Palabras egipcias en los diez mandamientos

El evento frente al Monte Sinaí, cuando el Altísimo le entregó la Torá, abrió con el primer mandamiento: “Yo Soy Hashem tu Di‐s…” El Midrash dice que el término Anojí, Yo Soy ‐está (dicho) en idioma egipcio.

Los diez Mandamientos concentran y sintetizan la totalidad de la Torá. Los dos primeros Mandamientos son los más sagrados, ya
que ‘Yo Soy’ y ‘No poseas’ los escuchamos de boca de la Guevurá (el Poder Divino) “Entre ambos, el primer Mandamiento es el de un
nivel superior, y la primera palabra‐ ‘Anojí’‐ Yo‐ se refiere a la misma Esencia de Di‐s (‘Anojí’ es la sigla de las palabras Aná Nafshí Ctavit Iehavit : ‘Yo mismo la escribí, la entregué’‐ y también significa “a Mí mismo Me He escrito y entregado”. ¡¿Cómo es posible que esta palabra esté en egipcio?!

Para entenderlo debemos profundizar en la esencia y objetivo de la revelación Divina en el Sinaí. La Torá no fue entregada sólo a
fin de preservar la santidad de la Lengua Sacra (=el hebreo bíblico); El Altísimo descendió sobre el Monte Sinaí para posibilitar la santificación y elevación espiritual de los elementos más bajos y más caídos.

También previo a la entrega de la Torá se estudió Torá; la santidad existía desde antes. Pero el objetivo de la entrega de la Torá radicaba en unir la santidad con la existencia material; santificar y elevar los elementos más lejanos del mundo de lo sacro y de la Torá.
Siendo que ése es el objetivo, éste se refleja de inmediato en la primer palabra de los Diez Mandamientos. Así se dan las fuerzas para
unir el idioma egipcio, símbolo del nivel más bajo, con el cenit de la santidad‐ con Di‐s mismo.

El hecho que Di‐s mismo se invistió en “el idioma egipcio”, enseña que el camino hacia El pasa por servirlo a través de las cosas
menores. Más allá de lo elevado que sea uno en su dedicación al estudio de la Torá y la Plegaria (lenguaje ‘sacro’)‐ sólo logra alcanzar
un nivel limitado de la santidad. Pero al Altísimo propiamente dicho, a Su Gloria y Esencia, se llega sólo a través del “habeís bajado a
Egipto” a través de elevarse con la conducta indicada por la Torá, los elementos materiales a la dimensión de la santidad.
Cuando el judío sale ‘de los cuatro cúbitos’ del estudio de la Torá y la plegaria, y se ocupa de la vida cotidiana terrenal como manda
la Torá, llega al Altísimo concretando Su Voluntad y el objetivo principal de la Creación y de la entrega de la Torá.

Más aún: ni siquiera es suficiente el cumplimiento de los preceptos, que se lleva a cabo con cosas terrenales, es deber del hombre
alcanzar el nivel del mandato de ‘Conócelo en todos tus caminos’, es decir, santificar la vida cotidiana, para que en ella se revele santidad.

Y debe saberse que este no es un detalle secundario, sino que en él se expresa el objetivo de la Torá. Sólo así puede el hombre unirse con Di‐s mismo‐ con el Anojí, ‘Soy el que Soy’

(Likutei Sijot, Tomo 3, Pág. 892).
Likutei Sijot Tomo 2, Pág. 523

Es la culpa de Di-s

PREGUNTA:

El Talmud nos cuenta que el mundo entero tembló cuando Di-s dijo: “No usarás el Nombre de Di-s, tu Di-s, en vano”. ¿Qué mensaje transmitía la Torá que causó que todo el mundo temblara?

RESPUESTA:

Se cuenta una historia de un grupo de hermanos que llegaron a América para hacer negocios juntos. Unos años más tarde arreglaron con sus padres para que emigraran. El padre era un judío observante piadoso, con barba y traje jasídico. Luego de un corto tiempo, se afeitó la barba y cambió su traje por indumentaria moderna. Perplejos por el comportamiento de su padre, los hijos consultaron a su Rabino.

Cuando el Rabino le preguntó al padre por qué había cambiado tan drásticamente, él le dijo lo siguiente: “Mis hijos tienen un gran mercado de carne, y yo siempre estoy sentado en una mesa que está en el negocio.

Cuando la gente me ve, se anima a comprar con la confianza de que todo es Kasher. Sin embargo, pronto me dí cuenta que la carne que estaban vendiendo no era Kasher y ellos me estaban usando para engañar al público. Es por esto que decidí afeitarme y cambiar mi traje, que representan mi Judaísmo, a fin de no ayudarlos a vender carne no Kasher”.

Desafortunadamente, a través de la historia, las naciones del mundo han perseguido y torturado a los judíos bajo el pretexto de hacerlo “por el bien del Cielo (Di-s)”. Alegaron que los judíos deben ser culpados por los problemas de sociedad y merecen ser oprimidos. También entre los judíos, es lamentablemente común que una persona hiera a otra, afirmando que “es una Mitzvá” hacerlo.

El mandamiento de Di-s de “No menciones Mi Nombre en vano”, puede ser interpretado como “No explotes Mi Nombre”, Torá y religión, como un medio para justificar las iniquidades.

No trates de cubrirlas con un velo de justicia y virtud.

Este conmovedor mensaje Divino provocó escalofríos a todos, y el mundo entero tembló de miedo.

* Moshe Bogomilsky

El propósito de los mandamientos

Los Diez Mandamientos son, en varios sentidos, los destacados de toda la Torá. Pero el Midrash trae una declaración sorprendente: Se dice que la primera palabra de los Diez Mandamientos está en lenguaje Egipcio, ¿Qué significa?.

Los Diez Mandamientos son la síntesis de toda la Torá. Todo el Pueblo Judío los escuchó de Di-s. El primer mandamiento “Yo soy Di-s, tu Di-s, quién te sacó de la tierra de Egipto”, es la declaración básica de nuestra relación especial con el Infinito. La primera palabra, “Anoji”, significa “Yo soy”. Di-s está hablando de Sí mismo, y comunicándose con nosotros.

El Midrash es intrigante. Dice que esta primera palabra es Egipcia, porque Di-s quería hablarnos en el idioma que habíamos aprendido cuando estábamos en Egipto. Esto nos dice algo sobre la naturaleza de la Torá y de ser Judío. Di-s no quiere relacionarse con nosotros sólo en el nivel sagrado y espiritual de nuestras vidas, representado por el hebreo, la lengua Sagrada. Él quiere también llegar a la dimensión terrenal, “Egipcia”.

No debemos caer en la convicción  de que no tenemos este nivel más bajo. Sino, debemos tratar de controlarlo, luego elevarlo y por último, transformarlo en algo Sagrado.

Di-s nos ayuda en esto: Hay enseñanzas judías para cada aspecto de la vida, incluyendo lo más básico. Las Mitzvot nos conectan con Di-s en cada nivel de nuestro ser. Por esta razón, la primera palabra de los Diez Mandamientos, “Anoji”, es en Egipcio: Llega a la persona “Egipcia” dentro de nosotros y la transforma en Judío.

Punto de Encuentro

Los Sabios nos dicen que cada alma Judía estuvo presente en la entrega de la Torá. Fue un momento de encuentro de todo el Pueblo Judío.

El reconocimiento a Di-s que fue experimentado en Sinai, se mantiene en el corazón de cada judío, y en la chispa de su identidad Judía.

Durante esos cuarenta días y noches en el Monte Sinai, se le fue revelada toda la Torá a Moisés. Los Sabios nos dicen que “Cada nueva idea que podría haber sido sugerida por un estudiante en una discusión con su maestro, se la fue dicha a Moisés en Sinai”.

Sinai fue, por lo tanto, el punto de encuentro de Di-s, todo el Pueblo Judío y la Torá.

Por: Tali Lowenthal

Parashá en síntesis: Itró

Los judíos recibieron la Torá en Har Sinai (Monte Sinai) al cabo de siete semanas tras el Éxodo de Egipto. Este período fue un tiempo de preparación del pueblo de Israel para un acto de dimensiones inigualables y demuestra la capacidad de cambio de los judíos, quienes pasaron de un extremo de impureza en su estadía en Egipto, a uno de santidad en el momento de recibir la Torá. 

Itró, suegro de Moshé, luego de conocer las maravillas que había hecho Di-s con el Pueblo Judío (salida de Egipto, partición del Mar Rojo, maná, victoria contra Amalek), salió al encuentro de su yerno junto con su hija Tzipora y sus dos nietos, hijos de Moshé (Guershon y Eliezer), y le notificó su voluntad de convertirse en judío. 

Frente a las dudas de Moshé, Di-s autoriza esa conversión. Itró se circuncida y se convierte en el primer guer tzedek converso por convicción propia, no por interés. 

Su nombre original era Yeter, pero se le agregó la letra vav para simbolizar su conversión. La inclusión en la Torá de una Parashá con su nombre se debe al mérito de haber aconsejado a Moshé el sistema de nombramiento de jueces para aliviar su tarea de juez. También estableció los requisitos que éstos deberían cumplir: ser hombre versados en la Torá, honestos, temerosos de Di-s y con bienes de fortuna para evitar el riesgo de soborno. 

En la actualidad, los rabinos – a diferencia de los líderes o jueces civiles – deben cumplir esos mismos requisitos sin obtener ningún tipo de remuneración por el arbitraje o juicio que se presente a su consideración. 

En Rosh Jodesh, principio de mes de Siván, los judíos llegaron al desierto de Jorev, también llamado Sinai, Tzin, Kadesh, Kedaimot y Parán. 

Di-s instruye a Moshé diciéndole que debe anunciar primero a las mujeres la entrega de la Torá, dándoles el honor de la primicia, ya que por el mérito de ellas se produjo la salida de Egipto. Además, la idea era evitar lo acontecido en el jardín del Edén, donde por no haber estado presente Eva cuando Di-s dio la orden de no comer del “árbol del conocimiento”, se produjo el pecado (que hubiera podido evitarse, si ella hubiera escuchado personalmente la instrucción, tal como lo explica el Midrash). 

La previa aceptación de la Torá por las mujeres es lo que posibilita el estudio y el cumplimiento de la Torá por los hombres. Es la mujer quien perpetúa el judaísmo a través de la educación de sus hijos. 

Los tres días anteriores al recibimiento de la Torá fueron días de preparación espiritual, focalizados en el desarrollo de las actitudes o midot necesarias para constituirse en el recipiente adecuado. 

Antes de la entrega de la Torá, Di-s curó todos los defectos físicos de los integrantes del pueblo, tales como ceguera y sordera, porque tenían que estar en pleno uso de sus facultades para aceptar la Torá; de lo contrario, la experiencia sería incompleta, porque algunos de los presentes no oirían o verían la Providencia Divina o Shejiná. 

La Torá fue revelada en el año 2448,  aún cuando ella ya existía antes de la Creación del mundo, ya que es el “plano” que Di-s trazó para crearlo; tal como sucede con el ingeniero que elabora planos y luego construye el edificio. 

Compuesta por tres partes (Tanaj; formado por Torá, Neviim, y Ketuvim; Pentateuco, Profetas y Escritos), la Torá fue entregada en el tercer mes (Siván) a un pueblo formado por tres partes (Cohén, Levi e Israel) a través de Moshé, tercer hijo después de Miriam y Aharón, luego de tres días en que los hombres se mantuvieron separados de las mujeres.

El Talmud explica que el número tres representa la verdadera unidad, unión de dos cosas que forman una tercera que las trasciende; la Torá es la expresión de la unidad entre el hombre y Di-s, entre el mundo y Di-s.

A diferencia de otras religiones en las cuales las enseñanzas son entregadas a una sola persona quien luego las divulga, la entrega de la Torá fue presenciada por 600.000 testigos mayores de 20 años, en un evento histórico sin parangón, en el cual Bnei Israel no sólo oyeron la voz de Di-s sino que pudieron ver también las ondas sonoras mientras emergían.

La totalidad de la Torá fue entregada en Matan Torá, tanto la parte escrita (Torá She´bijtav) como la parte oral (Torá She´bealpé); la parte revelada y la parte esotérica. 

La parte revelada de la Torá fue entonces oculta, ya que los Diez Mandamientos están formados por 620 letras que aluden a las 620 mitzvot: 613 mitzvot de la Torá y 7 mitzvot instituidas por las autoridades rabínicas (recitación del Halel en ocasiones especiales, lectura de Meguilat Esther en Purim, luces de Januca, velas de Shabat, lavado de manos antes de comer pan, bendiciones antes de comer y el precepto de eruv para permitir la realización de ciertas acciones en Shabat y en las festividades).

Ambos tipos de preceptos forman el Keter Torá (Corona de Torá), cuyo valor numérico es 620. En aquella ocasión, la parte oculta fue percibida, tal como ocurrirá de nuevo cuando llegue el Mashiaj. 

La palabra Torá viene de Horaá que significa “enseñanza”. La Torá es el código de vida del “pueblo elegido”, por Di-s para cumplirla. Fue entregada hace más de 35 siglos y es obvio el aporte que esto implica para toda la Humanidad. 

Las 613 mitzvot, contenidas en los DIez Mandamientos, deben ser observadas por los judíos (creencia en un Di-s único, prohibición de adorar otros dioses, de usar el nombre de Di-s en vnao, guardar y respetar el Shabat, honrar al padre y la madre, no matar, no cometer adulterio, no robar, no prestar falso testimonio, no envidiar lo ajeno).

Los cinco primeros mandamientos se refieren a la relación del hombre con Di-s, los otros cinco regulan las relaciones entre el hombre y su prójimo y en ellos no se incluye el nombre de Di-s.

Los siete preceptos de Noé (creer en un Di-s único, no blasfemar, no robar, no matar, no cometer actos inmorales, no ser crueles con los animales, vivir en países con ordenamientos jurídicos establecidos) deben ser cumplidos por toda la Humanidad. 

El judaísmo no es proselitista; no busca convertir a toda la humanidad en judíos, ya que cree que cada ser humano tiene su misión especial otorgada por Di-s sin necesidad de convertirse en judío, aunque esta opción existe siguiendo las leyes correspondientes. 

No obstante, el Judaísmo sí contienen una propuesta de vida para las naciones que no son judías, un código de ética universal conocido como los Siete preceptos de los Hijos de Noé, que viene a ser el plan Divino para la Humanidad. Según relata el Talmud, al primer hombre, Adán, Di-s le dio seis leyes que debía respetar: no adorar ídolos; no blasfemar; no cometer actos inmorales; no robar;  no asesinar; establecer cortes de justicia para implementar el cumplimietno de dichas leyes. 

La séptima ley, no comer de animales vivos, fue entregada recién a Noé luego del Diluvio, cuando se le fue permitido consumir carne animal. Dicho permiso vino con la condición de que se mate animales antes de consumir su carne. 

La Torá es Divina y eterna, el modo de vida judío en su totalidad está contenido en ella; nada humano le es ajeno y ha sido secreto de la existencia y supervivencia del Pueblo judío a lo largo de todas las generaciones. 

La esencia de la tora fue entregada a las mujeres

En esta Parshá, la Torá nos relata la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, por medio de Moshé Rabeinu.

Los judíos escucharon allí los Diez Mandamientos.

Cuando iba a ser entregada la Torá, Di-s le dijo a Moshé:

Así hablaras a la casa de Iaakov y dirás a los hijos de Israel. Quien es la Casa de Iaakov?, nos contesta el Midrash: se refiere a las mujeres. El Midrash agrega que con respecto a los hombres está escrito y dirás, que denota dureza, en cambio a las mujeres hablaras debía dirigirse de una manera blanda y delicada.

Pero esta no es la única diferencia. El Mejilta señala otro punto: Di-s le ordenó a Moshé entregar a las mujeres los lineamientos generales de las mitzvot (preceptos), y a los hombres los detalles de las mismas.

BASES Y REGLAS

A primera vista podríamos pensar que con esto se desvaloriza a la mujer: se le habla de una manera delicada, y además se le entrega los preceptos de una forma sucinta, partiendo de la base de que no podrían profundizar ni entender demasiado los pormenores de la Torá. Pero cuando analizamos lo que dice el Mejilta, comprenderemos todo de un modo distinto. Encabezamiento de los preceptos no se refiere a la parte fácil sino a la base esencial y las reglas fundamentales. Es decir, Hashem le ordenó a Moshé entregar a las mujeres las bases y normas de la Torá de las cuales se desprenden todos los detalles de las leyes judías que luego debían ser transmitidas a los hombres.

LA VIRTUD DE LA MUJER

Las reglas y bases constituyen la esencia de la Torá. De la misma forma fue el orden en la entrega de los Diez Mandamientos. Los dos primeros Yo Soy Di-s… y No tendrás otros dioses son el núcleo esencial de la Torá. El primero es la rama de los 248 preceptos de hacer y el segundo de los 365 de no hacer (véase Tania I Cáp. 20). Vemos pues que la regla general constituye la esencia de toda la Torá.

Así también las mujeres recibieron la esencia de la Torá. A ellas les fueron entregadas las reglas fundamentales y bases de la misma, mientras que a los hombres se les entregaron los detalles que constituyen un nivel inferior. Resulta entonces que la Torá destaca la virtud de la mujer en lo que respecta a la entrega de la Torá .

LA FE ILUMINA

La razón de lo antedicho es que en la mujer brilla la luz de la fe y el temor a Di-s de manera más revelada. Hashem creó a la mujer de manera tal que el intelecto no se superponga a su personalidad, impidiendo así que su fe se vea tapada y debilitada. Es por eso también que la mujer está ligada a la esencia de la Torá. Y por eso también la pertenencia al pueblo de Israel depende de la madre y no del padre.

Esta virtud está relacionada también con la Redención del Mashíaj. Así como en la salida de Egipto los judíos fueron liberados de la esclavi- tud por el mirito de las mujeres judías de esa generación (como lo explican nuestros Sabios), de la misma manera, como en los días que saliste de Egipto os mostrará maravillas, también el Mashíaj vendrá en merito de las mu- jeres de Israel. Entonces podremos estudiar la Torá del Mashíaj, quien nos revelará a todos la regla general de la Torá, la esencia más íntima de la Torá, muy pronto en nuestros días.

Likutei Sijot, Tomo 31, Pág. 93.

El hombre es como un árbol del campo

El decimoquinto día del mes hebreo de Shvat , o Tu BShvat , se conoce como el “ Año Nuevo de los Árboles ”. Puesto que la Torá compara al hombre con “un árbol del campo”,  este día es —por extensión— celebrado también por el hombre.

La germinación y el desarrollo de una pequeña plántula hasta convertirse en un árbol maduro y que produce frutos es una de las transformaciones más inspiradoras de toda la creación de Di-s .

En primer lugar, se desarrolla el sistema de raíces del árbol. A continuación, surgen el tronco y el cuerpo del árbol, así como las ramas y las hojas. Finalmente, llega el momento en que el árbol da frutos.

Las raíces están, en su mayor parte, ocultas a los ojos del observador. Sin embargo, es de ellas de donde el árbol obtiene su principal fuerza vital. Si bien es cierto que las hojas también nutren al árbol al absorber la luz solar, etc., aun así, las raíces son el sostén principal del árbol; si las cortas, el árbol pronto se marchitará y morirá.

Además, las raíces permiten que el árbol esté firmemente arraigado en la tierra y resista fuertes ráfagas de viento u otros elementos que pretendan arrancarlo.

El tronco y el cuerpo del árbol, incluidas las hojas, constituyen la inmensa mayoría de la masa real del árbol. Esta parte del árbol generalmente se encuentra en un estado de crecimiento constante, como lo demuestra el aumento del grosor del tronco y de las ramas, la aparición de hojas adicionales, etc. Además, la edad del árbol se puede determinar a partir de su tronco y cuerpo, especialmente a partir de sus anillos anuales.

A pesar del predominio físico del tronco y del cuerpo del árbol, éste alcanza su estado de perfección sólo cuando da fruto. Esto es así en mayor grado cuando la semilla contenida en el fruto sirve de antecesor y semilla para los árboles futuros de las generaciones venideras.

El hombre también tiene raíces, posee tronco y cuerpo y produce frutos. En muchos aspectos existe un notable grado de similitud entre el desarrollo del hombre —incluso su desarrollo espiritual— y el de un árbol.

Las raíces del hombre son su fe. Es la fe de la persona la que la une y la vincula con Di-s , la fuente y el manantial de su existencia. Incluso después de que el judío crece en el conocimiento de la Torá y en el cumplimiento de los mandamientos Divinos, sigue obteniendo su fuerza vital a través de su creencia en Di-s, el judaísmo y la Torá.

Por el contrario, un debilitamiento del sistema de raíces espirituales de la fe puede tener consecuencias nefastas incluso para un individuo que por lo demás esté espiritualmente bien desarrollado.

Una vez que se ha alcanzado el nivel de tener raíces de fe viables, una persona puede sentirse inclinada a dormirse en los laureles. En este punto, el árbol nos enseña que está compuesto predominantemente de tronco, ramas y hojas. El hombre también debe estar compuesto predominantemente de estudio de la Torá y buenas obras. En términos espirituales, esto significa que un judío nunca puede estar satisfecho sólo con la fe, porque sería como un árbol que echó raíces pero nunca desarrolló tronco, ramas y hojas. Un “árbol” así, en realidad, no es un árbol en absoluto: sus raíces están ahí, pero nada más. Además de raíces sanas, un judío debe tener el complemento completo de tronco, ramas, hojas, etc.

El tronco, las ramas y las hojas del judío son el estudio de la Torá, el cumplimiento de los mandamientos Divinos y las buenas acciones. Deben constituir la abrumadora mayoría de sus actividades. De hecho, uno puede determinar la “edad” de un judío midiendo sus “anillos”: cuántos de sus años ha pasado en busca del conocimiento espiritual y de acciones sustanciales.

Además, así como el cuerpo de un árbol crece constantemente, también debe haber un crecimiento constante en el tronco, las ramas y las hojas del judío: en el estudio de la Torá, en el cumplimiento de los mandamientos Divinos y en las buenas acciones.

Sin embargo, por más loables que sean todas estas cosas, el hombre alcanza su estado de plenitud sólo cuando, como un árbol, da fruto, afectando a sus amigos y vecinos de tal manera que ellos también cumplan el propósito de su creación. Al hacerlo, produce una cosecha inagotable de frutos, generación tras generación.

 

Basado en Likkutei Sichos , vol. VI, págs. 308-309 .

Tu B’Shvat: Conceptos básicos

Por Yerachmiel Tilles

El 15 de Shevat , Rosh HaShaná de los árboles, enseña que para evitar la muerte espiritual, el judío debe permanecer siempre apegado a su fuente, la Torá y el judaísmo, y crecer continuamente en su servicio a Dios . Este servicio no debe realizarse con frialdad, por fuerza de la costumbre, sino con calidez y vida.

El día quince del mes de Shevat es Rosh HaShanah para los árboles. Esto tiene un significado especial para los judíos, cada uno de los cuales es comparado con un árbol, como está escrito: “Porque el hombre es como un árbol del campo”. 

Un árbol comienza con una semilla, crece, alcanza la madurez, da fruto, y de sus semillas crecen otros árboles y dan fruto. Lo mismo ocurre con el ciclo de vida humano.

El hombre comienza con un embrión, crece, madura y da fruto, que en el caso del judío es la Torá y las mitzvot .  Y, así como otros árboles eventualmente brotan de las semillas de un árbol, también uno debe asegurarse de que otros judíos crezcan espiritualmente y den su propio “fruto”. Un judío no puede conformarse con su propia cosecha espiritual, sino que debe acercar a otros judíos a su herencia.

Un árbol es parte del reino vegetal. Las plantas, a diferencia de los animales, mueren si se las arranca de la tierra; existen y crecen sólo cuando continúan recibiendo alimento de su fuente.

Un judío también vive y crece espiritualmente sólo cuando está conectado con su fuente, la Torá y el judaísmo. No basta con que un judío haya estudiado Torá y realizado mitzvot una vez . Debe recibir constantemente alimento de sus raíces o correr el riesgo de morir espiritualmente.

Necesidad y placer en la Torá

El Rosh HaShaná de los árboles se celebra comiendo frutas. En concreto, se acostumbra comer frutas con las que se alaba a la tierra de Eretz Israel . Hay siete tipos de productos con los que Eretz Israel es especialmente bendecida, mencionados en el versículo: “Una tierra de trigo y cebada, y vides, higueras y granados, una tierra de olivos y miel (de dátiles)”.  De estos siete, dos, el trigo y la cebada, son cereales, y los otros cinco son frutas.

Del trigo y la cebada se hace el pan, y el pan es básico en la dieta de una persona, una necesidad para sostener la vida. La fruta se come por placer. La Torá a veces se compara con el pan  y el agua  —necesidades—; y a veces con el vino, el aceite  y la miel 10 —alimentos para el placer—. La primera se refiere a la dimensión revelada de la Torá, el Talmud , la halajá, etc., porque debe ser estudiada por todos los judíos, en todo momento, bajo todas las circunstancias. La segunda corresponde a la parte mística de la Torá, porque su estudio no siempre fue obligatorio para todos los judíos. En generaciones anteriores, el estudio del reino místico estaba limitado a unos pocos elegidos, cuya elevada estatura espiritual los hacía capaces de apreciar su profundidad.

Complemento de la dieta espiritual

Sin embargo, eso era en tiempos pasados. En las últimas generaciones, se ha vuelto obligatorio para todos los judíos aprender el reino místico de la Torá, como lo dictamina R. Schneur Zalman de Liadi , el Alter Rebe , en su Shulján Aruj .

Este cambio se produjo debido a la decadencia espiritual del pueblo judío a lo largo de las generaciones. En años anteriores, el pueblo judío era lo suficientemente fuerte como para necesitar sólo “pan” y “agua” para mantenerse espiritualmente sano. Pero a medida que su salud espiritual declinaba, las necesidades básicas no eran suficientes; se necesitaba un complemento a la dieta del pueblo judío, alimentos que dieran más fuerza y ​​vigor. Ese alimento es el estudio del reino místico, el “fruto” que proporciona placer. 

Así, encontramos que desde el tiempo del AriZal , se convirtió en una mitzvá , un mandato y una obligación, revelar los secretos de la dimensión oculta de la Torá. Esto recibió un impulso adicional con la fundación del Jasidismo por el Baal Shem Tov , y alcanzó su culminación en Jabad , que hizo que el Jasidismo estuviera disponible para todos los judíos como un enfoque disciplinado e intelectual de servicio a Di-s .

Razón para comer fruta

El quince de Shevat no es una festividad ordenada por la Ley Escrita, como, por ejemplo, lo son Pesaj , Shavuot y Sucot . Tampoco se encuentra en la Ley Oral, a diferencia de Janucá y Purim , cada una de las cuales se llama festividad, y en las que se recita la oración especial Al HaNissim . En la Mishná ,1 el quince de Shevat se menciona como el Rosh Hashaná de los Árboles, pero no se lo menciona como festividad. Su celebración es puramente una costumbre judía ; asimismo, el Magen Avraham dictamina que es una costumbre comer fruta en este día.

Precisamente porque el cumplimiento de algo mencionado específicamente en la Ley Escrita u Oral es obligatorio, no proporciona un placer especial para el alma del judío. Una costumbre, por otro lado, no es (tan) obligatoria para el judío, y su alma, por lo tanto, tiene un placer especial en llevarla a cabo.

En otras palabras: la guía de conducta de un judío es la halajá , la ley judía, que establece el estándar básico y mínimo para cumplir con la Torá y las mitzvot. Una costumbre es un incremento más allá de lo que exige la halajá . Di-s, el Dador de la Torá, recibe un placer especial cuando un judío se comporta más allá de sus requisitos mínimos. Y el conocimiento de que uno ha merecido proporcionar placer a Di-s automáticamente produce el mayor placer para un judío.

Hemos dicho que la fruta proporciona placer. Como la celebración del 15 de Shvat es una costumbre , se celebra comiendo fruta específicamente, pues tanto las costumbres como la fruta son la idea del placer.

Cumplimiento de mitzvot con placer

En esto hay una lección para el servicio del hombre a Di-s. La observancia del 15 de Shvat —una costumbre— enseña al judío que su servicio no debe limitarse a aquellos asuntos que son absolutamente obligatorios. El judío debe sumar constantemente a su servicio a Di-s, proporcionando así placer tanto a su Creador como a sí mismo. No importa cuán elevado sea su nivel actual, no puede permanecer estático; siempre debe elevarse más.

Las mitzvot no deben realizarse rutinariamente y con frialdad, por la fuerza de la costumbre. Un judío debe involucrarse tan totalmente en la Torá y las mitzvot que su observancia de ellas sea puro placer. Un ejemplo: los judíos, después de su éxodo de Egipto, comieron maná , que poseía la propiedad milagrosa de que uno podía elegir que tuviera el sabor de cualquier alimento que quisiera. 15 Lo mismo ocurre con la Torá y las mitzvot: 16 poseen diferentes tipos de placer, representados por los diferentes sabores de las cinco frutas con las que Eretz Israel está bendecida. Uno solo necesita tener el deseo necesario, y su cumplimiento de la Torá y las mitzvot puede ser placentero, no solo rutinario.

Esto se logra a través del estudio del Jasidismo , que, como hemos señalado anteriormente, es el concepto de “placer”. El aspecto revelado de la Torá es el cuerpo de la Torá; el aspecto místico, el Jasidismo, es su alma. El estudio del Jasidismo aporta calidez y vitalidad al cumplimiento de las mitzvot, infundiendo nueva vida, asegurando que la Torá y las mitzvot ya no sean estériles; tendrán un alma.

Servicio completo y completo

Otro aspecto de esta festividad es que se celebra el día quince de Shvat, cuando la luna está en su plenitud.  El pueblo judío es comparado con la luna, y “están destinados a renovarse como ella”.  Así, las diferentes fases de la luna son paralelas y se reflejan en el servicio de los judíos a Di-s. La luna llena del día quince del mes representa el servicio completo y pleno a Di-s.

No importa cuán elevados hayan sido los logros previos de un judío (en los días anteriores del mes), el día quince enseña que puede y debe hacer más: debe crecer como crece la luna, hasta que sus logros sean plenos y completos.

Esto se lleva a cabo, como se explicó anteriormente, sintiendo placer en nuestro servicio a Di-s. Cuando ese servicio se haya completado por completo, habrá llegado la verdadera y completa redención.

Sijot 15 Shevat , 5742; Likkutei Sichos , vol. XVI, págs. 529-532

Los consumidores de Maná

Algunos datos sobre el maná: parecía una pequeña semilla, redonda, blanca. Descendía por la noche, intercalada entre dos capas de rocío. Sabía a su comida favorita. No producía pérdida, encapsulando las necesidades nutritivas de su comedor tan precisamente que después de que el cuerpo absorbía lo que necesitaba, no restaba nada. (Esta última provocó que alguno de los Israelitas se sintiera un poco de náuseas por su “pan del cielo”).

Poco después que el maná empezó a bajar, recibimos la Torá en el Monte Sinai. Durante las siguientes cuatro décadas atravesamos el desierto comiendo el maná y aprendiendo Torá. Eso es básicamente todo lo que hicimos (cuando no estábamos metiéndonos en problemas). El Midrash ve una conexión directa entre nuestra dieta y nuestra ocupación, declarando que “La Torá sólo podría entregarse a los consumidores de maná”.

Después de cuarenta años de maná y Torá, cruzamos el Río Jordán a la Tierra Prometida. El estudio de Torá seguía siendo una ocupación de jornada completa sólo para la tribu de Levi (y para individuos selectos de otras tribus). Todos los demás empezaron a ganarse la vida trabajando. El maná dejó de caer, y nos cambiamos al “pan de la tierra”- el pan oscuro, voluminoso, cuadrado-el tipo de pan cuyos nutrientes y vitaminas se hallan dentro de un relleno descartable. El tipo del que se digiere en lugar de ser absorbido.

La vida es principalmente desperdicio.

Pasamos trabajando todo el día por el dinero, una hora yendo de compras, otra hora cocinando, unos minutos comiendo. ¿Y dónde va la comida? La mayoría de ella pasa derecho a través de nuestros cuerpos al sistema de la cloaca de la ciudad.

¡Nos dan 24 horas por día, la mayoría aplastante de ese tiempo la pasamos durmiendo, conmutando, buscando estacionamiento, aguardando en la línea, revisando el correo electrónico, escuchando discursos, dando excusas, charlando, haciendo un depósito, haciendo un retiro… Y entonces, en esos cinco minutos que realmente estamos haciendo algo, ¡la mitad del tiempo nos sale todo mal!

De hecho, estamos tan acostumbrados a tratar con desperdicios que cuando se nos da algo que es 100% puro oro, empezamos a buscar alguna escoria para librarnos de él. Buscamos faltas en el alma de un ser amado, agendas ocultas en las amistades más bonitas, el “otro lado” en la más virtuosa de las causas. Incluso la bondad es juzgada por ser demasiado buena para ser verdad.

Esto es por qué, dice el Lubavitcher Rebe: “La Torá sólo podía darse a los consumidores de maná”. Una nación de consumidores de pan se habría embarcado inmediatamente en un proceso de “digestión”. “Ama a tu compañero como a ti mismo”- hubieran dicho- es un material limpio, nutritivo; pero ¿”Cuidar el Shabat”? No es práctico hoy en día. Habrían separado las partes modernas de las partes “primitivas”, las partes de sentirse bien de las -no-me siento cómodo-con esta parte, los “hechos históricos” del “el folklore,” lo “científicamente corroborado” de las partes esotéricas, los “rituales” de las “restricciones”, etc. etc.

Nuestras necesidades mundanas son de consumidores de pan. Necesitamos saber para discernir, para abrazar lo bueno y rechazar lo malo, para hacer opciones morales. Pero también necesitamos saber cuándo salir de nuestro modo de digestión. Para reconocer cuándo, en un momento raro de gracia, Di-s nos dio un regalo de pura bondad y perfección. El abrirnos a Su Torá, y permitir que su totalidad nos nutra, cual el maná lo hacía.

Por Yanki Tauber

Torta Malka

¡Amantes del chocolate! Esto es para ustedes. La deliciosa torta húmeda de chocolate, conocida como Torta Malka. 

Ingredientes:

-1 taza de agua

-1 taza de cacao dulce

-1 taza de aceite

-1 taza de azúcar

-5 yemas

-2 claras

-1/4 de taza de azúcar

-1 vaso de harina leudante

Procedimiento:

Poner en una olla chica el agua, el aceite, el cacao y el azúcar; una vez que hirvió dejar enfriar.

Agregar a la mezcla anterior las 5 yemas y separar 1/4 de la preparación para su cobertura posteriormente.

A los otros 3/4 restantes agregarle 2 claras y 1/4 de taza de azúcar y un vaso de harina leudante, mezclar y llevar a un horno moderado por 20 minutos aproximadamente. Cuando la torta esta fría esparcir la cobertura. Para sumar a la decoración podés espolvorear  coco rallado, esparcir chips de chocolate o lo que vos desees.

Si te gustó la receta, compartila. 

Parashá en Síntesis: Bo

EI valor numérico de la palabra “Bo”  en hebreo es 3 y en la Parashá que lleva este nombre se describen las tres últimas plagas de Egipto: langosta, oscuridad y muerte de los primogénitos.

Di-s le dijo a Moshé que fuera (“ve”) a anunciarle al Faraón la próxima plaga, la de langosta,

luego de la cual el país queda devastado, ya que las langostas eran insaciables; no sólo se 

comían la vegetación, árboles y grama, también devoraban las pertenencias de los egipcios.

El castigo de los egipcios se prolongó por doce meses, aún cuando cada plaga duraba una 

semana. La generación del diluvio también fue castigada por doce meses.

Cada plaga fue dirigida contra alguna de las deidades que los egipcios adoraban (el Nilo; las ranas, signo de fertilidad; el carnero sagrado, etc.) y fueron la expresión del poder de Di-s como único Creador que dirige todas las esferas y astros, y puede producir milagros incluso contrariando la naturaleza. Las plagas sirvieron para demostrar la supremacía de la divinidad de Di-s por encima de la brujería y la magia negra,que tenía su máxima expresión en Egipto.

Las tres primeras plagas fueron traídas por Aharón; el granizo, la langosta y la oscuridad,

por Moshé; las bestias salvajes, la peste y la muerte de los primogénitos, directamente por

Hashem (Di-s), y la sarna, por los tres juntos.

Di-s mandó diez plagas a Egipto para castigar al Faraón, quien negaba la existencia del Creador del Universo, un Universo que fue creado a través de diez dichos o pronunciamientos; las plagas emergieron de todos Ios elementos existentes: agua, tierra, aire y fuego, para demostrar que todos derivan de y son manejados por Di-s.

Las diez plagas no son un mero conjunto de eventos sobrenaturales que destruyeron el

imperio egipcio, hace unos 3.300 años. La Torá representa un modelo para la vida, un manual de la raza humana, Y por Io tanto los episodios que narra tienen un carácter espiritual y atemporal que de manera continua ocurren en el corazón del hombre.

La Cabalá enseña que cada alma humana se compone de diez puntos de energía, diez características que definen la personalidad y que reciben el nombre de Sefirot (“puntos de luz”). Cada persona tiene la opción de refinar estos diez atributos de manera que expresen su luz divina interior, o por el contrario, pervertirlos.

El antiguo Egipto, en su plan de eliminación de todo un pueblo, pervirtió los diez atributos del alma de sus ciudadanos. La energía negativa generada por la perversión del espíritu humano retorno de nuevo a Egipto en forma de diez plagas que asolaron el país.

En nuestra vida personal, Egipto refleja un estado de disfunción psicológica, en la que uno o

varios de los atributos del alma se distorsionan, lo que dificulta la capacidad del ser humano

para la verdadera autorrealización y plenitud. Cuando no somos capaces de enfrentar

nuestros propios demonios, nuestros atributos perversos pueden volver a nosotros también en forma de plagas psicológicas.

El primero de Nisán, Di-s le dijo a Moshé y Aharón que saldrían de Egipto ese mes y que el mes de Nisán debía contarse como el primero del año.

Esto nos señala la importancia del evento del Éxodo, ya que todos los meses se cuentan

teniéndolo como referencia: en vez de darles nombres específicos, se les enumera en relación con la salida de Egipto.

Así sucede con los días en hebreo, que se enumeran en relación con el Shabat (primer día,

segundo día, etc., respecto al Shabat). 

Desde la Creación del mundo hasta la salida de Egipto, Di-s fijaba el comienzo de cada mes. A partir de la creación de Benei Israel como pueblo, les instruye con la mitzvá (precepto) de Rosh Jodesh (bendición del mes), que será determinada por el Bet Din o Tribunal a partir del reporte de dos testigos, quienes observarán la luna nueva.

En la actualidad se sigue un calendario fijo establecido por Hilel Hanasi, en el que está indicado el comienzo de cada mes, cuando se bendice.

El calendario judío es lunar, con ajustes al calendario solar, porque Pésaj debe ocurrir -según la Torá- en primavera.

Los judíos son comparados con la luna, cuya luz va disminuyendo hasta que desaparece, pero es precisamente en ese instante cuando renace la luna nueva, para crecer en forma constante.

En sus distintas épocas, la historia judía refleja el ciclo lunar. En el exilio de Egipto, luego que la opresión llegara a su punto máximo, comenzó la renovación de la esperanza.

Hay que recordar que la parte más oscura de la noche es aquella que precede al amanecer.

Antes de salir de Egipto, cada familia judía tenía que sacrificar una oveja (Korban Pésaj) que era una deidad para los egipcios-y además, quienes no estuvieran circuncidados, tenían que hacer este rito.

Después de la décima plaga, la muerte de los primogénitos -en la cual fallecieron miles de egipcios (porque en cada familia había varios, debido a la promiscuidad existente), además de los animales que adoraban-, el Faraón rogó a Moisés que se llevara a su pueblo.

La salida de Egipto se produce el 15 de Nisan del año 2448 desde la creación del mundo, cuya celebración se hace en Pésaj, que debe festejarse para siempre.

Además de las innumerables menciones de la salida de Egipto en las plegarias y la celebración de pésaj cuando se lee la Hagadá, hay dos mitzvot que sirven para recordarla. 

Una es Pidyon Haben: cuando Di-s salvó de la muerte a los primogénitos judíos, decretó que éstos le pertenecían por Io tanto, los padres deben redimir al primogénito, comprándoselo a un Cohén treinta días después de nacido. La otra es la mitzvá de los Tefilin, en cuyo interior se encuentran los versículos alusivos a la salida de Egipto. Esta

mitzvá debe ser observada por todo varón judío después de cumplir trece años.

A Egipto llegaron setenta personas y salieron 600 mil.