La política del Faraón de Egipto cambió luego de la muerte de los hijos de Iaakov: los judíos se fueron asimilando al medio ambiente egipcio, perdiendo el respeto por sí mismos y, a la vez, su identidad. La única tribu que no se asimiló, siguió circuncidando a sus hijos y no obedeció el decreto de trabajos forzados fue la tribu de Levi, que además permaneció en la región de Goshen, donde vivían los judíos en tiempos de Yosef.
Amram y Yojevet, ambos de la tribu de Levi, tuvieron tres hijos: Aharón, Miriam y Moshé.
Amram es uno de los cuatro tzadikim o justos que mueren sin haber pecado. Los otros tres
fueron: Biniamín, hijo de Iaakov; Yishai, padre de David y Kilav, hijo de David con Avigail.
Moshé, al igual que Iaakov y Iosef, nace circuncidado, característica ésta propia de los
tzadikim (hombres piadosos).
El nombre que recibe Moshé de sus padres es Yekutiel; sin embargo, en la Torá se le nombra como Moshé (nombre que le puso la hija del Faraón por sugerencia de Yojevet).
Después de que Moshé es dejado en el Nilo, cesa el edicto de matar a los recién nacidos judíos, por cuanto los astrólogos avisan al Faraón que el Redentor de Israel había sido echado al río.
Moshé se destacó por su alto sentido de justicia, su humildad y la empatía que tenía con su pueblo. Fue uno de los 48 profetas más notables y poseyó el nivel más alto de profecía, pues Di-s le habló “cara a cara”.
Di-s se le apareció por primera vez a Moisés, desde la zarza ardiente – arbusto que ardía y no se consumía por el fuego – para decirle que hablara con el Faraón, a fin de que dejara salir de Egipto al Pueblo Judío. Este arbusto no estaba ubicado en el Monte Sinaí.
La zarza ardiente nos enseña que la Presencia Divina está en todas partes, aún en las cosas más insignificantes, y además, que el Pueblo Judío no será nunca devorado por el fuego (enemigos), ni durante el exilio de Egipto, ni en los siguientes.
En Midian, Moisés se casa a los setenta y siete años de edad con Zipora, hija de Yitró y tiene con ella dos hijos: Guershon, cuyo nombre deriva de guer (extraño fui en tierras de idólatras) y Eliezer.
Di-s se le aparece a moshé y le dice que anuncie al Pueblo Judío su redención.
Di-s en esta ocasión se aparece con Su nombre trascendente, formado por las cuatro letras: yud, kei, vav, kei, indicando que la salida de Egipto es parte del Plan Divino general.
En el resto de la Parashá se describen las siete primeras plagas que mandó Di-s a Egipto para que el Faraón dejara salir a los judíos. Estas plagas fueron: sangre, ranas, piojos, bestias feroces, pestes, sarna, granizo. Las plagas invadieron todo el país, menos la región de Goshen.
Las tres primeras plagas fueron ejecutadas por Aharón y no por Moshé, ya que éste sentía especial gratitud por las aguas del Niño, que habían participado en su salvación. Ello nos demuestra la importancia de la gratitud como uno de los pilares de la sociedad: debemos conservarla no obstante el paso del tiempo y las circunstancias.
La primera plaga, “sangre”, estuvo dirigida contra una de las características reinantes en Egipto, que era la frialdad e indiferencias frente a Di-s, simbolizada por las frías aguas del río Nilo, que los egipcios adoraban como un dios.
El primer paso hacia la libertad fue atacar “las aguas del río”, la frialdad mortal, y convertirlas en “sangre”, que representa la calidez, la vitalidad y la santidad.
El mensaje para nuestros días es que debemos combatir la frialdad, la indiferencia y la apatía hacia nuestro judaísmo.