Guet: El divorcio judío

Guet: El documento de divorcio judío De acuerdo con la ley bíblica, una pareja casada se libera de los lazos del matrimonio solo mediante la transmisión de una carta de divorcio del esposo a la esposa.

Este documento, conocido por su nombre arameo, “guet”, sirve no solo como prueba de la disolución del matrimonio en caso de que uno o ambos deseen volver a casarse, sino que en realidad efectúa el divorcio.

Si bien la ley judía exige que uno siga la ley del país y también requiere un divorcio civil, este no sirve como sustituto de un guet halájico (conforme a las restricciones de la ley judía).

Sin un guet, no importa cuánto tiempo esté separada la pareja, y no importa cuántos documentos civiles puedan tener, a los ojos de la ley judía, la pareja todavía está 100% casada. El matrimonio no es solo un acuerdo entre dos individuos que puede disolverse a voluntad, es una unión de almas.

El mismo Di‐s que prescribió una fórmula para la fusión de las almas, la fórmula que se sigue bajo el dosel nupcial, también dio instrucciones detalladas sobre cómo estas dos almas pueden volver a un estado de independencia.

El guet es un documento fechado y atestiguado en el que el esposo expresa su intención de divorciarse de su esposa y romper todos los lazos con ella. El guet es escrito por un escriba experto. Cada guet se adapta individualmente a la pareja que se divorcia en particular.

Una de las reglas más importantes que rigen la escritura del guet es el requisito de que se escriba específicamente para el esposo y la esposa que lo usarán. Aunque técnicamente el guet se puede escribir en cualquier idioma, siempre que contenga las palabras y frases clave exigidas por la ley judía, la costumbre judía universalmente aceptada es escribirlo en arameo.

También es una antigua tradición que el guet se escriba en doce líneas (el valor numérico de la palabra hebrea “guet”). Los testigos firman debajo de la duodécima línea.

La búsqueda del alma gemela

El matrimonio es un problema en la sociedad actual. En el judaísmo, el matrimonio es fundamental. Vemos esto en la historia de cómo se buscó una esposa para el patriarca Itzjak, en el libro de Génesis.

El énfasis que se le da a este relato de lo que es el primer matrimonio judío nos ayuda a comprender la importancia que se le da al matrimonio en el pensamiento judío. Cuando Abraham llamó a su siervo Eliezer y le dijo que fuera a buscar una esposa para su hijo, su primer requisito fue: debía provenir de la familia adecuada. “Familia” en este sentido podría traducirse como: debe ser judía.

Abraham era descendiente de Shem, el excepcional hijo de Noaj. Shem había mostrado una sensibilidad y modestia sobresalientes en un incidente que involucró a su padre en estado de ebriedad y desnudez, y en consecuencia recibió una bendición especial.

En contraste, Canaán, el nieto de Noaj, había mostrado rudeza y crudeza.

Abraham vivía entre los descendientes de Canaán, pero quería asegurarse de que la esposa de su hijo fuera de su propia familia, la de Shem. Por esta razón envió a Eliezer al Este, para localizar a su propia familia. “No tomes una esposa para mi hijo de las muchachas cananeas… ve a mi lugar de nacimiento..“.

En varios momentos de nuestra historia, y hoy más que nunca, la pregunta “¿es ella (o él) judía/o?” es el primer punto en cuestión. El matrimonio es una expresión de una profunda identidad personal, y también lo es el hecho de ser judío.

Luego, Eliezer se dejó a su propia iniciativa al elegir una pareja para Itzjak. ¿Qué hizo primero? Rezar. No se puede tener éxito sin la ayuda Divina. Cuando se trata del matrimonio, ya sea el propio o el de los hijos, ¡esto es necesario!

Eliezer no buscó riqueza, sino las cualidades de generosidad y bondad. La doncella que se ofreciera espontáneamente a dar agua a diez camellos sedientos que acababan de caminar por el desierto, sería la elegida. Una imagen de la esposa y madre judía ideal: amable, hospitalaria, enérgica. A lo largo de los siglos, esta dimensión de la gracia femenina ha sido fundamental para la vida judía.

Eliezer le dio regalos a Rivka: un anillo de oro de medio siclo y dos brazaletes de diez siclos de oro cada uno. Los Sabios nos dicen que estos corresponden respectivamente a las donaciones de medio shekel dadas más tarde por el pueblo judío, y las dos Tablas de la Ley, con los Diez Mandamientos. Estos sugieren los temas de dar caridad y la observancia de la ley judía.

En las Tablas de la Ley están grabadas las palabras, son parte de la esencia misma de la piedra. De la misma manera, el regalo de Eliezer sugiere que la enseñanza judía debe ser parte de la estructura misma del hogar y del matrimonio. Esta es la mejor receta para una relación sana y permanente.

El matrimonio es un vínculo espiritual. Los Sabios sugieren que desde antes del naci‐ miento, el marido y la mujer son dos mitades de la misma alma. A través del matrimonio, cada uno se une con su “otra mitad” literal y descubre su propia identidad. Los cabalistas nos dicen que padre, madre, hijo e hija comprenden las cuatro letras del Nombre Divino. La familia sana es la expresión de la Divinidad en este mundo, que habita en el Santuario del hogar judío.

Solteros y casados

Respecto al versículo: “No es bueno que el hombre esté solo, le haré una ayuda frente a él” podemos observar un hecho curioso; por un lado el versículo utiliza la palabra ayuda (compañía) a la vez que utiliza el término frente a él (en su contra).

Explican nuestros Sabios que en el matrimonio existen ambas posibilidades: Si el comportamiento de ambos es con amor, respeto y una buena conducta, esto es una “ayuda” (vale decir que complementan uno al otro), pero si el comportamiento de uno no es correcto, esta relación se transforma en su oposición.

Un buen matrimonio es el mejor estado para el hombre, mientras que uno malo puede llevar al hombre a la máxima tristeza. El éxito o fracaso del matrimonio sólo depende de nosotros. La Torá nos da la guía de cómo lograr for‐ mar un matrimonio feliz hasta la vejez. –

Ahora: ¿Cual es una buena conducta?

Una de las conductas que la Torá indica como fundamental para lograr las bases de un matrimonio exitoso, es la observancia de la pureza familiar (baño ritual‐Mikve). Al respecto de este mandamiento está escrito en el Talmud: “Dijo Rabí Meir, un motivo por el cual la Torá prohíbe el contacto físico entre la mujer y su marido hasta después de contar siete días limpios después de su ciclo”, es por‐ que si pudieran estar ininterrumpidamente juntos, esto provocaría un cansancio del uno hacia el otro.

Como resultado buscarían novedades y, de hallarlas se quebraría el matrimonio, mientras que el no hallarlos causaría la desaparición de cualquier tipo de deseo, lo que podría desembocar en un fastidio mutuo. Al cabo de los días de separación prescritos por la Torá, la pareja vuelve a unirse con deseo renovado y un cariño similares al día de la boda.

Comprometerse con el Amor

El casamiento está compuesto por dos elementos integrales: el compromiso y el amor.
Debajo de la Jupá, el novio y la novia se prometen mantenerse fieles y leales uno con el otro; comprometiéndose a traer alegría y estabilidad a su relación. Mientras que el compromiso mutuo constituye la fundación de la relación, es la pasión, amor y sentimientos mutuos los que traen el color y la vida a la relación, y lo que hace que el casamiento sea tan atractivo. Es este último elemento el que causa a los solteros entregar su “libertad” y sus solterías.
La necesidad de estos ingredientes para asegurar un matrimonio estable y feliz no se discute. Cuáles de estos dos valores forman la base del matrimonio, sí es punto de contención entre los valores de la Torá y las normas Occidentales.

¿Debería el amor llevar al compromiso, o el compromiso lidiar al amor?

La tendencia en la sociedad sobre esta área está clara.Conoce a una persona durante unos años, quizá vive con ella durante un tiempo, y el salto se toma si es aparente y obvio que los sentimientos mutuos garantizan el compromiso del matrimonio. En contraste, la tradición Judía se avoca al acercamiento casi opuesto. Relaciónate con el individuo lo suficiente, como para determinar si sus valores y temperamento van en concordancia con los tuyos. Asegúrate que las dos personalidades (la del otro y la tuya) no chocan, y percibe si hay una atracción. Si todo esto encaja, entonces se realiza el compromiso. El amor se desarrollará y se profundizará luego del compromiso. Basado en el compromiso.

Si la “prueba está en el pudding”, este pudding ciertamente demuestra que el enfoque judío funciona. Está claro que conocer y amar a alguien antes de casarse, no aumenta las posibilidades de sub secuentemente tener un matrimonio feliz. Esto es totalmente lógico. Si el compromiso está basado en el amor, entonces, puede muy bien desaparecer y el amor comienza a apagarse o desaparece. Si el amor está basado en el compromiso, entonces si sucede que el amor comienza a apagarse, el compromiso asegurará que ambos hagan el esfuerzo de enamorarse otra vez. 

De acuerdo a la ley Bíblica, el matrimonio es un proceso de dos pasos. El primer paso se llama “Kidushin”, y el segundo paso es conocido como “Nisuin”.

El Kidushin hace que el novio y la novia se conviertan en marido y mujer. Luego de este punto, si Di-s libre y guarde deciden separarse, precisarían un “get” (divorcio Judío). Sin embargo, el novio y la novia todavía no pueden vivir juntos como marido y mujer hasta que no se complete el segundo paso, que es, Nisuin. En los tiempos modernos, el Kidushin y el Nisuin se realizan seguidos debajo de la Jupá; el Kidushin es efectuado cuando el novio le da a la novia la alianza, y el Nisuin, a través de la unión del marido con la mujer bajo un mismo techo por el bien del matrimonio. Primero viene el Kidushin, el compromiso. Sólo después es que viene el Nisuin, y todas las expresiones de amor. 

*La receta para un matrimonio feliz y entregado*
El 15 de Av, “Tu Be Av”, observamos y celebramos la más alegre de las festividades. Este día, marca el aniversario de varios eventos, todos ellos asociados con la revocación de un evento trágico. Esta festividad, viene seis días después del día más triste del año, Tishá be Av, y es simbólica a la resistencia de nuestra nación, a nuestra capacidad de recuperarnos de todas las tragedias que nos han azotado.
Es también una festividad asociada con el matrimonio; el Talmud describe cómo en los tiempos de antes, éste era un día dedicado a la unión de jóvenes. Esto es porque el casamiento representa la recuperación de la tragedia más terrible ocurrida en Tisha be Av, la destrucción de los Templos Sagrados y el subsecuente exilio de nuestro pueblo. 

Nuestra relación con Di-s también está compuesta por estos elementos básicos; el compromiso y el amor. Antes de que se manifieste el amor, debemos someternos a la etapa del compromiso, el Kidushin. Por eso se debe la destrucción de los Templos y los exilios. Pero luego de 2.000 años de sufrimiento y opresión, hemos asegurado nuestro compromiso sin duda alguna. Es tiempo ahora del Nisuin, el Nisuin cósmico entre Di-s y Su pueblo, que se celebrará con la inminente llegada del Mashiaj.

Por Naftali Silberberg

La importancia de la vida de hogar


Después de muchas horas de buscar comida, un pájaro vuelve a su nido, y obtiene   un   bienestar   supremo   de   un lugar que es a la vez cálido y seguro, alejado de los peligros y distracciones del mundo exterior.

Un   ser   humano   debería   sentir   la misma   calidez   y   seguridad   cuando vuelve a su hogar. El hogar y la familia son su nido, el centro de su vida, el eje a partir del cual irradian todas las experiencias cotidianas. Nuestra casa y familia deberían ser el lugar donde más cómodos nos sentimos en el mundo, tanto cuando niños como cuando adultos. Ellos determinan cómo se toman las decisiones de la   vida,   ellos   conforman nuestras   actitudes,   conciencia y autoestima. Un hogar sano es obviamente un ingrediente vital en la procura de una vida plena de sentido.

Más   importante,   el hogar   es   el   sitio   donde   aprendemos sobre la felicidad y la plenitud. Piensen en la calidez que sienten cuando vuelven a casa tras una ausencia de unos meses, o inclusive de unos pocos días.

¡Qué diferencia entre este calor y lo que experimentamos en el mundo exterior!

Nuestro hogar es una base segura que nos da la confianza de explorar el terreno de un mundo impredecible y a menudo peligroso.

Así como una persona sana puede dar su salud por sentada, muchos de nosotros no apreciamos la belleza del hogar. Las actitudes y el amor de nuestros padres nos dan una base a partir de la   cual   construimos   nuestras   propias vidas. Para apreciar el vigor de un hogar realmente provisto de amor, sólo debemos mirar lo que pasa cuando un hogar no sirve a esta función. Lamentablemente, no debemos mirar muy lejos.

Mucha gente hoy no ha tenido nunca un verdadero hogar, un ambiente cómodo donde supieran que eran queridos, necesitados y amados; donde no había nada que temer y donde los problemas se enfrentaban, en lugar de ignorárselos o negárselos; donde podían aprender a amar y ser amados.

Es   responsabilidad   de   los   padres construir un hogar feliz y sano; no sólo por el bien de sus hijos, sino por sí mismos y por los invitados que entran en su casa. Tener un hogar saludable depende en gran medida de nuestra postura ante el tema. ¿Sentimos que nuestro hogar es nuestro auténtico hogar, el lugar más apacible   del   mundo,   o   apenas   otra estación   en   el   camino, donde   hacemos   algunas cosas antes de seguir adelante? Un verdadero hogar debe ser el centro de nuestras   vidas, o inevitablemente   se   volverá   una carga. Debemos aprender a respetar   nuestro   hogar.

Parte del respeto al hogar está en respetar el compromiso de construir una familia: la bendición que nos ha dado Di-s de tener hijos, de llenar la casa con amor y calidez.

Es importante recordar esto: nuestro trabajo puede ser importante y necesario para la supervivencia, pero el lugar de trabajo no es nuestro hogar. Ni lo es el restaurante donde comemos, el museo que visitamos, o la ciudad extranjera por la que viajamos.

La persona debe sentirse cómoda con uno misma. Esto significa sentirse cómodo   con   su   alma,   con   la   Divinidad que hay dentro de uno. Que el yo   externo,   la   parte   que   trata   con   el mundo material, está en paz con el yo interno, el verdadero yo. Y eso hace de nuestra persona un lugar cómodo para que en él viva Di-s. Cuando uno irradia desde adentro, da calor a todo el hogar,   llenándolo   con   paz   y   ternura que serán sentidas por todos los que entren.