¿Por qué un etrog italiano?

De las cuatro especies de plantas que tenemos una mitzvá de tomar juntos en Sucot, el Lulav (hoja de palma), Etrog (cidra), Hadas (mirto) y
Aravá (sauce), se destaca el Etrog. Es el más hermoso de los cuatro y el más caro.
Los árboles de cidra son pequeños y delicados, y solo crecen en climas cálidos.
Aunque uno puede obtener un Etrog kasher de varios países, muchos, incluido Jabad, prefieren los que se cultivan en la
costa sur de Italia en la región de Calabria.
También se denominan “Etroguim de Yanover”, ya que “Yanova” en idish significa Génova,
la ciudad portuaria del norte de Italia desde donde se envían estos Etroguim a otras partes de Europa.

¿Por qué estos son tan apreciados?
De acuerdo con la ley judía, un Etrog “kasher” que se usa para la mitzvá no puede haber crecido en una rama de Etrog que haya sido injertada en otra especie.
Dado que el árbol de cidra es muy delicado y débil, a menudo se injerta con el portainjertos de otro árbol de cítricos, lo que le permite sobrevivir en un entorno más duro.
El producto de este injerto es genéticamente indistinguible del Etrog no injertado. Por agradables que parezcan estas frutas, no son aptas para ser utilizadas para la mitzvá.

Por esta razón, solo usamos Etrog que proviene de árboles que tienen un pedigrí establecido. De hecho, Rabi Moshé Sofer
opinaba que un Etrog es similar a un pájaro kasher en el sentido de que solo usamos uno que tiene una fuerte tradición de ser una especie kasher.

Dado que desde hace más de 1.000 años nuestros antepasados usaban los Etroguim de Calabria, con la tradición de que no se injertaban, nosotros también los usamos.
(Después de la Segunda Guerra Mundial, algunos granjeros calabreses comenzaron a injertar sus árboles. Como precaución, el Rebe de Lubavitch ordenó que se supervisaran los huertos de Etrog para que no se realizaran injertos y, además, que hubiera al menos dos supervisores disponibles en todo momento durante la cosecha, asegurándose de que el Etrog recolectado y enviado provenga únicamente de estos árboles sin injertar).

Etrog de Moshé
Muchos escriben sobre una tradición que se remonta a los días de Rabi Shlomo Itzjaki, conocido como Rashi (1040‐1105),
y los Baalei Tosafot, quienes usaron específicamente Etroguim de Calabria.
Pero esta tradición se remonta aún más atrás. Rabi Shneur Zalman de Liadi enseñó que cuando Di‐s le dijo a Moshé
que los judíos debían tomar un Etrog en Sucot, estaban en el desierto, donde no crecía ningún Etrog.
Entonces Moshé envió mensajeros a través de las Nubes de Gloria para reunir los Etroguim de Calabria.

El bebé del Etrog

Cierta vez vivía en una pequeña aldea un santo Rabí. Por supuesto, se cuidaba de observar todas las mitzvot de la mejor manera posible, y en cada uno de sus detalles. 

Pero amaba especialmente la mitzvá de las “Cuatro Especies”, pues ésta era una mitzvá que no podía cumplirse en todo el año y sólo venía junto con la festividad de Sucot. ¡Cuántos pensamientos y símbolos elevados estaban ligados a esta mitzva! No es de extrañar, entonces, que el Rabí no escatimara dinero para obtener el más perfecto Etrog posible.

Varias semanas antes de que llegara Sucot, el Rabí enviaba un mensajero especial para que le comprara un Etrog perfecto. El mensajero viajaba a la ciudad grande más cercana, y si era necesario, a ciudades más lejanas, examinaba todos los etroguím que estaban a la venta, y elegía luego el más hermoso y perfecto sin fijarse en el precio. Nunca antes había sucedido que el mensajero regresara sin un Etrog perfecto.

Pero estaba vez sí sucedió, y el Rabí estaba profundamente apenado. El mensajero le contó que había viajado por muchas ciudades, y había examinado numerosos Etroguím, pero no había encontrado uno que se ajustara a los requerimientos del Rabí. Probablemente ese había sido un mal año para la plantación de Etroguím, pues la mayoría de ellos tenía manchas y otros defectos y no tuvo otra alternativa que rechazarlos.

En la pequeña aldea todos estaban tristes por esta contrariedad, pues amaban mucho a su Rabí. Además, sabían que si el Rabí no tenía un Etrog para Sucot, también ellos se verían privados de la oportunidad de recitar la bendición sobre las Cuatro Especies, porque generalmente el Etrog del Rabí era el único en esta pequeña y pobre comunidad. Repentinamente pareció haber un rayo de esperanza. Un viajante que pasaba por la pequeña aldea, al escuchar de la preocupación del Rabí, contó a la gente que en cierta aldea lejana, próxima a la frontera, había un judío acaudalado que tenía el Etrog más hermoso y perfecto.

Dos de los amigos más cercanos al Rabí no perdieron tiempo. Alquilaron un caballo y una carreta y partieron hacia aquella aldea, próxima a la frontera. Cinco días después arribaron allí y se dirigieron de inmediato a la casa del judío rico que tenía un Etrog perfecto. Pidieron al dueño del Etrog que se los mostrara, cosa que éste hizo orgulloso. Extrajo su caja de plata, desenvolvió el algodón blanco y puro que lo protegía, y allí, ante sus ojos, tenían un Etrog de extraordinaria belleza y perfección.

“Exactamente el Etrog que buscamos para nuestro reverenciado Rabí”, dijeron los dos mensajeros. Extrajeron todo el dinero que traían consigo y lo pusieron sobre la mesa.

“No hay dinero en el mundo con el que se me pueda comprar este Etrog”, dijo el dueño. “Yo también soy judío y amo la mitzvá del Etrog. Lo siento amigos, el Etrog no está en venta”.

Los dos mensajeros comenzaron a implorar al hombre que les vendiera el Etrog. Le dijeron que seguro podría obtener otro y, aunque no fuera tan perfecto, sería lo suficientemente bueno como para recitar sobre él la bendición; su santo Rabí, por otro lado, sufría enorme pena al no tener un Etrog, y tampoco la comunidad tendría uno.

El dueño se lamentó, pero no cedió. “Es la primera vez en mi vida que he sido afortunado comopara conseguir un Etrog tan perfecto y no me separaré de él. Prueben suerte en otra parte”.

Profundamente decepcionados, los dos mensajeros le desearon un feliz Año Nuevo y un feliz Iom Tov, y se dieron vuelta dispuestos a irse.

“¡Esperen!”, los volvió a llamar el hombre. “Hay una condición que podría hacerme cambiar de opinión. Hasta daría con gusto el Etrog como regalo al santo Rabí, de cumplirse la condición”.

“¿Cuál es la condición”, preguntaron esperanzados.

“Di-s me ha bendecido con una buena esposa y con riquezas, pero nos ha negado la bendición de un hijo. Ni mi mujer ni yo somos jóvenes. Daré este Etrog como regalo al Rabí si él bendice a mi mujer y a mí para que tengamos nuestro propio hijo el año que viene en esta época. Pero deben saber que este regalo está sujeto al cumplimiento de esta condición. De otra manera se considerará como si hubiera sido obtenido por engaño. En ese caso, el Rabí estaría pronunciando la bendición sobre un Etrog robado, y no habrá cumplido, Di-s libre, la mitzvá”.

Los rostros de los dos mensajeros se ensombrecieron, y sus esperanzas se esfumaron. ¿Cómo podrían ellos aceptar el Etrog bajo semejante condición? Intentaron convencer una vez más al hombre para que les vendiera el Etrog y que depositara su confianza en que Di-s lo recompensaría según los deseos de su corazón. Pero el hombre no estaba dispuesto a cambiar de idea. “Tómenlo o déjenlo. Yo cederé mi Etrog únicamente bajo esa condición”.

Luego de discutir la cuestión entre sí unos minutos, los mensajeros decidieron aceptar el Etrog según la condición del hombre, y se apuraron a regresar a casa tan rápido como pudieron.

Cuando estuvieron frente a su amado Rabí, le informaron jubilosos que habían traído un Etrog. Cuando el Rabí lo vio, brillando como oro en su envoltura de algodón blanco, su rostro se encendió, dispuesto a bailar de alegría.

“Pero…”, los mensajeros comenzaron a balbucear.

“¿Pero qué?”, preguntó el Rabí.

“Junto con este Etrog va una condición”, y le contaron de qué se trataba.

Por un momento el brillo desapareció del rostro del Rabí y se lo veía muy serio, sumido en sus pensamientos. Luego dijo: “Sólo puedo dejar la cuestión en las manos de Di-s; bendeciré al hombre y a su mujer, tal como ha pedido, y que el Altísimo haga según Su voluntad”.

El rostro del Rabí volvió a encenderse una vez más con alegría interior, en tanto acariciaba el Etrog y admiraba su belleza y perfección. Esperaba ansioso que llegara Sucot, cuando podría cumplir la gran mitzvá de recitar la bendición sobre el Etrog.

Pasó casi un año, y poco antes de Sucot llegó un mensaje de parte del acaudalado judío de la lejana ciudad próxima a la frontera, informando que la bendición del Rabí se había cumplido y que habían tenido un varón. Junto con el mensaje había un hermoso y perfecto Etrog como regalo para el Rabí, esta vez sin ninguna condición.

Año tras año el acaudalado hombre enviaba al santo Rabí un hermoso Etrog antes de Sucot. Un año, el Etrog fue traído por un elegante joven.

“Yo soy el ‘bebé del Etrog’ “, se presentó el joven. “Mi nombre es Moshé, y mi padre me envió a que estudie Torá bajo su tutela”.

Moshé o, como lo llamaba la gente, “Moshé Etrog”, estudió Torá con entusiasmo, y observaba todas las mitzvot con alegría. Pero, por encima de todo, apreciaba la mitzvá del Etrog, que observaba con especial alegría e inspiración.

El día que fui ángel

La tradición nos dice que los ángeles nos visitan en la Sucá, y cada año pienso que una vez, hace más de 20 años, fui un ángel.
La memoria no es perfecta, pero el siguiente es mi relato de ese encuentro de hace mucho tiempo.
Era una mañana gris y nublada de Chicago y yo estaba como un soldado a cargo de la Sucá pública que habíamos
instalado afuera de una tienda de bagels local.

Cuando pasaba un cliente, les ofrecía realizar la bendción sobre el Lulav y el Etrog y tal vez disfrutar de su comida bajo la Sucá.
Parecía apresurada cuando pasó junto a mí, como si no me viera o al inusual “ramo” que sostenía en mis brazos.
No importa, me consolé, ella no era la primera y no sería la última.

Unos minutos después, salió con un vaso de papel humeante y una pequeña bolsa marrón. Redujo la velocidad
y se acercó pensativa.
“Rabino, ¿puedo hacerle una pregunta?”
“Seguro”, dije.
“¿Qué tal una pregunta inusual?”
“No hay problema”, respondí.
Trabajaba varias horas al día respondiendo consultas en la página web de Jabad y le aseguré que no hay pregunta prohibida.
“¿Qué sabes sobre el Malaj‐ ángel‐ Mijael? ¿Es una pregunta inusual? “
Podría decirle que el ángel Mijael es uno de pocos arcángeles mencionados por su nombre en las Escrituras, es
el defensor del pueblo judío y está asociado con la buena inclinación, la bondad y el agua.
“¿Es algo habitual que un rabino hable de él en un sermón?” ‐inquirió la mujer, con un toque de urgencia en su
voz.
“No creo que sea lo más usual, pero tampoco es lo más inusual”, respondí, sin estar seguro de lo que la mujer quería escuchar. “¿Por qué? ¿Dónde escuchaste a un rabino hablar en un sermón del ángel Mijael?
Todo su relato se desató como un torrente de pensamientos dando vueltas en una mente torturada por el dolor.

Ella estuvo en un Bar Mitzvá en Boston. El rabino de Jabad que ofició, habló de la tradición jasídica que dice que en la mañana de Simjat Torá, el ángel Mijael y su equipo de ángeles “limpian” el cielo, que está lleno de suelas gastadas y cordones de los zapatos rotos de judíos que bailaron con entusiasmo la noche anterior.
“Mientras el rabino contaba la historia, me miraba directamente, aunque no tenía idea de quién era yo”,
continuó.
“Luego dijo: ‘El mensaje de ángel Mijael es que no hay nada más importante que ser felices, celebrar, bailar y regocijarnos en la vida que se nos ha dado’”.
“Lo que el rabino no sabía”, confió, “es que mi único hijo, Mijael, murió en un accidente a principios de este año.
Cuando dijo que ángel Mijael nos estaba diciendo que siguiéramos bailando, entendí que me estaba transmitiendo un mensaje de mi ‘ángel Mijael’: Es hora de que comience a vivir de nuevo, de encontrar la manera de ser feliz y hacer las paces con la vida que tengo.
“Me fui a casa y decidí ingresar a terapia para procesar el terrible dolor que estaba experimentando. Hoy es mi primera sesión y estoy en camino. Cuando pasé por la tienda de bagels, sentí que aún no estaba lista.

Así que me detuve aquí aunque normalmente no como kasher, para tomar una taza de café y darme unos minutos más.
“Entonces te reconocí, también un rabino de Jabad, ofreciéndome la oportunidad de hacer una mitzvá.
Debes haber sido enviado aquí por mi “ángel Mijael” diciéndome que estoy en el camino correcto.
“Estoy lista para empezar a vivir de nuevo”.

¿Qué es Rosh Hashaná?

¿Qué es Rosh Hashaná?

El año nuevo judío

Qué:

Rosh Hashaná es el cumpleaños del universo, el día en que Dios creó a Adán y Eva , y se celebra como la cabeza del año judío.

Cuándo:

Rosh Hashaná se celebra los dos primeros días del año nuevo judío, 1 y 2 de Tishrei , comenzando al atardecer en la víspera del 1 de Tishrei . 

Cómo:

Rosh Hashaná se celebra con el encendido de velas por las noches, comidas festivas con dulces manjares durante la noche y el día, servicios de oración que incluyen el sonido del cuerno de carnero ( shofar ) en ambas mañanas y la abstención de realizar trabajos creativos.

El Año Nuevo judío, Rosh Hashaná, en realidad significa “Cabeza del Año”.

Así como la cabeza controla el cuerpo, nuestras acciones en Rosh Hashaná tienen un tremendo impacto en el resto del año.

Como leemos en las oraciones de Rosh Hashaná, cada año en este día “todos los habitantes del mundo pasan ante Di-s como un rebaño de ovejas”, y se decreta en la corte celestial “quién vivirá y quién morirá… quién se empobrecerá y quién se enriquecerá; quién caerá y quién se levantará”.

Es un día de oración, un momento para pedirle al Todopoderoso que nos conceda un año de paz, prosperidad y bendiciones. Pero también es un día de alegría en el que proclamamos a Di-s Rey del Universo. Los cabalistas enseñan que la existencia continua del universo depende del deseo de Di-s de un mundo , un deseo que se renueva cuando aceptamos nuevamente Su reinado cada año en Rosh Hashaná.

¿Cómo se llama?


● El nombre más común para esta festividad es Rosh Hashaná , el nombre utilizado en el tratado homónimo del Talmud dedicado a la festividad.

● La Torá se refiere a este día como Yom Teruah (Día del Toque del Shofar ). 

● En nuestras oraciones, a menudo lo llamamos Iom Hazikaron (Día del Recuerdo) y Iom Hadin (Día del Juicio) ya que este es el día en que Di-s recuerda todas Sus creaciones y determina su destino para el año siguiente.

● Junto con Iom Kipur (que sigue 10 días después), es parte de los Iamim Nora’im (Días de Reverencia o Altas Fiestas).

Primera prioridad: escuchar el shofar
 

La celebración central de Rosh Hashaná es el sonido del shofar, el cuerno de carnero, en ambos días de la festividad (excepto si el primer día es Shabat, en cuyo caso tocamos el shofar solo el segundo día).

 

Los primeros 30 toques del shofar se hacen sonar después de la lectura de la Torá durante los servicios matutinos, y se hacen sonar hasta 70 más durante (e inmediatamente después) del servicio de Musaf, sumando hasta 100 toques en el transcurso de los servicios matutinos de Rosh Hashaná (algunas comunidades también hacen sonar otra ronda de 30 toques después de los servicios). Para alguien que no puede ir a la sinagoga, el shofar puede sonar el resto del día. Si no puede salir de su casa, comuníquese con el centro de Chabad más cercano para ver cómo organizar una “visita a domicilio.

El sonido del shofar contiene una serie de tres tipos de toques:

Tekiah , un toque largo similar a un sollozo; shevarim , una serie de tres gemidos cortos; y teruah , al menos nueve ráfagas penetrantes y entrecortadas. El sonido del shofar representa el toque de trompeta que se hace sonar en la coronación de un rey. Su grito lastimero también sirve como un llamado al arrepentimiento. El shofar en sí mismo recuerda la Atadura de Isaac, un evento que ocurrió en Rosh Hashaná en el que un carnero tomó el lugar de Isaac como ofrenda a Di-s.

Otras celebraciones de Rosh Hashaná

Saludos:

En la primera noche de Rosh Hashaná, deséale a un hombre: “ Leshaná tová tikátev veticátem”; para una mujer: “ Leshaná tová tikátevé veticáteme” (“Que seas inscrita y sellada para un buen año”). En otras ocasiones, deséale “ Gemar chatimah tová ” (“Una buena inscripción y sellado [en el Libro de la Vida]”). 

Velas:

Como en todas las festividades judías importantes, las mujeres y las niñas encienden velas cada noche de Rosh Hashaná y recitan las bendiciones correspondientes . En la segunda noche, asegúrate de usar una llama existente y piensa en una fruta nueva que comerás (o prenda que llevarás puesta) mientras dices la bendición Shehechiyanu . 

Tashlij:

En la primera tarde de Rosh Hashaná (siempre que no sea Shabat ), es costumbre ir a un cuerpo de agua (océano, río, estanque, etc.) y realizar la ceremonia de Tashlich , en la que arrojamos ceremonialmente nuestros pecados al agua. Con esta tradición estamos evocando simbólicamente el versículo: “Y arrojarás sus pecados a las profundidades del mar”. La breve oración para este servicio se puede encontrar en su majzor .

Oraciones de Rosh Hashaná
Gran parte del día se pasa en la sinagoga, donde rezamos para que Di-s conceda a todas sus creaciones un dulce año nuevo. Las oraciones de la tarde y de la noche son similares a las que se dicen en un día festivo normal. Sin embargo, los servicios de la mañana son significativamente más largos.

 

 

 

El libro de oraciones de la festividad, llamado Majzor , contiene todas las oraciones y lecturas de la Torá para todo el día. El añadido más significativo es la ceremonia del toque del shofar . Sin embargo, también hay otros elementos importantes del servicio de oración que son exclusivos de Rosh Hashaná.

La Torá se lee en ambas mañanas de Rosh Hashaná.

El primer día, leemos sobre el nacimiento de Isaac y el posterior destierro de Agar e Ismael. Apropiadamente, la lectura es seguida por una lectura de la haftará sobre el nacimiento del profeta Samuel.  Ambas lecturas contienen el tema de las oraciones por los hijos que son respondidas, y ambos nacimientos tuvieron lugar en Rosh Hashaná.

En la segunda mañana, leemos acerca del sacrificio que Abraham hizo de su hijo Isaac. Como se mencionó anteriormente, el sonido del shofar evoca al carnero, que ocupa un lugar destacado en esta historia como una poderosa muestra de la devoción de Abraham a Di-s que ha caracterizado a Sus hijos desde entonces. La haftará habla del amor eterno de Di-s por Su pueblo.

La repetición de la Amidá (Oración en Silencio) por parte del cantor está salpicada de piyutim, oraciones poéticas que expresan nuestros deseos para el año y otros temas del día. Para ciertas selecciones, las que se consideran especialmente poderosas, se abre el arca. Muchas de estas adiciones están pensadas para ser dichas en respuesta, como un esfuerzo conjunto entre el líder de la oración y la congregación.

Incluso sin los piyutim adicionales , la oración de Musaf de Rosh Hashaná es significativamente más larga que el resto del año. Esto se debe a que su única bendición intermedia se divide en tres bendiciones adicionales, cada una de las cuales se centra en otro de los temas principales de la festividad: la realeza de Di-s, nuestro deseo de que Él nos “recuerde” para bien y el shofar . Cada bendición contiene un collage de versículos bíblicos que expresan su tema, y luego es seguida por una ronda de toques de shofar .

Fiesta de Rosh Hashaná

 

Comemos comidas festivas todas las noches y todos los días de la festividad. Como en todas las demás comidas festivas, comenzamos recitando el kidush sobre el vino y luego decimos la bendición sobre el pan. Pero hay algunas diferencias importantes:

a. El pan (que tradicionalmente se hornea en panes jalá redondos y a menudo se espolvorea con pasas) se moja en miel en lugar de sal, expresando nuestro deseo de un año dulce. Lo hacemos en Rosh Hashaná, Shabat Shuvá (el Shabat anterior a Iom Kipur ), en la comida previa a Iom Kipur y durante Sucot .


b. Siguiendo con el tema dulce, es tradicional comenzar la cena de la primera noche con rodajas de manzana bañadas en miel . Antes de comer la manzana, hacemos la bendición ha’eitz y luego decimos: “Que sea Tu voluntad renovarnos un año bueno y dulce”.
c. Mucha gente come partes de la cabeza de un pescado o de un carnero, expresando el deseo de que “seamos cabeza y no cola”.


d. En muchas comunidades se comen otros alimentos tradicionales, cada uno de los cuales simboliza un deseo para el año entrante. Muchos comen granadas , expresando el deseo de que “nuestros méritos sean muchos como las [semillas de la] granada”. Otro alimento común son los tzimmes, un plato dulce a base de zanahoria que se come por su nombre yiddish , merren , que significa tanto “zanahoria” como “aumento”, y que simboliza el deseo de un año de abundancia.


e. Es tradicional evitar los frutos secos, así como los alimentos picantes a base de vinagre, en particular el rábano picante que tradicionalmente se come con el pescado gefilte, ya que no queremos un año amargo.
f. En la segunda noche de la festividad no comemos manzanas, cabezas de pescado, granadas, etc. Sin embargo, antes de partir el pan (y mojarlo en miel), comemos una “fruta nueva”, algo que no hemos probado desde la última vez que estuvo en temporada. 

En muchas comunidades se comen otros alimentos tradicionales, cada uno de los cuales simboliza un deseo para el año entrante. Muchos comen granadas , expresando el deseo de que “nuestros méritos sean muchos como las [semillas de la] granada”. Otro alimento común son los tzimmes, un plato dulce a base de zanahoria que se come por su nombre yiddish , merren , que significa tanto “zanahoria” como “aumento”, y que simboliza el deseo de un año de abundancia.

f. En la segunda noche de la festividad no comemos manzanas, cabezas de pescado, granadas, etc. Sin embargo, antes de partir el pan (y mojarlo en miel), comemos una “fruta nueva”, algo que no hemos probado desde la última vez que estuvo en temporada. (Lea esta entrada del blog para conocer el motivo de la fruta nueva y de los demás alimentos tradicionales).

Shabat Teshuvá.

Este Shabat se conoce con dos nombres: Shabat Shuvá y Shabat Teshuvá.

El nombre Shabat proviene de las palabras iniciales de la Haftará de esta semana: “Shuva Israel ‐ Regresa, oh Israel”.

El segundo nombre, Shabat Teshuvá, se deriva del hecho de que este Shabat cae en medio de Aseret Iemei Teshuvá, los Diez Días de Arrepentimiento. Este nombre también está asociado con la Haftará, ya que su tema central es el regreso a Di‐s.

Los dos nombres de este Shabat revelan una lección oportuna. La frase “Shuva ‐ Regreso” es gramaticalmente una orden. Di‐s nos ordena regresar a Él en arrepentimiento.

Teshuvá, por el contrario, es un sustantivo que denota la acción misma, el retorno real a Di‐s.

La palabra “Shuva” se relaciona más con Aquel que da la orden que con la persona a la que se dirige.

Implica una situación en la que la orden ya ha sido emitida, pero aún no ejecutada. La orden en sí imparte cierta fuerza, pero no garantiza que necesariamente se cumplirá en el futuro.

“Teshuvá”, por otro lado, implica que la acción ya se ha realizado, es decir, que la Teshuvá ya se ha realizado. Pero si ese fuera el caso, ¿por qué seguiríamos refiriéndonos a este Shabat como Shabat Teshuvá?

La respuesta es que el acto de Teshuvá consiste tanto en la orden de regresar a Di‐s como en su posterior implementación.
Shuvá nos enseña que incluso después de que un judío haya hecho teshuvá, todavía necesita trabajar en sí mismo.

No importa cuánta Teshuvá haya hecho una persona, siempre es posible elevarse más; de ahí la directiva: “Vuélvete, oh Israel, al Señor tu Di‐s”.
Así se entiende que siempre hay margen de mejora, para un nivel de Teshuvá aún más profundo e infinito, ya que Di‐s mismo es Infi nito y sin limitaciones.

Ésta, entonces, es la lección de Shabat Shuvá: un judío nunca debe contentarse con los logros espirituales que ya haya alcanzado.
Nunca debe pensar que, por haber trabajado en sí mismo durante toda una semana, ahora tiene derecho a “descansar” porque es Shabat.

¡No, hoy es Shabat Shuvá! Incluso después de haber hecho Teshuvá, se requiere más trabajo. Porque el servicio de Teshuvá es continuo y sin fin.

Adaptado de Hitvaaduiot 5744, Volumen

¿Por qué pasarse el día de Iom Kipur enfocándonos en nuestras imperfecciones?

PREGUNTA: ¿POR QUÉ PASARSE EL DÍA DE IOM KIPUR ENFOCANDO NUESTROS PECADOS,

FRACASOS E IMPERFECCIONES? ¿NO ES DEPRESIVO?

RESPUESTA:

Iom Kipur es la celebración de ser humanos. Y ser humano significa ser imperfecto. El fracaso humano es tan predecible, que Di-s ha puesto en el calendario un día anual de perdón. No es sólo una fiesta optativa para aquéllos que hayan pecado. Iom Kipur viene cada año para cada persona.

Es como si Hashem supiera que tropezamos. Que siempre existirán líos que tendremos que reparar. Di-s no se sorprende por nuestros fracasos y Él nos otorga un día de limpieza todos los años. Nunca se esperó de nosotros que seamos perfectos. Cada Iom Kipur recibimos una nota de Di-s que dice algo así:

“Yo sé que eres humano. Los humanos no son perfectos. Yo los hice de esa manera. Y sin embargo, los amo. De hecho, eso es por qué Yo los amo – porque ustedes no son perfectos. Yo ya tenía perfección antes de crearlos. Lo que Yo quiero de la creación es un mundo imperfecto que se esfuerza por mejorar, lleno de seres humanos que fallan, se levantan y salen adelante.

Siendo imperfectos pero, no obstante, perseverantes, ustedes han cumplido el propósito de su creación. Han logrado la única cosa que Yo no puedo hacer sin ustedes – traer al Di-s perfecto dentro de un mundo imperfecto. Gracias. Con Amor, Di-s”

Para todos nosotros, que no somos perfectos, Iom Kipur es nuestro día. En lugar de estar deprimidos por los fracasos, los celebramos.

Cada resbalón, cada esfuerzo fallido a mantener nuestra vocación, es otra oportunidad para crecer y mejorar.

Fallar en nuestra misión es parte de la misión. Iom Kipur es el día en que Di-s nos agradece que seamos humanos, y nosotros agradecemos a Di-s que no somos perfectos. Si lo fuéramos, no tendríamos nada que hacer.

La Historia Humana en su versión de 120 días

“Ven a ver lo que hace Di-s, Su temible trama a los hijos del hombre”

Salmos 66:5

El 7 de Sivan, Moshé subió a la montaña…

el 17 de Tamuz las Tablas fueron rotas.

El 18 quemó al Becerro de Oro y juzgó a los transgresores.

El 18 volvió a subir y durante cuarenta días rogó misericordia.

El 1 de Elul subió a recibir las Segundas Tablas, y estuvo allí durante cuarenta días.

El 10 de Tishrei, Di-s restauró Su buena voluntad con el pueblo judío, diciéndole a Moshé: “Yo los he perdonado como pediste”, y le entregó las Segundas Tablas.

Rashi, Éxodo 31:1 y 33:11

Una sola gota de agua, analizada en el laboratorio, revela las características de billones de sus hermanas; de hecho, te dirá lo suficiente sobre cada gota de cada océano de la tierra.

Lo mismo sucede con la historia. Por un lado, cada período es único, cada año, día y momento es diferente en contenido y en carácter. Y aún así, como generalmente reconocemos, la historia de cada individuo puede contar la historia de cientos, y los eventos de una sola generación invisten aquellos de una era entera.

Nosotros, que navegamos en la superficie terrenal del tiempo, lo conocemos como una sucesión de eventos y de experiencias. Atravesamos sus desiertos, y sus tierras, sus pasajes llanos y rocosos. Para nosotros, la naturaleza universal del momento yace enterrada debajo de su significado más inmediato; para nosotros, el momento rinde no la totalidad de la vida y de la historia, sino solo aquellos elementos específicos y facetas que inviste.

Pero también hay vistas de una naturaleza más inclusiva, paisajes de tal diversidad e impacto que son mini mundos virtuales por sí mismos. Hay momentos en el recorrido de un individuo o de personas en los que los momentos reflexivos salen a la luz, en los que una serie de eventos ofrecen una versión condensada de todo el universo del tiempo.

Uno de estos momentos fue un período de 120 días en los años 2448-9 desde la Creación. Los eventos de este período, experimentado por el pueblo judío poco después de su nacimiento como nación, fueron una especie de coreografía de la misma esencia de la historia humana, la base, el proceso, y la meta final de la vida en la tierra. Los 120 días desde el 6 de Sivan del año 2448, hasta el 10 de Tishrei de 2449 contenían todo: los que sustentan a la creación, la saga de la lucha humana, y el último triunfo que surge de las imperfecciones y las fallas del hombre.

Los Eventos

El 6 de Sivan del año 2448, todo el pueblo de Israel se reunió en el Monte Sinaí para recibir la Torá del Creador. Allí, experimentaron la revelación de Di-s y escucharon los Diez Mandamientos que encapsulan toda la Torá. A la mañana siguiente, Moshé ascendió a la montaña, en donde se reunió con Di-s durante cuarenta días y cuarenta noches y recibió la Torá.

Al final de los primeros cuarenta días de Moshé en el Monte Sinaí, Di-s le dio las dos Tablas de Piedra, una obra maestra de Di-s, en donde estaban inscriptos los Diez Mandamientos. Pero en el campamento, el pueblo judío ya estaba abandonando el nuevo pacto realizado con Di-s. Volviendo al paganismo de Egipto, hicieron un becerro de oro, y lo proclamaron como dios de Israel.

Di-s le dijo a Moshé: “Desciende, ya que tu pueblo, que has traído de la Tierra de Egipto, han sido corrompidos, se han desviado del camino que Yo les ordené…

Y Moshé bajó de la montaña, con las Dos Tablas del Testimonio en sus manos… y Cuando Moshé se acercó al campamento y vio al becerro y los bailes… tiró las Tablas de sus manos y las rompió al pie de la montaña.

Esto sucedió el 17 de Tamuz.

Moshé destruyó al ídolo y rehabilitó a la nación errante. Luego volvió al Sinaí durante cuarenta días otra vez más, para rogarle a Di-s que perdonara a Israel. Di-s consintió, y estuvo de acuerdo en proveer otro par de Tablas que reemplazaran aquellas que habían sido rotas por el pecado de Israel. Estas Tablas, sin embargo, no eran obra de Di-s, sino que eran construcción humana:

Y Di-s le dijo a Moshé: “Talla para ti dos tablas de piedra, como las primeras, y Yo inscribiré sobre ellas las palabras que estaban sobre las primeras tablas que has roto…Ven a la mañana a la montaña del Sinaí, y preséntate ante Mí en la cima”.

Moshé ascendió al Sinaí por tercera vez durante cuarenta días el 1 de Elul. Di-s ya había perdonado el pecado de Israel, y ahora una nueva y fuerte relación entre Él y Su pueblo se había creado. El 10 de Tishrei, recibimos nuestro segundo par de Diez Mandamientos, inscriptos por Di-s en las Tablas y tallados por la mano de Moshé.

Así, tenemos 3 veces un período de cuarenta días, y tres estados correspondientes de la Torá: Las Primeras Tablas, las Tablas Rotas, y las Segundas Tablas. Esto, ejemplifica la base de nuestra existencia, el desafío de la vida, y el último logro del hombre.

La Trama

Nuestros Sabios señalan que el primer versículo de la Torá “Bereshit Bará Elokim” (“En el principio Di-s creó los cielos y la tierra”), comienza con la letra Bet, la segunda letra del alfabeto hebreo. Esto es, para enseñarnos que hay un Alef que precede a la Bet de la existencia creada; la creación no es un fin por si misma, sino que sirve como un principio que precede en secuencia y en sustancia.

El Alef del pre Génesis, es el Alef de “Anojí Hashem Elokeja” (“Yo soy Hashem tu Di-s”), la primer letra de los Diez Mandamientos. La Torá es la pre concepción de Di-s sobre cómo debe ser la vida en la tierra; la base y la razón de ser de la creación es que nos desarrollemos nosotros y el ambiente a su forma ideal.

Pero Di-s quería más. Más que darnos cuenta de Su huella original en la existencia, más que el caer en el lugar en una perfección pre programada. Más que un mundo al estilo las Primeras Tablas que eran completamente obra de Di-s.

Una entidad creada, por definición, no tiene nada que realmente le pertenezca: todas las herramientas, potenciales y posibilidades que posee le han sido otorgadas por Di-s. Pero Di-s deseaba que la experiencia humana tenga una ganancia más allá de la que fue proyectada por Su investimento inicial en nosotros. Así que Nos creó con las vulnerabilidades de la condición humana.

Nos creó con la libertad de elección, y por ende, con el potencial de errar. Cuando actuamos de manera correcta y constructiva, nos estamos comportando de acuerdo a lo planeado y nos damos cuenta del potencial investido dentro de nosotros por nuestro Creador. Pero cuando optamos por actuar incorrectamente y destructivamente, entramos en un estado de ser que no es parte de lo planeado en la Torá, de hecho, es el antítesis de lo que la Torá describe. Aún así, este estado de ser es el “trampolín” de la teshuvá, la fuerza de levantarnos de las ruinas de nuestra caída a una nueva dimensión de perfección, una perfección que antes no podíamos ver.

Así es como los maestros jasídicos explican la creación de Di-s de la posibilidad de la maldad. Esto es “Su temible trama a los hijos del hombre”. El alma del hombre es una chispa de Divinidad, inherentemente y completamente buena; no susceptible a la corrupción. Todas las fallas humanas no son más que una trama, impuestas en contraste total a su naturaleza esencial.

Si las Primeras Tablas eran una visión Divina de la creación, las Tablas rotas son nuestro mundo familiar, conocido, un mundo que tolera la imperfección, la falla, incluso la maldad. Es un mundo en donde las Primeras Tablas han sido rotas, un mundo arrancado fuera de la sincronía de su inherente bien.

Las Tablas rotas son una trama artificial por el Autor, para que la existencia permita la posibilidad de unas Segundas Tablas. Cada falla, puede ser redireccionada como una fuerza positiva. Cada ruptura del alma perfecta de las Primeras Tablas es una oportunidad para el hombre de tallar para sí mismo un segundo juego, en el que el sello Divino está cincelado en las tablas de la iniciativa humana y de la creación. Un segundo juego que incluya todo un panorama de potenciales que estén más allá del alcance de las primeras, un juego completamente Divino.

Di-s le dijo a Moshé: No te angusties por las Primeras Tablas, que contenían solo los Diez Mandamientos. En las Segundas Tablas yo también te estoy dando la Halajá, el Midrash y la Agadá.

Si Israel no hubiera pecado con el becerro de oro, nuestros sabios concluyen, entonces hubieran recibido solo los Cinco Libros de Moshé y el libro de Yehoshua. Como dice el versículo: “Mucha sabiduría viene por medio de mucho dolor”.

Recordada y Promulgada

Estos 120 días han dejado un sello perdurable en nuestra experiencia del tiempo. Ya que el calendario Judío hace más que medir y marcar el tiempo; en las palabras del Libro de Ester: “Estos días son recordados y promulgados”. Las festividades y fechas conmemorativas que marcan nuestro recorrido anual a través del tiempo son oportunidades de volver a actuar los eventos y los logros que estamos recordando.

Cada Shavuot, otra vez experimentamos la revelación en el Sinaí y nuestra adquisición de la fundación de nuestras vidas. Cada año el 17 de Tamuz otra vez lidiamos con las caídas que caracterizan los eventos del día. El mes de Elul y los primeros diez días de Tishrei, corresponden a la tercera vuelta de 40 días de Moshé en el Monte Sinaí, como días de buena voluntad entre Di-s y el hombre, días en el que el Creador está mucho más accesible para todo el que Lo busca.

Y Iom Kipur, el día más sagrado y potente del año, marca el clímax de esta saga de 120 días. Desde el día en que Di-s dio las Segundas Tablas al pueblo de Israel, este día es un manantial de Teshuvá: la fuente de nuestra capacidad de reclamar las deficiencias del pasado como combustible para alcanzar alturas inimaginables.

La confesión del Rebe

El anochecer se acercaba. En pocos minutos comenzaría Iom Kipur, el día más sagrado del año. El gran salón de la Sinagoga estaba colmado de gente. Un silencio incorpóreo inundaba el lugar. Nadie parecía moverse. Los feligreses miraban al suelo, o al vacío, pareciendo más muertos que vivos, algo así como una extraña fotografía en gris y negro.

Corría el año 1945, justo después de la Segunda Guerra Mundial. El lugar: Un campo de refugiados en algún lugar de Alemania. Judíos recién salidos de los campos de concentración, se reunieron en una barraca- convertida en Sinagoga- para rezar.

El “Rabino” elegido unánimemente para esa única ocasión no era otro que el famoso Rebe de Kloisemburg, Rabi Iekutiel Iehuda Halbershtam. Su santidad y erudición eran incuestionables, pero lo más prodigioso era, que siguió reteniendo esas aptitudes luego de perder a su esposa y 11 hijos en manos de los Nazis.

La “congregación” estaba compuesta por todo tipo de judíos. Desde los ultra- ortodoxos, hasta aquellos que hasta ese momento no habían asistido nunca a una Sinagoga. Pero todos tenían algo en común. Ninguno de ellos podía comprender lo que habían pasado.

Lentamente, el oficiante comenzó a cantar y la congregación lo siguió. De hecho existía mucho llanto genuino contenido esa noche. Hasta que llegaron al párrafo de la confesión llamado “Al Jet” (“Por el pecado”) dónde pedimos perdón por los pecados que cometimos con nuestros ojos, nuestras manos, por el descaro, la crueldad y demás.

De pronto, uno de los congregantes se puso de pie y golpeó el piso con su pie. “¡No! Gritó. “¡No!”

Todos lo miraron. Uno o dos trataron de calmarlo. “¡No!” los miró y gritó.

“¿Qué? ¡¿Yo debo pedir perdón a Di-s por los pecados que realicé con mis manos y mis ojos?!

“¡Estos ojos vieron cómo fueron asesinados mis hijos! ¡Estas manos no tuvieron tiempo para pecar, debían trabajar para los malvados alemanes día y noche!”

“¿ Qué? ¿Fui descarado?. ¡No pude levantar mi cabeza por tres años! ¡¿Fui cruel?! ¡Di hasta el último pedazo de mi pan a gente que no conocía!

“¡No!. ¡No! Si alguien tiene que pedir perdón, es Di-s. ¡Di-s debe pedirnos perdón! Él dio a los Nazis ojos para ver y manos para torturar, descaro y crueldad para violar y matar. ¡Así que dejemos que Él nos pida perdón!”

La habitación quedó en silencio nuevamente, y todos los ojos llenos de lágrimas se dirigieron al Rebe de Kloisembug. ¿Qué dirá él?

Después de unos segundos de profundo silencio, el Rebe aclaró su voz y dijo:

“Tú… tienes… razón”

En ese instante todos estallaron en un incontrolable llanto. Hombres caían sobre sus rodillas, y otros ponían sus rostros entre sus manos y lloraban más y más.

Luego que el sollozo se aplacó, y reinó nuevamente la tranquilidad, el Rebe continuó con sus palabras.

“Pero quiero contarles por qué pediré perdón a Di-s hoy: En nuestro campo, los guardias acostumbraban a divertirse cada mañana con un juego sádico. Nos formaban en fila y elegían a cinco de nosotros. Estas desafortunadas almas eran forzadas a cargar una pesada cantidad de ladrillos y saltar a un empinado escalón frente a todos. Si un ladrillo caía, agregaban dos en su lugar, y si el prisionero mismo caía, era torturado lentamente hasta morir, ante nuestros ojos. Es verdad que el resto del día no era mejor. El frío era insoportable, nuestras ropas estaban infectadas de pulgas y apenas si recibíamos algún alimento. Todos estaban enfermos, y la gente moría cual moscas. Pero lo más humillante y terrible era la formación de la mañana.

Llegué al punto de que mi rezo en las noches, antes de dormir, era: ‘ Di-s Misericordioso, hazme morir mientras duermo. Por favor, que no despierte mañana en la mañana’

Y es por eso que deseo pedir perdón. Éste es el pecado que confieso este Iom Kipur. Nunca pensé que si rezaba, si ya iba a solicitarle algo a Di-s, debía pedirle que me redima. Olvidé que podía existir algo semejante a ser liberado…”

Después de unos minutos, la Plegaria continuó.

Por Rabí Tuvia Bolton, Ieshivá Or Hatmimim, Kfar Jabad, Israel.

Adentro de Ioná, adentro del pez

En Iom Kipur por la tarde, leemos el Libro de Jonás, conocido popularmente como “Maftir Ioná”, el cual se ha convertido en un codiciado honor en la Sinagoga.

Esta dramática aventura en alta mar contiene en su interior una muy conmovedora e inspiradora historia de arrepentimiento y reflexión.

La historia en breve:

Di-s convoca a Ioná para que llamara a los residentes malvados de Ninvé para que se arrepientan, pero Ioná intenta escapar, subiéndose a un barco con destino a otro lugar.

Una fuerte tormenta esta a punto de romper el barco, y los marineros comenzaron a gritar: “Cada uno que le ore a su Di-s”. Pero Ioná estaba profundamente dormido.

El capitán del barco se acerca a Ioná: “¿Cómo puedes estar durmiendo? ¡Levántate! Ora a tu Di-s para que nos salve”, mientras los pasajeros le preguntaban cuál era su ocupación y de dónde provenía.

Ioná pidió que lo tiraran del barco, y la tormenta cesó. Un gran pez se lo tragó, y Ioná desde las profundidades acuáticas.

“Lloré a Di-s, y Él me escuchó. Desde lo profundo del abismo lloré…Me echaste a lo profundo, al corazón de los mares, Tus olas pasaron sobre mí. Descendí al fondo de las montañas, las barras de la tierra se acercaban a mí, y sin embargo me levantaste del fondo del pozo, Oh Eterno…”

Di-s le ordenó al pez que escupiera a Ioná a la tierra firme, fue a Ninvé hizo que su gente se arrepintiera.

Pero Ioná se sintió frustrado al ver que su amenaza inicial de muerte y destrucción no se había materializado y Ninvé se salvó. Ioná pidió morir, “porque la muerte es mejor que la vida”.

Di-s corrige la negatividad de Ioná. Como Ioná descansaba cerca de Ninvé, una vida frondosa se levantó para darle sombra y comodidad, pero la vida se marchitó por la mañana. Ioná estaba entristecido por la pérdida, y Di-s respondió: “Tienes lástima de una planta por la cual no trabajaste, que vivió una noche y pereció. ¿Acaso no tendré misericordia y compasión de todos los habitantes de Ninvé?”.

En un nivel más profundo

Divinamente profunda, la Torá multifacética de Di-s se puede apreciar en diferentes dimensiones y niveles. Además de su interpretación literal, las historias de la Torá contienen interpretaciones alegóricas con amplias aplicaciones espirituales y psicológicas. Además de resaltar una persona en particular en un momento y lugar determinado, la Torá se dirige directamente a todos nosotros, donde quiera que nos encontremos. De hecho, la historia de Ioná hace referencia a “todo el ciclo vital de los seres humanos en este mundo” (Zohar Vayakhel p. 199).

El viaje del alma

El nombre “Ioná”, significa literalmente, paloma. A lo largo del libro del Cantar de los Cantares, la fiel amante “esposa” se compara con una paloma, porque la paloma es siempre fiel y leal a su compañero. Del mismo modo, la esencia de nuestra alma permanece fiel a Di-s, negándose a dejarse llevar por el placer material y la tentación.

Por: Rabi Yosef Y. Jacobson

La costumbre de Kaparot

Algunos tienen la costumbre de realizar el rito de kaparot[expiación simbólica] en el día anterior a Iom Kipur; si no es posible hacerlo, entonces el rito se realiza antes. El rito consiste en tomar un pollo en una mano y recitar cierto texto. ¿Cómo se hace? Un hombre toma un gallo; una mujer toma una gallina; una mujer embarazada toma dos aves de corral – una gallina y un gallo. 

De manera óptima, el ave debe ser blanca para simbolizar la purificación del pecado, como indica el verso (Ieshaiahu 1:8): Y si tus pecados fuesen escarlata, pasarán a ser blancos como la nieve. Uno, sin embargo, no debe hacer un esfuerzo excesivo para encontrar un ave blanca. Si no hay un gallo o una gallina, se pueden usar otras aves o animales; hasta un pescado se puede usar para el rito. 

Sin embargo, uno no debe usar palomas, ya que las palomas fueron traídas como ofrendas de sacrificio en el Templo, y esto puede dar lugar a la impresión errónea de que los kaparot son una forma de sacrificio.

  •  El ave [u otro animal] que se use para kaparot es tomado en la mano derecha y se recita el texto correspondiente del libro de plegarias. Luego se agita el pájaro sobre la cabeza tres veces y se recita el texto correspondiente. La palabra kaparot [como kipur] significa “expiación” y usa para hacer referencia a los pollos mismos, pero no debe pensar que los kaparot mismos sirven como fuente de expiación. En vez de eso, sirven como medios para recordar a una persona que podría bien merecer la muerte debido a sus pecados y motivarlo a arrepentirse y pedirle piedad a Di-s.
  •  El ave es luego sacrificada de acuerdo con el procedimiento halájico, y las vísceras son desechadas en un lugar donde los pájaros las puedan encontrar. El simbolismo de esta acción es servir de advertencia al hombre. Se dice que los gallos logran su sostén “robando”, por lo que sus vísceras son los órganos que reciben su botín. Por lo tanto, mostramos nuestro desdén por el robo descartando estos órganos.
  •  Otra explicación de esta práctica es que damos las vísceras como alimentación a los pájaros que pasen, no estando obligados a alimentarlos, como un medio para demostrar nuestra piedad por todas las cosas vivas. Al igual que la piedad de D-os “es para todas Sus obras” (Tehilim 145:9), así una persona debe ser misericordiosa con todas las criaturas vivientes, especialmente durante estos días cuando buscamos la piedad Divina para nosotros mismos. Nuestras acciones son así el cumplimiento del dictado de los Sabios: Aquel que es misericordioso es tratado con misericordia.
  •  Otra explicación más es que si hubiese dictado un decreto duro contra los judíos, indicando, Di-s no lo quiera, que la carne de nuestro pueblo sirva de alimento a pájaros y animales, simbólicamente expresa nuestra esperanza de que tal decreto sea cumplido por medio de las aves de corral que usamos para kaparot, rogando que en cambio a nosotros se nos dé vidas largas y pacíficas.
  • Se acostumbra redimir los kaparot por dinero, que es luego dado a los pobres; algunos dan las aves de corral mismas a los pobres. Otros realizan todo el rito únicamente con dinero, recitando los versos establecidos y dando dinero para caridad.