¡Los animales son espirituales!

El fundador de una Organización de Rescate de Animales, a partir de ahora Mendy, interactúa por e-mail con el Rabino Newman sobre la espiritualidad de los animales, y aquí el intercambio.

¿Crees que los animales son espirituales?

E-mail de Mendy: : 

Gracias por compartir tu sabiduría.

Tengo una perspectiva diferente en tu sentencia acerca que:

Los animales no estudian las estrellas y los ángeles están confinados a los reinos espirituales, pero el Hombre es el puente de Di-s entre los Cielos y la Tierra.

Nuestros cuerpos están formados de polvo, nuestras almas son la esencia de Di-s. Sólo nosotros podemos ver el mundo físico y ver una vida espiritual y bella. Nosotros, que estamos más allá del cielo y la tierra, forma y materia, espíritu y cuerpo, sólo nosotros podemos fusionar las dos cosas.

Este concepto ha cegado a la humanidad y se instituido en los especímenes desde Descartes.

Como fundador y presidente de una organización de Rescate a los Animales durante 30 años, puedo decir con seguridad que los animales que traemos y le damos albergue en este mundo, luego de generaciones de estar en laboratorios de observación abominables, pasan los días mirando el cielo, con asombro.

Hay mucha gente que está confinada al reino del mundo material. La mayoría de los animales que hemos rescatado tienen la conexión más profunda al mundo espiritual de la forma más auténtica que se pueda imaginar. Nos hemos sentido más cercanos a Di-s en su presencia que con los investigadores inhumanos que los han torturado.

La Tierra es redonda y somos uno con todas las Criaturas de Di-s.

Es algo antiguo dejarse llevar por las creencias sobre las especies céntricas que “sólo nosotros podemos ver el mundo físico y ver una vida espiritual y bella”. Tengo que decir, con todo respeto, que esto no es cierto.

RESPUESTA del Rab Newman:

Me alegra que podamos compartir perspectivas con tolerancia y entendimiento. Una cosa que creo que ciertamente estaremos de acuerdo es: Si este Planeta Tierra fuera un jardín, y viéramos a estos humanos corriendo alrededor causando los estragos que hacen, ¡Correríamos a una jardinería para buscar una manera de eliminar la plaga!

Afortunadamente, el Creador es más paciente. Debe de haber alguna cualidad de redención que Él ve en nosotros.

Espero que usted tenga paciencia y me deje mostrarle una enseñanza de uno de los Cabalistas Italianos del Siglo XVI, Iehudá Moscato:

Perek Shira, un texto de Midrash antiguo, describe la canción que cada criatura canta a su Creador. Termina con una historia de una rana que se jacta frente al Rey David que su canción es más bella que cualquiera que él pudo haber compuesto.

¿Cuáles son estas canciones? ¿Quién las compuso? Los Cabalistas explican que cada animal recibe su vida a través de un canal de ser espiritual. La canción proviene de este ser espiritual que está puesto sobre cada una de las especies. En su melodía, están contenidos todos los movimientos y actividades, silbidos, gritos, ladridos y rugidos de cada animal que está conectado con ese ser.

Cada ser creado está vivo, incluso las rocas, la arena, el agua y el aire. Cada uno tiene su canción, y juntos componen una magnífica sinfonía.

El ser humano, escribe Moscato, es la criatura que ejecuta todas las partes como una, así como un solista en un concierto canta la melodía principal. Y mientras él está ejecutando la obra, la orquesta lo acompaña con todos sus instrumentos. Cuando uno toca fuera de tono, el universo toca en acrimonia. Cuando uno toca en armonía, el mundo ejecuta de manera dulce y bella.

Sí, nosotros somos de la tierra, otras de las criaturas de Di-s que pertenecen a esta biósfera. Aún así, somos el elemento radical, aquél que tiene el poder de traer devastación más que cualquier otra criatura. Así como tenemos el poder de destruir, tenemos también el de reconstruir, de curar, y de sublimar a todo el mundo. Esa es nuestra cualidad de redención, un tipo de espiritualidad que descansa sólo en nosotros: la capacidad de ver la curación en donde yace la enfermedad, y de tomar acción para reconocer esta curación. Está siendo tocada hoy por gente como tú. Gracias.

Rabino Tzvi Freeman.

Conjunción de fuerzas

Dicen que “no puedes bailar en dos casamientos a la misma vez”. Pero según las enseñanzas del Maguid de Mezritch sí puedes.

La lectura de la Torá de Vaishlaj comienza: “Y Iaakov envió ángeles delante de él a Esav su hermano” (Génesis 32:4). Iaakov lucha para reconciliarse con su salvaje hermano Esav, quién está determinado en castigar a Iaakov.

Comentando las palabras “Y Iaakov envió ángeles”, Rashi dice: “Ángeles reales”. El Maguid de Mezritch dice: “Sólo el aspecto ‘real’ de los ángeles le envió a Esav, pero el componente espiritual se mantenía siempre con Iaakov”.

Espera un minuto, algo no está bien aquí. Parecería que el objetivo de Iaakov en el envío de los ángeles, era que ellos ejercieran sus inmensos poderes espirituales para neutralizar la hostilidad de su hermano Esav. ¿Por qué el Maguid propone que en el envío de los ángeles, Iaakov retenga estos poderes espirituales, enviando una versión más común de los ángeles en su lugar?

Pero las palabras del Maguid pueden ser entendidas de otra forma más mágica.

Los ángeles traen todo de sí mismos para el encuentro con Esav. Están totalmente equipados, en la realidad, así como también espiritualmente, para hacer frente a este formidable desafío. Sin embargo, mientras que luchan para realizar su misión, nunca dejan de darse cuenta de que estar con Esav no es su destino final. Ellos se apuran en terminar y reunirse con Iaakov. Así, mientras los ángeles están con Esav en la realidad, siguen estando espiritualmente conectados con quien los envió.

Y es este vínculo inquebrantable que provoca el éxito de los ángeles. Sólo permaneciendo firmemente conectados con su fuente, el virtuoso Iaakov, los ángeles pueden estar seguros de tener éxito en su esfuerzo de refinar a Esav.

Así también es la historia de nuestras vidas.

Nosotros también estamos en una misión. Nuestras almas se han enviado desde lo alto, para investirse en un cuerpo. Al mismo tiempo, se nos ha imbuido con las herramientas necesarias para dominar, refinar y elevar nuestro entorno.

Es imprescindible que para enfrentar esta prueba, tengamos el arte de bailar simultáneamente en dos casamientos. Mientras enviamos a nuestro ángel mensajero, a nuestra alma, para vencer, debemos mantener firme nuestro propio “Iaakov”, la fuente de nuestra alma Divina, que nunca puede ser manchada.

Por: Dovi Scheiner

El miserable

Rabí Shneur Zalman de Liadi*, estaba recolectando fondos para rescatar judíos que estaban cautivos. Se dirigió en primer lugar a una ciudad que era famosa en particular, por un judío muy avaro que habitaba allí.

Rabinos y mendigos evitaban esa casa, ya que lo único que se les entregaba, no importara el tipo de urgencia, era una oxidada moneda de un centavo, que todos rechazaban.

Cuando el Rebe arribó a la ciudad, los ancianos lo recibieron cálidamente.

Pero cuando solicitó que dos prominentes lo acompañasen a la casa del millonario, halló una terrible resistencia. A duras penas consiguió su escolta. La tarde siguiente, se encontraban frente a la entrada de la mansión.

Rabí Shneur Zalman advirtió a sus acompañantes que no dijeran una palabra. Golpearon la puerta y luego de un instante se encontraban ubicados en el lujoso despacho del miserable.

Mientras sacaba la oxidada moneda de un monedero de terciopelo dijo: “¡Qué tragedia! Viudas y huérfanos cautivos. ¡Ah! ¡Qué sufrimiento el del pueblo judío! Tome Rab, he aquí mi humilde contribución”

Para su enorme sorpresa, el Rebe tomó la moneda con una enorme sonrisa y procedió a escribir el recibo de donación adjuntando todo tipo de bendiciones en él.

“Muchas gracias” le dijo, estrechó cálidamente su mano y se retiró. Sus compañeros le susurraron: “Debería habérsela tirado”. “¡Sh! ¡No digan nada!” dijo el Rebe. De pronto escucharon que la puerta se abría nuevamente y el miserable gritaba: “Rabinos, por favor, ¡vuelvan!”

Nuevamente estaban sentados en el cálido ambiente. Esta vez el rico preguntó: “¿Cuál es la cifra exacta que necesita?”. Rabí Shneur Zalman dijo: “Cinco mil rublos”. “Bueno, aquí tiene mil, si desea puede contarlos” y pronunciando estas palabras el millonario extendió un fajo de billetes.

El Rebe apretó fuertemente la mano del rico y escribió un recibo agregando bendiciones, tal cual lo hizo la primera vez. Al salir, los acompañantes estaban seguros de haber presenciado un milagro. Sin embargo, a los pocos minutos habían sido llamados por tercera vez por el donante que esta vez decía: “¡He decidido entregarle la suma completa!”

Más tarde, cuando estaban reunidos junto al Rebe, sus acompañantes preguntaron: “¿Cómo logró que el famoso miserable le done semejante suma?” 

Rabí Shneur Zalman respondió: “El hombre no es un miserable.

Ninguna alma judía lo es. Pero… ¿cómo podía sentir el deseo de ayudar con una donación, si nunca en su vida había experimentado el placer de dar, pues cada persona que recibía su moneda oxidada se la tiraba en la cara nuevamente…?”

*Rabí Shneur Zalman de Liadi, conocido como el Alter Rebe, nació en Liozna, Rusia Blanca, el 18 de Elul del 5505 (1745). Fundador del movimiento jasídico Jabad. Por veinte años trabajó en el Tania, en donde explicó la filosofía de Jabad y es considerado “la Biblia” del Jasidut.

Un presente del Rebe

La tormenta de hielo del siglo golpeó a Montreal en el año 1998. La energía eléctrica  de nuestro hogar se cortó el miércoles y el jueves la casa estaba muy fría. 

Decidimos alquilar un par de habitaciones en un hotel del centro de la ciudad para pasar allí el shabat, pues creímos que la energía allí no se cortaría. Afortunadamente hallamos dos cuartos en el hotel que estaba al lado de nuestro Beit Jabad. 

Lamentablemente la energía eléctrica cesó también en el hotel y todo el vecindario. El generador del hotel mantenía la calefacción y la olla del Cholent (comida sabática) encendidas. Fue un Shabat especial a la luz de las velas. El sábado a la noche, ubiqué a mi familia en un pequeño sector para cenar. Mi señora preparó unos sandwiches y yo me dirigí al bar para pedir agua caliente para las sopas instantáneas. Una joven ofreció ayudarme y le expliqué que debido a una dieta especial no podía mezclarlo con los cubiertos del hotel. Ella me respondió que ya lo sabía y que también compraba estas sopas en un negocio casher. Al notar mi sorpresa me dijo: “Soy medio judía” y enseguida agregó: “En realidad no lo soy” “¿Tu padre era judío?” le pregunté. “Si, mi padre era judío y madre católica”. Y enseguida me preguntó: “¿Usted conoció al Rabino que vivía en Nueva York y que falleció hace unos años?”

“¿Te refieres al Rebe?” Pregunté muy sorprendido.

“Sí. Yo lo visité y tengo el dólar que me dio” La joven me contó que además poseía una hermosa pintura del Rebe. De sus palabras comprendí que sentía una gran admiración por él.

“Estoy buscando a las personas correctas para regalarles la pintura, que la merezcan y puedan apreciarla. Deseo regalársela a ustedes”. Intercambiamos nuestros teléfonos y partimos del hotel. Durante todo el domingo y el lunes estuve ocupado con las conexiones de electricidad de mi casa y del Beit Jabad. El martes la electricidad se conectaba por una hora y por otras cuatro desaparecía. A la tarde llamé a la muchacha. Conversamos unos instantes sobre la tormenta y los problemas causados por la falta de energía. Luego de un instante dijo: “Espero que hayas llamado por la pintura”.

Admití que así era y prometió venir a nuestro hogar al anochecer. A las 19:30 hs arribó con la pintura bajo el brazo. Era un hermoso y enorme cuadro, réplica de la famosa foto del Rebe saludando en un desfile de Lag Baomer. Nos sentamos con ella y nos relató su historia: “Mi padre era judío. Él falleció cuando yo tenía 5 años. Mi madre enfermó gravemente y fui colocada en un hogar sustituto pues ella no podía hacerse cargo de mí. Recé constantemente para su recuperación, imaginándome la cara de alguien santo que me ayudaría. Mi madre se salvó, pero el rostro imaginario permaneció en mi mente. En mi adolescencia desarrollé un talento especial en el dibujo. Dibujé pues el rostro que guardaba en mi memoria. Mi madre guardó el bosquejo. Cuando tenía 15 años, mientras buscaba un programa de televisión me vi atrapada por la emisión de un programa en cadena de Janucá. Imaginen mi shock cuando reconocí el rostro que guardaba en mi memoria. ¡Era el Rebe! Llamé a mi madre frenéticamente. Ella corrió a mi lado y al ver el rostro del Rebe en la pantalla, se desmayó. Lo reconoció de mi dibujo.

Llamé al número que aparecía debajo de las imágenes y pude conseguir más información acerca de este Rabino. Resolví viajar a Nueva York y visitarlo en persona. Mi madre creyó que aún era muy joven y no me permitiría realizar el viaje hasta los 18 años. Finalmente me encontré en la fila para ver al Rebe, con una gran ansiedad. Cuando me hallé frente al Rebe no podía levantar siquiera mis ojos. El Rebe me habló en francés (mi idioma) y me dijo: “Cualquiera sea el camino que elijas, Di-s estará contigo”. El Rebe aguardó a que levantara mis ojos y me entregó un dólar para caridad. Antes de mi regreso a Montreal, compré una fotografía del Rebe y le pedí a mi madre que encargara una pintura. A pesar de que nuestra situación económica no era muy buena, mi madre accedió a mi pedido. Asignamos el trabajo a un artista y luego la pintura fue colgada en el salón principal de nuestra casa. Descubrí que en ocasiones mi madre observaba e incluso le hablaba a la pintura. El año pasado, luego de una cena familiar, mi madre se puso muy seria, miró la pintura del Rebe y me dijo: “Ya es tiempo de que te vayas; y también es tiempo de que yo me vaya.” No entendí lo que quiso decirme, pero luego de unos meses mi madre falleció. Antes de morir me hizo prometerle que entregaría el cuadro a quienes pertenece realmente.

Siempre pensaba en sus palabras y el día anterior a nuestro encuentro me lamentaba porque los meses pasaban y no encontraba a las personas correctas. Pedí que la persona indicada viniera a mí. Y entonces usted se acercó a mi puesto de trabajo.” La muchacha concluyó su relato, la electricidad retornó y nunca más cesó la luz.

Mujer introvertida

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch Cortesía de meaningfullife.com 

“Y Dina, la hija de Lea, con quien tuvo con Iaakov, salió a ver a las hijas de la tierra. Y Shjem, hijo de Jamor el Jivita, príncipe de la tierra, la vio; y abusó de ella…” (Génesis 34:1-2) 

En el capítulo treinta y cuatro de Génesis leemos sobre el abuso a Dina, el astuto plan de sus hermanos para mutilar a la gente de Shjem, su rescate, y la destrucción de la ciudad. 

Nuestros Sabios notan que en el primer versículo de todo este suceso, la Torá introduce a Dina como la hija de Lea. Y no es referida como “la hija de Iaakov” o la “hija de Iaakov y Lea”, o incluso como “la hija de Lea y Iaakov”, sino como “la hija de Lea, que tuvo con Iaakov”. Rashi explica: Por su salida, ella es llamada “la hija de Lea”, porque Lea, también, era una “salidora”, como está escrito: “Y Lea salió a recibirlo (Génesis 30:16). En relación a ella está dicho: “Como es la madre, es la hija”. 

A primera vista, parece ser una acusación del comportamiento de Lea y Dina. El sello de la mujer Judía es su tzniut, el recato en su vestir y el porte expresado en el versículo (Salmos 45:14), “La gloria entera de la hija del rey está dentro”. Una chica judía, parece decir Rashi, no tiene nada que hacer yendo a visitar a las hijas de una tierra pagana; y cuando lo hace, no está actuando como una hija de Iaakov, sino como su madre, que se sabe que en ocasiones embarcó sus propias salidas. Para la hija del rey, que salga de su santuario interno es exponerse a todo tipo de encuentros negativos, como el trágico caso de Dina lo demuestra. 

Esta, sin embargo, no puede ser la intención de Rashi, ya que contradice a su comentario de un versículo previo. Unos pocos capítulos atrás, en donde Iaakov se prepara para el encuentro con su malvado hermano Esav, leemos (Génesis 32:23): “Y Iaakov tomó a sus dos esposas, sus dos sirvientas, y sus once hijos, y cruzó el vado de Yabok”. 

Pregunta Rashi: “¿Qué hay de su hija?” 

¿Dónde estaba Dina? Iaakov la había puesto en un baúl grande y la encerró ahí, para que Esav no la viera. Por esto, Iaakov fue castigado, porque si no la hubiera escondido de su hermano, quizá ella hubiera traído a Esav de vuelta al buen camino. El castigo fue, que ella cayó en las manos de Shjem. 

En otras palabras, fue la aislamiento a Dina, no las salidas de Dina y Lea, la causa de la mala suerte de Dina. Dina no tendría que haber sido escondida de Esav. Su encuentro con el gran mundo perverso no debería haber sido evitado; Iaakov temió que pueda ser dañada por su malvado tío; tendría que haberse dado cuenta, que con la sólida base moral y la integridad incuestionable de ella, podría haber influenciado a Esav para bien. 

Es muy interesante, que también aquí, hay una conexión madre-hija. La Torá (en Génesis 29:17) nos cuenta que los “ojos de Lea eran débiles”. Rashi explica que estaban débiles de llorar: 

“Ella lloraba por la idea de que iba a caer en la suerte de Esav. Porque todos decían: Rivka tiene dos hijos y Laban tiene dos hijas; el hijo mayor (Esav) está destinado para la hija mayor (Lea), y el hijo menor (Iaakov) está destinado para la hija menor (Rajel)” 

Ésta era más que una común especulación; de acuerdo al Midrash, estas parejas fueron ordenadas en el Cielo. Pero las llorosas plegarias cambiaron el decreto celestial, y ambas hermanas se casaron con el justo hermano menor. Pero era Lea el alma gemela potencial de Esav. Si ella misma se sentía inadecuada al desafío de lidiar con la debilidad de él, su hija y heredera espiritual, Dina, podría haber servido como instrumento de la redención de Esav. 

Este es el profundo significado del adagio: “Como es la madre es la hija”, citado por Rashi. Nuestros hijos heredan no sólo nuestros rasgos actuales sino también nuestros potenciales no realizados. Físicamente, una madre de ojos marrones puede transmitir a su hijo el potencial para ojos celestes heredados por su madre pero inactivo en sus genes. Espiritualmente, un padre puede impartirle a su hijo la habilidad de lograr lo que, para el padre, no es más que un potencial sutil enterrado en lo más hondo de su alma. 

Así que la salida de Dina para “hacer sociales” con las hijas de la tierra, estaba totalmente de acuerdo a ella y su madre. Su exposición a un ambiente extraño no la habría afectado adversamente a su feminidad Judía, su gloria interna de una hija del Rey. Al contrario: ella nació con el rol de ser una mujer judía “salidora” que sirve como fuente de iluminación a su alrededor sin comprometer su modestia y recato. Mejor dicho, era el intento de Iaakov de encerrarla que trajo al desastre. Al salir hacia “las hijas de la tierra”, Dina era verdaderamente la hija de Lea, en el sentido positivo. No era la hija de Iaakov, ya que Iaakov insistió en poner su naturaleza extrovertida de lado. 

DENTRO Y FUERA 

En esto se encuentra un mensaje para las mujeres de todas las generaciones: 

La Torá ve a los hombres y a las mujeres como si hubieran sido impartidos por su Creador con distintas características y funciones. El hombre es un conquistador, encargado de enfrentar y de transformar a un resistente y muy frecuentemente hostil mundo. Para este fin, él ha sido suministrado con una naturaleza extrovertida y agresiva, una naturaleza que la aplica constructivamente en la guerra de la vida, la guerra para combatir lo negativo y de redimir los elementos positivos y oportunidades que se encuentran cautivadas en los rincones desolados de la creación de Di-s. 

La mujer es diametralmente opuesta. Su intrínseca naturaleza es no-conflictiva, introvertida, modesta. Mientras los hombres pelean las perversidades de afuera, la mujer cultiva la puridad dentro. Ella es el pilar de la casa, cuidadora y educadora de la familia, guardián de todo lo sagrado que hay en mundo de Di-s. La gloria entera de la hija del Rey está dentro. 

Pero “dentro” no necesariamente significa “dentro de la casa”. La mujer, también, tiene un rol que va más allá de la casa, se extiende a las hijas más extrañas de las tierras más paganas. Una mujer que ha sido bendecida con la aptitud y talento para influenciar a sus hermanas, puede y debe ser una “salidora”, dejando periódicamente su refugio de santidad para alcanzar a aquellos que han perdido la dirección de sus vidas. 

Y cuando lo hace, no necesita y no debe asumir el porte guerrero del hombre. El enfrentamiento no es el único camino de lidiar con el mundo, también hay una forma femenina, un camino gentil, modesto y compasivo, de extraer la bondad de lo malvado que emerge afuera. El enfrentamiento es frecuentemente necesario, pero es también inefectivo y a veces perjudicial. Incluso las batallas más feroces precisan el toque femenino de la mujer extrovertida. 

¿POR QUÉ ENFRASCARSE EN LOS DETALLES DE LA TORÁ? 

Por Israel Cotlar 

Pregunta: 

Siempre he disfrutado del estudio de la Torá. Aprecio profundamente su sistema de valores y su código moral. Después de todo, el autor es Di-s mismo y nuestro Creador probablemente sepa qué es mejor para Sus creaciones. 

Pero no entiendo los análisis detallados de la Torá en tu sitio web. ¿Por qué cortar cada letra o palabra aparentemente redundante en la Biblia? ¿No es ir un poco lejos? 

Respuesta: 

Imagínate por un momento a Albert Einstein caminando en la calle y tirando una lapicera. Se agacha para levantarla, y un hecho desafortunado sucede. Sus pantalones se rasgan. Se da la vuelta, va hacia su casa, y arregla los pantalones. 

He aquí que tenemos al Profesor Einstein con un hilo y aguja. 

¿Acaso este acto expresa su sabiduría prodigiosa? Ciertamente no. Incluso cuando cose, Einstein reflexiona profundamente. Pero parte de la vida, incluso la de un genio, es asegurarse que no haya una rasgadura en sus pantalones. 

A lo que me refiero es, que frecuentemente solemos equiparar la autoría de Di-s de la Torá al cosido de los pantalones de Einstein. Lo hace, porque bueno, es algo necesario de hacer. Pero no es así cómo los Sabios de Israel veían a la Torá. 

El concepto popular sostiene que Di-s luego de haber creado al mundo, Vio la necesidad de darnos a los terrícolas un código moral a seguir. Así, nació la Torá. Está aquí para mantener al mundo civilizado y para salpicar alguna explicación a la vida caótica frecuente del hombre. Algo como un manual de autoayuda para la humanidad. 

Si esa fuera la suma total de la Torá, tendría muy poco que ver con Di-s mismo. Sería parte de la descripción de trabajo del Creador-del-Mundo, pero, como Einstein cosiendo sus pantalones, tiene muy poco que ver con la Sabiduría Esencial de Di-s. No robar, no lastimar a nadie, dar caridad…todo muy lindo, ¿pero llamas a eso sabiduría infinita? 

Y así, nos dicen que “La Torá precede al mundo 2000 años” 

En otras palabras, la Torá no es solo una guía de Di-s para el hombre. Precede al hombre, precede al mundo, precede a toda la existencia. Es la propia Sabiduría de Di-s, que Él, ciertamente dicho, discute con Él mismo. Y Él decidió compartirlo con nosotros. 

Siendo que Di-s es una unidad completa, Su sabiduría es Una con Él también, como nos dice el Zohar: “Di-s y Su Torá son completamente Uno”. Así que básicamente, cuando Él nos da Su Torá, nos está dando a Él mismo. 

Ahora, cuando esta sabiduría Divina (luego de haber descendido por miríadas de dimensiones espirituales) entra en nuestra realidad, lo traduce a leyes bastante útiles. Pero eso es porque sólo algo puramente Divino va a expresarse como la verdad absoluta en cada paso de la escalera. Ahora, eso es bastante fenomenal: Di-s mismo envuelto en un elegante paquete de sabiduría aplicable. 

Esta es una de las razones por las que la Torá comienza con una Bet y no con una Alef. Si estudiamos sus leyes y las encontramos éticas (o sus historias y las encontramos inspiradoras), tenemos que recordar que no estamos comenzando del principio de la historia. El comienzo de la misma, está muy lejos de nosotros, con Di-s mismo. Lo que conseguimos ver es sólo la parada final, como se aplica aquí abajo. Pero si cavamos más a fondo, dando vueltas cada palabra y frase, preguntando, “¿Por qué lo dijo de tal forma? ¿Qué es lo que hay tras todo esto?”, quizá podamos ojear un poco de lo que hay realmente dentro de esta Sabiduría. Quizá podamos ver Su Torá como la ve Él mismo.

Una escalera al cielo

Leemos la historia del sueño de Iaakov y la famosa escalera con los pies en la tierra y la cabeza en el cielo.
Pregunto: ¿Los ángeles necesitan escalera? Todo el mundo sabe que los ángeles tienen alas, no pies.
Entonces, si tienen alas, ¿por qué necesitarían una escalera?
Hay un hermoso mensaje aquí.

Para ascender al cielo no se necesitan alas. Prescindamos de lo dramático.
Olvidemos los pasos agigantados y extravagantes. Hay una escalera, una ruta espiritual claramente trazada para nosotros; una ruta que debe recorrerse paso a paso, un peldaño a la vez.

El camino al Cielo es gradual, metódico y eminentemente manejable.
Muchas personas se desaniman de comenzar un viaje espiritual porque creen que es necesario un gran acto de fe.
No se ven alcanzando un grado de compromiso religioso que les parece de otro mundo.

Y, sin embargo, con el enfoque gradual, uno descubre que el viaje se puede emprender y que el destino al que se aspira en realidad no es el espacio exterior.
Cuando era niño en Brooklyn, todas las mañanas pasaba por un edificio muy grande de camino a la escuela.

Era la Caja de Ahorros del Kingcounty.
Todos estos años después, todavía recuerdo el proverbio chino que estaba grabado en los grandes portales de la entrada del banco. “Un viaje de mil millas comienza con un solo paso.”

Eso no es sólo sabiduría china. Nosotros los judíos estamos de acuerdo.
Y no se limita a iniciar un plan de ahorro. Es una idea simple pero poderosa que no tiene por qué ser “todo o nada”.
¿Cuál crees que es la fantasía de un rabino? ¿Un tipo que entra a su oficina y dice:
“¿Rabino, quiero volverme ‘completamente observante, dígame qué debo hacer”? ¡No! ¿Por qué no? Porque un compromiso como ese suele estar presente hoy y desaparecer mañana.
Como dice el dicho popular: “Lo fácil viene, lo fácil se va”.

El método correcto y más exitoso para lograr nuestros objetivos judíos es el enfoque lento y constante. Gradual, pero consistente.
Tan pronto como uno se siente cómodo con una mitzvá, es hora de comenzar con la siguiente, y así sucesivamente.
Luego, a través del crecimiento constante, poco a poco nos volvemos más conocedores, comprometidos, realizados y felices en nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la Ieshivá, su maestro una vez hizo la siguiente pregunta: “Si dos personas están en una escalera, una arriba y otra abajo, ¿quién está más arriba?”

La clase pensó que era una pregunta bastante tonta, hasta que el sabio maestro les explicó que en realidad no eran capaces de juzgar quién estaba más arriba o más abajo hasta que primero determinaran en qué dirección se dirigía cada uno.

Si el de arriba estaba bajando, pero el de abajo subía, entonces conceptualmente, el de abajo en realidad estaba más alto.
Entonces, realmente no importa cuál sea el punto de partida o dónde se encuentren en la escalera de la vida religiosa.
Mientras se muevan en la dirección correcta, mientras suban, lograrán, por favor Di‐s, escalar las alturas celestiales.

El judío agradecido

Quizás le sorprenda saber que la palabra “judío” no aparece en los Cinco Libros de Moshe.
La Torá se refiere a nuestro pueblo como los Hijos de Israel, porque somos hijos de Iaakov, a quien se le dio el nombre adicional “Israel”.
Israel engendró doce hijos, que llegaron a ser las doce tribus de Israel.

El nombre “judío” proviene del nombre “Iehudá”, que significa “agradecimiento”.

Iehudá fue el cuarto hijo de Iaakov y su esposa Lea.
Como leemos en la parshá de esta semana: “Y ella concibió de nuevo y dio a luz un hijo, y dijo: ‘¡Esta vez agradeceré [ode] al Señor!’ Por eso, lo llamó Iehudá.
¿Por qué todos los judíos reciben el nombre de una sola de las tribus, Iehudá? ¿Qué tiene la acción de gracias que captura la esencia de los Hijos de Israel?

A menudo miramos a nuestro alrededor y nos preguntamos por qué algunas personas que nos rodean son tan desagradecidas.
¿Por qué nuestros hijos no aprecian todo lo que hacemos por ellos? ¿Por qué nuestro cónyuge no muestra gratitud? ¿Por qué nuestros compañeros de trabajo nos dan por sentado?


Para entender por qué el sentimiento de gratitud es tan difícil de alcanzar, debemos examinar la palabra hebrea para “gratitud”, hodaa, la raíz del nombre Iehuudá.
Hodaa también significa “reconocer”, como reconocer que la opinión de otra persona es correcta.

¿Por qué estas dos ideas aparentemente distintas, agradecimiento y reconocimiento, comparten la misma palabra? ¿Qué conexión comparten?
La respuesta es que la clave para estar agradecido es reconocer la perspectiva del otro.
Para ilustrar: una madre hace mucho por su hijo, pero ¿el niño lo aprecia?
El niño puede dar por sentado el esfuerzo de la madre, pensando que ella está haciendo lo que se supone que debe hacer como madre.
Al fin y al cabo, argumenta, ¿no es éste su trabajo?

La única manera en que el niño pueda sentirse genuinamente agradecido es si adopta su perspectiva, si apreciatodos sus sacrificios y todo el tiempo que ella le dedica con amor.
Lo mismo ocurre con el cónyuge. Podemos agradecerle por un acto de bondad.
Pero para sentirnos verdaderamente agradecidos, debemos ver el panorama desde la perspectiva de nuestro cónyuge.

Necesitamos apreciar todo el pensamiento, sentimiento y energía que se invirtió en este acto. Sólo cuando reconocemos y apreciamos el punto de vista del otro –hodaa– podemos decir toda, “gracias”.
Ser judío es poseer la capacidad de ver más allá de lo obvio, de reconocer la perspectiva del otro.
Ser judío es experimentar el dolor de los demás, así como regocijarse en su felicidad como si fuera la nuestra.
Ser judío es reconocer y aceptar la perspectiva de esperanza y alegría incluso en medio de grandes dificultades.
Existe una disputa constante y de larga data entre la creación y el Creador.

Nuestra perspectiva es que nuestra vida, salud y éxito se deben a nuestros esfuerzos independientes, y que al
único que debemos agradecer es a nosotros.
Sin embargo, desde la perspectiva de Di‐s, el Universo entero está siendo creado en todo momento por la palabra de Di‐s.

Desde Su perspectiva, la única realidad verdadera es la vitalidad Divina dentro de cada ser creado.
El judío tiene la responsabilidad de ver el mundo desde la perspectiva de Di‐s, de cultivar un punto de vista que se
centre en lo espiritual más que en lo físico.
El iehudi posee el don del reconocimiento y, por lo tanto, puede experimentar un genuino agradecimiento.

¿Quién está más alto?

¿Cuál es la mejor forma de llegar hasta el cielo? ¿Caminar por una avenida llena de autos en sentido contrario a ellos? ¿Realizar cierto tipo de increíble acto de fe? ¿Salvar miles de vidas? Bueno, hay una respuesta bastante buena en la Parshá de esta semana.

Leemos la historia del sueño de Iaakov con la famosa escalera con sus pies en la tierra y su cabeza en los cielos. “Y en ella los ángeles de Di-s subían y bajaban”.

Déjenme hacer una pregunta, como se dice en Idish, “ a klotz kashe” (una simple pregunta). ¿Los ángeles precisan una escalera? Todos sabemos que los ángeles tienen alas, no pies. Así que, si uno tendría alas, ¿Precisaría una escalera?

Aquí hay un mensaje muy bello.

En la escalada hacia el cielo uno no necesariamente precisa alas. Olvídense de los saltos de fantasía y límites. Hay una escalera, una ruta espiritual claramente asignada para nosotros; una ruta que precisa ser atravesada paso a paso, un escalón a la vez. El camino hacia el cielo es gradual, metódico y eminentemente manejable.

Mucha gente se desanima de empezar este recorrido espiritual porque piensan que se precisa un gran salto de fe. No pueden verse a sí mismos alcanzar un nivel de compromiso religioso que ven como algo fuera de este mundo. Y aún así, con el abordaje gradual paso a paso, uno encuentra que el se puede embarcar en el recorrido y que el destino aspirado no es de hecho, algo extraterrestre.

Cuando era pequeño, en Brooklyn, solía pasar por un edificio muy alto de camino a la escuela cada mañana. Era el Banco de Ahorros King´s County. Todos estos años después, todavía recuerdo el proverbio Chino que estaba inscripto en los grandes portales de la entrada del banco. “Una travesía de mil millas comienza con un sólo paso”. Esto no es sólo una sabiduría China, nosotros los judíos estamos de acuerdo. Y no está limitada a empezar con un plan de ahorro. Es una simple pero muy poderosa idea que no precisa ser “todo o nada”.

¿Cuál piensa que es la fantasía de un rabino? Un muchacho que viene a mi oficina y me dice, “Rabí, quiero ser observante. Ahora dígame, ¿Qué tengo que hacer?”. ¿Es esto lo que sueño despierto todo el tiempo? Y si pasa, ¿piensas que voy a tirarle el libro e insistirle que haga cada Mitzvá desde ese momento? ¡Nunca! ¿Por qué no? Porque una demanda como esa generalmente está hoy y mañana se fue. Como expresa el dicho popular: “Fácil viene, fácil se va”. Me temo que no he tenido esas increíbles experiencias con los tipos de “judíos instantáneos”. El método más exitosos y correcto de lograr nuestros objetivos judíos es el acercamiento lento y seguro. Gradual, pero consistente. Tan pronto uno se siente cómodo con una Mitzvá, es momento de empezar con otra, y así sucesivamente. Luego, a través de un crecimiento constante, lento pero seguro nos convertimos en más conocedores, comprometidos, plenos y contentos con nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la Ieshivá, su maestro le preguntó una vez la siguiente pregunta: “Si dos personas están en una escalera, uno arriba y otra abajo, ¿Quién está más alto?”. La clase pensó que era una pregunta bastante tonta, hasta que el sabio maestro explicó que ellos no están capacitados para juzgar quién está más alto o bajo hasta que primero no se pongan de acuerdo en qué dirección se dirigía cada uno.

Si la persona que estaba arriba iba hacia abajo, pero el muchacho que estaba abajo iba hacia arriba, entonces conceptualmente, el de abajo estaba más elevado.

Así que, no importa cuál es su punto de partida o en dónde están en la escalera de la vida espiritual. Mientras se muevan en dirección correcta, y vayan hacia arriba, si Di-s quiere van a tener éxito en escalar las alturas Divinas.

Les deseo un buen y exitoso viaje.

Por Yossy Goldman.

Vayetzé: Y salió…

Yaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.

Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal. 

Yaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá. 

Antes de llegar a Harán, Yaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena. 

En el sueño de Yaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.

En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.

En cada uno de los casos, Yaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.

Yaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual. 

La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).

Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor. 

Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Yaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.

El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días. 

Yaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván.

Carne a la Cerveza

Te presentamos una receta increíble y super fácil para presentar en tu próximo Shabat.

¡En poco pasos, verás que queda riquísimo, super sabroso y muy tierno!

Ingredientes:

1 1/2kg de pechito

1 cucharada de café

1 cucharada de azúcar negra

1 cucharada de comino

1 cucharadita de sal

1/4 cucharadita de pimienta negra

1/2 cucharadita de ajo en polvo

1/4 cucharadita de paprika 

2 cucharadas de aceite de oliva

1 lata de cerveza (de cualquier variedad)

Procedimiento:

Mezclar todos los ingredientes menos la cerveza y pasar todo esta pasta en todo el pechito.

En una olla calentar el aceite y sellar la carne por 5 minutos por lado, o hasta que esté doradita.

Una vez que la carne está dorada de ambos lados agregar la cerveza.

Cocinar en fuego medio por 3 horas. (olla tapada).

¡Y Listo! Si te gustó esta receta, no te olvides compartirla en tus redes sociales.