Un católico que sabe de Jasidut

Domenico Lepore es una anomalía. Al igual que muchos judíos, estudia la porción semanal de la Torá, generalmente con comentarios del nivel de Maimónides hasta mísiticos. Como muchos Jasidim de Jabad, se adhiere al estudio diario de Jumash, Tehilim (Salmos) y Tania, conocido como Jitas.

Sus mañanas comienzan con el Haiom Iom (el “Pensamiento del día” recopilado por Rabi Menajem Mendel Schneerson, el Rebe de Lubavitch en el año 1943 de las charlas del sexto Rebe de Jabad, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria).

Los trabajos de Rabí Menajem M. Schneerson, tienen una particular resonancia para él. En una conversación, Domenico hace referencia a las ideas del Rebe, y en su calendario personal anota cada fecha importante de la historia de Jabad.

Pero Domenico no es judío. Este hombre italiano de 51 años fue criado como católico en Italia en donde él y su esposa Angela Montgomery, escritora y socia de negocios con su marido trabajaron y vivieron. Cuando se mudaron a Brooklyn Heights se cruzaron con Jabad, e hicieron de sus enseñanzas el fulcro de sus vidas profesionales y académicas.

En su nuevo libro, SEJEL; Lógica, Lenguaje y Herramientas para organizar cualquier Organización como Network, Lepore, el fundador de Intelligent Management Inc, introduce a los lectores a un modelo de organización que considera a la economía y a la política desde el punto de vista de la cooperación más que de la competición, simbiosis en vez de supervivencia de los más aptos.

Basado principalmente en el trabajo de W. Edwards Deming y la Teoría de las Limitaciones de Eli Goldratt, es un modelo que demanda un cambio en la matriz de los procesos cognitivos. Mientras la mayoría de los negocios continúan adhiriéndose a las antiguas estructuras, lo hacen ignorando la nueva realidad; el cambio a una red dinámica de interdependencias e interrelaciones.

Pero el cambio demanda disciplina, primordialmente, disciplina intelectual. Específicamente, requiere de una nueva inteligencia, las tres facultades del intelecto: intuición, entendimiento y sabiduría.

En otras palabras, JaBaD.

“La primera vez que leí las obras del Rebe, discerní un patrón de razonamiento que el Rebe desarrolla que sigue un proceso de pensamiento preciso”. Lepore traduce este proceso como un diagrama que transmite las ideas del Rebe de manera gráfica, “Como una fotografía lógica llamada ´nubes de conflicto´, que puede aplicarse en casi cualquier situación”.

Lepore reconoce la relevancia de las ideas del Rebe a su trabajo y quiere ayudar a llevar a cabo su aplicación a las estructuras organizativas, y a integrarlas en su carrera profesional como consultor de negocios.

Específicamente, está interesado en desarrollar un nuevo paradigma en el proceso de la toma de decisiones, reconociendo los supuestos que limitan posibilidades por ninguna razón que no sea que son tomadas de la manera en la que se dan. Él se inspira en su propia investigación sobre la sobreconductividad para explicar el ideal: “Cuando una materia física existe cuando no hay fricción, tienes energía ilimitada”.

Aplicándolo a las gestiones de organización, la idea es romper las barreras y límites antiguos que hacen difícil a la organización producir su flujo máxima.

“El Rebe nos enseñó a eliminar suposiciones que obstaculizan el proceso de la toma de decisiones y limitan las posibilidades para mayores logros. Él toma todos los temas básicos y fundamentales de la existencia humana y los elabora en conflictos básicos, y desde ese punto, manda soluciones personalizadas a su gente”.

Según el pensamiento Jasídico de Jabad, el último conflicto es aquel entre el cuerpo y el alma, el cual debe ser satisfecho.

El Rebe, quien dirigió algunas de sus enseñanzas también al público no judío, de hecho ha instado a la gente a “abrir sus ojos” y a percibir una visión más deseable de la sociedad, el primer paso necesario para hacerlo, de hecho más deseable.

“El Judaísmo trata de traer los cielos a la tierra. Ésto es lo más excitante de Jabad, el Rebe presenta posibilidades para que tu mente sea ilimitada. Por supuesto, como seres finitos, tenemos limitaciones, pero la idea es que podamos insertar elementos infinitos en nuestra finitud”.

Extraído y adaptado de collive.com

Receta: shawarma de pollo

Recetas de Medio Oriente

Un tradicional plato oriental en esta receta con carne de ave para hacerlo facílmente en su casa

Ingredientes

Para la carne

  • Carne en Tiritas
  • Pavo Blanco en tiritas (si no conseguís, podes usar pollo)
  • Cebolla
  • Ajo
  • Sal y Pimienta
  • 5 especies
  • Sazón de shawarma

Para la tehina

  • 2 cucharadas de crema de ajonjolí (tehina)
  • Comino
  • Sal
  • Ajo machacado
  • 1 limón grande exprimido
  • Un poco de perejil
  • Agua hasta que quede en consistencia deseada

Otros Ingredientes

  • Pita, si lo desea puede hacer Pita integral
  • Ensalada de Tomate y pepino picadito con un chorrito de aceite y sal

Procedimiento

Para la carne

  1. Picar la carne en tiritas
  2. Sofreír cebolla en tiras y ajo machacado luego agregar la carne y pavo blanco en tiras y condimentar con sal, pimienta, 5 especies y sazón de shawarma. cocinar bien.

Para la tehina

  1. Poner dos cucharadas de crema de ajonjolí, agregar comino, sal, ajo machacado, jugo de un limón grande, un poco de perejil y agua hasta que quede en consistencia deseada.
  2. Armar la shawarma y a comer

Receta de https://www.recetasjudias.com/shawarma/

La mujer oculta

Los profetas hablan de la unión entre Di-s e Israel como un matrimonio, y de los pecados de Israel como una traición de la esposa a su marido. Siguiendo este modelo, los Sabios del Talmud ven a la Sotá, la “mujer extraña”, como el prototipo de toda transgresión en contra de la voluntad Divina. Los maestros jasídicos investigan más a fondo este prototipo, encontrando en los detalles de las leyes de la Sotá profundidad en el significado de la transgresión.

La Sotá no es una mujer que se sabe que ha cometido adulterio, sino más bien una mujer cuya conducta le hace sospechosa de haberlo hecho. Su fidelidad a su marido por lo tanto, debe establecerse antes de la relación matrimonial.

Una mujer se convierte en un Sotá a través de un proceso de dos etapas: “Celos” (kinui) y “ocultación”(setirá).

La primera etapa se produce cuando un marido sospecha que su esposa ha tenido una relación impropia con otro hombre y le advierte delante de dos testigos, que no esté a solas con esa persona. Si la mujer no hace caso a esta advertencia y procede a recluirse con el otro hombre, se convierte en una Sota, prohibiéndole vivir con su marido a menos que ella se comprometa a someterse a la prueba de las “aguas amargas”. 

A la mujer se le advierte que si ella ha cometido adulterio, las “aguas amargas” la van a matar, y si en realidad no ha sido infiel, el consumo de estas aguas la exoneran por completo. De hecho, la Torá promete que, debido a este sometimiento, su matrimonio ahora será aún más gratificante y fructífero que antes.

La unión entre Di-s y su pueblo

Israel nunca puede traicionar a su Di-s; en el peor de los casos, sólo puede ser como una Sotá, una mujer cuyo comportamiento da la apariencia de infidelidad y provoca una ruptura temporal entre ella y su marido. 

El proceso se inició en el Monte Sinaí, cuando Di-s, como un “celoso” marido, advirtió: ” No tengan otros dioses delante de mí”. Pero no importa cuán lejos se desvía el alma judía, nunca verdaderamente se entrega a estos “otros dioses”, ella está sólo “oculta” ante Di-s, disfruta la ilusión de que existe una dimensión de la realidad que está fuera de todo lo que impregna la presencia y Providencia de Di-s.

Es el marido “celoso” que la hace actuar en forma de traición, no el acto en sí mismo. Por la misma razón, un alma que está “ocultándose así misma” de Di-s es posible solamente porque Di-s ha permitido esta posibilidad, al proclamar: “No tengan otros dioses delante de mí”, dando así crédito a la ilusión de que  puede haber otra cosa. Si no fuera por este artificio Divino, el pecado, es decir, una negación de la realidad Divina, no sería posible.

Para continuar con la analogía: Cuando el pueblo judío actúa como una Sotá, son probados con las aguas amargas del galut (de esta manera: “A causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra”). De hecho, dos mil años de exilio han demostrado que, a pesar de todas las apariencias, el alma judía es inseparable de su Di-s. El Judío puede ser perseguido durante siglos, puede asimilarse por generaciones, pero al final llega el momento de la verdad, un momento que pone al descubierto la cuestión de quién y qué somos, y nuestra fidelidad innata a Di-s sale a la luz.

Y al igual que las aguas amargas de la Sotá, el galut es algo más que una simple prueba. Se trata de un “descenso en aras de ascensión”, una crisis en el matrimonio, que en última instancia, se profundiza y mejora, desenterrando los pozos profundos de lealtad y compromiso que permanecen sin explotar en una relación indiscutible. Las pruebas del galut invocan los poderes de la esencia del alma judía, la intensificación de la unión entre Di-s y Su pueblo.

BASADO EN LAS ENSEñANZAS DEL REBE DE LUBAVITCH

CORTESíA DE MEANINGFULLIFE.COM

Parashá en síntesis: Nasó

Esta Parashá es la más larga de toda la Torá: tiene 176 versículos. El capítulo más largo de toda la Biblia está en el libro de Salmos (Tehilim), es el capítulo 119 y tiene 176 versículos.

El tratado más extenso del Talmud es Baba Batra y también tiene 176 versículos.

El censo de las familias de los Levitas – Guershon, Kehat y Merari – determinó que 8580 individuos entre 30 y 50 años eran aptos para la realización del servicio en el Tabernáculo o Santuario. 

La Torá tiene carácter eterno. Aun los aspectos que no son aplicables físicamente en la actualidad, continúan existiendo en el ámbito espiritual.

El censo especial de los Levitas les hizo adquirir un nivel espiritual (“lo sujeto a numeración no se nulifica”) y aseguró que no serían afectados por la desolación del desierto, sino que lo transformarían en un lugar de Divinidad.

Esto nos enseña que, así como los judíos estuvieron en el desierto porque Di-s lo determinó, del mismo modo cada judío tiene una misión individual que cumplir en el lugar donde habita, aún cuando éste esté desolado. “Di-s dirige los pasos del hombre”, cada persona se encuentra en el lugar que está, no por coincidencia, sino por Providencia Divina, para que cumpla su misión de elevar el nivel de ese lugar. 

Di-s le garantiza a cada judío la habilidad – independientemente del nivel espiritual en que se encuentra – de alejarse del mal y acercarse al cumplimiento de la Torá y las mitzvot, para lograr el mayor refinamiento de su personalidad. 

Cuando el judío transgrede un precepto de “no hacer”, o no cumple un precepto de “hacer”, para él es una mitzvá hacer teshuvá, arrepentirse, volver a la fuente original. La teshuvá tiene tres partes: el arrepentimiento por la conducta inadecuada, la confesión oral y la firme decisión de no volver a hacer lo mismo.

En esta parashá se hace referencia a la parte de confesión oral, que recibe el nombre de vidui. La plegaria Ashamnú tiene un carácter confesional, comprende en orden alfabético 22 expresiones de culpa, pecado, transgresión, etc. Se usa en primera persona plural (somos culpables) para destacar la responsabilidad en común que siente el Pueblo Judío por todas las fallas cometidas por sus miembros. 

En el judaísmo, a diferencia de otras religiones, la confesión se hace directamente ante Di-s, porque Él es el único que puede perdonar nuestras acciones y dejarnos comenzar de nuevo. El Talmud establece que una persona peca cuando le entra una “tontera”, un impulso irracional. 

El prototipo del pecado es el adulterio, que puede ser cometido por una mujer casada y no por una soltera. El nexo del Sinaí a través de la entrega de la Torá se equipara con el matrimonio entre Di-s y el Pueblo Judío; por tanto, cualquier falta cometida es contraria al convenio establecido entre Di-s e Israel (que se considera “Su esposa”).


En el caso que un esposo sospechase de la infidelidad de su mujer, debía dirigirse al Cohén, quien le hacía beber unas aguas amargas. Si la mujer era culpable, inmediatamente moría. También le sucedía lo mismo a la otra persona, en cualquier lugar en que se encontrara. De lo contrario, era bendecida. 

A través de los Cohanim, Di-s bendecía al pueblo de Israel con lo que hasta hoy en día se conoce como Bircat Hacohanim. Esta bendición en hebreo consta de quince palabras, divididas en tres versículos muy breves, de tres, cinco y siete palabras: “Que Di-s te bendiga y te guarde; que haga resplandecer Su Rostro hacia ti y te agracie; vuelva Su Rostro hacia ti y te conceda la paz”.

El primer versículo es una bendición por el éxito en la labor de cada uno y de protección en situaciones de peligro. El segundo es un pedido de iluminación a través del estudio de la Torá y el tercero es una súplica a Di-s para que en Su Gracia nos escuche cuando le dirigimos nuestras oraciones. Concluye con una plegaria por la paz en todos los sentidos.

Bircat Hacohanim es la única mitzvá cuya correspondiente bendición estipula que debe hacerse “Be’ahavá” (con amor). Si una persona ha de impartir la bendición de Di-s a los demás, debe estar imbuida de un sentimiento de amor hacia quienes la reciben. 

La ceremonia de esta bendición, realizada en las festividades en la Sinagoga, es corta, sencilla y dramática, y debidamente realizada inspira reverencia. 

De todas las señales judías con las manos, la más famosa es la de la bendición sacerdotal, Bircat Hacohanim. Este es el signo de las dos manos extendidas a la altura del hombro bajo un Talit, con los dedos separados mientras el Cohén, bendice a la congregación. El rostro del Cohén está cubierto. 

Las manos en una posición de la bendición sacerdotal se ven a menudo como decoración en joyas o en la lápida de un Cohén. 

Los dedos se colocan de una manera que queden cinco “ventanas” a través del cual las bendiciones de Di-s fluyen a la congregación. 

Las manos se ponen con los dedos hacia el frente con el dedos meñique de cada mano separado del dedo anular y un espacio entre el segundo y tercer dedos. Hay un espacio adicional entre los dos pulgares, haciendo un total de cinco espacios. Las palmas se colocan hacia abajo y la mano derecha queda ligeramente por encima de la izquierda.

Hay diferentes tradiciones con respecto a esta configuración. Los Cohanim deben consultar con su padre o rabino para determinar su tradición familiar o comunitaria. Los sefaradíes tienen una tradición familiar completamente distinta. Ellos levantan la mano por encima de sus cabezas y separan todos sus dedos. 

El Cohén no debe mirar a sus manos durante el Bircat Hacohanim. 

Esta elevación de las manos durante la bendición se llama Nesiat Capaim..

Bendición sacerdotal 

El oficiante dice la bendición palabra por palabra, espera a que los Cohanim hayan concluido la palabra anterior y luego la repiten. 

Antes de repetir la palabras ”Veiasem” (y conceda) “Lejá” (a ti) “Shalom” (paz) los Cohanim entonan la melodía tradicional, mientras la congregación recita los párrafos que se encuentra en el sidur. 

La parashá finaliza con la descripción de las ofrendas presentadas por las distintas tributos con motivo de la inauguración del Tabernáculo. Todas consistían en lo mismo, lo que variaba era el modo del servicio espiritual con el que era traído por cada tribu, pues cada una representaba un modo singular de sentir a Di-s, aún cuando todos juntos constituían una sola entidad: la unidad del Pueblo Judío.

Miedo al pecado

A los del tipo “hedonista” les suena divertido. Otros piensan que es un concepto completamente cristiano, mientras que otros lo atribuyen a los antiguos hebreos. Para los Sabios del Talmud, el pecado es, por sobre todo, un acto de estupidez. “Una persona peca exclusivamente si un hálito de estupidez penetró en ella”-dicen.

Hace unos años me dedicaba a redactar manuales de instrucciones de uso de electrodomésticos. Esos libritos de 30 páginas que vienen en la caja con los microondas, destornilladores eléctricos, etc. Era un trabajo muy aburrido, pero se pagaba bien y me permitía escribir mientras tenía alguno de mis hijos sentado sobre mi regazo. Lo mejor era que no tenía que firmarlos.

Cierto día me llegó una carta que reenvió una de las compañías para las que trabajaba, enviada por un cliente y decía así: “Señor, tengo en mi mano el manual que usted escribió y que recibí junto a mi video cámara. Estoy indignado por su impertinencia y audacia. Esta es mi cámara, por la que pagué con mi dinero. Tiene muchos botones, teclas e indicadores de luz. ¿Cómo se atreve a decirme qué botones apretar y qué hacer con ellos? Yo puedo apretar cualquier botón o pulsar las teclas a mi antojo. Y en cuanto a los indicadores de luz, puedo decidir yo- y no usted- qué es lo que indican; es más, si así lo deseo puedo ignorarlos. Atentamente, un cliente estúpido”.

Por supuesto que no firmó así, pero podría haberlo hecho y sería lo correcto. No es necesario decir que no me molesté en responderle.

Los Sabios del Talmud no vieron demasiada diferencia entre mi tonto cliente y el pecador estándar. Desde su punto de vista, cuando una persona actúa contrariamente a las instrucciones de su Creador, de cómo debe vivirse la vida, seguramente cometerá un acto malo, malvado, egoísta, destructivo, desafiante, cobarde de acuerdo al caso. Pero por sobre todo, lo que estará realizando es algo profundamente estúpido.

Yanky Tauber

El Rebe que Salvó a un pueblo

Durante cuatro días el pueblo de Kfar Jabad, en Israel,  ha estado sumido en un profundo duelo y en una angustia dolorosa, del tipo que los Jasidim de Lubavitch no han vivenciado durante muchos años. En aquella oscura y amarga noche, una banda de fedayines palestinos entró al pueblo. Se dirigieron a la sinagoga de la escuela local de agricultura, en donde los jóvenes estudiantes se encontraban en medio de las plegarias de Maariv (de la noche), y abrieron fuego en toda la sala con sus rifles Karl-Gustav. 

Recolectaron una cruel y sangrienta cosecha: cinco estudiantes y un maestro fueron asesinados y otros diez jovencitos heridos; su pura y santa sangre empapando los Sidurim que cayeron de sus manos y manchando las blancas paredes de la sinagoga.

Los Jasidim del pueblo, judíos rusos fuertes y de espaldas anchas con sus barbas negras y pobladas cejas, estaban parados desconcertados ante la terrible escena que presenciaban sus ojos. ¡Un pogrom en Israel! ¡Un progrom en Jabad!, murmuraron, y se mordían los labios con rabia. Las mujeres también se encontraban allí paradas, mujeres rusas fuertes y elegantes, retorciéndose sus manos y murmurando para ellas mismas en Ruso y Hebreo, sus ojos desprendiendo una laguna interminable de lágrimas.

Esto no era una escena común para los Lubavitchers. Estos Jasidim, que han sobrevivido los Pogroms del Zar Nikolai en Rusia y que ni siquiera pudieron ser intimidados por el Ejército Rojo, que han sido exiliados a las congelantes planicies de Siberia, y cuyas espaldas no podían doblarse luego de haber estado en las prisiones de Stalin y en los campos, ahora se encontraban estupefactos y desesperados. Ahora, que el golpe ha golpeado su casa, en el corazón del estado Judío.

En el centro del pueblo, se encontraba parado Rabí Abraham Mayor, quien fue un oficial de alto rango en el Ejército Ruso. Avraham Mayor, cuya leyenda contaba que él solía pararse con calma y cantar melodías jasídicas mientras una banda de soldados lo golpeaba con sus rifles y colillas, ahora se encontraba llorándole al Cielo: “Creador del Universo, ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo han pecado estos niños?!”

Había algunos que veían lo ocurrido como un símbolo que su pacífica vida en la Tierra Santa era prematura. ¿Tal vez debamos disolvernos y buscar refugio en lugares más seguros? El pueblo de a poco se iba muriendo.

El Pueblo espera

Pero era claro para todos que antes de realizar cualquier movimiento, se debía consultar con el Rebe. Nada podía hacerse sin su consentimiento y conocimiento. Todos esperaron el telegrama desde “allí”, desde Nueva York, pero el telegrama sin poder explicarse por qué, no llegaba. Cuatro días habían pasado desde que el terror había golpeado. Un largo telegrama había sido despachado inmediatamente informándole al Rebe de todos los detalles de la tragedia, y se esperaba una respuesta aquella misma noche. Pero el Rebe permanecía en silencio. ¿Qué había sucedido?, muchos se preguntaban, ¿Por qué no responde? ¿No tiene acaso una palabra de consuelo para sus golpeados seguidores?

Debe aclararse, que un telegrama del Rebe es una parte integral de la vida Jasídica de Jabad alrededor de todo el mundo. Cada problema, cada decisión ya sea comunal o de la vida privada del Jasid de Lubavitch, es referido a la central del Rebe en Brooklyn, y cualquiera sea la respuesta, eso es lo que se hace. Y la respuesta siempre llega, ya sea por correo común, correo express o un telegrama de emergencia, dependiendo de la urgencia del asunto, y siempre son cortos y directos al punto.

¿Por qué es entonces que la respuesta del Rebe acerca de este terrible tema demoraba tanto? Los ancianos del pueblo no tenían explicación alguna, y, mientras las horas y los días pasaban, la respuesta continuaba plagando sus atormentadas almas, y su angustia y desesperación crecían más y más en sus corazones.

El Telegrama

Y luego, cuatro días después de la tragedia, llegó el tan esperado telegrama. La noticia corrió por todo el pueblo: ¡Un telegrama del Rebe! ¡Ha llegado el telegrama! El pueblo entero, hombres, mujeres y niños, se reunieron en la plaza del pueblo para escuchar la respuesta del Rebe.

Y el Rebe fue característicamente sucinto. El telegrama contenía una sola oración, tres palabras en hebreo, pero esas tres palabras fueron suficientes para salvar al pueblo de la desintegración y a sus habitantes de la desesperación. “Behemshej habinian tinajeimu”, escribió el Rebe de Lubavitch, Rabi Menajem Mendel Schneerson. “A través de su incesante construcción, se van a reconfortar”.

Los Jasidim de Kfar Jabad ahora tenían un fuerte soporte para su futuro: sabían lo que tenían que hacer. ¡Debían construir! ¡El Rebe dijo que tenían que construir! ¡Y a través de la permanencia de su construcción van a reconfortarse! Aquella misma noche, los ancianos del pueblo mantuvieron una reunión para discutir cómo debe implementarse la directiva del Rebe. Luego de una corta discusión, llegaron a una decisión: construirían una escuela vocacional en donde a los niños que provienen de medios desfavorecidos se les enseñara el oficio de impresión. En aquél mismo lugar en donde la sangre fue derramada, un edificio sería construido.

El Rebe Sabía

A la mañana siguiente, todos los residentes del pueblo se reunieron en el terreno vacío al lado de la escuela de agricultura y comenzaron a limpiar y nivelar la tierra para preparar la construcción. La alegría volvió a sus ojos.

En las semanas posteriores, llegaban cartas de parientes y amigos en Nueva York describiendo lo que había pasado en aquellos cuatro interminables días en los que el pueblo esperaba con impaciencia la respuesta del Rebe.

Durante todo el mes de Nisan, el mes de la redención, es la costumbre del Rebe dedicarse enteramente al servicio de su Creador, reduciendo su contacto con los Jasidim a un mínimo. Es raro que a un individuo se le otorgue una audiencia con el Rebe en este período, y toda menos la correspondencia más urgente es postergada hasta el fin de este auspicioso mes.

Cuando el mes de Nisan finaliza, se lleva a cabo un Farbrenguen festivo (reunión jasídica) en la sede del Rebe en Eastern Parkway en Brooklyn, marcando la reanudación del Rebe de su involucración con sus miles de seguidores en todo el mundo. El Rebe habla por horas, sus charlas intercaladas con canciones y Lejaim, usualmente hasta altas horas de la madrugada.

Aquél año, también se llevó a cabo el Farbrenguen marcando el fin de Nisan. Las noticias trágicas provenientes de la Tierra Santa habían llegado a Nueva York momentos antes del comienzo del farbrenguen, pero los secretarios del Rebe decidieron retener las noticias hasta el fin de la reunión. Pero lo que sus asistentes no le habían dicho, su corazón parecía haberlo hecho. Aquella noche, el Rebe habló sobre el auto sacrifico Judío y el martirio “al kidush Hashem” (por la santificación del nombre de Di-s), sobre la reconstrucción de la Tierra Santa, y la redención de Israel. Lágrimas fluían de los ojos del Rebe mientras hablaba. Toda la noche habló y lloró, cantó y lloró, y lloró un poco más.

¿Por qué está llorando el Rebe? Sólo unos pocos de los presentes podían adivinar, aquellos que ya sabían lo del telegrama desde Kfar Jabad.

El farbrenguen terminó. Los Jasidim se dispersaron a sus casas, y el Rebe se retiró a su pieza. Con gran trepidación, dos de los Jasidim más cercanos al Rebe tocaron a la puerta del Rebe y le entregaron el telegrama desde Israel. El Rebe se hundió en su silla. Cerró su puerta y no la abrió por tres días. Luego de tres días de aislamiento total, llamó a su secretario y le dictó su respuesta: “Behemshej habinian tinajeimu”. “A través de su continua construcción, serán reconfortados”.

Los Jasidim de Kfar Jabad han cumplido con el deseo del Rebe. Sin la ayuda de filántropos o de fundaciones, recaudaron 50.000 Shekalim, y hoy, un año luego de la tragedia, se ha completado la construcción del edificio de la escuela vocacional.
Nota del Editor: El siguiente artículo es una traducción libre de una historia que apareció en el periódico Israelí Yediot Ajronot el 4 de Iyar de 5717 (5 de Mayo de 1957). Hemos dejado el artículo como fue publicado originalmente a pesar del hecho que contiene algunos hechos imprecisos, por su vívida representación de la época y la impresión del reportero Israelí sobre la gente y de los eventos que él describe.

¿Buscando en las novelas un amor perfecto?

Sucedió hace mucho tiempo. Recuerdo exactamente cuándo, ya que fue el año de nuestra gran tragedia. Habíamos estado en los Estados Unidos por tan sólo cinco años, después de haber llegado de Estocolmo, Suecia, donde mi padre, el Rabino Israel Yaakov Zuber, de bendita memoria, fue como emisario de Lubavitch por casi dos décadas.

Adaptarse había sido muy difícil, pero a esa altura, todo se estaba poniendo en su lugar. Mi padre era el decano de la Ieshivá de Lubavitch, en Boston. Era miembro importante de la corte Rabínica de la ciudad, y había pasado de ser Rabino en una sinagoga pequeña en Dorchester a una congregación más grande en Roxbury. Mi madre, Rebetzin Zlata Zuber, de bendita memoria, tomaba clases de inglés en la noche, participando en organizaciones de mujeres y socialización en la nueva comunidad.

Y luego, la tragedia.

Fui una estudiante inocente, sin preocupaciones, y después, una joven devastada y desconcertada. Hubo un cambio abrupto de la infancia al mundo feo y horrible de la realidad adulta.

En el mundo actual, donde el crimen y la violencia se han convertido en una parte de la vida cotidiana, podemos reaccionar con menor intensidad a los actos brutales, pero en 1953 el mundo era más seguro y estable, por lo que la noticia de nuestra gran pérdida fue publicada no sólo a nivel local y nacional, sino en todo el mundo.

Una tarde de invierno, cuando el año nuevo secular comenzó, mi padre perdió la vida en manos de asaltantes desconocidos, y nuestras vidas cambiaron para siempre.

Y aquí es donde mi historia en realidad comienza. Unos meses más tarde, mi madre decidió que debíamos irnos a Nueva York para tener una audiencia privada con el Rebe, Rabí Menajem Mendl Schneerson, de Santa memoria.

Yo había estado en una audiencia con el sexto Rebe de Jabad, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de Santa memoria, dos veces. Una vez, cuando era una niña muy pequeña, lo visitamos en el Grand Hotel en Estocolmo, cuando se dirigía a Estados Unidos. Inmediatamente después de nuestra llegada a los Estados Unidos había sido la segunda vez. Pero esta vez sería muy diferente. Rabí Iosef Itzjak, ahora conocido como el Rebe Anterior, había fallecido unos tres años antes, e íbamos a tener una audiencia con el nuevo Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel.

Mis recuerdos del Rebe Anterior eran muy claros, un hombre digno, grande, de una persona de mirada muy seria. Me sentía intimidada por él.

Mi vida había cambiado, ya no era una niña dentro de una familia, sino un adulto joven y responsable. Pensé que la audiencia sería una experiencia interesante, y por supuesto, quería cumplir con los deseos de mi madre de acompañarla, pero no tenía ni idea de qué esperar.

Las citas para la audiencia se hacían con semanas de anticipación, los nombres fueron escritos y se asignaron los horarios. Los tiempos eran arbitrarios, porque era imposible saber el período exacto de cada audiencia antes de nosotros. Con frecuencia, había cambios de última hora para los dignatarios, los visitantes de lugares lejanos y las emergencias. Nos dijeron que nos mantengamos en contacto con uno de los ayudantes del Rebe, el Rabino Leibel Groner, durante esa noche para que no tuviéramos que esperar en el vestíbulo por un largo período de tiempo.

Había un profundo silencio en el interior de 770 (el Centro de Jabad Lubavitch Mundial) cuando llegamos. Algunas personas esperaban afuera de la oficina del Rebe, algunos en el pasillo exterior. No estaba muy lleno. Las audiencias comenzaban en la noche, y con frecuencia continuaban hasta las primeras horas de la mañana.

El Rabino Groner llevaba la cuenta del tiempo y tocaba a la puerta de la oficina del Rebe, o incluso abría la puerta, para indicar que había acabado el tiempo. Si el Rebe estaba absorto en la conversación, entonces no tenía en cuenta la interrupción. Por la lista que el Rabino Groner tenía, sabíamos cuándo sería nuestro turno.

Mi madre estaba visiblemente angustiada. Ahora era la jefa de nuestra familia, una posición para la cual no estaba preparada. Ella se sentía abrumada por la pérdida, el extraño idioma y la novedad del país.

La tensión se acumulaba mientras esperábamos. El silencio se hizo sofocante. Y, finalmente, llegó nuestro turno. Fuimos rápidamente introducidas a la habitación. El Rebe estaba sentado detrás de un gran escritorio de caoba, frente a la puerta. Dos sillas vacías se enfrentaban a la mesa, pero nos quedamos detrás de las sillas como era la costumbre. Alrededor de la habitación había estanterías llenas de libros de enseñanza judía y creo que había pilas de libros de estudio cerca de las estanterías también.

Mi madre lloraba en voz baja mientras yo miraba al Rebe. Nos miró con compasión y preocupación: había conocido a mi padre, y también participado con nosotros en la tragedia. Luego sonrió suavemente y nos invitó a sentarnos. Parecía tan humano, me sentí inmediatamente a gusto. Habló con mi madre durante un tiempo acerca de sus planes para el futuro, de sus actividades diarias, de mi padre, y todo lo que tenía que ver con nuestra vida.

Luego el Rebe me miró y me preguntó acerca de mis cursos, mis planes para el futuro, mis intereses y preocupaciones. Respondí sin dificultad. Parecía tan genuinamente interesado en todo lo que dije, y de sus respuestas e interjecciones, sabía que estaba escuchando con atención. Sonó el timbre, el tiempo había terminado, y nos retiramos sintiéndonos consoladas y tranquilas.

Recuerdo claramente a mi madre señalando que se sorprendió de mi interacción con el Rebe, que me notaba tan cómoda y a gusto, como si se tratara de un miembro de la familia, alguien a quien conocía de toda mi vida. Y de hecho, así es como me sentí.

Unos meses más tarde, cuando fui de visita a Nueva York con unos amigos, decidí ir a ver al Rebe de nuevo. La audiencia fue pedida desde Boston, y en la fecha especificada llegué a 770. Me sentí un poco incómoda esperando sola. No conocía a mucha gente de la zona, y a nadie en el vestíbulo aquella noche. Llegó mi turno, y estaba muy emocionada de tener la oportunidad de reunirme nuevamente con el Rebe. Ahora que sabía lo que esperaba, mi entusiasmo era desbordante.

Al principio hablamos de mis estudios. El Rebe preguntó en detalle acerca de mis cursos, mis profesores, mis intereses y los planes para el futuro. Luego, para mi gran sorpresa, me preguntó por mis planes muy personales, acerca de mis citas para casarme. Le dije que había conocido a varios jóvenes, pero a ninguno como para casarme.

El Rebe sonrió y me preguntó mi opinión sobre un estudiante en particular.

Tragué saliva, no lo podía creer, la pregunta era sobre un joven que había conocido recientemente.

El Rebe luego preguntó sobre otro estudiante, después de un tercero. Yo estaba totalmente abrumada.

Al parecer, sabía todo acerca de mi vida, sin duda en este aspecto. Sacudí la cabeza y enrojecida expliqué por qué cada uno de ellos no era la persona correcta para mí.

Entonces el Rebe sonrió levemente y me dijo que yo había leído demasiados libros. ¿Cómo lo sabía?. Amor, me explicó, no es lo que hay en las novelas románticas. No es esa emoción abrumadora, cegadora que se retrata en una novela. Estos libros no retratan la vida real, dijo. Es un mundo de fantasía, de emociones inventadas. La ficción es sólo ficción, pero la realidad es diferente.

Y entonces, como un padre a una hija, comenzó a explicarme el significado del amor verdadero.

El amor, me dijo, es una emoción que aumenta con fuerza durante toda la vida. Es compartir, preocuparse y respetarse uno al otro. Es construir una vida juntos, una unidad de familia y hogar. El amor que se siente como una esposa joven, continuó, es sólo el comienzo del verdadero amor. Es a través de los pequeños actos cotidianos de la vida que el amor florece y crece.

Y así, continuó, el amor que se siente después de cinco o diez años, es un fortalecimiento gradual. Cuando dos vidas se unen para formar una, con el tiempo, se llega a un punto en el que cada pareja se siente parte del otro, donde cada uno ya no se puede visualizar la vida sin su compañero a su lado.

Sonriendo me dijo que dejara de lado las nociones románticas desarrolladas por mi actividad literaria, y que viera el amor y el matrimonio de una manera significativa.

Salí de la oficina del Rebe con una gran sonrisa en mi cara. El Rebe sabía cómo comunicarse con una joven soñadora. Él sabía qué decir y cómo decirlo. Sus palabras, pronunciadas desde el corazón, resonaron en mi corazón. Ese es mi Rebe.

De todas partes del mundo, Rabinos, empresarios, líderes comunitarios y políticos buscaron el consejo del Rebe, con frecuencia sobre temas de trascendental importancia, afectando a una gran cantidad de personas. Sin embargo, en el caso de una joven parada en el umbral de la vida, preparándose para tomar la decisión más crucial de su existencia, a esta jovencita le dio a su atención. Con amor paternal y compasión, paciencia y preocupación, le explicó el significado del amor, el matrimonio, el hogar y la familia.

Por: Chana Sharfstein

Otra tradición de Shavuot es disfrutar comidas lácteas, ya que la leche se compara con la Torá que alimenta y nutre.
¡Jag Saméaj para todos!

El judaísmo y la donación de órganos


Ell Judaísmo considera la vida sagrada. Por esta razón, donando un órgano para salvar una vida es el acto más alto de virtud. Pero a veces, precisamente porque la vida es sagrada, la donación de órganos es problemática.

La ley judía distingue entre órganos donados durante la vida y donación del órgano después de la muerte. Mientras se está vivo, donar un órgano sin el que se puede vivir, como un riñón, o médula ósea o sangre para salvar o mejorar otra vida es uno de los más grandes actos que se podría realizar.

En la teoría, lo mismo debe aplicarse a los órganos donados después de la muerte. Siendo que salvar vidas está por encima de casi todo, la oportunidad de hacerlo después de la muerte no sólo debería ser aceptable sino incluso obligatorio.

Pero en la práctica, esto presenta una preocupación mucho más seria. Para ser utilizable en un trasplante, la mayoría de los órganos tienen que ser quitados mientras el corazón todavía está latiendo. Pero la ley judía mantiene que si el corazón todavía funciona, la persona está viva. El momento de muerte se define cuando el corazón se detiene. Así que quitar los órganos de un paciente declarado con muerte cerebral mientras el corazón todavía está latiendo, es equivalente al homicidio.

Mientras el mundo médico y legal ha aceptado la muerte cerebral como una nueva definición de muerte, la inmensa mayoría de expertos en la ley judía no. Manosear la definición de muerte es empezar un camino que puede llevar a problemas éticos mayores. Esta es una pregunta de vida y muerte. Necesitamos de una sabiduría más elevada para guiarnos. No quisiera tener que decidir lo que es correcto o incorrecto basado en mi propia opinión subjetiva y sentimientos.

Agradezco a Di‐s que tenemos la Torá para darnos claridad en estos difíciles problemas

Escuchemos juntos los Diez Mandamientos en Shavuot

Este jueves 25 de mayo por la noche comienza Shavuot, la importante fiesta judía que conmemora la entrega de la Torá de manos de Moshé en el Monte Sinaí. Para celebrar que recibimos el tesoro esencial de nuestro pueblo, todos -chicos, jóvenes, adultos y ancianos- están invitados a acercarse el viernes 26 por la mañana al templo más cercano para escuchar los Diez Mandamientos y revivir unidos y con alegría este momento fundamental.

Como hace 3335, y más todavía en este año de Hakhel que transitamos, volvemos a revalorizar y renovar todos juntos nuestra aceptación del regalo de Di-s, la Torá. La costumbre principal de la celebración es escuchar los Diez Mandamientos; para hacerlo es posible acercarse a cualquier templo de la comunidad. Para consultar las direcciones de los Batei Jabad se puede ingresar en www.jabad.org.ar

Otra tradición de Shavuot es disfrutar comidas lácteas, ya que la leche se compara con la Torá que alimenta y nutre.
¡Jag Saméaj para todos!

El Arpa del Rey David

El Rey David no dormía toda la noche como el común de la gente. Desde el anochecer hasta cerca de la medianoche estudiaba Torá jubilosamente con voz agradable.

Cuando el cansancio lo vencía, se adormecía. Pero a la medianoche se despertaba y se levantaba como un león para estudiar Torá ininterrumpidamente hasta el amanecer.

¿Cómo sabía el Rey David cuando era exactamente la medianoche?. Él tenía un despertador original -su arpa-, el mismo instrumento con el que acompañaba sus hermosos cantos de alabanza al Creador. El arpa estaba colgada sobre su cama. A la medianoche, un viento suave del norte soplaba a través de la ventana que estaba abierta y tocaba dulcemente las cuerdas del arpa. Los suaves sonidos lo despertaban y le recordaban que era la hora de servir a su Creador.

Una vez, cuando empezaba a amanecer, los sabios de Israel y sus parnasim (líderes) entraron al cuarto del rey y le dijeron, “Su majestad, el pueblo necesita ganarse la vida. Hay mucha gente que no tiene nada para comer.“

“Vayan a ver a los Judíos ricos y díganles que les den Tzedaká (caridad) a sus hermanos pobres para que mantengan unos a otros”, respondió el rey.

“Perdónenos, Su Majestad, por nuestra insistencia,“ le dijeron los parnasim a modo de disculpa“ pero hay muchas familias numerosas con grandes necesidades. El dinero que recibirán de los ricos no será suficiente, del mismo modo que una pequeña cantidad de carne no alcanzaría para satisfacer a un león hambriento, y así como un pozo nunca se podría llenar con la tierra que se sacó a los costados y que luego se arrojó nuevamente al mismo.“

La compasión de David por los que padecían miseria resurgió. Luego de reflexionar por un momento. respondió, “ustedes saben que nuestros enemigos están oprimiéndonos y tramando destruirnos constantemente. Declarémosle la guerra. Con la ayuda de D’s, triunfaremos. En consecuencia, podremos tomar todo su oro y plata como botín de guerra y repartirlo entre los pobres. Esto les va a alcanzar para un tiempo largo.”

Antes de declarar la guerra, los sabios Judíos consultaron al consejero del Rey, Ajitofel, sobre quien Shemuel Hanaví (el profeta Samuel) declaró que recibió su cargo por ruaj hakodesh (espíritu divino). Ajitofel le enseñó estrategia militar a los judíos. Luego los líderes le pidieron permiso al Sanhedrín (Supremo Tribunal) para hacer la guerra y rezar por el triunfo. También consultaron a los Urim Vetumim, que era un trozo de pergamino sobre el cual estaba escrito el nombre sagrado de Hashem. Este estaba colocado dentro el peto del Kohen Gadol (sumo sacerdote). El joshen (peto) era una vestidura adornada con doce piedras que tenía los nombres de las doce tribus. El Kohén Gadol (Sumo Sacerdote) le preguntaba a los Urim Vetumim si el pueblo debía salir a la guerra o no, y si iban a triunfar. Como respuesta ciertas letras del Joshen se encendían como faroles y el Kohén Gadol ordenaba las letras en palabras. Si el mensaje que se formaba indicaba triunfo, los judíos sabían que del Cielo les permitían salir a la guerra y les otorgarían la victoria.