7 Personas que dejaron su huella en Rosh HaShaná

  1. Adám
    Rosh HaShaná coincide con el sexto día de la Creación, cuando Di‐s creó a Adám. Hashem eligió el cumpleaños del primer ser humano como el día que marca el Año Nuevo judío.
    ¿Por qué celebramos Rosh HaShaná en el aniversario de la humanidad? Porque los descendientes de Adám, jugamos un papel integral en la Creación. Di‐s creó un mundo incompleto.
    Depende de nosotros usar el próximo año para llenar ese vacío, infundiendo al mundo Divinidad y santidad.
  2. Sara
    Nuestra matriarca Sara fue estéril, hasta que milagrosamente dio a luz a Isaac a la edad de 90 años. Nuestros Sabios dicen que fue en Rosh HaShaná que Di‐s “recordó” a Sara, lo que resultó en la concepción de Itzjak
    La lectura de la Torá del primer día de Rosh HaShaná relata la historia del nacimiento y los años de formación de Itzjak.
  3. Itzjak
    La lectura de la Torá del segundo día de Rosh HaShaná presenta a Itzjak. Relata la historia de la atadura, en cuyo mérito oramos para que Di‐s nos juzgue favorablemente y nos conceda un año de bendiciones.
    Un detalle de esta historia es el carnero cuyos cuernos estaban enredados en un matorral, recordado por el Shofar, hecho con un cuerno de carnero.
  4. Rajel
    Rajel vio cómo su hermana Lea le daba a Iaakov un hijo tras otro, mientras era estéril. Finalmente, en Rosh HaShaná, Rajel fue recordada, y resultó embarazada con Iosef
  5. Jana
    Jana, madre del profeta Shmuel, es parte del trío de mujeres estériles que fueron recordadas en lo alto en Rosh HaShaná.
    En conmemoración, leemos la historia de Jana en la Haftará del primer día de Rosh HaShaná.
    Este relato subraya el poder de la plegaria.
  6. Guedalia
    Después de que se destruyó el primer Templo Sagrado en Jerusalém, se nombró al justo Guedalia como gober‐
    nador de los judíos restantes.
    Bajo su liderazgo, el pequeño grupo comenzó a recuperar cierta sensación de paz y seguridad. Pero, en Rosh HaShaná, Guedalia fue asesinado por un judío celoso y traidor llamado Ishmael.
    Así, las últimas chispas de vida judía en la Tierra de Israel se extinguieron.
    Para conmemorar este triste hito en nuestra historia, el día siguiente a Rosh HaShaná es día de ayuno, Tzom Guedalia.
  7. ¡Tú!
    Rosh HaShaná es un día de Plegaria, para pedirle al Todopoderoso que nos conceda un año de paz, prosperidad
    y bendición. También es un día alegre, pues proclamamos a Di‐s Rey del Universo.
    Los cabalistas enseñan que la existencia continua del universo depende del deseo de Di‐s por un mundo, un
    deseo que se renueva cuando aceptamos Su reinado cada Rosh Hashaná.
    Esto es algo que depende de todos, al escuchar los toques del Shofar y decidir servir a Di‐s durante el próximo
    año lo mejor que podamos. El verdadero héroe de Rosh Hashaná eres tú.

¿Para quién es la plegaria?

El otro día estaba conversando con un amigo- prominente editor de un periódico local- mientras tomábamos una taza de café y filosofábamos sobre temas sagrados como la vida después de la vida, el kadish que se recita por un ser amado, y la plegaria.

La conversación se puso animada y muy apasionada cuando mi amigo expresó su profunda frustración por su incapacidad de encontrar una escena digna y una forma significativa en la que pudiera expresarse a Di-s.

Había observado las diferentes «marcas» de Judaísmo y los diferentes estilos dentro de ellas, pero no había hallado aún «la pareja perfecta» -nada que se adaptara a sus necesidades espirituales.

Mi respuesta inmediata fue: «¿Sabes? Me siento triste por ti». Y lo sentía de verdad. Porque cualquiera que haya tenido la oportunidad de rezar -pero rezar en serio- sabe que no hay nada como ello en el mundo. Las preocupaciones mundanas y cotidianas desaparecen; uno entra literalmente en un baño espiritual y sale de allí refrescado y vigorizado con una nueva energía para asumir al mundo, librado de la coerción física, mental, emocional, financiera, etc. que inhiben nuestra verdadera y total felicidad. Descompresión para el cuerpo y el alma.

Pero lo que mi amigo sentía era inhibición. Lo que realmente quería, explicó, era poder escoger las Plegarias, y construir sus propias oraciones, dándole forma a la experiencia de la Tefilá que sería lo más significativa para él. Como un pensamiento posterior le pregunté: «¿Cuál es tu Plegaria favorita?»

Me contestó que es Hineni HeAni Mimaas, la oración cantada por el jazán antes de Musaf en Rosh Hashana y Iom Kipur. (La fuente de esta Tefilá no se conoce concluyentemente, pero muchos la atribuyen al gran Tosafista, Rabi Iaakov ben Meir, conocido como «Rabeinu Tam».)

En esta conmovedora Plegaria, el jazán pronuncia su falta de mérito para liderar a la congregación en la Tefilá de Musaf. Incluye muchas declaraciones poderosamente humildes que intentan humillar al líder ante la congregación, como: «Miren, soy pobre en hechos meritorios, tembloroso y aterrado, estoy parado frente a Aquel que está entronizado en las alabanzas de Israel… Acepta mi Plegaria como si fuera la Plegaria de un hombre entrado en años y con experiencia en orar, cuya conducta en su juventud fuera intachable, cuya barba está crecida, cuya voz es dulce y cuyo carácter es agradable para sus semejantes…» 

Señalé a mi amigo que su elección era muy irónica. «Tu frustración con la Tefilá es porque no sacas nada significativo de ella» dije «y tu Plegaria favorita es una en la que jazán implora a Di-s para que acepte su Tefilá pues él no es digno de liderarla; una Tefilá que dice esencialmente que la Plegaria no es acerca de ti. La libertad y alegría que ofrece la oración, reside precisamente en la humildad que evoca- en el darse cuenta que la Plegaria no se trata de que la persona que ora se sienta bien por ello, sino en entrar en unión con Di-s. Sólo entonces se alcanza, aunque inadvertidamente, la liberación y la esperanza que la Tefilá incorpora.»

Era una visión que no había apreciado hasta que tuvimos esta conversación aunque, como concepto, lo había estudiado en la Ieshivá. Mi amigo el editor «secular», me enseñó una lección que nunca había podido entender en toda mi vida basada en la educación de acuerdo a la Torá: la Tefilá no se trata de mí y de lo bien que me siento; es sobre Di-s y mi conexión con Él. 

La conclusión de la Tefilá de Hineni es muy precisa: «Que sea Tu Voluntad Oh Di-s… que los ángeles traigan mi Plegaria ante el Trono de Tu Gloria y la extiendan ante Ti, en aras de Tu Glorioso, grande y reverencialmente temido Nombre …Bendito eres Tu, quién escucha la Plegaria.» 

No dice: «Que sea Tu Voluntad, Oh Di-s que salga de esta Tefilá sintiéndome realizado, pleno y aliviado». Ése es un derivado de la experiencia exitosa de la Plegaria. No es un derecho, es un premio. 

Hay una historia jasídica famosa en la que un discípulo de un Rebe toma la imponente responsabilidad de tocar el Shofar en Rosh Hashaná. En todas las congregaciones, éste es un colosal honor y responsabilidad, pero en los círculos místicos es una tarea monumental que lleva meses de auto-preparación e intenso estudio de los significados místicos de cada sonido emitido por el Shofar.

El discípulo pasó varias semanas de intensa purificación y profundización de los textos cabalísticos. Tomó notas que pensó tener junto a él al tocar el Shofar.

El gran momento llegó y el jasid tembloroso metió la mano en su bolsillo para extraer sus notas, pero descubrió que el papel donde las había apuntado había desaparecido.

Su Rebe y la congregación entera estaban bajo su Talitot, esperando este momento abrumador cuando los humanos y Di-s se unen en el éxtasis espiritual al escuchar el sonido supra-humano del Shofar. No había tiempo para empezar a buscar el papel extraviado. Con el corazón quebrado tocó el Shofar, sintiendo durante todo ese tiempo que no era verdaderamente digno de la sagrada tarea y por consiguiente le había ocurrido esta tragedia.

Después del Servicio se acercó su Rebe, llorando amargamente y disculpándose profusamente por haberlo decepcionado. Para su gran asombro, una sonrisa resplandeciente se dibujaba en la cara del Rebe. «Los sonidos del Shofar» explicó el Rebe, «son como llaves, cada nota es una llave que abre una puerta en el camino a las Cámaras Reales más íntimas de Di-s.

«Te pedí que tocaras el Shofar, pues sabía que tienes la habilidad para estudiar y prepararte y utilizar cada llave para introducir a la congregación a través de cada una de las entradas del Palacio Celestial hasta llegar a las Cámaras Reales.

«Sin embargo,» continuó el Rebe, «hay una llave maestra, una llave que abre todas las puertas. Ésa es la llave del «corazón humilde y quebrado». Ésa es la llave que has usado cuando tocaste el Shofar, y gracias a tus esfuerzos, el Shofar ha cumplido su cometido de la manera más eficaz posible.»

Además de ser una buena historia, esto resalta el punto que mis maestros intentaron introducir en mí, y que mi amigo tuvo éxito en hacérmelo vislumbrar.

Entender que la Tefilá no es mía. No está para que me haga disfrutar y provocarme un instante de placer. Es Di-s, y Él nos premia con un sentimiento de cumplimiento, alivio y esperanza. Sin embargo, esto depende de la manera en que encaramos la Plegaria. ¿Se trata de mí o de Él?

Mi amigo “el editor” contestó su propia pregunta. Toda la premisa de no encontrar un lugar de Tefilá o una Plegaria específica que «hecha para él» es desacertada. De hecho, la Plegaria tiene todas esas calidades liberadoras, pero nacen de la intensa humildad y falta de expectativa por el ego. La verdadera Tefilá se trata acerca del despojarse del ego y unificarse con Di-s, y esta unificación nos da una calidad de tranquilidad y realización Divinas. No al revés.

De hecho, el término Talmúdico para la Plegaria es avodá, que se traduce literalmente como «trabajo». Es un trabajo orar correctamente. Y es un premio poder conectarse a través de la Tefilá y recibir sus propiedades terapéuticas.

Que Hashem nos bendiga para que seamos inscriptos y sellados para un año feliz, saludable y exitoso lleno de Tefilá significativa.

Busque una sinagoga, halle una Plegaria, y que este año nos permita estar a todos conectados.

Por Rabi Nejemia Schusterman, director del Beit Chabad de Peabody, Massachusetts

Pin pong de Rosh Hashanah

1. ¿Es el Año Nuevo Judío comparable al Año Nuevo Civil?

Básicamente no. El año judío, conforme al precepto bíblico que Di-s expresara a Moshé aún estando en Egipto, se basa en meses lunares.

Observando el calendario civil, podemos notar que el año Nuevo Judío puede ocurrir en cualquier fecha desde el inicio de septiembre hasta el inicio de octubre. Además, el Año Nuevo Judío es más que el mero cambio del calendario que cuelga en la pared de nuestra cocina; es un momento en el que cada Judío revisa con honestidad y a conciencia sus logros espirituales y rectifica cualquier cosa que exija ser mejorada.

Esto no significa que sea un momento triste del año, pues la tristeza no es una característica que nos lleve a muchos progresos útiles. Por lo tanto decimos que se trata de un momento “serio”. Los judíos dedican mucho tiempo a rezar, a pensar y a realizar actos caritativos en mayor medida que lo usual en el curso del año.

2.¿Es Tishrei el primer mes del calendario Judío?

Depende de cómo se mire. Es el primer mes del año de acuerdo a la perspectiva de la responsabilidad personal por las acciones propias (algo así como el año fiscal empleado para propósitos contables, que no se corresponde necesariamente con el año calendario). Es el séptimo mes del año cuando contamos meses. La Torá nos dice que los meses se cuentan a partir de Nisan – el mes en el que los judíos salieron de Egipto. El Año Nuevo de Tishrei coincide con la fecha en que fueron creados Adam y Javá.

3. ¿Por qué acostumbramos a comer miel durante el mes de Tishrei?

A fin de que uno retorne adecuadamente y logre un grado más alto de compromiso con el judaísmo, es importante que mantengamos un estado mental positivo y optimista. Estamos seguros de que con la ayuda Divina, podremos cambiar nuestros hábitos para mejor, y así ser bendecidos con un año muy dulce. Gustar de la miel debe recordar- nos que no hay obstáculo para endulzar la vida de uno mismo y conseguir todas las bendiciones que se necesitan

4. ¿Por qué el simbolismo con la miel?

En la plegaria nosotros pedimos por un año ‘bueno y dulce’. Pedir simplemente por un año ‘bueno’ no es suficiente porque sabemos que muchas cosas que son penosas para nosotros, son realmente bendiciones encubiertas, de ahí que ‘bueno’ pueda ser también doloroso. Por tanto, especificamos “bueno y dulce”, una clase de bien que puede ser fácilmente apreciado.

Bueno’ puede ser entendido intelectualmente, pero “dulce” es una experiencia de los sentidos la cual aún un niño pequeño puede apreciar. Nosotros pedimos a Di-s por bondad simple, la dulce clase de bien que puede ser apreciada por todos, antes que aquella que es entendida sólo por personas de profunda fe. “Danos simple bien, dulce como miel”.

Di-s se relaciona con nosotros como nosotros nos relacionamos con El. Si aceptamos Su palabra con simple, incuestionable fe, entonces El responderá con bien simple, sin complicaciones. Si complicamos la fe, aceptando sólo aquello que podemos captar intelectualmente, entonces Di-s puede darnos la clase de ‘bien’ que requiere gran esfuerzo intelectual para aceptar.

La Teoría de la Evolución

La óptica del judaísmo tradicional frente a Darwin y Lamarck

La óptica de la Torá es clara, pues uno de los motivos para el cese laboral en el séptimo día de cada semana es «pues en seis días Di-s hizo los cielos y la tierra y en el séptimo día cesó de trabajar y descansó». De lo que se desprende que los seis días de la creación son días literales y no como aquellos quieren interpretar que con ellos se alude a seis períodos. Así resulta también evidente de las palabras de nuestros sabios en diferentes lugares, que los seis días del Génesis fueron, cada uno de ellos, días de 24 horas (véase Pirkei deRabí Eliezer cap 3 y ss.; Midrash Rabá Bereshit; Sanhedrín 38b, y en otros sitios

a)En el relato acerca de la Creación se especificó también el orden de éstas, qué cosas fueron creadas en el tercer día, cuáles en el cuarto, cuáles en el quinto y cuáles en el sexto. Esto quiere decir que las especies fueron creadas, cada una de ellas, individualmente. Tal como lo indica en el sentido literal de los versículos, que la tierra produjo vegetación, peces, seres acuáticos, seres voladores, bestias y animales, y luego fue creado el hombre, y no que evolucionaron uno del otro.

Nota: Son conocidas las interpretaciones que se encuentran en ciertos libros, particularmente en el ensayo titulado “Or Hajaim” que puede vincularse con la teoría de la evolución. Pero quien examine con detenimiento lo expresado en esos libros y ensayos podrá ver que los mismos no fueron escritos basándose en un conocimiento cabal de lo acertado de la teoría sino en aras de una intención específica que encontramos en la literatura apologética: quisieron mostrar al mundo gentil que es posible encontrar sus opiniones y teorías incluso en las Sagradas Escrituras y en los enunciados de nuestros sabios. Sus propios redactores sabían que éstas no eran más que una respuesta en extremo forzada, una respuesta coyuntural, sólo que se vieron obligados a escribir de este modo para mejorar la óptica y relación del mundo hacia nuestra Torá, pese a que ellos mismos eran concientes de que esta interpretación no era la verdadera

¿Quién mejor que Maimónides, sobre el cual los grandes de Israel dijeran “de Moshe hasta Moshe no hubo como Moshe”? Pues, bien, quien examine críticamente su obra Iad Jazaká verá en qué medida las interpretaciones de Moré Nevujím –La Guía de los Perplejos- particularmente respecto de las razones subyacentes a los preceptos, no constituían sistema en la Torá

Análogamente sucede con varios de los pensadores Judíos temerosos Di.-s de la Edad Media y de nuestros días que creen un deber santificar el nombre de Di-s alterando la interpretación de las palabras de nuestros Sabios a fin de armonizar con las teorías “científicas”, pues de esa manera se verán enaltecidos a los ojos de diversos círculos judíos y también gentiles.

Otro ejemplo: bien se sabe cuán sufrido empeño han puesto algunos de los Grandes de Israel para armonizar la interpretación literal de los versículos que describen el movimiento del sol y la luna, y “la tierra está parada siempre”, con la teoría de Cpérnico considerada durante un tiempo verdad absoluta, hasta que surgió la teoría de la relatividad de Einstein y demostró que desde la perspectiva científica es imposible probar de manera alguna, en la relación astro Tierra, cuál se mantiene estático y cuál está en movimiento. Por consiguiente también es posible que sea la tierra la estática y los astros los que giren alrededor de ella, y no hay necesidad alguna de despojar a los versículos, ya los enunciados de nuestros Sabios de su sentido literal y torcerlos con interpretaciones difíciles y forzadas, sino que deben entenderse en su sentido textual.

b) En lo que hace la Teoría de la Evolución propiamente dicha, el enfoque de la ciencia al formular una teoría es que esta debe nacer de la necesidad de brindar respuestas a fenómenos y cuestiones incomprensibles observados en la realidad, y que la teoría debe basarse en fundamentos recogidos de la naturaleza y los sentidos.

En otras palabras, el objetivo de una hipótesis científica es interpretar un fenómeno de difícil comprensión por intermedio de explicaciones comprobadas en la naturaleza misma, que conviertan a este fenómeno en algo más sencillo. Y una de las exigencias iniciales del método científico es que pueda comprobarse en la naturaleza si sus propias conclusiones son coherentes o no.

Lo mismo se aplica a nuestro caso: hubo quienes preguntaron como se creo y de donde vinieron los varios tipos y especies que se encuentran en la naturaleza, ya sea en el reino mineral, el vegetal, el animal, como también la especie humana. Y pretendieron disipar la magnitud del interrogante con una teoría según la cual al principio no hubo mas que organismos en extremo elementales, a partir de los cuales, con el correr del tiempo, se desarrollaron organismos compuestos más complejos, hasta que de los primeros inicios de un organismo unicelular se desarrollaron los animales de orden superior, incluyendo a la especie humana.

Ahora bien, para que esta teoría pueda llamarse científica debe cumplir varios requisitos. Entre ellos como se dijera antes:

1-La evolución de un ser compuesto y complejo a partir de un organismo simple debe ser un fenómeno visible en la naturaleza, o al menos debe de haber alguien digno de confianza que testimonie haber visto este fenómeno en varias oportunidades.

No obstante, es un hecho por todos conocidos que no hay siquiera un único testimonio fidedigno de quien fuera que hubiera visto la evolución de un organismo a partir de otro. Lo que sí vieron, e incluso lo que el mismo Darwin relata en su celebre libro, fueron mutaciones leves en algunos órganos, así como también que encontraron esqueletos que guardan similitud con alguna especie viviente, y dijeron que seria una conjetura lógica sostener que una especie evolucionó de otra, y lo mismo es valido para las especies de la paloma y el caballo sobre las cuales se apoya en gran medida la teoría de la Evolución.

2-La situación y la descripción basadas en la teoría de la Evolución debe ser más comprensible y sencilla que la creencia de que todo se creo a partir de nada. (creatio ex nihilio).

Sin embargo, no hay evidencia alguna en la naturaleza que nos permita decir que fuera más fácil que un organismo simple se convierta en un ser humano, que decir que el hombre fue creado a partir de la nada. O, en otras palabras: la interpretación de que un grupo de átomos y moléculas se unieran de una sola vez de manera tal que dieran lugar a la existencia del hombre no es más conflictiva que decir que un grupo de células elementales que sufrió mutaciones en sus condiciones de vida se alteraran con el paso del tiempo hasta convertirse en órganos totalmente diferentes uno del otro, como el cerebro que esta en la cabeza, el globo ocular, y el talón del pie.

c) Existen seres tanto entre los vegetales como entre los animales inferiores, cuyo tiempo de vida es extremadamente breve, por lo que el hombre puede observar el curso de los cambios que se producen en sus organismos en varias generaciones suyas.

Asimismo, el observador tiene la posibilidad de alterar sus condiciones de vida en la mayor medida. Pese a todo esto los hombres de ciencia no han logrado desarrollar una especie a partir de otra, y su único logro se reduce a haber alterado las características del vegetal o animal en cierta medida o a haber integrado una especie con otra produciendo una intermedia. Pero no han llegado a desarrollar una especie de nivel superior a partir de una de nivel inferior.d) Todos los científicos conocen y aceptan la sí llamada “Ley de Conservación de la Materia” o, conforme las mas recientes conclusiones de la ciencia, la “conservación” de la suma total de materia y energía. En consecuencia, en base a esta ley, todos los átomos y sus partículas estaban ya presentes en el momento de la Creación (o lo estuvieron siempre en opinión de los agnósticos).

La llave maestra

«Las kavanot son llaves, que abren otra puerta en nuestras almas»….

Un año, Rabi Israel Baal Shem Tov dijo a Rabi Zeev Kitzes, uno de sus mayores discípulos: «Tú tocarás el Shofar para nosotros este Rosh Hashaná. Quiero que estudies todas las kavanot, ( meditaciones cabalísticas) pertinentes al Shofar, pues deberás meditar en ellas cuando lo estés tocando».

Rabi Zeev se dedicó a la tarea con la alegría y trepidación: la alegría por el gran privilegio que se le había otorgado y estremecimiento por la inmensa responsabilidad. Estudió las escrituras cabalísticas que discuten la importancia multifacética del Shofar y lo que sus sonidos logran en los diferentes niveles de realidad y en las distintas cavidades del alma. También preparó una hoja de papel en la que anotó los puntos principales de cada kavaná, para poder referirse a ellas cuando tocara el Shofar.

Finalmente, el gran momento llegó. Era la mañana de Rosh Hashaná, y Rabi Zeev estaba de pie en la Bimá, en el centro de la Sinagoga del Baal Shem Tov, rodeado por un mar de cuerpos, cada uno envuelto en su Talit. En la esquina sudeste del salón, su maestro, el Baal Shem Tov- estaba de pie, su cara en llamas. Un silencio intimidador llenó el cuarto en anticipación del clímax del día–las explosiones penetrantes y sollozos del Shofar.

Rabi Zeev metió la mano en su bolsillo y su corazón se heló: ¡el papel había desaparecido! Recordó haberlo puesto esa mañana allí. Furiosamente, investigó en su memoria lo que había aprendido, pero el dolor por las notas perdidas parecía haber incapacitado su cerebro: su mente estaba en blanco. Lágrimas de frustración llenaron sus ojos. Había defraudado a su maestro que le había confiado esta sagrada tarea. Debía hacer sonar el Shofar simplemente, sin kavanot. Con corazón desesperado, Rabi Zeev sopló la letanía de sonidos requerida por la Ley y, evitando los ojos de su líder, volvió a su lugar.

Al finalizar las Plegarias del día, el Baal Shem Tov se acercó a Rabi Zeev, que sollozaba bajo su Talit. «¡Gut Iom Tov, Reb Zeev»! llamó. ¡Ha sido un extraordinario sonido del Shofar el que oímos hoy!»

«Pero Rebe… yo…»

«En el palacio del rey,» dijo el Baal Shem Tov, «hay muchas verjas y puertas, que conducen a muchos vestíbulos y cámaras. Los guardianes del palacio poseen grandes llaveros y muchas llaves, cada una de las cuales abre una puerta diferente. Pero hay una llave que encaja en todas las cerraduras, una llave maestra, que abre todas las puertas.

«Las kavanot son llaves, que abren otra puerta en nuestras almas, cada una que accede a otra cámara en los mundos superiores. Pero hay una llave que abre todas las puertas, que nos abre las más profundas cámaras del Palacio Divino. Esa llave maestra es el corazón roto.»

De Rabi S.Y Zevin, del Sipurei Jasidim.

El llanto del Shofar

Nos cuenta el TANAJ que durante la guerra de Barak contra los Cnaanim, juzgaba en ese entonces la profetiza y jueza Devorá.

Por ese entonces, el Rey Cnaaní, Iavín, dispuso como ministro de su ejército al malvado Sisrá, quien ya había conquistado en sangrientas guerras gran parte del mundo.

Fue cuando Devorá, esposa de Lapidot (se dice que era de la familia que preparaba las mechas para la Menorá, de ahí el nombre “antorchas”-Lapidot) profetizó la caída de Sisrá y del dominio Cnaaní.

Y fue cuando salieron a la guerra, que Sisrá, en su intento de huída, fue detenido en la tienda de Iael, quién, nos cuenta el Tanaj, lo adormeció con leche tibia y luego lo mató con una estaca en su frente.

La cabeza de Sisrá fue entregada como trofeo de guerra.

Durante el desarrollo de este episodio, el Tanaj relata que la madre de Sisrá al caer la tarde de ese día se aproximó a la ventana de su casa a esperar la llegada de su hijo que, como era su costumbre, después de cada día de batalla pasaba por la casa de su madre a saludarla. Y ese día… Sisrá no pasó.

Fue en esa angustia que la madre de Sisrá lloraba con un sollozo profundo y desgarrador.

La Guemará en el Tratado de Rosh Hashaná aprende que el sonido quebrado del Shofar es como un llanto o como un sollozo, de ahí los sonidos Shevarím y Teruá y dice que eran como los sollozos de la madre de Sisrá.

La pregunta es: ¿Acaso no hay ningún otro lugar de donde aprender lo que es un llanto, que de la madre de este personaje?

¿Tiene el Talmud que inmortalizar a este malvado y su madre aprendiendo de esta historia cómo son los sonidos del Shofar?

En Rosh Hashaná tocamos el Shofar, para despertar la misericordia Divina, para despertarnos nosotros del letargo y hagamos Teshuvá. ¿Pero por qué con un llanto?

Explican los Sabios que representa el llanto de quien pide sin saber cuál será la respuesta.

La madre de Sisrá lloraba porque no sabía qué pasaba, su angustia era por no saber qué ocurría. Es ese llanto genuino que hay que tener cuando pedimos, y si bien no sabemos cuál será la respuesta, pedimos de todo corazón lo que queremos y lo que necesitamos.

Confiados en que Hashem responderá con bondad todos nuestros pedidos, deseamos que sea la voluntad de Él que responda con abundancia infinita a todos ellos  ¡Y que el sonido del Shofar se transforme de llanto, en alegría y risas para dar recibimiento al Mashiaj YA!.

Con deseos de Ketivá ve Jatimá Tová Le Shaná Tová U Metuká.

Rab Nejemia Grodzicki

Teshuvá, Tefilá y Tzedaká

En hebreo existen palabras que no tienen equivalente en otros idiomas, entre éstas se encuentran tres palabras muy significativas en estas fechas tan especiales.

Teshuvá: En otras lenguas el proceso de purificarse del pecado se denomina “arrepentimiento”, “borrón y cuenta nueva” o “volver a empezar”; en cambio en hebreo, la palabra Teshuvá significa “retorno”, no es algo nuevo sino el volver a las fuentes.

Tefilá: La acción de dirigirse al Creador y pedirle por nuestro bienestar, es definida en todos los idiomas como “pedido” o “imploración”. En cambio, en hebreo esto se denomina “Tefilá”, que significa “unión” o “fusión” con Di-s.

Tzedaká: El brindar una ayuda monetaria al necesitado se conoce entre las naciones como “beneficencia”, “ayuda” o “caridad”. En hebreo, esto se llama “Tzedaká”, cuya raíz, “Tzedek”, significa “Justicia”.

Cuando un judío decide retomar su camino, éste, no es un camino nuevo. Es su camino de siempre, es su realidad, su verdad. Todo judío desea interiormente conducirse por el camino de Di-s, el camino de la Torá. Sólo las distintas situaciones de la vida lo llevan a apartarse de él. Al retornar a la Torá, el judío simplemente está actuando de acuerdo a su verdadera esencia y voluntad.

El significado profundo del rezo no es un pedido, sino una unión y unificación con Di-s. Durante la plegaria se crea una fusión del alma del individuo con su fuente creadora, la esencia infinita del Todopoderoso. En ese instante, el alma se desconecta de las limitaciones que le impone el mundo material, y se exterioriza su verdadera esencia, lo que realmente es, una porción de Di-s.

Del mismo modo, la Tzedaká, en su verdadera expresión, no significa “hacer un favor” o “dar una donación”. La Tzedaká es “hacer justicia”; es lo que “debemos hacer”. El judío sabe y tiene presente que su dinero y sus bienes le fueron confiados por Di-s para hacer con ellos lo realmente justo.

En estos solemnes días pedimos a Di-s que nos brinde un año bueno y dulce. Para ser merecedores de la Bondad Divina, es por eso que aumentamos en caridad, aún más allá de nuestras “obligaciones”: Del mismo modo, Di-s nos retribuye aún más de lo que estaría “obligado” a darnos de acuerdo a nuestros merecimientos.

“La Teshuvá (arrepentimiento), la Tefilá (plegaria) y la Tzedaká (caridad) apartan la severidad del decreto”, (de la plegaria de Musaf de Rosh Hashaná y Iom Kipur)”.

Comencemos el nuevo año actuando en concordancia a los valores aquí mencionados.

En mérito a esto tengamos todos Ktivá Vajatimá Tová. Leshaná Tová Umetuká.

Fe y razón

No sólo son antagonistas naturales, sino que parecen habitar en diferentes planos, nunca se cruzan. La fe es inequívoca: la razón es razonable. La fe es supra-humana y por lo tanto (para nosotros) irreal; razón es carácter real hecha a medida humana, que se define y limita,
drenada de la maravilla y de la vida. Durante muchos siglos, cada cual moraba en su plano, viendo al otro con desconfianza, desprecio.

Hasta que llegó un hombre que era un ciudadano de dos mundos. Pasó libremente de uno al otro, construyó puentes
entre ellos, describiendo un universo ferazón simbiótica en la que cada uno de los flujos, alimenta y contrafuertes de la otra.
Su nombre era Rabi Shneur Zalman de Liadi, nacido en Li’ozna, Rusia Blanca en 1745. En su juventud se unió al movimiento jasídico, fundado por el Baal Shem Tov. En 1772, fue desarrollando su propia rama del jasidismo, que llegó a ser
conocida como «Jabad». En 1796 publicó el Tania, libro que contiene los fundamentos de sus enseñanzas, sobre las
que trabajó durante 20 años – un libro que llevó a uno de sus grandes contemporáneos a exclamar: “¿Cómo puso un Di-s
tan grande en un libro tan pequeño!” En el momento de su fallecimiento en el invierno de 1812, había sembrado las semillas de las siete generaciones de enseñanza Jabad y el activismo que iba a revolucionar la vida de los judíos en todo el mundo.

La inteligencia y los poderes de la mente juegan un papel central en el sistema de Rabí Shneur Zalman. El estudio, la comprensión y la meditación son las herramientas con las que la fe se internaliza y se convierte en realidad, por lo que
se respira en la persona, desarrolla y orienta sus emociones y motiva sus acciones. De hecho, el nombre «Jabad» es un acrónimo de las palabras hebreas «sabiduría», «comprensión» y «conocimiento», y Jabad se conoce como la «rama intelectual del jasidismo»

Rabí Shneur Zalman no era un «intelectual» – por lo menos no en el sentido común del que se refiere a la inteligencia como el árbitro final de la verdad. Por el contrario, él enseñó que la verdad última está en nuestras convicciones profundamente arraigadas, de las cosas que sabemos sin entenderlas – en las creencias que están arraigadas en nuestra conciencia, nuestra alma es una chispa de lo Divino.

De hecho, en el intelecto a menudo se suprimen y distorsionan estas verdades.
Pero eso es sólo cuando se aplica erróneamente la función del intelecto – cuando ve sus propios límites como absoluto, y lo que está más allá de ellos, más allá de su alcance. El intelecto, dijo Rabi Shneur Zalman, es receptivo a lo supra-racional,
y aprovecha sus propias herramientas para aprehender e «internalizar».
El hecho de que no se puede entender racionalmente algo, no es motivo para no estudiarlo. Uno sabe que es verdad – tu yo más profundo lo dice. Así que contemplarlo, analizarlo, meditar sobre ello.

No te dejes intimidar por la incapacidad inicial de tu mente.

  • Por Ianki Tauber

La palabra que cambio al mundo: Mamash

En el segundo capítulo de su trabajo seminal, Tania, el fundador del jasidismo de Jabad, Rabi Shneur Zalman de Liadi
(1745-1812), cita un versículo del libro de Job que describe el alma como “una parte de Di-s de Arriba”; Y luego agrega una palabra que revolucionó la forma en que pensamos acerca de nosotros mismos y nuestras vidas: mamash.

Mamash es una de esas ricas palabras hebreas que desafían una simple definición de diccionario. Sus significados incluyen “literalmente”, el inquisitivo “realmente”, E incluso el materialista “tangible”, junto con una multitud de otros, cada uno matizado por el contexto y la inflexión.
Nadie, se atrevió a sugerir que cada alma es realmente una parte de Di-s. Un poco de historia: A finales
de 1790 Rabi Shneur Zalman tomó el paso atrevido de publicar el pensamiento jasídico, poniéndolo a disposición incluso de los no iniciados Y, quizás incluso más arriesgado, al público no letrado. Esta movida le valió una buena cantidad de escépticos e incluso enemigos. Algunos se enfurecieron lo suficiente como para calumniarle ante el zar y hacerle prisionero, y fue sólo por un milagro que su vida se salvó y sus enseñanzas se expandieron.

Ahora volvamos a esa cita de Job. Parece bastante benigno; ¿Por qué la adición enfática de mamash? ¿Qué agrega y por qué la necesidad de “mejorar” las Escrituras? Es con esta palabra que Rabí Shneur Zalman cambió el mundo.

Antes de la introducción del pensamiento jasídico al público en general, la gente se contentaba con entender este versículo como una
vaga referencia a las similitudes del alma y su Creador. ¡Nadie se atrevió a sugerir que cada alma es realmente una parte de Di-s! Ni el
simple obrero ni el comerciante exitoso se atreverían a pensar que contenían una verdadera pieza de D-s dentro. Tal vez el erudito
ocasionalmente arrogante podría imaginarse un regalo de Arriba Mamash enriquece nuestra comprensión de la cita, cambiando radicalmente su interpretación así como su aplicación. Es “muy literalmente” – mamash – cierto que cada alma es una parte real de Di-s mismo. El infinito de Di-s impide cualquier noción de disminución de lo Divino y comunica un vínculo universal entre todos los que lo comparten. Y así el mundo fue iluminado.

Primero, la erradicación de la noción de que los logros de uno eran la medida de la relación esencial de uno con Di-s, y las consecuentes divisiones percibidas que afligían a la comunidad. Todas las almas son parte de Di-s mismo, y como Él es indivisible, así son las inversiones de Sí mismo en la creación escogida. Ni la erudición ni el fracaso pueden reconstituir la esencia de la identidad.
Y luego vino el desafío; Con mamash vienen las expectativas. Ha desaparecido la resignación a la mediocridad. En su
lugar está la oportunidad y la demanda. Usted equilibrará su chequera, perderá peso, reparará sus relaciones; Sí, mamash lo hará. Todas
las cuestiones por las que nos escondimos detrás del pretexto de la mediocridad personal deben ahora ser enfrentadas y resueltas. Bajo
las viejas reglas, el éxito era relativo y reservado para los afortunados y los dotados. Rabi Shneur Zalman borró esa defensa cómoda y
autojustificada, atreviéndonos y capacitándonos para hacer los cambios necesarios tanto dentro de nosotros mismos como en el mundo
en general. Tania pone la responsabilidad y la oportunidad ante nosotros. Abandona títulos competitivos; Expresa tu auténtica identidad
sumiéndote en algo más Alto que solo tu yo, en tu pedazo de Di-s -mamash.

A medida que nos acercamos a la meta y transmitimos esta llamada, hemos sido testigos del cambio. Hemos derrotado al comunismo, erradicado las antiguas enfermedades biológicas y sociales y hemos alertado al mundo sobre su poder inherente para el bien.
Juntos vamos a cambiar el mundo, anunciando la llegada de Mashíaj, rápidamente en nuestros días… mamash

Una creencia racional

¿Cómo puede uno creer en la necesidad de seguir una Ley Divina si no cree en lo Divino? 

El primero de los 613 mandamientos en la lista de Rabí Moshé ben Maimón (Maimónides), tanto en su Sefer Hamitzvot como en su Mishné Torá, es el mandamiento de creer en Di-s y conocerlo. También aparece primero en la lista de principios cardinales del judaísmo de Maimónides, así como en las listas de sus sucesores filosóficos, Rabí Hasdai Crescas y Iosef Albo. Es el primero de los Diez Mandamientos, y es llamado por el Zohar “primera de todas las leyes”.

Parecería ser que hay razones suficientes para que sea así.

Si la creencia en Di-s es un fundamento absoluto; ¿cómo puede uno creer en la necesidad de seguir una Ley Divina si no cree en lo Divino?, ¿cómo puede uno aceptar la Torá si no hay quien la entregue?. Hay que “creer que hay una causa que provoca cada existencia”, la Deidad que es la razón y fuente de todo lo que es llamado a ser. Tan básico es este concepto, que algunos Sabios hasta se rehusaron a enumerarlo como un mandamiento, diciendo que no tiene sentido hablar de un mandamiento sin el reconocimiento previo de la existencia de un Comandante.

Es cierto que incluso gente que profesa el ateísmo realiza actos de bondad y generosidad, y podría ejemplificar la rectitud en muchos campos de la vida. Los Sabios reconocieron esto en la antigüedad, enseñando en el Talmud: “Deja que la persona siempre se involucre en la Torá y sus mandamientos aun cuando fuere por razones equivocadas, pues al hacer estas cosas siquiera por razones equivocadas, llegará a hacerlas por las correctas” (Pesajim 50b). 

En otras palabras, hay en una buena acción un valor que es más importante, y eventualmente más poderoso, que el pensamiento consciente detrás de esa acción.

Esta evaluación de la acción, como algo más importante que el pensamiento, parece estar en conflicto con el centralismo y la primordialidad de la creencia en Di-s. Un poco de pensamiento adicional, sin embargo, indica que lo contrario es lo cierto.

Es precisamente porque la creencia en Él está estructurada en cada mandamiento, que los Sabios pueden estar tan seguros de que eventualmente surgirá el pensamiento correcto. La fortaleza de la creencia en Di-s no es que uno no pueda intentar arreglárselas sin ella, sino que aun si uno lo intenta, se revelará a sí misma mientras tanto se aferre a cualquier cosa que sea buena.

La tendencia secular de la civilización occidental ha intentado, bastante y conscientemente, centrar la atención en lo bueno y no en Di-s. En cierta medida, ha funcionado. 

No obstante, la conciencia del Uno detrás de todo busca resurgir constantemente. Di-s y el bien no pueden permanecer separados. La persona pensante, consciente del enorme poder del pensamiento secular, sensible al aún mayor poder de lo Divino que busca manifestarse en su conciencia, e inconsciente de cualquier pensamiento disciplinado que puede dar a cada cual su papel apropiado dentro de su mente, puede sentirse conflictuada y acobardada.

El pensamiento surge: ¿Quizás la creencia en Di-s obstaculice la mejor percepción del mundo?, ¿quizás lo que yo creo, que es conocimiento de Di-s, es sólo una ingenua imaginación?, ¿quizás está contraindicada por las emergentes verdades de la física y la biología, o quizás impida la responsabilidad autónoma que necesitamos asumir a fin de ser seres verdaderamente morales?.

Lawrence Kelemen ha escrito un libro en inglés, Permission To Believe (“Permiso para Creer”), para enfocar la turbación y el malestar ocasionados por dudas tales y para resolverlas de manera intelectualmente creíbles.

Kelemen delimita claramente el problema que enfoca. El libro se centra únicamente en la creencia en Di-s. Es una defensa al fundamento del judaísmo, no a su estructura. Tampoco intenta presentar una demostración estricta de la existencia de Di-s, tomando cuenta de que primero hay que probar como posible aquello que uno demostraría como necesario. Por consiguiente, intenta mostrar cómo la creencia en Di-s es una respuesta creíble –incluso la más creíble- a los desafíos de la ciencia moderna, la historia, y el pensamiento moral.

La habilidad de Kelemen para centrarse sólo en esto brinda a su pensamiento agudeza y claridad, y sus líneas de razonamiento se sienten intuitivas y para nada forzadas. El se siente cómodo en las áreas más eruditas del pensamiento moderno así como también en su propia bien desarrollada fe religiosa. Y la sustancia y tono racional de su obra demuestra tanto en la práctica como también en la teoría el nexo entre la mente pensante y Di-s, permitiendo al lector arribar por sus propios medios a la conclusión de que Di-s es no solamente creíble sino conocible.

Kelemen afirma su principal propósito en su introducción:

“Mucha gente creería en Di-s mañana si sólo su intelecto se lo permitiera. Esta gente sospecha intuitivamente la existencia de un Ser Omnipotente. No obstante, el admirablemente alto valor que nuestra sociedad atribuye a la razón, combinado con la desafortunada equivocación difundida que la creencia en Di-s es necesariamente irracional, sofoca su espiritualidad potencial. Estos individuos deberían permitirse examinar el caso en aras de Di-s. Debería otorgarse el permiso para creer”.

Implícito en las palabras de Kelemen está que la mejor demostración de la existencia de Di-s es una sospecha intuitiva que se rehúsa a ser permanentemente suprimida. Sólo espera nuestra disposición para reconocer que esta intuición no es una aberración, no es algo que no esté relacionado con la verdad, para florecer y crecer en una creencia genuina y en un conocimiento de Di-s.

Esta es una posición poderosa para ser tomada, pues implica una epistemología que regresa a la meta medieval de observar todo conocimiento como conduciendo a, y culminando en, el conocimiento del Ser Supremo. Semejante sistema corre contra la posición secular usualmente sostenida de que la creencia en Di-s es, o irrelevante a, o incompatible con, la ciencia moderna.

Sabiéndolo, Kelemen se propone inspeccionar varias áreas principales que han sido percibidas como impulsoras de conflicto, y muestra cómo una correcta comprensión de la ciencia no solamente la revela como compatible con la creencia en Di-s, sino que incluso indicaría que semejante creencia es la explicación más razonable para los datos a mano.

Su repaso por las implicancias cosmológicas de la física moderna y la astronomía tocan a Einstein, Hubble, Friedmann y Hawkig, la relatividad general, los agujeros negros, el zumbido 3K, el universo en expansión y el Gran Estallido (Big Bang), llevando a una estupenda cita del Dr. Robert Jastrow de la NASA:

“…El científico que ha vivido por su fe en el poder de la razón… ha escalado la montaña de la ignorancia, está por conquistar su más alto pico; mientras se arrastra sobre la roca final, es saludado por una banda de teólogos que han estado sentados allí durante siglos”.

Kelemen es similarmente brillante en su crítica de los intentos de explicar a Di-s a partir del orden natural. El intento más persuasivo en este sentido ha sido la teoría de la evolución, y sus adherentes han sido notablemente exitosos en crear la impresión de que la emergencia de vida en todas sus ricamente interrelaciones puede ser mejor acreditada por un mecanismo simple que por un poder inteligente sobrenatural.

Kelemen inspecciona nuevamente el campo, e informa las cosas que los mejores científicos (no los teólogos) dicen. La posición de que la vida evolucionó enteramente partir de mecanismos no-inteligentes es sometida a análisis matemáticos en base a la concreta complejidad química de los bloques enzimáticos constructores de la vida. Basándose en los resultados de químicos y biólogos contemporáneos de las principales universidades de investigación, y citando todas sus fuentes sin ningún intento de prestidigitación.