Receta súper fácil de hamburguesa de quinoa

 

Las hamburguesas de quinoa son ideales para comer en cualquier momento del año. Son muy sabrosas y con muchos aportes favorables para nuestro cuerpo. 

Te invitamos a probar esta fácil receta. Toda tu familia y amigos quedarán satisfechos y felices con esta comida, gracias a su sabor y poder nutritivo.

Ingredientes:

300 gramos de quinoa hervida

50 gramos de cebolla rehogada 

100 gr de zanahoria rallada 

1 huevo 

Condimento a gusto

Preparación:

Colocar en un bowl la quinoa, la cebolla, la zanahoria y el huevo.

Mezclar y procesar hasta que quede homogéneo.

Separar en 6 porciones y dar forma de hamburguesa.

Colocar en una asadera con aceite y cocinar 6 minutos de cada lado.

¡Hacela en tu casa y contanos cómo fue el resultado!

No seas justo

“Los hombres de Sodoma estaban corrompidos por la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos…”

El libro del Génesis (en los capítulos 13-14 y 18-19) nos cuenta sobre la perversa ciudad de Sodoma.

Primero leímos cómo Lot, sobrino de Abraham, se estableció en Sodoma a pesar del hecho de que sus habitantes eran “perversos y pecadores a Di-s”; Sodoma es arrasada por los ejércitos de Jerdolaomer, y Abraham viene al rescate de su sobrino prisionero; luego encontramos a Abraham que le suplica a Di-s que se apiade de la ciudad pecadora en mérito de los habitantes virtuosos que pudieran encontrarse, pero resulta que ni siquiera se pudo encontrar diez de esas personas; dos ángeles, enmascarados como los hombres, visitaron la ciudad, pero sólo Lot les ofrecerá hospitalidad; Él los salva de las hordas de Sodoma, y ellos, a su vez, lo rescatan a él y a sus dos hijas antes de destruir la ciudad.

¿Cuáles fueron los pecados de Sodoma? En nuestro idioma, el nombre de la ciudad es sinónimo de perversión sexual. Esto se deriva de lo que cuenta la Torá de cómo las hordas sodomitas que merodeaban la casa de Lot, le exigían que les entregue sus dos invitados “para que nosotros podamos violarlos”. Pero las fuentes judías tradicionales–el Talmud, los Midrashim y los Comentarios–tienen una visión diferente de la historia de Sodoma. Allí, el énfasis no está en sus pecados sexuales, sino en su falta de hospitalidad y en su agresión a cualquiera que se atreviera a compartir la riqueza de la ciudad con cualquier extraño.

En las palabras del Talmud: “Los hombres de Sodoma sólo estaban corrompidos a causa de la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos… Dijeron: “Si en nuestra tierra crece el pan, y tiene el polvo de oro, por qué debemos recibir forasteros que sólo vienen a llevarse nuestra riqueza? ¡Vamos!, hay que abolir la práctica de alojar a los viajeros en nuestra tierra…”

Inclusive hallaron una manera de ser caritativos asegurándose de que ningún extraño se beneficiara de su caridad: “Si algún pobre pasara por aquí, cada habitante le daría un dinar en el cual escribiría su nombre, pero no se le vendería nada de pan. Cuando él muriese, cada uno vendrá y tomará de vuelta su dinar”. Llegaron al extremo de decretar: “Cualquiera que dé un pedazo de pan a un pobre o a un extraño se lo quemará en la estaca”.

La historia de Sodoma aparece en la Torá en contraposición a la vida de Abraham. De hecho, Sodoma es la antítesis de Abraham que está retratado en la Torá como la personificación misma de jesed (benevolencia). Abraham da de él, materialmente (proporcionando comida y alojamiento a los forasteros) y espiritualmente (compartiendo las verdades que descubrió, rezando Sodoma); la intención del Sodomita es guardar para él lo que es suyo.

Lo que es notable sobre la gente de Sodoma es que no son ladrones (como era la generación del Diluvio). Incluso cuando niegan a un extraño sus posesiones, tienen el cuidado de hacerlo de una forma “legal”. De hecho, la base de su filosofía parece bastante benigna. En las palabras de la Ética de los Padres:

Uno que dice, “lo que es mío es mío y lo que es tuyo es tuyo”–éste es el rasgo de Sodoma.

¿Qué puede ser más justo? La gente de Sodoma tomaron esto al pie de la letra. Pero, cada persona que declara “lo que es mío, es mío y lo que es tuyo es tuyo”, todo lo que está diciendo es: “yo no tocaré lo que es tuyo, pero no esperes que te dé nada.”

Para el judío, tal justicia es la esencia misma del mal.

Yanki Tauber

El silencio lo dice todo

Sucedió hace más de 100 años atrás. El santo Vizhnitzer Rebe, Rabí Israel Haguer, salió como todas las tardes a dar un paseo, acompañado de su secretario. 

Sin embargo, en lugar de dirigirse al parque, se detuvo frente a la casa de unos de los judíos acaudalados de la ciudad, que dirigía el Banco local. El secretario desconocía la razón de la visita. Este iehudí no era un Jasid. En realidad era uno de los que se oponían al judaísmo tradicional. De todas formas, al ver al Rebe en la puerta de su mansión, lo hizo pasar, saludándolo con calidez. Hizo sentar a la inesperada visita y se ubicó a su lado esperando que el Rebe le cuente la razón de su venida. Pasaron unos minutos, y el Rebe permanecía en silencio. Pero el hombre, que era muy delicado, no se animaba a interrogarlo. Perplejo, el director del Banco permaneció sentado, miraba al Rebe. El Rebe lo miraba a él. Más silencio. ¿Qué sucedía aquí?

Luego de unos instantes, Rabí Israel se puso de pie, sin pronunciar palabra y caminó hacia la puerta. El dueño de casa lo acompañó cortésmente hasta la vereda, y así caminaron juntos hasta la casa del Rebe. Al arribar allí, el hombre dijo: “¡Vizhnitzer Rebe! Mientras estaba en mi casa no correspondía hacerlo, pero ahora que estamos en la suya le preguntó: ¿Por qué me ha visitado?”.

El rebe respondió: “Fui a cumplir una Mitzvá”

“¿Cuál?” preguntó intrigado el hombre.

“Nuestros Sabios nos indican que es una mitzvá callar cuando sabemos que no seremos escuchados. Por eso visité a la persona a la que no debía decir lo que no podría escucharme”.

“¿Qué es lo que me debía decir?” preguntó el judío. “No te lo diré- dijo el rebe- pues perderé mi mitzvá”.

“¿Cómo sabe usted que no lo escucharé? ¡Por favor, debe decírmelo!”

Después de mucha insistencia el Rebe le contó: “ayer me visitó una mujer viuda. Ela recibió la comunicación del Banco, avisándole que embargarán su casa pues no ha pagado la deuda que tiene con dicha institución. Eso significa que, junto a sus pequeños hijos, quedará en la calle. Me pidió que hablara contigo porque sabe que eres judío y quizás podría convencerte para que la ayudes”.

“Pero Rebe, yo no soy el dueño del Banco, ni soy yo quién pone las reglas. ¡Sólo lo dirijo!”.

“Así es. Por eso sabía que no sería escuchado. Buenas noches”.

El Rebe ingresó a su casa, seguido por su secretario. El banquero permaneció inmóvil, petrificado. Finalmente, caminó despacio hacia su hogar, meditabundo. El tema lo había impactado. Antes del fin de semana, él pagó la deuda de la viuda, con su propio dinero.

* Extraído del sipurei Jasidim

El regalo de Di-s

Lentamente, Shlomo Bochner caminó a tra­vés de la guardia del hospital. Detuvo su marcha en la entrada de la sala de espera y espió por la pequeña ventana de la puerta. Pudo ver a la Sra. Davis sentada en una silla naranja, sosteniendo un pequeño Libro de Rezos con sus dos manos. Sus labios se mo­vían rápidamente. La frente se mantenía alta y sus ojos se cerraban y abrían con frecuencia. Las lágrimas que corrían por sus ojos brotaban sin ser detectadas por su rostro. Shlomo suspiró. Era su responsabilidad darle la respuesta.

A su alrededor todo seguía su curso normal. Las enfermeras, vestidas con sus guardapolvos blancos, hablaban entre ellas mientras circula­ban cuarto por cuarto, para controlar la presión de los pacientes .Voces anónimas rechinaban a través del conmutador, mientras los doctores con rostros solemnes caminaban apurados a través del corredor.

Shlomo no supo cuánto tiempo estuvo allí parado, su mano derecha apoyada sobre el picaporte de la puerta, su mano izquierda formando un puño. No podía acercarse para hablarle. ¿Cómo podría aproximarse a Jana Davis para transmitirle el mensaje, que a él mismo le  pe­saba como una roca, una piedra que aplastaría todas sus ilusiones?

Shlomo aclaró su garganta y parpadeó. El sen­timiento de dolor por la imposibilidad de concebir hijos era algo familiar para él. El y su esposa habían experimentado el sufri­miento que produce un hogar vacío, antes de lograr tener su propio hijo. Éste había sido el motivo por el cual había colaborado para la creación de Bonei Olam (“Construyendo un mundo”), para proveer de sustento emocional y finan­ciero a las parejas que luchaban contra la infertilidad.

Cuando Jana y su esposo Eljanán se acercaron, Shlomo pudo percibir la seve­ridad de su situación. Los doctores, que poseían honorarios considerablemente altos, habían catalogado su caso como definitivamente perdido, sin esperanza. Shlomo se encontraba frente a una dis­yuntiva; si en tal caso las posibilidades de éxito eran muy pequeñas, ¿debería seguir con el caso o invertir aquellos fondos tan requeridos, en otra pareja que tuviera más esperanzas? Por el otro lado, ¿Cómo podía decepcionarlos así? La política de Bonei Olam no permitiría que se desperdiciara ni esfuerzo ni dinero en ayudar a parejas sin hijos. Finalmente, Shlomo pidió consejo a los Rabinos, y estos le dijeron que siguiera adelante con el caso. Shlomo normalmente consultaba sus casos con el Dr. Cornwallis, un aclamado experto en infertilidad, y esta vez, debido a las exorbitantes estadísticas que arrojaban los resultados, no dudó en consultar.

Un hombre joven con una taza de café en su mano apareció a su lado. Shlomo soltó el picaporte de la puerta y se movió a un lado para que el muchacho pudiera entrar en la sala. La Sra. Davis, aparente­mente, no se había dado cuenta todavía de su pre­sencia. Tomar un café parecía una buena idea. Tal vez la cafeína lo podría ayudaría a relajarse y ha­blar de la manera más calma posible con Jana.

Mientras Shlomo ponía las monedas en la máquina de café, la conversación entablada con el Dr. Corn­wallis volvía a su mente… “Dr.

Cornwallis, ¿recuerda la pareja Israelí, los Davis?”

“¿Davis? Ah…, sí ya recuerdo.  Desafortunadamente Rabino Bochner, no hay mucho que el mundo mé­dico pueda hacer por ellos. El costo del trata­miento es muy elevado, francamente, no sé si tendrá sentido seguir.”

“Dr. Cornwallis, ¿no merece acaso cada pareja una última chance?” Hubo un silencio. “¿Doctor?”.

“Estoy aquí”.

“No podemos defraudarlos. ¿Para cuándo planificará una

visita a Israel? Haremos lo que podemos. Di-s hará el resto.”

“Rabino Bochner”, dijo el doctor luego una larga pausa. “Hablaré con mi agente de viajes…. y con mi Rabino”.

“Por supuesto, nosotros arreglaremos el resto. Los exámenes de sangre, la estadía en el hospital…”

“Si, si”, se río el doctor. “No tengo duda de eso, sólo deseo agregar…”

“El anestesista, también estará arreglado con anterioridad”.

“No, no Rabino Bochner, no me refería con eso. Escuche. Yo me haré cargo de los gastos del vuelo y el hospedaje pero esta vez…no deseo

que me pague.”

Shlomo estaba estupefacto. Doscientos cincuenta mil dólares, eran los honorarios,  lo cual no era poca cosa. Pero el Dr. Cornwllis, inspirado por el comité de Bonei Olam, había decidido no cobrar esta vez.

Shlomo volvió a la realidad. Retiró su vaso de la máquina y regresó a la sala. Nueva­mente se paró frente a la puerta. Lenta­mente tomó un

sorbo de su vaso, mientras sus lágrimas se mezclaban con el café. Los minutos corrían y él sabía que no po­dría permanecer allí mucho tiempo más. El tratamiento no había tenido éxito. Habían lanzado su último tiro pero….el deseo de Di-s había sido diferente. Era el deber de Shlomo informarle a la Sra. Davis la dura y dolorosa realidad.

Shlomo respiró profundo y bajó el pica­porte de la puerta. La Sra. Davis lo miró con un rostro resplandeciente. Shlomo colocó sus manos

dentro de sus bolsillos. Como más tarde él mismo relata­ría: “Fue el momento más duro de toda mi vida. Aún hoy, no recuerdo qué fue lo que le dije”.

Meses más tarde…

Shlomo se encontraba sentado frente a su escritorio concentrado en alguna tarea ad­ministrativa, cuando su secretaria lo llamó. Por algún

motivo se distrajo y encendió su contestador telefónico. Apenas oyó el sonido de una voz, Shlomo se enderezó.

“Hola, soy Eljanán Davis. Cuando tenga oportunidad por favor contáctese conmigo”. Shlomo atendió el teléfono, pero fue tarde. La

persona ya había cortado. Por un momento, se quedó sentado in­merso en su pensamiento. Ya habían pa­sado varios meses, casi un año desde aquel día en el que tuvo que transmitirle la triste y sincera noticia a Jana Davis. Pero Shlomo, más tarde, se dio cuenta que Jana era real­mente una mujer notable. Su marido -Eljanán- lo confirmó contándole los detalles de los hechos.

“Cuando salimos del hospital, viajábamos en un taxi que nos llevaba de regreso a casa”, -le explicó Eljanán, “Fuimos todo el trayecto en silencio, cada uno de nosotros sumergido en sus propios pensamientos. No lograba siquiera formular una frase co­herente. Sentía que una

nube negra me en­volvía y no me dejaba pensar con claridad”.

“Logré, tambaleante, bajar del taxi. En medio de la bruma, caminé los pocos pasos que me separaban del umbral de la puerta de mi casa,giré la llave y débilmente abrí la puerta. Sorprendentemente, el cuarto estaba inundado de luz. “Quedé shockeado al ver la escena que me recibía. Mi esposa había dejado la mesa puesta en el comedor, el mejor mantel junto a la vajilla más fina, aquella que utilizaba sólo para ocasiones especiales”.

“¿Acaso no vas a colgar tu saco?”, le preguntó ella, mientras encendía las dos velas que se encontraban dentro de los candelabros de plata. Podía observar cómo las pequeñas llamas se mo­vían y bailaban de manera ascendente. “Hemos terminado un capítulo en nuestras vidas” dijo suavemente, con rostro cálido. “Hoy tuvimos que enfrentarnos a la desilusión. Pero no deseo enojarme con Di-s. Haremos una “Seudát Hodaá” (comida de agradecimiento). Deseo premiar a Di-s por haberme dado a ti y por haberte dado a mí. Nos tenemos mutuamente. No estamos enojados. Esta­mos entrando en un nuevo capítulo en nuestras vidas y no dejaremos que la amargura y la melanco­lía apaguen la alegría.

Comencemos a celebrar.” Mi esposa sirvió una cena magnífica. Cuando nos fuimos a dormir, su serenidad había provocado un efecto considerablemente positivo en mi persona. Había dormido unos pocos minutos cuando el llamado del teléfono me despertó. Miré el reloj, eran las cinco de la madrugada. Alguien llamaba desde el hospital. Me pedían que regresara inmediatamente allí”.

“Hemos vuelto a es­tudiar sus resultados”, me explicó la persona en la línea, “aún queda algo por hacer”. Shlomo conocía bien lo sucedido. Era una historia conmovedora. La historia de una mujer que había convertido el deseo de Di-s, en su deseo. Shlomo aún seguía sonriendo mientras marcaba el número telefónico que lo conectaría con los Davis. “Hola Shlomo”, la voz de Eljanán se oía jubilosa. “¡Es un varón! ¡Un hermoso bebé varón! ¡Jana y el bebé se encuentran muy bien gracias a Di-s!”

“El Brit Milá (circuncisión) será Di-s mediante, la se­mana próxima”.

Sería una celebración que Shlomo no podría per­derse…

El contraste entre Itzjak e Ishmael

Leemos en Génesis (17:7-27), cómo Di-s se presenta ante Abraham y le da instrucciones para circuncidarse él mismo y todos los hombres. Di-s luego ordena que cada varón nacido sea circuncidado en el octavo día de vida, como señal del “pacto eterno” entre Di-s y Abraham.

Luego Di-s le informa a Abraham que en un año, él y Sara tendrían un hijo, Itzjak. Abraham estaba llegando a los cien años en ese momento, y Sara a los noventa. Ambos habían estado casado por 75 años sin tener hijos, y Sara estaba físicamente incapacitada para tenerlos. Abraham ya tenía un hijo, Ishmael, que había nacido trece años atrás, luego de que Sara haya discutido con él para que se casara con su sirvienta Hagar, y que pudiera ser padre de un niño a través de ella.

La reacción de Abraham a la promesa Divina fue: “Si solo Ishmael viviera ante Ti”. Parecería que Abraham estaba diciendo que estaría perfectamente contento de ver a Ishmael como su heredero, aquel quien continuará su trabajo de vida y perpetuado su relación especial con Di-s.

Di-s rechaza la propuesta de Abraham. Le asegura que Ishmael se convertirá en un gran pueblo, “pero mi pacto lo debo establecer con Itzjak”. Sólo Itzjak, el hijo que tendrás con Sara, puede ser tu verdadero heredero”.

Esto es más que una elección técnica. La insistencia de Di-s para que Itzjak sea el progenitor de Su pueblo elegido nos muestra algo fundamental en la naturaleza de nuestra relación con El.

Ishmael e Itzjak diferían en dos aspectos significativos:

Ishamel vino al mundo en forma natural, mientras que el nacimiento de Itzjak fue algo sobrenatural.

Ishmael fue circuncidado a los trece años, el año del “daat” (conciencia), mientras que Itzjak lo hizo a los ocho días de vida, una edad en la que la persona no tiene conciencia de lo que está ocurriendo.

En otras palabras, Ishmael representa una relación racional con Di-s, basada en el entendimiento humano. Itzjak representa un enlace sobrenatural.

Abraham discernió varias cualidades positivas en Ishamel, y estaba preparado en verlo como su heredero. Sin embargo, Di-s insistió que su pacto con Abraham sería perpetuo específicamente a través de Itzjak y sus descendientes, un pueblo cuyo compromiso con Di-s trascendería lo natural y racional.

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

Las tres señales del pueblo judío

“Pues ordena a sus hijos y a su casa que le sigue, que cuiden el camino de Hashem, de hacer Tzedaká (caridad) y justicia”. (Bereshit 18:19)

Abraham el Patriarca, se destacó notoriamente con la cualidad de la benevolencia. Esta cualidad no se limitó solo a su persona, sino que a través suyo se transmitió como herencia a su descendencia. Así lo dice el texto en nuestra Parshá: “Puesto que lo reconocí con un amor especial pues ordena a sus hijos y a su casa que le sigue, que cuiden el camino de Hashem de hacer Tzedaká y justicia”(1).

Vemos que Abraham dio en herencia a sus descendientes la cualidad de la benevolencia.

La benevolencia es una de las tres señales identificatorias del pueblo judío. La Guemará(2) dice: “Esta nación posee tres señales – son compasivos, recatados y benevolentes… y todo aquel que posee estas tres características es apto de ser parte de esta nación”.

SEÑALES ¿DE QUE?

El término ‘señal’ significa que las cualidades en cuestión sirven como señal de otra cosa, es decir del carácter principal y esencial del pueblo de Israel. ¿Cuál es esa característica de la cual estas son sus señales?. Es la cualidad de la anulación personal. El judío, en su esencia, siente anulación frente al Altísimo, tal cual dijo Abraham el Patriarca: “Yo soy polvo y ceniza”(3).

A partir de esta anulación surgen las características indicativas –señales- de la misma: el judío es vergonzoso, compasivo y benevolente. Esta es la secuencia(4) del funcionamiento del judío: el pudor – es una naturaleza del alma, la compasión – es un sentimiento del corazón, y la benevolencia – es la acción concreta de practicar la bondad. El pudor es la expresión abierta de la anulación interior, por eso es la primer señal. Es la que causa que el judío sea compasivo, y esta compasión, a su vez, le mueve a actuar con bondad.

LA BONDAD HUMANA

En este punto radica la singularidad del pueblo judío. Los humanos como humanos practicamos la bondad, pero esta no proviene necesariamente de la anulación personal, sino lo contrario, como consecuencia del ego.

El orgullo incluso puede a veces despertar sentimientos de compasión. Siendo que uno se concibe como importante ve al prójimo como alguien inferior que despierta compasión. Incluso uno puede disfrutar, a título personal, el sentir grandeza como consecuencia de su compasión y bondad con el sufriente.

COMPASIÓN Y PUDOR 

La bondad que se espera del judío, en su carácter de nación santa, es la que surge del sentimiento de autoanulación, como se dijo antes. Esta anulación personal es consecuencia de la conciencia de la presencia Divina, y la subordinación total al Altísimo. Cuando se deja de estar concentrado en sí mismo – por la subordinación de Hashem – entonces se  siente al otro y se compadece de él, haciéndolo con humildad total.

Generalmente esta es la secuencia. A partir del pudor se llega a la compasión y de la compasión a la conducta benevolente.

Pero también está el caso opuesto(5), cuando la compasión específicamente es la que permite que el judío logre el pudor.

El judío es consciente que el hecho mismo de que su compañero sea el pobre y él el rico es para privilegiarlo con la mitzvá de la caridad Tzedaká -. Si no fuera así, ¿por qué el Altísimo, quien alimenta y sostiene a todo, causó una situación donde él sea el rico y su semejante el pobre?

Es sólo debido a que Hashem quiso que la manutención de su compañero llegue específicamente a través suyo, por medio de la Tzedaká y la benevolencia que practicará  con él.

Pero esta conciencia genera gran vergüenza, puesto que ¡para que él sea meritorio de practicar caridad, su compañero debe sufrir pobreza y privación!. Resulta entonces que justamente como consecuencia de su compasión por su compañero pobre, se despierte en él una gran vergüenza interior y una profunda autoanulación.

(Likutei Sijot Tomo 30 Pág.61)

Notas: 1.Nuestra Parasha 18,19 2.Iebamot 79,a 3.Nuestra Parshá 18,27 4.En el orden que el Rambam cita estas tres cualidades (leyes de relaciones prohibidas Cáp.19 ley 17). 5.En el orden citado en el Talmud (de la nota 2)

La historia del monoteísmo

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

La esencia del Judaísmo, es la creencia en un solo Di-s. De hecho, todas los credos monoteístas tienen su origen en Abraham, el descubridor (o el re descubridor) de esta verdad.

La creencia Judía en Di-s es expresada en los dos primeros de los Diez Mandamientos. El primero, afirma la verdad de Su existencia. El segundo es un complemento negativo del primero (no idolatrar). La idolatría no es necesariamente una falta de fe en Di-s, de hecho, el Segundo Mandamiento comienza diciendo: “No tendrás otros dioses frente a Mí…”. Sino más bien, la idolatría también incluye cualquier negación a la unidad de Di-s, su absoluta singularidad, unidad y exclusividad de ser. Adjudicarle cualquier división o compartimiento al ser Divino, o creer que Di-s tiene un compañero o intermediarios en Su creación y en la subsistencia del Universo, es transgredir la prohibición de idolatría.

Los detalles de las leyes de idolatría, son descriptos por Maimónides en su Mishné Torá, en una sección del doceavo capítulo titulada Leyes Concernientes a la Idolatría y sus Costumbres. Aquí, Maimónides define qué es idolatría y examina varias formas de idolatrar y sus prácticas, las penalidad que acarrean, el status de un idólatra, etc.

En el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría, Maimónides cuenta la historia del reconocimiento del hombre de la verdad de Un solo Di-s. Originalmente, el hombre conocía a su Creador; pero en la “generación de Enosh (el nieto de Adam), la humanidad erró gravemente, y el conocimiento de aquellas generaciones de hombres sabios fue confundida; Enosh mismo estaba entre aquellos que habían errado. Su error yacía en lo que ellos creían que era placentero para Di-s, si ellos veneraban las fuerzas de la naturaleza que Le servían, como un rey que desea que sus ministros y sirvientes sean venerados. Pronto, comenzaron a erigir templos y altares para el Sol y las estrellas, ofreciéndoles sacrificios e himnos de alabanzas, creyendo que todo esto era el deseo de Di-s.

Sobre generaciones posteriores, Maimónides continúa diciendo: “se levantaron falsos profetas…y otros charlatanes que clamaban haber recibido comunicaciones de varios cuerpos celestiales sobre cómo deben servirse y cuáles imágenes los representan. Al pasar los años, el impresionante y venerable nombre de Di-s fue olvidado de los labios y mentes de la humanidad; ya no eran más conscientes de Él. El hombre común sólo sabía de imágenes de madera o de piedra en sus templos, a los cuales se les había instruido desde la niñez a prosternarse y a servirles; los más sabios entre ellos creían en las estrellas y constelaciones que estas imágenes representaban; pero ninguno reconocía ni conocía al Creador excepto aquellos raros individuos como Enoj, Metushelaj, Noaj, Shem y Ever. Y así era el mundo hasta que el pilar del universo, nuestro padre Abraham, nació.

Ya de pequeño, la mente de Abraham comenzó a buscar y a preguntarse: ¿Cómo orbitan los cuerpos celestiales sin una fuerza motora? ¿Quién los mueve? ¡No pueden moverse por ellos mismos! Inmerso entre los tontos idólatras de Ur Casdim, no había nadie quien le enseñara; su padre, madre y gente de la casa, y él entre ellos, eran idólatras. Pero su corazón buscó, y llegó a la conclusión que hay un Di-s…que creó a todo y que en toda la existencia, no hay nadie más que Él. Llegó a la conclusión que todo el mundo estaba errado…

“A la edad de cuarenta, Abraham reconoció a su Creador…Comenzó a debatir con la gente de Ur Casdim…Destruyó ídolos, y comenzó a enseñarle a la gente que sólo es apropiado servirle a un Di-s… Continuó haciendo llamar la atención del mundo, enseñando que solo existe un Di-s en todo el Universo, y que a Él solo hay que servirle. Portó el mensaje de ciudad en ciudad, de reino a reino…Muchos se unieron para hacerle preguntas sobre el tema, y él les explicaba de acuerdo a su entendimiento hasta que les terminaba mostrando el camino de la verdad. Cientos y luego cientos de miles se unieron a él…y él implantó este gran principio en sus corazones y escribió varios libros sobre esto. Luego del fallecimiento de Abraham, Itzjak, y luego Iaakov siguieron con su trabajo, hasta los descendientes de Iaakov, y aquellos que se les unieron, formaron una nación que conocían a Di-s.

“Sin embargo, cuando la gente de Israel moró en Egipto por muchos años, volvieron a aprender del comportamiento de los egipcios y a idolatrar ídolos con ellos…solo un poco más, y el gran principio implantado por Abraham hubiese sido olvidado, y los descendientes de Iaakov hubieran vuelto al error de la humanidad y a sus formas de vidas corruptas. Pero por el amor de Di-s hacia nosotros, y Su cumplimiento de la promesa que le hizo a Abraham… Di-s eligió a Israel como Suyo, coronándolos con las Mitzvot (preceptos), e instruyéndoles el camino en el cual deben servirLo, y las leyes concernientes a la idolatría y aquellos que las transgreden”

La Historia como Ley

Así Maimónides concluye el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría. En los siguientes once capítulos, el procede a enumerar las leyes particulares de la “idolatría y aquellos que idolatran”.

El Mishne Torá es una obra puramente Halájica, o legal. Hay raras ocasiones en las que Maimónides cuenta algún hecho histórico o alguna inspiración filosófica, y siempre se revela que en estos casos, si los estudiamos más minuciosamente, terminan siendo un punto de instrucción legal. Lo mismo es cierto con el primer capítulo que hemos resumido anteriormente: cada detalle de esta historia es una Halajá (ley judía), un componente crucial de la prohibición de la Torá sobre la idolatría.

El primer punto de Maimónides es que la idolatría no es un pecado religioso sino también un error racional. La generación de Enosh “erró gravemente y la sabiduría de la generación de hombres sabios fue confundida”, la humanidad fue engañada por falsos profetas y charlatanes. Abraham llegó a la conclusión de la verdad sobre la unidad de Di-s, no por revelación Divina ni por poderes sobrenaturales, sino que por el proceso de que “su mente comenzó a buscar y a indagar…hasta que comprendió la verdad y entendió el camino correcto por su sentido común”. Consiguió adherentes a su fe no por obrar maravillas ni profesar el nombre de Di-s, sino por medio de explicarle a cada uno de acuerdo a su entendimiento, hasta que les terminó mostrando el camino de la verdad. Maimónides no menciona todas las revelaciones de Di-s a Abraham, tampoco menciona a todos los profetas y milagros que acompañaron en el desarrollo de la nación que conocía a Di-s en sus primeros años. Ya que, aunque ellos no hubiesen estado, el hombre podía haber reconocido la unidad de Di-s de todas maneras, y se hubiera esperado de ellos que así hicieran. La idolatría es irracional; el hombre, usando nada más que su capacidad para razonar, puede discernir entre su falacia y descubrir la verdad.

Por el otro lado, cerca del final del relato histórico, Maimónides remarca el punto opuesto: sin la intervención Divina, la fe fundada por Abraham no hubiera sobrevivido.

El razonamiento humano no es suficiente. Puede exponer falacias, descubrir la verdad, transformar una vida, convencer a miles, y fundar una nación. Pero es sólo tan fuerte como el ser humano que lo realiza. Puede ser distorsionado por los tormentos de la vida: rompe a la persona, y habrás invalidado sus ideas. El exilio y las dificultades que han experimentado los Israelitas en Egipto, casi destruyó una nación que creía en Di-s. Si Di-s no se hubiera revelado a nosotros en el Sinai, el gran principio implantado por Abraham, hubiera desaparecido.

Mente y Más

En el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría, Maimónides nos está instruyendo cómo se observa el precepto de “No tendrás otros dioses frente a Mí”.

No es suficiente decir: “Di-s se nos reveló a nosotros en el Sinai y nos dijo que no hay otras deidades o fuerzas que son compañeras de Su ser y Su régimen sobre el universo. Así que yo sé que es así. Si Él lo hubiese dicho, me hubiera bastado: la lógica de la verdad es irrelevante”. No, dice Maimónides. El Segundo Mandamiento obliga al judío a que su mente, no solo sus convicciones, debe negar la posibilidad de otros dioses. No debe solamente aceptar que esto es así, sino que debe comprender, racionalmente, que no puede ser de otra manera. Cada judío está obligado a desarrollar un reconocimiento de la verdad Divina adquirida por Abraham: un reconocimiento tan absoluto que pueda implementar una doctrina universal y convencer a que miles de personas transformen sus vidas.

Por el otro lado, una persona puede tomar esto para el otro extremo y decir: “La unidad de Di-s no es un tema de fe, es un hecho. La naturaleza de la realidad lo atestigua; yo puedo demostrárselo a cualquiera. Es la revelación en el Sinai lo que es irrelevante. El monoteísmo es una verdad racional, apoyada por irrefutables argumentos”.

Esto puede ser posible, dice Maimónides, pero la negación del judío de otros dioses es más que una filosofía irrefutable. Es una fe implantada en la esencia de nuestras almas, que perdura aún cuando la lógica cesa de funcionar y la razón es considerada impotente. Para creer de verdad, uno debe comprender, pero la comprensión sola, es una sombra mortal de la fe inmortal. La filosofía de la fe de Abraham, apenas sobrevivió a Egipto; la fe supra racional que conseguimos en el Sinai, en donde Di-s eligió a Israel como Suyo, coronándolos con los preceptos, e instruyéndoles la forma en la cual debemos servirLo, ha sobrevivido a cientos de Egiptos y a cada locura de la historia.

Las riquezas del Cuerpo

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

En la Parshá de esta semana, leemos cómo, poco después que Abraham y Sara llegaron a la Tierra de Canaan, se vieron forzados a ir a Egipto por el hambre que acechaba en la tierra. Cuando se estaban acercando a Egipto, Abraham le dijo a Sara:

“Ten cuidado, ahora yo sé que tú eres una mujer de bella apariencia. Cuando los egipcios te vean, dirán: ‘Ésta es tu esposa’, me matarán, y a ti te dejarán viva…
Por favor, dí que eres mi hermana, para que me hagan un bien a mí, y mi alma vivirá por tu causa”

Los temores de Abraham fueron bien fundados. Sara es llevada al palacio del Faraón. Abraham recibe muchos regalos, como “hermano” de aquella mujer tan bella. Milagrosamente, Di-s previene al Faraón de tocarla. Sara es liberada y llevada de vuelta a su marido, y ambos vuelven a la Tierra Santa llenos de riquezas obtenidas por sus (des)venturas.

El Midrash ve este episodio como un precedente del futuro viaje a Egipto de los hijos de Abraham y Sara. En ese entonces, también, nuestra captura en Egipto finaliza con nuestra liberación y éxodo de la tierra con “grandes riquezas”. Esta gran riqueza, explican los maestros Jasídicos, se refiere no solo a todo el oro y plata que se llevaron consigo los Israelitas de Egipto, sino también viene a hacer una referencia a las “chispas de Divinidad”, que redimieron los Hijos de Israel y elevaron, en el curso de sus 210 años de esclavitud allí.

Esta aventura, también es revivida en la vida de cada individuo.

De acuerdo al Zohar, “Abraham” representa el alma, y “Sara”, el cuerpo. En la narración Bíblica, tanto Abraham como Sara bajaron a Egipto, pero Sara experimentó un “descenso” aún mayor cuando fue encarcelada en el palacio del Faraón y amenazada por sus ministros. Al final, sin embargo, la sentencia de Sara terminó siendo una fuente de riqueza para ella, y en su mérito, su marido también fue enriquecido.

Lo mismo sucede en la vida de cada individuo. Tanto el alma como el cuerpo descienden al mundo material, pero el cuerpo es el que está más expuesto y comprometido a la decadencia mundana, mientras que el alma permanece en cierta forma, un poco más ajena al mismo. Sin embargo, al final, es el cuerpo quien, a través de sus acciones físicas, redime y eleva la “riqueza de Egipto”. Ya que solo el cuerpo puede realizar una Mitzvá (precepto), una acción Divina. Sólo un ser físico tiene acceso a las chispas de Divinidad que han sido esparcidas en todo el mundo físico, pudiendo elevar y enriquecer a su alma en el proceso.

Un relato de dos amores

En las enseñanzas de la Kabalá, Sarai y Hagar nos sirven como metáfora de dos modelos de vida.

Sarai, la princesa, representa una vida que vive para sí misma, mientras Hagar, la sirvienta, se inviste en una vida que vive por las recompensas y beneficios que vienen con ella. Sarai vive para vivir, Hagar vive para ganar. Esto no es ni bueno ni malo; son simplemente dos aspectos integrales diferentes de la condición humana.

Examinemos estas dos dimensiones mientras se muestran en el amor y las relaciones humanas.

Hay una persona que dice: “Te  quiero porque te preciso”, o “te quiero porque eres hermoso”. En otras palabras, te aprecio por las recompensas (la “Hagar”) que gano por tí.

“Ser amado por lo que uno es realmente, es la gran excepción” Goethe dijo. La mayoría de la gente ama a aquellos de quienes recibe algo. Amo la parte tuya que me da plenitud y beneficios. Amo a mí versión tuya, no a tí.

Una historia:

Uno de los grandes espiritualistas del siglo XX, Rabí Israel Lipkin, conocido como Rabí Israel Salanter, una vez observó a una persona comiendo un pedazo de pollo con gran fervor. “¿Cuál es la gran alegría sobre esto”? le preguntó el Rabí.

“Amo este pollo”, respondió la persona.

“Dudo grandiosamente que ames al pollo” le dijo el Rabí. “Este pollo fue faenado, desplumando, cortado y cocinado para ti. ¿Es así como tratas a quienes amas?.

“No amas al pollo; te amas a vos mismo, a tus gustos, tu estómago. Admiras al pollo por posibilitar servir tu esófago tan eficientemente”.

Amor recíproco

Tu amor hacia otra persona no es tan diferente al amor hacia tu pollo o tu torta de queso. Amas a tu cónyuge por lo que recibes de él. Tu cónyuge te garantiza compañerismo y te da “condimento”, cualidad y sabor a tu existencia diaria. Disfrutas las cualidades físicas y emocionales de tu cónyuge; aprecias las miradas de tus compañeros, sus comidas, inteligencia y bondad.

Tienes que ser un tonto para no apreciar a este ser humano que está dispuesto a dar todo e incluso a amar a un Shleimazel  como tú.

Esta forma recíproca de amor no está mal para nada. Hace, de hecho, que el mundo se mueva. Puedes seguir casado y vivir para siempre con este “Hagar” modelo de relaciones. Si todos los matrimonios requerirían una afección egoísta y altruista, sería el fin de la raza humana tal como la conocemos. Somos criaturas auto orientadas y debemos sentir que nuestras relaciones están basadas en la dinámica de dar y recibir.

Debemos reconocer, sin embargo, que aunque este amor es profundamente beneficioso, es también condicional y puede ser temporario.

¿Qué pasa cuando algunas de las cualidades de tu querido cónyuge cambia, o cuando no tienen más relación contigo, o cuando encuentras a alguien que parece que tuviera cualidades superiores?

A veces estas huellas terminan con un romance. “¿Por qué voy a estar para tí cuando tú no estás más para mí?” Ésta es una buena pregunta, una que ha causado y continúa causando la muerte de muchos matrimonios.

Además, incluso que el amor recíproco pueda ser poderoso y fructífero, no captura la majestad completa que el espíritu humano soporta. El amor recíproco satisface al ego humano básico, su necesidad y auto-preservación y auto gratificación. Pero falla en satisfacer al alma de la persona que fue creada en imagen de Di-s.

Amor incondicional

La Torá y la Cábala, por lo tanto, nos muestran otra forma de amor, o el modelo “Sarai” de amor, uno que no es recíproco, pero es incondicional o esencial. En él, no te amo por un “ya que…”, una cualidad individual o muchas cualidades que admiro en ti. Te amo por que eres “tú”, no el “tú” que me beneficia, pero tu misma existencia, tu mismo ser. Y nace del reconocimiento de que compartimos un lazo esencial.

No es el amor porque eres hermoso, si no, eres hermoso porque te amo. No es que te amo porque te preciso, sino te preciso porque te amo.

Esto no significa que uno no deba admirar o apreciar las finas cualidades de su cónyuge. Significa que tu amor no es limitado o definido por cualidades de amor particulares. Digamos, por ejemplo, que eres bendecido con un hermoso chico talentoso. Obvio que aprecias estas cualidades en tu hijo y se lo mencionas. Pero, el amor hacia tu hijo no depende en algo o está limitado a estas características. Puedes tener otros hijos que no tienen estos dones, pero los amas de igual manera. ¿Por qué? Porque sientes que eres esencialmente y eternamente uno con ellos.

De hecho, uno observa que el amor de los padres hacia los hijos, quienes, por su estado mental o físico no pueden recibir afecto recíprocamente, es más fuerte que el amor hacia otros chicos que pueden devolver recíprocamente a sus padres, ¿Por qué?

La Cábala lo explica en una forma muy profunda. No es que los padres aman a un hijo más que a otro. Amas a cada chico con la misma pasión infinita. Sin embargo, con chicos que manifiestan cualidades que generan aprecio, la relación esencial de los padres, es de alguna forma eclipsada con el amor que nace por el aprecio de esas cualidades. 

Con un chico que no tiene una habilidad para devolver de ninguna forma, que le falta manifestación y cualidades que hace que “valga la pena” amarlos, lo que emerge es el amor eterno e incondicional que proviene de una conexión esencial que hay con el padre y el hijo. No voy a recibir nada a cambio, pero te amo de todas formas, así como me amo a mí mismo, porque tú y yo somos intrínsecamente uno.

¿Puede un matrimonio llegar a este espacio puro? Sí. ¿Puede comenzar con este tipo de amor? Generalmente no. (Si sí, te podrías haber casado con todos y cualquiera). Al principio de una relación, uno debe enfocarse en los beneficios mutuos envueltos, mientras el romance, por supuesto, asiste en el drama de la fusión de dos extraños.

Sin embargo, si trabajamos en nosotros mismos y permitimos que nuestras almas emerjan en la relación, podemos emprender un largo viaje, alcanzando un espacio de amor altruista puro en donde llegamos a reconocer nuestro lazo compartido esencial e inmutable que nunca será cortado. Con el tiempo, llega un punto en donde cada parte siente a la del otro, en donde cada parte no puede ver su vida sin su compañero al lado.

Una vez una enfermera compartió la siguiente historia:

Era una mañana muy atareada, a las 8.30 de la mañana aproximadamente, cuando un hombre mayor, de unos 80 años, llegó a remover unas suturas de su pulgar. Dijo que estaba muy apurado porque tenía una cita a las 9 de la mañana. Tomé sus datos y le dije que esperara en el asiento, sabiendo que tendría que esperar como una hora hasta que alguien lo pudiera ver. Mientras me hacía cargo de su herida, comenzamos a hablar. Le pregunté si tenía una cita con el doctor esta mañana, ya que dijo estar muy apurado. El hombre me respondió que no, que precisaba ir al hogar de ancianos a desayunar con su esposa. Luego le pregunté sobre su salud. Me dijo que ella estaba ahí desde hacía un tiempo, ya que era víctima de la enfermedad de Alzheimer.

Mientras hablábamos, y terminé de cubrir su herida, le pregunté si ella se preocuparía si él llegaba tarde. Me respondió que ella ya no lo reconoce, y que hace cinco años ya que no lo reconoce. Estaba sorprendida por lo que le pregunté, “¿Y aún así sigue yendo todas las mañanas, aunque no sepa quién es?”

Él sonrió mientras me golpeaba suavemente la mano y dijo: “Ella no sabe quién soy, pero yo sí sé quién es”

Tuve que contener mis lágrimas mientras él se iba, y pensé: “Éste es el tipo de amor que yo quiero en mi vida”

El verdadero amor no es ni físico, ni romántico. El verdadero amor es la aceptación de todo lo que es, ha sido, y será…Y mis amigos, dijeron todo.

Tú y Di-s

Estos dos modelos de vinculación -El modelo Hagar y el modelo Sarai- existen también en nuestro “casamiento” entre nuestras almas y Di-s

Una relación con Di-s de modelo Hagar significa que lo sirves a Él como una “ama de casa“, por las recompensas (el “Hagar”) que recibes. Tu foco primordial en vivir una vida moral y espiritual es lo que puedes conseguir de Di-s a cambio. “Si yo soy una buena persona, Di-s me va a recompensar; si soy una persona vil, Di-s va a estar enojado conmigo, y eso no es bueno”.

Muchas comunidades religiosas basan los fundamentos de toda su educación en la ética de la recompensa y el castigo. “Si sirves al Señor y sigues sus instrucciones, creas una entrada al paraíso”, se les enseña a los niños, “Si no terminarás en la barbacoa eterna”

En un nivel más sofisticado, puedes anhelar una lealtad y devoción a Di-s por tus beneficios mentales, emocionales y espirituales. La fé trae optimismo, esperanza, serenidad, un sentido del propósito, etc. Puede liberarte del temor, inseguridad y ansiedad. Así que te adentras a un matrimonio con Di-s como una “ama de casa” buena y leal: El pago es grande y los beneficios valen la pena.

¿Es esto malo? ¡Para nada! Para muchos de nosotros, la única forma de estar motivados e inspirarnos a vivir una vida moral y plena es enfocándonos en nuestra ganancia, en cómo estimular la cualidad de nuestros días y lo profundo de nuestras vidas.

Llévate tu ego

Una historia personal:

Una vez fui invitado a presentar una charla en una cena de alto nivel sobre cómo vivir una vida espiritual.

Totalmente desinteresado en asistir a la cena o de discutir este tema, consideré rechazar la invitación. La única razón por la cual quería aceptar la invitación era porque una persona de mucha influencia iría a la cena y yo quería impresionarlo.

Así que llamé a mi consejero, y le pregunté si debería rechazar la invitación, siendo que “mi charla espiritual” estaría contaminada en un motivo absolutamente egoísta. Aceptando la invitación, razoné, favorecería a mi ego, pero engañaría a mi alma y a mi autenticidad. Sería un estafador Neoyorquino más. Gran cosa.

Mi consejero me recomendó ir y hablar. “Si tu ego te obliga a robar bancos, debes decir que no. Pero si tu ego, por el momento, te está obligando a dar charlas sobre temas espirituales y a inspirar personas para que incrementen en actos de bondad y solidaridad, que así sea; llévate tu ego en tu paseo de la vida”.

Seguí su consejo, no de mala gana, me apresuro a añadir. Por supuesto, has adivinado. Este tipo famoso nunca llegó, así que supongo que se transformó en una situación de ganar.

La verdad de un pobre hombre

Lo mismo es con la mayoría de las relaciones en nuestra vida. Pocos de nosotros somos capaces de una relación consistente altruista con los hombres o con Di-s. La búsqueda de la auto gratificación es esencial para la condición humana, e ignorarla puede significar el fin de una vida plena y fructífera.

Un hombre rico una vez fue a lo de Rabí Shneur Zalman de Liadi y se lamentó que la caridad que él estaba distribuyendo a los pobres estaba coloreada por motivos ocultos; no lo hacía con total veracidad.

A lo que el Rebe le respondió: “Sí, puede ser cierto; pero el hombre pobre usa de tu plata para alimentar a su familia con veracidad”.

Sin embargo, a pesar de la productividad de esta forma de relación con las verdades morales de la existencia, basadas en el beneficio de uno, hay que ser conscientes que son por un tiempo limitado. Debemos ser sensibles a la verdad que es condicional, externa y por lo tanto temporaria. Es un amor definido por el ego, y por lo tanto, limitado por el ego; no captura el amor majestuoso que el alma humana es capaz de alcanzar.

No preguntes…

La Cábala  por lo tanto nos trae otro tipo de relación más profunda con Di-s, conocida como el modelo “Sarai”. “No preguntes lo que Di-s puede hacer por tí; sino lo que tú puedes hacer por Él”. En este nivel, eliges adentrarte a una relación con Di-s no por lo que Él puede hacer por  tí, sino por lo que tú puedes hacer por él. El “Sarai” en nosotros representa esta dimensión del alma que reconoce su conexión inherente y esencial con Di-s. Con ésta parte del alma yo no sirvo a Di-s porque lo preciso, sino porque Él me precisa a mí, o mejor dicho, porque somos uno.

Aún así, ¿Cuántas personas pueden vivir constantemente en éste nivel? Muy pocas. Si aplazáramos nuestro matrimonio con Di-s hasta que podamos desarrollar este idealismo, no podríamos tener siquiera un “hijo” en nuestras vidas, nunca podríamos producir aunque sea un buen acto.

Así que Sarai le dice a Abraham, el hombre en la Biblia que es el paradigma del amor: “Mira, Di-s me ha refrenado de poder tener un hijo;  por favor, asóciate con el ama, quizá pueda de ella construir”.

En un nivel metafórico, lo que Sarai está diciendo es que si Abraham insiste en construir una relación sólo con el más perfecto, ser humano ideal, nunca traerían niños al mundo. Si esperas hasta que estés espiritualmente perfecto y puro para comenzar con la labor de cambiar al mundo, nunca podrás tener frutos, ni producir nada ni llenar al mundo de Di-s con bondad. A veces hay que llamar al ego, a tu egocéntrica personalidad, para poder cosechar grandes logros. Deja que tu ego genere acciones, siempre y cuando sean positivas y productivas.

Así que Sarai, la esposa de Abram, tomó a Hagar la egipcia, su sirvienta -luego de diez años que Abram haya vivido en la Tierra de Cnaan -y se la dio a su esposo Abram como esposa“.

Sarai misma reconoce que el camino al idealismo debe cada tanto ser liderado por el ego.

No siempre pueden tus relaciones operar por el paradigma de “Sarai-esposa”, a veces, por el bien de los niños, debe ser operado por el paradigma “Hagar-sirvienta”

El desafío

Pero, está el potencial de la caída.

Él se asoció con Hagar, y ella concibió. Cuando se dio cuenta que estaba embarazada, ella (Sarai) miró a su sirvienta con desprecio

Todo lo anterior es lindo y estupendo siempre y cuando te acuerdes de que hay otro modelo más elevado de amor; que te presente un paradigma de vida defectuoso aunque no incorrecto. Siempre debes mantener el conocimiento que aunque a veces participemos de una relación estilo “Hagar”, hay algo mucho mayor y más profundo para esforzarse.

El problema empieza cuando tu ego comienza a presagiar la verdad, cuando comienzas a creer que has alcanzado la cumbre del amor. Luego, cuando tu ego se debilite, o cuando sientas que tu propio interés no sirve, puedes llegar a tirar toda la relación por la borda. Se convierte todo acerca de tí: es a mi manera o no hay manera.

Vemos esta tendencia que sucede generalmente en el área de educación. Algunos padres desarrollan la siguiente actitud: Siempre que mi hijo me denajes“, el placer y deleite que espero de él, lo amo con todo mi corazón. Pero en el momento que el comportamiento de mi hijo no cumple con mis expectativas, cuando falla en darme la tranquilidad y alegría que quiero de él, me enojo y me frustro. Esto es porque inicialmente no lo amo por quién es, sino por lo que hace por mí. Así que cuando me da dolores de cabeza en vez de alegría y serenidad, mi corazón se llena de sentimientos negativos hacia él.

Esto es cuando sabes que tus relaciones estilo “Hagar” han traspasado los límites. Las relaciones basadas en intereses propios son críticas, indispensables y por lo tanto profundamente valuables. Pero esto es cierto siempre y cuando reconozcamos su inferioridad en comparación con la relación estilo “Sarai”, en donde aspiramos a un crecimiento más profundo y a nuestra elevación. Luego, vivir una buena vida por motivos ulteriores, probablemente te eleve a un espacio de profundo idealismo, en donde aprendes a amar puramente. Una relación auto motivada, si funciona consistentemente, te llevará a una relación egoísta.

Pero cuando tus relaciones auto motivadas se convierten en el destino final, cuando pierdes el foco de los horizontes extendidos lejos de tu visión actual, cuando sientes que tu cónyuge ya no te sirve de la manera que antes te servía, tu amor puede declinar y finalmente desaparecer.

El escándalo

Así que Sarai le dijo a Abraham, “¡El escándalo contra mí, es por tu culpa! Fui yo la que te di a mi sirvienta, y cuando vio que concibió, perdí mi estima en sus ojos. ¡Que Di-s nos juzgue entre tú y yo!

Estas son palabras fuertes. Su significado, sin embargo, es claro. Algo fue profundamente distorsionado. Si nuestras relaciones con el otro y con nuestros futuros hijos se ven consumadas completamente en una relación al estilo “Hagar”, van a devorar nuestros fundamentos. Y sólo Di-s puede juzgar la sutil diferencia entre una relación basada en la verdad y una relación basada en intereses propios.

Abraham le respondió a Sarai, `Tu sirvienta está en tus manos; haz lo que creas que sea correcto hacer´. Sarai la hizo sufrir, y ella se escapó“.

En este punto en nuestras vidas, nuestra mayor conciencia, o el Sarai dentro de nosotros, debe recordarnos las limitaciones de nuestros egos. “Sarai” debe recordarle a “Hagar” que ella funciona mejor cuando está subyugada a la autoridad de Sarai. Libre, reinando desinhibidamente con su ego; es demasiado vulnerable y sería como dar permiso a un niño para salir de la casa cuando quisiera. Para que el ego sea productivo, debe ser controlado.

Pero nuestros egos, no siempre están dispuestos a escuchar. Más que enfrentar su desinhibida vulnerabilidad, se escapan de la escena. Se esconden de la verdad.

Di-s se encuentra con el ego

Un ángel de Di-s se encontró con ella en un manantial en el desierto…y él dijo, “Hagar, ¡sirvienta de Sarai! ¿De dónde vienes, y a dónde vas?”.

“Ella dijo, `Estoy escapando de mi ama, Sarai´. “El ángel de Di-s le dijo a ella, `vuelve a lo de tu ama y subyúgate a ella´”. “Y el ángel de Di-s le dijo: `voy a incrementar tu descendencia y no se contará para abundancia´”.

Hagar puede precisar ayuda, pero Di-s igual la ama. Di-s no desprecia al ego humano. Di-s no cree que debemos aplastar nuestras ambiciones individuales y evitar cualquier vestigio del “Yo”. Siempre y cuando nuestro sentido de individualidad reconozca sus limitaciones, el ego es capaz de conseguir grandes cosas en la vida. “Vuelve a tu ama y subyúgate a ella“. Continúa con tu vida, tu amor, tus relaciones, tu matrimonio. Pero siempre debes tener el coraje de mirar hacia arriba y ver que el amor es infinito.

Luego, el ángel dice, vas a tener muchos hijos. Vas a producir acciones y descendencia que van a convertir a este mundo en un lugar más brillante.

Extraído y adaptado de algemeiner.com

La verdadera Cabalá

En estos últimos años, muchos famosos han adoptado la Cábala como forma de vida.

Lamentablemente, a través de ellos, muchas personas han oído por primera vez el nombre de algo tan sagrado y especial como es la Cábala. Es por eso vimos de extrema necesidad aclarar y difundir el verdadero significado y sentido de esta excelsa y sublime parte de nuestra sagrada y eterna Torá.

¿QUÉ ES LA CÁBALA?

La Cábala es una antigua fuente de sabiduría judía que explica las leyes eternas del modo en que mueve la energía espiritual a través del Cosmos. Durante muchos siglos, gran cantidad de hombres santos han pasado sus vidas inmersos en el estudio de estas enseñanzas místicas.

Para comprender la Cábal , habría que dedicar toda una vida al estudio y la Plegaria. 

Hasta hace poco, las profundas y complejas enseñanzas de la Cábal eran inaccesibles para la mayoría. La mayor contribución del jasidismo- que nace a partir del siglo XVIII en Europa- es la de haber adoptado un enfoque comportamental de la Cábala , puesto que enseña cómo aplicar sus profundas enseñanzas espirituales en la vida cotidiana.

La Cábala no es sólo conocimiento. Debe ir acompañada por el estilo de vida altamente disciplinado de un judío religioso, viviendo la vida de la Torá. Es una vida que imbuye a lo cotidiano de una intensa espiritualidad.

Al tiempo que la Cábala explora las alturas vertiginosas de los mundos superiores, los reinos angélicos y las fuerzas que modelan el Cosmos, también nos orienta sobre la dinámica de la vida aquí abajo. El mundo físico es una imagen finita de los reinos infinitos.

¿QUIÉN ES UN CABALISTA?

Este término es una invención surgida en círculos académicos que contemplan la tradición mística desde el exterior y es utilizado para describir a alguien que afirma haber estudiado algo de Cábala a partir de un trabajo secundario y pretende ser profesor.

El término correcto para designar a aquel que consagra su vida a la Cabala es mekubal, que significa: “el que ha recibido”.

Existen pocos mekubalim (el plural de mekubal) públicos en el mundo. Hay que dejar claro que la Cábala no es un movimiento, sino un magisterio espiritual.

Desgraciadamente, en el actual “mercado” espiritual, se pueden encontrar cabalistas autoproclamados que ni siquiera están familiarizados con las leyes básicas y la tradición judías, y que es posible que ni siquiera hayan practicado las Mitzvot (Preceptos) religiosas tradicionales y no pueden leer siquiera hebreo o arameo, las lenguas en las cuales ha sido escrita la Cábala.

Los Rebes, o maestros Jasídicos, son también mekubalim. Por ello, es una experiencia impresionante acercarse a un Rebe o a un mekubal. El Rebe puede ver a través de tu alma. Para él no hay secretos.

(Contenidos adaptados de “ La Cabalá Práctica ” de Rabí Laibl Wolf)