¿Qué es una Mikve ?

Por Rivkah Slonim

 

Una mikve (מִקְוֶה, también escrita mikveh ) es una piscina de agua en la que los judíos se sumergen para alcanzar la pureza. Es más común que la usen las mujeres, como parte del ciclo de nidá , antes de reunirse con su esposo. La mikve también la usan los conversos al convertirse al judaísmo . En la época del templo , era utilizada por cualquiera que deseara entrar al complejo del Templo Sagrado o disfrutar de los alimentos sagrados. Una mikve moderna suele ser una hermosa instalación similar a un spa.

¿Qué hace que una Mikve sea una?
Para quienes no lo conocen, una mikve moderna parece una piscina en miniatura. En una religión rica en detalles, belleza y ornamentación —con el Templo antiguo o incluso las sinagogas contemporáneas como telón de fondo—, la mikve es sorprendentemente anodina, una estructura humilde. Sin embargo, su apariencia ordinaria contradice su lugar primordial en la vida y la ley judías. La mikve ofrece al individuo, a la comunidad y a la nación de Israel el extraordinario don de la pureza y la santidad. Ningún otro establecimiento, estructura o rito religioso puede afectar al judío en este sentido.

De esta manera, y de hecho, a un nivel tan esencial. Sin embargo, su extraordinario poder depende de su construcción conforme a las numerosas y complejas especificaciones descritas en la halajá, la ley judía.

Las masas de agua naturales del mundo —sus océanos, ríos, pozos y lagos de manantial— son mikvehs en su forma más primigenia. Contienen aguas de origen divino y, por lo tanto, según la tradición, el poder de purificar. Creadas incluso antes de que la tierra tomara forma, estas masas de agua ofrecen una ruta esencial para la consagración. Pero también presentan dificultades. No son necesariamente kosher para la inmersión (se debe consultar a un rabino competente). Además, estas aguas pueden ser inaccesibles o peligrosas, por no mencionar los problemas del mal tiempo y la falta de privacidad. Por lo tanto, la vida judía exige la construcción de mikvehs (piscinas), y de hecho esto lo han hecho los judíos en todas las épocas y circunstancias.

En resumen: Una mikve debe construirse en el suelo o como parte esencial de un edificio. Por lo tanto, los recipientes portátiles, como bañeras, jacuzzis o jacuzzis, nunca pueden funcionar como mikve .

La mikve debe contener un mínimo de 200 galones de agua de lluvia, recolectada y vertida a la piscina de la mikve , de acuerdo con una normativa muy específica. En casos extremos, cuando la obtención de agua de lluvia es imposible, se puede utilizar hielo o nieve de una fuente natural para llenar la mikve. Al igual que con el agua de lluvia, su transporte y manipulación están sujetos a unas normas muy complejas.

El observador casual a menudo verá solo una piscina: la que se usa para la inmersión. En realidad, la mayoría de las mikveh se componen de dos, a veces tres, piscinas adyacentes.

Mientras que el agua de lluvia acumulada se almacena en una piscina inferior, la piscina de inmersión superior se drena y se rellena regularmente con agua del grifo.

Conectadas mediante un orificio de al menos cinco centímetros de diámetro en el fondo de la piscina superior, el flujo libre, o “beso”, de las aguas entre ambas piscinas convierte las aguas de la piscina de inmersión en una extensión del agua de lluvia natural, lo que le confiere la categoría legal de mikveh. Un método alternativo consiste en instalar piscinas contiguas que comparten una pared común con un orificio.

Las aguas de la mikve suelen llegar hasta el pecho y se mantienen a una temperatura agradable. Se accede a la piscina por escaleras. (Las mikve accesibles cuentan con ascensores).

La mikve , como institución, es víctima de una idea errónea popular. La inmersión en agua se asocia naturalmente con la purificación. Para complicar aún más la cuestión, históricamente las autoridades prohibían a los judíos usar los ríos de sus ciudades para bañarse. En respuesta, construyeron baños públicos, muchos de ellos con mikve dentro o cerca de ellos. En conjunto, estos factores forjaron un vínculo inextricable entre la idea de la mikve y la higiene física. Sin embargo, la mikve nunca fue un sustituto mensual del baño o la ducha. De hecho, la halajá estipula que uno debe estar escrupulosamente limpio antes de sumergirse. Para facilitar este requisito, las áreas de preparación —con baños y duchas, champú, jabones y otros productos de limpieza y belleza— son un elemento básico de la mikve moderna.

 

Hasta hace relativamente poco tiempo, la mayoría de las mikvehs se describían como utilitarias: la función, no la comodidad, dictaba su estilo. Una nueva concienciación entre las mujeres judías modernas, el rabinato y los líderes comunitarios en las últimas décadas ha impulsado una nueva tendencia en la construcción de mikvehs . Hermosas, incluso lujosas, mikvehs —con elegantes vestíbulos y salas de espera, áreas de preparación totalmente equipadas y piscinas de mikve bien diseñadas— se están construyendo en todo el país y en todo el mundo. Algunas mikvehs rivalizan con los lujosos spas europeos y ofrecen a sus clientes más comodidades de las que podrían disfrutar en casa.

En comunidades con una gran cantidad de usuarios de mikve , el edificio puede albergar hasta 20 o 30 áreas de preparación y de dos a cuatro piscinas de inmersión. En estas instalaciones, un sistema de intercomunicación conecta cada sala con un mostrador central, y un asistente garantiza la privacidad de los numerosos usuarios de mikve . Algunos de los edificios de mikve más grandes incluyen salas de conferencias que se utilizan para visitas guiadas y programas educativos.

La puerta de entrada a la pureza


La inmersión en la mikve ha ofrecido una puerta a la pureza desde la creación del hombre. El Midrash relata que, tras ser desterrado del Edén, Adán se sentó en un río que fluía del jardín. Esto fue parte integral de su proceso de teshuvá (arrepentimiento), de su intento de regresar a su perfección original. Antes de la revelación en el Sinaí, a todos los judíos se les ordenó sumergirse en preparación para encontrarse cara a cara con Di-s.

En el desierto, el famoso “pozo de Miriam” servía de mikve. Y la iniciación de Aarón y sus hijos al sacerdocio se celebró con la inmersión en la mikve 

En los tiempos del Templo, los sacerdotes, así como cada judío que deseaba entrar en la Casa de Di-s, debían primero sumergirse en una mikve.

En Iom Kipur, el día más sagrado de todos, al Sumo Sacerdote se le permitía entrar al Lugar Santísimo , la cámara más interna del Templo, a la que ningún otro mortal podía acceder. Este era el punto culminante de un día que implicaba un orden ascendente de servicios, cada uno de los cuales era precedido por una inmersión en la mikve.

Los usos principales de la mikve hoy en día están delineados en la ley judía y se remontan a los albores de la historia judía. Abarcan muchos aspectos de la vida judía. La mikve es parte integral de la conversión al judaísmo. Se utiliza, aunque es menos conocida, para la inmersión de ollas, platos y utensilios nuevos antes de que un judío los utilice. El concepto de mikve es también el punto central de la tahará , el rito de purificación del judío antes de que la persona sea sepultada y su alma ascienda a lo alto. El vertido manual de agua, de una manera muy específica, sobre todo el cuerpo del difunto cumple este propósito.

Los hombres también usan la mikve en diversas ocasiones; con excepción de la conversión, todas son habituales. Las más practicadas son la inmersión del novio el día de su boda y la de todos los hombres antes de Iom Kipur . Muchos hombres jasídicos usan la mikve antes de cada Shabat y festividad, e incluso algunos la usan todos los días antes de la oración de la mañana (en ciudades con una gran población de judíos observantes, las mikve especiales para hombres facilitan estas costumbres).

El concepto de mikve tiene raíces espirituales.

Pero el uso más importante y general de la mikve es la purificación de la mujer durante la menstruación.

Para la mujer menstruante, la inmersión en una mikve forma parte de un marco más amplio conocido como Taharat Hamishpajá (Pureza Familiar). Como en todas las áreas de la práctica judía, la Pureza Familiar implica un conjunto de leyes detalladas: el cuándo, el qué y el cómo de la observancia.

Estudiar con una mujer con experiencia en este campo es la forma tradicional de familiarizarse y familiarizarse con la práctica. En ciudades o comunidades con gran población judía, puede haber clases a las que se pueda asistir. Sin embargo, la mayoría de las mujeres adquieren este conocimiento a través de un encuentro más personal. Si bien los libros no son un buen sustituto de un maestro experto, se pueden utilizar algunos títulos como guía para este ritual o como referencia rápida 

 

La pureza familiar es un sistema basado en el ciclo menstrual de la mujer.

Desde el inicio de la menstruación y durante siete días después de su finalización, hasta que la mujer se sumerja en la mikve, la pareja no puede tener relaciones sexuales. Para evitar la violación de esta ley, la pareja debe limitar su indulgencia en acciones que les resulten excitantes, evitando el contacto físico directo y las manifestaciones físicas de afecto. El término técnico para la mujer en este estado es nidá (que significa literalmente: «estar separada»).

Exactamente una semana después de que la mujer haya constatado el cese de su flujo, visita la mikve. La inmersión tiene lugar al anochecer del séptimo día y está precedida por la purificación obligatoria. La inmersión solo es válida cuando las aguas de la mikve cubren cada parte del cuerpo, incluso cada cabello. Para ello, la mujer se baña, se lava el cabello, se peina y se quita cualquier objeto que pueda impedir su inmersión total.

La inmersión en la mikve es la culminación de la disciplina de Taharat Hamishpajá . Es un momento especial para la mujer que ha respetado los múltiples matices de la mitzvá y ha esperado con ansias esta noche. Sin embargo, a veces, la mujer puede sentirse apresurada o ansiosa por razones relacionadas o no con este rito. En este punto, debe relajarse, dedicar unos momentos a reflexionar sobre la importancia de la inmersión y, sin prisa, sumergirse en las aguas.

Tras una inmersión, de pie en las aguas de la mikve, la mujer recita la bendición para la purificación ritual y luego, según la costumbre, se sumerge dos veces más. Muchas mujeres aprovechan este momento propicio para la oración personal y la comunicación con Di-s. Después de la inmersión, la mujer y el esposo pueden reanudar sus relaciones maritales.

FUENTE

 

Sara

Sara

Para mí un nombre hermoso.

El nombre de mi madre. Siempre escuché cómo la llamaban. Claro, nunca la llamé por su nombre. Sara, mezcla dulzura con personalidad segura. Sara es el nombre de cuatro de mis nietas. Lo llevan en honor a mi madre. ¡Y qué bien que les queda! Cada una de ellas es diferente, incluso físicamente, pero todas son, gracias a Di-s, brillantes, como lo era su bisabuela. El nombre, la esencia, las une. Mi madre, mis nietas y todas las Sara de todas las épocas, que conocimos y conoceremos se llaman así en honor a la primera Sará, nuestra matriarca. Mucho se habla de su esposo, Abraham Avinu, quién forjó el pueblo de Israel y difundió el monoteísmo en el mundo.

Pero que algo quede claro: No hubiese podido lograr su cometido sin la ayuda, apoyo y asistencia absoluta y fiel de Sara. Qué mejor entonces, que conocer un poco más de cerca la vida y personalidad de la mujer más famosa e influyente de nuestra historia. 

Llamada en un principio Sarai, Di-s le cambia el nombre reemplazando la letra Iud por la Hei. A partir de ese momento es llamada Sará. En hebreo significa “Princesa” “Ilustre” y en arameo “Princesa” “Guardián” “Ángel” y “Genio”. Todas estas características son aplicables a nuestra matriarca. Nieta de Teraj, sobrina de Abraham queda huérfana a muy temprana edad y su abuelo la adopta. Años más tarde contrae matrimonio con Abraham. Era una mujer alegre. Todos sus días fueron felices. Sará se encuentra entre las cuatro mujeres que la Biblia menciona como hermosas. También la llamaban Iská- pues todos se sentían acariciados por su hermosura.

Otros atribuyen este nombre a su poder de profecía. Todos los maltratos del camino desde Jarán a Israel no estropearon  su belleza. Su hermosura opacaba a las demás a punto de decirse que cualquier otra mujer frente a Sará era como un mono frente al ser humano. Fue codiciada por reyes y faraones. Su inmensa modestia y fidelidad a su esposo ayudaron a que fuera reconocida además como una mujer santa. Su atractivo físico era insignificante frente a su profundidad espiritual. Fue una de las siete profetizas que nombra la Biblia. De todas formas, sólo con ella Di-s habló en forma directa y no a través de algún ángel.

Cuando tenía cien años estaba tan limpia de pecados como una joven de veinte. Era muy recatada y el cántico compuesto por el rey Salomón “Eshet Jail”- Mujer Virtuosa- define a Sará desde el comienzo hasta el final. Ella apoyó y secundó a Abraham en la difusión del monoteísmo en el mundo, llevando el mensaje entre las mujeres de su generación. Sará era estéril y Di-s la recordó el día de Rosh Hashaná. Cuando logró concebir, también lo lograron muchas otras mujeres en mérito a ella y muchos enfermos se curaron. Al dar a luz a su hijo Itzjak a los 90 años, numerosas mujeres de la nobleza vinieron a visitarla con sus propios bebés. Todos sospechaban que el nacimiento de su hijo era un fraude y en realidad Itzjak era un niño adoptado. Pero Sará amamantó a todos esos infantes demostrando que era la madre legítima de Itzjak.

Explican nuestros Sabios que todos los hombres temerosos del Cielo y todos los prosélitos descienden de aquellos bebés que Sará amamantó. Durante todos los días de su vida una nube de honor posaba sobre su tienda, sus puertas abiertas a los cuatro vientos para recibir a quien lo necesitase, la bendición coronaba su masa y su vela estaba encendida desde la víspera del Shabat hasta la víspera del siguiente. Cuando ella falleció, todo esto desapareció. Pero la misma bendición regresó con la llegada de Rivka, su nuera. 

Sará falleció a los 127 años, plena de belleza espiritual y física, dejando el más importante legado a cada una de las mujeres judías. Que su mérito y enseñanzas iluminen nuestros hogares para lograr completar su misión y la nuestra de hacer de este mundo una morada para Di-s.

Por: Miriam Kapeluschnik

Dedicado a mi madre, Sara Ester Gordon, fallecida en la semana de Jaie Sara 5753

¿Quiénes son las Matriarcas?

Por Shlomo Nudelman

Las matriarcas judías, también conocidas como “ imahot ” (hebreo: אִמָּהוֹת), son las cuatro mujeres fundadoras del pueblo judío:

Sara
Rivka (Rebeca)
Rajel (Raquel)
Lea

Sus vidas y acciones están registradas en la Biblia, específicamente en el Libro del Génesis, donde jugaron un papel crucial en la formación de la nación de Israel, junto con sus maridos, los tres patriarcas, Abraham , Isaac y Jacob. Sara , que estaba casada con Abraham, fue la primera de las cuatro madres del pueblo judío. Rebeca era la esposa del hijo de Sara, Isaac. Y Lea y Raquel estaban casadas con el hijo de Rebeca, Jacob .

¿Qué hicieron las Matriarcas?
Cada una de las matriarcas judías tuvo un profundo impacto en la formación y la base espiritual del pueblo judío.

Sara, a través de su fe y del nacimiento milagroso de Isaac, aseguró la continuidad del pacto de Abraham con Di-s. Después de que nació su hijo, supervisó celosamente su crianza, incluso tomando la difícil decisión (aprobada por Di-s ) de despedir a su hijastro, Ismael.

Rebeca, cuya bondad innata la convirtió en la pareja perfecta para Isaac, consiguió la bendición de primogenitura de su esposo para su hijo, Jacob.

Raquel, tras sufrir infertilidad, murió al dar a luz a su segundo hijo. Por ello, Raquel es personificada como la quintaesencia de la maternidad, que se sacrificaría por sus hijos a lo largo de los siglos.

Lea, a pesar de las pruebas personales y de no ser amada por Jacob tanto como su hermana Raquel, engendró seis de las 12 tribus de Israel, dando forma significativa a la nación.

¿Cuál es la fuente de las cuatro Matriarcas?
Según el Talmud , hay tres Patriarcas y cuatro Matriarcas. El número de Patriarcas tiene sentido, porque son tres hombres que son los antepasados de todos los segmentos del Pueblo Judío, a diferencia de los hijos de Jacob, los progenitores de 12 tribus únicas.

Pero las matriarcas son diferentes. Tanto Raquel como Lea dieron a luz a sólo algunas de las 12 tribus, siendo Lea la madre de seis y Raquel la madre de dos. Hay cuatro tribus adicionales que descienden de las concubinas de Jacob, Bilha y Zilpa.

Entonces, ¿por qué hay cuatro matriarcas? ¿No deberían ser dos (Sara y Rebeca) o seis (Sara, Rebeca, Raquel, Lea, Bilha y Zilpa)?

El Talmud responde que la designación de Patriarca o Matriarca no se basa (estrictamente) en la ascendencia sino en la prominencia. Fueron estas cuatro grandes mujeres las que formaron la base espiritual sobre la que se construyó nuestra nación.

El coraje de Miriam

Al final de la Parashá de Behalotja leemos cómo cuando Miriam tuvo que vivir fuera del desierto de Israel por siete días “…el pueblo no viajó hasta que Miriam fue traída nuevamente” (Números 12:15)
Dos millones de personas, con todos sus líderes, profetas, jueces, ancianos y Sabios, atrasaron su viaje para esperar a un individuo!
Eso fue debido a que ellos recordaron cómo ella aguardó en los juncos del Nilo para cuidar a su hermano Moisés que flotaba en la canasta sobre el río. Ellos se acordaron cómo Miriam, una pequeña niña, ha cambiado el curso de la historia.

Amram, padre de Aron y Miriam, era el líder de la generación previa al éxodo de Egipto. Cuando el Faraón decretó: “Cada hijo varón debe ser tirado al Nilo” (Éxodo 1:22), Amram declaró que era inútil tener hijos, entonces se divorció de su esposa Iojeved. Todos los Judíos siguieron su ejemplo y se divorciaron de sus esposas. Luego Miriam habló. Con tan solo seis años en ese momento, y sabiendo que su padre era justo y líder de la nación, ella dijo con coraje:

“Tu decreto es peor que el del Faraón, porque él sólo decretó sobre los varones, pero tu los has hecho sobre varones y niñas. El Faraón es un hombre malvado, y su decreto puede ser efectivo o no. Tu eres una persona justa, por lo que tu decreto será efectivo”

Miriam declaró que uno debe seguir las órdenes de Di-s, incluyendo el precepto de “multiplíquense”(Génesis 9:1), sin tener en cuenta la “lógica” ni las consecuencias.
Amram reconoció la verdad y sinceridad de su pequeña hija. Inmediatamente se volvió a casar con Iojeved, y todo Israel, inspirados por su ejemplo, hicieron lo mismo.

Cuál fue el resultado de las acciones de Miriam? Nació Moisés, y en el momento que su madre lo puso sobre el río, los astrólogos del Faraón declararon: “El liberador ya ha sido lanzado al agua”, y el decreto fue anulado.

El coraje de una niña de seis años de “decirlo como es”, incluso al líder de la generación, afectó a la anulación del malvado decreto en el éxodo de Egipto, trayendo la liberación a través de Moisés, no sólo para él mismo, sino también para sus padres, familia y todo Israel.

Por: Itzjak Meir Kagan

¿Las mujeres no cuentan?

La Parshá de Bamidbar (Números 1:1-4:20) comienza con el censo del Pueblo Judío.

“…un conteo de cada hombre de acuerdo al número de sus nombres. Desde los veinte años en adelante, todos los que están en condiciones de ir al ejército en Israel, debes contarlos de acuerdo a sus legiones…”

La razón simple para este censo era contar a aquellos que serían llamados para ir a la guerra. En un nivel más profundo, nuestros Sabios explican que Di-s deseaba el censo del pueblo Judío porque Él los aprecia.

Los maestros Jasídicos explican que el conteo del pueblo judío demuestra el valor de cada individuo, cómo cada uno es tan querido por Di-s. Cada persona fue contada, sin importar su nivel de observancia, sus aptitudes o habilidades, su nivel de estudio o si es un hombre acaudalado o lo contrario. A cada individuo fue mostrado que él cuenta ni por más ni por menos que uno. Independientemente de los “adornos externos”, él fue mostrado que Di-s lo aprecio por su valor esencial. Más aún, al acentuar su identidad independiente, fue fortalecido para respetar su propia individualidad y permanecer sincero con sí mismo.

Sin embargo, en este nivel, se vuelve cuestionable por qué es que un gran segmento del pueblo judío fue excluido por completo. Sólo los hombres eran contados y sólo aquellos desde los veinte años para arriba. ¿Son tal vez algunos más equitativos que otros? ¿Acaso la contribución de toda la población femenina no fue apreciada por Di-s?

Los Kabalistas explican que la fuerza masculina en la creación linda con el exterior, mientras que la femenina linda con el interior. El servicio espiritual del hombre es forjar en el exterior, en territorio extranjero, guerrear contra la negatividad de nuestro mundo. El rol espiritual de la mujer, en contraste, es proteger, nutrir, descubrir y revelar la santidad implícita en la creación.

Estamos en un modo masculino cuando marchamos fuera de nosotros mismos para imponer una verdad más elevada sobre nuestro mundo y sobre nosotros. Cuando buscamos nutrir el poder Divino en lo que ya está y se vuelve sensible al potencial de nuestra esencia interna, estamos usando nuestra dinámica femenina.

El conteo del pueblo judío comenzó desde la edad de veinte en adelante, aquellos suficientemente maduros físicamente, emocionalmente y espiritualmente para ir a guerrear.

¿Qué significa “salir a guerrear” en el sentido espiritual?

Nuestra tarea como seres humanos es crear un mundo que sea una casa para nuestro Creador, compatible con Sus expectativas y morales, un mundo sagrado.

Podemos lograr esto a través de dos modalidades. Por un lado, queremos traer Divinidad a nuestro mundo a través de pelear contra la oscuridad y maldad que nos rodea. Vencemos la negatividad mundana a través que la asaltamos con agresividad, con la fuerza física, literalmente guerreando contra la tiranía de los regímenes crueles o través de batallas ideológicas contra ideas inmorales.

La otra modalidad es fortalecer, cultivar y nutrir todo lo positivo que se encuentra alrededor de la creación de Di-s. Este modo no es el de ir a guerrear, o el de imponer orden, sino el de descubrir y nutrir los aspectos positivos y Divinos dentro de nuestro mundo y así, hacer crecer y esparcir Divinidad.

Mientras que el primer modo requiere ponerse a uno en una posición de peligro al exponernos a los elementos externos, el segundo involucra proteger y guardar los elementos internos preciados de Divinidad de adentro de nuestras vidas y de nuestro mundo.

Ambos enfoques son necesarios y cada rol es integral al plan del Creador. Hay veces en las que debemos lidiar con una batalla externa y hay veces en las que debemos guardar nuestros tesoros internos.

Mientras que el modo de protección y descubrimiento requiere de habilidades delicadas y de sensibilidad espiritual, pelear una batalla externa requiere de riesgo definitivo y de exposición. Para guerrear contra las fuerzas externas uno debe no solo tener un entrenamiento adecuado sino también un fuerte sentido de identidad y una apreciación real sobre la singularidad de uno y su valor como individuo.

El censo en esta porción de la Torá era para aquellos individuos que les fue dada la tarea de “ir afuera” y “guerrear”. Los hombres peleando afuera precisaban esta infusión mucho más que las mujeres cuyo foco era interno. Durante el ataque, al pelear en ambientes extraños contra valores extraños que constantemente intentan erradicar los ideales y visiones de uno, este recordatorio era necesario para mantener al guerrero enfocado y en el camino en vez de ser tragado por las normas que lo rodean.

Quizá ésta sea la razón de porqué sólo los hombres fueron contados. Di-s provee de fuerza adicional a aquellos que son expuestos y vulnerables a la guerra contra las fuerzas negativas de la creación, sin precisar proveer a las mujeres cuyo valor es constantemente validado a través de su rol de guardar nuestros tesoros internos.

Esto no es para implicar que la tarea de la mujer es más “fácil” o requiere menos por parte de ellas. Al contrario, su rol era y es crítico. Pero sus desafíos son diferentes, y las mujeres no precisan esta aplicación de su valor.

Su valor interno, que guardan con tanto aprecio para ellas y para sus familias, les era obvio y nunca fue desafiado..

Por Jana Weisberg

Una gran mujer

Cuenta Reb Janania Halbershtam, quien trabajó durante 18 años en el hogar del Rebe y la Rebetzn Jaia Mushka:

ALGUNOS DE SUS RASGOS

El honor que sentía por su esposo y su auto-anulación frente a él es comparable al que siente un jasid por su Rebe.

Cuando pasaba mensajes del Rebe decía: “Así y así dijo mi esposo” Jamás agregó alguna explicación de su parte.

Sin embargo, el Rebe la consultaba y trabajaba junto a ella. En las noches en las que no se quedaba en su oficina en “770”, acostumbraba a trabajar en el escritorio de su casa, y contestaba cartas que recibía de todas partes del mundo. Su ritmo era incomparable. ¡Contestaba hasta cientos de cartas por noche!

En las horas de la madrugada, la Rebetzn se sentaba junto al Rebe. Cuando las misivas recibidas estaban escritas en francés, el Rebe le dictaba la respuesta en Idish y ella respondía en francés.

Era una intelectual brillante, y dominaba varios idiomas.

El Rebe honraba muchísimo a su esposa, y muchas veces se refería a ella como: “La hija del Rebe” (su suegro era el Rebe Anterior, Rabi Iosef Itzjak Schneerson) Y cuando le provocaba alegría decía: “He dado satisfacción a la hija del Rebe”.

UNA CENA SOBRE LA SILLA

Durante un tiempo, la Rebetzn debió permanecer en cama debido a una dolencia en su pierna. Reb Halbershtam recuerda que en uno de esos días, dejó la cena de la Rebetzn sobre una silla al lado de su cama y colocó la comida para el Rebe, como de costumbre, sobre la mesa. Luego Halbershtam vio cómo el Rebe tomaba su bandeja de comida y se dirigía a la habitación donde estaba la Rebetzn, colocó su comida junto a la de su esposa, y ambos cenaron juntos… sobre la silla en lugar de una mesa.

BAJO PERFIL

La Rebetzn se distinguía por su recato y modestia, y escapaba de los honores como del fuego. Cuando asistía a cualquier sitio se empeñaba en esconder su identidad.

También cuando realizaba compras, se preocupaba de hacerlo en lugares en los que nadie la conocía. Cierta vez, Halbershtam se atrevió a preguntarle por qué se aleja tanto de los honores.

Ella respondió con total simpleza: “Créeme que no necesito que se me rindan honores. Las manifestaciones de honor no me interesan en absoluto”

En cierta ocasión, la Rebetzn acudió a un negocio de ropa en Nueva York para comprarse un tapado. Se encontraba allí también la esposa de un importante rabino de una comunidad jasídica. Alguien deslizó un comentario a la esposa del rabino, diciendo que “la Rebetzn de Lubavitch se encuentra en lugar”. La esposa del rabino se acercó a la Rebetzn, le dio la mano y charlaron por un instante. Al concluir la conversación, la Rebetzn se apresuró a terminar su compra y dejar el lugar. Al salir le dijo a Halbershtam: “No podemos retornar a este negocio. Ya saben quien soy…”

UN PASEO DISTINTO…

En sus últimos años, la Rebetzn tomaba un paseo diario por un parque a orillas del río Hudson. Siempre viajaban por el mismo camino, pero en cierta ocasión tuvieron que desviarse. Al pasar por una de las calles, notaron que algo sucedía: autos de policía, un camión de mudanzas, una familia afligida y alguien que les gritaba furiosamente.

La Rebetzn ordenó a Halbershtam que detuviera el automóvil y retrocediera para averiguar de qué se trataba. “Mi padre, el Rebe” dijo la Rabanit, “me enseñó que cada cosa que uno ve está guiada por la Providencia Divina. Si nos desviamos y nos tocó ver esta escena, debe existir una razón”

Halbershtam se acercó al lugar de los hechos y averiguó lo sucedido. Rápidamente regresó al auto y le relató al Rebetzn lo indagado. Una familia judía- inmigrantes de Rusia- se había atrasado en el pago de sus alquileres, adeudando un total de 7000 dólares. El propietario, después de muchas advertencias, los estaba desalojando por la fuerza.

La Rebetzn, sin pronunciar palabra, abrió su cartera, sacó su libreta de cheques y emitió uno por la suma indicada. Se lo extendió a Halbershtam, y le señaló que lo entregara al propietario sin darle demasiadas explicaciones y que además se asegurara que devolvieran los muebles dentro de la casa rápidamente, para dejar el lugar antes de ser reconocidos por la familia y así evitar que se avergonzaran.

Halbershtam entregó el cheque a un sorprendido propietario, se cercioró que la policía ordenara retornar los muebles a su lugar, y dejó detrás a una familia judía confundida pero eternamente agradecida a esa misteriosa dama que ocupaba el asiento trasero del automóvil

La donación de las mujeres

Hay una interesante historia con respecto a la intención de las mujeres de donar sus espejos de cobre pulido para la construcción del mishkán (tabernáculo).

Cuando Moisés anunció que se necesitaban donaciones para construir el Tabernáculo, las mujeres llevaron sus espejos de cobre pulido. Moisés no quiso aceptarlos, diciendo que no era apropiado construir una casa para Di-s con elementos de vanidad. Di-s intervino y le dijo a Moisés que los aceptara, ya que no eran símbolos de vanidad sino de sacrificio personal. De no haber sido por esos espejos, hoy no habría pueblo judío: durante los momentos más difíciles de la esclavitud egipcia, las mujeres utilizaban los espejos para embellecerse, coquetear y animar a sus esposos desalentados, provocando de esta manera la continuidad del pueblo judío.

Moisés recibió entonces los espejos y confeccionó con ellos la pileta que contenía las aguas con las que los cohanim purificaban sus manos y pies antes de entrar a realizar el servicio en el Tabernáculo.

Es este un poderoso ejemplo de cómo a Di-s se puede llegar por medio de lo más mundano siempre y cuando se sepa cómo utilizarlo para tal fin.

Extraído del libro “Una voz sin eco” del Rabino Eliezer Shem Tov

La esencia de la tora fue entregada a las mujeres

En esta Parshá, la Torá nos relata la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, por medio de Moshé Rabeinu.

Los judíos escucharon allí los Diez Mandamientos.

Cuando iba a ser entregada la Torá, Di-s le dijo a Moshé:

Así hablaras a la casa de Iaakov y dirás a los hijos de Israel. Quien es la Casa de Iaakov?, nos contesta el Midrash: se refiere a las mujeres. El Midrash agrega que con respecto a los hombres está escrito y dirás, que denota dureza, en cambio a las mujeres hablaras debía dirigirse de una manera blanda y delicada.

Pero esta no es la única diferencia. El Mejilta señala otro punto: Di-s le ordenó a Moshé entregar a las mujeres los lineamientos generales de las mitzvot (preceptos), y a los hombres los detalles de las mismas.

BASES Y REGLAS

A primera vista podríamos pensar que con esto se desvaloriza a la mujer: se le habla de una manera delicada, y además se le entrega los preceptos de una forma sucinta, partiendo de la base de que no podrían profundizar ni entender demasiado los pormenores de la Torá. Pero cuando analizamos lo que dice el Mejilta, comprenderemos todo de un modo distinto. Encabezamiento de los preceptos no se refiere a la parte fácil sino a la base esencial y las reglas fundamentales. Es decir, Hashem le ordenó a Moshé entregar a las mujeres las bases y normas de la Torá de las cuales se desprenden todos los detalles de las leyes judías que luego debían ser transmitidas a los hombres.

LA VIRTUD DE LA MUJER

Las reglas y bases constituyen la esencia de la Torá. De la misma forma fue el orden en la entrega de los Diez Mandamientos. Los dos primeros Yo Soy Di-s… y No tendrás otros dioses son el núcleo esencial de la Torá. El primero es la rama de los 248 preceptos de hacer y el segundo de los 365 de no hacer (véase Tania I Cáp. 20). Vemos pues que la regla general constituye la esencia de toda la Torá.

Así también las mujeres recibieron la esencia de la Torá. A ellas les fueron entregadas las reglas fundamentales y bases de la misma, mientras que a los hombres se les entregaron los detalles que constituyen un nivel inferior. Resulta entonces que la Torá destaca la virtud de la mujer en lo que respecta a la entrega de la Torá .

LA FE ILUMINA

La razón de lo antedicho es que en la mujer brilla la luz de la fe y el temor a Di-s de manera más revelada. Hashem creó a la mujer de manera tal que el intelecto no se superponga a su personalidad, impidiendo así que su fe se vea tapada y debilitada. Es por eso también que la mujer está ligada a la esencia de la Torá. Y por eso también la pertenencia al pueblo de Israel depende de la madre y no del padre.

Esta virtud está relacionada también con la Redención del Mashíaj. Así como en la salida de Egipto los judíos fueron liberados de la esclavi- tud por el mirito de las mujeres judías de esa generación (como lo explican nuestros Sabios), de la misma manera, como en los días que saliste de Egipto os mostrará maravillas, también el Mashíaj vendrá en merito de las mu- jeres de Israel. Entonces podremos estudiar la Torá del Mashíaj, quien nos revelará a todos la regla general de la Torá, la esencia más íntima de la Torá, muy pronto en nuestros días.

Likutei Sijot, Tomo 31, Pág. 93.

La Rebetzn

En el año 1950, después de la desaparición física de  Rabí Iosef Itzjak Schneerson, el liderazgo del movimiento de Jabad-Lubavitch mundial pasó a manos de su ilustre yerno, Rabí Menajem Mendel Schneerson, marido de su hija menor, la Rebetzn Jaia Mushka. 

Es bien conocido el hecho que a pesar de la negativa inexorable inicial del Rebe de aceptar la responsabilidad del puesto, fue su esposa, la Rebetzn Jaia Mushka que, a pesar del gran sacrificio personal que esto traería consigo, influyó en él para aceptar el puesto con todas sus adversidades públicas y privadas. 

Ella fue firme: “Es absolutamente inconcebible que los treinta años de total auto- sacrificio y logros de mi padre fueran, Di-s no lo permita, en vano…”

Erudita y mujer sabia, la Rebetzn Jaia Mushka ocupó el venerado y exaltado lugar de un modo absolutamente humilde y modesto. Toda su vida cumplió el ideal del Salmista: “Todo el honor de la hija de un rey está dentro”. Al llamar a la oficina del Rebe a “770” (Central Mundial de Jabad Lubavitch) o llamando por teléfono a una muchacha de la escuela secundaria enferma al internado para saber cómo se sentía, siempre se refería a sí misma simplemente como: “La Señora Schneerson, de President Street”.

Afectuosa y atenta a todos, la Rebetzn vio su papel como totalmente consagrado al trabajo de su marido. Incluso cuando transmitía los consejos de su esposo a aquellos que buscaban su guía a través de ella, repetía sus palabras con precisión, asegurándose que se entendió exactamente cómo el Rebe pensó.

Jaia quiere decir vida; Mushka, es una especia aromática.

Acerca de la importancia de colocar el nombre a una niña en honor de la Rebetzn, el Rebe dijo una vez: “Se puede demostrar que ‘sus hijos están vivos’ tomando una lección de su conducta, y conduciéndose en su espíritu, en su actitud de mesirut nefesh (auto-sacrificio)”.

“Más aún, al nombrar a una niña en su honor, y educandola para seguir su ejemplo. Después de todo, éste es el aspecto más básico de ‘sus hijos están vivos, y también ella está viva’…”

La Rebetzn no tuvo hijos propios, pero cuando un niño que la visitaba en su casa le preguntó: “¿Dónde están sus hijos?” ella contestó: “¡Los Jasidim son mis hijos!”.

Miles de mujeres y niñas alrededor del mundo llevan orgullosamente su nombre.

La idishe mame moderna

El amor por los hijos, descrito de un modo un tanto exagerado, el cuidado por la salud física al extremo de recordarle al hijo de 35 años que no olvide ponerse el saquito, cierta manipulación edípica hacia el hijo varón, sobre todo, por celos al afecto de él “por otra mujer”, la sobreprotección por la hija mujer, el rol de víctima y su obsesión perfeccionista por la limpieza y la cocina han creado un combo repetido a lo largo de cientos de anécdotas, con psicoanalistas y diván incluídos.

Pero, ¿es eso en realidad una madre judía? Y, en la época actual ¿existen todavía madres así? ¿Son de esa clase las nuevas generaciones de madres judías, que además de ser madres, tienen un trabajo o profesión y se comunican con los hijos y con el mundo por medio de Internet? ¿O las ídishe mames están condenadas a desaparecer tragadas por los nuevos modelos de conductas no judías y llevadas de la mano por la moderna tecnología?

De mi personal inquietud, que me condujo a observar el comportamiento y modos de desempeñar el rol maternal en las nuevas generaciones de madres judías jasídicas, he descubierto entre muchas otras cosas que,

  • a–  Estas actuales ídishe mames no atiborran de comida a sus hijos, les enseñan a comer sano.
  • b–  Se preocupan por la salud física de los suyos, pero le dan igual o mayor importancia a su salud espiritual y emocional.
  • c–  No intentan que sus hijos se apeguen a ellas como si fueran ídolos, sino que se apeguen a Di-s.
  • d–  No tratan de que sus hijos dependan de sus cuidados, sino que aprendan a cuidarse por sí mismos y a ser independientes.
  • e–  Les enseñan con su ejemplo a ser ídishe miembros del pueblo de sus antepasados y a vivir guiados por las claras reglas judías de conducta.
  • f–  Les enseñan a ser respetuosos con los mayores, siéndolo ellas mismas.
  • g–  Tienen un gran colaborador que generalmente participa en todo, el ídishe Tate.

He visto ídishe mames y jasídishe mames (¿existen madres más judías que ellas?), que raramente cocinan knishes de papa o kneidlaj, a veces ni siquiera se saben las recetas tradicionales, pero sí realizan menús con muchas verduras y frutas para cubrir los aportes de vitaminas y minerales de sus hijos.

Lo primero que hacen cuando despiertan a los chicos por la mañana es enseñarles a recitar el “modé aní” y a continuación a realizar el lavado de manos y la bendición correspondiente, entonándolas con melodías infantiles, a veces populares y a veces compuestas por ellas mismas. Por la noche, “vamos a decir Shemá”, significa que es hora de ir a dormir y no hay discusión porque es el momento especial con mamá o papá.

Autora:

Dra. Betty Katz