“El saber otorga poder”, dice el conocido cliché. Como la mayoría de los clichés, este es cierto. Si hubiéramos sabido que nuestro nuevo socio estaba a punto de quebrar antes de firmar un trato con él; si supiéramos si nuestro amado realmente nos quiere o no, nos sentiríamos más al mando de nuestro destino.
Pero todo tiene un límite. Imaginemos saberlo todo. Supongamos que la persona puede saber exactamente cuándo y cómo morirá. Que conozca con anterioridad cada detalle de su matrimonio; la razón de cada discusión y el momento de la reconciliación. Imaginemos que todas las acciones que tomarán lugar a lo largo de nuestra vida estarían registradas en un “diario de abordo” gigante, con las consecuencias de cada una de ellas anotada a su lado. ¿Sentiríamos que dominamos nuestra vida? ¿O nos consideraríamos marionetas que son llevadas paso a paso? Es posible que “el saber es poder”, pero el saber absoluto puede provocar impotencia y dificultad de reacción.
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En el capítulo 49 de Bereshit leemos que Iaakov, antes de fallecer, convocó a sus hijos alrededor de su lecho, prometiendo revelarles “lo que sucederá al final de los días”.
Pero al estar todos allí, los bendijo y les asignó el rol de padres de las tribus del Pueblo de Israel. Sin embargo, nada dijo sobre lo que sucederá “en el final de los días”. Nuestros Sabios nos explican que Iaakov tenía la intención de revelarles la fecha de la llegada del Mashíaj, pero en ese momento la Presencia Divina se apartó de él, y nuestro Patriarca comprendió que no debía contar nada de ello. Y por eso una de las cuestiones más vitales permanece en el misterio.
¿Pero por qué es importante no saber?
Es preciso el desconocimiento porque Di-s desea un socio creativo e independiente en Su empresa, por lo cual hizo de la vida un misterio. Si fuésemos conscientes del significado final y absoluto de cada una de nuestras acciones, éstas carecerían de vida, y nos parecerían aburridas letras de una obra, que toda la audiencia ya ha leído.
Es únicamente porque cada uno de nuestros actos, elecciones y decisiones están allí frente a nosotros, y sus consecuencias permanecen en la oscuridad del futuro desconocido, que las elecciones son realmente nuestras, las decisiones son un verdadero ejercicio de voluntad, y que cada una de nuestras acciones son una contribución a nuestra sociedad con Di-s en la Creación.
* Yanky Tauber