Lo que el divorcio enseña acerca del matrimonio

¿Por qué Di-s nos enseña cómo divorciarnos, si Él cree en el matrimonio? No sólo que Di-s cree en el matrimonio, cree que debés casarte, y desea que permanezcas casado con la persona con la que estás casado. ¿Por qué, entonces, Él nos permite divorciarnos? No sólo lo permite, nos enseña cómo debemos hacerlo. Como todas las instrucciones de Di-s en la Torá, divorciarse es una Mitzvá, un precepto Divino. En realidad, sus instrucciones acerca del divorcio son muy explícitas, ¿por qué?

Porque luego de haberte entregado las instrucciones para el matrimonio, Di-s no te abandona cuando estás en problemas. Pues Él es misericordioso y compasivo, delicado y considerado, Él te entrega una segunda alternativa de instrucciones si te es imposible seguir la primera. Es como un libro de cocina que te indica qué debés hacer en caso de que se arruine la receta.

Dos de mis hijos seguían en una oportunidad las instrucciones de un paquete de polvo para galletitas. Uno de ellos leía las explicaciones en voz alta, mientras que el otro preparaba la mezcla. El niño que leía dijo, “Ahora se supone que debemos revolver la masa 50 veces” El otro exclamó: “”¡Pero yo ya la he revuelto casi 100!” ¿Qué hacemos ahora?” El primero de los niños dijo: “No lo sé, volveré a leer para saber qué debemos hacer” Revisó la caja, pero las instrucciones no decían nada acerca de revolver la masa tantas veces. Vinieron ambos a mí y me preguntaron qué debían hacer. “¿Debemos tirarla?”.

¿Comenzamos de nuevo? 

Las instrucciones no nos indican qué hacer en caso de arruinar las cosas”. Di-s no es así. No es así como la Torá- Su set de instrucciones- está escrita. La Torá pide que no mezclemos carne con leche. ¿Qué sucede si lo hicimos? “Bueno” nos dice, “depende de cuánta leche había, y de cuánta carne se trataba. ¿Lo has hecho a propósito; o ha sido un accidente? Si se trata de un accidente, así es como puedes corregirlo. Si ha sido con intención, trata de que no vuelva a suceder”. Di-s espera de ti que permanezcas casado. Y con la persona que Él ha elegido para ti. Pero Él es compasivo y comprensivo cuando tú le dices que te es muy difícil.

¿Quizás Su intención fue que te casaras y luego salieras de ello; quizás las leyes de divorcio son tu “cláusula de escape”?. No.

Di-s tiene la intención de que permanezcas casado. Pero si no podés, si es demasiado difícil para vos, Él lo comprende, y Él te ayudará a salir de esto. ¿Esto significa que el matrimonio ha sido un error? ¿Apostaste, perdiste, ahora lo admites y sales de ello? ¿Has cometido un error, y entonces Di-s te dice cómo corregirlo?

Error otra vez.

Tu matrimonio no ha sido un error. Ha sido planificado desde el comienzo de los tiempos. Cuando Di-s creó tu alma, hace seis mil años atrás, Él creó tu “pareja” junto a ti.

Decir que estás casado con la persona equivocada es como decir que diste a luz al bebé equivocado. ¿Puedes dar a luz al bebé de otro? Cierta vez una mujer me dijo algo parecido. “¿Usted tiene tantos hijos?”-me preguntó incrédula. (No recuerdo si entonces ya teníamos 12 o 13 hijos). “¿Acaso no sabés que hay mucha gente que no puede tener hijos?” dijo indignada. Es como si quisiera decirme: “Dale una oportunidad a otros. Compartí con los demás. No tengás tantos hijos, y permití que otros los tengan”. No es así como sucede. Vos no das a luz a los hijos de otros. Los niños que tienes son los que debían ser tuyos. Como dijo Einstein: “Di-s no juega a los dados con el universo” Si Di-s no juega a los dados con las moléculas y los átomos, menos aún lo hace con las mentes, los corazones o las almas.

Estás casado con la persona correcta. Di-s lo arregló así. Él lo ordenó; Lo predestinó desde un principio. Así Él lo desea.

¿Vos no lo querés así? Bien, como Él está casado contigo, dice: “”Lo que vos quieras”.

¿Esto arruinará “algo del vasto Plan eterno”, como pregunta Tevie en ‘El violinista en el tejado’? La respuesta es sí. Si te divorcias, arruinarás mucho del vasto Plan eterno, el Plan de Di-s. ¿Y Él te lo permitirá? ¿Te ayudará?. Si, Él te lo permitirá, y te ayudará. La razón por la cual Di-s permite el divorcio, es porque haciéndolo, Él nos enseña cómo mantenernos casados. Porque a pesar de que Di-s tiene reglas, y además leyes e incluso Preceptos Divinos, cuando pecás, Él te dice: “¿Arruinaste las cosas? Tratá nuevamente. ¿Cometiste un error y lo admitís? No te preocupes, lo harás mejor la próxima vez. ¿Has cometido la misma falta diez veces? Pedí perdón, y Te perdonaré diez veces”.

Exactamente así debes estar casado- tratando a tu cónyuge de la misma forma que Di-s te trata a vos. Con la misma misericordia y compasión; idéntica delicadeza y consideración. ¿Tu mujer te lo ha hecho nuevamente? Perdónala otra vez. ¿Ya lo ha hecho diez veces? Perdónala diez veces. Comprometete a hacer que tu relación sea tan duradera como Di-s está comprometido a hacer que Su relación con vos sea duradera. La moraleja es que ofreciéndote ayuda para divorciarte, Di-s te ayuda a permanecer casado por siempre. De la misma forma que Él ha permanecido casado siempre con vos.

¿Cuándo divorciarse?

Hace algunos meses me topé con uno de esos “tests de auto-conocimiento”, era uno para evaluar el nivel de stress…

Si usted está atravesando un divorcio y/o por casarse, dése 30 puntos. ¿Cambiando de trabajo? 30 puntos; mudarse a una nueva casa, 30 puntos; un nacimiento, 20 puntos; y así sucesivamente, hasta las “tensiones pequeñas” de 5 y 3 puntos. Luego se supone que hay que sumar los puntos y consultar una escala del 0 al 100 que le contabiliza el nivel de tensión que está experimentando en ese momento.

La razón de que esto me haya llamado la atención era que, en ese preciso momento, yo había cambiado de trabajo, me había mudado, y nuestra hija acababa de nacer –todo dentro de un período de seis semanas. (Me alegra informarle, que este escritor estresado y su paciente esposa están todavía unidos en dichoso matrimonio). Lo que también me resultó curioso fue la ecuación de divorcio, por un lado, y cambios de empleo y casa por el otro.

El paralelismo está allí. En su casa y en la comunidad usted invierte una parte de sí mismo; en su trabajo deja una parte de su identidad; su relación con su empleador, compañeros, vecinos y círculo social; las metas a las que se compromete, la dependencia mutua de uno con el otro. Pero hay también agravios y descontentos. 

Quizás se encuentre en situaciones emocional o éticamente estresantes. Quizás se sienta privado de la oportunidad de expandir su verdadero potencial. O simplemente existe quizá la promesa -o deseo- de un mejor trabajo o entorno en otra parte. Así que usted se pregunta: ¿estas consideraciones justifican abandonar los compromisos actuales y separarme de la relación ya existente?

De acuerdo a las enseñanzas jasídicas, estas consideraciones van más profundo aún. Los maestros jasídicos enseñan que a cada alma se le da su propia “porción del mundo”. El hecho de que usted viva en un lugar específico y trabaje según una vocación particular no es por casualidad o chiripa. 

El abanico de razones que lo llevaron allí -empezando por sus talentos innatos e inclinaciones, hasta las llamadas “coincidencias” que le dan ese sabor al día a día- están dirigidas por la Providencia Divina, que lo ponen en contacto con esas “chispas de Divinidad” suyas, particulares, las cuales usted es el encargado de “captar”. De usted depende “revelar” estas chispas de potencial espiritual, las cuales necesitará para su pleno desarrollo espiritual. Así como el Cielo asigna un cuerpo a cada alma y un compañero/a a cada hombre y mujer, de la misma manera a cada uno se le asigna una porción de la creación para desarrollar y elevar.

Pero ésa no es toda la historia. Nuestro Creador nos ha concedido el más preciado y peligroso de los regalos: el libre albedrío. Nosotros tenemos el poder de mejorar aquello con lo que fuimos agraciados, y el poder para destruirlo. Podemos hacer tal revoltijo de cosas que nos despertamos una mañana con la creencia de que nuestra relación actual es insalvable y que lo único que nos queda es empezar algo nuevo en alguna otra parte.

¿Cuándo es el momento de divorciarse? El Talmud cita tres opiniones:

La Escuela de Shamai decreta: Un hombre no debe divorciar a su esposa a menos que él descubra en ella algo inmoral.

La Escuela de Hilel sostiene: [Él puede divorciarla] aun cuando ella hubiera quemado su comida.

Rabi Akiva dice: Aun cuando él haya encontrado alguien más linda que ella.

(Las tres opiniones derivan del mismo verso en la Torá –Deuteronomio 24:1–en la sección que trata las leyes de divorcio, dependiendo de cómo se interpreta una frase importante de ese verso).

La halajá (última decisión legal) sigue la opinión de los Sabios de Hilel. Pero una conducta piadosa (característica del jasidismo) la cual se atiene a un standard “más allá de la ley”, acepta el criterio más estricto propuesto por los discípulos de Shamai.

En otros términos, un “divorcio” está justificado si hay daño real al bienestar y privación de sus necesidades. Si usted siente que se encuentra “casado” a una vida donde cada noche es una cena quemada, una privación de su nutrición material o espiritual, un maltrato constante, la Torá entiende y perdona su decisión para desunir esa relación y buscar un “matrimonio” mejor.

Eso es al “pie de la halajá”. Pero un acercamiento más altruista considera que a menos que su situación actual en la vida sea de una violación a sus valores éticos, morales y religiosos (que en ese caso los Sabios de Shamai permiten, incluso, de hecho obligan una disolución del matrimonio) el lugar para estar es el lugar donde usted está actualmente. Su Creador lo ha puesto allí; Él también le ha dado los recursos y fortalezas para hacer que funcione. 

Salirse no es la idea, sino aceptar el desafío mayor de descubrir esos recursos y revelar “las chispas de Divinidad” que le fueron confiadas a su cuidado.

Yanki Tauber

Una historia de amor judía

Me paré en la puerta de nuestra cocina. Habían solo dos personas allí, sin embargo sentí que no debería entrar. La escena habitual después de la cena: mi madre lavando los platos, mientras que mi padre estaba en la mesa, leyendo las páginas abiertas del Talmud. Mi padre solía hacer comentarios o preguntas, mientras leía en voz alta los textos y los comentarios. Mi madre escuchaba, añadiendo de vez en cuando sus propias preguntas o comentarios. Eran socios en el estudio, ya que era el fundamento de su vida y dirección.

Ninguno de los padres parecía darse cuenta de la presencia de su hija en la puerta de entrada. Yo sólo tenía diez años en el momento, pero mi naturaleza sensible detectó que la habitación estaba llena de amor del uno por el otro.

Tan llena que llenó la sala y yo no quería entrar y molestar.

Hollywood no podría producir o incluso concebir tal escena. ¿Por qué? Porque hoy en día, los elementos hedonistas seculares de la civilización occidental son el factor dominante en esta sociedad. La belleza física,placer y perfección se ensalzan.

La intimidad es un juego, un deporte, una indulgencia egoísta. La civilización judía, sin embargo, tiene sus raíces en la creencia en Aquel Que Es el conocedor, el conocimiento y lo conocido. Por consiguiente, era la Voluntad Divina crear un mundo material donde la espiritualidad se oculta. Fue la Voluntad Divina crear a la humanidad para cuidar el Jardín del Edén y nutrir su espiritualidad. A una nación, un grupo de todo tipo de personas, se le dio la responsabilidad de descubrir la esencia de la calidad de vida. Los Judíos fueron esclavos en el antiguo Imperio Egipcio cuando Di-s los liberó y los llevó al monte Sinaí. Allí, sobre una pequeña montaña, a un pequeño pueblo se les dio una enorme responsabilidad, para hacer del mundo una morada para Di-s.Para lograr esto, les dio la Torá, una enseñanza para la vida. Allí estaban todas las leyes relativas a las tareas rutinarias diarias de la existencia,económico, social, político, religioso, ritual, educativo, nutricional, y sobre todo para ser un pueblo Santo para “Yo tu Di-s soy Santo”. La santidad de las personas no se desarrolla a través de la filosofía o la teología, sino a través la aplicación práctica de las leyes de la Torá. Ser Santo significa estar separado y dedicado a un propósito especial. Un pueblo Santo para seguir las enseñanzas de Di-s debe actuar con respecto con todas sus creaciones. Es así como la presencia de Di-s es reconocida como fundamento para la vida y la vida de todo lo que existe. Actuar con respeto significa actuar con consideración ante las necesidades del otro y sus circunstancias.

La humildad es fundamental para un sano respeto. La verdadera humildad viene de reconocer a Di-s en la vida. El Rebe de Kotzk enseñó que cuando estamos absortos en nosotros mismos, no hay lugar para que Di-s entre. Respetar la privacidad del otro está en la raíz tanto de una sana autoestima como en una relación sana con el otro, especialmente con el sexo opuesto. La ley judía es la expresión activa de su alma interior. Jugar o experimentar con otra persona se considera intolerable. Sólo a una pareja casada se le permite tener contacto físico. El matrimonio es una unión monógama desconfianza entre dos personas en la presencia de Di-s. Este vínculo se fortalece con la privacidad de sus relaciones íntimas. Señales públicas de afecto son restringidas. Esta norma moral muy alta nos ha ayudado a sobrevivir 3.500 años de diversos peligros, culturales, económicos y políticos. El hogar judío nunca fue una fortaleza, sino un Templo.

Aunque mis padres procedían de Europa del Este, trajeron a sus costumbres matrimoniales enfoques diferentes. Sin embargo, debido a que estaban concentrados en hacer feliz a su cónyuge, se las arreglaron para tolerar o evitar las idiosincrasias de otros. Para mis padres el amor era un tema muy personal, privado y Santo. Su cuidado y preocupación por el otro hicieron el amor verdadero en nuestra casa. Los desacuerdos no eran campos de batalla, sino momentos de llegar a un mejor entendimiento y apreciación hacia el otro. Aunque ni siquiera sus hijos los vieron tocarse físicamente entre sí, sus interacciones reflejaban una unión interna profunda.Cuando mi padre quería corregir mis modales en la mesa decía: “Mira que bien come tu madre”. Había una cálida sensación en su tono de voz que transmitía sus sentimientos. Cuando mi hermana le preguntaba a mi padre una pregunta sobre un tema que estaba estudiando, él le decía: “Ve y pregúntale a tu madre, ella entiende mejor que yo” El respeto y la consideración que mostraban el uno hacia el otro se extendió a sus hijos, amigos, vecinos, desconocidos y a los niños y adultos que enseñaban. El verdadero amor no es sólo su expresión externa visible, sino la unión más profunda de la simple reflexión. Por lo tanto, cuando estaba en la puerta, comprendí que una escena de amor judía no tiene por qué mostrar en público su componente privado, físico, cuando su esencia espiritual es tan potente.

Por Ester Serebryanski

La boda Judía, vínculo de santidad

El 15 de Av es considerado el “día del matrimonio judío”. En honor a esta fecha, compartimos estas líneas sobre cómo prepararse para la Jupá como comienzo de una vida de amor y santidad.
Y lo más importante, que sea con ¡Mazal Tov!

Una de las cosas que visualmente distingue la boda judía, es que se realiza bajo una conopia matrimonial (que recibe el nombre de jupá), bien sea realizada bajo el cielo, al aire libre o en el interior de un recinto como la sinagoga.

Jupá en hebreo significa cubrir, acoger o proteger, y por lo tanto representa el enlace de la pareja en todos los aspectos que son compartidos en el matrimonio.

Alude a los sentimientos de amor, cariño, compañerismo, amistad y comprensión. Es el sentido de compartir una sola vida y un destino único; es el convertirse “en una sola carne”.

Se lo compara con el recibimiento de la Torá en el monte Sinaí, donde las nubes celestiales formaron una jupá para el pueblo judío.

Por lo general consiste en un manto o pedazo de tela y cuatro varas que lo sostienen, es como una casa abierta por todos los costados, como la del Patriarca Abraham, que según la tradición, tenía entrada por los cuatro costados, para recibir a los visitantes que vinieran de cualquier dirección.

También simboliza la luz Divina que rodea toda la creación; así como la jupá cubre a la pareja que se casa, esa luz rodea a todo lo que Di-s creó. En términos místicos, es la luz de la sabiduría, raíz de todo lo existente. Esta es la jojmá, la cubierta de la Merkavá.

Como la jupá pretende simbolizar una casa, en la costumbre AshkenazíAzquenazí es preferible que sea realizada al aire libre, bajo el cielo, como un símbolo y recuerdo de la promesa del Eterno a Abraham:

“Observa los cielos y cuenta las estrellas, así será tu descendencia”

Fijar la fecha de la boda

El casamiento marca el inicio de la vida en común de la pareja, y por lo tanto es conveniente realizarlo en las fechas más propicias.

Según una costumbre remota, la fecha debe fijarse, siempre que sea posible, dentro de la primera mitad del ciclo lunar, cuando crece la luna nueva, pues ello simboliza el deseo de que se incrementen la felicidad y la fortuna de la pareja, así como crece la luna. Se sostiene que no hay que cumplir con esta norma en los meses de Elul, Tishrei y Adar.

Otra de las consideraciones que hay que tomar en cuenta, es que la novia pueda sumergirse en la Mikve o Baño Ritual antes de la consumación del matrimonio; por lo tanto debe cuidar en fijar la fecha por lo menos siete días después de finalizado el período. La costumbre es que la novia vaya a la Mikve en cualquiera de los cuatro días anteriores a la boda, puede ser durante el día o por la noche.

Al sumergirse, la novia renace como una persona nueva, es como si por un momento hubiera vuelto al útero para volver a nacer.

Al decidir el lugar donde se va a realizar la boda, es conveniente tener en cuenta las reglas relacionadas con el kashrut. El matrimonio es la base de la futura vida matrimonial y para que éste tenga el aura de santidad y significación que desea la pareja, la comida a servir debe ser casher. Aún cuando las familias no observen regularmente estas reglas dietéticas, no tiene nada de hipócrita hacer un casamiento kasher, ya que este es un momento de bendición especial para los novios y hay que mantener la tradición en todo lo posible.

Al elegir el modelo del vestido de la novia, como de las madres de los novios y las damas de honor, hay que tomar en cuenta en el diseño algunos requisitos de recato mínimo establecidos por la Ley Judía. Las mangas deben llegar por lo menos hasta los codos, la tela no debe ser transparente; no se deben tener escotes y las faldas deben tapar las rodillas.

Hay ciertas fechas en las que no se pueden realizar matrimonios:

En Shabat o en festividades como Rosh Hashaná, Iom Kipur, Sheminí Atzeret, Simjat Torá, Pesaj o Shavuot, ni en los días intermedios (Jol Hamoed), de Pesaj y Sucot.

En los días de ayuno o duelo como el 3 de Tishrei, 10 de Tevet, 17 de Tamuz, 9 de Av y el Ayuno de Ester.

En los días de la Cuenta del Omer (Sefirá), el lapso que va desde Pesaj hasta Shavuot, que es un tiempo de duelo nacional por la muerte de los discípulos de Rabí Akiva. En Lag Baomer se permiten matrimonios y también en Rosh Jodesh Iyar. Según la costumbre sefaradí se pueden realizar bodas a partir del 19 de Iyar.

En las “Tres Semanas” que es el período que va del 17 de Tamuz hasta el 9 de Av, se considera tiempo de luto nacional por la invasión a Jerusalem y la destrucción del Primer y Segundo Templo.

Tampoco se acostumbra fijar la fecha de la boda en el lapso que va de Rosh Hashaná hasta Iom Kipur, denominado “Diez Días de Arrepentimiento”.

La música juega un papel importante en el ambiente de la fiesta. Como el casamiento tiene un carácter sagrado, se debe cuidar que la música sea la apropiada. Debe ser expresión del profundo compromiso espiritual entre los novios y por lo tanto debe ser adecuada para la ocasión.

Hay que establecer, aún dentro de los parámetros de lujo de los casamientos tradicionales, un equilibrio entre lo festivo y lo sagrado; eso hace que la celebración sea más alegre y también más significativa. No hay nada más hermoso que una auténtica boda judía, con música judía que por su estilo es profunda, de gran riqueza espiritual, alegre y a la vez muy moderna.

La Ceremonia. Esponsales, Kidushim o Erusin

El matrimonio, que recibe el nombre en hebreo de Kidushim – santificación, se realiza mediante una ceremonia que se compone por dos actos diferentes y sucesivos: los esponsales Erusin o Kidushim y las nupcias -Nesuin-. La primera incluye las bendiciones respectivas y la entrega del anillo en presencia de dos testigos. 

Para separar entre las dos ceremonias se lee la Ketubá o contrato matrimonial, dando comienzo luego al Nisuim, que consiste en las Siete Bendiciones seguidas por el rompimiento del vaso y finalmente por el Ijud, algunos momentos de privacidad del novio y la novia después de la jupá.

¿Por qué el novio llega primero?

Adámn fue el primer ser humano del mundo, el primero en estar bajo la jupá que hizo Di-s en el Jardín del Edén, y Java (Eva) fue conducida allí.

Del mismo modo, en la actualidad es el novio el primero en estar bajo la jupá y la novia es conducida hacia él.

La jupá es considerada el dominio del hombre, toma posesión de ella primero y luego trae a la novia.

Los seres fueron creados de lo más simple a lo más complejo. Adám fue creado primero y Java Eva después. Se considera que es una forma de vida más elevada y su esencia de mayor refinamiento, porque tiene la capacidad de concebir una nueva vida. 

Romper una copa

Para concluir la ceremonia se acostumbra que el novio rompa un vaso de vidrio pisandolopisándolo con el pie derecho.

Esta costumbre que se origina en el Talmud, se sigue por diversas razones:

Para recordar la destrucción del Templo de Jerusalem. En el momento en el cual se está edificando un hogar, se hace la identificación y relación con el hogar judío nacional representado por el Beit Hamikdash o Templo Sagrado, que aún sigue destruido y el pueblo judío en exilio.

Para recordar que existe mucha tristeza y desazón en el mundo.

Para rememorar el rompimiento de las primeras Tablas de la Ley.

Para atemperar la alegría, porque el exceso de alegría puede hacer que la persona olvide a Di-s e ignore sus responsabilidades espirituales.

Cuando se rompe la copa, la gente dice ¡Mazal Tov!, que significa buena suerte.

El anillo: ¿Por qué en el dedo índice?

La primera parte de la ceremonia se realiza a través de la entrega del anillo o algún objeto de valor en presencia de dos testigos que deben ser judíos observantes de las leyes del Judaísmo, no estar emparentados con el novio o la novia, ni tampoco ser familiares entre sí. 

Un matrimonio puede ser válido aún cuando no hay ningún Rabino presente, pero si no hay dos testigos como corresponde, el matrimonio es inexistente.

El anillo se le pone a la novia en el dedo índice porque el matrimonio representa la unificación del nombre impronunciable de Di-s, e. nombre de mayor sanidad formado por cuatro letras: Iud; Hei; Vav; Hei. El anillo simboliza la sabiduría de la creación que es tan cerrada como el anillo.

Perspectiva jasídica de pureza familiar

Origen de Dam Nidá

A fín de explicar dos cuestiones decisivas que se suscitan en la presentación de Taharat Hamishpajá, pueden aplicarse muchas ideas extraídas de la literatura jasídica. 

La primera es el hecho de que Dam Nidá, la sangre de la menstruación de la mujer, es tumá (impureza): refleja un estado espiritual que trasciende la comprensión humana y que no está vinculada con los estados físicos de la impureza, la suciedad, etc. 

La segunda es el modo en que la relación entre marido y mujer, cuando regida por las leyes de Taharat Hamishpajá, refleja la relación entre Di-s y el pueblo judío, que son llamados “marido y mujer”.

Según el Talmud, Dam Nidá se origina en el Jardín del Edén, en el momento en que Adán y Java desobedecieron la voluntad Divina al comer del Árbol del Conocimiento. Como resultado de este pecado, tanto Adán como Java fueron castigados. Adán fue exiliado del Edén. Desde ese momento, su principal ocupación así como la de la humanidad luego, ya no fue deleitarse en la luz de Di-s, en el estudio de la Torá. En cambio, el hombre fue obligado a salir y a pasar la mayor parte de su tiempo y de sus energías ganándose la vida, como está escrito: 

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19).

Dam Nidá fue una consecuencia del pecado de Java.

Mediante la mitzvá de Taharat Hamishpajá, así como mediante las otras dos mitzvot de ella, encender las velas y separar la jalá, la mujer judía también “corrige” lo sucedido en el Jardín del Edén. Vuelve a dar vida al mundo que se vio oscurecido por el pecado de Adam y Java.

Originalmente, el Jardín del Edén era un sitio perfecto, en el que no había entrado el mal. Una vez que Adam llevaba el mal dentro de sí, no podía permanecer en el Jardín del Edén. Esto también es aplicable al castigo de Java. 

Dam Nidá fue una consecuencia directa de comer del Árbol del Conocimiento. 

El elemento maligno que existía en Java después de cometer el pecado se convirtió, en parte, en Dam Nidá. Por consiguiente, puesto que Dam Nidá sale de un cuerpo judío como consecuencia del pecado, se lo categoriza como tumá.

El judío es un miembro de una nación santa. El hombre y la mujer judía son, en su raíz, bien absoluto. El judío no guarda relación con aquello que está prohibido, ni mediante su alma Divina ni mediante su alma animal (natural). 

Por consiguiente, el cuerpo de un judío no puede contener el mal, y lo expulsa. Este es también el modo en que el cuerpo trata a Dam Nidá, que es expulsado de él como consecuencia del primer pecado. Vemos pues que esta es una cuestión totalmente espiritual que no guarda relación alguna con la salud física o la higiene.

Correlación entre Isur y Tumá

Pese al hecho de que Dam Nidá es de por sí tumá (como dijimos antes, “impureza”), en realidad no es en razón de la tumá que se prohíbe a la mujer mantener relaciones con suposo mientras se halla en estado de Nidá, sino en razón de una prohibición que lleva el nombre de Isur. La importancia de esta diferencia se pone de manifiesto en cuanto comprendemos la diferencia entre Isur y Tumá.

Isur es el tipo de mal que el intelecto puede comprender. Cumplimos con las mitzvot por cuanto esta es la voluntad Divina, y no de acuerdo a nuestra comprensión. La persona puede percibir el mal en el acto prohibido, o Isur. 

Por ejemplo, hay varios tipos de alimentos no kasher. Una categoría de alimentos prohibidos incluye los animales carnívoros. Es comprensible que si comemos la carne de un animal salvaje carnívoro, podemos vernos influenciados por las cualidades depravadas del animal y asimilarlas. En consecuencia, los animales que la Torá permite comer a los judíos son herbívoros y de naturaleza suave, y sólo pueden consumirse después de haber sido sacrificados de manera humanitaria y sagrada.

Tumá, en cambio, es el tipo de mal que el intelecto no puede aplicar a la actualidad, y, en la mayoría de los casos, se aplica únicamente a la época del Gran Templo de Jerusalén. Un mal que puede comprenderse debe ser prohibido en todo momento, en tanto que un mal que escapa a la comprensión, es únicamente un bloque dentro del marco de los niveles superiores de santidad que los judíos alcanzaron, en la época del Templo. Ahora que el Templo está destruido y que los judíos experimentan un nivel inferior de santidad y pureza, Tumá no plantea un obstáculo.

Tumá se vincula con los poderes del alma, denominados “poderes abarcantes” en la terminología jasídica, y que trascienden el intelecto; a saber, la Voluntad y el Deleite*. Estos poderes se encuentran siempre en el estado de “abrazar y anhelar a Di-s.”

Isur, en cambio, afecta únicamente los poderes limitados e interiores del alma, incluyendo el intelecto y las emociones. Estos poderes no siempre están próximos a Di-s y son responsables de nuestros pecados, por cuanto se ha dicho: “Un hombre no comete pecado a menos que se apodere de él un espíritu necio” (Talmud, Sota 3a). Peca, porque no comprende o capta con su mente la grandeza de Di-s.

 

Perspectiva sobre la relación entre Di-s y el pueblo judío

El propósito de la vida del hombre y de la mujer judíos es unirse a Di-s mediante la Torá y las mitzvot. 

Cuando un judío no cumple la voluntad Divina, se separa de Di-s; se convierte, por así decirlo, en Nidá, en el sentido en que el Targún Onkelós (traducción aramea de la Torá) traduce la palabra, relacionándola con la raíz que significa “distancia”. Si bien en el pueblo judíos hay Tumá, la auténtica voluntad de todos los judíos es observar la Torá a fin de unirse a su “esposo”, Di-s, y de convertirse en una unidad con El.

Tumá no obstaculiza esta relación; no limita, ni siquiera por un instante, la unidad de los judíos con Di-s, como está escrito: “. . . Quien mora contigo en medio de tu Tumá” (Levítico 16:16). Únicamente la idea de Isur se interpone entre marido y mujer, Di-s e Israel. E incluso Isur sólo separa a los judíos de Di-s durante un tiempo. 

Su auténtica unidad no puede violarse y su separación es solo temporaria. Los judíos pecan únicamente pues no comprenden la grandeza de Di-s, y no porque realmente deseen separarse de Él. Por consiguiente, cuando los judíos hacen una sincera teshuvá (retorno a Di-s) se reúnen con Él.

La forma en que una mujer se purifica de Dam Nidá (sangre menstrual) es mediante su inmersión en una mikvá. 

El significado profundo de mikvá es la idea de bitul, o anulación. (Esto es aplicable tanto a los hombres, cuando utilizan la mikvá según la costumbre, como a las mujeres). 

Maimónides escribe: 

“Se sumergirá en las puras aguas del conocimiento” (Hiljot Mikvaot 11:2) lo cual significa que la inmersión de la persona representa un sometimiento total de su propia voluntad a la de Su Creador. 

Las palabras correspondientes a inmersión (tivut) y anulación (bitul) tienen las mismas letras en hebreo. Cuando una persona está totalmente cubierta por las aguas de la mikvá, su “Yo” egocéntrico queda anulado, y la persona alcanza el nivel de ser vehículo y recipiente para la santidad. 

Las aguas de la mikvá pueden purificar a una persona de sus intenciones egoístas incluso en un instante y acercarla a Di-s y a la senda adecuada de una forma que constituye un “placer para el espíritu”.

Cobrar conciencia de que el matrimonio entre un hombre y una mujer corresponde a la unión más elevada y más santa del universo, aquella de los judíos con Di-s,  debería inspirar en nosotros una profunda reverencia por las leyes de Taharat Hamishpajá y llevarnos a considerar la unión entre marido y mujer con estima.

El acto matrimonial, lamentablemente, puede convertirse en el acto más bajo y más carente de espiritualidad, si marido y mujer tienen actitudes equivocadas. No obstante, cuando este acto se lleva a cabo con las intenciones adecuadas y bajo las circunstancias adecuadas (mediante la observancia de Taharat Hamishpajá), puede convertirse en la relación más elevada y más espiritual de la Tierra.

Oremos por que los hijos que nazcan de esta relación santificada sean la generación del Mashíaj, en la que el pueblo judíos, que es comparado a “una auténtica viuda de marido viviente” (Samuel II 20:3) se reúna con su esposo, el Santo, Bendito sea, por siempre jamás.

TZIPORA MUCHINIK

La mujer oculta

Los profetas hablan de la unión entre Di-s e Israel como un matrimonio, y de los pecados de Israel como una traición de la esposa a su marido. Siguiendo este modelo, los Sabios del Talmud ven a la Sotá, la “mujer extraña”, como el prototipo de toda transgresión en contra de la voluntad Divina. Los maestros jasídicos investigan más a fondo este prototipo, encontrando en los detalles de las leyes de la Sotá profundidad en el significado de la transgresión.

La Sotá no es una mujer que se sabe que ha cometido adulterio, sino más bien una mujer cuya conducta le hace sospechosa de haberlo hecho. Su fidelidad a su marido por lo tanto, debe establecerse antes de la relación matrimonial.

Una mujer se convierte en un Sotá a través de un proceso de dos etapas: “Celos” (kinui) y “ocultación”(setirá).

La primera etapa se produce cuando un marido sospecha que su esposa ha tenido una relación impropia con otro hombre y le advierte delante de dos testigos, que no esté a solas con esa persona. Si la mujer no hace caso a esta advertencia y procede a recluirse con el otro hombre, se convierte en una Sota, prohibiéndole vivir con su marido a menos que ella se comprometa a someterse a la prueba de las “aguas amargas”. 

A la mujer se le advierte que si ella ha cometido adulterio, las “aguas amargas” la van a matar, y si en realidad no ha sido infiel, el consumo de estas aguas la exoneran por completo. De hecho, la Torá promete que, debido a este sometimiento, su matrimonio ahora será aún más gratificante y fructífero que antes.

La unión entre Di-s y su pueblo

Israel nunca puede traicionar a su Di-s; en el peor de los casos, sólo puede ser como una Sotá, una mujer cuyo comportamiento da la apariencia de infidelidad y provoca una ruptura temporal entre ella y su marido. 

El proceso se inició en el Monte Sinaí, cuando Di-s, como un “celoso” marido, advirtió: ” No tengan otros dioses delante de mí”. Pero no importa cuán lejos se desvía el alma judía, nunca verdaderamente se entrega a estos “otros dioses”, ella está sólo “oculta” ante Di-s, disfruta la ilusión de que existe una dimensión de la realidad que está fuera de todo lo que impregna la presencia y Providencia de Di-s.

Es el marido “celoso” que la hace actuar en forma de traición, no el acto en sí mismo. Por la misma razón, un alma que está “ocultándose así misma” de Di-s es posible solamente porque Di-s ha permitido esta posibilidad, al proclamar: “No tengan otros dioses delante de mí”, dando así crédito a la ilusión de que  puede haber otra cosa. Si no fuera por este artificio Divino, el pecado, es decir, una negación de la realidad Divina, no sería posible.

Para continuar con la analogía: Cuando el pueblo judío actúa como una Sotá, son probados con las aguas amargas del galut (de esta manera: “A causa de nuestros pecados fuimos exiliados de nuestra tierra”). De hecho, dos mil años de exilio han demostrado que, a pesar de todas las apariencias, el alma judía es inseparable de su Di-s. El Judío puede ser perseguido durante siglos, puede asimilarse por generaciones, pero al final llega el momento de la verdad, un momento que pone al descubierto la cuestión de quién y qué somos, y nuestra fidelidad innata a Di-s sale a la luz.

Y al igual que las aguas amargas de la Sotá, el galut es algo más que una simple prueba. Se trata de un “descenso en aras de ascensión”, una crisis en el matrimonio, que en última instancia, se profundiza y mejora, desenterrando los pozos profundos de lealtad y compromiso que permanecen sin explotar en una relación indiscutible. Las pruebas del galut invocan los poderes de la esencia del alma judía, la intensificación de la unión entre Di-s y Su pueblo.

BASADO EN LAS ENSEñANZAS DEL REBE DE LUBAVITCH

CORTESíA DE MEANINGFULLIFE.COM

A la luz de las velas

“Y Di-s habló a Moshé, diciendo; Habla a Aharón y dile; cuando alces (enciendas) las lámparas, las siete lámparas iluminaran hacia la menorá…” (Números 8: 2)

Antes de encender su menorá en Jánuca, el maestro jasídico Rabí David de Tolna se volvió repentinamente a uno de los jasidim y le preguntó: “Dime una cosa: vos sos una persona muy alta, y tu esposa es una mujer muy baja. ¿Qué hacen cuando desean hablar uno con el otro? ¿Te inclinás hacia ella, o ella se estira hacia vos?”

Sin esperar respuesta, el Rebe volvió su atención a su menorá, colocada sobre un taburete en el vano de la puerta, y vela en mano, recitó la bendición.

El Talmud cuenta que por norma, “La Presencia Divina no desciende más que diez tefajim (aprox. 80 cm) encima del suelo.

Con todo, las leyes de Jánuca especifican que es preferible colocar la menorá debajo de esta altura.

El cabalista Rabí Itzjak Luria expresa que esta ley es para manifestar el inmenso amor de Di-s por Su Pueblo: el Novio Divino se inclina para conversar con Su novia Israel.

Los dos padrinos

El matrimonio es producto del esfuerzo de cada uno de sus participantes. Si Di-s se “inclina” para relacionarse con nosotros pese a nuestras deficiencias, esto no nos exime de esforzarnos por estirarnos para ascender a El.

Esto, también se refleja en las luces de la Menorá.

“El alma del hombre es la vela de Di-s”. Como la danzante llama mira arriba, esforzándose siempre por liberarse de su atadura material, así también, el alma del hombre pugna por escapar al cautiverio de lo material y conectarse con la realidad superior de su esencia y fuente.

Esto explica por qué las instrucciones acerca del encendido de la menorá en el Santuario fueron dirigidas a Moshé, aunque éste era un rol encomendado a Aharón y sus hijos.

En éxodo 27, Di-s dice a Moshé que los judíos debían traer el aceite puro de oliva a Moshé, para que Aharón y sus hijos la enciendan ante Di-s, desde el anochecer hasta la mañana.

¿Por qué traer el aceite a Moshé, si es Aharón quien deberá encender la Menorá?

Nuestros sabios explican los roles de Moshé y Aharón en el marco de nuestra relación “marital” con Di-s. En una boda, tanto el novio como la novia son conducidos al palio nupcial por sus padrinos, cuyo papel consiste en ayudarles a llegar al lugar de su boda.

En la unión entre Di-s e Israel, Moshé sirve de “Padrino del Rey”, aquel que trae al Todopoderoso a la boda, y Aharón de “Padrino de la reina”, aquel que asiste al pueblo de Israel en la tarea de lograr su unión con Di-s.

Moshé es el maestro de Torá, transmisor de la sabiduría y voluntad de Di-s, a la mente humana. Aharón es el Sumo Sacerdote, quien encamina a cada individuo en su servicio a Di-s.

La Torá es Di-s llegando a nosotros, transmitiendo Su esencia en un medio que es perceptible e implementable por nuestro ser material finito.

El servicio del hombre a Di-s por medio de los sacrificios, las ofrendas y las plegarias, es el esfuerzo humano por llegar a Di-s: entregarse, elevarse, llevarse a sí mismo más cerca de su Creador.

Del anochecer hasta la mañana, siempre

Esto explica también una evidente contradicción en los versículos:

¿La menorá debe “arder siempre” o solo “desde el anochecer hasta la mañana”?

En realidad, las luces de la menorá, abastecidas por Moshé y encendidas por Aharón, adrián con una llama que era tanto temporal como eterna.

Moshé representa el elemento Divino de la relación – el que “arde siempre” de manera ilimitada e inmutable.

Aharón personifica nuestro esfuerzo humano caracterizado por las inconsistencias y equivocaciones de nuestra naturaleza, fluctuaciones entre “anochecer” y “mañana”, oscuridad y luz.

Pero es este esfuerzo humano lo que hace de esta relación un “matrimonio”, una unión basada en los compromisos de cada uno de sus participantes.

La santidad del matrimonio

Un matrimonio judío nace del amor. Se basa en la santidad y está dedicado a la vida. Estas no son meras palabras, sino expresiones cargadas de significado. Son los ideales por los cuales los judíos siempre han vivido y por los cuales hemos sacrificado nuestras propias vidas.

El término kadosh (santo) traducido literalmente significa separado, “apartado de”. Todo lo santo está apartado de, y separado de lo mundano y lo cotidiano.

Hay santidad en el tiempo, por cuanto determinados momentos están destinados a cumplir funciones especiales y concretas. Por ejemplo: el shabat es un día santo, las tres veces al día en que oramos son momentos santos, y el momento en que cumplimos con una mitzvá (por ejemplo cuando ponemos una moneda en una alcancía para fines benéficos) está santificado y se convierte en un momento sagrado.

También hay santidad en la gente: los judíos eligieron a Di-s y eligieron aceptar y observar Su Torá, y por tal razón nos hemos convertido en una nación santa. Del mismo modo, Di-s eligió a los judíos como Su pueblo santo. Dentro de este pueblo santo hay otras categorías de santidad. Los Kohanim (sacerdotes) fueron elegidos (apartados) para hacer el trabajo en el Templo, y entre los Kohanim está el Kohen Gadol (sumo Sacerdote) que era el único que podía entrar en el Santo de los Santos en el Templo (y ello sólo en Iom Kipur) para ejecutar determinadas tareas.

El propio Santo de los santos representa la santidad en el espacio. Los Rollos de la Torá, los libros santos como la Biblia, el libro de oraciones, el Talmud, etc., una mezuzá, son objetos santos. El Templo de Jerusalem en el que prestaron servicios los Kohanim, Jerusalem misma, una sinagoga, son sitios santos. Nuestro hogar, un hogar judío en el que la Torá es nuestra guía y en el que se celebra cotidianamente la vida en el más cabal sentido judío, es también un sitio sagrado.

Nuestros Sabios nos han transmitido muchas máximas interesantes en relación con la unión entre marido y mujer. El matrimonio no es sólo una unión de dos partes de un alma que ha descendido al mundo como dos personas separadas que constantemente se buscan entre sí. La búsqueda continúa hasta que se cumple esta sagrada unión, el matrimonio. 

La unión entre el hombre y la mujer, nos dicen nuestros Sabios, es tan complicada y milagrosa como la separación del Mar Rojo. El milagro del Mar Rojo no fue tanto la separación, como el que se mantuviera la separación del agua hasta que todos los judíos hubieran cruzado y estuvieran a salvo, en tanto que todos los egipcios se encontraran en medio del cruce. Lo mismo sucede en relación con el matrimonio. La ceremonia de bodas y la unión entre marido y mujer no es tan difícil ni milagrosa como lo es la duración del matrimonio; hacer que éste funcione y sea duradero.

No es coincidencia que la ceremonia de bodas en hebreo reciba el nombre de kidushin, palabra que se deriva del término kadosh. Tampoco es difícil comprender por qué tal concepto debe considerarse santo. Como lo vemos en la Torá, todos los aspectos de la vida judía, sean los físicos como los espirituales, los intelectuales o los emocionales, pueden y deben santificarse. Esto se logra cuando conducimos nuestras vidas del modo prescrito por Di-s.

El amor, también es un importante componente de kidushin. El amor, según el pensamiento jasídico, se expresa de tres formas: mediante el amor a Di-s, el amor a la Torá y el amor a otro judío. Di-s está vinculado a la Torá, y la Torá a los judíos. De modo pues, que se establece una triple unión. El mayor amor creado por Di-s es el amor que existe entre marido y mujer en el matrimonio judío. Si ello no fuera así, el Rey Salomón no habría empleado esta analogía en Shir Hashirim (El Cantar de los Cantares) un poema de gran amor y belleza en el que se describe el amor entre Di-s y Su pueblo. El Rey Salomón describe este amor refiriéndose al profundo sentimiento de un novio respecto de su novia.

La esposa el “Hogar” de uno

Al describir el servicio del Sumo Sacerdote en Iom Kipur, la porción de la Torá Ajarei nos dice que el Cohén Gadol “expiará por él mismo y por su casa”. Nuestros Sabios explican que “su casa” significa su esposa.

Al declarar que el Cohén Gadol está por expiar tanto por el mismo como por su esposa, el versículo implica que el Sumo Sacerdote debía estar casado.

Sin embargo, el requerimiento de que el Cohén Gadol fuera casado es pertinente solo a Iom Kipur, durante el resto del año, un Cohén Gadol podía servir aún si era soltero.

Iom Kipur representa la cima del servicio espiritual, cuando el más santo del pueblo judío —el Cohén Gadol -servía en el lugar más santo —el Santo de los Santos —en el día más santo del año.

¿Por qué era necesario que el Cohén Gadol fuera casado para poder cumplir su servicio más sagrado? Esto es aún más asombroso a la luz del hecho que era necesario para el Cohén Gadol separarse de su esposa durante la semana precedente a Iom Kipur.

El hecho de que la Torá se refiera a la esposa del Cohén Gadol como “su casa” antes que simplemente como “su esposa” muestra que no solamente debía ser casado el Cohén Gadol, sino que también en el momento de su servicio en Iom Kipur también debía tener una esposa que es su casa .

¿Qué cualidad superior hace a la esposa la “casa” de uno? Además, ¿qué significa exactamente que la esposa del Cohén Gadol era su “casa”?

El gran Sabio Rabí Iosi dijo una vez: “Nunca me he referido a mi esposa como ‘mi esposa’ sino como ‘mi casa'”. La declaración de Rabí Iosi acerca de cómo se refería a su esposa es una de las numerosas declaraciones referidas a cuán cuidadosamente se conducía de un modo ejemplar. ¿Qué era tan especial que siempre se refiriera a su esposa como “su casa”?

Al referirse a su esposa de esa manera Rabí Iosi buscaba indicar su toma de conciencia de que el propósito final del matrimonio es cumplir el mandamiento “se fructífero y multiplícate” —para establecer una casa judía llena de hijos. Por lo tanto, él vio a su mujer no como “su esposa” sino como “su casa”.

La conducta de Rabí Iosi difería de la conducta de los otros Rabs, quienes se referían a sus mujeres como sus esposas. Los otros Sabios no se referían a sus esposas solo como “sus casas” pues ellos se dieron cuenta que tener una esposa —aún sin hijos para hacerla “la casa de uno” —es un fin deseable en sí mismo.

Así encontramos que durante el primer año de matrimonio —cuando no hay hijos —un esposo está exceptuado del servicio militar así puede “alegrar a su esposa”. Así también un esposo está libre de ciertas obligaciones durante las festividades así podrá “alegrar a su esposa”.

Claramente la Torá reconoce el valor de la relación entre marido y mujer en sí misma.

El grado de santidad de Rabí Iosi, sin embargo, era tal que su visión de la vida de casado se centraba alrededor del hecho de que el matrimonio le posibilitará tener hijos. Por ellos, cuando pensaba en su mujer, él avizoraba el resultado de su matrimonio —un hogar judío repleto de hijos.

En Iom Kipur, el Cohén Gadol estaba cargado con la aterradora responsabilidad de lograr la expiación no sólo en su beneficio y en beneficio de su “casa”, sino —lo más importante —en beneficio de todo Israel.

Comprensiblemente, para cumplir esto, tenía que elevarse a las más grandes alturas espirituales. Parte de este proceso estriba en santificarse él mismo hasta el grado que él —igual que Rabí Iosi —viera a su esposa solamente como “su casa”.

(Likutei Sijot, Vol. XVII, págs. 172-176)

¿Qué fue lo que lo propulsó a Di-s crear el Universo?

La respuesta que proveen los místicos judíos es que Di-s deseaba casarse. El matrimonio requiere de la existencia de una persona distinta a uno mismo con quien deseas compartir tu vida, una unión de marido y mujer. Di-s eligió a la humanidad como Su novia. ¡Qué matrimonio ha sido éste!

Una montaña rusa de romance, afecto, discusiones y alejamientos. En cada generación, muchos consejeros abogaban un divorcio mientras otros proclamaban a la novia muerta. Aún así, la relación ha perdurado porque ambas partes instrínsecamente sabían que se pertenecían mutuamente. Cuando todos los velos son removidos, el hombre busca y desea la unión con Di-s.

El noviazgo

El mes hebreo de Elul precede a las Altas Fiestas. Este mes es descrito en las enseñanzas Jasídicas como el tiempo en el que “El Rey al campo a reunirse con Su pueblo, recibiéndolos con bondad y ternura, mostrando un rostro radiante a todos”. Nosotros, a la vez, “volcamos nuestros corazones a Di-s” Este período nos provee de una oportunidad para conocer a Di-s.

De acuerdo a la Kabalá, la temporada de las Altas Fiestas es la experiencia anual del matrimonio cósmico entre Di-s y la humanidad. Los cinco momentos espirituales claves de la temporada son paralelos a las fases básicas de una unión convencional. Las festividades nos invitan a recorrer este proceso otra vez y a rejuvenecer la relación.

La propuesta del Novio

El mundo está loco, dice el Maestro Kabalista Rabí Isaac Luria. “Durante la noche de Rosh Hashana”,escribe, “la conciencia que anima al universo se torna frágil y débil”. Los grandes místicos judíos solían sentir, de hecho, una debilidad física durante la noche de Rosh Hashana. Toda existencia fue creada para contraer este matrimonio. Si nos negamos, entonces todo ha sido en vano. Todo el cosmos espera nuestra decisión. La Novia se compromete En la mañana de Rosh Hashana, un sonido punzante surge de la Tierra: el llanto del Shofar. Es un simple llanto, una expresión del hombre por querer conectarse con lo Divino. Hemos decidido. Nuesta respuesta ha sido Sí.

El casamiento

El día de la boda ha llegado: Iom Kipur. Un día descrito en la Kabalá como “un momento de unidad”, en el que la novia cósmica ha forjado un vínculo para siempre.

En la tradición judía, el novio y la novia ayunan el día de su boda. El día en el que nos reunimos con Di-s, nos abstenemos de toda comida y bebida. 

El Talmud enseña que en el momento del casamiento, todos los pecados de los novios son perdonados. Por eso, es que este día es llamado Iom Kipur: “Día del Perdón”.

La ceremonia del casamiento comienza con la melodía de Kol Nidrei, en el que nos despojamos de toda promesa y juramento que hemos hecho. Durante estos profundos momentos, intentamos liberarnos de los malos hábitos, y dejamos ir todo tipo de resentimiento, enojo, temor y envidia. La traidicional ceremonia judía culmina cuando los novios ingresan a un cuarto alejado (Jeder Ijud) para pasar allí unos minutos a solas. Iom Kipur culmina con Neilá, o, la plegaria de cierre, llamada así porque cuando el sol se oculta en Iom Kipur, las puertas del cielo se cierran, con nosotros adentro. Durante Neilá, cada alma está sola con Di-s.

La Celebración.

Cuando los novios salen del cuarto, cominenza la fiesta. De Iom Kipur, pasamos a la festividad de Sucot, descrita en la Torá como “el tiempo de nuestra Alegría” Estos días están llenos de alegría y festines, celebrando así, la unión entre Di-s y Su pueblo. La Unión El banquete del casamiento ha finalizado. Los invitados y los parientes vuelven a sus casas. En una consumación de la relación, los novios experimentan la intimidad por primera vez, sus vidas son fundidas juntas como marido y mujer. Por ende, luego de los siete días de Sucot, alcanzamos el cenit de la temporada de las Altas Fiestas: Shmini Atzeret y Simjat Torá, descritas en la Kabalá como ” un momento de intimidad con lo Divino”. 

Durante estos días cargados de regocijo, la alegría alcanza su pico máximo, cuando Di-s y su Pueblo se unen en un todo. Una semilla Divina es plantada en los corazones de cada uno y uno.

Es por eso, que recitamos plegarias especiales por la lluvia en la festividad de Shmini Atzeret. ¿Qué es la lluvia? En el medio de la intimidad entre los cielos y la tierra, gotas procreadoras caen desde el cielo, y son absorvidas, fertilizadas y críadas por la tierra, dando a luz, a hijos botánicos.

El mes común La luna de miel finaliza y toda la alegría comienza a desvanecerse. Ahora el matrimonio consiste en cuidarse uno al otro y en demostrar lealtad mientras trabajamos y vivimos el día a día. De los doce meses del calendario judío, el único carente de festividades es el que le sigue a la temporada de las Altas Fiestas.

El mes hebreo de Jeshvan es el momento para construir una relación genuina con nuestro cónyuge. Es el momento para descubrir la alegría que nace de la relación con Di-s.

Por Yosef Y. Jacobson