Más allá del sí y el no

Cuando intentamos pensar en lo que está más allá o antes de la creación, sencillamente imaginamos una ausencia de todo lo que existe.

En ensayos anteriores (La Burbuja, Realidades Inversas e Intransigencia), describí una creación que incluye mucho más de lo que a menudo aceptamos. Generalmente pensamos al universo como lo que es. Cuando a tientas intentamos pensar en lo que está más allá o antes de la creación, sencillamente imaginamos una ausencia de todo lo que existe. Lo que ignoramos es que esa creación debe incluir todo lo que no existe también. El mismo concepto de existencia binaria- que algo pueda o no existir- tuvo que ser creado.

Esto coloca al Creador de este modelo también en una luz diferente: El Creador origina el mismo concepto de sí y no, ser y no-ser, presencia y ausencia- y está, por consiguiente, más allá de tal. Para Él, todo se reduce a un solo tema: Su acto de crear. Así como Su voluntad sostiene la existencia de las cosas, así también sostiene el mismo concepto de que podrían no existir.

Para ilustrarlo, hagamos una pregunta: ¿Qué pasaría si Él dejara por un momento de mantener la creación? Usted podría contestar que el mundo desaparecería. Algo así como cuando se apaga la televisión o el monitor de la computadora- el mundo que proyectaba ya no está allí. 

El autor del Tania, sin embargo, escribe otra cosa. Él declara que en ese caso el mundo no estaría ausente, sino que nunca habría existido, tal cual era antes de ser creado. La ausencia también es una creación- y ella también habría desaparecido. Tal vez una analogía más cercana es la experiencia de despertarse abruptamente de un ensueño- no sólo nos olvidamos a menudo del ensueño, sino que a veces incluso olvidamos el hecho de que estábamos soñando despiertos. Esa pequeña fracción de tiempo, de hecho, está excluida de nuestra realidad. (Desgraciadamente, puede no estarlo de la realidad de su supervisor.)

Esto presenta la respuesta más refinada al problema planteado en mi último ensayo- el problema de la intransigencia: que Di-s no cambia. Aun cuando Él está involucrado en el mundo e interesado en el resultado de las cosas, ninguno de éstos implica algún cambio en Él. Tú eres Él antes de que el mundo fuera creado, Tú eres Él después de crearse el mundo, recitamos en nuestras plegarias de la mañana. ¿Por qué? Porque para Él, la existencia y la no-existencia son entidades idénticas.

Como escribe el Salmista: Para Ti, la oscuridad y luz son lo mismo. Para nosotros, la luz es algo y la oscuridad es un no-ente- es nada más que una falta de luz. Para Él, sin embargo, energía y ausencia de energía son ladrillos equivalentes en la construcción del mundo.

Extravagante como parezca, en tiempos recientes hemos logrado una comprensión limitada de esta idea. Durante milenios, mentes pensantes consideraban al universo entero compuesto de dos elementos totalmente diferentes: materia y energía. La materia se consideraba esencialmente inerte, sin ninguna otra cualidad inherente salvo la de ocupar un espacio. La energía, por otro lado, se consideraba como una cualidad de las cosas, sin ocupar ningún espacio propio, sin masa ni forma. Simplemente, la materia es la cantidad de las cosas, la energía, la calidad. La energía empuja la materia, la materia reacciona a la energía con movimiento y cambio.

En el mundo de la materia, entonces, la energía no es una cosa- es simplemente una cualidad de las cosas. Viceversa, desde el punto de vista de la energía, la materia es nada más que una obstrucción de energía.

Qué sorpresa, entonces, al descubrir que la materia puede convertirse en energía y viceversa. Más aún, con una nota al pie de página garabateada a propósito en una oscura tesis, esto es exactamente lo que propuso un joven empleado de patentes llamado Albert Einstein. Y nuestro uso de la energía nuclear es lo que lo lleva adelante.

Investigaciones sobre materia y antimateria proporcionan más ejemplos, así como investigaciones con partículas positivas y negativas. Quizás, en el futuro, tengamos evidencia concreta de que el cosmos no es más que un sandwich de pan (es decir: dos rodajas de pan con otra en el medio. Terminaremos proponiendo un modelo de universo donde el delante y el detrás son esencialmente lo mismo- absurdo como parezca.

Cuando lo hagamos, los cabalistas no se sorprenderán. El “Ari” (Rabí Itzjak Luria, un cabalista del siglo 16) describe el proceso de creación como una interacción continua de energía positiva y negativa (luz y vasijas, guilui y tzimtzum), derivados de los dos nombres principales de Di-s, Elokim y Y-ave. Y-ave es el Creador que emana Su luz creativa y Su presencia, Elokim es el mismo Creador en un modo que eclipsa y niega esa luz. Con cada negación (hester), la luz es encaminada hacia abajo, hacia el reino de un mundo inferior. Ese mundo se divorcia completamente del mundo anterior, conteniendo una luz que es oscuridad en relación a la luz anterior.

Eso es todo desde la subjetividad de esas mentes conscientes creadas dentro de este esquema. El proceso de ocultamiento, sin embargo, funciona como un espejo de un único sentido -mirando de arriba hacia abajo, todo está claro como el día. La oscuridad no oculta nada. Cualquiera sea la luz negada, sólo se negó con el fin de recibir. Desde Su perspectiva todo lo que estaba allí al inicio, está allí al final.

Antes de que todos los lectores se pierdan, usaremos una excelente analogía. La mejor para este concepto no viene de la física, sino de la psicología. Pedagogía, para ser más precisos. La analogía es una analogía en sí misma:

Enseñar el abecedario es una cosa, pero digamos que alguien tiene que enseñar algo más profundo. Tomemos un gran filósofo y pongámoslo en un cuarto con unos chicos brillantes pero pesados, que hacen preguntas del estilo: ¿Por qué hay maldad en el mundo? o ¿Cuál es el significado de vida?

El filósofo ha dedicado su vida a examinar estas preguntas. Quizá hasta haya escrito ensayos sobre ellas. Pero eso no va a ayudar mucho ahora, porque estos chicos no van a entender ni una palabra de lo que escribió. No sólo no se contestaran las preguntas si habla de esa manera con ellos, sino que estos chicos estarán totalmente perdidos y resentirán alguna vez haber preguntado.

Ya mismo, este filósofo tendrá que apartar todas esas palabras elegantes y pruebas detalladas y regresar al núcleo esencial del asunto- el punto inicial, despojado, del cual sus ideas se originaron en primer lugar. Una vez allí, puede empezar a vestir ese punto nuevamente- esta vez con ropas muy distintas.

¿Qué tipo de ropas? Ropas con las cuales los niños puedan relacionarse. Ropas que son lejanas a su mundo, pero que se ajustan muy bien al mundo infantil. Puede dar ejemplos de héroes de películas, de béisbol, dulces y helados. Podría construir una historia basada en los personajes y los objetos comunes del mundo de un chico.

Lo interesante es que estas metáforas pueden ser completamente ajenas al concepto que el filósofo intenta enseñar. Pero esto también es parte de su genio- así como es un genio en zambullirse en las profundidades de un problema, resumir un concepto y despojarlo en su esencia, así también es un genio en percibir reflejos de este problema en asuntos cotidianos. Cuando mira una pelota de béisbol, no solo ve una pelota de béisbol, sino que ve el concepto que quiere enseñar. Y por lo tanto, lo puede usar para una metáfora.

Así los chicos tienen una historia, y la razón de esta historia es enseñarles algo. Al principio, pueden escuchar simplemente la historia. Pero luego piensan: “Nosotros le hicimos una pregunta. ¿Por qué él nos contó una historia?” Y se dan cuenta de que hay un significado en la historia. Y siguen pensando y comprenden que algunos de los detalles de la historia no encajan perfectamente—“sobresalen” un poco. Así que estos detalles deben contener significados más profundos. Si se aferran a la historia lo suficiente-cuarenta años, dice el Talmud- y trabajan duramente en ella, pueden llegar a entender las complejidades que su maestro introdujo en ella.

Para los estudiantes, los artilugios de la historia comprenden una capa de vestimentas que cubren una idea. Como las envolturas de un regalo de cumpleaños, la metáfora del helado, la parábola de la pelota de béisbol, el ejemplo de los dulces–todos éstos actúan como envoltorios dentro de envoltorios, capas dentro de más capas de vestimentas, que se filtran hasta que alcanzan la idea.

Pero para el filósofo-cuenta cuentos, el envoltorio es todo transparente. Cuando habla sobre el helado, no piensa en helado–siente la idea que el helado representa. De hecho, no ve solo una simple historia–ve una explicación.

Después de todo, ¿cual es la idea “envuelta” del filósofo, sino su propia mente? La analogía es como la tortuga que vive en una casa hecha de sí misma. Así también, la historia que provee una casa para estas ideas profundas, se construye de la misma creatividad de los autores. La única diferencia es que el contenido detrás de la historia expresa la habilidad de los autores para entender y esclarecer lo que para otros es oscuro, mientras que el proceso de contar una historia expresa su habilidad para resumir una idea y verla de otra forma.

Para el estudiante, la historia del maestro es la mente del maestro envuelta en una historia. Para el maestro es su mente envuelta en su mente.

Ahora, pensemos en este mundo y todo lo que contiene como una gran parábola. Aquéllos que no tienen preguntas, lo toman al pie de la letra. Creen que los artilugios de la historia existen por derecho propio. Ni siquiera ven una historia.

Aquellos que saben que es una historia, la examinan y descubren significados en ella. Empiezan a ver cómo Di-s se comunica con nosotros a través de artilugios de Su mundo. Ven que el agua expresa la bondad infinita, el fuego, poderío infinito, el dulzor de una fruta, sabiduría, los pájaros, la libertad del alma, los peces, la unicidad de la existencia en los mundos ocultos. Esta gente pela las capas exteriores para descubrir dentro, destellos de verdad.

El Gran narrador, sin embargo, mira la historia y solamente se ve a Si mismo pensándose. La energía de la existencia no es nada más que Su sabiduría infinita. Y los filtros y negaciones de esa energía no son nada más que Su poder para encontrar expresión de esa sabiduría en formas finitas. El Poder de Ser y el Poder de No-ser. En la convergencia de ambos, allí está Él en Su Ser esencial.

Tan etéreo como todo esto puede parecer, tiene una gran aplicación práctica. Al ver la vida como una parábola de sabiduría infinita, empezamos a ver las caídas y los moretones en una luz diferente. Ya no son obstáculos en el camino hacia lo que queremos lograr. Como las anomalías que los sabios pusieron intencionalmente en la historia, son densos nudos de luz, esperando que tú los desenredes y descubras la sabiduría del cual están formados.

Por Tzvi Freeman

Una sola barra de oro


Por Lazer Gurkow 

Como Rabino en una comunidad pequeña, a menudo me llama gente de la congregación, que tiene que recitar el Kadish, para que los ayude a juntar gente para el Minian. Antes de aceptar esto, siempre les pido que primero reúnan a sus amigos. A menudo reclutan uno o dos amigos, y el resto me lo dejan a mi, lo cual me hace pensar ¿para qué me molesto en pedir ayuda? 

La misma pregunta se podría formular sobre Di-s durante un episodio curioso que se produjo en la construcción del Tabernáculo y su candelabro de oro. Di-s describe el intrincado diseño Moisés, pero éste no lo entiende. Di-s lo explica nuevamente, hace un dibujo e incluso se ofrece para ayudar a construirlo, pero todo era en vano. Al final, Moisés echa el oro en el fuego y el candelabro surge milagrosamente. 

Di-s debió haber sabido que lo iba a construir Él mismo, entonces ¿por qué le pidió a Moisés que lo construya? 

Entendiendo el diseño 

Una simple pregunta es: ¿qué era tan complicado en el diseño, que Di-s, el más grande maestro, no pudo hacer que Moisés entendiera? 

La verdad es que Moisés entendió perfectamente. Había siete brazos y cuarenta y nueve adornos. Lo que él no comprendía era por qué estos componentes separados debían ser armados a partir de un solo bloque de oro. 

La idea de que la pluralidad y singularidad pueden unirse desafía la lógica humana. 

La mística enseñó que estos siete brazos y cuarenta y nueve adornos corresponden a los siete días de la semana y los cuarenta y nueve días que hay entre Pesaj, cuando nuestros antepasados fueron redimidos de Egipto, y Shavuot, día que recibimos la Torá en Sinai. 

La Torá nos ordenó que contemos los días de estas siete semanas. Siete semanas son cuarenta y nueve días, pero en otro versículo aparece la instrucción de contar cincuenta días. ¿Cómo podemos contar cincuenta días en un período de cuarenta y nueve días? 

La mística nos dice que el día cincuenta fue contado por Di-s cuando nos dio la Torá. 

Mas allá del entendimiento humano 

Para recibir la Torá se requieren cuarenta y nueve pasos de preparación. Sólo al completar estos cuarenta y nueve pasos somos dignos de recibir el paso número cincuenta, la Torá, que Di-s nos concede desde arriba. 

Cada ley en el Torá es de gran complejidad y es por esto que puede ser entendida desde cuarenta y nueve perspectivas diferentes. Requiere tremenda diligencia para comprender e internalizar dicha profundidad. Es necesario el crecimiento día a día para llegar a la más alta sabiduría accesible para la mente humana. El día cuarenta y nueve representa esta petición. 

Hay otro elemento en la Torá que está más allá de nuestro entendimiento intelectual: Di-s, su autor. La información de la Torá puede ser comprendida intelectualmente, pero para conectarse con su autor es necesaria la humildad. 

El día cincuenta, aquel que sólo Di-s puede contar, representa el aura Divina del autor de la Torá. Este es un elemento que no puede ser contado por nosotros mismos, nunca lo vamos a entender. Pero si contamos por cuarenta y nueve días, aplicando las cuarenta y nueve perspectivas de la Torá, entonces Di-s nos concederá la perspectiva número cincuenta desde arriba. 

Cuando llegamos a ese día, adquirimos una perspectiva totalmente nueva. Luego nos damos cuenta de que las cuarenta y nueve perspectivas no son exclusivas entre sí, de hecho, todas fluyen de una base común, un solo núcleo de sabiduría Divina que brilla a través de un prisma de cuarenta y nueve colores. No podemos llegar a esta sabiduría por nuestra cuenta, la recibimos de Di-s, que nos la otorga desde arriba. 

Transformándonos en un recipiente 

Si la meta del estudio de la Torá es conectarnos con su Autor, y dicha conexión nunca puede concebida por nosotros mismos sino que se nos otorga desde arriba, entonces ¿por qué debemos estudiar Torá? Dejemos que Di-s nos la conceda desde arriba!. En otras palabras, ¿qué logran los cuarenta y nueve pasos que nosotros damos si todo cae bajo la llegada del cincuenta? 

Nos convierte en recipientes. Di-s no quiere académicos, quiere estudiantes. Él no quiere grandes maestros, sino almas elevadas, tampoco nuestra profunda comprensión, sino nuestro trasformado carácter. 

El propósito de Di-s es que nos convirtamos en recipientes y conductos para su santidad, y que hagamos las cosas que se aplican a nosotros. El esfuerzo, el anhelo, la desesperación y el deseo sincero hacia Di-s es lo que hace que el ego se transforme en un recipiente. Esto se logra durante el día cuarenta y nueve. 

La elegancia de la singularidad 

Los cuarenta y nueve adornos del candelabro eran hermosos y significativos. Sus formas, simetría, profundo significado y valor metafórico, inspiraron a Moisés a una gran pasión. Cada uno era significativo, cada uno contribuía y merecía su propio lugar. 

“¿Por qué todos tenían que ser martillados en una sola barra de oro?” se lamentó su alma. “¿Por qué manchar su distintiva belleza a través de la uniformidad rígida de una sola barra de oro?”. Los adornos eran excepcionales y Moisés estaba afligido por un pluralismo que sentía que debería ser demostrado. 

Pluralismo y singularidad son dos polos opuestos que sólo Di-s puede unir. Moisés entendió los cuarenta y nueve adornos, pero la única pieza de oro era el secreto del cincuenta, un secreto que únicamente Di-s puede entender. 

Ninguna explicación pudo hacer que Moisés lo entendiera, sin embargo Di-s se lo explicó y él quiso comprenderlo una y otra vez. Esta diligencia fue el sello verdadero de Moisés y en su mérito se transformó en el conducto de Di-s para transmitir la luz del candelabro y la Torá. 

Es por esto que le pido a la gente que junte a sus amigos para el Minian. Puede ser que no junten muchos, pero sé que sus esfuerzos los ayudarán a apreciar y/o identificarse con el significado de la plegaria y el Minian. ¿Quién sabe? Hasta pueden llegar a responder con entusiasmo la próxima vez que sean ellos los llamados.

El animal místico

La Torá, en la porción de Mishpatim, trata las leyes de los animales que dañan animales de otras personas o propiedades.

Por ejemplo, digamos que su perro -normalmente bien educado, doméstico- avanza frenético y repentinamente ataca y muerde al perro de otra persona en un lugar público; ¿cuál es la ley?.  En caso de los primeros tres incidentes, dice la Torá, el dueño del perro paga sólo por la mitad del daño. Ya que es inusual que el perro se pierda y muerda a alguien. No se esperaba que el dueño del perro tuviera que vigilarlo. Por consiguiente, no se lo juzga completamente responsable por la pérdida y comparte la misma con el dueño del perro herido.

Esto sólo es verdad en los primeros tres incidentes. Después de tres oportunidades de tal agresión, se establece que este perro es de naturaleza destructiva y se espera que su dueño lo vigile y es totalmente responsable por todos los daños y perjuicios causados como resultado de su fracaso al cuidarlo.

¿ES POSIBLE EL ARREPENTIMIENTO?

¿Qué hay sobre la reorientación? ¿Puede un perro, un toro o cualquier otro animal que se descarrió, reasumir su estado original de inocencia?.

Sí, dice el Talmud. Esto puede lograrse de dos maneras. O que el dueño entrene a su animal rigurosamente hasta que su conducta se transforme de agresor a un animal sosegado.

Otra opción, dicta el Talmud, es vender el animal o concederlo como regalo a otra persona. Con un nuevo dueño y nuevos modelos y horarios, la Halajá (ley judía) asume que el animal que proviene de una especie que es normalmente doméstica y de buen comportamiento, volverá a ser civilizado  hasta que se pruebe de nuevo que es destructivo.

LA DIMENSIÓN PSICOLÓGICA

Señalamos numerosas veces que cada ley de la Torá contiene además de una concreta interpretación física, una versión psicológica y espiritual. Ésta es una de las funciones primarias de la tradición mística judía-Cábala y Jasidut- para explicar el significado metafísico que se halla detrás de cada ley y Mitzvá de la Torá y el Talmud.

¿Cómo podemos aplicar lo antedicho acerca de estas leyes a nuestras vidas personales?

EL ANIMAL MÍSTICO

Cada uno de nosotros posee un animal dentro suyo, una conciencia terrenal y mundana que busca su auto- preservación y auto-perfeccionamiento. En la tradición judía, en contraste con algunas otras tradiciones, el animal humano no se ve inherentemente como malo y destructivo, sólo como potencialmente malo y destructivo.

Originalmente, cuando nacemos, el animal dentro de nuestra psique es inocente e incluso tierno, como un cachorro pequeño y tierno. Su meta primaria es meramente conservar su existencia, satisfacer sus demandas naturales, y disfrutar de una “buena vida”. Sin embargo, si nuestra conciencia animal no es educada, cultivada y refinada, este animal inocente y dulce puede transformarse en una bestia egoísta; a veces la bestia puede convertirse en un monstruo, propenso a destruirse a sí mismo y a otros en su demanda de auto-perfeccionamiento y auto-engrandecimiento.

Los animales que se encuentran dentro de las personas, se vuelven de hecho, en un momento dado, fuerzas perjudiciales que causan dolor y desastre a ellos o a otros. Hay dos categorías de animales- humanos perjudiciales. Uno cuyos momentos de agresión se ven como raras desviaciones, y otro en quien estos modelos destructivos se vuelven su conducta común.

En casos donde el animal es generalmente moral y decente y su acto de destrucción es una anomalía rara, la Torá declara, que debemos ser más comprensivos con el “dueño” del animal. Nadie está autorizado a agredir o a morder a otro ser humano jamás, pero hablando prácticamente debemos recordar que incluso el marido más dúctil podría perderse y levantar su voz con rabia e incluso la mujer más amorosa puede, en un momento de tensión, hacer un comentario molesto. Es doloroso, deben hacerse mejoras, pero no es el fin del mundo.

Mientras que el agraviador reconozca el mal que causó y acepte la responsabilidad de ello, serán seguidos de entendimiento y perdón.

Pero si los incidentes de abuso y destrucción persisten- por ejemplo, si un marido grita continuamente a su esposa o a sus niños, o una persona en posición de liderazgo o dirección, destruye las vidas de las personas bajo su mando, esta conducta no debe perdonarse nunca. Estamos tratando con un animal que se ha convertido en una bestia destructiva y debe detenerse inmediatamente.

Y, ¿cómo vuelve semejante animal a su estado de inocencia original? ¿Cómo hacer que un animal que se ha convertido en salvaje recobre la confianza de las personas que ha herido tanto?

DOS CAMINOS HACIA LA RECUPERACIÓN

Existen dos caminos disponibles.

El primero es un proceso riguroso de auto-refinamiento en que el animal aprende a confrontar y desafiar sus miedos más profundos e impulsos y quitar la bestia de su carácter abusivo.

Incluso antes de que se las arregle para trabajar revisando todas las cámaras oscuras de su animal salvaje, las enseñanzas del Judaísmo presentan otro alternativa también: Cambiar la jurisdicción del animal.

Tome su animal y sométalo a la propiedad de Di-s. Incluso antes de elevar su animal a un reino más alto, ríndalo a una realidad más elevada. Tome su rabia, sus aficiones, su depresión, y su miedo y sométalos a Di-s. Una bestia peligrosa puede convertirse en un alma agradable.

(Este ensayo está basado en una charla del Lubavitcher Rebe de Sukot 19875)

1) Éxodo 21:35-36 e Ibíd. De Rashi. De Talmud, tratado Baba Kama.

2) Semejante animal se llama en el Talmud un Muad, en contraste con un Tam que es el título concedido a un animal doméstico antes de que haya atacado tres veces.

Hay un argumento interesante entre comentaristas del Talmud, si un animal que ataca tres veces es juzgado por la Ley Judía como de haberse vuelto de naturaleza destructiva, o que su modelo agresivo de conducta demuestra que siempre ha sido de semejante disposición, sólo que estábamos meramente desprevenidos de ello (Ajaronim a Baba Kama 2,b.) Este debate tiene algunas implicaciones interesantes, particularmente cuando repasamos esta ley desde una perspectiva espiritual y psicológica, discutidas debajo.

3) vea Baba Kama 14a; pag. 39-40. Rambam Hiljot Nizkei Mamon 6:6-7.

4) aunque esta opción se disputa en el Talmud (Baba Kama 40b), Maimónides (ibid.) la visión arriba mencionada como ley definitiva.

5) Likutei Sijot vol. 36 pag. 102-108.

Cuatro razones pora estar contento

Porque es una buena manera de hacer las cosas

Para citar el clásico jasídico Tania, de Rabi Schneur Zalman de Liadi (1745-1812): “Al igual que en el caso de dos personas  luchando, cada una tratando

de derribar al otro, si uno de ellos se mueve con pereza y letargo, será fácilmente derrotado y derribado, aunque sea más fuerte que su compañero. Así también, en la lucha contra la inclinación del mal, uno puede prevalecer sobre ella… sólo con la ligereza que viene de la alegría, y de un corazón que es libre y limpio de cualquier rastro de preocupación y tristeza” Se aplica a la lucha libre, batallas morales y todo lo demás.

Porque es algo bueno

¿Por qué el gozo debe ser sólo una herramienta, un medio para un fin? Es una buena cosa en su propio derecho, una mejor manera de ser. Y no es tan difícil de lograr. Sólo debemos centrarnos en todas las cosas buenas que tenemos y cuánto más reales y duraderas son que las cosas no tan buenas.

Porque es un tiempo feliz.

Ser feliz a veces requiere de esfuerzo, como en la razón anterior. Pero hay momentos en que la felicidad está en el aire, y todo lo que se necesita hacer es abrirse a ella y permitir que entre en nuestro alma. Ahora estamos en ese momento. Nuestros Sabios nos dicen que “cuando el mes de Adar comienza, la alegría aumenta”. Como Haman descubrió desgraciadamente (para él), es un momento en que suceden cosas  buenas  al  pueblo judío. No tenemos que hacer nada para experimentarlo, sólo incorporarla.

Porque es lo que somos

Esta no es realmente una “razón”, así que supongo que significa que hay realmente tres razones, no cuatro.

Los maestros jasídicos nos dicen que nuestra alma es “literalmente una parte de Di-s”. Por lo tanto, la alegría, en última instancia, no es una técnica para dominar, ni un objetivo a alcanzar, ni siquiera un estado al que rendirse. Es lo que somos, en virtud de nuestro vínculo con Aquel que “la fuerza y la alegría están en Su lugar” (I Crónicas 16:27).

¿Por qué escondernos de lo que somos?

La Kabalá de la oscuridad

La novena de las 10 plagas que visitó a Egipto fue la plaga de la Oscuridad: “Ninguna persona podía ver a su hermano, ni nadie podía pararse de su lugar, por tres días; pero los hijos de Israel, tenían luz en todas sus moradas” (Éxodo 10:23)

La plaga física de la oscuridad tiene su raíz en la oscuridad espiritual, que puede ser definida como ausencia de la presencia revelada de Di-s. Al discutir el origen espiritual de esta plaga, el Midrash cita dos opiniones: Rabí Nejemia enseñó que la oscuridad se origina en las regiones del Guehinom (purgatorio), Rabi Iehudá enseñó que se origina en las esferas celestiales.

Los Maestros Jasídicos explicaron la diferencia entre estas dos formas de oscuridad:

1) La oscuridad clásica, asociada con el Guehinom, actúa como una cortina. Cuando una cortina tapa una ventana, obstruye el paso de los rayos de sol y deja a la habitación a oscuras. Esta es la oscuridad del Gehinom, en donde la presencia de Di-s está totalmente oculta.

2) La oscuridad celestial es primordial; antecede toda luz. La esencia de Di-s va más allá que cualquier revelación. Cuando él decide revelarse, irradia hacia afuera para que su luz se vuelva visible, pero más allá de la luz, todavía hay oscuridad. La oscuridad es el dominio de su esencia y la esencia no requiere luz. No le falta luminiscencia, sino que la trasciende.

En otras palabras, la oscuridad clásica oculta la luz de Di-s, mientras que la oscuridad celestial revela la esencia de Di-s, trascendiendo toda luz.

Proyectado en el nivel humano:

Estas dos formas de oscuridad espiritual, una vez experimentado en el nivel humano, obtienen dos reacciones muy diferentes. La oscuridad clásica es el encubrimiento de la luz. Dejado en la oscuridad espiritual, el humano busca Divinidad porque su condición anhela luz.

La oscuridad celestial, en el nivel humano, tiene un efecto espiritual negativo.  El  ser humano, al no poder trascender la luz, experimenta tal trascendencia como la satisfacción con la oscuridad. Si se subyuga tal satisfacción por un período prolongado de tiempo puede olvidar por completo la virtud de la Divinidad.

Ceguera e inmovilidad:

La oscuridad física afectó a los egipcios de dos formas. La primera era que “ninguna persona podía ver a su hermano” y la segunda era que “ninguna persona podía elevarse de su lugar”. El Midrash enseña que esta plaga duró seis días. Los primeros tres días los egipcios no podían verse uno al otro pero podían levantarse y moverse. Durante los últimos tres días la oscuridad se intensificó tanto hasta el punto que paralizó hasta el movimiento más simple. No podían levantarse de sus lugares.

Estos dos períodos de tres días en la Plaga de la Oscuridad pueden ser vistos como correspondientes de los dos tipos de oscuridades que discutimos antes. Durante el primer período de tres días, los egipcios experimentaron la oscuridad espiritual clásica en la que uno se siente privado de luz y languidece por ella. Durante este tiempo no podían ver a su hermano. En este sentido, su hermano es una metáfora de la luz de Di-s. Querían ver su luz, pero la oscuridad los prevenía de hacerlo. Durante el segundo período de tres días la oscuridad era en la forma celestial. Crecía su alegría con la oscuridad: ya no languidecían por su “hermano”, sino más bien no podían levantarse de su lugar. “Su lugar” es una metáfora de su contento con la luz; no podían levantarse de esta alegría para apreciar el valor de la luz de Di-s.

Los dos Antídotos:

¿Qué hacían los Hijos de Israel mientras los egipcios languidecían en la oscuridad?

El Midrash cita dos propósitos sobre la utilidad de la plaga de la oscuridad:

1)Muchos judíos no querían abandonar Egipto, así que Di-s decretó que morirían allí. Los egipcios permanecieron inconscientes de tan bochornoso hecho porque los judíos murieron y fueron enterrados durante el período de la oscuridad.

2) La oscuridad proveyó una oportunidad a los judíos de circular por las casas egipcias para determinar la ubicación de los objetos de valor que tomarían luego. Cuando los judíos pidieron prestado estos objetos, los egipcios no podían negar poseerlos porque los judíos detallarían el lugar en donde estaban escondidos.

De acuerdo a uno de los comentarios, ambas razones son ciertas. Durante los tres primeros días de la plaga, los judíos enterraron a sus muertos y durante los últimos tres días exploraron los hogares egipcios.

En un nivel metafórico estas dos actividades constituyen actividades antídotos para las dos formas de oscuridad descritas arriba.

1) El antídoto para la oscuridad que oculta la luz es quitar esa “cortina” que oculta y tirarse a la piscina de luz. Durante los primeros tres días, mientras los egipcios languidecían por la luz los judíos saltaron en ella. Los judíos distinguieron claramente la oscuridad de la luz y a los malvados de los justos. Entendieron por qué sus hermanos murieron y rápidamente los enterraron para remover todo resto de maldad de entre ellos.

2) El antídoto para la oscuridad que está contenta de su oscuridad es mirar dentro de la misma e identificar su raíz divina; reconocer que el hecho de que el hombre esté contento sin luz es un reflejo del hecho que su creador trasciende toda luz. Durante los últimos tres días, mientras los egipcios permanecieron atrapados en su “lugar” de oscuridad contenta, los judíos miraron en los lugares oscuros ocultos y descubrieron tesoros de “oro” y “plata”. En el lenguaje de la Kabalá, el oro y la plata representan amor a Di-s. Los judíos miraron dentro de la oscuridad y descubrieron su amor por las raíces Divinas ocultas.

Por Lazer Gurkow

¿Qué significado tiene el mes de Tevet?

Como es sabido, contamos los meses desde Nisan, al que la Torá llama el primer mes. Tevet es el décimo. El número diez indica un nivel de santidad y perfección en temas sagrados. Hay diez sefirot (Diez emanaciones), diez dichos con los que el mundo fue creado. Diez Mandamientos, y diez niveles de santidad en la Tierra de Israel.

El Diez de Tevet es el 10 del 10. Una indicación de un nivel extra de santidad.
En la Torá, el período del exilio y el fin del Galut es generalmente comparado con la situación de una mujer que está a punto de dar a luz.

Cuando el proceso de dar a luz se acerca, los dolores son más frecuentes y difíciles de soportar. Sin embargo, poco después, el dolor queda olvidado, como algo del pasado, y el día en el que nació el bebé es recordado como un día muy alegre.

Al pasar los años, el dolor se hace menos prominente, y la alegría y los Najat tomarán más preponderancia en la memoria que las dificultades del parto. Esa es la idea del Galut. Ahora estamos experimentando dolores de las contracciones. Es difícil, pero es solo temporario, sólo un pequeño precio que debemos pagar por toda la alegría y grandes bendiciones que saldrán de ello.

¿Quién está más alto?

¿Cuál es la mejor forma de llegar hasta el cielo? ¿Caminar por una avenida llena de autos en sentido contrario a ellos? ¿Realizar cierto tipo de increíble acto de fe? ¿Salvar miles de vidas? Bueno, hay una respuesta bastante buena en la Parshá de esta semana.

Leemos la historia del sueño de Iaakov con la famosa escalera con sus pies en la tierra y su cabeza en los cielos. “Y en ella los ángeles de Di-s subían y bajaban”.

Déjenme hacer una pregunta, como se dice en Idish, “ a klotz kashe” (una simple pregunta). ¿Los ángeles precisan una escalera? Todos sabemos que los ángeles tienen alas, no pies. Así que, si uno tendría alas, ¿Precisaría una escalera?

Aquí hay un mensaje muy bello.

En la escalada hacia el cielo uno no necesariamente precisa alas. Olvídense de los saltos de fantasía y límites. Hay una escalera, una ruta espiritual claramente asignada para nosotros; una ruta que precisa ser atravesada paso a paso, un escalón a la vez. El camino hacia el cielo es gradual, metódico y eminentemente manejable.

Mucha gente se desanima de empezar este recorrido espiritual porque piensan que se precisa un gran salto de fe. No pueden verse a sí mismos alcanzar un nivel de compromiso religioso que ven como algo fuera de este mundo. Y aún así, con el abordaje gradual paso a paso, uno encuentra que el se puede embarcar en el recorrido y que el destino aspirado no es de hecho, algo extraterrestre.

Cuando era pequeño, en Brooklyn, solía pasar por un edificio muy alto de camino a la escuela cada mañana. Era el Banco de Ahorros King´s County. Todos estos años después, todavía recuerdo el proverbio Chino que estaba inscripto en los grandes portales de la entrada del banco. “Una travesía de mil millas comienza con un sólo paso”. Esto no es sólo una sabiduría China, nosotros los judíos estamos de acuerdo. Y no está limitada a empezar con un plan de ahorro. Es una simple pero muy poderosa idea que no precisa ser “todo o nada”.

¿Cuál piensa que es la fantasía de un rabino? Un muchacho que viene a mi oficina y me dice, “Rabí, quiero ser observante. Ahora dígame, ¿Qué tengo que hacer?”. ¿Es esto lo que sueño despierto todo el tiempo? Y si pasa, ¿piensas que voy a tirarle el libro e insistirle que haga cada Mitzvá desde ese momento? ¡Nunca! ¿Por qué no? Porque una demanda como esa generalmente está hoy y mañana se fue. Como expresa el dicho popular: “Fácil viene, fácil se va”. Me temo que no he tenido esas increíbles experiencias con los tipos de “judíos instantáneos”. El método más exitosos y correcto de lograr nuestros objetivos judíos es el acercamiento lento y seguro. Gradual, pero consistente. Tan pronto uno se siente cómodo con una Mitzvá, es momento de empezar con otra, y así sucesivamente. Luego, a través de un crecimiento constante, lento pero seguro nos convertimos en más conocedores, comprometidos, plenos y contentos con nuestra fe.

Cuando mi padre estaba en la Ieshivá, su maestro le preguntó una vez la siguiente pregunta: “Si dos personas están en una escalera, uno arriba y otra abajo, ¿Quién está más alto?”. La clase pensó que era una pregunta bastante tonta, hasta que el sabio maestro explicó que ellos no están capacitados para juzgar quién está más alto o bajo hasta que primero no se pongan de acuerdo en qué dirección se dirigía cada uno.

Si la persona que estaba arriba iba hacia abajo, pero el muchacho que estaba abajo iba hacia arriba, entonces conceptualmente, el de abajo estaba más elevado.

Así que, no importa cuál es su punto de partida o en dónde están en la escalera de la vida espiritual. Mientras se muevan en dirección correcta, y vayan hacia arriba, si Di-s quiere van a tener éxito en escalar las alturas Divinas.

Les deseo un buen y exitoso viaje.

Por Yossy Goldman.

¿Para qué debemos rezar?

Pregunta: Estoy un poco confundido acerca de la idea de rezarle a Di-s para que nos ayude en alguna situación o para que nos provea de algo. Si Di-s creó la situación en la que la persona se encuentra, es porque desea que así sea. Él sabe que eso es bueno para el individuo. Entonces, ¿para qué debemos rezar para que la cambie?

Respuesta: Si, en realidad todo el concepto del rezo es confuso. Confiamos en que Di-s es Bueno y todo Lo hace por el bien. Creemos en que Él posee el conocimiento perfecto de todo y todo está bajo Su control. Y le pedimos que cambie las cosas y las haga para bien. Si, parece ser una contradicción.

Pero, piénselo así: Di-s desea que la gente le rece a Él. Algo parecido a lo que cualquier padre desea. Que su hijo tome el celular  y escriba: “Hola, Papá, Mamá”.  Más aún, Él desea que las cosas progresen en su mundo a través de la mutua consulta. Desea que nos involucremos y tratemos de comprender qué es bueno para nosotros y tratemos de que suceda- no importa cuánto más grande y mejor es Su propio entendimiento y habilidad que la nuestra.

En eso consiste el rezo, en realidad: Vínculo entre vos y Di-s. Pensá que rezar es algo así como que Di-s conversa consigo Mismo a través tuyo. En la Plegaria Di-s y vos son uno.

Por eso, pide por todo lo que necesites, pero tené presente a Quién se lo está pidiendo. Y piensa: ¿qué estás haciendo a cambio? ¿Qué tipo de socio es con Di-s?

Rabino Tzví Freeman

El significado de los sueños

¿Qué son exactamente los sueños? ¿Profecías? ¿Revelaciones o simples fantasías? Nos angustian, nos alegran, nos dejan pensando…

Zejariá, Jagai y Malaji fueron los últimos Profetas y con ellos concluyó la etapa de la profecía en el seno del pueblo judío.

Tras ellos surgieron los Miembros de la Magna Asamblea -“Anshei Kneset Hagdolá”- quienes continuaron con la cadena de transmisión judía, de nuestra tradición, comenzada por Moisés, receptor de la Torá en el Monte Sinaí, y quien la recibiera de sus manos, Iehoshúa -Josué.

De aquí en más, a partir de la construcción del Primer Beit Hamikdash -Gran Templo de Jerusalem- en el año 3408 (352 antes de la E. C.), la tradición continuó a través de nuestros maestros de la Mishná -los “Tanaím”-, quienes ocuparon el lugar de los Profetas en la función de enseñar el verdadero camino de Di-s al pueblo.

Estos “Tanaim” poseían las virtudes de los Profetas y cumplían fielmente su cometido. Eran personalidades de talla superior, temerosos de Di-s y eruditos conocedores de la Torá y su significado, íntegros en sus virtudes personales y dotados de un inagotable caudal de entrega y dedicación. Carecían de intereses egoístas y solo buscaban servir a su Creador con alegría y cariño.

Con todo, aún cuando reuniesen las características de los Profetas, por razones que solo el Amo del Universo conoce, el espíritu de la profecía no se manifestó en ellos. Con los Profetas de la Biblia – el “Tanaj”-  había concluido, indefectiblemente, la etapa de los profetas.

Con todo, si bien la profecía había dejado de existir, había surgido algo relativamente cercano a ella: la Inspiración Divina (“Rúáj Hakodesh”).

Esta Inspiración Divina condujo y guió las enseñanzas de los Sabios de la Mishná y el Talmud -los “Tanaím” y los “Amoraím”- y sus sucesores, los “Rabanán Seburaé”, los “Gueoním” -Saadiá Gaón, Rav Sherira Gaón, Rav Hai Gaón, etc.-, y tras ellos los “Rishoním” -Rabí ltzjak Alfasi y otros-.

Sin embargo, cada generación se veía a sí misma en inferioridad de nivel frente a la generación precedente, respecto de la altura espiritual que le fue concedida. “Si los primeros fueron cual ángeles, nosotros somos cual hombres” -este refrán de nuestros Sabios- era el que de mejor manera ilustra el sentimiento que abrigaban ante la magnitud espiritual de generaciones anteriores.

En cuanto la profecía dejó de existir, nuestros Sabios dejaron de basarse en ella en su empeño de alcanzar la revelación Divina.

Desde ese momento, su función se remitía a cuidar el legado de la Torá, interpretarla y explicar sus detalles, y ver que fuese transmitida a las generaciones subsiguientes. Muchos de sus valores fundamentales habían sido entregados a modo de reglas generales, insinuadas en contadas palabras, condensada gran cantidad de sabiduría espiritual en poco espacio físico.

Y esta función específica de los Grandes de la Torá a partir de ese momento continúa siendo el basamento de actividad de los legítimos Sabios de la Torá incluso hasta nuestra presente generación.

Ahora bien, tras este preámbulo, veamos más de cerca cuál es el enfoque que nuestros Sabios han conferido al tema de los sueños, tal como éste se ve abordado en la literatura talmúdica.

En forma general cabe decir que su perspectiva está magistralmente resumida en las palabras del Profeta Irmiahu – Jeremías “¿Qué hace el alimentocon el grano?” (Irmiahu 23:28). En otras palabras, cabe considerar que se trate de sueños con verdadero contenido, más, en su amplia mayoría, solo encierran palabras vanas.

De ese modo, nuestros Sabios, de acuerdo a las palabras de Irmiahu, han reflexionado de la siguiente manera: como no es posible que el alimentoexista sin el grano, del mismo modo no es posible un sueño sin palabras carentes de sentido” (Talmud, Berajot 55).

Lo dicho es cierto frente a la mayoría de los sueños, más aún si hemos de tener en cuenta que éstos dependen en gran medida con la temática del pensamiento durante el día transcurrido. Los sueños expresan en qué ha estado enfrascado su pensamiento.

En general nuestros Sabios han sido de la opinión de que no debe prestarse especial atención al contenido de los sueños.

Ven innecesario narrar su contenido, repetirlo a otros, así como buscar su interpretación.

De este modo, resulta que es absurdo hablar de “buenos sueños” o “malos sueños”. Tal es así que el mismo Rav Jisdá declara más benéfico un “sueño malo” que uno “bueno”, y Rashi explica que ello se debe a que el primero de estos sueños, al menos posee la virtud de incentivar al hombre a regresar a Di-s, lo invita a la “Teshubá”.

A la par de que nuestros Sabios restaron importancia a los sueños y consideraron un modo inadecuado querer entrever en ellos una noticia futura, buena o mala, resaltaron más la necesidad de tomar en consideración la personalidad del hombre que los ha soñado. Si se trata de un hombre que durante toda la jornada se dedica a asuntos materiales, acosado por la preocupación de su subsistencia y manutención, es muy probable que incluso en sus sueños esta temática esté presente, de modo que sus sueños no superan en importancia al cauce de sus pensamientos mientras estuvo despierto.

Por el contrario, cuando se trata de un hombre dedicado por entero a la vida espiritual, a la pureza y la santidad, impregnado constantemente del efecto de la Torá y sus preceptos celestiales, en ese caso, cabe prestar atención al mensaje intrínseco en sus sueños.

En el caso de un hombre así, el sueño puede ser portador de un significado más allá del usual.

Y este concepto es expresado en una corta frase de nuestros Sabios: “Un sueño – es una parte de sesenta, de profecía” (Talmud, Berajot 57b). Bajo una perspectiva similar, el Zohar -obra cumbre de la Kabalá- expresa que en el presente, al carecer nosotros de la profecía, solo un Eco Celestial puede ser portador de una información celestial. En el Talmud encontramos diversos casos en los que, a diferente gente, se les mostró o reveló algo, mediante el sueño. Incluso nuestros Sabios hablan de un ángel (“Baal Hajalomot”) encargado de notificar cosas mediante un sueño. En otras partes del Talmud se nos da cuenta de problemas resueltos, conflictos y debates solucionados o pasajes complejos e incomprensibles que resultaron accesibles – todo mediante revelaciones durante el sueño.

Casos similares ocurrieron en épocas post-talmúdicas, por ejemplo el caso de Rashi, quien apareció ante su nieto, el “Rashbám”, en el sueño, así como el caso de “Maharám” de Rotenburg, quien se apareció en el sueño a uno de sus discípulos y le enseñó un pasaje talmúdico.

Uno de los legisladores judíos (“Poskim”) del Siglo XIII, Rabí laacov Haleví de Marvidgh conocido con el apodo de Rabí laacov “Hajasid” (‘el piadoso’), escribió una Responsa halájica cimentada en aquellas leyes que le fueran preguntadas y cuya respuesta le fuera revelada en el sueño, según relata Rabí Jaim losef David Azulai -el “Jidá”-.

Mas, como hemos dicho, no pueden compararse los sueños de los Grandes de la Torá y el espíritu, a los sueños del hombre medio, cuyas “revelaciones” en sueños no están en la misma altura.

A pesar de esto, y teniendo en cuenta la naturaleza humana que sí se deja influenciar por sus sueños, es que nuestros Sabios han compuesto una plegaria que es recitada mientras los Kohanim -sacerdotes, descendientes de Aharón- bendicen al pueblo judío en la Sinagoga, durante las festividades.

Y así dicen nuestros Sabios:

“Quien tiene un sueño e ignora qué significa, que se levante cuando los sacerdotes extienden sus manos en bendición, y diga: ‘¡Señor del universo! He soñado mas ignoro qué significa. Sea si soñé respecto de mí, sea si soñaron mis compañeros acerca de mí, o si soñé yo acerca de otros. Si (estos sueños) son buenos, fortifícalos y fortalécelos, tal como los sueños de losef el Tzadik. Si precisan ser curados, cúralos tal como has hecho con las aguas de Mará mediante nuestro maestro Moisés, (como has hecho) con Miriám, de su lepra, con Jizkiahu de su enfermedad, y como las aguas de Ierijó – Jericó- mediante Elisha. Y tal como has convertido a la maldición del malvado de Bilá”.

Vida después de la vida

Nuestra Parashá, en su totalidad, trata sobre sucesos ocurridos posteriormente al fallecimiento de Sará, la matriarca: la adquisición de la Cueva de Majpelá, con el fin de sepultarla allí; el casamiento de Itzjak con Rivka, a través del cual él se consuela por la muerte de su madre; y finalmente se relata sobre el casamiento de Ketura (que era Hagar, la otra esposa de Abraham) y sobre la descendencia de Ishamel. Esto genera gran asombro sobre lo apropiado del nombre de la Parashá- la vida de Sará, que representa todo lo opuesto a lo que la misma relata. Es sabido, que el nombre de una parashá de la Torá es absolutamente exacto, por ende debemos decir que sí existe una profunda relación entre lo relatado en la parashá y el verdadero sentido de “la vida de Sará”.

EL TIPO DE VIDA

La verdadera vida es eterna. No concluye en el instante de la muerte, sino que continúa y encuentra su expresión en la descendencia del fallecido, y en los sucesos que tienen lugar posteriormente en este mundo. Desde esta perspectiva, son justamente los acontecimientos acaecidos post muerte los que dan testimonio del nivel y calidad de la vida de la persona fallecida, puesto que es ahí donde se comprueba la verdadera esencia de esa vida, si realmente era eterna, vida en su sentido más cabal. Nuestros Sabios z”l declararon: “Iaakov el Patriarca no murió”, y explican- “así como su cimiente está con vida, también él está con vida”. Es decir, cuando la descendencia continúa con su camino, sabemos que “también él está con vida”. Así también, es justamente en nuestra Parashá, que relata los sucesos que tuvieron lugar luego del fallecimiento de Sará, la que nos permite apreciar la eternidad de su vida. Vemos a Rivka como continuadora del camino de Sará (en el lenguaje de la Escritura: “y la trajo Itzjak a la carpa (de) Sará su madre”, sobre lo que Rashi comenta “y ella fue cuál Sará su madre”) y generadora nuevamente de los tres milagros que tenían lugar durante su vida. Más aún: todos los sucesos de la parashá dan cuenta de que la línea de pensamiento de Sará es la que se impuso.

SARÁ Y ABRAHAM

Aquí es necesario distinguir entre Sará y AbrahamSará fue la madre de Itzjak específicamente

Desde que él nació, Sará aspiraba a que el flujo Divino se dirija sólo hacia él, siendo Itzjak el símbolo de la santidad. En contraposición a ello, Abraham fue también el padre de otros pueblos (Ishmael y los hijos de Ketura), y brindó de sí a todos sus hijos. Sará quiso echar al “hijo de la sierva”; pero Abraham sufrió su expulsión y rezó también por Ishmael. 

Lo ocurrido en nuestra parashá brinda testimonio sobre lo correcto del camino de Sará concretamente. La parashá abre con el relato de la Cueva de Majpelá

Inicialmente la Cueva era el lugar de sepultura de Adam y Java, padres de toda la especie humana. Vemos que aquí Abraham adquiere la Cueva para sepultar a Sará, y efectivamente ahí fueron sepultados sólo los Patriarcas y las Matriarcas del pueblo de Israel, tal como fue el deseo de Sará, que pretendía que la Divinidad se direccione sólo hacia Itzjak.

LA CONTINUIDAD- EL PUEBLO DE ISRAEL

A eso se agrega el segundo episodio, la misión de Eliézer: Sobre Eliézer, el fiel alumno de Abraham, está escrito que él “extraía y daba para beber a otros de las enseñanzas de su maestro”. 

Fue también merecedor de muchos milagros. Con todo ello, sin embargo, cuando quiso que Itzjak se case con su hija, no fue respondido favorablemente y Abraham le contestó: “Mi hijo es bendito, y tu eres maldito, y un maldito no se apega a un bendito”. 

También el final de la parashá es prueba de ello. La Torá dice: “Y Abraham entregó todo lo suyo a Itzjak”, mientras que a los hijos de las concubinas les dio regalos “y los mandó de Itzjak su hijo”. 

Con esto nos prueba la parshá en su totalidad lo correcto que era el camino de Sará, que vio la continuidad específicamente a través de Itzjak su hijo, y solicitó traspasarle el flujo Divino. Es por ello que la parashá se llama “La vida de Sará”, puesto que precisamente en ella descubrimos la condición eterna de su vida, y la rectitud de su camino.

(Likutei Sijot Tomo 15, pág. 145)