Actuar y Rezar

“Y Di-s Todo-poderoso os concede piedad” (Bereshit 43:14)

Nuestra Parshá nos cuenta sobre la hambruna que golpeó a la tierra, y sobre el descenso de los hermanos de Iosef a Egipto para adquirir alimentos. Shimón fue apresado en Egipto en carácter de rehén; el dinero abonado en Egipto es enigmáticamente encontrado en sus bolsos; finalmente se les ordena retornar a Egipto con Biniamín.

En un principio, Iaakov intenta oponerse al viaje de Biniamín: “a mí me habéis hecho perder mis hijos: Iosef no está, Shimón no está y a Biniamín habéis de tomar… ¡mi hijo no descenderá con ustedes! Sólo obligado por las circunstancias es que accedió a ello. 

Las Tribus ven en la situación imperante un castigo por la venta de Iosef, como declararon “en verdad nosotros somos culpables puesto que vimos su sufrimiento… por eso nos toca esta desgracia”

¿POR QUÉ LA PLEGARIA AL FINAL?

¿Qué hacen los judíos en un momento de apremio? El primer acto que se requiere llevar a cabo es rezar a Hashem. Así se condujo Iaakov en sus situaciones difíciles anteriores. Cuando quiso salvarse de Eisav, ante todo rezó, y sólo después tomó medidas naturales- le mandó un regalo y se preparó para la batalla.

Sin embargo, en este caso, para gran asombro observamos una reacción opuesta: en primer lugar, Iaakov instruye a sus hijos a actuar por la vía natural- aprovisionarse con obsequios y una suma de dinero del doble de lo que habían recibido de vuelta en sus bolsos, y sólo en el final de sus palabras les dice Iaakov: “Y el Di-s Todo-poderoso os conceda piedad”, lo que Rashi explica : “a partir de ahora no les falta a ustedes nada, salvo una plegaria, me pongo a rezar por ustedes”. 

Sus palabras dan lugar a interpretar como que la plegaria es sólo un tema secundario, que viene a continuación de todas las acciones naturales. ¿ Por qué se condujo Iaakov de esta forma?.

LA NATURALEZA Y LA PLEGARIA

La conducta de Iaakov podrá ser explicada como consecuencia de la manera con que se le presentaron a él las cosas. Las Tribus no revelaron a Iaakov su sospecha que los sucesos que estaban teniendo lugar eran un castigo por la venta de Iosef. Ellos presentaron el tema como una situación natural que puede ser solucionada fácilmente. Sobre ello, Iaakov reaccionó6 diciendo: “si es así hagan lo siguiente”. O sea, si es tal cual dicen ustedes, que aquí no hay una situación problemática especial generada desde Arriba’, sino que se trata de una circunstancia normal y natural, entonces también ustedes deben actuar por la vía natural.

Pero Iaakov no se da por satisfecho con ello y dice a sus hijos, que también cuando uno no espera milagros y una salvación por una desgracia, sino que pide éxito en los procesos naturales- también entonces debe rezar a Hashem. 

Por lo tanto, después de indicarles actuar por la vía natural, les dice: “me pongo ahora a rezar por ustedes”.

RECORDAR LO PRINCIPAL

Hay una diferencia más entre Iaakov y sus hijos: ellos veían en lo que les pasaba un tema privado y personal, mientras que Iaakov, como uno de los Patriarcas, cuyos actos tenían un carácter de “señal para los hijos”- veía en todo lo que le ocurría un tema trascendente para todo el pueblo judío. Por eso no aceptó las explicaciones normales de sus hijos, y entendió que estamos frente a una situación que requiere de una plegaria y una invocación de la Misericordia Divina. Sólo que su respuesta a sus hijos fue desde la perspectiva de aquellos.

Iaakov nos enseña, que también en la vida cotidiana no hay que contentarse con la acción natural sino que siempre también hay que rezar a Hashem. Es verdad que hay que actuar por la vía natural, como está escrito: “Y te bendecirá Hashem, tu Di-s en todo lo que hagas” específicamente- pero debe recordarse que lo fundamental está en las manos del Cielo- “es la bendición de Hashem la que enriquece”


(Likutei Sijot Tomo 25, Pág. 227)

La riqueza excesiva

Pregunta:

Aprendí que Abraham era rico, Itzjak era rico, Iaacov era rico, Iosef era rico, Moshé era rico… pero no suena bien ¿Acaso la riqueza no es una consecuencia negativa de la avaricia y la ambición desmedida?

La riqueza ¿es un vicio o una virtud? 

Respuesta

En la porción de Toldot, leemos acerca del increíble éxito financiero de Itzjak. “Itzjak sembró en aquella tierra y recogió aquel año cien veces más, pues Hashem lo bendijo. Y el hombre prosperó y continuó creciendo hasta hacerse muy rico”. Rashi sobre este versículo cita el Midrash: La gente en ese entonces solía decir: “¡Mejor el estiércol de las mulas de Itzjak que el oro y la plata de Abimelej (el Rey)!”

En otras palabras, Itzjak era tan rico que incluso sus posesiones más insignificantes parecían superiores a las riquezas del rey.

El Talmud parece ofrecer visiones opuestas sobre la riqueza. Por un lado, “Di-s fue a buscar buenos atributos y no encontró nada mejor que la pobreza”2 Por otro lado, “¡Rabí [Iehuda] ¡olía honrar a la gente rica!”3 Y,  ¿qué les parece esto? : “Rabí Iojanán decía que la Divina Presencia sólo reposa en aquel que es sabio, fuerte, rico y humilde”.4

 

¿Ya te mareaste?

Dejemos por un rato la riqueza de lado y hagamos la misma pregunta en un contexto diferente: El talento ¿es un vicio o una virtud?

Las cualidades de los líderes ¿son un vicio o una virtud?

La sexualidad ¿es un vicio o una virtud? La respuesta a todas estas preguntas es la misma: depende del uso que le des.

La riqueza, al igual que cualquier otro medio, es un potencial.

El potencial no es ni bueno ni malo; es neutral e incoloro. El usuario le da significado y color. Nosotros sacamos al potencial de lo neutral y decidimos si nos llevará hacia adelante o nos llevará marcha atrás en reversa.

Un artista puede usar el talento que Di-s le dio para inspirar a otros creando arte que honre la virtud o bien degradarlo al honrar el vicio. Un cantante puede cantar letras de honestidad y concientización o puede vociferar sobre el falso amor y aspiraciones patéticas.

La elección sobre qué hacer con el potencial es nuestra y sólo nuestra. 

Los patriarcas veían a la riqueza como un medio y no como un fin. Tener una cuenta abultada en algún banco suizo no era su definición de riqueza.

El dinero era un instrumento de cambio. Con dinero podían dar caridad, ofrecer dignidad al crear puestos de trabajo, recibir invitados, criar una familia cómodamente, hacer mitzvot con grandeza, comprar regalos hermosos para sus seres queridos y ofrecerles a los hijos una cierta ventaja para su propia estabilidad económica.

Entonces, si la riqueza tiene tanto potencial para la grandeza, ¿por qué dice el Talmud que “la pobreza es un buen atributo”? Maharsha explica que, así como otras formas de sufrimiento, la pobreza puede limpiarnos del pecado.5 En otras palabras, la pobreza no es un bien en sí mismo; sino que sólo sirve con el propósito de expiar. 

Si la estabilidad financiera e incluso la riqueza eran una bendición en las generaciones pasadas, entonces cuánto más en nuestros tiempos de abundancia. A pesar de que podemos idealizar aquellas épocas más simples donde los pueblerinos pobres podían vivir en chozas básicas y sobrevivir con un poco de pan negro y agua de pozo, en los tiempos modernos necesitamos casas, electricidad, variedad de comida, obra social, a veces un auto, etc. El dinero tiene la habilidad de ofrecernos serenidad y tranquilidad mental.

Hoy en día, la pobreza no debería ser una aspiración. 

Permítanme citar una pequeña selección de un discurso increíble que dio el Rebe de Lubavitch en febrero de 1992:

El judío es rico en esencia; y su riqueza espiritual propia debería reflejarse en riqueza material real. Si esto no es evidente, es sólo porque Di-s quiere que el judío revele esta riqueza a través del esfuerzo, que transforme la oscuridad del mundo en luz. Consecuentemente, esto traerá una abundancia de bendición Divina al mundo. 

Lo mencionado con anterioridad es particularmente cierto en esta época, cuando el pueblo judío ha completado todas las tareas espirituales que le fueron otorgadas y todo lo que queda es aceptar realmente al Mashiaj. En este momento, cada uno y uno de los miembros de esta generación, la última generación del exilio y la primera generación de la Redención, seguramente son merecedores de riqueza material abundante.

Esto nos lleva a una consigna básipca: cada judío debe tratar de obtener riqueza, riqueza espiritual como dijeron nuestros sabios: “No hay otro concepto de riqueza más que el conocimiento” y también riqueza material propiamente dicha. La última, como explica Rambam, le permite a uno dedicarse al estudio de la Torá y a la observancia de las mitzvot de una forma más completa. De la misma manera, uno va a poder donar de forma más generosa para caridad, incluida la caridad que se da para la construcción de sinagogas y casas de estudio. 

Me acuerdo que la primera vez que me mostraron este discurso fue muy perturbador para mí. Vivir cómodamente fue siempre mi sueño y rezaba por ello; pero, ¿riqueza? La riqueza era un dolor de cabeza, un callejón sin salida hacia el materialismo y el vicio.  

No, dicen los fundadores de nuestra fe. No, dice el Rebe. La riqueza ofrece un potencial tremendo para hacer el bien. ¿Por qué negarse a una oportunidad para crecer y lograr un impacto positivo? ¿Acaso le diríamos que no a un talento que Di-s nos dio?

Por supuesto, no todos estamos destinados a la riqueza. (En mi caso, entrar al rabinato no fue exactamente el camino hacia la abundancia) Y de ninguna manera estamos diciendo que aquellos que no fuimos bendecidos con riqueza económica tenemos menos habilidad de lograr un impacto positivo. Todos tenemos la capacidad de completar nuestra misión personal.  La riqueza es sólo una herramienta. 

Que todos podamos usar las habilidades que Di-s nos dio para su verdadero propósito: ¡hacer un mundo hermoso para Di-s! 

Por Levi Avtzon extraído de Chabad.org 

 

1. Génesis 26:12.

2. Jagigá 9b.

3. Eruvin 86a.

4. Nedarim 38a. Drashot HaRaN ensayo #5 ofrece un ensayo extenso para explicar su declaración de forma literal (no como Maimónides que interpreta “riqueza” en un sentido no literal). Explica que las personas sólo toman en cuenta a alguien pudiente y que un profeta necesita que la gente lo escuche y, por lo tanto, debe ser rico.

5. Ad loc.