¿Por que las personas en el primer milenio vivían tanto tiempo?

Estimado Rabino:

¿Puede explicar por qué la vida de las primeras generaciones fue muy larga? Según el Génesis, Adám murió a la edad de 930, Noé tenía casi 500 cuando comenzó a construir el arca. Y Matusalén vivió un récord mundial de 969 años. ¿Y qué pasó?¿Por qué no se vive tanto tiempo ahora?

RESPUESTA:

La longevidad de nuestros patriarcas plantea varias cuestiones.

¿Qué se siente al llegar a los 900? ¿Cuándo tienen su crisis de mediana edad?

¿Los centenarios hacían travesuras de adolescentes? ¿Los padres decían a sus hijos: “¡Deja de actuar como uno de cuarenta!”?

En cualquier caso, las primeras generaciones de la humanidad vivieron una vida extremadamente larga, y después del diluvio de Noé se observa una reducción dramática en el promedio de vida – la gente empieza a vivir tanto como lo hacemos hoy. Sabemos que cada alma que viene a este mundo llega con una serie de misiones que cumplir. A la persona que aloja el alma se le da una vida útil que es el tiempo suficiente para completar estas misiones.

La principal diferencia entre las generaciones anteriores y posteriores es que en las primeras generaciones de la humanidad había grandes almas, que todo lo abarcan.

La gente en las generaciones posteriores tenía sólo fragmentos de esas almas originales. Esas almas se rompieron y se comparten entre varias personas. Las generaciones anteriores tenían un alma grande y una vida larga, ya que había mucho trabajo que hacer. En generaciones posteriores, estas almas grandes fueron repartidas entre miles y millones de personas, en forma de pequeñas almas con menos trabajo que hacer, y por lo tanto, menor tiempo de vida para hacerlo.

Pero si, por cualquier razón, el alma no completara todo el trabajo que necesita en una sola vida, se le da más posibilidades. Un alma reencarnada es una chispa de un alma que regresa a la tierra en un cuerpo nuevo para completar los asuntos pendientes de su vida anterior. Ninguno de nosotros sabe cuánto tiempo tiene, pero sí sabe que no tenemos siglos. No tenemos el lujo de empezar a construir nuestra arca a los 500. Mejor empezar ahora.

Por Aron Moss

Bondad a cambio de maldad

El pueblo judío todo es llamado con el nombre de “Iosef” y el nombre de un elemento debe expresar su verdadero contenido y su esencia interior…

“y alimentó Iosef a su padre y a sus hermanos y a toda la casa paternal” (Bereshit 46:12)

Entre los puntos que la Torá relata sobre Iosef y sus hermanos, se incluye lo que Iosef alimentó a sus hermanos y sus familias durante los años de hambruna. Este hecho adquiere tanta importancia que como consecuencia de ello, el pueblo todo es llamado con el nombre de “Iosef”, como dice el Salmo: “Dirige como al ganado de Iosef”. ¡Esto significa que Di-s maneja como a un rebaño al pueblo de Israel que es apodado con el nombre de “Iosef”!

A simple vista no se entiende: el nombre de un elemento debe expresar su verdadero contenido y su esencia interior, mientras que el hecho de que Iosef alimentó a sus hermanos en los años de hambruna parecía tan sólo un suceso tangencial, desvinculado a la esencia misma del pueblo judío. ¿Por qué llaman entonces, al pueblo judío todo “Iosef” como consecuencia de este único acto?

FUERZA PARA TODAS LAS GENERACIONES

En esto encuentra expresión el sentido más profundo de la eternidad de la Torá: de la misma manera como en aquellos días en Egipto, Iosef mantuvo a sus hermanos y familias, así también, en cada generación Iosef “da sustento” al pueblo judío, y confiere a cada judío, hasta el final de las generaciones, fuerzas especiales.

La capacidad que nos provee Iosef es, como dice en el Tania (en nombre del Zohar) la de conducirnos con el prójimo con bondad, y no retribuirle de acuerdo a su accionar. Por el contrario, “comportarse con los culpables con benevolencia”. Así se condujo Iosef con sus hermanos. No les pagó por la maldad que le generaron, sino que al contrario, él los mantuvo durante los años de hambruna. Esta fuerza confirió Iosef a todo el pueblo judío en todas las generaciones.

EL INTERIOR DE UN JUDÍO

Esta virtud (de ser bueno con quienes le hicieron mal) es un tema fundamental que afecta la esencia misma del pueblo judío. Siendo que es Iosef quien nos provee las fuerzas para ello, es por eso que el pueblo judío todo se llama con su nombre.

Puede asombrarnos la necesidad misma de conducirse con esta virtud. ¿Acaso el otro no te ha hecho un mal? ¿Por qué está prohibido pagarle con la misma moneda, e incluso se nos exige comportarnos con él con benevolencia?

El núcleo de la respuesta se encuentra en la esencia de lo que es el judío. Es verdad que en lo que hace a la realidad externa el prójimo se comportó con nosotros de una manera incorrecta, pero en su fuero íntimo, en su alma, también él es bueno, y es nuestro deber observar al judío tal cual es en su esencia interior.

REVELACIÓN DE LA ESENCIA DEL ALMA

El conducirse con el otro en esta tesitura despierta en el propio semejante su bondad interior. Cuando el otro ve que no se le retribuye de acuerdo a sus actos, sino que se actúa con él como con un judío preciado y querido, e incluso se le paga con bondad por el mal recibido, esto genera y motiva un despertar de la esencia interior, para que la esencia de su alma brille en él.

Cuando los judíos se comportan unos con otros en este espíritu, pueden también dirigirse al Altísimo y decirle lo citado en el Midrash: “tal como a Iosef sus hermanos le proporcionaron el mal y él les confirió el bien, también nosotros nos hemos portado mal contigo, pero Tú pórtate con nosotros con benevolencia”. Y entonces efectivamente también Di-s concederá bondad al pueblo de Israel, y traerá el bienestar más grande que hay- la completa redención, a manos del Mashiaj.

(Likutei Sijot tomo 5 pag 239)

Unidad en el principio y unidad en el final

“Y se acercó a él Iehudá” (Bereshit 44:18)

Es sabido que el nombre de la Parshá indica su contenido (esto nos explica por qué a veces se elige la primera palabra de la Parshá como nombre de la misma, y a veces se elige la segunda o tercera palabra e incluso el segundo versículo). Esto se ve abiertamente en nuestra Parshá, ya que el sentido interior de todos los temas de la Parshá se refleja en la palabra “vaigash– y se acercó”.

La Parshá relata sobre múltiples y diferentes sucesos: el pararse con firmeza de Iehudá en apoyo de Biniamín, el darse a conocer Iosef a sus hermanos, el descender de Iaakov y sus hijos a Egipto, etc.; sin embargo, cuando profundizamos en el contenido interior de estos sucesos, descubrimos que el factor que los une a todos es “vaigash- se acercó”.

LA REUNIÓN DE LOS REYES

La esencia del término “vaigash- se acercó” es el encuentro, el acercamiento físico de uno con su prójimo, al punto de unirse el uno con el otro. Sobre este “acercamiento” de Iehudá a Iosef aplican nuestros Sabios Z”L el versículo: “puesto que los reyes se reunieron”. En el libro Zohar está dicho que este fue “un mundo con otro mundo, que se unan el uno con el otro, para ser todos un uno”.

Esto se refleja con mayor claridad en el cierre de la lectura de la Torá en los profetas, la Haftará (que como es sabido, también nos explica la Parshá). La Haftará habla sobre la perfección del acercamiento de Iehudá a Iosef, tal cual tendrá lugar en el Futuro Por Venir, cuando tenga lugar una unificación cabal entre el reino de Iehudá con el reino de Iosef: “toma una rama y escribe sobre ella para ‘Iehudá’… y toma una rama y escribe sobre ella para ‘Iosef’… y que estén unidas en tu mano”. Y la Haftará finaliza: “Y los Haré un pueblo… y habrá un rey para todos”.

UNIDAD ENTRE LOS JUDÍOS

Está claro que el sentido de “vaigash- se acercó” es traer unidad donde hay división, y de eso trata la totalidad de la Parshá: la entrega total de Iehudá en aras de Biniamín, reflejó la unidad que se generó entre las tribus, en lugar de la discordia que imperaba entre ellos previamente. A continuación, Iosef se da a conocer a sus hermanos, y ahí se vuelven a unir nuevamente todas las doce tribus. Esta unificación es la que brinda las fuerzas para alcanzar la unidad perfecta en los días del Mashíaj.

Asimismo la continuación de la Parshá refleja unidad: el descenso de Iaakov a Egipto y la radicación de los hijos de Israel en aquel país, fue con el objetivo de traer la unidad de Di-s específicamente a un ámbito que se encontraba en la cumbre de la disociación con la santidad. Egipto era “la vergüenza de la Tierra” (como lo explican nuestros Sabios Z”L: “los más arruinados de entre las naciones”), donde dominaba la idolatría. Iaakov y sus hijos descendieron hasta este nivel tan bajo para traer también allí a la unidad de Di-s.

UNIDAD ENTRE LOS JUDÍOS.

La Parshá de “Vaigash- se acercó” nos enseña que la unión es la base de todo. Este es el comienzo del servicio diario a Hashem, como la costumbre de recitar antes de la Plegaria: “acepto cumplir el precepto de amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Este es también el objetivo de todo el servicio al Creador- llevar a toda la creación a la unidad.

En especial en estos días, los últimos días del Galut, debe ponerse énfasis en el tema de la unidad y traer unidad entre un judío y otro, entre Isajar (los estudiosos de la Torá) y Zebulún (los comerciantes) hasta la unificación del mundo entero bajo la soberanía del reino de Hashem.

(Sijot 5750 parte II Pág. 212)

¿Por qué Iaakov ansiaba ser sacado de Egipto? 

Iaakov desea salir.“¡Por favor, no me entierres en Egipto… sácame de Egipto!”…

Para asegurarse de que ni siquiera sus restos quedarán allí, Iaakov siente que necesita más que la palabra de Iosef. “Júramelo” le pide y Iosef lo hace.

Cuando los resultados son esenciales, el juramento es una herramienta poderosa, pues obliga a la parte comprometida a cumplir su deber bajo cualquier circunstancia. Pero de todas formas, ¿para qué era necesario un juramento en esta historia? ¿Acaso era insuficiente la palabra de Iosef para su padre agonizante?

A cada alma se le confía una misión. Iosef sintió que la suya era despertar el corazón de la sociedad egipcia, en el seno de la bestia. Trabajaba para identificar y elevar las chispas Divinas donde ellas se encontraran.

Iaakov era consciente de que Iosef consideraba el hecho de dejar a su padre a su lado, incluso post mortem, como un valioso aporte a su esfuerzo para lograr elevar a Egipto. La única manera de conseguir descansar en paz, es a través del juramento de Iosef.

Pero si es así, ¿por qué Iaakov estaba tan ansioso de ser sacado de Egipto? ¿Por qué no ser enterrado entre sus hijos, donde su presencia podría ayudar a reducir la sensación de desolación y exilio?

Iaakov sabía que sus hijos requerirían de auxilio para escapar de los grilletes de la esclavitud en Egipto, y sintió que estaría en mejor posición para ayudarlos a la distancia. Pues, para poder escapar exitosamente de la prisión, necesitas de alguien de afuera que te saque.

Por eso Iaakov fue transportado a la Tierra Prometida, mientras que Iosef retornó a las trincheras en Egipto. El juramento entre ellos sirvió de ligazón- de la que Iaakov tiraría al llegar el momento de que retornen sus hijos a casa.

Otra lección que es posible tomar de este hecho es, que mientras vivía en Goshen, Iaakov poseía las mejores pasturas para sus rebaños y la mejor Ieshivá para el estudio. Era ideal material y espiritualmente. Sin embargo, rogó a Iosef: “Sácame de Egipto”. Incluso, bajo las mejores circunstancias, el exilio no es el lugar para el iehudí. Lo aprendemos de Iaakov, que hasta muerto, es imposible hallarlo en Egipto.

Dovi Schneider, editora del Kosher Spirit magazine.

Parashá en síntensis: Vaigash

Iosef es el prototipo del judío que ni el exilio, ni las persecuciones, ni las tentaciones pueden desarraigar de su fe milenaria. Aún desde su condición de esclavo se convirtió en gobernador de Egipto y usó sus cualidades para el bien de la humanidad, a fin de salvar el mundo del hambre. A pesar de la separación y el aislamiento, conservó todas sus características judías. 

Iosef logró que sus hermanos trajeran a Biniamín a Egipto en contra de la resistencia inicial de Iaakov; después lo retuvo como rehén. Sus hermanos intercedieron por él y Iehudá incluso ofreció quedarse preso en lugar de Biniamín. En ese momento, Iosef reveló su identidad. 

Biniamín era el hermano favorito de Iosef: eran hijos de la misma madre, Rajel, y además, Biniamín no había nacido cuando los demás hermanos vendieron a Iosef como esclavo. 

El perdón es una virtud, pero con frecuencia la persona que perdona queda como la magnánima y la que es perdonada se siente humillada, y a veces, con sentimientos de culpa. 

Iosef hubiera podido perdonar fácilmente a sus hermanos porque no les guardaba rencor, sin embargo, en vez de eso les proporcionó la oportunidad de reivindicarse, poniéndolos en la misma situación en la que podían repetir lo que habían hecho con él en el pasado, solo que esta vez era Biniamín quien ocupaba su lugar en el favoritismo de su padre, Iaakov. 

La disposición de los hermanos a sacrificar su vida para devolverle a Biniamín a su padre indicó que éstos habían superado su envidia y que lograron eliminar el defecto de los celos. De este modo no sólo fueron perdonados, sino que podían estar orgullosos de su logro sin sentirse humillados. 

Si Iosef hubiera avisado a su padre con anterioridad que estaba vivo, le habría negado a sus hermanos la oportunidad de resarcir el mal que habían hecho. 

El poder de profecía de Iosef le permitió saber que los dos Templos serían construidos en la porción de tierra que correspondería a su hermano Biniamín y, además, que de él descendería Mordejai, quien se enfrentó al rey Ajashverosh en los eventos que muchos años después dieron lugar a la festividad de Purim. 

La ley (halajá) sobre eglá arufá (persona asesinada en el campo, cuyo homicida no se conoce) fue la señal que Iosef le dio a sus hermanos para que Iaakov, su padre, tuviera certeza de que se trataba de él, ya que esa fue la última ley que Iaakov le enseñó a Iosef antes de separarse.

Iaakov no estaba seguro si debía ir o no a Egipto, pero Di-s se le apareció en sueños y le dijo que sí, que la Shejiná (Providencia Divina) los acompañaría en el exilio, que éste no duraría para siempre, que serían redimidos y que sus restos serían llevados y enterrados en Eretz Israel.

Iaakov viajó a Egipto con toda su familia, 70 personas en total, y fue recibido con grandes honores por toda la población. Cuando salieron de Egipto eran 600 mil.

Los judíos fueron ubicados en Goshen, que era una tierra fértil, apta para el pastoreo, y que le correspondía en propiedad a Bnei Israel, porque había sido regalada por el Faraón a Sara.

La hambruna cesó en el segundo año, cuando Iaakov bendijo al Faraón. Los años que Iaakov permaneció en Egipto fueron realmente de felicidad, pues la Providencia Divina estaba con él.

Ensalada de fideos con atún

Te invitamos a preparar la ensalada de fideos con atún. Rica, fácil y natural. Tu familia amará esta combinación.

Ingredientes:

– 1/2 paquete de fideos con forma de codito o tirabuzón

– 2 latas de atún al agua (bien escurrido)

– 1 lata de choclo con su liquido

– 1 morrón rojo cortado en cuadrados chicos

– 4 palmitos cubeteados

– 1/2 cebolla morada cortada chiquitita

– 1/2 taza de mayonesa

– Jugo de 1/2 limón

– 1 cuchara de sal de ajo

– Sal y pimienta a gusto

Procedimiento:

Cocinar los fideos de acuerdo al envase; escurrir y dejar enfriar. Una vez que los fideos están fríos agregar el atún, el choclo con su líquido, el morrón, los palmitos y la cebolla y mezclar.

En un bowl chico aparte hacer el aderezo con la mayonesa, jugo de limón, ajo en polvo, sal y pimienta. Agregar el aderezo a los fideos y mezclar bien.

¡Si te gustó la receta, compartila!

La bendición del Rebe

Un jasid de Lubavitch, de una pequeña localidad de Canadá deseaba abrir allí un Centro de Jabad,. Miró en la guía telefónica para buscar apellidos que suenen Judíos, ya que ésta era una buena fórmula para conocer a los iehudim del lugar;. anotó algunas direcciones y comenzó su insólito paseo.

El Rabino golpeó la puerta de la familia Katz y, cuando fue invitado a pasar, se sorprendió al ver una enorme fotografía del Rebe que colgaba prominentemente en la entrada.

“¿Qué es esto?” preguntó apuntando a la foto.

“Es la foto de mi Rebe”, le explicó el Sr. Katz.

“No entiendo… me refiero, cómo usted…” balbuceó el jasid.

El Sr. Katz le pidió al Rabino que se sentara y le relató la siguiente historia;

“Yo viajo frecuentemente por negocios. En uno de estos viajes a New York, un amable hombre se sentó junto a mí en el avión. Comenzamos a hablar y el tiempo pasó rápidamente. Él sacó fotos de sus nietos.

Nu, ¿tienes algunas fotos de tus hijos contigo? me preguntó inocentemente.

Inmediatamente mi ánimo cambió. Con un dejo de amargura dije:

En realidad, toda mi fortuna y mi éxito no me producen felicidad, pues no tengo hijos le confesé.

El hombre sintió mi dolor y me dijo. “Cuando llegues a New York, visita al Lubavitcher Rebe. Él  puede ayudarte. Aquí tienes la dirección”.

No quería tomar la tarjeta pues no tenía intención de visitar al Rebe. Si el mejor médico no pudo ayudarnos, ¿cómo podría el Rebe? Traté de olvidar nuestra conversación.

Cuando finalicé mi tarea en New York y llegué al aeropuerto, me encontré con que mi avión tenía una demora de cinco horas. Mi primer pensamiento fue de ir a ver al Rebe. Finalmente, me decidí y fui.

Llegué a la oficina del Rebe y solicité una entrevista. Me dijeron: En tres meses tendrá una audiencia privada con el Rebe.

¿Qué?, dije sorprendido. Solo estaré otras cuatro horas aquí. Debo verlo ahora. El secretario me respondió que era totalmente imposible. Había una larga lista de gente para ver al Rebe. Todas mis súplicas no ayudaron. Me sentí triste y mi único consuelo fue que seguramente el Rebe, de todas maneras, no podría ayudarme.

Al retirarme, un estudiante de leshivá se me acercó. Él había escuchado toda la conversación y me dijo: “Le aconsejo que aguarde aquí cerca de la oficina del Rebe. Dentro de  media hora, él va a salir para ir a la sinagoga. Espérelo y cuéntele su problema”.

Agradecí al joven con todo mi corazón. Esperé al Rebe nervioso. Cuando finalmente salió, mi coraje me abandonó y permanecí allí, mudo. El Rebe, como sintiendo mi dolor, se dio vuelta, me sonrió y me invitó a entrar a su habitación.

¿En qué puedo ayudarlo?, me preguntó amablemente. Mi coraje retornó y le relaté acerca de nuestro problema.

Pero, ¿qué desea usted de mí?, preguntó el Rebe. ¿Si los doctores no pueden ayudarlo, usted cree que yo sí pueda?.

Inmediatamente, repliqué, ¡Rebe, si yo no confiase en que usted puede ayudarme, no estaría aquí!.

Si es así, dijo el Rebe, cómprese un par de Tefilin que estén excepcionalmente escritos, colóqueselos todos los días y observe la Mitzvá de “Y las atarás como señal sobre tu mano y serán como frontales entre tus ojos”. Entonces, seguramente, se cumplirá el resto del versículo: “Y las enseñarás a tus hijos”.

Dejé la habitación del Rebe eufórico. Encontré dónde comprar los Tefilin, y desde aquel día, me los he colocado cada día de semana.

Así el Sr. Katz terminó su historia. Pero el Rabino tenía una pregunta. “Pero… ¿han tenido hijos?”.

En lugar de contestar, el Sr. Katz llamó: “Menajem, Shalom, losef, Shmuel, Dov, Shneur, vengan por favor!”.

Seis hermosos niños entraron rápidamente a la habitación y dijeron: “Sí padre, ¿qué deseas?”.

Elevarse por medio del sueño

Y EL FARAÓN SUEÑA..

En la Parshá de la semana anterior leímos sobre los sueños de Iosef y de los ministros de Paró. Esta Parshá nue vamente nos habla de sueños: los del Faraón de Egipto. El hilo conductor entre todos ellos es que son parte de los acontecimientos que trajeron a Iaakov y sus hijos a Egipto, comienzo del exi lio en Mitzraim-Egipto.

En la Torá todo es exacto y tiene sentido. Si la Torá pone tanto énfasis en el tema de los sueños como parte del desencadenamiento del Galut -exilio a Egipto, entendemos que existe una relación conceptual entre ambos temas (exilio y sueños). Más aún, la analogía que coexiste entre sueño y galut ex- presa la verdadera condición del exilio y la receta para poder afrontarlo.

UN ELEFANTE EN EL ORIFICIO DE UNA AGUJA

Está explicado en el libro Tora Or de Rabi Shneur Zalman autor del Tania, que uno de los detalles más sobre- salientes del sueño es que puede unir dos extremos opuestos y que en la realidad son imposibles de ensamblar. Por ejemplo: el Talmud relata que en un sueño se puede ver “que un elefante pasa por el orificio de una aguja”, sin que esto despierte en la persona asombro alguno.

Esta es la esencia conceptual de la diáspora judía: una situación anormal e irreal que se ve como corriente y natu ral, y quienes viven en ella no sienten que se trata de un contexto contradictorio.

UNA VIDA CONTRADICTORIA

Encontramos esta misma condición en el exilio espiritual de cada individuo. Por ejemplo, todos entendemos que el amor egoísta que lleva a la persecución desenfrenada placeres mundanos se enfrenta con el amor puro y desinteresado a Di-s. Sin embargo todos vemos a diario cómo el iehudi cree que ama a Hashem, y está ligado a El, y simultáneamente está inmerso en sus propias necesidades, producto del ego. Y de todas formas no siente contradicción alguna. Durante la Tefilá (plegaria), se despiertan en nosotros sentimientos maravillosos hacia Di-s. Pero al finalizarla, nos olvidamos de todo, retornando a nuestras actividades, centradas en la búsqueda del incremento personal, sea monetario o social.

Así vivimos. Como en un sueño pleno de contradicciones. Este es el exilio espiritual en el cual existimos. De todas formas, esta paradoja no debe llevarnos a menospreciar el valor del rezo o de nuestro cumplimiento de las mitzvot. Cada Mitzvá tiene un efecto sobre nosotros. El apego a Di-s en el momento de la Tefilá, deja su sello, aunque a veces su influencia nos pase inadvertida.

LA VENTAJA DEL SUEÑO

Sin embargo esta etapa de ‘sueño’- exilio- tiene también su ventaja. En condiciones normales existe un orden y los acontecimientos se desarrollan de manera organizada, lo que implica limitaciones para el cambio y el crecimiento espiritual personal. En cambio en la época del galut-sueño- tenemos que “aprovechar la oportunidad”. No debemos teorizar sobre si ya llegamos al nivel apropiado para llevar a cabo nuestra tarea espiritual de Torá y Mitzvot. Cada judío puede y debe hacer. Cada Mitzvá, cada buena acción que esté a su alcance debe hacerse: “aprovechar la oportunidad”. Mientras nos encontramos en el contexto de ‘sueño’-galut- podemos ‘saltar’ a niveles espirituales más allá de nuestra propia experiencia materialista. Este es el objetivo místico del Galut!!!

LIKUTEI SIJOT, TOMO 1 PAG. 85

Aceite, mecha, vasija y llama

Pocas imágenes son tan cálidas para el alma como la imagen de una llama. Aunque sea un fenómeno físico, la llama (luminosa, pura, etérea) es todo lo que lo físico no es; por lo tanto aparenta para el hombre, algo espiritual atrapado en un mundo material.

Pero la llama es más que un símbolo de espiritualidad. La llama es nuestro propio espejo, en donde se reflejan las luchas de nuestro ser más interno. En las palabras del Rey Shlomó, autor de Proverbios “El alma del hombre es la lámpara de Di-s”.

La llama va hacia arriba, como que quiere liberarse de su mecha y perderse en las grandes explanadas de energía que ciñen los cielos. Pero incluso que se dirija hacia el cielo, la llama está siendo tirada hacia abajo, está bien atada a su mecha y bebe sedientamente del aceite de la lámpara, aceite que la nutre y continúa su existencia como una llama individual. Y es esta tensión de energías conflictivas, esta vacilación de disolverse y volver a renacer, que produce luz.

Nosotros también, anhelamos la trascendencia, anhelamos liberar todas las trabas de la vida material y alcanzar una reunión auto anulada con nuestro Creador y Fuente. Al mismo tiempo, sin embargo, estamos envueltos en un deseo de ser, de vivir una vida física y de dejar nuestra huella en este mundo físico. En la lámpara de Di-s que es el hombre, estos polos convergen en una llama que ilumina su alrededor con luz Divina.

Los Ingredientes:

Una lámpara consiste de aceite, mecha, y una vasija que los contiene para que el aceite pueda nutrir a la mecha y hacer que arda la llama.

El aceite y la mecha son ambos sustancias de combustión, pero ninguna produce luz por símisma con la eficiencia y estabilidad de la lámpara. La mecha, si se enciende, estallaría brevemente y moriría, consumida. Pero el aceite, uno encontraría extremadamente difícil de encender. Pero cuando la mecha y el aceite se juntan en la lámpara, ellos producen una luz estable y controlada.

El alma de la persona es una lámpara de Di-s cuyo propósito en la vida es iluminar al mundo con luz Divina. Di-s nos provee con el “combustible” que genera Su luz, la Torá y sus preceptos (mitzvot), que envisten a Su sabiduría y deseo y transmite Su luminosa verdad.

El aceite Divino requiere de una “mecha” para transportar su sustancia y convertirla en una llama luminosa. La Torá es la sabiduría Divina, pero para que la sabiduría Divina se manifieste en nuestro mundo, deben haber mentes físicas que la estudiean y comprendan, bocas físicas que la debatan y la enseñen, y medios físicos que la publiquen y difundan. Las mitzvot son el deseo Divino; pero para que el deseo Divino se manifieste en nuestro mundo, debe haber un cuerpo físico que lo ponga en práctica y materiales físicos (cuero de animal para Tefilín, lana para Tzitzit, dinero para caridad) para que puedan llevarse a cabo.

Y así como un aceite Divino no puede producir luz sin una mecha material, tampoco puede una mecha producir luz sin el aceite. Una vida sin Torá y mitzvot, por más que uno anhele mucho y desee acercarse a Di-s, es incapaz de sostener la llama. Puede generar chispas de experiencia espiritual, pero por la falta del aceite de la genuina sustancia Divina, éstas mueren rápidamente y fallan en introducir luz duradera en este mundo.

Para entender su rol como “lámpara de Di-s”, la vida humana debe ser una lámpara que combine existencia física (la “mecha”) con las ideas Divinas y actos de Torá (el “aceite”). Cuando la mecha se satura con aceite y nutre sus anhelos espirituales con un suplemento estable de lo mismo, la llama resultante es tanto luminosa como estable, preservando su existencia y productividad de la mecha e iluminando todo rincón del mundo en el que se encuentren.

Tonos de Luz:

La llama por sí misma es un “asunto” multicolor, aludiendo a muchos niveles en los que el hombre se relaciona con el Creador a través de la observancia de las Mitzvot. Generalmente hablando, está el área más baja y oscura de la llama que está unida con la mecha, y está la parte superior más brillante.

El segmento más oscuro de la llama representa aquellos aspectos del servicio de la persona hacia Di-s que están coloreados con su asociación con lo físico de la “mecha”, o sea, Mitzvot que están motivadas por conveniencia propia. La parte más elevada y pura de la llama representa los momentos de auto trascendencia de la persona, actos que la persona hace, como escribe Maimónides, “no por ningún motivo en este mundo: no por miedo al mal o por un deseo de obtener el bien; sino, que hace lo verdadero porque es verdad”.

Estos aspectos en la vida de la persona están reflejados en su relación con Di-s. Las Mitzvot vienen no solo para enlazar su altruista “alma Divina” con su Creador, sino también para envolver a su ego dominante “alma animal” con el cumplimiento de Su deseo Divino. Esto se logra cuando una persona entiende que debería “amar al Señor tu Di-s…porque Él es tu vida” (Deuteronomio 30:20). Al reconocer que Di-s es la fuente y el sustento de tu mismo ser, el mismo ego que antes anhelaba los placeres más materiales, ahora se estira en unirse con el Creador, porque se da cuenta que no hay mayor satisfacción posible de sí misma.

El péndulo de la Vida:

La “mecha” es tanto una cárcel como un liberador de la llama. Sostiene al alma en su carácter distintivo de la totalidad Divina, en su distanciamiento con su Creador. Y aún así, es éste carácter distintivo y su distanciamiento, ésta encarnación en la vida física, que nos permite conectarnos con  Di-s de la manera más comprensiva y profunda, al cumplir con Su deseo.

Así que cuando manda lo Divino, el cuerpo físico y la vida humana se juntan como aceite, mecha y lámpara, el resultado es una llama: la relación con Di-s que se caracteriza por dos caminos conflictivos, por un deseo de acercarse con un mandamiento de alejarse. La materialidad de la vida evoca en el alma un deseo de liberarse de ella y fusionarse con lo Divino. Pero cuanto más cerca el alma se estira hacia Di-s, más reconoce que puede cumplir con Su deseo solamente como un ser físico y distintivo. Así que mientras el cuerpo de la mecha mantiene a la llama ardiendo, la voluntad Divina implícita en el aceite mantendrá su compromiso con la existencia y la vida.

Lámparas Actuales:

Cada Mitzvá es el aceite para el alma. Con cada acto que constituya el cumplimiento del deseo Divino, nuestras vidas están prestadas en lámparas ardientes, encendidas con llamas que vacilan desde el cielo a la tierra una y otra vez e iluminan al mundo en el proceso.

Cada Mitzvá genera luz, ya sea dar una moneda para caridad, enrollarse los Tefilín en los brazos y cabeza, o comer Matzá en Pesaj. Pero ciertas Mitzvot no solo nos transforman en lámparas metafóricas, sino que también asumen la forma actual de una lámpara. Una verdadera lámpara física, con aceite físico, mecha física y llama física que produce luz táctil y física.

Por ello, tenemos la Mitzvá de encender la Menorá en el Templo Sagrado y producir una representación literal de luz Divina que emana desde allí a todo el mundo. Cada viernes por la tarde, las mujeres judías invitan a la luz del Shabat dentro de sus casas al encender las velas de Shabat. Otra Mitzvá cuya función se refleja en su forma. Una vez al año viene Janucá, la fiesta de las luminarias. Durante ocho días, un número creciente de llamas son encendidas en la entrada de la casa y en las ventanas, para que la luz generada por nuestras vidas como “lámparas de Di-s” se propague hacia afuera e iluminen el exterior.

Basado en los escritos de Rabí Shneur Zalman de Liadi (1745-1812), Rabí DovBer (1773-1827) y el Rebe de Lubavitch.

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

Cortesía de meaningfullife.com

Subidas y bajadas de Iosef

Iosef tuvo éxito porque logró dominarse a sí mismo…

Es interesante que en ambas porciones semanales de la Torá, Vaieshev y Miketz, ambas hablan en extensión sobre Iosef y su increíble aventura espiritual. En Vaieshev, Iosef comienza como el hijo favorito y termina siendo un esclavo, mientras que en esta parshá, Miketz, comienza como un esclavo y termina como virrey del Faraón. ¿Cómo puede explicarse semejante dicotomía? El Rabino Issac Bernstein, de bendita memoria, rabino de la Sinagoga Kinloss en Londres, sugirió que en Vaieshev Iosef estaba ocupado interpretando sus propios sueños, mientras que en Miketz estaba ocupado interpretando sueños de otros; esto es para enseñarnos que cuando toda nuestra energía está dirigida a nosotros mismos, tendemos a bajar, mientras que cuando usamos toda nuestra fuerza para ayudar a otros, tenemos una habilidad especial para subir, ascender tanto físicamente como espiritualmente.

El Rebe de Lubavitch señala otro camino hacia el éxito. Iosef se enfrentó con muchas dificultades antes de su éxito. Fue odiado por sus hermanos, secuestrado y exiliado, acusado falsamente y encarcelado por su amo, y castigado otra vez por Di-s por confiar en un humano y no en lo Divino. A pesar de todo esto, Iosef nunca se dio por vencido. Constantemente seguía con toda su fuerza, haciendo lo mejor que podía y ganándose el favor de los que lo rodeaban. Vemos esto en las primeras palabras de esta porción semanal de la Torá. ¿Por qué está escrito: “Al final de dos años de días”? ¿No hubiera sido suficiente decir: “Al final de dos años”? ¿Por qué precisamos la palabra “días”? Rabeinu Bajia explica que la expresión “dos años de días” es una referencia a cómo Iosef pasó su tiempo. Él trataba a cada día de los dos años de forma especial, no queriendo perder ni un solo minuto de trabajo hacia su meta. Su éxito vino de su propio dominio, de controlar su ambiente en vez de dejar que el ambiente lo controlara a él.

Vemos un mensaje similar en Janucá. En adición a la bendición que decimos en el encendido (“…y nos ordenó encender la vela de Janucá”), Janucá tiene una segunda bendición única. Siendo que el enfoque de Janucá son sus milagros, los Rabanim establecieron una bendición separada: “…Quien Ha hecho milagros para nuestros antepasados aquellos días, en estos tiempos”. Esta bendición nos está diciendo que a través del cumplimiento de los preceptos de cada festividad, podemos recrear el mismo ambiente espiritual que existió durante el evento original, AHORA.

¿Qué pasó entonces? Los griegos y los judíos que fueron influenciados por ellos querían apartar a los judíos de la Torá y de su especial conexión con Di-s. No cuestionaron la Torá como a la filosofía. Estaban indignados que estaban en contacto con su elemento Divino.

La misma pelea toma lugar hoy en día. La sociedad está intentando implacablemente imponerse en nuestras vidas con la base de los valores sostenida en conseguir placeres físicos, en secularizarnos, y en reemplazar nuestro enfoque judío de que Di-s dirige al mundo y que nuestras vidas y acciones deben reflejar esto a través del estudio de la Torá y el cumplimiento de los preceptos. Técnicamente, sería suficiente encender una vela cada noche para cumplir con el precepto de las Luces de Janucá. Pero, cada año, el Pueblo Judío cumple con los mandamientos de Janucá y lo hace realzadamente, agregando cada noche una nueva vela, y así proclamando a Di-s como “el Jefe” y que apreciamos Sus mandamientos. No vamos a permitir que el mundo cierre nuestro Templo Sagrado que existe dentro de cada uno de nosotros, y rezamos fervientemente que Él pronto nos va a permitir ser parte de la construcción del Tercer Templo físico.

Por Shaul Yosef Leitler