PARA PENSAR, COMPARTIR CON AMIGOS Y LLEVAR A LA PRÁCTICA
Extractos de un discurso pronunciado por el premio Nobel Elie Wiesel en 1992
Algunos de ustedes saben de mi admiración, no sólo por el Rebe, sino también por su educación y su trabajo.
El hecho de que él supiera a quién enviar a dónde, a lugares olvidados por Di‐s, para llevar una palabra de fe y la palabra de la Ley a jóvenes que de otro modo se habrían perdido, es para mí probablemente uno de los elementos que dan esperanza a una generación.
Como jasid puedo contarles una historia jasídica esta noche. Se trata de un gran maestro jasídico llamado Reb Naftoli de Ropshitz. Era un gran orador, dotado de un magnífico sentido del humor. Un Shabat HaGadol, regresó a casa de la sinagoga.
Según la costumbre, el rabino de la ciudad debe pronunciar un discurso ese Shabat sobre la caridad, sobre la necesidad de ayudar a los pobres que no tienen suficiente dinero para celebrar el Séder.
Cuando llegó a casa, su esposa le preguntó: “Nu, ¿cómo te fue?”. Él dijo que estaba bien. “Bueno, ¿lograste algo?”.
Él dijo: “Solo la mitad”. Ella preguntó: “¿Qué quieres decir?”.Él dijo: “Logré convencer a los pobres para que reciban”.
El Rebe logra convencer a los ricos para que den, a los maestros para que enseñen y a los estudiantes para que estudien. El Rebe logra hacer cosas que los seres huma‐ nos normales ni siquiera se atreverían a soñar con emprender… ¿Cómo se mide la grandeza?
Es decir, ¿qué criterios se utilizan para evaluar la grandeza humana? En el caso del Rebe de Lubavitch, la respuesta se obtiene fácilmente. No conozco a nadie que haya estado con el Rebe, sin sentirse profundamente afectado, si no cambiado, por su encuentro. Espero recordar siempre lo que sentí cuando estuve por primera vez en su estudio, hace treinta años, y lo que nos dijimos.
En su presencia el tiempo empieza a correr a un ritmo diferent.
Uno se siente inspirado, auto examinado, se le hace reflexionar sobre la búsqueda de significado que debería ser la suya. En su presencia nada es superficial ni artificial. Uno se acerca más a su centro de gravedad interior.
Pero lo bueno del Rebe es que no sólose ven afectados por él quienes lo han conocido, sino también quienes no lo han conocido.
De alguna manera, la presencia del hombre entre nosotros emite una emanación de calidad mística que toca a personas que nunca han oído hablar de él, y esto, probablemente más que cualquier otra cosa, es lo que hace que el Rebe sea tan único.
Es debido a su influencia, a su presencia, que la conciencia judía y la educación judía han alcanzado alturas sin precedentes en casi todos los continentes.
¿Hay algún lugar bajo el sol donde los emisarios de Jabad no hayan llevado su palabra de tolerancia arraigada en Ahavat Israel, en el amor por Israel, que por extensión, significa amor por la humanidad.
Dondequiera que los judíos vivan y trabajen, de alguna manera se ven expuestos al Rebe.
Gracias a él, un judío, en cualquier lugar y en todas partes, no puede dejar de sentir que pertenece a un pueblo antiguo cuya tradición enfatiza la grandeza de su tarea más que las prerrogativas de su condición.
Gracias al Rebe, un judío se convierte en mejor judío, en mejor ser humano, haciendo así a sus semejantes más humanos, más hospitalarios, abiertos a un mayor sentido de generosidad.
Así que aquí es donde también reside la
grandeza del Rebe.
LA PARSHÁ EN PROFUNDIDAD, de las Palabras del Rebe de Lubavitch
La Parshá describe la inmensa humildad de Moshé: “Y el hombre
Moshé era inmensamente más humilde que todo hombre sobre
la faz de la Tierra”. Esta humildad requiere explicación: Moshé recibió la Torá en Sinaí y permaneció en el Monte cuarenta días y cuarenta noches.
Fue quien sacó a los judíos de Egipto y a quién Hashem prometió
“y también en ti creerán eternamente” Cuando lo deseaba, podía hablar
con el Creador.
¿Cómo es posible que sea el más modesto de todo hombre?
Moshé era consciente de sus virtudes, pero recordaba permanentemente
que todas estas cualidades las recibió de Hashem.
Pensaba que si se le hubieran otorgado estas fuerzas a otro, éste
hubiera alcanzado estos niveles, e incluso podría haber llegado a logros
mayores. Pero la virtud fundamental de Moshé era su condición de profeta,
en el más alto nivel de profecía, por lo que “no surgió más en Israel
un profeta como Moshé”
La profecía no es una capacidad a la que se accede por medio de
la acción del hombre, sino que es un nivel dotado desde Arriba.
Moshé sabía que él y no otro se hizo acreedor de esta profecía,
¿cómo podía sentirse humilde frente a todo hombre?
Pues la base de la humildad de Moshé no era tan sólo el cálculo
que realizó, sino que era una humildad enraizada en su misma esencia,
más allá de toda evaluación racional.
Encontramos justamente en el Creador. Dijeron nuestros Sabios
“en el lugar de la grandeza del Altísimo, ahí encuentras Su humildad”.
Es totalmente claro que en lo que respecta a Hashem no hay lugar a decir que Su humildad es consecuencia de algún tipo de cálculo. Es modestia en esencia. Así era la humildad de Moshé.
Además de que pensaba que si otro hubiera contado con sus posibilidades
hubiera alcanzado un nivel superior al suyo, también poseía una modestia que iba más allá del cálculo racional. Moshé era en esencia modesto y se sentía nulo frente a todo hombre. Más aún: El hecho de que la auto‐ evaluación que realizó Moshé generó en él un sentimiento de humildad, se debe a que en esencia él era humilde. Todos pueden hacer ese razonamiento (de cómo hubiera sido otro en su lugar), pero no todos llegan de ello a la humildad.
Sólo que la base de la humildad de Moshé era su humildad esencial, lo que es en realidad la verdadera modestia.
Quién posee este tipo de humildad puede estar en el más alto nivel, hablar con Di‐s cara a cara, y sin embargo ser “el más humilde de todo hombre”, sintiéndose inferior a cada uno.
Ésa fue justamente la gran virtud de Moshé.
UN MOMENTO
Uno de los profesores más destacados
de la época en Rusia, deseaba conocer personalmente a uno de los Sabios judíos más incisivos.
Después de mucho investigar y preguntar todos le indicaron entrevistarse con el Gaón de Rogatchov, Rabi Iosef Rozin z”l.
El científico llegó a la casa del Rogatchover en la ciudad de Dvinsk.
Cuando ingresó en la habitación del
Rabino lo halló estudiando Talmud como era su costumbre, caminando de una punta a la otra de la habitación.
El profesor (que era muy alto y robusto) se sorprendió al descubrir la baja estatura y la delgadez del Sabio judío.
Al verlo se le escapó un “Aha, Aha”.
El Gaón lo miró y le dijo: “¿Qué piensa
usted? ¿Que el intelecto se encuentra
aquí? (Señalando la ancha espalda del
científico).
“¡El intelecto se halla aquí!” (Señalando
su propia cabeza).
JUDAÍSMO PRÁCTICO
PRINCIPIOS BÁSICOS DEL KIDUSH
“Recuerda el día de Shabat para santificarlo”.
Es una mitzvá de la Torá santificar
el Shabat cuando entra (Kidush) y
cuando sale (Havdalá).
Los Sabios instituyeron que esta santificación se acompañara con una copa de vino (o jugo de uva).
Y que el Kidush se recitara sobre vino antes
de comenzar la comida diurna del Shabat. ·
Está prohibido comer o beber antes del
Kidush. Esta prohibición comienza al atardecer del viernes por la noche y después de la Tefilá Shajarit de la mañana del Shabat.
Si no hay vino disponible, está permitido recitar el Kidush sobre jalá (o dos panes o Matzá). En la antigüedad, el vino se usaba con bastante frecuencia como libación para los ídolos. Como la gran mayoría de los no judíos eran paganos, y está prohibido obtener algún beneficio de un objeto que se utilizó como ofrenda para un ídolo, los rabinos prohibieron cualquier vino que fuera manipulado por un no judío.
Esta regla (que se aplica a todo consumo de vino, no solo al Kidush) se extiende también al jugo de uva, pero no se aplica si el vino (o jugo de uva) fue cocinado (“mevushal”), ya que la cocción hace que el vino no sea apto para la libación.
La mayoría de los vinos kosher disponibles son mevushal.
La copa de Kidush debe enjuagarse y llenarse; no es respetuoso usar una copa estropeada para santificar el día sagrado de Shabat. La copa debe llenarse con vino o jugo de uva hasta el borde.
La copa de Kidush se sostiene con la
mano derecha (a menos que uno sea urdo).
Al comenzar el Kidush, es costumbre mirar las velas de Shabat, y al decir la bendición de Hagafen uno debe mirar el vino.
Después de terminar el Kidush, quien lo recitó debe beber al menos 43.18 cm cúbicos de vino (la copa llena contiene 88.72). Todos los que escucharon el Kidush beben un sorbo de vino.
LO QUE SIEMPRE QUISE PREGUNTAR
¿POR QUÉ LA TORÁ HACE REFERENCIA A IOSHUA COMO “BIN” NUN?
En el comentario de Najmánides en Éxodo 33:11,
sugiere que las dos palabras deben ser leídas juntas
como “binnun”.
Ese nombre viene de la palabra “Biná”, “que entiende”,
y le fue otorgado a Ieoshua por sus capacidades
intelectuales.
Otras explicaciones:
La Torá nos dice que Ieoshua era el discípulo de
Moshé por excelencia.
“Su asistente, Ieoshua Bin Nun, un muchacho, no se
iba de la carpa [de estudio]”
El alumno es considerado como hijo de su maestro.
Algunos usan esta idea para explicar por qué Ieoshua
era llamado “bin” Nun.
Podría haber sido el hijo biológico de Nun, pero en
cierta forma, también el hijo de Moshé. El Jatam Sofer explica El Midrash declara, que cuando Di‐s cambió el nombre de Sarai a Sara (Génesis 17:5), la letra hebrea “Iud”,
que fue removida de su nombre (para ser substituida
por una “Hei”) se sentía agraviada.
Di‐s hizo este cambio prometiéndole compensarla
en un futuro.
Moshé le agregó la letra “Iud” al nombre de Ieoshua,
que originalmente era Hoshea.
En su estado original, cuando era la última letra del
nombre de Sarai, la “iud” no tenía una vocal, como es
el caso con la mayoría de las letras que entran al final
de una palabra o nombre.
Pero la “iud”, al estar en el comienzo de Ieoshua,
necesita la vocal “shva”, que se compone de dos puntos
alineados verticalmente.
Estos dos puntos fueron “prestados” de la vocal
“Segol” que normalmente está por debajo de la palabra
“ben”, que son tres puntos constituidos en forma
de un triángulo.
MENSAJE PARA LA VIDA
El libre albedrío da lugar al error y el pecado, pero también confiere libertad absoluta para realizar el bien sin condicionamientointerior alguno.
EL JUEZ SUBJETIVO
“Akaviá ben Mahalalel dijo:. Sabe… ante Quién habrás de rendir juicio y cuentas…”
capítulo 3 de Pirkei Avot.
Dijo Rabi Israel Baal Shem Tov: Cuando la persona llega ante el Tribunal Celestial
para rendir balance por su labor en la Tierra, primero es requerida su opinión sobre la vida de otro. “¿Qué es lo que piensas sobre alguien que actuó así y así?”. Luego de escuchar su veredicto, se le mostrará que estos actos y circunstancias son iguales a los propios.
Resulta entonces que, es el mismo individuo quien juzga sus propias conductas y defectos. Esto explica
la construcción oracional de este pasaje del Pirkei Avot: “ante Quien habrás de rendir juicio y cuentas…”.
¿Acaso el veredicto no es dictaminado
luego del interrogatorio que se le realiza al imputado?
¿No tendría que preceder en el texto el “rendir cuentas” al “juicio”?
La respuesta es que nunca se emite juicio sobre la persona desde lo Alto. Sólo luego de que la propia persona emite su fallo sobre otro en circunstancias iguales, la Corte Celestial aplica el veredicto a su propia vida.
Es decir, primero viene el “juicio” que uno emite sobre el prójimo, y luego sigue la “cuenta”, que el Tribunal Celestial hace con uno.
La misma idea queda implícita en otro pasaje e este capítulo de Pirkei Avot: “y desde el Cielo se cobran del hombre con y sin su conocimiento”.
Cuando una persona expresa consciente su
opinión sobre el otro, inconscientemente está
emitiendo un juicio sobre sí mismo.
El trasfondo de este “juego” maquiavélico en
realidad nos brinda una imagen profunda sobre
lo especial del alma.
En toda la Creación nada es más noble y elevado
que la “chispa Divina” que se encuentra en
el alma del judío.
Esto está reflejado en el hecho que al hombre
le fue entregado el libre albedrío‐un potencial
compartido únicamente con el Creador mismo.
El libre albedrío da lugar al error y el pecado,
pero también confiere libertad absoluta para realizar
el bien sin condicionamiento interior alguno.
Esta facultad es infinitamente superior al
nivel de criaturas de Di‐s más espirituales, como
los ángeles, el Tribunal Celestial, etc, que están
condicionados en su espiritualidad a su carácter
y naturaleza, que no pueden superar.
Por eso, cuando el alma llega al Cielo para ser
juzgada, nadie puede juzgarla, aunque se trate
del ser más elevado y espiritual de las criaturas,
pues el alma pertenece a una dimensión superior
a la que no tienen acceso ni comprensión.
La única en la tierra y el cielo capaz de juzgar
al alma, es el alma misma.
De una alocución del Rebe, 10 de Shvat 5720, Beyond the letter of the law.