Lashón Tov

Sesgo de positividad

Por Mendel Kalmenson

El judaísmo no cree en la libertad de expresión. Hay ciertas formas de hablar de otras personas que están prohibidas o desaconsejadas. Esta mayor sensibilidad hacia el lenguaje se basa en un profundo respeto por su poder.

Definitivamente, las palabras son importantes.

La Cabalá enseña que el habla en sí misma tiene un efecto que va más allá del simple hecho de que una persona le diga algo a otra. El mero hecho de que las palabras se pronuncien tiene un cierto significado y deja una huella energética.

Un ejemplo negativo de este fenómeno es el caso del lashón hará, que se traduce literalmente como lengua malvada, pero que incluye cualquier tipo de expresión perjudicial, incluidos los chismes, incluso si es verdadero y bien intencionado.

La Torá prohíbe hablar o incluso escuchar el lashón hará. Además, los Sabios nos dicen que, además de afectar negativamente al que habla y al que oye, los chismes tienen un impacto negativo en el individuo referido, más allá de la obvia difamación de su persona, aunque no los haya oído.

Podemos entender por qué se castiga al ponente y al oyente del lashón hará; han cometido una grave transgresión. Pero, ¿por qué el individuo referido debe verse afectado negativamente?

Los cabalistas explican que al hablar de las cualidades negativas de una persona se invoca su manifestación. Aunque la persona ni siquiera sea consciente de que se está hablando de ella, el hecho de que se hable de defectos de su persona, ejecuta su contenido en un determinado nivel.

En su libro Haiom Iom, el Rebe ilustra el efecto nocivo de tal habla negativa con una historia sobre el Baal Shem Tov, el fundador del Jasidismo:

“Cierta vez, dos hombres discutieron en la sinagoga del Baal Shem Tov, y uno de ellos gritó que despedazaría al otro como a un pez.

En consecuencia, el Baal Shem Tov dijo a sus alumnos que se tomaran de las manos y se pusieran cerca de él con los ojos cerrados. Entonces puso sus santas manos sobre los hombros de los dos discípulos que estaban a su lado. De pronto, los discípulos comenzaron a gritar aterrados: Habían visto a aquel sujeto desmembrar a su contendiente.

Este acontecimiento demuestra que todo potencial tiene un efecto, ya sea en forma física o en un plano espiritual, que sólo puede percibirse con sentidos más elevados y refinados”.

Basándonos en una comprensión tan sutil del poder de la palabra para impactar negativamente en los demás, podemos imaginar los efectos positivos que pueden tener nuestras palabras si se pronuncian con conciencia y compasión.

Con este espíritu, nuestros Sabios nos dicen que “juzguemos a todo el mundo para bien”, lo que incluye tratar de comprender con empatía el origen de los defectos de los demás y “ponerse en sus zapatos”.

Más allá de esto, podemos encontrar activamente formas de alabar a cada individuo. El efecto espiritual de este lashón tov, el discurso positivo, es permitir que las buenas cualidades de una persona —que pueden estar ocultas en su interior— salgan a la superficie.

Si el lashón hará está destinado a derribar a alguien, el lashón tov está destinado a construirlo.

Hay innumerables ejemplos registrados de cómo el Rebe practicaba el lashón tov. De hecho, centrarse conscientemente y verbalizar explícitamente lo bueno que encontraba en cada persona era una característica de cada encuentro del Rebe.

Más allá de un intercambio agradable de cortesías, el Rebe consideraba que esas palabras positivas fortalecían o activaban los recursos ocultos de cada persona con la que hablaba e interactuaba.

Sus palabras positivas alentaban constantemente a las personas y estaban destinadas a tener un efecto de fortalecimiento espiritual en ellas.

En palabras de R. Mordejai Eliahu, antiguo Gran Rabino de Israel: “Durante nuestras cuatro audiencias, el Rebe siempre buscaba el mérito de los demás. No importaba el tema que estuviéramos discutiendo, el Rebe dirigía la conversación para poder alabar a los demás”.

En este capítulo, veremos numerosos ejemplos de cómo el Rebe expresaba este aspecto metalingüístico de su Sesgo de Positividad a través de hablar constantemente lashón tov.

Elogios
Una forma particular en la que el Rebe impactaba positivamente a los demás en la conversación o la correspondencia era buscar siempre la oportunidad de hacerles un cumplido. Recibir un cumplido de cualquier persona es edificante, y cuanto más si viene de un líder espiritual mundial.

Hoy, usted fue el maestro
Después de comprometerse con una chica de Lubavitch en Brooklyn, Jack Hardoff y su prometida fueron invitados a una audiencia privada con el Rebe. El Rebe compartió que, al igual que Jack, él también había estudiado ingeniería eléctrica, completando su licenciatura en la Sorbona de París, y que al llegar de Europa durante la guerra, había trabajado en el Astillero Naval de Brooklyn como ingeniero.

El Rebe procedió entonces a pedirle a Jack que le pusiera al corriente de todos los nuevos avances en ingeniería eléctrica. Lo que debía ser una reunión de quince minutos duró dos horas. Cuando la reunión terminó, el Rebe bendijo a la joven pareja con muchos años de felicidad matrimonial. Luego dijo algo inesperado:

“Sabes, Yaakov ben Eliezer (nombre hebreo de Jack), [normalmente] cuando la gente viene a verme, yo soy el ‘Rabino’ y ellos son los ‘alumnos’, pero hoy tú fuiste el maestro y yo el alumno”.

En palabras del propio Jack: “Jamás olvidaré este cumplido que me hizo. Es algo que recordaré toda mi vida”.

Mejor que el original
Rafael Nouril nació en Irán y se formó como artista clásico. Con el tiempo se trasladó con su familia a Londres, donde vivían al lado de una familia de Lubavitch que invitó a los nuevos vecinos a cenar. Al entrar en su casa, Rafael se sintió inmediatamente atraído por un cuadro del Rebe que tenían colgado en la pared. Inexplicablemente emocionado, decidió entonces que quería pintar un retrato del Rebe.

Siempre que Rafael pintaba el retrato de alguien, lo conocía de alguna manera antes de comenzar su trabajo. Este retrato en particular, sin embargo, planteaba un problema único para Rafael.

“Me sentía distante en varios niveles. Además de estar a miles de kilómetros del Rebe, como persona secular no sentía que pudiera relacionarme con él a nivel personal. En mi búsqueda por acercarme a él, empecé a rezar, a colocarme tefilín, e incluso a observar el Shabat y las fiestas”.

Una vez terminado el retrato, Rafael viajó a Nueva York con su vecino para mostrarle al Rebe su obra. Después de comentar la posición de las manos en el cuadro, Rafael le preguntó al Rebe qué le parecía el rostro.

“¡Muy bien!”, dijo tres veces, y luego añadió con una sonrisa: “¡Mejor que el original!”.

Felicitaciones, hacia adelante
En una carta a la Sra. Rachel Altein, institutriz del Campamento Gan Israel en Swan Lake, NY, el Rebe escribió:

Durante mi reciente visita de inspección al Campamento, me complació ver lo felices que se veían los niños, y la evidencia del buen cuidado y atención que están recibiendo. Sin duda, usted tiene una parte importante en esto, como institutriz del campamento. Aunque sé que su trabajo en el Campamento está motivado por los más altos ideales, por lo que una expresión de agradecimiento puede ser superflua, particularmente porque conozco su educación y antecedentes, así como los de su esposo, no obstante, quiero comunicarle mi sensación al visitar el Campamento, ya que espero que el conocimiento de su éxito redoble sus esfuerzos en favor de los niños y del Campamento.

Empoderamientos
Otra forma en la que el Rebe impactaba positivamente a las personas a través de la palabra era empoderándolas en las virtudes que ya estaban expresando, o incluso señalándoles algún potencial no revelado.

Un general en el ejército del Rebe
David Chase, un exitoso hombre de negocios estadounidense, tenía una relación muy estrecha con el Rebe y continuamente buscaba apoyar sus proyectos. Cierta vez, en la reunión anual del Fondo de Desarrollo de Majané Israel, le dijo al Rebe lo honrado que estaba de ser “uno de los soldados de su ejército”.

El Rebe lo ascendió con esta rápida respuesta: “No eres simplemente un soldado; ¡eres mi general!”. Poco después, el Sr. Chase se encontró con el Rebe durante el Domingo de Dólares. Después de saludar al Rebe, recibió rápidamente otro ascenso: “[Le considero] un general de cuatro estrellas”.

En estos dos breves intercambios, el Rebe expresó su confianza en la capacidad de liderazgo del Sr. Chase, animándole así a dejar su piel de soldado y ponerse el uniforme de general. Ya había seguido obedientemente las órdenes durante mucho tiempo; ahora era el momento de que se convirtiera en un líder.

Hermoso por dentro
Susan Schuster creció de forma secular en Nueva York. Fue a la escuela, se recibió de enfermera y se casó con un exitoso cirujano plástico. Poco después, se mudaron a Florida y tuvieron el mérito de tener hijos. Uno de sus hijos se hizo amigo de una familia de Lubavitch en su escuela hebrea, lo que impulsó a su propia familia a volverse más practicantes. Finalmente, hicieron un viaje a Brooklyn para conocer al Rebe, lo cual fue, según Susan, “más allá de las palabras”.

Después de ese primer encuentro con el Rebe, volvieron en reiteradas oportunidades y continuaron involucrándose más religiosamente. En un encuentro posterior, el Rebe le dijo a Susan: “Tu marido es cirujano plástico; hace que la gente sea bella por fuera. Tu misión debería ser que la gente sea bella por dentro”.

Susan se tomó estas palabras al pie de la letra y comenzó a invitar a la gente a su casa para las comidas de Shabat, en un esfuerzo por ayudarles a encontrar el sentido espiritual de sus vidas. En sus propias palabras: “Me esmeré en preparar estas comidas y en hacer la mesa muy hermosa, para que reflejara la belleza interior del judaísmo”. Como resultado del continuo estímulo y empoderamiento del Rebe, los Schuster incluso iniciaron y dirigieron un exitoso minián durante muchos años en su vecindario, proporcionando a otros la oportunidad de reunirse y conectarse con un sentido superior.

¿Qué hay en un nombre?
Una manera muy personal en la que el Rebe empoderaba a los demás era vinculando sus ánimos y bendiciones para el éxito con su nombre.

Esta práctica se basa en la afirmación talmúdica de que R. Meir encontraba referencias al carácter de una persona en su nombre, y en la idea cabalística que afirma que cualquier persona o cosa se define en algún nivel espiritual y se revela además a través de las palabras por las que se llaman, lo que significa que su esencia interior puede explicarse creativamente a través del prisma de su nombre.

Influir en todo el mundo
Durante uno de los muchos Domingos de Dólares, R. Itzjak Kaduri, un influyente cabalista y maestro sefardí, pidió al Rebe una bendición para el éxito de su nuevo proyecto, una ieshivá cabalística en Israel. El Rebe respondió con abundantes bendiciones para el éxito del proyecto y su potencial impacto “para influir en todo el mundo, lo cual es apropiado para tu nombre, Kaduri (que significa global). [A través de tu ieshivá] podrás influir no sólo en Tierra Santa, sino en todo el mundo”.

Desde un lugar de amor
Poco después de los disturbios de Crown Heights en 1991, el senador estadounidense Alfonse D’Amato vino a visitar al Rebe con el entonces Fiscal de los Estados Unidos para el Distrito Este de Nueva York para asegurarle que eran muy conscientes de los problemas del barrio y que se tomaban muy en serio la protección del Pueblo Judío.

El Rebe ofreció muchas palabras de sabiduría y bendición, que expresó constantemente como destinadas a “toda la gente de Nueva York y de los Estados Unidos”, y luego añadió un comentario personal dirigido al senador D’Amato.

“Usted sabe que la palabra “Amato” tiene una conexión con la palabra amor [en italiano]”, dijo el Rebe.

Luego continuó: “Que Di-s le bendiga para que haga todas estos asuntos con amor interior, y entonces ciertamente [toda] la población de Nueva York le [responderá] a usted [y a sus colegas] con su sentimiento de amor real”.

En palabras de nuestros Sabios: “Las palabras que salen del corazón, entran en el corazón”.

Unificar a la multitud
R. Gedalia Schreiber fue director general del Ministerio de Asuntos Religiosos en Israel, entre otros cargos. En 1980, llegó a Nueva York para asistir a una boda. Durante el viaje, aprovechó la oportunidad para reunirse con el Rebe.

Uno de los temas que surgió fue el de la unidad judía. “Hay varias facciones diferentes —Ashkenaz, Sefarad, la derecha y la izquierda— pero la clave de nuestro futuro es la unidad”, dijo el Rebe.

Quería saber qué estaban haciendo el rabino Schreiber y otros en el gobierno para unir a las distintas facciones. Después de escuchar las muchas actividades del Ministerio de Asuntos Religiosos para promover ese objetivo, el Rebe instó al rabino Schreiber a seguir haciendo más, y a no estar satisfecho con lo que habían logrado hasta el momento.

Cuando llegó la hora de retirarse, el Rebe dijo: “Tu nombre es R. Gedalia Schreiber. El rey David dice en los Salmos (55:15), En la casa de Di-s entramos con una multitud. La palabra hebrea para multitud -ReGeSH- es el acrónimo de tu nombre, R. Gedalya Shreiber”.

Según el Rabino Schreiber: “Cuando salí de la sala, era una persona diferente. Este encuentro con el Rebe me dio gran motivación, y el espíritu y la percepción del Rebe me guiaron durante toda mi vida.”

Ver a los demás por lo que son
Un último ejemplo del uso del lashón tov por parte del Rebe para impactar positivamente a todos aquellos con los que se encontraba, fue su manera de hacer que cada persona se sintiera especial y única, desde recordar los pequeños detalles de una interacción en particular hasta proporcionar una guía específica basada en los intereses o circunstancias individuales de la persona. En los siguientes casos podemos ver varias formas en las que el Rebe trataba a cada persona como un alma única, en lugar de un carácter tipo o generalidad.

Sonando el Shofar
En marzo de 1992, el último domingo en que el Rebe distribuyó dólares, el juez Jerome Hornblass del Tribunal Supremo del Estado de Nueva York vino a ver al Rebe, con quien había tenido múltiples interacciones previas a lo largo de los años.

Al acercarse, el Rebe levantó la vista y dijo: “Oh, tekiat shofar”, una referencia al soplo del shofar en Rosh Hashaná.

Este saludo no tuvo ningún sentido para el juez Hornblass hasta que más tarde conoció a R. Zev Katz, el gabai de la sinagoga de 770 Eastern Parkway.

El rabino Katz le dijo: “Quizá te acuerdes de mí. Mi madre fue paciente del Hospital Memorial Sloan Kettering el pasado Rosh Hashaná, y usted vino a tocar el shofar en su habitación”.

De pronto, se dio cuenta: “¿Por casualidad le contaste esto al Rebe?” “Sí, se lo dije”, dijo el Rabino Katz.

“¿Cuándo se lo dijiste?”, preguntó el juez. “Justo después de Rosh Hashaná”, respondió.

De todas las personas que conoció y de las historias que escuchó en ese tiempo, el Rebe recordó al juez Hornblass y su acto de bondad amorosa, y no iba a dejarlo pasar sin reconocimiento.

Cosas preciosas
La esposa de un distinguido Rabino de Nueva York se acercó al Rebe un domingo para recibir un dólar para caridad. El Rebe la saludó afectuosamente, diciendo: “Me alegro de verte. Hace tiempo que no vienes, pero así son las cosas realmente preciosas. Las ves sólo de vez en cuando”.

Di-s te quiere más aún
En otro ejemplo más de cómo el Rebe elevaba a los demás reconociendo su chispa especial o atributo del alma, cierta vez durante los dólares dominicales le pidió a un rabino que le explicara a un converso que el rabino había traído para recibir una bendición, que él [el converso] es “más amado por Di-s que tú o yo”.

Quizás el Rebe estaba aludiendo al hecho de que la Torá nos ordena “amar a nuestro prójimo” sólo una vez, pero nos instruye a “amar al converso” no menos de 32 veces.

Siempre sensible a los sentimientos de los demás, en esta historia el Rebe hace un punto para elevar el espíritu de un individuo que podría haberse visto y sentido como un extraño en algún nivel. Al resaltar la realidad de que a los ojos de Di-s el converso era tal vez incluso más nativo que otros como resultado de los sacrificios que había hecho por su fe, el Rebe le estaba haciendo saber que era realmente merecedor del más alto honor y reconocimiento.

Podemos ver en todas las historias anteriores, que son sólo una gota en el océano, el compromiso del Rebe con el lashón tov. En cada interacción buscaba constantemente una manera de elogiar, inspirar o reconocer el talento especial, la fuerza o el potencial de cada persona. Esto era una expresión directa de la creencia del Rebe de que hablar positivamente a los demás o sobre ellos manifiesta y refuerza sus puntos de bondad inherentes.

 

Fuente

Demolición constructiva

En la Torá, reflejamos en la tierra lo que Di-s realiza en cada plano de la realidad.

Si es así, dado que la Torá prohíbe mover incluso una sola piedra del Sagrado Templo de Jerusalem, ¿cómo pudo ser que Di-s trajera toda la estructura a ruinas?

Porque ciertamente sería absurdo imaginar que los asirios o los romanos tuvieran el poder de prender fuego a la casa de Di-s.

Debe ser que no se trató de un acto de destrucción, sino más bien de la fase inicial de una construcción mucho mayor, que sería eternamente indestructible.

Y para que eso ocurriera, el Templo tuvo que ser arrasado temporalmente hasta sus cimientos y el pueblo de Di-s tuvo que ser dispersado hasta los lugares más lejanos de la habitación humana.

¿Por qué? Porque mientras exista algún lugar en este mundo que se considere fuera del ámbito de la santidad, seguirá existiendo un lugar para la destrucción del Templo de Di-s.

Pero en nuestro exilio nos encontramos cara a cara con todo aquello que se considera ajeno a lo divino. Agarramos sus riendas, extraemos su veneno y canalizamos su poder.

Este tercer y último Templo, pues, será construido del exterior vuelto hacia el interior, de la oscuridad enseñada a brillar, del otro convertido en el Uno, del enemigo más siniestro transformado en fiel aliado.

No quedará oposición en el universo, y así durará para siempre.

Entonces veremos que en verdad nunca hubo destrucción, solo reconstrucción, crecimiento y amor eterno y profundo.

 

Tzvi Freeman

Buenas Intenciones

“Se la explicó a ellos en setenta idiomas”

(Comentario de Rashi, Devarim 4:1)

La primera traducción de la Torá fue llevada a cabo por Moshé Rabeinu, previo a la entrada de los israelitas a la tierra de Israel. Sobre el versículo de nuestra Parshá(1):“Moshé procedió a explicar esta Torá”, comentan nuestros Sabios(2) “Se la explicó a ellos en setenta idiomas”.

Además les ordenó escribir toda la Torá en setenta idiomas, una vez que cruzaran el Jordán(3). Sin embargo, en el tratado de Sofrim(4) se relata: “Ocurrió con cinco ancianos que escribieron la Torá para el Rey Shlomo en griego, y el día fue duro para Israel como el día en el cual se hizo el becerro”.

 

¿A qué se debía esto? “puesto que la Torá no podía ser traducida en toda su dimensión”. 

Esto despierta asombro ¿acaso no tradujo ya Moshé a la Torá en setenta idiomas, incluido el idioma griego?

EN LUGAR DE MOSHÉ

La explicación de esto radica en la precisión del lenguaje de nuestros Sabios Z”L, que compararon a la traducción de la Torá no al propio pecado del becerro, sino al “día en el cual se hizo el becerro”.

Es en esto donde está la comparación: tanto la elaboración del becerro como la traducción hecha para Shlomo no se llevaron a cabo con intención negativa. Su gravedad consistía en que de ello podría generarse algo grave. Con respecto al becerro, los comentaristas de la Torá(5) explican que los israelitas no hicieron el becerro en lugar de Di-s, sino en lugar de Moshé. Ellos argumentaron(6):“puesto que este Moshé, el hombre… no supimos qué ocurrió con él”. Ellos vieron que el Altísimo dispuso que un hombre terrenal sea el vínculo unificador entre ellos y Hashem-“Yo estoy parado entre Hashem y ustedes”(7)-y cuando vieron que tardaba en venir, pensaron en crear en su lugar a otro intermediario- el becerro.

EL ALTÍSIMO PUEDE

Esta intención por sí misma era buena. En realidad, ese fue justamente el objetivo de la construcción del altar: hacer morar a la santidad dentro de la existencia material de este mundo.

De entre los dos Kerubim material emergía la palabra de Hashem y se revelaba la Shejiná- la Presencia Divina(8). Siguiendo estos principios fue que los israelitas hicieron el becerro, con la intención de generar aquí abajo en el mundo inferior, algo similar al “carruaje celestial” de los ángeles supernales (eligiendo “el rostro del toro” que se encuentra en el “carruaje celestial”). Pero cometieron un error tremendo: cuando el Altísimo establece que su Shejiná se revele a través de “intermediario alguno”, no se percibe sino la palabra Divina exclusivamente.

El “intermediario” es concebido como falto de entidad propia, sino tan solo como algo cuya única función es única y exclusivamente transmitir la palabra de Hashem. Pero cuando el hombre decide por su cuenta generar “intermediarios” que conecten con el Altísimo, puede aquí crearse una situación de “dos poderes” y literalmente idolatría. Esa fue la gravedad del “día en el cual se hizo el becerro”.

LAS CONSECUENCIAS DE LA TRADUCCIÓN

Lo mismo ocurrió con la traducción de la Torá: cuando Moshé tradujo la Torá de acuerdo a la instrucción recibida de Hashem se depositó la santidad de la Torá en toda la traducción, lo que impedía el peligro de que no sea interpretada correctamente; pero cuando la Torá se tradujo por la exigencia del Rey Ptolomeo, sin mediar una orden Divina, estaba el peligro de una interpretación errónea, por lo cual los Sabios se vieron forzados a alterar la traducción en lugares específicos.

En la práctica no salieron consecuencias erróneas de la traducción de los setenta Sabios (“la Septuaquinta”), sino por el contrario, gracias a la traducción llegó el concepto de la unidad de Di-s también a las demás naciones, e incluso quedó fijada la Ley– Halajá (9), que el único idioma fuera de la Lengua Sagrada (el hebreo bíblico) en la cuales posible escribir un Rollo de la Torá es el griego, lo que implica una purificación y elevación del griego en el nivel más perfecto.

(Likutei Sijot , tomo 24, pág 1)

 

NOTAS: 

1.Devarim 1:5 

2.Explicación de Rashi ahí y en Tanjumá Devarim 2 Ver Igueret Bereshit Bereshit Rabá Parshá 49,b 

3.Devarim 27:4 y 27:8 Nuestros Sabios explican (Rashi ahí- de Sotá 32,a) 

4. Capítulo 1 halajá 7 

5. Ver in extenso Rambam Shemot 32,1 

6.Shemot 32:1 

7.Devarim 5:5

8.Ver Rambam sobre la Torá principio Parshat Trumá 

9.Meguilá 9,a Y ver explicación de Rashiahí Ver Sfat Emet Meguilá ahí.

El Shemá de un psicoterapeuta en Auschwitz

Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad… Escucha Israel, Di‐s es nuestro Señor, Di‐s es Uno. (Deuteronomio 6:4)

Estas palabras, un punto culminante de nuestras plegarias diarias, expresan poderosas perlas de fe. Pero no esperaba leerlas en un clásico best‐seller atemporal.
En El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl describe sus experiencias en los campos de concentración nazis.


Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta.
Entonces tuvo “quizás su experiencia más profunda en los campos de concentración”. “Tuve que sufrir y superar la pérdida de mi hijo mental. Y ahora parecía que nada ni nadie me sobreviviría; ni un hijo físico ni mental propio. Así que me encontré frente a la pregunta de si en tales circunstancias mi vida estaba en última instancia vacía de sentido. “Una respuesta a esta pregunta con la que luchaba tan apasionadamente ya estaba guardada para mí… Así fue cuando tuve que entregar mi ropa y a su vez heredé los harapos gastados de un recluso que ya había sido enviado a la cámara de gas…


En lugar de las muchas páginas de mi manuscrito, encontré en un bolsillo de la chaqueta recién adquirida una sola página arrancada de un libro de plegarias hebreo, que contenía la plegaria más importante, Shema Israel.
“¿Cómo debería haber interpretado tal ‘coincidencia’, sino como un desafío a vivir mis pensamientos en lugar de ponerlos en papel?” ¿Por qué el Shema Israel ha inspirado a tantas personas en los momentos más difíciles?


Aparte de su simple afirmación de fe, creo que hay cuatro elementos psicológicos clave:
1) Relevancia: Escucha, Israel: la religión no puede comenzar y terminar con teorías; debe abordar nuestra humanidad. El Shemá no comienza con una declaración de fe despersonalizada. Se dirige a cada uno.
Escucha, Israel, escucha este mensaje y hazlo parte de tu ser.


2) Pertenencia: El Shemá está en plural
(“nuestro Di‐s” y no “mi Di‐s”), dirigido a un grupo colectivo. Obtenemos fuerza de los demás y fortaleza de ser parte de algo más grande que nosotros. Ese sentido de comunidad es uno de nuestros activos más fuertes.


3) Personalización: Di‐s es nuestro Di‐s. Di‐s, que es trascendental e infinito, es también nuestro Di‐s personal, que nos sostiene en tiempos de celebración y desesperación. Él no es sólo un gobernante objetivo, que crea y regula el cosmos.
Él es “nuestro”, está cerca nuestro, comprende la parte más profunda de nosotros.


4) Individualidad: Por mucho que necesitemos un sentido de pertenencia y comunidad, no debemos negar nuestras diferencias individuales.
El Shemá termina con las palabras “Di‐s es uno” (en lugar de “Di‐s es singular” o “solo”). Uno, el primero de los números, enseña que Di‐s está presente en la diversidad del mundo. Mientras que el conformismo impide el crecimiento, la “unidad de Di‐s” debería darnos poder para descubrir y cultivar la unidad y singularidad Divinas dentro de cada uno.

Chana Weisberg

 

Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue
despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta

En nuestras propias palabras

¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

No quiero decir hablar de cosas obvias como “La comida está allí” o “Viene hacia nosotros algo extraño, ¡corramos!” o “quiero un aumento”. Quiero decir la interminable explicación en la que nos involucramos; la perpetua conversación que nos sentimos obligados a “hacer”; los cuadrillones de palabras liberadas cada día de las pilas de libros, en los kilómetros de papel de diario, en las ondas radiofónicas y a través de alambres de cobre y fibra óptica. ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

Porque no hay nada que el ser humano más quiera–y necesite–que jugar a ser Di-s.

Di-s lo hizo: Él habló y la realidad cobró existencia. Dijo, “¡Haya luz!” y hubo luz. Dijo, “¡Que las aguas por debajo del cielo se junten en un área y que aparezca la tierra seca!” y se formaron océanos y continentes. Pero el hombre mira la creación de Di-s como algo todavía inconcluso, falto de definición. Entonces hablamos y hablamos y hablamos, categorizamos, cuantificamos y calificamos el mundo de Di-s en un esfuerzo para darle significado y propósito.

Hay diferencias, claro. Di-s es infinito y Todopoderoso; nosotros somos finitos y falibles. Di-s habló y la luz cobró existencia; nos han concedido el poder para hablar; esa luz hacia una más luminosa, más enfocada–pero así como somos, probablemente la hablaríamos hacia la oscuridad. Podemos verbalizar continentes como países y provincias de una comunidad mundial productiva–o podemos hablar de ellos en términos de animosidad y disputa.

Pero eso es el “socio en la creación” que Di-s quiso: un compañero que de la misma manera que arruina un negocio, también lo hace exitoso. Un socio libre, independiente, cuyas elecciones son totalmente propias–y por consiguiente propia su responsabilidad y sus logros. Porque Di-s quiso verdaderos socios en Su esfuerzo, no un manojo de empleados y mensajeros (Él ya tenía muchos de ellos cuando creó al hombre–se llaman “ángeles”).

Un verdadero compañero no sólo hace su parte en el funcionamiento y el desarrollo del negocio; también participa preparando la declaración de la misión, el modus operandi, las reglas y las regulaciones.

El libro de Devarim (“Palabras”), también llamado Mishné Torá (“Repetición de la Torá”, de ahí el anglo-latino Deuteronomio o “Segunda Ley”), consiste en un largo discurso de Moshé de 37 días, que comienza el 1 de Shevat y termina el 7 de Adar–día del fallecimiento de Moshé–del año 2488 de la creación (1273 antes de la Era Común).

En su discurso, Moshé recapitula los eventos más importantes y las leyes que se registran en los otros libros de la Torá. Moshé escribió esos libros también, pero allí él transcribió todo como lo recibió de Di-s, mientras que en el Deuteronomio él lo dice “en sus propias palabras”. (Así, un pasaje que en el Libro de Éxodo o Levítico inicia con “y Di-s le habló a Moshé diciendo”, en el Deuteronomio se expresa con “En ese momento, Di-s me dijo”.)

No obstante, el Libro del Deuteronomio pertenece a la “Torá Escrita”, en que no sólo el contenido sino también las palabras y las letras son de origen Divino. Nuestros Sabios explican que como Moshé había sometido su ego a la voluntad Divina “la presencia Divina hablaba de su garganta”, “las palabras de Moshé también son las propias palabras de Di-s”.

Como tal, el Libro del Deuteronomio actúa como un puente entre la Torá Escrita y la “Torá Oral”. La Torá Oral incluye el Talmud y los Midrashim, los comentarios y los códigos, el Zohar y la Cábala, y “todo lo que un digno estudiante expondría a su maestro”–todo lo que se ha producido en 33 siglos de estudio e interpretación de la Torá, de acuerdo con la tradición de Sinaica. En el Torá Oral que se genera en las mentes y voces menos perfectas que las de Moshé, el contenido es Divino, pero las palabras y las letras son humanas –propias del hombre. Al conceder Di-s no sólo un mandato para la boca humana de formar Su mundo, sino también de participar en la formulación de la Torá–las leyes, el modelo, el “código de la fuente” de la creación.

¿Por qué nosotros hablamos tanto? Porque para eso estamos aquí. Nuestras palabras–habladas o escritas, impresas o hechas de pixeles, destruyen o crean mundos.

Yanki Tauber

Cuando llegue el consuelo

¿Cuál es el consuelo que necesitamos en este momento?

¿Cómo es posible sentir realmente – en la práctica – el significado de la enseñanza de nuestros sabios, que la persona debe bendecir por lo malo, así como bendice por lo bueno?

El Rebe de Lubavitch analiza el episodio de Rabí Akiva y sus amigos en el espíritu de esta enseñanza.

Los amigos de Rabí Akiva, al ver salir un lobo del Santuario del Templo en ruinas, lloraron mientras Rabí Akiva reía. Entonces mantuvieron el siguiente diálogo :

Preguntaron: – ¿Cuál es el motivo de tu risa?

Les respondió: – ¿Cuál es el motivo de vuestro llanto?

Respondieron: – Los zorros deambulan por el lugar sobre el que está escrito “el ajeno que se acercare morirá” y no hemos de llorar?

Les dijo: – Por eso me río. Y les explicó que él ve en este episodio, que se cumple la profecía de Oria respecto de la destrucción, por lo tanto está seguro que se cumplirá también la profecía de Zejaría, respecto de la redención. Entonces respondieron: -¡Akiva, nos has consolado! ¡Akiva, nos has consolado!

Cantidad y calidad

La repetición de la expresión: Akiva, nos has consolado, corresponde al anuncio de consuelo por el exilio y la destrucción, ya que también aparece con una doble expresión: ¡consuélate, consuélate mi pueblo! (del libro de Isaías que corresponde a la lectura de la Haftará que se lee este Shabat, posterior al 9 de Av y que lleva su nombre: Shabat Najamu).

El Midrash explica respecto de este versículo: “fueron doblemente golpeados y son doblemente consolados”, ahora debemos comprender cuál es el sentido de un doble consuelo y en qué sentido será doble.

Hay un doble consuelo en el sentido de cantidad. Por ejemplo: una persona que perdió su casa en un incendio, se sentirá consolada cuando le den otra casa donde vivir, mas si el nuevo hogar es más grande y confortable que el anterior, su consuelo será doble, doble en cantidad.

Mientras que una simple retribución deja aún en la persona el sufrimiento y la amargura, representando únicamente una compensación material, si esta es doble, no solamente quita la tristeza, sino que le da la pauta y la certeza de que aquello que le pareció malo y le produjo dolor, era algo esencialmente bueno.

Ejemplo de esto es el relato que encontramos en el Talmud acerca de Najum – “Ish gam zu” quien llevaba un presente al Emperador, en el camino se detuvo a pernoctar y los dueños del hospedaje, le cambiaron el contenido de la caja por tierra. Al llegar, el Emperador quiso matarlo, pero como era su característica, Najum (como lo indica su apodo, “ish gam zu”- “el hombre que pensaba siempre positivamente de las cosas”), confió en que también esto era bueno. Finalmente sucedió el milagro y aquel polvo se convirtió en armas, con las cuales el César venció a sus enemigos y retribuyó positivamente a Najum. Así se aclaró que el cambio de los presentes que se produjera en la posada, no fue desde un principio algo malo, sino un bien maravilloso, que no estaba revelado. Este es un doble consuelo – un consuelo que descubre, que nunca hubo nada malo, sino algo bueno refinado.

Superior a nuestro entendimiento

Esta clase de consuelo no es posible entenderlo en el período de exilio. El motivo de esto es que si estuviésemos capacitados para ver lo bueno del destierro, no sufriríamos por él y no le pediríamos a Di-s por nuestra redención. Por eso Di-s creó una situación en la que el exilio se ve como un mal absoluto para que nuestra relación hacia el mismo, sea como hacia algo absolutamente negativo.

Cuando llegue la Redención, tendremos un doble consuelo, en el que podremos ver y sentir con un enfoque superior al de nuestro propio entendimiento, el bien que estaba oculto en el exilio.

De pronto se abrirán nuestros ojos y veremos que aun aquellos sucesos más oscuros de la diáspora, no fueron más que un recipiente oculto, para el bien que se revelará en el momento de la redención. Entonces agradeceremos y tendremos el “doble consuelo” , aquel que convierte el mal en bien.

¡Stop!, ¡Basta de chismes!

Cada vez que bajo a tomar el subte, doy una mirada a los títulos de los diarios del dia y a las revistas que se exhiben en el kiosco del andén. Aumenta día a día la tendencia en muchos títulos y encabezados de diarios, mencionando temas que solían ser solamente comentarios de revistas que, hace años se llamaban “chismes”. Por su parte, las revistas que tratan temas de economía y de política cada vez más publican títulos y fotos de tapa que las asemejan a las revistas “chismosas”, para atraer la mirada del público y el consumo.

Las revistas en general, ya casi no se diferencian entre sí; aunque su temática principal sea distinta, cada vez más incluyen en sus contenidos los asuntos privados de la vida de actores, modelos, deportistas, y políticos, principalmente describiendo sus desdichas y problemas con lujo de detalles y publicando fotografías que testimonian esas situaciones negativas.

Se podría decir que el modo de presentar las noticias se ha ido “igualando para abajo”, ya que hasta el diario más “serio” ha creado una ventana a través de la cual todos los lectores pueden chusmear los asuntos privados de las personas que hoy en día se llaman “mediáticas” (palabra usada para nombrar a la persona expuesta de turno).

Esto se puede ver también en las publicaciones de estos mismos medios en internet, donde, para que la gente pueda acceder con un simple click a esta clase de contenidos, se les da un lugar importante.

Me sorprende muchas veces escuchar, hasta en las conversaciones entre hombres adultos, cultos y con ocupaciones importantes, comentarios acerca de las intimidades de tal o cual artista, periodista o deportista, como en mi adolescencia escuchaba solamente cuando acompañaba a mi mamá a la peluquería, pero actualmente expresados con menos benevolencia, ya que los asuntos no se mencionan mostrando empatía con la desdicha ajena, sino simplemente como parte de un pasatiempo de actualidad que incluye el comentario trivial, la crítica y la exageración.

¡Que hermosas son tus tiendas Iaacov, tus moradas, Israel! menciona el versículo en la Parshat Balak, señalando que las puertas de las carpas estaban orientadas de manera de no coincidir entre sí para que las familias estuvieran a resguardo de miradas ajenas y no cundiera el chisme. En la Parshat Behaalotejá, Aharón y Miriam critican entre ellos la vida privada de Moshé, por haberse éste separado de su esposa. Hashem los reprende y castiga a Miriam con una enfermedad de la piel (Tzaráat) que la obliga a estar separada del pueblo durante 7 días y a detener la marcha del mismo en su travesía por el desierto.

Las fuentes mencionan que el castigo por hablar mal de otras personas es esta enfermedad, de apariencia similar a la lepra. También dicen que se considera Lashón ha Rá (hablar del mal) cuando la conversación no se realiza para ayudar al que está en desgracia, cuando no tiene un objetivo de reparación, cuando se realizan críticas que no ayudan a la persona en cuestión porque se hacen a sus espaldas y cuando tiene solamente el objetivo del chisme, o sea la difusión de una situación ajena que no trae ningún beneficio al damnificado, sino todo lo contrario, ya que muchas veces disminuye su buen nombre y honorabilidad, aunque no sea esa la intención de los que hablan.

Maimónides menciona a esta erupción que deja manchas blancas en la piel del enfermo y que contamina también sus ropas y su casa, diciendo que se ha producido un desequilibrio en sus aspectos espirituales y que esta alteración se manifiesta como lepra.

El desequilibrio impulsa a la persona a hacer estos comentarios y a su vez, hablar del otro, profundiza el desequilibrio espiritual. Podría decirse que es una enfermedad Espíritu-psico-somática. También señala el Rambam que los efectos espirituales que provoca la acción de hablar sobre los males de los demás son muchos, como por ejemplo que las mitzvot positivas acumuladas del mal hablante, pasan a favor del perjudicado y que las negativas acumuladas por éste, pasan al chismoso, como una forma espiritual de indemnización. También menciona que el daño causado por el chisme o comentario sobre otros, sin objetivos de ayudar o reparar, se extiende al que habla, a sus hijos y al que escucha.

Sí enfatiza en cambio, que cuando una persona cree que puede ayudar a otra, puede buscar consejo con alguien que colabore o lo oriente en la ayuda que desea brindar a la persona en cuestión, absteniéndose de comentarlo con terceros que no participarán del asunto.

Cuando estaba investigando para escribir esta nota, sentí escalofríos pensando que, si nos dejáramos envolver por la tendencia actual, estaríamos todos hablando Lashon HaRá; por lo tanto tratemos de estar atentos, trabajar para mantener nuestro equilibrio espiritual y sobre todo, para enseñar a los más jóvenes a no desperdiciar tiempo y energías en tan inútil pasatiempo.

Dra. Beatriz Literat

El científico y el Rebe

En 1963, el Profesor Velvel Green de la Universidad de Minnesota era una estrella ascendente en el firmamento de la ciencia.

Aclamado como un pionero en el campo de la bacteriología, fue invitado por la NASA a sumarse a un selecto equipo de científicos que estudiaban los posibles efectos de un viaje espacial sobre la vida humana.

Las solicitudes de disertar en diversos foros y simposios continuaban lloviendo, y pronto el joven científico visitaba docenas de universidades al año a lo largo de los Estados Unidos .

1963 fue también el año en el que el Dr. Green tuvo su primer contacto con Rabí Moshé Feller, el emisario del Lubavitcher Rebe en Minneapolis. Hasta ese momento, Velvel y su esposa, como muchos judíos norteamericanos de su generación, tenían poco que hacer con su patrimonio judío; observancias tales como el Shabat, los tefilín y las leyes dietéticas del kasher les resultaban tanto anticuadas como primitivas, y ciertamente nada pertinentes a sus vidas modernas.

Pero su asociación con los Feller cambió todo eso. En la joven pareja jasídica los Green vieron una vibrante y plena perspectiva y estilo de vida, que parecía responder una profunda carencia en sus propias altamente exitosas pero desarraigadas vidas.

Por sugerencia del Rabí Feller el Dr. Green escribió al Rebe, y la respuesta cálida y comprometida del Rebe no tardó en venir. Ambos desarrollaron una correspondencia constante, y el joven científico pronto se sintió cautivado por la fenomenal mente del Rebe y la apasionada devoción a su llamado. Con cada carta, el profesor se encontró cada vez más fomentado en su travesía de descubrimiento espiritual y su creciente compromiso con el modo de vida de la Tora. Pronto los Green instauraban una cocina kasher en su hogar y a tientas se abrían paso en los rudimentos de la observancia del Shabat.

En una de las discusiones de Velvel con el Rabí Feller, surgió el tema de “Creación versus Evolución”. Aquí, el profesor mostró su vieja personalidad despectiva.

“Bien sabes que tengo el mayor de los respetos por la Tora”, dijo. “Sus enseñanzas y observancias ahora cumplen un papel más importante en mi vida. Pero con respecto a este punto, ustedes todavía se atascan en la Edad Media. Me asombra que todavía tomes la historia de seis días de creación literalmente, frente a todo lo que la ciencia ha descubierto acerca de la edad del universo y cómo se desarrolló”.

“Debo conceder que mi conocimiento científico es limitado”, dijo el Rabí Feller. “Ciertamente no puedo discutir esto contigo en tu nivel. Pero el Rebe escribió una extensa carta sobre el tema, en la que demuestra cómo la teoría de evolución es simplemente eso, apenas una teoría, y encima muy pobre, cargada de contradicciones y carente de toda base científica lógica”.

El profesor estaba incrédulo. “¡La teoría de evolución es aceptada virtualmente por cada científico serio que está vivo hoy! Pero muéstrame la carta; quisiera ver qué escribe el Rebe”.

Después de leerla, Velvel seguía sin convencerse. Cuando presentó a Rabí Feller sus objeciones a la tesis del Rebe, el primero repitió una vez más que se sentía sin calificaciones para discutir ciencia con un científico. “¿Por qué no escribes tú al Rebe?”, sugirió.

El Dr. Green hizo exactamente eso, redactando una crítica sin tapujos a los argumentos del Rebe.

“Porque respetaba mucho al Rebe”, evoca el Dr. Green, “dejé de lado el tono condescendiente de disculpa que los científicos comúnmente asumen con profanos, dirigiéndome al Rebe como lo haría con un colega cuyas ideas rechazaba. Declaré llanamente que estaba equivocado, especificando qué había visto errado y no científico en sus argumentos. Concluí mi carta diciendo que mejor sería que el Rebe se restringiera a su campo de pericia, la Torá, y dejara la ciencia a los científicos”.

La siguiente carta del Rebe reanudó la correspondencia donde había quedado originalmente — en la búsqueda espiritual de Velvel y su identidad judía. Del tema de evolución, ni una palabra.

El Profesor supuso que el Rebe había aceptado la reprimenda y admitía que en cuestiones de “realidades empíricas” la Torá debe remitirse al pensamiento científico contemporáneo. Con esto, dio por cerrado el tema.

Su progreso hacia una auténtica vida de Torá continuó, y en el curso del siguiente año y medio informó al Rebe cada uno de los hitos que él y su familia superaban en su viaje: la observancia plena del Shabat, la observancia de la pureza familiar, etc. El Rebe respondió con palabras de aliento y bendición y, en una ocasión, con el regalo de un par de tefilín que Velvel comenzó a ponerse cada día.

Entonces llegó la carta en la que los Green contaron al Rebe que habían decidido poner a sus hijos en una leshivá, una escuela diurna de Torá que les proveería una educación judía plena.

 La respuesta del Rebe fue especialmente cálida y alentadora, como correspondía al momento decisivo en sus vidas que semejante movimiento indicaba.

Entonces, al final de su carta, el Rebe agregaba:

“De paso, en cuanto a lo que me escribió respecto del relato de la Tora acerca de la creación…”, y procedía a refutar, punto tras punto, las objeciones del Dr. Green al “tratamiento” no científico del tema.

“Usted probablemente se preguntará”, concluyó el Rebe, “por qué esperé tanto en responder a sus comentarios sobre la materia. Pero mi función en la vida no es ganar discusiones. Mi función es acercar más a los judíos a la Tora y a sus mitzvot”.

El Rebe: una breve biografía

El Rebe de Lubavitch, el Rabino Menachem Mendel Schneerson , de justa memoria (1902-1994), séptimo líder de la dinastía Jabad-Lubavitch , es considerado la personalidad judía más fenomenal de los tiempos modernos.

Para cientos de miles de seguidores y millones de simpatizantes y admiradores en todo el mundo, él fue —y sigue siendo, a pesar de su muerte— “el Rebe “, sin duda, el individuo más responsable que cualquier otro de agitar la conciencia y el despertar espiritual del judaísmo mundial.

El Rebe nació en 1902, el día 11 de Nisán , en Nikolaev, Rusia, hijo del renombrado cabalista, erudito talmúdico y líder Rabino Levi Yitzchak y la Rebetzin Chana Schneerson . 

La Rebetzin Chana (1880-1964) era conocida por su erudición, amabilidad y extraordinaria accesibilidad. 

Su coraje e ingenio se convirtieron en leyenda cuando, durante el exilio de su esposo por los soviéticos a una aldea remota en la Rusia asiática, trabajó para hacer tintas con hierbas que recogía en los campos, para que el Rabino Levi Yitzchak pudiera seguir escribiendo su comentario sobre la cábala y otros temas de la Torá. 

El Rebe recibió su nombre de su antepasado, el tercer Rebe, Rabino Menachem Mendel de Lubavitch , con quien más tarde compartió muchas características.

Hay una historia que se cuenta sobre la vida temprana del Rebe que parece ser casi simbólica de todo lo que vendría después. 

Cuando tenía nueve años, el joven Menachem Mendel se zambulló valientemente en el Mar Negro y salvó la vida de un niño que había remado mar adentro y había perdido el control de su pequeña embarcación. 

Esa sensación de “otras vidas en peligro” parece haber dominado su conciencia; de judíos ahogándose en la asimilación, la ignorancia o la alienación, y nadie escuchando sus gritos de ayuda: judíos en el campus, en comunidades aisladas, bajo regímenes represivos. 

Desde la primera infancia mostró una agudeza mental prodigiosa. Cuando llegó a su Bar Mitzvah , el Rebe era considerado un illuy , un prodigio de la Torá . Pasó su adolescencia inmerso en el estudio de la Torá .

Matrimonio en Varsovia:

En 1928, el Rabino Menachem Mendel se casó en Varsovia con la hija del sexto Rebe, la rebetzin Chaia Mushka (la rebetzin, nacida en 1901, fue elegida por su padre, el sexto Rebe, para acompañarlo en su exilio forzado a Kostromá en 1927. Durante sesenta años fue la compañera de vida del Rebe; falleció el 22 de Sh’vat de 1988).

 Más tarde estudió en la Universidad de Berlín y luego en la Sorbona de París. Es posible que haya sido en estos años cuando su formidable conocimiento de las matemáticas y las ciencias comenzó a florecer.

Llegada a los EE.UU.

El lunes 28 de Siván de 5701 (23 de junio de 1941) el Rebe y la Rebetzin llegaron a los Estados Unidos, después de haber sido milagrosamente rescatados, por la gracia de Dios Todopoderoso, del holocausto europeo. 

La llegada del Rebe marcó el lanzamiento de nuevos esfuerzos radicales para reforzar y difundir la Torá y el judaísmo en general, y las enseñanzas jasídicas en particular, a través del establecimiento de tres organizaciones centrales de Lubavitch bajo el liderazgo del Rebe: Merkos L’Inyonei Chinuch (“Organización Central para la Educación Judía”), Kehot Publication Society y Machne Israel, una agencia de servicios sociales. Poco después de su llegada, por insistencia de su suegro, el Rebe comenzó a publicar sus anotaciones a varios tratados jasídicos y cabalísticos, así como una amplia gama de respuestas sobre temas de la Torá. 

Con la publicación de estas obras su genio fue pronto reconocido por eruditos de todo el mundo.

Liderazgo:

Tras el fallecimiento de su suegro, el Rabino Yosef Yitzchak Schneersohn , en 1950, el rabino Menachem M. Schneerson ascendió a regañadientes a la jefatura del movimiento Lubavitch , cuya sede se encontraba en el 770 Eastern Parkway de Brooklyn, Nueva York. Pronto las instituciones y actividades de Lubavitch adquirieron nuevas dimensiones. 

La filosofía de difusión de Jabad-Lubavitch se tradujo en una acción cada vez mayor, a medida que se abrían centros Lubavitch y Casas Jabad en docenas de ciudades y campus universitarios de todo el mundo.

El Rebe comprendió profundamente que cada una de nuestras acciones es parte de un panorama más amplio. Cada buena acción que realizamos acerca a la humanidad a la meta final, la era de la perfección cósmica y la conciencia universal de Dios , conocida en el judaísmo como el tiempo del Mashiaj. El Rebe habló incansablemente sobre esta época, demostrando cómo el mundo se acerca cada vez más a esta era especial y cómo cada persona puede hacerla realidad aumentando sus actos de bondad y amabilidad.

El lunes por la tarde (2 de marzo de 1992), mientras rezaba en la tumba de su suegro y predecesor, el Rebe sufrió un derrame cerebral que paralizó su lado derecho y, lo más devastador, le robó la capacidad de hablar.

Dos años y tres meses después, el Rebe falleció en las primeras horas de la mañana del día 3 del mes hebreo de Tamuz , en el año 5754 desde la creación (12 de junio de 1994), dejando huérfana a una generación.

Fotografía: Shlomo Vishinsky | Cortesía de Zev Markowitz / Chai Art Gallery

Unicidad

Con las enseñanzas del Rebe como motor y su ejemplo como modelo a seguir, Lubavitch ha crecido rápidamente hasta convertirse en una presencia mundial, y todas sus diversas actividades llevan el sello de su visión. No es de extrañar, entonces, que muchos se pregunten: “¿Qué tiene su liderazgo que lo hacía (y, en tantos sentidos, todavía lo hace) tan único? ¿Por qué las personalidades más importantes de la actualidad sienten por él un respeto y una admiración tan profundos?”.

Pasado, presente y futuro

Muchos líderes reconocen la necesidad del momento y responden con coraje y dirección. Ésta es su fortaleza, y es admirable. Otros, aunque su fortaleza no resida en la “respuesta instantánea” a los problemas actuales, tienen la bendición de la capacidad de previsión perceptiva: saben lo que traerá el mañana y cómo prepararse mejor. Otros líderes sobresalen en una tercera área distinta: poseen un agudo sentido de la historia y la tradición; sus consejos y su liderazgo están moldeados por una gran sensibilidad hacia el pasado.

Pero alguien que poseía las tres cualidades era verdaderamente único, y se destacaba en el liderazgo. Así era el Rebe de Lubavitch , la inspiración y la fuerza impulsora detrás del éxito de Lubavitch hoy. Irradiando un profundo sentido de urgencia, exigía mucho de sus seguidores, y aún más de sí mismo. El Rebe lideraba, por sobre todas las cosas, con el ejemplo .

Iniciación, no reacción:

Fue una rara combinación de visionario profético y líder pragmático, que sintetizó una profunda comprensión de las necesidades actuales del pueblo judío con una amplia visión de su futuro. 

En cierto sentido, trazó el curso de la historia judía, iniciando, además de reaccionar ante, los acontecimientos actuales. 

El Rebe se guió por una visión inspirada y una previsión combinadas con una erudición enciclopédica, y todos sus pronunciamientos y emprendimientos estaban, ante todo, arraigados en nuestra Sagrada Torá. 

Una y otra vez, lo que para él era claro al principio se volvió obvio para otros líderes con la visión retrospectiva, décadas después.

El papel único de cada uno:

Desde el momento en que el Rebe llegó a Estados Unidos en 1941, su brillantez al dirigirse a este ideal se hizo evidente: no reconocería división ni separación. Cada judío —de hecho, cada ser humano— tiene un papel único que desempeñar en el gran esquema de las cosas y es parte integral del tapiz de la creación de Dios.

Durante casi cinco de las décadas más críticas de la historia reciente, el objetivo del Rebe de llegar a cada rincón del mundo con amor y preocupación se ha desarrollado de manera espectacular. Ningún sector de la comunidad ha sido excluido: jóvenes y ancianos, hombres y mujeres, líderes y laicos, eruditos y trabajadores, estudiantes y maestros, niños e incluso bebés.

Tenía una capacidad extraordinaria para tratar con cada persona en su propio nivel: asesoraba a jefes de Estado en asuntos de importancia nacional e internacional, exploraba con profesionales las complejidades de sus propios campos de especialización y hablaba con niños pequeños con palabras cálidas y una sonrisa paternal.

¡Actualiza tu potencial!”

Con una visión extraordinaria, percibió la riqueza de potencial que hay en cada persona.

Su inspiración, ahora accesible a través de sus escritos y vídeos, potencia la autopercepción del individuo, enciende su conciencia de esa riqueza oculta y motiva el deseo de alcanzar su potencial.

De la misma manera, muchas comunidades han sido transformadas por el mensaje del Rebe y han recibido —directa o indirectamente— un nuevo sentido de propósito y confianza. En cada caso se imparte el mismo mensaje fuerte, aunque sutil: “Estás divinamente dotado de enorme fuerza y ​​energía: ¡hazlas realidad!”.

El día en el que el sol se detuvo

“No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.”

El tercer día del mes hebreo de Tamuz, en el año 2488 desde la Creación (1273 antes de la Era Común), Iehoshúa conducía al pueblo judío en una de las batallas para conquistar la Tierra de Israel.

La victoria era inminente, pero la oscuridad estaba por caer. Entonces Iehoshúa declaró: “Sol, detente en Guivón; luna, en el valle de Aialón”

Milagrosamente, el sol frenó su avance en el cielo hasta que los ejércitos de Israel llevaron la batalla a su conclusión exitosa

Nuestros Sabios dijeron que “Di-s no realiza un milagro en vano” ¿Por qué, entonces, los cambios astronómicos efectuados en favor de Iehoshua? ¿No habría bastado con realizar un milagro algo más limitado, como ser iluminar el campo de batalla en Guivón por algún otro medio sobrenatural?

Subir o alzar

Pero primero debemos examinar la función de los milagros en general.

¿Qué es, exactamente, un milagro?

La palabra hebrea para milagro, “nes” significa “elevado”.

La regularidad y previsibilidad de la naturaleza crean las así llamadas “leyes”: esta es la manera en que es, dice el orden natural, y no puedes menos que ajustarte a esta definida y limitada realidad. La verdad, sin embargo, es diferente: el hombre ha sido imbuido por su Creador con el potencial para elevar su existencia, para trascender aquello dictado por “la manera en que son las cosas”.

Un milagro, con su manifiesta exhibición de poder Divino, tiene un efecto elevador sobre quienes lo experimentan, permitiéndoles ver a través de la fachada de la naturaleza e inspirarlos a trascender las aceptadas normas de su sociedad y las limitaciones propias que el individuo percibe.

Hablando en términos generales, existen dos categorías de milagros:

1) Un milagro de confrontación, que supera y desplaza la norma natural.

2) Un milagro natural que, aunque podría no ser menos “imposible” por las normas que parecen regir nuestras vidas, y en nada menos obviamente una exhibición de la mano de Di-s que el “milagro de confrontación”, ocurre no obstante por medios “naturales”, empleando procesos y fenómenos naturales para lograr su cometido.

Un ejemplo de semejante “milagro natural” es relatado por la Torá en el decimoséptimo capítulo de Números. Koraj y su facción rebelde habían disputado el derecho de Aharón a la kehuná guedolá (sumo sacerdocio). A fin de reafirmar Su elección de Aharón para servirle en el Santuario como representante de la nación judía, Di-s dijo a Moshé: “Toma… una vara de cada uno de los líderes [de las tribus]… cada uno escribirá su nombre sobre su vara… Escribe el nombre de Aharón sobre la vara de Leví… y el hombre a quien Yo escogeré, su vara florecerá… Moshé colocó las varas ante Di-s en el Santuario… Al día siguiente… He aquí que la vara de Aharón había florecido; produjo brotes, germinó fruto y maduró almendras”.

La presencia de frutos en una vara seca ciertamente hubiera bastado como señal Divina. Pero Di-s no hizo simplemente que aparecieran almendras sobre la vara de Aharón. En cambio, estimuló en ella todo el proceso de brotar, florecer, y la emergencia y maduración del fruto, etapas éstas todas visibles en la vara de Aharón.

La vara de Aharón desafió las leyes y restricciones de la naturaleza, pero no obstante ello se ajustó a las fases progresivas naturales que normalmente experimenta la almendra. Trascendió la naturaleza, pero lo hizo en los propios términos de ésta.

A primera vista, podría parecer que la “necesidad” del milagro natural de recurrir a procesos naturales lo hace menos milagroso que un milagro que trasciende la naturaleza por entero. En verdad, sin embargo, un milagro que trabaja a través de la naturaleza es más elevado (o sea, más “milagroso”) que un milagro que la supera.

El súbito y destrozante cambio no ha transformado la naturaleza, sólo ha ido más allá de ella; una hazaña más milagrosa es aquella que no solamente libera a la persona del orden natural, sino que libera la sustancia misma del orden natural propiamente dicho.

Esto explica las “molestias” extremas a que recurrió Di-s, llevando a todo el sistema celeste a detenerse para iluminar un cierto valle durante una noche.

Una milagrosa ingeniería de luz “artificial” hubiera significado que las leyes de la naturaleza fueron meramente desplazadas, mas no transformadas. Para inspirar al pueblo de Israel no solamente a trascender sus propias personalidades naturales sino también para transformarlos y sublimarlos, Di-s insistió en que la luz milagrosa provista a ellos fuera luz solar natural, incluso cuando esto significara crear un nuevo orden natural en los cielos.

Nuevo orden Mundial

El precedente establecido aquel 3 de Tamuz con la detención del sol por parte de Iehoshúa se reiteró en la misma fecha 3.199 años después, esta vez en términos aún más naturales (y por lo tanto más milagrosos).

El 3 de Tamuz del año 5687 (1927) fue el día en el que el Anterior Lubavitcher Rebe, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, fue liberado de la prisión Spalerna en Leningrado (hoy Petersburgo).

El Rebe había sido arrestado por agentes de la GPU y la Ievsekia (la “sección judía” del partido comunista) por sus esfuerzos por mantener y promocionar la vida judía bajo el régimen comunista, y fue sentenciado a muerte, Di-s libre.

Pero la presión internacional obligó al régimen soviético a conmutar esta pena, primero a una sentencia de diez años de trabajos forzados en Siberia, y luego a tres años de exilio en Kostromá, un pueblo en el interior de Rusia.

El 3 de Tamuz el Rebe fue liberado de la prisión y enviado a su exilio. Nueve días después, el 12 de Tamuz, tuvo lugar una fase adicional en la redención del Rebe, la orden de liberarlo y permitirle regresar a su hogar en Leningrado. Unos meses más tarde, se le permitió abandonar el país.

Desde fuera de las fronteras de Rusia, el Rebe continuó dirigiendo su red clandestina de emisarios, quienes proveyeron, y proveen hasta este mismo día (aunque ya no más clandestinamente), apoyo espiritual y material a judíos en cada rincón del Imperio Soviético.

En una carta pública escrita en ocasión del primer aniversario de su liberación, Rabí Iosef Itzjak declara: “No solamente a mí redimió Di-s en este día… sino también a cada uno que lleva el nombre de Israel”. El Rebe había enfrentado al todopoderoso Partido y había triunfado.

Aquellos que procuraron destruir todo vestigio de vida judía en la Unión Soviética fueron, ellos mismos, forzados a reconocer que no tenían derecho a impedir que un judío practicara su fe.

Ahora, después de más de seis décadas, se nos ha privilegiado con ser testigos de un logro adicional de la victoria del Rebe, y de la judería soviética. La milagrosa transformación en marcha ahora en ese país es el continuo despliegue del milagro del “3 de Tamuz”.

La historia del 3 de Tamuz es la historia de un milagro, un suceso que trascendió totalmente el orden natural. Sugerir, en los años más oscuros del stalinismo, que un único individuo podría desafiar el todopoderoso empeño del Partido por arrancar de cuajo el judaísmo en la Unión Soviética y triunfar; sugerir que la amenazadora garra del comunismo sobre centenares de millones de almas desaparecería; en otras palabras, haber precedido [los sucesos del año] 1991 en 1927 -hubiera sido equivalente a decir que el sol alteraría su curso.

Al mismo tiempo, sin embargo, éste fue un “milagro natural”, como lo enfatiza el hecho de que: (1) La salvación del Rebe involucró el consentimiento de aquellos que en primera instancia lo habían arrestado y sentenciado (un cambio desde adentro, como los sucesos recientes en ese país); y (2) que la victoria no fue inmediata sino que sobrevino en etapas, y continuó desplegándose en el curso de las décadas.

El 3 de Tamuz fue el día en que una nueva realidad suplantó la vieja. Sin embargo, esta nueva realidad surgió por medios totalmente convencionales”, en la manera progresiva y gradual que es la marca de un desarrollo natural.

La nada caminante

Esta, entonces, es la lección del 3 de Tamuz: No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. 

En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.

Se cuenta la historia de un jasid que estaba caminando de regreso a casa tras una larga noche de farbrenguen muchas horas después del toque de queda impuesto sobre esa región de una Europa Oriental desgarrada por la guerra.

 

Un policía, notando al judío solitario, gritó: “¡Alto! ¿Quién anda allí?” El jasid, sumergido en sus pensamientos inspirados por el farbrenguen, contestó: “Bitul (anulación, nulidad) va!” Este jasid había internalizado tan plenamente la doctrina jasídica de ‘bitul’ (auto-negación), que su reacción instintiva ante la demanda de identificarse estaba permeada por su nulidad ante su Creador.

El instinto más básico del hombre es mejorar y satisfacer su propio Yo. De modo que Bitul, la negación del Yo ante una verdad superior, va contra la fibra misma de la naturaleza humana. El logro de bitul es un “milagro”, una transformación sobrenatural. No obstante, para este jasid, bitul no implicó la supresión de su identidad; más bien, fue la lenta y gradual remoción de las tendencias egocéntricas de su Yo y su reorientación hacia una identidad más alta, permeada de bitul.

 

El hombre nunca debe aceptar la invencibilidad de cualquier status quo. A la vez, sin embargo, su enfoque que trasciende las normas no debe resultar en logros que queden fuera de quién y qué es él: por el contrario, debe esforzarse por convertir en milagrosa la realidad de su vida.

Basado en Sefer Hasijot 5751,págs. 649-664
Extraído de “El Rebe Enseña” de Editorial Kehot