La nube

Esta semana terminamos la lectura del Éxodo, conocido como Libro de la Redención por su descripción de la salida del pueblo de Israel de Egipto. Este segundo libro de la Torá concluye describiendo el establecimiento y dedicación del Mishkan, Tabernáculo y la revelación de la Presencia Divina de Di‐s dentro de él.


La Torá nos dice: “Cuando la nube se levantaba del Tabernáculo, los israelitas partían en sus diversos viajes”. Este versículo plantea dos preguntas muy importantes.

En primer lugar, ¿cuál es la conexión entre el viaje de los judíos y el establecimiento del Tabernáculo en el desierto?
Esta información sería más apropiada más adelante en el libro de Números, cuando describe los diversos viajes del pueblo de Israel durante sus 40 años en el desierto.


En segundo lugar, el versículo implica que la marcha de los judíos hacia la Tierra de Israel está específicamente conectada con la Presencia Divina que abandona su campamento en el desierto. Sólo cuando “la nube se disipaba” “los israelitas partían”.

El pensamiento jasídico responde a ambas preguntas al abordar la naturaleza existencial última de la Creación.

Entiende el Tabernáculo como paradigma para todo el mundo. ¿Qué dinámica está en juego detrás del momento de los viajes del pueblo judío? Una respuesta es que no existe un gran logro espiritual en el cumplimiento de la Voluntad Divina en un momento en que la Presencia de Di‐s es manifiesta.
El objetivo final de la existencia es elevarnos y conectarnos con la santidad incluso cuando está oculta.
El Midrash dice que Di‐s desea una “morada para sí en los mundos inferiores”. Pero en relación con Di‐s, ¿existe un mundo superior o inferior? Su Reino es infinito.

Entendemos que cuando la nube de Di‐s se encontraba entre el pueblo judío y Su Presencia era revelada, el mundo material no era un lugar inferior. Sólo cuando la nube de Di‐s se elevó cada vez más alto y Su Luz Divina ya no se revela, podemos comenzar el cumplimiento espiritual del diseño de Di‐s. Y el Tabernáculo otorga al pueblo judío la fuerza y las facultades para traer la santidad al mundo, propósito último de la Creación.


Este es un mensaje relevante en este momento de la historia judía. Estamos en un estado espiritual de exilio. Hay una oscuridad que reposa sobre el mundo y que requiere de nuestros mejores esfuerzos, incluso más que antes, para dedicarnos al estudio de la Torá y al cumplimiento de las Mitzvot.

Debemos entender que nuestro propósito final es iluminar esa oscuridad con la luz de la Torá. Así como la desaparición de la nube Divina del Tabernáculo se convirtió en la señal para seguir adelante, así también los conflictos de hoy deberían alentarnos y des pertarnos a dedicarnos al cumplimiento de la misión de Di‐s, que es viajar más allá de esta era, hacia la era mesiánica de la completa y plena redención

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