¿Cómo puedo ser feliz?

PREGUNTA:

Sé que se supone que un judío siempre debe estar alegre, pero cuando me miro no veo ninguna buena razón para estar feliz. Por el contrario, tengo muchas razones para sentirme miserable. ¿Se supone que debo ser capaz de cambiar mi estado de ánimo a voluntad?

RESPUESTA:

Sí, enfrentamos algunos desafíos difíciles en la vida, y los sentimientos de desesperación son comprensibles. Pero podemos dar vuelta nuestra situación. La felicidad nunca está más allá de nuestro alcance.

Esto se debe a que la felicidad es el estado humano natural. Sólo mira a los niños pequeños. Los niños no necesitan aprender estrategias para vivir positivamente, y no necesitan motivos para estar felices. Necesitan motivos para estar tristes. Si un niño llora preguntamos “¿Qué está mal?” Si un niño ríe, juega y baila alrededor del cuarto, no preguntamos “¿A qué se debe la gran celebración? ¿Por qué estás feliz?” Un niño es feliz por necesidad, si no son felices es porque hay un motivo, o porque están hambrientos, sedientos o cansados, o necesitan atención. Pero mientras no pasa nada malo, un niño es feliz sin motivo.

En algún lugar, las cosas cambian. Crecemos y nos volvemos más exigentes, difíciles de complacer, y perdemos esa alegría infantil. A medida que nos cansamos de las decepciones de la vida, sentimos que necesitamos una razón para estar felices. Si ves a un adulto caminando con una gran sonrisa, te preguntas “¿Qué pasa, por qué está sonriendo?”

La diferencia es que los niños no tienen conciencia de sí mismos. Son libres de ser felices. Es solamente cuando maduramos que nos volvemos más conscientes. Tenemos problemas y preocupaciones, deseos no cumplidos y sueños no realizados. Ninguno de nosotros puede decir honestamente que lo tiene todo, y siempre podemos encontrar un motivo para estar deprimidos. Pero un niño no está molesto por lo que le “falta”, así que tiene todo. La falta de auto conciencia del niño lo deja libre para disfrutar de la vida y ser feliz.

Cuanto más nos preocupamos por nuestra propia felicidad, más lejos estamos de lograrla. Cuando nos olvidamos de lo que necesitamos y comenzamos a concentramos en para qué somos necesarios, y el bien que podemos hacerle a los demás en lugar del bien que podemos conseguir para nosotros, nuestra alegría infantil vuelve y somos felices.

Esta es la alegría de la festividad de Purim: un tiempo para dar regalos, donaciones, decir “Lejaim”, y agradecerle a Di-s por la oportunidad de estar vivos. Aún en los momentos más oscuros, concentrándonos en la misión en lugar de uno mismo, podemos acceder a nuestra alegría interior.

La felicidad no está en un lugar ahí afuera, sino que se encuentra en el interior, en esa parte nuestra que es para siempre joven y por siempre dada, nuestra alma.

Por Aron Moss

Apretados

Tres semanas es mucho tiempo cuando estás esperando un e-mail. Pero toma todo el dolor y el tormento, todos los pecados y sufrimientos de una nación de 4.000 años y aprésalos en un espacio de tres semanas…y tres semanas son un espacio muy estrecho de hecho.

¿Cuándo “sucede” algo? Podemos decir que una guerra ocurre durante los años que ocupan un siglo en particular. Podemos decir que un cambio en la situación de una persona sucede en el curso de una generación o etapa. O, podemos ver las causas básicas de estos eventos y procesos.

Un momento único y traumático en la vida individual de uno, particularmente en la infancia de la persona o niñez, puede afectar numerosos sucesos “futuros”, pensamientos y sentimientos, y puede conformar el estado mental de la persona y las circunstancias de su vida durante muchas décadas. Lo mismo es cierto con nuestras vidas como personas. Los eventos de dos días terribles en nuestros años de formación encapsulan un gran pedazo de nuestra historia y marcan la trayectoria de nuestro recorrido en el próximo milenio.

¿Cuáles son estos dos días, y qué sucedió?

El 17 de Tamuz

El día 17 del mes de hebreo Tamuz del año 2448 desde la Creación (1313 AEC), cuarenta días desde el Recibimiento de la Torá en el Monte Sinaí, Moshé descendió de la montaña, y se encontró con que los Hijos de Israel estaban adorando a un becerro de oro. En sus manos, llevaba las Tablas de la Ley, inscriptas en ellas los Diez Mandamientos. Al ver la traición del pueblo al nuevo pacto con Di-s, Moshé “tiró las Tablas de sus manos y las rompió bajo la montaña”.

Di-s perdonó a Su pueblo, pero también dijo: “En el día de Mi contabilidad, Lo contaré”. Nuestros sabios explican: cada pecado de la historia judía contiene un poco del pecado del becerro de oro; cada catástrofe de la historia Judía contiene algo de la catástrofe de la partición de las Tablas.

El 9 de Av

Era un pueblo herido, pero en estado de recuperación cuando acamparon desde el Monte Sinaí para volver a seguir su trayectoria hasta la Tierra Prometida. Y luego, en la víspera del día nueve del mes Hebreo de Av, un año y tres semanas después de la partición de las Tablas, la travesía de Israel se detuvo en seco.

Fue en esta trágica noche que nuestros ancestros, desanimados por el reporte negativo traído por los espías, perdieron la fe en la Divina promesa de la Tierra. Al final, Moshé una vez más aseguró el perdón de Di-s y reanudaron el viaje, pero una vez la naturaleza de la travesía fue profundamente alterada. Moshé y toda la generación que habían dejado Egipto y presenciaron la entrega de la Torá en el Sinaí, murieron en el desierto. Sus hijos anduvieron en el desierto durante 40 años, marcando un patrón que se repetiría en los futuros exilios de Israel.

Las tres semanas

Cerca de 1.400 años más tarde, estos dos días de traición y desesperación otra vez dejaron su marca en la historia Judía, remarcando las infames “tres semanas” en las que se vio la destrucción de Jerusalem y su Templo Sagrado y el comienzo de nuestro más reciente, más largo y más amargo Galut (exilio).

El 17 de Tamuz del año 3829 desde la Creación (69 EC), el ejército Romano que se encontraba sitiando Jerusalém, irrumpió en la ciudad destruyendo las murallas. Durante tres semanas las batallas arrasaron en las calles de Jerusalem, hasta que toda la ciudad fue destruida y el Templo Sagrado, el corazón de la ciudad y del pueblo Judío, ardió en llamas el 9 de Av.

Otras numerosas tragedias en la historia Judía, (tanto antes como después de la destrucción del Templo), ocurrieron el 17 de Tamuz y el 9 de Av, y durante las tres semanas que hay entre estas dos fechas. Hasta el día de hoy, estos dos días, este año correspondientes al 6 de julio  y 27 de julio de 2023 respectivamente, son días de ayuno, y las “Tres semanas” marcan un período de duelo y arrepentimiento.

El profeta Jeremías, en sus Lamentaciones por la destrucción de Jerusalem, proclama sobre el pueblo de Israel: “Todos sus perseguidores los alcanzaron entre las escaleras estrechas”. Las “escaleras estrechas” explica el Midrash, son los “21 días entre el 17 de Tamuz y el 9 de Av”.

Despegando

¿Qué sucede cuando tanto caos y fomento son apretados en un espacio tan estrecho?

Pregúntale a un jardinero qué sucede cuando pellizcas una manguera de jardín. Pregúntale a un ingeniero de láser qué sucede cuando un haz de luz es enfocado en un punto en particular. Pregúntale a un historiador qué sucede cuando las pasiones reprimidas de una persona se canalizan a través de la persona de un líder carismático.

Pregúntale a nuestros sabios: te dirán que el Mashiaj nació el 9 de Av. Te dirán que es la tarea de nuestra generación apretar cuatro mil años de anhelo y esfuerzo en la estrecha recta del Galut y llevar nuestro mundo a una órbita más alta: a un estado de bondad Divina y perfección prometida por los profetas de Israel.

Por Yanki Tauber

El mensajero del Rebe

El Rabino Pinjas Teitz de N. Jersey, realizó 22 viajes a Rusia en los años sesenta y setenta. Incluso durante el auge del imperio comunista y la policía secreta, se las arregló para lograr el permiso para sus visitas. Tenía buenos contactos en el gobierno y ellos confiaban en él. A menudo utilizó sus visitas para pasar en secreto parafernalia judía, como Tefilín y Libros de Oraciones, para beneficio de los judíos oprimidos de la U.S.S.R.

Aunque el Rabino Teitz nació y se educó en Lituania, era imposible no involucrarse en la vida judía de la Unión Soviética de esos días y no loar las actividades de los Jasidim de Jabad, que dedicaban sus vidas para conservar el Judaísmo allí. Muchas veces tuvo el mérito de traer objetos del Lubavitcher Rebe a sus jasidim en Rusia, y viceversa. Una vez, cuando el Rabino Teitz se preparaba para otro viaje, el representante del Rebe le trajo un paquete; él ya estaba acostumbrado e incluso esperaba su llegada.

Pero esta vez el mensajero del Rebe sacó también un pequeño volumen de un Tania, el libro fundamental de las enseñanzas de Jabad. Le explicó que el Rebe pidió que lo llevara con él en Rusia, pero no dijo a quién darlo.

“Yo estaba sorprendido,” relató después el Rabino. Cooperar con el Rebe para entregar las necesidades judías básicas a los judíos de Rusia estaba bien, pero ¿ir con una copia del Tania en mi equipaje? ¿A Rusia? Parecía innecesariamente peligroso. La KGB sabía muy bien lo que es un Tania.

Finalmente, decidió llevarlo. Si el Rebe le hacía semejante pedido, debía tener una buena razón.

Al tercer día de su estadía en Moscú, mientras caminaba a su hotel desde la Gran Sinagoga después de Minjá (Oración de la Tarde), dos hombres se le acercaron cuando atravesaba una calle oscura. Rápidamente, lo forzaron a entrar en un automóvil. El rabino fue tomado por sorpresa y se asustó. ¿Eran la KGB? ¿Era un secuestro?

Sus miedos se disiparon, pues sus dos “secuestradores” resultaron ser jasidim de Jabad locales. Ellos se disculparon por el método aplicado, y explicaron que era el único medio para charlar con él, y discutir temas de emergencia.

Sólo después se presentaron. Dijeron que debían entregar un mensaje al Rebe. Tenían que tomar decisiones de vida y necesitaban la respuesta del Rebe, y no podían esperar a un emisario oficial.

El mayor de ellos había averiguado que la KGB estaba siguiéndolo, y quería saber si el Rebe pensaba que debía huir de Moscú, o permanecer a pesar del peligro y seguir con sus actividades educativas clandestinas.

El más joven quería saber si solicitar una visa de emigración a Israel. Él poseía un excelente puesto como ingeniero, y en cuanto aplicara para la visa se lo despediría de su trabajo, y si la visa le fuera denegada, quedaría sin sustento.

El Rabino Teitz, conmovido, memorizó sus nombres y preguntas para pasarlas al Rebe, ya que era peligroso apuntarlas. El rabino mencionó que el Rebe le había dado un Tania para llevar con él en el viaje. “¿Usted tiene un Tania del Rebe en su posesión? ¿Ahora? ¿Aquí”? exclamaron.

El Rabino sacó el Tania de su bolsillo y lo mostró. Ellos lo examinaron ávidamente.

Su excitación era palpable. Estaban alborozados al sostener un libro que había estado en las santas manos del Rebe.

Uno de ellos gritó con asombro. Una página estaba plegada en la punta. ¡Abrieron la página y se pasmaron por las primeras palabras! “… él está sumamente apretado por el tiempo y halla absolutamente imposible retrasar…” “¡Ésa es mi respuesta del Rebe!” clamó el Jasid con emoción. “Está diciéndome darme prisa y escapar de aquí”. El otro jasid tomó el libro y lo examinó ansiosamente, esperando encontrar otro doblez de página. ¡Y había uno!. ¡Esta vez tomó sólo dos palabras! “…l’hikanes l’aaretz …- entrar en la Tierra…” “¡Ésa es mi respuesta”! gritó. “Debo aplicar para emigrar a Israel.” Ambos le rogaron al Rabino Teitz permitirles guardar el libro. Él se negó diciendo que el Rebe le había dicho que lo llevara con él, y no dijo nada sobre entregarlo.

Adaptado de Verabim Hashiv Meavon y Sijat HaShavua

Hombres y mujeres; ¿diferentes pero iguales?

Luego de miles de años de dominación masculina, ahora nos enfrentamos con el principio de la era feminista, cuando las mujeres se elevan a su nivel apropiado, y todo el mundo reconocerá la armonía que existe entre hombre y mujer.

-El Rebe

Una pareja que estaba teniendo problemas de comunicación, fue a ver al Rebe. La mujer dijo que su marido estaba consumido por su trabajo, y que cuando finalmente encontraba tiempo para hablar con ella, la criticaba y le daba órdenes. El marido dijo que su mujer no le tenía respeto y que no escuchaba ninguna de sus sugerencias.

“¿Por qué piensas que tu mujer debería escucharte?” le preguntó el Rebe. “Porque una mujer debe escuchar a su marido”, respondió.

“¿Pero por qué una mujer debería escuchar a su marido?”, preguntó el Rebe. “Porque el hombre es el dueño de la casa”.

“No”, dijo el Rebe. “Lo primero que debes hacer es seguir, como hombre, es el edicto que “un hombre debe honrar a su mujer más que a sí mismo”. Así la mujer piadosa tendrá un marido a quien pueda respetar y amar. Si el hombre no cumple con su rol como tal, entonces es la mujer quien debe respetuosamente, llamarle la atención”.

La sociedad contemporánea está comenzando a investigar las verdaderas distinciones entre hombres y mujeres. Además de las diferencias fisiológicas obvias, hay también diferencias entre sus formas de pensar, hablar, y comportarse.

Para poder comprender la esencia de la naturaleza del hombre y la mujer, debemos dejar de lado la subjetividad humana y mirar a través de los ojos de Di-s. Cada ser humano, hombre y mujer, ha sido creado con el mismo propósito: unir cuerpo y alma para poder hacerse a ellos mismos y al mundo un lugar mejor y más sagrado. En su servicio a Di-s, no hay ninguna diferencia entre hombres y mujeres; la única diferencia es la manera en la que el servicio se manifiesta.

¿Cuáles son las diferencias entre los hombres y las mujeres?

Hombre y mujer representan dos formas de energía Divina; están los elementos masculinos y femeninos en una sola alma.

Di-s no es ni masculino ni femenino, pero tiene dos formas de emanación: la forma masculina, que es más agresiva, y la forma femenina, que es más sutil. Para que un ser humano pueda llevar una vida total, debe tener las dos formas de energías: el poder de la fuerza y el poder de la sutileza; el poder de dar y el poder de recibir. Idealmente, estas energías emergen sin problemas.

Los hombres son físicamente más fuertes. Por naturaleza, son usualmente más agresivos y más externamente orientados. En contraste, la mujer generalmente personifica la ideal dignidad profunda. Algunas personas confunden dicha sutileza con debilidad; en verdad, es más fuerte que la fuerza física más agresiva que se pueda imaginar. La verdadera dignidad humana no grita; es una voz fuerte y segura que habla desde adentro. La naturaleza de la mujer, incluso que es sutil, no es débil. Y la naturaleza del hombre, incluso que es agresiva, no es bruta. Para que el hombre y la mujer sean completos, deben poseer ambas energías.

La respuesta no es que el hombre y la mujer deben intentar ser iguales. Todos los hombres y las mujeres deben ser ellos mismos, percatarse que Di-s nos dio a cada uno habilidades únicas para poder alcanzar nuestra meta, y que nuestra responsabilidad primordial es aprovechar al máximo estas habilidades.

¿Qué se considera la verdadera liberación para ambos sexos?

A pesar que el feminismo legalmente pide un fin a la dominación y abuso masculino, y pide derechos iguales para la mujer, es vital llegar a la raíz de la distorsión: que nuestro foco en la vida, tanto de los hombres como de las mujeres, no es simplemente satisfacer nuestros egos y necesidades, sino servir a Di-s. La verdadera liberación de las mujeres no es meramente buscar igualdad dentro de un mundo machista, sino liberar los aspectos Divinos femeninos de la personalidad de la mujer y usarlos para el beneficio de la humanidad.

Luego de tantos años de dominación machista, nos encontramos ahora en el alféizar de la verdadera era feminista. Es tiempo ahora para que la mujer eleve su verdadera prominencia, cuando el poder sutil de la energía Divina permita nutrir el poder abierto de la energía masculina. Ya hemos comprobado que podemos usar nuestra fuerza para eliminar a los demonios alrededor nuestro; aprendamos ahora a nutrir la Divinidad que hay adentro.

Acción

Los hombres y las mujeres deben darse cuenta de sus respectivos roles iguales e intentar complementarse uno con el otro en su lucha en común para mejorar la vida. Para poder corregir el abuso de la dominación machista, los hombres deben concentrarse en usar sus cualidades dominantes para bien. Deben usar su fuerza para proteger y preservar el carácter femenino, ayudando a las mujeres a darse cuenta de su verdadero potencial para revelar Divinidad que tanto se precisa hoy en día.

Aprendamos qué es lo que significa ser hombre o mujer, sobre las energías masculinas y femeninas. Aprende a aprovechar tu potencial, balancear estas energías para llevar una vida con sentido y productiva: una vida Divina. Y finalmente, aprende a apreciar y a respetar a tu compañero masculino o femenino.

¿Cómo es que el agente de la destrucción se convierte en un agente curativo?

El veneno de la serpiente mamba negra africana es uno de los más mortíferos para el ser humano. La mordida se siente al principio como una ligera picadura, luego como un hormigueo. Luego de unos pocos minutos, el sistema nervioso comienza a apagarse, lo que culmina en una parálisis, convulsiones y una muerte sofocante.

Investigadores han descubierto recientemente que este veneno letal también contiene dos potentes analgésicos, conocidos como mambalgins, tan efectivos como la morfina. Además, a diferencia de la morfina, los mambalgins no generan tolerancia ni adicción, y no tienen efectos colaterales peligrosos. La misma serpiente que causa una muerte horrible también tiene la clave para un alivio extraordinario.

De manera similar, en la parashá de esta semana, cuando el pueblo judío está rodeado de serpientes venenosas, Di-s le dice a Moshé que fabrique una serpiente de cobre y la coloque en el campamento. Todos aquellos que contemplaran a la serpiente estarían curados. (Esta es la fuente de la conocida imagen de la serpiente en una vara).

¿Cómo es que el agente de la destrucción se convierte en un agente curativo?

Sucede que no hay maldad absoluta. Cada manifestación de la maldad lleva oculta en sí el potencial para el bien. Un ejemplo excelente de esto es que la guematria (el valor numérico) de la palabra hebrea para “serpiente”, najash, equivale al valor de la palabra Mashíaj. El mashíaj dará fin al exilio y reparará el daño hechos en el mundo a partir del pecado del Árbol del Conocimiento, provocado por una serpiente.

“Muy bonito”, dirás tú, “pero no lo veo. Lo que veo es un mundo lleno de maldad y dolor. ¿Por qué Di-s crearía la maldad sólo por la potencialidad del bien?”

Podría argumentar que el sufrimiento nos ennoblece, nos vuelve más compasivos y sensibles al sufrimiento de los demás. Podría sostener que el sufrimiento provee el contraste que nos permite apreciar el bien. Podría afirmar que necesitamos descender si queremos ascender. Incluso podría aseverar que el sufrimiento en realidad es una forma sublime y oculta del bien.

Pero esto no te satisfaría. “Di-s es el amo del universo”, dirías. “Él diseñó este mundo y todo lo que hay en él. Nos podría haber permitido alcanzar el ascenso sin el descenso, el perfeccionamiento sin el sufrimiento, la redención sin el exilio. Fue su elección crear el mal, o al menos aquello que percibimos como el mal. Él creó el veneno, y Él creó el antídoto”.

Y yo no podría responderte.

Cuando el Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, habló de este concepto durante una reunión jasídica, las lágrimas afectaron su voz: “¿Por qué debemos tener esta aflicción… la Shejiná en el exilio… el Mashíaj en el exilio… todos los judíos en el exilio, sin final a la vista?”.

El Rebe concluyó que no podemos entender el dolor porque Di-s no quiere que lo entendamos. Él no quiere que lo aceptemos, lo justifiquemos o lo racionalicemos bajo ningún concepto. Quiere que protestemos contra él y que trabajemos para acabar con él. Y si entendiéramos el dolor, incluso en lo más mínimo, se reduciría nuestra motivación para acabar con él.

En el libro de Ieshaiau está escrito que cuando venga el Mashíaj nosotros diremos: “Gracias, Di-s, por haber estado enfadado conmigo”. En otras palabras, nos daremos cuenta entonces de que los sucesos dolorosos que hemos experimentado, las manifestaciones de la ira de Di-s, eran en realidad el bien supremo.

Pero aún es muy pronto para valorarlo. Mientras el sufrimiento siga vigente, mientras haya alguna criatura viva que sufra o esté en el exilio, no estaremos listos para agradecer a Di-s por el dolor. Sólo cuando el exilio acabe tendremos el lujo de mirar hacia atrás y agradecer a Di-s por todas las bendiciones ocultas. Por ahora, sólo podemos pedirle que cumpla su promesa de “destruir la muerte para siempre; y enjugar las lágrimas de todos los rostros”.

(Basado en una charla del Rebe, Hoshaná Rabá 5744).

Por Chaya Shuchat

El Rebe, “Un Hombre de Di-s”

Hay muchos paralelos que pueden trazarse entre Moshé Rabeinu y el Rebe: cada uno de ellos condujo a la nación durante cuatro décadas; cada uno de ellos atribuyó a las ovejas descarriadas y perdidas genuina importancia; cada uno de ellos alimentó la visión de un pueblo judío redimido, y cada uno de ellos personificó el amor infinito hacia el pueblo judío.

Han pasado ya años desde aquel oscuro día 3 de Tamuz, y aún no hemos encontrado alivio al dolor y la inmensa pérdida que hemos experimentado.

Con todo, sabemos que el Rebe no nos permitiría estancarnos en el duelo, sino, en cambio, hubiera encaminado nuestras emociones hacia actividades fructíferas, constructivas y positivas.

 En palabras del Rebe, “debemos convertir el dolor en acción”.

El Talmud y la Cábala están repletos de alusiones a la vida eterna del hombre justo. Ellos apuntan no solamente a la inmortalidad del alma, lo que es cierto de cada alma, sino más allá todavía, al contínuo impacto del alma del hombre justo sobre nuestro mundo, de manera incluso más pronunciada que durante la física, y por lo tanto restringida, vida del tzadik.

Pero hay individuos singulares de quienes incluso una inmortalidad todavía mayor es cierta.

Uno de estos fue Moisés, sobre quien el Talmud dice que “él no ha muerto”(Sotá 13b). La Cabala interpreta esto como significado que algunas de las chispas del alma de Moshé son reencarnadas en las vidas de cada líder judío en cada una de todas las generaciones subsiguientes.

 Hay muchos paralelos que pueden trazarse entre Moshé y el Rebe: cada uno de ellos condujo a la nación durante cuatro décadas; cada uno de ellos atribuyó a las ovejas descarriadas y perdidas genuina importancia; cada uno de ellos alimentó la visión de un pueblo redimido, y cada uno de ellos personificó el amor infinito hacia el pueblo judío.

Vemos llamativas similitudes en la plena viveza y la aflicción de los últimos días de cada uno de estos dos gigantes, cuando, después de dedicar cada suspiro de sus vidas a conducir al pueblo judío siempre igual e esforzadamente hacia una nueva realidad, a ambos se permitió únicamente apenas vislumbrar desde la distancia el cumplimiento de su sueño.

En aquel momento final, mientras la visión de Moshé parecía estar simplemente a un palmo de distancia de su concreción, y el pueblo judío estaba a punto de ingresar en la Tierra de Israel, su gran líder y visionario fue apartado del mundo. En nuestro propio tiempo, el Rebe, nuestro gran líder y visionario, fue apartado de este mundo precisamente cuando lo había declarado tan próximo al momento de la Redención Final. En los días inmediatamente siguientes al 3 de Tamuz, los ojos del mundo se apoyaron sobre la comunidad de Lubavitch.

“¿Cómo se las arreglarán ahora?”, parecía ser la pregunta implícita sobre los labios de cada periodista y cada investigador social.

Cualquiera que visitara alguna vez al Rebe en sus últimos cuarenta años, sentía curiosidad por saber cómo los jasidim nos cobijábamos a su alrededor, cómo seguíamos pendientes de cada uno de sus movimientos, cómo hallábamos significación e inspiración en un movimiento de su mano, en un gesto de su cabeza, y en la permanente sonrisa sobre su brillante rostro.

Estos eran los movimientos de un individuo que podía y facultaba de hecho a gente en todo el mundo a emprender los innovadores y audaces programas con que Jabad-Lubavitch se ha ganado su bien merecida reputación. Estos eran los movimientos de un individuo que podía encontrar luz dentro de la más formidable oscuridad, sacar a relucir belleza de dentro de la fealdad más áspera, y descubrir calidez en el más frío de los lugares.

La gente que observaba al Rebe se sentía desconcertada por su agenda. Se maravillaba de su increíble vigor. ¿De qué otra manera se podía explicar su negativa a tomar un único día libre en más de cuatro décadas? Sus audiencias muy tarde en la noche que se estiraban a las tempranas horas de la mañana mientras prestaba atención a las aflicciones y los dilemas personales de su pueblo; los días invertidos cada semana en ayuno, mientras oraba en el lugar de reposo de su suegro en nombre de su pueblo en particular y en el de la humanidad en general; las largas horas invertidas en enseñar e iluminarnos con su sapiencia, sus conocimientos y su visión Divina; y en años posteriores, cuando su rebaño creció por cientos de miles y la demanda ejercida sobre su tiempo excedió desmesuradamente todo límite, las largas horas –seis o siete- que permaneció de pie, en la novena década de su vida, sobre dolientes piernas, a fin de poder recibir personalmente a cada uno de los miles de individuos, judíos y no-judíos, niños y adultos, que procuraban su bendición en cualquier día domingo, y para entregarles un dólar de modo que también ellos, a su vez, tuvieran la mitzvá de dar tzedaká.

Indudablemente, esta no es la fibra con la cual están hechos los simples mortales. Las incontables maneras en que él ha atendido nuestras heridas, nutrido nuestros sueños, y nos ha sostenido colectiva e individualmente, nunca podrán contarse en su totalidad. Pero en el curso de su existencia unificada, a través de su profunda sensibilidad al dolor y al sufrimiento humano, mediante su visión de un mundo perfeccionado y su labor hacia su concreción –desde sus más tempranas apelaciones por la educación, tanto judía como universal, hasta sus más recientes esfuerzos por educar al mundo acerca de la Redención—el Rebe ha azuzado nuestras pasiones por el bien y lo Divino, y nos ha enseñado a manifestar esto en nuestras vidas, nuestra realidad y nuestro mundo. Ciertamente, esta no podría ser la obra a realizarse humanamente en el curso de una vida mortal.

Desde luego, nuestra relación con el Rebe jamás podrá definirse en términos de sólo su ser físico. Pues tal como fue Moisés para los judíos del Exodo, un mortal y sin embargo claramente un hombre de Di-s, así es el Rebe para nosotros. De modo que mientras nos vemos incapacitados por la pérdida de su presencia física, mientras sufrimos el dolor de una extremidad truncada y nos sentimos torpes e ineptos por esta inmensa pérdida, la vida del Rebe no ha terminado.

Más bien, continúa respirando de manera palpable en el trabajo de Jabad Lubavitch, en las vidas de los emisarios del Rebe por todo el mundo, y en las mentes y corazones de cada uno de nosotros.

Sea si consideramos las instituciones de aprendizaje y tradición judía que él fundó, o las diversas actividades sociales, educativas y humanitarias que inició, o el número de vidas que afectó mediante cualquiera de estos, la vida del Rebe perdurará eternamente.

Y a través de las actividades globales continuas de Jabad Lubavitch, sus shlujim y también, toda la numerosa cantidad de gente que lleva su inspiración dentro de sí mismo en sus actividades espirituales, educativas y caritativas, continuará compartiendo esa vida eterna. 

Es, por lo tanto, en el trabajo acrecentado y continuado de Jabad Lubavitch que hallamos nuestro más grande alivio y consuelo. Mediante estas actividades, y con cada alma que es encendida, podemos discernir la presencia del Rebe, su gesto de aliento con la cabeza, su tranquilizadora sonrisa, y sus bendiciones. Estos continuarán manteniéndonos en tanto llevamos adelante la tarea que nos encomendara, trayendo por fin la Redención Final a un cansado y doliente mundo.

¿Por qué las mujeres no son consideradas herederas de acuerdo con la ley de la Torá?

HISTORIA JUDÍA- LAS HIJAS DE TZELOFJAD Y SU AMOR POR LA TIERRA DE ISRAEL

Un hombre llamado Tzelofjad falleció en el desierto, dejando cinco hijas – Majlá, Joglá, Noáh, Milká, y Tirtzá. Las cinco eran rectas, inteligentes, y cultas. En el tiempo de la muerte de Aharón, después de la cual sucedieron los eventos relatados aquí, ellas no estaban casadas, dado que no pudieron encontrar esposos dignos.

Cuando oyeron a Moshé explicar que Eretz Israel sería distribuida de acuerdo con el número de varones, discutieron la materia entre sí.

“El nombre de nuestro padre será olvidado,” se dijeron una a la otra, “porque ningún heredero varón recibirá una porción en Eretz Israel asociada con su nombre. Dado que nosotras no tenemos hermanos, reclamemos la porción de nuestro padre en la Tierra, de tal modo su nombre será perpetuado.”

Las hijas de Tzelofjad eran descendientes de Majir, una familia de la Tribu de Menashé que había pedido permiso a Moshé para asentarse en el lado oriental del Jordán. Así ellas sabían que podrían obtener territorio fácilmente en aquel lado, dado que la tierra allí no era distribuida por la suerte Divina sino por Moshé personalmente. No obstante, amaban Eretz Israel, no estaban satisfechos con una porción en el lado oriental del Jordán, sino que decidieron pedir una parte apropiada en Eretz Israel.

Ellas se aproximaron a los jueces designados por cada diez personas y presentaron su petición. Dado que ésta era una cuestión legal sin precedentes, los jueces no pudieron decidirse. Ellos remitieron a las hijas de Tzelofjad a los jueces designados sobre cincuenta.

“Nosotros dejamos la decisión a más grandes,” dijeron también estas autoridades. Las hijas de Tzelofjad entonces abordaron a los jueces designados sobre cien, pero de allí fueron enviadas a los jueces de mil. Ningún juez se sintió competente para decidir la materia, hasta que finalmente las hijas de Tzelofjad fueron referidas a Moshé mismo.

Las hijas de Tzelofjad esperaron en presentar su caso hasta que Moshé comenzó a explicar las leyes de ibúm (matrimonio de levirato) en el Beit Hamidrash. En aquel punto ellas entraron y dirigieron la palabra a Moshé, Elazar (quien oficiaba después de la muerte de su padre Aharón), y los Ancianos.

A pesar de ser renuentes a presentarse en público, las hijas de Tzelofjad vencieron su natural modestia porque su cuestión era fundamental. Ellas la presentaron en un estilo culto.

La hija mayor comenzó, “Nuestro padre falleció en el desierto (y no en Egipto. Dado que él pertenece a la generación que abandonó Egipto, él tiene derecho a una porción en Eretz Israel)”.

La segunda hija continuó, “El no estuvo entre los querelladores o la malvada congregación de Koraj (quienes perdieron el derecho a sus partes en la Tierra)”.

La tercera resumió, “El no indujo a otros a pecar, (lo cual le causaría perder su porción), sino murió a causa de su propio pecado”.

La cuarta hija concluyó, “¿Por qué debería el nombre de nuestro padre ser olvidado de la familia porque él no dejó ningún hijo? ¡Permitídnos a nosotras, sus hijas, heredar todas las porciones que le eran debidas a él!”

Replicó Moshé, “Vosotras no tenéis derecho a la herencia de vuestro padre.”

¿Por qué?” ellas inquirieron.

“Porque las mujeres no son consideradas herederos de acuerdo con la ley de la Torá,” declaró Moshé.

Las hijas de Tzelofjad entonces argumentaron, “Si muchachas no son consideradas herederos, nuestra madre debe volver a casarse con uno de los hermanos de nuestro padre, de acuerdo con las leyes de ibum. Quizá ella tendrá entonces un hijo quien heredará la porción de nuestro padre.”

“Una vez que hay hijas,” replicó Moshé, “ibum no se aplica. Ella no puede casarse con uno de los hermanos de vuestro padre.”

“¿Qué razonamiento es éste, Moshé Rabeinu?” preguntaron estas cultas mujeres. “Si nuestro estatus es igual a hijos en cuanto concierne a ibum, ¿no debería la misma regla aplicarse en relación a la herencia de la Tierra?”.

De acuerdo con un parecer (Shabat 96), Tzelofjad era el mekoshesh, el hombre que recolectó leña en Shabat (15:32); de acuerdo con otra opinión él estaba entre los maapilim (quienes intentaron entrar a Eretz Israel sin permiso (14:44)).

Inmediatamente, Moshé se volvió para preguntar a Hashem para confirmar el reclamo de las hijas de Tzelofjad.

¿Por qué no reconoció Moshé la verdad de su argumento, prefiriendo esperar la decisión de Hashem?

Hay varias opiniones:

1.La ley de la Torá en esta materia fue ocultada de Moshé.

Dos tzadikim se alabaron a sí mismos de que ellos eran bien versados en Torá y Di-s les causó olvidar una ley.

El Rey David proclamó, “Tus leyes eran mis cantos en la casa donde yo era un extraño” (Tehilim 119:54). David implicaba que aún mientras él estaba en huida y en exilio, la Torá estaba constantemente sobre sus labios. A pesar de que en aquellos penosos tiempos él no podía concentrarse tan profundamente como cuando estaba en paz, incesantemente repetía las palabras de la Torá como quien lleva un canto sobre sus labios. Dijo Hashem, “David, no compares la Torá a un canto, alabándote tú mismo de que sus palabras son tan familiares para ti como un canto! Tú errarás todavía concerniente a una ley conocida incluso por niños pequeños.”

Cuando David trajo el Arón (arca) a Ierushalaim, no se lo cargó sobre los hombros de sus portadores, sino él ordenó que fuera colocado sobre una carreta. Hashem se enojó y causó a los bueyes que empujaban la carreta temblar. Un hombre llamado Uzá, quien estaba parado muy cerca, pensó que el Arón estaba a punto de caer y lo tomó. Di-s mató a Uzá por este acto (porque él debía haber entendido que el Arón que transporta a sus portadores, ciertamente se transporta a sí mismo). David se dio cuenta tristemente que esta tragedia había sido causada por su error, porque él había errado en colocar el Arón sobre una carreta. El Arón sólo podía ser cargado sobre los hombros de los portadores.

Cuando Moshé designó jueces sobre el pueblo, él anunció, “Cualquier materia que es demasiado difícil para vosotros, traedla ante mí” (Devarim 1:17). Él debería haber dicho, “En cualquier materia difícil, yo inquiriré sobre la ley a la Shejiná.”

Consecuentemente, Hashem ocultó de él una halajá la cual aún las mujeres sabían.

2. De acuerdo con un parecer diferente, Moshé sabía la correcta decisión halájica. No obstante, cuando él escuchó que los jueces sobre diez habían diferido el caso a una autoridad más alta, y todo Beit Din de turno se había abstenido de pronunciar una decisión, Moshé pensó, “Permitídme actuar de la misma manera. Hay Uno más grande que yo. Permitídme preguntarle a Él.”

Moshé con eso enseñó a los jueces de todas las generaciones venideras a no vacilar para consultar a una más grande autoridad si es necesario.

De acuerdo con este parecer, Moshé conscientemente corrigió su previa declaración presuntuosa de que él decidiría materias difíciles por sí mismo. Su teshuvá (arrepentimiento) consistió en presentar públicamente su pregunta a Hashem.

3.Moshé sabía que las hijas heredan las posesiones de su padre si no hay descendencia masculina. No obstante, él estaba inseguro acerca de si Tzelofjad, quien era un primogénito, tenía derecho a una doble porción en este caso. La ley de la porción doble podría no aplicarse aquí, dado que Eretz Israel no estaba todavía en la posesión de Benei Israel.

4.De acuerdo con el Zohar, Moshé no estaba seguro acerca de si el pecado de Tzelofjad, (el mekoshesh) había sido completamente perdonado en el Cielo. Él pensó que Hashem podría no querer conceder a las hijas de este hombre una porción en la Tierra. La réplica positiva del Todopoderoso indicó que el pecado de Tzelofjad había sido expiado. Hashem replicó a la pregunta de Moshé, “Las hijas de Tzelofjad argumentaron correctamente. Esta fue la ley apuntada ante Mí en lo Alto.

Un enfoque de la Torá acerca de la ansiedad

No hay duda de que vivimos en un mundo de alta presión, y no sólo lidiamos con el estrés que la sociedad pone en nuestras cabezas, sino que también tenemos en nuestro propio interior una olla a presión, de nuestras expectativas personales, responsabilidades, trabajo , familia, relaciones, y nuestros objetivos para la felicidad y el éxito.

Así que, ¿cómo podemos tratar prácticamente con la ansiedad en nuestras vidas, las dificultades que surgen en nuestro camino, las mismas cosas que nos hacen sentir como si estuviéramos atrapados en una rutina e incapaces de superar los desafíos básicos de la vida?

En primer lugar, tenemos que saber que una cierta cantidad de ansiedad en nuestras vidas es normal. Es parte de la vida. Se nos muestra en el pasaje del comienzo de la Torá: “En el principio. . . la tierra estaba desordenada y vacía. . . y las oscuridad estaba sobre la faz del abismo. . . Y Di-s dijo: “Hágase la luz, y hubo luz. Di-s vio que la luz era buena, por lo que Di-s separó la luz de la oscuridad. . . Y fue la tarde y la mañana, un día. “(Génesis 1:1-5)

De este pasaje fundamental, vemos que:

La oscuridad precedió la luz.

Para que la luz existiera, tuvo que ser creada. No existe por sí misma. E incluso cuando la luz fue creada, estaba mezclada con la oscuridad y tuvieron que ser separadas.

Una fase completa de revelación: “un día”, sólo se completa cuando se incluye tanto la oscuridad (noche) como la luz (por la mañana).

Y en el quinto verso de la Torá leemos, “Vaikrá Elokim la’or yom”, “Y Di-s llamó a la luz día”.Lo que esto nos enseña es que “día”, que consiste de luz y oscuridad, es la misma palabra que se utiliza sólo para la luz. Esto significa que a pesar de que la luz y la oscuridad existan, lo que es dominante y lo que define el día es la luz.

Se sabe que la parte más oscura de la noche es justo antes del amanecer. Muchas veces es fácil pensar que la vida sería tan bonita, y tan fácil, si fuera simplemente una vida llena de luz sin oscuridad. Así como en un electrocardiograma, el latido del corazón va hacia arriba arriba y abajo. . . así también nuestra vida tiene obstáculos en el camino, y los altibajos son parte de la vida. La cuestión no es si va a haber baches, sino más bien cómo vamos a lidiar con los golpes, cuando se nos vienen encima.

Hay muchas veces que la Torá habla sobre la ansiedad, pero hay un pasaje importante que nos enseña algunos aspectos muy prácticos del manejo de la ansiedad en nuestras vidas. Claramente, esto no va a ser una solución para alguien que sufre de depresión o enfermedades mentales que está en necesidad de ayuda profesional y tal vez medicación. Es para los golpes típicos que encontramos en nuestras vidas.

La declaración se encuentra en Proverbios, que fue escrito por el rey Salomón. Dice así: “La ansiedad en el corazón de una persona provoca el abatimiento, pero una buena palabra lo convierte en gozo” La palabra hebrea para esto es: Da’agah Belev ish yashjena, vedavar tov yesamjenah (Proverbios 12:25).

Aquí vemos la complejidad de la lengua hebrea, y cómo la comprensión de sus diferentes niveles de significados conducen a las enseñanzas múltiples del sujeto en mano. La palabra “melancolía”, yashjena, tiene tres significados diferentes, dependiendo de cómo se lee la palabra. Puede significar: 1. suprimir. 2. ignorar. 3. articular.

ETAPA 1:

 Suprimirlo

 Primero está la idea de tratar la ansiedad a través de la supresión. Aquí el texto se lee como una pregunta y una respuesta: Da’agah Belev ish? Iesijena, es decir, “Si hay ansiedad en el corazón de una persona, suprímela”.

 ¿Qué significa para suprimirla, y por qué es este el primer nivel? 

La represión es algo que es necesario tanto en nosotros mismos, nuestro ego, y la situación. Muy a menudo nos obsesionamos tanto con una situación que nos olvidamos que hay otras cuestiones importantes y más preocupante por ahí también. Todos sabemos que podemos estar lidiando con las dificultades de nuestras vidas, pero cuando oímos hablar de una tragedia nacional, pone todo de nuevo en perspectiva. Tratamos de dar un paso atrás y reducir al mínimo nuestro problema, para darnos cuenta y reconocer que no es tan enorme y abrumador como lo estamos haciendo parecer. Reconociendo que no somos la única persona con un problema en este mundo, y disminuyendo su intensidad, llegamos al concepto de represión. 

La supresión de los resultados de ansiedad en la sensación liberadora que no todo está perdido. El problema todavía puede estar allí, pero se ha cortado a medida y ya no amenaza con aplastarnos. Sólo una vez que nos hayamos liberado de esta carga podemos proceder a la siguiente etapa de la curación.

ETAPA 2:

INGNORARLO

La segunda manera de entender esta afirmación es del Talmud. De nuevo, es una pregunta y la respuesta. Da’aga Belev ish? Iesjena. “Si hay ansiedad en el corazón de una persona, ignóralo.” (Gramaticalmente, se lee la letra shin en la palabra como un pecado, y tiene el significado, “ignorarlo”).

Esto no es sólo ignorar una situación, sino que también separarnos de ella. ¿Por qué es necesario? Porque es fácil definirse a uno mismo a través de sus propios problemas. Nunca debemos permitir que una situación se convierta que somos. Cuando estamos separados de los problemas, e ignoramos la oscuridad, luego somos capaces de centrarnos en la luz.

Está el concepto de que sólo se puede tener una cosa en la mente. Así que si su cabeza está llena de algo negativo, es necesario eliminarlo por completo, e inmediatamente reemplazarlo por lo positivo.

Esta lección se aprende de la historia de Iosef. Se cuenta que él estaba en un pozo vacío, y no había agua en ella. Pero ¿por qué dice que no tenía agua, si ya sabemos que estaba vacío? La explicación es que el pozo podría haber estado vacía de agua, pero estaba lleno de serpientes y escorpiones. El agua representa la verdad, que representa la Torá (ein maim ela Torá-la única agua es la de la Torá), y el pozo es un símbolo de nuestras mentes. Podemos centrar nuestra atención en la Torá, con cosas positivas, pero si no, automáticamente se llena de serpientes y escorpiones, los aspectos psicológicos negativos. Con la serpiente, el veneno está en la cabeza, lo que significa que te muerde en el comienzo de cualquier proceso. Pero el escorpión tiene su aguijón en su extremo. Esto significa que algunas personas nunca puede conseguir comenzar algo, y otras personas pueden empezar cosas, pero nunca acabarlas. . .

La lección aquí es que al igual que usted nunca puede tener un pozo vacío, así también, la mente nunca está vacía. De acuerdo con las leyes de la física, la naturaleza aborrece el vacío y el vacío va a atraer algo. Si no lo llena con algo positivo, automáticamente se inundaría con pensamientos negativos. Por lo tant, alejémonos de lo negativo y abracemos lo positivo.

ETAPA 3:

Articular la ansiedad:

El tercer significado de la frase se entiende de la siguiente manera: “Si hay ansiedad en el corazón de una persona, exprésalo, habla de ello, y una buena palabra traerá alegría. Da’agah Belev ish, Iesijena.

Afortunadamente, vivimos en una sociedad que no sólo es aceptada la terapia como algo  de no avergonzarse, sino que en realidad se ha vuelto aceptable e incluso respetable  hablar con un terapeuta.

La Torá siempre ha defendido la idea de tener a alguien con quien hablar. En el jasidismo, se hincapié en la idea de que cada persona necesita, para encontrarse a uno mismo, un mashpia, básicamente, un consejero, alguien con quien usted puede hablar y así recibir ayuda a través de la orientación. En la ética de nuestros padres, leemos: “ASÉ lejá rav”, házte para ti mismo un maestro, “uk’né lejá Javer”, y consigue a un amigo. Esto significa que  tenemos que tener gente en nuestras vidas que respetemos, admiremos, y recurramos en busca de consejo.

En algunos casos es posible que tengamos que pagarle a alguien para este consejo, pero en realidad no importa cómo lo conseguimos, siempre y cuando se trata de alguien cuya prioridad es nuestro bienestar y que se de cuenta de que no son más que una ayuda en esta curación, no el verdadero sanador. A menudo, los terapeutas se puede equivocar jugando a ser Di-s, y cuando lo hacen, no pueden ofrecer verdadera curación, ya que el aspecto más crucial en cualquier proceso de curación es suprimiendo el ego.

Cuando hablamos de algo, lo traemos a la luz pública y permitimos que otros nos ayuden. Además, hablando de una situación difícil con una persona que entiende, por lo general nos da un gran sentido de esperanza.

Hay una costumbre en Israel que, tras un ataque suicida, en el primer día de luto, cuando en general, sólo la familia inmediata viene a visitar, otras víctimas del terror vienen también. La razón es porque no hay nada más fuerte que alguien pueda entrar y decir: “Sé cómo te sientes”. Y hablando de ello con alguien que entiende y se preocupa, significa que ya no están solos, no son los únicos frente a esta situación. Tiene el apoyo y la ayuda de ellos.

El mayor obstáculo frente a una situación es admitirlo, si lo puede reconocer, ya tiene ganada la mitad de la batalla. Una vez que hemos llegado al punto en que estamos dispuestos a hablar, podemos decir con seguridad que estamos listos para comenzar el proceso de curación.

Así que vemos que lidiar con la ansiedad en nuestra vida es un proceso de tres pasos que comienza con la supresión de la ansiedad, así como nuestro ego, y tratar de disminuir la intensidad de la misma. A continuación, debemos eliminar temporalmente el problema y volver a definirnos como algo separado de lo que es el objetivo de traernos abajo. Y, por último, con una fuerza renovada, tenemos que hablar de ello con los que nos apoyan y nos ayudan.

Comenzar a caminar

¿Recuerdas tus primeros pasos?

Al principio, tus padres solían tomarte de tus brazos, y te paseaban alrededor de la habitación. Otro día, se paraban delante tuyo, todavía sosteniendo tus brazos. De pronto, te sueltan, y te mantienes solo tambaleándote.

Corres hacia tus padres. Quizás llegando hasta su brazos, o quizás cayendo. En cualquiera de los casos, nunca realmente has dejado su abrazo, porque todo ese tiempo que sus brazos han estado abrazándote a centímetros de tu cuerpo, estaban preparados para dejarte caer, pero también para enlentecer tu caída si eso hubiera sido necesario.

Probablemente nunca hayas notado esos brazos que te rodeaban. ¿Cómo podrías haberte dado cuenta si cada músculo de tu pequeño cuerpo, y cada célula de tu cerebro estaba concentrado en el esfuerzo de poner un pequeño pie delante del otro, tratando de llegar hasta tu mama?

¿Quién no ha experimentado esa horrible sensación en el curso de nuestra vida? ¿Quién no se ha sentido abandonado por Di-s? Pero Di-s, dice el Maestro Jasidico, Rabi Israel Baal Shem Tov, está solamente actuando como un padre enseñándole a su hijo a caminar. Nunca abandonamos Su abrazo, aunque aveces no sentimos Sus brazos rodeándonos.

Imagina la sorpresa de Moisés cuando Di-s le dijo: “no te voy a decir lo que tienes que hacer. Haz lo que tu propio entendimiento te diga”

Di-s ya había hablado con Moisés muchas veces, pero siempre le decía lo que hacer. Ve hacia el Faraón, Moisés. Dile esto y amenázalo con aquello. Envía las plagas, parte el mar, junta el Maná todas las mañanas, pero recuerda, doble porción los viernes y nada en Shabat. Yo soy tu Di-s. Etc…

Luego, un día, los hijos de Israel tienen esta idea. Déjanos enviar un espía, le dijeron a Moisés, para que vaya a ver la tierra de Cnaan, la cual Di-s nos ha obligado conquistar..

” Di-s no ha dicho nada sobre enviar espías”, dijo Moisés.

“Pero creemos que es una buena idea, pregúntale”.

Entonces Moisés le pregunta y Di-s le responde: “yo no te voy a decir lo que tienes que hacer. Haz lo que tu propio entendimiento te diga”

El Pueblo de Israel finalmente envía a los espías. Su misión fue un fraude. La entrada de los Judíos a la Tierra Santa fue retrasada cuarenta años, y todo el curso de la historia judía se vio alterada.

La nación, de dos años, estaba empezando a caminar.

Por: Yanki Tauber

Receta de Jalá de agua

Cómo hacer una jalá de agua perfecta

La jalá de agua es más ligera, menos densa y nada dulce. Normalmente no contiene huevo ni edulcorante.

Por Miriam Szokovski

Pareve de carne y lácteos | Tiempo > 60 minutos | Dificultad Intermedia

 

¿En qué se diferencia la jalá de agua de la jalá tradicional ?

La jalá de agua es más ligera, menos densa y nada dulce.

Normalmente no contiene huevo ni edulcorante (se reserva un poquito para ayudar a la levadura a hacer su trabajo).

A la gente le encanta por su exterior crujiente y su sabroso sabor, perfecto para untar en matbucha , baba ganoush, hummus y otras salsas o ensaladas de Shabat.

Ingredientes


1,25 libras (570 gramos) de harina
1 ½ tazas de agua tibia
1 cucharada de levadura seca
1 cucharada de azúcar
2 cucharadas de aceite
½ cucharada de sal kosher

También:
Aceite
1 huevo batido
Semillas de sésamo o amapola

NOTA:

Esta receta rinde para 2 panes y no utiliza suficiente harina para tomar jalá con una bendición . Esta receta se puede multiplicar fácilmente; si la multiplicas por 4, estarás utilizando 5 libras de harina, que es suficiente para realizar la mitzvá .

 

Coloque todos los ingredientes en el bol de una batidora. Mezcle a velocidad lenta hasta que la masa se integre. Aumente la velocidad a media y deje que la batidora amase la masa durante 10 a 15 minutos.


Saque la masa de la batidora y forme una bola. Cúbrala ligeramente con aceite y colóquela en un recipiente limpio.

Cúbrala con un paño húmedo y déjela reposar durante 1 hora.


Dividir y trenzar la masa a gusto.

Colocar en una bandeja para horno cubierta con papel de horno.


Pincele los panes con huevo batido (yo usé solo clara de huevo, por eso mis panes jalá son bastante pálidos) y espolvoree con semillas de sésamo o amapola.

Cubra suavemente y deje reposar durante otros 30 minutos.


Destapar la bandeja y llevar al horno. Hornear a 350°F (180°C) durante 45 minutos.


Opcional: para lograr una corteza más crujiente, coloque una cacerola con agua en el fondo del horno cuando coloque la jalá.

Esto creará vapor en el horno que le dará una corteza espectacular.


Rinde: 2 panes