Enseñanza semanal

EDICIÓN ESPECIAL DEDICADA IOM KIPUR - SUCOT Y SIMJAT TORÁ

PARSHAT HAAZINU – SHABAT SHUVÁ
4 OCTUBRE, 2024 – 2 TISHREI, 5785

EL SUMO SACERDOTE VOLVÍA A CASA

Basado en un discurso del Rebe, Av 25, 5746 (30 de agosto de 1986)

Siete días antes de Iom Kipur, el Cohen Gadol (“Sumo Sacerdote”) es trasladado de su casa a su cámara en el Templo Sagrado. (Mishné Torá, Leyes del servicio de Yom Kipur, 1: 3)
[Al concluir el servicio de Iom Kipur, el Cohen Gadol] se lavaba las manos y los pies, se quitaba las vestiduras doradas, se vestía con sus propias ropas y se dirigía a su casa. Todo el pueblo lo acompañaría a su casa. Celebraba un festejo por el hecho de que había emergido en paz del lugar santo. Ibíd., 4: 2
La santidad es trascendencia, la santidad es recogimiento. La santidad es la desvinculación de lo físico, la negación de lo mundano, la desviación de lo familiar y cotidiano.
Pero la santidad no es un fin en sí misma. La santidad tiene un objetivo: volver a la arena misma de la que se ha escapado y rehacerla a su imagen. Santificar lo material, enrarecer lo mundano, sublimar lo cotidiano.
En el día más santo del año, el ser humano más santo entraba en el lugar más santo de la tierra. Para prepararse para esta confluencia de los puntos más sagrados del tiempo, el metía a un proceso de santificación. Se retiraba de su hogar, de su matrimonio y de su vida familiar, de su yo cotidiano.
Durante siete días se recluía en el Templo Sagrado, divorciado de las preocupaciones y necesidades de la vida física.
Sólo entonces podía entrar en la cámara más íntima y más sagrada del Templo Sagrado, el “Lugar Santísimo”, para extraer la esencia espiritual de la vida del año, el mundo y la humanidad.

Cuando concluía el servicio de Iom Kipur, se iba a casa. Esto no es solo un hecho, sino una halajá, una ley, una parte integral de la observancia de Iom Kipur.
Todo el pueblo lo acompañaba a casa, porque este era el último de un largo programa de ofrendas y servicios que realizaba ese día en nombre del pueblo.
Para el Cohen Gadol, el regreso a la vida hogareña era la prueba y la validación definitivas del carácter sagrado del día.
Enfatizaba el hecho de que no solo había entrado en lo santo, sino que también había “emergido en paz”, que había logrado hacer de su vida posterior a Iom Kipur una continuación serena de la santidad del día.

LA PARSHÁ EN PROFUNDIDAD

De las Palabras del Rebe de Lubavitch

Iom Kipur es un día enteramente dedicado a regresar a Di‐s en Teshuvá (arrepentimiento). Entre las muchas Mitzvot involucradas en la Teshuvá está el acto de la confesión, como dice la Torá: “Confesarás tu pecado”.
De hecho, esta es la base del rezo “Al Jet” (“Por el pecado de…”) recitado en Iom Kipur, que enumera los diversos pecados que la persona puede haber cometido.
En el Talmud de Jerusalém se debate la cuestión de si esta confesión generalizada es suficiente. Rabí Iehudá Ben Betaira sostiene que, además de recitar “Al Jet”, se requiere una admisión detallada de los pecados personales. Rabí Akiva, por el contrario, opina que “no es necesario entrar en detalles sobre las acciones personales”.
¿Cuál es exactamente el quid de su argumento? Como explica el Tosefot, la insistencia de Rabí Iehudá en un relato detallado tiene el propósito de despertar un sentimiento de remordimiento más profundo.
Cuanto más se avergüence la persona de sus malas acciones,
más profundo será su arrepentimiento. Rabí Akiva, sin embargo, tiene en cuenta el factor humano y afirma que si otros escuchan la confesión individualizada de una persona, “también podría ser sospechoso de otros pecados”.
En otras palabras, la forma en que la gente piensa sobre él podría verse afectada negativamente.
En esencia, el argumento gira en torno a dónde se debe poner el énfasis: en el presente o en el futuro.
Cuando se enfatiza el presente, el hecho de que hoy es Iom Kipur, es preferible enumerar los pecados para lograr un nivel más alto de Teshuvá.
Cuando el estrés está puesto en el futuro, el factor determinante es evitar las posibles repercusiones negativas.
En un nivel más profundo, hay otra base para su desacuerdo.
Rabí Iehudá ve al individuo en su estado actual, como alguien que recién comienza a hacer Teshuvá y se acerca a Di‐s.
Hay dos motivaciones básicas para hacer Teshuvá: una etapa inicial, en la que la persona se arrepiente por una sensación de miedo, y un nivel superior, en el que la motivación es el amor por Di‐s.
Cuando una persona enumera cada uno de sus pequeños pecados, produce en él un sentimiento más fuerte de temor y asombro por Di‐s.
Rabí Akiva, sin embargo, mira el panorama general y anticipa que la persona eventualmente alcanzará el nivel superior.

De hecho, todo su enfoque es percibir siempre el bien oculto en todo. Cuando una persona se arrepiente por amor a Di‐s, no importa si el pecado es grande o pequeño; porque sabe que cada pecado crea una distancia entre él y Di‐s, y evitará realizar incluso la más pequeña transgresión.


Adaptado de las enseñanzas del Lubavitcher Rebe,
Likutei Sijot, vol. 24

UN MOMENTO

Rabi Levi itzjak de Berdichev recitaba una plegaria muy emotiva:
“¡Buen día, Amo del Universo!. Soy Levi Itzjak ben Sara de Berdichev, he venido en representación del pueblo de Israel.
¿Qué quejas puedes tener de Tu pueblo?
¿Cuántos pueblos hay en el mundo?
¿Qué dicen los rusos?
‐¡Nuestro Zar es el Zar!
¿Qué dicen los germanos?
‐¡El Kaiser es quien gobierna!
“Y yo, Levi Itzjak ben Sara digo: ‘Itgadal Veitkadash
Shmei Rabá’(Ensalzado y santificado sea Su gran Nombre) ¡No me moveré de aquí hasta que envíes al Mashiaj!”

JUDAÍSMO PRÁCTICO

IOM KIPUR
especto al día de Iom Kipur dice la Torá “Pues en este día [de Iom Kipur] les expiaré y purificaré de todos vuestros pecados, frente a Hashem purificaos”
Del versículo aprendemos la cualidad de este día, el poder ser perdonados y purificados.
Del versículo aprendemos la cualidad de este día, el poder ser perdonados y purificados.
No obstante, para ello debemos anteriormente pedir perdón. Esto consiste en:
a] estar arrepentidos del error que cometimos,

b] disculparnos ante quien pecamos.
En el caso de los pecados cometidos contra Hashem, debemos disculparnos ante Él, ya que El mismo prometió que perdonará a todos aquellos que estén arrepentidos de sus malas acciones y pidan perdón.
Si estamos en falta ante Hashem y un ser humano, por ejemplo: si difamamos a una persona, estamos infringiendo contra la voluntad de Hashem que prohíbe en la Torá la difamación, y pecamos también contra esta persona a la que difamamos.
Por este motivo no es suficiente pedir perdón ante Hashem, sino que debemos también pedir perdón a la persona misma.

EN SUCOT

Se encienden las velas de Iom Tov en ambas noches (16 y 17/10), recitando las bendiciones correspondientes al Iom Tov. El viernes por la tarde se pronuncia la bendición habitual de las velas de Shabat.
Las primeras noches de Sucot, es un Precepto comer en la Sucá. Ésta debe tener un mínimo de 3 paredes, ser firme y poseer un techo frondoso de ramas o juncos.
Cada vez que comemos pan o masas en la Sucá recitamos la siguiente Bendición: Bendito eres Tú, Señor Di‐s nuestro, Rey del universo, que nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó morar en la Sucá.


La primera vez que comemos en la Sucá recitamos también Shehejeianu. Comemos en la Sucá hasta la tarde de Shminí Atzeret, (24/10). Se cumple con el Precepto de las 4 Especies todos los días de Sucot, (Excepto Shabat).
Se toma el Lulav con los Hadasim y Aravot con la mano derecha y se recita la siguiente bendición; Bendito eres Tú, Señor Di‐s nuestro, Rey del universo, que nos santificó con Sus preceptos y nos ordenó tomar el Luláv.
Esta Mitzvá se puede llevar a cabo desde la salida del sol hasta su puesta.

EN SIMJAT TORÁ

Se encienden las velas de Iom Tov en ambas noches, (23,24//10) recitando las bendiciones correspondientes. Y el viernes 25/10 con la bendición habitual. Bailes: Las noches de Shminí Atzeret y Simjat Torá también en la mañana de Simjat Torá se llevan a cabo las “Hakafot” (bailes con la Torá).

EL PODER DE LA ALEGRÍA

Yossy Gordon

Un jasid viajó una vez a ver a uno de los Rebes de Jabad.
Le contó que su maestro fallecido se le había aparecido en un sueño con un mensaje aterrador: se había decretado en el Cielo que uno de los hijos de este jasid moriría ese año.
El Rebe escuchó sus palabras, suspiró y permaneció en silencio. Una reacción que ciertamente no presagiaba nada bueno.
Como era poco antes de la festividad de Sucot, el jasid se quedó hasta después de la festividad. Cuando llegó el momento de regresar a casa, se acercó al Rebe para recibir su bendición. El Rebe le aseguró felizmente que su familia estaría bien.
“Además”, preguntó el Rebe, “¿qué acción especial hiciste en Simjat Torá?”
El jasid contó que durante las Hakafot se quedó de pie a un lado llorando cuando recordó que, después de todo, ¡era Simjat Torá!
Se lavó la cara y se unió al baile, ignorando su temor.
“Debes saber”, dijo el Rebe, “que esto es lo que provocó el cambio en tu situación”.

LO QUE SIEMPRE QUISE PREGUNTAR
¿POR QUÉ LA BENDICIÓN DE LAS 4 ESPECIES SÓLO MENCIONA EL LULAV?

De hecho, los Sabios del Talmud lo preguntan.
La respuesta que dan es muy simple: el Lulav es por lejos el más alto de las cuatro especies, y el paquete completo se llama “Lulav”, aunque también incluye otras especies.

Ahora bien, esta respuesta es satisfactoria a nivel técnico.
El Lulav es el más alto, por lo que hacemos la bendición sobre el Lulav. Pero nos quedamos preguntándonos por qué el Lulav es el más alto y el más prominente del paquete. Esta pregunta se complica a la luz del conocido Midrash que dice que cada componente de las Cuatro Especies representa un tipo diferente de judío.
Procedente de una palmera datilera, que produce dátiles de sabor dulce, el Lulav representa al estudioso de la Torá.
El mirto; hadas, de olor dulce representa a quien se destaca en la realización de buenas acciones.
El Etrog, que es fragante y sabroso, representa a la persona que es ejemplar tanto en el estudio de la Torá como en las buenas acciones.
Y el humilde sauce, arava, que no tiene sabor ni aroma, representa a la gente sencilla.
Dado que el Etrog representa al más perfecto de los cuatro tipos de personas, ¿no debería ser el más destacado de todos?
¿Por qué el Lulav, que se destaca en el estudio de la Torá, pero no en la acción positiva, se destaca sobre el resto?
El Rebe señala que el estudioso de la Torá a tiempo completo vive una vida Divina, unido a Di‐s y Su Torá, de una manera que nadie más lo hace.
Ellos abren un camino que todos pueden seguir. Incluso un laico, que no puede dedicar día y noche al estudio de la Torá, puede reservar un tiempo cada día para estudiar, durante el cual se dedica a la Torá, elevándose al nivel del Lulav.
Al hacer del Lulav el elemento dominante de la mitzvá, señalamos que los eruditos de la Torá son la brújula moral de nuestro pueblo, quienes marcan la pauta para todos nosotros.

ALMAS BAJO LA LLUVIA 

 Yosef Y. Jacobson

Si Di‐s es “perfecto”, ¿qué lo impulsó a crear el universo?
¿Qué vacío buscaba llenar?
La respuesta que ofrece el misticismo judío es que Di‐s deseaba el matrimonio. El matrimonio requiere la existencia de alguien distinto a uno mismo con quien compartir la vida, una unión de marido y mujer.
Di‐s eligió a la humanidad como Su novia.
Una montaña rusa de romance, afecto, peleas y distanciamiento.
En cada generación, muchos consejeros abogaron por el divorcio mientras otros proclamaron que el Novio había muerto.
Sin embargo, la relación ha perdurado porque ambos miembros de la pareja saben intrínsecamente que se pertenecen.
Cuando se quitan todos los velos, el hombre manifiestamente anhela la unión con Di‐s.
Según la Cábala, la época de las Altas Fiestas es la experiencia anual del matrimonio cósmico entre Di‐s y la humanidad.
Los cinco momentos espirituales clave de la temporada son paralelos a las fases básicas de un noviazgo y una unión convencionales. Las festividades nos invitan a recorrer nuevamente este proceso y a rejuvenecer la relación.

El noviazgo Elul precede a las Altas Fiestas. Este mes se describe en las enseñanzas jasídicas como un momento en el que “el Rey sale al campo para encontrarse con Su pueblo, saludándolos con bondad y ternura, mostrando un rostro
alegre a todos”.
Nosotros, a su vez, “abrimos nuestros corazones a Di‐s”. Este momento nos brinda la oportunidad de conocer a Di‐s.
El novio propone matrimonio Dice el maestro cabalista Rabí Itzjak Luria. “Durante la noche de Rosh Hashaná”, escribe, “la conciencia que anima el universo se vuelve frágil y débil”. Los grandes místicos judíos, de hecho, se sentían físicamente débiles durante la noche de Rosh Hashaná. Toda la existencia fue creada por el bien de este matrimonio propuesto. Si lo rechazamos, entonces todo habrá sido en vano. El cosmos entero espera nuestra decisión.
La novia se compromete
En la mañana de Rosh Hashaná, un sonido penetrante
se eleva desde la Tierra: el grito del Shofar. Es un
grito simple, que expresa el anhelo del hombre de conectarse con lo Divino.
Hemos decidido. Nuestra respuesta es sí.
La boda
Llega el día de la boda: Iom Kipur. Un día descrito en
la Cábala como “el tiempo de la unidad” en el que la
novia y el novio cósmicos forjan un vínculo para la eternidad.
En la tradición judía, la novia y el novio ayunan el día
de su boda. El día en que nos unimos a Di‐s, también nos abstenemos de comer y beber. El Talmud enseña que al casarnos, todos los pecados del novio y la novia son perdonados

Es por eso que este día se llama Iom Kipur, “el día de
la expiación”.
La ceremonia nupcial comienza con la conmovedora melodía de Kol Nidrei, en la que eliminamos el poder de los votos y las adicciones que nos atan.
Durante estos momentos profundos, intentamos liberarnos de la conducta compulsiva y los hábitos negativos y dejar de lado el resentimiento, la animosidad, la ira, el miedo y la envidia.
La ceremonia nupcial judía tradicional culmina con la entrada de los novios a una habitación aislada (jéder ijud) para pasar un tiempo a solas.
Iom Kipur culmina con la Neilá, u oración de cierre, llamada así porque cuando el sol de Iom Kipur se pone, las puertas del cielo se cierran, con nosotros dentro. Durante la Neilá, cada alma está a solas con Di‐s.
La celebración
Cuando los novios salen de su habitación privada, comienza la fiesta. Desde Iom Kipur saltamos a la festividad de siete días de Sucot, descrita en la Torá como “el tiempo de nuestra alegría”.
Estos días están llenos de festejos y felicidad extática, celebrando la unión entre Di‐s y Su pueblo. Unión
La fiesta de bodas ha terminado. Los invitados y los familiares han regresado a casa. En una consumación de la relación, la novia y el novio experimentan intimidad por primera vez, sus vidas se fusionan como marido y mujer.
Por lo tanto, después de los siete días de Sucot, llegamos al cenit de la temporada de las Altas Fiestas: Sheminí Atzeret y Simjat Torá, descrita en la Cabalá como el “tiempo de intimidad con lo Divino”.
Durante estos dos días cargados de alegría la alegría alcanza su punto máximo, ya que Di‐s y Su pueblo se fusionan en un todo perfecto.
Una semilla Divina se planta en cada uno de nuestros corazones.
Es por eso que recitamos oraciones especiales para la lluvia en la festividad de Sheminí Atzeret. ¿Qué es la lluvia?
En medio de la intimidad entre el cielo y la tierra, las gotas procreativas del cielo son absorbidas, fertilizadas y nutridas por la madre tierra, que con el tiempo dará a luz a sus hijos botánicos.
El mes ordinario
La luna de miel llega a su fin y la emoción comienza a desvanecerse. Ahora el matrimonio se trata de cuidarse mutuamente y demostrar confianza y lealtad a medida que avanzamos en la rutina diaria de la vida.
De los doce meses del calendario judío, el único que carece de un solo día festivo es el que sigue inmediatamente a la temporada de las Altas Fiestas.
El mes de Jeshvan es el momento de construir una relación genuina con nuestro cónyuge en nuestra vida cotidiana. Este es el momento de descubrir la alegría que nace de una relación continua con Di‐s.

MENSAJE PARA LA VIDA

LA FUERZA LIBERADORA DE L A DANZA Y SIMJAT TORÁ
La vida es sinónimo de movimiento. La muerte es cuando este movimiento se detiene.

Gentileza Meaningfull life

Todo lo que existe está en constante movimiento: las estaciones cambiantes, los cuerpos celestes, los átomos pulsantes, las olas del océano, los ciclos de cada organismo y forma de vida, nuestra respiración y los latidos del corazón, incluso el flujo del tiempo.
Todo lo natural y saludable siempre está en movimiento, excepto… los humanos.
Solo los humanos son capaces de desafiar el flujo natural del movimiento de la vida.
¡Solo nosotros, los humanos, intentamos ir en contra de nuestra propia inquietud innata y dominar el “arte” de convertirnos en “adictos al sofá” y “no hacer nada”!
La vida saludable tiene que ver con el flujo y el cambio, y tristemente buscamos adormecer nuestros movimientos e introducir la muerte en nuestras vidas.
A medida que nos vemos atrapados en las minucias de la vida superficial, en nuestra lucha por la supervivencia, en pequeñas batallas y preocupaciones, quedamos atrapados en viejos hábitos y patrones, y cada vez que lo hacemos, una pequeña parte de nosotros muere por dentro.
El que no está ocupado en nacer está ocupado en morir.
Pero la buena noticia es, que así como podemos elegir la “muerte”, podemos elegir la vida y el renacimiento: podemos determinar conectarnos a la fuente de energía

de la vida, y cuando lo hacemos, somos renovados. La danza manifiesta nuestro movimiento interno natural. Cuando nos congelamos, amordazamos y encadenamos nuestro espíritu interior.
Cuando estallamos en una danza desenfrenada, con nuestras manos libres y nuestros cuerpos desencadenados, nuestro ritmo interno inherente se libera y sale a borbotones.
Entonces, cuando te sientas limitado o sofocado,  considera  bailar.
Una celebración y danza de pasión absoluta e ilimitada es liberadora. Baila con tus piernas: elevan todo tu cuerpo y mente a otra dimensión.
Danza: Desencadenado de tus fantasmas, liberado de tu mente, liberado de tus ansiedades, liberado de tus límites, liberado de tus miedos. Baila lejos. Baila libremente.
Olvida por un momento tus dolores. El baile es universal. No hay distinción entre erudito y profano, entre intelectual y simple, entre adulto y niño. Todos bailamos juntos, independientemente de nuestro origen, educación y edad.
Bailar demuestra una celebración que trasciende el intelecto; nos conecta a todos como uno, y su celebración es ilimitada y absoluta.
Quítate los zapatos, libérate en un baile desenfrenado. Desafía la gravedad. Tu ligereza animará tu espíritu caído. El tirón de la tierra te ha derribado y te ha arrastrado allí.
Ahora es el momento de levantarse a sí mismo y a los demás

LA ENSEÑANZA SEMANAL
Director General: Rabino Tzví Grunblatt | Editora Responsable: Prof. Miriam Kapeluschnik

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