Matzá, el «alimento de la fe»

Cuando nuestros antepasados ​​salieron de Egipto, tenían tanta prisa que no había tiempo para esperar a que la masa leudara. Como consecuencia, comieron Matzá (pan sin leudar). Con solo esta comida (pero con gran fe), nuestros antepasados ​​confiaron en que el Todopoderoso proporcionaría sustento a toda la nación judía: unas dos millones de almas. 

El más humilde de los alimentos

Matzá simboliza la fe: consiste solamente en harina y agua, y no se le permite leudarse. Del mismo modo, los únicos «ingredientes» para la fe son la humildad y la sumisión a Di-s, que provienen del reconocimiento de nuestra condición de «nada» en comparación con el infinito del Creador.

La Mitzvá de Matzá se cumple en las dos noches del Séder.

Hay diferentes tipos de Matzá, elegí la correcta para cumplir la Mitzvá:

-Matzá de todo el año: no es apta para Pesaj bajo ninguna circunstancia.

-Matzá hecha con jugos o huevo: no es apta para Ashkenazim. Bajo circunstancias límites de salud, consultando con un rabino competente, se puede permitir, pero no para el Séder.

-Matzá a máquina hecha para Pesaj: sólo elaborada bajo estricta supervisión rabínica, pero no es óptima para el Séder.

-Matzá Shmurá hecha a máquina: Matzá hecha de harina que fue cuidada de humedad desde el momento de la cosecha hasta que fue horneada. Casi la mejor Matzá, excepto un detalle…

-Matzá Shmurá hecha a mano: para el Séder se requiere Matzá hecha específicamente para el cumplimiento de la Mitzvá. Tiene que ser elaborada con ese pensamiento, cosa que no es posible con la máquina. Por eso la Matzá más apropiada está hecha a mano, donde cada amasador dice: “amaso, estiro y horneo para confeccionar Matzá apta para cumplir con la obligación de comer Matzá”.

Receta: El famoso Chunt de Shabat

¡Hoy les traemos la estrella de Shabat! 

El Chunt o Cholent es el guiso procedente de Europa del Este, tradicional entre los Ashkenazim por ser un guiso cocido a fuego lento, lo que permite que se cocine gradualmente durante varias horas. En la cocina sefaradí, el equivalente a este plato es el Jamin y la adafina. 

Ingredientes: 

1 kg de carne (apropiada para cacerola)

4 cebollas

1 puerro

3 dientes de ajo

¼ kilo de porotos remojados

1 taza de trigo sarraceno (kosher), trigo integral o cebada perlada.

4 a 6 papas

2 batatas

2 zanahorias

3 cucharadas de harina
1 trozo de kishke (tripa gorda) rellena

Sal, paprica molida o ají de color (dulce). Se le puede agregar comino, y pimienta a gusto.

Preparación:


Picar grueso la cebolla y dorarla en aceite en el mismo recipiente que se cocinará todo el cholent. Saltear la carne cortada en cuadraditos de 3-4cm aprox. con la cebolla y los dientes de ajo enteros.

Agregar el resto de los ingredientes (las papas, batatas y zanahorias cortadas en trozos). En una sartén sobre fuego bajo, dorar la harina hasta que tome un color rojizo y esparcirla sobre la preparación. Cubrir con agua y cerrar herméticamente  la olla.  Llevar al fuego mínimo hasta que la mezcla esté comible y la carne no totalmente blanda.

Sacar la Olla del fuego y dejarla sobre una chapa eléctrica de shabat hasta el almuerzo de Shabat, , cuando lo servimos.

El Cholent debe ser puesto en la Chapa antes de la entrada de Shabat y la olla debe estar hirviendo para que se siga cocinando durante la noche.

Una variante: 

Cholent vegetariano: Se agrega a los mismos ingredientes 1 taza de arvejas partidas en remojo y 5 cucharadas de sopa en polvo o 3 cubitos de caldo de verdura (obviamente no se pone carne ni pollo).

Por donde menos uno espera

La vida ofrece diversas experiencias y oportunidades, pero nadie lo tiene todo. A medida que zigzagueamos a través de nuestros días , es posible que nos encontremos con problemas. Afortunadamente, siempre hay alguien que nos tiende su mano.

Debo proveerles cierta información de fondo antes de contarles lo que me sucedió recientemente. Vivimos en un pequeño edificio con pocos departamentos. Nuestros vecinos de arriba, durante los últimos cuatro años, han sido, de cierta manera, desafiantes. Todo el tiempo están tirando diferentes cosas a nuestro balcón, como ser basura, cigarrillos, comida, etc.

Dicho esto, ¿qué creen que me sucedio recientemente? A las 7:00 am, mi hijo de cinco años decidió que quería vestirse solo, así que corrió a su habitación y cerró la puerta de un golpe. Ésta, que no tenía llave, se trabó, dejando a mi hijo encerrado dentro del cuarto. Intenté abrirla, pero no pude. Llamé a mi marido, que a través del teléfono intentó decirme cómo abrirla con un destornillador, pero tampoco tuve éxito. Le aseguré a mi hijo que lo sacaría pronto, y comencé a pensar en llamar a la policía o a los bomberos para que me ayudaran.

Vi a través de nuestra ventana, que la luz del pasillo del edificio se había encendido. Corrí a la puerta para abrirla. Nuestra vecina de arriba estaba bajando las escaleras.

“Buen día. ¿podría ayudarme, por favor? ¿Puede decirle a su marido que venga? Mi hijo se quedó encerrado en su habitación, y mi marido está de viaje. No sé qué hacer”.

“El ya se fue, pero puedo llamarlo y preguntarle si puede regresar”

“Gracias”

Lo llamó, y luego de cinco minutos golpearon la puerta de mi casa. Era el vecino. Entró, y con un empujón abrió la puerta. No puedo explicarles lo agradecida que estaba y sigo estando. Luego me pregunté:

¿Por qué de entre todas las personas que podrían haberme ayudado, tuvieron que ser nuestros molestos vecinos?

Nuestros Sabios nos enseñan: “No subestimes a ninguna persona (“Lekol Adam”), y no desprecies nada, porque no hay persona que no tenga su hora, ni ninguna cosa que no tenga su lugar (propósito) Pirkei Avot 4:3.

He leído una hermosa interpretación sobre la palabra hebrea de “ninguna persona”. La palabra “Lekol adam”, también puede ser leída como “la totalidad”: “No desprecies la totalidad de la persona”. Significando que nadie es completamente malo, y no podemos subestimar a una persona basándonos en algún defecto de su carácter.

No es que sean malos. No discuten con nosotros ni tampoco nos gritan. Simplemente, parece ser que no les importa. “¿O quizás sea otra cultura?”, a veces me digo a mi misma, como un medio de consuelo. A menudo les grito: “¿Qué están haciendo?”, y generalmente se detienen, aunque sea por un momento. Sabemos que tenemos la opción de mudarnos, pero por el momento, o aunque sea por los próximos meses, sabemos que nos quedaremos aquí.

A veces debes cavar profundo para ver lo bueno. Como nuestros Sabios nos enseñaron, cada persona tiene su hora, y cada cosa tiene su lugar, es decir, su propósito. El mismo vecino que te disgusta, el niño que te irrita, tu compañero de trabajo que te pone nervioso, esa misma persona también tiene un tremendo bien dentro suyo. Podría ser justamente él que te ayude en un momento de necesidad.

A menudo me encuentro mirando hacia adentro y magnificando mis propios defectos. Veo mis errores, mis deficiencias, y de cierta manera me olvido que hay muchas más cosas buenas dentro de mi. En esos momentos, ¿puedo escuchar las enseñanzas de nuestro Sabios? ¿Puedo ver en mi interior que la propia debilidad que poseo, y lo que no me gusta, podría ser la misma fuerza que Di-s creó para que pueda alcanzar grandeza espiritual? ¿Puede ser que lo que pensaba que era tan difícil de mi misma sea lo que me salvará?

Encendido de velas de Shabat

El hogar judío recibe al Shabat con el encendido de velas y este precepto pertenece a la mujer. Se deben encender las velas media hora antes del ocaso y por eso se deben observar los horarios del encendido que difieren de ciudad en ciudad.

El encendido de velas es uno de los tres preceptos específicos de la mujer. Si la mujer no se encuentra en la casa, el esposo u otro miembro de la familia debe prender las velas en su lugar.

Este precepto es específico de la mujer por el motivo que la mujer se encuentra en el hogar relativamente más tiempo. Otra razón se refiere al Shalom Bait – la armonía en el seno del hogar –. Nuestros sabios desearon enaltecer a la mujer, pilar del hogar y por ello le adjudicaron el honor de traer la santidad del Shabat a la casa.

Nuestros sabios también aportaron otro motivo: el encendido de las velas es una especie de reparación y expiación del pecado de Eva, la madre de todas las criaturas, que comió del árbol prohibido de la sabiduría y, además, alimentó con esos frutos a Adam.

¿Cuál es la relación entre el pecado original y el encendido de velas?

Como resultado de este pecado fue dicho «del polvo vienes y al polvo retornarás». Es decir, con el hecho de haber comido del árbol de la sabiduría Java, apagó la «luz del mundo» (como dice el versículo: «la luz de D’s es el alma del hombre» en Proverbios 20:27) y por el hecho de haberla apagado, expía cada víspera de Shabat su falta, con el encendido de velas.

¿Cuántas velas se deben encender?

Contamos con dos costumbres principales acerca de la cantidad de velas, que se deben encender en la víspera de Shabat: la. Dos velas – una por «Recordad» y otra por «Cuidad»– son los dos conceptos que complementan la santidad de Shabat.

Una mujer casada habitualmente enciende dos velas y puede agregar una adicional por cada uno de sus hijos. Las mujeres solteras encienden una vela.

En cuanto una niña pueda captar la idea de Shabat puede recitar la bendición (aproximadamente 3 años de edad), su madre debe proporcionarle un candelabro y debe enseñarle a encender las velas de Shabat.

Las niñas deben encender antes que su madre en caso de que necesiten de su ayuda. Es costumbre poner unas monedas en una «pushke» (alcancía para Tzedaká)

La bendición de las velas en Shabat es pronunciada luego de ser realizada, es decir, después del encendido. Porque con la pronunciación de la bendición. , la ama de casa recibió al   Shabat.   Desde   ese   momento   en   adelante   todas las prohibiciones de labores de Shabat recaen sobre ella – y una es la prohibición de encender fuego. Es por eso que primero deberá encender las velas y sólo después bendecir. De aquí nace la costumbre de cubrirse el rostro con las manos en el momento  de  pronunciar   la  bendición  y  mirar  las velas encendidas sólo al acabarla, ya que de esta manera cumplieron con el precepto  como si  hubiera sido pronunciada antes del encendido.

Bendición:

Barúj ata A-do-nái E-lo-héinu mélej haolám ashér kidshánu bemitzvotáv vetzivánu lehadlik ner shel Shabat Kodesh.

Bendito eres Tú, Di-s, nuestro Señor, Rey del Universo, Quien nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó encender las velas del sagrado Shabat

Construcción en equipo

¿Cómo vuelves a motivar a un pueblo desmoralizado? ¿Cómo vuelves a armar una nación partida? Ese es el desafío que tuvo que enfrentar Moisés en esta Parashá.

La palabra clave aquí es “Vaiakhel”, “Moisés juntó”. Kehilá significa comunidad. Una Kehilá, o Kahal, es un grupo de personas que se juntan por un propósito dado. Ese propósito puede ser positivo o negativo, constructivo o destructivo. La misma palabra que aparece al principio de esta Parashá como el comienzo de la solución, aparece en la Parashá anterior como comienzo del problema: “Cuando el pueblo vio que Moisés estaba demorando en bajar de la montaña, se juntaron (Vaiakhel) alrededor de Aharón y dijeron: “Haznos un Di-s para que nos guíe, porque de este hombre Moisés, quién nos sacó de Egipto, no sabemos qué ha sucedido”.

La diferencia entre estos dos tipos de Vaiakhel, es que uno resulta en orden y el otro en caos. Bajando de la montaña y viendo el becerro de oro, leemos que “Moisés vio que el Pueblo estaba actuando salvajemente y que Aharón los había dejado que se descontrolen…” 

Hay una asamblea que es disciplinada, y otra que es turba, tiene un deseo por cuenta propia. La gente ante la multitud, pierde su control.

Vaiakhel es la respuesta de Moisés ante la salvaje multitud que se juntó alrededor de Aharón y creó el becerro de oro. Él hace algo fascinante, no se opone al pueblo, como lo había hecho inicialmente cuando vio el becerro de oro, sino que utiliza la misma motivación que los llevó a ellos a generarlo. Ellos querían crear algo que sería señal de que Di-s está con ellos: no en las altas montañas, sino en el medio del campo. Él se apela a la misma sensación de generosidad que provocó que ofrecieran sus ornamentos de oro. La diferencia es que ahora están actuando de acuerdo a la orden de Di-s, y no sus sentimientos espontáneos.

Él pide a los israelitas que hagan donaciones voluntarias para la construcción del Tabernáculo, el Santuario, el Mikdash. Ellos lo hacen con tanta generosidad que Moisés tiene que frenarlos. 

Si quieres afianzar seres humanos para que actúen en hacer el bien en común, haz que construyan algo junto, algo que no puede hacerse por cuenta propia.

La construcción en equipo, incluso después del desastre del becerro de oro, no es misterio ni milagro. Se logra dándole una misión constructiva a un equipo. Cada miembro del grupo debe ser capaz de hacer una contribución única y luego sentir que fue valorado. Debe decir con orgullo: Yo he ayudado a hacer eso.

Esto es lo que Moisés entendió e hizo. Sabía que si quería armar un equipo, debía ser uno que construyera.

Por: Rabino Jonathan Saks

Parasha en sintesis Vaiakel – Pekudei

Con la lectura de dos Parashot (llamadas mejubarot, unidas, si se leen juntas) finaliza el libro de Shemot (Éxodo). Ambas se refieren a la transmisión de la orden de construcción que da Moshé al pueblo. Anteriormente, en Trumá y Tetzavé se hizo referencia a la orden de Di-s dada a Moshé respecto al Santuario y sus componentes, así como las vestimentas de los Sacerdotes. 

Aun cuando los acontecimientos relacionados con el becerro de oro y relatados en Ki Tisá (censo) se interponen entre ambos juegos de Parashot, la orden de ejecución sobre la construcción del Santuario igualmente se cumple y la Providencia Divina se posa sobre el Santuario. 

Cuando el pueblo de Israel acepta la Torá diciendo “naasé venishmá”, “haremos y luego entenderemos”, adquiere el nivel de Adam antes del pecado, lo que los hace inmortales. Luego del pecado del becerro de oro, la Presencia Divino se aleja de ellos y de nuevo pasan a ser mortales. 

El pecado del becerro de oro, el primero del pueblo de Israel, evidencia que aún en los comienzos de nuestra historia como pueblo existieron grupos que distorsionaron el verdadero sentido de la Torá, sin negar ni rechazar su Judaísmo, tal como sucede a lo largo de la Historia hasta la actualidad. 

Las “reinterpretaciones”, supuestas modernizaciones, innovaciones y modificaciones, de los elementos esenciales del Judaísmo, con la excusa de hacerlo más atractivo o confortable, producen una falacia. El contenido espiritual y trascendente del Judaísmo, centrado en la Divinidad de la Torá como premisa central, tiene carácter de permanencia y eternidad, no está sujeto a modas, opiniones o nueva morales. No necesita ser actualizado, y puede ser ejercido en cualquier lugar del mundo. 

Los métodos de transmisión de generación a generación, cuando tienen el debido nivel de información, la explicación adecuada sobre los significados, contenido y acción judía, forman una sólida identidad que no requiere de simples modificaciones rituales para hacer que el Judaísmo parezca más entretenido. Vivir el Judaísmo, como se ha hecho por miles de años, tiene sentido y propósito. 

El ejercicio de esa particularidad y la historia que nos ilustra la corta vida de todos los movimientos, tendencias y sectas modernizantes, hace que entendamos que ni las excusas de progreso intelectual, ni el avance científico sirven para distraernos del propósito central de trascendencia, que por medio de acciones específicas nos lleva a cumplir nuestra misión de traer la paz al mundo, sin cometer errores similares a los cometidos por los adoradores actuales del becerro de oro.

La tribu de Levi, los tzadikim (piadosos) y los nesiim (líderes), tampoco contribuyeron con la realización del becerro de oro. 

En parashat Vaiakhel, Moshé reúne al pueblo y lo instruye sobre el Shabat como día de descanso, dedicado a Di-s. Día en que Hashem, luego de finalizar la Creación, se dedicó a armonizar con su obra y a contemplarla en su totalidad. Aún las labores del Mishkán fueron interrumpidas en Shabat, lo cual evidencia su importancia y el carácter testimonial que tiene como prueba en la creencia de Di-s.

Categorías de trabajo:

Las 39 categorías principales de trabajo prohibido en Shabat están referidas a aquellas actividades de tipo creativo, no necesariamente las que ameritan un esfuerzo físico. En el séptimo día Di-s eligió dejar de crear para ponerse en armonía con lo creado.

Al cesar de trabajar cada Shabat en la forma prescrita por la Torá, el judío da testimonio del poder creador de Di-s y a la vez revela la verdadera grandeza del hombre. Las estrellas y los planetas, se mueven todo el tiempo, día y noche, sin cesar; sin embargo el hombre, por un acto que deriva de su fe, puede poner límite a su labor, par no degenerar en un trabajo sin sentido. Al observar el Shabat, el judío tal como dicen los Sabios, se hace domé leyotzro – semejante a Di-s mismo. Es como Di-s, el que dirige el trabajo, no su esclavo. 

Las 39 categorías principales (cada una además tienen sus subdivisiones) son:

Cargar, quemar, extinguir, terminar, escribir, borrar, cocinar, lavar, coser, rasgar, anudar, cernir, moler, amasar, cardar lana, hilar, teñir, enlazar, urdir, tejer, desenredar, construir, desatar, dar forma, arar, plantar, segar, cosechar, desgranar, separar paja del grano, seleccionar, demoler, cazar, trasquilar, sacrificar, desarrollar, curtir piel, alisar, marcar.

Moshé, esta vez en su rol de recaudador, pide a cada uno de los miembros del pueblo su contribución voluntaria para la construcción del Tabernáculo. A pesar de la disposición y el entusiasmo inicial, en diversas oportunidades privó la adhesión a las posesiones materiales. Sin embargo, la insistencia de Moshé como recaudador de fondos estaba en la calidad y no en la cantidad, en el carácter voluntario y la disposición para dar, a diferencia de los métodos de presión -y a veces, de coerción- que se utilizan hoy en día para el logro de las metas estipuladas. 

Sin embargo, es necesario destacar que existía una contribución obligatoria igual para todos los judíos (medio shékel), a fin de asegurar el funcionamiento básico. Sólo las contribuciones para el embellecimiento y glorificación del Tabernáculo eran dejadas a discreción de cada quien. Esta podría ser una de las políticas a seguir de nuestra vida comunitaria: cubrir necesidades básicas con la participación por igual de todos los contribuyentes, y luego, participación voluntaria para complementar. 

En Parshat Pekudei, Moshé rinde cuenta de la recaudación obtenida en oro, plata y cobre para la construcción del Tabernáculo y los objetos sagrados. 

Dicen nuestros Sabios que no puede haber bendición en las cosas que pueden ser contadas, medidas o numeradas, sino en aquellas que no están a la vista; pero eso sólo es cierto cuando se trata de riquezas individuales que pueden dar lugar a peleas, envidias o mal de ojo. Respecto a las contribuciones que favorecen el bienestar de toda la comunidad, el cual evidencia la unión y la solidaridad de sus componentes, la bendición es aún mayor. 

Trabajar con las manos y resguardar la tranquilidad mental

En el comienzo del párrafo bíblico de “Vaiakhel” la Torá relata que Moshé reunió a los hijos de Israel y procedió a ordenarles sobre el cuidado del Shabat. Entre lo dicho aparecen las palabras: “Seis días será hecho trabajo, y en el séptimo día será para ustedes sagrado, un Shabat Shabaton…”

 De este versículo aprendieron nuestros Sabios Z”L que no sólo el descanso sabático es una Mitzvá -mandamiento- sino que también lo es el trabajo de los seis días de la semana. “Tal como fue encomendado Israel con la mitzvá activa del Shabat, así también fue ordenado sobre el trabajo” (Mejilta de Rashbi) 

La labor y el trabajo realizados de acuerdo a las instrucciones de la Torá y con el propósito de servir a Di-s con el resultado de las mismas son también una suerte de servicio al Altísimo.

COMO QUE FUERA AUTOMÁTICAMENTE

A su vez este versículo nos insinúa el tipo de actitud que debe tener el judío hacia su trabajo de la semana. Moshé estaba hablando directamente al pueblo. Lo lógico entonces era decirle: “seis días hagan (o harán) tra- bajo”. Pero Moshé no dijo esto (hagan) sino será hecho.

Cuando se le dice a alguien: “harás” esto implica que haya una acción e involucramiento por parte de la persona en la labor requerida. Pero cuando se dice “será hecha” la connotación es como que el trabajo se hará por sí solo, sin que el hombre deba invertir en ello sus fuerzas.

EL ESFUERZO DE TUS PALMAS

En realidad, esto es lo que la Torá pretende enseñarnos: es verdad, hay que trabajar durante los seis días de la semana. Esto es incluso, un mandamiento- una mitzvá. Pero no hay necesidad de introducir en el trabajo toda la cabeza, toda el alma.

Se requiere del judío que recuerde constantemente que el trabajo no es el objetivo final de la vida, sino un medio para la manutención y similar. La verdadera vida es la del espíritu -el estudio de la Torá, la plegaria, la dedicación al cumplimiento de las Mitzvot, los actos de benevolencia.

Este pensamiento se refleja también en el versículo: “cuando comas del esfuerzo de tus palmas dichoso serás y será bueno para ti”. El énfasis está en el término “el esfuerzo de tus palmas” Tan sólo las manos, es decir las fuerzas de la acción, debe invertirse en el comercio y el trabajo; pero la cabeza y el alma deben preservarse libres para estudiar Torá y servir a Hashem. Cuando el judío se comporta así, se hace meritorio del “dichoso serás y será bueno para ti”.

QUE EL SHABAT SEA UN SHABAT

Acerca de esto se puede preguntar: “¿si no invertimos en el negocio todas nuestras fuerzas y toda el alma, cómo aseguraremos su éxito y crecimiento?” A ello debe responderse que se requiere también creer en Di-s. El judío tiene fe que al fin y al cabo el sustento viene del Altísimo. La función del hombre es hacer el “recipiente” para recibir la bendición de Di-s y por ello debe trabajar y dedicarse a su actividad comercial, pero quien define si va a ganar del trabajo y cuánto, es Hashem.

Siendo así, cuando Di-s dice que el judío no debe sumergirse totalmente en los nego- cios, esto mismo indica que el camino para recibir la bendición de Di-s y afianzar el negocio, es exclusivamente cuando se cumple con la Voluntad de Di-s y no cuando se actúa contrariamente a ella. Quienquiera desee el éxito de sus actividades comerciales, debe abstenerse de invertir en ello toda su alma, puesto que esto es lo que Hashem quiere y es Él quien brinda la bendición. Cuando el judío trabaja durante los seis días de la semana, de acuerdo a las instrucciones de la Torá, también su Shabat es diferente. No tiene dificultad en dirigir sus fuerzas hacia los temas del espíritu, y no permanece pensando constantemente en sus actividades mundanas. De esta manera vivenciará una verdadera vida judía, tanto en los días de la semana y cuánto más, en el Shabat.

Likutei Sijot 1, Pág. 187

Verdadero heroismo

La vida en Grus Rozen era dura y amarga. Éste era uno de los 50 campamentos de concentración y trabajos forzados de la zona. Decenas de miles de judíos fueron enviados allí desde distintos puntos de Europa. Allí se fabricaban armas y ropas para los alemanes. 

Como parte de la constante degradación física y moral de los judíos, se los trataba de hacer perder el sentido del tiempo. La noche no era noche y el día no era día. Se respiraba hambre, humillación y violencia. Sin embargo, los judíos lograron retener su humanidad, ayudándose

mutuamente. Incluso llevaban la cuenta del calendario judío en secreto, para poder recordar -aunque fuera simbólicamente-las festividades.

Sucedió  en  la  noche  de Purim. Los prisioneros se preparaban para dormir, mientras que los recuerdos de las pasadas alegrías de Purim flotaban en el aire. De pronto, uno de los cautivos se animó a llevar a cabo un hecho osado. Se irguió en su litera de madera dura y habló con voz emocionada:

“¡Judíos! ¡Hermanos en desgracia: hoy es Purim! Este día recordamos los milagros que el Todopoderoso realizó a nuestros antepasados  y  los  salvó  del  decreto  de Hamán el malvado”. Se detuvo por unos instantes, y siguió: “También hoy pende sobre nosotros una espada. Los enemigos de Israel desean aniquilarnos. Pero… ¡No se dejen intimidar! También el Hamán de nuestros días, el opresor nazi- que Di-s borre su nombre y recuerdo- y todas su hordas, no podrán con el pueblo judío. ¡Las campanas de la redención se oyen de lejos y con la ayuda de Hashem veremos con nuestros propios ojos caer a nuestros enemigos y la salvación de nuestro pueblo! Netzaj Israel lo ishaker- El Omnipresente de Israel no mentirá!” “¡El Pueblo de Israel está vivo!”

Su rostro estaba cubierto de sudor. Temblaba.  Sus ojos ardían como antorchas.

Otro prisionero se puso de pie y entonó una hermosa melodía con las palabras: “que libra nuestras batallas, defiende nuestros derechos, vindica el mal hecho contra nosotros, castiga por nosotros a nuestros opresores y paga su merecido a todos nuestros enemigos mortales… Di-s que salva”.

Después de ello, los valientes prisioneros se acostaron. Una pequeña llama de luz brilló en el corazón de todos. Sin embargo, la alegría duró poco. Un delator hizo saber a los alemanes de lo sucedido, pero debido a la oscuridad no pudo identificar a los prisioneros. Un oficial de alto rango vino a la barraca, enardecido, pidiendo que entregaran a los culpables.  Nadie  respondió.  El alemán estaba rojo de rabia. “¡Si no aparecen los culpables en diez minutos, todos ustedes sufrirán!”. Ninguno contestó. Después  de 10  minutos,  todos fueron llevados afuera. “¡A correr!” fue la orden. Mientras corrían en círculo, el oficial junto a otros sanguinarios oficiales comenzaron a dar latigazos a los judíos, golpeando sus caras y cuerpos. 

“¡Más rápido!” gritaba enardecido. La sangre corría por los rostros, pero nadie abría la boca. Uno de los dos prisioneros trató de identificarse para evitar el sufrimiento de sus compañeros. Pero los demás no lo dejaron: “¡No, no hables!” le dijeron.

Las gargantas estaban secas, las rodillas no soportaban más, ya no podían respirar. Parecía un castigo eterno. Pero nadie dijo nada. Nadie entregó a sus hermanos.

También los prisioneros de Grus Rozen tuvieron un milagro de Purim. En realidad, dos. El primero fue que ninguno murió en esa corrida diabólica. Y el segundo, que nadie se quebró y denunció a su compañero. “El Omnipresente de Israel no mentirá…”

(Relatado por Pinjas Menajem Plibowitz- uno de los convictos)

Gente singular

Purim se trata de ser diferente

Hamán se quejó al rey Ajashverosh que «no existe una nación singular, dispersos y divididos entre las naciones en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de todas las naciones ….» Una «nación singular» Ajashverosh dijo, diferente y único a pesar de su dispersión, no pueden ser tolerados,acordó con Hamán que «no vale la pena que el rey lo deje ser … debe ser decretada su destrucción».

La respuesta Judía al decreto de Hamán fue intensificar su singularidad. En lugar de seguir las tendencias asimilacionistas, que comenzaron con el exilio de la Tierra Santa tres generaciones antes, se reunieron bajo la dirección de Mordejai, con un compromiso renovado con su singularidad como pueblo de Di-s.

Después de relatar la historia de la caída de Hamán y la victoria de Israel, el Libro de Ester resume el milagro de Purim en una frase: «Para los Judíos había luz, felicidad, alegría y prestigio». El Talmud interpreta estas palabras como un referencia a las cuatro características principales que distinguen al pueblo judío: «Luz» es la Torá,» felicidad» son las fiestas,»alegría» es la circuncisión, y el «prestigio» son los tefilín».Hay, por supuesto, 613 mitzvot (mandamientos Divinos) y numerosos principios, leyes y costumbres que conforman la fe Judía, pero estos cuatro son señalados como las matrices de la singularidad Judía.

Semejanzas distintivas

A simple vista parecería totalmente lo contrario, que estos cuatro preceptos en realidad reflejan la similitud de Israel con otras naciones.

El estudio no es exclusivo de los Judíos: prácticamente todas las comunidades y culturas tienen su credo y filosofía, un conjunto de escritos en los que se basan, y un ejército de académicos que lo estudian, interpretan y la aplican. Además, la Torá no se limita al pueblo de Israel; varias religiones se basan en ella, incluyendo dos que abarcan más de la mitad de la raza humana. Incluso algunos de los planteamientos específicamente Judíos de la Torá (como el Talmud, los escritos de Maimónides o de las enseñanzas de la Cábala) son universalmente conocidos y estudiados.

Las festividades son también una característica común de todas las sociedades. Es cierto que sólo los Judíos comen matzá en Pesaj y tocan el Shofar en Rosh Hashaná, pero el concepto de una festividad, o una fecha señalada para su celebración y observancia, es universal. Cada nación, cultura y religión tiene su calendario de fechas que marcan los acontecimientos históricos, y conmemoran esas fechas con apropiados rituales y costumbres.

Lo mismo puede decirse de los tefilín: sólo el Judío une estas cajas de cuero y correas a su brazo y cabeza como símbolo de su compromiso con Di-s, pero una vez más el concepto es universal. El anillo de mujer casada, el uniforme del soldado, todos estos son signos que se usan como una demostración de nuestra lealtad a un determinado grupo o causa. En cuanto a la circuncisión, es un procedimiento bastante común, practicado por muchos por razones de salud y otros.

Sin embargo, la Torá, las festividades, la circuncisión y los tefilín, o como el Libro de Ester se refiere a ellos, «la luz», «felicidad», «alegría» y «prestigio», son las piedras angulares de la distinción Judía. Es cierto que las naciones y las sociedades tienen otros elementos similares, o prácticamente idénticos, en su doctrina y estilo de vida, pero la experiencia judía de estos elementos, es diferente, hasta incluso la antítesis a sus homólogos universales.

De hecho, esta es la marca definitiva de la distinción: cómo uno difiere no en aquellas áreas en las que uno es obviamente diferente, sino en las que externamente son similares, pero internamente mundos aparte.

Sabiduría femenina

¿Cómo la Torá Judía difiere de la concepción universal del aprendizaje? La clave está en el Libro de Ester en la palabra hebrea «ora», que es la forma femenina de «luz», que aparece en referencia a la Torá.

Toda sabiduría, cuya función es iluminar y aclarar, es la luz, pero hay luz masculina y femenina. La luz masculina es auto-generada, original y agresiva, en cambio la luz femenina es receptiva. La inteligencia masculina es la mente que explora lo desconocido, originando nuevas ideas, eliminando conceptos erróneos. El intelecto femenino es la mente que se abre a recibir de una fuente superior, desarrollando la gran cantidad de detalles y aplicaciones inherentes a ella.

El estudio de la Torá emplea tanto las funciones masculinas como femeninas de la mente, pero el mayor énfasis está en lo femenino. A pesar de sus sutilezas Talmúdicas, la Torá no se trata de intelecto en absoluto, éste no es mas que una «prenda», un medio para transmitir la esencia supra-racional que lo inviste. El estudio de la Torá es, en primer lugar, para entregarse a una revelación de Divinidad verdadera, para transformar la mente en un receptáculo para la sabiduría y la voluntad de Di-s. La mente del Sabio de la Torá no es un generador de ideas, sino una matriz que recibe la Divinidad verdadera y luego la desarrolla como un principio racionalmente estructurado o ley.

El pasado presente

La función universal de una fiesta o festividad, es para celebrar y conmemorar el pasado. La función de las fiestas Judías es para revivir el pasado, o más bien para descubrir la esencia atemporal de un suceso del pasado que lo hace real para su presente existencia.

El Judío no recuerda exactamente el Éxodo en Pesaj. A través de la observancia de las mitzvot Divinamente ordenadas de Pesaj , se accede al regalo Divino de la libertad de lo que es el Éxodo, logrando con ello un «Éxodo» personal, una liberación de las restricciones que esclavizan su propia vida. Lo mismo puede decirse de la entrega de la Torá en Shavuot, la consecución del perdón en Iom Kipur, y así sucesivamente: la fiesta judía es una ventana atemporal en el tiempo, haciendo los eventos «pasados» accesibles y realizables.

Una festividad es una ocasión «feliz». Pero, nuevamente, la felicidad experimentada por el Judío, a pasar que superficialmente es similar a la felicidad de un no-judío, es radicalmente diferente. Para el celebrante no-judío, una festividad es una vía de escape, sumergiéndose en un pasado alegre y optimista, y seguramente así es capaz de ignorar sus problema presentes.

El Judío también trasciende el presente en sus fiestas, y también para él, esta es una fuente de alegría. Pero la suya no es una alegría para escaparse. Por el contrario, es la alegría de penetrarse a la esencia de su día actual para descubrir el que no hay tiempo pasado en el. Es por esto que es una alegría disciplinada, una alegría que rompe las barreras externas, mientras amplía su enfoque interno. Es una alegría que lo hace más responsable y solidario.

La festividad en la que la distinción de la celebración Judía sale más vívidamente a la luz es Purim. En Purim se le ordena al Judío «beber hasta que no se puede distinguir entre el «maldito Haman» y «bendito Mordejai». Beber, sobre todo hasta el punto de la irracionalidad, es generalmente un anatema para el Judío, es el Purim donde podemos ver el estado poco común de un Judío ebrio.

La Alegría del Sacrificio

La circuncisión es una práctica bastante común. Muchos lo hacen por razones de salud, otros por razones religiosas. En cualquier caso, la decisión de circuncidar es una cuestión de pasar por el dolor para ganar algo. El procedimiento es doloroso, hay elementos de riesgo (como ocurre con todos los procedimientos quirúrgicos), y se dice que disminuye el placer sexual. El estadounidense que decide circuncidar a su hijo podría decir: «Ciertamente, hay desventajas, pero los beneficios de la salud hacen que valga la pena». El niño musulmán podría decir: «Claro que duele, pero me gano la entrada al cielo.»

Lo que es único acerca de la Judío es que, para él, la propia circuncisión es percibido como algo positivo y deseable. Cualquiera que haya asistido a un Brit Milá entiende por qué el Libro de Ester hace referencia a ella como una «alegría», uno no recibe la impresión de que estamos «pagando un precio» para algún tipo de recompensa en el futuro. El Judío alegremente desea entregarse a Di-s no por los resultados o recompensas.

De hecho, se puede decir que la circuncisión representa a todos los»sacrificios», se trata de entregarse a uno mismo en el sentido más físico y literal. El concepto de sacrificio es, por supuesto, universal. El hombre está siempre haciendo sacrificios por el bien de su futuro, sus seres queridos, su país, sus convicciones. Pero el sacrificio es siempre para luego recibir algo a cambio en el futuro (en la propia vida o en el más allá) o por un deber ineludible. Para el Judío, el sacrificio por orden de Di-s es una alegría.

De ahí el sorprendente fenómeno, racionalmente inexplicable: prácticamente todos los Judios, independientemente del compromiso religioso, practican la circuncisión. Judíos que se definen como «ateos», o como «progresistas», circuncidan a sus hijos. Judíos que emergieron de siete décadas de dominio soviético desprovistos de cualquier conocimiento o apreciación por el Judaísmo, inmediatamente organizan circuncisiones para ello mismos, sus hijos y sus nietos. La circuncisión, para el Judío, es acerca de lo que es, y no de lo que hace por él.

Cajas Negras

El cuarto definidor de la singularidad Judía son las cajas de cuero negro, los tefilín, que contienen pergaminos en el cual están inscriptos capítulos seleccionados de la Torá, que se ponen en el brazo y la cabeza como símbolo de nuestra relación con Di-s.

Cada comunidad y cada cultura tienen sus propias prendas y adornos que usan como símbolos de su identidad. A causa de lo que representan, estos reflejan, naturalmente, las concepciones de belleza y prestigio: el oro brillante de anillo de la novia, el impecable uniforme del general, etc, todos encarnan una persona o grupo orgullosos de quienes son.

El tefilín se destaca por su sencillez. Dos simples cajas, las cuales la Torá ordena que sean sin adornos y estén pintadas de negro. Los tefilín no transmiten el orgullo, sino la subyugación de la mente, corazón y acciones del Judío al Todopoderoso.

Sí, los tefilín son el prestigio del Judío, pero éste no es por su representación estética, sino por su Servidumbre a Di-s, a través de la unión de su intelecto, emociones y talentos con la voluntad Suprema.

En Purim celebramos la salvación de un pueblo singular: un pueblo cuyo aprendizaje, festividades, sacrificios e insignia de honor son tan comunes, pero sin embargo, muy únicas.

Basado en un discurso del Rebe en Purim 5719 (1959)

Uno más uno = Purim

¡Hay tantas mitzvot excitantes y costumbres para cumplir a lo largo de la fiesta! Disfrazarse, comer homentashn (masita típica llamada “orejas de Hamán”) como postre a la comida de Purim (de ciruela, amapola, frambuesa, etc.), girar la matraca al oír el nombre de Hamán en el Meguilá, y dar regalos de comida -mishloaj manot a los amigos.

¿Cuál es la similitud subyacente entre todas estas mitzvot y costumbres? Quitémonos las máscaras, abramos el mishloaj manot, miremos dentro de la Meguilá – quitemos los envoltorios de todo – y veremos el común denominador intrínseco a ellos todos.

Cuando uno se disfraza, su identidad es disimulada. Rico o pobre, inteligente o intermedio, bonito o feo, ya no percibimos las diferencias físicas,económicas o intelectuales que pueden separarnos. Sí, un traje es caro, otro más original, y hay centenares de Reinas Esther. Pero es obvio que éstos son sólo externos. Ellos no son la persona dentro del traje. Cuando nos disfrazamos en Purim nuestras diferencias son superficiales. Somos iguales.

La Meguilá, esa historia excitante que recuerda el triunfo de la justicia por encima del mal, y la fe de los judíos en Di-s por encima de los esquemas viles de Hamán, también es una lección de la igualdad y unidad judía. Pues sólo luego de que los judíos se unieron, se salvaron del plan de aniquilación de Hamán. Los hombres, mujeres, y niños, estudiosos y zapateros, campesinos y la Reina, todos ayunaron y oraron durante tres días y noches para quitar el decreto. Y porque se unieron, pues cada uno se sentía igualmente responsable y capaz para afectar un cambio, sus oraciones y penitencia fueron aceptadas.

En cuanto a los homentashn, algunos dicen que nos recuerdan el sombrero de Hamán o sus orejas. Pero también simbolizan a lo que está oculto. La mano de Di-s, estaba oculta durante el episodio de Purim: las casualidades que llevan a Esther a que sea coronada Reina, Mordejai que oye por casualidad el complot de los guardias para matar a Asuero, etc., parecían naturales. Pero ellos eran – como todo en la vida – la Providencia Divina, la manera en que Di-s forma un enigma intrincado.

Así como el relleno es disimulado en los homentashen y Di-s estaba oculto durante la época de Purim, el elemento Divino dentro de cada uno de nosotros está- a menudo- oculto. Lo Divino dentro es nuestra alma la parte propiamente dicha de Di-s que nos da vida. Y aunque es intangible, aunque su existencia es a menudo disimulada, el alma es el gran igualador de todos nosotros. Pues, aunque un judío haga más mitzvot que otro, o tenga una educación judía más comprensiva, o es más amable, el ser de nuestras almas y su fuente es la misma: Di-s.

Por último, tenemos el Mishloaj Manot, esos paquetes deleitables de golosinas. Van de una simple bolsita con alimentos hasta obsequios elegantes. Hay numerosas formas de empaquetarlos, precios y productos, pero todos tienen una cosa en común:

crean unidad. Habitualmente, damos el mishloaj manot a través de un mensajero, involucrando a un tercero en la mitzvá. Al dar estos regalos, no sólo nos conectamos con la persona a quien se lo estamos dando, sino también a una tercera persona. Y el mensajero puede ser cualquiera-joven o viejo, amigo o extraño, varón o mujer.

Purim es un momento especial para participar en las mitzvot de Purim o de reforzar nuestra observancia de ellas. Pues, como el Rebe declaró inequívocamente, la Redención es inminente y cada acto de bondad, cada hecho bueno, cualquier mitzvá adicional, nos ayuda a prepararnos y preparar al mundo para la era Mesiánica que se está desplegando ante nuestros ojos.

(Adaptado del L’chaim)