Siempre que comemos algo, conscientes de nuestro Creador y del propósito Divino, nuestro acto de comer actúa como una conexión con El. La energía que recibimos de ese alimento en sí se eleva a ese propósito superior.
Por otro lado, si solo comemos esa comida porque tenemos hambre, sin una intención interna, nosotros y la comida seguimos siendo solo una parte más de este mundo fragmentado. Así es como funciona con la comida kosher. Kosher significa “apto para su uso”. Este alimento es apto para comer porque puede elevarse mediante el tipo correcto de alimentación.
Por eso también se le llama mutar, que significa “desatado”. No está ligado a ser otra cosa material. A través de su alimentación adecuada, puede convertirse en una ofrenda Divina. Pero si es del tipo de comida que el Creador no quiere que comamos, entonces la naturaleza de esa comida es tal, que nunca se puede elevar al comer.
No importa lo que hagamos, permanece atrapada en este mundo y nos arrastra con ella. Por eso también se llama asur, que en hebreo significa “atado”. El alimento está atado a su existencia material y mundana y las mejores intenciones nunca pueden sacarla de allí. Algunos de estos animales reflejan esta negatividad espiritual en su naturaleza y comportamiento.
Así que Najmanides habla de los rasgos de carácter negativos imbuidos en la carne de especies no kosher. Además, en muchos casos, lo que no es saludable para el alma tampoco lo es para el cuerpo. Entonces, tenemos nutricionistas que confirman que una dieta kasher es más saludable. Buenos dividendos, pero no el factor subyacente.