Todo comenzó un Purim a principios de 1980. Rabi Shlomó Schwartz, conocido como Schwartzie, era rabino del campus universitario de Jabad en UCLA (Universidad de California). Trataba de convencer a los estudiantes judíos para que escucharan una lectura de la Meguilá de Ester, pero todos se negaban.
Finalmente, un profesor judío aceptó. Este imaginó que la lectura de la Meguilá tomaría uno o dos minutos. Pero cuando Schwartzie desenrolló un enorme pergamino, el profesor se sobresaltó. “¿Cuánto tiempo llevará esto?” preguntó vacilante. Schwartzie respondió: “Alrededor de 15 a 20 minutos”.
El profesor tenía prisa, ya que tenía un largo camino por recorrer hasta su casa en Irvine. “Lo siento, no podré escuchar la lectura de la Meguilá”. Sin pensarlo dos veces, Schwartzie dijo: “¿Irvine? ¡Yo también tengo que ir allí! ¿Puedes llevarme?”. El profesor aceptó y Schwartzie subió al auto. Irvine está en las afueras de Los Ángeles, aproximadamente una hora en auto.
Mientras conducían, Schwartzie dijo: “Tenemos un viaje largo por delante. Sugiero leer la Meguilá y tú escuchas mientras conduces”. El profesor estuvo de acuerdo.
Después de un viaje de una hora y la lectura de Meguilá, llegaron a Irvine. Para dejarlo en un lugar conveniente, el profesor preguntó a su pasajero: “¿A dónde tienes que ir?” Schwartzie respondió: “A la estación de autobuses”.
Entonces, quedó claro que Schwartzie había hecho el viaje solo para leer la Meguilá para él.
La historia podría terminar aquí, y sería una bonita anécdota sobre un joven y entusiasta rabino de Jabad haciendo lo suyo. Después de 30 años, Schwartzie falleció a principios de 2017.
El rabino Moshe Schwartz, uno de los hijos de Schwartzie, es emisario de Jabad en Massachusetts. En una visita a Crown Heights, conoció a un estudiante en la Ieshivá Jabad.
El joven le preguntó: “¿Eres hijo del rabino Shlomó Schwartz?” Moshe respondió “sí” y el joven insistió en que escuchara su historia. “Crecí en una familia asimilada. Cuando tenía 20 años, decidí aprender más sobre mis raíces judías y estudiar en una Ieshivá. Mis padres se asustaron.
Su sueño era que fuera a la universidad y se desarrolló un feroz conflicto entre nosotros. “Mis padres sugirieron que tuviéramos una ‘intervención familiar’, a la que invitaríamos a mis abuelos para hablar sobre la crisis.
El abuelo era un profesor respetable y mis padres estaban seguros de que apoyaría su perspectiva. “El abuelo escuchó a ambos lados. Luego se volvió hacia mí y me preguntó: ‘¿A qué Ieshivá quieres ir?’ “‘La Ieshivá de Jabad’, respondí. “Sorprendentemente, el abuelo dijo: ‘Bueno, entonces, eso es bueno. Ve allí’.
“Mis padres estaban conmocionados. “El abuelo contó una historia sobre una experiencia que tuvo con un joven rabino de Jabad a principios de los años 80 en UCLA. Fue en Purim. Él era el profesor que conducía el automóvil y escuchó la lectura de Meguilá de Schwartzie. El abuelo concluyó: ‘Si esta Ieshivá educa a los jóvenes a tener tales valores, a tener tal devoción por otras personas al punto de dedicar horas para que alguien más tenga una sola mitzvá, estoy feliz de que mi nieto vaya a estudiar a un lugar así”