Un viaje espiritual

Cada año, en la segunda noche de Pesaj, los judíos comienzan a observar la mitzvá de Sefirat HaOmer, la «Cuenta del Omer», que se extiende por 49 días y culmina con la celebración de Shavuot. Se trata de un precepto que encierra muchas lecciones y directivas para el crecimiento espiritual.

No importa cuán extraño pudiera sonar; la celebración de Shavuot sería imposible sin la Cuenta del Omer. La Torá nos da una fecha calendario para cada Festividad, exceptuando a Shavuot. Para Shavuot sólo ordena: «Contaréis para vosotros, desde el día siguiente al Shabat, desde el día en que traéis el Omer para la ofrenda, siete semanas completas serán; hasta el día siguiente al séptimo Shabat contaréis cincuenta días» (Levítico 23). El quincuagésimo día, se celebra Shavuot.

Hoy, cuando contamos con un calendario hebreo fijo, la Festividad siempre cae el sexto día de Siván. Sin embargo, antes del exilio, el calendario judío se fijaba mes a mes basándose en el informe de testigos que habían observado la luna nueva. El día quincuagésimo después de la segunda noche de Pesaj no era automáticamente el sexto de Siván porque el número de días de cada mes variaba. La única garantía de que la Festividad seria celebrada el día quincuagésimo era la cuenta de cincuenta días de la gente. Así, se dice que el pueblo judío, con el poder de su Cuenta del Omer, de hecho, provocaba la Festividad de Shavuot y con eso la entrega misma de la Torá. Según el pensamiento jasídico, tal como contar los días trae a Shavuot como Festividad, del mismo modo la manera en que nos preparamos cada día es lo que provoca nuestra propia celebración personal de recibir la Torá.

La Torá nos cuenta que durante los 50 días entre el Pesaj original y la Entrega de la Torá, el pueblo judío estaba saliendo de Egipto, en ruta hacia el Monte Sinaí. En la analogía del jasidismo, esto se corresponde con el viaje espiritual para salir de Egipto, Mitzraim, las limitaciones del propio ser; hacia el Monte Sinaí, el sitio de la mayor revelación de verdad en nuestra historia.

Es un viaje que revivimos en nuestras propias vidas. Cada año, cuando ocurre Shavuot, la Torá dice que si el día es recordado adecuadamente, las energías que estaban presentes en la ocasión original se manifiestan una vez más. Así, se nos da tiempo de la Cuenta del Omer a fin de recalcar qué es lo que recibir la Torá significa para nosotros personalmente. Y durante estas siete semanas trabajamos hacia la meta de estar preparados para recibir esa revelación de la verdad más profunda.

El Zohar dice que cuando los judíos abandonaron Egipto, estaban en el 490º plano de Tumá (impureza espiritual), siendo el 50º el nivel más bajo, y que de día en día se elevaron hasta que en el Monte Sinaí estaban en el 49º plano de los 50º de Tahará (pureza espiritual).

El mensaje reflejado aquí es que también nosotros somos capaces de un crecimiento extraordinario, incluso la autotrascendencia, durante el período de Sefirat HaOmer; si sólo hemos de quererlo y trabajar por ello.

Uno de los significados de la palabra Pesaj es «brincar» o «saltar». Durante SefiratHaOmer, que es una continuación, en muchos niveles, de la experiencia de Pesaj, tenemos la capacidad de saltar por sobre todos los obstáculos a fin de alcanzar nuestras metas.

Los místicos nos ayudaron en este proceso al asociar cada una de las siete semanas del período de la Sefirá con siete atributos. Los días de la semana, a su vez, tienen también, cada uno de ellos, asignados una de estas características. Así, cada uno de los 49 días de la Sefirá está asociado a un conjunto único de características.

Los siete atributos básicos son:

-Jesed, bondad amorosa; apertura total y entrega.

-Guevurá, fortaleza de carácter; control.

-Tiferet, gloria, belleza (corona); una combinación de jésed y guevurá; la belleza que se percibe sólo en el contraste con la fealdad.

-Nétzaj, éxito; eternidad; el impulso al éxito que no surge de móviles ulteriores, tales como los que un niño expresa en el juego competitivo un impulso que debemos poner al servicio del trabajo espiritual.

-Hod, esplendor; magnificencia; ejemplificada por Aharón, quien amó la paz y la persiguió, aprendiendo Torá de su hermano más joven, Moshé, sin envidia.

– Iesod, fundamento; la moralidad fundamental.

– Maljut, soberanía; la acción que se realiza después de que todos los obstáculos han sido eludidos.

Cada de las siete cualidades está estrechamente hilvanada con las demás y depende de ellas. El amor bondadoso sin fortaleza de carácter conduce a un corazón débil, por ejemplo. Combinadas, cada cualidad ilumina a la otra y nos permite refinar nuestros rasgos de carácter.

Es costumbre observar un período de semiduelo durante Sefiral HaOmer a causa de una serie de sucesos desafortunados qué acontecieron en la historia judía durante este tiempo. Las prácticas de abstenerse de celebrar bodas, reuniones públicas alegres, y cortar el cabello, son adicionales a los mandamientos de la Torá en lo que concierne a la Cuenta del Omer.

El Talmud, en el Tratado de Ievamot (62), cuenta:

«Rabí Akiva tenía doce mil pares de alumnos esparcidos a lo largo del país, desde Guevat a Antipatros, y todos murieron durante un breve lapso de tiempo, entre Pesaj y Shavuot, porque no trataron uno al otro con respeto».

Siglos después, los masivos pogroms en Alemania en 1096 durante las Cruzadas Alemanas y las matanzas de Chmielnicki en 1648-49 se asocian al período de la Sefirá.

Algunos se quejan de que estas costumbres restringen la alegría. De hecho, sin embargo, son una invitación para explorar la verdadera fuente de alegría en la personalidad propia que no precisa de muletas externas de barullo para hallar expresión. Porque no es momento para reuniones públicas grandes, la Sefirá también permite tiempo para el desarrollo de relaciones personales cercanas.

Uno se recuerda del profesor que dijo a sus alumnos que tenía un objeto con forma de pera con hilos, y que el objeto no le permitía jugar al softbol, comer, trotar, leer, coser, cultivar, o ir a las películas. Cuando uno de los estudiante exclamó:

«Entonces, ¿para qué sirve?», el profesor respondió: «es un violín, y con él puedo traer placer a mucha gente». Durante la Sefirá, también, la clave radica en saber cómo utilizar las oportunidades que el período nos provee.

El Doctor Friedman de Tzfat


Pesaj, el huérfano adoptado por Rabi Israel de Ruzhin, nació en Rumania.

Un día el Rebe lo llamó y le dijo, “Pronto marcharás.Estudiarás medicina. Viajarás a la Tierra de Israel. Ese estu lugar. Y allí salvarás muchas vidas”.

Pesaj estalló en lágrimas. “¿Debo partir, Rebe?” . El Rebe dijo. “Mis pensamientos estarán contigo”

Pesaj creció y en 1840 se recibió de médico – tomando el apellido de su querido Rebe, Friedman‐ y se estableció en Israel, en la ciudad de Tzfat. Un día, un gran carruaje se detuvo en su casa, y un hombre de aspecto importante anunció: “Estoy buscando al Dr. Friedman”.

Cuando se presentó, le dijo: “LaPrincesa de Prusia se encuentraen Tzfat de visita y está muy enferma.Arde defiebre, y luego se estremece de frío. Su padre, el Kaiser, requiere supresencia”.

El Dr. Friedman se dio prisa. La examinó y diagnosticó malaria. “Que tome esta medicina durantetres días. Somos afortunados, la enfermedadse ha tomado a tiempo para ser curada”.Tres días después, la fiebre desapareció y podía verse que se estaba recuperando.

Después de tres semanas, el Dr. Friedman fue convocado de nuevo. “La Princesa retomará su viaje, pero todavía está débil y le ruega que la acompañe”.

El Dr. Friedman explicó al emperador: “Su Alteza, es difícil cumplir con sudemanda. Como judío, debo orar tres vecespor día con diez hombres‐ minián, y sólo como alimentos kasher. El viaje a Jerusalém es muy largo”.

El Kaiser contestó: “No repararé en ningún gasto. Traiga diez hombres y la comida que se requiera. Sólo venga con nosotros”.El Dr. Friedman se unió al grupo durante el largo viaje. Cuándo volvió a casa, su esposa le preguntó: “¿Te han premiado por salvar la vida de la princesa?”“No, pero el Kaiser dijo que está en deuda conmigo.

Estoy feliz por salvar la vida de la princesa”. Pasaron muchos meses y no hubo noticias de la infanta o de su padre. La tierra de Israel estaba asediada por problemas y el episodio se olvidó.

El gobierno de Turquía que gobernaba la Tierra de Israel, exigía que los jóvenes judíos sirvieran en su ejército. No sólo era imposible observar los preceptos de la Torá, también era muy peligroso. La única alternativa era la prisión.

Entonces, como caído del cielo, llegó un telegrama para el Dr. Friedman del Kaiser de Prusia. Declaraba que por la gracia de Su Alteza Real, el Rey de Prusia, el Dr. Pesaj Friedman era nombrado Agente Consular designado en Tzfat por el gobierno de Prusia, con autoridad para emitir pasaportes, visas, y cualquier otro documento a los ciudadanos.

El Dr. Friedman permaneció callado por un largo rato. Leyó y releyó el telegrama. Entonces, recordó las palabras de su Rebe, como si hubieran sido pronunciadas en ese instante: “Allí salvarás muchas vidas”. Rápidamente, llamó a una reunión a los líderes comunales. “Señores” anunció, sosteniendo el telegrama, “aquí está la respuesta a nuestros problemas.

A través de este documento me ha sido dado el derecho para emitir pasaportes a los ciudadanos de Prusia. El gobierno Turco no tiene poder sobre nosotros. Si cualquier joven se ve amenazado, podrá venir a mí. ¡Yo emitiré un pasaporte Prusiano que lo salvará! ¡Será ciudadano de Prusia, y no tendrá que servir en el ejército turco!” ¡Y las palabras de Rabi Israel de Ruzhin se hicieron realidad!

El Dr Friedman falleció en 1884 en la ciudad de Tzfat.

No renunciamos a ningún hijo

«Uno es un sabio, uno es un malvado»…(Hagadá de Pesaj)

En la Hagadá de Pesaj leemos sobre «los cuatro hijos» que están sentados en el Seder: «Uno es sabio, uno es malvado, uno es simple y uno no sabe preguntar»

Se despierta inmediatamente la pregunta: ¡¿Por qué aparece el malvado, el más indigno de los hijos, al lado del sabio; aparentemente su lugar debería estar al final de la mesa?!

También la respuesta que se le da al hijo malvado- «si hubiera estado allí (en Egipto) no hubiera sido redimido»- es sorprendente: si no tiene relación con la salvación de Egipto, para que aparece en la Hagadá?

Más aún: En los escritos del Ari Z»L se explica que las cuatro copas son en correspondencia a los cuatro hijos

¡Y de acuerdo a esto se deduce que la segunda copa, sobre la que se recita toda la Hagadá, alude al hijo malvado!

ÉL ES UN IEHUDÍ

Entenderemos esto de acuerdo a lo que dice la Guemará: «Israel, aunque haya pecado, es un Israel» Todo judío, se encuentre en la situación que fuera, tiene dentro de sí «el punto judío»; alberga dentro de él un alma Divina (el Jasidut explica que ése es el sentido íntimo de «uno es malvado”: también dentro del malvado se encuentra el Uno, la chispa judía que tiene una conexión eterna con el Di-s único)

Es por eso que debemos traer al hijo malvado a la mesa del Seder de Pesaj, para acercarlo y descubrir su punto judío. La Torá no está dispuesta a renunciar a él- «en correspondencia a los cuatro hijos se refiere la Torá», ya que «aunque haya pecado, es un Israel». También un judío que peca, sigue siendo llamado con el nombre más excelso: Israel (que es el acróstico de Iesh Shishim Ribó Otiot LaTorá- la Torá posee 600000 letras. Así como el Cashrut de un Sefer Torá depende de una sola letra, de la misma manera, la perfección del pueblo judío depende de cada iehudí, independientemente de su conducta)

NO DEBEMOS EVADIRNOS

¿Pero quién es capaz de acercar al hijo malvado? No puede encargarse de ello «el simple» ni «el que no sabe preguntar» ya que ellos mismos necesitan ayuda. Justamente, «el hijo sabio», el más ilustre, es el más apto y quién posee la fortaleza de despertar en el alma del malvado su chispa Divina.

Aquí la Torá no entrega una doble enseñanza. Al malvado le dice que no debe desalentarse por su situación, pues tiene esperanza. Di-s lo reúne con el sabio, para que pueda mejorar su conducta con su ayuda.

Y al sabio lo guía para que no cuestione: ¿Qué tengo que ver yo con el malvado? Para que no se concentre únicamente en su crecimiento personal, le ordena aproximarse al prójimo para procurar acercarlo a Di-s y Su Torá.

TODOS SERÁN REDIMIDOS

No se trata de un objetivo fácil. Se debe trabajar duramente para lograr encender la llama del alma en el corazón del hijo malvado. Por eso recitamos lo principal de la Hagadá sobre la segunda copa.

¿Y cómo se lo acerca? A través de la frase «si hubiera estado allí, no hubiese sido redimido». No es la intención alejarlo con ella – Di-s no lo permita- sino por el contrario, en este pasaje acentuamos que sólo allí, en Egipto, antes de la entrega de la Torá, no hubiera sido redimido, pero luego de haber sido elegidos como pueblo y que Hashem hizo un pacto eterno con cada judío en el Monte Sinai, está presente la promesa: «No será apartado ningún desviado», e incluso él será redimido junto a todo el pueblo de Israel con la redención completa. Por medio de este incentivo, se despertará también el malvado y deseará descubrir la verdad que hay en él y ser redimido.

Likutei Sijot tomo 1, pag 247

¿Por qué Moshé no es mencionado en la Hagadá?

La Hagadá, el texto que leemos en el curso del seder de Pesaj, nos da una completa descripción de la esclavitud en Egipto y el éxodo.

Sin embargo, un tema principal no se menciona en la narrativa: Moshé. En la Torá, es Moshé el emisario y actor en cada milagro de Di-s en el éxodo.

¿Por qué no aparece en la Hagadá? ¿Acaso no estamos dejando afuera a la persona más importante de todo el éxodo?

Me parece que la respuesta se encuentra al final de “maguid”, que se lee antes de la comida del Seder. Generalmente estamos con un poco de hambre cuando llegamos a esa parte, por lo que debe ser esa la razón por la cual muchas veces no lo miramos con atención.

Comenzamos la parte final de Maguid diciendo: “…en cada generación la persona está obligada a verse a sí mismo cómo si él hubiera salido de Egipto”. Debemos entender de que Pesaj no se trata de una redención que ocurrió hace mucho tiempo, sino de una redención de trabajo continuo.

Pesaj no se trata de algo que pasó, sino de algo que está pasando ahora. Cada año, Pesaj nos da las fuerzas para poder escaparnos de nuestros límites personales, de hábitos e inclinaciones. Cada año Pesaj nos enseña de que Di-s nos puede ayudar a redimir a otros de sus prisiones, tanto físicas como espirituales y emocionales. Y más que todo, creemos en que Di-s redimirá el mundo, con nuestra participación, de la oscuridad y conflicto, y traerá un mundo en que no haya conflicto ni ignorancia.

Hablar de Moshé también muestra que todo el logro fue a través de un individuo extraordinario. “Moshé puede lograr tales cosas, yo no”. 

Quizás esa es la razón por la cual la Hagadá no habla de Moshé. Solo Di-s es el que redime al pueblo Judío y a toda la humanidad. Moshé era grande porque estaba entregado completamente a los planes de Di-s. Si cada uno de nosotros nos entregamos completamente, entonces cualquiera puede ser el conducto para la transformación de las barreras de la oscuridad a un mundo de luz.

La Cabalá de la Keara

De acuerdo con el Ari Z”L (Rabí Itzjak Luria), la Keará representa las diez Sefirot (emanaciones Divinas).

El plato mismo, cuando se hace de la plata o de oro, representa la sefirá de Maljut (reinado). Las tres matzot, colocados a la cabeza de la Keará representan las sefirot de Jojmá (sabiduría), Biná (Entendimiento intuitivo), y Daat (sentido común).

En la esquina superior derecha de la Keará está el zeroa (pata de cordero, o cogote de pollo asado) que representa a la sefirá de Jesed (bondad). En la esquinas superior izquierda es la Beitzá (huevo duro), que representa a Gevurá (fuerza).

En el centro de la Keará está el maror (hierva amarga, rábano picante) que representa a la sefirá de Tiferet (Belleza / Armonía). Esta es una mezcla de Jesed y Gevurá, tal vez como el maror que comienza dulce y se convierte en amargo.

El jaroset, colocado debajo del zeroa, representa a Netzaj (Victoria). El Karpas (cebolla o papa hervida) representa la sefirá de Hod (Magnificencia).

¿Por qué el zeroa es asociado con Jesed y la Beitzá con Gevura?

La palabra hebrea zeroa nos recuerda el zeroa netuiá, el brazo extendido, el Jesed es la bondad Divina que nos fue mostrada, que nos trajo nuestra salvación. La Beitza es un alimento tradicional de duelo, cuya forma ovalada representa el círculo de la vida con sus altibajos. El huevo se asocia con Guevurá, un tiempo de pérdida, cuando hay un aparente ocultamiento de la bondad.

Por: Malkie Janowski

Milagros

Era la noche de Pesaj. Las velas se encendieron, la casa brillaba, y la mesa festiva fue preparada. Toda la familia vestía su ropa más fina. Los niños no podían esperar a que empezara el Seder, pero el padre parecía un poco triste.

¿Qué le molestaba? Sólo había encontrado a dos iehudim para invitar, en lugar de la docena usual. El Seder no sería el mismo. El padre, un judío adinerado repartía enormes sumas de tzedaka (caridad).

En su empresa empleaba a muchas personas, y siempre intentaba crear más fuentes de trabajo. Su casa estaba abierta a los pobres y necesi‐tados, y cada Shabat y fiesta se llenaba de invitados. Sin embargo, este año, el clima había sido terrible, y los caminos estaban vacíos. Por ello, había pocos extraños para invitar.

De repente, alguien golpeó a la puerta. Es‐perando que pudiera tratarse de un invitado, el hombre corrió para abrirla. “He perdido mi camino en la nieve,” el extraño se disculpó. “Le pido, como un simple judío que por favor me permita participar en su Seder de Pesaj.” “Es usted bienvenido!” el judío adinerado contestó alegremente. La gastada ropa del extraño estaba completamente mojada. Los dientes del pobre rechinaban.

El padre pidió a uno de sus hijos que trajeran rápidamente una muda de ropa para cambiarse, pero el extraño insistió en que no era necesario. “La ropa que visto está bastante bien. Además, estoy seguro que se secará cuando retornemos del Templo”. Todos se preguntaron por qué el extraño era tan renuente a partir con su ropa sucia.

El hombre puso su mochila en el suelo y se fue a la Sinagoga con su anfitrión. Cuando vinieron a casa, los niños notaron que su padre estaba tratando a este invitado con mucha deferencia. Este fue ubicado a la cabeza de la mesa, y el padre siguió sonriéndole como si fueran viejos amigos. “Maguid” el padre anunció, y todos empezaron a recitar la Hagadá.

Todos, es decir, salvo el extraño que no abrió su boca. El hombre ni siquiera daba vuelta las páginas. De vez en cuando, parecía como si estuviera durmiendo… Cuando llegó el momento de la comida, el extraño se irguió. Sus modales en la mesa eran atroces. Llenaba su boca con comida, tomaba las cosas con las manos, y pedía repetir.

Pero el anfitrión continuó tratándolo respetuosamente y sirviéndole todo lo que pedía. Después de que la tercera copa de vino fue vertida y estaban a punto de recitar las gracias después de las comidas, el padre pidió atención a todos. “Niños” dijo, “esta noche es una mitzvá contar la historia del Éxodo. También es un tiempo apropiado para recontar los milagros que uno ha experimentado personalmente…” Y procedió a relatar un evento que le había pasado años atrás, cuando una vez había salido de viaje comercial con otros dos judíos.

Después de varias horas, debido a una fuerte tormenta de nieve, su carro y dos caballos aparecieron en medio de un bosque. Estaba completamente oscuro. “De repente, vimos una luz en la distancia. Estábamos alborozados cuando descubrimos que había una casa, pero nuestra alegría no duró demasiado.

Nos habíamos topado con la guarida de un grupo de ladrones. “Inmediatamente tomaron mi dinero y el reloj de oro con cadena. Los ladrones decidieron que debían matarme. Pedí por mi vida, pero sin efecto. “En ese momento, entró un hombre y preguntó de qué trataba todo esto. ¡Cuando me vio atado en el suelo dijo: ¡Déjenlo ir!

Si él muere, muchos otros morirán con él ‐todos los obreros que el emplea y todas las personas pobres que apoya. Trabajé para él, y puedo decirles de primera mano que es un hombre bueno. Déjenlo ir. Háganlo por mí”

“A la mañana nos permitieron salir. El hombre que salvó mi vida nos acompañó hasta llegar al camino. Si quieren saber su identidad, está sentado a mi lado…” ¡Los niños miraron la silla de al lado de su padre ‐ pero estaba vacía! No habían notado que el extraño había desaparecido. Lo buscaron, pero no lo hallaron. Dada la prisa, se había olvidado de llevar su mochila. Después de Iom Tov la abrieron, y encontraron el reloj de oro y su gruesa cadena y algo de dinero.

¿Por qué primero comemos Matzá sola, y maror solo (hierbas amargas) y después el sándwich de Matzá y maror?


Además de una serie de explicaciones halájicas para esta práctica, hay una lección importante en este sándwich. Todos tenemos fortalezas y debilidades: la parte buena de nuestra personalidad y el lado oscuro.

Matzá es símbolo de esas fortalezas y Maror representa las debilidades.

Nuestro lado positivo viene del alma. Así como la Matzá no leva, tampoco la esencia del alma tiene ego. Tiene una impronta Divina y es la base de las fortalezas de nuestra personalidad. Esa chispa de pureza nos da la capacidad de superar el egocentrismo y convertirnos en seres humanos desinteresados y morales.

Pero hay otra fuerza egocéntrica que reside en nosotros conocida como el impulso animal. Esta fuerza es la fuente de conducta egoísta, respuestas emocionales inapropiadas y comportamiento destructivo. Los desafíos y luchas internas que provoca esta parte de nuestra personalidad están representados por la amargura del Maror.

En el Seder es una mitzvá comer estas hierbas porque la verdadera libertad solo se puede lograr si estamos listos para reconocer nuestro lado débil y oscuro y trabajar para mejorarlo.

Inicialmente los comemos por separado porque son diferentes y provienen de dos fuerzas distintas dentro de nuestra identidad. Pero eventualmente estas dos partes deben unirse como un sándwich. La parte amarga de nuestro carácter no tiene que desaparecer, se puede transformar.

Cada emoción negativa tiene un propósito y puede ser poderosa y positiva si se canaliza correctamente. Controlar a los demás puede transformarse en autocontrol, la ira puede convertirse en pasión y los celos pueden canalizarse en una sana ambición.

Incluso nuestro lado oscuro no es intrínsecamente malo. Si el impulso animal aprende a tomar la guía y la dirección del alma, puede conver‐tirse en una fuerza poderosa. El Maror por sí solo es amargo, pero protegido y controlado por la Matzá se convierte en un delicioso sándwich.

Judaísmo práctico – Pesaj


En la noche del Seder (este año los días 15 y 16 de abril por la noche) debemos cumplir con los siguientes mandamientos positivos. Narrar a nuestros hijos y demás miembros de la familia la historia de la salida de Egipto y el motivo por el que comemos en esta noche ‐ Matzá ‐ Maror. Esto lo cumplimos mediante la lectura de la Hagadá, por eso es muy importante que la leamos en el idioma en el que la familia la entienda.

Comer Matzá. Cada uno y uno aún los niños deben comer por lo menos 27 cm3 de Matzá, que equivalen a 15 gr. aprox. de la Matzá echa a mano. El ideal es conseguir Matzot hechas a mano para cumplir con el mandamiento de comer Matzá en los dos Sedarim. El motivo por el que comemos Matzá, es porque la masa que llevaron consigo nuestros padres de Egipto no alcanzó a fermentar hasta que el Todopoderoso se reveló y los redimió.

Comer Maror. Cada uno y uno, aun los niños, deben comer hiervas amargas (lechuga criolla y Jrein). Debemos comer 17 cm3. El motivo por el que lo comemos, es para recordar que los egipcios amargaron la vida de nuestros padres con trabajo difícil.

Las cuatro copas. Debemos, de acuerdo al orden de la Hagadá, tomar cuatro copas de vino o jugo de uva. Aun los niños deben tomar en vasos de 87 cm3 de capacidad (permitiéndoles tomar la cantidad que deseen). El sábado 16 por la noche comenzamos con la cuenta del Omer, como será explicado.

SEFIRAT HAOMER

A partir de la segunda noche de Pesaj, (16 de abril) después de la Tefilá de Arvit (Plegaria de la noche), se comienza a contar el Omer. La cuenta se realiza cada noche, sucesivamente hasta la noche anterior de Shavuot. El Omer era una medida de cebada (aprox.2 litros) que los judíos traían como ofrenda el segundo día de Pesaj. A esto le seguía la Cuenta del Omer, que los judíos contaban cada día durante siete semanas (49 días en total), que conducían a la festividad de Shavuot (el día 50), en el que se celebra el recibimiento de la Torá. Estos días además constituyen una preparación y refinamiento espiritual para el recibimiento de la Torá.

¿Que se considera jametz?

Todo comestible que cuente entre sus ingredientes uno de los 5 cereales (trigo-cebada-centeno-espelto-avena) fermentado es considerado Jametz.

Por ejemplo el Vodka, por provenir de la fermentación de cereales destilados; existen algunos edulcorantes cuyo ingrediente activo es el maltitol, éste se produce a base de almidón y proviene de cereales. Como estos, existen un sin fin de productos que cuentan entre sus colorantes, aditivos o conservantes y productos derivados de cereales.

 Por eso es muy importante cuidarnos de consumir solo productos que estén certificados con el sello de un Rabino ortodoxo competente que lo habilite para consumir también en Pesaj (Kasher le Pesaj).

 El arroz, maíz y las legumbres, de acuerdo a ley no entran dentro de la definición de cereal no obstante los Sabios de origen Ashkenazi prohibieron su consumo en Pesaj por ser que sus harinas se asemejan al de los cereales, especialmente en los países europeos en donde antiguamente escaseaba el trigo o cebada y el pan se hacia con una mezcla de harina de trigo y de legumbres. Entonces por ser que prohibieron las harinas derivadas de estas semillas, prohibieron también consumir los granos, por ello las comunidades de Ashkenazim no consumen arroz, maíz y legumbres en Pesaj. No obstante no es necesario que sean vendidos con el Jametz.por el Rab. Iosef  Feigelstock

El cromosoma ¿Por qué?

Los niños son insólitos. Todas las cosas que los adultos inteligentes y mundanos, dan por sentado, los niños preguntan. Qué padre no ha recibido preguntas tales como:

“¿Por qué el cielo es azul?”
“¿Por qué mueren las personas?”
Y uno se detiene a pensar. Se enorgullece de la habilidad del niño, y profundiza en los recovecos de la mente para dragar alguna olvidada explicación. Pensando la mejor manera de decirlo, repasa la idea, recorta algunos detalles, elige las palabras más fáciles, y dice las cosas como esperaba (ingenuamente) que su hijo quedara satisfecho y el asunto felizmente resuelto.

“El cielo es azul debido a que el aire dispersa todo el resto de los colores, pero permite atravesar al azul”

“Las personas mueren porque sus cuerpos se agotan”.

Parece que el niño lo absorbe, reflexiona un poco, empuja su coche de juguete, palmea a su muñeca, juega un poco alrededor de la sala y nos permite regresar a nuestras cosas, pensando que el caso está cerrado, hasta que dentro de una o dos horas o días más tarde habrá que hacer frente a la próxima guardia de control de la realidad.

“Pero, ¿por qué el aire no dispersa la luz azul?”

“¿Por qué los cuerpos se agotan?”

En la sincera curiosidad infantil, se halla la necesidad de conocer la explicación de las cosas.

El juego no se limita a los niños. El hecho de que la mayoría de nosotros supera su inherente curiosidad sobre el mundo no es tanto porque sabemos las respuestas, sino más bien porque, a medida que la vida pasa, nos acostumbramos al funcionamiento maravilloso del mundo que nos rodea. Cuando ya hemos alcanzado nuestra edad madura, la única pregunta que la mayoría de nosotros se formula es: “¿Por qué a mí? Claro, salvo los científicos.

Quizás los científicos son más sensibles. Tal vez nunca crecieron. O tal vez sufren de una sobre actividad de su “cromosoma ¿por qué?” en su ADN. Y, la pregunta sigue siendo: ¿Por qué?

Responder a esto resulta ser más importante que lo que parece, porque la notable costumbre humana de buscar explicaciones nos conduce a las dos unidades más poderosas de las fuerzas sociales en actividad hoy: la ciencia y la religión.

Y puesto que las dos parecen en conflicto, merece la pena el esfuerzo de investigar un

poco cómo una pequeña pregunta puede generar dos respuestas radicalmente diferentes.

Como ocurre con muchas otras preguntas, podemos usar el “Principio de Abraham” para resolver esto.

El principio de Abraham establece que cuando dos o más entidades tienen una correlación de estructura o comportamiento, esto es evidencia de la existencia de un tercero o fuerza causal, externa y más poderosa que ellos, lo que determina su forma o modo de comportamiento.

Para el científico, la pregunta “por qué” es un viaje de causa y efecto y llegar allí es la mitad de la diversión.

La otra mitad es saber que, independientemente de lo que descubrimos, las preguntas siguen existiendo y al mismo tiempo aparecen nuevos interrogantes.

Para el religioso sincero también la pregunta “por qué” es una exploración, pero que no termina con algún retroceso infinito, ni un sinfín de preguntas, sino más bien con una respuesta definitiva: que hay una Primera Causa que sembró en el mundo el “el cromosoma ¿por qué?” en nuestra psiquis, y nos dio la habilidad lógica de derivar de nuevo a la fuente, el singular Porque ante Quien no hay ¿por qué? ¿Y por qué Él haría una cosa así?

Bueno, ¿por qué no?