualidades se combinan entre sí para formar la visión completa del sentimiento humano. Siete por siete es 49. Esto no es coincidencia, para cultivar nuestras personalidades espirituales durante estos 49 días, se requiere el refinamiento de nuestras emociones, eliminando su grosería y dirigiéndolas a la Divinidad. Cuando trabajamos para actualizar nuestro potencial emocional, nos preparamos para revivir la experiencia de la entrega de la Torá en Shavuot.

La máxima experiencia de refinamiento personal llegará en la era de la Redención, cuando “no habrá ni envidia ni competencia…”. Para entonces la chispa Divina que está latente dentro de cada persona se revelará. En la actualidad, es necesario el esfuerzo para apreciar el punto interno espiritual que existe dentro de nosotros. En la era de la Redención veremos las cosas naturalmente.

¿Qué podemos hacer para acelerar la venida del Mashíaj? Comportándonos ahora de una manera que demuestre nuestro conocimiento de esta Divinidad interna. Cuando mostramos amor genuino a otra persona, estamos resaltando la chispa Divina que ambos poseen y estamos estableciendo una conexión entre los dos. ¿Qué más Mesiánico que eso?

De Keeping in touch de Rabbi Eliyahu Touger

El agua que se secó completamente

En la Hagadá de Pesaj alabamos a Di-s por los milagros que nos realizó en la salida de Egipto. Entre las alabanzas decimos: “Cuántos niveles de favor nos ha concedido el Omnipresente”. Una de ellas dice: “Si hubiera partido el mar para nosotros y no nos hubiera hecho pasar por él en seco -Daieinu- hubiera sido suficiente!”. 

Nos explica sobre esto el Abudraham, que aquí agradecemos a Di-s haber cruzado el mar por un camino totalmente seco, sin haber siquiera residuos de agua y barro. Sin duda hubiera sido suficiente partir para nosotros el mar, aunque hubiera quedado allí algo de lodo.

Se plantea el interrogante: ¿Acaso este tipo de favor fue tan importante como para nombrarlo entre estas alabanzas, que incluyen la partición del mar, la entrega de la Torá, la entrada a la Tierra de Israel o la construcción del Beit Hamikdash? ¿Qué hay de extraordinario en que Di-s nos haya evitado pisar el barro?

DESPUÉS DE LA PLEGARIA 

Esto se comprenderá de acuerdo al significado místico de Kriat Iam Suf, la partición del mar. Una de las diferencia entre el mar y sequedad consiste en que en la superficie todo está revelado y al descubierto, mientras que el mar cubre y oculta lo que hay dentro de él.

“Mar” en un sentido más amplio representa a los “mundos supremos espirituales”que permanecen ocultos ante nuestros ojos y captación. Y esa es la esencia mística de la partición del mar: se rompió el ocultamiento y quedaron al descubierto los mundos superiores. Por eso todos mostraron con el dedo y proclamaron “Este es mi Di-s” y lo que vio una esclava de Divinidad en el cruce del mar no lo vio siquiera Ezequiel, el grande entre los profetas.

También en el servicio a Di-s del hombre, existe el proceso de Kriat Iam Suf. Cuando reza, la persona se encuentra en un estado de subordinación y nulidad frente a Di-s. La Luz Divina brilla en su alma. Pero luego, cuando se dedica a los asuntos mundanos, este sentimiento queda oculto y gana espacio el ego. Es necesaria entonces “la partición del mar”- que la Verdad Divina que está oculta en su fuero interior irradie en su persona a lo largo de todo el día.

LA FUERZA FUE ENTREGADA 

En esto consiste la alabanza a Di-s de “nos hizo cruzar por el mar en lo seco” y no quedó nada de barro y lodo. La permanencia del lodo implica que queda aún un poco de agua; que tapa sobre el fuero interior. Es decir, queda un “ocultamiento”. Aunque sea que se trata de una medida mínima, pues en su mayoría logramos que nuestra Divinidad interior nos ilumine también en “lo seco”- lo mundano y terrenal. En lo que hace a nuestra conducta brille la Luz Divina durante todo el día, solo que en lo que hace a nuestros sentimientos internos puede perdurar el ego frente a Di-s.

Este es el gran favor que Hashem nos hizo partiendo el mar sin que quede nada de lodo. Nos dio la fuerza de anular totalmente el mal interior. En la revelación Divina que tuvo lugar durante Kriat Iam Suf nos prodigó de fuerza -para todas las generaciones- para lograr una conciencia plena de “colocar frente a mí a Di-s siempre” de manera tal que todos los aspectos de nuestra vida terrenal se vean como nulos frente a la presencia de Di-s.

Likutei Sijot, tomo 3, Pág. 1016.

¿Por qué Peyena?

La ciudad de Kursk, en el suroeste de Rusia, es la más conocida por la gran batalla de tanques que se libró allí en 1943.

Sesenta y cinco kilómetros al sur de Kursk, y un poco más al oeste de la carretera principal, se encuentra una pequeña aldea llamada Peyena. Hoy en día casi no aparece en el mapa, y sólo no judíos viven allí. Hace doscientos años, tampoco vivían allí iehudim. Pero fue allí donde Rabi Shneur Zalman de Liadi, fundador del movimiento Jabad, falleció en la víspera de Shabat del 27 de diciembre de 1812. En nuestro calendario el 24 de Tevet de 5573.

En noviembre de 2011, el Instituto Zalman Shazar publicó una biografía realizada por el profesor Immanuel Etkes de la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde demuestra que Rabi Shneur Zalman fue único como líder jasídico que actuaba principalmente como un educador.

Según Etkes, este enfoque pedagógico, habilitó a Rabi Shneur Zalman para llegar con éxito a un amplio sector de la sociedad judía, tanto a la académica como a los menos educados, mientras preservaba los elementos centrales de las enseñanzas místicas del Baal Shem Tov.

Si bien esta biografía se apoya fuertemente en el magnum opus de Rabi Shneur Zalman – el Tania – y en su correspondencia existente, sigue siendo limitada en su alcance, ya que no refiere a los esfuerzos comunitarios del Alter Rebe o a los elementos más esotéricos de su pensamiento. Existe mucha información sobre las interacciones del Alter Rebe con la comunidad judía en general, así como con sus propios seguidores, y una amplia variedad de proyectos comunales que él lideraba.

Pero volvamos al pueblo al sur de Kursk. ¿Cómo llegó Rabi Shneur Zalman a Peyena? ¿Por qué falleció en la casa de un campesino anónimo a unos quinientos kilómetros de su casa de Liadi?

Cinco meses antes, la Gran Armée de Napoleón Bonaparte había cruzado el río Niemen e invadió Rusia. A medida que la tensión entre la Alianza Francesa y el Imperio de Rusia llegó a un punto, la comunidad judía se dividió entre los partidarios de los franceses – heraldos del liberalismo y la emancipación – y los partidarios patriotas del zar. El Alter Rebe reconoció que los rusos no amaban a los judíos, y sin embargo, se comprometió totalmente a la causa del zar. El zar, insistió, era un hombre de fe, y esa fe le dotó de humildad y bondad, lo que le hace merecedor de que Di-s le otorgue la victoria. Consideraba a Napoleón, por el contrario, como la antítesis completa de todo lo Divino; un hombre cuyo egoísmo extremo lo llevaría primero a las profundidades de la depravación – tirar decenas de miles de vidas por nada más que su propia gloria y en última instancia a la derrota ignominiosa. Liadi se encuentra cerca de la carretera principal entre Minsk al oeste y al este de Smolensk, y Rabi Shneur Zalman utilizó una red de discípulos para seguir los movimientos hacia el este del ejército francés y reportarlos a las autoridades rusas. A medida que las fuerzas del mariscal Davout se acercaron, el Alter Rebe decidió dejar Liadi y unirse al ejército ruso bajo el mando del general Neverovsky. Ese día, las tropas de Neverovsky fueron atacadas por una fuerza francesa, y el grupo del Alter Rebe huyó en dirección a Smolensk.

Rabi Shneur Zalman y su séquito fueron perseguidos en los próximos meses por las tropas francesas.

Rabi Shneur Zalman se acercaba a los setenta años, y su escape se extendió en el invierno ruso. El 19 de Tevet, se enfermó. En el momento en que se dirigían hacia Kremenchug, se vieron obligados a buscar refugio en Peyena, unos cuatrocientos kilómetros antes de llegar a su destino. Allí falleció el 24 de Tevet.

Elevarse por medio del sueño

Y EL FARAÓN SUEÑA..

En la Parshá de la semana anterior leímos sobre los sueños de Iosef y de los ministros de Paró. Esta Parshá nue vamente nos habla de sueños: los del Faraón de Egipto. El hilo conductor entre todos ellos es que son parte de los acontecimientos que trajeron a Iaakov y sus hijos a Egipto, comienzo del exi lio en Mitzraim-Egipto.

En la Torá todo es exacto y tiene sentido. Si la Torá pone tanto énfasis en el tema de los sueños como parte del desencadenamiento del Galut -exilio a Egipto, entendemos que existe una relación conceptual entre ambos temas (exilio y sueños). Más aún, la analogía que coexiste entre sueño y galut ex- presa la verdadera condición del exilio y la receta para poder afrontarlo.

UN ELEFANTE EN EL ORIFICIO DE UNA AGUJA

Está explicado en el libro Tora Or de Rabi Shneur Zalman autor del Tania, que uno de los detalles más sobre- salientes del sueño es que puede unir dos extremos opuestos y que en la realidad son imposibles de ensamblar. Por ejemplo: el Talmud relata que en un sueño se puede ver “que un elefante pasa por el orificio de una aguja”, sin que esto despierte en la persona asombro alguno.

Esta es la esencia conceptual de la diáspora judía: una situación anormal e irreal que se ve como corriente y natu ral, y quienes viven en ella no sienten que se trata de un contexto contradictorio.

UNA VIDA CONTRADICTORIA

Encontramos esta misma condición en el exilio espiritual de cada individuo. Por ejemplo, todos entendemos que el amor egoísta que lleva a la persecución desenfrenada placeres mundanos se enfrenta con el amor puro y desinteresado a Di-s. Sin embargo todos vemos a diario cómo el iehudi cree que ama a Hashem, y está ligado a El, y simultáneamente está inmerso en sus propias necesidades, producto del ego. Y de todas formas no siente contradicción alguna. Durante la Tefilá (plegaria), se despiertan en nosotros sentimientos maravillosos hacia Di-s. Pero al finalizarla, nos olvidamos de todo, retornando a nuestras actividades, centradas en la búsqueda del incremento personal, sea monetario o social.

Así vivimos. Como en un sueño pleno de contradicciones. Este es el exilio espiritual en el cual existimos. De todas formas, esta paradoja no debe llevarnos a menospreciar el valor del rezo o de nuestro cumplimiento de las mitzvot. Cada Mitzvá tiene un efecto sobre nosotros. El apego a Di-s en el momento de la Tefilá, deja su sello, aunque a veces su influencia nos pase inadvertida.

LA VENTAJA DEL SUEÑO

Sin embargo esta etapa de ‘sueño’- exilio- tiene también su ventaja. En condiciones normales existe un orden y los acontecimientos se desarrollan de manera organizada, lo que implica limitaciones para el cambio y el crecimiento espiritual personal. En cambio en la época del galut-sueño- tenemos que “aprovechar la oportunidad”. No debemos teorizar sobre si ya llegamos al nivel apropiado para llevar a cabo nuestra tarea espiritual de Torá y Mitzvot. Cada judío puede y debe hacer. Cada Mitzvá, cada buena acción que esté a su alcance debe hacerse: “aprovechar la oportunidad”. Mientras nos encontramos en el contexto de ‘sueño’-galut- podemos ‘saltar’ a niveles espirituales más allá de nuestra propia experiencia materialista. Este es el objetivo místico del Galut!!!

LIKUTEI SIJOT, TOMO 1 PAG. 85

Libre albedrío ¿natural o sobrenatural?

“Ve, he puesto ante ti hoy la bendición y la maldición. La bendición, si prestarás atención a los mandamientos del Señor tu Di-s…Y la maldición, si no prestarás atención a los mandamientos…” Deuteronomio, 11:26-28

 

La Libertad de Elección es uno de los núcleos principales de nuestra religión, y de hecho cada sistema judicial se basa en esta idea. Un robot o una computadora, no son premiados por ejecutar una misión noble, ni merecen castigo por realizar algún acto inmoral. No tenemos prisiones para almacenar computadoras que han difundido virus… Todo el crédito o la culpa es de los programadores. Si los hombres fuésemos robots sin habilidad de poder elegir libremente, entonces tampoco mereceríamos castigo. Ciertamente, los elementos más violentos de la sociedad todavía deberán ser retenidos en algún tipo de facilidad correccional, no por-que se los culpa por su comportamiento, sino para proteger al resto de la población, así como los depredadores salvajes deben ser retenidos lejos de la sociedad, pero nadie puede culparlos por sus actos, así como no podemos condenar al león o al águila por su naturaleza depredadora, o darle crédito a los delfines por su disposición amistosa.

 

El hecho que penalizamos a los criminales (y esto ha sido un método aceptado para poder lidiar con los criminales, por todas las civilizaciones a lo largo de la historia), muestra que la sociedad siempre ha reconocido que el ser humano posee una intuición de distinción entre lo correcto y lo incorrecto, y tiene la habilidad de elegir entre los dos, y por ende, es responsable por cualquier decisión que toma.

¿Pero es correcta esta facultad? ¿Disfruta de verdad el ser humano de la Libertad de elección? ¿Hay alguna diferencia entre el ser humano y las otras criaturas que Di-s creó que se comportan según la naturaleza que Di-s les otorgó, ya sea para bien o para mal?

 

Hoy en día, se nos dice que casi todos los comportamientos dañinos pueden ser a causa de problemas genéticos. La persona que es un cleptomaníaco, o un individuo que es obeso, impulsivo, depresivo, etc, es porque tiene alguna falla genética. Si no es un tema de genes, entonces debe tratarse de alguna experiencia traumática de la niñez. Quizá perdió a un ser querido cuando era joven, fue abusado por sus padres, proviene de una familia disfuncional, o no ha recibido la suficiente atención de su maestro. Si ninguno de estos factores pueden explicar el comportamiento destructivo de la persona, entonces significa que no puede afrontar el pago de un psicólogo competente, uno que puede hacer un mejor diagnóstico, y que explique por qué no se lo debe culpar…

 

Es por eso que Di-s declara: “Ve, he puesto hoy ante ti la bendición y la maldición”. De hecho, la Libertad de Elección no es una cualidad original del ser humano; naturalmente, la persona debe ser obligada a comportarse de acuerdo a su naturaleza, una naturaleza que es formada por una combinación de genética y experiencias de vida. Pero Di-s le dice a cada persona: “no importa tu naturaleza, crecimiento, e inteligencia, no importa qué golpes has experimentado, Yo te garantizo la habilidad de ser santo como Moshé”. Y lo mismo es cierto al revés: incluso alguien que ha sido criado por padres rectos, y tiene la disposición natural de hacer lo que es correcto, tiene la habilidad de elegir también el mal y alejarse de los caminos de Di-s.

Uno nunca debe pensar que nunca será una persona espiritual: “no está dentro de mi naturaleza”. La naturaleza de la persona es meramente un desafío que Di-s garantiza que podemos sobrellevar.



Cuidá tu alma

¿Quién es un hombre sano? ¿El que hace ejercicios corporales? ¿El que cuida su alimentación sana y se preocupa por su higiene?…

Esos son organismos que funcionan bien, tienen un cuerpo sano, pero no es igual a ser un hombre sano.

Es muy importante tener un cuerpo sano, alimentarse bien, descansar, realizar actividades físicas, tomar sol. Esta es nuestra responsabilidad. Pero el hombre también vive otra realidad, con sus sentimientos, sensaciones, nostalgia, amor, esperanza y su fe.

Estas dos cosas: cuerpo y alma se interrelacionan. Un hombre no puede tener un cuerpo sano, si tiene un alma enferma y no puede tener un alma sana, si tiene un cuerpo que no lo cuida. El hombre está compuesto por un cuerpo vital, es lo que se ve a simple vista ó por medio de estudios médicos y por lo que no se puede ver, lo oculto que es “el alma”.

Así como hay enfermedades físicas, hay medicamentos que las curan. Existen enfermedades del alma que debilitan alguna parte del cuerpo y para evitar su enfermedad debemos diariamente tener un momento de meditación, dejando de lado lo material, para así poder valorar nuestra vida, a nuestros seres queridos, agradeciéndole a Di-s por todo lo que nos está dando, es parte de la medicación para nuestra alma.

El estado de salud del cuerpo depende del constante flujo de sangre que se irradia a todo el cuerpo, por medio del permanente e incesante trabajo del corazón. Cuando esta circulación es correcta, el hombre se encuentra en perfecto estado de salud, ya que sus órganos están unidos entre sí y reciben su vitalidad del corazón.

Tenemos que cuidar nuestro cuerpo, pero buena salud es un cuerpo sano y un alma sana.

Hoy en día la medicina ha descubierto el efecto que tiene el espíritu de una persona para la cura de su enfermedad. Un hombre con espíritu saludable y optimista tiene un sistema inmunitario mayor.

Una debilidad en el espíritu puede provocar un mal en el cuerpo. Así como ciertos alimentos nutren al cuerpo, el alma necesita nutrición espiritual. Esta nutrición incluye un conocimiento de la propia misión en la vida y un reconocimiento a Di-s, que nos ha dado la capacidad de cumplir con esa misión. Un alma saludable se conecta con Di-s mediante el estudio, el rezo, y los actos de benevolencia; Es muy importante transmitir a una persona enferma confianza y esperanza en su recuperación.

Los médicos que tratamos de curar a un enfermo, sólo somos el medio entre Di-s y el enfermo, es por eso que cada vez que estoy intentando salvar una vida, me encomiendo a ÉL, y es muy importante que la persona enferma también confíe en Di-s, pues es la mejor medicina para luchar contra la desmoralización que acompaña la enfermedad. Di-s dio al médico una gran responsabilidad, el médico tiene que poseer la humildad de reconocer que el poder de curar viene de Di-s.

Un médico debe ser sensible, no ser arrogante, pues él es sólo el medio, como está escrito “Di-s es el que sana”. Si bien Di-s nos ha dado a los médicos la responsabilidad de curar el cuerpo, el hombre debe procurar cuidar de su alma.

Debemos aprender a escuchar a nuestro cuerpo, reconocer sus síntomas, cuidarlo, pues éste pertenece a Di-s y nosotros somos su portador a lo largo de la vida…Como dice el Código de Ley Judía: “Uno no tiene el derecho de lastimar su cuerpo, pues no es propiedad suya, sino de Di-s”.

Dr.Abraham Obrelan

Especialista en Cardiología (Basado en las Enseñanzas del Rebe de Lubavitch)

Milagros

Era la noche de Pesaj. Las velas se encendieron, la casa brillaba, y la mesa festiva fue preparada. Toda la familia vestía su ropa más fina. Los niños no podían esperar a que empezara el Seder, pero el padre parecía un poco triste.

¿Qué le molestaba? Sólo había encontrado a dos iehudim para invitar, en lugar de la docena usual. El Seder no sería el mismo. El padre, un judío adinerado repartía enormes sumas de tzedaka (caridad).

En su empresa empleaba a muchas personas, y siempre intentaba crear más fuentes de trabajo. Su casa estaba abierta a los pobres y necesi‐tados, y cada Shabat y fiesta se llenaba de invitados. Sin embargo, este año, el clima había sido terrible, y los caminos estaban vacíos. Por ello, había pocos extraños para invitar.

De repente, alguien golpeó a la puerta. Es‐perando que pudiera tratarse de un invitado, el hombre corrió para abrirla. “He perdido mi camino en la nieve,” el extraño se disculpó. “Le pido, como un simple judío que por favor me permita participar en su Seder de Pesaj.” “Es usted bienvenido!” el judío adinerado contestó alegremente. La gastada ropa del extraño estaba completamente mojada. Los dientes del pobre rechinaban.

El padre pidió a uno de sus hijos que trajeran rápidamente una muda de ropa para cambiarse, pero el extraño insistió en que no era necesario. “La ropa que visto está bastante bien. Además, estoy seguro que se secará cuando retornemos del Templo”. Todos se preguntaron por qué el extraño era tan renuente a partir con su ropa sucia.

El hombre puso su mochila en el suelo y se fue a la Sinagoga con su anfitrión. Cuando vinieron a casa, los niños notaron que su padre estaba tratando a este invitado con mucha deferencia. Este fue ubicado a la cabeza de la mesa, y el padre siguió sonriéndole como si fueran viejos amigos. “Maguid” el padre anunció, y todos empezaron a recitar la Hagadá.

Todos, es decir, salvo el extraño que no abrió su boca. El hombre ni siquiera daba vuelta las páginas. De vez en cuando, parecía como si estuviera durmiendo… Cuando llegó el momento de la comida, el extraño se irguió. Sus modales en la mesa eran atroces. Llenaba su boca con comida, tomaba las cosas con las manos, y pedía repetir.

Pero el anfitrión continuó tratándolo respetuosamente y sirviéndole todo lo que pedía. Después de que la tercera copa de vino fue vertida y estaban a punto de recitar las gracias después de las comidas, el padre pidió atención a todos. “Niños” dijo, “esta noche es una mitzvá contar la historia del Éxodo. También es un tiempo apropiado para recontar los milagros que uno ha experimentado personalmente…” Y procedió a relatar un evento que le había pasado años atrás, cuando una vez había salido de viaje comercial con otros dos judíos.

Después de varias horas, debido a una fuerte tormenta de nieve, su carro y dos caballos aparecieron en medio de un bosque. Estaba completamente oscuro. “De repente, vimos una luz en la distancia. Estábamos alborozados cuando descubrimos que había una casa, pero nuestra alegría no duró demasiado.

Nos habíamos topado con la guarida de un grupo de ladrones. “Inmediatamente tomaron mi dinero y el reloj de oro con cadena. Los ladrones decidieron que debían matarme. Pedí por mi vida, pero sin efecto. “En ese momento, entró un hombre y preguntó de qué trataba todo esto. ¡Cuando me vio atado en el suelo dijo: ¡Déjenlo ir!

Si él muere, muchos otros morirán con él ‐todos los obreros que el emplea y todas las personas pobres que apoya. Trabajé para él, y puedo decirles de primera mano que es un hombre bueno. Déjenlo ir. Háganlo por mí”

“A la mañana nos permitieron salir. El hombre que salvó mi vida nos acompañó hasta llegar al camino. Si quieren saber su identidad, está sentado a mi lado…” ¡Los niños miraron la silla de al lado de su padre ‐ pero estaba vacía! No habían notado que el extraño había desaparecido. Lo buscaron, pero no lo hallaron. Dada la prisa, se había olvidado de llevar su mochila. Después de Iom Tov la abrieron, y encontraron el reloj de oro y su gruesa cadena y algo de dinero.

Nos estas ayudando a cumplir nuestra misión

En honor al 25 de Adar II, cumpleaños de la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson.

Es una cuestión de vida o muerte”, suplicó la madre. Era una mañana de invierno de 1966, alrededor de las 3:30 a. m. El Rebe ya había salido de su oficina para ir a casa, una noche algo temprana; no hubo Iejidut (audiencias privadas) esa noche. En ese momento, una mujer llamó frenéticamente a la secretaría del Rebe diciendo que su pequeño bebé acababa de caerse y estaba gravemente herido. Los médicos discutían sobre qué procedimientos realizar y ella necesitaba desesperadamente la bendición y el consejo del Rebe.

El secretario del Rebe explicó en tono de disculpa que tendría que esperar hasta la mañana y que consultaría con el Rebe a primera hora. “Es una cuestión de vida o muerte”, suplicó la madre. “¡Necesito una respuesta ahora!” El secretario decidió llamar a la casa del Rebe. Si alguien respondía, se disculparía por llamar tan tarde. Marcó con inquietud; respondió la Rebetzin. ¿Ver redt? (“¿Quién habla?”) El secretario dio su nombre e inmediatamente dijo: “Lamento haber llamado tan tarde”, y procedió a disculparse. “Es descarado llamar tan tarde, pero hay una dama aquí que lo necesita desesperadamente. Ella dice que es una cuestión de vida o muerte…” “¿Por qué estás pidiendo perdón?” exclamó la Rebetzin. “Mi esposo y yo fuimos enviados a este mundo para servir a las personas necesitadas las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Al llamarnos, nos estás ayudando a cumplir nuestra misión”

A pesar de lo conmovedor que fue el mensaje de sacrificio de la Rebetzin, lo que más me sorprende es la entrega sin pretensiones con la que fue transmitido. Porque no solo dedicó su vida a los demás, sino que dijo “gracias” por la oportunidad. En su mente y corazón, no era ella quien estaba haciendo un favor; ¡fueron otros quienes la ayudaron a cumplir su misión!

Hay muchas personas que se sacrifican por los demás, pero ¿cuántas de ellas no se sienten justificadas por ello? Las palabras de la Rebetzin no solo fueron de‐sinteresadas, reflejaban una total abnegación del yo. Cuando se trataba de ella misma, no se atribuía el mérito de vivir una vida altruista.

Lea Kahan, pariente de la Rebetzin, una vez la visitó en su casa. En la mesa del comedor había una variedad de artículos hechos a mano. La Rebetzin se volvió hacia la Sra. Kahan y con una voz llena de orgullo dijo: “Mira lo que me enviaron los shlujim y shlujot [los emisarios del Rebe en todo el mundo]”.

Continuó hablando de lo ocupadas y extenuantes que son sus vidas, “sin embargo, a pesar de sus apretadas agendas, ¡tienen tiempo para pensar en mí! “¿Y por qué yo? ¿Quién soy?”

En este punto, la Sra. Kahan, que ya no podía aceptar la modestia de la Rebetzin, intervino y dijo: “Rebetzin, ¿no sabes lo que significas para los shlujim?”.

La Rebetzin, con una pizca de sonrisa pero un poco disgustada, respondió: “Lea, estás siendo demasiado dura”. Como si dijera: “No estás considerando lo suficiente sus dificultades y sacrificios, y lo que significa para ellos tomarse un tiempo libre para pensar en mí”. Aquí se nos presenta el otro lado de la imagen. Cuando se trataba de ella misma, no se atribuía el mérito de vivir una vida altruista; de hecho, agradeció a los demás por “ayudarla” a vivir su vida por ellos.

Pero cuando se trataba de los demás y los sacrificios que hacían, su voz se hinchaba de orgullo al señalar sus méritos.