Una lección de liderazgo

Cuando Moshé pastoreaba un rebaño de ovejas de su suegro, un corderito se le escapó…

Moshé lo siguió y lo encontró bebiendo de una pileta de agua. Dijo, “veo que te escapaste porque estabas sediento. Ahora, si corriste todo este trecho, debes estar cansado”. Entonces lo cargó a su hombro y lo llevó de vuelta hasta el rebaño.

Dijo Di-s, “Tú (Moshé), que cuidaste al corderito con tanta misericordia, serás un líder compasivo para Israel, mi rebaño”. Más temprano en la vida de Moshé, la Torá nos cuenta que mientras él era aún un príncipe en el palacio del Faraón, vio a un compañero judío en problemas e inmediatamente intervino para salvarlo.

Del antedicho Midrash podemos observar las características de un verdadero líder judío. Como Moshé, no solo debe preocuparse por el destino de la nación como un todo, sino también por cada Judío como individuo. Cuando un Iehudí se extravía, el líder no ve a un rebelde, sino a una persona que está sedienta de Torá y lo provee con los medios que apaguen esa sed.

Más adelante, Moshé podría haber continuado su vida confortable, mas abandonó el palacio para ayudar a otros judíos. Similarmente, un verdadero líder judío no se contenta con encerrarse en el confortable medio ambiente de su propia comunidad. En lugar de esto, se expande hacia todos los judíos, incluidos los corderitos perdidos. .

¿Jasidim en Katmandú? Mark no podía creer lo que veía. Él llegó a éste en el Himalaya para “encontrarse a sí mismo”. En este reino Hindú y Budista entre la India y el Tibet, esperaba “encontrar su alma”. Sorpresivamente, se encontró a sí mismo cara a cara con dos jóvenes, barbados: Jasidim.

En Katmandú, sin sinagoga, con una población judía permanente de cuatro familias, los Lubavitchers organizaron un Seder para 500 judíos. Allí, Mark encontró su alma. Así sucedió con otros en lejanos lugares como Bangkok, Singapur, Guayaquil, Cochabamba, Pueblo Cazes. ¿Qué es lo que los hace a los Lubavitcher aunque sea pensar en esos recónditos lugares?

¿Jóvenes judíos que se muden a la ex Unión Soviética? Con la llegada de la Perestroika, el único movimiento clandestino que mantuvo intacta la llama del judaísmo bajo las circunstancias más adversas, salió ahora a la superficie. Cientos de  instituciones educativas se establecieron allí y docenas de emisarios se han radicado allí. ¿Por qué han abandonado el confort de occidente para mudarse a Rusia?

¿Miles de  centros alrededor del mundo? ¿Cuál es la fuerza inspiradora detrás de estos establecimientos?

Esa fuerza es Rabí Menajem Mendel Schneerson, llamado simplemente el “Rebe” por sus decenas de miles de jasidim y por sus centenas de miles de admiradores. Su genio se muestra en cada aspecto de la Torá, y su formidable inteligencia en matemáticas y ciencias ha asombrado incluso a los expertos en esos campos.

Por decenas de años el Rebe ha enviado a jóvenes a establecer centros de Torá y actividades judías. De este modo, la influencia del Rebe se ha extendido más allá de la comunidad de Lubavitch hacia la corriente principal de la vida judía. Para estos incansables hombres y mujeres, reforzados por su fuerza e inspirados en su fe, nada ha sido muy dificultoso por alcanzar.

Que todos tengamos el mérito que se complete su mayor aspiración: ¡la llegada del Mashiaj pronto en nuestros días!

Por Rabi S.Wilschansky

Un presente del Rebe

La tormenta de hielo del siglo golpeó a Montreal en el año 1998. La energía eléctrica  de nuestro hogar se cortó el miércoles y el jueves la casa estaba muy fría. 

Decidimos alquilar un par de habitaciones en un hotel del centro de la ciudad para pasar allí el shabat, pues creímos que la energía allí no se cortaría. Afortunadamente hallamos dos cuartos en el hotel que estaba al lado de nuestro Beit Jabad. 

Lamentablemente la energía eléctrica cesó también en el hotel y todo el vecindario. El generador del hotel mantenía la calefacción y la olla del Cholent (comida sabática) encendidas. Fue un Shabat especial a la luz de las velas. El sábado a la noche, ubiqué a mi familia en un pequeño sector para cenar. Mi señora preparó unos sandwiches y yo me dirigí al bar para pedir agua caliente para las sopas instantáneas. Una joven ofreció ayudarme y le expliqué que debido a una dieta especial no podía mezclarlo con los cubiertos del hotel. Ella me respondió que ya lo sabía y que también compraba estas sopas en un negocio casher. Al notar mi sorpresa me dijo: “Soy medio judía” y enseguida agregó: “En realidad no lo soy” “¿Tu padre era judío?” le pregunté. “Si, mi padre era judío y madre católica”. Y enseguida me preguntó: “¿Usted conoció al Rabino que vivía en Nueva York y que falleció hace unos años?”

“¿Te refieres al Rebe?” Pregunté muy sorprendido.

“Sí. Yo lo visité y tengo el dólar que me dio” La joven me contó que además poseía una hermosa pintura del Rebe. De sus palabras comprendí que sentía una gran admiración por él.

“Estoy buscando a las personas correctas para regalarles la pintura, que la merezcan y puedan apreciarla. Deseo regalársela a ustedes”. Intercambiamos nuestros teléfonos y partimos del hotel. Durante todo el domingo y el lunes estuve ocupado con las conexiones de electricidad de mi casa y del Beit Jabad. El martes la electricidad se conectaba por una hora y por otras cuatro desaparecía. A la tarde llamé a la muchacha. Conversamos unos instantes sobre la tormenta y los problemas causados por la falta de energía. Luego de un instante dijo: “Espero que hayas llamado por la pintura”.

Admití que así era y prometió venir a nuestro hogar al anochecer. A las 19:30 hs arribó con la pintura bajo el brazo. Era un hermoso y enorme cuadro, réplica de la famosa foto del Rebe saludando en un desfile de Lag Baomer. Nos sentamos con ella y nos relató su historia: “Mi padre era judío. Él falleció cuando yo tenía 5 años. Mi madre enfermó gravemente y fui colocada en un hogar sustituto pues ella no podía hacerse cargo de mí. Recé constantemente para su recuperación, imaginándome la cara de alguien santo que me ayudaría. Mi madre se salvó, pero el rostro imaginario permaneció en mi mente. En mi adolescencia desarrollé un talento especial en el dibujo. Dibujé pues el rostro que guardaba en mi memoria. Mi madre guardó el bosquejo. Cuando tenía 15 años, mientras buscaba un programa de televisión me vi atrapada por la emisión de un programa en cadena de Janucá. Imaginen mi shock cuando reconocí el rostro que guardaba en mi memoria. ¡Era el Rebe! Llamé a mi madre frenéticamente. Ella corrió a mi lado y al ver el rostro del Rebe en la pantalla, se desmayó. Lo reconoció de mi dibujo.

Llamé al número que aparecía debajo de las imágenes y pude conseguir más información acerca de este Rabino. Resolví viajar a Nueva York y visitarlo en persona. Mi madre creyó que aún era muy joven y no me permitiría realizar el viaje hasta los 18 años. Finalmente me encontré en la fila para ver al Rebe, con una gran ansiedad. Cuando me hallé frente al Rebe no podía levantar siquiera mis ojos. El Rebe me habló en francés (mi idioma) y me dijo: “Cualquiera sea el camino que elijas, Di-s estará contigo”. El Rebe aguardó a que levantara mis ojos y me entregó un dólar para caridad. Antes de mi regreso a Montreal, compré una fotografía del Rebe y le pedí a mi madre que encargara una pintura. A pesar de que nuestra situación económica no era muy buena, mi madre accedió a mi pedido. Asignamos el trabajo a un artista y luego la pintura fue colgada en el salón principal de nuestra casa. Descubrí que en ocasiones mi madre observaba e incluso le hablaba a la pintura. El año pasado, luego de una cena familiar, mi madre se puso muy seria, miró la pintura del Rebe y me dijo: “Ya es tiempo de que te vayas; y también es tiempo de que yo me vaya.” No entendí lo que quiso decirme, pero luego de unos meses mi madre falleció. Antes de morir me hizo prometerle que entregaría el cuadro a quienes pertenece realmente.

Siempre pensaba en sus palabras y el día anterior a nuestro encuentro me lamentaba porque los meses pasaban y no encontraba a las personas correctas. Pedí que la persona indicada viniera a mí. Y entonces usted se acercó a mi puesto de trabajo.” La muchacha concluyó su relato, la electricidad retornó y nunca más cesó la luz.

Mujer introvertida

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch Cortesía de meaningfullife.com 

“Y Dina, la hija de Lea, con quien tuvo con Iaakov, salió a ver a las hijas de la tierra. Y Shjem, hijo de Jamor el Jivita, príncipe de la tierra, la vio; y abusó de ella…” (Génesis 34:1-2) 

En el capítulo treinta y cuatro de Génesis leemos sobre el abuso a Dina, el astuto plan de sus hermanos para mutilar a la gente de Shjem, su rescate, y la destrucción de la ciudad. 

Nuestros Sabios notan que en el primer versículo de todo este suceso, la Torá introduce a Dina como la hija de Lea. Y no es referida como “la hija de Iaakov” o la “hija de Iaakov y Lea”, o incluso como “la hija de Lea y Iaakov”, sino como “la hija de Lea, que tuvo con Iaakov”. Rashi explica: Por su salida, ella es llamada “la hija de Lea”, porque Lea, también, era una “salidora”, como está escrito: “Y Lea salió a recibirlo (Génesis 30:16). En relación a ella está dicho: “Como es la madre, es la hija”. 

A primera vista, parece ser una acusación del comportamiento de Lea y Dina. El sello de la mujer Judía es su tzniut, el recato en su vestir y el porte expresado en el versículo (Salmos 45:14), “La gloria entera de la hija del rey está dentro”. Una chica judía, parece decir Rashi, no tiene nada que hacer yendo a visitar a las hijas de una tierra pagana; y cuando lo hace, no está actuando como una hija de Iaakov, sino como su madre, que se sabe que en ocasiones embarcó sus propias salidas. Para la hija del rey, que salga de su santuario interno es exponerse a todo tipo de encuentros negativos, como el trágico caso de Dina lo demuestra. 

Esta, sin embargo, no puede ser la intención de Rashi, ya que contradice a su comentario de un versículo previo. Unos pocos capítulos atrás, en donde Iaakov se prepara para el encuentro con su malvado hermano Esav, leemos (Génesis 32:23): “Y Iaakov tomó a sus dos esposas, sus dos sirvientas, y sus once hijos, y cruzó el vado de Yabok”. 

Pregunta Rashi: “¿Qué hay de su hija?” 

¿Dónde estaba Dina? Iaakov la había puesto en un baúl grande y la encerró ahí, para que Esav no la viera. Por esto, Iaakov fue castigado, porque si no la hubiera escondido de su hermano, quizá ella hubiera traído a Esav de vuelta al buen camino. El castigo fue, que ella cayó en las manos de Shjem. 

En otras palabras, fue la aislamiento a Dina, no las salidas de Dina y Lea, la causa de la mala suerte de Dina. Dina no tendría que haber sido escondida de Esav. Su encuentro con el gran mundo perverso no debería haber sido evitado; Iaakov temió que pueda ser dañada por su malvado tío; tendría que haberse dado cuenta, que con la sólida base moral y la integridad incuestionable de ella, podría haber influenciado a Esav para bien. 

Es muy interesante, que también aquí, hay una conexión madre-hija. La Torá (en Génesis 29:17) nos cuenta que los “ojos de Lea eran débiles”. Rashi explica que estaban débiles de llorar: 

“Ella lloraba por la idea de que iba a caer en la suerte de Esav. Porque todos decían: Rivka tiene dos hijos y Laban tiene dos hijas; el hijo mayor (Esav) está destinado para la hija mayor (Lea), y el hijo menor (Iaakov) está destinado para la hija menor (Rajel)” 

Ésta era más que una común especulación; de acuerdo al Midrash, estas parejas fueron ordenadas en el Cielo. Pero las llorosas plegarias cambiaron el decreto celestial, y ambas hermanas se casaron con el justo hermano menor. Pero era Lea el alma gemela potencial de Esav. Si ella misma se sentía inadecuada al desafío de lidiar con la debilidad de él, su hija y heredera espiritual, Dina, podría haber servido como instrumento de la redención de Esav. 

Este es el profundo significado del adagio: “Como es la madre es la hija”, citado por Rashi. Nuestros hijos heredan no sólo nuestros rasgos actuales sino también nuestros potenciales no realizados. Físicamente, una madre de ojos marrones puede transmitir a su hijo el potencial para ojos celestes heredados por su madre pero inactivo en sus genes. Espiritualmente, un padre puede impartirle a su hijo la habilidad de lograr lo que, para el padre, no es más que un potencial sutil enterrado en lo más hondo de su alma. 

Así que la salida de Dina para “hacer sociales” con las hijas de la tierra, estaba totalmente de acuerdo a ella y su madre. Su exposición a un ambiente extraño no la habría afectado adversamente a su feminidad Judía, su gloria interna de una hija del Rey. Al contrario: ella nació con el rol de ser una mujer judía “salidora” que sirve como fuente de iluminación a su alrededor sin comprometer su modestia y recato. Mejor dicho, era el intento de Iaakov de encerrarla que trajo al desastre. Al salir hacia “las hijas de la tierra”, Dina era verdaderamente la hija de Lea, en el sentido positivo. No era la hija de Iaakov, ya que Iaakov insistió en poner su naturaleza extrovertida de lado. 

DENTRO Y FUERA 

En esto se encuentra un mensaje para las mujeres de todas las generaciones: 

La Torá ve a los hombres y a las mujeres como si hubieran sido impartidos por su Creador con distintas características y funciones. El hombre es un conquistador, encargado de enfrentar y de transformar a un resistente y muy frecuentemente hostil mundo. Para este fin, él ha sido suministrado con una naturaleza extrovertida y agresiva, una naturaleza que la aplica constructivamente en la guerra de la vida, la guerra para combatir lo negativo y de redimir los elementos positivos y oportunidades que se encuentran cautivadas en los rincones desolados de la creación de Di-s. 

La mujer es diametralmente opuesta. Su intrínseca naturaleza es no-conflictiva, introvertida, modesta. Mientras los hombres pelean las perversidades de afuera, la mujer cultiva la puridad dentro. Ella es el pilar de la casa, cuidadora y educadora de la familia, guardián de todo lo sagrado que hay en mundo de Di-s. La gloria entera de la hija del Rey está dentro. 

Pero “dentro” no necesariamente significa “dentro de la casa”. La mujer, también, tiene un rol que va más allá de la casa, se extiende a las hijas más extrañas de las tierras más paganas. Una mujer que ha sido bendecida con la aptitud y talento para influenciar a sus hermanas, puede y debe ser una “salidora”, dejando periódicamente su refugio de santidad para alcanzar a aquellos que han perdido la dirección de sus vidas. 

Y cuando lo hace, no necesita y no debe asumir el porte guerrero del hombre. El enfrentamiento no es el único camino de lidiar con el mundo, también hay una forma femenina, un camino gentil, modesto y compasivo, de extraer la bondad de lo malvado que emerge afuera. El enfrentamiento es frecuentemente necesario, pero es también inefectivo y a veces perjudicial. Incluso las batallas más feroces precisan el toque femenino de la mujer extrovertida. 

¿POR QUÉ ENFRASCARSE EN LOS DETALLES DE LA TORÁ? 

Por Israel Cotlar 

Pregunta: 

Siempre he disfrutado del estudio de la Torá. Aprecio profundamente su sistema de valores y su código moral. Después de todo, el autor es Di-s mismo y nuestro Creador probablemente sepa qué es mejor para Sus creaciones. 

Pero no entiendo los análisis detallados de la Torá en tu sitio web. ¿Por qué cortar cada letra o palabra aparentemente redundante en la Biblia? ¿No es ir un poco lejos? 

Respuesta: 

Imagínate por un momento a Albert Einstein caminando en la calle y tirando una lapicera. Se agacha para levantarla, y un hecho desafortunado sucede. Sus pantalones se rasgan. Se da la vuelta, va hacia su casa, y arregla los pantalones. 

He aquí que tenemos al Profesor Einstein con un hilo y aguja. 

¿Acaso este acto expresa su sabiduría prodigiosa? Ciertamente no. Incluso cuando cose, Einstein reflexiona profundamente. Pero parte de la vida, incluso la de un genio, es asegurarse que no haya una rasgadura en sus pantalones. 

A lo que me refiero es, que frecuentemente solemos equiparar la autoría de Di-s de la Torá al cosido de los pantalones de Einstein. Lo hace, porque bueno, es algo necesario de hacer. Pero no es así cómo los Sabios de Israel veían a la Torá. 

El concepto popular sostiene que Di-s luego de haber creado al mundo, Vio la necesidad de darnos a los terrícolas un código moral a seguir. Así, nació la Torá. Está aquí para mantener al mundo civilizado y para salpicar alguna explicación a la vida caótica frecuente del hombre. Algo como un manual de autoayuda para la humanidad. 

Si esa fuera la suma total de la Torá, tendría muy poco que ver con Di-s mismo. Sería parte de la descripción de trabajo del Creador-del-Mundo, pero, como Einstein cosiendo sus pantalones, tiene muy poco que ver con la Sabiduría Esencial de Di-s. No robar, no lastimar a nadie, dar caridad…todo muy lindo, ¿pero llamas a eso sabiduría infinita? 

Y así, nos dicen que “La Torá precede al mundo 2000 años” 

En otras palabras, la Torá no es solo una guía de Di-s para el hombre. Precede al hombre, precede al mundo, precede a toda la existencia. Es la propia Sabiduría de Di-s, que Él, ciertamente dicho, discute con Él mismo. Y Él decidió compartirlo con nosotros. 

Siendo que Di-s es una unidad completa, Su sabiduría es Una con Él también, como nos dice el Zohar: “Di-s y Su Torá son completamente Uno”. Así que básicamente, cuando Él nos da Su Torá, nos está dando a Él mismo. 

Ahora, cuando esta sabiduría Divina (luego de haber descendido por miríadas de dimensiones espirituales) entra en nuestra realidad, lo traduce a leyes bastante útiles. Pero eso es porque sólo algo puramente Divino va a expresarse como la verdad absoluta en cada paso de la escalera. Ahora, eso es bastante fenomenal: Di-s mismo envuelto en un elegante paquete de sabiduría aplicable. 

Esta es una de las razones por las que la Torá comienza con una Bet y no con una Alef. Si estudiamos sus leyes y las encontramos éticas (o sus historias y las encontramos inspiradoras), tenemos que recordar que no estamos comenzando del principio de la historia. El comienzo de la misma, está muy lejos de nosotros, con Di-s mismo. Lo que conseguimos ver es sólo la parada final, como se aplica aquí abajo. Pero si cavamos más a fondo, dando vueltas cada palabra y frase, preguntando, “¿Por qué lo dijo de tal forma? ¿Qué es lo que hay tras todo esto?”, quizá podamos ojear un poco de lo que hay realmente dentro de esta Sabiduría. Quizá podamos ver Su Torá como la ve Él mismo.

Un comienzo de mes diferente

En Simjat Torá de 1977, en medio de las Hakafot, el Rebe sufrió un infarto. Con denodado esfuerzo terminó sus Hakafot. Durante aquellos días fatídicos de Tishrei de dicho año, en el mundo de Lubavitch y más, reinaba una gran confusión. La única persona que se mantenía calma era el Rebe mismo. Hoy en día, sabemos el final feliz de la historia. 

Conocemos los milagros que llevaron a Rosh Jodesh Kislev, el día en el cual el

Rebe volvió a su casa; un símbolo de recuperación completa. Hoy, se celebra con reuniones jasídicas y por sobre todo con la acción.

El legado del Rebe está en todas partes. En Argentina y el Congo; en Israel y Europa; en Moscú y Nueva York. 

Sus programas tienen lugar en las escuelas y en la calle, en sinagogas y en casas, en oficinas y prisiones, en el ciberespacio y también uno a uno, de manera formal e informal.

¿Qué hay detrás de estos Jasidim, alumnos y seguidores de Lubavitch y qué los motiva?

El Rebe. El Rebe de Lubavitch, Rabí Menajem Mendel Schneerson.

Aún ahora, a más de dos décadas de su fallecimiento, cientos de parejas jóvenes, inspiradospor su visión y su pasión, se sienten privilegiados de dejar hogares y afectos para asumir posiciones permanentes como emisarios del Rebe, shlujim, lejos de su familias, comunidades, raíces espirituales, confort y diversiones.

Cada vez son más los judíos que en todas partes siguen inspirándose en las enseñanzas y la guía del Rebe.

Un flujo constante de personas Jasidim y no Jasidim, hombres y mujeres, niños y niñas y en general gente de toda clase y condición visitan su lugar de descanso, el Ohel.

Ese fuerte legado se intensificó a partir de ese Rosh Jodesh Kislev, el mes de la luz.

El contraste entre Itzjak e Ishmael

Leemos en Génesis (17:7-27), cómo Di-s se presenta ante Abraham y le da instrucciones para circuncidarse él mismo y todos los hombres. Di-s luego ordena que cada varón nacido sea circuncidado en el octavo día de vida, como señal del “pacto eterno” entre Di-s y Abraham.

Luego Di-s le informa a Abraham que en un año, él y Sara tendrían un hijo, Itzjak. Abraham estaba llegando a los cien años en ese momento, y Sara a los noventa. Ambos habían estado casado por 75 años sin tener hijos, y Sara estaba físicamente incapacitada para tenerlos. Abraham ya tenía un hijo, Ishmael, que había nacido trece años atrás, luego de que Sara haya discutido con él para que se casara con su sirvienta Hagar, y que pudiera ser padre de un niño a través de ella.

La reacción de Abraham a la promesa Divina fue: “Si solo Ishmael viviera ante Ti”. Parecería que Abraham estaba diciendo que estaría perfectamente contento de ver a Ishmael como su heredero, aquel quien continuará su trabajo de vida y perpetuado su relación especial con Di-s.

Di-s rechaza la propuesta de Abraham. Le asegura que Ishmael se convertirá en un gran pueblo, “pero mi pacto lo debo establecer con Itzjak”. Sólo Itzjak, el hijo que tendrás con Sara, puede ser tu verdadero heredero”.

Esto es más que una elección técnica. La insistencia de Di-s para que Itzjak sea el progenitor de Su pueblo elegido nos muestra algo fundamental en la naturaleza de nuestra relación con El.

Ishmael e Itzjak diferían en dos aspectos significativos:

Ishamel vino al mundo en forma natural, mientras que el nacimiento de Itzjak fue algo sobrenatural.

Ishmael fue circuncidado a los trece años, el año del “daat” (conciencia), mientras que Itzjak lo hizo a los ocho días de vida, una edad en la que la persona no tiene conciencia de lo que está ocurriendo.

En otras palabras, Ishmael representa una relación racional con Di-s, basada en el entendimiento humano. Itzjak representa un enlace sobrenatural.

Abraham discernió varias cualidades positivas en Ishamel, y estaba preparado en verlo como su heredero. Sin embargo, Di-s insistió que su pacto con Abraham sería perpetuo específicamente a través de Itzjak y sus descendientes, un pueblo cuyo compromiso con Di-s trascendería lo natural y racional.

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

La historia del monoteísmo

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

La esencia del Judaísmo, es la creencia en un solo Di-s. De hecho, todas los credos monoteístas tienen su origen en Abraham, el descubridor (o el re descubridor) de esta verdad.

La creencia Judía en Di-s es expresada en los dos primeros de los Diez Mandamientos. El primero, afirma la verdad de Su existencia. El segundo es un complemento negativo del primero (no idolatrar). La idolatría no es necesariamente una falta de fe en Di-s, de hecho, el Segundo Mandamiento comienza diciendo: “No tendrás otros dioses frente a Mí…”. Sino más bien, la idolatría también incluye cualquier negación a la unidad de Di-s, su absoluta singularidad, unidad y exclusividad de ser. Adjudicarle cualquier división o compartimiento al ser Divino, o creer que Di-s tiene un compañero o intermediarios en Su creación y en la subsistencia del Universo, es transgredir la prohibición de idolatría.

Los detalles de las leyes de idolatría, son descriptos por Maimónides en su Mishné Torá, en una sección del doceavo capítulo titulada Leyes Concernientes a la Idolatría y sus Costumbres. Aquí, Maimónides define qué es idolatría y examina varias formas de idolatrar y sus prácticas, las penalidad que acarrean, el status de un idólatra, etc.

En el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría, Maimónides cuenta la historia del reconocimiento del hombre de la verdad de Un solo Di-s. Originalmente, el hombre conocía a su Creador; pero en la “generación de Enosh (el nieto de Adam), la humanidad erró gravemente, y el conocimiento de aquellas generaciones de hombres sabios fue confundida; Enosh mismo estaba entre aquellos que habían errado. Su error yacía en lo que ellos creían que era placentero para Di-s, si ellos veneraban las fuerzas de la naturaleza que Le servían, como un rey que desea que sus ministros y sirvientes sean venerados. Pronto, comenzaron a erigir templos y altares para el Sol y las estrellas, ofreciéndoles sacrificios e himnos de alabanzas, creyendo que todo esto era el deseo de Di-s.

Sobre generaciones posteriores, Maimónides continúa diciendo: “se levantaron falsos profetas…y otros charlatanes que clamaban haber recibido comunicaciones de varios cuerpos celestiales sobre cómo deben servirse y cuáles imágenes los representan. Al pasar los años, el impresionante y venerable nombre de Di-s fue olvidado de los labios y mentes de la humanidad; ya no eran más conscientes de Él. El hombre común sólo sabía de imágenes de madera o de piedra en sus templos, a los cuales se les había instruido desde la niñez a prosternarse y a servirles; los más sabios entre ellos creían en las estrellas y constelaciones que estas imágenes representaban; pero ninguno reconocía ni conocía al Creador excepto aquellos raros individuos como Enoj, Metushelaj, Noaj, Shem y Ever. Y así era el mundo hasta que el pilar del universo, nuestro padre Abraham, nació.

Ya de pequeño, la mente de Abraham comenzó a buscar y a preguntarse: ¿Cómo orbitan los cuerpos celestiales sin una fuerza motora? ¿Quién los mueve? ¡No pueden moverse por ellos mismos! Inmerso entre los tontos idólatras de Ur Casdim, no había nadie quien le enseñara; su padre, madre y gente de la casa, y él entre ellos, eran idólatras. Pero su corazón buscó, y llegó a la conclusión que hay un Di-s…que creó a todo y que en toda la existencia, no hay nadie más que Él. Llegó a la conclusión que todo el mundo estaba errado…

“A la edad de cuarenta, Abraham reconoció a su Creador…Comenzó a debatir con la gente de Ur Casdim…Destruyó ídolos, y comenzó a enseñarle a la gente que sólo es apropiado servirle a un Di-s… Continuó haciendo llamar la atención del mundo, enseñando que solo existe un Di-s en todo el Universo, y que a Él solo hay que servirle. Portó el mensaje de ciudad en ciudad, de reino a reino…Muchos se unieron para hacerle preguntas sobre el tema, y él les explicaba de acuerdo a su entendimiento hasta que les terminaba mostrando el camino de la verdad. Cientos y luego cientos de miles se unieron a él…y él implantó este gran principio en sus corazones y escribió varios libros sobre esto. Luego del fallecimiento de Abraham, Itzjak, y luego Iaakov siguieron con su trabajo, hasta los descendientes de Iaakov, y aquellos que se les unieron, formaron una nación que conocían a Di-s.

“Sin embargo, cuando la gente de Israel moró en Egipto por muchos años, volvieron a aprender del comportamiento de los egipcios y a idolatrar ídolos con ellos…solo un poco más, y el gran principio implantado por Abraham hubiese sido olvidado, y los descendientes de Iaakov hubieran vuelto al error de la humanidad y a sus formas de vidas corruptas. Pero por el amor de Di-s hacia nosotros, y Su cumplimiento de la promesa que le hizo a Abraham… Di-s eligió a Israel como Suyo, coronándolos con las Mitzvot (preceptos), e instruyéndoles el camino en el cual deben servirLo, y las leyes concernientes a la idolatría y aquellos que las transgreden”

La Historia como Ley

Así Maimónides concluye el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría. En los siguientes once capítulos, el procede a enumerar las leyes particulares de la “idolatría y aquellos que idolatran”.

El Mishne Torá es una obra puramente Halájica, o legal. Hay raras ocasiones en las que Maimónides cuenta algún hecho histórico o alguna inspiración filosófica, y siempre se revela que en estos casos, si los estudiamos más minuciosamente, terminan siendo un punto de instrucción legal. Lo mismo es cierto con el primer capítulo que hemos resumido anteriormente: cada detalle de esta historia es una Halajá (ley judía), un componente crucial de la prohibición de la Torá sobre la idolatría.

El primer punto de Maimónides es que la idolatría no es un pecado religioso sino también un error racional. La generación de Enosh “erró gravemente y la sabiduría de la generación de hombres sabios fue confundida”, la humanidad fue engañada por falsos profetas y charlatanes. Abraham llegó a la conclusión de la verdad sobre la unidad de Di-s, no por revelación Divina ni por poderes sobrenaturales, sino que por el proceso de que “su mente comenzó a buscar y a indagar…hasta que comprendió la verdad y entendió el camino correcto por su sentido común”. Consiguió adherentes a su fe no por obrar maravillas ni profesar el nombre de Di-s, sino por medio de explicarle a cada uno de acuerdo a su entendimiento, hasta que les terminó mostrando el camino de la verdad. Maimónides no menciona todas las revelaciones de Di-s a Abraham, tampoco menciona a todos los profetas y milagros que acompañaron en el desarrollo de la nación que conocía a Di-s en sus primeros años. Ya que, aunque ellos no hubiesen estado, el hombre podía haber reconocido la unidad de Di-s de todas maneras, y se hubiera esperado de ellos que así hicieran. La idolatría es irracional; el hombre, usando nada más que su capacidad para razonar, puede discernir entre su falacia y descubrir la verdad.

Por el otro lado, cerca del final del relato histórico, Maimónides remarca el punto opuesto: sin la intervención Divina, la fe fundada por Abraham no hubiera sobrevivido.

El razonamiento humano no es suficiente. Puede exponer falacias, descubrir la verdad, transformar una vida, convencer a miles, y fundar una nación. Pero es sólo tan fuerte como el ser humano que lo realiza. Puede ser distorsionado por los tormentos de la vida: rompe a la persona, y habrás invalidado sus ideas. El exilio y las dificultades que han experimentado los Israelitas en Egipto, casi destruyó una nación que creía en Di-s. Si Di-s no se hubiera revelado a nosotros en el Sinai, el gran principio implantado por Abraham, hubiera desaparecido.

Mente y Más

En el primer capítulo de las Leyes Concernientes a la Idolatría, Maimónides nos está instruyendo cómo se observa el precepto de “No tendrás otros dioses frente a Mí”.

No es suficiente decir: “Di-s se nos reveló a nosotros en el Sinai y nos dijo que no hay otras deidades o fuerzas que son compañeras de Su ser y Su régimen sobre el universo. Así que yo sé que es así. Si Él lo hubiese dicho, me hubiera bastado: la lógica de la verdad es irrelevante”. No, dice Maimónides. El Segundo Mandamiento obliga al judío a que su mente, no solo sus convicciones, debe negar la posibilidad de otros dioses. No debe solamente aceptar que esto es así, sino que debe comprender, racionalmente, que no puede ser de otra manera. Cada judío está obligado a desarrollar un reconocimiento de la verdad Divina adquirida por Abraham: un reconocimiento tan absoluto que pueda implementar una doctrina universal y convencer a que miles de personas transformen sus vidas.

Por el otro lado, una persona puede tomar esto para el otro extremo y decir: “La unidad de Di-s no es un tema de fe, es un hecho. La naturaleza de la realidad lo atestigua; yo puedo demostrárselo a cualquiera. Es la revelación en el Sinai lo que es irrelevante. El monoteísmo es una verdad racional, apoyada por irrefutables argumentos”.

Esto puede ser posible, dice Maimónides, pero la negación del judío de otros dioses es más que una filosofía irrefutable. Es una fe implantada en la esencia de nuestras almas, que perdura aún cuando la lógica cesa de funcionar y la razón es considerada impotente. Para creer de verdad, uno debe comprender, pero la comprensión sola, es una sombra mortal de la fe inmortal. La filosofía de la fe de Abraham, apenas sobrevivió a Egipto; la fe supra racional que conseguimos en el Sinai, en donde Di-s eligió a Israel como Suyo, coronándolos con los preceptos, e instruyéndoles la forma en la cual debemos servirLo, ha sobrevivido a cientos de Egiptos y a cada locura de la historia.

Las riquezas del Cuerpo

Basado en las enseñanzas del Rebe de Lubavitch

En la Parshá de esta semana, leemos cómo, poco después que Abraham y Sara llegaron a la Tierra de Canaan, se vieron forzados a ir a Egipto por el hambre que acechaba en la tierra. Cuando se estaban acercando a Egipto, Abraham le dijo a Sara:

“Ten cuidado, ahora yo sé que tú eres una mujer de bella apariencia. Cuando los egipcios te vean, dirán: ‘Ésta es tu esposa’, me matarán, y a ti te dejarán viva…
Por favor, dí que eres mi hermana, para que me hagan un bien a mí, y mi alma vivirá por tu causa”

Los temores de Abraham fueron bien fundados. Sara es llevada al palacio del Faraón. Abraham recibe muchos regalos, como “hermano” de aquella mujer tan bella. Milagrosamente, Di-s previene al Faraón de tocarla. Sara es liberada y llevada de vuelta a su marido, y ambos vuelven a la Tierra Santa llenos de riquezas obtenidas por sus (des)venturas.

El Midrash ve este episodio como un precedente del futuro viaje a Egipto de los hijos de Abraham y Sara. En ese entonces, también, nuestra captura en Egipto finaliza con nuestra liberación y éxodo de la tierra con “grandes riquezas”. Esta gran riqueza, explican los maestros Jasídicos, se refiere no solo a todo el oro y plata que se llevaron consigo los Israelitas de Egipto, sino también viene a hacer una referencia a las “chispas de Divinidad”, que redimieron los Hijos de Israel y elevaron, en el curso de sus 210 años de esclavitud allí.

Esta aventura, también es revivida en la vida de cada individuo.

De acuerdo al Zohar, “Abraham” representa el alma, y “Sara”, el cuerpo. En la narración Bíblica, tanto Abraham como Sara bajaron a Egipto, pero Sara experimentó un “descenso” aún mayor cuando fue encarcelada en el palacio del Faraón y amenazada por sus ministros. Al final, sin embargo, la sentencia de Sara terminó siendo una fuente de riqueza para ella, y en su mérito, su marido también fue enriquecido.

Lo mismo sucede en la vida de cada individuo. Tanto el alma como el cuerpo descienden al mundo material, pero el cuerpo es el que está más expuesto y comprometido a la decadencia mundana, mientras que el alma permanece en cierta forma, un poco más ajena al mismo. Sin embargo, al final, es el cuerpo quien, a través de sus acciones físicas, redime y eleva la “riqueza de Egipto”. Ya que solo el cuerpo puede realizar una Mitzvá (precepto), una acción Divina. Sólo un ser físico tiene acceso a las chispas de Divinidad que han sido esparcidas en todo el mundo físico, pudiendo elevar y enriquecer a su alma en el proceso.

¿A qué partido político apoya la Torá?

En una carta escrita en el año 1937 por Rabi Iosef Itzjak Schneersohn, sexto Rebe de Jabad y suegro del actual Rebe de Lubavitch, el Rebe comparte la siguiente anécdota:

En el año 1913, en Rusia se festejaba los 300 años de la permanencia de la familia Romanov en el reinado. Yo viajaba en un tren a Petersbusgo. Estaba en un vagón de segunda clase, y junto a mí se ubicaron miembros del gobierno y del clero. Los pasajeros debatían sobre el sistema monárquico. En el medio del debate, surgió la pregunta: “¿Qué opina la Torá sobre este régimen?”. Inmediatamente se desató una encendida discusión sobre ello. 

Algunos de los pasajeros opinaban que nuestra sagrada Torá está a favor de la monarquía. Otros opinaron lo contrario: la Torá está a favor del socialismo. Incluso hubo alguien que sostenía que la Torá armoniza con el pensamiento comunista.

Yo no tomé parte en la discusión.

Luego ingresaron al vagón algunos judíos, buenos amigos míos, que se introdujeron también en el debate. Ellos me pidieron que diera mi opinión al respecto. Entonces les expliqué: “Todos ustedes- aunque con diferentes ideas sobre nuestra Torá y religión- tienen razón.

Cada fracción política- monarquía, socialismo o comunismo- tiene su parte positiva y su parte negativa, de acuerdo a la regla filosófica conocida que dicta que no hay mal sin bien y bien sin mal. Es decir, no existe bien que no contenga algo de mal y no existe mal que no tenga dentro de él algo de bien. Sólo que esta ley es así exclusivamente con respecto a los elementos que las personas han instituido.

Pero la sagrada Torá que fue entregada por el Creador, bendito sea Su nombre, se compone únicamente de lo bueno que hay en cada cosa. Debido a ello todos encuentran en la Torá las mejores cosas de su partido. 

Igrot Kodesh, Admur HaRaiatz, tomo 4, pag 200.

Adictos a la fama

Observemos minuciosamente qué historia la Biblia eligió contarnos luego del diluvio devastador, el desastre natural más grande de toda la historia, que destruyó a casi toda la humanidad. Es la ambigua historia de la Torre de Babel. Y dice así:

“Toda la tierra era un idioma y un propósito en común…Y se dijeron unos a los otros: “…Construyamos para nosotros una ciudad y una torre que llegue hasta los cielos, y hagamos un nombre para nosotros, no sea que nos dispersen de la faz de la tierra” ” Y Di-s descendió a mirar la ciudad y la torre que los hijos del hombre construyeron, y dijo Di-s, …””… ¿Será que no se debe retenerlos con lo que se proponen hacer? Di-s los esparció sobre la faz de la tierra y dejaron de edificar la ciudad”

¿Es la construcción cruel?

Esta es una historia extraña. ¿Por qué Di-s interrumpió su proyecto? ¿Cuál era su pecado? Sus motivos de querer construir una ciudad con una torre “que llegara hasta los cielos” era bastante entendible, incluso noble. La humanidad se estaba reconstruyendo luego del Diluvio, que devastó a toda la raza humana, excluyendo a Noaj y a su familia. Noaj y sus hijos estaban, de acuerdo a la tradición, todavía vivos, dándoles información del diluvio de primera mano. Si la humanidad tendría que sobrevivir, deberían construir una ciudad y una torre que pudiera prevenir algún próximo desastre.

¿Qué era lo que estaba mal en su plan? ¿Acaso no dice explícitamente en la Biblia “Sean fructíferos y multiplíquense, llenen la tierra y conquístenla?”

Someter al mundo nunca significó borrar la naturaleza, o despojarla del medio ambiente. Sino, significa una administración responsable y hacer que seamos menos vulnerables a la naturaleza a través de cualquier forma natural. ¿Por qué Di-s desaprobó entonces, este emprendimiento aparentemente maravilloso?

Una de las posibles respuestas es: al establecer su objetivo de crear una torre que alcanzara los cielos, la gente declaró: “Construyamos para nosotros una ciudad y una torre que llegue hasta los cielos, y hagámonos para nosotros un nombre”. Su motivo detrás del dramático plan de construcción era inmortalizar su legado en una estructura concreta; la vitalidad de sus nombres en los anales de la historia.

¿Pero qué hay de malo en ello? ¿Quién de nosotros no desea ser recordado? ¿Quién no ansía ver su nombre en los diarios o en los sitios web? ¿A quién no le gustaría ver su nombre inscripto con honores en paredes, o impreso en las páginas de los libros de historia? ¿Le importa tanto a Di-s si hay gente así, que quiere hacerse un nombre para ellos mismos?

¿Podrías olvidar?

La respuesta es simple. Cuando ves un diluvio en el que toda la raza humana desapareció, piensas en algo más que en asegurarte un nombre y un legado.

Imagina a alguien que ve cómo su casa es consumida por un diluvio. En vez de ir y rescatar a la gente que está adentro, esta persona se para y reflexiona cómo asegurarse un nombre dentro del proceso. Sería grotesco. ¿No puedes olvidarte de tu ego? ¿No hay un momento en el cual eres capaz de decir. “¡Olvida mi legado! ¡Vidas humanas deben ser salvadas!”

Hay gente así. Son adictos a la fama. Ocurre una tragedia, y en lo único que se preocupan es: ¿Cómo puedo ser famoso? Esta gente generalmente precisa ayuda. A la larga, van a dañarse a sí mismos, siendo que no tienen nada verdadero “adentro” para dar y mostrar al mundo.

Cuando una generación entera observó las consecuencias de un diluvio que destruyó a toda la humanidad y se centra en cómo preservar su nombre en vez de ocuparse en reconstruir la civilización y recrear un mundo fundado con bondad, algo tiene que estar muy equivocado. Corrupción, manipulación, descaro y abuso de poder son probablemente las bases del crecimiento de esta nueva ciudad y su torre.

Esto es cierto también en cualquier gran campaña y proyecto que emprende la humanidad. Si el objetivo es agrandarse y no servir a Di-s, el núcleo mismo falla.

Y las consecuencias de esto, se verán manifestadas en el futuro.

Tocar un corazón

Hace más de seis décadas nuestro pueblo experimentó el mayor “diluvio” de nuestra larga y sangrienta historia, con el asesinato de un tercio del pueblo Judío, incluyendo a un millón y medio de niños. Cientos de comunidades fueron sistemáticamente eliminadas y nadie dijo nada.

En las secuelas de esta imponente destrucción, hubo algunos que sucumbieron a la naturaleza básica del hombre, y formularon una pregunta: ¿Cómo puedo hacerme un nombre a mí mismo como gran líder, activista o visionario? Pero hubo otros que tenían otra pregunta en sus mentes: ¿Qué puedo hacer para reconstruir a un pueblo destrozado?

En nuestras vidas solemos ver gente cuyas vidas son destruidas por un “diluvio” de una forma u otra. Nuestra pregunta debe ser siempre: ¿Cómo puedo lidiar con un corazón partido? ¿Cómo puedo ayudar a un sobreviviente? ¿Cómo puedo traer más luz al mundo? ¿Cómo puedo extender mi mano para ayudar a otra persona? ¿Qué otra mitzvá puedo hacer para curar al mundo? ¿Qué puedo hacer para cambiar mi rincón del mundo y hacerlo un lugar más moral y sagrado?

¿Qué voy a hacer hoy y mañana para mover nuestro planeta dolorido un paso más cerca de la redención?

(Este artículo está basado en una directiva dada por el Rebe de Lubavitch en noviembre de 1959 a un grupo de líderes ricos judíos en cómo deben responder al “diluvio” del Holocausto que exterminó  a un tercio de la población judía)

Por Yosef Y. Jacobson

El negocio de Di-s

El propósito de una empresa comercial es obtener ganancias…

Vení a ver las obras de Di-s, Su terrible complot sobre los hijos del hombre.

— Salmos 66:5

Y la mujer vio que el árbol era bueno para comer y deseable a los ojos… y tomó de su fruto y comió; y también dio a su esposo, y él comió con ella.

— Génesis 2.6

El propósito de una empresa comercial es obtener ganancias. Ningún empresario con estima invertiría capital y gastaría tiempo y talento donde las cifras no mostraron un concreto potencial de ganancia.

Con todo, las más grandes ganancias habrán de ser cosechadas bajo las mismísimas condiciones que el comerciante responsable pretende evitar en mayor medida: como resultado de desarrollos completamente impredecibles, en entornos sobre los que él no tiene control y en que toda su empresa (y quizás su propio ser) están en peligro.

Así, puede decirse que la mente del empresario opera en dos niveles. En el nivel manifiesto, busca estabilidad y control. En este nivel, “ser pillado desprevenido” es todo lo contrario al comercio. Mientras sabe que cada emprendimiento tiene sus riesgos, su objetivo es evitarlos, mantenerse ajeno a lo impredecible, tener un plan de emergencia para cada eventualidad.

Pero en un nivel más profundo, subconsciente, el empresario suplica por lo impredecible. En el fondode su corazón, quiere ser tomado por sorpresa, verse zambullido en las mismas circunstancias que su negocio está estructurado para evitar. Pues es ahí, y sólo ahí, donde se oculta el potencial de ganancias, mucho mayor que lo que cualquier analista podría pronosticar. En este nivel, lograr que “todo marche según el plan” sería más bien una desilusión que un logro.

Estos son escenarios que jamás presentaría a sus inversores, o siquiera a su propio ser consciente. Pero en el análisis final, son estas posibilidades mismas, agazapándose detrás de las proyecciones y figuras oficiales, lo que constituyen su mayor motivación para abocarse a los negocios.

El Temible Complot

Nuestros Sabios nos dicen que “El reino del Cielo es similar al reino de la tierra, que las estructuras de la sociedad humana y los modelos del comportamiento humano reflejan la manera en que el Creador se relaciona con Su mundo y lo maneja.

Di-s tiene una “estrategia comercial”: la Torá, que es “el plano maestro de Di-s para la Creación”, define la “ganancia” que el Creador desea obtener de Su empresa. Las leyes de la Torá detallan qué debe hacerse y qué no, y qué debe suceder y qué no, para salvaguardar la inversión Divina en la Creación y asegurar su rentabilidad.

Pero en el primerísimo día comercial de la historia, el plan se agrió. Adam y Javá, al comer del fruto del Árbol del Conocimiento, trasgredieron la primera mitzvá (mandamiento Divino) que les fuera ordenada. Su acto comprometió a la empresa por entero, desatando un caos de bien y mal sobre el mundo controlado y ordenado en que nacieron.

Sin embargo, nuestros Sabios nos dicen que éste era “el terrible complot sobre los hijos del hombre” por parte de Di-s. “Soy Yo quien les hizo pecar”, admitió Di-s al Profeta Elías, “al crearlos con una tendencia al mal”.

Pues es el proceso de teshuvá(”retorno”) del pecado lo que rinde las más grandes “ganancias” del empeño de la vida. No hay amor mayor que el experimentado desde lejos, y no hay pasión mayor que el anhelo por regresar a un hogar abandonado ya una personalidad propia alienada. Cuando el vínculo de un alma con Di-s es tensado al punto de quebrantamiento, la fuerza con que rebota a su Fuente es mayor que cualquier cosa que podría ser generada por un alma que jamás abandonó la órbita Divina. Y cuando un alma vaga hacia los rincones más apartados de la vida, y explota la negatividad y maldad misma de su entorno como el ímpetu para regresar a Di-s, redime aquellas partes de la creación de Di-s que se encuentran más allá de las fronteras de una vida devota.

Este es el “terrible complot” de Di-s sobre los hijos del hombre:

Crear al hombre con una tendencia al mal, de manera que cuando sucumba a ésta rebote con un amor mayor a Di-s y con una mayor cosecha de recursos transformados y redimidos, que lo generado por una vida vivida en conformidad con la voluntad Divina.

Ciertamente, sin embargo, no puede decirse que Di-s quiso que el hombre pecara: el pecado, por definición, es un acto que Di-s no desea que se corneta. Además, si el “plan” de Di-s era que el hombre pecara, esto presenta la pregunta de qué habría sucedido si Adam y Javá no hubieran elegido comer del Árbol del Conocimiento. ¿Hubiera quedado sin concretarse el propósito de Di-s en la Creación?

Lo que Di-s Quiere

Como en el caso del empresario convencional, hay dos niveles de “motivación” detrás del acto Divino de creación.

En el nivel manifiesto, el mundo fue diseñado y creado para llevar a cabo el plan delineado por la Torá. Este plan requiere la existencia de una inclinación al mal en el corazón del hombre, a fin de que nuestra concordancia con la voluntad Divina tenga significación e importancia. En las palabras de Maimónides:

“Se ha dado licencia a cada hombre: si desea seguir la senda del bien y ser una persona justa, la elección de hacerlo está en sus manos; y si desea seguir la senda del mal y ser una persona malvada, la elección de hacerlo está en sus manos… Esta es una norma importante, y un sostén de la Torá y los mandamientos… Pues si Di-s decretara que una persona fuera justa o malvada, o existiera algo en la esencia de la naturaleza de una persona que la obligara hacia una senda específica… ¿cómo podría ordenarnos Di-s a través de los Profetas: ‘Haz esto’ y ‘No hagas esto’?… ¿Qué cabida tendría toda la Torá? ¿Y bajo qué medida de justicia castigaría Di-s al malvado y premiaría al justo…?

Este plan no requiere de la existencia del mal, sino sólo del potencial para su existencia. Nos debe ser posible violar la voluntad Divina, de modo que nuestro no violarla resulte un triunfo moral para nosotros y una fuente de placer para Di-s. Nos debe ser posible no hacer el bien, de modo que nuestros actos de bien tengan valor e importancia. Deben existir los riesgos; son ellos los que hacen gratificante y lucrativo el emprendimiento comercial, pero la idea de todo es que deben evitarse.

Pero en un nivel más profundo, “subconsciente”, que el hombre sucumba al pecado es parte del complot de Di-s. No es esto lo que El “quiere”; de hecho, está en desacuerdo con Su expreso deseo. Pero cuando sucede, desata una riqueza de posibilidades que son infinitamente más potentes que cualquier cosa que el plan “oficial” empresario podría haber rendido. Y son estas posibilidades, escondiéndose detrás de las proyecciones y cifras oficiales, lo que constituyen Su máxima motivación para invertir en el negocio de la vida humana.

Basado en Sefer HaMaamarím Melukat, Vol. III, pág. 247, ibid., Vol. 1, págs. 366-368; Likutéi Sjjot, Vol. VII, págs. 22-23; ibid., Vol. XXV~ pág. 429, nota 52; Reshi,not #12; y en otros lugares 

Extraído de” El Rebe Enseña” Editorial Kehot Lubavitch Sudamericana