Iaacov lucha con el ángel

Jacob permaneció muchos años en casa de su tío Labán, donde se casó con sus cuatro esposas: RaquelLeaBilha y Zilpa. Pero ahora llegó el momento de regresar a casa, a la Tierra de Israel .

Han pasado años desde que recibió las bendiciones que se esperaba que le correspondieran a su hermano mayor, Esaú.

Pero Jacob sigue preocupado: ¿Esaú todavía me odia? ¿Se vengará de mí por haberle “robado” las bendiciones?

Jacob envía mensajeros a Esaú, quienes le informan que, en efecto, Esaú desea hacerle daño. Por lo tanto, Jacob se prepara mediante una triple estrategia: rezar a Di-s , organizarse para la guerra y enviar un regalo para apaciguar a su hermano.

Sin embargo, antes de encontrarse con Esaú, ocurre un incidente misterioso: Jacob se enfrenta a un enigmático “hombre” que lucha con él e intenta impedirle seguir adelante.

¿Quién era este hombre? ¿Y quién ganó la batalla?

Veamos algunos midrashim que arrojan luz sobre la historia.

El relato bíblico

Jacob se levantó aquella noche, tomó sus dos mujeres, sus dos siervas y sus once hijos, y cruzó el vado de Jaboc. Los tomó y los hizo pasar el arroyo, y llevó consigo todo lo que tenía.

Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta que amaneció. Y al ver que no podía con Jacob, le tocó la cadera, y la cadera de Jacob se dislocó mientras luchaba con él.

[El hombre] dijo: «¡Déjame ir, porque ya amanece!» [Jacob] dijo: «No te dejaré ir a menos que me bendigas».

“¿Cómo te llamas?”

“Jacob.”

[El hombre] dijo: “Ya no se dirá tu nombre Jacob, sino Israel, porque has ejercido dominio [sar] con lo divino y con los hombres, y has prevalecido”.

Jacob le pidió y le dijo: «Por favor, dime tu nombre». El hombre le respondió: «¿Por qué me preguntas por mi nombre?» Y lo bendijo allí.

Las pequeñas jarras

¿Por qué estaba solo Jacob?

El Talmud cita una enseñanza del rabino Elazar: Jacob había traído todas sus pertenencias a través del río, pero luego se dio cuenta de que faltaban algunas jarras pequeñas (de ningún gran valor). Sin embargo, no quería dejarlas atrás, así que regresó a buscarlas. Allí se encontró con el hombre.

¿Por qué Jacob no ignoró simplemente estos elementos aparentemente sin importancia?

El rabino Elazar ofrece esta explicación: “Los justos consideran que sus propias posesiones son más valiosas que ellos mismos. ¿Por qué? Porque no extienden sus manos para robar”. En otras palabras, ganan cada centavo honestamente, y por eso es importante para ellos.

En un tono más místico, los maestros jasídicos explican que cada objeto individual de nuestro mundo contiene una chispa divina que espera su elevación. Un tzadik (persona justa) reconoce esta chispa incluso en el objeto más insignificante, y por eso está dispuesto a arriesgar su vida para proteger esa chispa y llevarla a su plenitud máxima.

El rabino Shlomo Luria, el Maharshal, sugiere que estas jarras contenían el aceite que Jacob había designado para ungir el monumento que había erigido muchos años antes durante su huida a Harán Este era aceite sagrado, por lo que Jacob no quería dejarlo atrás.

Curiosamente, estas jarras pueden estar relacionadas con el milagro de Janucá. Según Tzeidah la-Derech: “ Di-s le dijo a Jacob: Arriesgaste tu vida por una pequeña jarra de aceite por Mi causa. A cambio, yo recompensaré a tus descendientes, los hasmoneos, cuando se produzca un milagro para ellos con una pequeña jarra de aceite”.

La confrontación

“ Un hombre luchó con él: nuestros sabios explicaron que éste era el ángel ministrador de Esaú.” 

Un lugar común de la literatura talmúdica y midráshica es que cada nación tiene su propio “ministro” angelical que representa sus intereses ante Di-s. Es, entonces, el ángel de Esaú quien intenta frustrar la misión de Jacob.

Así comienza el choque de titanes.

“Un hombre luchó con él hasta que amaneció”. La lucha duró horas y horas. Lucharon entre sí,  levantando polvo hasta el trono divino.

El ángel se dio cuenta de que no podía vencer a Jacob, así que “tocó su muslo” y se lo dislocó.

Al amanecer, el ángel de Esaú debe unirse a sus colegas para cantarle a su Creador. El ángel intenta desenredarse de Jacob, pero no lo logra. Se ve obligado a rogarle a Jacob que lo deje ir,  a lo que Jacob accede, pero con una sola condición: el ángel debe bendecirlo y admitir que las bendiciones que Jacob recibió de Isaac son en verdad suyas y no de Esaú.

El ángel accede, bendice a Jacob e incluso le otorga un nuevo nombre, Israel. Entre sus significados está el de que Jacob ha recibido las bendiciones de manera noble y no por medio de un fraude.

En conmemoración de este episodio, al pueblo judío se le prohíbe comer el gid ha-nasheh de un animal, que corresponde anatómicamente al nervio lesionado de Jacob.

La lucha épica

Los comentarios  señalan que la lucha descrita en esta parashá es el acto inicial de una batalla que continúa hasta el día de hoy entre el pueblo judío (representado por Jacob) y las naciones enemigas que buscan su destrucción (Di-s no lo permita). De hecho, a lo largo de la historia muchos regímenes han intentado, pero no han logrado erradicar al pueblo judío física o espiritualmente; pueden tener éxito en “dislocar la articulación de la cadera”, dañando partes del pueblo judío, pero el “cuerpo” en su totalidad permanece intacto.

Esta lucha llegará finalmente a su fin con el “amanecer”, la era de la Redención final, cuando la victoria de Jacob será completa y definitiva. “Jacob”, como sigue describiendo la Torá , “llegó sano y salvo a Siquem ”, y lo mismo ocurrirá con sus descendientes: a pesar de toda la humillación, el dolor y la tortura, el pueblo judío sigue viviendo eternamente y llegará “sano y salvo” a su destino final y al del mundo.

A nivel personal

El Zohar describe la batalla de Jacob con el ángel como símbolo de la lucha del hombre con su lado más oscuro.

Al acercarse la mañana, el ángel supo que debía actuar con rapidez, pues pronto la noche, el tiempo en que él tiene poder, se acabaría y él se vería impotente. Por eso, golpeó el muslo de Jacob, el lugar donde se asienta la inclinación al mal, y allí pudo herirlo.

El Zóhar nos enseña que en cada lucha somos poderosos y podemos superar nuestros malos impulsos si así lo deseamos. Sólo hay un lugar donde la lujuria es tan fuerte que incluso los grandes hombres son impotentes: el gid ha-nasheh . Su nombre significa “olvidar”,  porque una vez que se despierta, todo pensamiento racional y todos los escrúpulos religiosos quedan muy atrás.

La única manera de ganar esa guerra es mantenerse alejado, ya que una vez que uno cae en la tentación, no se sabe a dónde puede llevarnos. Por esta razón, el gid no se come en absoluto, sino que se evita por completo.

FUENTE

El fallecimiento de Aharón

La Nube de Gloria permaneció varios meses en Kadesh, en el límite de la tierra de Edom. Luego se elevó y condujo a Benei Israel en un desvío alrededor de la tierra de Edom. Ella vino a descansar delante de la montaña de Hor Hahar. El nombre “Hor Hahar” significa “montaña de una montaña”. 

Ella era realmente una colina descansando sobre la cima de otra, y se asemejaba a una pequeña manzana sobre la parte superior de una grande.

Usualmente la Nube de Gloria achataba todas las colinas y montañas en el desierto para que Benei Israel pudieran viajar sobre un sendero parejo. No obstante, Hashem dejó en pie tres montañas:

Har Sinai, por la entrega de la Torá; Har Nevó, para servir como lugar de entierro de Moshé y Hor Hahar, para volverse el lugar de entierro de Aharón.

Hashem preservó también a estas montañas como un recordatorio de que había habido muchas colinas como éstas en el desierto. Los judíos entonces apreciarían la bondad del Todopoderoso en nivelar las montañas por su bien.

Cuando ellos arribaron a Hor Hahar, Hashem anunció a Moshé: “Aharón será reunido con su pueblo. Su alma se unirá a aquéllas de otros tzadikím (justos) en Olam Haba (mundo por venir)”.

“Informa suavemente a Aharón que él está a punto de partir de este mundo porque pecó en Mei Merivá. Su hijo Elazar lo sucederá como Cohén Gadol. Quien deja un hijo para tomar su lugar es considerado como si no murió”.

Hashem escogió revelar las noticias a Aharón mediante Moshé, antes que comunicarlas Él mismo, como si afirmara, “Yo estoy avergonzado de decírselo”.

Al recibir las órdenes de Hashem, Moshé rogó, “Señor del Universo, ¿no puede Aharón permanecer vivo en el lado oriental del Jordán?”.

“Imposible”,- replicó el Todopoderoso – “El estar vivo impide a Benei Israel entrar a la Tierra. ¿Deseas que él viva a ese precio?”.

Moshé todavía continuó orando:  “Señor del Universo, ¿cómo puedo yo decir a mi hermano, Tu tiempo ha llegado?”.

Replicó Hashem, “Es un honor para él ser informado por ti. Dile, ‘Cuan afortunado eres tú que yo y tus hijos te atendemos en tu última hora. (¿Quién cuidará de mí cuando yo esté a punto de morir?) Más aún, tu hijo tomará tu lugar (y el mío no lo hará).

“Además, Aharón no morirá por medio del Ángel de la Muerte. Cuando Aharón arriesgó su vida quemando ketoret en medio del pueblo a fin de detener la plaga, Yo decreté que el Ángel de la Muerte no tendría poder sobre él. Yo Mismo recogeré su alma.”

Cuando Moshé comprendió que el decreto de Hashem era irrevocable, obedeció sin demora.

A la mañana siguiente él le acordó a Aharón público honor. Antes que caminar al Ohel Moed en la acostumbrada formación- Aharón a la derecha, Elazar a la izquierda, los nesiím (líderes de las doce tribus)  flanqueándolos a ellos a ambos lados, y el pueblo detrás de ellos- Moshé le ordenó a Aharón caminar en el centro, donde Moshé usualmente caminaba.

El pueblo se preguntaba por qué se le acordaba a Aharón honor especial. Ellos supusieron que a Aharón se le había concedido ruaj hakodesh (inspiración Divina) en lugar de Moshé.

Cuando la procesión arribó al Mishkán, Aharón quiso entrar para realizar el diario Servicio matinal.

“Espera,” dijo Moshé, “Hashem ordenó que tú no realizarás la avodá hoy.”

“¿Qué ha ordenado Él?” preguntó Aharón. “Ascendamos a Hor Hahar, y te lo contaré,” replicó Moshé. Al pie del monte, Moshé ordenó a los nesiím esperar. Sólo él, Aharón, y Elazar ascendieron.

Otra vez Aharón interrogó, “¿Qué ha ordenado Hashem?” “Hermano mío,” Moshé presentó cautelosamente el tema,

“¿eres consciente de retener un depósito el cual el Todopoderoso puede querer de regreso?”

“Mi hermano Moshé,” replicó Aharón, “el Mishkán entero y sus santas vasijas están bajo mi cargo. ¿He fallado en la avodá?”

Moshé intentó un abordaje más directo. “¿Te ha confiado el Todopoderoso una luz?” preguntó él a Aharón.

“No sólo una,” replicó Aharón, “todas las siete luces de la menorá son mi responsabilidad.”

“Esto no es lo que yo quise significar,” dijo Moshé. “¿Quizá El te confió a ti algo que se asemeja a una luz?”

“‘ El alma del hombre es la vela de Hashem'” (Mishlé 20:7), replicó Aharón. “¿Implicas que mi tiempo de fallecer ha llegado?”

“Sí,” dijo Moshé, y, colocando sus manos sobre su corazón, él clamó, “‘Mí corazón está dolido dentro de mí, y los temores de la muerte han caído sobre mí'” (Tehilím 55:5).

Sobre la cima de la montaña se hallaba preparada una cueva, y en ella una cama y una vela ardiendo.98

Hashem instruyó a Moshé, “Transfiere las vestimentas sacerdotales de Aharón a su hijo Elazar, quien lo sucederá como sumo sacerdote.” Cuando Moshé oyó este mandamiento él no supo cómo realizarlo. Estaba prohibido vestir al Cohén Gadol en cualquier otro orden excepto el prescripto: primero la ropa interior, y luego las exteriores. A fin de vestir a Elazar en el orden correcto, él tendría que desnudar a Aharón de todas sus vestimentas, incluso su ropa interior.

“No temas,” dijo Hashem a Moshé, “procede, y Yo haré Mi parte.”

Los milagros que el Todopoderoso realizó para Aharón cuando él estaba a punto de morir fueron más grandes que aquellos durante la vida entera de Aharón. Cuando quiera que Moshé removía una de las vestiduras sacerdotales de Aharón, él lo encontraba vestido debajo con una correspondiente vestimenta Celestial, así que el cuerpo de Aharón nunca fue desnudado. Después de que Moshé hubo removido todas las ocho vestimentas del sumo sacerdote, Aharón vestía ocho correspondientes vestimentas celestiales.100

Luego Moshé le ordenó a Aharón, “¡Acuéstate sobre el lecho!” Aharón lo hizo.

“Cierra tus ojos,” ordenó Moshé. Aharón los cerró.

“¡Extiende tus pies!” ordenó Moshé. Aharón obedeció.

La Shejiná (Divinidad) descendió, y el alma de Aharón fue atraída hacia ella con felicidad y regocijo, retornando anhelantemente a su fuente (mitat neshiká).

Dado que la partida del alma por mitat neshiká (“un beso Divino”) es un sublime y santo espectáculo, el alma de Aharón partió en aislamiento en una cueva. A nadie además de Moshé y Elazar se le permitió observar la gran escena.102

Moshé anhelantemente exclamó, “¡Cuan afortunada la persona que muere de esta manera!”

Hashem concedió más tarde el deseo de Moshé de experimentar esta muerte.

El Todopoderoso ordenó a Moshé y Elazar, “Ahora abandonen la cueva.” Tan pronto como ellos partieron, su entrada se cerró.

Cuando Moshé y Elazar retornaron, el pueblo no podía comprender qué había sucedido. Ellos habían visto a tres personas ascender la montaña, y ahora sólo dos descendían.

Toda suerte de rumores y sospechas relativas al destino de Aharón se suscitaron.

“¿Dónde está Aharón?” fue interrogado Moshé.

“El falleció,” replicó Moshé.

Esta afirmación se encontró con total descreimiento. El pueblo dijo amenazadoramente a Moshé, “¡No nos digáis que el Ángel de la Muerte tuvo poder sobre Aharón, quien lo controlaba y le impedía matar judíos! ¡Traed a Aharón de regreso inmediatamente, o nosotros lo lapidaremos!

“Nosotros conocemos tu estricta disposición. Aharón debe haber dicho o hecho algo que vos considerasteis pecaminoso, ¡y vos decretasteis la pena de muerte sobre él!

La falsa sospecha lanzada sobre Moshé invitaba al castigo Celestial. Inmediatamente después el pueblo judío fue atacado por Amalek.

Moshé oró a Hashem ser absuelto de sospecha.

El Todopoderoso ordenó a los ángeles traer el ataúd de Aharón y mostrarlo al pueblo. Ellos tuvieron una visión del ataúd de Aharón flotando en el aire. Después de eso, aceptaron su muerte.

El duelo por él fue intenso. Duró treinta días e incluyó a todos los miembros de la nación, hombres, mujeres, y niños.

Los cielos, también, hicieron duelo. Di-s y Sus huestes ] Celestiales ensalzaron a Aharón, proclamando, “La Tora de Verdad estaba en su boca e iniquidad no era encontrada en sus labios: él caminaba conmigo en paz y rectitud. Porque los labios del cohén ; (de Aharón) mantenían conocimiento y ellos buscaban Tora desde su boca, porque él era como un ángel del Señor de las huestes” (Malají 2:6-7).

¿Por qué fue Aharón tan grandemente llorado?

Aharón disfrutaba de gran popularidad porque él amaba la paz y perseguía la paz.

Mientras caminaba por el Campamento, saludaba a cualquier judío que encontraba con una amplia sonrisa y cálidas palabras, aún si esa persona era un rashá (malvado). Inmediatamente, cualquiera que había cometido o estaba a punto de cometer un pecado, pensaba, “¿Por qué Aharón (el Cohén Gadol, el más grande dignatario de Kelal Israel) me saludó? Obviamente él piensa que yo soy un tzadik (justo).” Avergonzado de que su verdadero carácter no conformara la imagen percibida por Aharón, la persona resolvía mejorar su conducta.

Cuandoquiera que Aharón oía que dos judíos habían peleado, él visitaba a uno de ellos y decía, “¿Sabéis cuan apenado está vuestro anterior amigo de que él ya no se lleva bien con vos? El se sienta en casa, golpeando su pecho con su puño y rasgando sus vestimentas apenado por la desavenencia entre ustedes dos, ¡pero está demasiado avergonzado para decíroslo!” Luego Aharón visitaba a la otra parte y le contaba lo mismo. La próxima vez que los dos se encontraban, ellos se abrazaban, se besaban uno al otro, y estaban reunidos.

Si Aharón oía de una fricción entre un marido y su esposa, no descansaba hasta que él los había reconciliado. Si se le contaba acerca de dos partes que tuvieron una discusión, encontraba un compromiso para resolver la materia.

Aharón falleció a la edad de 123 años, en el primero de Av, de 2.487.

Kelal Israel había estado protegido por las Nubes de Gloria en su mérito; con su muerte, ellas desaparecieron.

Ruth, la elección de ser

El Libro de Ruth fue escrito por el profeta Shmuel.

Es apropiado leer el Libro de Ruth en Shavuot, por dos razones:

Primero, porque nos da una visión de la cosecha, y cómo eran tratados los pobres durante esta época, con bondad y amor.

En segundo lugar, porque Shavuot es el aniversario de la muerte del rey David, y en el Libro de Ruth tenemos el origen de la Casa de David. El Rey David fue el bisnieto de Ruth y Boaz.

Pero quizás la razón más importante para la lectura del Libro de Ruth en este festival sea el hecho de que nos brinda una vivida descripción del perfecto Guer Tzedek, el prosélito o converso al judaísmo.

Shavuot es la época de la “Entrega de Nuestra Ley”, y cuando la recibimos, nosotros también, como el Guer Tzedek, juramos aceptar la Torá y cumplir sus 613 Mitzvot —mandamientos—.

La aceptación sin vacilaciones de la Torá y sus magníficas enseñanzas es nuestro orgullo. A pesar de todas las aparentes restricciones y responsabilidades, que coloca sobre los hombros de todo judío adulto, tenemos conciencia del privilegio de formar parte del “pueblo elegido” por Di-s.

Sin embargo, no buscamos prosélitos, o conversos.

Cuando un Guer viene y dice que quiere abrazar el judaísmo, nuestra Torá nos dice que es deber nuestro indicarle todas las dificultades y el peso de la responsabilidad que cabe a cada judío para cumplir dignamente la Torá. Debemos demostrarle que está eligiendo un camino muy difícil, y un modo de vida que no es popular en el resto del mundo.

Si, a pesar de todas estas consideraciones y advertencias, el Guer insiste en su deseo de abrazar el judaísmo, entonces sí podemos estar orgullosos de aceptar a un hombre así en nuestra congregación, pues seguramente será un judío devoto y sincero.

Onkelos, el famoso autor del Targum (traducción de la Biblia al arameo), fue un Guer Tzedek, y también lo fue Ruth.

Ruth era una princesa Moabita que profesaba altos ideales.

No estaba satisfecha con la adoración de ídolos en su propio pueblo, y cuando se presentó la oportunidad, abandonó los privilegios de la nobleza en su tierra para aceptar una vida de pobreza entre el pueblo que admiraba.

He aquí cómo ocurrió.

Eran los días en que los Jueces regían Israel.

Los hijos de Israel se habían alejado de la observancia de la Torá, haciéndose acreedores al castigo de Di-s. El hambre reinaba en toda la tierra.

Había un cierto personaje en Judea llamado Elimelej. Era un rico mercader que no estaba acostumbrado al hambre y la pobreza, y pensó que podía escapar a la miseria yéndose a otro lado. Junto con su esposa, Naomí, y sus dos hijos, emigró a Moav.

Ruth se hizo amiga de la familia judía, y comenzó a comparar su modo de vida, diferente, con el que ella llevaba.

Aprendió a admirar las leyes y costumbres judías, y la desazón que había sentido ante la vacía adoración de ídolos por parte de su pueblo se transformó en abierta crítica.

De esta manera, cuando uno de los hijos de Naomí le propuso matrimonio, se sintió feliz y orgullosa de aceptar.

No tuvo remordimientos por lo que dejaba atrás, su vida plena de lujos en el palacio, su título real, las posibilidades de riqueza y honores en el futuro. Todo lo que veía era el egoísmo y la crueldad de su gente, y la diferencia notoria con los judíos, a quienes ya se sentía profundamente ligada.

Elimelej y sus dos hijos murieron, y Naomí se convirtió en una pobre viuda, sin saber hacia dónde ir o qué hacer.

Por eso, Naomí dijo a Ruth y a su otra nuera, Orpá (también moabita): —Hijas mías, debo irme, y he decidido regresar a mi ciudad natal, Bet-Lejem. Las cosas no pueden estar muy bien allí, y no hay razón para que vosotras también sufráis. Aceptad mi consejo, entonces, y regresad a la casa de vuestros padres. Vuestros esposos están muertos, y quizás, si os quedáis en vuestra propia tierra, podréis encontrar otros hombres y volver a casaros. Yo he perdido a mis hijos para siempre, pero vosotras sois jóvenes, y podréis encontrar nuevos maridos.

Orpá se entristeció, besó a su bondadosa suegra y se despidió de ella. Ruth se aferró a Naomí llorando y le suplicó que le permitiera ir con ella. Se lo imploró con palabras emocionadas, diciendo: —No me pidas que te deje y me vuelva, pues donde tú vayas, allí iré yo, y donde tú te hospedes, allí me hospedaré yo; tu pueblo es mi pueblo, y tu Di-s mi Di-s; donde tú mueras yo moriré, y allí seré enterrada; que ésto y más me haga el Señor si nada más que la muerte nos separa.

Ruth era perfectamente consciente de lo que hacía. Naomí le había recordado las dificultades que el judío enfrentaba en todo momento, pero con todo, permaneció firme en su propósito de seguir a su suegra y aferrarse a la fe de su adopción, que se había vuelto tan preciosa para ella. El futuro probaría que Ruth sería recompensada con justicia por su resolución, mas, aún en su pobreza, Ruth no tuvo remordimientos. Era la época de la cosecha cuando Ruth y Naomí llegaron a tierra de lehudá —Judea—.

Ambas estaban cansadas de su viaje, y Ruth insistió que Naomí descansara, mientras ella salía a los campos de Bet-Lejem para encontrar algo con qué paliar el hambre.

Ruth penetró en un campo donde muchos hombres estaban ocupados cortando trigo, mientras otros los ataban con hojas y otros más los apilaban en carretas para su transporte.

Un poco vacilante, pero alentada por el hambre y el pensamiento de que debía obtener algo de comer para su suegra, Ruth ingresó al campo y se sentó a descansar, y ver si allí tenía suerte. —¡Di-s sea contigo, extraña!

Ruth hizo señas de haber recibido el amable saludo. Se sintió aliviada al escuchar a la misma persona bondadosa —¿Por qué no te adentras más en el campo? No temas. Junta algo de grano para satisfacer tu hambre.

Boaz mismo, el dueño del campo era el que así hablaba a Ruth. En ese momento, él era el Juez de Israel.

Ruth le agradeció y recogió algunas mazorcas.

Estaba por retirarse cuando la misma voz bondadosa le instó a quedarse y juntar aquellas que los hombres habían dejado de cosechar en las esquinas del campo, como “Pea”.

—¿Qué es pea? —preguntó Ruth.

Nuestra Torá nos dice que cuando el dueño de un campo ha cortado el grano, debe dejar las esquinas para los pobres, los necesitados y los extranjeros, quienes pueden venir a cosecharlo ellos mismos y llevarse el fruto de su trabajo —contestó Boaz.

—¡Qué maravilloso! —exclamó Ruth.

Se quedó pues a cortar el grano de una punta del campo, y culminada su labor se preparó para retirarse.

—No necesitas irte todavía —insistió Boaz— ¿Por qué no te quedas y te beneficias con Léket?

—¿Qué quiere decir Léket? —preguntó nuevamente Ruth.

—Según nuestra Torá, si un cosechador no corta de un solo golpe la espiga, o no la ve, no puede volver atrás, sino que debe dejar el grano que no ha cortado, o se le ha caído, como beneficio para los pobres y extraños —explicó Boaz pacientemente.

Ruth no dijo nada, pero no vio razón alguna para rehusar beneficiarse con las leyes de la Torá que ella misma había abrazado sin reservas.

Cuando hubo recogido toda una canasta, volvió a Boaz, le agradeció muy sinceramente por su bondad y se dispuso a partir.

—Aún puedes quedarte —insistió Boaz—. Puedes tomar Shijejá.

—La Torá es verdaderamente ilimitada al velar por aquellos menos afortunados —dijo Ruth— ¿Ahora dime por favor qué es ‘Shijejá”?

—Cuando el propietario de un campo lleva su carga de grano hacia los depósitos, es posible que haya dejado por olvido algunos fardos en el campo. Pues bien, la Torá le prohíbe regresar y recogerlos, y debe dejarlos para los pobres, las viudas, los huérfanos y los extraños.

Ruth se alegró con su buena fortuna.

Había juntado casi más de lo que podía llevar. Naomí y ella estarían ahora a salvo del hambre, por un buen tiempo. Agradeció a Boaz una vez más, y éste le hizo prometer que volvería.

Ruth estaba llena de emoción mientras se dirigía en busca de su suegra. Le relató todo lo que le había sucedido en los campos de Boaz. Naomí se sintió feliz con el éxito de Ruth y con el hecho de que ésta hubiera agradado a Boaz, el generoso terrateniente. Además, le dijo a Ruth que Boaz era pariente de Elimelej.

Entretanto, Boaz había hecho averiguaciones sobre la extraña que había capturado su corazón, y descubrió que era la nuera viuda de Naomí. Debido al parentesco existente, y de acuerdo a las leyes de la Torá era recomendable que Boaz contrajera enlace con Ruth y así se lo hizo saber. Cuando Boaz pidió a Ruth que se casara con él, Naomí le recomendó aceptar.

De esta manera Ruth fue imprevistamente recompensada con riqueza y felicidad.

Ruth y Boaz tuvieron un hijo llamado Oved, quien fue padre de Ishai. El hijo menor de Ishai fue David, quien se transformó en el ungido del Señor y querido rey de todo el pueblo judío.

Las siete leyes de los hijos de Noé

1. Con respecto a los mandamientos de Di-s, la humanidad está dividida en dos grupos: los Hijos de Israel y los Hijos de Noaj.

2. Los Hijos de Israel son los Judíos, los descendientes del Patriarca Jacob. Ellos tienen el deber de cumplir con los 613 Mandamientos de la Torá.

3. Los Hijos de Noaj comprenden las setenta naciones originales del mundo y sus ramificaciones. Ellos tienen el deber de cumplir las Siete Leyes Universales, también conocidas como las Siete Leyes de los Hijos de Noaj o las Siete Leyes Noájidas. 

Estas Siete Leyes Universales tienen que ver con idolatría, blasfemia, asesinato, robo, relaciones sexuales, comer la carne de un animal vivo y el establecimiento de cortes de justicia.

4. Todas las Siete Leyes Universales son prohibiciones. No hay que sorprenderse: los mandamientos negativos (o prohibitivos) son de un orden superior a los positivos; y, su cumplimiento, conlleva una mayor recompensa.

5. Hombres y mujeres son iguales en su responsabilidad por observar los Siete Mandamientos. 

6. Es materia de disputa la edad a partir de la cual un individuo es responsable por sus acciones bajo estas leyes. Una opinión sostiene que depende del desarrollo mental del individuo. Conforme a esta opinión, tan pronto como un muchacho ha alcanzado la madurez que le permite entender el significado e importancia de las Siete Leyes Universales, está en la obligación de cumplir con la ley en su plenitud. La otra opinión sostiene que un muchacho alcanza la edad de responsabilidad legal a los trece años (doce años en caso de las chicas). 

7. Los Hijos de Noaj están permanentemente advertidos en lo concerniente a las Siete Leyes Universales. Esto quiere decir que no es defensa válida la ignorancia de la ley. Uno no puede afirmar, por ejemplo, que no sabía que la idolatría estaba prohibida por una de las siete leyes. Ni puede tampoco afirmar que no sabía que inclinarse ante un ídolo constituía idolatría.

Nota – Sin embargo, podría afirmar que no sabía que un objeto en cuestión era un ídolo, pues esto no es ignorancia de la ley.

Por tanto, uno tiene el deber de ocuparse en el estudio de las Siete Leyes Universales a lo máximo de su capacidad y enseñar el conocimiento de estas a sus propios hijos.

8. Cuando uno de los Hijos de Noaj resuelve cumplir a cabalidad los Siete Mandamientos Universales, su alma se eleva. Esta persona se constituye en uno de los Jasidei Umot ha-Olam, Justos entre las Naciones, y recibe un lugar en el Mundo Eterno.  Las Santas Escrituras llaman a aquel que acepta el yugo del cumplimiento (cabal) de las Siete Leyes Universales un guer toshav, un Prosélito de la Puerta. Esta persona tiene permitido vivir en la Tierra de Israel y entrar al Santo Templo en Jerusalén y ofrecer sacrificios al Di-s de Israel. 

9. A pesar de que los Hijos de Noaj tienen como obligación sólo el cumplimiento de las Siete Leyes Universales, les está permitido observar cualquiera de los 613 Mandamientos de la Torá con el propósito de recibir recompensa divina. Las excepciones a esto son: 

A. Observar el Shabat a la manera de los Judíos (descansando de las acciones que fueron necesarias para la construcción del Tabernáculo durante el Exodo de Egipto).

B. Observar las festividades Judías a la manera de los Judíos (descansando de forma similar al Shabat).

C. Estudiar aquellas partes de la Torá que no se aplican al servicio Noájida para con Di-s.

D. Escribir un rollo de Torá (los Cinco Libros de Moisés) o recibir una aliyá a la Torá (i.e., leer una porción de la Torá en una reunión pública).

E. Hacer, escribir o vestir tefilín, las filacterías que se usan durante el rezo (judío) y que contienen porciones de la Torá.

F. Escribir una mezuzá, un pergamino particular que contiene porciones de la Torá, o instalarla en el marco de la puerta de acceso al hogar de uno.

Nota – Es el propósito primario de las Siete Leyes Universales el enseñar a los Hijos de Noaj acerca de la Unicidad de Di-s y, por tanto, les es permisible el estudio de aquellas partes de la Torá que corresponden a este conocimiento. Esto incluye los veinticuatro libros de las Escrituras Hebreas; y, del mismo modo, el estudio de cualquier parte de la Torá que conlleve un mayor conocimiento en lo concerniente al cumplimiento de los Siete Mandamientos por parte del Noájida, es permisible. Pero el estudio Talmúdico o Halájico de las materias que corresponden exclusivamente al servicio Judío hacia Dios, está prohibido. El Noájida que estudia porciones de la Torá que no le corresponden, daña su alma. 

10. Si un Noájida está, a la manera judía, esforzándose por aprender Torá o por guardar el Shabat, o si revela nuevos aspectos de la Torá, pudiera ser literalmente restringido e informado de que es merecedor de la pena capital, pero no se lo ejecutará.

Nota – La acción tomada en su contra tiene por objeto simplemente disuadirlo de cometer actos prohibidos.

Nota – Si la corte que está establecida en consonancia con las Siete Leyes Universales decreta la pena de muerte a un Noájida (por alguna transgresión o crimen), la ejecución es una expiación por la transgresión de esta persona y, consecuentemente, quien transgrede y es castigado (con la pena capital) por la corte puede ameritar una porción en el Mundo por Venir. Además, el Noájida debe reencarnar para estar en capacidad de expiar las acciones que, en el pasado, cometió.

11. La observancia de las Siete Leyes Noájidas es un yugo de fe para con Di-s; es decir, deben ser observadas exclusivamente porque Di-s las ordenó. Si un Hijo de Noaj observa estas Siete Leyes Universales por otra razón que no sea cumplir con el deseo de Dios, dicho cumplimiento es inválido y por tanto no le corresponde recompensa divina alguna. Esto quiere decir que si un Hijo de Noaj dice, “Estas leyes se presentan como sensibles y benéficas, por tanto las observaré”, sus acciones no concretan nada y no recibirá recompensa. 

12. Cuando un Hijo de Noaj se embarca en el estudio de las Siete Leyes Universales, es capaz de alcanzar un nivel espiritual superior al del Sumo Sacerdote de los Judíos, quien es el único que tiene la santidad para entrar al Lugar Santísimo en el Templo de Jerusalem.

13. Si un Noájida desea aceptar la reponsabilidad completa de la Torá y de los 613 Mandamientos, puede optar por la conversión y (entonces) ser Judío en cada aspecto. A aquel que opta por esta ruta se le conoce como un guer tzedek, un prosélito justo.

Es un principio del Judaísmo, sin embargo, no buscar conversos; y todo individuo que solicita la conversión es generalmente desmotivado. En caso de que la persona persista en su deseo de conversión, deberá tomar consejo exclusivamente de un Rabino (o erudito) Ortodoxo porque si la conversión es realizada por fuera de los parámetros de la Halajá (Ley de la Torá), no es para nada una conversión válida. Asimismo, una conversión supervisada y concedida por rabinos quienes, por su cuenta, no siguen las leyes de la Torá, es nula y vacua: no es reconocida en los cielo ni por ningún Judío temeroso de Di-s.

14. Es erróneo pensar que, puesto que los Hijos de Israel tienen 613 Mandamientos y los Hijos de Noaj tienen Siete Mandamientos, el rango de valor espiritual es proporcionalmente de 613 a 7. La verdad es que las Siete Leyes Universales son mandamientos generales, cada una conteniendo muchas partes y detalles, mientras que los 613 Mandamientos de la Torá son específicos, cada uno en relación con uno de los detalles básicos de la Ley Divina. Por tanto, la disparidad numérica de ninguna manera refleja el valor espiritual relativo de los dos sistemas de mandamientos. La diferencia primaria en el servicio del Israelita y del Noájida es que el Noájida mira la existencia de la existencia, es decir, mejora el mundo, mientras que el Israelita mira la no-existencia de la existencia, es decir revela la Divinidad al mundo. Por supuesto, mejorando al mundo se revela Divinidad y revelando Divinidad automáticamente se mejora al mundo.

15. El castigo estatutario por transgredir cualquiera de las Siete Leyes de Noaj es la pena capital. De acuerdo con algunos sabios, el castigo es el mismo ya sea con conocimiento o ignorancia de la ley. De acuerdo con otros, un transgresor que es ignorante de la Ley Noájida recibe la pena de muerte sólo en el caso de asesinato. 

16. Si la corte no puede condenar a un individuo por falta de testigos o por cualquier otra razón (veáse el capítulo sobre las Cortes de Justicia), el transgresor será castigado por Decreto Divino. 

17. Junto a las Siete Leyes Universales, los Hijos de Noaj han tomado tradicionalmente sobre si mismos el cumplir con el mandamiento de honrar a padre y madre. 

18. Algunas autoridades son de la opinión de que los Hijos de Noaj tienen que observar el mandamiento de dar caridad. Otros sostienen que es propio y meritorio el que los Hijos de Noaj den caridad pero que en realidad no tienen obligación legal. 

19. Cuando un Noájida observante de las Siete Leyes Universales da caridad, los Israelitas la aceptan y la entregan a los pobres de Israel, porque a través del mérito de dar caridad al pobre (entre el pueblo Judío) uno gana vida por parte de Dios y es salvado de la muerte. Pero cuando un Noájida que no acepta el yugo de las Siete Leyes Universales da caridad, no está permitido entregarla al necesitado de Israel. Su caridad podría ser entregada solamente a pobres entre los Noájidas.

20. Si uno de los Hijos de Noaj se levanta y lleva a cabo un milagro y dice que Di-s lo envió, para entonces instruir a otros aumentando o quitando de lo concerniente a cualquiera de las Siete Leyes o las explica de una manera que no fue escuchada en el Monte Sinaí o si afirma que los 613 Mandamientos dados a los Judíos no son eternos (sino restringidos a un período fijo), esta persona es considerada un falso profeta e icurre en la pena capital. 

21. Hay una tradición oral que dice que los Hijos de Noaj tienen prohibido cruzar animales de diferentes especies o injertar árboles de diferentes variedades; aun cuando algunas autoridades sostienen que es permisivo tanto lo uno como lo otro. En todo caso, pueden vestir shaatnez (vestimenta que contiene lana y lino) y pueden plantar diferentes semillas como la vid y el trigo en un mismo campo, actos que son prohibidos para los Judíos. Aun si estuvieran prohibidas las acciones de cruce de especies, estas no son castigables por parte de las Cortes de Ley.

22. Los Sabios de Israel sostienen que los Hijos de Ketura (los hijos de la concubina de Abraham, Hagar) que nacieron después de Ishmael e Isaac deben por ley ser circuncidados. Puesto que hoy en dia los descendientes de Ishmael están intermezclados con los descendientes de los otros hijos de Hagar, todos están obligados a ser circuncidados al octavo dia después que nacen. Aquellos que transgreden esto no son culpables de pena capital. Esta ley se aplica sólo a pueblos Semitas, a pesar de que todas las demás naciones tienen permitido optar por la circuncisión si así lo deséan.

23. Una opinión sostiene que sólo los seis hijos de Hagar y no sus descendientes tenían como obligación la circuncisión. 

24. En conformidad con las Siete Leyes Universales, el hombre está advertido respecto a crear cualquier religión basado en su propio intelelecto: le corresponde o bien observar las Leyes Noájidas (si es gentil) o bien observar los 613 Mandamientos de la Torá (si es Judío). 

Nota – En lo concerniente a festividades, los Noájidas pudieran participar en ciertas celebraciones Judías tales como Shavuot (la celebración de la Entrega de la Torá), 31o Rosh Hashaná (Dia del Juicio y del Año Nuevo Judío) y Iom Kipur (Dia de la Expiación), pues, siendo importantes, deberían ser consideradas a tal efecto tanto por el Noájida como por el Judío. Rosh Hashaná es también el dia en que Adán, el Primer Hombre, fue creado por Di-s; y toda la humanidad desciende de Adán así como desciende de Noaj. Aun en estas festividades, sin embargo, los gentiles celebran sólo con el propósito de ganar mérito adicional y recompensa; y no pueden descansar a la manera de los Judíos. Más aun, el Noájida tiene estrictamente prohibido crear una nueva festividad que tenga un sentido religioso para afirmar entonces que es parte de su propia religión, aun si la religión fuera la observancia de las Siete Leyes Noájidas. Por ejemplo, tiene prohibido establecer una festividad celebrando el asentamiento de las aguas del Diluvio o cualquier cosa por el estilo. Y, lo que es más importante, tiene prohibido instituir festividades que adscriban significado religioso a eventos fuera de la esfera de los Siete Mandamientos Noájidas. La celebración de actividades seculares y la conmemoración de hechos históricos, aun si involucran una comida festiva, están permitidas.

25. Las naciones del mundo reconocen la existencia de Di-s y no contravienen Su deseo; sin embargo, el problema radica en que las naciones han presentado regularmente una incapacidad de nulificarse ante Di-s y niegan Su Unicidad al pensar que ellas mismas constituyen entidades separadas, refiriéndose a El como Di-s de dioses. Se deriva, por tanto, que cuando los gentiles transgreden los Siete Mandamientos Noájidas, se debe solamente al espíritu de “ingenuidad” que entra en ellos ocultándoles la verdad. Pero en su ser esencial, no son capaces de transgredir el Deseo Divino. De hecho, incluso Balaam, el profeta vil, dijo, “No soy capaz de contravenir la palabra de Di-s” (Números 22:18).

26. El mandamiento de ser fructífero y multiplicarse fue entregado a Noaj pero, puesto que no fue repetido en el Monte Sinaí, este mandamiento no es considerado como parte de las Siete Leyes Universales. Sin embargo, los Hijos de Noaj tienen la obligación de convertir al mundo entero en un lugar acogedor para la humanidad. Esto se cumple de forma mínima cuando la pareja trae a este mundo un niño y una niña que a su vez sean capaces (cuando llegue el momento) de reproducirse. Más aun, la pareja que engendra más hijos está trayendo más benevolencia espiritual al mundo, suponiendo que estos niños son educados en un ambiente de moralidad a través del cumplimiento de las Siete Leyes Universales.

27. Un Noájida que golpéa a un Israelita causándole aun una ligera magulladura, a pesar de que teóricamente es condenado por ello, no recibe la pena de muerte. 

28. Cuando un Noájida muere; sus restos deberían ser depositados en tierra, “pues de ella fuiste tomado; porque polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3:19). Esto no quiere decir que los Hijos de Noaj transgreden uno de los Siete Mandamientos al utilizar procesos como la cremación o la preservación criogénica, sino que carecerán de la expiación que el entierro conlleva. 

29. Al observar las Siete Leyes Universales, la humanidad usa la herramienta justa con la que puede perfeccionarse a sí misma. El individuo, a través de estas leyes, tiene el poder de refinar su ser esencial y puede elevarse cada vez más alto, sin límite. Porque está escrito, “Llamo al cielo y tierra para que atestigüen que cualquier individuo, hombre o mujer, Judío o Gentil, libre o esclavo, puede tener el Espíritu de Santidad morando sobre él. Todo depende de sus actos”. Y también está escrito, “Ultimadamente, todo está entendido: teme a Di-s y observa Sus Mandamientos, porque esa es la realización del hombre” (Eclesiastes 12:13).

Fuente:
The Path of the Righteous Gentile (An introduction to the Seven Laws of the Children of Noah)

Juan Mayorga Zambrano (traductor) & Yehuda Ribco (asesor de traducción)

Traducción al Castellano bajo permiso del Rabino Chaim Clorfene a partir de la edición 1987 (Feldheim Publishers Ltd.).

Fuente

Cuarenta días en el Monte Sinaí

“Pan no comió y agua no bebió” (SHEMOT 34:28)

Cuando Moshé subió a los Cielos para recibir la Torá, estuvo allí cuarenta días y cuarenta noches. La Torá atestigua sobre ello: “pan no comió y agua no bebió”. Se plantea la pregunta: ¿Es posible semejante cosa? ¡El mismo Maimónides dictamina en Leyes de Juramentos que, debido a que es imposible subsistir más de siete días sin comer, si la persona jura que no comerá por siete días, debe considerarse  esto  un  juramento  en vano!.

ALEGRÍA INMENSA

Existen tres explicaciones sobre el tema:

1) Inclusive mientras Moshé se encontraba en el Cielo, se seguía comportando   como   un   ser   humano normal. Su cuerpo requería de alimento, líquido y descanso. Sólo que Hashem produjo un milagro diario y cque hacía que, a pesar de la condición humana de Moshé, pueda vencer su naturaleza y permanecer con vida y totalmente activo, sin necesidad de beber o comer.

2) No tuvo lugar aquí ningún milagro, sino que se trataba de una situación que aunque excepcional, estaba dentro de las leyes de la naturaleza. Cuando Moshé subió al Monte  Sinaí, lo embargaba, por un lado, una inmensa alegría  y  simultáneamente,  su  mente estaba totalmente concentrada en la captación de la Divinidad y la Torá abstraída de todo tema ajeno. Su extraordinaria dedicación mental y el regocijo por lo que recibía y percibía, robustecieron tanto a su mente y a sus fuerzas espirituales, a punto tal que vencieron y anularon sus necesidades terrenales. Su cuerpo  estaba  hambriento  y  fatigado, pero Moshé no sintió en absoluto las exigencias del mismo.

3)  Al  subir  Moshé  al  Monte Sinaí, su naturaleza humana se cambió por la de los ángeles. Así como estos no necesitan de alimento ni bebida, de la misma forma, Moshé podía prescindir de los mismos. Su cuerpo se elevó al nivel de un ángel celestial. De acuerdo a esta interpretación, no sentía hambre, sed ni cansancio. En el nivel espiritual en el que se encontraba no existen semejantes sensaciones.

MILAGRO CONSTANTE

Podemos explicar entonces, que cada uno de estos conceptos se puede aplicar a cada una de las tres oportunidades en las que Moshé subió al Monte Sinai. Cuando ascendió por primera vez, para recibir las primeras Tablas de la Ley, fue objeto de un milagro constante, que impedía que necesitará de elementos materiales para subsistir. Las Tablas eran de origen Divino, y también lo era “la escritura de Di-s”, y ese manejo milagroso se ex-tendió también a Moshé.

La  segunda  oportunidad  en  la que subió, era para pedir perdón por el pecado del becerro de oro. Se encontraba entregado a sus rezos y súplicas por el pueblo de Israel, y sus necesidades  físicas  quedaban  totalmente relegadas pudiendo subsistir sin ellas.

COMO UN ANGEL

La tercera vez, cuando subió a reci-bir las segundas Tablas, llegó a una ele-vación espiritual tan grande, que logró que su cuerpo se transformara al nivel de un ángel. Por eso mismo, sólo luego del tercer ascenso tuvo el privilegio de recibir los “karnei or” (rayos de luz) que irradiaban de su rostro. Ellos testifican el refinamiento de la propia materia de su cuerpo. El mismo semblante de Moshé irradiaba la luz de su alma.

(Likutei Sijot Tomo 36, Pág. 172)

Todos con Iosef

En la porción de la Torá de esta semana, Vaiejí, Iosef obligó a sus hermanos a jurar que cuando Di-s “los saque de esto”, es decir, saque a sus descendientes de Egipto, llevarán sus huesos para ser enterrados en Israel. La Torá luego termina el libro de Bereshit, Génesis, con este versículo: “Y Iosef murió a la edad de ciento diez años, y fue embalsamado y colocado en un ataúd en Egipto”.

¿Por qué era responsabilidad de todos los Hijos de Israel tomar los huesos de Iosef, por qué no solo sus propios hijos? ¿Por qué se enfoca en Iosef al final de la porción? Cuando la Torá elige terminar un libro con un versículo, hay un mensaje significativo en él. ¿Qué mensaje hay para nosotros?

El pueblo judío está a punto de comenzar un exilio difícil y horroroso en Egipto. Hashem les da las herramientas psicológicas necesarias para lidiar con eso. Estas son lecciones para todos los futuros exiliados, incluido el presente.

Primero, necesitamos saber que hay un fin y un propósito para este exilio, Di-s no solo nos sacará de galut, sino que nos “sacará de esto”. Seremos elevados a un nivel más alto, veremos y disfrutaremos los frutos de todo el trabajo y el sufrimiento. Saber esto nos ayudará a superar las dificultades del exilio.

Segundo, necesitamos ser como Iosef. Él se convierte en el gobernante de Egipto. Se eleva y gobierna incluso durante el tiempo del exilio. Nosotros también, como Iosef, podemos elevarnos y gobernar nuestro exilio actual. Como Iosef, estamos en eso, pero no nos gobierna.

Tercero, Iosef se queda con nosotros hasta que salgamos del exilio. Esto debe ser un recordatorio y fortalecernos para ennoblecernos. Todos los judíos estaban obligados a llevar a Iosef, cuando las cosas son difíciles, piensa en él, comprenderás que puedes ser como él y superar cualquier desafío que se nos presente.

Algunas personas, como mi familia y yo, fuimos elegidas para   soportar  desafíos abiertos y difíciles, con los que luchamos todos los días. Es difícil, pero no hay nada más gratificante que superar un desafío. A pesar de que éste aún existe y las dificultades persisten, tratamos de encontrar formas de prevalecerlos. Qué agradable es poder hacer feliz a otro judío y le agradezco a Hashem que incluso en mi estado actual he encontrado formas de hacerlo. Aún así, este exilio se ha prolongado suficiente, que Di-s elimine el sufrimiento y los desafíos y nos revele lo bueno ahora.

Adaptado por Rabi Yitzi Hurwitz de las enseñanzas del Rebe, yitzihurwitz.blogspot.com.

El rabino Hurwitz, está luchando contra la ELA, y junto a su esposa Dina,son emisarios del Rebe en Temecula,

California.

Iehudit, la mujer que trajo la salvación

No se sabe con claridad cuándo sucedió la historia que estamos por contar. La historia apareció por primera vez en un libro muy antiguo que lleva el nombre de su heroína, Iehudith (Judith) y estaba escrito en hebreo. Sin embargo, el texto original se perdió y sólo quedó una traducción al griego, y no una muy precisa.

La historia se volvió a contar con versiones diferentes. Según una versión, sucedió durante una revuelta de los Macabeos contra sus opresores sirios y Iehudith era la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote, padre de la familia de los jashmonaim. De todas formas, el acto heroico de Iehudith ha inspirado fe y coraje en el corazón de los judíos a lo largo de la historia.

La ciudad de Betulia, en la tierra de Judea, cayó bajo las manos de un enorme ejército, con Holofernes, un general greco-sirio, a la cabeza. Los hombres de Betulia lucharon heroicamente y con desesperación. Holofernes cortó los abastecimientos de alimentos y agua, y muy pronto la ciudad estaba a punto de rendirse.

Uziá –-el comandante de las fuerzas de defensa– y los Ancianos de la ciudad imploraron a los habitantes que no se rindieran. “Denos cinco días más para hallar alguna solución”.

Reluctante, el pueblo aceptó. Todos menos uno.

“¿Por qué ponéis a Di-s a prueba? Si realmente tenéis fe, jamás debéis deponer vuestra confianza en Di-s. Además, bien sabéis que la rendición a Holofernes es peor que la muerte”. Así hablaba Iehudit, la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote. Era una joven viuda bendecida con maravillosa gracia y belleza. Sus palabras causaron honda impresión en Uziá y los Ancianos.

“¿Qué podemos hacer?”, le preguntaron. “Reza por nosotros, Iehudit, y quizás Di-s acepte tus plegarias”.

“He pensado en un plan. Quiero ir a ver a Holofernes”, dijo Iehudit. Uziá y los Ancianos estaban asombrados. “¿Sacrificarías tu vida por la posibilidad de que quizás logres ablandar el corazón de Holofernes?”

Iehudit, no obstante, insistió, y luego de mucha discusión Uziá y los Ancianos decidieron permitirle hacer el intento. Iehudit cruzó los portones de Betulia, vestida en sus prendas más finas. Estaba acompañada por su fiel doncella, quien portaba una cesta llena de panecillos, queso y un par de botellas de vino.

Antes de ingresar al campamento enemigo fueron interceptadas por los centinelas, exigiendo saber quiénes eran y quién las enviaba.

“Tenemos un importante mensaje para el valiente Holofernes”, dijo Iehudit. “Llévennos a él de inmediato”.

“¿Quién eres, y por qué estás aquí?”, preguntó Holofernes, deleitando sus ojos con la inesperada y encantadora visitante.

“Soy Iehudit, una simple viuda de Betulia. He venido a decirte cómo capturar la ciudad, en la esperanza de que tratarás con piedad a sus habitantes”. Iehudit contó a Holofernes lo que éste ya sabía, que la situación en la sitiada ciudad era desesperante, que sus habitantes contaban con escasas raciones de alimento y bebida. Con todo, dijo, su fe en Di-s se mantiene firme y, mientras conserven su fe, no se rendirían. Muy pronto, sin embargo, por desesperación, comenzarán a comer animales no-kasher, prohibidos por la Ley Divina. Ello despertará la ira de Di-s en su contra y la ciudad caerá.

“¿Cómo sabré cuando esto sucede?”, preguntó Holofernes.

“Ya lo he organizado con uno de los centinelas a la entrada de la ciudad. El me informará lo que sucede en su interior”, respondió Iehudit.

Holefernes se sentía totalmente cautivado por Iehudit. Dio órdenes de que ella y su doncella tuvieran total libertad para moverse por el campamento, y quienquiera intentara molestarlas de cualquier manera sería ejecutado de inmediato. Cada noche Iehudit caminaba hasta los portones de la ciudad y comunicaba al centinela que todo estaba en orden, funcionando como lo había planeado. “El pueblo debe mantener firme su confianza en Di-s”, le dijo.

Al tercer día Holofernes y sus hombres comenzaron a inquietarse. Cuando Iehudit entró a la carpa de Holofernes con su inseparable doncella, le preguntó: “¿Qué información me traes hoy?”

“Tengo muy buenas noticias, general. Ya no queda más alimento kasher. En un día o dos el hambre los llevará a comerse sus mulas y perros. ¡Entonces Di-s los entregará en tus manos!”

“Maravilloso”, dijo Holofernes. “Esto exige una celebración. Esta noche tendremos una fiesta. Solamente nosotros dos”. Esa noche Holofernes recibió a Iehudit en su carpa y le ofreció de las delicias que cubrían su mesa. “He traído mi propio vino y comida, preparados especialmente para esta ocasión”, dijo Iehudit. “Mi queso de cabra es célebre en todo Betulia”.

A Holofernes le agradó el queso salado y el fuerte vino. Muy pronto, estaba estirado en el suelo, totalmente ebrio.

Iehudit recitó una plegaria silenciosa y desenvainó la pesada espada de Holofernes. Tomado puntería, la hizo caer sobre el cuello del general con todas sus fuerzas. Luego ocultó la cabeza del general en su cesta y caminó tranquilamente hasta su carpa.

“Ven pronto”, dijo a su doncella. Las dos mujeres caminaron serenamente, como lo solían hacer cada día, hasta llegar a los portones de la ciudad. “Llévenme con Uziá de inmediato”, ordenó al centinela. Uziá no podía creerlo, y observaba el macabro premio que Iehudit le había traído.

“No hay tiempo para perder”, dijo Iehudit al comandante. “Prepara a tus hombres para un ataque sorpresa al amanecer. Cuando los soldados de Holofernes corran a su carpa y encuentren su cuerpo decapitado, huirán para salvar sus propias vidas”.Eso es exactamente lo que sucedió. El enemigo huyó despavorido, en confusión y terror. Y fue la valiente Iehudit, temerosa de Di-s, quien salvó a la ciudad.

En su memoria, y en el de su heroica actitud, tenemos una tradición de comer alimentos lácteos en Januca.

La Historia de Iehudit

La ciudad de Betulia, en la tierra de Judea, cayó bajo sitio a manos de un enorme ejército, con Holofernes, un general greco-sirio, a la cabeza.Los hombres de Betulia lucharon heroicamente y con desesperación. Holofernes cortó los abastecimientos de alimentos y agua, y muy pronto la ciudad estaba a punto de rendirse.

Uziá –-el comandante de las fuerzas de defensa– y los Ancianos de la ciudad imploraron a los habitantes que no se rindieran. “Denos cinco días más para hallar alguna solución”.

Reluctante, el pueblo aceptó. Todos menos uno.

“¿Por qué ponéis a Di-s a prueba? Si realmente tenéis fe, jamás debéis deponer vuestra confianza en Di-s. Además, bien sabéis que la rendición a Holofernes es peor que la muerte”.

Así hablaba Iehudit, la hija de Iojanán, el Sumo Sacerdote. Era una joven viuda bendecida con maravillosa gracia y belleza. Sus palabras causaron honda impresión en Uziá y los Ancianos.

“¿Qué podemos hacer?”, le preguntaron. “Reza por nosotros, Iehudit, y quizás Di-s acepte tus plegarias”.

“He pensado en un plan. Quiero ir a ver a Holofernes”, dijo Iehudit.

Uziá y los Ancianos estaban asombrados. “¿Sacrificarías tu vida por la posibilidad de que quizás logres ablandar el corazón de Holofernes?”

Iehudit, no obstante, insistió, y luego de mucha discusión Uziá y los Ancianos decidieron permitirle hacer el intento.

Iehudit cruzó los portones de Betulia, vestida en sus prendas más finas. Estaba acompañada por su fiel doncella, quien portaba una cesta llena de panecillos, queso y un par de botellas de vino.

Antes de ingresar al campamento enemigo fueron interceptadas por los centinelas, exigiendo saber quiénes eran y quién las enviaba.

“Tenemos un importante mensaje para el valiente Holofernes”, dijo Iehudit. “Llévennos a él de inmediato”.

“¿Quién eres, y por qué estás aquí?”, preguntó Holofernes, deleitando sus ojos con la inesperada y encantadora visitante.

“Soy Iehudit, una simple viuda de Betulia. He venido a decirte cómo capturar la ciudad, en la esperanza de que tratarás con piedad a sus habitantes”.

Iehudit contó a Holofernes lo que éste ya sabía, que la situación en la sitiada ciudad era desesperante, que sus habitantes contaban con escasas raciones de alimento y bebida. Con todo, dijo, su fe en Di-s se mantiene firme y, mientras conserven su fe, no se rendirían. Muy pronto, sin embargo, por desesperación, comenzarán a comer animales no-kasher, prohibidos por la Ley Divina. Ello despertará la ira de Di-s en su contra y la ciudad caerá.

“¿Cómo sabré cuando esto sucede?”, preguntó Holofernes.

“Ya lo he organizado con uno de los centinelas a la entrada de la ciudad. El me informará lo que sucede en su interior”, respondió Iehudit.

Holefernes se sentía totalmente cautivado por Iehudit. Dio órdenes de que ella y su doncella tuvieran total libertad para moverse por el campamento, y quienquiera intentara molestarlas de cualquier manera sería ejecutado de inmediato.

Cada noche Iehudit caminaba hasta los portones de la ciudad y comunicaba al centinela que todo estaba en orden, funcionando como lo había planeado. “El pueblo debe mantener firme su confianza en Di-s”, le dijo.

Al tercer día Holofernes y sus hombres comenzaron a inquietarse. Cuando Iehudit entró a la carpa de Holofernes con su inseparable doncella, le preguntó: “¿Qué información me traes hoy?”

“Tengo muy buenas noticias, general. Ya no queda más alimento kasher. En un día o dos el hambre los llevará a comerse sus mulas y perros. ¡Entonces Di-s los entregará en tus manos!”

“Maravilloso”, dijo Holofernes. “Esto exige una celebración. Esta noche tendremos una fiesta. Solamente nosotros dos”.

Esa noche Holofernes recibió a Iehudit en su carpa y le ofreció de las delicias que cubrían su mesa. “He traido mi propio vino y comida, preparados especialmente para esta ocasión”, dijo Iehudit. “Mi queso de cabra es célebre en todo Betulia”.

A Holofernes le agradó el queso salado y el fuerte vino. Muy pronto, estaba estirado en el suelo, totalmente ebrio.

Iehudit recitó una plegaria silenciosa y desenvainó la pesada espada de Holofernes. Tomado puntería, la hizo caer sobre el cuello del general con todas sus fuerzas. Luego ocultó la cabeza del general en su cesta y caminó tranquilamente hasta su carpa.

“Ven pronto”, dijo a su doncella. Las dos mujeres caminaron serenamente, como lo solían hacer cada día, hasta llegar a los portones de la ciudad. “Llévenme con Uziá de inmediato”, ordenó al centinela.

Uziá no podía creerlo, y observaba el macabro premio que Iehudit le había traido.

“No hay tiempo para perder”, dijo Iehudit al comandante. “Prepara a tus hombres para un ataque sorpresa al amanecer. Cuando los soldados de Holofernes corran a su carpa y encuentren su cuerpo decapitado, huirán para salvar sus propias vidas”.

Eso es exactamente lo que sucedió. El enemigo huyó despavorido, en confusión y terror. Y fue la valiente Iehudit, temerosa de Di-s, quien salvó a la ciudad.

En su memoria, y en el de su heroica actitud, tenemos una tradición de comer alimentos lácteos en Janucá.

Ángeles reales

Dicen que “no puedes bailar en dos casamientos a la misma vez”. Pero según las enseñanzas del Maguid de Mezritch sí puedes.

La lectura de la Torá de Vaishlaj comienza: “Y Iaakov envió ángeles delante de él a Esav su hermano” (Génesis 32:4). Iaakov lucha para reconciliarse con su salvaje hermano Esav, quién está determinado en castigar a Iaakov.

Comentando las palabras “Y Iaakov envió ángeles”, Rashi dice: “Ángeles reales”. El Maguid de Mezritch dice: “Sólo el aspecto ‘real’ de los ángeles le envió a Esav, pero el componente espiritual se mantenía siempre con Iaakov”.

Espera un minuto, algo no está bien aquí. Parecería que el objetivo de Iaakov en el envío de los ángeles, era que ellos ejercieran sus inmensos poderes espirituales para neutralizar la hostilidad de su hermano Esav. ¿Por qué el Maguid propone que en el envío de los ángeles, Iaakov retenga estos poderes espirituales, enviando una versión más común de los ángeles en su lugar?

Pero las palabras del Maguid pueden ser entendidas de otra forma más mágica.

Los ángeles traen todo de sí mismos para el encuentro con Esav. Están totalmente equipados, en la realidad, así como también espiritualmente, para hacer frente a este formidable desafío. Sin embargo, mientras que luchan para realizar su misión, nunca dejan de darse cuenta de que estar con Esav no es su destino final. Ellos se apuran en terminar y reunirse con Iaakov. Así, mientras los ángeles están con Esav en la realidad, siguen estando espiritualmente conectados con quien los envió.

Y es este vínculo inquebrantable que provoca el éxito de los ángeles. Sólo permaneciendo firmemente conectados con su fuente, el virtuoso Iaakov, los ángeles pueden estar seguros de tener éxito en su esfuerzo de refinar a Esav.

Así también es la historia de nuestras vidas.

Nosotros también estamos en una misión. Nuestras almas se han enviado desde lo alto, para investirse en un cuerpo. Al mismo tiempo, se nos ha imbuido con las herramientas necesarias para dominar, refinar y elevar nuestro entorno.

Es imprescindible que para enfrentar esta prueba, tengamos el arte de bailar simultáneamente en dos casamientos. Mientras enviamos a nuestro ángel mensajero, a nuestra alma, para vencer, debemos mantener firme nuestro propio “Iaakov”, la fuente de nuestra alma Divina, que nunca puede ser manchada.

Por: Dovi Scheiner

Los mellizos de Tamar

Entre los numerosos nacimientos en el libro de Génesis, dos son mellizos. Iaakov y Esav, hijos de Itzjak y Rivká, y Peretz y Zeraj, mellizos de Tamar y Yehuda.

Mientras que ciertas similitudes marcan los dos nacimientos, también hay diferencias significativas, tanto en las circunstancias respecto a los embarazos como en los carácteres de los mellizos.

Itzjak y Rivka estuvieron casados veinte años sin tener hijos. Oraron para tenerlos. Su sagrada unión produjo dos hijos muy diferentes: Yacov creció hasta convertirse en un erudito y Esav en un materialista.

Los mellizos de Tamar fueron concebidos en circunstancias mucho menos elevadas. Tamar se casó originalmente con el primogénito de Yehuda, Er. Tras la prematura muerte de Er, se casó con su hermano menor Onan, pero Onan, también murió sin hijos. Cuando Tamar se dio cuenta de que Yehuda no tenía intención de casar a su tercer hijo, Sela, con ella, se disfrazó de prostituta y sedujo a Yehuda mismo. Cuando el embarazo se hizo evidente, casi había sido condenada a muerte, por orden de Yehuda, por prostitución. Fue sólo cuando ella mostró ciertos efectos personales que Yehuda había dejado con ella como garantía en contra de su pago, que se dio cuenta de que la “prostituta” con quien había convivido era su ex nuera, y que los mellizos en su vientre habían sido engendrados por él mismo.

Sin embargo, los hijos mellizos nacidos fuera de esta moralmente dudosa unión, eran hombres justos. De hecho, todos los Reyes de Israel, desde David hasta el Mashiaj, son el tema del embarazo de Tamar.

Las diferencias inversas entre estos dos embarazos y nacimientos, se aluden en los versículos que los describen. Respecto al embarazo de Rivka, la Tora dice: “Sus días de dar a luz se han cumplido, y he aquí que había mellizos en su vientre”, con Tamar, la Torá escribe: “En el momento que dio a luz, he aquí que había mellizos en su vientre”. Nuestros Sabios, observando la diferente fraseología, explican que lo de Rivka fue un embarazo “completo” de nueve meses, mientras que Tamar dio a luz después de un embarazo “incompleto” de sólo siete meses.

Nuestros Sabios también señalan que la palabra hebrea para gemelos, “teomim”, esta escrita de manera diferente en cada versículo. En la Lengua Sagrada, muchas palabras se pueden escribir tanto “completa” o no, es decir, faltándole una o más letras. En el episodio del nacimiento de Peretz y Zeraj, la palabra “teomim” aparece completa, pero en el relato de Yacov y Esav, aparece en forma deficiente, carente de las letras “alef” y “iud”. Esto, explican los comentaristas, alude al hecho de que los mellizos de Tamar “Ambos eran justos, mientras que en el caso de Rivka, uno era justo y el otro malvado”.

En otras palabras, el “completo” embarazo de Rivka produjo un “deficiente” par de mellizos, y Tamar viceversa.

¿Semillas de maldad?

Pero, ¿fue el embarazo de Rivka perfecto? El Midrash parece dar a entender que ya desde el vientre se sabía que uno iba a ser malvado.

La Torá nos cuenta que los “niños luchaban dentro de ella”. El MIdrash explica: “Cuando pasaba por una casa de estudio, Yacov luchaba para salir…y cuando pasaba por un lugar de idolatría, Esav luchaba para salir”. Rivka, confundida de esto, “buscó el consejo de Di-s”, y se le fue dicho: “hay dos naciones en tu vientre”

Hay, sin embargo, otro Midrash que describe que Esav y Yakov compartieron una infancia en un ambiente Sagrado bajo la tutela de su Santo abuelo Abraham, y que “sólo después Esav se arruinó con sus acciones”. Esto apoya nuestra concepción inicial de que fueron concebidos de forma impecable, seguida de una “deficiente” progenie, que se atribuye sólo al hecho de que Esav, por su propia elección, eligió el mal camino.

Pero se puede encontrar una contradicción similar en los comentarios de nuestros Sabios respecto a la creación del mundo. Por un lado, tenemos la declaración del Midrash que “el mundo fue creado completo”, es decir, completamente maduro sin que le faltara nada. Sin embargo, el mundo perfecto que Di-s creó contiene el potencial de la imperfección, incluso del mal. De hecho, este potencial es una parte integral de su perfección. El Midrash, citando el versículo: “Y Di-s vio todo lo que Él hizo, y he aquí que era muy bueno”, comenta: “He aquí que era muy bueno”, hace referencia a la inclinación al bien, “y He aquí que era muy bueno “, esta es la inclinación al mal…” he aquí que era muy bueno’, esta es la buena fortuna, “y he aquí que era muy bueno”, esto es el sufrimiento…” he aquí que era muy bueno”, esto es el paraíso, “y he aquí que era muy bueno”, esto es el infierno…” he aquí que era muy bueno, este es el ángel de la vida, “y he aquí que era muy bueno”, este es el ángel de la muerte…”

Las dos Delicias

Maimonides escribe que un principio fundamental de la Fe Judía es “el libre albedrío se le dio a cada uno: si desea inclinarse al buen camino y ser una persona justa, la opción está en sus manos, si desea ir por el camino del mal y ser un malvado, la opción está en sus manos”. Sin embargo, vemos que ciertas personas son más susceptibles al mal que otras. El Talmud describe a la víctima prototípica del mal, Yiov, protestándole a Di-s: “Amo del Universo, Has creado personas justas, y Has creado personas malvadas”.

En el Tania, Rabi Shneur Zalman de Liadi explica que de hecho, Di-s ha creado “Personas justas” y “Personas malvadas”. “Personas justas” (Tzadikim), son individuos que, por naturaleza, aborrecen la maldad y desean sólo el bien, tanto porque han nacido de esa manera o porque han transformado sus caminos negativos a positivos”. “Personas malvadas”, por otro lado, son aquellos individuos que son destinados a “no ser malvados en la realidad, Di-s no lo permita, pero que las acciones de maldad llegan a sus mentes y pensamientos solamente, para que constantemente estén peleando para evitar las malas acciones porque no serían capaz de aniquilarlas por completo, como sí pueden lograrlo los justos”.

Di-s desea los dos tipos de seres humanos en Su mundo: “Así como en la comida física, por ejemplo, existen dos tipos de delicias: comidas dulces y deliciosas, y ácidas y fuertes que han sido condimentadas para convertirse en delicias que gratifican el alma”, así también “hay dos tipos de gratificaciones ante Di-s: uno, de la completa aniquiliación del mal…por los justos, y otro: cuando el mal está subyugado mientras que todavía está fuerte y poderoso. . . a través de los esfuerzos del hombre intermedio”.

Este es el significado más profundo de las “dos naciones” que Rivka tenía en su vientre. La gravedad del mal exhibida por uno de sus mellizos no era una deficiencia, sino el potencial de la “segunda delicia” anhelada por Di-s. Sólo más tarde, cuando Esav decidió rendirse a su inclinación al mal en lugar luchar contra ella, de que la dualidad de fuerzas se convirtió en un par “deficiente” de mellizos.

Sin embargo, Iakov y Esav constituyeron un embarazo “completo”, conteniendo los dos potenciales fundamentales que Di-s implantó en Su creación: el deleite de la absoluta bondad y el gran placer y sentido de logro que viene sólo de la lucha contra la adversidad.

El embarazo y parto de Tamar describen el proceso inverso: cómo las circunstancias y acciones negativas pueden ser sublimados para que la perfección original se restaure. De hecho, cuando el potencial para el mal, el sufrimiento, el infierno y la muerte, se hacen realidad, existe la posibilidad de alcanzar una perfección más profunda, cuando son vencidos y transformados en bien.

El ascenso al Monte Zion

De ahí la paradoja de nuestra existencia: la perfección engendra imperfección (como en el embarazo de Rivka), ya que nada puede decirse que es verdaderamente perfecto a menos que posea el potencial de lucha, lo que significa que debe ser vulnerable a la imperfección. E imperfección da a luz a la perfección (como en el embarazo de Tamar), cuando esa vulnerabilidad se explota para cosechar los frutos de la lucha y alcanzar el hermanamiento perfecto de bondad inmaculada y vencimiento del mal.

Toda la historia es el progreso noble y doloroso hacia la resolución de esta paradoja, cuando, en la era del Mashíaj, “los salvadores (descendientes de Tamar) subirán al monte de Zion para juzgar al monte de (Rivka) Esav”, uniendo las vulnerabilidades que han nacido fuera de la perfección de la creación de Di-s con la perfección que nace de la vulnerabilidad de la condición humana.

De las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

Cortesía de: MeaningfulLife.com