¿Tienes algo importante para decir?

Generalmente tenemos solo una oportunidad para comunicar un mensaje importante. Si perdemos esa oportunidad, luego la segunda vuelta lo que se recibe es muy mínimo.

En la historia de nuestra nación de hace 3300 años, Di‐s se dirigió a nosotros solamente una vez, cuando descendió sobre la montaña de Sinaí y nos dio los Diez Mandamientos. Sin ninguna duda, el Creador utilizó esta oportunidad al máximo asegurándose de que escucharan.

El Midrash dice que la voz de los Diez Mandamientos no tenía eco. El eco ocurre cuando las ondas del sonido se encuentran con una obstrucción. La voz de Di‐s no tuvo eco porque penetraba la materia. Con esto, Di‐s nos dejó un perfecto prototipo a seguir en aquellas ocasiones en las que queremos que nuestras palabras se tomen en serio. Aquí hay algunas enseñanzas de conversaciones de Gran Comunicación:

No de paso

No fue de repente o inesperado. Tam poco fue: “Oh qué bueno que estás aquí. Hay algo que quería discutir contigo…” Con tres días de anticipación, Di‐s se dirigió a los Israelitas para decirles que tenía un importante mensaje que darles. Cuando llegó el momento, la nación estaba preparada y curiosa. Ellos estaban esperando el momento, entonces fueron receptivos.

Elige tu tiempo

Aparentemente, Di‐s no quiso dirigirse a una nación cansada. Eligió el momento en el que tuvieron sus mentes limpias. Elige cómo “Cuando Di‐s entregó la Torá, el pájaro no trinó…” (Midrash). Al contrario de la popular concepción, el Talmud nos dice que Di‐s no hace milagros simplemente para impresionar. Cada milagro tiene su propósito.

Entonces, ¿por qué Di‐s dejó todos los sonidos a un lado menos el Suyo? Porque de esta forma Di‐s creó una atmósfera en la que los receptores sólo lo escuchaban a Él sin distracciones.

Usa los dos lados de tu boca

Antes de deliberar tu mensaje, pregúntate a ti mismo: “¿Estoy dirigiendo este mensaje desde todas las direcciones?, ¿O hay alguna parte en mí que está queriendo transmitir otro mensaje a la misma vez? Si aún no has interiorizado tu mensaje, entonces hay pocas chances de que la otra persona sea receptiva.

Todo el grandioso evento se centró en los Diez Mandamientos, expresado en exactamente 620 letras.

Dejó lugar para considerar los múltiples significados y enseñanzas. Dejó lugar para pensar y no para sofocar. ¿Has dejado a la otra persona pensando? ¡Ya está siendo receptivo!

Una visita al nuevo Rebe de Lubavitch 1951

Fue poco después de que las figuras más importantes del movimiento mundial de Jabad eligieron a Rabí Menajem Mendel Schneerson para suceder a su difunto suegro, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, como líder, el 10 de Shevat de ese año [1951].

Yo estaba parado en el pasillo de la casa de estudios del Rebe en Brooklyn. El servicio de Maariv (rezo nocturno) acababa de concluir y los alumnos de la Ieshivá salían del Beit Midrash a la fría noche de invierno. Liberados de la extensa rutina de muchas horas de estudio, los jóvenes, la mayoría de ellos con barba, charlaban libremente y en voz alta, mientras que se ponían sus abrigos para salir del edificio. De repente, dejaron de hablar y una mirada de respeto apareció en sus rostros cuando vieron que el nuevo Rebe caminaba por el pasillo hacia la puerta. Respetuosamente, se adelantaron a ambos lados de la estrecha puerta. Un joven, nervioso, se movía de un lado del camino para el otro, para hacer más espacio cuando tropezó en el camino del Rebe. Antes de que tuviera la oportunidad de recuperar el equilibrio, el Rebe lo había tomado por el hombro y lo había llevado suavemente hacia un lado, con una sonrisa que iluminaba su serio rostro.

Instantáneamente el desconcierto del joven estudiante se había ido. La sonrisa del Rebe se reflejaba en sus felices ojos y toda la atmósfera había cambiado repentinamente. El temor se había ido y una corriente cálida de entendimiento amistoso parecía fluir a través de los jóvenes que se encontraban muy apretados en el pasillo, iluminando la oscuridad helada de la noche.

Este tipo de experiencias, el intercambio silencioso de una sonrisa y mirada, respondieron a muchas preguntas que tenía en mi mente desde el fallecimiento del Rebe de Lubavitch un año atrás, y la elección de su sucesor. Tuve el privilegio de conocer a Rabí Menajem Mendel Schneerson antes de asumir su nuevo cargo. Había llegado a apreciar al joven estudiante con el rostro serio y modestos modales, casi tímido. El luego dirigió los aspectos educativos de Merkos L’inyonei Jinuj. Pero ahora todo era diferente. Esto ya no era el “RaMaSh,” el yerno del Rebe, respetado como erudito, un consejero amistoso, e intérprete de los pensamientos de los Jasidim de Jabad. Su nueva carga de oficina, con su responsabilidad por los miles de seguidores de Jabad en todo el mundo, y sus exigentes demandas de atención a los cientos de visitantes en busca de ayuda, asesoramiento e inspiración día a día, parecerían que habían excluido a Rabí Menajem Mendel Schneerson de cualquier relación personal. Pero el pequeño incidente en el pasillo me enseñó lo contrario, y comencé a apreciar la importancia que un líder Jasídico de este tipo puede asumir para el futuro del pueblo Judío, incluso en estos días de la cultura del siglo XX.

Cuando surgió la oportunidad de visitar al Rebe para que transmitiera sus puntos de vista y perspectiva de la tarea por delante, me acordé de algo que Rabi Schneerson había dicho una vez en una reunión de jóvenes para el fomento de la educación Judía: “No somos nosotros los que contamos , nosotros con nuestras debilidades y capacidades. Es nuestra voluntad de hacer un trabajo lo importante. El éxito no está en nuestras manos, sino en las de Di-s. Pero debemos tener la voluntad de hacer lo que Él exige de nosotros, y en esa voluntad todas nuestras debilidades e insuficiencias decaen y llegan a ser insignificantes”.

Yo no podría haber buscado un lema mejor para caracterizar el mensaje de coraje y aliento que me llevé cuando tuve el privilegio de pasar algún tiempo con el nuevo Rebe de Lubavitch, y de preguntarle sobre sus puntos de vista sobre la situación Judía contemporánea.

¿La dispersión es una catástrofe?

“Es un error”, dijo Rabi Schneerson, “si concebimos la dispersión mundial de los judíos en Galut (el exilio) como una catástrofe. De hecho, esta misma falta de concentración de los restos de nuestra nación fue la fuente de nuestra salvación a través de los siglos de persecuciones y pogromos. Hitler era la mayor amenaza para nuestra supervivencia nacional debido a que la mayor concentración de las masas de judíos de Europa Central y Oriental había llegado a sus manos. Por otro lado, sin embargo, la concentración de los grandes grupos de nuestro pueblo en un país ha sido el medio de la creación de los centros espirituales de las cuales el resto de las colonias Judías podían inspirarse.

Nuestra historia en el exilio es una cadena ininterrumpida de la aparición y desaparición de centros de este tipo en un país tras otro, y desde un rincón de la tierra al siguiente. Cuando el sol se pone en donde hay un judío aquí ya comienza a amanecer en otro lugar. Ahora que los grandes centros de Europa del Este han sido destruidos por el fascismo y el comunismo, los Estados Unidos se han convertido en el foco y la fuente de la supervivencia del pueblo Judío. La Providencia ha preparado un nuevo hogar para la Torá y el judaísmo en este país, mientras las llamas devoran los bastiones de la fuertes e inexpugnables fortalezas Judías en el otro lado del océano”.

Debemos llegar a las comunidades más pequeñas Judías de otros países y continentes, incluso en Eretz Israel, que seguramente se apoya en gran medida en EE.UU. para su supervivencia económica y espiritual. La forma en la que el Judaísmo se presente mañana depende del activo liderazgo de cada judío de ese país.

“Pero es en este punto que tiene que haber un cambio de perspectiva y reorientación y por consiguiente la reorganización de nuestra existencia como comunidad y como individuos. En primer lugar tenemos que vivir la vida de seres sociales, con la responsabilidad y dedicación hacia el CLAL(la comunidad). Sólo entonces podemos darnos el lujo de invertir en nuestros propios objetivos y metas personales”.

Esto, subrayó Rabi Schneerson, era su principal mensaje a Judíos de América: “La única manera de que los Judíos estadounidenses puedan cumplir con esta tarea es abnegándose, teniendo Mesirut Nefesh (auto-sacrificio) por el CLAL Judío.

“De lo que tenemos que temer en este momento es del derrotismo y deserción que ha apoderado algunos de nuestros mejores elementos de este país frente a los crecientes efectos de los llamados movimientos “religiosos”, que han generado la disolución de nuestra religión hasta el punto donde ya no sabemos si nuestros hijos son Judíos o no. La caridad empieza en casa. No se puede hablar de asumir la responsabilidad por el resto de los Judíos en el mundo, de la construcción de nuevos centros de la Torá en otros lugares, incluso en Israel, cuando aquí mismo la situación no está bien. Más que eso, no tenemos derecho a enseñar y guiar a otros si en nuestra propia casa descuidamos la misma cosa que queremos lograr que otros hagan.

“Pero”, advirtió el Rebe con una sonrisa: “No quiero dar la impresión de que estoy dando Musar (exhortaciones morales). Nunca ha sido el camino de Lubavitch de dar Mussar, sólo nos sirve como un medio para las acciones. Todo lo que decimos o predicamos debe estar orientada a una meta activa. Nosotros mismos podemos apuntar a resultados sorprendentes que se basan en círculos cada vez más amplios de no-religiosos, así como elementos religiosos de nuestro pueblo”.

En respuesta a la mirada de sorpresa en mis ojos, el Rebe continuó: “Sí, me refiero a los círculos no religiosos. Como verás, siempre ha sido la creencia de Jabad que no hay ni un solo Judío, a pesar de qué tan lejos esté en judaísmo, que no tenga algo bueno, como ser alguna Mitzvá que por su naturaleza puede promover. Esta chispa de bondad en cada alma puede y debe ser utilizada para el bien de la comunidad Judía y, a su vez, por el bien de la persona que lo hace. Por esta razón, el Rebe de Lubavitch llamó no sólo a Judíos ortodoxos para la cooperación en este trabajo, después de que se estableció en este país hace diez años, sino que a todos los tipos de Judíos que tenían el poder y la voluntad de contribuir en algún aspecto, alguna habilidad o capacidad en la educación Judía y la vida según la Torá. “

El Rebe hizo una pausa. Durante algunos minutos permaneció sumido en la reflexión, y luego dijo: “Vamos a darnos cuenta. El pueblo Judío ha sido tan diezmado en la última década que cada uno de nosotros debería estar hecho para contarlo, y es por esta razón que esto de tomar la ofensiva para el Judaísmo de la Torá no está dirigido sólo a los observantes. La realización cuenta por lo que se logra de manera objetiva y lo que hace a quien haya participado. En este sentido, también, una Mitzvá es su propia recompensa.

“Muchos de los que pueden pensar que están perdidos como los “Apikorsim”-herejes, realmente no lo están, sólo necesitan algún estímulo, algún puente para encontrar el camino de regreso. Había, por ejemplo, un hombre que visitó el Rebe de Lubavitch para pedir algún consejo sobre un asunto de negocios. Después de haber respondido a la pregunta, el Rebe le sugirió que se coloque los Tefilín. El visitante protestó: “¿Cuál es el sentido de que me hable acerca de los Tefilín si no creo en nada. Yo soy un Apikoros”.

“‘No tan fácilmente uno se convierte en un Apikoros”, respondió el Rebe. “Uno tiene que saber mucho de las preguntas y problemas y conocer las respuestas, luego se niega a aceptarlas. Primero póngase los Tefilín, y descubrirá que sólo era necesario este tipo de puente para encontrarse”.

Cuando me estaba por ir, abrumado de la experiencia espiritual en ese corto tiempo que había tenido el privilegio de pasar con el nuevo Rebe de Lubavitch, éste volvió a hacer hincapié a una advertencia anterior. “El único propósito de nuestra conversación pudo haber sido de hablar de la obra que el fallecido Rebe de Lubavitch ha iniciado en este país, y en la que ha sido capaz de atraer grupos tan variados del pueblo Judío. Este trabajo debe y seguirá yendo para adelante, con la ayuda de Di-s. Todos tenemos que contribuir en esta misión histórica. Esto es lo que quiero transmitir a sus lectores, y si eso ayuda a que se den cuenta de qué se trata nuestra tarea, entonces nuestro tiempo fue bien usado”.

Por Gershon Kranzler

Los últimos momentos del Alter Rebe

El 24 de Tevet, es el Iortzait de Rabi Shneur Zalman, el fundador de Jabad. Anticipándose a los planes de Napoléon de conquistar Rusia, Rabi Shneur Zalman (conocido como el Alter Rebe), dijo a su familia que estuviera lista para huir de un momento a otro.

El famoso mentor espiritual, Rav Shmuel Gronem, señaló: El Alter Rebe dijo: “Napoleón es una fuerza del mal muy poderosa, y temo que tendré que tener auto‐sacrificio para doblegarlo”

A sus ojos, el líder francés era una gran ame‐naza al corazón y alma del Judaísmo. Su abolición de las restricciones que existían, era el velo de disimulo de sus intenciones. Lo que Napoleón quería con su revolución era debilitar la adhesión religiosa. Cuando supo del acercamiento del ejército francés, huyó con su familia, ayudado por las fuerzas rusas.

El Alter Rebe insistió en que cada posesión suya debía destruirse, sin importar cuán insignificante fuera; dio instrucciones para que su casa fuera incendiada. Algunos dicen que el Alter Rebe tenía razones para creer que Napoleón practicaba la hechicería, y tomó severas precau‐ciones para que ninguna de sus cosas llegara a sus manos. El rápido avance del ejército de Napoleón hizo imposible que el Alter Rebe pudiera descansar, y le obligó a estar constantemente en carrera. Su esperanza era alcanzar la comunidad judía de Poltava antes de Rosh HaShaná.

En su diario, el hijo del Alter Rebe y sucesor, Rabi Dovber, escribió: “En la víspera de Rosh Hashaná mi padre me confió: “Me siento sumamente dolido y me preocupo por la batalla de Mazaisk [conocida como la batalla de Borodino], ya que el enemigo está fortaleciéndose, y creo él [Napoléon] también va a conquistar Moscú” Lloró amargamente.

En Rosh Hashaná, mi padre me llamó de nuevo y alegremente me contó las alentadoras y dulces noticias: Hoy, durante mis oraciones, tuve una visión: “la suerte ha cambiado para bien y nuestro lado ganará. Aunque Napoleón capturará Moscú, perderá la guerra. Esto es lo que está escrito hoy en el Cielo” Con la derrota de Napoleón, el Alter Rebe podría seguir hacia Poltava.

El viernes, 8 de Tevet, el grupo llegó a la ciudad de Piena. En cuanto arribaron allí, el Alter Rebe cambió sus planes. Empezó a organizar una campaña de alivio para ayudar a todos los judíos que habían sido afectados por la guerra, mandando emisarios para juntar los fondos y organizar y coordinar los esfuerzos.

Nadie podía prever el rápido deterioro de la salud del Rebe. Como líder de miles de Jasidim, Rabi Shneur Zalman pagó un alto precio por preocuparse por los sufrimientos de la comunidad judía y las condiciones difíciles de viaje en un extraordinariamente frío invierno y su angustia en general por la influencia y efectos de Napoleón en la nación judía.

El lunes, 18 de Tevet, cayó en cama. El sábado por la noche, 24 de Tevet, escribió una nota que declara que uno de los propósitos principales del descenso de un alma a este mundo (además de estudiar Torá) es hacer un favor a otro judío de cualquier formaposible. Un rato después de escribir esto, falleció.

De hecho, la nefasta profecía del Alter Rebe sobre Napoleón se cumplió, y los últimos remanentes del ejército de Napoleón se retiraron humillados de Rusia en el momento del fallecimiento del Alter Rebe. Poco antes de fallecer, el Alter Rebe dijo: “A quien se aferre a la manija de mi puerta, le haré un favor en este mundo y en el Mundo por Venir.” El tercer Rebe de Lubavitch, el Tzemaj Tzedek, explicó que “la manija de mi puerta” no significa meramente estudiar las enseñanzas jasídicas del Alter Rebe, sino también practi‐car el Ahavat Israel (el amor a todo iehudí) .

¿Qué tienen en común abejas, lobos, osos, leones, zorros y comadrejas?

(A) NO TODOS SON KOSHER, Y (B) TODOS SON NOMBRES JUDÍOS HEBREOS O IDISH

Esto parece extraño, ya que los Sabios dan un gran significado al nombre. Este puede afectar la trayectoria de la vida y puede predisponerlo a ciertas tendencias (que pueden superarse con esfuerzo).

Nos advierten de nombrar a los niños con el nombre de personas con buenas características.

Además, se nos dice que no comparemos los rasgos negativos de nuestros hijos con los de los animales impuros (“¿Dejarás de saltar como un mono y de gritar como una hiena?”), Ya que puede tener un efecto espiritual negativo en el niño.

Y que tengamos cuidado de no mostrar imágenes de animales no kosher a niños muy pequeños.

Sin embargo, encontramos que muchos judíos, especialmente los de las comunidades Ashkenazim, llevan nombres de animales impuros. Antes de morir, Iaakov y Moshé bendijeron a las 12 tribus, comparando a algunas animales no kosher.

Además, personas justas y profetas, tenían nombres de animales no kosher. Por ejemplo, Débora, la profetisa, significa “abeja”. Juldá, otra profetisa, significa “comadreja”.

También tenemos nombres como Arie, “león”, en las Escrituras. No llamamos ni comparamos a nuestros hijos con animales impuros por ira, porque en ese caso los estamos comparando con los rasgos y aspectos negativos del animal.

Sin embargo, cuando le damos al niño el nombre del animal, nuestra intención es solo transmitir las cualidades positivas de ese animal. Del mismo modo, el rey Shlomó nos dice que aprendamos de los caminos de la hormiga, y el Talmud enseña que “incluso si no se hubiera dado la Torá, podríamos aprender modestia del gato y no robar de la hormiga”.

Curiosamente, existen nombres como Tzvi Hirsh (gacela o ciervo), Areie Leib (león) o Zeev Volf (lobo). Los místicos nos enseñan que los padres reciben un destello de profecía cuando dan a sus hijos nombres judíos.

Algunos explican que para ocultar la grandeza de ciertas almas a medida que descienden a este mundo, a veces se le da el nombre de un animal impuro. Los nombres judíos son parte integral de nuestra identidad. El Midrash relata que una de las razones por las que los judíos merecían la redención del exilio egipcio fue que, a pesar de todas las dificultades, mantuvieron sus nombres judíos, lo que los mantuvo ligados a Di‐s y Su Torá.

Por lo tanto, el mérito de tener y usar un nombre judío puede traer bendiciones y salvación no solo al individuo, sino también al mundo

Escuchar con autenticidad

La parte más importante de la comunicación es ser un buen oyente; practicar lo que se llama “Escuchar con autenticidad” 

El escuchar con autenticidad incluye tres pasos básicos, que deben seguirse uno tras el otros; no puedes saltar al paso siguiente hasta que no hayas completado el paso anterior. Los tres pasos son: 

a) Escuchar con atención lo que la otra persona está diciendo sin interrumpirlo. 

b) Demostrar tu entendimiento y simpatía por lo que el otro está diciendo 

c) Corroborar con tu compañero para que confirme que lo has entendido correctamente. 

El arte de escuchar debe ser genuino. Contacto visual, respuesta por parte del otro, y reconocimiento, son aspectos esenciales, pero no funcionan si se usan como trucos para pretender que estás escuchando cuando en verdad no puedes esperar a que tu compañero pare de hablar para que tú puedas decir lo que quieres decir. Escuchar con autenticidad ocurre cuando estamos honestamente preparados para poner de lado nuestras propias historias y enfocarnos completamente en entender la historia de la otra persona. Si se usan los métodos correctos sin las intenciones correctas, no se le dará a entender al otro que él es lo suficientemente meritorio en tus ojos para ser escuchado y entendido. 

Escuchar con autenticidad también significa estar preparado para no juzgar al otro por tener ciertos sentimientos. Frases como “; ¿Por qué estás tan enojado? “, o ¿Por qué te molestas por tan poca cosa?”, transmiten el mensaje que la otra persona es tonta por tener dichos sentimientos. Esto le dará al otro otra razón para estar enojado contigo. 

Por Yaakov Lieder 

Respuestas como: “Veo que estás enojado por lo sucedido”, o “No me di cuenta qué tan herido estás”, o “Si estuviera en tu lugar, probablemente me sentiría igual”, transmiten a la persona el mensaje que él tiene derecho a sentirse como se siente. Más allá que tú estés o no de acuerdo con dichos sentimientos, es importante que entiendas y aceptes la manera en la que tu compañero se siente. Sólo cuando los sentimientos y pensamientos de tu compañero han sido reconocidos la conversación puede progresar y así tú puedes 

expresar tus propios pensamientos y sentimientos y cómo ves la situación, y desde ahí, subir al siguiente nivel que es solucionar el problema. 

No puedes saltarte la parte de “escuchas”, e ir directo a resolver el problema, porque: a) no puedes entender verdaderamente cuál es el problema sin reconocer los sentimientos del otro; b) tu compañero difícilmente estará preparado para hacer el esfuerzo necesario para resolver el problema, con una persona que no le importa escucharlo y simpatizar con sus sentimientos. 

Dile a tu compañero qué tan importante él es para ti, qué tan importante es para ti entender como se siente sobre el problema que ha habido entre ustedes dos, y qué tan importante es para ti resolverlo. Luego escucha, provee un feedback y verifica. Te sorprenderá ver qué fácil se volvió resolver el problema, y cómo tu relación mejorará como resultado. 

Inténtalo, ¡Funciona!

Una carta sin abrir

Hace más de 30 años, a un hombre de negocios le ofrecieron un trato comercial que podía hacerle ganar un alto beneficio, pero para ello tenía que invertir mucho dinero. El hombre se sentía inseguro y no sabía si proseguir con el emprendimiento.

Para su tranquilidad, decidió consultar con algunos amigos.

Entre ellos había un jasid de Lubavitch que le recomendó escribir al Rebe y pedir su consejo. El hombre escribió al Rebe, describió su dilema y le preguntó qué hacer.

Esperó varias semanas por una respuesta pero no recibió ninguna contestación.

Finalmente, después de mucha vacilación, decidió proseguir con el negocio. Todo fue como había planeado en un principio y el hombre prosperó tremendamente.

Un día, este comerciante entró a su casa y encontró una carta del Rebe en su buzón.

Pensó: “¡Cuando yo necesité su consejo, el Rebe no estuvo allí para ayudarme y ahora que soy mucho más rico, quiere estar en contacto conmigo!”

El hombre no abrió siquiera la carta, la arrojó en un cajón y se olvidó de ella…

Ese año, la esposa de nuestro protagonista dio a luz a una hija. Pasaron veinte años. Cuando la hija ya era mayor como para casarse, se conoció con un hombre de una familia Sefardí. Después de un tiempo decidieron contraer matrimonio.

El padre de la joven era de una ilustre familia Ashkenazí y prohibió autoritariamente la boda. La hija no deseaba romper con el joven porque no veía razón alguna para abandonar su felicidad debido al entorno familiar.

El padre informó a su hija que si se casaba contra su deseo, él cortaría sus lazos con ella. La hija insistió en pensar que, aunque amaba a su padre y no quería ser la causa de ninguna infelicidad, era su vida y se negaba a ser manipulada, incluso por su padre.

El exitoso comerciante estaba completamente consumido por este problema familiar.

¡Un día, ordenando un cajón de su escritorio, se sorprendió al encontrarse con la carta sellada del Lubavitcher Rebe que había sido escrita hacía 21 años! Recordó perfectamente de que se trataba y decidió que finalmente la abriría para ver lo que el Rebe le había escrito.

Primero el Rebe expresaba una bendición para que obtuviera éxito en el nuevo negocio y le indicaba que debería usar el dinero apropiadamente, para obtener idishe najas (satisfacción judía) de sus niños.

Al final de la carta, el Rebe escribió como posdata: “Se sabe que nosotros no somos tan meticulosos acerca del linaje cuando el temor al Cielo es como debe ser. Y ha habido muchas bodas entre Ashkenazim y Sefardim y gracias a Dis han tenido éxito y construyeron un edificio eterno en las bases de la Torá y las Mitzvot”.

Decir que el hombre quedó enmudecido sería insuficiente. “¡Hace veintiún años el Rebe vio lo que pasaría ahora y entonces me escribió, advirtiéndome que no hiciera infeliz a mi familia y a mí mismo!” pensó.

Supo que estaba haciendo lo correcto si daba su consentimiento a este matrimonio. Innecesario es decir, que el feliz padre se apresuró a serenar a su hija y su futuro yerno. La boda se llevó a cabo con mucha alegría para deleite de todos.

Malas influencias

La manera en la que gastamos nuestro dinero es generalmente un barómetro bastante preciso que marca dónde se encuentran nuestras prioridades. Y esto se aplica de igual manera, ya sea que el dinero sea abundante o escaso. 

Luego del nacimiento de Itzjak, su medio hermano Ishmael se comporta de manera amenazante hacia él, y Sara ve necesario pedirle a Abraham que eche a Ishamel de la casa familiar. Junto con su madre, Hagar, ambos transitan por el desierto. Muy pronto, se quedan sin agua para beber. 

“Y el agua en la cantimplora se acabó y ella apartó al niño bajo un arbusto” (Génesis 21:15) 

Así que déjame preguntarte lo que sería una pregunta típica, o aparentemente obvia, sin decir, bastante tonta. Si la cantimplora estaba vacía, ¿por qué tirar al niño? ¡Tira la cantimplora vacía! 

Podría aparentar que cuando nuestro suministro de alimentos se acaba y estamos cortos de dinero, los primeros en sufrir son nuestros hijos. ¿La cuenta bancaria está baja? ¡Cómo podemos pensar en una educación judía! Las matrículas son tan caras. En vez de negarnos a nosotros mismos comodidades que consideramos no negociables, sacrificamos la educación judía de nuestros hijos en nombre de la economía. 

Es como la vieja historia de la madre judía que vino desde Europa Oriental para reunirse con su hijo en América y se horrorizó al ver que su hijo se había afeitado y quitado la Kipá de su cabeza. “¿Qué te ha sucedido, mi Iankele?”, le preguntó. “Mamá”, respondió, “América no es el Shtetl”. Y cuando lo vio yendo a trabajar en Shabat, otra vez, él le respondió que América era diferente. Y cuando abrió la heladera y vio todo tipo de comestibles que nunca vería en una cocina Judía, otra vez más le explicó que América no era lo mismo que como era “allá en casa”. Eventualmente, cuando ya todo había comenzado a ser demasiado, ella le preguntó: “Iankele, dile a tu anciana madre la verdad. ¿Todavía sigues circuncidado?” 

No es solamente la historia del viejo Shtetl. Está sucediendo ahora mismo. En mi propia comunidad, conocemos a muchos que han dejado estos pasos para darles mejor vida a sus hijos. Pero emigrar es caro, y con escasos recursos uno debe tomar decisiones y priorizar. Muchos han optado por excluir la educación judía. El resto es historia. Mala historia. Sin una educación judía, la gente joven comienza a preguntarse por qué no deberían hacer lo que sus contemporáneos hacen. Y el dinero ahorrado para la matrícula, es ahora dirigido a doctores, psicólogos, o Di-s libre y guarde, centros de rehabilitación por droga. 

Incluso en Israel, debemos ser pensar a la hora de elegir una comunidad. Si los otros niños de la cuadra montan sus bicicletas en Iom Kipur, ¿Por qué tu hijo no debería hacerlo? 

Los niños precisan estabilidad y un ambiente con un sistema de valores sano. No importa qué tan tentador ni seguro es el pasto del vecino “aparentemente” más verde. Antes de efectuar un movimiento, debemos considerar el sistema de seguridad espiritual que nuestros hijos precisarán para sobrevivir y lidiar como judíos. No sólo porque la botella esté vacía, debemos tirar al niño.

Lo que un Judío debe hacer

¿Es un pecado discutir con Di-s? ¿Es sacrílego cuestionar lo Divino? Bueno, Abraham lo hizo. No por él mismo, sino por el bien de la gente de Sdom, la ciudad que Di-s había decidido destruir a causa de la maldad de sus habitantes. Abraham era la personificación de la bondad y de la compasión. Él lidió con el Altísimo, intento negociar un cese a la ejecución de los habitantes de las notorias ciudades de Sdom y Amorá. 

“¿Destruirás a los justos junto con los malvados?”, le preguntó a Di-s. “¿Acaso el Juez de toda la tierra no hará justicia?”. “Si hay 50 hombres justos, ¿no los salvarías? ¿45? ¿40…30…20…10?”. Al final, Abraham no pudo encontrar siquiera un minián (grupo de 10 hombres) en las ciudades y decide rendirse. Como dice el versículo “VeAbraham shav limekomó” (“Y Abraham volvió a su lugar”). Habiendo perdido en la discusión, él reconoce su derrota y vuelve a su rincón. 

Pero hay también una alternativa en la interpretación de estas últimas palabras. Y Abraham volvió a su lugar, puede entenderse también como “y volvió a su forma de ser”, a sus costumbres. ¿Y qué costumbre es esta? La de defender al desvalido, buscar al necesitado y ayudar a aquél que esta en problemas, incluso si no se trata de la persona más justa que hay. Abraham se negó a desilusionarse por la derrota. Volvió en seguida a sus costumbres, a pesar que este intento en particular no tuvo éxito. 

¿Qué sucede cuando perdemos? Nos sentimos heridos, nos ponemos de mal humor, y nos rendimos. No funcionó, no sirve. Es inútil, ¿para qué molestarse? 

Pero no con Abraham. Abraham se adhirió a sus principios. Pudo haber experimentado un contratiempo, pero seguirá abogando por la causa de justicia. Seguirá defendiendo a los débiles. Y seguirá trayendo sus casos a la mayor autoridad del universo; Di-s mismo. 

Abraham nos enseña a no perder la fe, a no desviarnos de nuestro camino elegido o de nuestras convicciones. Si creemos que es lo correcto, entonces está bien incluso si no vemos una recompensa. Si es algo correcto, entonces apeguémonos a ello, sin importar los resultados. 

Uno de mis personajes de historieta favoritos es Charlie Brown de Peanuts. En una tira cómica que todavía tengo en mi memoria, se ve a Charlie Brown determinado en salir a remontar su cometa, cuando afuera cae una lluvia torrencial. Sus amigos le dicen que debe de estar loco por querer remontar la cometa en ese clima, y que se le romperá a causa del viento. Pero al final de la tira, vemos a Charlie, dirigiéndose con seguridad hacia la puerta, con su cometa bien sujeta bajo su brazo, diciendo “Un hombre debe hacer lo que un hombre debe hacer”. 

¿Creemos en nuestros principios de fe por conveniencia? ¿Somos virtuosos porque creemos que es el camino hacia una buena vida? ¿Estamos esperando el gran pago por nuestro comportamiento? ¿Qué sucede cuando no lo vemos? ¿Nos frustramos, desilusionamos y nos enojamos con Di-s? 

Algunas personas se vuelven observantes por motivos incorrectos. Están buscando alguna solución mágica a sus problemas. Y cuando los problemas no desaparecen rápido o tan mágicamente como esperaban, dejan toda la vida religiosa de lado. No funcionó; me voy fuera. 

La virtud es su propia recompensa. Dormir mejor por la noche porque nuestra conciencia está limpia, es también parte del trato. O, en las palabras de nuestros Sabios: “la recompensa de una Mitzvá es la Mitzvá”. 

Nuestro padre fundador nos hace recordar que un judío debe hacer lo que un judío debe hacer, sin importar las consecuencias. Sin importar si vemos los frutos de nuestra labor. Si es la cosa correcta, entonces hagámosla. 

Que seamos verdaderos hijos de Abraham.

Que preguntas debes hacerte antes de criticar a otra persona

El otro día, mi esposo y yo tuvimos una visita. Era ruidoso y bullicioso, haciendo bromas inapropiadas. Hizo sentir su presencia de manera desagradable.

Aunque trataba de no juzgar, mi impresión de este individuo no fue positiva…

¿Por qué habla de manera tan extravagante? ¿Necesita actuar con tanta audacia? ¿No se da cuenta de que sus comentarios son inapropiados?

Pero varios días después, mi esposo me dijo “¿Sabías que tiene un hijo con necesidades especiales que está gravemente discapacitado y al que cuida?”. Por supuesto, no tenía ni idea.

Comprendí que su manera “bulliciosa” era su forma de afrontar su desafío. Sus bromas y comentarios eran su forma de mantenerse por encima de la oscuridad de su realidad manteniendo una mente positiva y alegre.

De repente, mi perspectiva cambió. En la porción de la Torá, leemos sobre la torre, que fue construida en Babel para rebelarse contra Di‐s. Di‐s descendió para ver la ciudad y la torre que los hijos del hombre habían construido (Gén. 11: 5).

Rashi explica: Obviamente, Di‐s no necesitaba “bajar” para ver su crimen; pero deseaba enseñar a todos los futuros jueces a no juzgar a un acusado hasta que vean [el caso] y lo entiendan.

Como padres, educadores, amigos o colegas, hay ocasiones en las que debemos compartir nuestros comentarios negativos. Pero antes de hacerlo, necesitamos “bajar” de nuestras posiciones condescendientes para ver la realidad del individuo.

Y reconocer que, en raras ocasiones, podemos comprender completamente las circunstancias de la otra persona.

Algunas preguntas que podemos hacernos antes de juzgar o criticar:

¿Qué estoy tratando de lograr con mis palabras?

¿Estoy teniendo un mal día y es esta mi manera de desahogarme?

¿Debería volver a tratar este tema una vez que me sienta más positivo?

¿Quiero algo específico cambiado o mejorado?

¿Mis palabras lograrán eso o solo perturbarán?

¿Tengo una relación cercana para abordar este tema? ¿Entiendo y siento empatía por lo que está pasando esta persona? ¿Puedo reformular mi crítica para que sea una retroalimentación en lugar de una condena? ¿Cómo puedo elaborar una estrategia con esta persona no solo parar centrarme en lo que está mal, sino para acentuar los resultados que nos gustaría ver?

Nuestras palabras y nuestros pensamientos llevan una enorme cantidad de energía; si tenemos algo de previsión, pueden ser muy positivos.

El clamor del corazón judío

El Baal Shem Tov da un ejemplo explicatorio del significado del toque del Shofar en Rosh Hashaná. Un príncipe abandonó el palacio real hacia un lugar distante, donde permaneció durante muchos años. Cuando regresó, desordenado y con las ropas desgarradas, nadie reconoció al noble desaparecido. Cuando quiso ingresar al palacio real, ni siquiera recordaba el idioma de su patria para hacerse entender. Entonces, estalló en un llanto desde lo profundo de su corazón clamando: “Papá, papá ¡sálvame!”. El rey reconoció la voz de su hijo, y su llamado le tocó las fibras más íntimas, y con rapidez procedió a reencontrarse con su hijo.

De la misma manera sucede con las almas judías. Se alejaron de “la mesa paterna”, descendieron del Trono Celestial para investirse en un cuerpo material, donde además se corrompieron a través de los pecados. En Rosh Hashaná, el alma judía añora retornar al Creador y exclama con un clamor interno desde las profundidades de su corazón: “Papá, nuestro Padre del Cielo, ¡sálvanos!” Ese es el signifi- cado del sonar del Shofar: el clamor del corazón del alma judía.

CLAMAR EN SI

Se explica en las enseñanzas jasídicas que lo principal de este clamor no es el contenido (las palabras que se gritan), sino el hecho del clamor en sí. Cuando alguien grita, hay aquí dos aspectos: el hecho de clamar y el contenido que se desea expresar con este llamado. Y a esto se refiere, que lo fundamental no es el contenido del gemido, sino que el judío grite.

En lo que hace a contenidos, hay diferencias entre un judío y otro. Cada uno tiene sus palabras, sus pensamientos y sus pedidos y aspiraciones. Pero con respecto al clamor en sí- todos los iehudím son iguales: todo judío clama a Di-s y ansía conectarse y volver a El. Uno grita con voz audible y el otro con una voz interior que no se percibe, pero todos llaman a Di-s.

LA BENDICIÓN NO ES EN VANO

Este clamor expresado en el toque del Shofar se eleva a las esferas espirituales siendo recibido y aceptado por el Altísimo. Prueba de ello es la bendición que recitamos en la plegaria de Rosh Hashaná: “Bendito …Di-s…que escucha la voz del Shofar de Su pueblo Israel – con piedad”. En relación a las bendiciones a Di-s tenemos la regla: se recitan sólo sobre algo seguro y real. Si existe duda, la ley es que “debe actuarse de manera blanda” y no se recita la bendición. Siendo que proclamamos la bendición de que Hashem escucha el sonido del Shofar de Su pueblo Israel, se desprende que es seguro que el sonar del Shofar es escuchado y recibido por Di-s.

Sobre esto dijo Rab Leivi Berdichov el ejemplo de un niño que deseaba una manzana de su padre y éste no quería dársela. ¿Qué hizo el hijo? Se apresuró a bendecir: “Bendito…el Creador del fruto del árbol” y el padre estuvo obligado a entregarle la manzana, para que la bendición recitada no sea en vano. Así también, cuando los judíos bendicen que: “Di-s escucha el sonido del Shofar de Su pueblo Israel con piedad”, el Altísimo está obligado, por así decirlo, a actuar como lo recita- do, para que la bendición no sea en vano.

EL DESEO ES DAR

Si así se conduce un padre de carne y hueso, que no está interesado en entre- gar la manzana a su hijo, cuánto más aún al tratarse del Altísimo que, con toda seguridad desea dar y brindar al pueblo de Israel de Su mano rebosante y amplia, sólo que ansía que los judíos se lo pidan.

De aquí tenemos la seguridad de que cuando los judíos tocan el Shofar en Rosh Hashaná, este sonido llega al Creador mismo, y es recibido por El con piedad, y El confiere a cada uno y todos los judíos una Shaná Tová uMetuká- un año bueno y dulce.