The Alef

Presentamos la publicación semanal breve, que no requiere conocimientos previos, para poder dedicar 10 minutos semanales al aprendizaje acerca de la Redención.

Cada semana se trabajará un tema relevante diferente e independiente. Encontrá The Alef impreso en tu Beit Jabad.

¡Juntos aceleramos la llegada del Mashíaj!

La comida previa al ayuno de Tisha Be Av

El ayuno de Tisha Be Av – este año el 26 y 27 de julio de 2023-, comienza al atardecer de la víspera. Conocé algunas costumbres relacionadas con este día.

Hacia el final del día anterior a Tishá Be Av, antes de la puesta del sol, se debe comer la seudat hamafseket (la última comida previa al ayuno). En ésta no se deben ingerir dos clases diferentes de comida (cocinadas) aunque sean de la misma variedad —por ejemplo, dos tipos de fideos—, aun si generalmente uno de los alimentos se come crudo.

Algunos acostumbran en esta seudá a comer un huevo hervido o lentejas como símbolo de duelo. En este caso no se podrá comer ninguna otra comida cocinada y la persona deberá saciar su hambre con pan, productos lácteos o frutas. También hay quienes acostumbran a esparcir cenizas sobre el pan o el huevo y luego comerlo.

Es costumbre comer la seudat hamafseket sentado en el suelo o sobre una banqueta baja (de menos de 24 cm. de altura). Algunos opinan, según la Cabalá, que se debe colocar un felpudo, una alfombra o cualquier otro elemento debajo de uno para no sentarse directamente sobre el piso. También cabe destacar que no es necesario quitarse los zapatos de cuero antes de esta comida.

Luego de seudat hamafseket, si aún no se puso el sol, se puede continuar comiendo —siempre que no se haya pensado o expresado verbalmente asumir el ayuno desde ese momento—. Si la persona no tenía intenciones de volver a comer porque estaba satisfecha, ello no se considera una aceptación del ayuno, y si vuelve a sentir hambre puede comer hasta la puesta del sol. Es conveniente declarar o pensar explícitamente que uno no acepta el ayuno sobre sí sino a partir de la puesta del sol.

En Tishá beAv está prohibido estudiar Torá, pues el versículo (Salmos 19:9) expresa: Los preceptos de Di-s son rectos, alegran el corazón, y aquel que está de duelo —como todos nosotros en este día— tiene prohibido alegrarse. La costumbre es abstenerse de estudiar Torá desde el mediodía de la víspera de Tishá Be Av. Sin embargo, existen temas de la Torá que sí se pueden estudiar, como explicaremos más adelante.

Algunos acostumbran a comer una comida completa —sin carne ni vino— al mediodía de la víspera de Tishá Be Av, horas antes de la seudat hamafseket, para soportar mejor el ayuno —al igual que se hace en la víspera de Iom Kipur—.

Esta costumbre conmemora también el carácter festivo que estos días —la víspera de Tishá Be Av y Tishá Be Av— tenían durante el período del segundo Beit HaMikdash. En esa época, los cuatro días de ayuno que conmemoran la destrucción del primer Beit HaMikdash eran celebrados como festividades, con comida y bebida en medio de una gran alegría. Sin embargo, nosotros, que aún no tuvimos el privilegio de ser consolados, conmemoramos esta celebración en recordación de lo que fue, y de lo que volverá a ser en el futuro, cuando se reconstruya el Beit HaMikdash y retornemos de la diáspora, sea pronto en nuestros días. Esta costumbre expresa nuestra fe y confianza absoluta en Di-s, y nuestra esperanza de ser redimidos con la venida del Mashíaj.

Durante esta seudá (comida) se pueden comer todas las frutas o vegetales frescos que uno desee, aunque algunos son más estrictos y no comen ensalada de vegetales como guarnición. Luego se puede beber té o café.

Cualquier comida que conste de dos clases de alimentos que generalmente se cocinan juntos en un mismo recipiente se considera un solo plato, y no dos. Sin embargo, los piadosos comen (en la seudat hamafseket) sólo un trozo de pan seco con sal y un vaso de agua. El Talmud (Taanit 30a) señala:

Esta era la costumbre del Rabí Iehudá bar Ilaí: En la víspera de Tishá be Av le traían un pedazo de pan seco salado y él se sentaba cerca del horno [el lugar más desagradable de la casa (Rashi)] y lo comía junto con un vaso de agua, como aquel cuyo pariente yace muerto delante de él.

Extractado de “Nosotros en el Tiempo” de editorial Kehot

Buenas Intenciones

“Se la explicó a ellos en setenta idiomas”

(Comentario de Rashi, Devarim 4:1)

La primera traducción de la Torá fue llevada a cabo por Moshé Rabeinu, previo a la entrada de los israelitas a la tierra de Israel. Sobre el versículo de nuestra Parshá(1):“Moshé procedió a explicar esta Torá”, comentan nuestros Sabios(2) “Se la explicó a ellos en setenta idiomas”.

Además les ordenó escribir toda la Torá en setenta idiomas, una vez que cruzaran el Jordán(3). Sin embargo, en el tratado de Sofrim(4) se relata: “Ocurrió con cinco ancianos que escribieron la Torá para el Rey Shlomo en griego, y el día fue duro para Israel como el día en el cual se hizo el becerro”.

 

¿A qué se debía esto? “puesto que la Torá no podía ser traducida en toda su dimensión”. 

Esto despierta asombro ¿acaso no tradujo ya Moshé a la Torá en setenta idiomas, incluido el idioma griego?

EN LUGAR DE MOSHÉ

La explicación de esto radica en la precisión del lenguaje de nuestros Sabios Z”L, que compararon a la traducción de la Torá no al propio pecado del becerro, sino al “día en el cual se hizo el becerro”.

Es en esto donde está la comparación: tanto la elaboración del becerro como la traducción hecha para Shlomo no se llevaron a cabo con intención negativa. Su gravedad consistía en que de ello podría generarse algo grave. Con respecto al becerro, los comentaristas de la Torá(5) explican que los israelitas no hicieron el becerro en lugar de Di-s, sino en lugar de Moshé. Ellos argumentaron(6):“puesto que este Moshé, el hombre… no supimos qué ocurrió con él”. Ellos vieron que el Altísimo dispuso que un hombre terrenal sea el vínculo unificador entre ellos y Hashem-“Yo estoy parado entre Hashem y ustedes”(7)-y cuando vieron que tardaba en venir, pensaron en crear en su lugar a otro intermediario- el becerro.

EL ALTÍSIMO PUEDE

Esta intención por sí misma era buena. En realidad, ese fue justamente el objetivo de la construcción del altar: hacer morar a la santidad dentro de la existencia material de este mundo.

De entre los dos Kerubim material emergía la palabra de Hashem y se revelaba la Shejiná- la Presencia Divina(8). Siguiendo estos principios fue que los israelitas hicieron el becerro, con la intención de generar aquí abajo en el mundo inferior, algo similar al “carruaje celestial” de los ángeles supernales (eligiendo “el rostro del toro” que se encuentra en el “carruaje celestial”). Pero cometieron un error tremendo: cuando el Altísimo establece que su Shejiná se revele a través de “intermediario alguno”, no se percibe sino la palabra Divina exclusivamente.

El “intermediario” es concebido como falto de entidad propia, sino tan solo como algo cuya única función es única y exclusivamente transmitir la palabra de Hashem. Pero cuando el hombre decide por su cuenta generar “intermediarios” que conecten con el Altísimo, puede aquí crearse una situación de “dos poderes” y literalmente idolatría. Esa fue la gravedad del “día en el cual se hizo el becerro”.

LAS CONSECUENCIAS DE LA TRADUCCIÓN

Lo mismo ocurrió con la traducción de la Torá: cuando Moshé tradujo la Torá de acuerdo a la instrucción recibida de Hashem se depositó la santidad de la Torá en toda la traducción, lo que impedía el peligro de que no sea interpretada correctamente; pero cuando la Torá se tradujo por la exigencia del Rey Ptolomeo, sin mediar una orden Divina, estaba el peligro de una interpretación errónea, por lo cual los Sabios se vieron forzados a alterar la traducción en lugares específicos.

En la práctica no salieron consecuencias erróneas de la traducción de los setenta Sabios (“la Septuaquinta”), sino por el contrario, gracias a la traducción llegó el concepto de la unidad de Di-s también a las demás naciones, e incluso quedó fijada la Ley– Halajá (9), que el único idioma fuera de la Lengua Sagrada (el hebreo bíblico) en la cuales posible escribir un Rollo de la Torá es el griego, lo que implica una purificación y elevación del griego en el nivel más perfecto.

(Likutei Sijot , tomo 24, pág 1)

 

NOTAS: 

1.Devarim 1:5 

2.Explicación de Rashi ahí y en Tanjumá Devarim 2 Ver Igueret Bereshit Bereshit Rabá Parshá 49,b 

3.Devarim 27:4 y 27:8 Nuestros Sabios explican (Rashi ahí- de Sotá 32,a) 

4. Capítulo 1 halajá 7 

5. Ver in extenso Rambam Shemot 32,1 

6.Shemot 32:1 

7.Devarim 5:5

8.Ver Rambam sobre la Torá principio Parshat Trumá 

9.Meguilá 9,a Y ver explicación de Rashiahí Ver Sfat Emet Meguilá ahí.

Ley de condonación de deudas y pruzbul

Cuando es un año de Shemitá.

Está escrito en la Torá: (Devarim 15:1-3): 

“Al final de cada siete años deberás instituir un indulto. El indulto consistirá en lo siguiente: todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda) que le haya prestado a su prójimo. No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda) pues El proclama (en ese 7º año) una condonación (de deudas) en honor a Hashem. Podrás cobrarle a un no judío, pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba”

Escribió el Rambam (en Hiljot Shemitá y Iovel Cáp. 9).

Es un precepto obligatorio condonar (perdonar) las deudas en el 7º año, porque está escrito “todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda)”, y el que reclama una deuda luego del 7º año, transgrede una prohibición de la Torá. Como está escrito: “No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda)”.

Todas estas leyes se aplican también en la diáspora.

Pero quien entrega sus documentos a la Corte Rabínica y les dice: “cobren Uds. mi deuda”, ésta no se condona, porque está dicho: “pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba” la Torá especifica “a tu hermano” lo que excluye al tribunal Rabínico que es una institución. Y será entonces el Bet Din (tribunal) quien reclame la deuda.

Cuando Hilel el anciano (Sabio) vio que los judíos se abstenían de prestar los unos a los otros, y transgredían lo que está escrito en la Torá (Devarim 15:9): “Cuídate de que no haya en tu corazón algo negativo que diga: se acerca el 7º año, del indulto de deudas, y entonces mires con malicia a tu hermano menesteroso y no le prestes. El apelará ante Hashem contra ti, y será una transgresión en tu contra”. Estableció entonces el Pruzbul, para que no condonen las deudas y la gente no tema prestar.

Está escrito en el Shuljan Aruj Harav, leyes de préstamo 34, que no es requisito indispensable la entrega de los documentos al Tribunal sino que alcanza con declarar delante de ellos antes de la año de Shemitá: “He aquí que les entrego a Uds. mi deuda, que la cobraré cada vez que quiera”

¿Y cómo se realiza el acto del Pruzbul?

Solicita delante de tres hombres aptos para juzgar, que sean los jueces para realizar el Pruzbul:

Texto del Pruzbul:

“He aquí que les entrego todas las deudas que tengo a mi favor para (que ustedes me designen) cobrarlas cuando así yo lo desee”

Por el Rab. Iosef  Feigelstock

El Shemá de un psicoterapeuta en Auschwitz

Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad… Escucha Israel, Di‐s es nuestro Señor, Di‐s es Uno. (Deuteronomio 6:4)

Estas palabras, un punto culminante de nuestras plegarias diarias, expresan poderosas perlas de fe. Pero no esperaba leerlas en un clásico best‐seller atemporal.
En El hombre en busca de sentido, Viktor Frankl describe sus experiencias en los campos de concentración nazis.


Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta.
Entonces tuvo “quizás su experiencia más profunda en los campos de concentración”. “Tuve que sufrir y superar la pérdida de mi hijo mental. Y ahora parecía que nada ni nadie me sobreviviría; ni un hijo físico ni mental propio. Así que me encontré frente a la pregunta de si en tales circunstancias mi vida estaba en última instancia vacía de sentido. “Una respuesta a esta pregunta con la que luchaba tan apasionadamente ya estaba guardada para mí… Así fue cuando tuve que entregar mi ropa y a su vez heredé los harapos gastados de un recluso que ya había sido enviado a la cámara de gas…


En lugar de las muchas páginas de mi manuscrito, encontré en un bolsillo de la chaqueta recién adquirida una sola página arrancada de un libro de plegarias hebreo, que contenía la plegaria más importante, Shema Israel.
“¿Cómo debería haber interpretado tal ‘coincidencia’, sino como un desafío a vivir mis pensamientos en lugar de ponerlos en papel?” ¿Por qué el Shema Israel ha inspirado a tantas personas en los momentos más difíciles?


Aparte de su simple afirmación de fe, creo que hay cuatro elementos psicológicos clave:
1) Relevancia: Escucha, Israel: la religión no puede comenzar y terminar con teorías; debe abordar nuestra humanidad. El Shemá no comienza con una declaración de fe despersonalizada. Se dirige a cada uno.
Escucha, Israel, escucha este mensaje y hazlo parte de tu ser.


2) Pertenencia: El Shemá está en plural
(“nuestro Di‐s” y no “mi Di‐s”), dirigido a un grupo colectivo. Obtenemos fuerza de los demás y fortaleza de ser parte de algo más grande que nosotros. Ese sentido de comunidad es uno de nuestros activos más fuertes.


3) Personalización: Di‐s es nuestro Di‐s. Di‐s, que es trascendental e infinito, es también nuestro Di‐s personal, que nos sostiene en tiempos de celebración y desesperación. Él no es sólo un gobernante objetivo, que crea y regula el cosmos.
Él es “nuestro”, está cerca nuestro, comprende la parte más profunda de nosotros.


4) Individualidad: Por mucho que necesitemos un sentido de pertenencia y comunidad, no debemos negar nuestras diferencias individuales.
El Shemá termina con las palabras “Di‐s es uno” (en lugar de “Di‐s es singular” o “solo”). Uno, el primero de los números, enseña que Di‐s está presente en la diversidad del mundo. Mientras que el conformismo impide el crecimiento, la “unidad de Di‐s” debería darnos poder para descubrir y cultivar la unidad y singularidad Divinas dentro de cada uno.

Chana Weisberg

 

Poco después de llegar a Auschwitz, Frankl fue
despojado de su posesión más preciada: un manuscrito que era el trabajo de su vida, escondido en el bolsillo de su chaqueta

En nuestras propias palabras

¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

No quiero decir hablar de cosas obvias como “La comida está allí” o “Viene hacia nosotros algo extraño, ¡corramos!” o “quiero un aumento”. Quiero decir la interminable explicación en la que nos involucramos; la perpetua conversación que nos sentimos obligados a “hacer”; los cuadrillones de palabras liberadas cada día de las pilas de libros, en los kilómetros de papel de diario, en las ondas radiofónicas y a través de alambres de cobre y fibra óptica. ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

Porque no hay nada que el ser humano más quiera–y necesite–que jugar a ser Di-s.

Di-s lo hizo: Él habló y la realidad cobró existencia. Dijo, “¡Haya luz!” y hubo luz. Dijo, “¡Que las aguas por debajo del cielo se junten en un área y que aparezca la tierra seca!” y se formaron océanos y continentes. Pero el hombre mira la creación de Di-s como algo todavía inconcluso, falto de definición. Entonces hablamos y hablamos y hablamos, categorizamos, cuantificamos y calificamos el mundo de Di-s en un esfuerzo para darle significado y propósito.

Hay diferencias, claro. Di-s es infinito y Todopoderoso; nosotros somos finitos y falibles. Di-s habló y la luz cobró existencia; nos han concedido el poder para hablar; esa luz hacia una más luminosa, más enfocada–pero así como somos, probablemente la hablaríamos hacia la oscuridad. Podemos verbalizar continentes como países y provincias de una comunidad mundial productiva–o podemos hablar de ellos en términos de animosidad y disputa.

Pero eso es el “socio en la creación” que Di-s quiso: un compañero que de la misma manera que arruina un negocio, también lo hace exitoso. Un socio libre, independiente, cuyas elecciones son totalmente propias–y por consiguiente propia su responsabilidad y sus logros. Porque Di-s quiso verdaderos socios en Su esfuerzo, no un manojo de empleados y mensajeros (Él ya tenía muchos de ellos cuando creó al hombre–se llaman “ángeles”).

Un verdadero compañero no sólo hace su parte en el funcionamiento y el desarrollo del negocio; también participa preparando la declaración de la misión, el modus operandi, las reglas y las regulaciones.

El libro de Devarim (“Palabras”), también llamado Mishné Torá (“Repetición de la Torá”, de ahí el anglo-latino Deuteronomio o “Segunda Ley”), consiste en un largo discurso de Moshé de 37 días, que comienza el 1 de Shevat y termina el 7 de Adar–día del fallecimiento de Moshé–del año 2488 de la creación (1273 antes de la Era Común).

En su discurso, Moshé recapitula los eventos más importantes y las leyes que se registran en los otros libros de la Torá. Moshé escribió esos libros también, pero allí él transcribió todo como lo recibió de Di-s, mientras que en el Deuteronomio él lo dice “en sus propias palabras”. (Así, un pasaje que en el Libro de Éxodo o Levítico inicia con “y Di-s le habló a Moshé diciendo”, en el Deuteronomio se expresa con “En ese momento, Di-s me dijo”.)

No obstante, el Libro del Deuteronomio pertenece a la “Torá Escrita”, en que no sólo el contenido sino también las palabras y las letras son de origen Divino. Nuestros Sabios explican que como Moshé había sometido su ego a la voluntad Divina “la presencia Divina hablaba de su garganta”, “las palabras de Moshé también son las propias palabras de Di-s”.

Como tal, el Libro del Deuteronomio actúa como un puente entre la Torá Escrita y la “Torá Oral”. La Torá Oral incluye el Talmud y los Midrashim, los comentarios y los códigos, el Zohar y la Cábala, y “todo lo que un digno estudiante expondría a su maestro”–todo lo que se ha producido en 33 siglos de estudio e interpretación de la Torá, de acuerdo con la tradición de Sinaica. En el Torá Oral que se genera en las mentes y voces menos perfectas que las de Moshé, el contenido es Divino, pero las palabras y las letras son humanas –propias del hombre. Al conceder Di-s no sólo un mandato para la boca humana de formar Su mundo, sino también de participar en la formulación de la Torá–las leyes, el modelo, el “código de la fuente” de la creación.

¿Por qué nosotros hablamos tanto? Porque para eso estamos aquí. Nuestras palabras–habladas o escritas, impresas o hechas de pixeles, destruyen o crean mundos.

Yanki Tauber

El actor de Saber

¿Puedo saber algo sin saber que lo sé? ¿Y si no sé que lo sé, qué diferencia hace si lo sé o no?

Freud generalmente se acredita el haber descubierto el inconsciente. Pero la idea de que hay cosas que sabemos aun cuando no sabemos que las sabemos, y sentimientos que sentimos aun cuando no sentimos que los sentimos–y que estos reinos inconscientes de sabiduría y sentimientos ejercen una influencia profunda en nuestras vidas–preceden al buen doctor vienés por muchos siglos.

En el Libro de Daniel, el gran príncipe Judío narra una visión profética: Y solo, yo, Daniel, vi la visión, pero la gente conmigo no la vio; con todo, un gran terror cayó sobre ellos, y huyeron a ocultarse. (Daniel 10:7). “Pero la gente conmigo no la vio”, dice el Talmud, “¿por qué estaban asustados”? Y responde el Talmud :”Porque aunque ellos no lo hayan visto, su mazal sí vio.”

¿Qué es este “mazal” nuestro que ve cosas que nosotros no vemos? Los maestros jasídicos explican que solo una pequeña porción –un simple “rayo” o “reflejo”– del propio alma se enviste en el cuerpo para volverse el ser consciente que siente y actúa. El alma misma permanece “por encima”. Sin embargo un constante flujo de vitalidad e iluminación del alma superna baja y va filtrando el alma corporal (el palabra mazal en hebreo significa “la fuente del filtrado”), imbuyéndolo con las cualidades trascendentales de la fe, el instinto y conocimiento suprarracional.

La existencia de tal conocimiento inconsciente–o más bien, supra-consciente–se nota extensivamente a lo largo de la Torá. Incluso tiene repercusión legal en la ley Torácica. Un ejemplo prominente es una cláusula en las leyes de divorcio: para un escrito de divorcio (guet) para que sea válido, debe concederse de buena gana. Sin embargo, si la halajá dicta que debe concederse un divorcio, el bet din (el tribunal rabínico) tiene el derecho de forzar al marido para que lo de; en las palabras del Talmud, “se lo golpea hasta que diga ”yo lo deseo”. Maimónides explica: “En verdad, (cada judío) desea ser de Israel, y desea observar todos los preceptos y evitar todas las transgresiones de la Torá. Sólo que su mala inclinación lo ha dominado. Así que, si se lo golpea hasta que su mala inclinación se debilite, y diga ”Lo deseo”, él se ha divorciado de buena gana… no se lo considera ”forzado” –al contrario, es su inclinación al mal que lo ha forzado, contra su verdadera voluntad, en primer lugar.”


Imagínese el siguiente escenario: Hacés algo feo a un amigo o un ser querido. Después te disculpás: “Lo siento mucho, honestamente no sé lo que me pasó. ¡Me conocés, yo no soy así! Realmente ayer no fui yo…”. Su amigo lo mira con simpatía, como diciendo “lo que decís tiene sentido”.

¿Qué quiere decir que “vos” no eras “vos”? Significa lo que todos verdaderamente sabemos, porque sabemos esto sobre nosotros: hay un yo real, y un yo irreal. El yo irreal puede actuar cruelmente o de manera estúpida, o ambas; el yo real nunca haría algo para herir a un amigo o ser querido, o a nadie.

Así que, ¿por qué mostramos a menudo al mundo un yo irreal? Hay, claro, muchos factores que conspiran para anular la bondad del corazón de nuestras almas. Pero quizás la causa principal es que simplemente nos adaptamos a la manera que los demás nos perciben, que a la vez es un espejo de la manera en que nosotros los percibimos a ellos. Así que terminamos viendo alrededor todo distorsionado, percepciones irreales de nosotros, y protegiéndose de todos esos monstruos aterradores que se acercan furtivamente a nuestro mundo con un monstruoso traje como el nuestro.

Imaginá si de repente todos los demás lo vieran cómo realmente sos, cómo vos te  ves a vos mismo. Y mirara a los demás y los viera como ellos se ven a sí mismos. Nuestro mundo sería un lugar muy diferente, ¿verdad?.

Esto explica uno de los más básicos –pero también uno de los más asombrosos– principios de la fe judía. Uno de los trece “principios” del Judaísmo es la creencia en la venida de Mashiaj, y que el judío “anticipa su venida, todos los días”. Para creer que vendrá un día cuando “no habrá más hambre o guerra, celos o rivalidad. La bondad será abundante, y todos los placeres disponibles como el aire. Y todo el mundo se llenará con el conocimiento de Di-s”, es realmente asombroso. Aún más es esperar que esto realmente suceda todos los días–incluyendo hoy, cuando el mundo que vemos por la ventana parece significativamente alejado de este ideal.

Pero si lo pensamos, realmente no es tan asombroso. Se reduce a esto: ¿Si creés en tu propia bondad esencial, es lógico pensar que el tipo de enfrente crea en la suya propia también, ¿no? ¿Y si lo que le está impidiendo ser tu verdadera esencia es el hecho de que el tipo de enfrente no ve el verdadero vos, es razonable pensar que lo mismo es cierto para él, ¿no?

En otras palabras, lo que está equivocado en nuestro mundo no es una cuestión sustancial, sino una cuestión de percepción: el hecho de que nosotros no estamos viendo las cosas de la manera en que realmente son. Como en un mal sueño donde todo está equivocado, en lo profundo sabemos que es simplemente una ilusión. No importa cuán feo y aterrador sea el sueño, no importa cuán distorsionada es la percepción de la realidad, nunca es “poco realista” esperar reemplazarla por un mundo sano y hermoso. Al contrario: es el sueño el que es irreal, y lo más realista es esperar reemplazar su distorsionada perspectiva, a través del solo acto de despertarse con una visión no distorsionada del mundo real.

El Shabat antes del 9 de Av se designa en el calendario judío como Shabat Jazón, el “Shabat de la Visión” -el día que lamentamos la destrucción de los dos Templos Santos -leemos una sección especial de los profetas (Isaías 1:1-27) que describe las causas de la destrucción y las maneras de rectificarlas. La lectura comienza con las palabras Jazón Ieshaiahu, “La visión de Ieshaiahu…”; de ahí el nombre, Shabat Jazón.

El gran maestro jasídico Rabí Levi Itzjak de Barditchev reveló un significado más profundo del nombre “Shabat de la Visión”: en este día, dijo Rabí Levi Itzjak, se concede a todos y cada uno de nosotros una visión del Tercer Templo que descenderá del cielo en el momento de la Redención.

El Rebe de Lubavitch a menudo citaba esta enseñanza de Rabí Levi Itzjak, y pregunta: ¿cuál es el punto de concedernos esta visión de la redención mesiánica, si no podemos verla realmente?

Podemos verla, enseñaba el Rebe. La redención mesiánica es nuestra propia y verdadera esencia revelándose, la realidad de la creación como realmente es. Y verla requiere de sólo una simple acción simple–una acción que tomamos claramente todos los días, los trescientos sesenta y cinco días al año.

Para ver la realidad, sólo necesitamos abrir nuestros ojos.

Yanki Tauber

Las 3 semanas de duelo.

Determinación para reconstruir.

Además de las reglas y restricciones “técnicas” durante este período de 3 semanas, dedicamos más tiempo a contemplar el estado menos que perfecto en el que se encuentra el mundo ahora y lo que podemos hacer para mejorarlo aumentando las obras de bondad.

El Rebe instó a que las Tres Semanas deberían ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y de dar caridad, de acuerdo con el versículo “Tzión será redimida por la ley, y sus repatriados por la caridad”.

Particularmente, el Rebe solicitó una y otra vez el estudio de aquellas porciones de la Torá que tratan sobre la construcción del Templo Sagrado.

Las Tres Semanas deben ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y actos caritativos.

¿Por qué estas leyes? El Rebe basó su pedido en un diálogo, citado en el Midrash, que ocurrió después de que Di‐s le dijo al Profeta Ezequiel que instruyera al pueblo judío entonces exiliado sobre las medidas y el diseño de tercer Templo Sagrado:

“Señor del mundo”, respondió Ezequiel,

“¿por qué me dices que vaya y le diga a Israel la forma de la Casa; ahora están en el exilio en la tierra de nuestros enemigos, ¿hay algo que puedan hacer al respecto? será hasta que regresen del destierro, entonces iré y les in‐ formaré”.

Di‐s respondió: “¿Debería ignorarse la construcción de Mi Casa porque Mis hijos están en el exilio?

El estudio del diseño del Templo Sagrado como se detalla en la Torá puede equipararse a su construcción real. Ve y diles que estudien la forma del Templo Sagrado.

Como recompensa por su estudio y su ocupación con él, lo consideraré como si realmente construyeron el Templo Sagrado”.

¡Es nuestra generación en particular, que se encuentra en el umbral de la Redención, la que debe estudiar estas leyes
con la conciencia de que estas leyes serán muy prácticas en el futuro inminente.

¿Por que se come pescado en Shabat?

1. Triple bendición Rabí  Tzvi  Elimelej  de  Dinov,  conocido como  Bnei  Isasjar,  explica  que  durante  los seis  días  de  la  creación, 

Di-s  bendijo  tres cosas a medida que fueron creadas:

El  jueves  bendijo  a  los  peces:  “Di-s  los bendijo, diciendo: ‘Sean fructíferos y multiplíquense, y llenen las aguas de los mares… ’” 

El viernes bendijo a la humanidad: “Di-s los bendijo (Adám y Java). Di-s les dijo: “¡Sean fructíferos  y  multiplíquense  y  llenen  la  tierra!” 

El Shabat, “Di-s bendijo el séptimo día y lo declaró santo… ”

“Un cordón de tres hilos no se romperá rápidamente”, dice la Escritura. Por lo tanto, combinamos los tres: el hombre come pescado en Shabat y, por lo tanto, es bendecido con la triple bendición sacerdotal.

2. El número siete En Shabat, el séptimo y último día de la semana, comemos alimentos asociados con el número siete. La palabra hebrea para pescado es dag (dalet y guimel), que tiene el valor numérico de siete.

3. Sin párpados, los peces no tienen párpados. Como resultado, sus ojos siempre están abiertos. Comemos pescado en Shabat, en alusión a la noción de que los “ojos” de Dis siempre están abiertos, cuidándonos con amor y compasión.

4. Más refinado Durante el Gran Diluvio en los días de Noaj, los animales terrestres también fueron castigados, ya que se habían corrompido y se estaban apareando con animales que no eran de su especie. Los peces, pudieron sobrevivir en el  agua,  ya  que  no  se  había  corrompido.  En  Shabat,  cuando  celebramos  el  día  de  la  semana más espiritualmente elevado, es lógico que  lo  hagamos  con  la  más  espiritualmente  elevada de las creaciones.

Los tesoros del Beit Hamikdash

Hoy podemos preguntarnos: ¿qué sucedió con todos los elementos sagrados realizados con materiales como el oro y piedras preciosas? En el libro Elef Dor (recopilado por Ierujam Horowitz), que es un compendio de datos extraídos de la Biblia, los exégetas, la Mishná, el
Talmud, midrashim, respuestas de los
Rishonim y Ajaronim, etc, hallamos interesantes respuestas a esta pregunta y otros datos quizás desconocidos. “no existe número para cuantificar el oro y la plata y tesoros que sustrajeron los romanos de Jerusalém. El historiador Iosef Ben Matitiahu (Flavio Josefo) relata que
tan grande era la cantidad de oro hallada por los soldados en la ciudad y el Templo, que esto provocó un marcado descenso del precio del oro en la zona, hasta la mitad de su costo habitual.

La vid de oro gigante realizada por Herodes que Iosef describe, también fue llevada a Roma: “Era de oro puro. Estaba colocada sobre una de las columnas y pesaba 1000 piezas de oro. Había sido realizada por orfebres profesionales. Las hojas estaban hechas en oro
verdoso y los frutos llevaban incrustadas piedras preciosas. Era una pieza increíble que deleitaba a todo aquel que la observaba…” Uno de los cohanim, amenazado de muerte, descubrió ante los romanos depósitos de lana turquesa, roja, hilos de lino y enormes cantidades
de fragancias costosas que se usaban para el Incienso. Además, entregó a Tito dos Menorot (Candelabros) de oro, similares en tamaño al Candelabro del Beit Hamikdash. También mesas, tenedores y fuentes de mucho peso realizadas en oro puro. Hallaron el lugar
secreto donde se guardaban las vestimentas del Sumo Sacerdote y numerosas piedras preciosas.

Otra fuente de suministro de oro para los romanos fueron los propios habitantes de Jerusalém. Muchos de los utensilios importantes fueron llevados por los soldados y bastante tiempo después podían verse entre los tesoros de Roma: el Tzitz- Placa de oro para el turbante del
Sumo Sacerdote, un Candelabro de Oro, el Parojet- cortina Divisoria entre el Kodesh- Santo- y el Kodesh HaKodashimSanto de Santos.

Incluso el famoso trono de oro del rey Shlomó (o sus partes).
Rabí Itzjak Abarbanel testifica: “También fueron sustraídas piedras preciosas de Ierushalaim. Y muchas de ellas se hallan aún en Roma y la ciudad de Pisa y otras localidades”. Cuando Tito llegó a Roma, se organizó en su honor una marcha de victoria. Iosef Ben Matitiahu la
relata en detalle (La guerra de los judíostomo VII). Entre otros datos describe:
“De entre todos los tesoros del botín, sobresalían los utensilios que fueron llevados del Beit HaMikdash de Ierushalaim. La pesada mesa de oro puro, la gran Menorá – Candelabro de oro. Y como trofeo, desfiló un Sefer Torá (Rollo de Torá) de los judíos*…”
*en varios lugares nuestros Sabios recuerdan que el Sefer torá que fue llevado prisionero a roma era aparentemente de la época de los primeros Profetas o de Ezrá Hasofer.