Parashá en síntesis: Devarim

Se comienza la lectura del quinto libro de la Torá que lleva el mismo nombre y que también es traducido como Deuteronomio. Generalmente se le denomina Mishné Torá (la representación de la Torá), porque en él Moshé repasa prácticamente toda la Torá con el pueblo antes de su muerte.

Se dirige a la generación que entraría a Eretz Israel y, por ello, repetidamente enfatiza el mandamiento contra la idolatría, para prevenir a los judíos de las prácticas de los pueblos que habitaban Canaán.

Cuando Moshé se dirigía a la generación que estuvo presente en Matán Torá (entrega de la Torá) en Sinaí, no utilizó nunca el término “creer”, si no los verbos “ver”, “oír” y “saber”; porque todos los acontecimientos fueron presenciados por ellos o sus padres y, por tanto, tenían conocimiento cierto de ellos. Como las generaciones sucesivas tendrían que basarse en el testimonio de sus antecesores, el libro Devarim ordena enfáticamente a cada padre transmitir a sus hijos los acontecimientos de Matán Torá. 

Estudiar el libro de Devarim es una manera excelente para reafirmar la fe (emuná, del hebreo emet “verdad”), porque hace referencia a los preceptos fundamentales de amor y temor a Di-s y nos impele a reconocer la grandeza de Di-s y su Torá.

En este libro se advierte sobre los futuros castigos por el olvido de la Torá, siendo uno de ellos la dispersión de los judíos a lo largo y ancho del mundo. Concluye prediciendo la redención final, para cerrar el ciclo iniciado con la creación del mundo.

Frente a todo el pueblo reunido en asamblea (para lo cual Di-s hizo el milagro de magnificar su voz), Moshé habló al pueblo, aludiendo a los eventos y experiencias negativas ocurridas durante la travesía en el desierto.

El nombramiento de los 70 jueces a los cuales se refiere Moshé nos enseña que Di-s no consideraba beneficioso el monopolio de liderazgo y, aún cuando ellos no podían equipararse en eminencia con Moshé, podrían desarrollar niveles de grandeza y distinciones, cada uno según su potencial.

Cada persona tiene la misión de descubrir la mejor forma en que puede utilizar sus talentos para servir a Di-s y el pueblo judío. A cada individuo se le dan ciertas habilidades, las cuales deben desarrollarse al máximo; el patrón de comparación no son otras personas, sino uno mismo, la posibilidad de desarrollar su propio potencial.

El Shabat que precede a Tishá Be´Av se llama Shabat Jazón por cuanto se lee como Haftará (porción del libro de los Profetas) la famosa visión (Jazón) de Yehayahu Ben Amos (Isaías).

Es la visión que muestra a cada judío, a gran distancia, el futuro Tercer Templo y señala como mensaje que así como esta Haftará es leída durante los nueve días de luto por la destrucción de los Templos, del mismo modo, del exilio (galut) que vive el Pueblo Judío en la actualidad vendrá la redención definitiva (Gueulá).

Esta es la tercera de tres Haftarot que se leen cada Shabat de “las tres semanas”, las cuales predicen los castigos sobre el Pueblo Judío. 

Las dos primeras son Divrei Yirmiyahu (Jeremías) y Shiimú (también de Jeremías, profeta que vivó en la época de la destrucción del Primer Templo).

La construcción y luto que caracterizan “las tres semanas” y, en especial, los nueve primeros días de Av, son interrumpidos en Shabat, porque ese día debe prevalecer la alegría. 

En el Shabat anterior a Tishá Be´Av debe incrementarse aún más la alegría, más de lo usual, para que no quede ninguna sombra de tristeza, pues se le compara con la época de la Redención por venir, que será definitiva, de perfección espiritual.

Desde el Shabat después de Tishá Be ´Av hasta el de antes de Rosh Hashaná siguen siete Haftarot con profecías de consuelo y salvación que tendrá el Pueblo Judío y que se conocen con el nombre de Shivá de Nejamatá (Siete de Consuelo).

Ley de condonación de deudas y pruzbul

Cuando es un año de Shemitá.

Está escrito en la Torá: (Devarim 15:1-3): 

“Al final de cada siete años deberás instituir un indulto. El indulto consistirá en lo siguiente: todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda) que le haya prestado a su prójimo. No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda) pues El proclama (en ese 7º año) una condonación (de deudas) en honor a Hashem. Podrás cobrarle a un no judío, pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba”

Escribió el Rambam (en Hiljot Shemitá y Iovel Cáp. 9).

Es un precepto obligatorio condonar (perdonar) las deudas en el 7º año, porque está escrito “todo acreedor remitirá su autoridad (respecto de la deuda)”, y el que reclama una deuda luego del 7º año, transgrede una prohibición de la Torá. Como está escrito: “No deberá presionar a su prójimo o a su hermano (el pago de la deuda)”.

Todas estas leyes se aplican también en la diáspora.

Pero quien entrega sus documentos a la Corte Rabínica y les dice: “cobren Uds. mi deuda”, ésta no se condona, porque está dicho: “pero deberás renunciar a cobrar la deuda que tu hermano te deba” la Torá especifica “a tu hermano” lo que excluye al tribunal Rabínico que es una institución. Y será entonces el Bet Din (tribunal) quien reclame la deuda.

Cuando Hilel el anciano (Sabio) vio que los judíos se abstenían de prestar los unos a los otros, y transgredían lo que está escrito en la Torá (Devarim 15:9): “Cuídate de que no haya en tu corazón algo negativo que diga: se acerca el 7º año, del indulto de deudas, y entonces mires con malicia a tu hermano menesteroso y no le prestes. El apelará ante Hashem contra ti, y será una transgresión en tu contra”. Estableció entonces el Pruzbul, para que no condonen las deudas y la gente no tema prestar.

Está escrito en el Shuljan Aruj Harav, leyes de préstamo 34, que no es requisito indispensable la entrega de los documentos al Tribunal sino que alcanza con declarar delante de ellos antes de la año de Shemitá: “He aquí que les entrego a Uds. mi deuda, que la cobraré cada vez que quiera”

¿Y cómo se realiza el acto del Pruzbul?

Solicita delante de tres hombres aptos para juzgar, que sean los jueces para realizar el Pruzbul:

Texto del Pruzbul:

“He aquí que les entrego todas las deudas que tengo a mi favor para (que ustedes me designen) cobrarlas cuando así yo lo desee”

Por el Rab. Iosef  Feigelstock

Costumbres para los 9 días de Av

Cuando comienza el mes de Av, hasta el día 9,  limitamos aún más nuestro regocijo al grado de evitar incluso cualquier situación que pueda llevar a alegrarnos. No plantamos árboles para dar sombra o para embellecer y dar aroma, ni emprendemos ningún proyecto de construcción o de refacción en la casa por mero lujo, como ser redecorar o pintar nuestros hogares. Sin embargo, si alguien no tiene dónde vivir, puede construir una casa durante este período.

En muchas comunidades es costumbre realizar un sium (culminación del estudio de un tratado talmúdico) cada día del mes de Av, desde Rosh Jodesh hasta Tishá beAv inclusive.

La fuente de esta costumbre surge de una interpretación original de la frase de nuestros Sabios: “Desde que ingresa [al mes de] Av, se disminuye la alegría”.

La interpretación es la siguiente: “Desde que ingresa Av, se disminuye” la tristeza del exilio diaspórico.

¿De qué manera se logra esto? Mediante “la alegría”. Y como la única alegría permitida es la que genera el estudio de la Torá (Los preceptos de Di-s son rectos, alegran el corazón — Salmos 19:9), se realiza un sium cada día. No obstante, no se comen alimentos cárneos tras éste, cómo suele hacerse en un sium en el resto del año.

*Está prohibido comprar, coser, y tejer prendas nuevas, incluso si la intención es estrenarlas luego de Tishá beAv.

Tampoco se puede comprar una prenda usada si es que ésta le agrada a la persona por su belleza. Sin embargo, debe observarse, estas restricciones atañen sólo a situaciones donde no se encuentra involucrada la realización de una mitzvá. Pero si el fin es el de cumplir una mitzvá —por ejemplo, comprar el ajuar para el novio y la novia, o construir una casa para ellos—, está permitido. Si existen razones para sospechar que después de Tishá beAv aumentarán los precios de las prendas, se puede comprar la ropa que se desee, pero no se ha de usarla hasta después de Tishá beAv.

*Desde Rosh Jodesh Av —y según la costumbre sefaradí, en la semana en que acaece Tishá beAv— no se debe lavar ropa, aunque no vaya a ser utilizada hasta después de Tishá beAv.

Sin embargo, si la persona tiene un único conjunto de ropa, puede lavarlo hasta comenzar la semana en la cual acaece Tishá beAv. Alguien que transpira mucho y necesita cambiar su camisa con suma frecuencia debe preparar de antemano —antes de Rosh Jodesh Av— varias camisas, y vestir por un rato cada una de ellas [o bien, usarlas en Shabat]. Sólo así podrá usarlas durante los “nueve días”.

*Además de la prohibición de cortarse el cabello, los adultos también tienen prohibido cortar el cabello de sus niños a partir del 17 de Tamuz, y lavar sus prendas desde Rosh Jodesh Av. Sin embargo, la ropa de niños pequeños puede ser lavada y planchada —incluso durante la semana en que acaece Tishá beAv—. De ser posible, no hay que lavar grandes cantidades de ropa ni hacerlo en forma pública.

*Está prohibido lucir zapatos nuevos a partir de Rosh Jodesh Av. Sin embargo, si fueron comprados especialmente para usar en Tishá beAv —por ejemplo, calzado confeccionado con lona o goma— pueden lucirse aunque sean nuevos. No obstante, es preferible estrenarlos en Iom Kipur y no en Tishá beAv.

*Desde Rosh Jodesh Av [según algunas opiniones, incluyendo ese día] hasta después de Tishá beAv, está prohibido comer carne y beber vino [a excepción de Shabat], pues durante este período se interrumpieron los sacrificios animales y las libaciones de vino en el Beit HaMikdash. Por costumbre esta prohibición se extendió para incluir también toda comida a base de carne. Sin embargo, está permitido comer alimentos parve que fueron preparados en un recipiente utilizado generalmente para preparar carne. La costumbre sefardí es observar todas estas restricciones sólo en la semana misma en que acaece Tishá beAv.

*Algunos son estrictos y se abstienen de beber el vino usado para el recitado de la Havdalá y el Birkat HaMazón. En su lugar, dan de beber el vino a un niño que aún no comprende el significado del duelo por Jerusalén, pero que ya es lo suficientemente grande como para ser entrenado en la práctica de mitzvot. Si no hay ningún niño presente, la persona misma que recita la Havdalá debe beber el vino, pero en el caso del Birkat HaMazón debe recitarlo sin vino.

*Desde Rosh Jodesh Av (según la costumbre sefardí, en la semana en que acaece Tishá beAv) no se puede lavar el cuerpo entero, aun con agua fría. Asimismo, está prohibido bañarse en una piscina, en un río, o en el mar. Sin embargo, si Rosh Jodesh Av acaece un viernes, la persona puede bañarse con agua caliente en honor a Shabat, siempre que ésta sea su costumbre cada viernes. La prohibición anterior se refiere específicamente al baño por placer. Aquel que debe bañarse por motivos de salud —por ejemplo, si los médicos le ordenaron bañarse cada día con agua caliente—, o un trabajador que se ensució como consecuencia de su trabajo, pueden bañarse durante este período.

Extraído de “Nosotros en el Tiempo” de editorial Kehot.

Mantené tu palabra

“Pero papá… VOS DIJISTE…”

“Sí, yo sé, pero ¡no sabía que la casa se quemaría ayer!”

“¡No me importa! VOS DIJISTE que me arreglarías la bicicleta ¡¡¡HOY!!!”

“Pero Susi, tu bicicleta ¡¡¡se DERRITIÓ con el fuego!!!”

“Pero vos DIJIIIIISTEEEE….”

¿Es Susi irracional? Tal vez. Pero el grado de desilusión de Susi y el inevitable berrinche consecuente sucedió mucho antes del incendio.

La expectativa para su desilusión es criada, no nacida. Y una vez que surge en la personalidad del niño, es como gasolina que se almacenó pobremente en un garaje atestado…le lleva poco tiempo encenderse. Y así como un incendio puede ser prevenido a través de pasos simples y prácticos, también puede suceder con escenas volátiles de frustración y culpa.

¿Cómo? Siguiendo una regla básica de oro: Mantené tu palabra.

Esto puede ser un consejo bastante obvio pero imposible, dado al curso cambiante de la realidad entre una promesa y su cumplimiento. Pero con siete niños he hecho miles de promesas. Y aún así, he encontrado posible mantener la regla de “cuida tu palabra” la mayoría del tiempo. He aquí algunas maneras que me han ayudado.

1) Mira el futuro

A pesar de que las desilusiones inevitablemente ocurran, es posible para los niños aceptarlas sin culpas ni enojo, manteniendo una mirada optimista y bien orientada que los ayudará mucho en alcanzar las metas de sus vidas, tanto en el futuro distante como en el cercano. Pero primero, nuestros hijos deben aprender a confiar en los padres y a creer que cuidar nuestras palabras es una preocupación vital para nosotros. Al hacer esto, podemos crear en nuestros hijos una expectativa que lo que nosotros prometemos, lo cumplimos.

2) Hacé tu propio compromiso

Primero, tenemos que hacer un compromiso, para nosotros mismos más que para nuestros hijos, de cuidar con nuestra palabra. Esto es una decisión moralmente correcta y práctica. Cuidar nuestra palabra con nuestros hijos es simplemente la mejor política.

Ningún niño quiere enojarse con sus padres. Amor y confianza son las tendencias naturales del niño. Quieren creer en nosotros. Precisan confiar en nosotros para sentirse seguros y a salvo. Cada cosa, depende de nosotros. Desconfianza y desilusión son criadas internamente, no congénitas. Las engendramos con nuestros “pequeños” actos de comportamiento inapropiado.

Cuando no puedes cumplir con la promesa de llevar a tu hijo al zoológico, por ejemplo, tu desilusión de no poder cumplir con tu palabra debería ser tan grande como la desilusión del niño de no poder ir al zoológico.

3) Mantené tu Palabra

Una vez que te has comprometido en cumplir con tu palabra, intenta cumplirla siempre que puedas, especialmente cuando es fácil. Ya habrán varias veces en las que no podrás hacerlo, o en las que te será difícil.

Si decís que leerás un cuento, entonces hacelo. Si deciís que irás a caminar, también hacelo. Si decís que arreglarás la bicicleta (y la casa no se incendió), hazlo.

Hay que acordarse de nuestro compromiso y visualizar estos surcos del carácter. Forzar el futuro entero de nuestro hijo a que aparezca en nuestra mente. Imaginar que todo su futuro está sostenido en el balance de nuestra elección. Decirnos a nosotros mismos: “Ya sea si cumplo mi palabra o no, en este momento es otra gota de agua que talla la ranura del futuro crecimiento y desarrollo de mi hijo”.

Puede ser una exageración. Pero las exageraciones siempre ayudan cuando probamos nuevos comportamientos en nosotros, especialmente cuando estos comportamientos compiten con nuestros propios deseos.

Mantener nuestra palabra a nuestro hijo en ese momento debe ser más importante que el resto de las cosas.

4) Llamate vos mismo  la atención

“Papá, anoche le leíste una historia a Dovid, ¡dijiste que hoy me leerías a mí una!” “Por supuesto que lo haré querida, si Papá dijo que lo haría, entonces lo va a hacer”

“Mamá, ¿puedo tomar un vaso de leche?” “Estoy en el teléfono querida, pero te lo daré apenas corte”. Si la mamá de Sara ha creado confianza, Sara va a creer en su mamá. No va a esperar una hora, pero probablemente tolere unos quince o veinte minutos.

Cuando cumplimos con nuestra palabra, nuestros hijos se relajan. Saben que les estamos diciendo la verdad y que haremos lo mejor. Tienen fe en nosotros. Y la fe permite relajarse, tener paciencia y auto controlarse.

Cuando esto sucede, nuestros hijos paran de intentar controlarnos y manipularnos con su enojo y berrinches. Ellos creen en lo que decimos, no solo para darles lo que quieren, sino porque cumplir con nuestra palabra es importante para nosotros, sus padres.

5) Si no puedes hacerlo cuando dijiste, hacelo después

En caso de que algo te prevenga de cumplir con tu palabra, busca la primera oportunidad para poder cumplir con la frustrada promesa. Y si queremos ser conocidos como el hombre o la mujer que cumple con su palabra, lo mejor sería no arruinarlo la próxima vez.

Pregúntate: ¿Realmente tendré tiempo el próximo jueves? ¿Podré encontrar a alguna niñera? Si llevo de compras a Jaim el próximo miércoles, ¿Qué haré con los otros niños?

Es importante prever los obstáculos, y no comprometerse con los niños cuando hay dificultades potenciales que puedan alterar la habilidad de realizar las promesas. ¿Estaré demasiado cansado? ¿Podré conseguir los boletos? ¿Realmente podré salir temprano del trabajo? ¿Precisará mi esposa el auto?

Le llevará tiempo a nuestros hijos desarrollar la fe en nosotros que queremos establecer. En los primeros pasos de la construcción de la confianza, podemos encontrarnos con algunas frustraciones cuando nuestros planes interfieren con las pequeñas sorpresas de la vida, y no podemos hacer lo que les hemos dicho a los niños que haríamos. Así que, se precisa de paciencia, mezclada con nuestro compromiso de construir aquellos surcos para el futuro.

Beneficios y Conclusiones

Cambiar las expectativas de nuestros hijos y la respuesta a su desilusión y cultivar el carácter de la confianza en ellos, son dos de los beneficios de cumplir con nuestra palabra. Pero si esa es nuestra motivación principal, entonces no va a funcionar, ni para nosotros ni para ellos.

Los niños son muy sensibles a nuestra autenticidad. Saben inmediatamente cuando nuestro comportamiento es una máscara que vestimos para su beneficio. Si la confianza y el cumplimiento de la palabra es importante sólo como un mecanismo para desarrollar ésta característica en ellos, entonces sabrán y se sentirán manipulados. Pero si la característica la valoramos realmente, y es muy importante para nosotros, entonces ellos también percibirán esto, y querrán ser como nosotros.

Seremos el espejo en lo que ellos verán su ser digno de confianza.

El ingrediente más importante para el éxito es la entrega del corazón,  el verdadero deseo y compromiso de ser una persona que cuida su palabra.

Siempre les estamos diciendo a nuestros hijos (y a nosotros mismos) cómo ellos (y nosotros) “deberíamos” ser: Más virtuosos, más honestos, más confiables, pacientes, y sensibles con los otros.

Pero debemos ser nosotros los que enseñemos y practiquemos los valores porque es la mejor manera para nosotros de ser.

Habrá muchos beneficios a este enfoque de “cumplir con tu palabra”. Habrá resultados rápidos y prácticos, como ser, evitar rabietas. Y habrán resultados agradables a largo plazo cuando veamos a nuestros hijos crecer, siendo pacientes, honestos y gente confiable. Nosotros no inculcamos estas características en nuestro hijo: Sólo Di-s puede hacerlo. Pero nuestro ejemplo les permite sacar adelante estas muy recomendables características de ellos mismos.

Por Jay Litvin

Shabat Jazón: destrucción y redención

Este Shabat se llama “Shabat Jazón” por el capítulo del Profeta que se lee como cierre de la lectura de la Torá -la Haftará- que comienza con las palabras “Jazón Ishaiahu”- la visión de Ishaiahu.

La misma trata sobre la profecía de la destrucción. Sin embargo, es conocido el dicho de Rabí Levi Itzjak de Berdichev, que el Shabat se llama Jazón, por la visión del Tercer Beit Hamikdash ,Sagrado Templo de Jerusalem, que se muestra –desde lejos- a cada judío. Resulta entonces, que la palabra Jazón -visión- alude tanto a la destrucción como a la redención.

Esta combinación entre el exilio y la redención se encuentra radicada en la misma esencia del exilio diaspórico. La historia del exilio comienza en el preciso instante en el cual el Altísimo selló un pacto eterno con Abraham, el Patriarca – el Pacto de Ben Habetarim. En ese momento Hashem le anuncia a Abraham: “has de saber que extranjera será tu simiente en tierra ajena, y los esclavizarán y harán sufrir”. Explican nuestros sabios Z”L, que en el pacto de Ben Habetarim se hace alusión a  todos los exilios por los cuales han de pasar los hijos de Israel hasta la Redención Final.

Y aquí surge la pregunta: ¿Cómo es posible que justamente en el momento en el cual el Altísimo sella un pacto de amor y unión eterna con Abraham, le anuncia sucesos tan duros, los cuatro exilios?

LA CUMBRE DEL AMOR 

Un interrogante similar se despierta a la luz de las palabras del Midrash de que cuando ingresaron nuestros enemigos al Santo Santuario (“Kodesh Hakodashim”),vieron a los Kerubim que están sobre el Arca Sagrado (el “Arón”) con su cara dirigida hacia el rostro de su compañero. Esta posición (“la cara hacia el rostro del compañero”) indica, de acuerdo al Talmud, un momento “cuando Israel hace la Voluntad del Omnipresente” (mientras que cuando “no hacen la Voluntad del Omnipresente” los Kerubim estaban en una posición opuesta).

Nuevamente nos preguntamos: el momento de la destrucción era, a simple vista, todo lo opuesto a un momento de aceptación y encuentro ¿por qué entonces estaban las caras de los Kerubim dirigidos uno hacia el otro?

En realidad esto expresa la composición del esquema de exilio y destrucción. No se trata simplemente de un enojo (de Di-s) hacia el pueblo judío y un castigo por sus pecados, sino que en el seno interior de pasar por el exilio y la destrucción se oculta un intenso y extraordinario amor de Di-s hacia Su pueblo. Las maravillosas promesas proféticas de la redención no pueden alcanzarse salvo a través de exilio, y todo el objetivo del exilio diaspórico es la redención. Por ello, precisamente en el mismo momento que se sella el pacto entre el Altísimo y Abraham, el Patriarca, Di-s le hace saber sobre el tema del exilio, que específicamente de su interior es que florecerá la extraordinaria luz de la redención, y en la destrucción se encuentra oculto el intenso amor de Hashem al pueblo de Israel.

MAESTRO Y ALUMNO 

El Jasidismo trae un ejemplo, para graficar cómo un suceso que se ve negativo puede contener en su interior un intenso amor. Se trata del maestro que está frente a su alumno, al que brinda atención y dedicación y le enseña una sabiduría profunda. Y de repente deja de enseñar, como que se hubiera desconectado totalmente del alumno. El alumno se siente abandonado y rechazado, y le parece que su maestro no quiere enseñarle más.

¿Pero qué pasó aquí realmente? En plena lección irrumpió en la mente del maestro un pensamiento novedoso y extraordinario, que puede brindar al alumno una comprensión verdaderamente más profunda del tema. Si el maestro se desentiende de esa inspiración y prosigue enseñando a su alumno- el pensamiento desaparecerá para no volver. Por eso, el maestro debe dirigir su atención de inmediato hacia la idea novedosa, concentrarse sólo en ella, para captarla en su totalidad, y para poder luego transmitirla al alumno. Se entiende que cuando retorne al alumno y le revele el nuevo pensamiento, también el alumno comprenderá que la desconexión sufrida fue para su propio bien, puesto que sólo gracias a ella adquirió un pensamiento novedoso y original.

LO BUENO DEL OCULTAMIENTO 

Ese es también el sentido interior de la destrucción y del exilio diaspórico: desde una perspectiva externa, ocurrieron entonces tragedias terribles, y hubo un tremendo ocultamiento a la Presencia Divina; pero siendo que el Altísimo es la bondad y benevolencia más absoluta, no es posible que de Él surja algo malo. Debemos decir que dentro de este ocultamiento se esconde una bondad extraordinaria y excelsa, en el seno del exilio se va tejiendo la redención, que consiste de una revelación Divina totalmente novedosa.

Cuanto más fuerte sean la oscuridad y el ocultamiento, esto mismo indica que el Altísimo está entonces “ocupado”, por así decirlo, en la preparación de una luz Divina más elevada, la luz que se revelará cuando sea la redención, (en sus aras, valía la pena soportar todo el sufrimiento del exilio y la destrucción).

EXPRESIÓN DE AMOR 

Esto explica por qué el ocultamiento Divino y la oscuridad espiritual se hacen más fuertes a medida que se extiende más el exilio diaspórico: puesto que cuanto más se prolonga el exilio se agranda e intensifica el bien oculto en la redención. Cuanto más grande sea la desconexión del “alumno”, mayor y más extraordinaria será la revelación de “luz”por parte del maestro cuando retorne a él.

La posición de los Kerubim en el momento de la destrucción hace palpable el sentido interior del asunto: No se trata sólo de un castigo y de un enojo, sino que hay aquí una expresión del poderoso amor de Di-s hacia Su pueblo, que está preparando por medio de la destrucción ocurrida, la luz de la verdadera y completa redención a manos del Mashíaj.

(LIKUTEI SIJOT TOMO 2. PAG.360)

En nuestras propias palabras

¿Por qué hablamos tanto? ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

No quiero decir hablar de cosas obvias como “La comida está allí” o “Viene hacia nosotros algo extraño, ¡corramos!” o “quiero un aumento”. Quiero decir la interminable explicación en la que nos involucramos; la perpetua conversación que nos sentimos obligados a “hacer”; los cuadrillones de palabras liberadas cada día de las pilas de libros, en los kilómetros de papel de diario, en las ondas radiofónicas y a través de alambres de cobre y fibra óptica. ¿Por qué esta necesidad de poner todo en palabras, como si nada existiese realmente, hasta que no se ajusta y encaja como un juego de sonidos emitidos humanamente?

Porque no hay nada que el ser humano más quiera–y necesite–que jugar a ser Di-s.

Di-s lo hizo: Él habló y la realidad cobró existencia. Dijo, “¡Haya luz!” y hubo luz. Dijo, “¡Que las aguas por debajo del cielo se junten en un área y que aparezca la tierra seca!” y se formaron océanos y continentes. Pero el hombre mira la creación de Di-s como algo todavía inconcluso, falto de definición. Entonces hablamos y hablamos y hablamos, categorizamos, cuantificamos y calificamos el mundo de Di-s en un esfuerzo para darle significado y propósito.

Hay diferencias, claro. Di-s es infinito y Todopoderoso; nosotros somos finitos y falibles. Di-s habló y la luz cobró existencia; nos han concedido el poder para hablar; esa luz hacia una más luminosa, más enfocada–pero así como somos, probablemente la hablaríamos hacia la oscuridad. Podemos verbalizar continentes como países y provincias de una comunidad mundial productiva–o podemos hablar de ellos en términos de animosidad y disputa.

Pero eso es el “socio en la creación” que Di-s quiso: un compañero que de la misma manera que arruina un negocio, también lo hace exitoso. Un socio libre, independiente, cuyas elecciones son totalmente propias–y por consiguiente propia su responsabilidad y sus logros. Porque Di-s quiso verdaderos socios en Su esfuerzo, no un manojo de empleados y mensajeros (Él ya tenía muchos de ellos cuando creó al hombre–se llaman “ángeles”).

Un verdadero compañero no sólo hace su parte en el funcionamiento y el desarrollo del negocio; también participa preparando la declaración de la misión, el modus operandi, las reglas y las regulaciones.

El libro de Devarim (“Palabras”), también llamado Mishné Torá (“Repetición de la Torá”, de ahí el anglo-latino Deuteronomio o “Segunda Ley”), consiste en un largo discurso de Moshé de 37 días, que comienza el 1 de Shevat y termina el 7 de Adar–día del fallecimiento de Moshé–del año 2488 de la creación (1273 antes de la Era Común).

En su discurso, Moshé recapitula los eventos más importantes y las leyes que se registran en los otros libros de la Torá. Moshé escribió esos libros también, pero allí él transcribió todo como lo recibió de Di-s, mientras que en el Deuteronomio él lo dice “en sus propias palabras”. (Así, un pasaje que en el Libro de Éxodo o Levítico inicia con “y Di-s le habló a Moshé diciendo”, en el Deuteronomio se expresa con “En ese momento, Di-s me dijo”.)

No obstante, el Libro del Deuteronomio pertenece a la “Torá Escrita”, en que no sólo el contenido sino también las palabras y las letras son de origen Divino. Nuestros Sabios explican que como Moshé había sometido su ego a la voluntad Divina “la presencia Divina hablaba de su garganta”, “las palabras de Moshé también son las propias palabras de Di-s”.

Como tal, el Libro del Deuteronomio actúa como un puente entre la Torá Escrita y la “Torá Oral”. La Torá Oral incluye el Talmud y los Midrashim, los comentarios y los códigos, el Zohar y la Cábala, y “todo lo que un digno estudiante expondría a su maestro”–todo lo que se ha producido en 33 siglos de estudio e interpretación de la Torá, de acuerdo con la tradición de Sinaica. En el Torá Oral que se genera en las mentes y voces menos perfectas que las de Moshé, el contenido es Divino, pero las palabras y las letras son humanas –propias del hombre. Al conceder Di-s no sólo un mandato para la boca humana de formar Su mundo, sino también de participar en la formulación de la Torá–las leyes, el modelo, el “código de la fuente” de la creación.

¿Por qué nosotros hablamos tanto? Porque para eso estamos aquí. Nuestras palabras–habladas o escritas, impresas o hechas de pixeles, destruyen o crean mundos.

Yanki Tauber

El actor de Saber

¿Puedo saber algo sin saber que lo sé? ¿Y si no sé que lo sé, qué diferencia hace si lo sé o no?

Freud generalmente se acredita el haber descubierto el inconsciente. Pero la idea de que hay cosas que sabemos aun cuando no sabemos que las sabemos, y sentimientos que sentimos aun cuando no sentimos que los sentimos–y que estos reinos inconscientes de sabiduría y sentimientos ejercen una influencia profunda en nuestras vidas–preceden al buen doctor vienés por muchos siglos.

En el Libro de Daniel, el gran príncipe Judío narra una visión profética: Y solo, yo, Daniel, vi la visión, pero la gente conmigo no la vio; con todo, un gran terror cayó sobre ellos, y huyeron a ocultarse. (Daniel 10:7). “Pero la gente conmigo no la vio”, dice el Talmud, “¿por qué estaban asustados”? Y responde el Talmud :”Porque aunque ellos no lo hayan visto, su mazal sí vio.”

¿Qué es este “mazal” nuestro que ve cosas que nosotros no vemos? Los maestros jasídicos explican que solo una pequeña porción –un simple “rayo” o “reflejo”– del propio alma se enviste en el cuerpo para volverse el ser consciente que siente y actúa. El alma misma permanece “por encima”. Sin embargo un constante flujo de vitalidad e iluminación del alma superna baja y va filtrando el alma corporal (el palabra mazal en hebreo significa “la fuente del filtrado”), imbuyéndolo con las cualidades trascendentales de la fe, el instinto y conocimiento suprarracional.

La existencia de tal conocimiento inconsciente–o más bien, supra-consciente–se nota extensivamente a lo largo de la Torá. Incluso tiene repercusión legal en la ley Torácica. Un ejemplo prominente es una cláusula en las leyes de divorcio: para un escrito de divorcio (guet) para que sea válido, debe concederse de buena gana. Sin embargo, si la halajá dicta que debe concederse un divorcio, el bet din (el tribunal rabínico) tiene el derecho de forzar al marido para que lo de; en las palabras del Talmud, “se lo golpea hasta que diga ”yo lo deseo”. Maimónides explica: “En verdad, (cada judío) desea ser de Israel, y desea observar todos los preceptos y evitar todas las transgresiones de la Torá. Sólo que su mala inclinación lo ha dominado. Así que, si se lo golpea hasta que su mala inclinación se debilite, y diga ”Lo deseo”, él se ha divorciado de buena gana… no se lo considera ”forzado” –al contrario, es su inclinación al mal que lo ha forzado, contra su verdadera voluntad, en primer lugar.”


Imagínese el siguiente escenario: Hacés algo feo a un amigo o un ser querido. Después te disculpás: “Lo siento mucho, honestamente no sé lo que me pasó. ¡Me conocés, yo no soy así! Realmente ayer no fui yo…”. Su amigo lo mira con simpatía, como diciendo “lo que decís tiene sentido”.

¿Qué quiere decir que “vos” no eras “vos”? Significa lo que todos verdaderamente sabemos, porque sabemos esto sobre nosotros: hay un yo real, y un yo irreal. El yo irreal puede actuar cruelmente o de manera estúpida, o ambas; el yo real nunca haría algo para herir a un amigo o ser querido, o a nadie.

Así que, ¿por qué mostramos a menudo al mundo un yo irreal? Hay, claro, muchos factores que conspiran para anular la bondad del corazón de nuestras almas. Pero quizás la causa principal es que simplemente nos adaptamos a la manera que los demás nos perciben, que a la vez es un espejo de la manera en que nosotros los percibimos a ellos. Así que terminamos viendo alrededor todo distorsionado, percepciones irreales de nosotros, y protegiéndose de todos esos monstruos aterradores que se acercan furtivamente a nuestro mundo con un monstruoso traje como el nuestro.

Imaginá si de repente todos los demás lo vieran cómo realmente sos, cómo vos te  ves a vos mismo. Y mirara a los demás y los viera como ellos se ven a sí mismos. Nuestro mundo sería un lugar muy diferente, ¿verdad?.

Esto explica uno de los más básicos –pero también uno de los más asombrosos– principios de la fe judía. Uno de los trece “principios” del Judaísmo es la creencia en la venida de Mashiaj, y que el judío “anticipa su venida, todos los días”. Para creer que vendrá un día cuando “no habrá más hambre o guerra, celos o rivalidad. La bondad será abundante, y todos los placeres disponibles como el aire. Y todo el mundo se llenará con el conocimiento de Di-s”, es realmente asombroso. Aún más es esperar que esto realmente suceda todos los días–incluyendo hoy, cuando el mundo que vemos por la ventana parece significativamente alejado de este ideal.

Pero si lo pensamos, realmente no es tan asombroso. Se reduce a esto: ¿Si creés en tu propia bondad esencial, es lógico pensar que el tipo de enfrente crea en la suya propia también, ¿no? ¿Y si lo que le está impidiendo ser tu verdadera esencia es el hecho de que el tipo de enfrente no ve el verdadero vos, es razonable pensar que lo mismo es cierto para él, ¿no?

En otras palabras, lo que está equivocado en nuestro mundo no es una cuestión sustancial, sino una cuestión de percepción: el hecho de que nosotros no estamos viendo las cosas de la manera en que realmente son. Como en un mal sueño donde todo está equivocado, en lo profundo sabemos que es simplemente una ilusión. No importa cuán feo y aterrador sea el sueño, no importa cuán distorsionada es la percepción de la realidad, nunca es “poco realista” esperar reemplazarla por un mundo sano y hermoso. Al contrario: es el sueño el que es irreal, y lo más realista es esperar reemplazar su distorsionada perspectiva, a través del solo acto de despertarse con una visión no distorsionada del mundo real.

El Shabat antes del 9 de Av se designa en el calendario judío como Shabat Jazón, el “Shabat de la Visión” -el día que lamentamos la destrucción de los dos Templos Santos -leemos una sección especial de los profetas (Isaías 1:1-27) que describe las causas de la destrucción y las maneras de rectificarlas. La lectura comienza con las palabras Jazón Ieshaiahu, “La visión de Ieshaiahu…”; de ahí el nombre, Shabat Jazón.

El gran maestro jasídico Rabí Levi Itzjak de Barditchev reveló un significado más profundo del nombre “Shabat de la Visión”: en este día, dijo Rabí Levi Itzjak, se concede a todos y cada uno de nosotros una visión del Tercer Templo que descenderá del cielo en el momento de la Redención.

El Rebe de Lubavitch a menudo citaba esta enseñanza de Rabí Levi Itzjak, y pregunta: ¿cuál es el punto de concedernos esta visión de la redención mesiánica, si no podemos verla realmente?

Podemos verla, enseñaba el Rebe. La redención mesiánica es nuestra propia y verdadera esencia revelándose, la realidad de la creación como realmente es. Y verla requiere de sólo una simple acción simple–una acción que tomamos claramente todos los días, los trescientos sesenta y cinco días al año.

Para ver la realidad, sólo necesitamos abrir nuestros ojos.

Yanki Tauber

Las 3 semanas de duelo.

Determinación para reconstruir.

Además de las reglas y restricciones “técnicas” durante este período de 3 semanas, dedicamos más tiempo a contemplar el estado menos que perfecto en el que se encuentra el mundo ahora y lo que podemos hacer para mejorarlo aumentando las obras de bondad.

El Rebe instó a que las Tres Semanas deberían ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y de dar caridad, de acuerdo con el versículo “Tzión será redimida por la ley, y sus repatriados por la caridad”.

Particularmente, el Rebe solicitó una y otra vez el estudio de aquellas porciones de la Torá que tratan sobre la construcción del Templo Sagrado.

Las Tres Semanas deben ser un tiempo de mayor estudio de la Torá y actos caritativos.

¿Por qué estas leyes? El Rebe basó su pedido en un diálogo, citado en el Midrash, que ocurrió después de que Di‐s le dijo al Profeta Ezequiel que instruyera al pueblo judío entonces exiliado sobre las medidas y el diseño de tercer Templo Sagrado:

“Señor del mundo”, respondió Ezequiel,

“¿por qué me dices que vaya y le diga a Israel la forma de la Casa; ahora están en el exilio en la tierra de nuestros enemigos, ¿hay algo que puedan hacer al respecto? será hasta que regresen del destierro, entonces iré y les in‐ formaré”.

Di‐s respondió: “¿Debería ignorarse la construcción de Mi Casa porque Mis hijos están en el exilio?

El estudio del diseño del Templo Sagrado como se detalla en la Torá puede equipararse a su construcción real. Ve y diles que estudien la forma del Templo Sagrado.

Como recompensa por su estudio y su ocupación con él, lo consideraré como si realmente construyeron el Templo Sagrado”.

¡Es nuestra generación en particular, que se encuentra en el umbral de la Redención, la que debe estudiar estas leyes
con la conciencia de que estas leyes serán muy prácticas en el futuro inminente.

¿Por que se come pescado en Shabat?

1. Triple bendición Rabí  Tzvi  Elimelej  de  Dinov,  conocido como  Bnei  Isasjar,  explica  que  durante  los seis  días  de  la  creación, 

Di-s  bendijo  tres cosas a medida que fueron creadas:

El  jueves  bendijo  a  los  peces:  “Di-s  los bendijo, diciendo: ‘Sean fructíferos y multiplíquense, y llenen las aguas de los mares… ’” 

El viernes bendijo a la humanidad: “Di-s los bendijo (Adám y Java). Di-s les dijo: “¡Sean fructíferos  y  multiplíquense  y  llenen  la  tierra!” 

El Shabat, “Di-s bendijo el séptimo día y lo declaró santo… ”

“Un cordón de tres hilos no se romperá rápidamente”, dice la Escritura. Por lo tanto, combinamos los tres: el hombre come pescado en Shabat y, por lo tanto, es bendecido con la triple bendición sacerdotal.

2. El número siete En Shabat, el séptimo y último día de la semana, comemos alimentos asociados con el número siete. La palabra hebrea para pescado es dag (dalet y guimel), que tiene el valor numérico de siete.

3. Sin párpados, los peces no tienen párpados. Como resultado, sus ojos siempre están abiertos. Comemos pescado en Shabat, en alusión a la noción de que los “ojos” de Dis siempre están abiertos, cuidándonos con amor y compasión.

4. Más refinado Durante el Gran Diluvio en los días de Noaj, los animales terrestres también fueron castigados, ya que se habían corrompido y se estaban apareando con animales que no eran de su especie. Los peces, pudieron sobrevivir en el  agua,  ya  que  no  se  había  corrompido.  En  Shabat,  cuando  celebramos  el  día  de  la  semana más espiritualmente elevado, es lógico que  lo  hagamos  con  la  más  espiritualmente  elevada de las creaciones.

Los tesoros del Beit Hamikdash

Hoy podemos preguntarnos: ¿qué sucedió con todos los elementos sagrados realizados con materiales como el oro y piedras preciosas? En el libro Elef Dor (recopilado por Ierujam Horowitz), que es un compendio de datos extraídos de la Biblia, los exégetas, la Mishná, el
Talmud, midrashim, respuestas de los
Rishonim y Ajaronim, etc, hallamos interesantes respuestas a esta pregunta y otros datos quizás desconocidos. “no existe número para cuantificar el oro y la plata y tesoros que sustrajeron los romanos de Jerusalém. El historiador Iosef Ben Matitiahu (Flavio Josefo) relata que
tan grande era la cantidad de oro hallada por los soldados en la ciudad y el Templo, que esto provocó un marcado descenso del precio del oro en la zona, hasta la mitad de su costo habitual.

La vid de oro gigante realizada por Herodes que Iosef describe, también fue llevada a Roma: “Era de oro puro. Estaba colocada sobre una de las columnas y pesaba 1000 piezas de oro. Había sido realizada por orfebres profesionales. Las hojas estaban hechas en oro
verdoso y los frutos llevaban incrustadas piedras preciosas. Era una pieza increíble que deleitaba a todo aquel que la observaba…” Uno de los cohanim, amenazado de muerte, descubrió ante los romanos depósitos de lana turquesa, roja, hilos de lino y enormes cantidades
de fragancias costosas que se usaban para el Incienso. Además, entregó a Tito dos Menorot (Candelabros) de oro, similares en tamaño al Candelabro del Beit Hamikdash. También mesas, tenedores y fuentes de mucho peso realizadas en oro puro. Hallaron el lugar
secreto donde se guardaban las vestimentas del Sumo Sacerdote y numerosas piedras preciosas.

Otra fuente de suministro de oro para los romanos fueron los propios habitantes de Jerusalém. Muchos de los utensilios importantes fueron llevados por los soldados y bastante tiempo después podían verse entre los tesoros de Roma: el Tzitz- Placa de oro para el turbante del
Sumo Sacerdote, un Candelabro de Oro, el Parojet- cortina Divisoria entre el Kodesh- Santo- y el Kodesh HaKodashimSanto de Santos.

Incluso el famoso trono de oro del rey Shlomó (o sus partes).
Rabí Itzjak Abarbanel testifica: “También fueron sustraídas piedras preciosas de Ierushalaim. Y muchas de ellas se hallan aún en Roma y la ciudad de Pisa y otras localidades”. Cuando Tito llegó a Roma, se organizó en su honor una marcha de victoria. Iosef Ben Matitiahu la
relata en detalle (La guerra de los judíostomo VII). Entre otros datos describe:
“De entre todos los tesoros del botín, sobresalían los utensilios que fueron llevados del Beit HaMikdash de Ierushalaim. La pesada mesa de oro puro, la gran Menorá – Candelabro de oro. Y como trofeo, desfiló un Sefer Torá (Rollo de Torá) de los judíos*…”
*en varios lugares nuestros Sabios recuerdan que el Sefer torá que fue llevado prisionero a roma era aparentemente de la época de los primeros Profetas o de Ezrá Hasofer.