Vida después de la vida

Nuestra Parashá, en su totalidad, trata sobre sucesos ocurridos posteriormente al fallecimiento de Sará, la matriarca: la adquisición de la Cueva de Majpelá, con el fin de sepultarla allí; el casamiento de Itzjak con Rivka, a través del cual él se consuela por la muerte de su madre; y finalmente se relata sobre el casamiento de Ketura (que era Hagar, la otra esposa de Abraham) y sobre la descendencia de Ishamel. Esto genera gran asombro sobre lo apropiado del nombre de la Parashá- la vida de Sará, que representa todo lo opuesto a lo que la misma relata. Es sabido, que el nombre de una parashá de la Torá es absolutamente exacto, por ende debemos decir que sí existe una profunda relación entre lo relatado en la parashá y el verdadero sentido de “la vida de Sará”.

EL TIPO DE VIDA

La verdadera vida es eterna. No concluye en el instante de la muerte, sino que continúa y encuentra su expresión en la descendencia del fallecido, y en los sucesos que tienen lugar posteriormente en este mundo. Desde esta perspectiva, son justamente los acontecimientos acaecidos post muerte los que dan testimonio del nivel y calidad de la vida de la persona fallecida, puesto que es ahí donde se comprueba la verdadera esencia de esa vida, si realmente era eterna, vida en su sentido más cabal. Nuestros Sabios z”l declararon: “Iaakov el Patriarca no murió”, y explican- “así como su cimiente está con vida, también él está con vida”. Es decir, cuando la descendencia continúa con su camino, sabemos que “también él está con vida”. Así también, es justamente en nuestra Parashá, que relata los sucesos que tuvieron lugar luego del fallecimiento de Sará, la que nos permite apreciar la eternidad de su vida. Vemos a Rivka como continuadora del camino de Sará (en el lenguaje de la Escritura: “y la trajo Itzjak a la carpa (de) Sará su madre”, sobre lo que Rashi comenta “y ella fue cuál Sará su madre”) y generadora nuevamente de los tres milagros que tenían lugar durante su vida. Más aún: todos los sucesos de la parashá dan cuenta de que la línea de pensamiento de Sará es la que se impuso.

SARÁ Y ABRAHAM

Aquí es necesario distinguir entre Sará y AbrahamSará fue la madre de Itzjak específicamente

Desde que él nació, Sará aspiraba a que el flujo Divino se dirija sólo hacia él, siendo Itzjak el símbolo de la santidad. En contraposición a ello, Abraham fue también el padre de otros pueblos (Ishmael y los hijos de Ketura), y brindó de sí a todos sus hijos. Sará quiso echar al “hijo de la sierva”; pero Abraham sufrió su expulsión y rezó también por Ishmael. 

Lo ocurrido en nuestra parashá brinda testimonio sobre lo correcto del camino de Sará concretamente. La parashá abre con el relato de la Cueva de Majpelá

Inicialmente la Cueva era el lugar de sepultura de Adam y Java, padres de toda la especie humana. Vemos que aquí Abraham adquiere la Cueva para sepultar a Sará, y efectivamente ahí fueron sepultados sólo los Patriarcas y las Matriarcas del pueblo de Israel, tal como fue el deseo de Sará, que pretendía que la Divinidad se direccione sólo hacia Itzjak.

LA CONTINUIDAD- EL PUEBLO DE ISRAEL

A eso se agrega el segundo episodio, la misión de Eliézer: Sobre Eliézer, el fiel alumno de Abraham, está escrito que él “extraía y daba para beber a otros de las enseñanzas de su maestro”. 

Fue también merecedor de muchos milagros. Con todo ello, sin embargo, cuando quiso que Itzjak se case con su hija, no fue respondido favorablemente y Abraham le contestó: “Mi hijo es bendito, y tu eres maldito, y un maldito no se apega a un bendito”. 

También el final de la parashá es prueba de ello. La Torá dice: “Y Abraham entregó todo lo suyo a Itzjak”, mientras que a los hijos de las concubinas les dio regalos “y los mandó de Itzjak su hijo”. 

Con esto nos prueba la parshá en su totalidad lo correcto que era el camino de Sará, que vio la continuidad específicamente a través de Itzjak su hijo, y solicitó traspasarle el flujo Divino. Es por ello que la parashá se llama “La vida de Sará”, puesto que precisamente en ella descubrimos la condición eterna de su vida, y la rectitud de su camino.

(Likutei Sijot Tomo 15, pág. 145)

No se olviden de invitarme

Si alguna vez visitan Jerusalem y pasan por Batei Orenstein, querrán saber sobre las buenas acciones realizadas por Berel Orenstein- que construyó las casas que están aún de pie en ese lugar:

Reb Berel y su esposa ya habían cenado. Reb Berel se había sentado a estudiar Torá y su esposa se entretenía con un bordado, cuando golpearon a la puerta. Reb Berel la abrió, pero el visitante lo empujó tan enérgicamente que Reb Berel cayó hacia atrás. Varios jóvenes matones entraron rápidamente a la casa y pidieron que la aterrada pareja quedara en el suelo. Aunque no ofrecieron resistencia, ambos fueron golpeados hasta quedar inconscientes y atados con fuertes sogas.

Cuando esta violencia ocurría dentro, en el exterior de la casa, un grupo de estudiantes de la Ieshiva llegó a esta residencia. “Está completamente oscuro. ¿Piensan que debemos golpear?”, preguntó uno de los estudiantes. “Reb Moshe nos dijo específicamente que nos aseguráramos de llevar a Reb Berel a la boda. ¡Él nos está esperando allí!”, otro contestó. “Tenemos que despertarlos”, un tercero opinó. Y caminaron hacia la puerta y golpearon. El repetido golpeteo no trajo ninguna contestación. “Quizá debemos forzar la puerta; puede ser que algo les ha pasado y no pueden abrir”. Pero violentarla no fue necesario, pues la puerta estaba abierta.

Cuando los jóvenes entraron, vieron una forma oscura en el suelo que resultó ser Reb Berel. Lo desataron a él y a su esposa- quienes ahora habían recobrado la conciencia, y les explicaron que los había enviado Reb Moshe para traerlos al casamiento de su hija. “Gracias a Di-s que vinieron en este momento. Los ladrones habrían saqueado la casa entera y quién sabe lo que podrían haber hecho a mi familia. ¡Éste es de verdad un milagro que fue resultado de mi mitzvá de “Hajnasat Calá” (ayudar a una novia a casarse)!” “¡Por favor, cuéntenos lo que pasó!”, insistieron los estudiantes.

Reb Berel, que estaba recuperando su calma explicó: “Un día estaba paseando calle abajo, y me encontré con Reb Moshe. Él parecía angustiado, por lo que le pregunté: ¿Cómo está todo?’.. “Él me contestó que tenía que casar muy pronto a su hija, y no tenía el dinero necesario. Yo le pregunté cuánto necesitaba, y él contestó: ‘Doscientas monedas de oro’- que era una suma importante. Gracias a Di-s, yo llevaba conmigo más que eso, así que saqué mi billetera y le di el dinero más algo extra. Entonces agregué: ‘¡Sólo no se olvide de invitarme a la boda!’.

“Luego supe que las invitaciones del casamiento habían sido entregadas, y me sentí sorprendido de que se hubiera olvidado de invitarme. Ahora entiendo claramente que detrás de todo está la Providencia Divina. ¡Si ustedes no hubieran venido en este momento podría haber perdido mucho de mi fortuna y, quién sabe, podríamos haber perdido incluso nuestras vidas!” “¿Se siente bien como para venir a la boda?” -le preguntaron los jóvenes a Reb Berel- “¡Pues Reb Moshe seguramente está esperando por usted!”. “No me la perdería por nada del mundo”, exclamó  Reb Berel exclamó. “Gracias al dinero que le di a Reb Moshe, se salvó mi vida y las vidas de mi familia y mi fortuna”.

La mayoría de los convidados ya se había ido, pero Reb Moshe estaba esperando allí al “invitado de honor”- el bienhechor a quien se había olvidado de invitar. Reb Moshe estaba a punto de disculparse, cuando Reb Berel lo abrazó y empezó a relatarle la historia de su rescate.

Entonces Reb Berel dijo que tenía un anuncio para hacer. “Durante muchos años he pensado en mudarme a la Tierra de Israel. Esta noche he decidido que quiero llegar allí en cuanto cierre mi negocio aquí. Allí, construiré casas para los pobres y para los estudiosos de la Torá en Jerusalem. De esta manera, espero reintegrar a Di-s por todo lo bueno que Él ha hecho por mí, y ruego a través de este hecho, traer un poco más cerca la llegada de Mashiaj”.

Este anuncio fue aplaudido por los invitados con un fuerte “¡Amén, Amén!” . Y entonces, el pequeño barrio de Batei Orenstein se levantó en la ciudad santa de Jerusalem para ser una bendición para los necesitados que hallaban alojamiento allí, gracias a la generosidad de Reb Berel.

Jaiei Sará: la vida de Sará 

Sara, la primera de las cuatro matriarcas (Rivka, Rajel y Lea), vivió ciento veintisiete años (1958-2085 desde la Creación). Fue hija de Harán, hermana de Lot, sobrina y esposa de Abraham y madre del segundo de los patriarcas, Itzjak.

A la edad de ochenta y nueve años, Di-s cambió su nombre de Sarai a Sara, para indicar su carácter de “princesa”, madre del Pueblo Judío.

Sara fue una de las siete profetisas del Pueblo Judío, pero fue la única a quien Di-s habló directamente. Las otras seis fueron Miriam, Devora, Janá, Avigail, Juldá y Ester. 

Itzjak nació el 15 de Nisán, el mismo día en que posteriormente se celebraría el éxodo de Egipto.

Itzjak era muy parecido a su padre Abraham y, aún cuando éste estaba viejo, se veía joven, pues hasta el tiempo de Abraham la gente no tenía signos externos de vejez: se veían jóvenes hasta la muerte. 

El valor numérico de las letras del nombre de Itzjak en hebreo es: yud (110), porque la nación que descendería de él recibiría los Diez Mandamientos; tzadik (90), porque Sara lo tuvo milagrosamente a los noventa años; jet (8) porque fue circuncidado a los ocho días de nacido, y kuf (100), porque Abraham tuvo a su hijo a los cien años. 

Para el momento del sacrificio de Itzjak (Akeidá), Abraham tenía ciento treinta y siete años. Abraham e Itzjak demoraron tres días en llegar al Monte Moriá, lugar donde debía celebrarse la akeida en el día de Iom Kipur. 

Abraham visualizó que el sitio donde iba a ser sacrificado Itzjak sería el corazón de la Ciudad Santa, donde se construiría el Templo; por tanto, llamó al lugar Hashem Iré, que significa “Di-s mirará hacia abajo desde este lugar” y dará bondad al mundo. Shem, hijo de Noé, le dio al lugar otro nombre: Shalem. Di-s decidió unir ambos nombres dando origen al toponímico Ierushalaim, la ciudad cuya bondad y santidad ayudaría a las personas a perfeccionarse. 

Cuando el rey Salomón compuso la canción Eshet Jail – que se entona todas las noches de viernes en honor a la mujer para recibir el Shabat – describió las características de la mujer virtuosa aludiendo a Sara. Todos los versos de la canción de alef a tav (de la primera a la última letra) se aplican a ella, ya que cumplió la Torá de principio a fin.

Mientras Sara vivía, las velas de Shabat permanecían encendidas de viernes a viernes; el pan era bendecido y la Shejiná (santidad) se mantenía sobre su tienda en forma de una Nube de Gloria. Esto ocurría porque Sara era meticulosa en el cumplimiento de las mitzvot específicamente encomendadas a las mujeres: encender las velas de Shabat, separar jalá y cumplir con las leyes de pureza familiar (mikvé).

A la muerte de Sara, todas estas señales desaparecieron hasta la llegada de Rebeca (Rivka), ya que ésta observaba las mitzvot con la misma precisión que lo hacía Sara. 

Cada niña de nuestro pueblo es llamada hija de Sara, Rivka, Rajel y Lea, y por tanto, tiene como herencia el maravilloso poder de iluminar su casa toda la semana al encender sus velas de Shabat, tal como lo hizo Rebeca – la esposa de Itzjak, desde los tres años de edad.

Sara fue enterrada en la Cueva de Majpelá, que Abraham le compró a Efrón, rey de los Hititas. 

En esta Parashá, se describe por primera vez un shiduj (arreglo matrimonial), cuando Elazar – por orden de Abraham – le busca esposa a Itzjak y escoge a Rivka, hermana de Laván y pariente de Abraham. 

También es la primera vez que en la Biblia se describe con detalle una boda, la de itzjak y Rivka. 

Abraham se casa de nuevo después de la muerte de Sará. Al morir, es enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael. 

Sara y Abraham representaron una unidad biológico espiritual que dio origen al Pueblo Judío a través de su hijo Itzjak, de quien somos continuadores los judíos de hoy.

Jupá, el casamiento judío

La Jupá

Consiste de cuatro palos cubiertos por un techo de tela. 

Vendría a ser el recinto del novio en el cual recibe a su esposa. La Jupá que cobija a los dos representa la presencia de Di-s que los rodea.

La boda debe realizarse bajo una jupá , un dosel nupcial. Bajo la jupá, el Jatán coloca un anillo de oro en el dedo índice derecho de la Kallah [novia] 

El matrimonio entre el hombre y la mujer refleja el “matrimonio” entre D-os y el pueblo judío en el Sinaí. Hay muchas costumbres que se hacen en la Jupá que reflejan ese casamiento cósmico.

De acuerdo a las enseñanzas místicas judías, cada pareja comparte una sola alma que, al nacer, se divide y se viste en dos cuerpos diferentes. 

Llegar a la Jupá, o palio nupcial, es el momento no tanto de unión como de reunión y reencuentro con la mitad perdida de uno. Uno entra a la Jupá incompleto y sale completo.

Tres socios

El matrimonio judío no consiste de dos socios, sino de tres. El tercer socio es Di-s mismo. Este concepto se expresa en las propias palabras hebreas por hombre y mujer, Ish Ishá. Las dos palabras contienen tres letras, dos de las cuales, la alef y la shin, son iguales y forman la palabra Eish o fuego, mientras que la tercera es diferente en cada una, formando entre ellas, la Iud y la Hei, el nombre de Di-s. Esto nos enseña que si la pareja se comporta como corresponde, Di-s mismo mora entre ellos y si no, quedan dos fuegos, dos pasiones, que se consumen.

 

Se lee la Ketubá  [contrato matrimonial] y la ceremonia concluye rompiendo un vaso bajo su talón, después de lo cual la congregación grita Mazal-Tov.

La rotura del vaso o copa es para recordar la destrucción del Templo y Jerusalém

Uno de los tratados del Talmud es Ketubot, la forma plural de ketubah, que analiza en profundidad las obligaciones maritales de una pareja según la ley judía. 

Semana previa

Se acostumbra que durante la semana anterior al casamiento los novios no se vean. Esto sirve para aumentar su anticipación y evitar conflictos que se pueden generar por la tensión del casamiento.

La noche anterior a la Jupá la novia se sumerge en la Mikve o baño ritual por primera vez para purificarse en preparación a su encuentro con su novio. (Es importante consultar con el rabino antes de fijar la fecha del casamiento para contemplar el ciclo de la novia como también que no sea una fecha en la que no se realizan casamientos.)

Iom Kipur personal

El día del casamiento es como un Iom Kipur personal, ya que Di-s perdona a los novios todo su pasado para que empiecen su vida juntos con una tabula rasa. Es por eso que los novios ayunan el día de su casamiento y dedican gran parte del día a recitar Tehilim o salmos. Es costumbre que el novio se sumerge en la Mikve el día de su casamiento para purificarse. Se acostumbra que tanto los novios como los padres, familiares y amigos aumenten los actos de Tzedaká el día del casamiento, generando así más bendición para la pareja.

Badéken

El novio, antes de entrar a la Jupá, pasa por donde está la novia rodeada de sus familiares y amigas y tapa su cara con un velo. En esta ocasión los padres de los novios bendicen a la novia. Esta instancia se llama Badéken en Idish o Kabalat Panim, en hebreo. Invoca el encuentro bíblico entre Isaac y Rivka quien se tapó la cara como expresión de pudor. Entrar a la Jupá con la cara tapada representa también el hecho que uno se casa con su esposa tal cual es y no basado en su apariencia.

Velas

El novio entra a la jupá primero, acompañado por su padre y suegro o por sus padres. Cada uno de los acompañantes, lleva una vela encendida que representa las almas de los ancestros fallecidos que vienen a acompañar y estar presentes en la Jupá. También representa los fuegos que hubo en el Monte Sinaí en la “Jupá” entre D-os y Su pueblo.

Rey y Reina

El novio se coloca en el centro de la Jupá mirando hacia Jerusalem y espera la llegada de la novia. Siendo que el novio y la novia son considerados rey y reina en el día de su casamiento, tienen una fuerza especial de “decretar” bendiciones. Muy a menudo se verá los novios rezando bajo la Jupá, pidiendo por sus seres queridos.

Siete vueltas

La novia entra acompañada de su madre y suegra o ambos padres quienes también llevan velas encendidas.Al llegar a la Jupá dan siete vueltas alrededor  del novio. Representa los siete días de la creación. Representa la creación de un muro protector alrededor de su familia. Representa el derrumbe —como en Jericó— de los muros interiores que separan y dividen. Una vez terminadas las siete vueltas se para a la izquierda de su novio, mirando en dirección a Jerusalén.

Eirusín y Nisuín

Antiguamente, el casamiento consistía en dos pasos con un intervalo de doce meses entre ellos. El primero paso, Eirusín, consistía en el hombre consagrando a la mujer, dándole un anillo u otro objeto de valor. A partir de ese momento quedó prohibida para todo hombre como también para su propio novio. Luego de doce meses de preparación, se realizaba el segundo paso, Nisuín, que finalizaba el proceso y a partir de ese momento les fue permitido vivir juntos como hombre y mujer. Hoy en día se hacen los dos pasos debajo de la Jupá, cada uno acompañado por una copa de vino distinto y sus respectivas bendiciones, separados por la lectura de la Ketubá, el discurso del Rabino y canciones del Jazán.

El Rabino recita las dos bendiciones de Eirusin sobre una copa de vino y les da un sorbito a los novios.

Invita a los dos testigos exclusivos y excluyentes para que presencien el acto de matrimonio. El novio le pone un anillo en el dedo índice derecho de la novia y declara que por medio de ese anillo la consagra para él como esposa. Es el testimonio de los dos testigos constituyentes lo que convalida el acto y hace que la pareja esté casada.

Se lee la Ketubá o contrato matrimonial en el cual están delineadas las responsabilidades del novio para con su flamante esposa.

Se llena una segunda copa de vino y se recita las siete bendiciones de Nisuín.

Las siete bendiciones

Las siete bendiciones, conocidas como Sheva Berajot, son recitadas bajo la Jupá sobre la segunda copa de vino. Se recitan también durante toda la semana siguiente cada vez que hay una comida en la cual participan los novios, hay un Minián y una “cara nueva”  que no haya estado en alguna de las celebraciones anteriores.

Su Significado

La primera bendición, la que se pronuncia sobre el vino está siempre presente cuando se pronuncian bendiciones en ocasiones de alegría. Esto data desde los tiempos bíblicos, cuando los levitas cantaban en el Tabernáculo mientras se realizaban las libaciones de vino sobre el altar. 

El vino y la alabanza Divina van de la mano. Las otras seis bendiciones hacen referencia a los diversos aspectos y dimensiones presentes en esta ocasión tan especial. Finalmente pedimos a Di-s que bendiga a la pareja con alegría, amor, cariño y compañerismo y que sea un hogar llevado adelante de tal manera que acerque la reunión final y permanente del pueblo de Israel en la Tierra de Israel. Las Siete Bendiciones son como los siete brazos del candelabro que iluminan y guían con su luz espiritual al nuevo hogar a formarse.

Romper la copa
Luego que los novios toman un sorbito y un “tomador designado” toma el resto del vino, se envuelve la copa y el novio la pisa rompiéndola en recuerdo del Templo de Jerusalem que está en ruinas, con la esperanza que el hogar que están por formar ayudará a acelerar su reconstrucción.

Ijud

Terminó la Jupá y los novios se encierran en un cuarto a solas para romper su ayuno y manifestar el hecho que son una pareja casada, ya que está prohibido para un hombre y una mujer no casados entre sí estar a solas en un cuarto cerrado.

Celebración

El casamiento se celebra con una cena y bailes (Kasher, por supuesto) y durante toda la semana se realiza las Sheva Brajot o siete bendiciones en cada comida en la que los novios y alguna “cara nueva” estén presentes.

Cinco Sonidos

Nuestros Sabios señalan el hecho de que la séptima bendición hace referencia a cinco sonidos diferentes, del mismo modo que encontramos mención de cinco sonidos en la descripción bíblica de la entrega de los Diez Mandamientos.

“Todo aquel que disfruta de la celebración del novio y lo alegra, merece tener éxito en su estudio de Torá”, concluyen.

Los cinco sonidos de la Torá, representan las cuatro dimensiones de interpretación de la Torá: Pshat, Rémez, Drush, Sod y la quintaesencia, Jasidut.

Las almas que la flameante pareja traerán, con favor a Di-s al mundo, también se componen de cinco dimensiones: Néfesh (carácter), Rúaj (emoción), Neshamá (intelecto), Jaiá (subconsciente), Iejidá (esencia).

La formación de un nuevo hogar judío implica expresar en el mundo nuevas aristas del infinito mensaje Divino por medio de las almas de los hijos que engendrarán y el vínculo íntimo entre ellas y la Torá que las nutre. 

¿Qué es la Ketubá?

La Ketubá es el contrato matrimonial que establece las obligaciones del hombre sobre su mujer. El punto central de este documento es la compensación financiera que le corresponde a la mujer en el caso en el que el matrimonio se disuelva a través del divorcio o del fallecimiento. 

El documento es firmado por testigos Kasher, pero no necesariamente por los mismos que han observado el compromiso bajo la Jupa.

De acuerdo a la mayoría de las autoridades Halájicas, la Ketubá es de decreto rabínico. Los Sabios estaban preocupados por la posibilidad de que un hombre pudiera divorciarse de su mujer. Por ello, instituyeron que ningún hombre podía casarse con una mujer, a menos que se obligase a sí mismo a pagar una suma importante en el desafortunado evento en el que él la divorcie.

Cuando un hombre judío se casa con una mujer judía, automáticamente se está obligando a su mujer en diez áreas 

Hoy en día, el formato de la Ketubá  es un formulario impreso, en donde hay que completar la fecha y los nombres de los novios y sus testigos. Antes de la boda, el rabino que oficia la ceremonia, debe llenar estos espacios y supervisar las firmas de los testigos en el documento. También hay disponibles Ketubot que son verdaderas obras de arte.

Está prohibido que una pareja viva junta, incluso temporalmente, sin una Ketubá . En el caso en el que el documento se pierda o sea destruido, o si se ha encontrado un serio error en su texto, la pareja debe inmediatamente obtener otra Ketuvá de un rabino. Esta regla se aplica durante el período de matrimonio. Por ello, es prudente guardar la Ketubá  en un lugar seguro.

Por Naftali Silberberg

¿Por qué es Eliezer, el sirviente de Abraham, anónimo?

Recuerdo haber estudiado sobre la historia de Eliezer, el sirviente de Abraham, que había sido enviado para que encontrara una esposa para Itzjak. Recientemente, fui desafiado por un amigo en encontrar cuántas veces el nombre de Eliezer estaba mencionado en esta porción de la Torá. Para mi sorpresa, ¡su nombre no es mencionado ni siquiera una vez!, ¿Por qué?

RESPUESTA:

Esa es una gran pregunta. De hecho, es una sorpresa para muchos, que la figura central de la historia no tiene nombre durante todo el episodio.

Luego de encontrarse con Rivka, y haberse dado cuenta de que ella era la indicada, le pidió permiso a su padre y hermano para que pudiera volver con él y casarse con Itzjak. Su primera declaración fue: “Soy sirviente de Abraham” (Génesis 24:34). Y durante todo su viaje, constantemente se refería como “el sirviente”.

El no haber mencionado su nombre, nos enseña que no se trataba de la persona “Eliezer”, sino de su misión. Eliezer estaba tan dedicado a Abraham que en ningún momento sus intereses personales pudieron interferir en su misión. Él era una extensión del brazo de Abraham.

Y esto era central para el éxito en su misión. Eliezer fue enfrentado con la tarea casi imposible de encontrar una “rosa entre las espinas” (Levitico Rabah 23:1). Si hubiera confiado en sus propias capacidades, no hubiese tenido éxito. Fue su constante conocimiento de que él no era nada más que el sirviente de Abraham, que lo guió a través de los desafíos y obstáculos (ver Génesis 24:12). 

Por: Eliezer Zalmanov

¿Cómo ser un padre?

Debemos saber lo que dice el primer diálogo entre un padre y su hijo que aparece en la Torá:
Y entonces, Itzjak le dijo a su padre: “¿Padre mío?”.
Y Abraham dijo: “Heme aquí, hijo mío”.
Abraham le responde a su hijo con las mismas palabras que uso para responderle a Di‐s:
…Di‐s puso a prueba a Abraham, y Él le dijo: “¡Abraham!”, y Abraham respondió: “Aquí estoy”.
Di‐s le pide a Abraham que haga algo que va en contra de cada una de las células de su cuerpo y de su alma: que endurezca su corazón, que apague la mente, que tome a su hijo y “lo eleves como sacrificio en una de las montañas que te mostraré”.
Los hombres conocen la modalidad. Tengo que hacer lo que tengo que hacer. Lo hacemos cuando vamos a la guerra y cuando vamos al trabajo y cuando disciplinamos a un hijo.

Adentro una voz grita: ¿Cómo soy capaz de hacer algo así?
Le decimos a esa voz que se calle para que podamos terminar con el trabajo.
Las horas pico en el tránsito, que te hacen estallar los nervios.
Las 7:30 de la mañana, y no quieres ir al trabajo, pero tienes que ir. Tú eres un hombre de familia con prioridades familiares.
Pero para alimentar a la familia, uno tiene que hacer sacrificios.
El papá que hay dentro de ti se apaga.
“¿Papá?”. “En este momento estoy ocupado”.
“¿Papá?” “Perdón hijo, estoy ocupado. Habla con mamá”.

Eso es lo que este mundo es capaz de hacerle a un hombre: mientras provee a su familia, la sacrifica en su propio altar.
Y aquí está Abraham, en medio de su prueba más grande. Solamente puede centrarse en una sola cosa: hacer
lo que se le mandó.
Trata de escuchar la voz de Di‐s y mientras, lo llama Itzjak, que no está seguro de que su padre está con él.
“¿Papá?”. “Aquí estoy hijo mío. Todo mi ser, para todo el tuyo ¿Qué pasa?”.
Tal vez, esa haya sido toda la prueba y con eso Abraham demostró que era digno de ser el Padre de la Nación que traería al mundo la compasión de Di‐s.
Con esas palabras, Abraham le pasó la antorcha a la siguiente generación, porque cuando Itzjak vio que su padre estaba junto a él de la misma manera que estuvo junto a Di‐s cuando le habló, estuvo dispuesto a estar junto a su padre y al Di‐s de su padre.
Esas palabras son lo único que tienes que saber para ser un verdadero papá judío. El resto ya va a venir solo.
“Aquí estoy hijo mío. Todo para ti”.

La raíz del Mesirut Nefesh

El fundador del movimiento Jasídico Jabad, Rabí Shneur Zalman de Liadi, relató una vez:


En Mezeritch era sumamente difícil ser aceptado como discípulo de nuestro maestro, Rabi DovBer (sucesor de Rabí Israel Baal Shem Tov, conocido también como el Maguid‐predicador‐ de Mezritch).
Había un grupo de Jasidim que, no habiendo aplicado para estudiar directamente de nuestro maestro, insistían en servir a sus alumnos: traerles agua para lavar sus manos al despertarse, barrer el suelo del vestíbulo del estudio, encender las estufas durante los meses invernales, etc.


Eran conocidos como “los fogoneros de las estufas”. Una noche de invierno, cuando me acostaba en un banco en el vestíbulo del estudio, oí por casualidad una conversación entre tres de los “fogoneros”.
Uno preguntó: “¿Qué hay de especial en la prueba del Akeidá? “¿Si Di‐s se me hubiera revelado a mí y me habría ordenado que sacrificara a mi único hijo, no hubiese obedecido?”
Contestando su propia pregunta, él dijo: “Si Di‐s me dijera que sacrificara a mi único hijo, me demoraría algún tiempo, para tenerlo conmigo durante unos días más. La grandeza de Abraham consistió en que él se levantó temprano por la mañana para cumplir con la orden Divina de inmediato”

El segundo dijo: “Si Di‐s me dijera que sacrificara a mi único hijo, yo tampoco dejaría pasar ni un momento para llevar a cabo Su orden. Pero lo haría con el corazón abatido.
La grandeza de Abraham fue que él fue a la Akeidá con el corazón lleno de alegría por la oportunidad de cumplir la Voluntad de Di‐s”

El tercero agregó: “Yo, también llevaría a cabo el mandato de Di‐s con alegría. Pero pienso que la singularidad de Abraham reside en su reacción al saber que se trataba de una prueba.

Cuando Di‐s le ordenó: “no toques al niño, y no le hagas nada” Abraham estaba alborozado ‐no porque su único hijo no moriría, sino porque estaba dándosele la oportunidad de llevar a cabo otra orden de Di‐s”.
Rabí Shneur Zalman concluyó: “¿Piensan que se trataba de una mera charla?
Cada uno de ellos estaba describiendo el grado de auto‐sacrificio (mesirut nefesh) que había alcanzado en su servicio al Omnipotente”.

Crimenes de Lesa Humanidad

Las ciudades de Sdom, Amorá, Admá y Tzevaim pecaron a tal extremo que el Todopoderoso las destruyó a todas (una quinta ciudad, más pequeña, Tzohar, se salvó por poco).

Leemos:
Hashem hizo llover sobre Sdom y Amorá azufre y fuego del cielo…. Y requisó estas ciudades y toda la llanura, y a todos los habitantes de las ciudades, y la vegetación de la tierra. Según Rashi, “estas ciudades y toda la llanura” se refiere a las 4 ciudades. ¿Por qué sólo se
quemaron dos ciudades?

El Rebe sugiere que debe haber una diferencia que ya conocemos, razón por la cual Rashi no siente la necesidad de hacer comentarios.
En el momento en que Di‐s decidió el destino de esos lugares pecaminosos, el versículo dice:
Hashem dijo: “El clamor de Sdom y Amorá se ha hecho grande, y su pecado se ha vuelto muy grave”.
¿Qué los destacó? Las 4 ciudades fueron destruidas, porque todas habían pecado tan atrozmente que no había esperanza de arrepentimiento.
Algunos sugieren que Sdom y Amorá eran las ciudades principales y, por lo tanto, tenían la mayor culpa.

Pero, según este razonamiento, Sdom era la ciudad principal, ¿por qué mencionar también a Amorá?
Después de todo, cuando Abraham le suplicó a Di‐s que perdonara a las ciudades condenadas, argumentó que debía haber algunas personas
justas en Sdom (para evitar su destrucción), aunque estaba argumentando en defensa de todas las ciudades.

Los reyes de Sdom y Amorá son retratados como culpables de pecados contra el Cielo, así como de males contra las personas.
Los reyes de Adma y Tzevaim son presenta‐ dos como que sólo odiaban o se rebelaban contra Di‐s, pero no eran crueles con los humanos.

Esta es la clave para comprender los diferentes destinos. Los habitantes de Sdom y Amorá eran culpables de volverse contra el Todopode‐
roso y también de crímenes contra sus semejantes.
Sabemos de los comentarios anteriores de Rashi que el castigo por la crueldad humana es mucho más severo que el impuesto por la rebelión contra Di‐s.
Rashi destaca cómo el pueblo que creó la Torre de Babel para desafiar a Di‐s se dispersó, mientras que en tiempos de Noaj todo fue des‐
truido: Los primeros no extendieron sus manos contra Di‐s, y los segundos sí, para hacer la guerra contra Él.
Los primeros se ahogaron, y los segundos no desaparecieron del mundo. La Generación del Di‐s luvio robaba y peleaba y, por lo tanto, fue destruida.

Cuando las personas se comportan con crueldad entre sí, se socava el núcleo mismo de la civilización.
Está en conflicto con todo el propósito de la creación de Di‐s.
Por eso Sdom y Amorá recibieron 2 castigos: ser quemados hasta los cimientos y ser derribados, reflejando los males de los que
eran culpables.
Su conducta dañina para la civilización llevó a la destrucción de la tierra por medio del fuego.
La tierra misma fue destruida, lo que significó una desaprobación radical de las relaciones interpersonales de la gente.
Las 4 ciudades cometieron pecados insoportables y fueron derribadas, sólo Sdom y
Amorá fueron quemadas, lo que hizo que fueran imposibles de reconstruir.
Ése es el destino de los lugares en los que la gente se trata con insensibilidad y venganza.
Sdom se convirtió en sinónimo de maldad, no por la forma en que su pueblo se comportaba hacia Di‐s, sino por el trato que daban a
otras personas.
La lección es clara: ningún pecado es bueno, pero los pecados contra el prójimo son los peores.
El Todopoderoso será mucho más amable con aquellos que Le faltan el respeto, siempre y cuando respeten a sus semejantes.

Basado en Likutei Sijot, vol. 35, Vaierá II.

Tips para una cena de Shabat exitosa

Siguiendo al terror de no tener la comida suficiente para todos tus invitados de Shabat, está el inconveniente de servirles alguna  comida que no puedan, o no quieran comer. Aunque conozcas las preferencias de tu familia, en el momento de llenar tu mesa con invitados, se agregará una capa de incertidumbre que puede aliviarse con una planificación cuidadosa. ·

Invita a tus convidados con tu menú en mente:

No invites vegetarianos si estás pensando en cocinar una comida hecha con carne en cada plato. Si estás comprometido a cierto tipo de cocina, entonces asegúrate invitar gente que lo puedan apreciar. *Pregúntales qué obvian y qué prefieren: Cuando tus invitados aceptan la invitación, pregúntales sobre restricciones dietéticas. Asegúrate de preguntarles sobre alimentos que no les gustan, así como alergias. No elimines comida así como así.

Asume que han dejado algo sin contarte:

Si eres el tipo de persona que trae a casa invitados de la sinagoga a último momento, debes esperar lo inesperado. Algunos comensales son reacios a contarte sobre sus preferencias. Otros, simplemente no piensan hasta qué punto no le gustan las aceitunas (o tzimes o guefilte fish), porque nunca lo hacen en casa. Esfuérzate para tener la variedad suficiente para satisfacer a todos.

Balancea tu comida: 

Piensa que tu comida precisa tres componentes esenciales: proteínas, carbohidratos y grasas. Asegúrate de incluir al menos un plato de cada uno de estos grupos en tu menú. No repitas los mismos ingredientes en muchos platos.

Varía tus ingredientes:

Cocinar pollo con champignon y crepes de champignon puede emocionar a tus hijos, pero ¿qué hay si a un invitado no le gustan los champiñones? Limita los ingredientes conflictivos como ser el brócoli y espinaca a una comida por plato. Si estás invitando familias, considera las edades de tus invitados al planear el menú e incluye alguna comida “de niños”.

No te olvides de las personas que están a dieta:

Shabat puede hacer difícil atenerse a la dieta. Garantizaque tu menú incluya opciones más sanas, como ser verduras ligeramente condimentadas y frutas como opción de postre. Éstos invitados te agradecerán calladamente.

Asegurate que tu menú funcione “menos uno”:

Si cada uno de tus invitados no comió un elemento de lo que has servido, ¿se irán a su casa con hambre? Si la respuesta es sí, debes diversificar tu menú. 

Evita la contaminación cruzada:

 Cuando preparas tu comida, se cuidadoso al usar ingredientes que producen alergia como frutos secos y pescado. Lava todos tus utensilios y tablas de cortar y lava bien las mesadas si los has usado.

Haz cosas fáciles de separar:

Si sabes que tus invitados son muy exigentes, sirve las salsas y condimentos por separado. Evita “esconder” ingredientes o cortar elementos de sabor muy fuerte demasiado fino. Aunque “expertos” en comida te digan que escondas la comida que a tus hijos no les gusta en sopas o purés, esto puede llegar a ser una sorpresa un poco antipática para tus invitados. Diseña un menú que tenga algo para todos, y tus invitados seguro volverán a casa muy contentos.

por Aliza Libman