¿Por qué Hamentash?

Este puede ser un caso de identidad equivocada. Los pasteles de Purim originalmente se llamaban mohntashen, que significa “bolsillos de semillas de amapola”. Hoy en día, la mayoría de los hamantashen se rellenan con mermelada, pero la semilla de amapola solía ser el relleno más popular. Fue un breve salto lingüístico de mohntashen a hamantashen, ya que la gente suponía que había una conexión entre la comida que se comía en Purim y el villano de la historia de Purim.

Los judíos siempre pueden encontrar un alimento para contar una historia. La verdadera razón para comer hamantashen es que simbolizan la naturaleza misma del milagro de Purim.

Si lees la historia de Purim, notarás que fue una serie de aparentes coincidencias las que salvaron al pueblo judío de la aniquilación. No hubo milagros abiertos, ni mares divididos, ni plagas, solo algunos giros y vueltas de la historia que, vistos como eventos separados, parecían bastante naturales. Solo al final de la historia se reveló que había ocurrido un milagro.

El exterior del hamantash es masa. El verdadero sabor se esconde en el interior. Más allá del barniz muy común está el corazón del hamantash, rebosante de dulzura.

Nuestras vidas son muy parecidas. A veces parece que estamos siendo empujados y tirados por fuerzas accidentales. Nos suceden cosas que parecen fortuitas y aleatorias; parece que no hay un sistema establecido, ninguna dirección hacia este universo frío y duro.

Esto no es verdad. Hay un sistema. Pero está escondido. Debajo de la superficie hay una mano dulce y un corazón cálido que dirige el universo.

Rara vez llegamos a ver esta mano. Purim es un día en que se reveló, cuando se abrió una grieta en la capa exterior de la naturaleza y vislumbramos lo que hay más allá.

Purim nos recuerda que todas esas coincidencias no son coincidencias, y nada es al azar. Todavía estamos en el medio de nuestra historia, por lo que es difícil ver la imagen completa. Pero al final veremos que todo es un gran hamantash.

La Recompensa

Esta historia ocurrió en Hoshaná Rabá, el séptimo día de Sucot. Sucot es la alegre Festividad que celebramos, en este hemisferio sur, en la primavera. Como seguramente saben, queridos lectores, duran…

Esta historia ocurrió en Hoshaná Rabá, el séptimo día de Sucot. Sucot es la alegre Festividad que celebramos, en este hemisferio sur, en la primavera.

Como seguramente saben, queridos lectores, durante los siete días que dura la Festividad comemos en la Sucá. La Sucá nos recuerda el cuidado y la protección que Di-s dio al pueblo judío en su viaje de Egipto a la Tierra Prometida.

Recordarán también que en Sucot pronunciamos una bendición sobre las cuatro Especies de Plantas: el lulav —una rama de palmera datilera—, el etrog —un tipo de fruta cítrica—, el haddas — tres ramitas de mirto— y la aravá —dos ramitas de sauce—. De este modo agradecemos a Di-s por todas las cosas que crecen en los campos y en los huertos. Porque Sucot es también una importante celebración de la cosecha en Eretz Israel, y se lo conoce como ‘Festival de la Recolección’.

Hace muchos años, antes de que hubiera tiendas como las que tenemos hoy, el mercado bullía de actividad en esa época del año. Los granjeros traían sus frutas y verduras maduras para vender. Los pescadores pasaban largos días trabajando para tener suficiente pescado para llevar al mercado. Los agricultores que tenían granjas lecheras llevaban leche, queso y huevos. Las mujeres recogían bayas. Algunas preparaban frascos de encurtidos de pepinos. Había manteles bordados y cosas tejidas. En un mercado se podía comprar prácticamente de todo. Podían encontrarse cosas para comer y beber, animales de granja vivos, medicamentos, platos, vasijas, tela para ropas y todo lo que a uno se le ocurriera.

A este mercado llegó un hombre un Hoshaná Rabá hace mucho, mucho tiempo. Se llamaba Iaacov. En su bolsillo tenía diez shékels. Camino al mercado, Iaacov pensaba en todas las cosas que podría comprar para sus hijos con ese dinero. Se sentía muy feliz porque sabía qué contentos se pondrían los niños cuando regresara del mercado. No le había resultado nada fácil ahorrar los shékels, y a menudo se ponía la mano en el bolsillo para asegurarse de que el dinero aún estaba allí. No era frecuente que tuviera dinero para comprarle cosas a sus hijos, de manera que se trataba de una ocasión muy especial.

Cuando Iaacov llegó al mercado, miró a su alrededor. De pronto vio que alguien estaba pidiendo a la gente dinero para una pobre muchacha huérfana que se estaba por casar. Se puso la mano en el bolsillo. Pensó en sus hijos que estaban en casa, esperando que él les trajera cosas bonitas del mercado. Pobres niños, no recibían regalos a menudo. Luego pensó en la pobre niña que se estaba por casar. Realmente necesitaba dinero para comprar cosas para su nuevo hogar. Entonces se decidió. Sacó los diez shékels de su bolsillo y los entregó para la colecta para la pobre huérfana.

De regreso a su casa, Iaacov pensaba en sus hijos y estaba muy triste. Se sentirían desilusionados de que hubiera regalado todo su dinero. No le quedaba nada de dinero para comprarles algo.

Estaba oscureciendo, y era hora de rezar Minjá. Decidió detenerse en una sinagoga que quedaba en el camino. Allí vio un grupo de niños jugando con un montón de etroguím, porque ya estaban en Hoshaná Rabá y estos no se necesitaban más.

¿Qué es un etrog? Es una fruta amarilla y arrugada, que se parece al limón. Todos los años, cada padre trata de comprar para Sucot el etrog más hermoso y perfecto posible. En Sucot se toma el lulav (al que se unen tres ramitas de mirto y dos ramitas de sauce) en la mano derecha, se toma el etrog en la izquierda, y se dice una berajá —bendición— especial. Hay que tratar al etrog con cuidado. El padre lo guarda en una caja especial y el etrog se envuelve en una especie de algodón suave. Cuando termina Sucot, el etrog no se necesita más. Es por eso que los niños que estaban en la sinagoga jugaban con los etroguím en Hoshaná Rabá.

Iaacov pensó que a sus hijos les gustaría jugar con los etroguím. Era mejor llevar a casa una bolsa de etroguím que llegar con las manos vacías. De modo que juntó una bolsa entera y continuó su camino a casa.

Iaacov estaba muy cansado y afuera estaba oscuro, de manera que tomó el camino equivocado. Continuó caminando durante largo rato, pero cuando vio que aún no llegaba a casa, decidió detenerse y descansar. Se acostó a un costado del camino y utilizó la bolsa de etroguím como almohada.

Cuando despertó, vio que se encontraba en un lugar extraño. No sabía qué hacer. No sabía cómo encontrar el camino a casa.

De pronto vio unos hombres en uniforme montados sobre hermosos caballos. Eran mensajeros del rey. Iaacov se hallaba en un país nuevo y extraño, cuyo rey estaba muy enfermo. Se le había dicho al rey que sólo podía salvarlo la fruta que usaban los judíos en el festival de Sucot. Los soldados del rey viajaban por todo el país en busca de etroguím para poder curar al rey. Estaban muy tristes porque el rey se ponía más débil cada día y temían que muriera. Buscaban por todas partes y preguntaban a todos, pero nadie sabía cómo ayudar.

Detuvieron sus caballos frente a Iaacov y le preguntaron qué tenía en su bolsa. Quizá les sirviera. El pobre Iaacov se sintió atemorizado. Los hombres de uniforme lo asustaban.

“Nada importante”, les dijo Iaacov. “Nada valioso. Sólo tengo unos etroguím que quedaron de Sucot”.

“¡Etroguím! Es precisamente lo que necesitamos. Ven con nosotros”.

Los soldados tomaron a Iaacov y a su bolsa de etroguím y se dirigieron al palacio del rey lo más rápido que pudieron.

Iaacov no comprendía qué ocurría. Pensaba en su pobre mujer y sus hijos. Quizás no los vería nunca más. ¿Qué sucedía? ¿Qué sería de él ahora?

Cuando llegaron al palacio, los soldados saltaron de los caballos, tomaron la bolsa de etroguím y corrieron al dormitorio privado del rey.

La feliz noticia de que se habían encontrado etroguím corrió rápidamente por el palacio. Los sirvientes interrumpieron sus tareas para comentar la buena noticia.

Todos querían saber si la salud del rey mejoraba.

Afuera, Iaacov estaba sentado en los escalones del palacio, esperando. Quería irse a casa, pero no sabía para qué lado correr. Temía que los soldados del rey vinieran en sus caballos para llevarlo de vuelta al palacio, y eso podía significar nuevos problemas. Pensó en su mujer y en sus hijos amados, y sus ojos se llenaron de lágrimas.

“¡El rey se ha salvado! ¡El rey está bien! ¡Viva el rey! ¡Hurra, hurra!”, gritaron los soldados y los sirvientes del rey desde las ventanas del palacio. Todos estaban felices y excitados. De pronto, Iaacov vio a los soldados del rey que se acercaban.

“Ven con nosotros”, le dijeron. “El rey quiere conocerte”. Iaacov temblaba de miedo. ¿Por qué querría conocerlo el rey?

Con temor, subió los escalones del palacio. Se abrieron las pesadas y labradas puertas de madera y entró a un gran vestíbulo. Nunca en su vida había estado en una habitación tan grande y hermosa. Lo guiaron a través de largos corredores y pasaron por decenas de habitaciones hasta que finalmente llegaron al dormitorio privado del rey. Este estaba sentado en la gran cama, y su espalda descansaba sobre almohadones muy cómodos. Su colcha color púrpura era de seda suave y brillosa. Lucía un pijama azul, adornado hermosamente. Sobre su cabeza lucía un gorro de noche, también azul, terminado en una suave bola de armiño que hacía juego con el pijama. Era un espectáculo imponente. Pero lo mejor de todo era que el rey se veía contento y sonreía bondadosamente a Iaacov.

“Muchas gracias”, dijo el rey. “Gracias por los etroguím que salvaron mi vida”.

Luego le contó a Iaacov que había creído que moriría porque necesitaba los etroguím para curarse y nadie había podido ayudarle. “Recibirás una recompensa”, dijo el rey. Ordenó a sus sirvientes que llenaran la bolsa de Iaacov con dinares de oro. Luego, ordenó a otro sirviente que preparara los caballos y la carroza real para conducir a Iaacov de vuelta a su hogar con su mujer e hijos.

Ustedes ya podrán imaginar qué ocurrió luego. Todos se alegraron al ver que Iaacov volvía sano y salvo…

¡Que este Rosh Hashaná no falte un rico Leicaj de miel!

Ingredientes:
-2 huevos
-¾ vaso de miel
-1 vaso de azúcar
-1 vaso de aceite
-1 cucharadita de canela
-1 cucharadita de bicarbonato de sodio
-1 cucharada de polvo de hornear
– 2 ½ vasos de harina
– 1 vaso de cafe (hecho con 2 cucharitas de cafe)

Procedimiento:

Precalentar el horno a fuego medio bajo.

Mezclar todos los ingredientes hasta que se forme una preparación homogénea y sin grumos.
Colocar en budineras previamente aceitadas y cocinar 20 minutos aproximadamente hasta que salga el escarbadiente limpio.

Jai Elul

El 18 de Elul, Jai Elul, es un día de mucha alegría, pues nacieron Rabí Israel Baal Shem Tov (año 5458, 1698 a.e.c) y Rabí Shneur Zalman de Liadi (5505 – 1745 a.e.c). Rabí Israel Baal Shem Tov, fundador del movimiento Jasídico, cambió el rumbo de la judeidad toda, con su nueva filosofía dedicada al servicio de Di-s. Rabí Shneur Zalman de Liadi, conocido como el Alter Rebe, fue el exponente de las enseñanzas del Baal Shem Tov y fundador del movimiento Jasídico Jabad.

Las letras de la palabra JAI suman 18, y también JAI significa VIDA. Una fuerza vital espiritual, se infunde en el mes de Elul, al celebrar el nacimiento de estos dos líderes.

QUIÉN FUE Y QUÉ HIZO EL BAAL SHEM TOV?
Rabí Israel Baal Shem Tov nació en la aldea de Akup, Podolia (Polonia). Cuando asumió su liderazgo, comenzó a brindar asistencia y alivio espiritual al pueblo judío, alentándolo a mantenerse fiel a Di-s y a Su Torá, a pesar de la gran pobreza y adversidad. 

Usando ejemplos de la vida cotidiana, para explicar las más profundas conexiones entre el universo y el Creador, su perspectiva hizo posible el entusiasmo y la experiencia religiosa a cada iehudí, y no sólo al erudito. El Baal Shem Tov enfatizó el amor a cada judío y la hermandad entre todos los iehudim, sin considerar riquezas, posición comunitaria o erudición. Enseñó que todos los judíos son iguales a los ojos de Di-s.

¿QUIÉN FUE Y QUÉ HIZO EL ALTER REBE?
Rabí Shneur Zalman de Liadi fue el principal discípulo del Maguid de Mezritch -sucesor del Baal Shem Tov– convirtiéndose de hecho, en su nieto espiritual. 

Fundador y primer Rebe de Jabad, autor del Tania -obra de características poco  frecuentes, considerado la Torá Oral del Jasidut Jabad, por ser el núcleo de su pensamiento filosófico y práctico -y del Shulján Aruj Harav.

¿PERO…QUÉ ES JASIDUT?
Jasidut Jasidismo– en general y Jasidut Jabad en particular, constituyen un enfoque del mundo que lo abarca todo y un modo de vida que ve al propósito central del judío como eslabón de unión entre el Creador y la Creación. El judío es una criatura hecha de “cielo” y de “tierra”, de un alma Divina que es realmente una parte de Di-s, investida dentro de un recipiente terrenal constituido por un cuerpo físico y un Alma Animal, cuyo propósito es concretizar la trascendencia y unidad de su naturaleza, y del mundo en que vive, dentro de la Unidad absoluta de Di-s. (del Rebe de Lubavitch, introducción al Tania, Editorial Kehot Sudamericana)

¿QUÉ ES EL TANIA?
Es un trabajo que nació del fiable suelo de las situaciones de la vida real, y en eso yace su descomunal y eterno poder. Aunque expresa sus ideas bajo el formato de un análisis erudito, el Tania es en verdad, el registro de 20 años de experiencia personal en el asesoramiento y consejo que el Alter Rebe brindara a sus Jasidím. Así, un problema abordado por el Tania, es el clamor angustioso del iehudí que lucha por salvar el abismo entre lo material y lo espiritual, entre el hombre y Di-s. (Ibíd.)

Una plegaria en el Kotel

Deseo contarles una vivencia especial, donde fui testigo de la inspiración Divina del Rebe:

Durante los “Diez días de Teshuvá” (los días que se encuentran entre Rosh Hashaná y Iom Kipur) del año 5749, estuve de visita en Israel. Uno de esos días, al amanecer, me dirigí al Kotel HaMaaraví (Muro de los Lamentos) para rezar allí. Durante mi Plegaria, recordé a varios de mis amigos y conocidos, pidiendo para ellos un Año Bueno y Dulce. Agregué además, como siempre acostumbraba, el nombre del Rebe de Lubavitch, pidiendo a Di-s que Le dé salud, por el bien de todo el pueblo judío.

Al concluir mis rezos retorné a mi automóvil. Para mi sorpresa, descubrí que la policía vial había colocado un “cepo” a mis ruedas. Aparentemente, debido a la oscuridad reinante a la madrugada, no había notado el cartel que indicaba que el estacionamiento estaba prohibido en ese sector.

Me dirigí a las oficinas de la municipalidad y aboné la multa. Pero me informaron que debía esperar un tiempo hasta que liberaran mi auto, debido a los trámites burocráticos.

Decidí aprovechar el tiempo y escribir una carta a cada uno de mis amigos, contándoles que recé por ellos en el Kotel. Decidí escribir una carta también al Rebe de Lubavitch. En la misiva le aclaraba que basado en lo que dicen nuestros Sabios: “quien envía un regalo a su compañero, debe avisarle”, le informaba que me encontraba en la ciudad de Ierushalaim y había rezado por él (Menajem Mendl Ben Jana) en el Kotel HaMaaraví, para que Hashem le diera salud y pudiera continuar conduciendo al pueblo de Israel con salud y satisfacciones, etc.

Después de Iom Kipur, regresé a los Estados Unidos. Desde el año 5745 acostumbraba a visitar 770 (Sede Central de Jabad Lubavitch Mundial) junto a mis hijos, dos veces  al año. Cuando el Rebe repartía “Kos Shel Brajá” (Al concluir Pesaj, Shavuot, Rosh Hashaná y Simjat Torá, el Rebe acostumbraba a repartir de su copa de Havdalá a los presentes. Para dicho acontecimiento llegaban miles de iehudim desde diferentes barrios y pasaban delante del Rebe. El Rebe bendecía a cada uno de ellos). Ese Motzaei Simjat Torá (dos semanas después de haber rezado en el Kotel) acudí como siempre a 770. Deseo aclararles que jamás tuve una audiencia privada con el Rebe, y jamás me presenté delante de él. Se entiende de ello que no había ninguna forma de que el Rebe pudiera reconocerme o saber mi nombre.

Me paré en la fila junto a mis hijos. Al llegar nuestro turno, el Rebe primero sirvió Kos Shel Brajá a mis hijos y luego me sirvió a mí. Cuando dije “Lejaim” el Rebe me miró a los ojos y me dijo:“Muchas gracias por recordarme frente al Kotel…”

Miré al Rebe sorprendido. Pero el Rebe ya estaba mirando a quien venía detrás de mí. Me adelanté un paso, pero no podía dejar de mirar al Rebe. Estaba totalmente pasmado por lo sucedido. Había sido testigo de la inspiración Divina del Rebe.

(Testimonio de Reb. Isajar Ber Rozenberg, jasid de Tzanz- Rebot Moftai)

¿Hamantashen para Shavuot?

En 1967, un joven jasid de Lubavitch de Australia viajó a Nueva York para pasar Shavuot con el Lubavitcher Rebe en Brooklyn. Llegó unos días antes de la fiesta- después del estallido de la Guerra de los Seis Días- cuando el Rebe comenzó la campaña de colocar Tefilín a todo varón judío mayor de Bar Mitzvá.

Un día acompañó a sus pares en la nueva campaña. Antes de entrar en el automóvil, fue a la tienda de comestibles cercana para llevarse algo de comer. Tomó una bandeja al azar del primer estante, pagó y retornó al coche.

Mientras viajaban sacó su bolsa para comer y les ofreció también a sus compañeros. De repente, todos se rieron. ¡Entre las masitas había hamantashen- masita típica de Purim! “¡Ahora! ¿En víspera de Shavuot?”

Los pasteles y galletas desaparecieron rápidamente. Sólo quedaron los hamantaschen.

Después llegaron a su destino: un gran hospital en Manhattan. Allí, se separaron en grupos y se asignaron diferentes pacientes para visitar. Había muchos judíos. Invitaron a cada hombre judío a colocar Tefilín y la mayoría aceptó.

A último momento entraron al cuarto de dos hombres judíos. Uno de ellos accedió a colocarlos en seguida, pero el otro se negó firmemente. Con rabia, exclamó: “¡yo estoy conectado a Di-s como ustedes!”

Los estudiantes intentaron calmar al hombre con palabras dulces, pero él se negaba. De hecho, parecía más enfadado. Su feroz objeción a la idea de realizar la Mitzvá de Tefilín despertó su curiosidad. Incluso su compañero de cuarto intentó persuadirlo, pero él no escuchaba.

Después de un rato, estaban listos para rendirse. Entonces, uno de ellos le ofreció un pedazo de fruta. “Coma esto. Por lo menos recite una bendición.”

El hombre volvió su cara a la pared, ignorándolos. Luego giró en su dirección y dijo sarcásticamente: “¿Fruta me ofreces? ¡Tráiganme un hamentash y entonces colocaré Tefilín!”

No podían creer lo oído. Tres pares de ojos giraron hacia el visitante de Australia. Con una ancha sonrisa, mirando tiernamente al paciente, dijo: “Si para ponerse el Tefilín usted requiere hamentashen, le daremos hamentashen!”

El hombre dijo incrédulamente. “¿Hamantashen ahora? ¡No lo creo!”

Entretanto, el australiano salió del cuarto y corrió al estacionamiento del hospital.

El joven sacó el paquete de hamentashen de su bolsa, que sólo un rato antes había sido desdeñado por todos.

En el cuarto, le extendió la bandeja. Los ojos del anciano se llenaron de lágrimas. “Increíble. Absolutamente increíble. ¿Hamantashen después de Pesaj? ¿Antes de Shavuot?” Y cautelosamente alzó uno a su boca. Uno de los muchachos de la Ieshivá lo ayudó a recitar la bendición. Cerró sus ojos y masticó despacio.

Después, enrolló la manga de su brazo izquierdo para cumplir el trato que, extrañamente, “propuso”. Con los Tefilín en su brazo, lloró silenciosamente. No era el único – todos lloraban en el cuarto.

Cuando regresaron a 770, en Brooklyn, estaban maravillados por la combinación extraordinaria de eventos. ¡Claramente todo había sido colocado directamente del Cielo!

Antes de volver a Australia, el joven tuvo una audiencia privada con el Lubavitcher Rebe y le contó la historia. El Rebe sonrió y contestó: “¡Nu, si eso es lo que pide, que alguien le traiga hamentashen todos los días!”

De Sijat HaShavua

Miztvot pre y post Purim

Ayuno de Ester: (jueves 25)

Para conmemorar la plegaria y el ayuno del pueblo judío durante la historia de Purim, ayunamos el día antes de Purim. Este año ayunamos el lunes 9 de marzo. El ayuno comienza aproximadamente una hora antes del amanecer y dura hasta el anochecer. Consultá el horario exacto de tu ciudad en www.jabad.com



La "media moneda" (Majatzit HaShékel) (jueves 25)

Es una tradición dar tres monedas en denominaciones “medias” -por ejemplo, tres monedas de medio dólar- a obras de caridad, para conmemorar el medio shékel con que cada judío contribuía como su parte en las ofrendas comunales en el tiempo del Templo Sagrado. Esta costumbre, generalmente realizada en la sinagoga, tiene  lugar en la tarde del “Ayuno de Ester” o antes de la lectura de la Meguilá.



Shushan Purim (viernes 26, sábado 27 y domingo 28)

En ciertas ciudades amuralladas antiguas —Jerusalém es el principal ejemplo— Purim no se celebra el 14 de Adar (la fecha de su observancia en el resto del mundo), sino el día 15. Esto es para conmemorar el hecho de que en la antigua ciudad amurallada de Shushan, donde las batallas entre los judíos y sus enemigos se extendieron por un día más, la celebración original de Purim tuvo lugar el 15 de Adar.

 

El 15 de Adar se llama “Shushan Purim”, y es un día de alegría y celebración también en aquellos lugares donde  se observa Purim el día 14 de Adar.

 

Cuando Shushan Purim cae en Shabat, como este año, en Jerusalem las MItzvot de Purim se dividen en tres días, observando algunas el viernes, otras el Shabat y las restantes el domingo. Es por eso que se lo llama “Triple Purim”



Gente singular

Purim se trata de ser diferente.

Hamán se quejó al rey Ajashverosh que “no existe una nación singular, dispersos y divididos entre las naciones en todas las provincias de tu reino, cuyas leyes son diferentes de las de todas las naciones ….” Una “nación singular” Ajashverosh dijo, diferente y único a pesar de su dispersión, no pueden ser tolerados,acordó con Hamán que “no vale la pena que el rey lo deje ser … debe ser decretada su destrucción”.

La respuesta Judía al decreto de Hamán fue intensificar su singularidad. En lugar de seguir las tendencias asimilacionistas, que comenzaron con el exilio de la Tierra Santa tres generaciones antes, se reunieron bajo la dirección de Mordejai, con un compromiso renovado con su singularidad como pueblo de Di-s.

Después de relatar la historia de la caída de Hamán y la victoria de Israel, el Libro de Ester resume el milagro de Purim en una frase: “Para los Judíos había luz, felicidad, alegría y prestigio”. 

El Talmud interpreta estas palabras como un referencia a las cuatro características principales que distinguen al pueblo judío: “Luz” es la Torá,” felicidad” son las fiestas,”alegría” es la circuncisión, y el “prestigio” son los tefilín”.

Hay, por supuesto, 613 mitzvot (mandamientos Divinos) y numerosos principios, leyes y costumbres que conforman la fe Judía, pero estos cuatro son señalados como las matrices de la singularidad Judía.

Semejanzas distintivas

A simple vista parecería totalmente lo contrario, que estos cuatro preceptos en realidad reflejan la similitud de Israel con otras naciones.

El estudio no es exclusivo de los Judíos: prácticamente todas las comunidades y culturas tienen su credo y filosofía, un conjunto de escritos en los que se basan, y un ejército de académicos que lo estudian, interpretan y la aplican. Además, la Torá no se limita al pueblo de Israel; varias religiones se basan en ella, incluyendo dos que abarcan más de la mitad de la raza humana. Incluso algunos de los planteamientos específicamente Judíos de la Torá (como el Talmud, los escritos de Maimónides o de las enseñanzas de la Cábala) son universalmente conocidos y estudiados.

Las festividades son también una característica común de todas las sociedades. Es cierto que sólo los Judíos comen matzá en Pesaj y tocan el Shofar en Rosh Hashaná, pero el concepto de una festividad, o una fecha señalada para su celebración y observancia, es universal. Cada nación, cultura y religión tiene su calendario de fechas que marcan los acontecimientos históricos, y conmemoran esas fechas con apropiados rituales y costumbres.

Lo mismo puede decirse de los tefilín: sólo el Judío une estas cajas de cuero y correas a su brazo y cabeza como símbolo de su compromiso con Di-s, pero una vez más el concepto es universal. El anillo de mujer casada, el uniforme del soldado, todos estos son signos que se usan como una demostración de nuestra lealtad a un determinado grupo o causa. En cuanto a la circuncisión, es un procedimiento bastante común, practicado por muchos por razones de salud y otros.

Sin embargo, la Torá, las festividades, la circuncisión y los tefilín, o como el Libro de Ester se refiere a ellos, “la luz”, “felicidad”, “alegría” y “prestigio”, son las piedras angulares de la distinción Judía. Es cierto que las naciones y las sociedades tienen otros elementos similares, o prácticamente idénticos, en su doctrina y estilo de vida, pero la experiencia judía de estos elementos, es diferente, hasta incluso la antítesis a sus homólogos universales.

De hecho, esta es la marca definitiva de la distinción: cómo uno difiere no en aquellas áreas en las que uno es obviamente diferente, sino en las que externamente son similares, pero internamente mundos aparte.

Sabiduría femenina

¿Cómo la Torá Judía difiere de la concepción universal del aprendizaje? La clave está en el Libro de Ester en la palabra hebrea “ora”, que es la forma femenina de “luz”, que aparece en referencia a la Torá.

Toda sabiduría, cuya función es iluminar y aclarar, es la luz, pero hay luz masculina y femenina. La luz masculina es auto-generada, original y agresiva, en cambio la luz femenina es receptiva. La inteligencia masculina es la mente que explora lo desconocido, originando nuevas ideas, eliminando conceptos erróneos. El intelecto femenino es la mente que se abre a recibir de una fuente superior, desarrollando la gran cantidad de detalles y aplicaciones inherentes a ella.

El estudio de la Torá emplea tanto las funciones masculinas como femeninas de la mente, pero el mayor énfasis está en lo femenino. A pesar de sus sutilezas Talmúdicas, la Torá no se trata de intelecto en absoluto, éste no es mas que una “prenda”, un medio para transmitir la esencia supra-racional que lo inviste. El estudio de la Torá es, en primer lugar, para entregarse a una revelación de Divinidad verdadera, para transformar la mente en un receptáculo para la sabiduría y la voluntad de Di-s. La mente del Sabio de la Torá no es un generador de ideas, sino una matriz que recibe la Divinidad verdadera y luego la desarrolla como un principio racionalmente estructurado o ley.

El pasado presente

La función universal de una fiesta o festividad, es para celebrar y conmemorar el pasado. La función de las fiestas Judías es para revivir el pasado, o más bien para descubrir la esencia atemporal de un suceso del pasado que lo hace real para su presente existencia.

El Judío no recuerda exactamente el Éxodo en Pesaj. A través de la observancia de las mitzvot Divinamente ordenadas de Pesaj , se accede al regalo Divino de la libertad de lo que es el Éxodo, logrando con ello un “Éxodo” personal, una liberación de las restricciones que esclavizan su propia vida. Lo mismo puede decirse de la entrega de la Torá en Shavuot, la consecución del perdón en Iom Kipur, y así sucesivamente: la fiesta judía es una ventana atemporal en el tiempo, haciendo los eventos “pasados” accesibles y realizables.

Una festividad es una ocasión “feliz”. Pero, nuevamente, la felicidad experimentada por el Judío, a pasar que superficialmente es similar a la felicidad de un no-judío, es radicalmente diferente. Para el celebrante no-judío, una festividad es una vía de escape, sumergiéndose en un pasado alegre y optimista, y seguramente así es capaz de ignorar sus problema presentes.

El Judío también trasciende el presente en sus fiestas, y también para él, esta es una fuente de alegría. Pero la suya no es una alegría para escaparse. Por el contrario, es la alegría de penetrarse a la esencia de su día actual para descubrir el que no hay tiempo pasado en el. Es por esto que es una alegría disciplinada, una alegría que rompe las barreras externas, mientras amplía su enfoque interno. Es una alegría que lo hace más responsable y solidario.

La festividad en la que la distinción de la celebración Judía sale más vívidamente a la luz es Purim. En Purim se le ordena al Judío “beber hasta que no se puede distinguir entre el “maldito Haman” y “bendito Mordejai”. Beber, sobre todo hasta el punto de la irracionalidad, es generalmente un anatema para el Judío, es el Purim donde podemos ver el estado poco común de un Judío ebrio.

La Alegría del Sacrificio

La circuncisión es una práctica bastante común. Muchos lo hacen por razones de salud, otros por razones religiosas. En cualquier caso, la decisión de circuncidar es una cuestión de pasar por el dolor para ganar algo. El procedimiento es doloroso, hay elementos de riesgo (como ocurre con todos los procedimientos quirúrgicos), y se dice que disminuye el placer sexual. El estadounidense que decide circuncidar a su hijo podría decir: “Ciertamente, hay desventajas, pero los beneficios de la salud hacen que valga la pena”. El niño musulmán podría decir: “Claro que duele, pero me gano la entrada al cielo.”

Lo que es único acerca de la Judío es que, para él, la propia circuncisión es percibido como algo positivo y deseable. Cualquiera que haya asistido a un Brit Milá entiende por qué el Libro de Ester hace referencia a ella como una “alegría”, uno no recibe la impresión de que estamos “pagando un precio” para algún tipo de recompensa en el futuro. El Judío alegremente desea entregarse a Di-s no por los resultados o recompensas.

De hecho, se puede decir que la circuncisión representa a todos los”sacrificios”, se trata de entregarse a uno mismo en el sentido más físico y literal. El concepto de sacrificio es, por supuesto, universal. El hombre está siempre haciendo sacrificios por el bien de su futuro, sus seres queridos, su país, sus convicciones. Pero el sacrificio es siempre para luego recibir algo a cambio en el futuro (en la propia vida o en el más allá) o por un deber ineludible. Para el Judío, el sacrificio por orden de Di-s es una alegría.

De ahí el sorprendente fenómeno, racionalmente inexplicable: prácticamente todos los Judios, independientemente del compromiso religioso, practican la circuncisión. Judíos que se definen como “ateos”, o como “progresistas”, circuncidan a sus hijos. Judíos que emergieron de siete décadas de dominio soviético desprovistos de cualquier conocimiento o apreciación por el Judaísmo, inmediatamente organizan circuncisiones para ello mismos, sus hijos y sus nietos. La circuncisión, para el Judío, es acerca de lo que es, y no de lo que hace por él.

Cajas Negras

El cuarto definidor de la singularidad Judía son las cajas de cuero negro, los tefilín, que contienen pergaminos en el cual están inscriptos capítulos seleccionados de la Torá, que se ponen en el brazo y la cabeza como símbolo de nuestra relación con Di-s.

Cada comunidad y cada cultura tienen sus propias prendas y adornos que usan como símbolos de su identidad. A causa de lo que representan, estos reflejan, naturalmente, las concepciones de belleza y prestigio: el oro brillante de anillo de la novia, el impecable uniforme del general, etc, todos encarnan una persona o grupo orgullosos de quienes son.

El tefilín se destaca por su sencillez. Dos simples cajas, las cuales la Torá ordena que sean sin adornos y estén pintadas de negro. Los tefilín no transmiten el orgullo, sino la subyugación de la mente, corazón y acciones del Judío al Todopoderoso.

Sí, los tefilín son el prestigio del Judío, pero éste no es por su representación estética, sino por su Servidumbre a Di-s, a través de la unión de su intelecto, emociones y talentos con la voluntad Suprema.

En Purim celebramos la salvación de un pueblo singular: un pueblo cuyo aprendizaje, festividades, sacrificios e insignia de honor son tan comunes, pero sin embargo, muy únicas.

Basado en un discurso del Rebe en Purim 5719 (1959)

Paso a paso de Purim

1. Meguilat Ester: (jueves 25 de noche y viernes 26 durante el día)

Tanto de noche como de día, concurrí a la sinagoga a escuchar la lectura del Rollo de Ester.

Cuando se menciona el nombre de Hamán acompañado de un adjetivo, hacé girar la matraca o hacé ruido con tus pies para erradicar su malvado nombre.

  • La Meguilá se lee de un rollo de pergamino escrito a mano, con una melodía antigua. Ponete en contacto con nosotros al +5491161974444 si por alguna razón no podes participar ó algún ser querido no puede llegar a la sinagoga para la lectura de Meguilá. Haremos todo lo posible para leer la Meguilá y traer la alegría de Purim a tu casa, oficina, hogar de ancianos u hospital, respetando todas las medidas de distanciamiento.

Entrá a  www.purimargentina.com para conocer nuestros puntos de encuentro donde se leerá la Meguilá al aire libre.

 

2. Matanot Laevionim - dar a los necesitados (viernes 26 durante el día)

Da dinero a por lo menos dos personas necesitadas. En caso de que no puedas encontrar gente necesitada, tu sinagoga probablemente recolectará dinero para este propósito. Al menos, coloca dos monedas en una alcancía de caridad destinada a los pobres.

 

Al igual que con las otras mitzvot de Purim, incluso los niños pequeños deben cumplirla.

 

  • Uno de los temas principales de Purim es la unión como pueblo. Hamán quiso matarnos a todos, todos estábamos en peligro juntos, así que también celebramos juntos. Por lo tanto, en el día de Purim ponemos especial énfasis en el cuidado de los menos afortunados.

3. Mishlóaj Manot- enviar regalos comestibles a los amigos (viernes 26 durante el día)

Enviá un paquete que contenga al menos dos alimentos y/o bebidas diferentes listos para el consumo (por ejemplo, pastelería, fruta, bebida) a por lo menos un judío amigo. Es preferible que los regalos sean entregados a través de un tercero. Los niños, además de enviar sus propios obsequios de comida a sus amigos, son mensajeros entusiastas

4. Mishté - Festín (viernes 26 a la tarde)

Reuní a tu familia, y celebrá con una comida festiva de Purim. La mesa debe estar adornada festivamente con un lindo mantel y vajilla. Lavate ritualmente las manos para comer pan o jalá, y disfrutá de una comida con carne, vino y muchas canciones judías, palabras de Torá y el alegre espíritu de Purim. Canten, beban, rían, diviértanse juntos

 

5. Rezos especiales: (jueves 25 de noche y viernes 26 durante el día)

En el rezo de la Amidá y en el Birkat Hamazón luego de las comidas agregá el párrafo “Veal Hanisim” (“Y por los milagros”) correspondiente al día de Purim. 

Esta oración describe la historia de Purim y agradece a Di-s por los “milagros, redenciones, obras poderosas, actos salvadores y maravillas” que realizó para nuestros antepasados ​​en “aquellos días, en este tiempo”.



6. Disfraces! (jueves 25 de noche y viernes 26 durante el día)

En Purim, los niños -y algunos adultos osados también- observan la tradición de disfrazarse, una alusión a la mano de Di-s en el milagro de Purim, que estaba disfrazado por eventos naturales. Asegurate de que tus hijos se disfracen de personajes bondadosos y alegres, como Mordejai y Ester.



7. Comida típica: Oznei Hamán (orejas de Hamán)

Los Oznei Haman son galletas cuyo relleno está escondido dentro de la masa, al igual que el milagro de Purim se escondió bajo el disfraz de la naturaleza. Encontrá las mejores recetas aquí.

 

  • Hasta la destrucción del Primer Templo Sagrado, que ocurrió poco antes del tiempo de Purim, los judíos regularmente vieron milagros abiertos y sobrenaturales. Sin embargo, con la destrucción comenzó un período que dura  hasta el día de hoy,donde Di-s opera “detrás de escena”, y su mano no es tan evidente en los eventos diarios. La historia de Purim fue la primera vez que los judíos se dieron cuenta de que la ausencia de milagros manifiestos no significaba que Di-s los hubiera abandonado

Frutos del pensamiento

Adaptado de las enseñanzas del Rebe de Lubavitch, por Yanki Tauber

Los Maestros Cabalísticos nos dicen que cada uno de nosotros no tiene una sola alma, sino dos: el “alma animal”, que encarna nuestros instintos naturales, y el “alma Divina”, que representa nuestra unidad trascendente.

Nuestros Sabios nos cuentan, que originalmente, todos los árboles eran frutales, y que esto también será así en la Era del Mashiaj. Un árbol sin frutas es sinónimo de un mundo imperfecto, ya que la función de un árbol es producir frutos.

Si “El hombre es un árbol del campo” y el fruto es el más alto logro de los árboles, hay siete frutos que coronan la cosecha humana y botánica. Estas son las siete frutas y granos señalados por la Torá como ejemplos de la fertilidad de la Tierra Santa: Trigo, cebada, uvas, higos, granadas, aceitunas y dátiles.

El quince del mes hebreo de Shvat es el día designado en el calendario Judío como “Año nuevo para los árboles”. 

En este día, celebramos los árboles del mundo de Di‐s, y el árbol dentro de nosotros haciendo partícipe a estos siete frutos, que caracterizan los varios componentes y modelos de la vida humana.

Los Maestros Cabalísticos nos dicen que cada uno de nosotros no tiene una sola alma, sino dos: el “alma animal”, que encarna nuestros instintos naturales, y el “alma Divina”, que representa nuestra unidad trascendente, nuestro deseo de escaparnos del “yo” y de relacionarnos con lo que es más grande que nosotros.

Como su nombre lo indica, el alma animal constituye esa parte nuestra que es común en todas las criaturas vivien‐ tes: el instinto de auto conservación y auto perpetuación. Pero el hombre es más que un animal sofisticado. Hay cualidades que son únicas en nosotros como humanos, las derivadas de nuestra “alma Divina”. El punto en el que nos graduamos más allá del “yo” y sus necesidades (“¿Cómo puedo sobrevivir? ¿Cómo obtengo comida, dinero, poder, sabiduría, satisfacción?”), y pasamos a preguntarnos “¿Por qué estoy acá? ¿Para qué sirvo? Es este el punto en el que cesamos de ser simplemente otro animal en el mundo de Di‐s y nos empezamos a dar cuenta de la unicidad como seres humanos.

Esto no es para que sea rechazada el alma animal y suplantarla por el Alma Divina. Estas son nuestras dos almas, ambas son indispensables para una vida de plenitud y propósito. A pesar que estimulamos lo Divino de nosotros para elevarnos por encima de lo meramente animal, también debemos desarrollar y refinar nuestro animal, estudiar a cultivar los elementos constructivos de la individualidad (Ej.: autoconfianza, coraje, perseverancia) mientras eliminamos el egoísmo y lo profano.

Trigo y cebada, los dos granos dentro de los “siete frutos”, representan lo esencial de nuestro maquillaje interno. Seguidos a estos vienen cinco frutos (vid, higos, granada, olivo y dátiles) “aperitivos” y “postres” en nuestro menú espiritual, que agregan sabor a nuestro esfuerzo básico de desarrollar nuestra alma animal y Divina.