Bó: La oscuridad por dentro

Las últimas tres plagas ocurrieron en Egipto antes de que el pueblo de Israel abandonara la esclavitud. La novena plaga, la oscuridad, es descrita en la porción semanal de la Torá de esta semana. “Ningún hombre vio a su hermano, ni nadie se  levantó de su lugar”.

Con esta descripción, un evento en la historia se convierte en contemporáneo y actual. La plaga de la oscuridad se hizo parte de la historia atemporal del hombre, símbolo de aflicciones análogas que no admiten inmunidad. La oscuridad física simple de la noche se convierte en una enfermedad del individuo, del alma. No hay ceguera como el egoísmo que mancha a otros hombres en nuestro punto de vista, la oscuridad que previene a uno de ver a su hermano. Esta es la plaga dirigida hacia el exterior.

Otro aspecto de la oscuridad-aflicción es la satisfacción con lo que uno es, el estancamiento que evita el crecimiento del hombre, de elevarlo de su lugar. Hay una presumida arrogancia en  la sentencia tan común que la gente hace generalmente: “Soy un buen hombre”. Ese tipo de gente, ciegos a sus deficiencias, se vuelven insufribles, nunca se animan a considerar la posibilidad  que pueden ser imperfectos.

Estos son los universales en la plaga de la oscuridad, el egocentrismo que excluye a otros hombres de la consideración, y la felicidad que nos aseguran que hemos obtenido la conclusión del bien.

La oscuridad nos mantiene alejados de vernos a nosotros o a los otros.

*POR ZALMAN POSNER

Vaerá: una mezcla de bestias salvajes

Por: Yitsjak Meir Kagan

Las primeras tres plagas con las cuales Di-s castigó a los Egipcios fueron Sangre, Ranas y Piojos. Cuando les advirtió sobre la cuarta plaga de los animales salvajes, el Todopoderoso declaró:

…”Y en ese día, haré distintiva la Tierra de Goshen, en donde mi pueblo vive, y no habrá mezcla de animales salvajes”(Éxodo (8:15)

Cuando las primeras tres plagas fueron discutidas, ¿por qué la Torá no dijo explícitamente que no afectaron a los Judíos? Si fue tan obvio que no era necesario ser especificado, entonces ¿por qué la Torá sí lo hace con la cuarta plaga?

Algunos comentaristas explican que las primeras tres plagas sí afectaron a los Israelitas. Otros, sin embargo, dicen que esto no es posible, ya que si hubiera sido así, entonces, ¿cómo forzarían a Paró a que decida sacar a los Judíos de Egipto?

Según Rashi, el simple texto nos dice que los Judíos sí sufrieron de las primeras tres plagas. El propósito de las primeras dos (sangre y ranas) era para atacar al dios de los Egipcios, por lo tanto, era esencial que la plaga fuera ilimitada, afectando también el Nilo, incluso en el asentamiento de Goshen donde se encontraban los Judíos. Porque si el “dios del Nilo” no hubiera sido afectado allí, entonces Paró podría haber pensado que el Nilo en Goshen es más poderoso que Di-s.

El mismo razonamiento se aplica para la tercera plaga, que el propósito era mostrarle a Paró que la plaga no era trabajo de magos, sino de Di-s. Si los piojos hubieran afectado solo una parte de la tierra, los hechiceros hubieran pensado que era obra limitada de hechiceros humanos (Moisés y Aharon).

La cuarta plaga, mezcla de animales salvajes, no era para mostrar la impotencia de los dioses Egipcios y hechiceros, por lo tanto, no era necesario que afectara a todos los habitantes. Aquí Di-s declaró:…”Voy a distinguir la Tierra de Goshen etc…”

Con la llegada de la plaga de la mezcla de animales salvajes, a algunos podría haberle parecido que el Todopoderoso había eliminado todas las barreras naturales, límites y distinciones. Animales de naturalezas completamente diferentes, inherentemente hostiles entre sí, estaban ahora dando vueltas juntos, ¿no podría decir esto que la diferencia inherente entre el Judío y no-Judío también había sido abolida?

Para anular completamente esta suposición, Di-s declaró: “Haré una separación entre mi pueblo y tu pueblo”, ¡no solo entre Paró y Moisés, sino también entre cada Egipcio y Judío, incluso aquellos que no quisieron salir de Egipto!

La lección es clara. Hay una plaga de “mezcla” y confusión en el mundo. Límites naturales y distinciones han sido rotos, la asimilación, la línea entre nuestra nación y otras. Nunca antes hubo tanta necesidad de intensificar la distinción, y de implementar la declaración del Todopoderoso.

Vaerá: ¿por qué justo diez plagas?

Hola, ¿Hay algún significado en el número de las plagas? ¿Por qué fueron necesarias las diez?

Respuesta: El número es significativo. En una ocasión, Moisés se acercó a Paró y le dijo: Así dijo el Amo de Israel, “Deja salir a mi pueblo, y déjalos que me celebren en el desierto”. (Shemot 5:1)

Paró respondió: “¿Quién es el amo, que debo escucharlo para dejar salir a Israel? Yo no lo conozco y tampoco dejaré salir a Israel” (Shemot 5:2)

Pero de hecho, Paró sí conocía el concepto de Di-s. Los Egipcios adoraban ídolos de todo tipo, y hasta Paró se consideraba uno de ellos. Pero no creía en un omnipresente, ni en un todopoderoso Di-s quién creó absolutamente todo.

Sabemos que Di-s creó el mundo con Su palabra; para ser más precisos, con diez expresiones. Pero Paró negó estas diez.

Y así también las diez plagas corresponden a los diez elementos con los cuales Di-s creó el mundo, cada uno demostrando un aspecto independiente de la creación, algo que fácilmente podría ser atribuido a la “naturaleza”, y fue enteramente de las manos de Di-s.

Las plagas probaron que Di-s realmente es el omnipresente, y el todopoderoso Creador.

  1. Sangre: La primera plaga, la cual eliminó el agua potable, estableció que Di-s manda sobre el agua.
  2. Ranas: Durante la plaga de las ranas, éstas llegaron a meterse dentro de los hornos de piedra, lo cual probaba que Di-s está por arriba de las creaciones de hombre físico.
  3. Piojos: Con la tercera plaga, piojos, que comenzó desde el polvo, fue sabido que Di-s está por arriba de todo el polvo de la tierra.
  4. Animales salvajes: La cuarta plaga, en la cual los animales salvajes destruyeron todo lo que se les aparecía en el camino, demostró que Di-s está por sobre todos los animales de la tierra.
  5. Pestilencia: A través de la enfermedad esparcida por todos los animales, fue sabido que Di-s controla todo el aire que respiramos.
  6. Sarpullido: El sarpullido en todo el cuerpo de los egipcios establecieron que Di-s puede causar que las personas sufran o sean curadas.
  7. Granizo de fuego y hielo:Esta plaga declaró que Di-s controla el elemento de fuego.
  8. Langostas: Cuando las langostas consumieron todos los cultivos, fue claro que Di-s controla toda la vegetación de la tierra.
  9. Oscuridad: Con la oscuridad que permaneció en los Egipcios por varios días, Di-s demostró que solo Él puede cambiar lo que se encuentra en el cielo.
  10. Muerte de los primogénitos: Con esta plaga se demostró que Di-s está por arriba de los ángeles y mundos espirituales.

La parashá en síntesis: Vaietzé

Vayetzé: Y salió…

 

Yaacov, padre de las doce tribus, salió de Israel (Beer Sheva) y se fue a Aram (Harán) para escapar de su hermano Esav, según el consejo de su madre, y para buscar esposa, según las instrucciones de su padre, Itzjak.

 

Beer Sheva representaba la paz y la seguridad, el rezo y el estudio de Torá; sin embargo, tuvo que dejarlo para enfrentarse al mundo de las tentaciones, Olam, cuya raíz es Elem, ocultamiento (donde Di-s está oculto) y para superarlas, con miras a ser luego el padre de la casa de Israel. Esto nos enseña que Di-s quiere que los judíos vivan una vida espiritual en un mundo terrenal. 

 

Yaacov estudió 14 años en la Yeshivá de Eber antes de ir a Harán. En vez de dedicarse a estudiar la cultura y el idioma del lugar al cual iba, se dedicó a rezar, lo cual demuestra que antes de formar un hogar judío, la prioridad no debe ser integrarse a la sociedad e imitar las costumbres de otros, sino conocer nuestros fundamentos de vida, indicados en la Torá. 

 

Antes de llegar a Harán, Yaacov, se detuvo en el Monte Moriá, en el mismo lugar donde Abraham construyó el altar para el sacrificio de Itzjak y donde posteriormente fue construido el Beit Hamikdash (Templo de Jerusalem). Allí tuvo el famoso sueño de la escalera y recibió de Di-s la promesa de que esa tierra le pertenecería, y de que su descendencia sería tan numerosa como la arena. 

 

En el sueño de Yaacov, la escalera estaba apoyada en la tierra, pero llegaba hasta el cielo. Como la vida y las experiencias de los patriarcas sirven de modelos para nuestra conducta, este sueño del patriarca nos señala que aún cuando nuestra existencia física es terrenal, todos tenemos el potencial de alcanzar altos niveles espirituales y, por tanto, debemos poner todo el empeño en lograrlos.

 

En la escalera había ángeles que subían y bajaban. Éstos representaban a los cuatro imperios que dominarían a nuestro pueblo: el de Babilonia, Persia, Grecia y Roma (Edom), nuestro exilio actual.

 

En cada uno de los casos, Yaacov vio su subida, apogeo y caída, menos en el caso de Edom, cuyo ángel subía continuamente. Al preguntarle a Di-s cuándo bajaría, este le respondió que Él mismo lo haría bajar, lo que indica que la finalización del actual exilio se producirá por medios sobrenaturales.

 

Yaacov llegó a la casa de Laván, su tío, y luego de trabajar siete años para casarse con Rajel, tuvo que casarse con Lea, la hermana mayor de Rajel, porque Laván lo engañó. Entonces trabajó siete años más para casarse con Rajel. En total, Yaacov pasó 20 años trabajando para Laván, sin perder su nivel espiritual. 

 

La raíz de la palabra arameo (en hebreo, aramí) significa “engaño”; ese era el nombre con que se conocía a Laván, “maestro del engaño” (aramí).

 

Cuando se narra el amor de Yaacov por Rajel, se dice que aún cuando tuvo que esperar siete años para casarse con ella, éstos se le pasaron como si fueran pocos días, debido al amor que sentía. Esto nos explica el verdadero tipo de amor. 

 

Para quienes se aman principalmente a sí mismos y necesitan la compañía de la otra persona para gratificarse, cada día de ausencia es una eternidad. En cambio, Yaacov amaba a Rajel por lo que ella era, más que por lo que podía darle; se trataba de un amor incondicional, por el que cualquier sacrificio valía la pena.

 

El amor egoísta es impaciente; el verdadero amor es permanente, prevalece, y en tal contexto, muchos años pueden parecer pocos días. 

 

Yaacov tuvo doce hijos con sus cuatro esposas: Lea, Rajel, Bilhá y Zilpá. Las cuatro eran hermanas por parte de Laván, su padre; y Bilhá y Zilpá eran hijas de una concubina de Laván.