El Rebe que Salvó a un pueblo

Durante cuatro días el pueblo de Kfar Jabad, en Israel,  ha estado sumido en un profundo duelo y en una angustia dolorosa, del tipo que los Jasidim de Lubavitch no han vivenciado durante muchos años. En aquella oscura y amarga noche, una banda de fedayines palestinos entró al pueblo. Se dirigieron a la sinagoga de la escuela local de agricultura, en donde los jóvenes estudiantes se encontraban en medio de las plegarias de Maariv (de la noche), y abrieron fuego en toda la sala con sus rifles Karl-Gustav. 

Recolectaron una cruel y sangrienta cosecha: cinco estudiantes y un maestro fueron asesinados y otros diez jovencitos heridos; su pura y santa sangre empapando los Sidurim que cayeron de sus manos y manchando las blancas paredes de la sinagoga.

Los Jasidim del pueblo, judíos rusos fuertes y de espaldas anchas con sus barbas negras y pobladas cejas, estaban parados desconcertados ante la terrible escena que presenciaban sus ojos. ¡Un pogrom en Israel! ¡Un progrom en Jabad!, murmuraron, y se mordían los labios con rabia. Las mujeres también se encontraban allí paradas, mujeres rusas fuertes y elegantes, retorciéndose sus manos y murmurando para ellas mismas en Ruso y Hebreo, sus ojos desprendiendo una laguna interminable de lágrimas.

Esto no era una escena común para los Lubavitchers. Estos Jasidim, que han sobrevivido los Pogroms del Zar Nikolai en Rusia y que ni siquiera pudieron ser intimidados por el Ejército Rojo, que han sido exiliados a las congelantes planicies de Siberia, y cuyas espaldas no podían doblarse luego de haber estado en las prisiones de Stalin y en los campos, ahora se encontraban estupefactos y desesperados. Ahora, que el golpe ha golpeado su casa, en el corazón del estado Judío.

En el centro del pueblo, se encontraba parado Rabí Abraham Mayor, quien fue un oficial de alto rango en el Ejército Ruso. Avraham Mayor, cuya leyenda contaba que él solía pararse con calma y cantar melodías jasídicas mientras una banda de soldados lo golpeaba con sus rifles y colillas, ahora se encontraba llorándole al Cielo: “Creador del Universo, ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo han pecado estos niños?!”

Había algunos que veían lo ocurrido como un símbolo que su pacífica vida en la Tierra Santa era prematura. ¿Tal vez debamos disolvernos y buscar refugio en lugares más seguros? El pueblo de a poco se iba muriendo.

El Pueblo espera

Pero era claro para todos que antes de realizar cualquier movimiento, se debía consultar con el Rebe. Nada podía hacerse sin su consentimiento y conocimiento. Todos esperaron el telegrama desde “allí”, desde Nueva York, pero el telegrama sin poder explicarse por qué, no llegaba. Cuatro días habían pasado desde que el terror había golpeado. Un largo telegrama había sido despachado inmediatamente informándole al Rebe de todos los detalles de la tragedia, y se esperaba una respuesta aquella misma noche. Pero el Rebe permanecía en silencio. ¿Qué había sucedido?, muchos se preguntaban, ¿Por qué no responde? ¿No tiene acaso una palabra de consuelo para sus golpeados seguidores?

Debe aclararse, que un telegrama del Rebe es una parte integral de la vida Jasídica de Jabad alrededor de todo el mundo. Cada problema, cada decisión ya sea comunal o de la vida privada del Jasid de Lubavitch, es referido a la central del Rebe en Brooklyn, y cualquiera sea la respuesta, eso es lo que se hace. Y la respuesta siempre llega, ya sea por correo común, correo express o un telegrama de emergencia, dependiendo de la urgencia del asunto, y siempre son cortos y directos al punto.

¿Por qué es entonces que la respuesta del Rebe acerca de este terrible tema demoraba tanto? Los ancianos del pueblo no tenían explicación alguna, y, mientras las horas y los días pasaban, la respuesta continuaba plagando sus atormentadas almas, y su angustia y desesperación crecían más y más en sus corazones.

El Telegrama

Y luego, cuatro días después de la tragedia, llegó el tan esperado telegrama. La noticia corrió por todo el pueblo: ¡Un telegrama del Rebe! ¡Ha llegado el telegrama! El pueblo entero, hombres, mujeres y niños, se reunieron en la plaza del pueblo para escuchar la respuesta del Rebe.

Y el Rebe fue característicamente sucinto. El telegrama contenía una sola oración, tres palabras en hebreo, pero esas tres palabras fueron suficientes para salvar al pueblo de la desintegración y a sus habitantes de la desesperación. “Behemshej habinian tinajeimu”, escribió el Rebe de Lubavitch, Rabi Menajem Mendel Schneerson. “A través de su incesante construcción, se van a reconfortar”.

Los Jasidim de Kfar Jabad ahora tenían un fuerte soporte para su futuro: sabían lo que tenían que hacer. ¡Debían construir! ¡El Rebe dijo que tenían que construir! ¡Y a través de la permanencia de su construcción van a reconfortarse! Aquella misma noche, los ancianos del pueblo mantuvieron una reunión para discutir cómo debe implementarse la directiva del Rebe. Luego de una corta discusión, llegaron a una decisión: construirían una escuela vocacional en donde a los niños que provienen de medios desfavorecidos se les enseñara el oficio de impresión. En aquél mismo lugar en donde la sangre fue derramada, un edificio sería construido.

El Rebe Sabía

A la mañana siguiente, todos los residentes del pueblo se reunieron en el terreno vacío al lado de la escuela de agricultura y comenzaron a limpiar y nivelar la tierra para preparar la construcción. La alegría volvió a sus ojos.

En las semanas posteriores, llegaban cartas de parientes y amigos en Nueva York describiendo lo que había pasado en aquellos cuatro interminables días en los que el pueblo esperaba con impaciencia la respuesta del Rebe.

Durante todo el mes de Nisan, el mes de la redención, es la costumbre del Rebe dedicarse enteramente al servicio de su Creador, reduciendo su contacto con los Jasidim a un mínimo. Es raro que a un individuo se le otorgue una audiencia con el Rebe en este período, y toda menos la correspondencia más urgente es postergada hasta el fin de este auspicioso mes.

Cuando el mes de Nisan finaliza, se lleva a cabo un Farbrenguen festivo (reunión jasídica) en la sede del Rebe en Eastern Parkway en Brooklyn, marcando la reanudación del Rebe de su involucración con sus miles de seguidores en todo el mundo. El Rebe habla por horas, sus charlas intercaladas con canciones y Lejaim, usualmente hasta altas horas de la madrugada.

Aquél año, también se llevó a cabo el Farbrenguen marcando el fin de Nisan. Las noticias trágicas provenientes de la Tierra Santa habían llegado a Nueva York momentos antes del comienzo del farbrenguen, pero los secretarios del Rebe decidieron retener las noticias hasta el fin de la reunión. Pero lo que sus asistentes no le habían dicho, su corazón parecía haberlo hecho. Aquella noche, el Rebe habló sobre el auto sacrifico Judío y el martirio “al kidush Hashem” (por la santificación del nombre de Di-s), sobre la reconstrucción de la Tierra Santa, y la redención de Israel. Lágrimas fluían de los ojos del Rebe mientras hablaba. Toda la noche habló y lloró, cantó y lloró, y lloró un poco más.

¿Por qué está llorando el Rebe? Sólo unos pocos de los presentes podían adivinar, aquellos que ya sabían lo del telegrama desde Kfar Jabad.

El farbrenguen terminó. Los Jasidim se dispersaron a sus casas, y el Rebe se retiró a su pieza. Con gran trepidación, dos de los Jasidim más cercanos al Rebe tocaron a la puerta del Rebe y le entregaron el telegrama desde Israel. El Rebe se hundió en su silla. Cerró su puerta y no la abrió por tres días. Luego de tres días de aislamiento total, llamó a su secretario y le dictó su respuesta: “Behemshej habinian tinajeimu”. “A través de su continua construcción, serán reconfortados”.

Los Jasidim de Kfar Jabad han cumplido con el deseo del Rebe. Sin la ayuda de filántropos o de fundaciones, recaudaron 50.000 Shekalim, y hoy, un año luego de la tragedia, se ha completado la construcción del edificio de la escuela vocacional.
Nota del Editor: El siguiente artículo es una traducción libre de una historia que apareció en el periódico Israelí Yediot Ajronot el 4 de Iyar de 5717 (5 de Mayo de 1957). Hemos dejado el artículo como fue publicado originalmente a pesar del hecho que contiene algunos hechos imprecisos, por su vívida representación de la época y la impresión del reportero Israelí sobre la gente y de los eventos que él describe.

Un cumpleaños

Hay tantas lecciones importantes que se pueden aprender de la vida y el liderazgo del Rebe. Uno de ellas trata sobre el cuidado y la preocupación por cada individuo. El Rebe fue un líder que habló y estuvo involucrado en importantes problemas globales como la segu‐ridad de Israel, la caída del comunismo en la ex Unión Soviética y el establecimiento de miles de centros de Torá en todo el mundo. Sin embargo, a pesar de esta visión global, se centró en el bienestar físico y espiritual de cada individuo con un cuidado y preocupación increíbles.

Quisiera compartir una historia personal. Todos los domingos, el Rebe permanecía de pie durante muchas horas distribuyendo billetes de un dólar a miles de personas, para que luego los donaran a la organización benéfica de su elección. Con cada dólar, el Rebe bendecía brevemente a cada persona y ocasionalmente tenía una breve conversación sobre un tema de importancia.

En 1990 mi esposa Dina estaba en Nueva York. Cuando pasó junto al Rebe con nuestros dos hijos mayores, rápidamente le mencionó al Rebe que esa semana era el cumpleaños de nuestro hijo y pidió una bendición especial para él. El Rebe la miró y dijo: “¿Y tú no tienes cumpleaños?”. Confundida por esta extraña pregunta, vaciló mientras el Rebe repetía la pregunta, a lo que ella respondió que ya había tenido lugar (solo unas semanas antes). El Rebe sonrió, les dio una bendición y ella siguió adelante.

Dina inmediatamente me llamó a Sydney, donde vivimos, y me contó su ex‐ traño encuentro. Al principio, yo también es‐ taba perplejo por la aparentemente extraña pregunta que había hecho el Rebe. Pero después de colgar el teléfono y pensar por un momento, todo encajó.

Desde el momento en que nos mudamos a Australia, decidí que antes de cada cumpleaños de nuestra familia enviaría por fax una breve carta al Rebe y le pediría una bendición. Casi nunca recibí una respuesta, pero siempre estuve seguro de que fue recibida y que el Rebe daría su bendición de la manera que quisiera.

Ese año me olvidé de escribir la carta antes del cumpleaños de Dina. Cuando el Rebe le preguntó unas semanas más tarde sobre su cumpleaños, obviamente estaba expresando su sorpresa por no recibir el fax anual.

Miles de personas desfilaban ante el Rebe cada domingo. Todos los días recibía miles de cartas y faxes con cuestiones importantes y urgentes que abordar. Sin embargo, le impor‐ taba el cumpleaños de una sola persona que vivía en Australia. La pregunta ‐ “¿Y no tienes cumpleaños?” fue su manera de decir que eres importante para mí, espero con ansias tu fax anual sobre tu cumpleaños y me di cuenta de que no llegó este año.

La lección para todos nosotros es clara: todos estamos muy ocupados. Algunos de nosotros incluso podemos tener problemas globales sobre nuestros hombros, o pensar que los tenemos. Pero nada debe anular la atención, el cuidado y la preocupación que le mostramos a otra persona.

¿Qué papel jugaron las mujeres en el Éxodo?

Durante el Éxodo de Egipto, vemos que las mujeres han jugado un papel esencial y han actuado con auto sacrificio incluso mas que los hombres.

Unos de los mas severos decretos de Paró, era matar a sangre fría a los varones judíos recién nacidos. Sin embargo, las mujeres judías se arriesgaron al no reportar el nacimiento de los varones, y por esto salvaron numerosos bebés.

De hecho, la propia existencia de Moshé fue en mérito de la mujer. Debido al decreto de Paró, los padres de la pequeña Miriam se separaron para evitar el peligro de tener a un bebé varón. Jóven pero inteligente, la pequeña Miriam provocó que la decisión de sus padres no fuera la correcta. Ella sostuvo de que separándose no tendrían ningún niño, incluyendo mujeres. Ella discutió este tema con éxito y sus padres se volvieron a unir, y no después de mucho tiempo tuvieron otro bebé, Moshé. Su mamá lo salvó escondiéndolo en una canasta en el río, mientras  Miriam lo cuidaba. La hija de Paró lo encontró, y decidió adoptarlo. La vida de Moshé fue otra vez más salvada años después, esta vez por su esposa, quien lo rescató de la muerte en un inusual episodio luego de que Moshé atrase la circuncisión de su hijo. Entonces Moshé se ganó la vida gracias a su hermana, madre, madre adoptiva y esposa.

Otro de los decretos de Paró era darle a las mujeres judías un trabajo que era más adecuado para hombres, y viceversa. A pesar del natural cansancio y sufrimiento, las mujeres soportaron el trabajo forzoso, la Torá las acredita por la preservación de la familia judía, teniendo hijos a pesar de las dificultades. Después de un duro día de trabajo iban a seducir a sus maridos cansados, garantizando la continuidad del pueblo judío. Y mientras que los hombres llegaron a la desesperación absoluta de todas las dificultades y la pérdida de esperanza de la salvación, las mujeres no lo hicieron. Tan fuerte era la fe de la mujer, que prepararon panderetas que planeaban tocar en la celebración del éxodo.

Se nos dice que la redención de Egipto fue en mérito de las mujeres, y no es sorpresa que lo mismo está dicho con respecto a la futura redención, que sea pronto en nuestros días. 

Por donde menos uno espera

La vida ofrece diversas experiencias y oportunidades, pero nadie lo tiene todo. A medida que zigzagueamos a través de nuestros días , es posible que nos encontremos con problemas. Afortunadamente, siempre hay alguien que nos tiende su mano.

Debo proveerles cierta información de fondo antes de contarles lo que me sucedió recientemente. Vivimos en un pequeño edificio con pocos departamentos. Nuestros vecinos de arriba, durante los últimos cuatro años, han sido, de cierta manera, desafiantes. Todo el tiempo están tirando diferentes cosas a nuestro balcón, como ser basura, cigarrillos, comida, etc.

Dicho esto, ¿qué creen que me sucedio recientemente? A las 7:00 am, mi hijo de cinco años decidió que quería vestirse solo, así que corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpe. Ésta, que no tenía llave, se trabó, dejando a mi hijo encerrado dentro del cuarto. Intenté abrirla, pero no pude. Llamé a mi marido, que a través del teléfono intentó decirme cómo abrirla con un destornillador, pero tampoco tuve éxito. Le aseguré a mi hijo que lo sacaría pronto, y comencé a pensar en llamar a la policía o a los bomberos para que me ayudaran.

Vi a través de nuestra ventana, que la luz del pasillo del edificio se había encendido. Corrí a la puerta para abrirla. Nuestra vecina de arriba estaba bajando las escaleras.

“Buen día. ¿podría ayudarme, por favor? ¿Puede decirle a su marido que venga? Mi hijo se quedó encerrado en su habitación, y mi marido está de viaje. No sé qué hacer”.

“El ya se fue, pero puedo llamarlo y preguntarle si puede regresar”

“Gracias”

Lo llamó, y luego de cinco minutos golpearon la puerta de mi casa. Era el vecino. Entró, y con un empujón abrió la puerta. No puedo explicarles lo agradecida que estaba y sigo estando. Luego me pregunté:

¿Por qué de entre todas las personas que podrían haberme ayudado, tuvieron que ser nuestros molestos vecinos?

Nuestros Sabios nos enseñan: “No subestimes a ninguna persona (“Lekol Adam”), y no desprecies nada, porque no hay persona que no tenga su hora, ni ninguna cosa que no tenga su lugar (propósito) Pirkei Avot 4:3.

He leído una hermosa interpretación sobre la palabra hebrea de “ninguna persona”. La palabra “Lekol adam”, también puede ser leída como “la totalidad”: “No desprecies la totalidad de la persona”. Significando que nadie es completamente malo, y no podemos subestimar a una persona basándonos en algún defecto de su carácter.

No es que sean malos. No discuten con nosotros ni tampoco nos gritan. Simplemente, parece ser que no les importa. “¿O quizás sea otra cultura?”, a veces me digo a mi misma, como un medio de consuelo. A menudo les grito: “¿Qué están haciendo?”, y generalmente se detienen, aunque sea por un momento. Sabemos que tenemos la opción de mudarnos, pero por el momento, o aunque sea por los próximos meses, sabemos que nos quedaremos aquí.

A veces debes cavar profundo para ver lo bueno. Como nuestros Sabios nos enseñaron, cada persona tiene su hora, y cada cosa tiene su lugar, es decir, su propósito. El mismo vecino que te disgusta, el niño que te irrita, tu compañero de trabajo que te pone nervioso, esa misma persona también tiene un tremendo bien dentro suyo. Podría ser justamente él que te ayude en un momento de necesidad.

A menudo me encuentro mirando hacia adentro y magnificando mis propios defectos. Veo mis errores, mis deficiencias, y de cierta manera me olvido que hay muchas más cosas buenas dentro de mi. En esos momentos, ¿puedo escuchar las enseñanzas de nuestro Sabios? ¿Puedo ver en mi interior que la propia debilidad que poseo, y lo que no me gusta, podría ser la misma fuerza que Di-s creó para que pueda alcanzar grandeza espiritual? ¿Puede ser que lo que pensaba que era tan difícil de mi misma sea lo que me salvará?

¿Por qué Peyena?

La ciudad de Kursk, en el suroeste de Rusia, es la más conocida por la gran batalla de tanques que se libró allí en 1943.

Sesenta y cinco kilómetros al sur de Kursk, y un poco más al oeste de la carretera principal, se encuentra una pequeña aldea llamada Peyena. Hoy en día casi no aparece en el mapa, y sólo no judíos viven allí. Hace doscientos años, tampoco vivían allí iehudim. Pero fue allí donde Rabi Shneur Zalman de Liadi, fundador del movimiento Jabad, falleció en la víspera de Shabat del 27 de diciembre de 1812. En nuestro calendario el 24 de Tevet de 5573.

En noviembre de 2011, el Instituto Zalman Shazar publicó una biografía realizada por el profesor Immanuel Etkes de la Universidad Hebrea de Jerusalén, donde demuestra que Rabi Shneur Zalman fue único como líder jasídico que actuaba principalmente como un educador.

Según Etkes, este enfoque pedagógico, habilitó a Rabi Shneur Zalman para llegar con éxito a un amplio sector de la sociedad judía, tanto a la académica como a los menos educados, mientras preservaba los elementos centrales de las enseñanzas místicas del Baal Shem Tov.

Si bien esta biografía se apoya fuertemente en el magnum opus de Rabi Shneur Zalman – el Tania – y en su correspondencia existente, sigue siendo limitada en su alcance, ya que no refiere a los esfuerzos comunitarios del Alter Rebe o a los elementos más esotéricos de su pensamiento. Existe mucha información sobre las interacciones del Alter Rebe con la comunidad judía en general, así como con sus propios seguidores, y una amplia variedad de proyectos comunales que él lideraba.

Pero volvamos al pueblo al sur de Kursk. ¿Cómo llegó Rabi Shneur Zalman a Peyena? ¿Por qué falleció en la casa de un campesino anónimo a unos quinientos kilómetros de su casa de Liadi?

Cinco meses antes, la Gran Armée de Napoleón Bonaparte había cruzado el río Niemen e invadió Rusia. A medida que la tensión entre la Alianza Francesa y el Imperio de Rusia llegó a un punto, la comunidad judía se dividió entre los partidarios de los franceses – heraldos del liberalismo y la emancipación – y los partidarios patriotas del zar. El Alter Rebe reconoció que los rusos no amaban a los judíos, y sin embargo, se comprometió totalmente a la causa del zar. El zar, insistió, era un hombre de fe, y esa fe le dotó de humildad y bondad, lo que le hace merecedor de que Di-s le otorgue la victoria. Consideraba a Napoleón, por el contrario, como la antítesis completa de todo lo Divino; un hombre cuyo egoísmo extremo lo llevaría primero a las profundidades de la depravación – tirar decenas de miles de vidas por nada más que su propia gloria y en última instancia a la derrota ignominiosa. Liadi se encuentra cerca de la carretera principal entre Minsk al oeste y al este de Smolensk, y Rabi Shneur Zalman utilizó una red de discípulos para seguir los movimientos hacia el este del ejército francés y reportarlos a las autoridades rusas. A medida que las fuerzas del mariscal Davout se acercaron, el Alter Rebe decidió dejar Liadi y unirse al ejército ruso bajo el mando del general Neverovsky. Ese día, las tropas de Neverovsky fueron atacadas por una fuerza francesa, y el grupo del Alter Rebe huyó en dirección a Smolensk.

Rabi Shneur Zalman y su séquito fueron perseguidos en los próximos meses por las tropas francesas.

Rabi Shneur Zalman se acercaba a los setenta años, y su escape se extendió en el invierno ruso. El 19 de Tevet, se enfermó. En el momento en que se dirigían hacia Kremenchug, se vieron obligados a buscar refugio en Peyena, unos cuatrocientos kilómetros antes de llegar a su destino. Allí falleció el 24 de Tevet.

Palabras que matan

Las palabras son como flechas y como carbones que arden lentamente…

En Mezhibush, la ciudad natal de Rabí Israel Baal Shem Tov (el fundador del movimiento Jasídico, 1698-1760), dos residentes locales estaban envueltos en una amarga disputa . Un día, estaban gritando, muy enojados, en la sinagoga cuando uno de ellos exclamó: “¡Lo rasgaré a pedazos con mis propias manos!”

El Baal Shem Tov que estaba en la sinagoga en ese momento, dijo a sus discípulos que formaran un círculo, que tomaran la mano de su vecino, y cerraran los ojos. El propio Rabí Israel cerró el círculo poniendo sus manos en los hombros de los dos discípulos que estaban de pie a su derecha y a su izquierda. De repente, los alumnos soltaron un grito de espanto: ¡detrás de sus párpados cerrados vieron que el hombre enfadado rasgaba a su compañero realmente, así como había amenazado!

Las palabras son como flechas, dice el Salmista, y como carbones que arden lentamente. Como flechas, explica el Midrash, pues el hombre está de pie en un lugar y sus palabras pueden arruinar y causar estragos a otra vida, a muchos kilómetros de distancia. Y como un carbón cuya superficie exterior se ha extinguido pero cuyos restos interiores están aún en llamas, así también las palabras malévolas continúan trabajando y causando daño mucho después de que su efecto externo se ha evaporado.

Las palabras matan de muchas maneras. A veces ponen en movimiento una cadena de eventos que las convierten en una auto profecía; otras, se desvían del objetivo de su veneno para golpear a algún espectador inocente; y a veces vuelven como un bumerang para perseguir a quien les dio origen. Cualquiera sea su destino, las palabras odiosas llevan inevitablemente a acciones odiosas, posiblemente años o incluso generaciones después de que se profirieron. La naturaleza humana es tal que los pensamientos se esfuerzan por encontrar expresión en palabras habladas, y las palabras pronunciadas buscan realización en los hechos a menudo por caminos tortuosos que el divulgador original de esas palabras no deseó ni anticipó.

Pero el poder de la palabra corre más profundamente que su potencial traducido en acción. Aun cuando este potencial nunca se comprende, aun cuando las palabras habladas nunca se materialicen en el “el Mundo de la Acción,” todavía existen en lo más alto, en el más espiritual “Mundo de Discurso”. Pues el hombre no es sólo un cuerpo, – también es una alma; no sólo es un ser físico, sino también es una criatura espiritual. En el plano físico, las palabras habladas pueden ser sólo significantes como acciones potenciales; en la realidad del alma, son reales.

Esto es lo que el Baal Shem deseó mostrar a sus discípulos concediéndoles un vislumbre en el mundo de las palabras habitado por las almas de los dos combatientes verbales. Él quería que entendieran que cada palabra que proferimos es real, entre o no en la fruición del “Mundo de la Acción” en el que nuestro ego físico reside. Cada palabra nuestra es tan buena (y tan mala) como el hecho.

Lo mismo es así, claro, en el sentido positivo: una palabra de alabanza, una palabra de estímulo es tan buena como si fuese un hecho en la realidad espiritual del alma. Incluso antes de que una palabra buena haya derivado en un hecho bueno, ya ha tenido un efecto profundo y duradero en nuestro estado interno y nuestro mundo.

Por Yanki Tauber; basado en las Enseñanzas del Rebe de Lubavitch



Un ramo de rosas

Amo las flores, como la mayoría de las mujeres. Mis favoritas son las rosas rojas de largos tallos. De todas formas, un ramo de orquídeas, petunias o fresias, siempre provocará una sonrisa en mi rostro. Mi esposo sabe de mi debilidad. La usa para su provecho, cuando desea conquistar mi corazón o ganarse mi perdón, por cualquiera de sus actos fallidos, comunes a todos los esposos.

 La otra tarde, cuando mi marido se dirigía a la puerta de entrada, le recordé acerca de su promesa de estar de vuelta a las 7:30 p.m puntualmente. Yo debía dictar una clase a las 8:00 y antes debía terminar de arreglar algunos detalles. Puse mucho énfasis en mi necesidad de salir puntualmente, pidiéndole que no perdiera de vista su reloj.

Exactamente a las 7:31, me pare en la puerta de casa, tratando de divisar calle abajo nuestra camioneta gris. A las 7:45 ya me paseaba impacientemente por el pasillo, mirando el reloj, y a las 7:53- cuando finalmente mi esposo pisaba los escalones del frente.- Apenas si pude contenerme.

 Blandiendo un exquisito ramo de rosas, me contó que había pasado delante de un puesto, y compró especialmente para mí estas hermosas flores. Me contó que, sabiendo lo mucho que amo las rosas, decidió que vale la pena detenerse, y por eso se habría retrasado un poco en el proceso.

Si no hubiese estado tan apurada, hubiera soltado mi lengua, y contrariamente a su percepción, le hubiera expresado lo enojada que estaba. En lugar de esto, sin pronunciar una palabra, le arrebaté las llaves de la camioneta, deje el ramo y me dirigí raudamente a la puerta. Dejando de lado los recados que debía hacer y pasando algunas luces rojas en mi camino, llegué a mi clase, con mis nervios de punta, justo a tiempo.

 Luego de unos instantes, me calmé y pude dictar mi clase, como siempre.

La mayoría de las participantes eran mujeres de diferentes entornos sociales, que deseaban explorar su espiritualidad a través de las enseñanzas de la Torá y el Jasidut.

Cuando la clase llegó a su fin, una de las ellas, Diana, me pregunta por quée era tan necesaria una religión organizada. ¿Por quée no es suficiente con sentir a Di-s en nuestros corazones? ?Para qué son ineludibles los preceptos de hacer y de no hacer que posee el judaísmo?

 Pensé por un instante. De pronto, se me ocurrió una interesante analogía.

Relaté a las mujeres acerca de los acontecimientos de esa tarde, previos a mi llegada a la clase. Les pregunté si creían que era justificado que me enojara por la compra que había realizado mi esposo.

Debido a la confraternidad que existe entre mujeres, estaba segura de la respuesta que me darían. Por supuesto, creían que semejante conducta era totalmente inapropiada.

 Pero, ¿por quée? pregunté. ¿Qué tiene de malo que le haya hecho algo que suponía me gustara?

Le dijiste que necesitabas que él estuviera en casa en horario y el lo desestimó totalmente. Estaba tan inmerso en su propio entendimiento que no podía ver tu perspectiva, tu necesidad de llegar a tiempo.

Diana declamaba el mismo tipo de respuesta que las deméas.

 Es cierto, pero el llegó tarde porque me compras un regalo. ¿No prueba eso su amor? . 

Yo jugaba el rol del abogado del diablo.

Diana insistía. Es verdad, el deseaba de complacerte. Pero en sus términos, no en los tuyos. El estaba relegando tu necesidad y deseo explíicito, para hacer algo que él imaginaba que te encantaría. Creo que de esto se trata la Torá dije. Di-s nos dice Sus terminos,- lo que El necesita de nuestra relación. Por supuesto que podemos obviar sus deseos, y hacer algo maravilloso y benevolente. Incluso podemos tenerlo a el en mente.

 Pero, ¿no es que finalmente estamos actuando en nuestros propios términos, sin tomarlo en cuenta los de el? No siempre entenderemos Ssus necesidades o pedidos. Pero la Toráa es la comunicación explíicita de Di-s con nosotros, diciéndonos: que es lo que Yo necesito, que es realmente importante para mi. Esto es lo que puedes hacer para tener una relación conmigo. Quizás tu no lo comprendas. A veces entenderás, otras no, pero esto es lo que Yo deseo que hagas.

Cuando regresé a casa esa noche, las rosas estaban colocadas en un jarrón de cristal en la mesa de la cocina. A su lado había una pequeña nota.

Era un sincero pedido de disculpas.

Supongo que, incluso los maridos, a veces las obtienen.

 

Chana Weisberg

¿Di-s es femenino o masculino?

¿Por qué Di-s siempre es referido en sexo masculino? Lo llamamos Nuestro Padre, nuestro Rey, y siempre es “Él”. Obviamente Di-s no es un hombre. ¿Por qué el judaísmo perpetúa esta dominancia masculina patriarca?

De hecho, Di-s trasciende todo género. Siendo la fuente de toda vida, Di-s alberga tanto género masculino como femenino. Esto está reflejado en nuestras plegarias. A veces llamamos a Di-s en aspecto femenino, y a veces en su aspecto masculino. Depende del contexto.

De hecho, nos referimos a Di-s en femenino en una de las plegarias más populares: “Lejá Dodi”. Cada viernes a la noche, recibimos a la “Novia Shabat”, y a la “Reina Shabat”. ¿Quién es esta novia real? Es la Shejiná, la Divina Presencia femenina que desciende en este día de descanso. ¿Por qué Di-s es femenino en esta plegaria, mientras que en la mayoría de las plegarias es masculino?

Para responder a esto, analicemos una básica referencia entre masculino y femenino. Conozcamos a Brenda y Mike.

Mike llega a casa luego de un estresante día de trabajo. Brenda percibe su mal humor.

Brenda: ¿Qué sucede Mike? ¿Está todo bien?

Mike: ¿Eh?

Brenda: ¿Qué te está molestando?

Mike: Nada

Brenda (ofendida): ¿A qué te refieres con nada? Yo veo que hay algo malo. ¿No te importo lo suficiente como para compartir tus sentimientos?

Mike: ?????

Brenda se ha olvidado que los hombres sólo comparten sus problemas cuando piensan que puedes ayudarlos a encontrar una solución. De lo contrario, ¿Para qué cargar a otro con sus problemas? Siendo que Mike siente que sus temas en el trabajo no le conciernen a Brenda, se los guarda para él mismo. Ella no le puede aconsejar, así que él intenta solucionarlo por sus propios medios. Mientras tanto, ella se siente abandonada y no involucrada, porque las mujeres comparten sus problemas no para encontrar una solución, sino sólo para compartirlos y sentirse acogidas y amadas. Ella no planeaba aconsejarle nada, sólo quería estar allí para él. Pero los hombres no entienden eso.

Ahora, demos vuelta las cartas. Otro día, Brenda llega a casa del trabajo, y antes de que Mike le diga algo ella le dice:

Brenda: He tenido un día tan estresante. Mi jefe es un animal. No puede parar de presionarme sin importarle lo que hago. Y no puedo soportar su condescendiente actitud.

MIke: Te he dicho un millón de veces que debes dejar el trabajo. ¿Por qué sigues yendo?

Brenda (frustrada): No te he pedido un consejo sobre mi carrera, te estoy contando sobre mi día. Estoy muy contenta con mi trabajo.

Mike: ?????

Lo que Mike no entiende es que las mujeres lidian con sus problemas de forma diferente a los hombres. Brenda no buscaba un consejo, ella buscaba comprensión. Todo lo que Mike tenía que hacer era escucharla con mirada comprensiva y emitir el tan tranquilizante sonido de “mmmmm”. Esta es la manera femenina de lidiar con un problema: compartirlo con alguien que le importe, y ellos al escuchar, harán que ella no se sienta mal. A los hombres les gusta aconsejar, pero las mujeres solo quieren compartir sus frustraciones para luego sentirse mejor, incluso si no cambia nada.

Esto es por supuesto una generalización. Pero es muy cierto. Para un hombre, un problema precisa una solución. Para una mujer, un problema precisa ser compartido. Los hombres intentan cambiar los hechos. Las mujeres intentan cambiar los sentimientos. Los hombres intentan mejorar la situación. Las mujeres intentan sentirse mejor con las cosas de la manera que son.

Ahora veamos a Di-s. Di-s tiene modos de expresión femenina y masculina, porque Di-s es la fuente de ambos. Di-s puede ser el solucionador masculino de los problemas, o el tranquilizador femenino de las almas turbadas. En la plegaria, nos dirigimos a ambos. Depende de la circunstancia. A veces queremos una respuesta masculina de Di-s, y a veces precisamos un acercamiento femenino.

Generalmente rezamos porque hay un problema que tiene que solucionarse. Alguien está enfermo y precisa una curación, alguien está deprimido y precisa que se lo “levante”, hay gente hambrienta que precisa que se la alimente, y el mundo está lleno de dolor y oscuridad y precisa cambiarse. Sería desubicado dirigirse al lado femenino de Di-s con estos pedidos. No queremos sentirnos mejor sobre la pobreza, queremos acabarla. No queremos llegar a un trato con la enfermedad; queremos una cura. Así que le rezamos a “Nuestro Padre, nuestro Rey”, el aspecto masculino de la Divinidad. “Di-s, ¡soluciona el problema!”.

Pero hay veces que no buscamos un cambio en el mundo, sino una apreciación del mismo en un nivel más profundo. En Shabat, no queremos arreglar cosas. Desistimos de la agresiva misión de mejorar al mundo a través del trabajo y la creatividad, y disfrutamos de los placeres naturales que el mundo ya tiene: amistad, familia, espiritualidad. Más que cambiar la realidad, buscamos nutrir su belleza innata.

Así que en la noche del viernes, recibimos a la Divina Presencia en la forma de “La Reina Shabat”, o la “Novia Shabat”. Es el aspecto femenino de la Divinidad que desciende en Shabat, no para resolver los problemas del mundo, sino para adentrarnos en la conciencia de que el mundo en el que vivimos ya es bello.



Simbolismo en una sinfonía

Hace algunas semanas asistí a un concierto, que por algún motivo me resultó sumamente aburrido. Para pasar el tiempo, me dediqué a observar a los integrantes de la orquesta. Uno de ellos llamó mi atención. Estaba sentado en medio del grupo y aparentaba no tener ningún instrumento. Finalmente tomó su triángulo, lo hizo sonar y tomó asiento nuevamente. Lo miré por el resto del concierto: su aparición se repitió solo una o dos veces más.

Este percusionista, ¿era menos que los otros miembros de la orquesta?. No. Pensé entonces en el compositor de la sinfonía, que escribió la partitura incluyendo a ése hombre en ella. Me di cuenta de que para él, este detalle no era de poca importancia, quizás era la esencia de toda la partitura, y los otros músicos estaban allí sólo para complementarlo. Y mientras yo, quizás, hubiera elegido dejar fuera esta parte, esa omisión hubiese significado para el compositor la destrucción de la calidad y el sentido de la pieza que compuso.

Me percaté de haber descubierto en esta escena un concepto de suma importancia en la Divina Providencia (Hashgajá Pratit). Muchas veces pensamos que ese hombre o mujer que hace más “ruido”, que es el más visible, es el que tiene “el rol protagónico en la vida”. La persona puede pensar que en su rutina no está haciendo “nada interesante”.

Pero ese es exactamente el rol que Hashem, El Compositor, escribió para ella en este mundo y si abandona este papel y toma otro, Su sinfonía estaría incompleta.

El percusionista del concierto no se sentía ningún tonto levantándose una y otra vez, golpeando su instrumento. Por el contrario, comprendía su importancia. Estaba convencido de que representaba su rol con la mayor habilidad posible, llevando a cabo la intención del compositor de darle armonía y belleza a la partitura.

Cada uno de nosotros es un “percusionista”, debiendo llevar a cabo nuestra misión en este mundo como iehudim con el mayor compromiso hacia la Torá, que es La Partitura de Di-s.

Cuando comenté mis conclusiones a una amiga, luego del concierto, se sintió impactada por el análisis y dijo: “ Ya ves, la sinfonía no fue una pérdida de tiempo, después de todo, puedes utilizar este argumento en alguna charla o artículo que escribas…”. Eso fue lo que hice.

Fray Kranz, del Neshei Newsletter. 

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Contra todo pronóstico 

Durante mucho tiempo el gobierno soviético estuvo escrutando los movimientos de Rabi Levi Itzjak Schneerson, Rabino Principal de la ciudad de Yekaterinoslav y padre del Lubavitcher Rebe. No obstante, hasta el momento no había tenido éxito.

Llegó el día en que Rabí Levi Itzjak fue invitado a comparecer ante la Corte. Los cargos en su contra consistían en dirigir actividades judías en su casa. Esto estaba contra la ley, y si se le encontraba culpable, el castigo sería severo.

La aprehensión del Rab creció cuando vio a los dos testigos. El primero era el Conserje del edificio en que él vivía, un judío comunista acérrimo. Rabí Levi Itzjak supo que este testigo era de mucho peso.

El otro era su vecina de al lado, una mujer cuyo marido estaba a la cabeza del Partido comunista regional. Y los eventos recientes le habían dado más razones para cuidarse.

No hacía mucho, una joven pareja judía, ambos de alta clasificación jerárquica de empleos gubernamentales, había aparecido repentinamente en su departamento en medio de la noche, pidiendo que los case “según la Ley de Moisés e Israel”.

Era una proposición peligrosa: No sólo por el hecho de que el Rab no los conocía personal‐ mente, sino porque para llevar a cabo una ceremonia judía bajo una jupá, tendrían que ser

encontrados diez hombres judíos (un minián). En un corto tiempo, se congregaron nueve judíos en la casa del Rabino. ¿Dónde localizarían un décimo? Sin otra opción el Rab tomó la decisión de pedirle al Conserje del edificio que participara. “¡¿Yo?!”

El hombre saltó como si hubiera sido mordido por una serpiente. “Sí, usted”, Rabí Levi Itzjak contestó. Sorprendentemente, el Conserje estuvo de acuerdo, y la boda clandestina fue realizada.

El segundo testigo también había estado recientemente envuelto en una actividad que podía implicarlo.

Cierta vez, un mensajero confidencial vino a la casa del Rab y le informó que al día siguiente, el marido de la mujer, el comunista de alto rango jerárquico, realizaría un viaje de negocios desde la mañana hasta la noche.

La razón real de su ausencia, sin embargo, era permitirle al Rab realizar el Brit Milá (circuncisión) de su hijo recién nacido.

Rabí Levi Itzjak no sabía si se trataba de una trampa. Pero al día siguiente, el infante ingresó en el Pacto de Abraham. Esa tarde, el padre del bebé volvió a casa y armó un escándalo por el “terrible” acto que se hizo sin su conocimiento.

La tensión era grande. El Conserje fue el primero en testificar: “Como todos ustedes saben”, empezó, “sé perfectamente quienes entran y salen del apartamento del Rabino Schneerson.

Los únicos visitantes extraños que he notado son dos viejos parientes que de vez en cuando vienen a visitar”

Ahora era el turno del segundo testigo. “Como vecina del Rabino Schneerson” la mujer testificó, “siempre esperé que como líder espiritual, intentara establecer contacto con los miembros de su fe.

Me sorprendo pues nunca he notado ninguna actividad ilegal durante todo el tiempo que ha vivido en la puerta próxima a mí.”

Rabí Levi Itzjak Schneerson salió indemne en esta ocasión. Pero la evidencia contra él se continuó amontonando hasta que en 1940, fue declarado “enemigo de las personas” y se lo desterró a Asia Central.

Luego de mucho sufrimiento devolvió su alma al Creador, el 20 de Menajem Av de 5704 (1944), sea su memoria para bendición.