Testimonio urbano: Yo como kasher


Mis amigos saben de mi “cambio de bando” al kashrut. No se hacen ningún problema, aunque miran con cierto resquemor. Nunca falta el chiste al mejor estilo “¿cómo, vos no te pedís una hamburguesa con queso?”, pero siempre lo hacen con buenas intenciones, apelando al sentido del humor.

Como solemos hacer, nos juntamos una noche en la casa de uno a tomar unas copas. Ya desde que me había subido al colectivo una idea retumbaba en mi cabeza: tengo que convencerlos de que comer comida kasher no implica convertirse en rabino. Hay millones de personas que llevan una vida normal pero que, a la hora de alimentarse, siguen éste tipo de dieta. Es más: muchas veces, si no fueran ellos mismos los que lo aclaran, el hecho de que comen comida supervisada pasaría totalmente inadvertido.

Mis amigos seguían entre risas, charlando no sé de qué cosa, pero yo tenía este tema retumbándome en la cabeza. Así que me decidí y lancé el desafío: “Saben qué, ¿por qué no se vienen la semana que viene a casa? Tengo ganas de hacer un asado”. Me miraron incrédulos. Supongo que pensaban que mi nueva dieta consistía sólo de knishes, lajmayin y demás platos judíos.

Lamentablemente, el grueso de la gente ignora que “comida kasher” no es igual a “comida tradicional judía”. Una milanesa, siempre que sea Supongo que pensaban que mi nueva dieta con-sistía sólo de knishes, lajmayin y demás platos judíos. Lamentablemente, el grueso de la gente ig-nora que “comida kasher” no es igual a “comida tradicional judía”. adquirida en carnicerías kasher o en la góndola kasher del súper, tranquilamente puede ser kasher. Entre risas aceptaron, como diciendo “a ver si te salen los latkes a las brasas”. Habían dado el sí. Ahora la pelota estaba de mi lado.

Lo primero que sentí al llegar a mi casa fue temor. ¿En qué habré estado pensando? Pero decidí que no sólo sería un desafío para ellos, sino uno para mí también. El viaje a la carnicería me sorprendió, porque no sabía que existían chinchulines o salchichas parrilleras. Más o menos planifiqué la cuestión: Arrancaríamos con chinchulines, unas mollejas, chorizos y salchichas parrilleras. Además, papas y cebollas al plomo. Después, tira de asado y entraña. Había ojo de bife, pero la verdad es que el precio era de un ojo de la cara (Lo dejo para algún asado que organice mi viejo…).

Ensaladas varias, chimichurri y criolla. Una vez que pasé en limpio el menú me di cuenta de que realmente podía salir bien y ni notarían la diferencia. Finalmente llegó el día esperado: a las 12.00 me puse a hacer el fuego y ya 12.15 empezaron a venir los muchachos. Hicieron los chistes típicos que ya me había imaginado, pero la primera sorpresa llegó en cuanto saqué una bandeja con choripanes: pensaban que era yo el que los estaba cargando. Seguimos con las salchichitas, chinchulines y etcéteras. No voy a negar que uno advirtió que la entraña era “un poco más salada” que la taref (no kasher) y que hubo otro que hizo el previsible chiste de la falta de provoleta, pero nada más. Terminamos llenísimos y yo, chocho. Me dieron la razón: si no les hubiese dicho que era un asado kasher, ni se hubieran dado cuenta. Eso sí, a la hora de repartir gastos, ¡casi me matan!Saludos, Martin.

¿Cuál es todo el tema de traer una ofrenda?

Al individuo que no podía permitirse el lujo del gasto monetario de ofrendar un animal en el altar del Templo, se le daba la prerrogativa de traer una comida a cambio, como declara la Biblia en el comienzo del Libro de Vaikrá. Es por ello que la Torá dice: “Venefesh Ki Takriv” – “Cuando una alma (individual) traiga una comida como ofrenda hacia el Señor, su ofrenda será de harina fina; y él verterá el aceite en ella, y pondrá incienso.” (Vaikra 2: 1)

Rashi en su comentario en el versículo nombrado anteriormente, cita el Talmud (Menajot 104.) que dice que la Torá no usa el término “nefesh”, que literalmente significa “alma”, en relación con cualquier ofrenda voluntaria excepto con la ofrenda de comida.

¿Quién trae habitualmente una ofrenda de comida? Un hombre pobre. El Santo, Bendito Sea, dijo: “Yo acredito que esta persona está ofreciendo esta comida como si hubiese ofrecido su misma alma por Mi causa.”

La razón principal y propósito de ofrecer los sacrificios en el Altar del Templo, era imbuir en las personas la importancia de acercarse a Di-s. De hecho, la palabra “Korban” está asociada con la palabra “LeKarev” que quiere decir acercarse.

En la actualidad no tenemos el Beit HaMikdash y no podemos traer los korbanot- ofrendas. Sin embargo, nos acercamos más a Hashem, sacrificando nuestro confort y conveniencias para cumplir con la Voluntad de Di-s.

Rabi Shneur Zalman de Liadi, explica que cualquier ofrenda hecha a Di-s debe venir por necesidad del corazón. Es por ello que la Torá usa la expresión “Adam Ki Iakriv MiKem Korban” – “una persona de ustedes que trae una ofrenda a Di-s”. Sólo cuando la ofrenda viene del alma del hombre y es “de ustedes”, puede lograr el efecto deseado en Di-s y traer al contribuyente de la ofrenda más cerca del Omnipotente.

Para ilustrar el concepto, quiero compartir una historia que escuché de mi abuela, la Rebetzin Miriam Grunhut. Sus padres, Reb Najman y Beila Freidman de Budapest ayudaron a centenares de refugiados judíos durante el Primera Guerra Mundial. Debido a las consecuencias de la conflagración, se dedicaron a criar personalmente a muchos niños huérfanos como sus propios hijos y estaban profundamente involucrados en los proyectos de Tzedaká (caridad) dentro de la ciudad de Budapest. Reb Najman era profundamente querido por todos los Tzadikim (justos) de su generación y era conocido por ser un ‘Poel Ieshuot’ (hacedor de salvaciones) entre las personas en desgracia.

Uno de los grandes estudiosos de Torá y Rebe Jasídico de Polonia, estaba en ese momento fuera de su ciudad debido a la guerra y se alojaba en la casa de Reb Najman.

Mi bisabuela le sirvió una compota de manzana a este Rebe para el almuerzo. El Rebe se volvió a ella y dijo “doz iz fleishig” que significa: “esto es considerado como carne”.

Mi abuela Beila respondió con cuidado y preocupación -sabiendo que este Tzadik se abstenía de comer carne toda la semana salvo el Shabat- y dijo: “Nein, dos iz parve” “No, esto es Parve- neutro, ni de carne ni lácteo”. El Rebe sonrió y dijo: “¡Esto es fleishig (de carne) porque ha sido preparado con el corazón!”.

De hecho, cuando ponemos nuestro corazón en hacer un Mitzvá, esta se transforma en más significativa y nos conectamos a nuestra esencia espiritual.

Por Yehoshua S. Hecht

Donde los caminos se cruzan

La polaridad inherente a la etnología siempre me pareció extraña. Por un lado, está el investigador, un occidental solitario, que debe abandonar su medio natural para conocer cara a cara la forma de vida nativa. Por otro lado, está el nativo, cuya vida lo tiene todo, pero no es consciente de ello. El investigador carece de la vida étnica, mientras que el nativo carece de autoconciencia cognitiva.

Siempre me sorprendió que ambas cualidades no puedan coexistir en la misma persona o en la misma tribu. En un seminario etnológico en París, deliberé sobre esta paradoja. Todos sonrieron, pero nadie pudo deducir como podría ser de otra manera. Pero más tarde, en Roma, pude encontrar la llave de semejante coexistencia.

La primera página de la Mishná que leí en Roma me dio la clara impresión, y que nunca más fue cambiada, de que existe un ejemplo perfecto de conciencia autoetnológica escrita por gente que vivía su existencia como un pueblo, creía en ello, y al mismo tiempo era capaz de entenderlo y analizarlo. Estos mismos “investigadores” que conscientemente analizaban las leyes metafísicas, económicas y todas las menudencias de la vida judía en el Talmud, eran al mismo tiempo los héroes populares como Rabi Akiva, y Rabi Shimón Bar Iojai.

¡Imagínense por otro lado al famoso antropólogo Levy Strauss como un indio piel roja! Más tarde, cuando ya estuve profundamente inmerso en el estudio del Talmud, descubrí que la forma en que fue escrito y es estudiado respondía a una necesidad básica que albergaba dentro de mí desde mi infancia.

Mis padres acostumbraban a decirme que no debía mover mis manos mientras hablaba, y tampoco debía hablar como cantando. Cuando pregunté por qué, me respondieron que eso me hacía parecer judío. Fue en Israel que presencié por primera vez el estudio del Talmud con los movimientos “prohibidos” de las manos y ese canto. Entonces comprendí cuán ancestral era ese movimiento que se encontraba dentro de mí. El judaísmo es una pregunta que no puede ser ni respondida ni evitada.

La existencia de cada individuo judío es la respuesta, más comúnmente sin que siquiera él sea consciente de su significado. Usualmente, antes de que esta pregunta sea formu‐lada, la respuesta ya está allí, tan fuertemente predeterminada por la educación, el ambiente, y otras circunstancias que, según creo, ni siquiera la mente más independiente entre nosotros pueda postularla incondicionalmente. Y cuando la expresamos con palabras, las cosas se ponen peor. La mayoría de nosotros trata de presentar los resultados de impulsos e influencias desconocidas como si se trataran de una elección consciente…

Fuego

Hay 39 categorías de “trabajo” prohibidas en Shabat, deriva‐ das de los 39 tipos diferentes de trabajo que se requirieron para construir el Santuario. Como a cada judío se le ordena erigir un “Santuario” para Di‐s en el sentido espiritual, estas leyes revelan muchas lecciones importantes para nuestro servicio Divino.

Leemos en la primera de las dos porciones de la Torá de esta se‐ mana, prender fuego es uno de estos trabajos prohibidos, ya que dice: “No encenderás fuego en tus habitaciones en el día de reposo”. La definición estricta de “prender fuego” requiere que se obtenga algún tipo de beneficio del acto: ya sea iluminación, calor o con el propósito de producir cenizas. En términos espirituales, esto significa que el “fuego”, en sí mismo, no se considera un componente real de nuestro servicio Divino a menos que produzca un beneficio práctico.

“Fuego” se refiere a la llama innata dentro del alma judía, como dice: “La vela de Di‐s es el alma del hombre”. Se requiere que el judío encienda y anime este fuego interior, hasta que todo su ser esté im‐ pregnado de anhelo de reunirse con su Fuente Divina.

En el judaísmo, sin embargo, la elevación espiritual no es un fin en sí mismo. El objetivo no es sentirse elevado y cercano a Di‐s, en la medida en que el mundo físico y mundano pierda importancia.

La Torá enseña que este no es un verdadero “fuego”, porque aunque es puro, carece de propósito. Para construir un “Santuario” genuino, el amor ardiente de un judío por Di‐s debe resultar en consecuencias y acciones reales.

Esto se refleja en el fenómeno físico de las cenizas. Las cenizas son un símbolo del nivel más intenso de corporalidad, por lo que permanecen después de que otra materia se quema y se consume por completo. De hecho, todo el propósito del “fuego” de un judío, es decir, la exaltación espiritual, es producir “cenizas”, impregnar los niveles más bajos de existencia con la Torá y las Mitzvot.

El refinamiento del plano físico a través de la Torá y las Mitzvot es el objetivo subyacente de la creación del mundo. Cuando un judío utiliza objetos físicos por el bien del Cielo, alcanza la más elevada de las alturas espirituales y cumple la voluntad de Di‐s, según el dicho “La acción es lo principal”.

El servicio de cada judío individual que eleva su propio rincón del mundo conducirá a su vez a la máxima elevación de la creación: la venida del Mashíaj y la Redención Final.

Adaptado del Vol. 36 de Likutei Sijot

Detener la corrupción

Transparencia y Rendición de cuentas son las nuevas palabras de moda para el gobierno corporativo del siglo XXI. Sin duda, gente honorable acepta cualquier esfuerzo genuino para detener la corrupción y la deshonestidad en cualquier esfera de la sociedad tanto sea corporativa, gubernamental o personal. Pero, ¿es un fenómeno nuevo? ¿Es la nuestra, la primera generación en la historia que se preocupa por estos temas?

En lectura de la Torá de esta semana, Pekudei (Shemot 38‐40), aprendemos de los días de Moshé, una contabilidad transparente y detallada que se llevó a cabo sobre las donaciones realizadas por los israelitas para la campaña de construcción del Santuario y sus recipientes sagrados. Las contribuciones de oro, plata y cobre, fueron pesados para que nadie pudiera lanzar ningún entredicho acerca de la integridad de Moshé y su equipo. De hecho, los comentarios derivan de este episodio que aquellos responsables de los fondos de la caridad deben asumir la responsabilidad. Todos tenemos que ser “inocentes a los ojos de Di‐s y el hombre”

“Pirkei Avot” nos recuerda que debemos considerar que algún día, todos se enfrentarán a la rendición de cuentas final. Cada uno de nosotros compareceremos ante el tribunal celestial para dar un “Din vejeshvon”, “una justificación completa y un contable” por la forma en la que hemos vivido nuestras vidas.

Es fascinante observar que de alguna manera el Talmud (Shabat, 31a) nos dice las preguntas reales que serán formuladas por ese Tribunal Supremo. La primera pregunta no va a ser: “¿Usted creyó en Di‐s?”, o “¿Ayunaste en Iom Kipur?” Lo creas o no, la primera pregunta en este final de los exámenes va a ser la siguiente: “¿Fuiste leal en los negocios?”. No qué tan religiosos fuimos con Di‐s, sino cómo fueron llevados a cabo los asuntos de negocios. “¿Fuiste honesto y leal con la gente?”. La segunda pregunta, sin embargo, va al corazón de nuestro judaísmo: “¿Reservaste un horario fijo para el estudio de la Torá?”. Parecería que familiarizarse con la Torá y convertirse en un judío con conocimiento, es la llave que abre las puertas a todo lo demás en la vida judía.

¿No es una anomalía de nuestro tiempo que muchas de nuestras mentes legales más brillantes, abogados, defensores y jueces, nunca hayan abierto una página del Talmud, la enciclopedia clásica de la ley Judía? ¿O que algunos de nuestros mejores médicos no conozcan los escritos médicos de Maimónides, el gran médico y erudito del siglo XII? ¿O que nuestros magnates de los negocios más brillantes siguen siendo judaicamente iletrados? Cuando se trata de cruzar un semáforo en rojo, la ignorancia de la ley no es excusa. Ninguno de los policías de tráfico va a aceptar la historia de que el conductor no sabía que era ilegal. En nuestra época, con tantas nuevas oportunidades disponibles para el estudio de la Torá, la ignorancia Judía no se puede concebir. Si antes el Talmud era un libro de difícil acceso, en la actualidad se puede encontrar disponible en español, inglés y otros idiomas. Las oportunidades de estudios judaicos abundan en todas las comunidades. Y si uno se encuentra geográficamente impedido, el Internet puede hacer maravillas. Asegurémonos que cuando la Policía en el Cielo nos empuje para “hacernos unas cuantas preguntas” todos seamos capaces de responder afirmativamente.

Frutos del pensamiento

Canción de cuna y buenas noches… Para la mayoría de nosotros, la falta de sueño es habitual. Ya sea que nos hayamos quedado despiertos para equilibrar la chequera, o para ponernos al día con los últimos detalles de nuestro emprendimiento, o porque no pudimos dejar ese libro, el despertador suena mucho antes de que durmamos lo suficiente para sentirnos descansados.

Incluso si logramos ir a dormir en horario, suceden cosas que alteran nuestro descanso: el teléfono; un bebé que llora; el ruido del camión de la basura a las 3 de la mañana, etc.

Los investigadores del sueño relatan los pros y los contras de la valeriana, melatonina, el ejercicio, baños calientes, la leche tibia o una comida sólida. También le dirán que cuanto mayor uno es, es más probable que se queje de su falta de sueño. Aunque no necesariamente ofrecen consejos sobre cómo conciliar el sueño o permanecer dormido, las enseñanzas judías tienen qué decir sobre cómo ayudar a que la noche de sueño sea lo más agradable y dulce posible.

El primer paso para dormir bien por la noche es cumplir una mitzvá. En realidad, la última mitzvá del día, decir el “Shemá antes de retirarse a dormir”.

Muchos Sidurim también contienen un párrafo corto pero asombrosamente poderoso como parte de las oraciones antes de dormir en el que declaramos que perdonamos a cualquiera que nos haya enojado o pecado contra nosotros, y pedimos la ayuda de Di‐s para no repetir nuestras fallas del día anterior. Dicho con sinceridad, esta oración seguramente ayudará a dormir bien por la noche.

Y, tal vez, es por eso que el rey David, compositor de los Salmos, escribió (4: 9): “Me acuesto y duermo en paz, pues sólo Tú Hashem, me permites reposar confiado” Cuando somos uno con todos, cuando hemos soltado el equipaje del día, no solo podemos acostarnos, sino también dormirnos.

Estudiar Torá durante el día y la noche también te ayudará a dormir bien. En Proverbios (3:24) leemos sobre el beneficio del estudio de la Torá: “Cuando te acuestes, no tendrás miedo, te acostarás y tu sueño será dulce”.

Unos pocos capítulos más adelante en Proverbios (6:20, 22) se nos aconseja “guarda el mandamiento de tu padre, y no abandones la Torá de tu madre” porque “cuando duermas, te guardará”. Esto alude al hecho de que hacer Mitzvot y estudiar Torá nos protege mientras dormimos. Saber que estamos a salvo seguramente puede ayudarnos a dormir mejor por la noche. 

Cuando tomamos en serio estas enseñanzas, seguramente despertaremos renovados y listos para afrontar otro día. En última instancia, el aumento en el estudio de la Torá y las Mitzvot acelerará el amanecer del gran día de la Redención Mesiánica, cuando todos los que están dormidos, incluidos los que “duermen en el polvo”, se despertarán y revivirán, que suceda. Ahora.

¿Tienes algo importante para decir?

Generalmente tenemos solo una oportunidad para comunicar un mensaje importante. Si perdemos esa oportunidad, luego la segunda vuelta lo que se recibe es muy mínimo.

En la historia de nuestra nación de hace 3300 años, Di‐s se dirigió a nosotros solamente una vez, cuando descendió sobre la montaña de Sinaí y nos dio los Diez Mandamientos. Sin ninguna duda, el Creador utilizó esta oportunidad al máximo asegurándose de que escucharan.

El Midrash dice que la voz de los Diez Mandamientos no tenía eco. El eco ocurre cuando las ondas del sonido se encuentran con una obstrucción. La voz de Di‐s no tuvo eco porque penetraba la materia. Con esto, Di‐s nos dejó un perfecto prototipo a seguir en aquellas ocasiones en las que queremos que nuestras palabras se tomen en serio. Aquí hay algunas enseñanzas de conversaciones de Gran Comunicación:

No de paso

No fue de repente o inesperado. Tam poco fue: “Oh qué bueno que estás aquí. Hay algo que quería discutir contigo…” Con tres días de anticipación, Di‐s se dirigió a los Israelitas para decirles que tenía un importante mensaje que darles. Cuando llegó el momento, la nación estaba preparada y curiosa. Ellos estaban esperando el momento, entonces fueron receptivos.

Elige tu tiempo

Aparentemente, Di‐s no quiso dirigirse a una nación cansada. Eligió el momento en el que tuvieron sus mentes limpias. Elige cómo “Cuando Di‐s entregó la Torá, el pájaro no trinó…” (Midrash). Al contrario de la popular concepción, el Talmud nos dice que Di‐s no hace milagros simplemente para impresionar. Cada milagro tiene su propósito.

Entonces, ¿por qué Di‐s dejó todos los sonidos a un lado menos el Suyo? Porque de esta forma Di‐s creó una atmósfera en la que los receptores sólo lo escuchaban a Él sin distracciones.

Usa los dos lados de tu boca

Antes de deliberar tu mensaje, pregúntate a ti mismo: “¿Estoy dirigiendo este mensaje desde todas las direcciones?, ¿O hay alguna parte en mí que está queriendo transmitir otro mensaje a la misma vez? Si aún no has interiorizado tu mensaje, entonces hay pocas chances de que la otra persona sea receptiva.

Todo el grandioso evento se centró en los Diez Mandamientos, expresado en exactamente 620 letras.

Dejó lugar para considerar los múltiples significados y enseñanzas. Dejó lugar para pensar y no para sofocar. ¿Has dejado a la otra persona pensando? ¡Ya está siendo receptivo!

La mujer y el santuario

El propósito de la creación es para que la presencia de Di-s sea revelada en este mundo. La primera expresión de esto ocurrió en el Jardín del Eden, como se nos fue dicho al principio de la Torá. Adam y Java se encontraban en el jardín, y junto con ellos estaba la Divina Presencia. Sin embargo, el mundo no estaba preparado para eso.

Como sabemos, Adam y Java pecaron al comer del Árbol de la Sabiduría, y en consecuencia, la presencia de Di-s se ocultó. Otros pecados, como ser el de Cain que mató a Ebel, causaron que la Divina Presencia se ocultara aún más. Sin embargo, con Abraham comenzó el proceso de traer la Divina Presencia nuevamente al mundo. Esto fue seguido por Itzjak, Iakov y las siguientes generaciones.

En la séptima generación después de Abraham vino Moisés. Los Sabios nos dicen que el “séptimo” tiene una probabilidad particular de éxito. Esto se ve confirmado por los logros de Moisés. Siguiendo las instrucciones de Di-s, el guio al Pueblo Judío a la construcción del Santuario en donde la Divina Presencia era revelada, en el Santo Sanctórum.  Esta fue la primera etapa en el cumplimiento del propósito de la creación. Las siguientes etapas fueron, y va a ser, el Primer, Segundo y últimamente el Tercer Templo en Jerusalém.

El hecho de que la Presencia Divina moraba en el Santo Sanctórum no fue algo separado de las vidas del Pueblo Judío. Nuestra Parasha nos cuenta: “Deberán construir para Mi un Santuario, y Yo moraré en ellos” (Éxodo 25:8). Los Sabios nos dicen que esto significa “En cada individuo”. A través de la construcción de un Santuario, Di-s mora en el corazón de cada uno.

El Rebe de Lubavitch menciona que las mujeres tuvieron un papel particularmente significante en la construcción del Santuario. Las mujeres estaban más entusiasmadas que los hombres en traer las donaciones de oro, plata, bronce, madera, lino, piedras preciosas y todo lo que necesitaban. Utilizaron su arte en varias de las tareas de tejer. Además, a diferencia de los hombres, las mujeres negaron por completo en tener  algo que ver con la fabricación del becerro de oro. La realización de este ídolo y la forma repugnante que era adorado era todo lo contrario de todo lo expresado por el Santuario y la presencia de lo Divino.

En nuestros tiempos, la mujer también tiene el rol principal en la creación de otro tipo de Santuario: El hogar Judío. Aquí también, mora la Presencia de Di-s. 

Este poder espiritual de la condición de la mujer, se puede relacionar con la idea cabalística de que la mujer tiene una afinidad con el séptimo atributo Divino, la Realeza, lo que significa la finalización, el logro y la satisfacción en el mundo real. Dicho en términos más directos, según lo expresado por el Rebe, existe una sensibilidad dada por Di-s en la mujer que reconoce lo positivo y lo Santo.

Por supuesto que esta sensibilidad debe ser nutrida: a través del estudio personal de la Torá y la observancia práctica de las mitzvot. A través de esta mujer y hombre juntos, con sus familias, se revelará la presencia de lo Divino en sus propios hogares, en su entorno y en última instancia, de una manera global. Habrá un Tercer Templo de Jerusalém, y la paz morará en los corazones de toda la humanidad.

Por: Tali Lowenthal

¿Cuál es el propósito?

En honor al Aniversario de la esposa del Rebe…

Contado por Jesed Halberstam

Jesed Halberstam trabajó como empleado de la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson, esposa del Rebe de Lubavitch, durante dieciocho años (de 1970 hasta el fallecimiento de la Rebetzin en 1988) realizando los quehaceres de la casa y como su chofer.

El Rebe me pidió que procure que la Rebetzin salga de la casa todos los días a tomar aire fresco. Normalmente íbamos hasta un parque en Long Island, New York. Durante los años en que mi hijo, Ari (Di-s vengue su sangre1), era un niño, manejábamos a menudo a su escuela por la avenida Ocean Parkway; y la Rebetzin disfrutaba jugar con él, meciéndolo en las hamacas del parque, etc.

Un día, mientras nos acercábamos al parque, encontramos nuestra ruta cerrada debido al trabajo del camino, y fuimos desviados a una calle paralela. Mientras manejábamos a lo largo de esa calle, oímos el sonido de una mujer que gritaba en ruso. Cuando me detuve en el semáforo, la Rebetzin se volvió y me dijo: “Oí una mujer gritar; ¿puedes regresar y ver de qué se trata?”.

Retrocedimos a la esquina de la calle. Allí vimos a una mujer parada en el cordón de la vereda llorando, mientras cerca de ella, peones cargaban muebles y artículos de casa y los metían a un camión perteneciente a la municipalidad. A pedido de la Rebetzin, estacioné detrás del camión y fui a ver qué estaba pasando. El alguacil me explicó que la mujer no había pagado su alquiler por muchos meses y ahora la estaban desalojando.

Cuando le informé a la Rebetzin, ella me pidió que volviera y le preguntara al alguacil cuánto debía la mujer, y si él aceptaría un cheque personal; también me pidió que no dijera nada a la familia que estaban desalojando. A estas alturas, yo todavía no entendía a dónde estaba llevando todo esto, pero cumplí la demanda de la Rebetzin. La suma que la familia debida era aproximadamente 6,700 dólares. El alguacil dijo que no tenía ningún problema en aceptar un cheque personal, con tal de que él confirme con el banco que el cheque tenía fondos; también dijo que si él recibía el pago, sus hombres llevarían todo otra vez a la casa. Cuando le dije a la Rebetzin los detalles, ella sacó su chequera y, para mi asombro, hizo un cheque por toda la cantidad, y me pidió que se lo diera al alguacil.

El alguacil hizo una llamada telefónica al banco, y entonces les dijo a sus empleados que devolvieran todo a la casa. La Rebetzin me pidió que nos fuéramos rápidamente, antes de que la mujer comprendiera lo que había pasado.

Yo estaba completamente asombrado de lo que había visto y luego, mientras estábamos en el parque, no pude contenerme y le pregunté a la Rebetzin qué la había incitado a dar semejante suma a un total extraño.

“¿Realmente quieres saber”? me preguntó la Rebetzin.

“Sí”, contesté.

“Entonces te diré”, ella dijo. “Una vez, cuando era una muchacha, mi padre me llevó a dar un paseo por el parque. Me sentó en un banco y empezó a hablarme sobre el concepto de hashgajá pratit (providencia Divina)3. Cada vez–dijo mi padre–que algo nos hace desviarnos de nuestra rutina normal, hay una razón divinamente ordenada para esto; cada vez que vemos algo raro o inusual, hay un propósito en el por qué se nos está mostrando eso.

“Hoy”, continuó la Rebetzin, “cuando vi la señal de ”Desvío”, recordé las palabras de mi padre e inmediatamente pensé para mí: Todos los días vamos por esta calle; de repente, la calle está cerrada y nos desvían a una calle diferente. ¿Cuál es el propósito de esto?, ¿cómo se conecta esto conmigo?. Entonces escuché el sonido de una mujer llorando y gritando. Comprendí que nos habían enviado por esa ruta con un propósito”.

1. Ari Halberstam fue asesinado por un terrorista árabe en el infame tiroteo en 1994, en el Puente de Brooklyn.

2. sexto Rebe de Lubavitch, Rabino Iosef Iitzjak Schneerson. (1880-1950)

3. Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), fundador del Jasidismo, enseñó que, “Todo lo que ocurre, y cada detalle de eso, es por Providencia Divina; si una hoja es levantada por una brisa, es sólo porque esto ha sido ordenado específicamente por Di-s para servir una función específica dentro del propósito de la creación”. Así, “Cada cosa que una persona ve u oye, es una enseñanza para él en su conducta en el servicio a Di-s”.

Los milagros dentro de la naturaleza

La Parshá nos relata cómo Di‐s envió sobre Egipto las 10 plagas, detallando que con respecto a la plaga de las llagas, los magos del Faraón tuvieron que retirarse porque no podían estar delante de Moshé por la vergüenza. ¿Por qué esta plaga fue diferente a las anteriores?, ellos también fueron víctimas de otras plagas que les impedían enfrentarse a Moshé.

Existía una razón más profunda de por qué la plaga de las llagas afectó a los consejeros más que las previas. Cuando Hashem trajo las plagas sobre Egipto, no fue sólo para castigarlos, sino también de hacerles saber que “Yo Soy Di‐s”.

El proceso tenía diferentes etapas: durante las primeras plagas, los magos podían imitarlas. Luego llegó la plaga de piojos (kinim), que les fue imposible imitar, y reconocieron: “este es el dedo de Di‐s”. Pero todavía había una acción del hombre (Moshé o Aarón) que las llevaba a cabo.

Los magos reconocieron que se trataba de un milagro, pero podían objetar que había participación de fuerzas terrenales ya que era una persona la que actuaba. A continuación Di‐s elevó el nivel sobrenatural de las plagas, trayendo a las bestias, y la peste, sin participación humana.

Ya no había excusa y debían reconocer que todo provenía de Di‐s. Y entonces llegó la plaga de shjín (llagas). Aquí donde Di‐s unió dos polos opuestos: lo natural y lo sobrenatural.

En esta plaga, Hashem le ordenó a Moshé actuar, dando lugar a equivocación, simulando que la plaga llegaba por caminos naturales: arrojar con toda su fuerza, hollín de los hornos incandescentes en dirección al cielo, para que se disperse sobre todo Egipto, provocando ampollas en los cuerpos de los egipcios donde caía. 

Pero a su vez, se podía apreciar que cada movimiento ‘natural’ estaba acompañado de milagros. Rashi expresa sobre esta plaga diciendo: “Muchos milagros contuvo la maká de shjín”, resaltando lo fuera de lo común de la expansión del hollín del puño de Moshé sobre todo Egipto, además de enumerar otros milagros. Esto era lo exclusivo de esta plaga. 

Que todos los actos que parecían naturales eran en realidad milagrosos. Moshé Rabeinu tomó el hollín, que cuando está caliente, provoca ampollas, pero a él no lo afectó. Lo arrojó al cielo ‘con fuerza’, como si gracias a eso el hollín pudiese llegar al cielo y expandirse por sobre todo Egipto! El hollín cayó sobre los egipcios, lo que generaría las ampollas, sin embargo ya estaba frío, y las ampollas surgieron espontáneamente del cuerpo, y se expandieron sobre los egipcios también donde no había caído hollín! 

Hashem mostró que actos que parecerían ser naturales no lo son, la fuerza Divina domina y se revela en toda su magnificencia, también en el seno de la naturaleza. Esto superó la razón lógica de los intelectuales egipcios, y por eso habiendo quedado anonadados “no podían presentarse delante de Moshé”.