Difíciles batallas

La Parashá que leemos esta semana comienza con la recompensa que recibió Pinjas por su acto de valentía, imponiendo castigos a Zimri ben Salu, quién estaba contra Moisés, y cohabitaba con una mujer Midianita. Zimri era jefe de la Tribu de Shimon, quienes eran fieles a su líder. 

El acto de Pinjas fue peligroso. El Talmud habla de los milagros que ocurrieron ese día, los cuales le permitieron a Pinjas salir ileso de la carpa de Zimri.

El acto de Pinjas no fue muy racional. Sus posibilidades de éxito eran mínimas, pero estaba siguiendo el ejemplo del primer Judío. 

Abraham era un hombre joven en Ur, viviendo en una sociedad pagana, cuando comenzó a predicar una filosofía de monoteísmo. Nimrod no estaba contento con lo que Abraham estaba creando. De hecho, fue llamado el “Ivri”, que significa “del otro lado”, porque todo el mundo estaba de un lado, mientras que él, junto con sus creencias monoteístas, estaban del otro. Pero Abraham no se inmutó, porque sabía que lo que estaba haciendo era lo correcto.

Las historia de Abraham y Pinjas, se han repetido como un disco rayado a través de nuestra difícil y gloriosa historia. 

Nuestra nación no existiría ahora si no fuera por todos los actos heroicos realizados por valientes individuos y grupos. Dos ejemplos: La festividad de Januca, celebra la valentía de un pequeño grupo de personas que se rehusaron a ser parte de la contaminación espiritual del Helenismo, y pelearon contra un ejército Griego, que era mucho más grande y fuerte que el de ellos. 

Esta Parashá, siempre se lee cerca del 12 de Tamuz, el día en el que los Jasidim de Jabad celebran la milagrosa liberación de Rabi Iosef Itzjak Schneerson, el sexto Rebe de Jabad, de la prisión comunista en 1927. En un momento en donde enseñar Torá significaba la muerte o trabajo forzoso en Siberia, el Rebe no se desesperó. Él desafió el régimen Soviético, y animó a sus seguidores a que hicieran lo mismo. Estableció Yeshivot subterráneas, Mikves, etc, y él personalmente arregló los temas financieros para toda esta red subterránea.

El resultado final de estas historias es la victoria. Millones de descendientes aún siguen el camino que Abraham abrió. (En realidad, su legado incluye no sólo a los Judios, sino también a la mayor parte de la población del mundo que siguen las religiones que son ostensiblemente monoteístas, y todos ellos tienen sus raíces en Abraham). 

Pinjas fue recompensado por su acto, y hasta el día de hoy sus descendientes Sirven como Cohanim (Sacerdotes), quienes bendicen al pueblo Judío y retomarán sus Servicios en el Templo Sagrado cuando llegue el Mashiaj. Los Griegos fueron desterrados de la Tierra Santa, el judaísmo siguió floreciendo, y se nos ha dado unos días extra cada año para celebrar, comer, casarse… La educación judía siguió detrás de la Cortina de Hierro hasta el día que cayó. Ellos se han ido, y la Torá aún está aquí.

Incluso cuando las probabilidades están en nuestra contra, debemos pelear por lo que es correcto. Debemos hacer lo que nos corresponde a nosotros, y Di-s se encargará del resto.

Por: Naftali Silberberg

Parashá en síntesis: Jukat- Balak

Las 613 Mitzvot de la Torá se subdividen en tres categorías, a saber: Edut (Testimonios), preceptos relacionado con eventos históricos de nuestro pueblo o con aspectos de nuestras creencias; en éstas figuran el Shabat como testimonio de la Creación del mundo y de la salida de Egipto, la celebración de fiestas como Sucot, Pesaj, Shavuot, las Mitzvot de Tzitzit y Tefilín, que demuestran la fe en Di-s. Mishpatim (Leyes), preceptos que tienden a preservar el orden civilizado de la sociedad, como “no matar”, “no robar”, “honrar a los padres”. Y jukim (Decretos), aquellas leyes divinas cuya explicación no está al alcance de la inteligencia y comprensión humana.

El origen Divino de estas categorías de Mitzvot es lo que determina la necesidad de su cumplimiento; el judío cumple los preceptos porque son expresiones de la voluntad divina, no porque le parezcan lógicos o razonables. Al hacerlo, se refina y eleva la espiritualidad del mundo, reafirmando su vínculo de trascendencia.

Aún cuando coincidan con las leyes civiles del país, los Mishpatim son de naturaleza distinta: la ley es establecida por el hombre, a diferencia de aquello que emana de las palabras “Yo soy Di-s, el único Di-s… No matarás “.

Los Testimonios (Edut) no hubiesen sido conocidos por el hombre si Di-s no los hubiera revelado, aún cuando sean racionalmente comprensibles. Los Jukim son evidencia de la existencia de Di-s como un Ser Supremo con una lógica que va más allá de lo que la mente humana puede comprender.

Existen diferentes ejemplos de Jukím: Kashrut, Mikve. Pero la Torá establece explícitamente cuatro de ellos como tal: Yibum, la mitzvá que hace el cuñado al casarse con la viuda de su hermano que no haya tenido hijos; Shatnez, la prohibición de usar una prenda de vestir que tenga en su tejido mezcla de lana con lino; Zair LaAzazel, el carnero que se mataba como parte del servicio de Yom Kipur y que se servía para expiar la culpa del pueblo judío; Pará Adumá, la vaca roja mencionada en el presente Parashá.

Se sacrificaba una vaca roja y sus cenizas se mezclaban con agua, para purificar a la persona que hubiera tenido contacto con un muerto. A la vez, quien hacía este proceso se contaminaba. Está Mitzvá (carente de lógica para nosotros) demuestra la total aceptación de la Voluntad Divina como antítesis de la idolatría. La única persona a quien se hizo comprender esta Mitzvá fue Moshé, porque no participó ni activa ni pasivamente en el pecado de idolatría del becerro de oro.

El rey Salomón, considerado el más sabio de los hombres, declaró que a pesar de sus esfuerzos y estudios, la Mitzvá de Pará Adumá estaba fuera del alcance de su comprensión.

Hasta el día de hoy se han quemado nueve Vacas Rojas: la primera por Elazar, hijo de Aharón, bajo la supervisión directa de Moshé; otra, en tiempos de Ezra; la tercera y cuarta bajo la guía de Shimón Hatzadik; dos más en tiempo de Yojanán, El Gran Sacerdote. Desde la destrucción del Segundo Templo fueron sacrificadas tres vacas más. La décima y última será preparada por Mashiaj.

Después de Matán Torá, Di-s elevó los judíos por encima del poder del “Ángel de la Muerte”. Al no estar sujetos a la muerte – como antes del pecado de Adam-, la impureza desapareció. Di-s designó a la vaca – madre del becerro – para purificar la impureza causada por su cría.

El “Ángel de la Muerte” no pudo ejercer su poder sobre seis justos (Tzadikim), quienes murieron al partir su alma por el llamado “Beso Divino” (mitat neshika). Ellos fueron: Abraham, Itzjak, Iaacov, Moshé, Aharón y Miriam, quien murió el 10 de Nisán del cuadragésimo año en el desierto, a la edad de 123 años. Aharón, su hermano, murió a la misma edad, el 1º de Av del año 2487.

La “fuente de Miriam”, de la cual los judíos tomaban agua durante su estadía en el desierto, desapareció temporalmente con su muerte, para que se dieran cuenta de que existía por su mérito. Lo mismo sucedió con las Nubes de Gloria que acompañaban a Israel por el mérito de Aharón y, tras una desaparición temporal, fueron restituidas por el mérito de Moshé.


Después de la victoria contra Sijón, el amorita, y Og, rey de Bashan, sobrevivientes de los gigantes que existieron antes de la época del diluvio, los demás pueblos por donde tenían que pasar los judíos sentían un gran temor. 

En Moab se designó un nuevo rey, llamado Balak, quien usó los servicios de Bilam para que, con los poderes que tenía, maldijera al Pueblo Judío. De acuerdo con la Guemará, Bilam era hijo de Laván y creyó la calumnia de que Iaacov le había robado a su padre sus posesiones. De allí, el odio que le profesaba a todos sus descendientes. 

En Egipto, como consejero del Faraón, fue quien propuso que los varones judíos recién nacidos fueron echados al río Nilo. Sentía además especial animadversión por Moshé,

porque se consideraba su igual en sabiduría. Bilam, a diferencia de Balak, ocultaba su odio hacia los judíos bajo su poder de profeta. 

Bilam imploró a Di-s que le permitiera maldecir a los judíos, pero mientras formulaba la maldición en su mente y su corazón, Di-s cambiaba su intención y le hacía pronunciar lo contrario de lo que estaba pensando; por ello, de cada bendición podemos deducir la maldición respectiva. 

Severidad amorosa: disciplinar con amor

Criar un hijo es como cuidar de un jardín. Tienes que arrancar las malezas para impedir que lo malo obstruya lo bueno. Pero debes cuidarte de no aplastar en el proceso el espíritu emergente del niño. La meta de la disciplina es que tu hijo logre el autodominio. No puedes ayudarle a hacer esto a no ser que tú misma ejerzas el control. Y no puedes ejercer el control si tienes una mentalidad de venganza caracterizada por la muy conocida creencia infantil: «Si alguien me hace daño tengo derecho a hacerle lo mismo». Nuestra Tora prohibe la venganza (Vaikrá 17:18), excepto, claro está, al lidiar con un enemigo del pueblo judío, ¡una categoría que desde luego no incluye a nuestros hijos! No obstante, puesto que nos pasamos muchos años de la infancia pensando así, lleva un esfuerzo muy consciente librarnos de este concepto, y recordar que aun si nos sentimos heridos por lo que hacen o dicen nuestros hijos, aquello no significa que debamos hacerles lo mismo.

EN PRIMER LUGAR, TEN LA ACTITUD APROPIADA

Librarte de la mentalidad vengativa no significa que no disciplines a tus hijos. ¡Debes hacerlo! No obstante, puedes disciplinar sin ser hostil. Un modo de hacerlo es tener presente el pensamiento: «¿Qué quiero enseñarle a este niño en este preciso momento?». «¿Qué midot quiero que aprenda?». O «¿Cuál es el mejor modo de ayudarle a cambiar sus patrones de hábito presentes?». Debes aun así contener a un niño que esté fuera de control y reprender a un niño lo suficientemente grande para entender. Pero ya no lo harás con furia y odio si tu única intención es enseñarle las habilidades y conciencia que le han estado faltando.

Otra actitud esencial que adoptar a fin de liberarte de todo deseo de hacerle daño a tu hijo es pensar: «Está haciendo lo mejor que puede con las herramientas que tiene en este momento». Repite esta frase por lo bajo una y otra vez, aun si no la crees. Dila para tus adentros mil veces al día hasta que se vuelva un hábito automático dar a tu hijo el beneficio de la duda. Si te sientes violenta, continúa diciendo las palabras una y otra vez para no ceder ante una conducta destructiva. Entonces, aun si tu reprimenda o castigo le causa dolor, el hecho de que actúes con un corazón amoroso maximizará la posibilidad de cambios positivos en el niño en lugar de infundirle un deseo de venganza contra ti.

Lo cierto es que los niños a menudo no tienen las herramientas para lidiar con los impulsos que los abruman cuando están cansados, hambrientos, celosos, ansiosos, tristes, airados, con miedo o aun aburridos. No son malos, pero tienen algunos hábitos malos. Lo creas o no en el momento, dite para tus adentros que si tu hijo hizo algo para causarte dolor, no fue su intención original. Incluso si así fuera esto no justifica hundirse a su nivel y hacerle lo mismo. Cuando dejes de tratar de hacerles daño a tus hijos por hacerte ellos lo mismo, te encontrarás con que te volverás la estricta, pero amorosa, disciplinaria que todo padre debe ser.

No subestimes el poder de las palabras en la educación de tus hijos. No creas que debes explotar con violencia para transmitir tu mensaje, pues el único mensaje que es probable que transmitas sea que explotar está bien.

Quieres que tu hijo sea ético y se controle, pero sensible a los sentimientos de los que lo rodean. Si quieres hijos receptivos y amorosos tienes que disciplinar de una manera responsable y amorosa. El momento para disciplinar no es cuando te sientes furiosa y agresivamente hostil. Es entonces cuando eres propensa a actuar impulsiva e irracionalmente.

No tengas para tus hijos estándares más estrictos de los que tienes para ti misma u otros adultos. Piensa cómo te sentirías si perdieras las llaves, derramaras algo en tu ropa o te olvidaras de ir al banco. ¿Te gustaría que te gritaran, que te dijeran lo tonta que eres, te abofetearan y te dijeran que mereces sufrir? ¿Cómo te sentirías si te invitaran a una comida y no te gustara lo que sirvieran, pero el anfitrión te dijera que tendrías que obligarte a terminar todo tu plato aun si te diera náuseas? ¿Cómo te sentirías si derramaras algo y la anfitriona te avergonzara delante de todos? ¿Cómo se sentiría tener que pedir la autorización de alguien por cada cosa pequeña, y luego tener que esperar en un suspenso agonizante mientras la persona se tomara su dulce tiempo, ignorando por completo la urgencia de tus necesidades?

Cuando cometes una falta, pierdes algo, te sientes mal, o cometes un error de juicio, quieres perdón y empatia. Si mereces una reprimenda, quieres que se haga con tacto y en privado. No quieres a alguien que te llame la atención de tus defectos noche y día. Odias que te reprendan y critiquen. Odias que te recuerden tus errores.

Pero el niño es aún más sensible que el adulto. No tiene la sabiduría ni el entendimiento del adulto. Cuando está angustiado tiene muchas menos elecciones de acción. Suele olvidarse de las reglas. Cuando se siente aburrido e infeliz no sabe qué hacer consigo mismo. Cuando pierde algo quiere que le ayudes a encontrarlo, no que lo regañes por haberlo perdido. Si tiene tendencia al despiste y la desorganización, necesita instrucciones útiles y práctica en cómo ser más organizado. Que lo envíen a la cama sin cenar o que le den una fuerte palmada no le ayuda a aprender ninguna habilidad ni a desarrollar una mayor conciencia de las necesidades de los demás.

La mayor prueba de lo bien que hayas integrado los ideales de la Tora no es cómo actúas cuando todo está bien sino cómo reaccionas bajo el estrés. Es entonces cuando es más importante actuar con otros como te gustaría que lo hicieran contigo. Piensa en cómo te gustaría que te trataran los demás, cuánto quieres que tengan una actitud de perdón y comprensión, hablen con respeto y desde luego no sean punitivos ni indiferentes cuando estés angustiada.

Hace falta una fuerza interior enorme para no verse arrastrada a la negatividad cuando el niño no se comporta, se halla de mal humor o no está a la altura de tus expectativas. Pero es precisamente ahí cuando haces los mayores progresos espirituales porque es entonces cuando tienes la oportunidad de practicar y manifestar el amor incondicional.

Extraído de Criar Hijos – Editorial Bnei Sholem

Guimel Tamuz

Recuerdo haber escuchado la noticia, el domingo por la mañana (horario en Israel), y correr hacia el aeropuerto. Había llegado al cementerio horas después del funeral.

Nosotros (mi señora, mi hija de 20 meses y yo) habíamos traído nuestra ropa en una mochila, ya que teníamos pensado regresar a Tel Aviv esa misma noche. Nos quedamos siete días, de los cuales la mayoría de ellos los pasé en la oficina en 770, Eastern Parkway trabajando en un número de “Week in Review”, un resumen semanal de las enseñanzas del Rebe que editaba en ese momento. Recuerdo haber observado con asombro lo que estaba sucediendo, y lo que no, en la comunidad de Jabad-Lubavitch.

Casi todo lo imaginable estaba sucediendo, a excepción de lo previsible y natural que todo el mundo esperaba que ocurriera.

 Había conmoción e incredulidad, dolor y agonía. Habían desacuerdos y muchas respuestas sin responder.

Pero no había desesperación, ni tampoco parálisis. Cada uno de los emisarios del Rebe, discípulos y seguidores se preguntaban a sí mismos: “¿Qué debería estar haciendo?” y lo hacían.

 Recuerdo haber pensado: El Rebe, quien ha redefinido prácticamente cada aspecto de la vida, también ha redefinido la muerte.

Así era el camino del Rebe. Él podía, por ejemplo, considerar el concepto de “trabajo”. Con pasos seguros, aprovechando la sabiduría de la Torá y la verdad de la experiencia cotidiana, demostraría que el trabajo es igual a la creatividad, la creatividad es igual a la sociedad humana con el Creador, y la asociación humana con el Creador es la razón de ser de la vida humana .

Esta verdad, por supuesto, se dijo hace miles de años por el Versículo: “El hombre ha nacido para ir a trabajar”. Pero esa declaración, que siempre nos ha atascado como un melancólico hecho de la vida, se convirtió, en manos del Rebe, en la clave para la comprensión de lo que nos hace funcionar y lograr satisfacciones en nuestros labores diarios.

El hizo lo mismo con “matrimonio”, “amor”, “lluvia”, etc. El solía tomar un fenómeno natural, una curiosidad cultural, una actividad diaria, y cuando terminaba de analizarlo y aplicarlo, era algo diferente. No, era la misma cosa que siempre fue, pero en la claridad de su visión, su esencia era expuesta, revelando cuán escasa y superficial era nuestro concepto previo.

En una de sus charlas, el Rebe citó el dicho Talmúdico que “El sueño es la sexagésima parte de la muerte”. Bueno, dijo el Rebe, si el sueño es una forma de muerte, entonces la muerte es una forma de sueño. El sueño no es una terminación o incluso una interrupción de la vida, es un momento de Fomento, el cual el cuerpo y el alma recuperan sus energías para levantarse fresco y renovado el próximo día. Así es la muerte. La muerte, dijo el Rebe, es un “descenso en aras de subir”.

¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? La preguntas sin responder siguen sin respuesta. Pero sabemos lo que debemos hacer, y lo estamos haciendo. Puedes verlo por ti mismo, si resides en el planeta tierra, probablemente te encuentres a poca distancia de un Centro de Jabad Lubavitch.

El Rebe nos ha entrenado bien

Por: Yanki Tauber

¿Qué es un Rebe?

Debido a la proximidad de Guimel Tamuz- día de la desaparición física del Rebe, el jueves 22 de junio – compartimos con ustedes estos profundos comentarios:

El Gaon (‘genio’) de Rogatchov, Rabi Iosef Rosen, era uno de los estudiosos Talmúdicos más prominentes de la generación anterior. 

Constantemente estudiaba Torá, pero en Shabat invitaba a jóvenes estudiantes de la Ieshivá de Lubavitch a su casa y entablaba una conversación con ellos.

Una vez les preguntó si podían definir lo que es un ‘Rebe’. Ellos contestaron que habían aprendido que ‘Rebe’ son las iniciales de “Rosh Bnei Israel” (la Cabeza de los hijos de Israel)

El Rogachover se quedó callado y luego de unos instantes dio su propia respuesta: “La verdad es que nadie puede saber lo que es un Rebe… es incomprensible. Pero una cosa es con seguridad: Si un judío, cualquier judío en el mundo, está en problemas…el Rebe lo siente”.

——

Antes de que el Lubavitcher Rebe aceptara el liderazgo de Jabad, en cierta ocasión le dijo a otro judío con respecto a su suegro, el Anterior Lubavitcher Rebe:

“Usted no puede imaginar lo que es realmente un Rebe. Su carta no tiene que localizarlo para que él sepa la pregunta, y usted no tiene que recibir una carta de él para obtener una respuesta”.

 En otra ocasión dijo: “Es cierto que con el fallecimiento del Rebe y la elevación de su alma, experimentamos un verdadero ocultamiento de su ‘luz’ (histalkut)

Pero debemos saber que el vínculo (hitkashrut) y el apego (dveikut) que tenían hasta ahora, aquellos que tuvieron el privilegio de ver al Rebe en muchas oportunidades, o una sola vez, e incluso aquellos que sólo recibieron una carta, o escucharon del Rebe por medio de sus enseñanzas y alocuciones- permanece con toda su firmeza, y en este lazo no cabe la posibilidad de debilitamiento.

 (El Rebe lloró, y luego siguió diciendo)

Mi suegro, el Rebe, enseñó que a través del jasidismo se logra que el Rebe no esté solo y que los Jasidim no estén solos, ya que el Rebe se interesa y se involucra en cada detalle de la vida de los jasidim. Más aún, ahora cuando se encuentra en un nivel de mayor elevación, el Rebe continúa observando y cuidando cada detalle de la vida de los jasidim, transmitiendonos las fuerzas para seguir con la misión que él espera de nosotros.

Por el contrario, siendo que este es un momento de ocultamiento, con el fin de llegar a una mayor revelación, debemos entonces dedicarnos a todos los temas que el Rebe exige, con mayor energía y fuerza.

—–

La Reina Cleopatra preguntó a Rabí Meir: “Sé que los muertos revivirán”, pues está escrito: “Y ellos florecerán fuera de la ciudad como el césped de la tierra”; “pero cuándo se levanten, ¿lo harán desnudos o vestidos?” Él contestó: “Usted puede deducir la respuesta observando un grano de trigo. Si un grano de trigo que se entierra desnudo crece envuelto en muchas túnicas, cuánto más así el virtuoso, a quién se entierra con sus vestimentas”

(Talmud Sanhedrin, 90b)

(El Lubavitcher Rebe, 19 Sivan, 5751-1991)

¿Cuál es la diferencia entre un Rabino y un Rebe?

¿Cuál es la diferencia entre un Rabino y un Rebe? He leído sobre Rabi Menajem Mendel Schneerson, y obviamente fue un gran hombre. Pero, ¿qué lo hizo ser un Rebe y no un Rabino común?

RESPUESTA:

Hay varias diferencias, demasiadas como para escribirlas todas, pero una de ellas es: Un Rabino responde preguntas, un Rebe le responde a las personas. Un Rabino escucha lo que tienes para decir, el Rebe escucha lo que estás diciendo con tu alma.

Voy a explicar a lo que me refiero

Cierta vez, un adolescente le preguntó al Rebe, ¿Creemos en la reencarnación?

La respuesta del Rebe fue corta:

“Si, creemos en la reencarnación, pero no esperamos hasta entonces”

Esto parece un poco confuso. ¿Esperar hasta cuando? El chico hizo una simple pregunta, que podría haber sido respondida con un “si” o “no”. ¿Qué quiso decir el Rebe cuando dijo “no esperamos hasta entonces”?

Pienso que el Rebe estaba respondiendo a algo más, que a una pregunta técnica. El Rebe supo cómo responderle a esa persona, no a la pregunta.

La mayoría de nosotros respondemos a la pregunta. El Rebe solía responderle a la persona detrás de la pregunta.

Cuando este chico estaba preguntando sobre la reencarnación, no estaba preguntando sobre el abstracto concepto teológico. El quería saber si esta vida es todo lo que hay, o si hay más. La posibilidad de la reencarnación, cambia nuestra forma de ver la vida. Estuvimos acá anteriormente, y por eso algunos de los acontecimientos que nos suceden ahora deben ser restos de un vida anterior. Podemos vivir nuevamente, lo que significa que recibimos otra oportunidad de completar nuestros trabajas inconclusos de esta vida, en la próxima.

Esto es lo que parecería que el Rebe le estaba advirtiendo a este joven. Reencarnación no significa dilación. No lo uses como excusa para postergar lo que debes lograr en tu vida. De hecho, nosotros creemos en la reencarnación del alma, lo que significa que creemos en segundas oportunidades. Pero quizás ésta vida sea la segunda chance. No lo dejes para la próxima.

Éste es el poder del Rebe. Un Rabino, cuando le preguntan este tipo de preguntas, comienza a citar fuentes místicas y explicar doctrinas complejas. El Rebe, sin embargo, en diez minutos de intercambio con un adolescente, le mostró una visión práctica y comprensiva del mundo. Vive esta vida como si fuera la última. Puede ser que hayas tenido vidas pasadas, y vidas por venir, pero no esperes hasta entonces. Házlo ahora.

Por: Aron Moss

El científico y el Rebe

En 1963, el Profesor Velvel Green de la Universidad de Minnesota era una estrella ascendente en el firmamento de la ciencia.

Aclamado como un pionero en el campo de la bacteriología, fue invitado por la NASA a sumarse a un selecto equipo de científicos que estudiaban los posibles efectos de un viaje espacial sobre la vida humana.

Las solicitudes de disertar en diversos foros y simposios continuaban lloviendo, y pronto el joven científico visitaba docenas de universidades al año a lo largo de los Estados Unidos .

1963 fue también el año en el que el Dr. Green tuvo su primer contacto con Rabí Moshé Feller, el emisario del Lubavitcher Rebe en Minneapolis. Hasta ese momento, Velvel y su esposa, como muchos judíos norteamericanos de su generación, tenían poco que hacer con su patrimonio judío; observancias tales como el Shabat, los tefilín y las leyes dietéticas del kasher les resultaban tanto anticuadas como primitivas, y ciertamente nada pertinentes a sus vidas modernas.

Pero su asociación con los Feller cambió todo eso. En la joven pareja jasídica los Green vieron una vibrante y plena perspectiva y estilo de vida, que parecía responder una profunda carencia en sus propias altamente exitosas pero desarraigadas vidas.

Por sugerencia del Rabí Feller el Dr. Green escribió al Rebe, y la respuesta cálida y comprometida del Rebe no tardó en venir. Ambos desarrollaron una correspondencia constante, y el joven científico pronto se sintió cautivado por la fenomenal mente del Rebe y la apasionada devoción a su llamado. Con cada carta, el profesor se encontró cada vez más fomentado en su travesía de descubrimiento espiritual y su creciente compromiso con el modo de vida de la Tora. Pronto los Green instauraban una cocina kasher en su hogar y a tientas se abrían paso en los rudimentos de la observancia del Shabat.

En una de las discusiones de Velvel con el Rabí Feller, surgió el tema de “Creación versus Evolución”. Aquí, el profesor mostró su vieja personalidad despectiva.

“Bien sabes que tengo el mayor de los respetos por la Tora”, dijo. “Sus enseñanzas y observancias ahora cumplen un papel más importante en mi vida. Pero con respecto a este punto, ustedes todavía se atascan en la Edad Media. Me asombra que todavía tomes la historia de seis días de creación literalmente, frente a todo lo que la ciencia ha descubierto acerca de la edad del universo y cómo se desarrolló”.

“Debo conceder que mi conocimiento científico es limitado”, dijo el Rabí Feller. “Ciertamente no puedo discutir esto contigo en tu nivel. Pero el Rebe escribió una extensa carta sobre el tema, en la que demuestra cómo la teoría de evolución es simplemente eso, apenas una teoría, y encima muy pobre, cargada de contradicciones y carente de toda base científica lógica”.

El profesor estaba incrédulo. “¡La teoría de evolución es aceptada virtualmente por cada científico serio que está vivo hoy! Pero muéstrame la carta; quisiera ver qué escribe el Rebe”.

Después de leerla, Velvel seguía sin convencerse. Cuando presentó a Rabí Feller sus objeciones a la tesis del Rebe, el primero repitió una vez más que se sentía sin calificaciones para discutir ciencia con un científico. “¿Por qué no escribes tú al Rebe?”, sugirió.

El Dr. Green hizo exactamente eso, redactando una crítica sin tapujos a los argumentos del Rebe.

“Porque respetaba mucho al Rebe”, evoca el Dr. Green, “dejé de lado el tono condescendiente de disculpa que los científicos comúnmente asumen con profanos, dirigiéndome al Rebe como lo haría con un colega cuyas ideas rechazaba. Declaré llanamente que estaba equivocado, especificando qué había visto errado y no científico en sus argumentos. Concluí mi carta diciendo que mejor sería que el Rebe se restringiera a su campo de pericia, la Torá, y dejara la ciencia a los científicos”.

La siguiente carta del Rebe reanudó la correspondencia donde había quedado originalmente — en la búsqueda espiritual de Velvel y su identidad judía. Del tema de evolución, ni una palabra.

El Profesor supuso que el Rebe había aceptado la reprimenda y admitía que en cuestiones de “realidades empíricas” la Torá debe remitirse al pensamiento científico contemporáneo. Con esto, dio por cerrado el tema.

Su progreso hacia una auténtica vida de Torá continuó, y en el curso del siguiente año y medio informó al Rebe cada uno de los hitos que él y su familia superaban en su viaje: la observancia plena del Shabat, la observancia de la pureza familiar, etc. El Rebe respondió con palabras de aliento y bendición y, en una ocasión, con el regalo de un par de tefilín que Velvel comenzó a ponerse cada día.

Entonces llegó la carta en la que los Green contaron al Rebe que habían decidido poner a sus hijos en una leshivá, una escuela diurna de Torá que les proveería una educación judía plena.

 La respuesta del Rebe fue especialmente cálida y alentadora, como correspondía al momento decisivo en sus vidas que semejante movimiento indicaba.

Entonces, al final de su carta, el Rebe agregaba:

“De paso, en cuanto a lo que me escribió respecto del relato de la Tora acerca de la creación…”, y procedía a refutar, punto tras punto, las objeciones del Dr. Green al “tratamiento” no científico del tema.

“Usted probablemente se preguntará”, concluyó el Rebe, “por qué esperé tanto en responder a sus comentarios sobre la materia. Pero mi función en la vida no es ganar discusiones. Mi función es acercar más a los judíos a la Tora y a sus mitzvot”.

El asesoramiento del Rebe

Mi tío, Rabí Sholom Gordon, de bendita memoria, era emisario de Lubavitch en Nueva Jersey, desde principios de los años cuarenta. En su trayectoria, tocó miles de vidas.

En algún momento alrededor de 1960, la madre de un ex alumno del Tío Sholom se acercó a él con un problema. A su hija, que había alcanzado la edad núbil, hacía ya varios años, le era difícil encontrar un marido. Conscientes de la grandeza del Rebe, la madre desesperada pidió a Sholom que concertara una cita para ella con el Rebe. Mi tío cumplió con el pedido, e incluso llevó a la madre, junto con su hijo, a su encuentro con el Rebe.

Mi tío esperó fuera. Cuando la madre salió de la oficina del Rebe, se veía muy   molesta.

“¿Qué   pasó?” Sholom preguntó. “Bueno”, contestó la madre, “me dirigí al Rebe y le pedí una   bendición   para   conseguir   una buena pareja para mi hija. Me sorprendí cuando el Rebe comenzó a hacerme preguntas sobre mi vida. Me preguntó acerca de nuestro medio de vida. Le dije que tenemos una tienda muy exitosa en Newark. El Rebe me preguntó si la tienda está abierta en Shabat. Le dije que sí.

“Entonces, y esto es lo que realmente no entiendo, el Rebe sugirió que ya que estamos financieramente seguros,   debemos   cerrar   nuestra tienda en Shabat y que Di-s, a  continuación, enviará  al bashert (destinado)   esposo   a   nuestra   hija.   

Le respondí   que   necesitamos   abrir   la tienda toda la semana para proveer de sustento a nuestra hija en caso de que algo nos suceda a nosotros y ella no se case. Cuando Di-s mande a su bashert… entonces voy a cerrar la tienda en Shabat. El   Rebe   no   estuvo  de acuerdo.”Rabino   Gordon,” continuó   la mujer,

“Soy de Europa. Sé de Rebes jasídicos. Pensé que nos daría las bendiciones correspondientes y querría una donación. No he venido aquí para obtener asesoramiento empresarial…”

Pasaron los años. En 1967 llegaron a Newark disturbios, violencia y bandidaje. El almacén de propiedad de los padres del ex estudiante de Sholom estaba entre los destruidos en manos   de los vándalos. Ya   alcanzando la edad de la jubilación, y después   de   fallecer   su   esposo poco antes, la madre decidió no reconstruir la tienda. El negocio se cerró definitivamente, y por supuesto, estuvo cerrado también en Shabat. A los pocos meses, la hija conoció a su bashert.

Hoy   en   día,   gracias   a   Di-s,  es  la madre de una familia muy respetada.

El día en el que el sol se detuvo

“No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.”

El tercer día del mes hebreo de Tamuz, en el año 2488 desde la Creación (1273 antes de la Era Común), Iehoshúa conducía al pueblo judío en una de las batallas para conquistar la Tierra de Israel.

La victoria era inminente, pero la oscuridad estaba por caer. Entonces Iehoshúa declaró: “Sol, detente en Guivón; luna, en el valle de Aialón”

Milagrosamente, el sol frenó su avance en el cielo hasta que los ejércitos de Israel llevaron la batalla a su conclusión exitosa

Nuestros Sabios dijeron que “Di-s no realiza un milagro en vano” ¿Por qué, entonces, los cambios astronómicos efectuados en favor de Iehoshua? ¿No habría bastado con realizar un milagro algo más limitado, como ser iluminar el campo de batalla en Guivón por algún otro medio sobrenatural?

Subir o alzar

Pero primero debemos examinar la función de los milagros en general.

¿Qué es, exactamente, un milagro?

La palabra hebrea para milagro, “nes” significa “elevado”.

La regularidad y previsibilidad de la naturaleza crean las así llamadas “leyes”: esta es la manera en que es, dice el orden natural, y no puedes menos que ajustarte a esta definida y limitada realidad. La verdad, sin embargo, es diferente: el hombre ha sido imbuido por su Creador con el potencial para elevar su existencia, para trascender aquello dictado por “la manera en que son las cosas”.

Un milagro, con su manifiesta exhibición de poder Divino, tiene un efecto elevador sobre quienes lo experimentan, permitiéndoles ver a través de la fachada de la naturaleza e inspirarlos a trascender las aceptadas normas de su sociedad y las limitaciones propias que el individuo percibe.

Hablando en términos generales, existen dos categorías de milagros:

1) Un milagro de confrontación, que supera y desplaza la norma natural.

2) Un milagro natural que, aunque podría no ser menos “imposible” por las normas que parecen regir nuestras vidas, y en nada menos obviamente una exhibición de la mano de Di-s que el “milagro de confrontación”, ocurre no obstante por medios “naturales”, empleando procesos y fenómenos naturales para lograr su cometido.

Un ejemplo de semejante “milagro natural” es relatado por la Torá en el decimoséptimo capítulo de Números. Koraj y su facción rebelde habían disputado el derecho de Aharón a la kehuná guedolá (sumo sacerdocio). A fin de reafirmar Su elección de Aharón para servirle en el Santuario como representante de la nación judía, Di-s dijo a Moshé: “Toma… una vara de cada uno de los líderes [de las tribus]… cada uno escribirá su nombre sobre su vara… Escribe el nombre de Aharón sobre la vara de Leví… y el hombre a quien Yo escogeré, su vara florecerá… Moshé colocó las varas ante Di-s en el Santuario… Al día siguiente… He aquí que la vara de Aharón había florecido; produjo brotes, germinó fruto y maduró almendras”.

La presencia de frutos en una vara seca ciertamente hubiera bastado como señal Divina. Pero Di-s no hizo simplemente que aparecieran almendras sobre la vara de Aharón. En cambio, estimuló en ella todo el proceso de brotar, florecer, y la emergencia y maduración del fruto, etapas éstas todas visibles en la vara de Aharón.

La vara de Aharón desafió las leyes y restricciones de la naturaleza, pero no obstante ello se ajustó a las fases progresivas naturales que normalmente experimenta la almendra. Trascendió la naturaleza, pero lo hizo en los propios términos de ésta.

A primera vista, podría parecer que la “necesidad” del milagro natural de recurrir a procesos naturales lo hace menos milagroso que un milagro que trasciende la naturaleza por entero. En verdad, sin embargo, un milagro que trabaja a través de la naturaleza es más elevado (o sea, más “milagroso”) que un milagro que la supera.

El súbito y destrozante cambio no ha transformado la naturaleza, sólo ha ido más allá de ella; una hazaña más milagrosa es aquella que no solamente libera a la persona del orden natural, sino que libera la sustancia misma del orden natural propiamente dicho.

Esto explica las “molestias” extremas a que recurrió Di-s, llevando a todo el sistema celeste a detenerse para iluminar un cierto valle durante una noche.

Una milagrosa ingeniería de luz “artificial” hubiera significado que las leyes de la naturaleza fueron meramente desplazadas, mas no transformadas. Para inspirar al pueblo de Israel no solamente a trascender sus propias personalidades naturales sino también para transformarlos y sublimarlos, Di-s insistió en que la luz milagrosa provista a ellos fuera luz solar natural, incluso cuando esto significara crear un nuevo orden natural en los cielos.

Nuevo orden Mundial

El precedente establecido aquel 3 de Tamuz con la detención del sol por parte de Iehoshúa se reiteró en la misma fecha 3.199 años después, esta vez en términos aún más naturales (y por lo tanto más milagrosos).

El 3 de Tamuz del año 5687 (1927) fue el día en el que el Anterior Lubavitcher Rebe, Rabí Iosef Itzjak Schneerson, fue liberado de la prisión Spalerna en Leningrado (hoy Petersburgo).

El Rebe había sido arrestado por agentes de la GPU y la Ievsekia (la “sección judía” del partido comunista) por sus esfuerzos por mantener y promocionar la vida judía bajo el régimen comunista, y fue sentenciado a muerte, Di-s libre.

Pero la presión internacional obligó al régimen soviético a conmutar esta pena, primero a una sentencia de diez años de trabajos forzados en Siberia, y luego a tres años de exilio en Kostromá, un pueblo en el interior de Rusia.

El 3 de Tamuz el Rebe fue liberado de la prisión y enviado a su exilio. Nueve días después, el 12 de Tamuz, tuvo lugar una fase adicional en la redención del Rebe, la orden de liberarlo y permitirle regresar a su hogar en Leningrado. Unos meses más tarde, se le permitió abandonar el país.

Desde fuera de las fronteras de Rusia, el Rebe continuó dirigiendo su red clandestina de emisarios, quienes proveyeron, y proveen hasta este mismo día (aunque ya no más clandestinamente), apoyo espiritual y material a judíos en cada rincón del Imperio Soviético.

En una carta pública escrita en ocasión del primer aniversario de su liberación, Rabí Iosef Itzjak declara: “No solamente a mí redimió Di-s en este día… sino también a cada uno que lleva el nombre de Israel”. El Rebe había enfrentado al todopoderoso Partido y había triunfado.

Aquellos que procuraron destruir todo vestigio de vida judía en la Unión Soviética fueron, ellos mismos, forzados a reconocer que no tenían derecho a impedir que un judío practicara su fe.

Ahora, después de más de seis décadas, se nos ha privilegiado con ser testigos de un logro adicional de la victoria del Rebe, y de la judería soviética. La milagrosa transformación en marcha ahora en ese país es el continuo despliegue del milagro del “3 de Tamuz”.

La historia del 3 de Tamuz es la historia de un milagro, un suceso que trascendió totalmente el orden natural. Sugerir, en los años más oscuros del stalinismo, que un único individuo podría desafiar el todopoderoso empeño del Partido por arrancar de cuajo el judaísmo en la Unión Soviética y triunfar; sugerir que la amenazadora garra del comunismo sobre centenares de millones de almas desaparecería; en otras palabras, haber precedido [los sucesos del año] 1991 en 1927 -hubiera sido equivalente a decir que el sol alteraría su curso.

Al mismo tiempo, sin embargo, éste fue un “milagro natural”, como lo enfatiza el hecho de que: (1) La salvación del Rebe involucró el consentimiento de aquellos que en primera instancia lo habían arrestado y sentenciado (un cambio desde adentro, como los sucesos recientes en ese país); y (2) que la victoria no fue inmediata sino que sobrevino en etapas, y continuó desplegándose en el curso de las décadas.

El 3 de Tamuz fue el día en que una nueva realidad suplantó la vieja. Sin embargo, esta nueva realidad surgió por medios totalmente convencionales”, en la manera progresiva y gradual que es la marca de un desarrollo natural.

La nada caminante

Esta, entonces, es la lección del 3 de Tamuz: No te veas intimidado por los límites de las normas naturales, pero tampoco debes descartarlos: trabaja en el marco de ellos para ensancharlos y expandirlos. 

En lugar de liberarte de las circunstancias de la naturaleza, busca liberar y elevar la naturaleza de la naturaleza misma.

Se cuenta la historia de un jasid que estaba caminando de regreso a casa tras una larga noche de farbrenguen muchas horas después del toque de queda impuesto sobre esa región de una Europa Oriental desgarrada por la guerra.

 

Un policía, notando al judío solitario, gritó: “¡Alto! ¿Quién anda allí?” El jasid, sumergido en sus pensamientos inspirados por el farbrenguen, contestó: “Bitul (anulación, nulidad) va!” Este jasid había internalizado tan plenamente la doctrina jasídica de ‘bitul’ (auto-negación), que su reacción instintiva ante la demanda de identificarse estaba permeada por su nulidad ante su Creador.

El instinto más básico del hombre es mejorar y satisfacer su propio Yo. De modo que Bitul, la negación del Yo ante una verdad superior, va contra la fibra misma de la naturaleza humana. El logro de bitul es un “milagro”, una transformación sobrenatural. No obstante, para este jasid, bitul no implicó la supresión de su identidad; más bien, fue la lenta y gradual remoción de las tendencias egocéntricas de su Yo y su reorientación hacia una identidad más alta, permeada de bitul.

 

El hombre nunca debe aceptar la invencibilidad de cualquier status quo. A la vez, sin embargo, su enfoque que trasciende las normas no debe resultar en logros que queden fuera de quién y qué es él: por el contrario, debe esforzarse por convertir en milagrosa la realidad de su vida.

Basado en Sefer Hasijot 5751,págs. 649-664
Extraído de “El Rebe Enseña” de Editorial Kehot

Las leyes de responder Amén

Cuándo si:

• Se debe responder Amén cada vez que escuche a otro decir una bendición, incluso si la bendición no contiene el nombre de Di‐s, como “Que el Misericordioso sea bendito…”.

• Para responder Amén, uno puede escuchar la bendición completa, el final de la bendición, o al menos saber a qué bendición se está respondiendo Amén. Si no escucha la bendición y no sabe a qué bendición responderá, no responde Amén

• Se permite responder Amén a cualquier bendición que escuche a través de un micrófono o conexión en vivo.

• Se debe responder Amén inmediatamente después de que se complete la bendición.

Cuando no:

• Si uno completa su propia bendición al mismo tiempo que otra persona termina su bendición, no responde Amén sobre la bendición del otro, pues parece como si estuviera diciendo Amén a su propia bendición.

• Se dice Amén a una bendición que un niño pronuncia por algo sobre lo que necesita decir una bendición, como por ejemplo sobre la comida antes de comer. Sin embargo, si el niño dice una bendición como parte de su rutina de aprendizaje, como cuando practica la lectura, no se debe decir Amén.

• Si alguien dice una bendición, pero cambia el texto instituido por los rabinos, no responde Amén.

• Uno puede responder Amén a una bendición dicha por un no judío, si escucha la bendición completa de principio a fin si el no judío cree en Di‐s.

• Se debe concentrar bien al contestar el “Amen Iehei Shmei Raba…” en Kadish, porque aquellos que respondan “Amen Yehei Shmei…” con mayor concentración tendrán su decreto más años de vida. Además, esto debe decirse en voz alta (no gritando), porque esto también logra la eliminación de todos los decretos malignos.

• Si termina una bendición al mismo tiempo que el jazan‐ cantor, pero las bendiciones son diferentes, responde Amén a la bendición del cantor