Mi padre es judío… ¿Por qué tengo que convertirme?


Después de salir de Egipto, donde sufrieron como esclavos y fueron atormentados por ser judíos, los israelitas llegaron al monte Sinaí. Allí les dijeron que tenían que aceptar formalmente la Torá y convertirse al judaísmo sumergiéndose en una mikve (baño ritual). Podrían haber tenido la misma queja: siempre hemos sido judíos, hemos sufrido terriblemente por eso, ¡¿y ahora nos dicen que tenemos que convertirnos en judíos?!

De hecho, ya eran judíos en el sentido étnico, pero aún no se habían convertido en judíos en el sentido religioso. Nacieron en el clan, pero aún no se habían comprometido con la misión. Solo al aceptar sinceramente la Torá asumieron la identidad judía completa en cuerpo y alma. Los israelitas de antaño tuvieron su momento de la verdad:

¿Estoy listo para estar delante de Di‐s y comprometerme a ser judío? ¿No solo por un día o una semana o un año, no solo por mi vida, sino por generaciones?

Y dijeron que sí. El poder de ese momento aún resuena. Todos los judíos que viven hoy en día descienden de una madre que se convirtió al judaísmo, que dio ese paso, ya sea en el monte Sinaí o en algún momento desde entonces. Ahora tienes tu momento de la verdad. Puedes ser cultural y étnicamente judío, como ya lo eres. O puedes pararte en tu propio Sinaí y decirle que sí a Di‐s. Deja a un lado la emoción y tómate esta decisión en serio.

Si no, sigue adelante, deja cosas pendientes para tus hijos y los de ellos. Pero si lo haces, tu compromiso es para siempre, para todas las generaciones, de una vez por todas.

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