¿La Tora menosprecia la belleza femenina?


De ninguna manera. El hecho de que esté resaltada la belleza de varias mujeres bíblicas, como ser Sara, Rivka, Rajel y Ester, es para demostrar que la Torá atribuye valor a la belleza, también física. De hecho, la pasión de la mujer en la belleza, es un reflejo de su propia esencia y propósito: traer belleza a todas las áreas de la vida, desde lo más espiritual hasta lo más cotidiano.

Pero esto es sólo cuando la belleza física es vista como una parte de la ecuación. Al centrarse exclusivamente en la belleza física de la mujer, todas sus otras cualidades quedan disimuladas. “Al igual que un anillo de oro en el hocico de un cerdo”, dice el proverbio, “es una mujer hermosa que carece de buen sentido”.

En el famoso himno de la Mujer de Valor, el Rey Shlomó escribe: “la gracia es falsa y la belleza es vana, una mujer temerosa de Di‐s, ella debe ser alabada”.

Parecería ser que hay una palabra extra en el versículo: “ella”. Podría haber dicho: “…una mujer temerosa de Di‐s debe ser alabada”.

Aquí una explicación que he escuchado: la gracia es falsa y la belleza es vana, sólo cuando es el único punto de enfoque. Pero si una mujer es temerosa de Di‐s, entonces “ella”, es decir, la belleza y gracia, ¡también debe ser alabada!

Un comienzo de mes diferente

En Simjat Torá de 1977, en medio de las Hakafot, el Rebe sufrió un infarto. Con denodado esfuerzo terminó sus Hakafot. Durante aquellos días fatídicos de Tishrei de dicho año, en el mundo de Lubavitch y más, reinaba una gran confusión. La única persona que se mantenía calmada era el Rebe mismo.

Hoy en día, sabemos el final feliz de la historia. Conocemos los milagros que llevaron a Rosh Jodesh Kislev, el día en el cual el Rebe volvió a su casa; un símbolo de recuperación completa. Hoy, se celebra con reuniones jasídicas y por sobre todo con la acción.

Su Legado está en todas partes. En Argen‐ tina y el Congo; en Israel y Europa; en Moscú y Nueva York. Por todas partes.

Sus programas tienen lugar en las escuelas y en la calle, en sinagogas y en casas, en ofici‐ nas y prisiones, en el ciberespacio y también uno a uno, de manera formal e informal.

Están conectados entre sí, pero se mantienen independientes. Fieles a la Torá en sus vidas personales, aunque suficientemente amplios de criterio como para no excluir a nadie e incluir a todos.

¿Qué hay detrás de estos Jasidim, alumnos y seguidores de Lubavitch y qué los motiva? El Rebe. El Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel Schneerson.

Aun ahora, a casi tres décadas de su fallecimiento, cientos de parejas jóvenes, estimulados por su visión y su pasión, se sienten privilegiados de dejar hogares y afectos para asumir posiciones permanentes como emisarios del Rebe, shlujim, lejos de su familias, comunidades, raíces espirituales, confort y diversiones.

Cada vez son más los judíos que en todas partes siguen inspirándose en las enseñanzas y la guía del Rebe.

Un flujo constante de personas Jasidim y no Jasidim, hombres y mujeres, niños y niñas y en general gente de toda clase y condición llega en bandada a su lugar de descanso, el Ohel.

Ese fuerte legado se intensificó a partir de ese Rosh Jodesh Kislev, el mes de la luz.

¿Quién escribió los Tehilim-Salmos?

Tehilim también se conoce como Salmos. Tehillim, un libro de pequeño tamaño pero de enorme importancia, tiene un lugar especial en la biblioteca judía.

Su nombre hebreo, Tehillim (תהילים), significa “alabanzas” y contiene muchas alabanzas y súplicas a Di-s . En español se lo conoce como “ Salmos ”, del griego ψαλμοί, que significa “música instrumental”.

Fue compilado por el rey David


Gran parte del libro fue compuesto por el rey David , conocido como el “dulce cantor de Israel ”.  De hecho, casi la mitad de sus capítulos están precedidos por “Mizmor Ledavid” (“Un canto a David”)  u otra línea inicial que se lo atribuye a David. Algunos no tienen atribución, mientras que otros tienen los nombres de otros, como Asaf, los hijos de Koraj, Salomón  y Moisés.

El Talmud nos dice que David lo compuso utilizando la obra de 10 ancianos, de los cuales solo algunos son nombrados en el Libro de los Salmos . 

Está dividido en 5 sublibros


El Libro de los Salmos está dividido en cinco secciones más pequeñas (“libros”).

Nuestros sabios lo comparan con la Torá, que también contiene cinco libros (de ahí el nombre, Cinco Libros de Moisés).

La Torá fue transmitida por Moisés, “el más grande de los profetas”, y nosotros recibimos los Salmos a través de David, “el más grande de los reyes”. 

Fue cantado en el Santo Templo
Cuando el Templo Sagrado estaba en Jerusalem, los levitas cantaban y tocaban música.

¿Qué cantaban? Salmos.

Había capítulos especiales para cada día de la semana,  así como Salmos reservados para cuando se traían las Primicias ( bikkurim ),  y otras ocasiones especiales. Y por supuesto está el Hallel (Salmos 113-118), que se cantaba cuando se traía el sacrificio de la Pascua.

Nos dio la palabra Aleluya
Los Salmos de Hallel (que significa “alabanza”) a menudo contienen la palabra הללוי-ה, que significa “alabado sea Di-s ”, y que en español se ha convertido en “aleluya”. La palabra aparece un total de 24 veces en los Salmos, todas ellas en el tercio final del libro, y nunca en ningún otro libro de las Escrituras.

Tenga en cuenta que dado que esta palabra contiene el nombre de Di-s, los judíos no la utilizan en conversaciones casuales.

Tiene 150 capítulos


Si abrimos cualquier libro de Salmos, podemos contar fácilmente que hay 150 Salmos individuales. Sin embargo, lo más interesante es que el Talmud nos dice que hay 147 Salmos, que corresponden a los años de la vida de Jacob , el antepasado común de todos los judíos.  Esta discrepancia se debe a que hay ciertos Salmos (como el Salmo 1 y el Salmo 2) que originalmente se consideraban un solo capítulo.

Es el primer libro de “Escritos”


Las Escrituras hebreas contienen 24 libros, que se dividen en tres partes: la Torá (los cinco libros de Moisés), los Profetas ( Neviim ) y los Escritos ( Ketuvim ).

En las ediciones estándar, Tehilim es el decimocuarto del grupo y es el primero en la sección de Escritos.

El salmo más corto es el 117

El capítulo más corto de los Salmos, el número 117 , dice así:

Alabad al Señor, todas las naciones; alabadle, todos los pueblos.
Porque sobreabundó su bondad, y la verdad del Señor es eterna. ¡Aleluya!

El salmo más largo es el 119

La longitud media de un capítulo de los Salmos es de 17 versículos. El Salmo 119 es, con diferencia, el más largo, con nada menos que 176 versículos.

Siguiendo el alfabeto hebreo, tiene 8 versículos que comienzan con cada una de las 22 letras (22×8=176). Este gigantesco Salmo habla de la dulzura de la Torá y de cómo eleva a la persona sin importar las dificultades que pueda experimentar.

Varios otros salmos están ordenados alfabéticamente.


Tres veces al día, los judíos recitan el Salmo 145 (conocido como Ashrei , ya que suele ir precedido de una línea del Salmo 84:5, que comienza con esta palabra). Junto con el Salmo 25, tiene un versículo por cada letra.

Según los Sabios, recitar este Salmo regularmente garantiza el lugar de una persona en el Paraíso, ya que (a) alaba a Dios con cada letra del alfabeto y (b) tiene la importantísima petición:

Abre tu mano y satisface el deseo de todo ser viviente.

Dato curioso: al Salmo 145 le falta un versículo para la letra nun, porque esa es la primera letra de la palabra nofel, “caer”. 13

El Midrash nos dice que cuando el rey David compiló los Salmos, tenía en mente a sí mismo, a cada judío y a cada circunstancia. 

No importa quién seas o cuál sea la situación, las palabras de los Salmos hablan las palabras de tu corazón y son escuchadas en lo alto.

El tercer Rebe de Jabad, conocido como el Tzemach Tzedek , escribió que si tan solo conociéramos el poder de los versículos de los Salmos y su efecto en los reinos espirituales, los recitaríamos constantemente.

Una rápida lectura del Libro de Salmos revelará numerosos capítulos atribuidos a varias grandes personalidades. El Talmud enumera diez autores además del rey David. “David compuso el Libro de los Salmos a través de diez ancianos: Adám, Malkitzedek, Abraham, Moshé, Heiman, Iedutún, Asaf y los tres hijos de Koraj”.

Además, según el Midrash, Iaacov recitó salmos durante sus 20 años en la casa de Labán.

Muchos Salmos fueron compuestos y recitados muchas generaciones antes del rey David, pero, los Salmos se conocen popularmente como el libro del Rey David.

El Talmud establece que Rabi Meir dijo: “Todas las alabanzas declaradas en el libro de los Salmos fueron recitadas por David, como se dice: ‘Las oraciones de David, hijo de Ishai, han terminado (kalu)’. No leer kalu; sino, kol elu, ‘todos estos’ ”, lo que indica que todo el libro de los Salmos consta de las Plegarias del rey David.

Para parafrasear las palabras en Idish de Rabi Shmuel de Lubavitch, “Otro dijo las palabras de los Salmos, pero él las expresó”. Debemos apreciar adecuadamente la estatura única de los Salmos. Es el único Libro del Tanaj que se compara con la Torá misma.

Más que una colección de hermosas canciones compuestas por varios autores, se considera la “Biblia de la Tefilá‐Plegaria”. Así como toda la Torá se encuentra en los cinco Libros de Moshé, la Tefilá se encuentra en los cinco Libros de los Salmos.

Los Salmos le dan a cada judío, ya sea un gran sabio o un simplón, la capacidad de expresar y articular mejor la súplica y la acción de gracias a su Creador.

¿Por qué, de todos los grandes líderes de la historia, Di‐s ordenó al rey David, el “Dulce Cantor de Israel”, que redactara los cánticos de alabanza desde el principio de los tiempos y legara a la nación judía el don de la plegaria?

Porque durante toda su vida, el rey David estuvo inmerso en la recitación constante de Salmos. En tiempos de problemas y éxitos, como fugitivo perseguido y como rey victorioso, en la cima de la realeza y grandeza, sus labios nunca dejaron de cantar alabanzas a Di‐s.

Aunque muchos Salmos fueron originalmente com‐ puestos por otros, fue el recitado del rey David lo que los estableció como canciones de alabanza inmortales.

La parashá en síntesis: Jaie Sara

Jaiei Sará: la vida de Sará 

Sara, la primera de las cuatro matriarcas (Rivka, Rajel y Lea), vivió ciento veintisiete años (1958-2085 desde la Creación). Fue hija de Harán, hermana de Lot, sobrina y esposa de Abraham y madre del segundo de los patriarcas, Itzjak.

A la edad de ochenta y nueve años, Di-s cambió su nombre de Sarai a Sara, para indicar su carácter de “princesa”, madre del Pueblo Judío.

Sara fue una de las siete profetisas del Pueblo Judío, pero fue la única a quien Di-s habló directamente. Las otras seis fueron Miriam, Devora, Janá, Avigail, Juldá y Ester. 

Itzjak nació el 15 de Nisán, el mismo día en que posteriormente se celebraría el éxodo de Egipto.

Itzjak era muy parecido a su padre Abraham y, aún cuando éste estaba viejo, se veía joven, pues hasta el tiempo de Abraham la gente no tenía signos externos de vejez: se veían jóvenes hasta la muerte. 

El valor numérico de las letras del nombre de Itzjak en hebreo es: yud (110), porque la nación que descendería de él recibiría los Diez Mandamientos; tzadik (90), porque Sara lo tuvo milagrosamente a los noventa años; jet (8) porque fue circuncidado a los ocho días de nacido, y kuf (100), porque Abraham tuvo a su hijo a los cien años. 

Para el momento del sacrificio de Itzjak (Akeidá), Abraham tenía ciento treinta y siete años. Abraham e Itzjak demoraron tres días en llegar al Monte Moriá, lugar donde debía celebrarse la akeida en el día de Iom Kipur. 

Abraham visualizó que el sitio donde iba a ser sacrificado Itzjak sería el corazón de la Ciudad Santa, donde se construiría el Templo; por tanto, llamó al lugar Hashem Iré, que significa “Di-s mirará hacia abajo desde este lugar” y dará bondad al mundo. Shem, hijo de Noé, le dio al lugar otro nombre: Shalem. Di-s decidió unir ambos nombres dando origen al toponímico Ierushalaim, la ciudad cuya bondad y santidad ayudaría a las personas a perfeccionarse. 

Cuando el rey Salomón compuso la canción Eshet Jail – que se entona todas las noches de viernes en honor a la mujer para recibir el Shabat – describió las características de la mujer virtuosa aludiendo a Sara. Todos los versos de la canción de alef a tav (de la primera a la última letra) se aplican a ella, ya que cumplió la Torá de principio a fin.

Mientras Sara vivía, las velas de Shabat permanecían encendidas de viernes a viernes; el pan era bendecido y la Shejiná (santidad) se mantenía sobre su tienda en forma de una Nube de Gloria. Esto ocurría porque Sara era meticulosa en el cumplimiento de las mitzvot específicamente encomendadas a las mujeres: encender las velas de Shabat, separar jalá y cumplir con las leyes de pureza familiar (mikvé).

A la muerte de Sara, todas estas señales desaparecieron hasta la llegada de Rebeca (Rivka), ya que ésta observaba las mitzvot con la misma precisión que lo hacía Sara. 

Cada niña de nuestro pueblo es llamada hija de Sara, Rivka, Rajel y Lea, y por tanto, tiene como herencia el maravilloso poder de iluminar su casa toda la semana al encender sus velas de Shabat, tal como lo hizo Rebeca – la esposa de Itzjak, desde los tres años de edad.

Sara fue enterrada en la Cueva de Majpelá, que Abraham le compró a Efrón, rey de los Hititas. 

En esta Parashá, se describe por primera vez un shiduj (arreglo matrimonial), cuando Elazar – por orden de Abraham – le busca esposa a Itzjak y escoge a Rivka, hermana de Laván y pariente de Abraham. 

También es la primera vez que en la Biblia se describe con detalle una boda, la de itzjak y Rivka. 

Abraham se casa de nuevo después de la muerte de Sará. Al morir, es enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael. 

Sara y Abraham representaron una unidad biológico espiritual que dio origen al Pueblo Judío a través de su hijo Itzjak, de quien somos continuadores los judíos de hoy.

La búsqueda del alma gemela

El matrimonio es un problema en la sociedad actual. En el judaísmo, el matrimonio es fundamental. Vemos esto en la historia de cómo se buscó una esposa para el patriarca Itzjak, en el libro de Génesis.

El énfasis que se le da a este relato de lo que es el primer matrimonio judío nos ayuda a comprender la importancia que se le da al matrimonio en el pensamiento judío. Cuando Abraham llamó a su siervo Eliezer y le dijo que fuera a buscar una esposa para su hijo, su primer requisito fue: debía provenir de la familia adecuada. “Familia” en este sentido podría traducirse como: debe ser judía.

Abraham era descendiente de Shem, el excepcional hijo de Noaj. Shem había mostrado una sensibilidad y modestia sobresalientes en un incidente que involucró a su padre en estado de ebriedad y desnudez, y en consecuencia recibió una bendición especial.

En contraste, Canaán, el nieto de Noaj, había mostrado rudeza y crudeza.

Abraham vivía entre los descendientes de Canaán, pero quería asegurarse de que la esposa de su hijo fuera de su propia familia, la de Shem. Por esta razón envió a Eliezer al Este, para localizar a su propia familia. “No tomes una esposa para mi hijo de las muchachas cananeas… ve a mi lugar de nacimiento..“.

En varios momentos de nuestra historia, y hoy más que nunca, la pregunta “¿es ella (o él) judía/o?” es el primer punto en cuestión. El matrimonio es una expresión de una profunda identidad personal, y también lo es el hecho de ser judío.

Luego, Eliezer se dejó a su propia iniciativa al elegir una pareja para Itzjak. ¿Qué hizo primero? Rezar. No se puede tener éxito sin la ayuda Divina. Cuando se trata del matrimonio, ya sea el propio o el de los hijos, ¡esto es necesario!

Eliezer no buscó riqueza, sino las cualidades de generosidad y bondad. La doncella que se ofreciera espontáneamente a dar agua a diez camellos sedientos que acababan de caminar por el desierto, sería la elegida. Una imagen de la esposa y madre judía ideal: amable, hospitalaria, enérgica. A lo largo de los siglos, esta dimensión de la gracia femenina ha sido fundamental para la vida judía.

Eliezer le dio regalos a Rivka: un anillo de oro de medio siclo y dos brazaletes de diez siclos de oro cada uno. Los Sabios nos dicen que estos corresponden respectivamente a las donaciones de medio shekel dadas más tarde por el pueblo judío, y las dos Tablas de la Ley, con los Diez Mandamientos. Estos sugieren los temas de dar caridad y la observancia de la ley judía.

En las Tablas de la Ley están grabadas las palabras, son parte de la esencia misma de la piedra. De la misma manera, el regalo de Eliezer sugiere que la enseñanza judía debe ser parte de la estructura misma del hogar y del matrimonio. Esta es la mejor receta para una relación sana y permanente.

El matrimonio es un vínculo espiritual. Los Sabios sugieren que desde antes del naci‐ miento, el marido y la mujer son dos mitades de la misma alma. A través del matrimonio, cada uno se une con su “otra mitad” literal y descubre su propia identidad. Los cabalistas nos dicen que padre, madre, hijo e hija comprenden las cuatro letras del Nombre Divino. La familia sana es la expresión de la Divinidad en este mundo, que habita en el Santuario del hogar judío.

Solteros y casados

Respecto al versículo: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda frente a él” podemos observar un hecho curioso; por un lado el versículo utiliza la palabra ayuda (compañía) a la vez que utiliza el término frente a él (en su contra).

Explican nuestros Sabios que en el matrimonio existen ambas posibilidades: Si el comportamiento de ambos es con amor, respeto y una buena conducta, esto es una “ayuda” (vale decir que complementan uno al otro), pero si el comportamiento de uno no es correcto, esta relación se transforma en su oposición.

Un buen matrimonio es el mejor estado para el hombre, mientras que uno malo puede llevar al hombre a la máxima tristeza. El éxito o fracaso del matrimonio sólo depende de nosotros. La Torá nos da la guía de cómo lograr for‐ mar un matrimonio feliz hasta la vejez. –

Ahora: ¿Cual es una buena conducta?

Una de las conductas que la Torá indica como fundamental para lograr las bases de un matrimonio exitoso, es la observancia de la pureza familiar (baño ritual‐Mikve). Al respecto de este mandamiento está escrito en el Talmud: “Dijo Rabí Meir, un motivo por el cual la Torá prohíbe el contacto físico entre la mujer y su marido hasta después de contar siete días limpios después de su ciclo”, es por‐ que si pudieran estar ininterrumpidamente juntos, esto provocaría un cansancio del uno hacia el otro.

Como resultado buscarían novedades y, de hallarlas se quebraría el matrimonio, mientras que el no hallarlos causaría la desaparición de cualquier tipo de deseo, lo que podría desembocar en un fastidio mutuo. Al cabo de los días de separación prescritos por la Torá, la pareja vuelve a unirse con deseo renovado y un cariño similares al día de la boda.

Visitas Divinas

De la visita de Di-s a Abraham, en esta porción semanal de la Torá, podemos aprender cómo cada uno de nosotros no debe ser egoísta. La porción comienza, “Y Di-s Se mostró a Abraham”. Rashi dice que Di-s vino a visitar a Abraham específicamente al tercer día de su circuncisión, cuando el dolor es más fuerte; y concluye su explicación diciendo que Di-s vino a preguntarle a Abraham cómo estaba. El Taz pregunta por qué Rashi mencionó esta pregunta de Di-s a Abraham sobre su bienestar si ya está escrito que Di-s vino a visitar a Abraham durante su enfermedad (Dibrei David). 

Nuestros Sabios nos enseñaron que una persona que visita a otra de su edad cuando éste está enfermo lo está ayudando a curarse, removiendo 1/60 de su enfermedad. Si esto es cierto acerca de una persona que visita a otra, cuánto más es así en el caso de Di-s. 

Pero esta respuesta nos lleva a otra pregunta. El mismo día, y en el medio de la visita de Di-s, tres ángeles vinieron a visitar a Abraham, uno de ellos era el ángel Mijael cuya misión era curar a Abraham. ¿Por qué Di-s mandó a Su ángel, si Él mismo había ido a visitar a Abraham? De hecho, esta pregunta es la respuesta a nuestra primera pregunta: Di-s preguntó sobre el bienestar de Abraham porque Su propósito de querer revelarse a Abraham no era curarlo, sino simplemente preguntar cómo se sentía. 

Esto explica las enseñanzas sobre nuestra obligación de actuar como Di-s (Sotá 14). Así como Di-s visita al enfermo, nosotros también debemos visitarlo. ¿Cuál es la base de esta comparación entre Di-s y la gente? Obviamente, la mayoría de las personas no tienen la misma edad que la persona enferma y por ello, no son parte de la curación a través de la visita, mientras que Di-s seguro que sí lo logra. Ahora podemos entender lo que dice Rashi sobre que el propósito de Di-s era ver cómo estaba Abraham: la lección es que visitar al enfermo es un comportamiento Divino que estamos obligados a cumplir, incluso que no curemos a la persona al visitarla. Esto no sólo se aplica sobre visitar al enfermo, sino que también nos referimos a hacerle un favor a otro judío, y para ello debemos actuar sin egoísmo, haciendo actos de bondad para su propio bien. 

Esta porción semanal de la Torá incluye la historia de Lot y sus hijas (Gén. 19:37), de quienes desciende el Mashiaj. Rabí Levi Itzjak de Berdichev explica que este evento tuvo que tener lugar en este período de la historia, específicamente antes del nacimiento de Itzjak. De acuerdo al Jasidut, Itzjak representa la esfera espiritual de la severidad (Gevurá). Así también, Itzjak es comparado al exilio, un tiempo en donde la Divinidad está enfocada hacia la disciplina y al juicio, en vez de la bondad y la compasión. También, los 400 años del exilio Egipcio se comienzan a contar desde el nacimiento de Itzjak, quien está relacionado con el exilio. Por este motivo, las hijas de Lot tuvieron que dar a luz antes que nazca Itzjak, ya que Di-s manda la cura antes que a la enfermedad. Antes que el exilio viniera al mundo, (ejemplificado en Itzjak), la cura tuvo que haber venido antes, o sea, el nacimiento de Amon y Moab, los hijos de las hermanas de Lot, de quienes desciende el Mashiaj.

Por Shaul Yosef Leiter

Malas influencias

La manera en la que gastamos nuestro dinero es generalmente un barómetro bastante preciso que marca dónde se encuentran nuestras prioridades. Y esto se aplica de igual manera, ya sea que el dinero sea abundante o escaso. 

Luego del nacimiento de Itzjak, su medio hermano Ishmael se comporta de manera amenazante hacia él, y Sara ve necesario pedirle a Abraham que eche a Ishamel de la casa familiar. Junto con su madre, Hagar, ambos transitan por el desierto. Muy pronto, se quedan sin agua para beber. 

“Y el agua en la cantimplora se acabó y ella apartó al niño bajo un arbusto” (Génesis 21:15) 

Así que déjame preguntarte lo que sería una pregunta típica, o aparentemente obvia, sin decir, bastante tonta. Si la cantimplora estaba vacía, ¿por qué tirar al niño? ¡Tira la cantimplora vacía! 

Podría aparentar que cuando nuestro suministro de alimentos se acaba y estamos cortos de dinero, los primeros en sufrir son nuestros hijos. ¿La cuenta bancaria está baja? ¡Cómo podemos pensar en una educación judía! Las matrículas son tan caras. En vez de negarnos a nosotros mismos comodidades que consideramos no negociables, sacrificamos la educación judía de nuestros hijos en nombre de la economía. 

Es como la vieja historia de la madre judía que vino desde Europa Oriental para reunirse con su hijo en América y se horrorizó al ver que su hijo se había afeitado y quitado la Kipá de su cabeza. “¿Qué te ha sucedido, mi Iankele?”, le preguntó. “Mamá”, respondió, “América no es el Shtetl”. Y cuando lo vio yendo a trabajar en Shabat, otra vez, él le respondió que América era diferente. Y cuando abrió la heladera y vio todo tipo de comestibles que nunca vería en una cocina Judía, otra vez más le explicó que América no era lo mismo que como era “allá en casa”. Eventualmente, cuando ya todo había comenzado a ser demasiado, ella le preguntó: “Iankele, dile a tu anciana madre la verdad. ¿Todavía sigues circuncidado?” 

No es solamente la historia del viejo Shtetl. Está sucediendo ahora mismo. En mi propia comunidad, conocemos a muchos que han dejado estos pasos para darles mejor vida a sus hijos. Pero emigrar es caro, y con escasos recursos uno debe tomar decisiones y priorizar. Muchos han optado por excluir la educación judía. El resto es historia. Mala historia. Sin una educación judía, la gente joven comienza a preguntarse por qué no deberían hacer lo que sus contemporáneos hacen. Y el dinero ahorrado para la matrícula, es ahora dirigido a doctores, psicólogos, o Di-s libre y guarde, centros de rehabilitación por droga. 

Incluso en Israel, debemos ser pensar a la hora de elegir una comunidad. Si los otros niños de la cuadra montan sus bicicletas en Iom Kipur, ¿Por qué tu hijo no debería hacerlo? 

Los niños precisan estabilidad y un ambiente con un sistema de valores sano. No importa qué tan tentador ni seguro es el pasto del vecino “aparentemente” más verde. Antes de efectuar un movimiento, debemos considerar el sistema de seguridad espiritual que nuestros hijos precisarán para sobrevivir y lidiar como judíos. No sólo porque la botella esté vacía, debemos tirar al niño.

Exactamente como Abraham

El motivo por el cual el precepto de la circuncisión se define como “el pacto de Abraham, nuestro patriarca”es que en el resto de las Mitzvot, de alguna manera están vinculadas con la conciencia y el sentimiento de la persona que lo cumple, el haberse practicado el precepto durante generaciones consolida y estimula a la persona cumplidora, y por lo tanto en lo que hace a lo emocional y mental.

No es lo mismo el primero (o los primeros) que asumieron el mandato a los que les siguieron, para quienes es más fácil. Diferente es con el Brit Milá, donde no participan ni la conciencia ni el sentimiento del niño, ya que su sólo objetivo es la marca en el cuerpo, con cada niño (o adulto) judío que se circuncida, tiene el mismo valor y fuerza como que fuera el primero.

Cada uno es exactamente igual que Abraham, que fue “cabecera de circuncidados”.Por eso enfatizamos en la bendición que se trata del ingreso al pacto de Abraham, el patriarca, para señalar que cada niño ingresa al pacto, exactamente de la misma manera que lo hizo Abraham, el primero en ingresar al pacto con el Altísimo

Iortzait de Rajel

Midrash explica que Rajel fue recompensada con la garantía de Di‐s que sus hijos regresarían a Israel después de que fueron exiliados a Babilonia.

Cada uno de los Patriarcas, Matriarcas y Moshé subió a apaciguar Di‐s, tratando de evocar la misericordia Divina en nombre de sus hijos. “Cada uno invocó las diversas obrasgrandes que él o ella había realizado, solicitando que Di‐s corresponder al tener compasión de los Judíos”.

Pero Di‐s no accedió.

Entonces Rajel entró y dijo:” ¡Oh Señor del Universo, ten en cuenta lo que hice por mi hermana Lea. Todo lo que Iaacov trabajó para mi padre fue sólo para mí, sin embargo, cuando iba a entrar en el dosel nupcial, trajeron a mi hermana en mi lugar. No sólo mantuve mi silencio, sino le di la contraseña secreta que Iaacov y yo habíamos preestablecido (para prevenir cualquier engaño en su noche de boda). Tú, también, si Tus hijos han traído un rival a Tu casa, mantén silencio por ellos.

Di‐s le respondió: “Tú has defendido bien. Hay recompensa por tu obra. Reprime tu llanto, y tus ojos de lágrimas, porque hay recompensa por tu trabajo, dice el Eterno, y volverán de la tierra del enemigo. Esperanza hay también para tu porvenir, dice el Eterno, y los hijos volverán a su propia tierra”.

¿Por qué fue obra de Rajel mucho más preciosa a los ojos de Di‐s de los logros de todos los otros solicitantes? ¿Por qué más que el acto de disposición de Abraham a sacrificar a su hijo o los cuarenta años de liderazgo de Moshé, desinteresado y sin descanso?

Tal vez esta pregunta sea contestada mediante el examen de la legitimidad del matrimonio de Iaakov con Rajel y Lea.

¿Cómo Iaakov fue capaz de casarse, cuando la Torá prohíbe explícitamente casarse con dos hermanas?

Najmánides explica que, dado que los patriarcas vivieron antes de la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, observaron las leyes de la Torá sólo en la Tierra de Israel. Por lo tanto, Iaakov podía casarse con dos hermanas durante su residencia en Padan Aram.

Siguiendo esta línea de razonamiento, Najmánides explica el motivo de no enterrar a su amada esposa Rajel en la Cueva de Majpelá, optando en su lugar para reservar el lugar de descanso para Lea.

En pocas palabras, Iaakov sintió vergüenza de traer a su segunda esposa, la mujer con quien se casó “ilegalmente” a la parcela familiar. ¿Qué dirían Abraham, Sara, Itzjak y Rivka de su obra? Rajel era profetisa, así como muy erudita y sabia. Cuando accedió a dar la contraseña a Lea, lo que permitiría a su hermana a convertirse en la primera y “legítima” esposa de Iaakov, era consciente de la magnitud de su sacrificio. Se dio cuenta de que incluso si Iaakov la tomara como segunda esposa – ella no viviría con su marido en Israel. Sus hijos se criarían con su sierva Bilha y no vería a sus nietos. Y para colmo, no descansaría al lado de Iaakov y su santa familia.

Miles de años, quedaría sola en la orilla de un camino remoto, en espera de la redención y de la resurrección de los muertos. Renunciar a la vida física palidece en comparación con el sacrificio eterno. Rajel sacrificó todo – tanto su futuro físico y espiritual – por amor a su hermana. Los patriarcas y Moshé eran magníficos. Pero no tenían nada que rivalizara con tal alucinante sacrificio. Rajel lloró por nosotros y Di‐s escuchó sus súplicas. Lo cierto es que pese a la petición de Di‐s que “se abs‐tenga del llanto…”, continúa llorando hasta que vea la realización de la promesa de Di‐s. Pero quizás Di‐s está esperando que sus hijos se comporten como Rajel. Un acto desinteresado más, en nombre de un hermano o hermana judía finalmente hará sonreír a Rajel.