Donde los caminos se cruzan

La polaridad inherente a la etnología siempre me pareció extraña. Por un lado, está el investigador, un occidental solitario, que debe abandonar su medio natural para conocer cara a cara la forma de vida nativa. Por otro lado, está el nativo, cuya vida lo tiene todo, pero no es consciente de ello. El investigador carece de la vida étnica, mientras que el nativo carece de autoconciencia cognitiva.

Siempre me sorprendió que ambas cualidades no puedan coexistir en la misma persona o en la misma tribu. En un seminario etnológico en París, deliberé sobre esta paradoja. Todos sonrieron, pero nadie pudo deducir como podría ser de otra manera. Pero más tarde, en Roma, pude encontrar la llave de semejante coexistencia.

La primera página de la Mishná que leí en Roma me dio la clara impresión, y que nunca más fue cambiada, de que existe un ejemplo perfecto de conciencia autoetnológica escrita por gente que vivía su existencia como un pueblo, creía en ello, y al mismo tiempo era capaz de entenderlo y analizarlo. Estos mismos “investigadores” que conscientemente analizaban las leyes metafísicas, económicas y todas las menudencias de la vida judía en el Talmud, eran al mismo tiempo los héroes populares como Rabi Akiva, y Rabi Shimón Bar Iojai.

¡Imagínense por otro lado al famoso antropólogo Levy Strauss como un indio piel roja! Más tarde, cuando ya estuve profundamente inmerso en el estudio del Talmud, descubrí que la forma en que fue escrito y es estudiado respondía a una necesidad básica que albergaba dentro de mí desde mi infancia.

Mis padres acostumbraban a decirme que no debía mover mis manos mientras hablaba, y tampoco debía hablar como cantando. Cuando pregunté por qué, me respondieron que eso me hacía parecer judío. Fue en Israel que presencié por primera vez el estudio del Talmud con los movimientos “prohibidos” de las manos y ese canto. Entonces comprendí cuán ancestral era ese movimiento que se encontraba dentro de mí. El judaísmo es una pregunta que no puede ser ni respondida ni evitada.

La existencia de cada individuo judío es la respuesta, más comúnmente sin que siquiera él sea consciente de su significado. Usualmente, antes de que esta pregunta sea formu‐lada, la respuesta ya está allí, tan fuertemente predeterminada por la educación, el ambiente, y otras circunstancias que, según creo, ni siquiera la mente más independiente entre nosotros pueda postularla incondicionalmente. Y cuando la expresamos con palabras, las cosas se ponen peor. La mayoría de nosotros trata de presentar los resultados de impulsos e influencias desconocidas como si se trataran de una elección consciente…

Arriesgo su vida

1918. La guerra civil estalló entre los rojos y los blancos en Rusia. Después de unos meses de amargas luchas callejeras, los Rojos vencieron. Los comunistas comenzaron a gobernar por la fuerza a los millones de ciudadanos rusos.

Para establecer firmemente su posición, compilaron medidas para regular la vida de los ciudadanos. No podían congregarse por la noche, y durante el día se permitía que se reunieran pocas personas, para que no intentaran conspirar contra el gobierno.

A partir de 1919, el gobierno tomó medidas más duras. Establecieron leyes que limitaban las actividades y la autoridad de las instituciones religiosas. Seguían a los rabinos y organizaban pesquisas en sus hogares en busca de pruebas de rebelión.

Un día llegaron a la casa de rabi Shalom Dovber de Lubavitch, el Rebe Rashab, en Rostov. Un grupo de soldados con rifles irrumpió en la casa del Rebe para buscar ma terial antirrevolucionario. Se ordenó a los miembros del hogar que no se movieran. La vista de los soldados armados era aterradora, y el Rebe les comentó a los que estaban a su alrededor que lo correcto sería que los soldados quitaran las bayonetas de sus rifles.

Todos en la casa estaban aterrorizados, mirando en silencio mientras los soldados revolvían la casa en su búsqueda. Ninguno se atrevió a repetir a los soldados lo que dijo el Rebe. Pasó otro momento, y Rabi Iaakov Landau, joven rabino que era un miembro de la casa en la casa del Rebe, habló valientemente con el oficial al mando y le pidió que considerara el honor del Rebe y que quitara las bayonetas.

El oficial podría haber ordenado que golpearan al joven, pero sorprendentemente, el oficial dijo a sus soldados que respetaran los deseos del Rebe.

Pero la búsqueda no había terminado. Los soldados continuaron, y uno de ellos encontró una caja de tabaco que el Rebe usaba en Pesaj. El soldado se la guardó en el bolsillo. El Rebe observó el robo y gimió, diciendo a los que lo rodeaban que la caja era preciosa para él y que estaba dispuesto a canjear la caja de rapé de Pesaj, que estaba hecha de hojalata, por otra diferente de plata.

Los miembros de la familia pensaron que no era un momento propicio para discutir con los soldados por algo tan insignificante. Una vez más, fue el rabino Iaakov Landau quien arriesgó su vida y, como un jasid leal, accedió a la solicitud del Rebe. Se volvió hacia el oficial y le pidió que le dijera al soldado que devolviera la caja.

Nuevamente los presentes estaban seguros de que el oficial, un hombre malvado cuyo odio por los judíos ardía en sus ojos, ordenaría el arresto del rabino Landau, pero increíblemente, se volvió hacia los soldados, con el rostro enrojecido de ira, y dijo que quienquiera hubiera robado la caja debía sacarla de su bolsillo y ponerlo sobre la mesa, de lo contrario lo lamentaría. En cuestión de segundos, uno de los soldados sacó a regañadientes la caja de su bolsillo y la colocó sobre la mesa.

El Rebe pareció complacido hasta que notó que la tapa de la caja se había abierto. Su rostro estaba abatido de nuevo y dijo que ya que la caja se había abierto ya no la necesitaba, pues posiblemente el soldado hubiera tenido una partícula de jametz en su bolsillo.

Cuando los soldados salieron de la casa, una bala de uno de los soldados disparó accidentalmente al soldado que había robado la caja y lo mató en el acto.

Este difícil episodio dejó su huella en el Rebe Rashab, quien dijo que no podía seguir viviendo con los comunistas. Poco después, el 2 de Nisan de 1920, falleció.

¿Cuál es el propósito?

En honor al Aniversario de la esposa del Rebe…

Contado por Jesed Halberstam

Jesed Halberstam trabajó como empleado de la Rebetzin Jaia Mushka Schneerson, esposa del Rebe de Lubavitch, durante dieciocho años (de 1970 hasta el fallecimiento de la Rebetzin en 1988) realizando los quehaceres de la casa y como su chofer.

El Rebe me pidió que procure que la Rebetzin salga de la casa todos los días a tomar aire fresco. Normalmente íbamos hasta un parque en Long Island, New York. Durante los años en que mi hijo, Ari (Di-s vengue su sangre1), era un niño, manejábamos a menudo a su escuela por la avenida Ocean Parkway; y la Rebetzin disfrutaba jugar con él, meciéndolo en las hamacas del parque, etc.

Un día, mientras nos acercábamos al parque, encontramos nuestra ruta cerrada debido al trabajo del camino, y fuimos desviados a una calle paralela. Mientras manejábamos a lo largo de esa calle, oímos el sonido de una mujer que gritaba en ruso. Cuando me detuve en el semáforo, la Rebetzin se volvió y me dijo: “Oí una mujer gritar; ¿puedes regresar y ver de qué se trata?”.

Retrocedimos a la esquina de la calle. Allí vimos a una mujer parada en el cordón de la vereda llorando, mientras cerca de ella, peones cargaban muebles y artículos de casa y los metían a un camión perteneciente a la municipalidad. A pedido de la Rebetzin, estacioné detrás del camión y fui a ver qué estaba pasando. El alguacil me explicó que la mujer no había pagado su alquiler por muchos meses y ahora la estaban desalojando.

Cuando le informé a la Rebetzin, ella me pidió que volviera y le preguntara al alguacil cuánto debía la mujer, y si él aceptaría un cheque personal; también me pidió que no dijera nada a la familia que estaban desalojando. A estas alturas, yo todavía no entendía a dónde estaba llevando todo esto, pero cumplí la demanda de la Rebetzin. La suma que la familia debida era aproximadamente 6,700 dólares. El alguacil dijo que no tenía ningún problema en aceptar un cheque personal, con tal de que él confirme con el banco que el cheque tenía fondos; también dijo que si él recibía el pago, sus hombres llevarían todo otra vez a la casa. Cuando le dije a la Rebetzin los detalles, ella sacó su chequera y, para mi asombro, hizo un cheque por toda la cantidad, y me pidió que se lo diera al alguacil.

El alguacil hizo una llamada telefónica al banco, y entonces les dijo a sus empleados que devolvieran todo a la casa. La Rebetzin me pidió que nos fuéramos rápidamente, antes de que la mujer comprendiera lo que había pasado.

Yo estaba completamente asombrado de lo que había visto y luego, mientras estábamos en el parque, no pude contenerme y le pregunté a la Rebetzin qué la había incitado a dar semejante suma a un total extraño.

“¿Realmente quieres saber”? me preguntó la Rebetzin.

“Sí”, contesté.

“Entonces te diré”, ella dijo. “Una vez, cuando era una muchacha, mi padre me llevó a dar un paseo por el parque. Me sentó en un banco y empezó a hablarme sobre el concepto de hashgajá pratit (providencia Divina)3. Cada vez–dijo mi padre–que algo nos hace desviarnos de nuestra rutina normal, hay una razón divinamente ordenada para esto; cada vez que vemos algo raro o inusual, hay un propósito en el por qué se nos está mostrando eso.

“Hoy”, continuó la Rebetzin, “cuando vi la señal de ”Desvío”, recordé las palabras de mi padre e inmediatamente pensé para mí: Todos los días vamos por esta calle; de repente, la calle está cerrada y nos desvían a una calle diferente. ¿Cuál es el propósito de esto?, ¿cómo se conecta esto conmigo?. Entonces escuché el sonido de una mujer llorando y gritando. Comprendí que nos habían enviado por esa ruta con un propósito”.

1. Ari Halberstam fue asesinado por un terrorista árabe en el infame tiroteo en 1994, en el Puente de Brooklyn.

2. sexto Rebe de Lubavitch, Rabino Iosef Iitzjak Schneerson. (1880-1950)

3. Rabí Israel Baal Shem Tov (1698-1760), fundador del Jasidismo, enseñó que, “Todo lo que ocurre, y cada detalle de eso, es por Providencia Divina; si una hoja es levantada por una brisa, es sólo porque esto ha sido ordenado específicamente por Di-s para servir una función específica dentro del propósito de la creación”. Así, “Cada cosa que una persona ve u oye, es una enseñanza para él en su conducta en el servicio a Di-s”.

¿Los judíos cruzan los dedos?

¿Está mal que un judío diga “tengo los dedos cruzados” para tener buena suerte?

Cruzar los dedos es una práctica cristiana. Se originó en la Inglaterra medieval, cuando los cristianos creían que el símbolo de la cruz tenía el poder de alejar el mal y traer buena fortuna. Si te encontrabas con una bruja y no tenías una cruz a la mano, la forma más fácil de formar una era doblando un dedo sobre el otro.

En estos días, la mayoría de los que cruzan los dedos no lo asocian con ninguna creencia religiosa. Pero de todos modos no es una práctica judía. Y no creo que haya una versión judía de cruzar los dedos.

Podría intentar convertirlos en una estrella de David, pero es más probable que traiga artritis en lugar de buena suerte. Además, no creemos que la buena suerte venga de las señales y los gestos. Oramos a Di‐s, hacemos buenas obras y tenemos fe en el futuro.

El lenguaje que usamos da forma a nuestra manera de pensar. Entonces, en lugar de decir “Cruzo los dedos para conseguir el trabajo”, decimos “Si Di‐s lo quiere, conseguiré el trabajo”. Si no está destinado a ser así, ninguna contorsión de los dedos puede cambiar eso. Y si es la voluntad de Di‐s, ninguna “bruja” puede interponerse.

Una visita al nuevo Rebe de Lubavitch 1951

Fue poco después de que las figuras más importantes del movimiento mundial de Jabad eligieron a Rabí Menajem Mendel Schneerson para suceder a su difunto suegro, Rabi Iosef Itzjak Schneerson, como líder, el 10 de Shevat de ese año [1951].

Yo estaba parado en el pasillo de la casa de estudios del Rebe en Brooklyn. El servicio de Maariv (rezo nocturno) acababa de concluir y los alumnos de la Ieshivá salían del Beit Midrash a la fría noche de invierno. Liberados de la extensa rutina de muchas horas de estudio, los jóvenes, la mayoría de ellos con barba, charlaban libremente y en voz alta, mientras que se ponían sus abrigos para salir del edificio. De repente, dejaron de hablar y una mirada de respeto apareció en sus rostros cuando vieron que el nuevo Rebe caminaba por el pasillo hacia la puerta. Respetuosamente, se adelantaron a ambos lados de la estrecha puerta. Un joven, nervioso, se movía de un lado del camino para el otro, para hacer más espacio cuando tropezó en el camino del Rebe. Antes de que tuviera la oportunidad de recuperar el equilibrio, el Rebe lo había tomado por el hombro y lo había llevado suavemente hacia un lado, con una sonrisa que iluminaba su serio rostro.

Instantáneamente el desconcierto del joven estudiante se había ido. La sonrisa del Rebe se reflejaba en sus felices ojos y toda la atmósfera había cambiado repentinamente. El temor se había ido y una corriente cálida de entendimiento amistoso parecía fluir a través de los jóvenes que se encontraban muy apretados en el pasillo, iluminando la oscuridad helada de la noche.

Este tipo de experiencias, el intercambio silencioso de una sonrisa y mirada, respondieron a muchas preguntas que tenía en mi mente desde el fallecimiento del Rebe de Lubavitch un año atrás, y la elección de su sucesor. Tuve el privilegio de conocer a Rabí Menajem Mendel Schneerson antes de asumir su nuevo cargo. Había llegado a apreciar al joven estudiante con el rostro serio y modestos modales, casi tímido. El luego dirigió los aspectos educativos de Merkos L’inyonei Jinuj. Pero ahora todo era diferente. Esto ya no era el “RaMaSh,” el yerno del Rebe, respetado como erudito, un consejero amistoso, e intérprete de los pensamientos de los Jasidim de Jabad. Su nueva carga de oficina, con su responsabilidad por los miles de seguidores de Jabad en todo el mundo, y sus exigentes demandas de atención a los cientos de visitantes en busca de ayuda, asesoramiento e inspiración día a día, parecerían que habían excluido a Rabí Menajem Mendel Schneerson de cualquier relación personal. Pero el pequeño incidente en el pasillo me enseñó lo contrario, y comencé a apreciar la importancia que un líder Jasídico de este tipo puede asumir para el futuro del pueblo Judío, incluso en estos días de la cultura del siglo XX.

Cuando surgió la oportunidad de visitar al Rebe para que transmitiera sus puntos de vista y perspectiva de la tarea por delante, me acordé de algo que Rabi Schneerson había dicho una vez en una reunión de jóvenes para el fomento de la educación Judía: “No somos nosotros los que contamos , nosotros con nuestras debilidades y capacidades. Es nuestra voluntad de hacer un trabajo lo importante. El éxito no está en nuestras manos, sino en las de Di-s. Pero debemos tener la voluntad de hacer lo que Él exige de nosotros, y en esa voluntad todas nuestras debilidades e insuficiencias decaen y llegan a ser insignificantes”.

Yo no podría haber buscado un lema mejor para caracterizar el mensaje de coraje y aliento que me llevé cuando tuve el privilegio de pasar algún tiempo con el nuevo Rebe de Lubavitch, y de preguntarle sobre sus puntos de vista sobre la situación Judía contemporánea.

¿La dispersión es una catástrofe?

“Es un error”, dijo Rabi Schneerson, “si concebimos la dispersión mundial de los judíos en Galut (el exilio) como una catástrofe. De hecho, esta misma falta de concentración de los restos de nuestra nación fue la fuente de nuestra salvación a través de los siglos de persecuciones y pogromos. Hitler era la mayor amenaza para nuestra supervivencia nacional debido a que la mayor concentración de las masas de judíos de Europa Central y Oriental había llegado a sus manos. Por otro lado, sin embargo, la concentración de los grandes grupos de nuestro pueblo en un país ha sido el medio de la creación de los centros espirituales de las cuales el resto de las colonias Judías podían inspirarse.

Nuestra historia en el exilio es una cadena ininterrumpida de la aparición y desaparición de centros de este tipo en un país tras otro, y desde un rincón de la tierra al siguiente. Cuando el sol se pone en donde hay un judío aquí ya comienza a amanecer en otro lugar. Ahora que los grandes centros de Europa del Este han sido destruidos por el fascismo y el comunismo, los Estados Unidos se han convertido en el foco y la fuente de la supervivencia del pueblo Judío. La Providencia ha preparado un nuevo hogar para la Torá y el judaísmo en este país, mientras las llamas devoran los bastiones de la fuertes e inexpugnables fortalezas Judías en el otro lado del océano”.

Debemos llegar a las comunidades más pequeñas Judías de otros países y continentes, incluso en Eretz Israel, que seguramente se apoya en gran medida en EE.UU. para su supervivencia económica y espiritual. La forma en la que el Judaísmo se presente mañana depende del activo liderazgo de cada judío de ese país.

“Pero es en este punto que tiene que haber un cambio de perspectiva y reorientación y por consiguiente la reorganización de nuestra existencia como comunidad y como individuos. En primer lugar tenemos que vivir la vida de seres sociales, con la responsabilidad y dedicación hacia el CLAL(la comunidad). Sólo entonces podemos darnos el lujo de invertir en nuestros propios objetivos y metas personales”.

Esto, subrayó Rabi Schneerson, era su principal mensaje a Judíos de América: “La única manera de que los Judíos estadounidenses puedan cumplir con esta tarea es abnegándose, teniendo Mesirut Nefesh (auto-sacrificio) por el CLAL Judío.

“De lo que tenemos que temer en este momento es del derrotismo y deserción que ha apoderado algunos de nuestros mejores elementos de este país frente a los crecientes efectos de los llamados movimientos “religiosos”, que han generado la disolución de nuestra religión hasta el punto donde ya no sabemos si nuestros hijos son Judíos o no. La caridad empieza en casa. No se puede hablar de asumir la responsabilidad por el resto de los Judíos en el mundo, de la construcción de nuevos centros de la Torá en otros lugares, incluso en Israel, cuando aquí mismo la situación no está bien. Más que eso, no tenemos derecho a enseñar y guiar a otros si en nuestra propia casa descuidamos la misma cosa que queremos lograr que otros hagan.

“Pero”, advirtió el Rebe con una sonrisa: “No quiero dar la impresión de que estoy dando Musar (exhortaciones morales). Nunca ha sido el camino de Lubavitch de dar Mussar, sólo nos sirve como un medio para las acciones. Todo lo que decimos o predicamos debe estar orientada a una meta activa. Nosotros mismos podemos apuntar a resultados sorprendentes que se basan en círculos cada vez más amplios de no-religiosos, así como elementos religiosos de nuestro pueblo”.

En respuesta a la mirada de sorpresa en mis ojos, el Rebe continuó: “Sí, me refiero a los círculos no religiosos. Como verás, siempre ha sido la creencia de Jabad que no hay ni un solo Judío, a pesar de qué tan lejos esté en judaísmo, que no tenga algo bueno, como ser alguna Mitzvá que por su naturaleza puede promover. Esta chispa de bondad en cada alma puede y debe ser utilizada para el bien de la comunidad Judía y, a su vez, por el bien de la persona que lo hace. Por esta razón, el Rebe de Lubavitch llamó no sólo a Judíos ortodoxos para la cooperación en este trabajo, después de que se estableció en este país hace diez años, sino que a todos los tipos de Judíos que tenían el poder y la voluntad de contribuir en algún aspecto, alguna habilidad o capacidad en la educación Judía y la vida según la Torá. “

El Rebe hizo una pausa. Durante algunos minutos permaneció sumido en la reflexión, y luego dijo: “Vamos a darnos cuenta. El pueblo Judío ha sido tan diezmado en la última década que cada uno de nosotros debería estar hecho para contarlo, y es por esta razón que esto de tomar la ofensiva para el Judaísmo de la Torá no está dirigido sólo a los observantes. La realización cuenta por lo que se logra de manera objetiva y lo que hace a quien haya participado. En este sentido, también, una Mitzvá es su propia recompensa.

“Muchos de los que pueden pensar que están perdidos como los “Apikorsim”-herejes, realmente no lo están, sólo necesitan algún estímulo, algún puente para encontrar el camino de regreso. Había, por ejemplo, un hombre que visitó el Rebe de Lubavitch para pedir algún consejo sobre un asunto de negocios. Después de haber respondido a la pregunta, el Rebe le sugirió que se coloque los Tefilín. El visitante protestó: “¿Cuál es el sentido de que me hable acerca de los Tefilín si no creo en nada. Yo soy un Apikoros”.

“‘No tan fácilmente uno se convierte en un Apikoros”, respondió el Rebe. “Uno tiene que saber mucho de las preguntas y problemas y conocer las respuestas, luego se niega a aceptarlas. Primero póngase los Tefilín, y descubrirá que sólo era necesario este tipo de puente para encontrarse”.

Cuando me estaba por ir, abrumado de la experiencia espiritual en ese corto tiempo que había tenido el privilegio de pasar con el nuevo Rebe de Lubavitch, éste volvió a hacer hincapié a una advertencia anterior. “El único propósito de nuestra conversación pudo haber sido de hablar de la obra que el fallecido Rebe de Lubavitch ha iniciado en este país, y en la que ha sido capaz de atraer grupos tan variados del pueblo Judío. Este trabajo debe y seguirá yendo para adelante, con la ayuda de Di-s. Todos tenemos que contribuir en esta misión histórica. Esto es lo que quiero transmitir a sus lectores, y si eso ayuda a que se den cuenta de qué se trata nuestra tarea, entonces nuestro tiempo fue bien usado”.

Por Gershon Kranzler

Es nuestra tierra


Un una oportunidad, Benjamín Netanyahu dio una entrevista y el periodista preguntó por “la ocupación de Israel de tierras árabes”. Su contestación fue “es nuestra tierra”. El reportero se sintió aturdido ‐ esta información no aparece en los medios de comunicación.

1. La Nación y Jerusalém: Israel se volvió una nación en el año 1312 a.e.c, dos mil años antes del surgimiento del Islam.

2. Refugiados árabes en Israel empezaron a identificarse como parte de un pueblo Palestino en el año 1967, dos décadas después del establecimiento del Estado moderno de Israel.

3. Los judíos han tenido dominio de la tierra de Israel durante mil años desde la conquista judía en el año 1272 a.e.c, con una presencia continua en la tierra durante los últimos 3,300 años.

4. El único dominio árabe desde la conquista en el año 635 e.c no duró más de 22 años.

5. Durante más de 3.300 años, Jerusalém ha sido la capital judía. Jerusalém nunca ha sido la capital de ninguna entidad árabe o musulmana. Incluso cuando los jordanos ocuparon Jerusalém, nunca buscaron hacerla su capital, y los líderes árabes no la vinieron a visitar.

6. Jerusalém se menciona más de 700 veces en el Tanaj, Biblia. Jerusalém no se menciona ni una sola vez en el Corán.

7. El rey David fundó la ciudad de Jerusalem.

8. Los judíos oran mirando a Jerusalem. Los musulmanes oran con sus espaldas hacia Jerusalém.

9. Refugiados árabes y judíos: En 1948 los refugiados árabes fueron animados a dejar Israel por líderes árabes que prometieron limpiar la tierra de los judíos. Sesenta y ocho por ciento abandonó la tierra sin ver a un soldado israelí.

10. Los refugiados judíos fueron obligados a huir de los países árabes debido a la brutalidad, persecución y pogroms que sufrían allí.

11. El número de refugiados árabes que abandonó Israel en 1948 es estimado en 630.000. El número de refugiados judíos de los países árabes estima ser el mismo.

13. El Conflicto árabe‐israelí: los árabes son representados por ocho naciones separadas, que no incluyen a los palestinos.

14. Israel le ha dado la mayoría de la tierra del Banco Oriental y autonomía a la Autoridad Palestina y los ha provisto de armamento.

15. Bajo el dominio de Israel, todos los sitios musulmanes y cristianos han sido conservados y accesibles a las personas de todas las religiones.

16. La ONU se mantuvo en silencio cuando 58 Sinagogas de Jerusalém fueron destruidas por los jordanos y profanaron sistemáticamente el cementerio judío antiguo en el Monte de los Olivos. 17. La ONU se mantuvo en silencio mientras los jor‐danos impidieron por la fuerza un apartheid‐como política de impedir a los judíos visitar el Monte de Templo y el Muro Occidental.

Algo a cambio

En los tiempos de la guerra de Rusia‐Japón, todos aquellos miembros de la reserva que poseían tarjetas rojas eran llamados al ejército y enviados al frente de inmediato.

Entre ellos se hallaba el jasid Reb Mendl Dovid Gurvitz, melamed‐maestro‐ de Viliz, que ya estaba casado y tenía hijos pequeños. Con una gran preocupación viajó a Lubavitch para ver al Rebe Rashab.

El Rebe lo bendijo: “¡Que el Altísimo te libere de sus manos!” Rabi Mendl no se contentó con la respuesta y le dijo: “Rebe, es mi deseo que me de su palabra de que será así”. “No puedo prometerte” dijo el Rebe y repitió la bendición.

Nuevamente, Reb Mendl dijo: “Rebe, sé que vuestro padre, el Rebe Maharash, aseguró su bendición a alguien, y esta se cumplió” El rostro del Rebe se enrojeció y le respondió: “Mi padre podía dar su palabra, pero yo no puedo hacerlo”.

El jasid no se dio por vencido hasta que finalmente el Rebe le dijo: “¡El Altísimo te liberará de sus manos!” Reb Mendl Dovid regresó a su hogar feliz y se preparó para presentarse al ejército.

El lugar de enrolamiento era enorme y estaba colmado de gente. Cada uno llegaba con su mochila y era enviado al frente de inmediato. El oficial a cargo tenía la lista de los reclutas en sus manos. En instantes debía hacer la revista de todos los conscriptos.

De pronto salió de su oficina y preguntó: “¿Quién es Gurvitz Mendl?” Cuando Reb Mendl se acercó, el oficial le dijo: “Puedes regresar a tu casa. En pocos días ven a buscar el certificado de excepción”. Reb Mendl no entendía lo que sucedía. Desde su audiencia personal con el Rebe sabía que obtendría su salvación, pero nunca pensó que sería de manera tan inmediata. 

Investigó acerca de lo sucedido y supo la verdad: El oficial a cargo vivía desde hacía muchos años en Viliz, en una casa alquilada. El dueño de la vivienda era un judío de Riga. Después de la muerte del propietario, sus hijos venían cada tres años para renovar el contrato. 

En Viliz había varios interesados en alquilar la residencia e incluso de aumentar la renta. Cuando los propietarios llegaron a Viliz y escucharon las nuevas ofertas, le dijeron al oficial que debía dejar la casa.

 El militar no deseaba mudarse ni aumentar el pago. 

Entonces presentó la siguiente propuesta: “Permítanme permanecer en la casa, con el mismo alquiler, y a cambio de ello les ofrezco lo siguiente: en unos días realizaremos un alistamiento masivo y seguramente muchos judíos estarán obligados a enrolarse. Les prometo liberar por lo menos a un judío”. 

Los propietarios estuvieron de acuerdo y renovaron el contrato. El oficial deseaba cumplir de inmediato con su palabra y ya que conocía a todos los habitantes de Viliz, decidió expedir a Reb Mendl de inmediato. (Likutei Sipurim)

Conociendo al Miteler Rebe

El 9 de Kislev es el cumpleaños y Iortzait de Rabi Dover, 2do Rebe de Jabad.

Rabi Dovber nació y falleció el mismo día, 9 de Kislev (5534‐5588).

Un día después, el 10 de Kislev, recordamos una importante fecha en su vida‐ el día de su liberación, luego de haber sido arrestado debido a una calumnia.

También en él encontramos un epítome de ambos conceptos. Por un lado, elevó inmensamente la profundización en la filosofía jasídica, logrando que cuando dos jasidim se encontraban, dialogaran sobre el concepto básico que expresa la nulidad del mundo frente a su Fuente Divina.

Por el otro, se dedicó a reunir fondos para los iehudim en la Tierra de Israel, y además promovió el asentamiento de judíos en aldeas (dentro de Rusia) para que se dedicasen a la agricultura e industria.

El mismo fue el primero de los Rebes que se mudó a Lubavitch. Esta línea de conducta expresa la verdad completa, pues une todos los extremos. Un sistema que se dedique únicamente a temas espirituales o solamente a temas terrenales, no puede ser verdad.

La verdad debe abarcar todos los aspectos de la vida, los del espíritu y los de la materia. En Rabi Dovber confluyen ambos conceptos: la gigantesca estatura espiritual, reflejada en la inconmensurable sabiduría de la Torá y el Jasidut. Y junto con esto, el interés por los más ínfimos detalles de los problemas que acosaban al iehudí, o a la comunidad toda.

• Cierta vez dijo Rabí Dovber de Lubavitch a Rabí Itzjak de Homil: “Tengo en mente un tema de Jasidut que ocuparía 1000 páginas, ¿qué crees? ¿Lo expreso oralmente o lo escribo?”. No se sabe qué le contestó.

• Dijo el Rebe Maharash: “Mi abuelo, Rabí Dovber escribía sus discursos jasídicos a una velocidad asombrosa y con letras muy apretadas. Cada página contaba con 50 o 60 renglones y cuando llegaba al final de ella todavía no se había secado el principio del párrafo. Todo esto es debido a que su mano estaba unida a la fuerza del pensamiento y con la rapidez del mismo escribía”

• Rabí Mordejai de Babroisk viajaba anualmente para la festividad de Sucot a visitar al Miteler Rebe, Rabí Dovber de Lubavitch. Debido a que era un importante huésped se alojaba en la casa del Rebe e inclusive estudiaban juntos en las horas de la madrugada, y al amanecer, Rabí Dovber comenzaba la Tefilá de Shajarit que se prolongaba hasta las cuatro de la tarde. Cada año, al comenzar a estudiar nuevamente, el Rebe le decía a Rabí Baruj Mordejai: “Nu, ¿en qué estábamos?”, y continuaba estudiando como si hubieran interrumpido el tema el día anterior…

• Cuando se estaba por imprimir uno de los libros del Miteler Rebe, le preguntaron al Tzemaj Tzedek qué calificativo ponerle. El Rebe indicó que coloquen el término “humilde” que no significa sumiso sino alguien con personalidad.

• Cierta vez, el Miteler Rebe, Rabí Dovber, estaba con el famoso Jasid Rabí Itzjak Aizik de Homl, en Jol HaMoed Pesaj. Los Jasidim jóvenes se quejaron al Rebe que Rabí Itzjak Aizik no se dedicaba tanto a ellos y se recluía en sí mismo. El Rebe le preguntó a Reb Aizik: “¿Por qué no te acercas a los muchachos y estudias con ellos Jasidut? Respondió Reb Aizik: “Si no tengo siquiera tiempo de ocuparme de mí, ¿cómo puedo entonces, dedicarme a los demás? Rabí Dovber le dijo: “Aizl, Aizl, tienes que hacer como yo. Cuando veo que conmigo mismo no puedo ya lograr nada en absoluto, trato por lo menos de hacer un bien al prójimo”.

Un accidente beneficioso

Es viernes por la tarde en París. 

Se acerca Shabat, así que tomo mi motocicleta y me dirijo a casa. 

Vivo en Francia, y soy el emisario de Jabad en S. Maur-des-Fossés, una pequeña ciudad al sur de París. 

Está lloviendo a cántaros, y las calles están resbaladizas. Aminoro la velocidad, ajustando mi casco. 

De pronto, noto un auto deportivo que entra en la intersección. El conductor no me ve y está acercándose a toda velocidad. 

La situación es peligrosa, y mi corazón comienza a latir muy fuerte. ¿Qué hago? Frenar en el pavimento mojado a 80 km/h es bastante arriesgado. Estoy en peligro de volcar. ¿Continúo? El choque es inevitable. 

Freno rápidamente. La motocicleta se patina y yo me caigo al suelo. Espero a que se acerque el auto. ¿Son estos mis últimos momentos? 

Silencio. Un auto frena y bloquea la calle. Me busco heridas. Gracias a Di-s, estoy bien. Intento salir de la calle. 

Una mujer corre hacia mí. “¿Está bien?”, me pregunta en francés. “¿Puedo ayudarlo?” 

“Creo que estoy bien”, respondo, quitándome el casco. Ella parece sorprendida..Quizá no esperaba ver un hombre barbudo. No hay muchos en París. 

“¿Está todo bien?” pregunta nuevamente, esta vez en Hebreo. Ahora yo me sorprendo. 

Ella se presenta como Madam Katia Dahan. “Vivo aquí cerca y justo estaba pasando por aquí”, dice. “No esperaba ver a un judío, mucho menos a un rabino”. 

“¿Y el hebreo?”, pregunto. 

“Ah, eso es por los viajes a Israel hace años”, dice. 

Katia quiere hablar, pero yo me disculpo y le explico, “Es casi Shabat, y debo llegar a casa”. 

Katia está sorprendida de escuchar que el Shabat se acerca. Su reacción me sorprende. Casi 400.000 judíos viven en ese barrio; es difícil no saber que hoy es la víspera de Shabat. 

“¿Prendes velas de Shabat?”, pregunto. 

Katia otra vez más me ve con aquella mirada extraña en sus ojos. Murmura, “No”. 

“¿Puedo invitarte a nuestra casa para Shabat?”, le ofrezco. 

“¿Cuál Shabat?”, pregunta con sorpresa 

“Esta noche”, respondo. 

Una sonrisa se asoma “No creo que pueda ir hoy de noche, pero estaré feliz de ir otro Shabat”, dice. Intercambiamos números de teléfono, y nos despedimos. 

Katia no vino aquella noche, ni el otro Shabat. Y yo no podía encontrar su número, a pesar que había intentado localizarla. 

Pasaron cuatro meses. 

Una mañana, recibí un mensaje de texto de un número desconocido. 

Momentos más tarde, mi teléfono comenzó a sonar. 

“¿Rabino? Es Katia Dahan. ¿Se acuerda de mí?” 

“¡Por supuesto! Todavía te estamos esperando para Shabat” 

“¿Cuándo puedo ir?” “Por favor, ven este Shabat” 

Aquél viernes de noche, Katia fue uno de nuestros invitados. Estuvo muy emocionada durante toda la comida. 

Muchos me preguntaron quién era ella. Les conté la historia del accidente. Dije: “Pueden decir que ella era un mensajero de Arriba que vino a ayudarme durante aquellos momentos tan tenebrosos” 

Katia nos miró con una sonrisa y dijo, “Pienso que es hora que ustedes escuchen mi versión…” 

“Tengo 45 años y vivo sola. Tengo una hermana y una madre, con quienes no hablo desde hace veinte años. 

“Es difícil estar soltera, especialmente para una mujer judía. Mis padres eran tradicionalistas; hacíamos Kidush, celebrábamos las festividades, y ayunábamos en Iom Kipur. Pero desde que vivo sola, he dejado de ser observante. 

“Cuando vives solo, es difícil hacer Kidush porque no tienes familia con quien compartir las comidas. Es difícil ir solo a la sinagoga. Ni siquiera tenía amigas judías. 

“Hace unos dos años, luego de haberme desconectado del judaísmo, quise retornar mi religión. Decidí encontrar un empleo en un ambiente judío. De esa manera, me haría de amigos nuevos, y quizá me invitaran a pasar Shabat y las festividades. 

“Encontré un empleo en una zapatería en Pilatzel. Todos los trabajadores eran judíos, y yo me hice amiga de ellos. 

“Pero había un problema…Shabat. Los viernes, solían desearse uno al otro “Un Buen Shabat”, y los lunes se preguntaban cómo había ido el Shabat. Pero nadie me prestaba atención. Cada semana, esperaba ser invitada, pero cada semana me traía más y más desilusión. 

“Ha pasado casi un año… ¿Puede ser que los judíos no te acepten más?”, me preguntaba. “¿Cómo pueden ser tan desconsiderados?” 

La voz de Katia se ahogó de emoción, “Me enojé mucho con los judíos y con el judaísmo. Decidí que no era para mí. Dejé el empleo de la zapatería y encontré otro. 

“Pero aún había un problema…Shabat. Cada viernes de noche, recordaba el Shabat de mi infancia…las velas, el Kidush….pensé, “¿Cómo puedo frenar estos recuerdos?” 

“Decidí encontrarme algo para hacer los viernes de noche. Encontré un anuncio del coro de la iglesia, buscando cantantes para los viernes por la noche” 

El silencio prevaleció en la mesa. “Me aceptaron en el coro, y ya ha pasado un año desde que comencé a cantar en la iglesia los viernes de noche. Con una triste sonrisa, agregó, “Llego a mi casa tan cansada, que no tengo tiempo de pensar en el Shabat. 

“Todo estaba tranquilo, hasta aquél viernes”, continuó Katia, “cuando vi a la motocicleta rodando por la acera. Corrí a ayudar al conductor y me impacté cuando me recordó que era la noche del Shabat ¡y que me invitaba a su casa! ¡Y ni siquiera me conocía! 

“¿Piensa que me mandaron para usted?”, concluyó Katia. “Yo creo que fue a usted a quien mandaron, para traer de vuelta a mi alma”. 

Katia ya no canta más en la iglesia. Ella pasa todas las noches de los viernes con nosotros o con alguna otra familia de Jabad. 

Así que no fue un accidente de motocicleta cualquiera después de todo.

El borracho de Iom Kipur

Según como lo contó Yanki Tauber

Aquellos que llegaron temprano a la sinagoga de la aldea en la noche de Iom Kipur, pudieron notar a aquel hombre durmiendo en la punta de la sinagoga. Sus sucias vestimentas y el fuerte olor a alcohol, determinaban la causa de su sueño a esa hora. ¿Un Judío borracho en la noche del Día Sagrado? Varios de la sinagoga incluso sugirieron que lo echaran de allí.

Muy pronto, el lugar se empezó a llenar, y el borracho dormido casi ni se veía dentro de la multitud. Mientras el sol desaparecía por debajo del horizonte, la multitud quedó en silencio. El Rebe entró, y fue a su lugar en la pared que daba al este. Con una señal del Rebe, el Arca fue abierta, y el Gabai comenzó a sacar los rollos de Torá en preparación al servicio de Kol Nidrei.

Ese fue el momento que el borracho eligió para levantarse, subir las escaleras que dirigían a la plataforma en el centro de la habitación donde se leía la Torá, y anunció: “Neum ata horaita”. Aparentemente, el lugar lleno de gente, los rollos de Torá siendo llevados desde el Arca abierta, visto a través de la borrachera, le pareció que era el comienzo de las hakafot de Simjat Torá. El borracho estaba confundiendo el momento más solemne del año con la ocasión mas alegre.

La multitud escandalizada estaba a punto de sacar al hombre de la habitación, cuando el Rebe se dio vuelta y dijo: “Déjenlo. Para el ya es el momento de las hakafot. El ya está ahí”.

La noche siguiente, cuando el Rebe estaba sentado con sus jasidim en la comida festiva luego del ayuno, les contó la historia de Reb Shmuel, el borracho de Kol Nidrei.

En la mañana de la noche del Día Sagrado, Reb Shmuel había escuchado de un judío, que, junto con su esposa y seis hijos, habían sido encarcelados por no pagar el alquiler del establecimiento. Reb Shmuel fue al noble para pedir por su liberación, pero el noble se mantuvo firme en su negativa. “Hasta que no vea cada centavo que se me debe”, juró: “que el Judío y su familia se queden donde están. Ahora sal de aquí antes de suelte a mis perros”.

“No puedo permitir que una familia judía esté en un calabozo en Iom Kipur”, dijo Reb Shmuel, y se dispuso a reunir la suma requerida, determinado en lograr su puesta en libertad antes del atardecer.

Durante todo el día fue de puerta en puerta. La gente dio generosamente para un judío en necesidad, pero por la tarde, a Reb Shmuel todavía le faltaban 300 rublos para llegar a la suma requerida. ¿Dónde iba a encontrar una gran suma de dinero a esas horas?. Pasó por una taberna y vio un grupo de jóvenes bien vestidos sentados y bebiendo. Estaban jugando a las cartas, y una pila considerable de billetes, monedas de oro y plata se habían acumulado sobre la mesa.

Al principio dudó en acercarse: ¿Qué puede uno esperar de judíos que pasan la víspera del Día Sagrado bebiendo y jugando en una taberna? Pero al darse cuenta de que eran su única esperanza, se acercó a su mesa y les habló de la difícil situación de la familia en prisión.

Estaban a punto de mandarlo con las manos vacías, cuando a uno de ellos se le ocurrió una alegre idea: ¿no sería divertido conseguir un Judío piadoso borracho en Iom Kipur?. Llamó a un camarero, y le pidió un vaso de vodka. “Beba esto de un trago”, le dijo a Reb Shmuel, “y te daré 100 rublos”.

Reb Shmuel miró a través del vaso que le había puesto delante de él al fajo de billetes que el hombre sostenía bajo su nariz. Aparte de un sorbo de lejaim en Shabat y en casamientos, Reb Shmuel bebía sólo dos veces al año, en Purim y Simjat Torá, con el fin de que el cuerpo se alegre junto con el alma. Y la cantidad de vodka en el vaso, era más de lo que consumía en ambas ocasiones combinadas. Reb Shmuel levantó el vaso y bebió su contenido.

“¡Bravo!”, gritó el hombre, y le entregó los 100 rublos. “Pero esto no es suficiente”, dijo Reb Shmuel, con su cabeza empezando a sufrir las consecuencias de la bebida. “Necesito otros 200 rublos para que la familia pobre salga de la cárcel!”

“Un trato es un trato!”, gritaron. “Cien rublos por vaso!. ¡Camarero! Por favor, rellene este vaso para nuestro compañero!”

Luego de dos litros y 300 rublos, Reb Shmuel salió tambaleándose de la taberna. El alcohol es su cabeza era ajeno a todo, a las miradas de sus paisanos corriendo en sus últimos preparativos para el Día Sagrado, al ladrido de los perros feroces del noble, a las lágrimas de alegría y gratitud de la familia redimida, excepto a la tarea de entregar el dinero al noble y encontrar su camino a la sinagoga. Porque sabía que si primero iba a su casa para comer algo antes del ayuno, no lograría llegar a la sinagoga para Kol Nidrei.

“En Rosh Hashaná”, el Rebe concluyó su historia, “nos presentamos a la Soberanía de los cielos y proclamamos a Di-s Rey del universo. Hoy hemos ayunado, orado y arrepentido, trabajando en traducir nuestro compromiso con Di-s a un pasado refinado y un mejorado futuro. Ahora nos acercamos a Sucot, en que nos alegramos por los logros de los “días de Temor” a través de las mitzvot especiales de la festividad, una alegría que llega a su clímax en la hakafot de Simjat Torá. Pero Reb Shmuel ya está ahí. Cuando anunció el inicio de las hakafot en Kol Nidrei, la noche anterior, no se trataba de un “error”. Para nosotros, Iom Kipur estaba empezando, para él, ya era Simjat Torá…. “