Es nuestra tierra


Un una oportunidad, Benjamín Netanyahu dio una entrevista y el periodista preguntó por “la ocupación de Israel de tierras árabes”. Su contestación fue “es nuestra tierra”. El reportero se sintió aturdido ‐ esta información no aparece en los medios de comunicación.

1. La Nación y Jerusalém: Israel se volvió una nación en el año 1312 a.e.c, dos mil años antes del surgimiento del Islam.

2. Refugiados árabes en Israel empezaron a identificarse como parte de un pueblo Palestino en el año 1967, dos décadas después del establecimiento del Estado moderno de Israel.

3. Los judíos han tenido dominio de la tierra de Israel durante mil años desde la conquista judía en el año 1272 a.e.c, con una presencia continua en la tierra durante los últimos 3,300 años.

4. El único dominio árabe desde la conquista en el año 635 e.c no duró más de 22 años.

5. Durante más de 3.300 años, Jerusalém ha sido la capital judía. Jerusalém nunca ha sido la capital de ninguna entidad árabe o musulmana. Incluso cuando los jordanos ocuparon Jerusalém, nunca buscaron hacerla su capital, y los líderes árabes no la vinieron a visitar.

6. Jerusalém se menciona más de 700 veces en el Tanaj, Biblia. Jerusalém no se menciona ni una sola vez en el Corán.

7. El rey David fundó la ciudad de Jerusalem.

8. Los judíos oran mirando a Jerusalem. Los musulmanes oran con sus espaldas hacia Jerusalém.

9. Refugiados árabes y judíos: En 1948 los refugiados árabes fueron animados a dejar Israel por líderes árabes que prometieron limpiar la tierra de los judíos. Sesenta y ocho por ciento abandonó la tierra sin ver a un soldado israelí.

10. Los refugiados judíos fueron obligados a huir de los países árabes debido a la brutalidad, persecución y pogroms que sufrían allí.

11. El número de refugiados árabes que abandonó Israel en 1948 es estimado en 630.000. El número de refugiados judíos de los países árabes estima ser el mismo.

13. El Conflicto árabe‐israelí: los árabes son representados por ocho naciones separadas, que no incluyen a los palestinos.

14. Israel le ha dado la mayoría de la tierra del Banco Oriental y autonomía a la Autoridad Palestina y los ha provisto de armamento.

15. Bajo el dominio de Israel, todos los sitios musulmanes y cristianos han sido conservados y accesibles a las personas de todas las religiones.

16. La ONU se mantuvo en silencio cuando 58 Sinagogas de Jerusalém fueron destruidas por los jordanos y profanaron sistemáticamente el cementerio judío antiguo en el Monte de los Olivos. 17. La ONU se mantuvo en silencio mientras los jor‐danos impidieron por la fuerza un apartheid‐como política de impedir a los judíos visitar el Monte de Templo y el Muro Occidental.

Qué significa Hashgajá?

Generalmente traducida como providencia, en términos teológicos, hashgajá significa que Di-s no solo sabe lo que ocurre aquí abajo, sino que además participa en su supervisión. La hashgajá es una especie de interacción bidireccional entre el Creador y la creación, en la que cada uno le responde al otro e interactúa con él. En los Salmos, figura por primera vez una forma de esta palabra: “Desde Su morada Él supervisa a todos los habitantes de la tierra” 

Literalmente significa: supervisión.

Se utiliza para informar al consumidor que un producto cumple con las leyes del Kashrut. Esta supervisión se realiza por medio de un Rabino experto en las leyes del kashrut, química y a su vez de los procesos de la sofisticada industria alimenticia actual.

La forma en la que comunica al consumidor que el producto cumple con las normas es, a través de un certificado firmado por el Rabino o con su sello sobre el producto mismo.

Lo mismo ocurre con los servicios de Restaurantes y servicios de fiesta. Estos, para poder expedir comida kasher deberán contar con supervisión rabínica, que consiste en supervisores fijos (mashgijim) que son los ojos del Rabino en el local.

Nosotros como clientes o invitados debemos exigir el certificado del Rabino que garantiza que la comida es Kasher.

Por lo tanto la falta del certificado correspondiente prueba que el servicio no está supervisado.

El encontrarnos en una fiesta, por ejemplo, con un ‘mashguíaj’ o con un empresario de fiestas (más aún si se tratara de un empresario que en ocasiones realiza servicios kasher) no es prueba en absoluto de que el servicio sea kasher, ya se pueden estar utilizando ingredientes que no están avalados.

Algo a cambio

En los tiempos de la guerra de Rusia‐Japón, todos aquellos miembros de la reserva que poseían tarjetas rojas eran llamados al ejército y enviados al frente de inmediato.

Entre ellos se hallaba el jasid Reb Mendl Dovid Gurvitz, melamed‐maestro‐ de Viliz, que ya estaba casado y tenía hijos pequeños. Con una gran preocupación viajó a Lubavitch para ver al Rebe Rashab.

El Rebe lo bendijo: “¡Que el Altísimo te libere de sus manos!” Rabi Mendl no se contentó con la respuesta y le dijo: “Rebe, es mi deseo que me de su palabra de que será así”. “No puedo prometerte” dijo el Rebe y repitió la bendición.

Nuevamente, Reb Mendl dijo: “Rebe, sé que vuestro padre, el Rebe Maharash, aseguró su bendición a alguien, y esta se cumplió” El rostro del Rebe se enrojeció y le respondió: “Mi padre podía dar su palabra, pero yo no puedo hacerlo”.

El jasid no se dio por vencido hasta que finalmente el Rebe le dijo: “¡El Altísimo te liberará de sus manos!” Reb Mendl Dovid regresó a su hogar feliz y se preparó para presentarse al ejército.

El lugar de enrolamiento era enorme y estaba colmado de gente. Cada uno llegaba con su mochila y era enviado al frente de inmediato. El oficial a cargo tenía la lista de los reclutas en sus manos. En instantes debía hacer la revista de todos los conscriptos.

De pronto salió de su oficina y preguntó: “¿Quién es Gurvitz Mendl?” Cuando Reb Mendl se acercó, el oficial le dijo: “Puedes regresar a tu casa. En pocos días ven a buscar el certificado de excepción”. Reb Mendl no entendía lo que sucedía. Desde su audiencia personal con el Rebe sabía que obtendría su salvación, pero nunca pensó que sería de manera tan inmediata. 

Investigó acerca de lo sucedido y supo la verdad: El oficial a cargo vivía desde hacía muchos años en Viliz, en una casa alquilada. El dueño de la vivienda era un judío de Riga. Después de la muerte del propietario, sus hijos venían cada tres años para renovar el contrato. 

En Viliz había varios interesados en alquilar la residencia e incluso de aumentar la renta. Cuando los propietarios llegaron a Viliz y escucharon las nuevas ofertas, le dijeron al oficial que debía dejar la casa.

 El militar no deseaba mudarse ni aumentar el pago. 

Entonces presentó la siguiente propuesta: “Permítanme permanecer en la casa, con el mismo alquiler, y a cambio de ello les ofrezco lo siguiente: en unos días realizaremos un alistamiento masivo y seguramente muchos judíos estarán obligados a enrolarse. Les prometo liberar por lo menos a un judío”. 

Los propietarios estuvieron de acuerdo y renovaron el contrato. El oficial deseaba cumplir de inmediato con su palabra y ya que conocía a todos los habitantes de Viliz, decidió expedir a Reb Mendl de inmediato. (Likutei Sipurim)

¿Qué tienen en común abejas, lobos, osos, leones, zorros y comadrejas?

(A) NO TODOS SON KOSHER, Y (B) TODOS SON NOMBRES JUDÍOS HEBREOS O IDISH

Esto parece extraño, ya que los Sabios dan un gran significado al nombre. Este puede afectar la trayectoria de la vida y puede predisponerlo a ciertas tendencias (que pueden superarse con esfuerzo).

Nos advierten de nombrar a los niños con el nombre de personas con buenas características.

Además, se nos dice que no comparemos los rasgos negativos de nuestros hijos con los de los animales impuros (“¿Dejarás de saltar como un mono y de gritar como una hiena?”), Ya que puede tener un efecto espiritual negativo en el niño.

Y que tengamos cuidado de no mostrar imágenes de animales no kosher a niños muy pequeños.

Sin embargo, encontramos que muchos judíos, especialmente los de las comunidades Ashkenazim, llevan nombres de animales impuros. Antes de morir, Iaakov y Moshé bendijeron a las 12 tribus, comparando a algunas animales no kosher.

Además, personas justas y profetas, tenían nombres de animales no kosher. Por ejemplo, Débora, la profetisa, significa “abeja”. Juldá, otra profetisa, significa “comadreja”.

También tenemos nombres como Arie, “león”, en las Escrituras. No llamamos ni comparamos a nuestros hijos con animales impuros por ira, porque en ese caso los estamos comparando con los rasgos y aspectos negativos del animal.

Sin embargo, cuando le damos al niño el nombre del animal, nuestra intención es solo transmitir las cualidades positivas de ese animal. Del mismo modo, el rey Shlomó nos dice que aprendamos de los caminos de la hormiga, y el Talmud enseña que “incluso si no se hubiera dado la Torá, podríamos aprender modestia del gato y no robar de la hormiga”.

Curiosamente, existen nombres como Tzvi Hirsh (gacela o ciervo), Areie Leib (león) o Zeev Volf (lobo). Los místicos nos enseñan que los padres reciben un destello de profecía cuando dan a sus hijos nombres judíos.

Algunos explican que para ocultar la grandeza de ciertas almas a medida que descienden a este mundo, a veces se le da el nombre de un animal impuro. Los nombres judíos son parte integral de nuestra identidad. El Midrash relata que una de las razones por las que los judíos merecían la redención del exilio egipcio fue que, a pesar de todas las dificultades, mantuvieron sus nombres judíos, lo que los mantuvo ligados a Di‐s y Su Torá.

Por lo tanto, el mérito de tener y usar un nombre judío puede traer bendiciones y salvación no solo al individuo, sino también al mundo

El comienzo del fin

Los días 8, 9 y 10 de Tevet se consideran días oscuros en la historia de Israel.

En un momento dado, cada uno de los tres días se observó mediante un ayuno. Hoy ayunamos solo el décimo.

El 8 de Tevet marca la finalización de la traducción de la Biblia al griego, conocida como la Septuaginta.

El 9 de Tevet marca el fallecimiento de Ezra y Nejemia, quienes llevaron a los judíos exiliados en Babilonia de regreso a Jerusalém.

El 10 de Tevet marca el comienzo del asedio babilónico de Jerusalém en el año 586 a. C.

Ptolomeo II gobernó la Tierra de Israel con una actitud amistosa hacia sus súbditos judíos. Era gran amigo de los libros y su gigantesca biblioteca contenía cientos de miles de volúmenes de todos los autores de la antigüedad.

Por sugerencia de sus bibliotecarios, se acercó al pueblo judío para obtener una traducción al griego de la Biblia. Eleazar, el Sumo Sacerdote, que estaba a la cabeza del estado de Israel, le envió a setenta de los más grandes sabios judíos. Conocían bien el idioma griego y todos los significados e interpretaciones del texto de la Biblia en la tradición escrita y oral.

Cuando llegaron a su palacio, el rey Tolomeo les dio una bienvenida real. Los honró con fiestas y regalos. Luego los envió a una pequeña isla cerca de Alejandría. Allí, colocaron a cada Sabio en una habitación separada. “Escríbeme la Torá de Moshé, tu maestro”, les ordenó a cada uno. Debían traducir la Biblia al griego, confinados en sus habitaciones. No podían comunicarse entre sí. Milagrosamente, cada traducción individual estuvo de acuerdo en todos los puntos, incluso en los pasajes más difíciles.

Hubo varios lugares donde cada Sabio alteró intencionalmente la traducción literal. Sin embargo, al final, todos hicieron los mismos cambios. El gobernante egipcio y sus eruditos estaban asombrados por la proeza milagrosa, y honraron con razón a los eruditos al finalizar la traducción.

La “Septuaginta” (latín para setenta) se convirtió en uno de los documentos más importantes de la literatura judía y mundial. Contiene no solo todos los libros de la Biblia, sino también obras no incluidas en la Biblia que se perdieron en gran parte en su hebreo original.

Los judíos de Egipto estaban muy contentos con esta traducción de la Biblia al griego. Durante muchos siglos celebraron el día de la finalización, el octavo de Tevet, como fiesta judía. Pero los Sabios de Israel consideraron el 8 de Tevet como un día de dolor para el pueblo judío. Todos vieron un acto asombroso de Di‐s en él.

Sin embargo, se consideró un día tan trágico como el día en que se hizo el becerro de oro.

Según el Talmud, el asunto se comparó con un león capturado y encarcelado. Antes de su encarcelamiento, todos temían al león y huían de su presencia.Una vez encarcelado, todos se acercaron y le dijeron: “¿Dónde está su fuerza?” Mientras la Torá estuvo en manos de Israel y fue interpretada por los Sabios en su propio idioma, el hebreo, evocó reverencia y muchos temían mancharla. Una vez que la Torá fue encarcelada en la traducción griega, fue como si la Torá fuera despojada de reverencia. Quienquiera que lo deseara podía ahora venir y mirarla.

¿Tomas suficiente agua?

Verano es sinónimo de altas temperaturas y un calor agobiante. Los medios de comunicación nos advierten constantemente de la importancia de beber mucho líquido.

Un adulto normal, que está compuesto por un 60 o 70 por ciento de agua, podría estar  sin comer alrededor de dos meses, pero sin agua algunos días. La mayoría de la gente desconoce cuánta cantidad de agua debe beber para no llegar a la deshidratación..

 Un déficit de agua puede generar piedras en el riñón, o un mal funcionamiento de los pulmones, ya que precisan estar húmedos para funcionar. Entonces si usted no bebe suficiente agua, puede perjudicar cada aspecto de su fisiología. (Leroy J. Perry, Jr. Parade)

Sin duda, el agua es uno de los más esenciales elementos de vida. El Talmud, de hecho, compara al agua con la Torá.  “No existe agua sin Torá”, declara.

Los Judíos que estaban en el desierto; habían dejado las abominaciones e inmoralidades de Egipto y estaban en camino hacia la Tierra Santa.

El Jumash (Shemot 15:22) dice: “Y fueron tres días por el desierto y no encontraron agua”. De acuerdo a nuestros sabios, fueron tres días sin Torá e inmediatamente quedaron exhaustos y enojados. : Podríamos continuar por casi dos meses sin comida, pero sin las aguas de Torá sólo algunos días.

Según el artículo de Perry, es impresionante notar como sus referencias sobre el agua se aplican igualmente a las aguas de la sabiduría de la Torá y la vida Judía. La mayoría de los Judíos, lamentablemente, no tiene idea de cuánta Torá (agua) deben beber. En la realidad, muchos viven en estado de deshidratación espiritual… 

Así como se derrocha agua, también derrochamos tiempo, energía, dinero, esfuerzo, que no son sustitutos del agua, pero que igualmente pueden generar una especie de enfermedad social (como comportamiento deshonesto, existencialismo, entre otras). Necesitamos la Torá para respirar, para que nos ayude a guiarnos en la aparentemente más natural y primaria actividad. Si no se bebe suficiente agua, se puede perjudicar cada aspecto de nuestra fisiología, psicología y nuestra espiritualidad. 

Sii no hay suficiente agua, o derrocha-así como se derrocha tiempo, energía, dinero, esfuerzo, que no son sustituidos efectivamente y pueden acumularse como una enfermedad social prácticamente desconocida en la comunidad Judía: comportamiento deshonesto, existencialismo. Incluso necesitamos a la Torá para respirar, para que nos ayude a guiarnos en la aparentemente más natural y primaria actividad. Entonces, si no bebe suficiente agua, puede perjudicar cada aspecto de su fisiología, psicología y realmente su propia espiritualidad

El mes de Tevet

Durante el mes de Tevet se observan tres días de ayuno en conmemoración de tres calamidades que ocurrieron al pueblo de Israel – en el octavo, noveno, y décimo día del mes-. Los ayunos del octavo y el noveno día son llamados “ayunos de los justos”. En estos días sólo ayunan determinados individuos, en tanto que el 10 de Tevet es un ayuno público, para toda la comunidad.

El ayuno del 8 de Tevet conmemora el día en que la Torá fue traducida al griego a instancias del rey  Talmái (Ptolomeo Filadelfo).

El ayuno del 9 de Tevet conmemora las muertes de Ezrá, el Escriba, y Nejemiá ben Jaklaiá, quienes guiaron fielmente a los judíos en su regreso del cautiverio babilónico. Cuando murieron, el pueblo de Israel quedó sumido en un gran desconsuelo, pues su pérdida fue irreparable.

El ayuno del 10 de Tevet es un ayuno público; en ese día Nabucodonosor, rey de Babilonia, comenzó el sitio de Jerusalén durante la época del primer Beit HaMikdash. El sitio se prolongó por tres años consecutivos hasta que finalmente logró abrir una brecha en las murallas de la ciudad el día 9 de Tamuz.

A excepción de los últimos días de Janucá -que celebramos al comienzo del mes- Tevet no posee ninguna otra Festividad.

LA TRADUCCIÓN DE LOS SETENTA

En los primeros años del período del segundo Beit HaMikdash, el pueblo de Israel se encontraba bajo dominio persa. Luego de la caída del Imperio Persa, Grecia heredó su lugar e Israel pasó a ser sometida por los griegos.

Uno de los sucesores de Alejandro Magno, Talmái (Ptolomeo Filadelfo), ordenó a los Sabios judíos confeccionar una traducción griega de la Torá. Si las razones que lo impulsaron a hacerlo hubieran sido netamente eruditas, sin lugar a dudas habría reunido a todos los Sabios en un mismo lugar para que pudieran consultar unos a otros. Pero no hizo así, pues su deseo era que se equivocaran. El Talmud (Meguilá 9a) relata:

Sucedió una vez que el rey Talmai reunió a setenta y dos eruditos, y los ubicó en setenta y dos habitaciones, sin informarles el motivo por el cual los había convocado. Entró a cada una de las habitaciones y dijo: “Escribid para mí la Torá de Moshé, vuestro maestro“. Di-s concedió a cada uno de ellos los mismos conocimientos, y produjeron versiones idénticas.

Talmái no encontró ninguna diferencia entre las traducciones. Incluso en aquellos pasajes que los Sabios creyeron conveniente alterar la traducción literal, los cambios que cada uno de ellos introdujo fueron exactamente los mismos. Ello representó una manifiesta santificación pública del Nombre de Di-s – Kídush HaShem – como así también del nombre de Israel y sus Sabios.

UN ACTO DE DI-S

La tarea que Talmái impuso a los setenta y dos Sabios, estaba más allá de la capacidad humana. La Torá está escrita de forma tal que su contenido da lugar a una amplia gama de interpretaciones – y fue entregada a los judíos junto con los lineamientos necesarios para interpretar correctamente sus palabras, oraciones y letras, y a partir de ello obtener la gran variedad de significados que ésta encierra. En contraste, aquel que traduce la Torá a una lengua extranjera encontrará que no existe ningún idioma con medios de expresión tan ricos en connotaciones múltiples como lo es el Lashón Hakódesh (la Lengua Santa, el hebreo).

¿Qué hace entonces un traductor? Debe renunciar a todo intento de transmitir los niveles homiléticos, alegóricos y místicos inherentes en cada palabra, y proporcionar apenas una versión literal del texto. Quien traduce la Torá a una lengua extranjera, la transforma en un recipiente vacío, carente de su exégesis y múltiples niveles de significado. ¡Imagínense cuán difícil es, para la persona que ama a la Torá y reconoce su grandeza, exponer solamente una versión literal!

A veces, aúun una traducción puramente literal puede llevar a distintas interpretaciones, pues una misma palabra puede traducirse de varias maneras.

¿Qué versión ha de ser utilizada? Y si varios traductores están abocados a una misma obra y no tienen la oportunidad de consultarse unos con otros, el trabajo resulta mucho más complejo aún. Es casi imposible que la versión escogida por uno de ellos sea igual a la de su colega. ¡Cuánto más improbable es que todos los traductores produzcan versiones idénticas si hay setenta y dos personas trabajando simultáneamente y por separado sobre un mismo texto!

Además, en la Torá hay muchos versículos que, de ser traducidos literalmente, podrían ser fácilmente malinterpretados por los gentiles, quienes en consecuencia tergiversarían o menospreciarían su contenido. Para evitarlo, se deben incluir explicaciones o alterar la traducción literal, de modo que la genuina intención de las palabras resulte clara y comprensible para ellos.

¿Cómo es posible que setenta y dos Sabios, con puntos de vista diferentes, lleguen a la misma conclusión?

Si los distintos Sabios hubieran producido cada cual una versión diferente, ello no habría disminuido la importancia de su trabajo a los ojos de los demás judíos, pues tenemos por norma que “tanto éstas como aquellas son palabras del Di-s viviente“, ya que El es un Di-s de todo saber (Shmuel I 2:3). El creó individuos con puntos de vista y opiniones divergentes, pero todos son de Su creación. Sin embargo, a los ojos del mundo gentil, cualquier disparidad lo hubiera llevado a mofarse tanto de la Torá como de los Sabios que la tradujeron. Hubieran arribado a la errada conclusión de que el desacuerdo entre los Sabios constituye evidencia de que la Torá no es auténtica, pues comparan al Creador con Su creación: Así como en el ser humano es imposible que dos posturas diametralmente opuestas puedan ser verdaderas al mismo tiempo, lo mismo, cree el mundo gentil, sucede con Di-s.

El pedido de Talmái a los Sabios, y la manera en que los obligó a trabajar, evidencia que su verdadero propósito era inducirlos a producir versiones diferentes, que luego podría utilizar para denigrarlos. Fue por esta razón que los Sabios recibieron una colosal asistencia Divina, y todos llegaron a las mismas conclusiones respecto de los lugares donde debían realizar cambios en el texto o su matiz, plasmando el versículo que expresa (Salmos 3:8): Tú has quebrantado los dientes de los malvados.

El día en que los setenta y dos Sabios finalizaron la traducción griega de la Torá -un 8 de Tevet- fue de gran pesar para el pueblo de Israel. Aunque la providencia de Di-s en favor de Su pueblo y la protección Divina que recibieron los Sabios se pusieron de manifiesto en ese día, evocando maravilla entre judíos y gentiles, fue, sin embargo, un momento de desgracia, tan calamitoso como el día en que se había construido el becerro de oro. En Meguilat Taanit, los Sabios describieron este acontecimiento de la siguiente manera:

En el octavo día de Tevet la Torá fue traducida al griego durante el reinado del rey Talmai, y el mundo quedó sumido en la oscuridad por tres días.

¿Con qué puede compararse ello? Con un león que fue capturado y enjaulado. Antes de ser apresado, todos le temían y huían de él, pero ahora, todos venían a verlo y decían: “¿Dónde está su fuerza?” Lo mismo ocurre con la Torá. Mientras estaba en manos de Israel y era interpretada por los Sabios en su propio idioma, la Lengua Santa, todos la respetaban y temían menospreciarla. Incluso los gentiles que querían estudiarla no podían tener contacto alguno con ella sin antes entrar bajo las alas de la Shejíná (Presencia Divina) y adquirir conocimientos de la lengua sagrada y de las formas prescriptas para interpretar la Torá. Pero una vez reducida a la traducción griega fue despojada del respeto que infundía, y todo el que lo deseaba podía venir ahora y contemplarla. ¡Si quería criticar a la Torá olvidando su propia ignorancia, ahora podía hacerlo!

Por ende, los Sabios vincularon este día con aquel en que fue construido el becerro de oro. Así como el becerro de oro no tenía una existencia y poder tangibles pero aquellos que le rendían culto creían lo contrario, de igual forma la versión griega de la Torá había perdido su contenido real, pero los que la utilizaban se convencieron a sí mismos de que ahora eran dueños de su contenido.

Una casa de libros

El Departamento de Educación de los EEUU recientemente escribió un reporte titulado “El Estudio Longitudinal de la niñez temprana”. El artículo hace un seguimiento a más de 20.000 niños americanos desde el jardín de infantes hasta 5to grado, reuniendo cada nota del niño e información demográfica. Los padres de cada niño respondieron a numerosas preguntas sobre los hábitos de la familia, estilo de vida y actividades. El reporte final es una extraordinaria riqueza de información, que cuando se lo analiza rigurosamente, provee algunas poderosas indicaciones sobre los métodos fundamentales sobre educación.

Una de las interesantes conclusiones del estudio es, que un niño que tiene cincuenta libros en su casa, su nivel académico es de un 5% mayor que el de un niño sin ningún libro en su casa. Más aún, un niño con cien libros en su casa, suma 5 puntos más que un niño con cincuenta libros. La mayoría de las personas pueden mirar esta información y presumir que el número de libros en su casa está relacionado con la cantidad de tiempo en la que un padre o un cuidador se los lee al niño. Sin embargo, la conclusión del estudio es bastante diferente. No importa cuánto tiempo se pase leyendo a un niño, la mera presencia de los libros en un hogar influye en las notas del niño. En otras palabras, el ser padres trata sobre quién eres, tanto como lo que haces.

Ser padres es quizá uno de los emprendimientos más difíciles que una persona puede realizar en su vida. Las teorías abundan, y en el esfuerzo de producir madres y padres “de niños prodigios”, generalmente ponen a su hijo, así como a ellos mismos en una agenda rigurosa de clases, conciertos, visitas a museos, y más clases. Comenzando desde que está en la panza, el feto escucha a Mozart; luego de chico lo anotan en un jardín de infantes especializado, forzado eventualmente a tomar clases de hockey sobre hielo, violín, ajedrez, y matemáticas, una jornada de 12 horas por día que producirá al niño perfecto.

Imagino que será una desilusión para estos súper padres si ven que la cualidad de la casa y su ambiente es mucho más significativa para el éxito del niño que la cantidad de clases y eventos culturales a los que asiste.

El Rey Salomón escribe en el Libro de Eclesiastés, “No hay nada nuevo bajo el sol”. El pueblo judío siempre se lo ha conocido como “el pueblo del libro”, no por su reputación de ser estudiosos, sino por la Torá entregada en el Monte Sinaí que nos ha unido por generaciones, una Torá explicada, expuesta e iluminada en miles de libros escritos y publicados en el correr de siglos. Generalmente, los libros de Torá en un hogar judío son más en número que los que puedan de hecho estudiarse en una vida, aún así, los tenemos en la casa, irradiando nuestro hogar con espiritualidad y pureza que contiene cada una de sus páginas.

Una de las 10 observancias judías que el Rebe de Lubavitch infundió en su campaña de 10 mitzvot fue “Bait Male Sfarim”, una “casa llena de libros”, instando a los judíos a comprar libros de Torá y mostrarlos en sus casas, incentivando así a su familia e invitados a estudiar sus enseñanzas, y afectando el pensamiento, acción y habla de uno para mejor. Incluso si los libros están allí en los estantes, sin usarlos, el Rebe dijo que la mera presencia de ellos, se apega a toda la casa, influyendo positivamente a aquellos que viven allí tanto las horas en las que uno pasa en la casa, como así también cuando sale. Así como la Mezuzá protege a los habitantes de la casa tanto cuando están adentro como cuando salen, el efecto de los libros en una casa también llega muy lejos.

Así que, un ambiente establece el resultado. Traer libros a la casa de uno, puede determinar las notas de los niños, ya que los libros imparten instintivamente al niño que la educación es de suma importancia para sus padres.

Libros judíos sagrados visiblemente expuestos en una casa, expresarán subconscientemente en su dueño una apreciación y reverencia por estos libros, sus valores, su historia y su contenido, incentivando a toda la familia e invitados a leerlos y estudiar de ellos.

Un ambiente de Torá que se crea a través de los libros de Torá, crea una atmósfera sutil pero constante de santidad, inspirando el pensamiento y práctica judía y últimamente instándonos a estudiar sus enseñanzas y mejorar nuestras vidas, un libro cada vez.

Por Jani Goldman

¿Por qué hay tantas estrellas y galaxias?


El Talmud explica que originalmente el sol y la luna eran grandes, pero la luna se quejó: ¡Amo del Universo!

¿Pueden dos reyes llevar la misma corona? Di‐s le dijo a ella: “Ve a disminuir”.

Para apaciguar a la luna después de su disminución, Di‐s aumentó las estrellas que sirven como séquito de la luna. Cuando sale la luna, la acompañan, y cuando se pone, ellas se ponen.

Nuestros Sabios enseñan que no hay ni una sola brizna de hierba que no tenga un “mazal” en el cielo que le diga que crezca. “Mazal” se refiere a la jerarquía de fuerzas espirituales que canalizan la fuerza creativa de Di‐s en el mundo.

Podemos entender el concepto de mazal así: Di‐s deseaba crear un mundo físico en el que la Divinidad no se revela abiertamente, en el que los seres humanos tienen el poder de elegir libremente, en el que elegimos la Divinidad no porque seamos dominados por su gran luz, sino porque deseamos hacerlo.

Para lograr esto, Di‐s ocultó Su poder creativo dentro del mundo. Por lo tanto, cuando llega el momento de que una pequeña brizna de hierba, por ejemplo, reciba su “alimento” espiritual, la fuerza de vida Divina que la sostiene, Di‐s canaliza su fuerza de vida a través de toda una jerarquía de seres con una constante disminución, algo así como un sistema de tuberías de un depósito de agua que transportan energía Divina.

Los “tubos” no tienen libre albedrío, y no tienen más remedio que cumplir su propósito de canalizar la energía.

La fuerza creativa se filtra a través de una jerarquía de ángeles hasta los ángeles inferiores a cargo de cada estrella y constelación.

Luego se filtra al mundo físico a través de la fuerza de sustento espiritual de cada estrella (también conocida como el “alma” de la estrella). Para cuando finalmente llega a la brizna de hierba, la luz Divina está completamente oculta.

Cada estrella tiene su propio nombre único con el que Di‐s la llama. El nombre de la estrella corresponde a la fuerza vital Divina única que se canaliza a través de la estrella hacia este mundo físico.

Quizás sea por eso que existen innumerables estrellas en nuestro universo.

5 de Tevet – Didan Notzaj


El juicio por los libros de Agudat Jasidei Jabad, comenzó el 19 de Kislev de 5746 (1986) ante el juez Charles Simphson y se extendió por tres semanas.

El 5 de Tevet de 5747 (1987) se dio a conocer el fallo del juez en un expediente de 40 páginas. El juez tomó declaración a los jasidim de Jabad, alegando que toda la vida del Rebe Iosef Itzjak, anterior Rebe de Lubavitch, fue dedicada y consagrada por completo a la comunidad, por lo tanto declaró su biblioteca como pública y perteneciente a la asociación de Jabad Mundial, al considerar que los libros del Rebe no formaban parte de su patrimonio personal en el momento de su fallecimiento.

El demandado fue obligado devolver los libros y demás objetos del Rebe Anterior, que se encontraban en su poder y fueran tomados sin autorización.

La noticia de la victoria se difundió rápidamente en todo el mundo, y en cada lugar donde se escuchaba, los jasidim lo celebraron con mucha alegría.

El mayor festejo se vivió en la central de Jabad, “770”, donde miles de personas se reunieron para festejar la gran victoria. El punto máximo de alegría fue luego de la plegaria vespertina, realizada con la melodía propia de los días festivos y luego de la cual el Rebe pronunció un discurso especial, en el que entre otras cosas dijo: “… así como en el momento de la encarcelación y liberación del Alter Rebe, el mismo protagonista aprendió de todos los acontecimientos, una instrucción para su servicio a Di‐s y una de sus conclusiones fue la de aumentar en la difusión de los manantiales del jasidut hacia fuera.

A la luz de todo esto, queda clara la eterna indicación Divina relacionada con el acontecimiento actual, pues justamente de la demanda y las acusaciones parecería que la agrupación de jasidim de Jabad no es un cuerpo vivo y activo, justamente de esto debemos aprender que debemos fortalecer más la difusión del jasidut, y el estudio particular y general con mucha alegría y fervor…”

El día 5 de Tevet, es el día de la victoria de la luz sobre la oscuridad