El negocio de Di-s

El propósito de una empresa comercial es obtener ganancias…

Vení a ver las obras de Di-s, Su terrible complot sobre los hijos del hombre.

— Salmos 66:5

Y la mujer vio que el árbol era bueno para comer y deseable a los ojos… y tomó de su fruto y comió; y también dio a su esposo, y él comió con ella.

— Génesis 2.6

El propósito de una empresa comercial es obtener ganancias. Ningún empresario con estima invertiría capital y gastaría tiempo y talento donde las cifras no mostraron un concreto potencial de ganancia.

Con todo, las más grandes ganancias habrán de ser cosechadas bajo las mismísimas condiciones que el comerciante responsable pretende evitar en mayor medida: como resultado de desarrollos completamente impredecibles, en entornos sobre los que él no tiene control y en que toda su empresa (y quizás su propio ser) están en peligro.

Así, puede decirse que la mente del empresario opera en dos niveles. En el nivel manifiesto, busca estabilidad y control. En este nivel, “ser pillado desprevenido” es todo lo contrario al comercio. Mientras sabe que cada emprendimiento tiene sus riesgos, su objetivo es evitarlos, mantenerse ajeno a lo impredecible, tener un plan de emergencia para cada eventualidad.

Pero en un nivel más profundo, subconsciente, el empresario suplica por lo impredecible. En el fondode su corazón, quiere ser tomado por sorpresa, verse zambullido en las mismas circunstancias que su negocio está estructurado para evitar. Pues es ahí, y sólo ahí, donde se oculta el potencial de ganancias, mucho mayor que lo que cualquier analista podría pronosticar. En este nivel, lograr que “todo marche según el plan” sería más bien una desilusión que un logro.

Estos son escenarios que jamás presentaría a sus inversores, o siquiera a su propio ser consciente. Pero en el análisis final, son estas posibilidades mismas, agazapándose detrás de las proyecciones y figuras oficiales, lo que constituyen su mayor motivación para abocarse a los negocios.

El Temible Complot

Nuestros Sabios nos dicen que “El reino del Cielo es similar al reino de la tierra, que las estructuras de la sociedad humana y los modelos del comportamiento humano reflejan la manera en que el Creador se relaciona con Su mundo y lo maneja.

Di-s tiene una “estrategia comercial”: la Torá, que es “el plano maestro de Di-s para la Creación”, define la “ganancia” que el Creador desea obtener de Su empresa. Las leyes de la Torá detallan qué debe hacerse y qué no, y qué debe suceder y qué no, para salvaguardar la inversión Divina en la Creación y asegurar su rentabilidad.

Pero en el primerísimo día comercial de la historia, el plan se agrió. Adam y Javá, al comer del fruto del Árbol del Conocimiento, trasgredieron la primera mitzvá (mandamiento Divino) que les fuera ordenada. Su acto comprometió a la empresa por entero, desatando un caos de bien y mal sobre el mundo controlado y ordenado en que nacieron.

Sin embargo, nuestros Sabios nos dicen que éste era “el terrible complot sobre los hijos del hombre” por parte de Di-s. “Soy Yo quien les hizo pecar”, admitió Di-s al Profeta Elías, “al crearlos con una tendencia al mal”.

Pues es el proceso de teshuvá(”retorno”) del pecado lo que rinde las más grandes “ganancias” del empeño de la vida. No hay amor mayor que el experimentado desde lejos, y no hay pasión mayor que el anhelo por regresar a un hogar abandonado ya una personalidad propia alienada. Cuando el vínculo de un alma con Di-s es tensado al punto de quebrantamiento, la fuerza con que rebota a su Fuente es mayor que cualquier cosa que podría ser generada por un alma que jamás abandonó la órbita Divina. Y cuando un alma vaga hacia los rincones más apartados de la vida, y explota la negatividad y maldad misma de su entorno como el ímpetu para regresar a Di-s, redime aquellas partes de la creación de Di-s que se encuentran más allá de las fronteras de una vida devota.

Este es el “terrible complot” de Di-s sobre los hijos del hombre:

Crear al hombre con una tendencia al mal, de manera que cuando sucumba a ésta rebote con un amor mayor a Di-s y con una mayor cosecha de recursos transformados y redimidos, que lo generado por una vida vivida en conformidad con la voluntad Divina.

Ciertamente, sin embargo, no puede decirse que Di-s quiso que el hombre pecara: el pecado, por definición, es un acto que Di-s no desea que se corneta. Además, si el “plan” de Di-s era que el hombre pecara, esto presenta la pregunta de qué habría sucedido si Adam y Javá no hubieran elegido comer del Árbol del Conocimiento. ¿Hubiera quedado sin concretarse el propósito de Di-s en la Creación?

Lo que Di-s Quiere

Como en el caso del empresario convencional, hay dos niveles de “motivación” detrás del acto Divino de creación.

En el nivel manifiesto, el mundo fue diseñado y creado para llevar a cabo el plan delineado por la Torá. Este plan requiere la existencia de una inclinación al mal en el corazón del hombre, a fin de que nuestra concordancia con la voluntad Divina tenga significación e importancia. En las palabras de Maimónides:

“Se ha dado licencia a cada hombre: si desea seguir la senda del bien y ser una persona justa, la elección de hacerlo está en sus manos; y si desea seguir la senda del mal y ser una persona malvada, la elección de hacerlo está en sus manos… Esta es una norma importante, y un sostén de la Torá y los mandamientos… Pues si Di-s decretara que una persona fuera justa o malvada, o existiera algo en la esencia de la naturaleza de una persona que la obligara hacia una senda específica… ¿cómo podría ordenarnos Di-s a través de los Profetas: ‘Haz esto’ y ‘No hagas esto’?… ¿Qué cabida tendría toda la Torá? ¿Y bajo qué medida de justicia castigaría Di-s al malvado y premiaría al justo…?

Este plan no requiere de la existencia del mal, sino sólo del potencial para su existencia. Nos debe ser posible violar la voluntad Divina, de modo que nuestro no violarla resulte un triunfo moral para nosotros y una fuente de placer para Di-s. Nos debe ser posible no hacer el bien, de modo que nuestros actos de bien tengan valor e importancia. Deben existir los riesgos; son ellos los que hacen gratificante y lucrativo el emprendimiento comercial, pero la idea de todo es que deben evitarse.

Pero en un nivel más profundo, “subconsciente”, que el hombre sucumba al pecado es parte del complot de Di-s. No es esto lo que El “quiere”; de hecho, está en desacuerdo con Su expreso deseo. Pero cuando sucede, desata una riqueza de posibilidades que son infinitamente más potentes que cualquier cosa que el plan “oficial” empresario podría haber rendido. Y son estas posibilidades, escondiéndose detrás de las proyecciones y cifras oficiales, lo que constituyen Su máxima motivación para invertir en el negocio de la vida humana.

Basado en Sefer HaMaamarím Melukat, Vol. III, pág. 247, ibid., Vol. 1, págs. 366-368; Likutéi Sjjot, Vol. VII, págs. 22-23; ibid., Vol. XXV~ pág. 429, nota 52; Reshi,not #12; y en otros lugares 

Extraído de” El Rebe Enseña” Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana

La confesión del Rebe

El anochecer se acercaba. En pocos minutos comenzaría Iom Kipur, el día más sagrado del año. El gran salón de la Sinagoga estaba colmado de gente. Un silencio incorpóreo inundaba el lugar. Nadie parecía moverse. Los feligreses miraban al suelo, o al vacío, pareciendo más muertos que vivos, algo así como una extraña fotografía en gris y negro.

Corría el año 1945, justo después de la Segunda Guerra Mundial. El lugar: Un campo de refugiados en algún lugar de Alemania. Judíos recién salidos de los campos de concentración, se reunieron en una barraca- convertida en Sinagoga- para rezar.

El “Rabino” elegido unánimemente para esa única ocasión no era otro que el famoso Rebe de Kloisemburg, Rabi Iekutiel Iehuda Halbershtam. Su santidad y erudición eran incuestionables, pero lo más prodigioso era, que siguió reteniendo esas aptitudes luego de perder a su esposa y 11 hijos en manos de los Nazis.

La “congregación” estaba compuesta por todo tipo de judíos. Desde los ultra- ortodoxos, hasta aquellos que hasta ese momento no habían asistido nunca a una Sinagoga. Pero todos tenían algo en común. Ninguno de ellos podía comprender lo que habían pasado.

Lentamente, el oficiante comenzó a cantar y la congregación lo siguió. De hecho existía mucho llanto genuino contenido esa noche. Hasta que llegaron al párrafo de la confesión llamado “Al Jet” (“Por el pecado”) dónde pedimos perdón por los pecados que cometimos con nuestros ojos, nuestras manos, por el descaro, la crueldad y demás.

De pronto, uno de los congregantes se puso de pie y golpeó el piso con su pie. “¡No! Gritó. “¡No!”

Todos lo miraron. Uno o dos trataron de calmarlo. “¡No!” los miró y gritó.

“¿Qué? ¡¿Yo debo pedir perdón a Di-s por los pecados que realicé con mis manos y mis ojos?!

“¡Estos ojos vieron cómo fueron asesinados mis hijos! ¡Estas manos no tuvieron tiempo para pecar, debían trabajar para los malvados alemanes día y noche!”

“¿ Qué? ¿Fui descarado?. ¡No pude levantar mi cabeza por tres años! ¡¿Fui cruel?! ¡Di hasta el último pedazo de mi pan a gente que no conocía!

“¡No!. ¡No! Si alguien tiene que pedir perdón, es Di-s. ¡Di-s debe pedirnos perdón! Él dio a los Nazis ojos para ver y manos para torturar, descaro y crueldad para violar y matar. ¡Así que dejemos que Él nos pida perdón!”

La habitación quedó en silencio nuevamente, y todos los ojos llenos de lágrimas se dirigieron al Rebe de Kloisembug. ¿Qué dirá él?

Después de unos segundos de profundo silencio, el Rebe aclaró su voz y dijo:

“Tú… tienes… razón”

En ese instante todos estallaron en un incontrolable llanto. Hombres caían sobre sus rodillas, y otros ponían sus rostros entre sus manos y lloraban más y más.

Luego que el sollozo se aplacó, y reinó nuevamente la tranquilidad, el Rebe continuó con sus palabras.

“Pero quiero contarles por qué pediré perdón a Di-s hoy: En nuestro campo, los guardias acostumbraban a divertirse cada mañana con un juego sádico. Nos formaban en fila y elegían a cinco de nosotros. Estas desafortunadas almas eran forzadas a cargar una pesada cantidad de ladrillos y saltar a un empinado escalón frente a todos. Si un ladrillo caía, agregaban dos en su lugar, y si el prisionero mismo caía, era torturado lentamente hasta morir, ante nuestros ojos. Es verdad que el resto del día no era mejor. El frío era insoportable, nuestras ropas estaban infectadas de pulgas y apenas si recibíamos algún alimento. Todos estaban enfermos, y la gente moría cual moscas. Pero lo más humillante y terrible era la formación de la mañana.

Llegué al punto de que mi rezo en las noches, antes de dormir, era: ‘ Di-s Misericordioso, hazme morir mientras duermo. Por favor, que no despierte mañana en la mañana’

Y es por eso que deseo pedir perdón. Éste es el pecado que confieso este Iom Kipur. Nunca pensé que si rezaba, si ya iba a solicitarle algo a Di-s, debía pedirle que me redima. Olvidé que podía existir algo semejante a ser liberado…”

Después de unos minutos, la Plegaria continuó.

Por Rabí Tuvia Bolton, Ieshivá Or Hatmimim, Kfar Jabad, Israel.

¿Que causó la destrucción del Templo Sagrado, y como podemos retificarlo?

El Talmud nos explica por qué el exilio de Babilonia, que ocurrió después de la destrucción del Primer Templo, duró sólo setenta años predeterminados, mientras que ahora nos encontramos en un exilio mucho más largo y tampoco se nos ha dado una fecha de finalización.

“Los primeros cuyos pecados eran conocidos, el fin (de su exilio) se dio a conocer. Estas últimas, cuyos pecados no eran conocidos, su final es (también) desconocido”.

Esta declaración parece contradecir otra, citada en el mismo lugar del Talmud: “¿por qué fue destruido el Primer Templo? Por los tres pecados que los Judíos cometían, idolatría, adulterio y asesinato. El Segundo Templo, cuando los judíos estaban llenos de Torá, Mitzvot y actos de bondad, ¿por qué fue destruido? Debido a que los judíos eran culpables de tener odio infundado hacia los demás.

¿Cómo pudo el Talmud decir que “los pecados no eran sabidos?”

El Rebe de Lubavitch explica que el carácter de odio y pelea, es el pecado desconocido. En general, un idólatra, un adúltero o un asesino, es consciente de su pecado. “La carne es débil” y las personas son víctimas de la tentación, pero el arrepentimiento es perfectamente alcanzable, debido a que la persona misma está preocupada por los pecados que manchan su alma.

Por el contrario, la persona que es culpable de participar en peleas e incitación al odio, no tiene idea de que él tiene la culpa. En su opinión, el otro merece todo el abuso que está recibiendo. De hecho, odio sin fundamento es quizá, el pecado más evidente, sin embargo, muy pocos reconocen tener la culpa.

Esto es cierto tanto en nuestras relaciones interpersonales, así como en la lamentable tendencia de nuestra nación de estar muy preocupada por disputas entre las diferentes líneas. Izquierda, derecha y el medio. Conservador, ortodoxo y reformista. Jasídico, no jasídico, sionista y anti sionista, etc.

La Redención vendrá cuando finalmente reconozcamos que el “yo tengo razón y él está equivocado”, incluso si ese es el caso, no es una razón válida para odiar.

Por: Rabino Naftali Silberberg

El mensajero del Rebe

El Rabino Pinjas Teitz de N. Jersey, realizó 22 viajes a Rusia en los años sesenta y setenta. Incluso durante el auge del imperio comunista y la policía secreta, se las arregló para lograr el permiso para sus visitas. Tenía buenos contactos en el gobierno y ellos confiaban en él. A menudo utilizó sus visitas para pasar en secreto parafernalia judía, como Tefilín y Libros de Oraciones, para beneficio de los judíos oprimidos de la U.S.S.R.

Aunque el Rabino Teitz nació y se educó en Lituania, era imposible no involucrarse en la vida judía de la Unión Soviética de esos días y no loar las actividades de los Jasidim de Jabad, que dedicaban sus vidas para conservar el Judaísmo allí. Muchas veces tuvo el mérito de traer objetos del Lubavitcher Rebe a sus jasidim en Rusia, y viceversa. Una vez, cuando el Rabino Teitz se preparaba para otro viaje, el representante del Rebe le trajo un paquete; él ya estaba acostumbrado e incluso esperaba su llegada.

Pero esta vez el mensajero del Rebe sacó también un pequeño volumen de un Tania, el libro fundamental de las enseñanzas de Jabad. Le explicó que el Rebe pidió que lo llevara con él en Rusia, pero no dijo a quién darlo.

“Yo estaba sorprendido,” relató después el Rabino. Cooperar con el Rebe para entregar las necesidades judías básicas a los judíos de Rusia estaba bien, pero ¿ir con una copia del Tania en mi equipaje? ¿A Rusia? Parecía innecesariamente peligroso. La KGB sabía muy bien lo que es un Tania.

Finalmente, decidió llevarlo. Si el Rebe le hacía semejante pedido, debía tener una buena razón.

Al tercer día de su estadía en Moscú, mientras caminaba a su hotel desde la Gran Sinagoga después de Minjá (Oración de la Tarde), dos hombres se le acercaron cuando atravesaba una calle oscura. Rápidamente, lo forzaron a entrar en un automóvil. El rabino fue tomado por sorpresa y se asustó. ¿Eran la KGB? ¿Era un secuestro?

Sus miedos se disiparon, pues sus dos “secuestradores” resultaron ser jasidim de Jabad locales. Ellos se disculparon por el método aplicado, y explicaron que era el único medio para charlar con él, y discutir temas de emergencia.

Sólo después se presentaron. Dijeron que debían entregar un mensaje al Rebe. Tenían que tomar decisiones de vida y necesitaban la respuesta del Rebe, y no podían esperar a un emisario oficial.

El mayor de ellos había averiguado que la KGB estaba siguiéndolo, y quería saber si el Rebe pensaba que debía huir de Moscú, o permanecer a pesar del peligro y seguir con sus actividades educativas clandestinas.

El más joven quería saber si solicitar una visa de emigración a Israel. Él poseía un excelente puesto como ingeniero, y en cuanto aplicara para la visa se lo despediría de su trabajo, y si la visa le fuera denegada, quedaría sin sustento.

El Rabino Teitz, conmovido, memorizó sus nombres y preguntas para pasarlas al Rebe, ya que era peligroso apuntarlas. El rabino mencionó que el Rebe le había dado un Tania para llevar con él en el viaje. “¿Usted tiene un Tania del Rebe en su posesión? ¿Ahora? ¿Aquí”? exclamaron.

El Rabino sacó el Tania de su bolsillo y lo mostró. Ellos lo examinaron ávidamente.

Su excitación era palpable. Estaban alborozados al sostener un libro que había estado en las santas manos del Rebe.

Uno de ellos gritó con asombro. Una página estaba plegada en la punta. ¡Abrieron la página y se pasmaron por las primeras palabras! “… él está sumamente apretado por el tiempo y halla absolutamente imposible retrasar…” “¡Ésa es mi respuesta del Rebe!” clamó el Jasid con emoción. “Está diciéndome darme prisa y escapar de aquí”. El otro jasid tomó el libro y lo examinó ansiosamente, esperando encontrar otro doblez de página. ¡Y había uno!. ¡Esta vez tomó sólo dos palabras! “…l’hikanes l’aaretz …- entrar en la Tierra…” “¡Ésa es mi respuesta”! gritó. “Debo aplicar para emigrar a Israel.” Ambos le rogaron al Rabino Teitz permitirles guardar el libro. Él se negó diciendo que el Rebe le había dicho que lo llevara con él, y no dijo nada sobre entregarlo.

Adaptado de Verabim Hashiv Meavon y Sijat HaShavua

Hombres y mujeres; ¿diferentes pero iguales?

Luego de miles de años de dominación masculina, ahora nos enfrentamos con el principio de la era feminista, cuando las mujeres se elevan a su nivel apropiado, y todo el mundo reconocerá la armonía que existe entre hombre y mujer.

-El Rebe

Una pareja que estaba teniendo problemas de comunicación, fue a ver al Rebe. La mujer dijo que su marido estaba consumido por su trabajo, y que cuando finalmente encontraba tiempo para hablar con ella, la criticaba y le daba órdenes. El marido dijo que su mujer no le tenía respeto y que no escuchaba ninguna de sus sugerencias.

“¿Por qué piensas que tu mujer debería escucharte?” le preguntó el Rebe. “Porque una mujer debe escuchar a su marido”, respondió.

“¿Pero por qué una mujer debería escuchar a su marido?”, preguntó el Rebe. “Porque el hombre es el dueño de la casa”.

“No”, dijo el Rebe. “Lo primero que debes hacer es seguir, como hombre, es el edicto que “un hombre debe honrar a su mujer más que a sí mismo”. Así la mujer piadosa tendrá un marido a quien pueda respetar y amar. Si el hombre no cumple con su rol como tal, entonces es la mujer quien debe respetuosamente, llamarle la atención”.

La sociedad contemporánea está comenzando a investigar las verdaderas distinciones entre hombres y mujeres. Además de las diferencias fisiológicas obvias, hay también diferencias entre sus formas de pensar, hablar, y comportarse.

Para poder comprender la esencia de la naturaleza del hombre y la mujer, debemos dejar de lado la subjetividad humana y mirar a través de los ojos de Di-s. Cada ser humano, hombre y mujer, ha sido creado con el mismo propósito: unir cuerpo y alma para poder hacerse a ellos mismos y al mundo un lugar mejor y más sagrado. En su servicio a Di-s, no hay ninguna diferencia entre hombres y mujeres; la única diferencia es la manera en la que el servicio se manifiesta.

¿Cuáles son las diferencias entre los hombres y las mujeres?

Hombre y mujer representan dos formas de energía Divina; están los elementos masculinos y femeninos en una sola alma.

Di-s no es ni masculino ni femenino, pero tiene dos formas de emanación: la forma masculina, que es más agresiva, y la forma femenina, que es más sutil. Para que un ser humano pueda llevar una vida total, debe tener las dos formas de energías: el poder de la fuerza y el poder de la sutileza; el poder de dar y el poder de recibir. Idealmente, estas energías emergen sin problemas.

Los hombres son físicamente más fuertes. Por naturaleza, son usualmente más agresivos y más externamente orientados. En contraste, la mujer generalmente personifica la ideal dignidad profunda. Algunas personas confunden dicha sutileza con debilidad; en verdad, es más fuerte que la fuerza física más agresiva que se pueda imaginar. La verdadera dignidad humana no grita; es una voz fuerte y segura que habla desde adentro. La naturaleza de la mujer, incluso que es sutil, no es débil. Y la naturaleza del hombre, incluso que es agresiva, no es bruta. Para que el hombre y la mujer sean completos, deben poseer ambas energías.

La respuesta no es que el hombre y la mujer deben intentar ser iguales. Todos los hombres y las mujeres deben ser ellos mismos, percatarse que Di-s nos dio a cada uno habilidades únicas para poder alcanzar nuestra meta, y que nuestra responsabilidad primordial es aprovechar al máximo estas habilidades.

¿Qué se considera la verdadera liberación para ambos sexos?

A pesar que el feminismo legalmente pide un fin a la dominación y abuso masculino, y pide derechos iguales para la mujer, es vital llegar a la raíz de la distorsión: que nuestro foco en la vida, tanto de los hombres como de las mujeres, no es simplemente satisfacer nuestros egos y necesidades, sino servir a Di-s. La verdadera liberación de las mujeres no es meramente buscar igualdad dentro de un mundo machista, sino liberar los aspectos Divinos femeninos de la personalidad de la mujer y usarlos para el beneficio de la humanidad.

Luego de tantos años de dominación machista, nos encontramos ahora en el alféizar de la verdadera era feminista. Es tiempo ahora para que la mujer eleve su verdadera prominencia, cuando el poder sutil de la energía Divina permita nutrir el poder abierto de la energía masculina. Ya hemos comprobado que podemos usar nuestra fuerza para eliminar a los demonios alrededor nuestro; aprendamos ahora a nutrir la Divinidad que hay adentro.

Acción

Los hombres y las mujeres deben darse cuenta de sus respectivos roles iguales e intentar complementarse uno con el otro en su lucha en común para mejorar la vida. Para poder corregir el abuso de la dominación machista, los hombres deben concentrarse en usar sus cualidades dominantes para bien. Deben usar su fuerza para proteger y preservar el carácter femenino, ayudando a las mujeres a darse cuenta de su verdadero potencial para revelar Divinidad que tanto se precisa hoy en día.

Aprendamos qué es lo que significa ser hombre o mujer, sobre las energías masculinas y femeninas. Aprende a aprovechar tu potencial, balancear estas energías para llevar una vida con sentido y productiva: una vida Divina. Y finalmente, aprende a apreciar y a respetar a tu compañero masculino o femenino.

Buscando a Di-s

¿Se puede seguir jugando a las escondidas si el que busca deja de buscar? 

De las enseñanzas del Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem M. Schneerson. 

…Muchos judíos están desanimados, exhaustos por la dificultad del exilio. Y su disconformidad está justificada… ¿ad matai?! (¿Hasta cuándo tenemos que esperar?). 

Hay una conocida analogía que los Jasidim repiten en nombre del Magid, Rabí DovBer de Mezritch, que compara al exilio con un padre que se oculta de su hijo. Ciertamente el padre desea estar junto a su hijo; el propósito de su ocultamiento es despertar dentro del hijo el deseo y las ganas de encontrar a su padre. Después de todo, cuando el hijo está constantemente enfrente de su padre, su deseo de estar con él no está revelado, ya que “continuo placer no es placer”. 

Ahí surge una situación, que es cuando el hijo cesa de buscar a su Padre… Clama que “los signos de nuestra redención no se han visto…que no hay nadie entre nosotros que sepa cuánto va a durar (el exilio)”, por lo tanto, concluye que Di-s lo ha abandonado, pierde las esperanzas y deja de buscar a Di-s. 

Cuando un padre ve que su hijo ya no lo busca… es cuando el verdadero exilio comienza. Ya que todo el tiempo que el hijo busca al Padre, todo el tiempo que la búsqueda de la Redención mantiene ocupado al hijo, está constituyendo una preparación, un comienzo y una chispa de la redención. Pero cuando el hijo ya no busca, estamos cumpliendo con el versículo: “Y Yo me esconderé, de hecho ocultaré, Mi rostro aquél día”. El Baal Shem Tov explica que el versículo está insinuando que el ocultamiento mismo está oculto, ya que el hijo no se da cuenta que el Padre se está escondiendo. 

Prácticamente hablando: El hijo no piensa en Di-s, piensa en cosas mundanas. Es verdad, hace todo de manera “Kasher” como está dictaminado en el Código de la Ley Judía, incluso estudia Torá correctamente. Pero ya no piensa en el Dador de la Torá o sobre cómo conducir sus negocios, porque se ha olvidado que Di-s solo es el que “te da fuerzas y prosperidad”. 

Y cuando se lo critica, el hijo responde: “¿Qué te quejas a mí?…La queja debe ser dirigida a Di-s… ¿Cuánto tiempo más tenemos que estar en exilio?…” 

De hecho, es cierto que el padre debe esconderse de su hijo para poder despertar dentro de él un deseo por su padre…Pero ¿Qué debería hacer el hijo cuando el padre lo sitúa en una increíble oscuridad?…Y especialmente si el hijo está en un nivel muy bajo. Y luego Él nos demanda que debemos buscar constantemente… el domingo debemos buscar… el lunes debemos buscar…. 

Y cuando buscamos en los Libros Sagrados una explicación, encontramos que está explícitamente escrito en el Talmud: “Todos los tiempos designados (para la llegada del Mashiaj) ya han pasado, y ahora (su llegada) solo depende de la Teshuvá (arrepentimiento)“. Y es una Halajá (ley) clara que a través de pensar un solo pensamiento de Teshuvá, uno se convierte en un Tzadik (hombre justo), y no hay ningún judío que no haya pensado pensamientos de teshuvá, no solo una vez, ¡sino muchas veces! 

¿Cómo uno puede quejarse de un ser de carne y hueso que es finito y limitado? ¡Así es como Di-s lo creó, no es su culpa! ¿Cómo uno puede criticarlo por no pensar sobre la Redención? Di-s mismo dice: “Sólo les pido conmensurarse a las capacidades de uno” 

Por lo tanto, debemos aumentar la luz, específicamente la luz de la Simjá (alegría). Siendo que la Simjá “rompe todas las barreras y limitaciones, rompe las limitaciones de la persona, las del mundo y las impuestas por esta terrible oscuridad…

¿Cómo es que el agente de la destrucción se convierte en un agente curativo?

El veneno de la serpiente mamba negra africana es uno de los más mortíferos para el ser humano. La mordida se siente al principio como una ligera picadura, luego como un hormigueo. Luego de unos pocos minutos, el sistema nervioso comienza a apagarse, lo que culmina en una parálisis, convulsiones y una muerte sofocante.

Investigadores han descubierto recientemente que este veneno letal también contiene dos potentes analgésicos, conocidos como mambalgins, tan efectivos como la morfina. Además, a diferencia de la morfina, los mambalgins no generan tolerancia ni adicción, y no tienen efectos colaterales peligrosos. La misma serpiente que causa una muerte horrible también tiene la clave para un alivio extraordinario.

De manera similar, en la parashá de esta semana, cuando el pueblo judío está rodeado de serpientes venenosas, Di-s le dice a Moshé que fabrique una serpiente de cobre y la coloque en el campamento. Todos aquellos que contemplaran a la serpiente estarían curados. (Esta es la fuente de la conocida imagen de la serpiente en una vara).

¿Cómo es que el agente de la destrucción se convierte en un agente curativo?

Sucede que no hay maldad absoluta. Cada manifestación de la maldad lleva oculta en sí el potencial para el bien. Un ejemplo excelente de esto es que la guematria (el valor numérico) de la palabra hebrea para “serpiente”, najash, equivale al valor de la palabra Mashíaj. El mashíaj dará fin al exilio y reparará el daño hechos en el mundo a partir del pecado del Árbol del Conocimiento, provocado por una serpiente.

“Muy bonito”, dirás tú, “pero no lo veo. Lo que veo es un mundo lleno de maldad y dolor. ¿Por qué Di-s crearía la maldad sólo por la potencialidad del bien?”

Podría argumentar que el sufrimiento nos ennoblece, nos vuelve más compasivos y sensibles al sufrimiento de los demás. Podría sostener que el sufrimiento provee el contraste que nos permite apreciar el bien. Podría afirmar que necesitamos descender si queremos ascender. Incluso podría aseverar que el sufrimiento en realidad es una forma sublime y oculta del bien.

Pero esto no te satisfaría. “Di-s es el amo del universo”, dirías. “Él diseñó este mundo y todo lo que hay en él. Nos podría haber permitido alcanzar el ascenso sin el descenso, el perfeccionamiento sin el sufrimiento, la redención sin el exilio. Fue su elección crear el mal, o al menos aquello que percibimos como el mal. Él creó el veneno, y Él creó el antídoto”.

Y yo no podría responderte.

Cuando el Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel Schneerson, de bendita memoria, habló de este concepto durante una reunión jasídica, las lágrimas afectaron su voz: “¿Por qué debemos tener esta aflicción… la Shejiná en el exilio… el Mashíaj en el exilio… todos los judíos en el exilio, sin final a la vista?”.

El Rebe concluyó que no podemos entender el dolor porque Di-s no quiere que lo entendamos. Él no quiere que lo aceptemos, lo justifiquemos o lo racionalicemos bajo ningún concepto. Quiere que protestemos contra él y que trabajemos para acabar con él. Y si entendiéramos el dolor, incluso en lo más mínimo, se reduciría nuestra motivación para acabar con él.

En el libro de Ieshaiau está escrito que cuando venga el Mashíaj nosotros diremos: “Gracias, Di-s, por haber estado enfadado conmigo”. En otras palabras, nos daremos cuenta entonces de que los sucesos dolorosos que hemos experimentado, las manifestaciones de la ira de Di-s, eran en realidad el bien supremo.

Pero aún es muy pronto para valorarlo. Mientras el sufrimiento siga vigente, mientras haya alguna criatura viva que sufra o esté en el exilio, no estaremos listos para agradecer a Di-s por el dolor. Sólo cuando el exilio acabe tendremos el lujo de mirar hacia atrás y agradecer a Di-s por todas las bendiciones ocultas. Por ahora, sólo podemos pedirle que cumpla su promesa de “destruir la muerte para siempre; y enjugar las lágrimas de todos los rostros”.

(Basado en una charla del Rebe, Hoshaná Rabá 5744).

Por Chaya Shuchat

El Rebe, “Un Hombre de Di-s”

Hay muchos paralelos que pueden trazarse entre Moshé Rabeinu y el Rebe: cada uno de ellos condujo a la nación durante cuatro décadas; cada uno de ellos atribuyó a las ovejas descarriadas y perdidas genuina importancia; cada uno de ellos alimentó la visión de un pueblo judío redimido, y cada uno de ellos personificó el amor infinito hacia el pueblo judío.

Han pasado ya años desde aquel oscuro día 3 de Tamuz, y aún no hemos encontrado alivio al dolor y la inmensa pérdida que hemos experimentado.

Con todo, sabemos que el Rebe no nos permitiría estancarnos en el duelo, sino, en cambio, hubiera encaminado nuestras emociones hacia actividades fructíferas, constructivas y positivas.

 En palabras del Rebe, “debemos convertir el dolor en acción”.

El Talmud y la Cábala están repletos de alusiones a la vida eterna del hombre justo. Ellos apuntan no solamente a la inmortalidad del alma, lo que es cierto de cada alma, sino más allá todavía, al contínuo impacto del alma del hombre justo sobre nuestro mundo, de manera incluso más pronunciada que durante la física, y por lo tanto restringida, vida del tzadik.

Pero hay individuos singulares de quienes incluso una inmortalidad todavía mayor es cierta.

Uno de estos fue Moisés, sobre quien el Talmud dice que “él no ha muerto”(Sotá 13b). La Cabala interpreta esto como significado que algunas de las chispas del alma de Moshé son reencarnadas en las vidas de cada líder judío en cada una de todas las generaciones subsiguientes.

 Hay muchos paralelos que pueden trazarse entre Moshé y el Rebe: cada uno de ellos condujo a la nación durante cuatro décadas; cada uno de ellos atribuyó a las ovejas descarriadas y perdidas genuina importancia; cada uno de ellos alimentó la visión de un pueblo redimido, y cada uno de ellos personificó el amor infinito hacia el pueblo judío.

Vemos llamativas similitudes en la plena viveza y la aflicción de los últimos días de cada uno de estos dos gigantes, cuando, después de dedicar cada suspiro de sus vidas a conducir al pueblo judío siempre igual e esforzadamente hacia una nueva realidad, a ambos se permitió únicamente apenas vislumbrar desde la distancia el cumplimiento de su sueño.

En aquel momento final, mientras la visión de Moshé parecía estar simplemente a un palmo de distancia de su concreción, y el pueblo judío estaba a punto de ingresar en la Tierra de Israel, su gran líder y visionario fue apartado del mundo. En nuestro propio tiempo, el Rebe, nuestro gran líder y visionario, fue apartado de este mundo precisamente cuando lo había declarado tan próximo al momento de la Redención Final. En los días inmediatamente siguientes al 3 de Tamuz, los ojos del mundo se apoyaron sobre la comunidad de Lubavitch.

“¿Cómo se las arreglarán ahora?”, parecía ser la pregunta implícita sobre los labios de cada periodista y cada investigador social.

Cualquiera que visitara alguna vez al Rebe en sus últimos cuarenta años, sentía curiosidad por saber cómo los jasidim nos cobijábamos a su alrededor, cómo seguíamos pendientes de cada uno de sus movimientos, cómo hallábamos significación e inspiración en un movimiento de su mano, en un gesto de su cabeza, y en la permanente sonrisa sobre su brillante rostro.

Estos eran los movimientos de un individuo que podía y facultaba de hecho a gente en todo el mundo a emprender los innovadores y audaces programas con que Jabad-Lubavitch se ha ganado su bien merecida reputación. Estos eran los movimientos de un individuo que podía encontrar luz dentro de la más formidable oscuridad, sacar a relucir belleza de dentro de la fealdad más áspera, y descubrir calidez en el más frío de los lugares.

La gente que observaba al Rebe se sentía desconcertada por su agenda. Se maravillaba de su increíble vigor. ¿De qué otra manera se podía explicar su negativa a tomar un único día libre en más de cuatro décadas? Sus audiencias muy tarde en la noche que se estiraban a las tempranas horas de la mañana mientras prestaba atención a las aflicciones y los dilemas personales de su pueblo; los días invertidos cada semana en ayuno, mientras oraba en el lugar de reposo de su suegro en nombre de su pueblo en particular y en el de la humanidad en general; las largas horas invertidas en enseñar e iluminarnos con su sapiencia, sus conocimientos y su visión Divina; y en años posteriores, cuando su rebaño creció por cientos de miles y la demanda ejercida sobre su tiempo excedió desmesuradamente todo límite, las largas horas –seis o siete- que permaneció de pie, en la novena década de su vida, sobre dolientes piernas, a fin de poder recibir personalmente a cada uno de los miles de individuos, judíos y no-judíos, niños y adultos, que procuraban su bendición en cualquier día domingo, y para entregarles un dólar de modo que también ellos, a su vez, tuvieran la mitzvá de dar tzedaká.

Indudablemente, esta no es la fibra con la cual están hechos los simples mortales. Las incontables maneras en que él ha atendido nuestras heridas, nutrido nuestros sueños, y nos ha sostenido colectiva e individualmente, nunca podrán contarse en su totalidad. Pero en el curso de su existencia unificada, a través de su profunda sensibilidad al dolor y al sufrimiento humano, mediante su visión de un mundo perfeccionado y su labor hacia su concreción –desde sus más tempranas apelaciones por la educación, tanto judía como universal, hasta sus más recientes esfuerzos por educar al mundo acerca de la Redención—el Rebe ha azuzado nuestras pasiones por el bien y lo Divino, y nos ha enseñado a manifestar esto en nuestras vidas, nuestra realidad y nuestro mundo. Ciertamente, esta no podría ser la obra a realizarse humanamente en el curso de una vida mortal.

Desde luego, nuestra relación con el Rebe jamás podrá definirse en términos de sólo su ser físico. Pues tal como fue Moisés para los judíos del Exodo, un mortal y sin embargo claramente un hombre de Di-s, así es el Rebe para nosotros. De modo que mientras nos vemos incapacitados por la pérdida de su presencia física, mientras sufrimos el dolor de una extremidad truncada y nos sentimos torpes e ineptos por esta inmensa pérdida, la vida del Rebe no ha terminado.

Más bien, continúa respirando de manera palpable en el trabajo de Jabad Lubavitch, en las vidas de los emisarios del Rebe por todo el mundo, y en las mentes y corazones de cada uno de nosotros.

Sea si consideramos las instituciones de aprendizaje y tradición judía que él fundó, o las diversas actividades sociales, educativas y humanitarias que inició, o el número de vidas que afectó mediante cualquiera de estos, la vida del Rebe perdurará eternamente.

Y a través de las actividades globales continuas de Jabad Lubavitch, sus shlujim y también, toda la numerosa cantidad de gente que lleva su inspiración dentro de sí mismo en sus actividades espirituales, educativas y caritativas, continuará compartiendo esa vida eterna. 

Es, por lo tanto, en el trabajo acrecentado y continuado de Jabad Lubavitch que hallamos nuestro más grande alivio y consuelo. Mediante estas actividades, y con cada alma que es encendida, podemos discernir la presencia del Rebe, su gesto de aliento con la cabeza, su tranquilizadora sonrisa, y sus bendiciones. Estos continuarán manteniéndonos en tanto llevamos adelante la tarea que nos encomendara, trayendo por fin la Redención Final a un cansado y doliente mundo.

Un católico que sabe de Jasidut

Domenico Lepore es una anomalía. Al igual que muchos judíos, estudia la porción semanal de la Torá, generalmente con comentarios del nivel de Maimónides hasta mísiticos. Como muchos Jasidim de Jabad, se adhiere al estudio diario de Jumash, Tehilim (Salmos) y Tania, conocido como Jitas.

Sus mañanas comienzan con el Haiom Iom (el “Pensamiento del día” recopilado por Rabi Menajem Mendel Schneerson, el Rebe de Lubavitch en el año 1943 de las charlas del sexto Rebe de Jabad, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, de bendita memoria).

Los trabajos de Rabí Menajem M. Schneerson, tienen una particular resonancia para él. En una conversación, Domenico hace referencia a las ideas del Rebe, y en su calendario personal anota cada fecha importante de la historia de Jabad.

Pero Domenico no es judío. Este hombre italiano de 51 años fue criado como católico en Italia en donde él y su esposa Angela Montgomery, escritora y socia de negocios con su marido trabajaron y vivieron. Cuando se mudaron a Brooklyn Heights se cruzaron con Jabad, e hicieron de sus enseñanzas el fulcro de sus vidas profesionales y académicas.

En su nuevo libro, SEJEL; Lógica, Lenguaje y Herramientas para organizar cualquier Organización como Network, Lepore, el fundador de Intelligent Management Inc, introduce a los lectores a un modelo de organización que considera a la economía y a la política desde el punto de vista de la cooperación más que de la competición, simbiosis en vez de supervivencia de los más aptos.

Basado principalmente en el trabajo de W. Edwards Deming y la Teoría de las Limitaciones de Eli Goldratt, es un modelo que demanda un cambio en la matriz de los procesos cognitivos. Mientras la mayoría de los negocios continúan adhiriéndose a las antiguas estructuras, lo hacen ignorando la nueva realidad; el cambio a una red dinámica de interdependencias e interrelaciones.

Pero el cambio demanda disciplina, primordialmente, disciplina intelectual. Específicamente, requiere de una nueva inteligencia, las tres facultades del intelecto: intuición, entendimiento y sabiduría.

En otras palabras, JaBaD.

“La primera vez que leí las obras del Rebe, discerní un patrón de razonamiento que el Rebe desarrolla que sigue un proceso de pensamiento preciso”. Lepore traduce este proceso como un diagrama que transmite las ideas del Rebe de manera gráfica, “Como una fotografía lógica llamada ´nubes de conflicto´, que puede aplicarse en casi cualquier situación”.

Lepore reconoce la relevancia de las ideas del Rebe a su trabajo y quiere ayudar a llevar a cabo su aplicación a las estructuras organizativas, y a integrarlas en su carrera profesional como consultor de negocios.

Específicamente, está interesado en desarrollar un nuevo paradigma en el proceso de la toma de decisiones, reconociendo los supuestos que limitan posibilidades por ninguna razón que no sea que son tomadas de la manera en la que se dan. Él se inspira en su propia investigación sobre la sobreconductividad para explicar el ideal: “Cuando una materia física existe cuando no hay fricción, tienes energía ilimitada”.

Aplicándolo a las gestiones de organización, la idea es romper las barreras y límites antiguos que hacen difícil a la organización producir su flujo máxima.

“El Rebe nos enseñó a eliminar suposiciones que obstaculizan el proceso de la toma de decisiones y limitan las posibilidades para mayores logros. Él toma todos los temas básicos y fundamentales de la existencia humana y los elabora en conflictos básicos, y desde ese punto, manda soluciones personalizadas a su gente”.

Según el pensamiento Jasídico de Jabad, el último conflicto es aquel entre el cuerpo y el alma, el cual debe ser satisfecho.

El Rebe, quien dirigió algunas de sus enseñanzas también al público no judío, de hecho ha instado a la gente a “abrir sus ojos” y a percibir una visión más deseable de la sociedad, el primer paso necesario para hacerlo, de hecho más deseable.

“El Judaísmo trata de traer los cielos a la tierra. Ésto es lo más excitante de Jabad, el Rebe presenta posibilidades para que tu mente sea ilimitada. Por supuesto, como seres finitos, tenemos limitaciones, pero la idea es que podamos insertar elementos infinitos en nuestra finitud”.

Extraído y adaptado de collive.com

El Rebe que Salvó a un pueblo

Durante cuatro días el pueblo de Kfar Jabad, en Israel,  ha estado sumido en un profundo duelo y en una angustia dolorosa, del tipo que los Jasidim de Lubavitch no han vivenciado durante muchos años. En aquella oscura y amarga noche, una banda de fedayines palestinos entró al pueblo. Se dirigieron a la sinagoga de la escuela local de agricultura, en donde los jóvenes estudiantes se encontraban en medio de las plegarias de Maariv (de la noche), y abrieron fuego en toda la sala con sus rifles Karl-Gustav. 

Recolectaron una cruel y sangrienta cosecha: cinco estudiantes y un maestro fueron asesinados y otros diez jovencitos heridos; su pura y santa sangre empapando los Sidurim que cayeron de sus manos y manchando las blancas paredes de la sinagoga.

Los Jasidim del pueblo, judíos rusos fuertes y de espaldas anchas con sus barbas negras y pobladas cejas, estaban parados desconcertados ante la terrible escena que presenciaban sus ojos. ¡Un pogrom en Israel! ¡Un progrom en Jabad!, murmuraron, y se mordían los labios con rabia. Las mujeres también se encontraban allí paradas, mujeres rusas fuertes y elegantes, retorciéndose sus manos y murmurando para ellas mismas en Ruso y Hebreo, sus ojos desprendiendo una laguna interminable de lágrimas.

Esto no era una escena común para los Lubavitchers. Estos Jasidim, que han sobrevivido los Pogroms del Zar Nikolai en Rusia y que ni siquiera pudieron ser intimidados por el Ejército Rojo, que han sido exiliados a las congelantes planicies de Siberia, y cuyas espaldas no podían doblarse luego de haber estado en las prisiones de Stalin y en los campos, ahora se encontraban estupefactos y desesperados. Ahora, que el golpe ha golpeado su casa, en el corazón del estado Judío.

En el centro del pueblo, se encontraba parado Rabí Abraham Mayor, quien fue un oficial de alto rango en el Ejército Ruso. Avraham Mayor, cuya leyenda contaba que él solía pararse con calma y cantar melodías jasídicas mientras una banda de soldados lo golpeaba con sus rifles y colillas, ahora se encontraba llorándole al Cielo: “Creador del Universo, ¡¿Por qué?! ¡¿Cómo han pecado estos niños?!”

Había algunos que veían lo ocurrido como un símbolo que su pacífica vida en la Tierra Santa era prematura. ¿Tal vez debamos disolvernos y buscar refugio en lugares más seguros? El pueblo de a poco se iba muriendo.

El Pueblo espera

Pero era claro para todos que antes de realizar cualquier movimiento, se debía consultar con el Rebe. Nada podía hacerse sin su consentimiento y conocimiento. Todos esperaron el telegrama desde “allí”, desde Nueva York, pero el telegrama sin poder explicarse por qué, no llegaba. Cuatro días habían pasado desde que el terror había golpeado. Un largo telegrama había sido despachado inmediatamente informándole al Rebe de todos los detalles de la tragedia, y se esperaba una respuesta aquella misma noche. Pero el Rebe permanecía en silencio. ¿Qué había sucedido?, muchos se preguntaban, ¿Por qué no responde? ¿No tiene acaso una palabra de consuelo para sus golpeados seguidores?

Debe aclararse, que un telegrama del Rebe es una parte integral de la vida Jasídica de Jabad alrededor de todo el mundo. Cada problema, cada decisión ya sea comunal o de la vida privada del Jasid de Lubavitch, es referido a la central del Rebe en Brooklyn, y cualquiera sea la respuesta, eso es lo que se hace. Y la respuesta siempre llega, ya sea por correo común, correo express o un telegrama de emergencia, dependiendo de la urgencia del asunto, y siempre son cortos y directos al punto.

¿Por qué es entonces que la respuesta del Rebe acerca de este terrible tema demoraba tanto? Los ancianos del pueblo no tenían explicación alguna, y, mientras las horas y los días pasaban, la respuesta continuaba plagando sus atormentadas almas, y su angustia y desesperación crecían más y más en sus corazones.

El Telegrama

Y luego, cuatro días después de la tragedia, llegó el tan esperado telegrama. La noticia corrió por todo el pueblo: ¡Un telegrama del Rebe! ¡Ha llegado el telegrama! El pueblo entero, hombres, mujeres y niños, se reunieron en la plaza del pueblo para escuchar la respuesta del Rebe.

Y el Rebe fue característicamente sucinto. El telegrama contenía una sola oración, tres palabras en hebreo, pero esas tres palabras fueron suficientes para salvar al pueblo de la desintegración y a sus habitantes de la desesperación. “Behemshej habinian tinajeimu”, escribió el Rebe de Lubavitch, Rabi Menajem Mendel Schneerson. “A través de su incesante construcción, se van a reconfortar”.

Los Jasidim de Kfar Jabad ahora tenían un fuerte soporte para su futuro: sabían lo que tenían que hacer. ¡Debían construir! ¡El Rebe dijo que tenían que construir! ¡Y a través de la permanencia de su construcción van a reconfortarse! Aquella misma noche, los ancianos del pueblo mantuvieron una reunión para discutir cómo debe implementarse la directiva del Rebe. Luego de una corta discusión, llegaron a una decisión: construirían una escuela vocacional en donde a los niños que provienen de medios desfavorecidos se les enseñara el oficio de impresión. En aquél mismo lugar en donde la sangre fue derramada, un edificio sería construido.

El Rebe Sabía

A la mañana siguiente, todos los residentes del pueblo se reunieron en el terreno vacío al lado de la escuela de agricultura y comenzaron a limpiar y nivelar la tierra para preparar la construcción. La alegría volvió a sus ojos.

En las semanas posteriores, llegaban cartas de parientes y amigos en Nueva York describiendo lo que había pasado en aquellos cuatro interminables días en los que el pueblo esperaba con impaciencia la respuesta del Rebe.

Durante todo el mes de Nisan, el mes de la redención, es la costumbre del Rebe dedicarse enteramente al servicio de su Creador, reduciendo su contacto con los Jasidim a un mínimo. Es raro que a un individuo se le otorgue una audiencia con el Rebe en este período, y toda menos la correspondencia más urgente es postergada hasta el fin de este auspicioso mes.

Cuando el mes de Nisan finaliza, se lleva a cabo un Farbrenguen festivo (reunión jasídica) en la sede del Rebe en Eastern Parkway en Brooklyn, marcando la reanudación del Rebe de su involucración con sus miles de seguidores en todo el mundo. El Rebe habla por horas, sus charlas intercaladas con canciones y Lejaim, usualmente hasta altas horas de la madrugada.

Aquél año, también se llevó a cabo el Farbrenguen marcando el fin de Nisan. Las noticias trágicas provenientes de la Tierra Santa habían llegado a Nueva York momentos antes del comienzo del farbrenguen, pero los secretarios del Rebe decidieron retener las noticias hasta el fin de la reunión. Pero lo que sus asistentes no le habían dicho, su corazón parecía haberlo hecho. Aquella noche, el Rebe habló sobre el auto sacrifico Judío y el martirio “al kidush Hashem” (por la santificación del nombre de Di-s), sobre la reconstrucción de la Tierra Santa, y la redención de Israel. Lágrimas fluían de los ojos del Rebe mientras hablaba. Toda la noche habló y lloró, cantó y lloró, y lloró un poco más.

¿Por qué está llorando el Rebe? Sólo unos pocos de los presentes podían adivinar, aquellos que ya sabían lo del telegrama desde Kfar Jabad.

El farbrenguen terminó. Los Jasidim se dispersaron a sus casas, y el Rebe se retiró a su pieza. Con gran trepidación, dos de los Jasidim más cercanos al Rebe tocaron a la puerta del Rebe y le entregaron el telegrama desde Israel. El Rebe se hundió en su silla. Cerró su puerta y no la abrió por tres días. Luego de tres días de aislamiento total, llamó a su secretario y le dictó su respuesta: “Behemshej habinian tinajeimu”. “A través de su continua construcción, serán reconfortados”.

Los Jasidim de Kfar Jabad han cumplido con el deseo del Rebe. Sin la ayuda de filántropos o de fundaciones, recaudaron 50.000 Shekalim, y hoy, un año luego de la tragedia, se ha completado la construcción del edificio de la escuela vocacional.
Nota del Editor: El siguiente artículo es una traducción libre de una historia que apareció en el periódico Israelí Yediot Ajronot el 4 de Iyar de 5717 (5 de Mayo de 1957). Hemos dejado el artículo como fue publicado originalmente a pesar del hecho que contiene algunos hechos imprecisos, por su vívida representación de la época y la impresión del reportero Israelí sobre la gente y de los eventos que él describe.