Iosef es el prototipo del judío que ni el exilio, ni las persecuciones, ni las tentaciones pueden desarraigar de su fe milenaria. Aún desde su condición de esclavo se convirtió en gobernador de Egipto y usó sus cualidades para el bien de la humanidad, a fin de salvar el mundo del hambre. A pesar de la separación y el aislamiento, conservó todas sus características judías.
Iosef logró que sus hermanos trajeran a Biniamín a Egipto en contra de la resistencia inicial de Iaakov; después lo retuvo como rehén. Sus hermanos intercedieron por él y Iehudá incluso ofreció quedarse preso en lugar de Biniamín. En ese momento, Iosef reveló su identidad.
Biniamín era el hermano favorito de Iosef: eran hijos de la misma madre, Rajel, y además, Biniamín no había nacido cuando los demás hermanos vendieron a Iosef como esclavo.
El perdón es una virtud, pero con frecuencia la persona que perdona queda como la magnánima y la que es perdonada se siente humillada, y a veces, con sentimientos de culpa.
Iosef hubiera podido perdonar fácilmente a sus hermanos porque no les guardaba rencor, sin embargo, en vez de eso les proporcionó la oportunidad de reivindicarse, poniéndolos en la misma situación en la que podían repetir lo que habían hecho con él en el pasado, solo que esta vez era Biniamín quien ocupaba su lugar en el favoritismo de su padre, Iaakov.
La disposición de los hermanos a sacrificar su vida para devolverle a Biniamín a su padre indicó que éstos habían superado su envidia y que lograron eliminar el defecto de los celos. De este modo no sólo fueron perdonados, sino que podían estar orgullosos de su logro sin sentirse humillados.
Si Iosef hubiera avisado a su padre con anterioridad que estaba vivo, le habría negado a sus hermanos la oportunidad de resarcir el mal que habían hecho.
El poder de profecía de Iosef le permitió saber que los dos Templos serían construidos en la porción de tierra que correspondería a su hermano Biniamín y, además, que de él descendería Mordejai, quien se enfrentó al rey Ajashverosh en los eventos que muchos años después dieron lugar a la festividad de Purim.
La ley (halajá) sobre eglá arufá (persona asesinada en el campo, cuyo homicida no se conoce) fue la señal que Iosef le dio a sus hermanos para que Iaakov, su padre, tuviera certeza de que se trataba de él, ya que esa fue la última ley que Iaakov le enseñó a Iosef antes de separarse.
Iaakov no estaba seguro si debía ir o no a Egipto, pero Di-s se le apareció en sueños y le dijo que sí, que la Shejiná (Providencia Divina) los acompañaría en el exilio, que éste no duraría para siempre, que serían redimidos y que sus restos serían llevados y enterrados en Eretz Israel.
Iaakov viajó a Egipto con toda su familia, 70 personas en total, y fue recibido con grandes honores por toda la población. Cuando salieron de Egipto eran 600 mil.
Los judíos fueron ubicados en Goshen, que era una tierra fértil, apta para el pastoreo, y que le correspondía en propiedad a Bnei Israel, porque había sido regalada por el Faraón a Sara.
La hambruna cesó en el segundo año, cuando Iaakov bendijo al Faraón. Los años que Iaakov permaneció en Egipto fueron realmente de felicidad, pues la Providencia Divina estaba con él.