Generaciones

Iaacov, hijo de Itzjak y Rivka, hermano mellizo de Esav y tercer patriarca del Pueblo Judío, nació en el año 2108 desde la Creación y vivió 147 años. Sus doce hijos formaron las doce tribus del Pueblo de Israel.

Rivka estuvo casada por veinte años sin tener hijos. Otras mujeres que tuvieron que esperar muchos años antes de tener hijos fueron: Sara, quien debió esperar 75 años por Itzjak; Rajel, quien debió esperar 14 años, y Janá, quien aguardó 19 años hasta el nacimiento de Shmuel.

Rivka tuvo un embarazo muy molesto. Cuando consultó a Shem – hijo de Noé y tzadik de la época – sobre el particular, éste le comunicó que llevaba mellizos en su vientre y que éstos darían origen a dos naciones: Iaacov a Israel y Esav, Roma.

Estas dos naciones tendrán objetivos diferentes. Una estaría orgullosa de su Torá, la otra, de su riqueza. Ambas generarían grandes emperadores: Israel daría al rey Salomón, quien construiría el Gran Templo de Jerusalem, y Roma, a Adriano, quien lo destuiría.

Esav es nombrado por sus padres; en cambio, Iaacov es nombrado directamente por Di-s.

Hasta los 13 años no existieron diferencias entre Esav y Iaacov; estas se hicieron evidentes luego de esta edad, cuando Iaacov se dedicó al estudio de Torá y Esav a la caza.

Esav hacía creer que observaba las mitzvot, cuando en realidad no las cumplía y además se comportaba como un malvado. El único precepto que cumplía era el de honrar a su padre.

Esav le vendió su primogenitura a Iaacov por un plato de lentejas, pues no le daba importancia al privilegio que tenía el primogénito de cada familia de ser honrado como Cohén y de continuar la tradición de Abraham e Itzjak, como lo hará luego Iaacov.

Esav prefirió el placer temporal a los valores eternos de la Torá. Itzjak bendijo a Iaacov creyendo que era Esav, por su ceguera y por las pieles que Rivka había puesto en el cuerpo de Iaacov, siendo esto parte del Plan Divino.

La bendición por la que Iaacov prevalecería sobre las demás naciones estaba sujeta al cumplimiento y al estudio de la Torá. Si violaba la Torá, serían los descendientes de Esav los que dominarían.

El odio de Esav a Iaacov es una halajá (ley) de la Torá en la que se encuentran los orígenes más remotos del antisemitismo. Ello nos enseña que no es la emulación de la conducta de los demás pueblos, ni la asimilación, ni la adulación a los no judíos, lo que determina las buenas relaciones con los demás pueblos. Sólo existe un método para combatir el antisemitismo y es, tal como está expresado en la bendición de Itzjak, el cumplimiento de la Torá, para impedir que prevalezca la descendencia de Esav.

“El dolor constriñe la mente, eclipsa tus inquietudes, hace que te olvides de tu sagrada misión en la vida. Si el dolor se presenta, recuerda que es sólo una puerta transitoria que necesitas atravesar”.

Según la Cábala, Abraham representa la bondad. Tuvo dos hijos, Ishmael e Itzjak, lo cual demuestra que una bondad excesiva puede ser dañina. Itzjak es la personificación de la severidad, de la fortaleza, también él tuvo dos hijos, Iaacov y Esav. Éste último representa el lado impuro del rigor, el orgullo, el egoísmo, el odio al prójimo. Iaacov representa la combinación armoniosa de bondad y severidad, personificando la “majestuosidad” que, a través de sus doce hijos, da lugar a las doce tribus de Israel.

Vida después de la vida

Nuestra Parashá, en su totalidad, trata sobre sucesos ocurridos posteriormente al fallecimiento de Sará, la matriarca: la adquisición de la Cueva de Majpelá, con el fin de sepultarla allí; el casamiento de Itzjak con Rivka, a través del cual él se consuela por la muerte de su madre; y finalmente se relata sobre el casamiento de Ketura (que era Hagar, la otra esposa de Abraham) y sobre la descendencia de Ishamel. Esto genera gran asombro sobre lo apropiado del nombre de la Parashá- la vida de Sará, que representa todo lo opuesto a lo que la misma relata. Es sabido, que el nombre de una parashá de la Torá es absolutamente exacto, por ende debemos decir que sí existe una profunda relación entre lo relatado en la parashá y el verdadero sentido de “la vida de Sará”.

EL TIPO DE VIDA

La verdadera vida es eterna. No concluye en el instante de la muerte, sino que continúa y encuentra su expresión en la descendencia del fallecido, y en los sucesos que tienen lugar posteriormente en este mundo. Desde esta perspectiva, son justamente los acontecimientos acaecidos post muerte los que dan testimonio del nivel y calidad de la vida de la persona fallecida, puesto que es ahí donde se comprueba la verdadera esencia de esa vida, si realmente era eterna, vida en su sentido más cabal. Nuestros Sabios z”l declararon: “Iaakov el Patriarca no murió”, y explican- “así como su cimiente está con vida, también él está con vida”. Es decir, cuando la descendencia continúa con su camino, sabemos que “también él está con vida”. Así también, es justamente en nuestra Parashá, que relata los sucesos que tuvieron lugar luego del fallecimiento de Sará, la que nos permite apreciar la eternidad de su vida. Vemos a Rivka como continuadora del camino de Sará (en el lenguaje de la Escritura: “y la trajo Itzjak a la carpa (de) Sará su madre”, sobre lo que Rashi comenta “y ella fue cuál Sará su madre”) y generadora nuevamente de los tres milagros que tenían lugar durante su vida. Más aún: todos los sucesos de la parashá dan cuenta de que la línea de pensamiento de Sará es la que se impuso.

SARÁ Y ABRAHAM

Aquí es necesario distinguir entre Sará y AbrahamSará fue la madre de Itzjak específicamente

Desde que él nació, Sará aspiraba a que el flujo Divino se dirija sólo hacia él, siendo Itzjak el símbolo de la santidad. En contraposición a ello, Abraham fue también el padre de otros pueblos (Ishmael y los hijos de Ketura), y brindó de sí a todos sus hijos. Sará quiso echar al “hijo de la sierva”; pero Abraham sufrió su expulsión y rezó también por Ishmael. 

Lo ocurrido en nuestra parashá brinda testimonio sobre lo correcto del camino de Sará concretamente. La parashá abre con el relato de la Cueva de Majpelá

Inicialmente la Cueva era el lugar de sepultura de Adam y Java, padres de toda la especie humana. Vemos que aquí Abraham adquiere la Cueva para sepultar a Sará, y efectivamente ahí fueron sepultados sólo los Patriarcas y las Matriarcas del pueblo de Israel, tal como fue el deseo de Sará, que pretendía que la Divinidad se direccione sólo hacia Itzjak.

LA CONTINUIDAD- EL PUEBLO DE ISRAEL

A eso se agrega el segundo episodio, la misión de Eliézer: Sobre Eliézer, el fiel alumno de Abraham, está escrito que él “extraía y daba para beber a otros de las enseñanzas de su maestro”. 

Fue también merecedor de muchos milagros. Con todo ello, sin embargo, cuando quiso que Itzjak se case con su hija, no fue respondido favorablemente y Abraham le contestó: “Mi hijo es bendito, y tu eres maldito, y un maldito no se apega a un bendito”. 

También el final de la parashá es prueba de ello. La Torá dice: “Y Abraham entregó todo lo suyo a Itzjak”, mientras que a los hijos de las concubinas les dio regalos “y los mandó de Itzjak su hijo”. 

Con esto nos prueba la parshá en su totalidad lo correcto que era el camino de Sará, que vio la continuidad específicamente a través de Itzjak su hijo, y solicitó traspasarle el flujo Divino. Es por ello que la parashá se llama “La vida de Sará”, puesto que precisamente en ella descubrimos la condición eterna de su vida, y la rectitud de su camino.

(Likutei Sijot Tomo 15, pág. 145)

No se olviden de invitarme

Si alguna vez visitan Jerusalem y pasan por Batei Orenstein, querrán saber sobre las buenas acciones realizadas por Berel Orenstein- que construyó las casas que están aún de pie en ese lugar:

Reb Berel y su esposa ya habían cenado. Reb Berel se había sentado a estudiar Torá y su esposa se entretenía con un bordado, cuando golpearon a la puerta. Reb Berel la abrió, pero el visitante lo empujó tan enérgicamente que Reb Berel cayó hacia atrás. Varios jóvenes matones entraron rápidamente a la casa y pidieron que la aterrada pareja quedara en el suelo. Aunque no ofrecieron resistencia, ambos fueron golpeados hasta quedar inconscientes y atados con fuertes sogas.

Cuando esta violencia ocurría dentro, en el exterior de la casa, un grupo de estudiantes de la Ieshiva llegó a esta residencia. “Está completamente oscuro. ¿Piensan que debemos golpear?”, preguntó uno de los estudiantes. “Reb Moshe nos dijo específicamente que nos aseguráramos de llevar a Reb Berel a la boda. ¡Él nos está esperando allí!”, otro contestó. “Tenemos que despertarlos”, un tercero opinó. Y caminaron hacia la puerta y golpearon. El repetido golpeteo no trajo ninguna contestación. “Quizá debemos forzar la puerta; puede ser que algo les ha pasado y no pueden abrir”. Pero violentarla no fue necesario, pues la puerta estaba abierta.

Cuando los jóvenes entraron, vieron una forma oscura en el suelo que resultó ser Reb Berel. Lo desataron a él y a su esposa- quienes ahora habían recobrado la conciencia, y les explicaron que los había enviado Reb Moshe para traerlos al casamiento de su hija. “Gracias a Di-s que vinieron en este momento. Los ladrones habrían saqueado la casa entera y quién sabe lo que podrían haber hecho a mi familia. ¡Éste es de verdad un milagro que fue resultado de mi mitzvá de “Hajnasat Calá” (ayudar a una novia a casarse)!” “¡Por favor, cuéntenos lo que pasó!”, insistieron los estudiantes.

Reb Berel, que estaba recuperando su calma explicó: “Un día estaba paseando calle abajo, y me encontré con Reb Moshe. Él parecía angustiado, por lo que le pregunté: ¿Cómo está todo?’.. “Él me contestó que tenía que casar muy pronto a su hija, y no tenía el dinero necesario. Yo le pregunté cuánto necesitaba, y él contestó: ‘Doscientas monedas de oro’- que era una suma importante. Gracias a Di-s, yo llevaba conmigo más que eso, así que saqué mi billetera y le di el dinero más algo extra. Entonces agregué: ‘¡Sólo no se olvide de invitarme a la boda!’.

“Luego supe que las invitaciones del casamiento habían sido entregadas, y me sentí sorprendido de que se hubiera olvidado de invitarme. Ahora entiendo claramente que detrás de todo está la Providencia Divina. ¡Si ustedes no hubieran venido en este momento podría haber perdido mucho de mi fortuna y, quién sabe, podríamos haber perdido incluso nuestras vidas!” “¿Se siente bien como para venir a la boda?” -le preguntaron los jóvenes a Reb Berel- “¡Pues Reb Moshe seguramente está esperando por usted!”. “No me la perdería por nada del mundo”, exclamó  Reb Berel exclamó. “Gracias al dinero que le di a Reb Moshe, se salvó mi vida y las vidas de mi familia y mi fortuna”.

La mayoría de los convidados ya se había ido, pero Reb Moshe estaba esperando allí al “invitado de honor”- el bienhechor a quien se había olvidado de invitar. Reb Moshe estaba a punto de disculparse, cuando Reb Berel lo abrazó y empezó a relatarle la historia de su rescate.

Entonces Reb Berel dijo que tenía un anuncio para hacer. “Durante muchos años he pensado en mudarme a la Tierra de Israel. Esta noche he decidido que quiero llegar allí en cuanto cierre mi negocio aquí. Allí, construiré casas para los pobres y para los estudiosos de la Torá en Jerusalem. De esta manera, espero reintegrar a Di-s por todo lo bueno que Él ha hecho por mí, y ruego a través de este hecho, traer un poco más cerca la llegada de Mashiaj”.

Este anuncio fue aplaudido por los invitados con un fuerte “¡Amén, Amén!” . Y entonces, el pequeño barrio de Batei Orenstein se levantó en la ciudad santa de Jerusalem para ser una bendición para los necesitados que hallaban alojamiento allí, gracias a la generosidad de Reb Berel.

Jaiei Sará: la vida de Sará 

Sara, la primera de las cuatro matriarcas (Rivka, Rajel y Lea), vivió ciento veintisiete años (1958-2085 desde la Creación). Fue hija de Harán, hermana de Lot, sobrina y esposa de Abraham y madre del segundo de los patriarcas, Itzjak.

A la edad de ochenta y nueve años, Di-s cambió su nombre de Sarai a Sara, para indicar su carácter de “princesa”, madre del Pueblo Judío.

Sara fue una de las siete profetisas del Pueblo Judío, pero fue la única a quien Di-s habló directamente. Las otras seis fueron Miriam, Devora, Janá, Avigail, Juldá y Ester. 

Itzjak nació el 15 de Nisán, el mismo día en que posteriormente se celebraría el éxodo de Egipto.

Itzjak era muy parecido a su padre Abraham y, aún cuando éste estaba viejo, se veía joven, pues hasta el tiempo de Abraham la gente no tenía signos externos de vejez: se veían jóvenes hasta la muerte. 

El valor numérico de las letras del nombre de Itzjak en hebreo es: yud (110), porque la nación que descendería de él recibiría los Diez Mandamientos; tzadik (90), porque Sara lo tuvo milagrosamente a los noventa años; jet (8) porque fue circuncidado a los ocho días de nacido, y kuf (100), porque Abraham tuvo a su hijo a los cien años. 

Para el momento del sacrificio de Itzjak (Akeidá), Abraham tenía ciento treinta y siete años. Abraham e Itzjak demoraron tres días en llegar al Monte Moriá, lugar donde debía celebrarse la akeida en el día de Iom Kipur. 

Abraham visualizó que el sitio donde iba a ser sacrificado Itzjak sería el corazón de la Ciudad Santa, donde se construiría el Templo; por tanto, llamó al lugar Hashem Iré, que significa “Di-s mirará hacia abajo desde este lugar” y dará bondad al mundo. Shem, hijo de Noé, le dio al lugar otro nombre: Shalem. Di-s decidió unir ambos nombres dando origen al toponímico Ierushalaim, la ciudad cuya bondad y santidad ayudaría a las personas a perfeccionarse. 

Cuando el rey Salomón compuso la canción Eshet Jail – que se entona todas las noches de viernes en honor a la mujer para recibir el Shabat – describió las características de la mujer virtuosa aludiendo a Sara. Todos los versos de la canción de alef a tav (de la primera a la última letra) se aplican a ella, ya que cumplió la Torá de principio a fin.

Mientras Sara vivía, las velas de Shabat permanecían encendidas de viernes a viernes; el pan era bendecido y la Shejiná (santidad) se mantenía sobre su tienda en forma de una Nube de Gloria. Esto ocurría porque Sara era meticulosa en el cumplimiento de las mitzvot específicamente encomendadas a las mujeres: encender las velas de Shabat, separar jalá y cumplir con las leyes de pureza familiar (mikvé).

A la muerte de Sara, todas estas señales desaparecieron hasta la llegada de Rebeca (Rivka), ya que ésta observaba las mitzvot con la misma precisión que lo hacía Sara. 

Cada niña de nuestro pueblo es llamada hija de Sara, Rivka, Rajel y Lea, y por tanto, tiene como herencia el maravilloso poder de iluminar su casa toda la semana al encender sus velas de Shabat, tal como lo hizo Rebeca – la esposa de Itzjak, desde los tres años de edad.

Sara fue enterrada en la Cueva de Majpelá, que Abraham le compró a Efrón, rey de los Hititas. 

En esta Parashá, se describe por primera vez un shiduj (arreglo matrimonial), cuando Elazar – por orden de Abraham – le busca esposa a Itzjak y escoge a Rivka, hermana de Laván y pariente de Abraham. 

También es la primera vez que en la Biblia se describe con detalle una boda, la de itzjak y Rivka. 

Abraham se casa de nuevo después de la muerte de Sará. Al morir, es enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael. 

Sara y Abraham representaron una unidad biológico espiritual que dio origen al Pueblo Judío a través de su hijo Itzjak, de quien somos continuadores los judíos de hoy.

Jupá, el casamiento judío

La Jupá

Consiste de cuatro palos cubiertos por un techo de tela. 

Vendría a ser el recinto del novio en el cual recibe a su esposa. La Jupá que cobija a los dos representa la presencia de Di-s que los rodea.

La boda debe realizarse bajo una jupá , un dosel nupcial. Bajo la jupá, el Jatán coloca un anillo de oro en el dedo índice derecho de la Kallah [novia] 

El matrimonio entre el hombre y la mujer refleja el “matrimonio” entre D-os y el pueblo judío en el Sinaí. Hay muchas costumbres que se hacen en la Jupá que reflejan ese casamiento cósmico.

De acuerdo a las enseñanzas místicas judías, cada pareja comparte una sola alma que, al nacer, se divide y se viste en dos cuerpos diferentes. 

Llegar a la Jupá, o palio nupcial, es el momento no tanto de unión como de reunión y reencuentro con la mitad perdida de uno. Uno entra a la Jupá incompleto y sale completo.

Tres socios

El matrimonio judío no consiste de dos socios, sino de tres. El tercer socio es Di-s mismo. Este concepto se expresa en las propias palabras hebreas por hombre y mujer, Ish Ishá. Las dos palabras contienen tres letras, dos de las cuales, la alef y la shin, son iguales y forman la palabra Eish o fuego, mientras que la tercera es diferente en cada una, formando entre ellas, la Iud y la Hei, el nombre de Di-s. Esto nos enseña que si la pareja se comporta como corresponde, Di-s mismo mora entre ellos y si no, quedan dos fuegos, dos pasiones, que se consumen.

 

Se lee la Ketubá  [contrato matrimonial] y la ceremonia concluye rompiendo un vaso bajo su talón, después de lo cual la congregación grita Mazal-Tov.

La rotura del vaso o copa es para recordar la destrucción del Templo y Jerusalém

Uno de los tratados del Talmud es Ketubot, la forma plural de ketubah, que analiza en profundidad las obligaciones maritales de una pareja según la ley judía. 

Semana previa

Se acostumbra que durante la semana anterior al casamiento los novios no se vean. Esto sirve para aumentar su anticipación y evitar conflictos que se pueden generar por la tensión del casamiento.

La noche anterior a la Jupá la novia se sumerge en la Mikve o baño ritual por primera vez para purificarse en preparación a su encuentro con su novio. (Es importante consultar con el rabino antes de fijar la fecha del casamiento para contemplar el ciclo de la novia como también que no sea una fecha en la que no se realizan casamientos.)

Iom Kipur personal

El día del casamiento es como un Iom Kipur personal, ya que Di-s perdona a los novios todo su pasado para que empiecen su vida juntos con una tabula rasa. Es por eso que los novios ayunan el día de su casamiento y dedican gran parte del día a recitar Tehilim o salmos. Es costumbre que el novio se sumerge en la Mikve el día de su casamiento para purificarse. Se acostumbra que tanto los novios como los padres, familiares y amigos aumenten los actos de Tzedaká el día del casamiento, generando así más bendición para la pareja.

Badéken

El novio, antes de entrar a la Jupá, pasa por donde está la novia rodeada de sus familiares y amigas y tapa su cara con un velo. En esta ocasión los padres de los novios bendicen a la novia. Esta instancia se llama Badéken en Idish o Kabalat Panim, en hebreo. Invoca el encuentro bíblico entre Isaac y Rivka quien se tapó la cara como expresión de pudor. Entrar a la Jupá con la cara tapada representa también el hecho que uno se casa con su esposa tal cual es y no basado en su apariencia.

Velas

El novio entra a la jupá primero, acompañado por su padre y suegro o por sus padres. Cada uno de los acompañantes, lleva una vela encendida que representa las almas de los ancestros fallecidos que vienen a acompañar y estar presentes en la Jupá. También representa los fuegos que hubo en el Monte Sinaí en la “Jupá” entre D-os y Su pueblo.

Rey y Reina

El novio se coloca en el centro de la Jupá mirando hacia Jerusalem y espera la llegada de la novia. Siendo que el novio y la novia son considerados rey y reina en el día de su casamiento, tienen una fuerza especial de “decretar” bendiciones. Muy a menudo se verá los novios rezando bajo la Jupá, pidiendo por sus seres queridos.

Siete vueltas

La novia entra acompañada de su madre y suegra o ambos padres quienes también llevan velas encendidas.Al llegar a la Jupá dan siete vueltas alrededor  del novio. Representa los siete días de la creación. Representa la creación de un muro protector alrededor de su familia. Representa el derrumbe —como en Jericó— de los muros interiores que separan y dividen. Una vez terminadas las siete vueltas se para a la izquierda de su novio, mirando en dirección a Jerusalén.

Eirusín y Nisuín

Antiguamente, el casamiento consistía en dos pasos con un intervalo de doce meses entre ellos. El primero paso, Eirusín, consistía en el hombre consagrando a la mujer, dándole un anillo u otro objeto de valor. A partir de ese momento quedó prohibida para todo hombre como también para su propio novio. Luego de doce meses de preparación, se realizaba el segundo paso, Nisuín, que finalizaba el proceso y a partir de ese momento les fue permitido vivir juntos como hombre y mujer. Hoy en día se hacen los dos pasos debajo de la Jupá, cada uno acompañado por una copa de vino distinto y sus respectivas bendiciones, separados por la lectura de la Ketubá, el discurso del Rabino y canciones del Jazán.

El Rabino recita las dos bendiciones de Eirusin sobre una copa de vino y les da un sorbito a los novios.

Invita a los dos testigos exclusivos y excluyentes para que presencien el acto de matrimonio. El novio le pone un anillo en el dedo índice derecho de la novia y declara que por medio de ese anillo la consagra para él como esposa. Es el testimonio de los dos testigos constituyentes lo que convalida el acto y hace que la pareja esté casada.

Se lee la Ketubá o contrato matrimonial en el cual están delineadas las responsabilidades del novio para con su flamante esposa.

Se llena una segunda copa de vino y se recita las siete bendiciones de Nisuín.

Las siete bendiciones

Las siete bendiciones, conocidas como Sheva Berajot, son recitadas bajo la Jupá sobre la segunda copa de vino. Se recitan también durante toda la semana siguiente cada vez que hay una comida en la cual participan los novios, hay un Minián y una “cara nueva”  que no haya estado en alguna de las celebraciones anteriores.

Su Significado

La primera bendición, la que se pronuncia sobre el vino está siempre presente cuando se pronuncian bendiciones en ocasiones de alegría. Esto data desde los tiempos bíblicos, cuando los levitas cantaban en el Tabernáculo mientras se realizaban las libaciones de vino sobre el altar. 

El vino y la alabanza Divina van de la mano. Las otras seis bendiciones hacen referencia a los diversos aspectos y dimensiones presentes en esta ocasión tan especial. Finalmente pedimos a Di-s que bendiga a la pareja con alegría, amor, cariño y compañerismo y que sea un hogar llevado adelante de tal manera que acerque la reunión final y permanente del pueblo de Israel en la Tierra de Israel. Las Siete Bendiciones son como los siete brazos del candelabro que iluminan y guían con su luz espiritual al nuevo hogar a formarse.

Romper la copa
Luego que los novios toman un sorbito y un “tomador designado” toma el resto del vino, se envuelve la copa y el novio la pisa rompiéndola en recuerdo del Templo de Jerusalem que está en ruinas, con la esperanza que el hogar que están por formar ayudará a acelerar su reconstrucción.

Ijud

Terminó la Jupá y los novios se encierran en un cuarto a solas para romper su ayuno y manifestar el hecho que son una pareja casada, ya que está prohibido para un hombre y una mujer no casados entre sí estar a solas en un cuarto cerrado.

Celebración

El casamiento se celebra con una cena y bailes (Kasher, por supuesto) y durante toda la semana se realiza las Sheva Brajot o siete bendiciones en cada comida en la que los novios y alguna “cara nueva” estén presentes.

Cinco Sonidos

Nuestros Sabios señalan el hecho de que la séptima bendición hace referencia a cinco sonidos diferentes, del mismo modo que encontramos mención de cinco sonidos en la descripción bíblica de la entrega de los Diez Mandamientos.

“Todo aquel que disfruta de la celebración del novio y lo alegra, merece tener éxito en su estudio de Torá”, concluyen.

Los cinco sonidos de la Torá, representan las cuatro dimensiones de interpretación de la Torá: Pshat, Rémez, Drush, Sod y la quintaesencia, Jasidut.

Las almas que la flameante pareja traerán, con favor a Di-s al mundo, también se componen de cinco dimensiones: Néfesh (carácter), Rúaj (emoción), Neshamá (intelecto), Jaiá (subconsciente), Iejidá (esencia).

La formación de un nuevo hogar judío implica expresar en el mundo nuevas aristas del infinito mensaje Divino por medio de las almas de los hijos que engendrarán y el vínculo íntimo entre ellas y la Torá que las nutre. 

¿Qué es la Ketubá?

La Ketubá es el contrato matrimonial que establece las obligaciones del hombre sobre su mujer. El punto central de este documento es la compensación financiera que le corresponde a la mujer en el caso en el que el matrimonio se disuelva a través del divorcio o del fallecimiento. 

El documento es firmado por testigos Kasher, pero no necesariamente por los mismos que han observado el compromiso bajo la Jupa.

De acuerdo a la mayoría de las autoridades Halájicas, la Ketubá es de decreto rabínico. Los Sabios estaban preocupados por la posibilidad de que un hombre pudiera divorciarse de su mujer. Por ello, instituyeron que ningún hombre podía casarse con una mujer, a menos que se obligase a sí mismo a pagar una suma importante en el desafortunado evento en el que él la divorcie.

Cuando un hombre judío se casa con una mujer judía, automáticamente se está obligando a su mujer en diez áreas 

Hoy en día, el formato de la Ketubá  es un formulario impreso, en donde hay que completar la fecha y los nombres de los novios y sus testigos. Antes de la boda, el rabino que oficia la ceremonia, debe llenar estos espacios y supervisar las firmas de los testigos en el documento. También hay disponibles Ketubot que son verdaderas obras de arte.

Está prohibido que una pareja viva junta, incluso temporalmente, sin una Ketubá . En el caso en el que el documento se pierda o sea destruido, o si se ha encontrado un serio error en su texto, la pareja debe inmediatamente obtener otra Ketuvá de un rabino. Esta regla se aplica durante el período de matrimonio. Por ello, es prudente guardar la Ketubá  en un lugar seguro.

Por Naftali Silberberg

¿Cómo ser un padre?

Debemos saber lo que dice el primer diálogo entre un padre y su hijo que aparece en la Torá:
Y entonces, Itzjak le dijo a su padre: “¿Padre mío?”.
Y Abraham dijo: “Heme aquí, hijo mío”.
Abraham le responde a su hijo con las mismas palabras que uso para responderle a Di‐s:
…Di‐s puso a prueba a Abraham, y Él le dijo: “¡Abraham!”, y Abraham respondió: “Aquí estoy”.
Di‐s le pide a Abraham que haga algo que va en contra de cada una de las células de su cuerpo y de su alma: que endurezca su corazón, que apague la mente, que tome a su hijo y “lo eleves como sacrificio en una de las montañas que te mostraré”.
Los hombres conocen la modalidad. Tengo que hacer lo que tengo que hacer. Lo hacemos cuando vamos a la guerra y cuando vamos al trabajo y cuando disciplinamos a un hijo.

Adentro una voz grita: ¿Cómo soy capaz de hacer algo así?
Le decimos a esa voz que se calle para que podamos terminar con el trabajo.
Las horas pico en el tránsito, que te hacen estallar los nervios.
Las 7:30 de la mañana, y no quieres ir al trabajo, pero tienes que ir. Tú eres un hombre de familia con prioridades familiares.
Pero para alimentar a la familia, uno tiene que hacer sacrificios.
El papá que hay dentro de ti se apaga.
“¿Papá?”. “En este momento estoy ocupado”.
“¿Papá?” “Perdón hijo, estoy ocupado. Habla con mamá”.

Eso es lo que este mundo es capaz de hacerle a un hombre: mientras provee a su familia, la sacrifica en su propio altar.
Y aquí está Abraham, en medio de su prueba más grande. Solamente puede centrarse en una sola cosa: hacer
lo que se le mandó.
Trata de escuchar la voz de Di‐s y mientras, lo llama Itzjak, que no está seguro de que su padre está con él.
“¿Papá?”. “Aquí estoy hijo mío. Todo mi ser, para todo el tuyo ¿Qué pasa?”.
Tal vez, esa haya sido toda la prueba y con eso Abraham demostró que era digno de ser el Padre de la Nación que traería al mundo la compasión de Di‐s.
Con esas palabras, Abraham le pasó la antorcha a la siguiente generación, porque cuando Itzjak vio que su padre estaba junto a él de la misma manera que estuvo junto a Di‐s cuando le habló, estuvo dispuesto a estar junto a su padre y al Di‐s de su padre.
Esas palabras son lo único que tienes que saber para ser un verdadero papá judío. El resto ya va a venir solo.
“Aquí estoy hijo mío. Todo para ti”.

 Receta súper fácil de hamburguesa de quinoa

 

Las hamburguesas de quinoa son ideales para comer en cualquier momento del año. Son muy sabrosas y con muchos aportes favorables para nuestro cuerpo. 

Te invitamos a probar esta fácil receta. Toda tu familia y amigos quedarán satisfechos y felices con esta comida, gracias a su sabor y poder nutritivo.

Ingredientes:

300 gramos de quinoa hervida

50 gramos de cebolla rehogada 

100 gr de zanahoria rallada 

1 huevo 

Condimento a gusto

Preparación:

Colocar en un bowl la quinoa, la cebolla, la zanahoria y el huevo.

Mezclar y procesar hasta que quede homogéneo.

Separar en 6 porciones y dar forma de hamburguesa.

Colocar en una asadera con aceite y cocinar 6 minutos de cada lado.

¡Hacela en tu casa y contanos cómo fue el resultado!

Mikve: el arte de la transición

 

¿Qué es una Mikve ?

Una mikve (מִקְוֶה, también escrita mikveh ) es una pileta de agua en la que los judíos se sumergen para alcanzar la pureza. La utilizan con mayor frecuencia las mujeres, como parte del ciclo de nidá , antes de reunirse con su esposo. La mikve también la utilizan los conversos cuando se convierten al judaísmo. En tiempos del templo , la utilizaba cualquiera que quisiera ingresar al complejo del Templo Sagrado o participar de alimentos sagrados. Una mikve moderna es a menudo una hermosa instalación que se asemeja a un spa.

Para los no iniciados, una mikve moderna parece una piscina en miniatura. En una religión rica en detalles, belleza y ornamentación (con el telón de fondo del antiguo Templo o incluso de las sinagogas contemporáneas), la mikve es sorprendentemente anodina, una estructura humilde.

Sin embargo, su apariencia ordinaria contradice su lugar primordial en la vida y la ley judías. La mikve ofrece al individuo, a la comunidad y a la nación de Israel el extraordinario don de la pureza y la santidad. Ningún otro establecimiento, estructura o rito religioso puede afectar al judío de esta manera.

Los cuerpos de agua naturales del mundo (sus océanos, ríos, pozos y lagos alimentados por manantiales) son mikvehs en su forma más primitiva. Contienen aguas de origen divino y, por lo tanto, según enseña la tradición, tienen el poder de purificar. Creados incluso antes de que la tierra tomara forma, estos cuerpos de agua ofrecen una ruta por excelencia hacia la consagración. Pero también plantean dificultades. No son necesariamente kosher para la inmersión (se debe consultar a un rabino competente). Además, estas aguas pueden ser inaccesibles o peligrosas, por no mencionar los problemas del mal tiempo y la falta de privacidad. Por lo tanto, la vida judía necesita la construcción de mikvehs (“piscinas”), y de hecho esto lo han hecho los judíos en todas las épocas y circunstancias.

Las aguas de la mikve suelen estar a la altura del pecho y se mantienen a una temperatura agradable. Se accede a la piscina por escaleras ( las mikve accesibles están equipadas con ascensores).

La mikve como institución es víctima de un error popular: la inmersión en el agua se asocia naturalmente con la purificación. Para complicar aún más la cuestión, históricamente las autoridades a menudo prohibían a los judíos utilizar los ríos de sus ciudades para bañarse. En respuesta, construyeron baños, muchos de ellos con mikve dentro o cerca de ellos. En conjunto, estos factores forjaron un vínculo inextricable entre la idea de la mikve y la higiene física. Pero la mikve nunca fue un sustituto mensual del baño o la ducha. De hecho, la halajá estipula que uno debe estar escrupulosamente limpio antes de sumergirse. Para facilitar este requisito, las áreas de preparación (con baños y duchas, champú y jabones, y otros productos de limpieza y belleza) son un elemento básico de la mikve moderna.

El período de nidá es un período, que suele durar doce días, en el que la ley judía prohíbe las relaciones conyugales. La nidá comienza con el inicio de la menstruación y finaliza con la inmersión de la mujer en una mikve (מִקְוֶה), una pileta ritual de agua. El período de nidá y la inmersión en la mikve han experimentado recientemente un renacimiento de la observancia en la comunidad judía.

Recientemente, el período de nidá y la inmersión en la mikve han experimentado un renacimiento de la observancia en la comunidad judía. Muchas parejas han descubierto que el ciclo de cercanía y distanciamiento inherente a esta mitzvá mantiene su relación fresca y emocionante. Otros dicen que agrega una dimensión espiritual y divina a su relación.

Como ocurre con la mayoría de las cosas buenas, mantener el período de niddah no siempre es fácil, pero la recompensa vale la pena.

A continuación se presenta una breve descripción de las prácticas asociadas con la nidá y la mikve . Tenga en cuenta que esta guía está lejos de ser exhaustiva. Los novios judíos estudian tradicionalmente las leyes que rigen el matrimonio judío con maestros especialmente capacitados, que los guían a través de esta piedra angular de la vida judía.

Pureza Familiar

Para la mujer menstruante, la inmersión en una mikve es parte de un marco más amplio, mejor conocido como Taharat Hamishpachah ( Pureza Familiar ). Como en todas las áreas de la práctica judía, la Pureza Familiar implica un conjunto de leyes detalladas; a saber, el “cuándo”, el “qué” y el “cómo” de la observancia.

La pureza familiar es un sistema que se basa en el ciclo menstrual de la mujer. Desde el inicio de la menstruación y durante siete días después de su finalización, hasta que la mujer se sumerja en la mikve, el marido y la mujer no pueden mantener relaciones sexuales. Para evitar la violación de esta ley, la pareja debe limitar su indulgencia en acciones que les resulten excitantes, poniendo freno al contacto físico directo y absteniéndose de las manifestaciones físicas de afecto. El término técnico para la mujer en este estado es nidá (que significa literalmente: “estar separada”).

FUENTE

Dos razones complementarias emergen cuando se contemplan la cantidad de veces en donde se nos instruye ir a la Mikve, el baño ritual Judío.

La Torá prescribe ir a la Mikve para poder volver a estar ritualmente puro luego de un estado temporario de impureza ritual, o cuando una persona u objeto cambia de status, como ser, cuando un no judío se convierte, o cuando un recipiente cambia de dueño no judío a uno judío. 

Aunque no sea un decreto de la Torá, muchos hombres se sumergen en la Mikve a finales de la semana en preparación para el Shabat o para una festividad. Una novia se sumerge en la Mikve el día antes de su boda así como también lo hacen muchos novios. Todas las razones arriba mencionadas tienen en común sus tiempos de transición, desde un estado espiritual a otro.

Para purificarse, uno se sumerge totalmente en las “aguas vivas” de la Mikve, en donde la vida “anula la muerte”, y de esta manera la transición al estado de pureza se completa. Para poder pasar por completo esta transición mencionada uno debe sumergirse en las aguas de la Mikve, cuya experiencia eleva a la persona a nuevos niveles de conciencia.

Cuando las letras de la palabra “Mikvá” (mem, kuf, vav, heh) se reordenan, se forma la palabra “koma”, que significa “pararse” o “estatura completa”. 

Paradójicamente, para obtener nuestra estatura de completa espiritualidad y volver a nuestra verdadera esencia interna, debemos quitar todo tipo de vestimenta física y objetos físicos y sumergirnos, desnudos de ego, en las aguas de la mikve. Esta experiencia de “retorno al útero” nos reconecta a la fuente de la vida y a su energía rejuvenecedora. Desde el estado primordial de “nada”, nace un ego rectificado y la habilidad de transformar nuestro potencial puro en el actual. En este sentido, la Mikve alegóricamente refleja la creación de Di-s del universo “algo de la nada”.

Cuando las letras del nombre de Di-s (Alef, hey, yud, hey), usualmente traducido como “Seré lo que seré”, que deletreado completamente equivale a 151, el valor numérico de la palabra Mikve. El nombre de Di-s en su simple traducción representa potencial en su completa expresión y estatura. La experiencia de la Mikve se engendra en nuestra propia esencia la habilidad de revelarnos a nosotros mismos y al mundo nuestro potencial completo.

Las tres últimas letras de la palabra Mikve (kuf, vav, hey), significan “esperanza”. En hebreo, la letra Mem precede a la palabra “makom” (lugar), en este caso la Mikve puede entenderse como el lugar en donde la esperanza se actualiza. Nuestra última esperanza y salvación viene del sumergirnos completamente en la fuerza de la vida de Di-s que nos rodea y nos llena. Cuando podamos sentir verdaderamente este nivel de Divina Presencia en nuestras vidas, entonces estaremos llenos de esperanza y optimismo. La misma experiencia tangible de estar sumergido en las aguas de la Mikve crea las condiciones que llevan a facilitar tal interna transformación. La mikve simboliza la muerte que deja lugar a la vida, el lugar en donde la esperanza crece y se fortalece, en donde el potencial se despierta y permite alcanzar su completa estatura y en donde nos podemos elevar de un nivel a otro en un ascenso sin fin espiritual del alma.

Por Abraham Ariel Trugman

No seas justo

“Los hombres de Sodoma estaban corrompidos por la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos…”

El libro del Génesis (en los capítulos 13-14 y 18-19) nos cuenta sobre la perversa ciudad de Sodoma.

Primero leímos cómo Lot, sobrino de Abraham, se estableció en Sodoma a pesar del hecho de que sus habitantes eran “perversos y pecadores a Di-s”; Sodoma es arrasada por los ejércitos de Jerdolaomer, y Abraham viene al rescate de su sobrino prisionero; luego encontramos a Abraham que le suplica a Di-s que se apiade de la ciudad pecadora en mérito de los habitantes virtuosos que pudieran encontrarse, pero resulta que ni siquiera se pudo encontrar diez de esas personas; dos ángeles, enmascarados como los hombres, visitaron la ciudad, pero sólo Lot les ofrecerá hospitalidad; Él los salva de las hordas de Sodoma, y ellos, a su vez, lo rescatan a él y a sus dos hijas antes de destruir la ciudad.

¿Cuáles fueron los pecados de Sodoma? En nuestro idioma, el nombre de la ciudad es sinónimo de perversión sexual. Esto se deriva de lo que cuenta la Torá de cómo las hordas sodomitas que merodeaban la casa de Lot, le exigían que les entregue sus dos invitados “para que nosotros podamos violarlos”. Pero las fuentes judías tradicionales–el Talmud, los Midrashim y los Comentarios–tienen una visión diferente de la historia de Sodoma. Allí, el énfasis no está en sus pecados sexuales, sino en su falta de hospitalidad y en su agresión a cualquiera que se atreviera a compartir la riqueza de la ciudad con cualquier extraño.

En las palabras del Talmud: “Los hombres de Sodoma sólo estaban corrompidos a causa de la riqueza que Di-s había despilfarrado en ellos… Dijeron: “Si en nuestra tierra crece el pan, y tiene el polvo de oro, por qué debemos recibir forasteros que sólo vienen a llevarse nuestra riqueza? ¡Vamos!, hay que abolir la práctica de alojar a los viajeros en nuestra tierra…”

Inclusive hallaron una manera de ser caritativos asegurándose de que ningún extraño se beneficiara de su caridad: “Si algún pobre pasara por aquí, cada habitante le daría un dinar en el cual escribiría su nombre, pero no se le vendería nada de pan. Cuando él muriese, cada uno vendrá y tomará de vuelta su dinar”. Llegaron al extremo de decretar: “Cualquiera que dé un pedazo de pan a un pobre o a un extraño se lo quemará en la estaca”.

La historia de Sodoma aparece en la Torá en contraposición a la vida de Abraham. De hecho, Sodoma es la antítesis de Abraham que está retratado en la Torá como la personificación misma de jesed (benevolencia). Abraham da de él, materialmente (proporcionando comida y alojamiento a los forasteros) y espiritualmente (compartiendo las verdades que descubrió, rezando Sodoma); la intención del Sodomita es guardar para él lo que es suyo.

Lo que es notable sobre la gente de Sodoma es que no son ladrones (como era la generación del Diluvio). Incluso cuando niegan a un extraño sus posesiones, tienen el cuidado de hacerlo de una forma “legal”. De hecho, la base de su filosofía parece bastante benigna. En las palabras de la Ética de los Padres:

Uno que dice, “lo que es mío es mío y lo que es tuyo es tuyo”–éste es el rasgo de Sodoma.

¿Qué puede ser más justo? La gente de Sodoma tomaron esto al pie de la letra. Pero, cada persona que declara “lo que es mío, es mío y lo que es tuyo es tuyo”, todo lo que está diciendo es: “yo no tocaré lo que es tuyo, pero no esperes que te dé nada.”

Para el judío, tal justicia es la esencia misma del mal.

Yanki Tauber