Confianza y Respeto

En el libro de Wendy Shalit, “Un regreso al recato” (“A return to Modesty”), ella remarca la caída de la cortesía masculina. La charla vulgar y el comportamiento egoísta han reemplazado grandiosamente a la caballería. “La necesidad”, escribe, “es para el crecimiento de una buena dosis sexista, cómo relacionarse como hombre con una mujer”. Ella clama una revolución de recato, en donde “jóvenes rebeldes con autoestima”, se sientan lo suficientemente confiadas para reclamar su poder e individualidad femenina.

La Torá habla sobre este mensaje con mucha claridad. En el Libro de Génesis, nuestras heroínas Bíblicas son poderosas de manera modesta y discreta; sus maridos, a la vez, son respetuosos y protectores. Las mujeres son honradas y alabadas. Así ha sido la tradición judía desde los días de nuestros Patriarcas y Matriarcas.

Lo que hace que se resalte una historia en Génesis.

Mirando íntimamente su relación, leemos sobre Abraham y Sara, quienes a la edad de 75 años y 65 años respectivamente, viajan hacia Egipto. Mientras están en el camino, Abraham le dice a Sara lo hermosa que es, y expresa su preocupación sobre el hecho que esta belleza pueda atraer a los Egipcios, y puedan por ello, asesinar a Abraham para hacerla esposa del rey.

Abraham sugiere pues, lo siguiente a su esposa: “Por favor, dí que eres mi hermana, para que me hagan un bien a mí, y mi alma viva por tu causa” (Génesis 12:13)

El plan de Abraham, efectivamente haría que fuera removido de la lista de muertos del Faraón… ¡Y permitiría que Sara sea víctima del abuso hedonista del Faraón! Lo que es más, es Abraham quien menciona que de hecho, el que saldría beneficiándose si la toman a Sara, sería él: “Para que me hagan un bien a mí por tu causa”. Como explican los comentaristas bíblicos, que si creían que Abraham era su hermano, entonces esperaba que lo llenaran de regalos, oro, plata y ganado.

¡Hablando de la falta de caballería! ¿Es acaso este Abraham, el primer esposo judío? ¿El hombre cuya generosidad sin límites dejaba abierta las cuatro puertas de su carpa, para que cualquier transeúnte pueda entrar desde cualquier dirección?

Hace más de dos mil años, el autor del Zohar se preguntó lo mismo (una pregunta formulada por casi todos los comentaristas bíblicos):

Rabí Eliezer preguntó: ¿Pudo Abraham, quien temía a Di-s y era amado de Di-s, decir esto acerca su esposa para su propio beneficio?

Rabí Eliezer explicó: Incluso que Abraham temía a Di-s, no confiaba en su propio mérito. No le pidió a Di-s que salvara a Sara por mérito de él, sino por mérito de ella. También sabía que sería por mérito de Sara que acumularía riquezas de las otras naciones siendo que una persona prospera en mérito de su mujer…Él confiaba, que por el mérito de ella, él no sería castigado y que a ella no la tocarían, y por ello, no tuvo miedo de decir: “Ella es mi hermana”.

Basándonos en el Zohar, el razonamiento de Abraham tenía dos facetas:

a) Abraham no confiaba en que él era meritorio de ser salvado de la muerte, pero tenía confianza absoluta que Di-s nunca dejaría que su santa esposa fuera violada. Ella no se enfrentaba con ningún peligro.

b) Abraham también sabía que la regla Divina es que la riqueza del hombre es ganada por el mérito de su esposa. En este caso, se estaba presentando una oportunidad lucrativa, una que se lograría directamente a través de Sara. Su secuestro les traería riqueza.

Y esto fue de hecho lo que sucedió. Sara fue llevada; pero horas más tarde, fue liberada, sin ser tocada. Y el Faraón bañó a Abraham con abundantes riquezas.

Mientras que la caballerosidad es el sentido del hombre de ser cortés y de defender el honor de su mujer y su seguridad, a veces se le pide al hombre que se pare detrás y que confíe en que ella se podrá proteger por sí misma. De hecho, ella puede incluso ganar más sin que él se involucre. En el famoso poema del Rey Salomón “Una Mujer de Valor”, él describe la estrategia de Abraham, cuando escribe: “El corazón de su marido confía en ella…”

El Zohar compara la unión de Abraham y Sara con la unión del cuerpo y el alma. Esto nos provee de un paralelo fantástico entre la historia del viaje a Egipto de Abraham y Sara y nuestro viaje por la vida.

El alma desciende a la tierra y se une con un cuerpo, mientras el alma busca proteger a su cuerpo de cualquier daño. Pero el cuerpo tiene una misión que cumplir, una tarea que realizar, una que es mucho más riesgosa que la del alma. Como ser material, el cuerpo está muy bien equipado para cultivar al mundo material. Es nuestro trabajo plantar, cultivar, cosechar y cocinar, todo el tiempo tomando conciencia de Di-s en nuestro mundo material.

El instinto del alma puede ser proteger al cuerpo del burdo materialismo, pero es forzado a dejarlo ir. Las ganancias obtenidas por el trabajo del cuerpo serán de increíble beneficio para el alma también.

Abraham, el marido final, y Sara, la judía por antonomasia, exponen un importante paradigma de trabajo. Las mujeres generalmente, están muy involucradas en las actividades materiales. Como el cuerpo, nosotros construimos, creamos, organizamos, planeamos estrategias y las traemos a la práctica. Como Sara, podemos aparentar que estamos secuestrados en el palacio del Faraón, en donde rige el materialismo como supremo y lo que se ve bien, es idolatrado.

Pero un hombre sabio, sabe que su esposa está a salvo. Las mujeres tienen un regalo; la habilidad de ver el materialismo como medio de un gran fin, un fin Divino. Con este enfoque, ella trae la conciencia de un Creador en cada faceta de la existencia.

Basado en una charla del Rebe de Lubavitch, Likutei Sijot, Vol 20.

Por Rojel Holzkenner

No ortodoxo

Un Rabino dijo sobre sí que era: ¡No ortodoxo!. ¡No ortodoxo! ¡El término más descriptivo que he oído para representar al judaísmo real!

La creencia de que nada es de la manera que se supone que es, que todo tiene que cambiar, que tenemos que ser diferentes de todos los demás. ¿A esto se debe que los judíos son- los rezongones recalcitrantes, insurgentes, revolucionarios de la historia?, ¿y qué podría ser menos ortodoxo que eso?

¿Acaso el judaísmo no empezó con el paradigma de todos los iconoclastas? Imaginen a Abraham quebrando los ídolos en la casa de su padre, desafiando al rey Nimrod y a todas las normas sociales de la época. Imaginen a Moshé desafiando al Faraón, o Rabí Akiva y los Sabios que desafiaron al macizo Imperio Romano. ¿Esto es lo que se describiría como conducta “ortodoxa” ?

Ser judío es rebelarse. Negarse a contestar el teléfono en Shabat es una rebelión contra la tecnocracia. Guardar la dieta kosher es una rebelión contra el consumismo. Levantarse temprano por la mañana y envolverse en un paño de lana grande, blanca, y atarse tiras de cuero al brazo y colocarse cajas en el brazo y en la cabeza, uniéndose a otros en las esferas místicas y leer de un pergamino antiguo, es una rebelión sincera contra cualquier cosa considerada normal en la vida moderna.

¿Conocen la historia del rabino que está parado afuera en la calle buscando al décimo para su minián? Finalmente, encuentra a un judío. Pero el judío dice: “Lo siento, no estoy ‘enganchado’ con una religión organizada”.

“¡¿Si esto es una religión organizada,” el rabino exclama, ” qué estoy haciendo fuera, atormentando a los peatones?!”

¿Los judíos han sido alguna vez ortodoxos?, ¿existió un tiempo en la historia en que su apariencia y conducta fueron consideradas normales?

El Faraón pensó que estaban locos porque exigieron los derechos de los trabajadores. Los romanos pensaron que estaban chiflados porque no se deshacían de los infantes enfermos. La Iglesia pensó que eran perversos porque no se rendían a la fe de la mayoría. Los racionalistas pensaron que estaban “del tomate” debido a su misticismo, y los románticos los consideraron obtusos por su racionalismo. 

Los Naciones Unidas resolvieron que los judíos son raros sólo porque insisten en existir. Entretanto, todos terminaron adoptando nuestro pensamiento, pero todavía seguimos siendo una anomalía entre las personas.

El Judaísmo nunca puede ser llamado anticuado, porque nunca tuvo que ver con la moda.

¿Entonces, quién propuso este término: “Judaísmo Ortodoxo”?

Les diré: hace doscientos años, cuando el Emperador Napoléon Bonaparte decidió que él era el Mesías y los judíos debían ser liberados, nombró a varios líderes de la comunidad judía para formar un Sanhedrin, una Alta Corte de Rabinos y Estudiosos, como había existido en tiempos antiguos. Así que honrados, ellos casi convencieron a sus compañeros para que se les uniesen. Después de todo, Napoleón era la onda del futuro. Esto era progreso.

Pero algunos rabinos no visualizaron tal progreso. ¿Napoleón, un Mesías? ¿Y París, Jerusalén? Así que los rechazaron. ¡Y por esa negativa terca, para que entendieran cuán retrógrados y estrechos de mentes eran, fueron etiquetados como: ” los RABINOS ORTODOXOS!”

“¡Ortodoxo, schmorthodoxo,” contestaron, “pero el pequeño tipo con la mano pegada a su camisa no es el Mesías!”

Mi Rebe dijo una vez: “Las etiquetas son para las camisas”. De acuerdo, hay otras cosas que pueden llevar etiquetas. Como los Templos Reformistas, las Sinagogas Conservadoras, Reconstruccionistas de los bosques de pinos. Pero los judíos que encontrarán en esos lugares tienen todos sólo una etiqueta: judíos. Porque “judío” no es un término conductual. Es un estado esencial de ser. No es donde usted está, es a donde usted pertenece.

Así que si alguien les pide que describan los tres tipos de judíos de hoy, contesten así:

Hay tres tipos de judíos: 

1. judíos que hacen Mitzvot.

2. judíos que hacen más Mitzvot.

3. judíos que hacen más Mitzvot aun.

Y de esto se trata todo en realidad, porque un judío apenas si puede respirar sin hacer un Mitzvá. Es que ellos son demasiado no ortodoxos.

Por Tzvi Freeman, autor de Trayendo el Cielo a la Tierra.

¿Quién compuso la bendición para después de las comidas?

La obligación de expresar gratitud a Di-s luego de comer una comida, está escrita claramente en la Torá:

“y vas a comer y serás saciado, y deberás bendecir a Di-s, tu Di-s, por la buena tierra que El te ha dado”.

Los Sabios Talmúdicos han sacado la conclusión de este versículo que la alabanza debe contener tres componentes. Debe incluir gratitud a Di-s por:


1- La comida que han consumido
2- La Tierra Santa
3- Jerusalem

Por lo tanto, estas tres bendiciones de Alabanza son una obligación bíblica. Sin embargo, originalmente, cada persona redactó esas bendiciones de la forma que ellos vieron que quedaba bien. No había un texto estándar.

La estructura, es decir, los conceptos generales que deben incluir, fueron añadidos a las primeras tres bendiciones en etapas:

– La primera vez que el Maná cayo del cielo, Moisés desarrolló la primera bendición, agradeciéndole a Di-s por el sustento.

– Cuando el Pueblo Judío entró a Israel, Ieoshúa estructuró la segunda bendición, agradeciéndole a Di-s por la Tierra.

– Cuando el Rey David fue coronado en Jerusalém, compuso el esquema básico de la tercera bendición, agradeciéndole a Di-s por Jerusalém.

Cuando la construcción del Primer Templo fue completada, el Rey Shlomó agregó a esta bendición la mención del Templo, la joya de la corona de Jerusalém.

Cuando los hombres de la Gran Asamblea instituyeron un texto de plegaria estándar, lo hicieron también con la bendición para después de las comidas.

Ellos desarrollaron un texto básico para estas tres bendiciones, que es el que usamos hasta hoy en día.

La cuarta y última bendición es totalmente rabínica y fue instituida (estructura y texto) por el Sanhedrín en la ciudad de Yavne en el año 3908 (148 AEC).

Esta bendición, alabando a Di-s por ser “bueno y benéfico” fue instituida para conmemorar el tremendo milagro que ocurrió cuando los Romanos permitieron enterrar a los fallecidos de Beitar.

Por: Rab Naftali Silberberg

Birkat HaMazón, el agradecimiento después de las comidas

“La Reina del Shabat vendrá realmente hasta India”? preguntó la pequeña Miriam de seis años, con sus ojos profundos y jubilosos llenos de preguntas…

“Si tenemos todo listo para ella, seguramente vendrá”, contesté esperanzadamente. Empezamos a hacer jalá, amasando la masa en la mesa de madera. Miriam quiere hacer el trenzado, y ella es la que se acuerda de separar una porción para Di-s.

Ella trenza una jalá chiquita para su muñeca y me cuenta que Di-s tomará todos los pedazos de jalá y los convertirá en una gran jalá para la comida de Shabat de los ángeles.

Las llevamos afuera bajo el sol abrasador de nuestro prolongado verano indio – esperando al Monzón, rezando para que venga pronto este año y se lleve el hambre. 

Todos estamos ansiosos.

Después de la cena siento una gran necesidad de decir el Birkat HaMazón (agradecimiento después de las comidas).

El Birkat HaMazón siempre me había parecido muy engorroso hasta que llegué a la India. Desde ese momento, la experiencia de estar satisfecha después de una comida siempre me produce un sentimiento de culpa, consciente de los millones que viven aquí y nunca están llenos.

Parecía requerir algún acto de voluntad en mi parte para expiar esta culpa, y la idea de elevar cada comida a lo sagrado, naturalmente me hizo pensar en el Birkat HaMazón, que asumió una nueva y trascendental importancia en el contexto de mi vida aquí.

Aun así, todavía no estaba satisfecho de cómo empieza con la alabanza “Quien sostiene y nutre a todas Sus creaciones” con el regalo del alimento, y llevando la súplica hacia el cuidado especial para la Casa de Israel. Mientras rezo, sé que todo no está ni mantenido ni nutrido aquí, donde yo como furtivamente puertas adentro. Sé que la rica abundancia rica de G-d permanece atada herméticamente a los puños de unos pocos, mientras el manso y callado sufre y no se atreve a hacer ninguna pregunta.

Anhelo que “Tu Pueblo” extienda su mano e invite en su plegaria a los niños valientes y silenciosos de la India que viven en la miseria perpetua y desesperada desde su nacimiento hasta la muerte y nunca se llenan de comida. Sé que Di-s no tiene la culpa, y no hay ninguna razón para dejar de alabarlo. Así que yo expío mi culpa en la plegaria, y esto me lleva a un nuevo tipo de inquietud persistente.

En los últimos días, empecé a dar las pocas sobras de pan a los mendigos, envolviéndolos meticulosamente en plástico y depositándolas con cierta incertidumbre en manos siempre extendidas que me siguen cada día por todas partes. El mendigo elegido siempre se confunde y se asoma dudoso a través del plástico. Yo me voy rápido y luego volteo para verlo partir un pedazo y masticarlo, primero con vacilación y luego con obvio deleite. La alegría que me envuelve cuando miro a una mujer u hombre con harapos y hambriento comer mi pan es un regalo indescriptible, y yo recibo infinitamente mucho más de lo que doy. En cierto sentido, yo soy el mendigo y él el dador…

Después del desayuno leemos la porción de la semana en mi gran Torá y en la brillante Biblia coloreada para niños de Miriam.

Le leo sobre el milagro del maná. Ella está encantada pero ligeramente confundida por qué Di-s no ha enviado algo de maná aquí para los niños hambrientos de la India. Sigo leyendo, y el problema del hambre y el pan me siguen incluso hasta aquí. Me atormenta dondequiera que me mueva. Nos enseñan que en el cruce del Mar Rojo incluso la sirvienta más humilde vio la Presencia Divina más claramente que el más grande de los profetas que vinieron después. Sin embargo, vemos que unos días de sed y hambre casi hacen olvidar a las personas lo que habían presenciado.

“Mejor ser esclavos en Egipto que perecer aquí en el desierto por falta de comida”, clamaban de hambre “los elegidos”. ¿Qué esperanza hay para nosotros?, me pregunto, ¿hay alguien que pueda ayudarme a través de este laberinto de oscuros pensamientos?

Esa noche, cuando Miriam vino a anunciarme que había encontrado las tres primeras estrellas, yo hice Havdalá para los niños y para mí. Mientras titubeante cantaba las antiguas palabras de la bendición que separa el séptimo día del resto de los días, nuestro Shabat llegaba calladamente a su fin. La dulces y preciosas hierbas de Modiin, apresuradamente empacadas por mi amiga Emuna, pero todavía frescas, nos unió con otros judíos lejos de aquí.

La promesa del Mashiaj estaba alrededor de nosotros. Emergió con la urgencia particular como el incienso de sándalo que lanza su fuerte y profunda fragancia, a través de nuestra casa pequeña y a través de las ventanas abiertas, hasta que se funde con la profusión alegre del jazmín y el aire de tristeza que se expande como una manta andrajosa, estrellada sobre nuestro pueblo del sur indio, llevándonos hacia otra semana de lucha y esperanza.

La inminente venida del Mashiaj se ha vuelto muy real para mí desde que vine a la India. Lo que una vez fue símbolo de un adorno poético un concepto religioso, se ha transformado en una real espera, con la fe perfecta en un evento inminente. Parecía bastante natural e inevitable que la redención viniera de algún modo, algún día, aquí, donde tanto se la necesita.

Estoy llena de admiración y sorprendida del callado sufrimiento; las masas sumisas de la India que continúan sus febriles vidas sin pensar en alguna esperanza, alguna vindicación. La alarma y el desánimo por lo que veía aquí, había crecido en mí hasta que se volvió un lamento urgente y doloroso de anhelo del Mashiaj para que llegue y transforme la interminable miseria y oscuridad, en luz y alegría.

Cada vez con más las palabras de Maimónides surgen de mis labios: ““Creo con fe perfecta en la venida del Mashiaj” y más fuertemente, “y aún si él tardara en venir, a pesar de ello, cada día continuaré esperándolo cada día”.

Wendy Dickstein

¿Que se considera jametz?

Todo comestible que cuente entre sus ingredientes uno de los 5 cereales (trigo-cebada-centeno-espelto-avena) fermentado es considerado Jametz.

Por ejemplo el Vodka, por provenir de la fermentación de cereales destilados; existen algunos edulcorantes cuyo ingrediente activo es el maltitol, éste se produce a base de almidón y proviene de cereales. Como estos, existen un sin fin de productos que cuentan entre sus colorantes, aditivos o conservantes y productos derivados de cereales.

 Por eso es muy importante cuidarnos de consumir solo productos que estén certificados con el sello de un Rabino ortodoxo competente que lo habilite para consumir también en Pesaj (Kasher le Pesaj).

 El arroz, maíz y las legumbres, de acuerdo a ley no entran dentro de la definición de cereal no obstante los Sabios de origen Ashkenazi prohibieron su consumo en Pesaj por ser que sus harinas se asemejan al de los cereales, especialmente en los países europeos en donde antiguamente escaseaba el trigo o cebada y el pan se hacia con una mezcla de harina de trigo y de legumbres. Entonces por ser que prohibieron las harinas derivadas de estas semillas, prohibieron también consumir los granos, por ello las comunidades de Ashkenazim no consumen arroz, maíz y legumbres en Pesaj. No obstante no es necesario que sean vendidos con el Jametz.

 por el Rab. Iosef  Feigelstock

¿Por qué no actualizamos las costumbres?

Pregunta: ¿Puedes explicar por qué las leyes nunca pueden revertirse a su forma original? 

Por ejemplo, algunas festividades son dos días fuera de Israel por la dificultad del cuidado de los tiempos cientos de años atrás, pero es algo que ya está resuelto.

Respuesta:

Las costumbres tienen importancia como la Ley, ya que la Torá las reconoce como ley. 

Eso tiene sentido, porque la base de la Torá no es el libro sino las personas. ¿Cómo sabes que la Torá es verdadera? Porque la gente lo atestiguó, la aceptaron, y luego pasaron la tradición. Entonces, sin tradición, no tendríamos Torá.

Pero hay más que eso. 

En verdad, tu pregunta trata un tema central de la Torá. ¿Qué es la Torá? ¿Un libro o sabiduría? Si la Torá fuera un libro, entonces habría una “Torá verdadera”, como está escrita en el libro, y “La Torá disfrazada con costumbres”. De vez en cuando, sacaríamos un disfraz y lo remplazaríamos por otro. En otras palabras, estaría la Torá esencial por el libro, y conjuntos de disfraces desechables.

Pero la Torá no es un libro, es Sabiduría Divina que entra al mundo a través de las experiencias Judías colectivas. 

Lo que estaba escrito en un libro hace 3300 años es la Torá envuelta, como una semilla que contiene el ADN para todo el futuro. El pueblo judío es la Tierra en la que se planta la semilla. Di-s es el jardinero. La diferencia es que un jardinero no sabe cómo van a crecer sus plantas, pero este jardinero tenía todo en mente (debido a que Él está más allá del pasado y futuro).

Él planta la semilla que contiene todo envasado herméticamente en matices, códigos y anomalías, y ve su sabiduría desarrollarse en la historia y tradición.

Por eso, cuando el consenso colectivo judío, incluyendo los rabinos, las abuelas sabias, las madres lactantes y los hombres trabajadores, todos aceptan una tradición que surge de nuestra comprensión de la Torá, Di-s, por así decirlo, chasquea Sus dedos Santos y dice:

“¡Éxito! ¡Lo hicieron!” ahora la respuesta a tu pregunta es obvia:

¿Cómo podríamos desechar el éxito de Di-s?

Por Tzvi Freeman

Los judios, maestros de la humanidad

La misión que Di-s le dio al pueblo judío es constituirse en maestros de la humanidad. Como en toda relación alumno-profesor hay cosas que aprender de lado y lado, cada uno de los lugares del galut tiene algo que enseñarle a los judíos…

Cuando hablamos de Janucá, y su significado, Friedman aborda el tema de la relación entre los judíos y el mundo circundante. Para él está claro que la convivencia debe darse en el marco del respeto y la tolerancia.

¿Cuáles son las normas que rigen estas relaciones?

Desde el principio de la historia, los judíos hemos sido llamados a ser los maestros del mundo, pues tenemos que enseñarle qué quiere Di-s del hombre. A lo largo de la historia, los pueblos que nos rodean no quisieron oír este mensaje, y algunos hasta llegaron a odiarnos por tratar de enseñarles. Hoy en día la situación es diferente: los pueblos tienen hambre de conocimientos, pero no pueden hallar buenos profesores. 

Nosotros no tenemos que enseñarle a nuestros vecinos qué es ética, pues todo el mundo sabe lo que esto significa. Tampoco tenemos que enseñarles a creer en Di-os, pues todas las demás religiones lo hacen. 

Lo único que nosotros le podemos ofrecer al mundo es el mensaje de que Di-os nos dio la Torá y que en ella se describen las muchas cosas que Él necesita de nosotros, y que hemos llamado mandamientos o mitzvot. Nosotros tenemos que realizar estas acciones principalmente porque Di-s las necesita mucho más que nosotros. Esto es lo que nosotros llamamos el servicio divino, y que está expresado en 613 preceptos solo para los judíos, aunque también haya otros que corresponden al resto de la humanidad. 

Esto es importante que se diga: cualquier ser humano que haga lo que Di-s necesita es justo, y por lo tanto tiene una porción en el mundo venidero.

¿Cuándo un judío está sirviendo realmente a Di-s?

En el momento mismo en que cumple con los mandamientos para satisfacer las necesidades de Di-s. La gente cree que hay preceptos caprichosos como ponerse los tefilín, calzarse primero el zapato derecho, comer en la sucá o encender las velas de shabat. Nosotros no hacemos esto para satisfacer el intelecto humano sino porque Dios tiene necesidad de que se haga. 

Dios es justicia y si él lo necesita es por alguna razón. Yo siempre hago el paralelo entre los deseos de Di-os y los de una madre que le pide al hijo que le traiga té al salón. Una madre nunca le haría esto al hijo sólo por capricho, sino porque lo quiere o precisa de ello, y no para sólo fastidiarlo.

Se ha observado entre los judíos últimamente una tendencia, en el marco de la así llamada Nueva Era, a aventurarse a buscar “la luz” en fuentes exógenas a la religión judía ¿Se puede decir que todo lo no judío es malo? ¿Cómo poder identificar lo que es casher y lo que no lo es?

Si algo viene realmente de Dios, entonces está escrito en la Torá. Si algo la contradice, puede ser que sea espiritual, puede que sea moral, pero no viene de Él. En esto tiene mucho que ver el autorrespeto y la consideración que debe tener el judío por los demás. Cuando un judío está frente a las creencias y prácticas de los demás, debe pensar que él es transmisor de un mensaje único.

¿Qué cosas se pueden aprender de los demás pueblos?

Cada vez que un judío, o un grupo de los nuestros se ha asentado en algún lugar del mundo, ha sido para aprender algo. Esa es la voluntad divina. Cuando nosotros teníamos que saber cómo ser aristocráticos, estuvimos en España. Cuando necesitamos ser industriosos, estuvimos en Europa. De Estados Unidos hemos aprendido la sofisticación y de otros la disciplina.

¿Qué cosas nos puede enseñar los propios países, a donde Dios nos ha traído?

No conozco profundamente cómo son estos países, en los que he estado de paso, pero en general a mí me parece que podemos aprender de toda la América Latina la habilidad de confiar más en Di-s como regente del mundo. Me da la impresión que la gente de aquí es más dependiente de la voluntad divina, y eso se nota en que siempre están más relajados. Nosotros los judíos deberíamos aprender también a estar más tranquilos, sin tanto estrés.

Sobre la asimilación:

Mucha gente piensa que un medio sin antisemitismo ayuda a la asimilación y tal vez esa gente tenga razón, porque efectivamente el rechazo del medio hacia el judío lo obliga a mantenerse dentro de los límites de su pueblo. No obstante, esta no es una situación deseable. Yo creo que el mejor antídoto contra la asimilación es el respeto por uno mismo, que implica necesariamente el respeto por la esencia judía, pues si uno está consciente de que cada uno de nosotros tiene que enseñarle al mundo cuáles son las necesidades de Di-s, el asumir esta misión nos mantiene dentro del judaísmo. Los demás países no necesitan que nosotros nos casemos con sus otros ciudadanos, pues ya tienen suficientes personas para hacerlo. El mundo necesita que nosotros seamos sus maestros.

Rab. Manis Friedman

Adhesión

En los ocho días de Januca encendemos una Menorá de ocho brazos. Pero no encendemos todas las velas cada noche. La primer noche, encendemos una vela, en la segunda dos, y así sucesivamente hasta que en la octava noche, las ocho velas brillan.

Esto demuestra claramente un tema básico en el Judaísmo: siempre debe haber un progreso constante. 

Pude haber encendido una vela ayer, iluminando mi vida y mi ambiente, pero esto no es suficiente para hoy; debo avanzar “de fuerza en fuerza”, dándole más sentido a mi vida. Si Di-s me dio vida hoy, entonces debe ser productiva, debemos progresar más allá de nuestro propio status-quo, de nuestras propias normas. Januca nos enseña que no debemos estar satisfechos con lo que ayer fue bueno.

En el Código de la ley Judía, las leyes de Trefot tratan sobre las anormalidades específicas físicas que hacen que un animal faenado apropiadamente (kasher) adquiera el status de uno no kasher. Un animal Kasher debe ser un animal sano, y una herida mortal o una herida que amenaza su vida lo hace inadecuado para su consumo. 

En el capítulo 58, párrafo 7 de aquellas leyes, el código trae el siguiente escenario: Te encuentras en la orilla de un río y una especie de pájaros kasher vuela sobre ti. De repente, el pájaro se dirige en picada al agua cayendo con un estruendo. Ahora, nada con lentitud hacia la orilla. Estás hambriento, y te gustaría comerlo, faenarlo y almorzarlo. ¿Deberías asumir que ha sufrido un trauma interno y se ha herido con el impacto? ¿O hay una esperanza razonable que está vivo y bien, que si lo faenas y lo inspeccionas encontrarás sus órganos intactos?

La Halajá nos da la siguiente prueba: Si está nadando hacia arriba, contra la corriente, puedes estar tranquilo que se encuentra bien. Si está flotando con la corriente, entonces intenta determinar si el pájaro flota más rápido que la corriente o junto a la corriente. Si nada más rápido, puedes estas seguro que todavía está sano; si simplemente flota con la misma velocidad que la corriente, no te molestes…se está muriendo. 

En el judaísmo, vivir significa un auto mejoramiento constante. Significa estar constantemente proactivo.

Pude haber tenido una crianza inadecuada; puedo tener defectos de carácter, esa es una parte natural de nuestra condición humana. Pero no podemos resignarnos a nuestro carácter o comportamiento negativo. Debemos nadar contra la corriente cuando sea necesario, enfrentar a nuestras respectivas naturalezas. 

Puedo no ver la razón para nada contra la corriente. Quizá me siento satisfecho con mi carácter y con el de mi comunidad. El Judaísmo me dice que no descanse sobre mis laureles, siguiendo la corriente positiva de mi vida o las normas virtuosas de mi sociedad. Debo ir más que aquella norma, más rápido que la corriente. Incluso cuando las cosas están bien, siempre hay lugar para mejorar.

Si sacio mi deseo de productividad con lo que ya he logrado, básicamente he dejado de vivir. 

La actitud judía de la vida es: Si Di-s te dio otro día, obviamente es porque hay algo más para hacer. Nunca hay que satisfacerse con lo que logramos ayer. No podemos sentirnos satisfechos hasta que nos hayamos perfeccionado a nosotros y a nuestro alrededor hasta el punto de llegar a vivir en un mundo tranquilo, pacífico y perfecto: un mundo del Mashiaj.

Por Rabí Mendy Herson

 

Limpieza de los recipientes previos a Rosh Hashana

En dos oportunidades en el año leemos en la Torá, párrafos de amonestaciones-tojajá: una vez antes de Shavuot, en la parshá Bejukotai1, y una segunda vez antes de Rosh Hashaná- en la Parshá Ki Tavó2 (sólo que entre la propia lectura y la festividad, separamos con la lectura de otra Parshá, antes de Shavuot- con la Parshá Bamidbar, y a veces también con Nasó, y antes de Rosh Hashaná3- con Parshat Nitzavim, y a veces Nitzavim- Vaielej)

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¿Qué es un Tzadik?

Ser humano en todo sentido

A menudo la gente llama a alguien tzadik simplemente porque es una persona excepcionalmente buena. Luego hay veces en que se encuentran con un superhéroe espiritual, alguien que se parece más a un ángel que a un ser humano, y dicen: “¡Eso sí que es un tzadik !”.

Pero lo más especial de un tzadik es que realmente es el más humano de los seres humanos.

Tzadik צדיק es una forma del verbo hebreo צדק [TzDK], que conlleva el significado de hacer lo que es correcto y justo. Las pesas que están calibradas correctamente se llaman moznei tzedek .

Se le insta al juez: “ ¡Tzedek , tzedek perseguirás!”. Es decir: lo que fue agraviado debe ser enmendado, lo que fue robado debe ser devuelto a su dueño, el inocente no debe sufrir y aquellos que han causado daño deben ser corregidos para que vuelvan a hacer el bien. Tzedek es hacer que todo sea como debe ser.

De la misma manera, la personalidad del tzadik está calibrada según las especificaciones originales del Fabricante, de modo que todo en él es tal como su Creador quiso que fuera, y todo lo que desea es lo que su Creador desea.

Un tzadik es aquel que encarna la concepción primordial del Creador sobre el ser humano.

Esto significa que el tzadik es un ser humano como todos nosotros. 

El tzadik siente dolor y placer. Sonríe, sonríe, llora y ríe. Sufre amargura de espíritu y danza de alegría. A veces su corazón palpita de amor y otras sus venas arden de indignación. Se siente frustrado por el fracaso y exultante por el éxito; se deleita en las celebraciones de la vida y se lamenta cuando sus seres queridos se alejan de ella. Porque todas estas cosas están incluidas en el carácter del ser humano tal como Di-s lo creó y, por lo tanto, también son divinas.

Como todos nosotros, el tzadik debe comer y dormir. Debe tomarse tiempo para el ocio y disfrutar de la compañía de los demás. Pero hace todas estas cosas de una manera superior, de una manera divina. Porque, para el tzadik, no hay nada que “simplemente sea”. 

Todo tiene un propósito; en todas las cosas él ve un significado. Para el tzadik, todo lo que existe es un medio para conectarse con un Di-s infinito .

Éste es, entonces, un tzadik: aquel en quien vemos nuestro verdadero ser, aquel que nos permite darnos cuenta de que cada uno de nosotros es esencialmente divino. Y así, sólo por estar allí, pero especialmente por nuestro vínculo con él, nos conecta con el Di-s que respira dentro de cada uno de nosotros.

 

Fuente