Ki Tavo se lee cerca del 18 de Elul, el cumpleaños de Baal Shem Tov, fundador del Jasidut en general y de Rabi Shneur Zalman, fundador de la filosofía Jabad. Ki Tavo y Jai Elul comparten el tema de Ahavat Israel, amar a nuestro prójimo judío.
Ahavat Israel es un precepto fundamental del Jasidut, como lo reveló el Baal Shem Tov. También es el “corazón” de Jabad, como vemos expresado por Rabi Shneur Zalman en el capítulo 32 del Tania, (lamed‐bet en hebreo se deletrea lev ‐ corazón).
Este amor también se enfatiza al comienzo de esta Parshá: “Y sucederá cuando vengas a la tierra… y tomes posesión de ella y habites en ella… tomarás la primera de todas las frutas de la tierra [bikurim]… y
vendrás al sacerdote… y te regocijarás en todo lo bueno que el Señor tu Di‐s te ha dado”.
Rashi comenta: “Esto enseña que los judíos no estaban obligados a traer a los bikurim hasta que conquistaron y dividieron la tierra”.
Hasta que toda la Tierra de Israel fuera conquistada por todo el pueblo judío, los que ya habían recibido su porción de tierra no estaban obligados a traer la ofrenda de bikurim.
Pero, si la distribución de la tierra fue gradual, y a los que recibieron su porción se les permitió cultivarla inmediatamente, ¿por qué tenían que esperar hasta que todos hubieran recibido su porción y no podían ofrecer sus primeros frutos tan pronto como pudieran?
La respuesta es que la mitzvá de las primicias debe observarse con gozo y gratitud, regocijándose en la tierra de Israel y sus productos, como dice: “Y regocíjate en todo lo bueno que el Señor tu Di-s te ha dado”. Mientras quedara un judío que aún no había recibido su porción de tierra, la felicidad de todos los judíos era incompleta.
Porque, ¿cómo puede un judío disfrutar de la generosidad de Di‐s sabiendo que sus compañeros no pueden participar? En verdad, el iehudí es verdaderamente feliz cuando todos sus hermanos son igualmente bendecidos.
En consecuencia, hasta que su felicidad fuera completa, los judíos no podían ofrecer sus primeros frutos, ya que traerlos es una expresión de gozo perfecto. Todos los iehudim están interconectados; por lo tanto, tuvieron que esperar hasta que cada miembro de la nación judía recibió su asignación para poder regocijarse plenamente.
Este es el epítome del verdadero Ahavat Israel. El amor que los judíos se tienen el uno al otro es tan amplio que la felicidad de uno depende de la del otro. Si incluso falta un iehudí, afecta a todo el pueblo.
Que nuestros esfuerzos por amar a cada judío sin distinción traigan la Redención Final y, con ella, la oportunidad de volver a observar la mitzvá de bikurim en el sentido literal.
Adaptado de Likutei Sijot, Volumen 9