Para pensar, compartir con amigos y llevar a la práctica.
ESTABLECER UNA CONEXIÓN
Elisha Greenbaum
Imaginen un profesor brillante de renombre mundial, cuyos escritos requieren títulos avanzados para comprenderse.
Este profesor está trabajando en su oficina, analizando, profundizando.
Afuera de su puerta en la universidad está el conserje, limpiando el pasillo. El conserje es un hombre sencillo, sin una educación “superior”. No entendería los conceptos básicos del campo del profesor. Para él tener la menor idea de lo que el profesor está estudiando es inconcebible. El profesor y el conserje no tienen ninguna conexión. Los pensamientos de uno operan en una dimensión diferente a los pensamientos del otro.
Pero entonces el profesor, al escuchar al conserje afuera de su puerta, le pregunta si le traería un vaso de agua. Y en ese momento, se inicia una conexión, las líneas de comunicación se abren y se hace posible una relación.
El profesor no precisamente necesita el agua. No tiene mucha sed. Él sólo quiere un trago. Tal pedido no surge de la lógica sino de un ejercicio de su voluntad.
Es un deseo, el impulso interior del alma desafía la razón. Si el portero le trae un vaso de agua al profesor, se establece la conexión y la relación.
Nuestra tradición utiliza analogías para ayudarnos a entender cómo funciona la Divinidad y cómo podemos tener una conexión con la Fuente Infinita de nuestro ser.
La filosofía jasídica utiliza esta analogía para explicar cómo nosotros, como seres humanos finitos, nos conectamos con el Di‐s Infinito, sólo que la diferencia entre nosotros y Él es, inmensurablemente, infinitamente mayor que la distancia entre el profesor y el portero. Di‐s nos pide que cumplamos mitzvot. Y cuando cumplimos Su voluntad, no porque tenga sentido, o que logremos algo, sino porque Él nos lo pide, porque Él quiere que hagamos esa acción, entonces establecemos una relación. De hecho, la palabra “mitzvá” significa también “conexión”. Cuando respondemos al mandato, nos conectamos.
Hay un último punto: volvamos a nuestra analogía. Si el maestro pide un vaso de agua, pero le traen gaseosa, cerveza o jugo de naranja, su pedido no se está cumpliendo.
La conexión no existe. Porque la única manera de hacer esa conexión es cumplir con el pedido, hacer lo que se pide, no lo que piensa el portero.
Y lo mismo es cierto con las mitzvot. Hay una manera correcta de hacerlas, la manera que cumplirá con el pedido de Di‐s, detallado para nosotros en el Código de la Ley Judía. Y así es como nos conectamos con El.
Miren hoy pongo delante de ustedes una bendición (Deuteronomio 11:26) La bendición en este versículo no se refiere a nada específico, sino que es una declaración integral que incluye todas las bendiciones que Hashem otorga a cada judío. Por lo tanto, en primer lugar y, sobre todo, se refiere a la bendición máxima de todas: la Redención completa a través del Mashiaj.
Al usar el enfático “¡Miren!”, la Torá enfatiza que la Redención Mesiánica no es algo teórico, sino algo que será evidente con nuestros ojos de carne, ¡y en este mismo día!
(El Rebe de Lubavitch,
Shabat Parashat Ree, 5751)
LA PARSHÁ EN PROFUNDIDAD
De las Palabras del Rebe de Lubavitch
En Reé se les ordena a los Hijos de Israel mantener su propio código de conducta y no aprender de las naciones que habitaban Israel antes de su conquista.
“Tengan cuidado de no caer en la trampa de seguirlas”. Un judío nunca debe preguntar: “¿Cómo adoran estos gentiles a sus dioses, para que yo haga lo mismo?” Porque Di‐s nos ha ordenado: “No deben hacer esto delante del Señor su Dios…
Moshe advirtió a los judíos que no imitaran la conducta de los gentiles. Ellos tienen cultura y costumbres. Algunos adoran ídolos, o pasan sus vidas tratando de satisfacer lujurias y deseos mundanos, otros están motivados por la búsqueda del poder.
Pero está prohibido que un judío aprenda de su comportamiento.
Desde un punto de vista numérico, el pueblo judío es la nación más insignificante de todas.
Sin embargo, su conducta es absolutamente única. Algunos judíos piensan equivocadamente que la clave para ganarse el respeto y la admiración de las naciones es copiar su comportamiento.
Pero, lo cierto es lo opuesto. Sólo cuando los judíos mantienen con orgullo sus tradiciones judías y su fe inquebrantable en Hashem, merecen el sólo el respeto de sus vecinos gentiles y su apoyo.
Di‐s colocó al pueblo judío entre las naciones para que pudieran ver y aprender de su fe inquebrantable.
Los judíos deben recordar siempre que “Tú nos has elegido de entre las naciones” y comportarse de acuerdo con Su voluntad, tal como se revela en la Torá.
Cuando los judíos se comportan así, sirven como ejemplos vivos para los gentiles, demuestran que es posible adherirse a las Siete Leyes Noájidas que se aplican a toda la humanidad.
El pueblo de Israel ha vivido de acuerdo con las leyes de la Torá durante más de 3.000 años. A pesar de su antigüedad, la Torá es relevante para nuestros días y época, impartiendo a todos los que siguen sus caminos fuerza y vitalidad.
Cuando cumplimos las leyes de Di‐s y no imitamos a las naciones que nos rodean, merecemos una multitud de bendiciones: larga vida y buenos años, tranquilidad y paz, salud física y verdadero placer.
Adaptado para Maaian Jai de Hitvaaduiot 5745, Vol. 5
UN MOMENTO
El exilio no nos separa de Di‐s. Por el contrario, la Presencia Divina también está en el exilio. Nuestro “Padre” está en el exilio junto con nosotros.
El hecho mismo de que estemos en el exilio es una revelación de la voluntad de Di‐s.
La razón por la que estamos en el exilio es para elevarnos a un nivel aún más alto. Es un descenso con el propósito de ascender.
Por lo tanto, el exilio no es un fin en sí mismo, sino meramente un medio para elevar a los iehudim a un peldaño más alto que antes.
(El Rebe de Lubavitch, 20 de Av, 1985)
JUDAÍSMO PRÁCTICO
ROSH JODESH ELUL
Nos estamos acercando al nuevo año ‐Rosh Hashaná por lo tanto ya empezamos a desearnos los unos a los otros “que seas inscripto y sellado para un año bueno”. Los días de Iamim Noraim (días de Rosh Hashaná y Iom Kipur) se acercan, y comenzamos a agregar desde el primer día de Rosh Jodesh, 30 de Av (3/9) en los rezos de la mañana luego de Shir shel Iom (Cántico del día) el Salmo 27 y en el rezo de la tarde luego de Tajanún
Debe agregarse hasta el día de Hoshaná Rabá el 21 de Tishrei (23/10). · El segundo día de Rosh Jodesh (4/9‐ 1 de Elul) comenzamos a escuchar el sonido del Shofar. Se escucha hasta el día 28 de Elul (1/9).
En la víspera de Rosh Hashaná ‐29 de Elul (2/9) ‐no se toca el Shofar, para separar entre el sonido del Shofar que se toca en el mes de Elul y el de Rosh Hashaná, que es una Mitzvá de la Torá. · Desde Rosh Jodesh Elul las comunidades sefardíes comienzan a recitar Selijot. · A lo largo del mes de Elul es conveniente incrementar en: a) Estudio de Torá, b) rezar y pedir a Hashem y c) ocuparnos de las necesidades y bienestar de nuestro prójimo.
SHOFAR EN ELUL:
a) Luego del pecado del becerro de oro, Moshé pasó 40 días implorando perdón. Luego, subió al Sinaí durante otros 40 días, y bajó con las Segundas Tablas. Este ascenso comenzó el primero de Elul y finalizó el día de Iom Kipur, y fue acompañado por toques de Shofar.
Para conmemorar esto, lo hacemos sonar durante el mes de Elul.
b) Los toques del Shofar nos emocionan el alma, e inspiran a acercarnos a Di‐s, como está dicho: “Si se toca la trompeta en la ciudad, ¿no temblará el pueblo?” Amos 3:6
c) Tocamos el Shofar durante el mes precedente a Rosh Hashaná para confundir al ángel que nos juzga.
Al hacerlo, nos arrepentimos por los actos indebidos, y nos proponemos seguir un nuevo camino. Si es así, el caso está cerrado, y ganamos.
Di‐s ya nos anotó en el Libro de la Vida para el año siguiente, aún antes de Rosh Hashaná.
Esto deja al fiscal confundido. ¿Qué hará el día del juicio? A esto se refiere con “no saber qué día es Rosh Hashaná”: no puede saber qué día será el juicio.
LO QUE SIEMPRE QUISE PREGUNTAR
¿CÓMO ES QUE HACER SONAR EL SHOFAR CONFUNDE
AL ÁNGEL QUE NOS JUZGA?
Tocamos el Shofar todos los días del mes,
con excepción del Shabat como preparación
para Rosh Hashaná.
Explican los Sabios: Hacer sonar el Shofar –que en realidad es una actividad de Rosh Hashaná– con un mes de anticipación confunde al ángel que nos juzga, que no sabrá qué día exacto es Rosh Hashaná. ¿Acaso el ángel no podría ponerse al día luego de algunos cientos de años?
El Rebe explica:
No es la primera vez que buscamos confundir a quien nos juzga. Durante Rosh Hashaná, tocamos el Shofar más de lo necesario para
“confundir al ángel que nos juzga”, dice el Talmud.
Acerca de este pasaje del Talmud, Rashi explica: Cuando quien nos juzga observa cuánto apreciamos los mandamientos de Di‐s –cumpliendo mucho más de lo que deberíamos– no tiene nada que decir. Pasa algo parecido cuando tocamos el Shofar durante el mes precedente a Rosh Hashaná.
Al hacerlo, nos arrepentimos por los actos indebidos, y nos proponemos seguir un nuevo camino.
Si esto es así, el caso está cerrado, y ganamos. Di‐s ya nos anotó en el libro de la vida para el año siguiente, aún antes de Rosh Hashaná.
Esto deja al fiscal algo confundido. ¿Qué deberá hacer el día que llegue el juicio?
A esto se refiere con “no saber qué día es Rosh Hashaná”: no puede saber qué día será el juicio.
Durante Rosh Hashaná, tocamos el Shofar más de lo necesario para “confundir al ángel
que nos juzga”, dice el Talmud.
Esto se debe a que nos ocupamos del tema bajo nuestros propios términos, algo así como un trato paralelo con Di‐s. También es la razón por la que no tocamos el Shofar el día anterior a Rosh Hashaná: para ese momento, tenemos tanta confianza en que Di‐s ha aceptado nuestro arrepentimiento durante los primeros 29 días que no necesitamos tocar el instrumento el último día del mes. Así, la fiscalía se queda sin trabajo.
MENSAJE PARA LA VIDA
El invitado que debe irse: LA CULPA
Michoel Gourarie
Durante el mes de Elul, previo a Rosh Hashaná se nos instruye a reflexionar sobre el año pasado y prepararnos para un futuro mejor.
El problema es que reflexionar sobre el pasado a veces despierta sentimientos de culpa.
La culpa es una emoción compleja.
Si bien enciende un deseo de cambio, también puede ser una fuerza destructiva. ¿Existe la culpa buena y la culpa mala? La complacencia es
quizás la fuerza más poderosa que se interpone en el camino del verdadero crecimiento.
Si nos sentimos totalmente cómodos con quiénes somos y dónde estamos, no hay necesidad de cambiar.
Si no podemos reconocer ninguna deficiencia en nuestra personalidad, nunca habrá necesidad de modificar la conducta.
Si nunca nos sentimos culpables, seremos indiferentes, apáticos y resistentes a cualquier mejora.
Cuanto más incómodos nos sintamos con nuestro nivel de desempeño, más nos veremos impulsados a cambiar. Por lo tanto, un ingrediente crítico para el crecimiento personal y el cambio real es un intenso sentimiento de incomodidad.
Cuanto más incómodos nos sintamos, más nos sentiremos impulsados a cambiar.
Cuanto más nos arrepintamos de haber herido los sentimientos de otra persona, más nos esforzaremos por enmendarlo
Cuanto más remordimiento sintamos por nuestras transgresiones, más profunda será nuestra determinación de mejorar.
Si no estamos contentos con nuestros arrebatos de ira y agresión, tendremos un fuerte deseo de controlarnos.
Una dosis saludable de culpa es fundamental para el desarrollo personal.
Pero la culpa en su extremo puede ser muy destructiva y debilitante, impidiéndonos avanzar.
La culpa intensa puede afectar nuestro desempeño, dejándonos con depresión, vergüenza y desesperación. Puede dañar la autoestima, convenciéndonos de que somos intrínsecamente malvados e incapaces de cambiar.
La prueba para saber si nuestros sentimientos de culpa son beneficiosos o destructivos es hacer una pregunta: ¿Controlamos nuestra culpa o ella nos controla?
Controlar la culpa significa tener la capacidad de permitir que una dosis saludable de remordimiento entre en nuestra mente y corazón, para crear un deseo real de rectificar y mejorar. Nos comprometemos a cambiar y debemos deshacernos de la culpa y avanzamos con la convicción de que Di‐s siempre da la bienvenida a nuestras acciones positivas, sin importar cuánto hayamos fallado.
Nuestra alma tiene un bien infinito al que se puede acceder y utilizar para reconectarnos y rectificar aquello que necesita ser reparado.
La culpa debe ser un huésped temporal que nos ayude a empezar.
Es como una poderosa sierra eléctrica. Si la controlas, puede usarse para construir y reparar. Si pierdes el control, puede hacerte daño a ti mismo y a los demás.”
Cuanto más remordimiento sintamos por nuestras transgresiones, más profunda será nuestra determinación de mejorar