Las pequeñas cosas

Esta porción semanal de la Torá, comienza con la oración: “Vehaiá ekev tishemún”. La traducción literal es: “Por haber oído estos mandamientos” (serán meritorios de las bendiciones que la Torá va a enumerar).

La palabra Ekev, también puede ser traducida como “talón”. El comentarista Rashi, explica que el versículo alude a los mandamientos más “livianos”, las mitzvot aparentemente menos importantes que la gente tiende a “pisotear con el talón”. El tipo de cosas que se las dejan de lado. Todos conocemos los mandamientos “mayores”, como ser, cumplir con el Kasher, ayunar en Iom Kipur, etc. ¿Qué hay de los detalles menores? ¿Somos tan cuidadosos?

Esta idea se aplica en todos los aspectos de nuestras vidas. Al niño más tímido, ¿Lo ignoramos con más facilidad precisamente porque es tímido y callado? ¿Qué sucede con las campañas de millones de dólares por diferentes causas? Es muy bueno que algunas causas llamen tanto la atención, pero ¿Qué sucede con las causas que nadie oye ni se entera? ¿Las “pequeñas” cosas se dejan de lado?

Eso es claramente inmoral e incorrecto. Por el otro lado, preciso hacer una llamada personal, seguramente a nadie le va a importar. Son solamente unos pesos más, ¿verdad? ¿Estamos aprovechándonos de alguien más, incluso de manera aparentemente insignificante?

Luego está mi relación con Di-s, mi comportamiento como Judío, lleno de grandes expectativas en todos los aspectos de mi vida. Obviamente nunca voy a hacer algo realmente terrible, pero qué sucede con los “pequeños detalles”? ¿Son tan importantes para mí?

Estos, y otros muchos ejemplos más, nos vienen a la mente todos los días, en la casa y en el trabajo, en nuestros negocios, y tratos financieros y personales. Es muy sencillo racionalizar y justificar una violación a pequeña escala de nuestros principios, mucho más que una violación “mayor”.

Por supuesto, un número muy grande de pequeñas cantidades suman una cantidad mucho mayor, incluso si son aparentemente insignificantes por sí mismas. Pero hay también una razón adicional de por qué los “pequeños detalles” son tan importantes. Una persona tiene dos inclinaciones: la “buena inclinación” y la “mala inclinación”. (Ietzer Tov y Ietzer Hará). Esas dos voces internas que claman nuestra atención. La mala inclinación es muy pícara y lista. No viene a la persona y dice: “Ve, roba un banco”, o cosas similares. ¿Por qué no? Porque sabe que ninguna persona decente se sentirá tentado ante dicha sugerencia. Así que, viene a la persona y le sugiere una idea mucho más razonable: ¿Por qué no cobrar un par de pesos más? Después de todo, has trabajado duro, te mereces que te paguen mejor, ¿No es así? Una vez que caemos en la tentación, nuestra resistencia se ha ablandado, y será mucho más fácil enfrascarnos en un comportamiento cada vez peor, hasta que nos encontramos cayendo en una gran escala de violaciones a nuestros principios.

Es por esto, que las cosas aparentemente pequeñas son tan importantes, no debemos dejarnos llevar por las pequeñas tentaciones o correrlas a un lado. Al sobreponernos a las prohibiciones aparentemente mínimas, evitamos dejarnos llevar por el camino que trae a las más grandes transgresiones, y podemos mantenernos firmes a nuestros principios.

No nos olvidemos de las pequeñas cosas.

Por Mordejai Wollenberg

Parasha en síntesis: Vaetjanán

Moshé ruega a Di-s para que lo deje entrar a la Tierra Prometida. Aun cuando Moshé sirvió durante toda su vida a Di-s, no hace esta petición como recompensa, sino en tono de súplica.

Sabiendo que tenía muy poca chance de que su ruego fuera concedido, siguió rezando hasta el final, lo que nos demuestra que ningún rezo es en vano, aún cuando no se obtengan resultados tangibles e inmediatos.

Moshé exhorta al pueblo para que se mantenga siempre fiel a la Torá, cumpliendo sus leyes y preceptos, como única forma de vivir plenamente y cumplir su misión en el mundo.

Sin embargo, profetiza que luego de la llegada del pueblo a Eretz Israel y después de vivir así por varias generaciones, el pueblo pecará, se volverá idólatra y será exiliado y dispersado entre todas las naciones del mundo. 852 años después del Éxodo de Egipto, el pueblo fue expulsado de la tierra, cumpliéndose así la profecía de Moshé.

Durante su permanencia en el exilio, Moshé advierte al pueblo que debe hacer Teshuvá, retornar a su esencia judía y a sus raíces. Dicen nuestros Sabios que aún en los casos más extremos de alejamiento de Di-s siempre existe la posibilidad de establecer relación con Él.

Dice el versículo: “Buscarás a Di-s y lo encontrarás”, ya que en este caso buscar ya es encontrar. A diferencia de la búsqueda de un tesoro, que de no ser encontrado resulta un esfuerzo vano, en este caso la misma búsqueda, es el proceso de acercarse a Di-s y la disposición a mejorar, ya constituye un encuentro. 

En esta Parashá, Moshé repite los Diez Mandamientos, que aparecen por primera vez en Parashát Itró, ya que esta generación pronta a entrar a Israel no los había oído directamente la vez anterior, aún cuando sus padres se lo relataron vívidamente.

Los Diez Mandamientos están escritos en singular para que cada persona entienda que tiene la obligación de cumplirlos. Además, los últimos cuatro mandamientos empiezan con la palabra “y” – “y no robarás…”; “y no cometerás adulterio…”, lo que nos enseña que transgredir uno inevitablemente nos lleva a incumplir los demás.

El mandamiento “no matarás” implícitamente comprende otras prohibiciones como las siguientes: dar testimonio que pueda provocar la muerte de alguien o negarse a revelar un secreto que puede salvar una persona de la destrucción; matar a alguien hablando mal de él; avergonzar públicamente a un judío; acortar la vida a quien está cercano a la muerte (eutanasia); practicar abortos (cada caso debe ser evaluado por un rabino ortodoxo) y, para un juez, condenar a muerte a un inocente.

Moshé enseña al pueblo la mitzvá de reconocer y creer en la unidad y unicidad de Di-s por medio del Shemá Israel, que debe ser recitado dos veces al día, en la mañana y en la noche, antes de dormir.

Cuando se ve el Shemá en hebreo, se pueden distinguir dos letras que sobresalen de su tamaño: la ain, última de la palabra Shemá (oye), y la daled, última de la palabra ejad (uno); estas dos letras forman la palabra ed, que significa “testigo”. Los judíos fueron creados para testimoniar la verdad de la unicidad de Di-s, que proclaman dos veces al día. 

Los 10 mandamientos

1. Yo soy el eterno, tu Di-s, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de los esclavos .

2. No tendrás dioses ajenos en mi presencia. No harás para ti efigies talladas ní cualquier imagen de lo que exista arriba en los cielos, abajo en la tierra o en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellos ni les servirás, pues Yo soy el eterno, tu Di-s, (un) Di-s celoso, que toma en cuenta la iniquidad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen. Pero hago bondad por millares (de generaciones) a los que me aman y a los que guardan mis mandamientos.

3. No tomarás el nombre del Eterno, tu Di-s en vano; pues el Eterno no absolverá al que jure su nombre en vano.


4. Recuerda el día de Shabat para santificarlo. Seis días trabajarás y harás toda tu labor. Pero el séptimo día es Shabat para el eterno, tu Di-s; no harás ninguna labor; ni tú, ni tu hijo o tu hija ni, ni tu siervo o tu sierva, ni tu ganado o el extranjero que esté en tus portales. Porque (en) seis días el Eterno hizo los cielos y la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, y descanso en el séptimo día. Por eso el Eterno bendijo al día de Shabat y lo consagró.

5. Honra a tu padre y a tu madre, para que se prolonguen tus días sobre la tierra que el eterno, tu Di-s, te concede.


6. No asesines.


7. No cometas adulterio.

 

8. No robes.

 

9, No expreses falso testimonio contra tu compañero.


10.No codicies la casa de tu prójimo; no codicies la mujer de tu prójimo, ni su siervo ni su criada, ni su toro ni su asno, ni nada que sea de tu prójimo.

El Shemá consta de tres párrafos; veahavta (“y amarás a Di-s”), que establece el amor a Di-s como mitzvá; se ama a Di-s porque Él lo ordena y además, con todo el ser, tanto con inclinación al bien, como con la inclinación al mal. Por eso se utiliza la palabra levavjá – en plural – corazones. 

Vehaya im shamoá tishmeú et mitzvotai, que exhorta al cumplimiento de las mitzvot y está expresada en plural para denotar la importancia de su cumplimiento por todo el pueblo judío; y Vayomer,  que hace referencia al hecho de Egipto. 

Cuando se dice Shemá, se cubren los ojos porque se considera que está presente en el momento de la Providencia Divina. 

El Shemá Israel

Oye, Oh Israel, Di-s es nuestro señor, Di-s es uno (único). Bendito sea el nombre de Su glorioso reinado eternamente. Y amarás a Di-s tu Señor con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza. Y estarán estas palabras que yo te ordeno hoy, sobre tu corazón, y las enseñarás a tus hijos, y hablarás sobre ellas, cuando estés sentado en tu hogar, y cuando vayas por el camino, y al acostarte y al levantarse. Y las atarás como señal sobre la mano, y serán como recordatorio entre tus ojos, y las escribirás sobre las jambas de tu hogar y en tu portones.

SHEMA ISRAEL A-DO-NAI ELO-HEINU A-DO-NAI EJAD

Baruj shem kevod maljuto leolam vaed. 

Veahavta et A-do-nai Elo-heja bejol levavja uv`jol meodeja. Vehaiu hadevarim haeile asher anoji metzavja haiom al levaveja. Veshinantam levaneja vedibarta bam, beshivteja, beveteja, uvlejteja baderej, uv´shojbeja uv´kumeja. Ukshartam leot al yadeja, vehaiu letotafot bein eineja, ujtavtam al mezuzot beiteja uvishareja. 

Buenas Intenciones

“Se la explicó a ellos en setenta idiomas”

(Comentario de Rashi, Devarim 4:1)

La primera traducción de la Torá fue llevada a cabo por Moshé Rabeinu, previo a la entrada de los israelitas a la tierra de Israel. Sobre el versículo de nuestra Parshá(1):“Moshé procedió a explicar esta Torá”, comentan nuestros Sabios(2) “Se la explicó a ellos en setenta idiomas”.

Además les ordenó escribir toda la Torá en setenta idiomas, una vez que cruzaran el Jordán(3). Sin embargo, en el tratado de Sofrim(4) se relata: “Ocurrió con cinco ancianos que escribieron la Torá para el Rey Shlomo en griego, y el día fue duro para Israel como el día en el cual se hizo el becerro”.

 

¿A qué se debía esto? “puesto que la Torá no podía ser traducida en toda su dimensión”. 

Esto despierta asombro ¿acaso no tradujo ya Moshé a la Torá en setenta idiomas, incluido el idioma griego?

EN LUGAR DE MOSHÉ

La explicación de esto radica en la precisión del lenguaje de nuestros Sabios Z”L, que compararon a la traducción de la Torá no al propio pecado del becerro, sino al “día en el cual se hizo el becerro”.

Es en esto donde está la comparación: tanto la elaboración del becerro como la traducción hecha para Shlomo no se llevaron a cabo con intención negativa. Su gravedad consistía en que de ello podría generarse algo grave. Con respecto al becerro, los comentaristas de la Torá(5) explican que los israelitas no hicieron el becerro en lugar de Di-s, sino en lugar de Moshé. Ellos argumentaron(6):“puesto que este Moshé, el hombre… no supimos qué ocurrió con él”. Ellos vieron que el Altísimo dispuso que un hombre terrenal sea el vínculo unificador entre ellos y Hashem-“Yo estoy parado entre Hashem y ustedes”(7)-y cuando vieron que tardaba en venir, pensaron en crear en su lugar a otro intermediario- el becerro.

EL ALTÍSIMO PUEDE

Esta intención por sí misma era buena. En realidad, ese fue justamente el objetivo de la construcción del altar: hacer morar a la santidad dentro de la existencia material de este mundo.

De entre los dos Kerubim material emergía la palabra de Hashem y se revelaba la Shejiná- la Presencia Divina(8). Siguiendo estos principios fue que los israelitas hicieron el becerro, con la intención de generar aquí abajo en el mundo inferior, algo similar al “carruaje celestial” de los ángeles supernales (eligiendo “el rostro del toro” que se encuentra en el “carruaje celestial”). Pero cometieron un error tremendo: cuando el Altísimo establece que su Shejiná se revele a través de “intermediario alguno”, no se percibe sino la palabra Divina exclusivamente.

El “intermediario” es concebido como falto de entidad propia, sino tan solo como algo cuya única función es única y exclusivamente transmitir la palabra de Hashem. Pero cuando el hombre decide por su cuenta generar “intermediarios” que conecten con el Altísimo, puede aquí crearse una situación de “dos poderes” y literalmente idolatría. Esa fue la gravedad del “día en el cual se hizo el becerro”.

LAS CONSECUENCIAS DE LA TRADUCCIÓN

Lo mismo ocurrió con la traducción de la Torá: cuando Moshé tradujo la Torá de acuerdo a la instrucción recibida de Hashem se depositó la santidad de la Torá en toda la traducción, lo que impedía el peligro de que no sea interpretada correctamente; pero cuando la Torá se tradujo por la exigencia del Rey Ptolomeo, sin mediar una orden Divina, estaba el peligro de una interpretación errónea, por lo cual los Sabios se vieron forzados a alterar la traducción en lugares específicos.

En la práctica no salieron consecuencias erróneas de la traducción de los setenta Sabios (“la Septuaquinta”), sino por el contrario, gracias a la traducción llegó el concepto de la unidad de Di-s también a las demás naciones, e incluso quedó fijada la Ley– Halajá (9), que el único idioma fuera de la Lengua Sagrada (el hebreo bíblico) en la cuales posible escribir un Rollo de la Torá es el griego, lo que implica una purificación y elevación del griego en el nivel más perfecto.

(Likutei Sijot , tomo 24, pág 1)

 

NOTAS: 

1.Devarim 1:5 

2.Explicación de Rashi ahí y en Tanjumá Devarim 2 Ver Igueret Bereshit Bereshit Rabá Parshá 49,b 

3.Devarim 27:4 y 27:8 Nuestros Sabios explican (Rashi ahí- de Sotá 32,a) 

4. Capítulo 1 halajá 7 

5. Ver in extenso Rambam Shemot 32,1 

6.Shemot 32:1 

7.Devarim 5:5

8.Ver Rambam sobre la Torá principio Parshat Trumá 

9.Meguilá 9,a Y ver explicación de Rashiahí Ver Sfat Emet Meguilá ahí.

Parashá en síntesis: Devarim

Se comienza la lectura del quinto libro de la Torá que lleva el mismo nombre y que también es traducido como Deuteronomio. Generalmente se le denomina Mishné Torá (la representación de la Torá), porque en él Moshé repasa prácticamente toda la Torá con el pueblo antes de su muerte.

Se dirige a la generación que entraría a Eretz Israel y, por ello, repetidamente enfatiza el mandamiento contra la idolatría, para prevenir a los judíos de las prácticas de los pueblos que habitaban Canaán.

Cuando Moshé se dirigía a la generación que estuvo presente en Matán Torá (entrega de la Torá) en Sinaí, no utilizó nunca el término “creer”, si no los verbos “ver”, “oír” y “saber”; porque todos los acontecimientos fueron presenciados por ellos o sus padres y, por tanto, tenían conocimiento cierto de ellos. Como las generaciones sucesivas tendrían que basarse en el testimonio de sus antecesores, el libro Devarim ordena enfáticamente a cada padre transmitir a sus hijos los acontecimientos de Matán Torá. 

Estudiar el libro de Devarim es una manera excelente para reafirmar la fe (emuná, del hebreo emet “verdad”), porque hace referencia a los preceptos fundamentales de amor y temor a Di-s y nos impele a reconocer la grandeza de Di-s y su Torá.

En este libro se advierte sobre los futuros castigos por el olvido de la Torá, siendo uno de ellos la dispersión de los judíos a lo largo y ancho del mundo. Concluye prediciendo la redención final, para cerrar el ciclo iniciado con la creación del mundo.

Frente a todo el pueblo reunido en asamblea (para lo cual Di-s hizo el milagro de magnificar su voz), Moshé habló al pueblo, aludiendo a los eventos y experiencias negativas ocurridas durante la travesía en el desierto.

El nombramiento de los 70 jueces a los cuales se refiere Moshé nos enseña que Di-s no consideraba beneficioso el monopolio de liderazgo y, aún cuando ellos no podían equipararse en eminencia con Moshé, podrían desarrollar niveles de grandeza y distinciones, cada uno según su potencial.

Cada persona tiene la misión de descubrir la mejor forma en que puede utilizar sus talentos para servir a Di-s y el pueblo judío. A cada individuo se le dan ciertas habilidades, las cuales deben desarrollarse al máximo; el patrón de comparación no son otras personas, sino uno mismo, la posibilidad de desarrollar su propio potencial.

El Shabat que precede a Tishá Be´Av se llama Shabat Jazón por cuanto se lee como Haftará (porción del libro de los Profetas) la famosa visión (Jazón) de Yehayahu Ben Amos (Isaías).

Es la visión que muestra a cada judío, a gran distancia, el futuro Tercer Templo y señala como mensaje que así como esta Haftará es leída durante los nueve días de luto por la destrucción de los Templos, del mismo modo, del exilio (galut) que vive el Pueblo Judío en la actualidad vendrá la redención definitiva (Gueulá).

Esta es la tercera de tres Haftarot que se leen cada Shabat de “las tres semanas”, las cuales predicen los castigos sobre el Pueblo Judío. 

Las dos primeras son Divrei Yirmiyahu (Jeremías) y Shiimú (también de Jeremías, profeta que vivó en la época de la destrucción del Primer Templo).

La construcción y luto que caracterizan “las tres semanas” y, en especial, los nueve primeros días de Av, son interrumpidos en Shabat, porque ese día debe prevalecer la alegría. 

En el Shabat anterior a Tishá Be´Av debe incrementarse aún más la alegría, más de lo usual, para que no quede ninguna sombra de tristeza, pues se le compara con la época de la Redención por venir, que será definitiva, de perfección espiritual.

Desde el Shabat después de Tishá Be ´Av hasta el de antes de Rosh Hashaná siguen siete Haftarot con profecías de consuelo y salvación que tendrá el Pueblo Judío y que se conocen con el nombre de Shivá de Nejamatá (Siete de Consuelo).

Promesas, promesas

Siempre me ha intrigado la manera tradicional en la que los mercaderes de diamantes cierran un trato.

Se dan la mano y dicen: “Mazal uBrajá” (Buena suerte y bendición). Una vez que se hayan dicho esas palabras, el trato está cerrado y tiene el poder de una transacción legal contractual. Es un tributo a la fraternidad del diamante, que en su industria, la palabra es la palabra. En otras industrias, incluso un contrato no vale. Aquí, la palabra hablada es irrevocable.

La Parshá de esta semana, Matot, comienza con un mandato sobre la santidad de nuestras palabras:

“Y Moshé habló a los jefes de las tribus…si un hombre hace una promesa…no puede profanar su palabra; lo que sea que sale de su boca debe cumplir…” 

(Números 30:2).

 

La palabra es la palabra. 

Las promesas son promesas. 

Y las palabras que pronunciamos son sagradas e inviolables.

Si ignoramos lo que decimos, estamos profanando nuestras palabras.

Es por eso que mucha gente se cuida en agregar las palabras “Bli neder” (“sin promesa”), cuando dicen algo que puede constituir una promesa, así de esta manera, se previenen de cumplir con lo que expresaron previamente, y no crean la grave ofensa de violar una promesa. 

Esto, por supuesto, de ninguna manera disminuye el aprecio que tenemos por nuestra palabra, y no precisamos cumplir con promesas si uno ya estipuló que lo que dijo, no constituye una promesa.

La pregunta es: ¿Por qué este mandamiento fue dado a los “jefes de las tribus”? 

Seguro que esto se aplica a cada uno de nosotros. Una respuesta simple es que, siendo que generalmente son los líderes lo que hacen la mayor parte de las promesas, entonces ellos deben ser los más cautelosos. 

Los políticos se caracterizan por ser infames por las promesas que hacen en sus campañas, que una vez electos, raramente cumplen. Dicen bajar los impuestos una vez elegidos. En el momento en el que entran a la oficina, suben los impuestos. Cuando la gente los desafía sobre las promesas no cumplidas, admiten de hecho que han mentido. 

El electorado inocente pensó que ha sido una genuina confesión y deciden que aquél, es el político más honesto que han conocido. Somos gente muy engañada de hecho. Muchos libros han sido publicados sobre el tema de ética en los negocios. A pesar que hay muchas leyes sobre esto, al final del día, la prueba fehaciente de la ética en los negocios es, “¿Has cumplido con tu palabra?”, “¿Has llevado a cabo tus compromisos?”. 

No importa cómo se comportan otras compañías. Importa menos aún, si nuestros competidores son corruptos.

Nosotros debemos honrar nuestras promesas, y éste es el punto clave. 

Ya sea en nuestras relaciones empresariales o en los compromisos de caridad que hacemos en la sinagoga o en otros lugares, nuestra palabra debe ser nuestro lazo. Incluso si nos preocupan los costos financieros inmediatos, podemos estar seguros que con el paso del tiempo, la reputación que vamos a adquirir por haber dicho la verdad y haber cumplido con nuestra palabra, compensará mucho más a cualquier pérdida a corto plazo que pudimos haber tenido.

 

Parashá en síntesis: Pinjas

El fracaso de Bilam en maldecir al pueblo de Israel (las maldiciones se convirtieron en bendiciones) conduce a Balak y a los nombres de Midiam a poner en acción otro plan de Bilam, que logra tener éxito al hacer pecar a los judíos. Las mujeres moabitas seducen a los hombres judíos, los embriagan, los hacen adorar a su ídolo Ba`al Peor, así como cometer actos inmorales. 

Kozbi, hija de Balak, es llamada por Zimri, príncipe de la tribu de Shimón a su tienda, en abierto desafío a Moshé y a las leyes imperantes. Pinjas, hijo de Elazar y nieto de Aharón, mata a ambos en nombre de Di-s, salvando así al resto del pueblo del castigo Divino. 

La plaga que se había desatado por los pecados cometidos mató a 24.000 judíos, todos de la tribu de Shimón. Este acontecimiento de Shitim es considerado de mayor gravedad que el del becerro de oro, cuando murieron 3.000 personas, ya que el pecado de idolatría se suma el de inmoralidad, que es castigado con gran severidad. 

A lo largo de la historia, cada tribu produjo grandes líderes, con excepción de la tribu de Shimón, de la cual provenía Zimri.

Nuestros Sabios explican que si Pinjas hubiese preguntado al tribunal si se debían tomar medidas contra los pecadores, éste hubiese respondido de forma negativa. La acción cometida con sus sentimientos de celo a Di-s está calificada en la Ley Judía como “es ley, pero no se instruye”. El tribunal no puede ordenar castigo, pero la persona – como en el caso de Pinjas – que estaba presente en el acto vergonzoso está obligada a reclamar y obrar contra la profanación del Nombre de Di-s.

Pinjas es premiado por Di-s con un pacto de paz para sus descendientes. Se le premia con el sacerdocio eterno, por cuanto mostró amor por su Di-s y logró la expiación para los hijos de Israel. Durante la época del Primer Templo, 18 Cohanim Guedolim (Sumos Sacerdotes) fueron descendientes de Pinjas, y durante el Segundo Templo, lo fueron 80. 

A pesar de que Moshé había intervenido numerosas veces para aplacar la ira de Di-s contra su pueblo, no fue premiado como Pinjas. La actuación de ambos era diferente: Moshé lograba el perdón por medio de la plegaria, que era escuchada por Di-s; Pinjas lo hacía por medio de la acción, llevando a las personas a arrepentirse.

La abnegación de moshé era de naturaleza espiritual; en cambio, la de Pinjas era física, arriesgaba su vida. 

Cuando el servicio de la persona es el resultado de la iluminación Divina que impregna el mundo físico – como es, en este caso, el mundo de Moshé -, no hay garantía de la durabilidad de su efecto. El nivel físico no se purifica, ni se eleva y regresa a su estado anterior una vez que la iluminación espiritual cesa.

Cuando la iluminación espiritual deriva del servicio del hombre – como en el caso de Pinjas, quien con su acción eleva y purifica el mundo físico, llevando a las demás personas a retornar a su esencia-, entonces el efecto es duradero, y el perdón, permanente.

Di-s instruye a Moshé para que se enfrente en guerra contra Midián por su tentativa de corrompèr moralmente a los judíos y de intentar destruirlos espiritualmente, lo que es aún más grave que la destrucción física, como la que pretendía Egipto. 

En la actualidad tendríamos que reflexionar sobre las precauciones que tomamos para nuestra protección física y espiritual y la de nuestros hijos. ¿Qué tan cuidadosos somos en prevenir cosas que atentan contra nosotros físicamente? ¿Tenemos el mismo cuidado cuando se trata de evitar un peligro espiritual? los medios de comunicación de masas, bajo el disfraz de la libertad de expresión y de prensa, están repletos de material gráfico y verbal que induce a la violencia y a la vulgaridad, afectando nuestra espiritualidad y la de los nuestros.