Los diferentes tipos de Sacrificios

Hay cinco tipos de korbanot (sacrificios):

1.  Olá / La ofrenda quemada en su totalidad

2.  Minjá / La ofrenda de harina

3. Shelamim / La ofrenda de paz

4.  Jatat / La ofrenda por el pecado

5. Asham / La ofrenda por la iniquidad

Los tres primeros tipos de korbanot pueden ser traídos voluntariamente por un judío como regalo a Hashem. Los dos últimos deben ser ofrecidos por un judío después de cometer una averá (pecado). Hashem se siente especialmente complacido por los korbanot que son ofrecidos libremente, y no a causa de un pecado. Por esta razón, se los menciona en la Torá en primer término.

Consideramos a continuación — en ese orden — estos cinco tipos de korbanot.

1.  Olá/ La ofrenda olá que es totalmente quemada

La ofrenda Olá puede ser tanto un animal como un ave. Los detalles varían según de cuál se trate.

A. Un Olá animal

Si una persona desea donar un korbán, puede decir: “He de traer un sacrificio Olá para Hashem.”

Elige entonces un ejemplar macho de los animales de granja kasher — un buey o carnero, o un macho cabrío. El animal no puede tener un mum (defecto) en el cuerpo. El dueño lleva el animal a la Azará, el patio del Bet Hamikdash. Allí apoya ambas manos sobre la cabeza del animal al tiempo que pronuncia Vidui — el reconocimiento del pecado o los pecados por los que trae este korbán.

Aunque el judío debe traer el olá por voluntad propia, ésta le ayuda a obtener perdón por algunas de sus averot (pecados).

¿Cuáles averot perdona Hashem a una persona por traer un sacrificio Olá?  Tres tipos de averot:

1.  Si una persona tuvo malos pensamientos e hizo teshuvá (se arrepintió) por ellos, el korbán Olá expía sus malos pensamientos.

2. Si, por error, una persona no cumplió con alguna mitzvá de la Torá que debería haber cumplido, y hace teshuvá , la ofrenda Olá ayuda a que su pecado sea perdonado.

3. El Olá también expía las averot (pecados) que pueden corregirse mediante el cumplimiento de una mitzvá.

Olá es uno de los korbanot más sagrados: recibe el nombre de Kodesh Kodashim.

B. Un ave Olá

Naturalmente, un sacrificio animal es mucho más costoso que un ave. Si un judío desea donar un Olá a Hashem pero no tiene los medios para comprar o regalar un animal, puede en cambio donar una de las aves kasher, una paloma o tórtola.

Trae el ave al kohen, pero no apoya las manos (semijá) sobre el ave como lo haría con el animal.

El kohen mata el ave haciendo una incisión sobre la parte posterior del pescuezo (meliká).

Antes de que el ave sea quemada sobre el mizbeaj (el altar), el kohen le saca el estómago, ya que no puede ser quemado como parte del korbán.

Nuestros Sabios enseñan esta norma: “No es importante para Hashem el que una persona esté en condiciones de ofrecer un korbán costoso o barato. Lo que Él desea es que la persona traiga el korbán leshem shamaim, por amor a Hashem, y no en busca de honores.”

2. Minjá / La ofrenda de harina.

Hashem dice: “Un judío rico debe ofrecer un animal como sacrificio de Olá. Uno que no está en condiciones de ofrecer un animal, puede ofrecer un ave en su lugar. Y un judío que es demasiado pobre como para dar un ave, puede en cambio traer aceite y harina al Beit Hamikdash. Parte de la masa que se hace con estos ingredientes será quemada sobre el mizbeaj.  La ofrenda de harina recibía el nombre de minjá. La palabra “minjá” significa regalo. Aunque el regalo del pobre a Hashem cueste mucho menos que el animal o el ave del más rico, Hashem lo atesora. Porque Hashem sabe que el pobre podría haber utilizado ese aceite o esa harina para hornear su propio pan, y sin embargo, donó su alimento como regalo a Hashem. Podría hasta pasar hambre a causa de su ofrenda de harina como minjá. Así entonces, Hashem dice: “¡El korbán minjá es tan precioso para Mí como si el pobre me hubiera ofrecido su propia vida sobre el mizbeaj”

Al igual que el Olá, el minjá pertenece al grupo de korbanot que son Kodshei Kodashim, los sacrificios más sagrados. Hashem desea que el pobre piense: “Aunque no tengo dinero para un korbán animal, puedo traer un korbán del tipo más sagrado.” Por eso, Hashem puso la minjá entre los korbanot más sagrados.

3. Shelamim / La ofrenda de paz

Hasta ahora hemos examinado dos tipos de korbanot: el Olá y el Minjá. A continuación la Torá explica las leyes de korbán shelamim, la ofrenda de paz.

¿Cuándo ofrece un judío Shelamím? Cuando se siente dichoso y desea compartir un plato de carne con su familia y amigos — pero también desea santificar su comida compartiéndola con Hashem y con Sus kohaním. Si alguien ofrece Olá o Minjá no le está permitido comer ninguna porción del korbán. De modo que puede ofrecer un buey o una vaca, un carnero o una oveja, o una cabra como korbán Shelamim.

El dueño trae el animal a la Azará y apoya las dos manos sobre la cabeza del animal (semijá). Puesto que el korbán Shelamim no expía un pecado sino que expresa alegría y gratitud a Hashem, el dueño del animal no pronuncia Vidui (confesión). En cambio, agradece y ensalza a Hashem al tiempo que apoya las manos sobre la cabeza del animal.

El kohen salpica una gotas de la sangre del korbán sobre el mizbeaj. Luego una parte del animal es quemada sobre el mizbeaj, una parte es entregada a los kohanim, y el resto es consumida por el dueño y su familia dentro de la ciudad de Ierushalaim.

Una de las razones por las cuales este korbán recibe el nombre de Shelamim, es que trae  “shalom”, paz, a todos los que participaron en él. El dueño ha compartido su alegría con los kohanim, y él y su familia comen la mayor parte del korbán. Puesto que el korbán es compartido por todos, hace que todos ellos vivan en paz y amistad.

4. Jatat / La ofrenda por el pecado

Hasta ahora la Torá consideró tres korbanot : el Olá, el Minjá, y Shelamim. Estos eran traídos por el judío que deseaba hacer un regalo a Hashem.

Ahora la Torá trata del korbán que el judío debe traer por la averá  (pecado) que cometió. Este korbán recibe el nombre de “Jatat”. La palabra Jatat se origina en la raíz “Jet” que significa “pecar”. Este korbán debía ofrecerse por cierto tipo de pecado  que un judío cometía por equivocación ¿Qué significa pecar “por equivocación”? Esto puede ocurrir de dos formas:

1. La persona no conoce la halajá (ley judía). Por ejemplo, cocina en Shabat porque no sabe que está prohibido cocinar en Shabat.

2.  La persona está equivocada respecto de los hechos. Por ejemplo, sabe que está prohibido cocinar en Shabat, pero olvidó que hoy es Shabat y cocinó en Shabat.

En ambos casos el judío simplemente se equivocó. Sin embargo, en la Torá dice que cometió una falta, por lo tanto debe traer un korbán Jatat para que Hashem le perdone su pecado.

5.  Asham guezelot / La ofrenda por la iniquidad

Además de jatat, la Torá nos enseña sobre otro korbán que se ofrece por cometer una falta: Asham. Hay seis razones por las cuales una persona debe traer Asham, y tres de ellas son mencionadas en nuestra parshá:

1.  La ofrenda de Asham por robar dinero:

Digamos que una persona robó dinero de otro judío y luego juró en falso en el Bet Din. Luego se arrepiente y quiere hacer teshuvá.

Debe devolver el dinero que robó, más una multa equivalente a una quinta parte. También debe ofrecer un sacrificio llamado Asham Guezelot, la ofrenda de Asham por robar dinero.

2.   La ofrenda de Asham por utilizar la propiedad del Bet Hamikdash:

Está prohibido a los judíos utilizar para su uso personal cualquier objeto que pertenezca al Bet Hamikdash. No puede tomar ninguna parte del korbán que debe ser quemado sobre el mizbeaj o que debe ser comido por los kohanim. Tampoco puede emplear el dinero o los objetos pertenecientes al Bet Hamikdash. Si utiliza cualquier objeto de propiedad del Bet Hamikdash para sí, su pecado recibe el nombre de Meilá, uso indebido de lo que pertenece a Hashem.

Para enmendar este pecado, debe devolver el objeto, pagar una multa equivalente a una quinta parte sobre el valor del objeto y luego ofrecer un sacrificio Asham denominado Asham Meilot.

3. El Asham de la incertidumbre:

Un judío debe ofrecer un Asham Talui en caso de pensar que cometió cierto tipo de averá (pecado), pero no está seguro de haberlo cometido realmente. Por ejemplo, comió carne que contenía grasa. Luego descubrió que la grasa podría haber sido jelev (grasa prohibida). El castigo por comer esto  es karet (muerte prematura y sin descendencia). La persona no está segura de si la grasa que comió era prohibida o no. En ese caso, debe traer un Asham Talui, un Asham de la duda, al Beit Hamikdash. Este korbán recibe el nombre de “Talui” pues retiene el castigo de Hashem hasta que la persona averigua si pecó. Si más tarde descubre que la grasa no era kasher, debe traer un korbán Jatat.

El único animal que puede traer una persona como Asham es un carnero. El pecador lo lleva al Beit Hamikdash, coloca las manos sobre la cabeza del animal (semijá), y dice Vídui por su pecado. Este korbán pertenece al grupo de los Kodshei Kodashim, el tipo más sagrado de Korbanot.

Extraído de “El pequeño midrash dice”  editorial Bnei Sholem.

Solo Pésaj tiene un día de recuperación

Desde un punto de vista práctico, Pésaj es la única festividad cuya observancia central puede pasarse por alto fácilmente debido a circunstancias fuera del control de uno.


Por ejemplo, con suficiente esfuerzo, uno casi siempre puede asegurarse detener acceso a un Shofar para Rosh HaShaná, un Lulav y un Etrog para Sucot, etc.

Por otro lado, en la época del Templo, la pieza central de Pésaj era comer el korbán (ofrenda) de Pésaj con matzá y las hierbas amargas.
Ahora bien, esto solo podía hacerse enlas proximidades del Templo de Jerusalem (o antes, el Tabernáculo), y uno tenía que estar en un estado de pureza ritual.

Debido a estos obstáculos logísticos, era concebible que alguien se perdiera la ofrenda de Pésaj y, por lo tanto, necesitara aprovechar una “segunda oportunidad”. (Esto también explica por qué el Segundo Pésaj es solo para aquellos que no comieron la ofrenda; y no es para que los que no comieron Matzá, maror, leyeron la Hagadá, etc., se pongan al día).

Leemos en la Torá que cuando se acercaba el primer aniversario del Éxodo y Di‐s instruyó al pueblo de Israel a traer la
ofrenda de Pésaj en la tarde del 14 de Nisán, “había, ciertas personas que se habían vuelto ritualmente impuras través del contacto con un cadáver, y no podían, por lo tanto, preparar la ofrenda de Pésaj en ese día.


Se acercaron a Moshé y Aarón y dijeron:‘¿Por qué deberíamos estar privados y no poder presentar la ofrenda de Di‐s a su
tiempo, entre los hijos de Israel?’

En respuesta a su súplica, Di‐s estableció el 14 de Iyar como el Segundo Pascua (Pésaj Sheni) para cualquiera que no pudiera traer
la ofrenda en el momento señalado en el mes anterior.


La razón más profunda.
Los maestros jasídicos explican que el tema subyacente de Pésaj Sheini es el concepto de teshuvá (“retorno”), y que nunca es demasiado tarde para corregir nuestros errores.

Para citar el HaIom Iom del 14 de Iyar:
Pésaj Sheini es que nunca es demasiado tarde. Siempre es posible arreglar las cosas.
Incluso si uno era ritualmente impuro, o uno estaba lejos, e incluso en el caso en que esta (impureza, etc.) fuera deliberada, puede corregirlo.

El Rebe explica que esto está ligado únicamente a la Pesaj, que marca el “nacimiento de la nación judía”.
Puedes perder muchas cosas (autobuses, exámenes, reuniones de trabajo e incluso vuelos) y recuperarlas más tarde. Pero si pierdes nacer, perdiste todo.
Por lo tanto, Di‐s quiere que cada persona, incluso aquellos que se perdieron deliberadamente el primer Pésaj, tengan una segunda oportunidad, enseñando que nunca es demasiado tarde para corregir nuestras deficiencias.

Al conmemorar este día, debemos tomar en serio la lección de que no importa cuán lejos podamos llegar o cuán impuros nos hayamos vuelto, Di‐s allanará el camino para nosotros si queremos hacer las paces sinceramente.

Pesaj Sheini

El 14 de lyar, es el día conocido como Pésaj Sheini [literalmente, “el segundo Pésaj”].

En la época del Beit HaMikdash, todos aquellos que no habían podido traer la ofrenda de Pésaj en la fecha estipulada, el 14 de Nisán, tenían una segunda oportunidad para hacerlo en este día.

La Torá (Números 9:10-11) expresa:

“Y Di-s habló a Moshé, diciendo: Habla a los Hijos de Israel, diciendo: Si hombre alguno de vosotros o de vuestras generaciones futuras se hallare impuro a causa de un cadáver o esté en camino distante, de todos modos hará la ofrenda de Pésaj a Di-s. La harán el decimocuarto día del segundo mes, hacia el atardecer, la comerán con matzot y hierbas amargas…”

Hoy en día, cuando no tenemos el Beit HaMikdash, se acostumbra comer un poco de matzá en Pésaj Sheni, en recuerdo a la ofrenda.

En la época del Beit HaMikdash— este era un día de regocijo para aquellos que cumplían con su obligación de traer la ofrenda de Pésaj. Por lo tanto, se considera en cierto modo especial y en él no se recita Tajanún.

 

BREVE RESUMEN DE LAS LEYES DE PÉSAJ SHENÍ

*Aquel que se encontraba impuro [por haber entrado en contacto con un cadáver humano] en el momento estipulado para traer la ofrenda de Pésaj, o se hallaba en un lugar alejado, o tuvo algún percance, o indeliberadamente —o aun con intención— no la ofreció, debe traer la ofrenda de Pésaj en la tarde del 14 de lyar.

*Quien se convirtió al judaísmo entre el 14 de Nisán y el 14 de Iyar, o un niño que pasa a ser adulto —respecto de su obligación para con las mitzvot, al cumplir 13 años, edad de bar-mitzvá— durante este período, también trae la ofrenda de Pésaj] el 14 de Iyar.

*Si muchos del pueblo se hallan impuros en el momento de traer la ofrenda de Pésaj: Si constituyen la minoría de la nación, traen su ofrenda en Pésaj Sheni, pero si conforman la mayoría, o si los kohanim (sacerdotes) o utensilios del Gran Templo se hallan impuros en ese momento, de todas formas el sacrificio es traído por todos el 14 de Nisán. Y si el número de personas puras e impuras es el mismo, la ofrenda se trae el 14 de Nisán con la salvedad de que cada grupo la debe traer por separado, sin mezclarse unos con otros.

¿Cuál es la diferencia entre la ofrenda de Pesaj traída el 14 de Nisán y la traída el 14 de lyar? 

En la primera se prohíbe el jametz, el cual no puede ser “visto ni encontrado” en posesión del judío. Por ende no debe ser sacrificada junto con éste, siendo necesario exterminar previamente todo jametz de los hogares.

Asimismo, ninguna porción de su carne puede ser comida fuera de la javurá [el grupo de personas formado para traer la ofrenda y comer la carne juntos, pues cada cordero era compartido por varias personas]. Además, la ofrenda del 14 de Nisán va acompañada del Halel—cánticos de alabanza— y de una ofrenda festiva especial —korbán jaguigá—, pudiendo ser ofrecida incluso en estado de impureza—si la mayor parte del pueblo se encuentra en esa condición, como vimos antes—.

*En cuanto a la ofrenda de Pésaj traída el 14 de lyar: tanto el jametz como la matzá pueden encontrarse en posesión del judío, no hay obligación de recitar el Halel mientras se come, la carne del sacrificio puede comerse estando la persona separada de los otros miembros de la javurá, el sacrificio no es acompañado de una ofrenda festiva, y no puede ser traído en estado de impureza. Sin embargo, ambos comparten varias cosas en común: pueden traerse en Shabat, requieren del recitado del Halel durante su preparación, deben comerse asados en una misma casa, se comen junto con matzá y maror, no puede sobrar ningún resto de su carne, y no se puede quebrar ninguno de los huesos del animal.

¿Es aun relevante la religión?

Tarjetas inteligentes, bombas inteligentes, células madre y teléfonos celulares. No se puede negar: vivimos una nueva era. La ciencia ficción se transformó en hechos científicos. Y se formula una pregunta: En este nuevo orden mundial, con la ciencia y la tecnología cambiando nuestra forma de vivir, ¿es relevante la religión? ¿Aún necesitamos adherirnos a un antiguo y aparentemente muy obsoleto código de leyes, cuando estamos mucho más avanzados que nuestros antepasados?

Esta cuestión me recuerda al pequeño y viejo Hymie Levy de Londres, que se encontraba asistiendo a un coktail en compañía de la aristocracia. El pobre Hymie estaba completamente fuera de lugar alternando con los caballeros y damas de la realeza y alta sociedad británicas. Una duquesa estaba tan irritada por la presencia de ese ordinario judío que lo enfrentó directamente. Rezumando sarcasmo, con su mejor lenguaje, le dijo a Hymie “¡Sabe usted que el linaje de mi familia se remonta a aquellos que estuvieron presentes en la firma de la Carta Magna!” Hymie Levy se mantuvo inmutable. Se encogió ligeramente de hombros y susurró en el oído de la duquesa “¡Y mi abuelo Moishe estuvo presente en la entrega de los Diez Mandamientos!”

¿Los Diez Mandamientos han pasado la “fecha de vencimiento”? ¿La fe, la duda, el asesinato, el adulterio, el robo, la mentira y la envidia están fuera de moda? A pesar de todos los maravillosos descubrimientos médicos y científicos, ¿el ser humano mismo ha cambiado? ¿Los mismos temas morales que enfrentaron nuestros antepasados no desafían a nuestra generación?

Tanto si es una carreta de bueyes o un Mercedes, cólera o cortes coexistencia son aún una elección que debemos hacer. Cuidar de padres ancianos no es un problema nuevo. Tanto si son Adán y Eva o Miguel y Susana, el pasto siempre parece algo más verde en el otro lado. Por algún motivo inexplicable, la esposa, la casa, el caballo o el auto de la otra persona, aún son más atractivos y deseables que los nuestros.

Los mismos temas que trata la Biblia —rivalidad rampante, socios celosos y aun asesinato —son los titulares de los diarios de hoy. ¿Así que, qué hay de nuevo? ¿Ha cambiado algo? Si, hoy tenemos astronautas y estaciones espaciales y proyectores láser y laptops, pero los temas básicos y las elecciones que el ser humano debe enfrentar siguen siendo iguales. Antes la pregunta era ¿debo golpearlo con mi garrote o degollarlo con mi espada? Hoy la pregunta es ¿debo enviar los submarinos nucleares o enviarle misiles guiados?

La tecnología ha avanzado a pasos agigantados. Pero los temas principales, los dilemas morales básicos no han cambiado un ápice. Aún luchamos para conocer la diferencia entre correcto e incorrecto, moral o inmoral, ético o tortuoso, y ni siquiera la más potente computadora de la tierra puede respondernos estas preguntas.

La ciencia y la tecnología pueden hacer maravillas para la humanidad. Pero también pueden hacer que explotemos para llegar más rápido que Atila el huno, al otro mundo. La ciencia y la tecnología responden Cómo y Qué. No responden al Por Qué. 

¿En primer lugar por qué estamos aquí? ¿Por qué debo ser bueno con mi prójimo? ¿Por qué mi vida debe ser más noble que la de mi perro doberman? La ciencia y la tecnología han revelado muchos misterios que nos intrigaron por siglos. Pero no han respondido a una sola pregunta moral. Solo la Torá se dirige al campo minado de la moral. Y esos temas son quizás más urgentes hoy que nunca antes en la historia.

La Torá es verdad y la verdad es eterna. Los escenarios cambian. El estilo de vida varía con la geografía. El desarrollo histórico es diferente, pero los temas a nivel interior son muy familiares. Aunque nunca necesitamos la religión —o en nuestro lenguaje, Torá —hoy la necesitamos igualmente o quizás mucho más. Que continuemos encontrando guía y claridad en las verdades eternas de nuestra santa y eterna Torá. Amén

Por Yossy Goldman

La esposa el “Hogar” de uno

Al describir el servicio del Sumo Sacerdote en Iom Kipur, la porción de la Torá Ajarei nos dice que el Cohén Gadol “expiará por él mismo y por su casa”. Nuestros Sabios explican que “su casa” significa su esposa.

Al declarar que el Cohén Gadol está por expiar tanto por el mismo como por su esposa, el versículo implica que el Sumo Sacerdote debía estar casado.

Sin embargo, el requerimiento de que el Cohén Gadol fuera casado es pertinente solo a Iom Kipur, durante el resto del año, un Cohén Gadol podía servir aún si era soltero.

Iom Kipur representa la cima del servicio espiritual, cuando el más santo del pueblo judío —el Cohén Gadol -servía en el lugar más santo —el Santo de los Santos —en el día más santo del año.

¿Por qué era necesario que el Cohén Gadol fuera casado para poder cumplir su servicio más sagrado? Esto es aún más asombroso a la luz del hecho que era necesario para el Cohén Gadol separarse de su esposa durante la semana precedente a Iom Kipur.

El hecho de que la Torá se refiera a la esposa del Cohén Gadol como “su casa” antes que simplemente como “su esposa” muestra que no solamente debía ser casado el Cohén Gadol, sino que también en el momento de su servicio en Iom Kipur también debía tener una esposa que es su casa .

¿Qué cualidad superior hace a la esposa la “casa” de uno? Además, ¿qué significa exactamente que la esposa del Cohén Gadol era su “casa”?

El gran Sabio Rabí Iosi dijo una vez: “Nunca me he referido a mi esposa como ‘mi esposa’ sino como ‘mi casa'”. La declaración de Rabí Iosi acerca de cómo se refería a su esposa es una de las numerosas declaraciones referidas a cuán cuidadosamente se conducía de un modo ejemplar. ¿Qué era tan especial que siempre se refiriera a su esposa como “su casa”?

Al referirse a su esposa de esa manera Rabí Iosi buscaba indicar su toma de conciencia de que el propósito final del matrimonio es cumplir el mandamiento “se fructífero y multiplícate” —para establecer una casa judía llena de hijos. Por lo tanto, él vio a su mujer no como “su esposa” sino como “su casa”.

La conducta de Rabí Iosi difería de la conducta de los otros Rabs, quienes se referían a sus mujeres como sus esposas. Los otros Sabios no se referían a sus esposas solo como “sus casas” pues ellos se dieron cuenta que tener una esposa —aún sin hijos para hacerla “la casa de uno” —es un fin deseable en sí mismo.

Así encontramos que durante el primer año de matrimonio —cuando no hay hijos —un esposo está exceptuado del servicio militar así puede “alegrar a su esposa”. Así también un esposo está libre de ciertas obligaciones durante las festividades así podrá “alegrar a su esposa”.

Claramente la Torá reconoce el valor de la relación entre marido y mujer en sí misma.

El grado de santidad de Rabí Iosi, sin embargo, era tal que su visión de la vida de casado se centraba alrededor del hecho de que el matrimonio le posibilitará tener hijos. Por ellos, cuando pensaba en su mujer, él avizoraba el resultado de su matrimonio —un hogar judío repleto de hijos.

En Iom Kipur, el Cohén Gadol estaba cargado con la aterradora responsabilidad de lograr la expiación no sólo en su beneficio y en beneficio de su “casa”, sino —lo más importante —en beneficio de todo Israel.

Comprensiblemente, para cumplir esto, tenía que elevarse a las más grandes alturas espirituales. Parte de este proceso estriba en santificarse él mismo hasta el grado que él —igual que Rabí Iosi —viera a su esposa solamente como “su casa”.

(Likutei Sijot, Vol. XVII, págs. 172-176)

Parashá en síntesis: Ajarei Mot-Kedoshim

Durante el período que se extiende desde Pesaj hasta Shavuot (costumbre sefaradí) o hasta Rosh Hashaná (para los ashkenazìes) se lee cada Shabat – antes del rezo de MInjá – el Pikei Avot (Ética de los Padres), tratando contenido en el tomo de Nezikim, uno de los seis que componen la Mishná. Contiene una serie de reglas, pensamientos, principios de conducta y aforismos atribuidos a sesenta sabios que vivieron hace unos 2000 años (1330 a.e.c. hasta 200 e.c.)

Los principios morales  y éticos que se desprenden de estas enseñanzas difieren de aquellos expresas por sabios de otras nacionales, porque las enseñanzas del judaísmo están inspiradas en la Torá, que tiene el carácter de Revelación Divina y, por tanto, no son el resultado de reflexión, análisis o sabiduría personal, como sucede con otros pueblos. 

Los preceptos de vida contenidos en Pirkei Avot se leen en esa época del año, después del invierno, para canalizar las pasiones que renacen en primavera, a fin de que la persona no tenga la impresión de que todo depende de ella y está bajo su poder. También se considera parte de la preparación espiritual a la cual se tiene que dedicar este período de Sefirat haOmer (Conteo del Omer), que culmina con el recibimiento del a Torá en Sinaí.

“Después de la muerte” (Ajarei mot) de los hijos de Aharón, Di-s le da instrucciones detalladas a Moshé sobre el servicio especial y los sacrificios del día de Iom Kipur, que sería llevado a cabo por Aharón en su carácter de Cohén Gadol (Sumo Sacerdote), quien solo entraría al Kodesh Hakodashim (Santo Santuario, el lugar más santo del Templo) en esa ocasión. 

Siendo Eretz Israel la tierra más santa del mundo, era necesario que sus habitantes observarán una conducta de alta moralidad, pues, de lo contrario, la tierra los expulsaría y quedarían exilados, tal como se prevé en esta Parashá. 

Di-s estipula el carácter de Santo (Kedoshim) del Pueblo Judío en su doble acepción: como “santo”, en el sentido de los altos parámetros de moralidad que le son exigidos, a través del cumplimiento de las mitzvot, y como “separados” de los demás pueblos y de todas aquellas cosas que estén en contradicción con la Torá. 

Se advierte al Pueblo Judío que no debe imitar a los demás pueblos. Aún en la actualidad debemos estar alertas sobre nuestro modo de vida, porque técnicamente podríamos estar observando los preceptos (como el kashrut, por ejemplo), pero es necesario que lo hagamos según nuestros cánones de restricción y moralidad, porque tal como decía Rabi Shneur Zalman de Liadi: “Todo lo que está prohibido no se permite, pero mucho de lo que está permitido no es necesario”, por lo cual debemos actuar siempre con moderación y autenticidad. 

El pueblo escogido por Di-s para ser Santo debe actuar como modelo para las demás naciones, para demostrar en la práctica la posibilidad de una sociedad deseable. Esta escogencia no implica superioridad respecto a otros grupos, ni impunidad en las acciones, ni privilegios especiales, sino obligaciones y responsabilidades especiales de aquellos que están destinados a servir al mundo, a ser “luz entre las naciones”; servidores, mas no amos. 

Parashat Kedoshim, colmada de Mitzvot (aproximadamente 70) fue transmitida a todo el pueblo reunido en asamblea, porque en ella se incluyen los preceptos equivalentes a los Diez Mandamientos y, además, principios fundamentales tales como “amarás a tu prójimo como a ti mismo”, que consagra la unidad de la nación, donde cada judío es considerado como parte del gran cuerpo que es el pueblo entero.

Hacérsela mas fácil a los retornantes

“No robarás” (Vaikrá 19, 13)

En el párrafo bíblico semanal, la Torá nos advierte de no robar la propiedad del prójimo: “No retengas lo que es de tu compañero y no robes”.

Este pecado es de tal magnitud que Maimónides dictamina que “todo el que roba a su compañero por el valor de ‘una prutá’ (la moneda talmúdica de menor valor) es como si lo hubiese despojado de su alma”.

Esta gravedad está determinada específicamente en el robo y no en el hurto, a pesar de que en ambos casos tiene lugar una apropiación ilícita de los bienes de una persona. 

En el segundo caso, el ladrón es consciente de la propiedad de la persona sobre sus bienes y por ello carece de la osadía de enfrentar al dueño, apropiándose de su bien a través del hurto. A diferencia de ello, quien roba se apropia abiertamente del bien ajeno y con ello ataca un aspecto fundamental del alma humana, el derecho de propiedad de los propios bienes, y con ello lo “despoja de su alma”.

QUITAR EL ALMA

La enmienda de este pecado es un precepto de la Torá: “devolverá lo que robó”. El ladrón está obligado a devolver el bien robado a su dueño y a través de ello se considera como que le hubiera “restituido el alma” del despojado arreglando el pecado de “despojar el alma” implícito en el acto de robar.

Pero ¿cómo es la ley cuando el objeto robado ya no existe? Maimónides dictamina: “Si lo robado ya no existe y el ladrón desea arrepentirse y vino por iniciativa propia y devolvió el valor de lo robado, dispusieron los Sabios que no debe aceptárselo, sino que debe ayudársele y perdonarlo, para acercar el camino recto a los retornantes”

(No así quién hurtó, es decir, robó a escondidas, que siempre debe pagar).

ARREPENTIMIENTO SINCERO

La explicación de ello es la siguiente: mientras que existe la posibilidad de devolver el elemento robado, es una mitzvá hacerlo, ya que a través de ello se enmienda lo más grave del acto de robar- “el despojo del alma”.

Pero cuando el bien ya no está, no puede arreglarse este aspecto del robo y lo máximo posible es indemnizar al damnificado por el daño sufrido con el robo. En este caso decretaron los Sabios la “disposición para el arrepentido”, para hacer más fácil el camino del retornante.

Pero esta disposición se instauró sólo en caso de que “el ladrón quiso arrepentirse y vino por propia iniciativa y devolvió lo robado”. Con este acto, el ladrón demostró la sinceridad de su arrepentimiento y el reconocimiento de la potestad del dueño del objeto robado. Así el ladrón rectifica su pecado, y por ello nuestros Sabios vieron apropiado hacer accesible el camino del arrepentimiento y ordenaron no aceptar dinero por lo robado.

SIN INTENCIÓN DE GANAR

De esta ley aprendemos hasta qué punto debe uno esforzarse para ayudar a un judío a retornar a la buena senda, y hacer Teshuvá. Si para “acercar el camino recto a los arrepentidos” dispusieron los Sabios que la persona resigne a su dinero, cuánto más debemos esforzarnos para ayudar el acercamiento de un judío a su Padre Celestial.

El activar en acercar a los judíos a la Torá debe hacerse sin intención de rédito personal- ni material o espiritual (por la recompensa en el mundo Venidero y similares), el único interés debe ser lisa y llanamente: acercar al judío a Di-s, incluso a costa de pérdida “personal”. Y cuando los judíos retornan a Di-s de inmediato son redimidos en la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

Likutei Sijot Tomo 32, pág. 112

Ha concluido el Seder de Pesaj

Rabí Shneur Zalman de Liadi, fundador del movimiento Jasídico Jabad, al componer la Hagadá de Pesaj omitió el último párrafo que dice: “Ha concluido el Seder de Pesaj” pues, explicó, las enseñanzas de la Festividad siguen con nosotros a lo largo de todo el año. De la “Época de nuestra Liberación” como también es llamada, debemos extraer fe, humildad, acción y compromiso con nuestro judaísmo y tratar de crecer cada día como seres humanos y como iehudim, asumiendo nuestra responsabilidad de continuar con la milenaria tradición que recibimos hace exactamente 3316 años frente al Monte Sinai.

He aquí una interesante reflexión que nos acercó gentilmente la Dra. Lea Kliksberg Silberstein, Directora del Núcleo de Reflexión para el Adulto, para tener en cuenta:

TE INVITO A: QUE CON CADA GOTITA QUE VACÍES DE TU COPA DE VINO, DEJES TUS “DIEZ PLAGAS INTERIORES”:

1) SUFRIMIENTO INÚTIL

2) PREJUICIOS

3) QUEJAS

4) CULPAS

5) FALTA DE DECISIÓN Y COMPROMISO EN LA ACCIÓN

6) DESESPERANZA ACTIVA

7) AUTO-SABOTEOS

8) ENOJOS

9) ENVIDIAS NEGATIVAS

10) ANSIEDADES NEGATIVAS

Y AHORA, HAY LUGAR EN TU COPA PARA LLENARLA CON TUS “DIEZ AUTO MANDAMIENTOS”:

1) PROYECTARÉ PARA DARLE “SENTIDO Y DIRECCIÓN” A MI VIDA.

2) “DARÉ” PARA “DARME”.

3) DISFRUTARÉ LO QUE TENGO Y NO BUSCARÉ LA INSATISFACCIÓN POR LO QUE ME  FALTA.

4) ASUMIRÉ MIS RESPONSABILIDADES SIN ENDOSARLE LA CULPA A LOS OTROS.

5) EJERCERÉ MI LIBERTAD Y RESPETARÉ LA DEL OTRO.

6) PEDIRÉ PARA NO EXIGIR.

7) NEGOCIARÉ ENTRE LO QUE “QUIERO”, “TENGO” Y “PUEDO”.

8) RESPETARÉ NUESTROS ACUERDOS, AÚN SOBRE NUESTROS DESACUERDOS.

9) ESTARÉ ABIERTO A LOS CAMBIOS, APOSTANDO A LA ESPERANZA ACTIVA = FE EN DI-S Y COMPROMISO CON LA ACCIÓN.

10) CADA DÍA RECORDARÉ EL SALMO 31: “EN TU MANO ESTÁN MIS INSTANTES; RESCÁTAME”.   DI-S ES MI SOCIO CAPITALISTA, ME OTORGA A CADA INSTANTE EL CAPITAL DE TIEMPO DE VIDA Y YO DECIDO CÓMO LO ADMINISTRO.

LEVANTO MI COPA Y BRINDO JUNTO A  VOS PARA QUE ESTAS IDEAS NOS AYUDEN AL SEDER INTERIOR.

El alma fugitiva

Las secciones de la Torá en Tazria (Levítico 12-13), y Metzorá (14-15), tratan sobre las leyes de Tzaraat, una enfermedad espiritual. Su marca identificable es una mancha blanca o manchas que aparecen en la piel de la persona, en las paredes de la casa, o en una vestimenta de tela o cuero.

No todas las manchas blancas indican Tzaraat. Hay varios síntomas secundarios que determinan si la persona (o la casa o la vestimenta) deben ser declarados impuros (tamé). En el cuerpo humano, uno de los signos del Tzaraat es si la mancha blanca subsecuentemente causa (al menos) que dos pelos dentro de esa área se vuelvan blancos.

Con respecto a esta ley, hay un pasaje remarcable en el Talmud que cuenta sobre un debate que se llevó a cabo en la Academia Celestial:

Fue debatido en la Academia Celestial: Si la mancha blanca precede al cabello blanco, es impuro, si el cabello blanco precede a la mancha blanca, es puro; pero ¿qué sucede si hay una duda, sobre cuál apareció primero?

El Santo Bendito Sea dijo: Es puro.

Toda la Academia Celestial dijo: Está impuro

Ellos dijeron: ¿Quién decidirá por nosotros? Raba bar Najmeini. Ya que Raba bar Najmeini declaró: Yo soy singular (conocedor) de las leyes del tzaraat…Ellos enviaron un mensajero (a que lo trajeran al cielo)…Dijo (Raba): ¡Tahor! ¡Tahor! (Puro, puro). (Talmud, Bava Metzia 86a).

Vuelo desde uno mismo:

Para entender el significado de este debate entre el Santo Bendito Sea y la Academia Celestial, y por qué un ser humano mortal fue llamado para decidir entre ellos, debemos entender primero la naturaleza de la enfermedad del Tzaraat en general, y el significado de la mancha blanca y el cabello blanco en particular.

Las enseñanzas Jasídicas explican que el alma humana es manejada por dos fuerzas contrarias: el deseo de correr o escaparse (ratzó), y el deseo de asentarse (shov). Cada vez que nos embarga un sentimiento de alegría, amor, ambición o deseo, estamos corriendo, escapando de nuestro ser para alcanzar algo más grande, más bello y perfecto que él. Cuando experimentamos asombro, humildad, devoción o compromiso, estamos asentándonos, afirmando nuestra conexión con nuestra existencia, nuestro lugar en el mundo y nuestra misión en la vida. Ratzó nos lleva a escalar una montaña, Shov, a construir una casa; Ratzó a rezar, Shov a hacer una Mitzvá.

En un alma sana espiritualmente, el deseo vacila entre ratzó y shov como el alza y la caída de un péndulo bien balanceado, o la contracción y expansión del latido de un corazón. Las limitaciones de nuestro lugar en el mundo, la finitud de nuestra naturaleza y cuerpo, los límites de nuestro propio ser, nos impulsan a escaparnos de ellas, de buscar lo ilimitado y lo infinito. Pero nuestro propio escape nos trae a un lugar en donde podemos apreciar mejor la belleza y la necesidad de nuestra existencia. Por ello, el ratzó provoca una neutralización de Shov, un retorno hacia uno mismo y al lugar de uno en el mundo.

Tzarat es la condición en la que este balance crucial es interrumpido. El péndulo del alma asciende en su arco de ratzó pero falla en descender al shov. El deseo escapa el ser  y falla en volver, dejando detrás un vacío en el que todo tipo de elementos indeseables pueden tomar control como las malezas en un jardín abandonado.

Esto se simboliza con las manchas blancas y los cabellos blancos que son síntomas de Tzarat. Una mancha de piel blanca indica que la vida y la vitalidad se han ido de (aquella parte) del cuerpo. Aún así, una mancha blanca sola no significa que el fracaso del deseo de asentarse es un resultado de cualquier evolución negativa en el carácter y el comportamiento de la persona. Pero cuando vemos cabellos blancos que surgen de la mancha blanca, cuando vemos cosas muertas que se nutren de este lugar muerto, tenemos un caso completo de tzarat.

Por el otro lado, la existencia de cabellos blancos, no indica Tzarat. Esto representa el equipaje de mano ordinario que cargamos durante nuestra vida, la corriente y moliente de las características negativas y experiencias que tienen la función positiva de desafiarnos y de provocar a nuestros mejores talentos y energías más potentes. Es sólo cuando los cabellos blancos son causados por la mancha blanca que significa que algo más serio está en marcha. Tal condición indica que la persona se ha escapado tan lejos con sus impulsos escapistas que ha abandonado completamente sus compromisos de la vida y la productividad, dejando atrás un hueco y un ser inanimado que es suelo reproductor de las peores cosas de la naturaleza humana.

Por lo tanto, la ley que un cabello blanco es un síntoma de tzarat, sólo rige cuando la mancha blanca precede al cabello blanco, indicando que este crecimiento muerto es el resultado de una cierta área de la vida de la persona que ha sido drenada de su vitalidad.

Dos Visiones de Hombre:

¿Cuál es la raíz de la causa del tzarat? Ratzó es escaparse de uno mismo, mientras que shov es el retorno a uno mismo. Parecería por lo tanto que el tzarat (ratzó sin shov), deriva de un exceso de desinterés.

En verdad, sin embargo, es totalmente lo contrario. Ratzó es lo que el alma desea hacer, mientras que shov es lo que el alma está comprometida a hacer. Un comportamiento escapista es la última auto complacencia, mientras que asentarse es la última sumisión. Tzarat, por lo tanto, deriva de una falta de humildad, del fracaso de poder ceder el deseo de uno frente al deseo del Creador.

Esto explica el debate arriba mencionado entre el Santo Bendito Sea y la Academia Celestial. Los Cabalistas hablan sobre dos tipos de energía Divina que nutren nuestra existencia: una luz Divina que “llena los mundos”, que penetra en cada criatura y se relaciona con su carácter individual; y una luz Divina que “abarca los mundos” (que los rodea en cierto sentido), una energía trascendente que sólo podemos relacionarnos con ella como algo místico o espiritual, algo que está por fuera de nosotros.

Por supuesto, la esencia Divina no es ni “llenadora” ni “abarcadora”. En última instancia, la relación de Di-s con nuestra existencia no puede ser definida como interna o externa, no es ninguna de las dos, ya que la realidad Divina va mucho más allá de tales distinciones y caracterizaciones. Pero Di-s deseó relacionarse con nosotros de una manera que sea consistente con nuestra realidad. En nuestra experiencia, hay cosas que son internas, cosas que podemos entender y empatizar, y cosas que son abarcadoras, o sea, que van más allá de los parámetros de nuestro entendimiento. Así Él, también, se relaciona con nosotros a través de estos dos canales, Poniéndose a disposición nuestra a través de la vía racional y medios de comunicación aprehensibles (o sea, las leyes de la naturaleza), así como también a través de vectores místicos y espirituales.

Hay numerosas diferencias entre estos dos modos de energía Divina y sus efectos sobre nosotros, que se discuten extendidamente en los trabajos de la Cabalá y el Jasidismo. Una diferencia básica es que la luz Divina que “llena los mundos” da crédito a nuestro sentido de la realidad y de la individualidad, mientras que desde la perspectiva de la luz “abarcadora”, que trasciende los parámetros de nuestra existencia, nuestra realidad no tiene validez verdadera y nuestro sentido del “yo” es un poco más que una ilusión.

La “Academia Celestial” es una ilusión a la luz llenadora, mientras que “El Santo Bendito” (Kedushá, santidad, que significa trascendencia) connota la luz “abarcadora” de Di-s. Así que con respecto al caso en el que hay una duda de si el cabello blanco creció antes o después que la mancha blanca, la “Academia Celestial” se inclina a declarar que es un caso de Tzarat. Ya que es esa la perspectiva Divina en la que el hombre reconoce el egoísmo del hombre. Si Tzarat es una posibilidad, debemos sospechar que de hecho, ha ocurrido.

“El Santo Bendito”, sin embargo, ve al hombre como un ser esencialmente abnegado. Desde el punto de partida de la luz “abarcadora”, Tzarat es una anomalía. Si hay evidencia clara y concluyente que una persona ha complacido sus deseos escapistas hasta un extremo tal, las leyes de Tzarat se aplican. Pero si hay duda, la perspectiva Divina se inclina a declararlo puro.

El Veredicto:

¿Quién debe decidir entre estas dos visiones Divinas? Solo uno que está en contacto con la primordial visión, con la singular verdad que trasciende tanto los modos “llenador” y “abarcador” de la relación Divina con la realidad.

Raba bar Najmeini era “singular en las leyes de Tzaraat”. Era un ser humano, pero un ser humano que se ha dedicado tanto a la Torá de Di-s que descubrió su núcleo singular, descubrió la visión Divina de la realidad tal cual se relaciona con la misma esencia de Di-s más que con los elementos “llenador” o “abarcador” de Su luz.

Cuando Raba bar Najmeini reflexionó sobre las leyes del egoísmo y altruismo humano, vio al hombre como Di-s mismo lo ve: una creación absolutamente devota al deseo de su Creador. Una creación que, incluso si es tocado por la posibilidad de una deficiencia de shov, es invariablemente declarada: ¡Puro! ¡Puro!.

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

Cortesía de Meaningfullife.com

¿Di-s tiene la culpa?

Pregunta:

Siento que estoy perdiendo la fe como resultado de las recientes tragedias sucedidas en el mundo. ¿Si Di-s puede permitir que suceda tal sufrimiento, cómo puedo creer en Él? ¿Tenés algún argumento de defensa para lo que Di-s hizo?

La respuesta:

Comparto su horror por las tragedias que el mundo está presenciando. Cualquier persona pensante debe formular las preguntas que estás haciendo. Algunos sienten que este desafío a su fe es insuperable. Eso es entendible. Pero quizás, sin defender a Di-s, tenemos que separar entre rechazar a Di-s y estar enfadados con Él.

Cuando una persona inocente sufre, nos enfrentamos con una contradicción: la creencia en un Di-s justo y amable por un lado, y el sufrimiento de inocentes por el otro. La mayoría prefiere el camino fácil fuera de la tirantez moral causada por esta contradicción y se aplaca con una de estas dos posiciones simplistas: Di-s no es responsable, porque Él no existe o Él es impotente; o las víctimas no eran inocentes y merecían el castigo.

El pensamiento judío, sin embargo, no busca soluciones fáciles.


Una mirada diferente:

1) Di-s es responsable. No podemos aceptar la teología pusilánime que asegura que Di-s no es responsable – que algo que pasa en el mundo que no concuerde con nuestra idea de Su bondad es un acto inmoral e indiferente de la naturaleza. ¿ Quién es responsable por la naturaleza sino Di-s? ¿Y qué tipo de Di-s es Él, si no puede controlar la naturaleza?

2) Este no es un castigo. Di-s no es un tirano vicioso que castiga indiscriminadamente al malo junto con el inocente. Incluso en el diluvio bíblico se salvaron los inocentes. ¿Qué persona moral podría tener el descaro para decir que todos aquellos que perecieron en el tsunami, en los huracanes o mismo con el coronavirus,  lo merecían?

3) No queremos una explicación. Si tuviéramos una explicación, entonces podríamos seguir como de costumbre con nuestras vidas. Podíamos sentirnos cómodos pues hay una buena y asiática justificación por los centenares de miles de muertos y el sufrimiento de millones. Esa sería una tragedia aún mayor.

4) Podemos sentirnos decepcionados con Di-s. En la tradición judía, incluso las personas más virtuosas han objetado las decisiones de Di-s. Abraham intentó defender a los habitantes de Sodoma cuando Di-s quiso destruirlos, y Moshé intercedió por los israelitas después del episodio del becerro de oro, cuando Di-s había decretado que sean exterminados. No tenemos que estar de acuerdo con los decretos Divinos. Tenemos el derecho de sentirnos perturbados con Di-s. Incluso después del evento, aunque aceptemos que Él es el Verdadero Juez, si lo que vemos y sentimos es una injusticia, no podemos hacer las paces con ello. Debemos gritar a Di-s y exigir que finalice tal dolor.

La respuesta judía a la tragedia es atrevida y desafiante: no resuelvas la paradoja, permisible que te perturbe. Hay una contradicción real: un Di-s amable ha permitido el sufrimiento inimaginable, y esto no tiene el sentido. De la tensión de enfrentar esta contradicción viene un impulso de hacer algo- el mundo debe cambiar para ser un lugar de sólo bondad y paz. El sufrimiento de los inocentes no encaja en mi visión; debe acabar.

Debemos hacer lo que podemos para aliviar el sufrimiento de las personas que se hallan alrededor de nosotros. Entonces podremos volvernos a Di-s y demandar que Él haga lo mismo.

No abandones la creencia en Di-s, y no abandones la creencia en la inocencia humana. Permitite que ambas creen una sagrada tensión que produzca pasión por la bondad y puedas hacer algo con ello.

Rabi Aaron Moss, Sydney.