Beshalaj: Los niños transforman el mar en una muralla

“Y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda” (Shemot 14:22)

Nuestra Parshá describe el milagro de la partición del Iam Suf. 

El milagro ocurrió luego de que los judíos se vieron aprisionados, con el mar frente a ellos y los egipcios persiguiéndolos desde atrás. Entonces ocurrió el gran milagro: el mar se partió frente a ellos, y las aguas se erigieron en “una muralla a su derecha y a su izquierda”. El propio obstáculo, el mar, se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel.

¿En mérito a qué se hizo acreedor Israel de este milagro? Fue por los niños. Nuestros Sabios Z”L relatan2 sobre los niños que estuvieron presentes al salir de Egipto que “ellos Lo reconocieron (a Di-s) primero que todos”. Es verdad, se encontraban ahí Moshé, Iheoshua y todos los Grandes y los Ancianos de Israel, pero quienes reconocieron antes que todos a Hashem fueron específicamente los niños. Esos niños, que nacieron y crecie- ron en plena esclavitud de Egipto, pero recibieron la educación que corresponde – ellos fueron los primeros en identificar al Altísimo y apuntaron con el dedo diciendo: “¡Este es mi Di-s y he de embellecerlo!”3

NACIERON EN EXILIO

Estos niños que se desarrollaron en el seno del exilio de Egipto, experimentaron con intensidad su condición de “pocos entre todos los pueblos”4 Sintieron cómo el estilo de vida egipcio se opone a una vida judaica, y a pesar de ello fueron leales a su judaísmo y estaban orgullosos del mismo.

Motivados por esta educación no dudaron en abandonar “la cacerola de la carne” y salir al gran y temible desierto, incluso carentes de provisiones suficientes, en un espíritu de absoluta confianza- bitajón- en el Altísimo. A eso se debe que se hicieran meritorios de ser los primeros en reconocer a Di-s y que en aras de ellos se parta el mar.

Cuando hay niños como éstos, no hay motivo para alterarse porque “Egipto viaja atrás de ellos”5 y del hecho que los hijos de Israel estén rodeados por todos lados, por el mar y el desierto. Con niños como estos se puede avanzar dentro del mar hasta que el propio mar se parta ante ellos.

EL OBSTÁCULO PROTEGE

Cuando se partió el mar Iam Suf ocurrió algo singular: no sólo fue removido el obstáculo (el mar), sino que el mismo se transformó en una muralla protectora del pueblo de Israel- “y las aguas fueron para ellos una muralla a su derecha y a su izquierda”. Éste es el nivel más perfecto de la anulación de las perturbaciones, y también ello tuvo lugar en mérito de los niños. Cuando se educa a niños para que sean los primeros en proclamar “Este es mi Di-s y Lo embelleceré” entonces las propias trabas y estorbos se transforman en elementos protectores de Israel.

Cuando el niño judío sabe que la única existencia verdadera es la santidad, y asume naturalmente y en forma tácita que nada puede molestarlo e impedirle cumplir con la Voluntad Divina, que se expresa en los man- datos de la Torá, entonces se hace meritorio de que todos los obstáculos caigan y desaparezcan, y más aún – que se conviertan en co- laboradores que contribuyen en su servicio a Di-s.

MILAGRO CONSTANTE

No sólo para salir de Egipto necesitó el pueblo judío de un milagro sobrenatural de esta magnitud. En cada generación precisamos de milagros. El pueblo judío siempre se asemeja a la ovejita que está entre setenta lobos, y su misma existencia está basada en lo sobrenatural, es un milagro continuo, como el de la partición del Iam Suf. Para ha- cerse acreedor permanente de este milagro que asegura la continuidad del pueblo judío, debe educarse a los niños a estudiar la Torá Escrita y la Torá Oral, así como también a observar la conducta sagrada del pueblo judío. ¡Entonces tendremos el privilegio de verlos proclamar por propia iniciativa: “Éste es mi Di-s y Lo embelleceré”, incluso antes que sus padres y abuelos!

Likutei Sijot Tomo 2, pag 523

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