El Shema Israel de mamá

La Parshá de esta semana contiene una de las proclamas más significativa dentro de la liturgia judía, el Shemá Israel. A continuación una historia que lo ilustra en su plenitud.

Durante el Holocausto en Europa, muchos niños Judíos fueron dejados en conventos católicos. Los padres, ante la desesperación elegían a veces este camino. Depositaban entonces bebés y niños en los orfanatos de la Iglesia. Allí estos recibían alimento y techo. Miles se salvaron así de las cámaras de gas. Concluyó la guerra. Muchas asociaciones y centros de refugiados se ocuparon de volver a reunir a familias y registrar datos. Lentamente comenzaron a llegar noticias sobre los niños que fueron depositados en las Iglesias.

Fue enviada una comisión integrada por Rabinos desde USA y Gran Bretaña para tratar de devolver a estos niños al seno de su Pueblo. Los Rabinos se dirigieron al primer convento y pidieron hablar con la máxima autoridad allí. “Por supuesto que no nos oponemos que los niños vuelvan a sus familiares o por lo menos a su gente” -dijeron. Pero… ¿cómo sabrán distinguir cuál es Judío? Nosotros no acostumbramos a señalar el origen o religión de los chicos”.

“Pues la lista de nombres nos ayudará”, contestaron. “¡La revisaremos y aquellos que suenen como Judíos nos demostrará su origen!”.

“No, no, no; no acostumbramos a hacer así las cosas!!”, dijo el Padre ofendido. “Tenemos que ser detallistas al máximo, sin posibilidad de error. No liberaremos niños por el mero sonido de un nombre”. Los Rabinos intentaron convencerlo con buenos argumentos, pero éste, seguía en la suya. “Sólo permitiré que se retiren niños con la total seguridad de que sean Judíos”. ¿Qué hacer? La mayoría de los pequeños fueron separados de sus familias cuando eran muy pequeños aun y no podían recordar por sí solos sus orígenes. ¿Documentos? Imposible de encontrarlos después de semejante destrucción. Hicieron un nuevo intento para convencer al sacerdote pero éste perdió la paciencia. “Lo siento mucho. Ya les di demasiado de mi tiempo. Decidan ya qué hacer. Les otorgo sólo tres minutos”. Parecía que todos los esfuerzos iban en saco roto. El corazón de los Rabinos se partía de dolor. De acuerdo a la información que tenían, decenas de niños Judíos se hallaban en este convento, y sólo contaban con tres minutos… Los labios murmuraron una plegaria al Amo del Mundo, para que los ilumine con una idea que les permita distinguir entre cientos de niños, quienes eran Iehudim, y sólo en tres minutos. Sus rezos fueron escuchados. A la mente de uno de los Rabanim llegó una idea increíble. “¿Podemos utilizar los tres minutos cuando querramos?” “Sí”, fue la respuesta. “Entonces, vendremos cuando los niños se acuesten a dormir” “A las siete en punto”, fue la respuesta del Padre, que no ocultaba su desdén por la testarudez y perseverancia de los Rabinos y esperaba ansiosamente la llegada de la hora señalada para saber realmente qué es lo que tramaban. ¿Para qué irse y volver?. Cuando el reloj dejó oír las siete campanadas, todos los pupilos se encontraban, después de un pesado día, acostados en sus camas, ordenadas una al lado de la otra en el gran salón.

Los Rabinos caminaron hacia el centro de la habitación. Uno de ellos se paró sobre un pequeño banquito y esperó. Un silencio total reinó allí. Y así, con voz calma, el Rabino pronunció seis palabras que penetraron en la sala de punta a punta: “SHEMA ISRAEL HASHEM ELOKEINU HASHEM EJAD” (Oye Israel, Hashem es nuestro Di-s, Hashem es Uno).

En el instante se escucharon murmullos de todos los extremos del salón. Vocecitas y llantos: “Mamá”, “Mámele”, “Mame”. Cada niño, en su lengua, buscaba a su madre. La que, unos años antes, en el momento de acunarlo y taparlo cada noche antes de dormir, y darle el beso de las “buenas noches”, le susurraba al oído estas palabras, que son la base de la fe. Palabras que todo niño Judío sabe: “Shemá Israel Hashem Elokeinu Hashem Ejad. El sacerdote bajó la vista. Los Rabinos lo lograron. Pudieron rescatar a los niños perdidos. Los pocos segundos que cada madre dedicó noche a noche al acostar a sus niños, fueron los que mantuvieron a sus hijos unidos a Su pueblo: Israel.

El hombre y el templo

El Templo Sagrado simbolizaba a la pena, correspondiente a la mente humana. (En las sinagogas de todo el mundo de hoy, el arca – símbolo del arca del Templo Sagrado – contiene los rollos de la Torá.) La habitación exterior representaba la cara de una persona. En la parte superior izquierda de la habitación exterior estaba la Menorá, y en la parte superior derecha estaba la mesa de oro con doce jalot.

La Menorá y la mesa en la que se colocaban las jalot corresponden a los dos ojos supervivencia: ver y evitar trampas, buscar comida para vivir – simbolizada por las jalot. Las jalot no se preparaban todos los días, sino que se horneaban en la víspera del Shabat. En el centro de la sala estaba el altar de oro sobre el que se ofrecía el incienso.

Esto se corresponde con la nariz en el centro de la cara. El incienso estaba compuesto de hierbas y especias que tenían un significado místico. Representaba la difusión de la paz y el agrado entre las personas. La ofrenda del incienso era una expiación por los chismes y calumnias. Aprendemos de esto que uno debe esforzarse por hacer del mundo una morada mejor y más agradable para la Presencia de Di-s y Sus creaciones.

La abertura del santuario, que representaba la boca, estaba situada en el fondo de la habitación exterior. Aquí los sacerdotes estaban de pie cuando pronunciaban la bendición sacerdotal todas las mañanas: “Que el Señor os bendiga y os guarde, que el Señor haga resplandecer su rostro sobre vosotros y tenga misericordia de vosotros…” La persona tiene el poder de crear con sus palabras. Puede negociar la paz o declarar la guerra. La lección de la puerta del Santuario es usar nuestras palabras para crear y otorgar bendiciones a nuestros semejantes.

Fuera del Santuario, en el centro del patio, estaba el altar sobre el cual los sacrificios eran ofrendados y consumidos. Esto representa el estómago y los órganos internos del hombre.

Algunos sacrificios eran ofrecidos como una expiación por un pecado cometido. Otros como una feliz ofrenda de acción de gracias. Como regla general, cuanto más grave es el pecado, menos se come. Cuanto más feliz era la ocasión, más se comía y compartía. La lección para el hombre es que cuanto más dedique a la realización de las mitzvot, más tendrá que disfrutar y compartir.

¿Por qué nos cubrimos nuestros ojos al decir el Shemá?

La respuesta básica: Mientras recitamos esta importante plegaria, no debemos distraernos con nada. Cerrando los ojos, podemos concentrarnos más. (Código de la Ley Judía, 61:5)

El Talmud (Brajot 13b) trae como origen de esta práctica al gran Rabí Iehudá el Príncipe. Él solía interrumpir sus estudios de la Torá para decir Shemá, y sus estudiantes observaban que él se cubría sus ojos en el momento en que decía el versículo.

La respuesta más profunda es: El significado del Shemá va más allá de la creencia que sólo hay un Di-s. “Hashem Ejad” declara que *no existe nada fuera de él.*

Nuestro mundo, y todo lo que hay en él, es creado por la palabra de Di-s en cada momento. Durante un rato cada mañana, cerramos nuestros ojos y vivimos esta realidad. Nuestro desayuno, nuestro trabajo…todo es esencialmente Divinidad.

Luego abrimos nuestros ojos y vemos un lugar muy distinto enfrente nuestro.

Y esta realidad permanece con nosotros hasta la noche, cuando llega el turno para nuestra carga, el Shemá de la noche…

Por Israel Cotlar

Una demanda

Un viernes de tarde, un hombre golpeó la puerta de Rabí Itzjak Aizik, rabino de Vitebsk.
“Rebe, tengo un Din Torá (demanda, pleito)” dijo. “Pido que oiga mi caso y tome una decisión.”
“En verdad,” dijo el rabino, “ahora estoy muy ocupado con los preparativos para Shabat. Quizás usted y su litigante puedan venir
después de Shabat, y oiré a ambos.”
“Soy un melamed (maestro),” dijo el hombre, “y enseño a mis alumnos desde mañana hasta la noche. Mi único tiempo libre es el
viernes de tarde”
“Muy bien,” dijo Rabi Itzjak Aizik, “oiré su caso ahora. Pero debemos convocar a su litigante. Se me prohíbe oír sus argumentos sin que su litigante esté presente.”
“Él está presente,” dijo el hombre. “Mi Din Torá es con Di‐s.”
“De acuerdo,” dijo Rabi Itzjak Aizik, des‐ pués de una larga pausa. “Entre a mi estudio y oiré su caso”. Dijo el melamed: “Di‐s me ha
bendecido con una hija que ya ha alcanzado la edad de casarse. Pero no tengo un kopeck en mi bolsillo—ningún dinero para la ropa,
gastos del casamiento, y mucho menos para una dote. Mi demanda es que Di‐s está legalmente obligado a ayudarme a casar a mi
hija.”
“¿En qué se basa para semejante demanda?” preguntó Rabí Itzjak Aizik.
“En la Torá está escrito que ‘hay tres socios en el nacimiento de una persona: su padre, su madre y Di‐s” Dos de los socios son
pobres, pero el tercer socio es, por Su propia declaración, bastante adinerado: Él así lo declara: ‘Mía es la plata, Mío es el oro” (Jagai
2:8). Es, por consiguiente, deber del socio rico asumir los gastos en esta empresa.”

El Rabino se retiró a su estudio para verificar las fuentes pertinentes y legitimar el caso. Después de un rato, salió con su veredicto.
“El melamed está en su derecho,” declaró. “El Omnipotente está obligado, por la ley de la Torá, de proveer lo necesario para
el matrimonio de la joven.”
Cuando el melamed se llegó a su casa, vio que un coche lujoso partía velozmente de su ruinosa casa. “No creerás lo que pasó,” dijo
su esposa, desde la puerta. “Un noble estuvo aquí con su esposa. La señora estaba convencida que alguien le dio un mal de ojo, y
oyó que la esposa del melamed sabe los secretos adecuados para protegerse de eso.
Hice lo que me pidió, y cuando el noble me preguntó cuánto debía pagarme, pronuncié la suma que necesitamos para la dote y los
gastos del casamiento. Sin decir una palabra, el hombre puso el dinero en la mesa y salió.”

¿Cómo se descubrió el Kotel?

“El Sagrado Templo será destruido, pero el Muro Occidental nunca será destruido” dijo una Voz Celestial. “Será la señal de que la Presencia Divina reside allí”
Los romanos no toleraban ver cómo los hebreos se aferraban al Muro e instigaron a todos los gentiles de Jerusalém a arrojar la basura diariamente en el Muro. Lentamente el Kotel quedó cubierto por los desperdicios.
Pasaron muchos años. Un judío rico visitó Jerusalém. Caminó por las calles, buscando el Kotel, sin poder hallarlo. Preguntó a los transeúntes y todos se encogían de hombros; nunca habían visto el Muro.

El hombre no se dio por vencido. Continuó con su búsqueda. Cierta vez notó la presencia de una mujer muy anciana que acarreaba un pesado paquete de basura.
Le preguntó: “¿Qué es lo que traes?”.
La mujer respondió: “Traigo mi basura para arrojarla sobre la colina”
El hombre volvió a insistir: “¿No tienes un lugar más cercano a tu hogar para llevarla?”
“Es una antigua costumbre la de arrojar la basura aquí. En otra época aquí se erigía un magnífico muro de piedra. Los judíos lo consideraban santo. Los romanos ordenaron cubrirlo con desperdicios”. Arrojó su bolsa y se retiró.

El iehudí dijo: “No me moveré de aquí hasta dejar a la vista el Kotel Hammaraví”
Salió a las calles de Jerusalém y susurró entre los que pasaban: “Dicen que hay un tesoro escondido debajo de la colina de basura” Él mismo tomó una pala y comenzó a cavar. A los pocos minutos una multitud lo rodeaba, imitándolo. La ciudad entera hablaba del tesoro enterrado. Todos llegaban con palas. Ya se veían las piedras del Muro. Cuando cayó el sol la gente se retiró. El judío escondió algunas monedas de oro en la colina. A la mañana temprano uno de los excavadores halló una moneda y luego otro. Estaban seguros de que el tesoro estaba bien abajo. Cada día agregaba más monedas hasta gastar toda su fortuna en su misión. Luego de 40 días de trabajo, todo el Muro quedó a la vista.

En el mismo lugar de donde Di‐s tomó la tierra para crear a Adam con Sus manos, donde Abraham trajo a Itzjak para sacrificarlo, donde estuvieron el Primer y Segundo Templo, allí mismo será reconstruido el Tercer Beit Hamikdash, con la pronta llegada del Mashiaj.

¿Qué es la Tefilá?

La oración judía (תְּפִלָּה) es la manera que tiene Dios de decirle al pueblo judío: “Háblame y te escucharé”.

Tres veces al día, los judíos rezan a Dis , agradeciéndole, alabandole y suplicándole por sus peticiones personales. La oración, que suele realizarse en la sinagoga , pero también en casas particulares, aeropuertos u oficinas, es un momento para dar un paso atrás y reflexionar. Los servicios de oración incluyen el Shemá , la oración silenciosa (Amidá) , la lectura de la Torá y más. En una mezcla única de ritual comunitario y devoción privada, los sabios describen la oración judía como el “servicio del corazón” por excelencia.

Un elemento clave de tu relación con tu Creador es “servirle con todo tu corazón”. La palabra servir en hebreo es avodá , que conlleva el sentido de trabajo laborioso. Pero ¿qué tipo de trabajo puede hacer el corazón para servir a Di-s ? La respuesta judía clásica es que esto es tefilá: un trabajo de despertar el amor oculto dentro del corazón hasta que se alcanza un estado de unión íntima con lo divino.

Cada vez que compartes con tu Creador lo que tengas en tu corazón (ya sea alabando, bendiciendo, quejándote o pidiendo), estás rezando. 

Puede suceder en cualquier momento y en cualquier lugar, siempre que surja de las preocupaciones genuinas del corazón y de la conciencia de la mente de una presencia superior.

La tefilá de la mañana se llama Shajarit , la de la tarde Minjá y la de la noche Maariv . La tefilá de la mañana es, con diferencia, la más larga: una Shajarit entre semana dura entre 40 y 90 minutos, según el día y la dedicación de los participantes.

La estructura de shajarit está diseñada para llevarte por la escalera de la tefilá a un estado de rezo inspirado en el asombro y el amor, siempre que Invierte el trabajo de kavanah —una concentración de la mente, el corazón y el alma en las palabras que estás diciendo y, sobre todo, en la Presencia Superior a la que se dirigen esas palabras. Diseñado para llevarte hacia arriba, siempre que inviertas el trabajo de mente, corazón y alma.

La tefilá es única en el sentido de que su conexión se mueve principalmente en una dirección de abajo hacia arriba, mientras que la mitzvá y la Torá son principalmente de arriba hacia abajo.

Las tres oraciones diarias
  • ShaJarit — la oración de la mañana
  • Minjá — la oración de la tarde
  • Maariv [o Arvit ] — la oración de la tarde

Shajarit fue instituida por Abraham, Minjá por Itzjak y Maariv por Yaacov.

Además, Shajarit y Minjá corresponden al sacrificio diario en el Templo por la mañana y por la tarde.

 

El Shemá

El Shemá es quizás la más famosa de nuestras oraciones.

El primer párrafo del Shemá está tomado del libro de Deuteronomio [6:4-9] y habla de la creencia en un solo Di-s: Hashem Ejad , Di-s es Uno.

El amor de Di-s con todo el corazón, alma y fuerzas. La enseñanza de la Torá a los niños. La importancia de estudiar Torá en todo momento, incluso mientras viajamos. El mandamiento de recitar el Shemá dos veces al día, al levantarse y antes de acostarse. La mitzvá de ponerse los tefilín . La mitzvá de tener una mezuzá en la puerta.

El segundo párrafo es de Deuteronomio 11: 13-21, y trata sobre la recompensa y el castigo, y el tercer párrafo, de Números 15:37-41 , trata sobre la mitzvá de Tzitzit y una mención diaria del Éxodo de Egipto.

El Shemá Israel debe leerse dos veces al día, por la mañana y por la tarde. La lectura del Shemá se ha convertido en parte de las oraciones diarias. 

El Shemá también se lee justo antes de ir a dormir. A esto se le llama “leer el Shemá en la cama”. Es costumbre cubrirse los ojos con la mano derecha al decir el primer versículo del Shemá para concentrarse en el significado del versículo. El segundo versículo del Shemá —Baruch Shem , etc.— se dice en un susurro [excepto en Yom Kipur, cuando se dice en voz alta].

La Shmoná Esrai

En la antigüedad, todos los judíos hablaban hebreo y cada individuo componía sus propias oraciones. Cuando los judíos fueron exiliados a Babilonia después de la destrucción del primer Templo, no todos hablaban hebreo con fluidez. Un grupo de 120 rabinos [entre ellos, Mordejai, famoso por Purim ] llamados Anshei Knesset Hagedolah , los Hombres de la Gran Asamblea, compusieron una oración o Tefilah llamada Shmonah Esrai, que se convertiría en la parte central de cada servicio. 

Shmonah Esrai significa “dieciocho”, porque en esta oración hay dieciocho bendiciones [posteriormente se agregó otra bendición para hacer un total de 19 bendiciones]. 

En esta oración se incluyen peticiones de buena salud, ingresos, éxito, la reconstrucción de Jerusalém , Mashiaj , paz, etc.

 La palabra “ Amén ” significa “es verdad y creo en ello”.

Shmonah Esrai también se llama Amidá porque Amidá significa estar de pie, y esta oración se dice en silencio mientras se está de pie con los pies juntos, mirando hacia Jerusalém.

En Shabat y Yomtov se hicieron variaciones a la Amidá para reflejar la santidad del día. De hecho, las primeras tres y las últimas tres bendiciones son una característica de cada Amidá.

La parte media varía según la ocasión. La parte media de la Amidá de los días de semana contiene 13 bendiciones, lo que hace un total de 19. 

La Amidá de Shabat , Yomtov y Musaf de Rosh Jodesh contiene una bendición central que trata sobre la santidad del día, lo que hace un total de siete. En Rosh Hashaná hay tres bendiciones centrales en el Musaf, lo que hace un total de nueve. 

Como algunas personas no sabían leer hebreo, los rabinos instituyeron que, en Shajarit y Minjá , el Jazán (el líder de las oraciones, también conocido como Shliach Tzibur ) repitiera la Amidá para que todos pudieran responder Amén a las bendiciones. La palabra “ Amén ” significa “es verdad y creo en ello”.

 

Las oraciones diarias están claramente establecidas en un libro llamado Sidur.

Sidur proviene de la palabra seder , que significa “orden”, porque todas las oraciones están dispuestas en el orden correcto. Siempre se debe rezar de un Sidur .

 

Kavanah—Concentración


La parte más importante de la oración es la concentración. Uno debe comprender y pensar acerca del significado de las palabras que se están diciendo. “Sepan ante quién están: ante el Todopoderoso Rey de Reyes”. Así como uno se dirigiría a un rey con gran respeto e intensa concentración, también se debe adoptar esta actitud en la oración de pie ante Di-s. La ropa debe estar limpia y prolija, y no se permite hablar ni charlar ociosamente mientras se reza. Es mejor decir un poco con concentración que mucho sin ella. No balbucees. Cada palabra debe ser sopesada: la sinceridad es importante.

 

Pedido

Dios sabe lo que necesitamos, entonces ¿para qué orar? Oramos para poder entender que todo lo que tenemos proviene de Di-s. Si necesitamos algo, automáticamente debemos recurrir a Di-s y pedirlo. El Sidur es el mejor amigo del judío.

Hebreo
Se recomienda rezar en hebreo. Si no es posible, reza en un idioma que entiendas.
Shajarit

Al despertar por la mañana, se inclina la cabeza y se dice: Modeh Ani Lefanecha Melech Chai Vekayam Shehechezarta Bee Nishmati B’chemla, Rabba Emunatecha .

“Te doy gracias, Rey viviente y eterno, porque has restaurado misericordiosamente mi alma dentro de mí; Tu fidelidad es grande”.

Luego se lavan las manos con un vaso de agua, tres veces alternativamente [derecha, izquierda, derecha, izquierda, derecha, izquierda]. Esto se llama Netilat Yadayim (o Negel Vasser en idish ) , que significa lavarse las manos.

Después de lavarnos y vestirnos, se realizan una serie de Berajot [bendiciones] para agradecer a Dios por nuestras facultades esenciales del habla, la vista, la audición, etc.

La sinagoga


Una sinagoga es una casa de oración. En su interior encontrarás lo siguiente:

Aron Hakodesh 

Arca Sagrada. El Arca se encuentra al frente de la Sinagoga dondese guardan los Sifrei Torá [Rollos Sagrados]. El Arca nos recuerda la parte más sagrada del Tabernáculo que el pueblo judío construyó en el desierto y, más tarde, el Templo de Jerusalém.

Bimah — Plataforma.

Una plataforma elevada en el centro de la sinagoga desde dondese lee el Sefer Torá a la congregación.

Amud – Atril.

En el lado derecho del Aron Hakodesh , hay un atril en el que el Chazzan [líder de la oración] coloca su Sidur y desde donde reza [En muchas sinagogas, el jazan dirige las oraciones desde la Bimah ].

Ner Tamid 

Una luz continua, generalmente suspendida del techo frente al Arca. Esta llama constante simboliza la Menorah en el Templo, cuya llama ardía milagrosamente de forma continua.

Mejitzah


En la sinagoga, los hombres y las mujeres se sientan por separado. Algunas sinagogas tienen una galería para mujeres en el piso superior. Si la sinagoga está en un solo nivel, una partición llamada mejitzah divide a los hombres de las mujeres.

Sefer Torá


El Sefer Torá, el rollo de la ley, se coloca en el Aron Hakodesh . Está revestido con un manto [una túnica]; un Joshen [un pectoral]; un Yad [puntero] que el Baal Koreh [lector de la Torá] usa para leer; y un Keter , una corona colocada sobre el Atzei Chaim [postes de madera alrededor de los cuales se enrolla el pergamino].

Cuando se lee la Torá, se honra a un hombre abriendo el Arca ( Petijá) . El Sefer Torá se saca del Arca y se le entrega al Shliach Tzibur , quien luego lo lleva a la Bimá, desde donde se lee. Es costumbre estar de pie cuando el Arca está abierta y besar el Sefer Torá durante esta procesión. Cuando el Sefer Torá se coloca en la Bimá , siempre está flanqueado por dos hombres en honor a la Torá.

Aliá


La Sidra semanal se divide en siete secciones. Aunque la Sidra la lee un solo hombre (generalmente el rabino o jazán ), llamado Baal Koreh (el lector), en cada sección se llama a una persona a leer la Torá. El llamado a leer la Torá se llama Aliá . Quien realiza una Aliá recita una bendición especial antes y después de la lectura de la Torá, conocida como las bendiciones de la Torá.

Número de personas llamadas a la Torá

Como se mencionó, en Shabat se convoca a siete hombres para una Aliá y uno más para una Maftir/Haftará .

En Iom Kipur se convoca a seis. En Iomtov se convocan cinco. En Rosh Jodesh [el primer día del nuevo mes], se convoca a cuatro. Los lunes y jueves habituales y el Shabat por la tarde se convoca a tres.

Fuente

Perspectiva jasídica de pureza familiar

Origen de Dam Nidá

A fín de explicar dos cuestiones decisivas que se suscitan en la presentación de Taharat Hamishpajá, pueden aplicarse muchas ideas extraídas de la literatura jasídica. 

La primera es el hecho de que Dam Nidá, la sangre de la menstruación de la mujer, es tumá (impureza): refleja un estado espiritual que trasciende la comprensión humana y que no está vinculada con los estados físicos de la impureza, la suciedad, etc. 

La segunda es el modo en que la relación entre marido y mujer, cuando regida por las leyes de Taharat Hamishpajá, refleja la relación entre Di-s y el pueblo judío, que son llamados “marido y mujer”.

Según el Talmud, Dam Nidá se origina en el Jardín del Edén, en el momento en que Adán y Java desobedecieron la voluntad Divina al comer del Árbol del Conocimiento. Como resultado de este pecado, tanto Adán como Java fueron castigados. Adán fue exiliado del Edén. Desde ese momento, su principal ocupación así como la de la humanidad luego, ya no fue deleitarse en la luz de Di-s, en el estudio de la Torá. En cambio, el hombre fue obligado a salir y a pasar la mayor parte de su tiempo y de sus energías ganándose la vida, como está escrito: 

“Con el sudor de tu rostro comerás el pan” (Génesis 3:19).

Dam Nidá fue una consecuencia del pecado de Java.

Mediante la mitzvá de Taharat Hamishpajá, así como mediante las otras dos mitzvot de ella, encender las velas y separar la jalá, la mujer judía también “corrige” lo sucedido en el Jardín del Edén. Vuelve a dar vida al mundo que se vio oscurecido por el pecado de Adam y Java.

Originalmente, el Jardín del Edén era un sitio perfecto, en el que no había entrado el mal. Una vez que Adam llevaba el mal dentro de sí, no podía permanecer en el Jardín del Edén. Esto también es aplicable al castigo de Java. 

Dam Nidá fue una consecuencia directa de comer del Árbol del Conocimiento. 

El elemento maligno que existía en Java después de cometer el pecado se convirtió, en parte, en Dam Nidá. Por consiguiente, puesto que Dam Nidá sale de un cuerpo judío como consecuencia del pecado, se lo categoriza como tumá.

El judío es un miembro de una nación santa. El hombre y la mujer judía son, en su raíz, bien absoluto. El judío no guarda relación con aquello que está prohibido, ni mediante su alma Divina ni mediante su alma animal (natural). 

Por consiguiente, el cuerpo de un judío no puede contener el mal, y lo expulsa. Este es también el modo en que el cuerpo trata a Dam Nidá, que es expulsado de él como consecuencia del primer pecado. Vemos pues que esta es una cuestión totalmente espiritual que no guarda relación alguna con la salud física o la higiene.

Correlación entre Isur y Tumá

Pese al hecho de que Dam Nidá es de por sí tumá (como dijimos antes, “impureza”), en realidad no es en razón de la tumá que se prohíbe a la mujer mantener relaciones con suposo mientras se halla en estado de Nidá, sino en razón de una prohibición que lleva el nombre de Isur. La importancia de esta diferencia se pone de manifiesto en cuanto comprendemos la diferencia entre Isur y Tumá.

Isur es el tipo de mal que el intelecto puede comprender. Cumplimos con las mitzvot por cuanto esta es la voluntad Divina, y no de acuerdo a nuestra comprensión. La persona puede percibir el mal en el acto prohibido, o Isur. 

Por ejemplo, hay varios tipos de alimentos no kasher. Una categoría de alimentos prohibidos incluye los animales carnívoros. Es comprensible que si comemos la carne de un animal salvaje carnívoro, podemos vernos influenciados por las cualidades depravadas del animal y asimilarlas. En consecuencia, los animales que la Torá permite comer a los judíos son herbívoros y de naturaleza suave, y sólo pueden consumirse después de haber sido sacrificados de manera humanitaria y sagrada.

Tumá, en cambio, es el tipo de mal que el intelecto no puede aplicar a la actualidad, y, en la mayoría de los casos, se aplica únicamente a la época del Gran Templo de Jerusalén. Un mal que puede comprenderse debe ser prohibido en todo momento, en tanto que un mal que escapa a la comprensión, es únicamente un bloque dentro del marco de los niveles superiores de santidad que los judíos alcanzaron, en la época del Templo. Ahora que el Templo está destruido y que los judíos experimentan un nivel inferior de santidad y pureza, Tumá no plantea un obstáculo.

Tumá se vincula con los poderes del alma, denominados “poderes abarcantes” en la terminología jasídica, y que trascienden el intelecto; a saber, la Voluntad y el Deleite*. Estos poderes se encuentran siempre en el estado de “abrazar y anhelar a Di-s.”

Isur, en cambio, afecta únicamente los poderes limitados e interiores del alma, incluyendo el intelecto y las emociones. Estos poderes no siempre están próximos a Di-s y son responsables de nuestros pecados, por cuanto se ha dicho: “Un hombre no comete pecado a menos que se apodere de él un espíritu necio” (Talmud, Sota 3a). Peca, porque no comprende o capta con su mente la grandeza de Di-s.

 

Perspectiva sobre la relación entre Di-s y el pueblo judío

El propósito de la vida del hombre y de la mujer judíos es unirse a Di-s mediante la Torá y las mitzvot. 

Cuando un judío no cumple la voluntad Divina, se separa de Di-s; se convierte, por así decirlo, en Nidá, en el sentido en que el Targún Onkelós (traducción aramea de la Torá) traduce la palabra, relacionándola con la raíz que significa “distancia”. Si bien en el pueblo judíos hay Tumá, la auténtica voluntad de todos los judíos es observar la Torá a fin de unirse a su “esposo”, Di-s, y de convertirse en una unidad con El.

Tumá no obstaculiza esta relación; no limita, ni siquiera por un instante, la unidad de los judíos con Di-s, como está escrito: “. . . Quien mora contigo en medio de tu Tumá” (Levítico 16:16). Únicamente la idea de Isur se interpone entre marido y mujer, Di-s e Israel. E incluso Isur sólo separa a los judíos de Di-s durante un tiempo. 

Su auténtica unidad no puede violarse y su separación es solo temporaria. Los judíos pecan únicamente pues no comprenden la grandeza de Di-s, y no porque realmente deseen separarse de Él. Por consiguiente, cuando los judíos hacen una sincera teshuvá (retorno a Di-s) se reúnen con Él.

La forma en que una mujer se purifica de Dam Nidá (sangre menstrual) es mediante su inmersión en una mikvá. 

El significado profundo de mikvá es la idea de bitul, o anulación. (Esto es aplicable tanto a los hombres, cuando utilizan la mikvá según la costumbre, como a las mujeres). 

Maimónides escribe: 

“Se sumergirá en las puras aguas del conocimiento” (Hiljot Mikvaot 11:2) lo cual significa que la inmersión de la persona representa un sometimiento total de su propia voluntad a la de Su Creador. 

Las palabras correspondientes a inmersión (tivut) y anulación (bitul) tienen las mismas letras en hebreo. Cuando una persona está totalmente cubierta por las aguas de la mikvá, su “Yo” egocéntrico queda anulado, y la persona alcanza el nivel de ser vehículo y recipiente para la santidad. 

Las aguas de la mikvá pueden purificar a una persona de sus intenciones egoístas incluso en un instante y acercarla a Di-s y a la senda adecuada de una forma que constituye un “placer para el espíritu”.

Cobrar conciencia de que el matrimonio entre un hombre y una mujer corresponde a la unión más elevada y más santa del universo, aquella de los judíos con Di-s,  debería inspirar en nosotros una profunda reverencia por las leyes de Taharat Hamishpajá y llevarnos a considerar la unión entre marido y mujer con estima.

El acto matrimonial, lamentablemente, puede convertirse en el acto más bajo y más carente de espiritualidad, si marido y mujer tienen actitudes equivocadas. No obstante, cuando este acto se lleva a cabo con las intenciones adecuadas y bajo las circunstancias adecuadas (mediante la observancia de Taharat Hamishpajá), puede convertirse en la relación más elevada y más espiritual de la Tierra.

Oremos por que los hijos que nazcan de esta relación santificada sean la generación del Mashíaj, en la que el pueblo judíos, que es comparado a “una auténtica viuda de marido viviente” (Samuel II 20:3) se reúna con su esposo, el Santo, Bendito sea, por siempre jamás.

TZIPORA MUCHINIK

¿Puedo sobornar a Di–s con la caridad?

Pregunta:
Estimado Rabino, a menudo doy tzedaká, caridad, en memoria de mis seres queridos y personas que me han inspirado, pero últimamente mis motivaciones han cambiado. He estado donando a causas nobles, con la esperanza de lograr algo que anhelo y sueño – Quiero que mi hija se case. ¿Esto sigue siendo caridad, o estoy sobornando a Di-s?

Respuesta:
En realidad, dar caridad para beneficio personal está perfectamente bien. Según el Talmud, “El que da caridad y dice, ‘con la condición de que mi hijo se cure de una enfermedad, o ‘con condición de que pueda ganar una recompensa en el mundo por venir’ -. Es una medida totalmente justa1, aunque, como dijo, esto parece extraño.
¿No es contaminada la donación cuando se hace para beneficio propio? Sin duda, se debe dar con los motivos más altruistas. Pero no. Cuando se trata de dar caridad nuestras intenciones importan poco. Lo principal es que la persona necesitada o causa digna sea ayudada. Un filántropo vino una vez a Rabí Shneur Zalman de Liadi a quejarse porque sentía que estaba dando caridad, sin sinceridad. “¿Sin sinceridad?
¡Tontería s!”, Respondió el Rebe. “Hay mucho de sinceridad .Tal vez no eres sincero con la caridad, pero los pobres son muy sinceros en la recepción de tu contribución”
No te preocupes tanto por las intenciones. Cuando se trata de ayudar a los de más, las acciones valen más. Si estás haciendo algo bueno, incluso por razones egoístas, sigue siendo bueno. Y si los motivos egoístas son lo que se necesitas para continuar dando caridad, que así sea.
¿Di-s puede ser sobornado? No lo creo. Aunque recibas la bendición especial que buscas. Pero una cosa es segura, Di-s no queda en deuda. Cualquier buena acción, sea cual sea el motivo, genera bendición y será recompensado. A veces vemos los resultados, a veces no. Pero son nuestras buenas obras, no las buenas intenciones, que hacen del mundo un lugar mejor.

Un poco de historia

Bastante antes de la destrucción de Jerusalém a manos de los romanos, Rabí Iojanán ben Zakai previó el trágico destino de la ciudad. Se abstenía de los enredos políticos, y cuando vio la futileza del forcejeo contra Roma y comprendió que la caída de Jerusalém era inevitable, determinó que se debía establecer un lugar de refugio para el Judaísmo.

Un día, Rabí Iojanán llamó a su sobrino, Aba Sikra. Aba Sikra era el jefe de un grupo de judíos que se oponía fuertemente a cualquier tipo de diálogo con los romanos. “¿Cuánto tiempo más dejarás que la gente se muera de hambre en las calles”? Rabí Iojanán preguntó a Aba Sikra.
“Esto ya se ha escapado de mis manos,” fue la afligida respuesta de Aba Sikra.
“¿Me ayudarás a salir de la ciudad e intentar hablar con Vespaciano, el general romano”? Rabí Iojanán apeló.
Sikra estuvo de acuerdo en ayudar. Sugirió que Rabí Iojanán simule estar enfermo. Luego, “moriría” y podrían sacarlo de la ciudad para ser enterrado. Desde allí, podría llegar clandestinamente al general romano.
Y así fue. Pero cuando los estudiantes de Rabí Iojanán llevaron su ataúd cerca de las puertas de la ciudad, los defensores detuvieron la marcha.
“Permítanos pinchar el ataúd con nuestras espadas para asegurarnos que está verdaderamente muerto” dijeron.
Aba Sikra intervino. “No corresponde comportarse de semejante manera con un gran sabio como Rabí Iojanán ben Zakai.”

Los Defensores dudaron y finalmente estuvieron de acuerdo y les permitieron salir. Rabí Iojanán pudo entrar en el campamento romano.
“Paz sobre usted, Rey,” Rabí Iojanán saludó a Vespaciano.

“Usted es culpable de traición por llamarme rey,” contestó el general.
“Ah, pero sé a través de la profecía que Jerusalém sólo caerá en manos de un rey. Usted, ciertamente, será el César.” Mientras estaban hablando, un mensajero vino, e informó a Vespaciano que el César había muerto y él había sido escogido nuevo gobernante del Imperio romano.

Se dice que Vespaciano recibió esta noticia cuando llevaba puesta una bota, y la otra aún no se había calzado.
Cuando intentó quitar su bota, no pudo. Y cuando intentó ponerse la otra bota, no pudo tampoco. Rabí Iojanán explicó que “las noticias buenas hacen que los huesos se ensanchen” (Proverbios 18:5), y que si miraba a alguien que no es de su agrado, sus pies volverían a la normalidad.

Vespaciano se impresionó por la sabiduría de Rabí Iojanán y le ofreció: “Pídame lo que su corazón anhele y cumpliré sus deseos.”
La primer demanda de Rabí Iojanán fue que la ciudad de Iavne sea un lugar de refugio y allí se establezca una academia de estudio. Segundo, salvar la vida de los descendientes de Rabi Gamliel, para que la Casa real de David no se destruya (la costumbre romana era asesinar a la familia gobernante entera). Finalmente, Rabi Iojanán pidió los servicios de un médico para curar a Rabí Tzadok‐un gran Sabio que ayunó durante 40 años intentando salvar a Jerusalém de la destrucción.

Vespaciano concedió las demandas aparentemente modestas, sin comprender sus implicaciones de largo alcance para la supervivencia del pueblo judío. El establecimiento del nuevo centro de Torá en Iavne puso el fundamento para el renacimiento espiritual de la nación
judía después de que su independencia nacional se perdió ante el poderoso Imperio romano‐un imperio que ha desaparecido del mapa.

Viajando por la vida

La Torá habla en detalle sobre los viajes de los Hijos de Israel a través de los años en el desierto. La Torá especifica cada uno de los cuarenta y dos viajes que hicieron.

La Torá no nos cuenta cosas sin razón. Siempre hay una enseñanza que podemos tomar para nuestras vidas.

Todos nosotros hemos emprendido muchos viajes a lo largo de nuestras vidas, tanto físicos como espirituales. Hacemos muchas paradas en el camino. Estas paradas son importantes, son etapas hacia nuestro destino. Es todo muy fácil, una vez que llegamos y nos olvidamos de todo lo que pasamos. A veces nos olvidamos de las personas que nos ayudaron durante el recorrido.

La Torá nos recuerda que a pesar de que hayamos llegado a nuestro destino, siempre debemos ser conscientes del camino que nos llevó, y no dar por sentado los que nos han alentado y guiado a través de nuestros “viajes”. Esas etapas previas pueden parecer como “piedras” en el camino una vez que llegamos a la meta, pero son importantes. En aquél momento representaron un paso más cerca hacia nuestro destino. Siguen siendo importantes ahora, porque sin ellos no estaríamos donde nos encontramos ahora.

Un joven estaba viajando desde Jerusalém hasta Galilea. Llegó a un cruce de caminos de cuatro vías y vio que el cartel se había caído.

Ahora no tenía forma de saber qué camino tomar. ¿Qué iba a hacer?

La respuesta fui simple. Sabía de donde venía, Jerusalém. Arreglando las señales de tal forma que Jerusalém quedara apuntado el camino en el que venía, pudo darse cuenta qué camino tomar.

Cuando sabemos de dónde venimos, podemos saber hacia dónde nos dirigimos.  Esta porción de la Torá nos recuerda esto. Que todos podamos luchar y finalmente llegar a nuestro destino.

Por: Mordejai Wollenberg