Hijos: ¿muchos o pocos?

ESTIMADO RABINO: 

¿Ha notado ud. que casi cada segundo vehículo que pasa por Golders Green Road en estos días parece ser un minibús? Sólo la mitad son taxis. La otra mitad pertenece a esas familias religiosas que apiñan en su interior a sus propios hijos. 

¿Hemos regresado a la Edad Media? Después de toda nuestra educación, ¿volveremos ahora a las grandes miserias maternales de nuestras abuelas empollando crías de ocho, nueve y todavía más niños? ¿En qué siglo vive esta gente?

Firmado: “Confundido” Hampstead.

Estimado Confundido:

Esta no es una columna de Respuestas Halájicas, motivo por el cual dejaré el tema de Anticoncepción y Halajá (Ley Judía) para otros. Hablemos de actitudes y algunas nociones predominantes.

Cierto, cuanto más educados, sofisticados y modernos nos volvemos, menos hijos parecemos tener. Las cifras demográficas comprueban que a medida que aumenta el ingreso familiar, la tasa de fertilidad declina. Sin embargo, la pregunta es, ¿es eso bueno? ¿Y por qué está teniendo la gente menos hijos?

Algunos afirman estar motivados por el problema del mundo sobrepoblándose y dicen que hacen su contribución para aliviar el hambre y la pobreza. Si hay un problema de superpoblación, no obstante, éste es claramente un problema del Tercer Mundo. Que haya 1,8 niños en Hendon no hace nada por un niño hambriento en Biafra.

¿No es irónico que quienes pueden afrontar el gasto de tener más niños son precisamente los que no los tienen? (De paso, si la gente calculara cuánto le cuestan los perros y los gatos —para no mencionar mascotas como conejos, peces de tanque y hamsters— bien podría decidir tener otro niño a cambio).

Honestamente, no estoy de acuerdo con la historia de la superpoblación. Primero, los teóricos sociales ya discuten que los países occidentales deberían producir más bebés para impedir una toma del poder por parte del Tercer Mundo y un deterioro en la prosperidad del mundo libre. Segundo, me temo que el padre promedio no daría ni dos suspiros por el Crecimiento Demográfico Cero, sino que es simplemente cuestión de satisfacción personal y por eso decide tener menos hijos para que haya una tajada más del pastel para él mismo.

Además, esta actitud es el resultado del bombardeo de los medios que parecen habernos convencido de que menos hijos es igual a una familia más feliz con más tiempo, dinero y oportunidades para todos. ¿Pero, vuelcan los padres de apenas dos hijos todo su tiempo libre sobre David y Sharon? Más veces no que sí, menos hijos significan más tiempo para los naipes, el tenis, las compras, gimnasia y peluquerías, y no más tiempo para los niños.

Incluso antes de instalarse la vejez, las familias más grandes son con mucha frecuencia las familias más felices; con amigos internos y compinches (para no mencionar a compañeros de cuarto). Sin duda, los hijos de familias tales son menos mimados y menos egoístas, habiendo sido educados a compartir cuartos, juguetes, tareas del hogar y ayudar a sus hermanos menores desde una edad relativamente temprana. Tienden a dejar la casa mejor equipada para enfrentar la vida del dormitorio, la vida del trabajo y la vida comunitaria en general.

En lo que concierne al tan malignamente declarado estado de “maternidad perpetua” que aguarda a estas pobres idishe mames, he sido informado de fuente confiable, mi propia dama, que las mujeres comúnmente tienen de a un bebé por vez. No hay cuatro infantes gritones clamando la atención de la madre simultáneamente. También, dice ella, se hace más fácil a medida que avanzas. Llegas a ser una suerte de “veterana”, más experimentada, relajada, y mejor capacitada para encarar las cosas. Hablando de ello, pienso que la mayoría de la gente se las arregla, o no. Quienes lo encuentran difícil, lo encontrarían difícil también con dos hijos.

Donde realmente me pongo vehemente en este tema es cuando se trata del nivel nacional judío. No le debemos al mundo ninguna disculpa. Todo lo contrario. El mundo nos dejó con un catastrófico déficit de población hace apenas cincuenta y pico de años. Como supervivientes —y cada uno de nosotros en nuestra generación es un superviviente— tenemos un deber moral de recuperar esa devastadora pérdida y no, Di-s libre, lograr por nuestras propias manos lo que Hitler no pudo.

Un padre de ocho hijos fue recientemente desafiado por un cínico: “¿Cuando parará de una buena vez?” ¿Su respuesta? “¡Cuando llegue a seis millones!”

Desde 1948, más de un millón de mujeres israelíes ha experimentado un aborto. Piense en las cifras de la incrementada población judía en Israel si esos niños hubieran nacido. ¿No estarían mejor gastados los millones (¿miles de millones?) empleados en promocionar y fomentar la Aliá, si se utilizaran para un crecimiento interno relativamente indoloro?

 

A fin de cuentas todos somos creyentes. Como tales, creemos firmemente que con cada niño con que Di-s nos bendice, Él envía también al mismo tiempo Su bendición Divina de Parnasá (sustento). 

Aquel que nos dijo “Sed fructíferos y multiplicáos” es muy fácilmente capaz de multiplicar también nuestras ganancias. 

 Ya sea si trabajamos un poco más duro, o más tiempo, o somos más afortunados, finalmente son nuestros hijos quienes nos harán inmortales. Es a través de ellos que dejaremos cualquier impronta que sea en el mundo

Llaves hacia la santidad

“Cuando una mujer engendra y da a luz a un varón, se impurifica” (Levítico 12:2)

El Talmud nos dice que hay tres llaves celestiales: para la lluvia, para el nacimiento, y para la resurrección de los muertos, que no fueron dadas a ningún emisario (Taanit 2a). 

Si Di-s controla el útero, ¿cómo puede ser que la impureza emane de allí? 

La respuesta es que la impureza entra sólo después de que el embarazo concluye. El Rebe de Kotzk explica que en cada evento importante, cuando la Divinidad se fortalece, energías impuras también crecen. Gracias al poder del embarazo y el nacimiento, en los que Di-s controla la llave, las impurezas se mantienen fuera hasta que el bebé nace. Luego, la Divinidad se va, y las energías impuras entran. Esto es similar a la impureza que adquiere el cuerpo una vez que el alma se va. Análogamente, cuando sobresalimos en algún área, especialmente en algo judío, existe el peligro de abrumarse inconscientemente por energías negativas y subsecuentemente apóstatas. Mantente firme, y utiliza cada evento especial como un escalón para subir más alto.

“Y él lo ofreció frente a Di-s…y la fuente de su sangre fue purificada” (Lev. 12:7)

El judaísmo nos enseña que un esposo y una esposa están interconectados en una multitud de planos físicos y espirituales. En la Parshá de Tazria, se ve un ejemplo de esto, con respecto a los sacrificios que se ofrecen luego de dar a luz.

El Jozé de Lublin nota que el versículo también puede ser leído “Y él se acercó a Di-s…”, refiriéndose al arrepentimiento del esposo. Un esposo y una esposa están tan unidos que el arrepentimiento que surge del esposo puede afectar el status de la pureza de su esposa. Cuando examinamos nuestras relaciones interpersonales, debemos recordar que estamos conectados en niveles más allá de lo obvio.

El ex piloto de combate, el Profesor Shlomo Kalish explicó sobre un evento trágico reciente en el que un avión F16 se estrelló. El piloto se confundió debido al vértigo, y no pudo distinguir en qué dirección estaba volando. El Profesor Kalish explicó que en alturas elevadas y altas velocidades, incluso durante el día, el mar y el cielo se ven iguales. 

Mientras que es natural volar de acuerdo al sentido de la percepción, mucho del entrenamiento de un piloto es forzarlo a confiar en los instrumentos de cabina. Una y otra vez se les dice, especialmente en caso de dudas, que deben fiarse de los instrumentos. Su conclusión fue que hoy en día nos encontramos en una situación similar: a veces es difícil decir qué está arriba y qué está abajo. Nuestro propio sentido de la percepción de la tierra y el cielo muchas veces nos engaña. Es imperativo que dirijamos nuestras vidas de acuerdo a los instrumentos de la Torá.

La llegada de la Redención incluye dos elementos: el mérito de nuestro servicio Divino y la promesa de Di-s de mandar el Mashíaj. De esto podemos entender las divididas opiniones de los Sabios acerca de en qué mes la Redención ocurrirá. Algunos dicen que será en el mes de Nisan, ya que en él ocurrió la primera redención de Egipto; otros dicen que ocurrirá en Tishrei, seis meses más tarde, el mes de las Festividades. El Jasidut explica que Nisan es cuando la afluencia de luz Divina desciende desde arriba, como ocurrió en Pesaj cuando Di-s obró milagros para salvarnos. Tishrei y las Altas Fiestas incluyen el arrepentimiento que nosotros hacemos, nuestros esfuerzos espirituales. Esto es un paralelo a las dos opiniones mencionadas: Nisan corresponde a la promesa de Di-s, y Tishrei a nuestros esfuerzos.

Pero, ¿Cuál, de hecho, fue la última respuesta de los Sabios? Que el Mashíaj vendrá durante Nisan. 

El Rebe de Lubavitch explica que el principal aspecto de la Redención es la luz Divina revelada desde Arriba. La Redención debe ser en Nisan porque el puro poder de la revelación será más brillante que la luz producida por nuestros esfuerzos espirituales aquí abajo. Si prestamos atención desde nuestro punto de ventaja de la “casi Redención”, ya podemos ver lo sobrenatural comenzando a conquistar y a reemplazar el mundo natural.

Por Shaul Yosef Leiter

Cuando una pareja no quiere tener hijos

PREGUNTA:

Mi esposa y yo decidimos hace tiempo no tener niños. Estamos contentos con nuestras vidas y no sentimos que necesitamos la carga agregada de la paternidad. Pero recientemente vimos un documental sobre una familia judía con 17 hijos, y nos hizo hablar del tema. Aunque mi opinión no ha cambiado, mi esposa no está tan segura. ¿Qué nos sugiere?

RESPUESTA:

Mi sugerencia: no posponga tener hijos. Usted se lo debe a sí mismo, a sus futuros niños, a sus padres, al universo y a Di-s.

PARA USTED: Un padre experimenta el amor ilimitado. Mientras usted puede amar a su esposo/a profundamente, el amor incondicional e ingobernable por un hijo es incomparable en la creación. Y el milagro de ver que un embrión se ha convertido en un ser vivo con sentimientos, necesidades y una personalidad que es una extensión de la suya, es una experiencia que nadie debe escoger perder.

PARA SUS FUTUROS HIJOS: Aunque sólo los conocemos cuando nacen, las almas de nuestros hijos están esperando en un área de tránsito celestial por su turno para bajar a la tierra. Hay almas destinadas para ser procreadas por usted y su esposa, esperando ávidamente su oportunidad para nacer. Casi puedo oírles incitándolo para que los traiga al mundo, esperando que su decisión sea favorable.

PARA SUS PADRES: Sólo puede apreciar todo lo que sus padres hicieron por usted haciendo a su vez lo mismo por su niño. Y el mejor “gracias” que puede dar a sus padres es dándoles nietos.

PARA EL UNIVERSO: Nuestros padres pueden no haber sido perfectos, pero quienquiera hayan sido, se molestaron por traernos a este mundo. Y ellos fueron traídos a este mundo por padres que estaban deseosos de pasar por la misma cosa, y así sucesivamente a lo largo de las épocas. El hecho que estamos aquí es un resultado de generaciones innumerables de procreación. Ellos nos han dado el más gran regalo de todos- el regalo de la vida. ¿Está diciendo honestamente que está deseoso de romper esta cadena de dar, para mantener su estilo de vida actual?

PARA DI-S: Di-s quiere que sintamos lo que es ser como Él. Así que Él invirtió en nosotros el poder de creación. El camino para procrear es el instinto más poderoso porque es el que más se parece a la Divinidad. Di-s ha ofrecido compartir Su Divinidad con usted volviéndose un padre. ¿Rechazaría semejante oferta?

Hay personas que lamentablemente por razones médicas o circunstanciales no pueden ser padres. Ellos tienen otra manera de traer amor y vida al mundo, y muchas de las más grandes almas del mundo no tuvieron hijos. Pero si usted tiene la opción, ¿puede dejar pasar la oportunidad de participar en el acto más profundo de amor que un humano puede lograr?

La paternidad significa noches desveladas y un ajuste de estilo de vida mayor, pero es el más humilde y premiado ajuste que jamás haya hecho.

Por Aron Moss

Técnicas de venta para mejorar la autoestima

A veces, entro en un comercio y en  medio de la conversación con el vendedor sé que no voy a comprarle nada. Sin embargo, hay otros que pueden venderme cualquier cosa…

¿Qué hace a un buen vendedor? En mi experiencia, es alguien con el talento de hacerme creer que yo, el cliente, soy la persona más importante en esta transacción, y que la venta se realizará sólo si es de mi interés. Incluso en caso que termine no haciéndola, siento que el vendedor interpreta mi “no” como: “no estoy todavía listo, pero pruebe de nuevo en el futuro”. Este reconocimiento y la focalización en el cliente y sus necesidades hacen a un vendedor exitoso.

Estas técnicas de ventas pueden ser adoptadas por padres que desean mejorar sus habilidades en relacionarse con sus hijos. Nuestro trabajo como padres es venderles a nuestros hijos su propia imagen. El primer punto de referencia para la autoestima de un niño –o la falta de ella- viene de lo que el niño cree que los padres piensan de él. Es por consiguiente importante convencer al niño que aunque no puede ser perfecto, igualmente es especial y está trabajando continuamente para adquirir más habilidades.

Un niño que no hace la tarea o tiene el cuarto desarreglado y se le dice repetidamente: “nunca haces la tarea” o “eres muy desarreglado” podría empezar a creerlo y es probable que empiece, tarde o temprano, a mantener esa expectativa. Por otro lado, podríamos decirle al mismo niño: “Eres una persona responsable, y estás aprendiendo nuevas habilidades cada día ejercitando cómo asumir tus responsabilidades para hacer tu tarea y cuidar que tu cuarto esté limpio”. Cuando fallan, debemos animarlos diciendo: “Intentaremos mañana de nuevo, para que puedas adquirir más habilidades en el futuro y ser la persona responsable que eres capaz de ser”. Declaraciones como estas animarán el ego positivo – la estima y el deseo de intentar la próxima vez con más fuerza.

Debemos tener presente que los niños tienen una habilidad especial de percibir si nuestra interacción con ellos es sincera o no.

Este principio de creer en la persona y no juzgar su futuro por sus conductas pasadas también es la llave a un buen matrimonio y a una relación de patrón-empleado eficaz. La actuación de las personas está normalmente basada en la fe y las expectativas que otros tienen de ellos. He visto calificaciones de niños en la escuela que suben o bajan drásticamente basadas en lo que percibieron que era la opinión del maestro acerca de ellos. Cuanto más positiva sea la opinión, mejor será la actuación del niño.

¡Pruébelo—funciona!

Por Yaakov Lieder

¿Qué es el amor?

Si el amor es tan necesario como la comida o el agua, ¿por qué es tan fugitivo?…

El amor es el componente singular más necesario en la vida humana. Es a la vez dar y recibir; nos permite experimentar a otra persona y permite que esa persona nos experimente a nosotros. El amor es el origen y el fundamento de toda interacción humana. Para vivir una vida plena de sentido, debemos aprender más sobre el amor y cómo introducirlo en nuestras vidas.

A primera vista, podríamos pensar que necesitamos amor del mismo modo en que necesitamos comer y beber, respirar y dormir. Sabemos que el amor consumea nuestra necesidad de que se ocupen de nosotros, nuestra necesidad de intimidad. Por eso procuramos el amor de una manera que muchas veces suele ser narcisista e indulgente; buscamos a alguien que nos ame porque así lo queremos; podemos querer amar a alguien para sentirnos bien con nosotros mismos.

Pero si el amor es sólo una necesidad más como la comida o el agua, ¿por qué es tan fugitivo? ¿Por qué a tanta gente se le hace tan difícil alcanzar el amor? Y cuando lo hallamos, no es fácil ejercerlo; siempre viene acompañado de alguna medida de dolor y frustración. Podemos tener éxito en amar por un tiempo, pero cuando fallamos, el dolor es intenso.

Estos son los inconvenientes que enfrentamos cuando consideramos al amor sólo como una más de nuestras necesidades corporales. Sí, necesitamos amor igual que necesitamos comida y agua, pero hay una diferencia. La comida y el agua son elementos de la tierra que sustentan nuestros cuerpos físicos, mientras que el amor es el lenguaje de Di-s, que sostiene a nuestra alma.

El amor genuino se parece poco al amor sobre el que leemos en las novelas u oímos en las canciones. El amor verdadero es trascendencia, equivale a unir nuestras personas físicas a Di-s y, en consecuencia, a todo lo que nos rodea. Con demasiada frecuencia tenemos una concepción egoísta del amor, como algo que queremos y necesitamos; pero el verdadero amor, al ser parte integral de nuestra relación con Di-s, es altruista.

Uno de nuestros principios más fundamentales es “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.’ ¿Pero cómo puede ser posible esto? ¿Acaso no nos amamos más de lo que podríamos amar a cualquier otra cosa? La respuesta está en el hecho de que el verdadero amor altruista no surge del cuerpo sino del alma. El amor es la predominancia del espíritu sobre la materia. Según la definición de materialismo, dos objetos no pueden ocupar el mismo espacio simultáneamente. Pero el alma trasciende el tiempo y el espacio, y también trasciende el narcisismo, haciendo posible que nos compartamos realmente con otra persona.

El sabio Hilel dice: “No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti. Esta es toda la Torá, y el resto es comentario.” El propósito de la sabiduría de Di-s es uno: enseñarnos cómo amar, trascender nuestros límites materiales y llegar a un lugar más espiritual. Ese viaje sólo se hace con el alma, y el amor es el idioma que debemos aprender para hablar en el camino. El amor es un modo de hablar con Di-s. Cuando miramos a los ojos de alguien y lo amamos, estamos trascendiendo el mundo físico y conectándonos con Di-s.

De modo que el amor es mucho más que tratar a otra persona con compasión. Va más allá del intercambio de sentimientos de ternura y.  eEs mucho más que hacer a otros sólo lo que nos haríamos a nosotros mismos. El amor es un acto Divino, el modo más puro de alimentar el alma de otra persona tanto como la nuestra. El amor más profundo no es meramente humano. Es un amor imbuido de Divinidad, por el cual un beso mortal se transforma en uno inmortal. El amor verdadero es un alma recibiendo a otra.

¿POR QUÉ NECESITAMOS EL AMOR?

En cierto sentido, todos nos hemos ido alejando de nuestro verdadero ser. El nacimiento es el comienzo del viaje de nuestra alma, enviada desde su fuente divina para vivir en un estado no natural, en una tierra de materialismo. A lo largo de nuestras vidas, entonces, sentimos la nostalgia de reunirnos con nuestro verdadero ser. Buscamos nuestra alma, buscamos la chispa de Di-s dentro de nosotros. Ansiamos volver a conectarnos con nuestra fuente.

Muchos de nosotros no comprendemos que lo que llamamos amor es en realidad una búsqueda de Di-s. La necesidad urgente que estamos expresando cuando decimos: “Necesito que alguien se ocupe de mí», o “Necesito intimidad”, es en realidad la necesidad de trascender nuestra persona física y conectarnos con nuestras almas. De modo que, en cierto sentido, amar a otra persona debería ser lo mismo que amar a Di-s, y viceversa. Una persona que puede amar a Di-s pero no puede amar a otro ser humano en realidad no está amando a Di-s. Y una persona que amae a otra persona pero no tiene amor por Di-s descubrirá en última instancia que lo que él 1/ama, amor es algo condicionado y egoísta, lo que significa que no es en absoluto amor verdadero.

Los dos tipos de amor, el egoísta y el altruista, son diametralmente opuestos. El amor egoísta es un amor condicionado; se ama con la condición de que sus necesidades sean satisfechas, y si la persona que hemos elegido para amar no satisface esas necesidades, rechazamos a esa persona y buscamos otra. Aunque puede parecer hermoso por un tiempo, ese amor está destinado a ser pasajero. Cuando la persona que amamos quiere ayuda, podemos dársela. Pero si el precio se vuelve muy alto, si sentimos que estamos dando más de lo que estamos recibiendo, simplemente podemos dejar de amar. Después de todo, hay una medida fija de incomodidad que estamos dispuestos a tolerar de la otra persona.

El amor altruista, en cambio, significa elevarse por encima de las propias necesidades. Significa salir de uno mismo, conectarse realmente con el alma del otro, y, en consecuencia, con Di-s. Cuando el amor es trascendente, estamos llegando a un sitio más alto; juntos, estamos acercándonos a Di-s. No hay condiciones en ese amor altruista; cuando la trascendencia es el objetivo de nuestro amor, no estamos todo el tiempo redefiniendo nuestros deseos y necesidades.

El amor condicionado y egoísta se disipa cuando sus condiciones no se cumplen, pero el amor altruista e incondicionado es constante y eterno. El amor condicional con demasiada frecuencia significa la obliteración o sujeción de un individuo; en lugar de dos volviéndose uno, el amor de la persona dominante consume al otro. El amor incondicionado, en cambio, el amor de la trascendencia, nos permite hacer a un lado nuestros deseos egoístas y amar a esa persona en consecuencia.

El amor condicionado no estimula el crecimiento, porque es simplemente una necesidad temporal que se está satisfaciendo. Así como necesitamos comer de nuevo pocas horas después de una comida, alguien que ame condicionadamente necesitará constantemente más porciones de seguridad, cuidado y aceptación. Pero el amor incondicionado es el fundamento del crecimiento humano. Es amplio: se derrama, y afecta no sólo nuestras necesidades inmediatas sino toda nuestra persona. Mientras que el amor condicionado está compartimentado en nuestra vida, el amor incondicionado es una parte integral de toda nuestra existencia. Y por último, es la herramienta con la que aprendemos a experimentar la más alta realidad: Di-s.

El amor, por lo tanto, es el fundamento sobre el que se levanta todo nuestro mundo. Todas nuestras leyes, todas nuestras actitudes, todas nuestras interacciones, surgen del mismo principio. El amor es la raíz de toda civilidad y moralidad. Sin amor, sería imposible vivir en paz unos con otros, respetar las necesidades del otro, y tratar a cada cual con la misma compasión que nos gustaría recibir.

Tipos de nombres judíos II

Poner el nombre de una persona viva

1) La costumbre entre los ashkenazim es no nombrar a una criatura por una persona que está viva aún si esa persona vive en otro país. Algunos dicen que esta objeción es específicamente a nombrar por el padre de uno que está vivo, pero no hay objeción en ponerle nombre por otros parientes vivos.

2) La costumbre entre los sefaradim es de no preocuparse por esto. Por el contrario, ellos consideran que esto es una manera de honrar al padre y un amuleto protector para larga vida si un nieto recibe el nombre de un abuelo vivo.

3) La mayoría de las autoridades están de acuerdo de que no se debe dar al hijo el mismo nombre de uno. Sin embargo, entre los yemenitas, algunos tienen la costumbre de ponerle a sus hijos el mismo nombre que ellos.

4) Si el abuelo materno del niño pide que se le de a su nieto su nombre mientras está vivo, no hay motivo para prohibirlo.

5) Si alguno desea ponerle a su hijo el nombre de su padre fallecido, pero su padrastro-que tiene el mismo nombre-lo objeta firmemente, no puede nombrar al hijo como su padre solamente, pero puede agregar otro nombre a éste, y llamar al hijo por ambos nombres.

6) Si los abuelos materno y paterno del niño tienen el mismo nombre, y uno de ellos ha muerto, y [el padre] desea nombrar al niño como el abuelo fallecido-si el abuelo sobreviviente objeta, es mejor evitar hacerlo, dado que mucha gente se opondría también. Si embargo, si el abuelo fallecido tenía un sobrenombre, el nieto puede ser llamado por ese sobrenombre. Cuando el otro abuelo, tras una larga vida fallece, pueden llamar al niño por el nombre original también. Es más, pueden cambiar ligeramente el nombre del nieto o darle un nombre adicional para que use junto con el nombre del abuelo.

7) Una persona que está a punto de morir (agoniza) es considerada completamente viva al respecto (aún cuando la mayoría de esa gente muere). Una criatura no puede ser nombrada por él hasta que realmente muera.

Dar a una persona dos nombres

1) En ningún lado en el Talmud encontramos un Taná (sabio de la Mishná) o Amorá (sabio del Talmud) que sea llamado por dos nombres. Aún en los textos bíblicos no encontramos una persona que tenga dos nombres. Sin embargo, en estos días es común dar más de un nombre al mismo niño. Otros objetan que se le dé dos nombres a un niño, aún en estos días.

2) Un nombre único puede estar compuesto de dos nombres; por ejemplo, Shnei Or y Shem Tov.

3) Ocasionalmente, a un niño se le da un nombre propio por una persona, y un sobrenombre (nombre secundario por otra persona), aún cuando el sobrenombre no tiene relación con el nombre propio.

4) Si una persona enferma seriamente, se le da un nombre adicional.

5) Si el primer hijo de alguien muere como resultado de la circuncisión, y luego le nace otro hijo, algunos acostumbran darle a éste dos nombres.

6) Algunos dicen que los nombres de dos personas diferentes no deben combinarse y darse a un solo niño8. Otros no se cuidan mucho de esto.

7) No se le debe dar a un niño los nombres combinados de dos personas que estaban enemistadas una con la otra durante su vida, aún si ambos eran tzadikim.

8) Algunos dicen que uno no debe dar a su hijo los nombres combinados de su padre y su hermano (el tío de la criatura), sino que debe dar a la criatura el nombre de su padre únicamente.

9) Algunos dicen que uno no debe dar a su hijo los nombres combinados de su padre y su suegro, sino solamente el nombre de su padre. Otros discuten esto.

10) Uno no debe combinar el nombre de un miembro de su familia con el nombre de un Rebe.

11) Si a un niño se le dan dos nombres por dos personas diferentes, es apropiado llamarlo por ambos nombres.

12) Si los padres de uno están vivos, y tienen dos nombres, no hay objeción en darle a su hijo o hija uno de los dos nombres. Lo mismo se aplica al caso opuesto-o sea, el desea dar a su hijo dos nombres, y los padres tienen solo uno de los nombres.

Poner nombre por alguien que murió joven

1) No se debe poner un nombre por alguien que murió joven. En ese caso deben agregar otro nombre a éste, y el nombre agregado debe ser usado como el primer nombre. Algunos dicen que uno que murió antes de los cincuenta años es considerado como si hubiera muerto joven. Otros dicen que uno que murió antes de los sesenta, es considerado como si hubiera muerto joven.

2) Esta regla no se aplica a alguno que murió de muerte natural. Aunque haya muerto joven, un niño puede ser nombrado como él.

3) Cuando una persona que murió de muerte natural, falleció en la infancia, un niño no debe ser nombrado por él.

4) Si un tzadík fue asesinado en la juventud, algunos dicen que sin embargo debemos nombrar al niño por él, en vista del hecho que era un tzadík.

­­­­­­­­­­­­­­­­­Poner nombre a un niño de acuerdo al calendario

1) Una persona no debe nombrar a su hijo de acuerdo al año del siglo en que él nació. Por ejemplo: si fue el catorceavo año del siglo, no debe nombrarlo “David”, cuyas letras suman catorce.

2) Algunos tiene la costumbre de nombrar al niño de acuerdo a la parshá de la semana en la cual nació. Por ejemplo: en Parshat Shemot, el niño es nombrado Moshé o Aarón; o sea, como el personaje de la parshá de esa semana.

3) Si un varón nace en Shabat, algunos tienen la costumbre de nombrarlo Shabsi (o Shabetai).

4) Si a un niño se le hace el brit en Rosh HaShaná, algunos tienen la costumbre de nombrarlo Itzjak.

5) Si un niño nace en Iom Kipur, algunos tienen la costumbre de nombrarlo Rajamim [“misericordia”].

6) Si un niño nace en alguna festividad, algunos tienen la costumbre de llamarlo Iom Tov. Si un niño es circuncidado durante Sucot, algunos tienen la costumbre de nombrarlo como el Ushpiz [“huésped”] de ese día.

7) Si un niño nace durante Janucá, algunos tienen la costumbre de llamarlo como el Nasí [“príncipe”] de ese día. Otros dicen que debe ser llamado Matitiahu. En algunas comunidades sefardíes ese niño es llamado Janucá.

8) Si un niño es circuncidado en Purim, algunos tienen la costumbre de nombrarlo Mordejai.

9) Si una niña nace en Purim, algunos tienen la costumbre de llamarla Ester.

10) Si un niño nace al comienzo del mes de Nisán, algunos tienen la costumbre de llamarlo como el Nasí de ese día10, o nombrarlo como el mes, “Nisán”. Si un varón nace durante Pesaj, algunos tienen la costumbre de llamarlo Pesaj.

11) Si un varón es circuncidado en Tishá BeAv, algunos tienen la costumbre de llamarlo Menajem; si el padre o un hijo mayor se llama Menajem, entonces el niño es nombrado Nejemia. Algunos dicen que esto se hace solamente si la circuncisión tiene lugar después del mediodía.

12) Si una niña nace en Tishá BeAv, algunos tienen la costumbre de llamarla Bat Tzión.

 

Llamar al padre por su nombre

1) Está prohibido llamar al propio padre por su nombre.

2) Si el padre tiene el mismo nombre que otra persona, pero es un nombre poco común que usualmente no se encuentra; si el hijo desea dirigirse a algún otro con ese nombre, debe cambiarlo ligeramente.

3) Si el nombre del padre es uno que se encuentra comunmente, y el hijo desea dirigirse a otro con ese nombre, está permitido cuando no está en presencia del padre. Algunos dicen que está permitido aún cuando el padre está presente.

4) Si se le pregunta al hijo: “¿De quién eres hijo?”, está permitido responder: “Soy el hijo de Reb… “.

5) Si el padre está enfermo, y el hijo desea recitar la plegaria mi sheberaj por su salud, algunos dicen que no debe declarar el nombre del padre, sino que, en cambio debe decir: “… mi padre ben…”.

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Nombres hebreos para varones

A

Aba Abaie Abiasaf Abiel Abir Abraham Acco Adael Adar Adi Adiel Adif Adin Adino Adir Adiv Admiel Adna Adonia Adriel Agur Aharón Ahuv Ahuvia Ajidan Ajiel Ajiezer Ajiman Ajishar Ajitov Ajshalom Aliz Almagor Alon Am Amania Amaria Ami Amiad Amiasaf Amiaz Amicam Amidor Amiel Amiezer Amijai Amior Amir Amiram Amishalom Amishar Amitai Amok Amos Amram Anan Anania Aniam Ara Arad Arbel Ari Ariav Arie Ariel Armon Arzi Asa Asael Asaf Asaia Asher Ashir Asiel Atur Atzel Avdel Avi Avidor Aviezer Aviezri Avijai Avikar Avimael Avimelej Avinatan Aviram Aviraz Avishajar Avitzedek Aviv Avivi Avner Avshalom Az Azai Azazyahu Azriel

B

Barak Baram Bareket Baruj Bejaia Bejor Ben Ben Tzvi Benami Benli Benor Benshajar Benshem Berajia Betzalel Biniamin Bosem Buki

C

Calcol Calev Carmel Carmeli Carmi Carmiel Cush

D

Dael Dagan Dan Daniel Darkon Darom Datiel David Deuel Devir Dinai Dor Dori Dorian Dov Dror Drori Dvir

E

Eben Eden Eder Edi Efer Efraim Ehud Eitan Elad Eldor Eleazar Eletz Eli Eliahu Elian Eliel Eliezer Elisha Eljai Elkaiam Elkana Emek Enosh Erez Eshel Eshkol Evel Even

G

Gabi Gabriel Gad Galil Gamliel Gan Gani Goel Guefen Guershom Guevaram Guever Guibor Guidon Guil Guilad Guilam Guilboa Guior Guiora

H

Hadai Hadar Hadas Haleli Haran Harel Hevel Hod Hoshea

I

Idan Idbash Ieshaiahu Iezer Ilai Ilan Imanuel Isajar Ishmael Israel Itai Itamar Itzjak Ivri Iyar

J

Jabib Jabub Jadash Jagai Jai Jaim Jalfón Jalutz Jam Janina Janina Janoj Jasid Jazón Jaziel

K

Kadmiel Kadosh Kalil Kariv Karni Karniel Katriel Kerem Keren Kini Kinor Kishoni

L

Lael Lajma Lapidot Larom Lavi Lemuel Lev Levi Liad Liezer Lior Liran Litov Livni

M

Maaravi Maayan Magal Mahir Malkiel Malkiram Malkit Manos Maor Maoz Marom Maskil Matán Matanel Mati Matitiahu Matzav Megued Meir Menajem Meretz Meron Meser Meushar Mevaser Mija Mijael Mordejai Moshé Muna

N

Nadir Nae Naftali Nahliel Nahor Najman Najmiel Najum Narkis Natan Nati Natzjan Nazir Needar Nefesh Nejemia Nejmad Nes Netaniel Netzaj Nevo Nir Nirel Nisim Noad Noaj Noam Nojam Nuriel

O

Oded Ofer Ofri Ohad Ohel Ohev Oliva Omar Oni Or Oran Ori Oron Osher Osher (con Ayin) Oshiahu Ovadia Oz Ozel Ozer

P

Palal Paltiel Parnas Paz Pazi Pedael Pedatzur Pele Peniel Peraj Peretz Pesaj Pinjas

R

Raam Raanan Radai Rafael Rajam Rajmiel Ram Ranel Ratzon Raveh Raz Raziel Rejev Reuben Ritzia Rivai Roe Roguiel Romam Ronen Roni Ronia

S

Saadia Sarshalom Seadiá Sefi Seguel Shafir Shalom Shamash Shamir Shefa Shemtov Shiftan Shimon Shimshai Shimshon Shlomo Shmuel Shneur Shoham Sigal Siman Simja Snir Sodi Sofer Stav

T

Tajash Tal Talmor Talor Talshajar Tamir Teddy Telem Tikva Til Tili Timni Tirosh Tiv Tivi Tivoni Toi Toju Tomer Tov Tovli Tshuva Tumiel Tzadik Tzafra Tzavar Tzemaj Tzidkiel Tzipor Tzur Tzvi Tzviel Tzvika

U

Ucal Udi Uni Upaz Uriel Ushri Uzi

V

Vardi Vardimon Vardinon

Y

Yaacov Yadid Yadin Yae Yafim Yaguen Yahali Yahalom Yair Yajdiel Yajil Yakar Yalon Yamin Yanai Yanir Yaniv Yanuaj Yanuv Yarden Yarin Yatmiel Yedael Yedid Yedidia Yejezkel Yejiel Yerajmiel Yeshaiahu Yesher Yfad Ygdal Yoel Yofiel Yona Yonatan Yoran Yosef Yotam

Z

Zahav Zait Zamir Zeev Zehavi Zeiri Zejaria Zemaria Zeraj Zevulun Zikaron Zimran Ziv Zohar

Nombres hebreos para mujeres

A

Abigail Abira Ada Adaia Adama Adamit Aderet Adifa Adila Adina Adira Ady Aharona Ahava Ahouva Ahouvit Ajuzá Alexandra Alina Alissa Alitza Alona Alonit Aluma Alumit Amira Amit Anat Anava Ariela Armonit Arnit Arusa Asherit Ashira Ashna Atara Atheret Avia Aviela Avishama Avishav Avital Avitzur Aviva Avna Avramit Ayelet Ayeleth Hashajar Azalia Azriela

B

Baram Bat Bat Am Bat Sheva Bat Shir Bat Tzión Batia Batiofi Bator Batshajar Batshemesh Batsheva Batsion Bedola Beera Behirá Bejira Besora Bilha Biniamina Bitania Bitia Bosem Braja Bruria Buna

C

Calanit Carmela Carmelit Carmil Carmit Carnit Coranit-

D

Dafi Dafna Daiana Dalia Dalit Dana Dania Daniela Danit Dar Darit Darona Debora Deganit Devir Dina Dora Doria Dorit Drora

E

Edit Edna Efa Efrona Eila Einat Eitana Eitanit Ela Eliana Elina Eliora Emuna Eshkolit Esronit Esther Evrona

G

Gabriela Gaby Gadia Gadit Gafna Gal Gali Galila Galit Galor Gana Gani Gania Garnit Gazit Golana Golda Gueula Guevura Guibora Guidona Guila Guilia Guilit Guira Guittit, Guitl Guivá

H

Hadar / Hadara Hadasa Hagar Hagit Harela Hatzlaja Haviva Higuera Hili Hinde Hodi

I

Iael Ida Idanit Idit Iejolia Ila Ilana Imanuela Inbar Ioná Iris Irit Iscah Israela Isska Ita Iti

J

Jaguit Jaia Jana Jasidá Java Javiva Jazmín Johana

K

Kadia Kadima Kadisha Kanit Karmi Karnit Kedma Keilah Kelil Kelila Kerem Keren Kerenor Keshet Keter Kinar Kineret Kiria Kojava Kvuda

L

Laila Lea Leuma Levana Libi Lilaj Lili Lilia Limor Liora Liraz Lital

M

Maaja Maanit Maayane Magui Malbina Malka Manguina Mara Margalit Marganit Mazal Mehira Meifat Meital Melitsa Menuja Merav Metuka Micaela Michbaha Mijael Milat Milka Miriam Myriam

N

Najat Naomi Natali Nataneli Navit Nediva Neemaná Neguina Nehira Nejama Neta Nirit Nizrit Noa Nofek Nofia Noga

O

Oda Odera Ofna Ofra Or Orel Orit Orla Orli Orna Ornat Ozna

P

Peer Peninit Peraj Pilea Pileith Pilit Pirjia Piuta Pnina Pora Prili Primor

R

Raanana Rajel Rajmiela Rama Raziela Razli Razzi Razziella Reihana Renana Renanith Revital Rika-rikki Rilli Rimona Rina Rinath Rinatia Rishona Ritzpa Riva Rivka Roma Roni Ronit Rujama Ruth

S

Saada Safira-safirit Sagnit Sahar Salmia Sara Sarai-sari Saviona Shalva Shani Sharon Shifra Shiraz Shirit Shirly Shlomit Shoam Shoshana Shulamit Sigal Sigalia Sigalit Sima

 

T

Tal Tal Or-talora Tali Talia Talshajar Tamar Tamara Tami Tamy Telalit Telat Telila Tikva Tjula Tova Tovit Tzipi Tzipora Tzivia

U

Ufara Umarit Uriela Usheret Uziela

V

Varda Vardia Vered Vida

Y

Yaara Yafa Yahava Yardena Yasmin Yedida Yehudit Yemina Yojana Yona Yonit Yorit

Z

Zehava Zemira Zirel Ziv Zivia Zivit Zorahat Zuria Zuriela Zuvit

Tipos de nombres judíos

Primera parte

Bíblicos:

mencionados en los cinco Libros de la Torá o en los Profetas, tales como Abraham, Moshé, Daniel, Dina, Sará.

Talmúdicos:

los que se originan en el Talmud y el Midrash, como por ejemplo, Meir y Jaim.

Derivados de la naturaleza:

algunos mencionados en la Biblia como Java, Devorá, Tzipora y lona; nombres de árboles y frutas, como Tamar, Shoshana, Alón, Oren, Orna y Aviva. De animales, como ser Aryeh, Tzvi y Zeev, que surgen de las bendiciones que Iaacov y Moshé dieran a las diferentes tribus antes de su muerte.

Los que incluyen el nombre de Di-s:

Emanuel, Guedaiah, Shmuel e Ishaiahu. Otros, como lehudá, expresan gratitud hacia Di-s. Nombres de ángeles que han sido adoptados por personas: Mijael, Rafael y Gabriel.

EL NOMBRE ES FUENTE DE VIDA

El nombre dado a la persona está intrínsecamente ligado a su alma y su vida.

Realmente actúa como el canal por medio del cual la fuerza vital fluye al cuerpo. Cada letra tiene una Fuerza Divina única; de esa manera, cada objeto creado tiene su propia forma y su esencia especial directamente ligados a las letras hebreas que forman su nombre.

De la misma manera, la vida del alma, mientras está en el cuerpo de la persona, llega a través de las letras hebreas que forman su nombre.

Según el Midrash Bereshit Rabá 17, Di-s le dijo a los ángeles que la sabiduría de Adán era superior a la de ellos porque él pudo reconocer la raíz espiritual de cada animal y darle su nombre hebreo en concordancia. También se menciona que cuando se quiere volver a la vida a una persona desmayada, se le debe llamar por su nombre judío, porque ello despierta su fuente vital y regresa su alma al cuerpo, reanimándola.

El Talmud ofrece numerosos ejemplos que demuestran el tipo de influencia que el nombre puede ejercer sobre el carácter de una persona.

Rabí Meir tenía la costumbre de preguntarle a la persona su nombre antes de cerrar cualquier trato con ella. Rabí Iosef Caro, autor del Shulján Aruj -Código de Leyes Judías -estableció que alguien que se llama Abraham estará naturalmente inclinado a hacer el bien, como lo hizo el patriarca Abraham, mientras que quien se llama Iosef seguramente tendrá la tendencia a alimentar a otros, bien sea en un plano físico o espiritual, tal como lo hizo Iosef en Egipto.

Nos llamamos Semitas porque descendemos de Shem, que significa Nombre.

Llamamos a Di-s HaShem, “EI Nombre”. En otras palabras, nuestra relación con los nombres es de naturaleza mística; sugiere un elemento misterioso e imperceptible, cuyas raíces se adentran en lo desconocido.

¿Quien pone el nombre?

Sólo el padre y la madre tienen el derecho de ponerle el nombre a sus hijos.

El Arí Z”L, Rabí Isaac Luria, padre de la Escuela Luriánica de la Cabalá, escribe que cuando un niño nace, Di-s pone en boca de los padres el nombre que corresponde al alma de este niño. Aun cuando el privilegio de poner nombre al niño se alterna entre el padre y la madre, hay diferentes costumbres acerca de a quién le corresponde el nombre del primer hijo.

En caso de dudas, se debe consultar al Rabino. No es apropiado hablar sobre el nombre del niño antes de su nacimiento. Tampoco corresponde registrar su nombre antes de la circuncisión en el caso del varón o el nombramiento en la Aliá a la Torá, en el caso de una niña.

Cuando nace una niña, es preferible darle nombre en la primera oportunidad en que haya Lectura de la Torá, el lunes, el jueves o el sábado en la mañana. Se acostumbra celebrarlo con una comida festiva.

La costumbre de Ashkenazí es la de no poner a sus hijos el nombre de personas en vida, mientras que en la tradición sefaradí se considera un gran honor para el padre dar a su hijo el nombre de su padre, el abuelo del niño. Si los abuelos de ambas partes tienen el mismo nombre y uno de ellos ha fallecido, no es correcto ponerle su nombre al niño, si el abuelo que vive se siente ofendido.

Si el padre tiene en mente un nombre para el niño, pero por error le dice al Mole -quien practica la circuncisión- un nombre distinto, hay que ponerle al niño el primer nombre. Se puede dar a un niño el nombre de una persona que haya fallecido enseguida después que el bebé haya nacido. A un huérfano que haya nacido inmediatamente después de la muerte de su padre se le debe dar el nombre de este. Hay quienes acostumbran dar al niño el nombre de alguna persona mencionada en la Sección Semanal de la Torá.

Un niño que muere antes de recibir su nombre, lo recibe antes de su sepultura. Algunas personas tienen la costumbre de llamar a la niña nacida en Purim con el nombre de Ester, y al niño con el de Mordejai.

¿Quién tiene derecho a ponerle nombre a un niño?

1) El padre y la madre tienen el derecho de ponerle nombre a su hijo.

2) Ninguna otra persona (aparte de los padres) tiene el derecho de ponerle nombre al niño.

3) Con respecto a quien de los dos (el padre o la madre) tiene prioridad para nombrar a su hijo primogénito-hay diferentes costumbres. De acuerdo a una costumbre, el derecho a nombrar al primer hijo pertenece al padre, el nombre del segundo hijo pertenece a la madre, y así, alternativamente.

4) Algunos dicen que esta práctica también cumple con la obligación de honrar al padre, si alguno llama al primer hijo como su padre (o sea el abuelo del niño). Por el otro lado, si él no llama al niño como su padre, denigra su honor; esto implica una prohibición, y él será castigado por ello.

5) Algunos dicen que si uno da el nombre de algún miembro de la familia de su padre (no necesariamente de su padre mismo), esto también constituye honrar al padre.

6) Otros están en desacuerdo, diciendo que solamente si los padres del niño no tienen padres vivos, deben primero nombrar al hijo como su padre (o sea el abuelo paterno del niño). Sin embargo, si los padres del niño tienen padres vivos, el derecho de nombrar al primer hijo corresponde a la familia de la madre.

7) De acuerdo con otra costumbre, el derecho de nombrar al primer hijo pertenece a la madre.

8) Algunos tienen la costumbre que el nombre de una hija pertenezca a la madre.

9) Si a un niño se le dan dos nombres, uno el de su abuelo paterno, y el otro como su abuelo materno, el nombre de su abuelo paterno debe ir primero.

10) Si la madre del niño le pone el nombre y luego llega el padre y desea darle un nombre diferente, algunos dicen que el padre puede cambiar el nombre. Otros dicen que el nombre dado por la madre queda como el verdadero y el padre no puede cambiarlo. Aún hay otros que dicen que el padre puede agregar un nombre, pero no cambiar el nombre completamente.

Sin embargo, si la madre ha suprimido el nombre del padre enteramente, o sea, han llamado al niño “ben… (hijo de…)”, usando el nombre de otro hombre en lugar del padre real, el nombre dado en el brit es nulo e inválido, como si al niño no se le hubiera dado nombre del todo.

11) Si nace una niña y su madre le da un nombre (a través de su padre-el abuelo materno de la niña-quien sube a la Torá y le da el nombre), y el padre de la criatura está en otro lugar en ese momento (sin saber que le han dado a ella un nombre), y le da un nombre diferente, el nombre dado por el padre es el verdadero.

12) Si el primer hijo muere antes de que se le dé el nombre (o sea, antes del brit), el derecho de dar nombre al próximo hijo es retenido por aquel a quien el derecho le pertenecía originalmente.

13) Si nacen mellizos, y el que nace primero es débil, requiriendo que su circuncisión sea postergada; y el segundo hijo es saludable, y es circuncidado en fecha; el derecho de nombrar a este segundo hijo pertenece a aquel que tenía originalmente el derecho (aún a pesar de que esa criatura nació segunda).

¿Cuando se debe dar nombre a un niño?

1) El tema de qué nombre darle al niño no debe ser discutido antes que la criatura haya realmente nacido.

2) El nombre del niño no debe ser registrado en las oficinas de las autoridades civiles antes del brit.

3) La costumbre es darle el nombre al niño inmediatamente después de haberlo introducido en el pacto de Abraham Avinu, el Brit.

4) Un niño que ha nacido circuncidado es nombrado en el momento de hatafat dam brit.

5) Con respecto a un niño que no puede ser circuncidado en tiempo, hay varias costumbres acerca de cuándo ponerle nombre. Algunos dicen que es nombrado cuando el padre es llamado a la Torá. Otros dicen que es mejor preocuparse en nombrar al niño en el transcurso de los ocho días del nacimiento, luego la obligación es delegada sobre él, y así, posteriormente él puede ser catalogado como incircunciso. Otros tienen la costumbre de postergar el darle el nombre hasta el brit, aún cuando éste ocurra muchas semanas después.

6) Si el niño es un varón primogénito, y están obligados a redimirlo, y el brit debe ser postergado; se le da el nombre en el momento del pidión haben (redención del primogénito), y no se debe esperar hasta la circuncisión.

7) Si nace un niño y es necesario orar por su salud, se le debe dar el nombre inmediatamente, y entonces se puede orar por él.

Dar a un varón un nombre femenino y viceversa

1) Algunos dicen que se puede nombrar a un hijo varón como a una mujer. Otros sostienen que es mejor no convertir un nombre femenino en uno masculino.

2) No es apropiado nombrar a una niña como a un varón. Algunas autoridades disienten, y tienen la costumbre de dar nombres de hombres a mujeres.

Nombres comunes tanto para hombres como para mujeres

1) Algunos dicen que uno no debe dar a su hijo un nombre que es común tanto para varones como para mujeres.

2) Algunos toman cuidado de no casarse con una mujer cuyo nombre es el mismo que el de ellos.

3) Si un novio tiene el mismo nombre que su futura suegra, o si la novia tiene el mismo nombre que su futuro suegro, no hay motivo para preocuparse, y la novia y el novio pueden casarse uno con el otro.

Nombres que contienen el nombre de Di-s

1) En los días de antaño la gente prefería dar a sus hijos nombres que contenían el Nombre de Di-s, o nombres que expresaban alabanza y agradecimiento a Di-s. Por ejemplo, el prefijo E-l en los nombres Elkaná, Eljanán, Eliezer, Elazar; el prefijo I-h en los nombres Iehoshúa, Iehoiakim, Iehoiadá; el sufijo E-l en los nombres Shmuel, Ierajmiel, Iejezkel; el sufijo I-h en los nombres Ieshaiah, Ovadiáh, etc.

2) Cuando se escribe el nombre de Di-s-por ejemplo, Elokim-un guión debe ser insertado en la palabra [E-lohim].

3) Con respecto a nombres que contienen el Nombre de Di-s, no estamos obligados a insertar un guión entre las letras que forman el Nombre de Di-s (por ejemplo, Shmue-l). Sin embargo, algunos practican un grado de piedad extra y acostumbran insertar un guión entre las letras iud-hei o entre las letras alef-lamed.

4) Con muchos nombres, nosotros llamamos a la persona por su correspondiente sobrenombre. Por ejemplo: Eljanán = Jone; Eliahu = Eli; Eliezer = Leizer; Guedaliahu = Guedalia; Iehudá = Iudl. La razón para esto es que esos nombres contienen el Nombre de Di-s.

Poner a los hijos nombres de lugares

Encontramos en el Tanaj nombres de personas que son idénticos a nombres de lugares. Por ejemplo: Efrat es el lugar donde Rajel Imenu murió y fue sepultada (Génesis 48:7). Este nombre también aparece en las Crónicas 2:19 como el nombre de la esposa de Calev. Similarmente, Edóm, el nombre de un lugar, es mencionado en Parshat Toldot como el nombre de Esav. Hay otros casos similares.

2) En nuestros días hay algunos nombres recientemente inventados, usados principalmente en Eretz Israel, que son al mismo tiempo nombres de lugares y nombres de personas. Por ejemplo, los nombres masculinos Arnon, Givón, Geva; y los nombres femeninos Kineret, Eilat, Carmella, etc.

3) Hay quienes dicen que no se debe dar al hijo dos nombres, uno de los cuales sea también un nombre de lugar, como Reuven Jevroni, pues más tarde esto puede resultar en problemas legales.

 

Libro: ¿QUE HAY EN UN NOMBRE? de EDITORIAL BNEI SHOLEM

¿Cómo aprendemos?

El aprendizaje se lleva a cabo en tres etapas: vaciar el recipiente, convertirse en un recipiente y llenar un recipiente.

Vaciar la vasija: antes de que podamos aprender, tenemos que vaciar nuestra mente de ideas preconcebidas, pensamientos, cualquier conocimiento que tuviéramos antes de llegar a la clase. Incluso las respuestas y las preguntas deben eliminarse.

En resumen, debemos tener espacio en nuestra mente para recibir. En la medida en que tengamos pensamientos, propios o de lecciones anteriores, no podremos recibir lo que el maestro desea darnos en esta lección. (A este respecto, se dice de Rabí Zera que ayunó cien ayunos para poder “olvidar” el Talmud de Babilonia, a fin de aprender el Talmud de Jerusalém). Entonces, para aprender, debemos venir con una mente abierta o vacía.

Y a veces eso significa que primero debemos desaprender ideas o “hechos”. Convertirse en un recipiente: La primera etapa por su naturaleza es pasiva. Requiere una negación del yo, una eliminación del ego.

Sin embargo, si todo lo que hacemos es escuchar y recibir, no hemos asimilado la lección, no la hemos hecho nuestra. La siguiente etapa, entonces, requiere que trabajemos con el material, lo cuestionemos, discutamos sobre él, luchemos con él. En esta etapa, debemos usar nuestro intelecto; debemos activar y comprometer nuestro ego.

Llenar el recipiente: La etapa final del aprendizaje ocurre cuando el estudiante alcanza el nivel del maestro, cuando el estudiante no entiende en resumen o por alusión, pero capta todas los alcances de una idea. El alumno que comprende los conceptos en profundidad, y más aún, el alumno que puede aportar sus propios conocimientos, ese alumno se ha convertido en un igual al maestro.

Sin embargo, para hacerlo, el estudiante debe extenderse, trascender sus limitaciones intelectuales y, en cierto modo, superarse a sí mismo. Si el aprendizaje en general sigue este proceso de tres etapas, entonces este procedimiento se aplica aún más cuando el tema a adquirir es el conocimiento Divino contenido en nuestra sagrada Torá.

Primero, debemos anularnos, dejar de lado nuestras concepciones ‐ o preconcepciones ‐ de lo que es la Torá o lo que la Torá requiere. Como declaramos en el Sinaí, “haremos y aprenderemos” ‐ primero, como sirvientes, seguimos las instrucciones, no porque las comprendamos o estemos de acuerdo, sino porque eso es lo que debemos hacer.

A continuación, sin embargo, debemos luchar para comprender, entender y poseer la Torá a nivel intelectual y personal. Pero si nos detenemos ahí, nuestra comprensión de la Torá corre el riesgo de ser medida y limitada por nuestra propia capacidad intelectual. Nuestras mentes humanas, incluso las más grandes, no pueden contener la Torá.

Por lo tanto, debe haber otra etapa final: el “salto cuántico” de la inspiración Divina. A través de las dos primeras etapas creamos las condiciones para la tercera, una mini‐revelación, por así decir una recreación en miniatura dentro de cada judío, de la entrega de la Torá.

Guet: El divorcio judío

Guet: El documento de divorcio judío De acuerdo con la ley bíblica, una pareja casada se libera de los lazos del matrimonio solo mediante la transmisión de una carta de divorcio del esposo a la esposa.

Este documento, conocido por su nombre arameo, “guet”, sirve no solo como prueba de la disolución del matrimonio en caso de que uno o ambos deseen volver a casarse, sino que en realidad efectúa el divorcio.

Si bien la ley judía exige que uno siga la ley del país y también requiere un divorcio civil, este no sirve como sustituto de un guet halájico (conforme a las restricciones de la ley judía).

Sin un guet, no importa cuánto tiempo esté separada la pareja, y no importa cuántos documentos civiles puedan tener, a los ojos de la ley judía, la pareja todavía está 100% casada. El matrimonio no es solo un acuerdo entre dos individuos que puede disolverse a voluntad, es una unión de almas.

El mismo Di‐s que prescribió una fórmula para la fusión de las almas, la fórmula que se sigue bajo el dosel nupcial, también dio instrucciones detalladas sobre cómo estas dos almas pueden volver a un estado de independencia.

El guet es un documento fechado y atestiguado en el que el esposo expresa su intención de divorciarse de su esposa y romper todos los lazos con ella. El guet es escrito por un escriba experto. Cada guet se adapta individualmente a la pareja que se divorcia en particular.

Una de las reglas más importantes que rigen la escritura del guet es el requisito de que se escriba específicamente para el esposo y la esposa que lo usarán. Aunque técnicamente el guet se puede escribir en cualquier idioma, siempre que contenga las palabras y frases clave exigidas por la ley judía, la costumbre judía universalmente aceptada es escribirlo en arameo.

También es una antigua tradición que el guet se escriba en doce líneas (el valor numérico de la palabra hebrea “guet”). Los testigos firman debajo de la duodécima línea.

Un triunfo familiar

En Hungría, donde nací, ser judío se consideraba “vergonzoso”. 

La palabra “zsido”, judío, era una palabrota. Descubrí que tenía antepasados judíos a los seis años. Me advirtieron que nunca lo mencionara.

Antes de la Segunda Guerra Mundial, la mayoría de los judíos en Hungría eran asimilados y seguían el movimiento neólogo (conservador local). Solían llamarse húngaros de la fe de Moisés y dudaban en contactarse con judíos de otros países. Imprimieron publicaciones engañosas. 

El “Libro de oraciones judío”, no contenía ni una oración judía tradicional, ni una letra en hebreo, era una compilación de poemas en húngaro.

Mi tatarabuela no guardaba las tradiciones judías. Cuando el dominio nazi se hizo evidente, comenzó a encender Velas de Shabat. Su hija, mi bisabuela, se enamoró de un gentil y se casó. Sus dos hijos judíos fueron criados como cristianos. Su hija se convirtió en monja y dedicó toda su vida a curar y enseñar a los necesitados. Su hijo, mi abuelo, se convirtió en protestante religioso. Era un hombre humilde, maravilloso y con mucho conocimiento, amado por todos.

Cuando crecí, comencé a buscar mi identidad. Me sentí atraída por el judaísmo. 

Cuanto más estudiaba, más flotaba en el espacio anhelando una identidad, hasta que finalmente legalicé mi condición de judía a través de una conversión ortodoxa.

 La experiencia especial de sumergirse en un baño ritual, mikve, para completar el proceso de conversión fue impresionante. Mi hermana, que estaba de pie junto a la mikve, dijo que su respiración se detuvo cuando mi último mechón de cabello desapareció bajo el agua y la conversión fue declarada kasher.

Después de salir del agua, sentí todo mi cuerpo energizado. Esta fuerte sensación llenó todo mi ser de pies a cabeza y me tomó muchas horas acostumbrarme a la sensación del alma nueva.

Visité a mi padre ese verano y estaba muy emocionado de recibirme en Shabat. Fuimos de compras juntos y también disfrutó ayudando en la preparación de la comida. Aunque mi padre no estaba obligado a observar el Shabat, respetó mi observancia apagando la televisión. Antes de encender las velas, pusimos la mesa en un ambiente tranquilo. La conversación más cálida que tuvimos durante toda la semana fue en la mesa del viernes por la noche, con una copa de vino kasher.

Entre plato y plato relaté algunos pensamientos sobre la porción semanal de la Torá. El cholent para el día siguiente hirvió a fuego lento durante toda la noche y cuando llegó la hora del almuerzo de Shabat, el aroma y el sabor eran inolvidables. Estos momentos de Shabat fueron los más valiosos que pasé con mi padre durante nuestra visita.

Mi conversión me hizo evaluar las metas de mi vida. 

Decidí tomar una licencia de mi prometedora carrera en informática y me mudé con un par de maletas para estudiar en el Instituto de Mujeres Majon Jana en Crown Heights, Brooklyn. Mis estudios no se parecían a nada que haya conocido antes. La ley judía, la historia judía, la Torá y la filosofía jasídica, una fuente maravillosa para el refinamiento del carácter y la nutrición espiritual, comprendían los coloridos estudios.

Mi bisabuela fue víctima del Holocausto y su hija y sus hijos fueron víctimas del Holocausto intelectual.

Regresé a las raíces judías de mis antepasados. Hitler no ha ganado. Tampoco la asimilación. ¡Sobrevivimos! Si Di‐s quiere, agregaré nuevos nombres a nuestro árbol genealógico judío.