No te alegres cuando tu enemigo cae

SHMUEL HAKATÁN DIJO: “NO TE ALBOROCES CUANDO TU ENEMIGO CAE, Y EN SU TROPIEZO NO PERMITAS QUE TU CORAZÓN SE ALEGRE, NO SEA QUE Dl-S LO VEA Y LE DESAGRADE, Y DESVÍE SU IRA DE ÉL [HACIA TI]”.

SHMUEL HAKATÁN DIJO — Resulta difícil comprender por qué esta enseñanza es atribuida a Shmuel HaKatán; ¡es una cita textual de un versículo en Proverbios!

Entre las explicaciones que se ofrecen, una expresa que el versículo en Proverbios se refiere a conflictos relacionados con cuestiones mundanas, en tanto que Shmuel HaKatán habla de conflictos dentro del plano de la Torá, tales como cuando hay una diferencia entre dos sabios con respecto a un fallo halájico.

¿Por qué habríamos de pensar que en conflictos de la Torá uno se puede alegrar con la caída del rival? Porque una victoria en la Ley de la Torá no es una victoria personal, sino una victoria de la Torá. Se aclaró la verdad de la Ley. Enseña Shmuel HaKatán:

Cuando la óptica de un sabio prevalece por sobre la del otro, uno no debe verlo como una victoria personal. En lugar de centrar la atención en el hecho de que fue su juicio el que triunfó, debe sentirse feliz de que la halajá —decisión legal— se aclaró. Sólo eso deber ser la fuente de su regocijo. Pero cuando uno toma como victoria personal, la caída del enemigo, es una actitud negativa. 

Esta enseñanza condice con el carácter de su autor, Shmuel HaKatán —”Shmuel, el pequeño”—, quien recibió ese título por su humildad. Aunque fue uno de los principales Sabios de su tiempo, se dedicó a sus estudios con modestia, sin enorgullecerse de sus logros.

(Likutéi Sijot, Vol. XIX, pág. 44 y ss.)

Alternativamente, puede explicarse que el versículo en Proverbios se refiere a un enemigo perverso que lo acecha, mientras que la enseñanza de Shmuel HaKatán agrega que tampoco se debe alegrar con la caída de alguien del cual no se sufre un daño directo personal, y es llamado “enemigo” sólo por ser en sí un malvado, por lo que “es mitzvá odiarlo”.

El versículo nos enseña que aun cuando se trata de un malvado, no se debe regocijar con su caída, porque la satisfacción que se siente, indefectiblemente tiene su cuota de sabor personal de liberarse de un acecho potencial, etc., y no refleja necesariamente el regocijo por la derrota de la maldad en sí, “la desaparición del malvado causa alegría”.

Shmuel HaKatán enseña una lección adicional. Aun cuando no existiera motivo personal para regocijarse con la caída del malvado, uno no debe sentir felicidad. Como enseñó el Baal Shem Tov, cuando uno ve un defecto en alguien, debe tomar conciencia de que él mismo posee una falla similar (aunque en un grado más sutil). Y complaciéndose con la caída de éste, está convalidando a su vez un pago similar por su propio defecto.

Hay una relación especial entre esta enseñanza y la vida de Shmuel HaKatán. El fue el Sabio que compuso la bendición de VeLamalshiním (“Que no haya esperanza para los delatores…”) que maldice a los apóstatas, etc. ¿Por qué se le asignó esta tarea? Porque su celo no encerraba rastro alguno de odio, sino que era sólo un reflejo de su ilimitado amor a Di-s.

(Sijot Shabat Parshat Jukat, 5741)

Mandelbroit

Cómo hacer mandelbroit (pan mandel)

El mandelbroit (también escrito mandelbrot o mandelbread) es la versión asquenazí de los biscotti, una galleta crujiente y horneada dos veces que normalmente se moja en té o café. Su nombre, que literalmente significa “pan de almendras”, indica su forma clásica: con almendras.

Las galletas Mandelbroit son menos dulces que las galletas típicas y también duran más tiempo porque la mayor parte de la humedad se pierde al hornearlas. Puedes variar los ingredientes: usar frutas secas o confitadas, otros tipos de frutos secos o chips de chocolate.

Ahora divide la masa en seis partes relativamente iguales. Cada una de las seis partes formará una jalá. Enrolla cada pieza en una “serpiente” larga (en la imagen). 

Presiona las pasas a lo largo de la masa, luego enróllala desde un extremo, hasta que tengas un círculo. 

Mete el extremo por debajo. Alternativamente, puedes hacer primero una jalá trenzada con cada una de las seis piezas y luego enrollar la trenza en un círculo.

Coloque las jalás en bandejas para hornear engrasadas, pincele con huevo y espolvoree con la cobertura de migas. Déjelas reposar otros 40 minutos y luego hornéelas a 375 °F hasta que estén doradas, aproximadamente 45 minutos.

 

Tradicionalmente, en Shabat y en las comidas festivas, mojamos la jalá en sal. Pero desde Rosh Hashaná hasta el final de Sucot , la mojamos en miel. ¡Disfruten!

Ingredientes
1 taza de aceite
1 taza de azúcar + más para espolvorear
3 huevos
1 cucharadita de extracto de vainilla
3 ½ tazas de harina
1 cucharadita de polvo para hornear
1 cucharadita de sal kosher
2 tazas de almendras

Indicaciones

Precaliente el horno a 350°F (180°C).


Con una batidora de mano o de pedestal, mezcle el aceite, el azúcar y la vainilla.

Agregue los huevos uno a la vez, batiendo hasta que se incorporen antes de agregar el siguiente.

Bata durante 3-4 minutos hasta que la mezcla espese y tenga un color pálido.

Añade la harina, la sal y el polvo para hornear y mezcla hasta que se integren. Debe verse como una masa de galleta muy húmeda y suelta.

Añade las almendras y mezcla hasta que se distribuyan uniformemente en toda la masa.


Cubre una bandeja para hornear galletas (o dos) con papel pergamino.


La masa quedará húmeda y pegajosa y será difícil de manipular.

Engrase sus manos para que no se pegue.
Forme la masa en tres o cuatro rollos de tamaño uniforme (ver imagen).

Vuelva a engrasarse las manos según sea necesario para evitar que la masa se pegue.


Espolvoreamos generosamente la parte superior de cada tronco con azúcar.


Hornear durante 25 – 30 minutos.
Retirar del horno y reducir la temperatura a 300°F (150°C) .


Déjalo enfriar durante 10 minutos. Luego, córtalo en trozos del tamaño de un biscotti. Usa un cuchillo afilado para no pegarte con las almendras. Corta en línea recta para los trozos más cortos o en diagonal para los trozos más largos. (Si esperas demasiado, será más difícil cortarlo).


Dales la vuelta y vuelve a meterlas al horno durante otros 20-25 minutos. Como todas las galletas, seguirán endureciéndose a medida que se enfríen.
Puedes acortar el segundo horneado si las prefieres un poco menos secas y crujientes.


Servir con té o café.
Rendimiento: Aproximadamente 40 piezas

Pirkei Avot VI, una actitud comercial

“…quienquiera se ocupa en el estudio de la Torá se eleva”. Pirkei Avot 6:2

Un verbo que nuestros Sabios utilizan en muchas oportunidades, para describir nuestra relación con la Torá, es el de “ocuparse”osek. Este es un término que normalmente se aplica a lo relacionado con los negocios. El comerciante se llama “Baal Esek” en hebreo. La vida de un judío dedicado al estudio de la Torá y a la práctica de sus ideales, debe ser similar a la de un empresario consagrado a su compañía.

La Torá insiste en que nos dediquemos a nuestros temas espirituales como si se tratara de nuestro negocio. No guardemos los conocimientos de Torá, valores espirituales y talentos positivos en “las arcas de la empresa” (¿qué hombre de negocios esconde su mercadería?)o limitarse a ofrecerlos sólo a quienes los buscan, o que por lo menos los reconocen. Como cualquier buen hombre de negocios, debe hacerse lo imposible para convencer al prójimo de beneficiarse con la“mercadería” que tienes para brindarle en materia de Torá y judaísmo práctico.

UN HOMBRE EN MOVIMIENTO

Otro de los aspectos en los que el mundo de los negocios se asemeja a la vida del iehudí es, la importancia de “estar en movimiento”. Para tener éxito en los negocios la persona no puede quedarse quieta. Por eso, cuando Moshé Rabeinu bendijo al pueblo judío antes de fallecer, le entregó a la tribu de Zebulún, que se dedicaba al comercio, los puertos de la Tierra de Israel y el don de la movilidad- una propiedad tan vital para un comerciante de hace 3000 años atrás como para el empresario de hoy. El estancamiento es una anatema para el comercio. A pesar de los enormes avances de la comunicación en el siglo 20, el hombre de negocios aún viaja diariamente al lugar destinado para los negocios. De su oficina se aventura luego también, a otros territorios para conseguir oportunidades.

En filosofía y temperamento, el hombre de negocios también debe ser movedizo y mirar hacia adelante. Un triunfador en el comercio es aquel que aprendió a progresar continuamente y desarrollarse, encontrando constantemente innovadores caminos para poder aplicar óptimamente sus talentos y recursos.

A esto se debe que el comercio es un recurso únicamente humano. De todas la criaturas de Di-s, sólo el hombre ha sido bendecido con la capacidad de progresar. Sólo el ser humano se esfuerza por ascender, siempre buscando mejorar sus rasgos innatos, siempre tratando de perfeccionarse a si mismo y al mundo.

Aquel que “se ocupa”-es un “comerciante”– de la Torá, es quien aplica su movilidad constante a los temas morales y espirituales. Estar “ocupado”con la Torá es comprometerse con el verdadero “negocio” de la vida.

(De una alocución del Rebe a un grupo de empresarios, Tishrei 5751, Beyond the letter of the Law de Editorial Kehot)

Festejando la espiritualidad

El judaísmo ofrece muchas oportunidades para regocijo, alegría y deleite, principalmente las tres Festividades de Peregrinación (Pesaj, Shavuot y Sucot). En lo relativo a estos días festivos Di-s nos ordena: “Vosotros os regocijaréis en vuestra festividad.

Pesaj conmemora el éxodo físico de los judíos de Egipto; Shavuot – la entrega de la Tora; Sucot – la protección en el desierto del calor chamuscante del sol por las Nubes de Gloria. De las tres festividades, Shavuot es obviamente la más espiritual en naturaleza, conmemorando un evento enteramente espiritual.

Las tres Festividades de Peregrinación se supone que serán celebradas no sólo con plegarias y estudio, sino también con fino alimento y bebida. En ciertas circunstancias, sin embargo, el deleite de Pesaj y Sucot puede ser expresado de una manera totalmente espiritual, renunciando a comida y bebida. Tal sería el caso cuando uno ayuna durante estas fiestas a causa de un sueño aflictivo.

Esto no es así con respecto a Shavuot. En esta fiesta estamos obligados a “comer y regocijarnos, demostrando que los judíos están complacidos y gratificados con el día en el cual la Tora fue entregada”. Ayunar en Shavuot a causa de un sueño perturbador está prohibido.

Parece paradójico que Pesaj y Sucot, las dos festividades que conmemoran primariamente eventos físicos, puedan ser celebradas de una manera totalmente espiritual, mientras Shavuot, que conmemora un evento que es completamente espiritual, debe ser celebrada no sólo espiritualmente, sino también físicamente.

 

¿Por qué debe ser celebrada así Shavuot?

Shavuot es la revelación de la Divinidad que acompañó la Entrega de la Torá y penetró toda la creación. En las palabras de nuestros Sabios: “El sonido de la entrega de la Torá por parte de Di-s llegó de las cuatro direcciones así como también de arriba y abajo”. Tan temible y todo-abarcador fue este evento que “ningún pájaro gorjeó; ..ninguna vaca mugió; …el mundo estuvo silencioso y mantuvo su paz”.

Además, el sonido de la Entrega de la Tora imbuyó a todo, aún lo inanimado. Por lo tanto, dicen nuestros Sabios, este sonido no produjo eco. Un eco resulta cuando ondas de sonido no son absorbidas por un objeto, sino rebotan fuera de él. Dado que el sonido de la entrega de la Tora por parte de Di-s penetró toda materia, fue imposible para el sonido producir eco.

Esto fue así porque cuando la Tora fue entregada, la esencia depuradísima de Di-s fue revelada, pues Di-s imbuyó a la Tora de Su Esencia. Ya que Di-s es la única entidad que es verdaderamente infinita, el tiempo en que la Tora fue entregada – cuando Su Esencia fue revelada – nada fue impermeable a esta revelación; penetró e imbuyó a toda la creación, aún a la más tosca de las materias corpóreas.

Una fiesta que celebra lo último en revelación espiritual y que también imbuye a toda la creación sin limitación, debe ser celebrada de una manera verdaderamente revelada y sin limitación, incluyendo un modo físico, es decir, a través de comer y beber.

Si ayunar a causa de un sueño aflictivo fuera permitido en Shavuot, esto indicaría que quedó un nivel en el universo que fue impermeable al júbilo de Shavuot. Esto sería contrarío al espíritu de la festividad como un todo, la que proclama que aún el nivel más bajo está “complacido y gratificado” dé recibir la Tora.

Así, Shavuot afecta aún a un individuo que está tan afligido que en cualquier otro tiempo del año sería imposible para él derivar placer de alimento. Shavuot y su júbilo transforman aún a este individuo perturbado, pues él, también, está “complacido y gratificado” de recibir la Tora.

Basado en Likutéi Sijot, Vol. IV, págs. 1092-1096; Vol. XXIII, págs. 27-32.

Shavuot ¿místico o físico?

En conexión con Shavuot y el recibimiento de la Torá, hay una gran sección de discusión en el Talmud (Shabat 88b), que relata lo siguiente: Cuando Moshé ascendió a los cielos (para recibir la Torá), los ángeles le dijeron a Di-s “Dueño del Universo, ¿Qué hace un “nacido de una mujer”-mortal- entre nosotros? Di-s respondió: “Recibe la Torá”. Los ángeles contrarrestaron: “Este tesoro escondido, ¡Se lo quieres dar a alguien de carne y hueso!” ¿Por qué merecen ellos más que nosotros? ¡Danos Tu Gloria a los cielos!”, rogaron. Di-s le dijo a Moshé que les respondiera a los ángeles. Dijo entonces Moshé: “Dueño del Universo, está Torá que nos quieres dar, ¿Qué es lo que hay escrito en ella? “Yo soy el Señor, tu Di-s que te sacó de Egipto”, ¿Alguna vez los ángeles fueron a Egipto? ¿Fueron ustedes esclavos del Faraón? ¿Han vivido entre las naciones que sirven ídolos? ¿Trabajan, hacen negocios, tienen padres, tienen una vil inclinación?” Inmediatamente Di-s aceptó la posición de Moshé. La discusión finalizó.

A primera vista parece una tontería. ¿Qué haría un ángel con la Torá, si está llena de mandamientos físicos que los ángeles no pueden cumplir? Pero desde una perspectiva de la Torá, hay algo de lógica en su pedido de querer recibir la Torá basado en una ley conocida como “baal metzra”.

Cuando una persona quiere vender su propiedad, el “Baal Metzra” (vecino contiguo), tiene los primeros derechos de adquirirla ya que es provechoso para él tener su campo junto al de su vecino. Éste era el argumento de los ángeles: estudiarían la Torá como un texto espiritual, ya que la Torá es en su fuente un documento Celestial, así que por qué no ser ellos los que reciban la Torá.

Para refutar el argumento de los ángeles, varios comentaristas proveen respuestas: Baal metzra se refiere sólo a tierras, y la Torá no es una tierra. Se aplica sólo a algo que se vende, y la Torá es un regalo. El pueblo judío son los hijos de Di-s, y las leyes de baal metzra no se aplican a transacciones con los hijos de la persona. Moshé era casi como un ángel, así que él también era un baal metzra para la Torá.

Baal metzra no se aplica a un socio, y Moshé era como un socio con Di-s (Ver Shabat 10a).

Sea como fuere, resulta ser que cada una de estas respuestas defensivas puede ser refutada, dándoles la razón a los ángeles. Pero eso es porque ninguna de ellas tomó en consideración la respuesta original, la respuesta que de hecho fue la dio Moshé a los ángeles, que el lugar de la Torá debe estar con un receptor físico, que vive con los desafíos del mundo material y que puede cumplir con las mitzvot físicas.

El Rebe de Lubavitch explica que el propósito de la Torá es crear una morada para Di-s en este plano, el mundo más bajo de todos los creados. Y así como la esencia de la persona está en su casa mucho más que en cualquier otro lado, así también Di-s quería que Su esencia baje a este mundo para convertirlo en Su “casa”. Este deseo Divino sólo puede ponerse en práctica al cumplir con la Torá en este mundo. Cuando cumplimos con los preceptos de Di-s, y estudiamos Su Torá con nuestras mentes y cuerpos físicos, estamos trayendo literalmente la esencia de Di-s en este plano, algo que un ángel es incapaz de hacer.

Este hecho niega automáticamente la preeminencia del ángel también en una base legal. Cuando una persona tiene la opción de elegir vender su propiedad a uno de dos compradores, siendo uno de ellos un vecino que quiere plantar en el campo, y otro alguien que no es vecino y quiere construir una casa, la ley establece que hay que venderlo al constructor de la casa. La razón es que morar en una propiedad es superior a plantar, y la ley de Baal Metzra es inválida.

Esto es lo que Moshé le respondió a los ángeles. Siendo que los ángeles no tienen un cuerpo con el que puedan cumplir con los preceptos y hacer de este mundo físico una morada para Di-s, todo el argumento de “un vecino” se vuelve irrelevante.

También, es los planos espirituales más elevados, precisamos tener la Torá. Cuando este mundo bajo es iluminado por la esencia de Di-s, todos los mundos superiores se iluminan como resultado, así como cuando elevas una pila de cajas, las levantas desde la de abajo. Es por eso que la Torá nos fue dada a los humanos en este mundo, para que podamos elevar toda la creación en todos los mundos.

Este año, cuando celebremos la Entrega de la Torá en Shavuot, recordemos que para poder cumplir con el propósito de hacer que nuestro mundo sea un hogar para Di-s, debemos actualizar a la Torá en este plano. Que seamos meritorios de recibir la Torá con alegría y de hacerla una realidad en nuestra esencia y en nuestras vidas.

Por Shaul Yosef Leiter

¿Las mujeres no cuentan?

La Parshá de Bamidbar (Números 1:1-4:20) comienza con el censo del Pueblo Judío.

“…un conteo de cada hombre de acuerdo al número de sus nombres. Desde los veinte años en adelante, todos los que están en condiciones de ir al ejército en Israel, debes contarlos de acuerdo a sus legiones…”

La razón simple para este censo era contar a aquellos que serían llamados para ir a la guerra. En un nivel más profundo, nuestros Sabios explican que Di-s deseaba el censo del pueblo Judío porque Él los aprecia.

Los maestros Jasídicos explican que el conteo del pueblo judío demuestra el valor de cada individuo, cómo cada uno es tan querido por Di-s. Cada persona fue contada, sin importar su nivel de observancia, sus aptitudes o habilidades, su nivel de estudio o si es un hombre acaudalado o lo contrario. A cada individuo fue mostrado que él cuenta ni por más ni por menos que uno. Independientemente de los “adornos externos”, él fue mostrado que Di-s lo aprecio por su valor esencial. Más aún, al acentuar su identidad independiente, fue fortalecido para respetar su propia individualidad y permanecer sincero con sí mismo.

Sin embargo, en este nivel, se vuelve cuestionable por qué es que un gran segmento del pueblo judío fue excluido por completo. Sólo los hombres eran contados y sólo aquellos desde los veinte años para arriba. ¿Son tal vez algunos más equitativos que otros? ¿Acaso la contribución de toda la población femenina no fue apreciada por Di-s?

Los Kabalistas explican que la fuerza masculina en la creación linda con el exterior, mientras que la femenina linda con el interior. El servicio espiritual del hombre es forjar en el exterior, en territorio extranjero, guerrear contra la negatividad de nuestro mundo. El rol espiritual de la mujer, en contraste, es proteger, nutrir, descubrir y revelar la santidad implícita en la creación.

Estamos en un modo masculino cuando marchamos fuera de nosotros mismos para imponer una verdad más elevada sobre nuestro mundo y sobre nosotros. Cuando buscamos nutrir el poder Divino en lo que ya está y se vuelve sensible al potencial de nuestra esencia interna, estamos usando nuestra dinámica femenina.

El conteo del pueblo judío comenzó desde la edad de veinte en adelante, aquellos suficientemente maduros físicamente, emocionalmente y espiritualmente para ir a guerrear.

¿Qué significa “salir a guerrear” en el sentido espiritual?

Nuestra tarea como seres humanos es crear un mundo que sea una casa para nuestro Creador, compatible con Sus expectativas y morales, un mundo sagrado.

Podemos lograr esto a través de dos modalidades. Por un lado, queremos traer Divinidad a nuestro mundo a través de pelear contra la oscuridad y maldad que nos rodea. Vencemos la negatividad mundana a través que la asaltamos con agresividad, con la fuerza física, literalmente guerreando contra la tiranía de los regímenes crueles o través de batallas ideológicas contra ideas inmorales.

La otra modalidad es fortalecer, cultivar y nutrir todo lo positivo que se encuentra alrededor de la creación de Di-s. Este modo no es el de ir a guerrear, o el de imponer orden, sino el de descubrir y nutrir los aspectos positivos y Divinos dentro de nuestro mundo y así, hacer crecer y esparcir Divinidad.

Mientras que el primer modo requiere ponerse a uno en una posición de peligro al exponernos a los elementos externos, el segundo involucra proteger y guardar los elementos internos preciados de Divinidad de adentro de nuestras vidas y de nuestro mundo.

Ambos enfoques son necesarios y cada rol es integral al plan del Creador. Hay veces en las que debemos lidiar con una batalla externa y hay veces en las que debemos guardar nuestros tesoros internos.

Mientras que el modo de protección y descubrimiento requiere de habilidades delicadas y de sensibilidad espiritual, pelear una batalla externa requiere de riesgo definitivo y de exposición. Para guerrear contra las fuerzas externas uno debe no solo tener un entrenamiento adecuado sino también un fuerte sentido de identidad y una apreciación real sobre la singularidad de uno y su valor como individuo.

El censo en esta porción de la Torá era para aquellos individuos que les fue dada la tarea de “ir afuera” y “guerrear”. Los hombres peleando afuera precisaban esta infusión mucho más que las mujeres cuyo foco era interno. Durante el ataque, al pelear en ambientes extraños contra valores extraños que constantemente intentan erradicar los ideales y visiones de uno, este recordatorio era necesario para mantener al guerrero enfocado y en el camino en vez de ser tragado por las normas que lo rodean.

Quizá ésta sea la razón de porqué sólo los hombres fueron contados. Di-s provee de fuerza adicional a aquellos que son expuestos y vulnerables a la guerra contra las fuerzas negativas de la creación, sin precisar proveer a las mujeres cuyo valor es constantemente validado a través de su rol de guardar nuestros tesoros internos.

Esto no es para implicar que la tarea de la mujer es más “fácil” o requiere menos por parte de ellas. Al contrario, su rol era y es crítico. Pero sus desafíos son diferentes, y las mujeres no precisan esta aplicación de su valor.

Su valor interno, que guardan con tanto aprecio para ellas y para sus familias, les era obvio y nunca fue desafiado..

Por Jana Weisberg

El Rey David

Shavuot es el aniversario del fallecimiento del Rey David.
¿Quién fue? ¿Quiénes fueron sus antepasados? 
¿Por qué decimos “DAVID, REY DE ISRAEL, VIVE Y EXISTE”,  “DAVID MELEJ ISRAEL JAI VE KAIAM”?

 

LOS ANTEPASADOS DEL REY DAVID

Cuando David nació en Bet-Lejem en la tierra de Iehudá -Judea- (en el año 2854 luego de la Creación -906 antes de la Era Común) estaba diez generaciones distante de Iehudá, uno de los doce hijos de Iaacov.

David pertenecía a la familia real de su tribu, que dio a Israel muchos príncipes y líderes. Uno de los remotos antepasados de David, Najshon, hijo de Aminadav, se hizo famoso en el Cruce del Mar Rojo, luego de la liberación de Israel de manos de los egipcios.

Fue el primero en saltar al mar, ante lo cual se dividió éste para dar paso a los israelitas.

Desde entonces, Najshón fue el más venerado de todos los príncipes de Israel. También fue el primero en traer sus ofrendas al Mishkán (Santuario Móvil del Desierto) que fue erigido al año siguiente.

El bisabuelo de David, Boaz o Ivtzán, fue el décimo Juez de Israel. Estos fueron los líderes de Israel durante el período que corre entre Iehoshúa y el Rey Shaul. Boaz, siguiente a Iftaj -Ieffe-, fue el décimo y gobernó durante siete años (2785-2792). Fue uno de los hombres más Sabios, grandes y piadosos de su generación. Sus posesiones eran muchas, y su generosidad fue famosa.

Cuando Boaz llegó a los ochenta años, se casó con Ruth, por quien un libro de la Torá (que también se acostumbra leer en algunas comunidades) lleva su nombre. Ruth era miembro de la real familia Moabita.

Su abuelo era el poderoso rey Eglón de Moav y, sin embargo, Ruth prefirió transformarse en una común mujer judía en lugar de en una princesa real de Moav. Todos sus sufrimientos y desgracias no hicieron vacilar la gran devoción que sentía hacia su nuevo pueblo. Aún entre las modestas y hermosas doncellas de lehudá, Ruth sobresalía por sus encantos propios; su modestia, su piedad, su devoción y su desinterés, se hicieron célebres.

¡Cuán ricamente fue recompensada! Se convirtió en una princesa de Israel – la esposa del Juez gobernante y la tatarabuela del Rey David. Vivió lo suficiente como para ver no sólo el glorioso reino del Rey David, sino también a Salomón ascender al trono de un Israel fuerte y glorioso.

A través de los años, las grandes tradiciones de la noble familia, hasta Iehudá y Iaacov, fueron preservadas por la Casa de Ishai, padre de David. He aquí una casa de sabiduría, piedad, bondad, generosidad y riqueza. Y los rasgos más nobles de sus célebres y grandes antepasados, fueron otorgados a David.

EL REY DAVID – AUTOR DE LOS SALMOS

No fue como el gran guerrero o el poderoso monarca que David ganó el eterno cariño de nuestro pueblo, y de todos los pueblos de la Tierra, sino como autor del Libro de los Salmos (Tehilim) “ Poesía Más Dulce de Israel”.

El Rey David continuó el aprendizaje tradicional de la Torá, siendo el sucesor espiritual del profeta Shmuel -Samuel-. Se rodeó de un grupo de profetas y sabios, y juntos estudiaron la Torá. No se preocupó de los placeres de la vida y el confort que su palacio real le brindaba y, a diferencia de otros reyes, se levantaba antes de la salida del sol para orar y cantar salmos de alabanza a Di-s, el Rey de los Reyes.

Los Salmos son himnos de alabanza al Di-s Todopoderoso, Creador del Universo. Hablan de la grandeza de Di-s, Su bondad y misericordia; Su poder de justicia. David derrama todo el contenido de su corazón en estos Salmos y da fe de su sincera y pura confianza depositada únicamente en Di-s. Muchos de los Salmos son oraciones y súplicas a Di-s que el Rey David decía en tiempos de peligro.

Algunos contienen buenos consejos, mostrando el verdadero camino de la felicidad a través de la virtud y el cumplimiento de los mandamientos de Di-s. De esta manera, los Salmos reflejan con asombrosa exactitud todos los variados incidentes que pueden ocurrir en la vida, tanto al individuo, como a toda la nación judía en carácter de sociedad. Verdaderamente, a través de la historia de David, su exilio y persecución, sus luchas y eventual triunfo, el pueblo judío, colectiva e individualmente puede encontrar un ejemplo y una profecía de su propia vida. No es de extrañar que el Libro de los Salmos ha servido, pues, a través de las edades y hasta el día de hoy, como fuente infinita de inspiración, coraje y esperanza.

LOS SALMOS

Entre los veinticuatro libros que componen el Tanaj, el Libro de Tehilím – Salmos- es el primero de los “Ketuvim” -la tercer parte del Tanaj, los Hagiógrafos-.

El orden de este último sector del Tanaj es el siguiente: Tehilím -Salmos-, Mishlei -Proverbios-, Iyov -Job-, las 5 Meguilot -Rollos (de Ester, Rut, etc.)- Daniel, Ezra -Esdras-, Nejemia -Nejemías- y Dibrei Haiamim—Crónicas-.

El Libro de los Salmos contiene, en su mayoría, cánticos de alabanza al Creador del mundo. Expresan la maravillosa e infinita Sabiduría Divina, y Su inmenso poderío, revelados a través de la naturaleza, a cada paso.

“Los cielos narran la gloria de Di-s y la obra de Sus manos dice el firmamento” expresa el Salmista en su plegaria y mientras continúa profundizando en las maravillas de la naturaleza, arriba a la conclusión de que “¡Cuán incontables son Tus obras, oh Di-s, todos las has hecho con sabiduría!”.

Muchos capítulos de esta obra hablan de la rectitud y equidad de Di-s, otros expresan el reconocimiento humano por el bien que emana del Creador, Su bondad y misericordia. Su constante Supervisión individual con cada una de Sus criaturas, desde la más grande hasta la más insignificante. A la par que medita sobre los intrínsecos caminos de la Supervisión Divina, el hombre se impregna de un sentimiento de seguridad, consciente de que el Todopoderoso no conoce descansos, estando siempre preparado y dispuesto a ayudarle. Este sublime pensamiento es reflejado por el Rey David cuando dice: “Di-s es mi pastor, nada ha de faltarme” o “Di-s es mi luz y mi salvación, ¿de quién he de temer?”.

Siguiendo este curso de pensamientos, el hombre llega a una concepción de su pequeñez. Empero, mano a mano, reconoce su responsabilidad como corona de la Creación, descubriendo cómo cada uno de sus actos tiene una resonancia en todos los planos del universo.

“Cuando he de observar Tus cielos, obra de Tus dedos, la luna y las estrellas que has establecido ¿qué es el hombre para que lo recuerdes, qué significa el ser humano para que lo rememores? (Salmos 8:5-6) Este tipo de pensamientos lleva al hombre a sentir un temor reverencial, un profundo amor a Di-s, incentivándolo en la búsqueda de la superación, imponiéndole metas más elevadas y puras, hasta que éste llega a un estado de éxtasis espiritual.

Otro de los aspectos que se detallan en los Salmos es el que comprende al arrepentimiento proveniente de lo más recóndito del corazón; la súplica acompañada de pedidos de perdón por las acciones que no son bien vistas a los ojos del Creador.

En otros capítulos se recalca la importancia que denota el fiel cumplimiento y observancia de los preceptos de la Torá, la perseverancia del hombre en la adquisición de buenas cualidades, llevadas a la práctica.

El capítulo 119 de los Salmos, el más largo de todos los libros del Tanaj, sigue el orden correlativo de las letras del abecedario hebreo, repitiéndose cada versículo -que comienza con una letra específica del abecedario- ocho veces.

Este capítulo tiene 176 versículos. Cada uno de estos versículos expresan, de algún modo, un aspecto de la Torá y las Mitzvot, utilizando diferentes expresiones: testimonio, camino, ordenanzas, decretos, preceptos, leyes-, etc.

En adición a los Salmos de orden individual, muchos de ellos son manifestaciones colectivas, en nombre de todo Israel, como cántico de agradecimiento ante situaciones históricas específicas, como el Éxodo de Egipto, la Revelación Divina ante el Monte Sinaí, etc.

El Libro de Tehilim contiene 150 capítulos y está dividido en cinco sublibros, cada uno correspondiente a uno de los libros del Pentateuco.

Asimismo, este Libro está también dividido -independientemente de la división mencionada- en siete partes, de acuerdo a los días de la semana.

La Torá, el Rey David y el Baal Shem Tov

La fiesta de Shavuot marca muchos eventos. Principalmente, Shavuot conmemora Matan Tora, la Entrega de la Tora. Por ello, esta fiesta es llamada en las plegarías y Kidush del día, “el Tiempo de la Entrega de Nuestra Tora”. Muchos años más tarde, el Rey David falleció en Shavuot. Más recientemente, la muerte del Baal Shem Tov fue en el primer día de Shavuot.

Todo lo que ocurre en el mundo es un resultado de la Providencia Divina; y ciertamente así respecto de eventos de tal magnitud como la Entrega de la Tora y el fallecimiento del Rey David y el Baal Shem Tov. Seguramente, entonces, el acaecimiento de estos tres eventos en la misma fecha no es coincidencia, sino una señal de conexión interna entre ellos. ¿Cómo están estos eventos relacionados?

La relación entre estos tres eventos se describe de la siguiente forma: La revelación de Divinidad en el tiempo de Matan Tora fue puesta de manifiesto a un grado aún más grande por el Rey David, y luego revelada aún más por el Baal Shem Tov.

Esto será mejor entendido introduciendo el pasaje del Midrash que explica el logro de Matan Tora:

“David dijo, ‘Aunque D¡-s decretó que “Los cielos son los cíelos del S-ñor, y la tierra Él ha entregado al hombre”…’, cuando El deseó entregar la Torá Él anuló el decreto inicial y dijo ‘Aquellos que están más bajo ascenderán a lo más alto, y aquellos que están más alto descenderán a lo más bajo. Y Yo tomaré la iniciativa’, como está dicho, ‘Y Dí-s descendió sobre el Monte Sinaí y luego está escrito, ‘Y a Moshé Él dijo, “Sube a Dí-s”.

Si bien el Midrash declara que Di-s dijo, “Yo tomaré la iniciativa”, y que Su descenso precedió al ascenso de Moshé, el Midrash no obstante menciona el “ascenso de lo más bajo” antes del “descenso de lo más alto”.

Esto es porque el propósito principal y primario de la “anulación del decreto” era llevar a cabo y causar que “lo más bajo [debiera] ascender a lo más alto” – algo que era capaz de ser realizado sólo después que la Torá fue entregada. No obstante, para que aquellos de abajo pudieran ascender a lo alto era primero necesario que “Di-s descendió sobre el Monte Sinaí”.

Aquí descansa la conexión entre Matan Tora y la muerte del Rey David: En el tiempo de Matan Tora, el logro primario fue el aspecto de “aquellos que están más alto descenderán a lo más bajo” – algo que fue entonces logrado en totalidad, ya que la Divinidad permeaba la misma calidad física del universo entero.

No obstante, el refinamiento del mundo mismo comenzó sólo después de Matan Tora, cuando el pueblo judío comenzó a refinar y elevar el mundo, convirtiéndolo en un recipiente y receptáculo para Divinidad.

Lo mismo que el proceso de “aquellos que están más alto descenderán a lo más bajo” comenzó realmente con nuestro patriarca Avraham 7 y alcanzó su cénit en Matan Torá, así, también, el proceso de “lo más bajo ascendiendo a lo más alto” comenzó después de Matan Torá y fue completado por el Rey David.

La razón para esto es la siguiente: David fue el primer rey en regir sobre todo Israel, y la dinastía del reino judío fue confiada a él en perpetuidad. La razón que la monarquía de David es simbólica de la elevación desde abajo hacia lo alto, desde “lo más bajo a lo más alto”, se explica de la siguiente manera:

La conexión entre un rey y sus súbditos es todo-abarca-dora, pues un rey tiene poder sobre cada aspecto del ser de un súbdito.

Dado que la anulación de un súbito judío a su rey depende de la absoluta anulación del rey delante del Reino Celestial – una condición necesaria para un rey judío, la anulación de los judíos a Di-s (una anulación que resulta de su obediencia absoluta a su rey) es tal que toca la misma esencia de los judíos.

Cuando el pueblo judío recibió la Tora, su obediencia y anulación estuvo limitada, dado que fue Di-s quien tomó la iniciativa. Como su obediencia y anulación no acaecieron completamente de sus propios esfuerzos, no afectó absolutamente su entero ser.

La monarquía, sin embargo, deriva de los súbditos del rey. Su autoridad es totalmente dependiente de su anulación absoluta al rey. Como tal, el reino del Rey David significa un paso adicional: no sólo fue la revelación de Di-s -Di-s “descendiendo” al hombre – completa, sino la aceptación del pueblo judío – el hombre “ascendiendo” a Di-s – fue también ahora completa.

Estos dos aspectos, Di-s descendiendo al hombre y el hombre ascendiendo a Di-s, finalmente unirán y se volverán uno, con la llegada de Mashíaj. Las enseñanzas de jasidut, las enseñanzas del Baal Shem Tov, sirven como el precursor para ese tiempo glorioso. Pues Jasidut revela a Di-s dentro de este mundo y concurrentemente nos eleva a Di-s – la introducción perfecta al tiempo cuando “arriba” y “abajo” verdaderamente se vuelvan uno.

Basado en Likutéi Sijot, Vol. VIII, págs. 21-28.

Cómo criticar con amor

Criticar a otra persona, no está prohibido. Sólo que hay un par de condiciones para prestar atención antes de comenzar.

La primera condición es asegurarse de que esta persona es tu mejor amigo. Ellos son los únicos que vale la pena criticar, no porque te escucharán, sino porque también tú corres menos riesgos de convertirlos en tus peores enemigos. Si la persona, que sientes la necesidad de criticar, no es tu mejor amigo, entonces precisarás pasar más tiempo con él. Averigua todo lo bueno sobre él, y busca la manera de ayudarlo. Eventualmente, se desarrollará una amistad.

También, tendrás que asegurarte que esta persona posea el mismo conocimiento, entendimiento y perspectiva sobre lo correcto e incorrecto que tú, antes de atacar sus decisiones. Si no es así, tendrás que pasar más tiempo estudiando y discutiendo juntos hasta que puedas apreciar y ver el punto de vista del otro. Una vez que ambos están en el mismo espacio de Torá y observancia de las mitzvot, y él es un buen amigo, está bien criticar, si es necesario. Y si recuerdas lo que había para criticar.

Si todavía no has tenido éxito en mejorar tu criterio de ser crítico, y sientes la necesidad de seguir criticando, hay una alternativa: Siéntate y critícate a ti mismo, desde el fondo de tu corazón, hasta que la otra persona escuche. Si viene de tu corazón, entrará en su corazón también.

Hay solo una manera de acercar a la gente a la Torá, ya sea tu amigo, cónyuge, hijo, o un completo extraño. No es con crítica, ni con argumentos, ni con juegos intelectuales; sino es atraerlos con las cuerdas del amor, mostrándoles tu fe en lo que ellos son y con acciones reales.

El amor puede fallar, y debemos saber que puede fallar. Ya que si el amor siempre fuera recíproco, ¿cómo podría haber amor sincero? Cada persona tiene libre albedrío. Sin importar qué tan fuerte tires de las cuerdas del amor en la dirección correcta, siempre dará la espalda y se escapará.

Pero si ya has hecho lo tuyo, has mostrado amor. Y ¿cuál es la recompensa de la Mitzvá del amor? Es la elevación de tu alma, y su alma, y la iluminación de la Luz Infinita sobre la comunidad de Israel y en todo el mundo. Es toda la Torá.

Confiá en tu socio

Cierta vez, un distribuidor internacional de telas de alta gama, visitó al Rebe de Lubavitch, Menajem Mendel Scheerson. Como miembro activo de la comunidad de Jabad en Inglaterra, el hombre ya conocía sobre cómo los asesoramientos y bendiciones del Rebe imapctaban en las vidas de muchas personas. En cierto punto de su discusión, el hombre de negocios le propuso al Rebe de que sea su socio para un negocio. El Rebe se puso serio y dijo: “Esta bien. Recuerde, sin embargo, que en una sociedad, ninguno de los dos llega a hacer un movimiento sin el consentimiento del otro. ¿Tenemos un trato?”

El hombre estaba entusiasmado con esta oportunidad de ser “socio” con el tzadik, y rápidamente aceptó el acuerdo. El Rebe le aconsejó hacer una compra grande de un material determinado que no conocía. El comerciante se fue a su casa e hizo un gran pedido de este tejido inusual. Cuando se reportó de nuevo a Nueva York, el Rebe le respondió de que la compra era demasiado conservadora. Debía haber comprado una cantidad mucho mayor. El hombre salió y compró cantidades astronómicas, hasta el punto de invertir toda su fortuna personal para pagar los envíos.

Para disgusto del hombre, poco tiempo después de las adquisiciones, el valor de este material comenzó a bajar. Tal vez, pensó, debería vender al menos una parte importante. Como había prometido, se comunicó con el Rebe para su consentimiento. Para su sorpresa, el Rebe no le otorgó su consentimiento y le recordó sobre el acuerdo respecto a los movimientos unilaterales.

A medida que el precio del material continuaba bajando, lo mismo ocurría con el espíritu del hombre. Cada día, veía que su fortuna se resbalaba cada vez más lejos. Todas las súplicas al Rebe concluían con la misma respuesta: “No vendas”.

Frente a la ruina financiera, el hombre comenzó a cuestionar toda su relación con el Rebe y Jabad. Tal vez fue un error. Con la devaluación de cada día, su distancia con la comunidad de Jabad crecía.

Ésto continuó durante varios meses. Un día, el precio subió un poco. Le consultó de nuevo al Rebe, pero nuevamente le dijo que aún no. Cuando el precio subió incluso más, el Rebe todavía seguía sin darle la luz verde a la venta masiva.

Poco después, un famoso diseñador de moda extendió una línea que requería una gran cantidad de un material inusual. Cuando el hombre le informó de esto a la Rebe, le dijo que había llegado el momento de vender. El inventario fue rápido. El hombre hizo muchos millones. Entusiasmado, se subió a un avión para entregarle al Rebe un cheque por su “parte”. El Rebe se negó, pidiéndole al hombre que le diera el dinero para caridad.

Luego el hombre le preguntó al Rebe si podían hacer otro negocio juntos. El Rebe sonriendo le dijo: “Lo siento…eres un Shvajer Shutaf, un socio débil”.

Al comienzo de la lectura de la Torá de esta semana, se nos enseña que en el Monte Sinai, Di-s le dice a Moisés que le instruya a los Hijos de Israel sobre la observancia de Shmitá, el año Sabático. Al entrar a la Tierra de Israel, deberían contar los años en ciclos de siete. Durante seis años trabajarían, y el séptimo sería un descanso”. Nada de siembra, recolección, atados. Un año entero para la búsqueda espiritual.

La Torá luego dice: “Y si vas a decir: ¿Qué comeremos en el séptimo año?….Yo daré mi bendición de que el sexto año crecerá lo suficiente para un período de tres años…”. En otras palabras, la bendición Divina de enriquecer el suelo como resultado por haber observado “Shmitá”, compensará tres veces más la pérdida por haber dejado a la tierra descansar.

Tanto si se trata de Santificar el Shabat, enviar a nuestros hijos a escuelas de Torá o hacer un esfuerzo extra para mantener una cocina kosher, Shmitá nos recuerda de que el Monte Sinai representa un puente entre la teoría y la práctica, la fe y la acción. En esa montaña, el Todopoderoso nos tomó como socios en el negocio de la creación. Desde entonces nos ha estado implorando: “No seas un Shvajer Shutaf”

Por: Moshe Bryski