Beshalaj: el síndrome del faraón

La gente critica a los psicólogos y sus eufemismos, pero a menudo me pregunto si no sería bueno pedir prestado un poco de su precisión estratégica al tratar los asuntos de la Torá. 

Algunos aspectos importantes de la historia del Éxodo que podrían entenderse mejor si usásemos la terminología correcta. Tomemos el evento de la partición del Mar Rojo. Es fácil ser derogatorio acerca del Faraón cuando consideramos los hechos superficialmente. Él ve una nación entera siendo llevada por un pilar de fuego, sobre el suelo del mar en tierra seca, entre dos pilares de agua que están inmovilizados como paredes de piedra -incluso Indiana Jones lo habría pensado dos veces- y como un loco corre hacia adentro con todo su ejército. Y no es que no tuviera algún precedente del cual aprender.

Podríamos tentarnos en describir al Faraón en esta situación como que “algo le faltaba”, para ser cortés. 

El Faraón era, sin embargo, intelectualmente capaz. Sólo que sufría de un cuestionamiento al Monoteísmo. Para ser más específico, el Faraón pertenecía a un subconjunto de cuestionadores del monoteísmo que poseen una fijación con el orden natural percibido (“Ma’at” en el egipcio Antiguo. Similar al concepto budista de Kharma. En idioma moderno, “Física”). Cuando aparece un conflicto entre el orden natural y la realidad percibida (es decir, un milagro), el sujeto experimenta ansiedad. Considerando que esta ansiedad podría resol- verse fácilmente a través de la aceptación de una Fuerza Omnipotente y más allá de la naturaleza, nuestro sujeto prefiere ignorar la realidad obvia que se halla ante de sus ojos en favor del con- cepto del mundo del orden natural que ya ha in- tegrado previamente en su personalidad. Esto podría resultar finalmente, en el ahogarse bajo las olas del Mar Rojo.

Ahora que he proporcionado una visión más simpática de las dificultades personales del Faraón, se hace un tanto más fácil relacionarnos con él. Después de todo, hacemos lo mismo que él todo el tiempo. Por lo menos, yo lo hago. Se trata de la “Angustia”

La angustia es un estado desde el que ignoramos la realidad obvia y percibida, en favor de la pervertida, improbable visión de cómo imaginamos que debe ser el orden natural. Nos figuramos nuestra vida como un forcejeo entre nuestra propia competencia y las leyes de la física, comercio y aceptación social. Eso significa que tenemos mucho de qué preocuparnos.

La realidad obvia es que nuestra vida diaria está llena de milagros que vienen desde Arriba. Tenemos muy poco control sobre dónde terminamos y lo que tenemos que hacer ahí. La física no tiene mucho que decir. Podemos hacer lo mejor que podemos con cualquiera sea la cosa que se nos ha dado y tener confianza en el Director De Todo, que Él sabe lo que Él está haciendo.

Pero en cambio, nos preocupamos.

¿Por qué nos preocupamos?

Porque no percibimos los milagros. ¿Por qué no percibimos los milagros? Porque vemos la marcha del orden natural a nuestro alrededor, y si hay un orden natural, los milagros no pueden suceder, ¿verdad? ¡Después de todo, los milagros significan que las leyes de la naturaleza se han eliminado temporalmente, y que la vida se pone totalmente anómala.

Error. Ése es el Faraón otra vez. Quizás un poco más sutil, pero no obstante Faraón.

Monoteísmo significa que el orden natural no es un juego absoluto de reglas para jugar o para romper. 

Creer que hay Una Fuerza Infinita detrás de todas las cosas, significa reconocer que Él puede encontrarse haciendo Sus cosas en cualquier parte – de acuerdo a las reglas o no por las reglas. Nada lo detiene en conseguir su camino -ningún comité supervisor, ninguna junta de apelación, ningún accionista, ninguna suegra. Ni siquiera el Orden Natural.

¿La prognosis? Según los profetas, estamos muy preparados para esto. Como leemos en la Haftará en el último día de Pesaj: “Como en los días en que salimos de Egipto, te haré ver mi- lagros”. (ISAíAS 10:32)

Rabi Menajem Mendl de Lubavitch (el “Tzemaj Tzedek,” 1745-1826) explicó, “Como en los días cuando ustedes apuntaron al Mar Rojo que se abría y dijeron, ‘¡Éste es mi Di-s que hace esto! ‘ Como entonces, en estos tiempos, les permitiré ver más milagros maravillosos aún, de los que suceden diariamente en vuestras vidas.”

Podemos abrir nuestras mentes e intentar empezar ahora.

De Tzví Freeman

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